Crossroad ~ Privado

por **Naitiri Zahir** Mar Jul 24, 2018 2:10 pm

Mi vida había cambiado mucho más de lo que yo hubiera podido imaginar en un principio en aquellos dos años que había pasado de mi secuestro, de mi huida a Egipto donde intenté refugiarme de todo el dolor que había tenido que soportar en una ciudad en la que me pesaba demasiado como para seguir en ella más tiempo. Yo no era de huir, de hecho, jamás en la vida lo había hecho hasta que algo tan fuerte y grande me había sacudido por completo y por qué no, hasta me había roto un poco incluso cuando me consideraba una mujer con una fortaleza formidable, una mujer fuerte. Pero bastaba para tocar los puntos débiles que todos tenemos para hacer que me rompiera en miles de pedazos y que mi cabeza se quebrara de una forma que nunca había sentido. Porque sí, jugaron con mi mente y movieron los hilos de esta haciéndome creer cosas que no eran ciertas, que nunca habían pasado y que esperaba jamás poder contemplar. Me habían forzado a tal punto que cuando pasó todo tuve que abandonar París e irme de vuelta a mis raíces en Guiza para intentar poner en orden ya no mi vida, sino principalmente a mí. Me llevó un tiempo en los que estuve varios meses en mi tierra natal hasta que decidí que no podía quedarme escondida siempre y que debía de afrontar las cosas, aceptarlas y luchar por mejorar y que no me venciera el miedo. Fue así como volví a la capital francesa con el propósito que siempre había tenido en mi vida: convertirme en Egiptóloga. Mi madre mucha, sino la gran parte, de la culpa de eso ya que desde pequeña me había sumido en ese mundo y me había ido enseñando sus trabajos, los jeroglíficos, las historias... me cautivó desde bien pequeña y siempre quise ser como ella, así que cuando tuve la oportunidad no dudé en luchar por aquello que siempre había querido dejando atrás un pasado lleno de oscuridad, dolor y bastante tormentoso enterrándolo bajo miles de capas de arena con la firme intención de que no volvieran a salir de nuevo a la luz. Tras esfuerzo logré aquello que me había propuesto e incluso un puesto en el museo como directora del departamento de antigüedades egipcias, pudiendo realizar así el trabajo que siempre había querido aunque fuera en París. Y por si eso fuera poco, a los meses de conseguir el trabajo y de llevar una vida rutinaria, el que ahora era mi marido apareció para cambiarlo todo por completo, poner patas arriba mi vida y mostrarme otra forma de sentir y de vivir que no había experimentado hasta el momento. Lo cierto es que habíamos pasado por mucho desde que llegó a mí vida, y aunque no todo eran luces sino que también había algún tinte oscuro; no me arrepentía en absoluto. Con él iba a tener la vida que siempre había imaginado y querido para mí con un proyecto de futuro juntos que ya habíamos empezado en el momento en el que nos dimos el sí quiero, quién me iba a decir a mí que me enamoraría de un vikingo.

