¡Ladrón, ten cuidado con el Dueño! [Privado]

por **Fei Ouyang** Mar Nov 27, 2012 8:48 pm

Piensa el Ladrón que todos son de su Condición
Anónimo

Sus ojos brillaban con un sentimiento difícil de describir. Asombro, Felicidad, Codicia, todos en uno solo. Y todo por un par de joyas.

La había visto en la mañana, mientras buscaba comida que robar o niños a los que entretener con sus audaces acrobacias. La habían llamado inmediatamente, con aquellos brillos característicos del metal y de la gema. ¡Y qué gemas! Diamantes, Zafiros, Esmeraldas… todas hermosas, a su manera. Pero hubo una que le robó el aliento, Una que, sin duda, robaría. Era un collar de plata, con intrincados diseños y con dos enormes jades incrustados a los lados. Y si había algo que a Fei le encantaba, era el Jade.

Sin pensarlo dos veces, tomó la apresurada decisión de hurtarlas. Y en esa tarea estaba en ese momento, tratando de sacarlas de la zona de seguridad donde las tenían. Moviéndolas con mucho cuidado, esperando no hacer ruido alguno. Y era experta en aquello. Años de ladrona le daban el respaldo de una extracción segura y silenciosa.

Estuvo a punto de soltar una risita de satisfacción al ver el collar en sus manos. Aquel tacto frío de la plata, el peso de las gemas, la sensación de adrenalina al haber cumplido su meta sin fallar… ¿Había alguien en el mundo más feliz que una ladronzuela consumada? Posiblemente no.

Y, cumplido su cometido, se dispuso a escapar. No sabía que aquella noche se pondría bastante más difícil de lo que imaginaba. Porque los ladrones cuentan con lo robado, pero no con los dueños.

por **Luis Alejandro Taylor** Miér Dic 05, 2012 11:34 am

Y así pasaba otro día de rutina en la Joyería de mi padre, revisando que todo estuviera en regla, verificando la llegada y partida de nuevos productos, y supervisando a mis empleados y sus ventas, claro. A pesar de las situaciones por las que había pasado París la caída no había sido tan grave, y al menos conservábamos a nuestra clientela fiel y frecuente, la que no escatimaba en dinero para comprar lo que había y lo que pedían de forma personalizada. Así que no habían tantas malas noticias que darle a mi padre; menos mal, porque si las cosas no eran favorables iban a mandarme de vuelta a Liverpool por incompetente, ¡y lo que menos quería era volver! Seguro me estaba esperando una chica en el altar, tal y como negociaban siempre a mis espaldas…

Estaba revisando el inventario de los artículos que quedaban tras varias ventas en la bodega cuando percibí un aire de intranquilidad en mis empleados, por lo que podía dilucidarse por sus susurros y movimientos acelerados. Y el hecho de que un aroma poco conocido se hiciera presente en mi canino sentido del olfato aumentó mi preocupación, así que salí a la vitrina y me encontré con uno de mis empleados saliendo despavorido, gritando “¡Devuélvelo!”. Alcé una ceja y de inmediato pregunté, y la respuesta no fue alentadora: habían robado uno de los collares más caros: de plata con incrustaciones de jade. ¿Cómo era posible, si teníamos una seguridad envidiable? Seguro era un ladrón muy experimentado, pero lamentablemente e independientemente de los motivos que tuviera para realizar el robo, no podía dejar que se saliera con la suya. Di el orden de cierre debido al horario y salí corriendo en la dirección que me dictaba mi olfato, logrando tras un par de minutos ver la silueta de quien corría. - ¡Alto, ladrón! – Alcé la voz, tratando de llamar la atención no sólo de quien sustrajo la joya, sino que también de algunos que estaban alrededor para que me ayudasen a detenerla - ¡Devuelve ese collar! – Era casi obvio que no lo iba a hacer porque se lo dijera yo, pero no perdía nada…a ver si lo hacía reaccionar.

por **Fei Ouyang** Miér Dic 05, 2012 2:56 pm

-Uh, oh- murmuró Fei, al ver que el dueño de aquella pieza la estaba siguiendo. ¡Maldita sea! ¿Por qué tenía que ser justo hoy? ¿Por qué simplemente no la dejaban robar en paz?

Siguió corriendo a lo largo de la calle, buscando un buen lugar al cual escapar. Y lo encontró, en forma de un tejado lo suficientemente fuerte como para que ella caminara encima. Sin pensarlo dos veces, saltó y se sujetó en él, mientras escalaba. Cuando estuvo arriba, no pudo hacer nada más que soltar una sonrisa de triunfo, a la vez que seguía corriendo. Había aprendido ese truco en Beijing, y sabía que no cualquier persona se atrevía a subir a un tejado.

