Cuidado con la bruja [Privado]

por **Willow Osborne** Miér Ago 22, 2018 9:21 am

París podía ser peligrosa para aquellos que no poseían un lugar fijo en el cual permanecer, pero para quien ya llevaba demasiado tiempo sin un lugar al cual llamar hogar, en realidad, no estaba tan mal. Esa noche, Willow, veía como las personas le miraban con extrañeza, debido tal vez a que la mayoría de mujeres de su edad temían andar solas por las calles, todo a la gran cantidad de asesinatos que ocurrían por las noches, más ella sabía muy bien a que se debían aquellos asesinatos y por eso era que no tenía miedo. Los vampiros no eran algo a lo que ella temiera, de hecho, no tenía miedo de nada y de nadie.

Esa noche, después de otro día de infructuosa búsqueda de trabajo se dedico a vagar por las calles, en busca de los espíritus de las personas asesinadas por cada uno de los callejones de París. Esa era quizás, la actividad favorita de la hechicera; charlar con los muertos de manera amable y animada, saludándoles como si fuera personas vivas y su salida se estuviese llevando a cabo a plena luz del día. Lentamente y entre conversaciones en las que solo se escuchaba la voz de la hechicera, fue que termino por llegar a la plaza Tertre al lado de un fantasma que le contaba sus experiencias de la vida humana que alguna vez habían llevado y aunque ella no había notado nada fuera de lo común, fue aquel acompañante suyo, un hombre de nombre Philipe quien le alerto de lo que sucedía a su alrededor.
–No es que yo quiera alarmarte pero unos hombres están siguiendo tus pasos.
– ¿Lo dices en serio? – su voz sonó despreocupada y una sonrisa asomo a sus labios – Mientras no se metan conmigo no me interesa si están siguiéndome o no, pero agradezco tu preocupación – dijo sin dar importancia a todo aquel hecho y en esos instantes se sentía tan segura al lado de aquel fantasma que le acompañaba que se alejo un poco más de las calles con gente que pudiera auxiliar en caso de que algo sucedía, todo para internarse lentamente en los callejones. La charla entre ella y el espíritus continuaba y no fue sino hasta que un hombre apareció entre las sombras, que se dio cuenta de que aquella noche no sería lo que esperaba.

Aquel hombre que aparecía la miraba fijamente, aún con ese detalle, ella continuo caminando y al pasar cerca de él le saludo amablemente.
– Buena noche – pasaba de largo a aquel sujeto, cuando la mano masculina se cerro firme sobre su brazo y sin dar tiempo a que otra cosa sucediera de sus labios salió un sencillo hechizo para dormir, provocando que el agarre ajeno cediera y el hombre cayera al suelo.
– Te dije que te seguían.
– ¿Cuántos Philipe? – pregunto mientras que se inclinaba y buscaba entre las ropas de aquel individuo, hasta dar con un cuchillo.
– No lo sé exactamente, pero sé que no era el único – respondió aquel espíritu.
– Bueno, creo que podré encontrar la manera de salir de esto. Quiero ver a esos que me siguen hacerme algo.