La suerte del superviviente (Libre)

por **Eduardo F. Velázquez** Lun Ago 13, 2018 8:37 pm

Esa tarde me tocaba pedir dinero, o más bien ir pidiendo limosna., bueno, tampoco necesitaba pedir limosna, eramos humildes y pobres como ratas pero sobreviviamos como podíamos, pero en menos de cinco minutos, estaba apresado por la policia sin saber como había pasado. Bueno en realidad si, pero habia pasado todo tan deprisa que, wow, no sé por donde empezar.

Bueno, esta mañana había pensado en ir a ver a unos amigos míos lo de un secreto que sabía de unos vecinos que precisamente incumbía a uno de mis amigos y decirle que estaba en peligro, que el secreto o lo que había escuchado realmente de bocas ajenas era que buscaban la cabeza de mi amigo por destripar a alguien. Era de locos, pero como buen amigo, iba a ir a avisarlo, no lo iba a dejar en calzoncillos completamente y que no tuviera con que apoyarse o cubrirse. Por el camino me encontre con mis otros amigos que iban en la misma dirección, pero para cuando llegamos todos al sitio del encuentro nos sorprendemos con la escena. Aquel que estaba en peligro, es decir, mi amigo, había sido mutilado completamente en varios trozos separados. Descubrimos esto ya que al llegar a la residencia, la puerta del dormitorio no estaba simpática para que esta se abriera, tuvímos que empujar la puerta varias veces hasta tumbarla y entonces encontrarnos con la grotesca escena.

Detrás nuestra, una doncella soltó su grito desgarrador, Michell la detuvo abrazándola y llevándosela a otro lado para que no viera tal atrocidad. Me quedé perplejo al ver la sangrienta escena y ver cada parte esparcidos por la habitación. No pude aguantar el hedor de la muerte en el interior de esa habitación por lo que decidí estar en el exterior de la residencia y al momento la policía llegó con el forense. Dios santo, acoge a mi amigo en tu seno y que no cruce los caminos del ardiente infierno. Deseaba que mi amigo el que ahora no estaba entre nosotros fuera algún día mi padrino de bodas, alguna vez si me llegaba algún día el día de casarme con alguna bella mujer que esté realmente a mi altura. Aún no he conocido a ninguna, vaya por Dios.

Suspirando en el exterior de la casa que es donde me posicioné para no ver más el espectaculo grotesco, caí en la cuenta que este deseaba la muerte desde un principio ya que su amigo perdió a alguien muy querido para él, no murió, no, pero dicha mujer se casó con otro hombre a la fuerza dejando a mi amigo sin ánimos de lucha, por lo que el cobarde eligió el camino fácil. Mis pies se dirigieron entonces a más allá de la torre de la plaza central que era donde gente y parejas solían quedar para las citas, supongo que amorosas o quien sabe si las hay de otro tipo.