Después de haber pasado unos meses en el norte, viajando y disfrutando de aquel maravilloso paraje que en nada tenía que ver con París, volvimos para retomar nuestras vidas y seguir ahora en una etapa diferente en la que nos habíamos casado bajo los ojos de nuestros dioses, y tocaba vuelta al trabajo que lo había demorado un poco para poder disfrutar del viaje que habíamos hecho. Faltaban pocas semanas para que el museo diera una exposición y querían introducir una parte de reliquias así que nuestro departamento tenía trabajo que hacer y como directora del mismo me tocaba supervisar cada una de las cosas que íbamos a presentar en la exposición. El trabajo no es que fuera duro pero sí agotaba un poco, sobre todo a la hora de mirar cómo montar la exposición, pero merecía absolutamente la pena. Ese día había ido al museo con la intención de salir antes del museo, llegar a casa y preparar algo para cenar los dos solos porque a veces llegaba tan tarde que era a él a quien le tocaba cocinar, así que hice todo lo posible y pude salir antes de lo pensado por lo que me encaminé hacia casa para preparar la cena, antes de eso hice un par de paradas para comprar lo necesario pero esperando llegar antes que él para que no me pillara y no fuera una sorpresa como pretendía serlo. Iba absorta en mis pensamientos, más en concreto, en lo que iba a hacerle al vikingo andando por la calle cuando de entre la gente algo a lo lejos vi una figura que pareció sonarme demasiado, apenas había reparado lo suficiente en dicha figura pero volví a llevar mis ojos al lugar para ver un hombre alto entre la gente que había por la calle, no podía fijarme demasiado bien porque había gente de por medio pero tenía la sensación de que me era demasiado familiar pero, ¿acaso podría ser? Sacudí mi cabeza levemente pensando en que debía de estar equivocada porque era imposible que fuera quien estaba pensando. La figura se movió de nuevo mezclándose con la gente de la calle, me mordí el labio debatiéndome entre lo que debía de hacer... pero finalmente con esa curiosidad innata en mí no pude evitar seguirlo aunque me desviara de mi camino, con la intención de saber si estaba equivocada o no. Porque lo más seguro es que estuviera equivocada, ¿cuántas personas no se parecerían a él y más si las veías desde lejos? Muchísimas, por lo que las posibilidades eran reducidas y aun así no dudé en seguirlo. No dejaba de pensar que mi mente me estaba jugando malas pasadas porque era imposible que fuera verdad, pero llegó un punto en el que me daba la espalda y yo apenas quedaba a unos pasos de distancia en los que me quedé parada, él no podía verme pero yo sí aunque solo su espalda pero también podía escuchar su voz. Sonaba a él, el mismo matiz, el mismo tono que conocía pero, ¿podría ser posible? La evidencia estaba frente a mí y sin embargo me costaba todavía reaccionar ante el hecho de que seguía con vida, estaba vivo. Escuchaba su voz casi sin creérmelo del todo pero no había más ciego que el que no quería ver, hablaba con un hombre sin percatarse de mi presencia en lo que yo sostenía la bolsa con lo que había comprado apenas unos minutos antes. Quise abrir la boca para hablar pero no me salió nada en esos momentos, estaba más que sorprendida y un tanto en shock por lo que veían mis ojos. Ni siquiera me dio tiempo a decir nada cuando, sumida en mi propio debate interno, él se despidió del hombre y se giró quedando de cara frente a mí... y fue todo lo que necesité para darme cuenta no me había equivocado, al menos no en la parte en la que era él.

-¿Haytham? –Pregunté un tanto con duda mientras observaba sus ojos, esos que antes me habían transmitido tanto ya que no era demasiado dado a hablar, que había visto matices de dolor, de duda y de miedo en ellos... ahora no parecía ver tales cosas cuando lo miraba- ¿de verdad eres tú? –Porque cuando jugaban tanto con la mente de una persona costaba asimilar que lo que creías estaba muerto, no lo estaba. Para cerciorarme aún más en lo que lo tenía frente a mí observándonos, mi mano se alzó para tocar su pecho sintiendo la calidez que este desprendía, casi que bajo mis dedos podía sentir el latir de su corazón que me indicaba que estaba vivo, más de lo que yo hubiera pensado- Por Ra, ¡eres tú! –acorté la distancia aun a sabiendas que él y todo lo que tuviera que ver el toque físico no se llevaban bien y mis brazos rodearon su espalda, esa enorme y ancha espalda en lo que pegaba mi cuerpo al suyo sin poder creerme que estuviera vivo de verdad, frente a mí, abrazándolo. Sorprendido por mi arranque aunque no tanto ya que me conocía y sabía cómo era de efusiva en esas cosas, sus brazos me rodearon de forma leve volviéndome a sentir pequeña como siempre me había pasado con él, tan alto y corpulento como lo recordaba. Unos segundos más tarde me separé un poco para mirarlo a los ojos- no puedo creerme que seas tú... ha pasado tanto tiempo desde que nos vimos la última vez –antes de que el vampiro me capturara, antes de que todo cambiara en mi vida hacía ya algo más de dos años- yo... creí que habías muerto, te busqué pero no pude encontrarte en ningún lado, pregunté a gente y moví algunos hilos para ver si sabían de tu paradero pero era como si hubieras desparecido... creí que estabas muerto, te di por muerto –sobre todo después de que el vampiro me hiciera creer que había muerto, y sabiendo que sus pensamientos en esa época era de que su vida pronto terminaría no me parecía tan descabellado. Di un puñetazo en su pecho al recordar lo mal que lo había pasado por eso mismo- ¡creí que habías muerto por mi culpa! Te fuiste sin decir nada a nadie y yo... –mordí mi labio porque él no tenía la culpa de que yo me creyera a un demente obsesionado que solo me quería para él- ¿dónde has estado todo este tiempo? Han pasado tantas cosas desde entonces... tenemos que ponernos al día, me alegro de saber que no cumpliste con esos pensamientos que te rondaban la última vez que te vi –sonreí un poco- qué me dices, ¿me invitas a un café y hablamos?