Lamentablemente, se dio cuenta de que aquel hombre, aunque no la persiguiera a lo alto, la estaba siguiendo a nivel de calle. Soltó un bufido de molestia. La joya debía ser lo suficientemente cara como para que el dueño no se rindiera y quisiera recuperarla. Peor para él. Ella tampoco se rendiría. Conseguiría ese collar a toda costa, aún si tenía que soportar ser seguida por toda Francia. Con ese pensamiento, se movió más rápido.

Aunque, que te muevas más rápido no es sinónimo de una escapada espectacular. Y menos cuando se acaba el tejado, cosa de la que Fei no se dio cuenta hasta que se vio rodando por el suelo. Se levantó tosiendo. Ahora no podría escapar fácilmente. Posiblemente la policía se vería involucrada, y… adiós a su libertad. Al menos, no se iría sin luchar.

A pesar de que la joven no era partidaria de la violencia, cuando robaba algo importante esos principios se iban a la porra. Se puso en posición de defensa y esperó a ver si el dueño le asestaba un buen golpe. Ella se lo respondería con uno mil veces peor.

Spoiler:

por **Luis Alejandro Taylor** Vie Dic 14, 2012 5:23 pm

Aquel ladrón (o ladrona, por como pude constatar en su silueta) no parecía un novato. Era veloz, quizás sobre el promedio de un cambiaformas, y extremadamente ágil. ¿Cómo le había podido seguir a pesar de que iba más rápido que yo sobre el techo de aquellos edificios? No tenía idea, y ni tampoco sabía de dónde había sacado resistencia para seguirle por tanto tiempo, considerando el hecho de que yo usaba en muy contadas ocasiones mis habilidades animales; ya fuera para relajarme un poco a las afueras de la ciudad o en el lago o para ganarme los mimos de unas cuantas damas.

De todas formas, esas reflexiones quedaron en segundo plano cuando mi perseguida cayó estrepitosamente, pudiendo alcanzarle por fin…aunque me mantuve al menos cinco metros de distancia de ella al ver su postura. ¿Quería pelear? Bueno, era natural que quisiera defender lo que había robado, ya que la joya era carísima y podía conseguirse muchas cosas si la vendía con inteligencia. – Arrêtez, ne veut pas se battre – Le dije suponiendo que sabía francés por ser la lengua principal de aquí, con las manos extendidas frente a mí para darle a entender que no quería pelear. Podíamos…negociar perfectamente, y ambos saldríamos favorecidos; incluso ella más que yo. - s'il vous plaît… Je ne nuira pas…-Y no, no iba a hacerle daño. Prefería que ella me apaleara antes de levantar un dedo contra una mujer. Eso jamás.

Spoiler:

por **Fei Ouyang** Vie Dic 21, 2012 2:38 pm

La chica lo miró con confusión, e instintivamente alejó el collar un poco más, aunque bajó la defensa luego de ver que al parecer aquel hombre no quería hacerle daño. Esto de no entender demasiado francés era un verdadero dolor de cabeza. Y a eso se le sumaba que apenas sabía formular un par de frases. Trató de pensar en una respuesta, pero todo vino a su mente en chino. Al final, terminó exasperándose.

-¡A, gāisǐ wúyòng de fàguó rén! ¡ Jiù xiàng wǒ xūyào zhīdào!*- luego de aquella rabieta se dirigió al dueño, aún enfadada- No entiendo… bien el francés.

Y con eso había delatado su procedencia también. Maldijo en voz baja. Si lograba salir de ésta, de seguro debía tener cuidado cuando la policía apareciera en el circo chino. Aunque algo en su interior le decía que aquel hombre no quería reclamar la joya. Ladeó un poco la cabeza. Algo le parecía muy extraño, pero no sabía a ciencia cierta qué era. O al menos hasta que cambió el viento. Allí, Fei pudo oler la inconfundible esencia de un cambiaformas. La misma que ella tenía, por descontado.

La alarma cundió en su rostro. A pesar de que- al parecer- no quería hacerle daño, aún cabía la posibilidad de un enfrentamiento. No era una opción demasiado buena, y menos cuando el único animal que podía usar para defenderse era el inofensivo panda. Inmediatamente llegó otra imagen a su cabeza, pero la retiró con disgusto.

El tibetano no.

-¿Qué… eres? ¿Eres como… yo?- le costó mucho formular aquella pregunta. No sólo por el acento y las palabras, sino porque se ponía en peligro a sí misma al develar su naturaleza en medio de la calle. Quién sabe si aparecían cazadores o algo peor.

