En una noche de Bohemia... (privado)

por **Emile Du Folie** Vie Jul 27, 2018 8:23 pm

Despertó, apenas cuando la tarde moría lentamente en su ventanal. Se desperezó, llevando su mano por la espalda desnuda de su amante de turno. Una bella jovencita, que solía posar como modelo, en el estudio de su amigo Brel, - un acaudalado aficionado al arte, que intentaba buscar una nueva visión del arte, un intento, poco exitoso, para un mercado de arte, que recién comenzaba a formarse - Su mirada recorrió el lugar, - ¿Donde estoy? es el estudio de Brel... ¿pero como llegue aquí? - se dijo en voz baja, mientras refregaba sus dedos en los ojos, - maldita sea, no debo volver a beber de esta forma -, se reprochó. Pero bien sabía que no era la primera, ni la última vez, que dejaría que sus preocupaciones se desvanecieran tras una botella de absenta.

Se giró, quedando de costado, con su mano sosteniendo su mejilla, y disfrutando de la suavidad de aquella piel tersa y juvenil, que le hacía compañía. Su mano, se deslizó en busca de uno de los níveos pechos de la joven, torturándolos suavemente, para intentar despertarla, urgida por la necesidad de calmar el deseo de unirse nuevamente. Ella suspiró, se giró amodorrada, buscando el pecho tibio de Emile.

Dos horas mas tarde, había dejado a su amante ocasional, en el atelier de Brel, quien llegara unos pocos minutos mas tarde de lo previsto, por lo que luego de despedirse, se apresuró a bajar a la calle, tomar un coche de alquiler y partir a su apartamento, un piso, que alguna vez, fue parte de una de las mansiones de los nobles ejecutados en la guillotina, allá por el noventa, antes de que a los mismos revolucionarios, les fuera cortada la cabeza, por tan despiadada madame. Apenas llegar, se baño, preparó, para el numero que debería hacer, aquella noche, en el teatro de París.

Un poco mas tarde, apenas pasadas las nueve de la noche, entraba a su camerino, para buscar el traje que usaría en el espectáculo, vestido, maquillado. Se dirigió al escenario, y como todas las noches en que se presentaba, los suspiros, los aplausos, y las lagrimas en los rostros de las mujeres no se hicieron esperar. Tras el espectáculo, saludó a varias damas en su camerino, beso algunas, y eligió a su próxima victima, una dama de clase alta, de unos treinta años, bella, rica, casada, pero desilusionada con su esposo y deseosa de sentirse nuevamente joven. Mas no era conveniente, comenzar la caza en forma tan repentina, mejor, era esperar unos días, hacer que sintiera la necesidad de ser ella quien le implorara pasar buenos momentos juntos y dar una generosa recompensa por sus servicios. No era un prostitutos, pero, no le importaba recibir una buena y jugosa recompensa por darle placer a una mujer.

Al salir del teatro, sus pasos lo llevaron nuevamente al café en donde los artistas bohemios, solían juntarse cada noche, para brindar, por la suerte de alguno, que había logrado colar una pintura, o algún otro tipo de obra pictórica. Abrió la puerta del café, el aroma a esa bebida caliente, golpeó sus sentidos, y le hizo recordar que no había comido en todo el día. Desde una de las mesas, un coro de jóvenes artistas, lo llamaban. Emile rió, mientras agitaba su mano, saludándoles, Fue entonces, cuando su mirada encontró unos bellos ojos, que le provocaron sonreír y tirar un beso al aire, mientras se acercaba a la mesa de sus amigos.