Spoiler:

por **Luis Alejandro Taylor** Jue Ene 03, 2013 8:26 pm

Le contemplé esperando alguna respuesta, pero al final terminé siendo un testigo privilegiado de su desesperación expresada en caracteres que no pude identificar como europeos u occidentales de América – y que por ende asumí que eran del otro lado del mundo, ese que conocía muy poco para variar –, y que culminó con una resignación en trabajado francés, que supe comprender al igual que su situación. En el momento fui atando cuerdas y armando una situación ficticia sobre esa joven: su mal dominio del idioma le impedía comunicarse, y al no poder hacerlo tendría que recurrir a nuevas formas de sobrevivencia, entre ellas el tomar prestado lo ajeno sin permiso y sin devoluciones.

Una brisa movió ropas y cabellos, y también confirmó mis suposiciones de lo que era esa mujer. Y al parecer ella también descubrió nuestro “compañerismo de raza”, a juzgar por aquel rostro lleno de temor, cuyo motivo exacto desconocía, disfrazando su significado con meras hipótesis rápidas.

Se dio el tiempo y el gran esfuerzo de seguir hablando en francés, y eso lo agradecí a la vez que le respondí con un asentimiento – Sí. Tú y yo – apuntando lentamente a cada cuerpo respectivo – somos iguales. – Bueno…no tan exactamente iguales porque ella no tenía una joyería y yo no hablaba ese idioma tan aparentemente complicado como un revoltijo estomacal…pero se entiende a lo que me refiero. Ojalá que ella lo entendiera también, o tendría que convertirme en perro para que lo hiciera mejor.

- No quiero pelear contigo. – Dije tratando de usar mi acento más neutro y las palabras mejor moduladas para que me entendiera, diciéndolas con lentitud – Podemos llegar a un acuerdo. Quiero ayudarte. – Y dicho esto, le sonreí tratando de ser lo más acogedor posible. Los dos podíamos terminar el día con un final feliz.

por **Fei Ouyang** Vie Ene 11, 2013 7:39 am

La joven no entendía muy bien. ¿De verdad quería ayudarla, luego de haber robado parte de su patrimonio? ¿O estaba tratando de establecer cierta camaradería dada su condición de cambiaformas? No entendía muy bien la lógica de este lado del mundo, y ladeó la cabeza en busca de un orden relativamente entendible en su cabeza. Aunque, de cualquier modo, ¿De qué se quejaba? Le estaba dando más oportunidades de las que había tenido antes de llegar y quitarle la joya. O al menos, eso era lo que entendía vagamente.

-¿Ayudar? Pero…- señaló el collar, como una forma de decir “te he robado algo, ¿no estás enfadado?- ¿Ayudar cómo?

No sabía a qué tipo de “ayuda” podría referirse. Aunque, de cualquier modo, cualquier aporte le vendría bien. El circo itinerante no era el lugar más confortable ni salubre del mundo. Además del hecho de que no tenía comida ni ropa. Vivía de lo que robaba, literalmente. A pesar de todo, seguía siendo mejor que la vida que había tenido en Beijing. Al menos aquí se divertía y divertía a los demás sin demasiados problemas de por medio.

Se quedó mirando a aquel hombre, aún con la cautela en sus facciones. No podía bajar la guardia así como así. Como decía uno de los proverbios de su tierra, "Ama a tus vecinos, pero no te deshagas de la cerca".

por **Luis Alejandro Taylor** Lun Feb 04, 2013 12:09 pm

Era una situación extraña, de esas que uno no espera que sucedan con tanta normalidad y frecuencia (¿Quién desearía que los robos fueran frecuentes? Ni siquiera los mismos ladrones, ya que se quedarían sin cosas de las cuales apropiarse). Y el desenlace de aquella situación estaba lejos de ser normal – el escape del ladrón o la captura del mismo por parte del afectado o de la policía -, pero veía en aquella joven que el robo no era un simple juego, o algo para vanagloriarse. Las pocas circunstancias que había conocida de ella en los minutos que habían ya pasado me hacían creer que en sus acciones había una clara necesidad, un “no tengo otra alternativa”.Quizás tenía que proteger a otros, o era simplemente para su propia sobrevivencia. Era algo lamentable en todo sentido, y me encargaría de cambiar eso dentro de mis –amplias- posibilidades.

Se veía sorprendida, y le comprendía empáticamente por ello. Pero era hora de actuar y no de seguir sintiendo lástima por alguien que necesitaba más acciones y menos pensamientos – Si me devuelves el collar – dije pausadamente, apuntando hacia el objeto aunque moralmente no estuviera bien visto apuntar – yo te daré toda la comida que quieras – hice un gesto que asemejaba al comer de una cuchara – y también haré que la policía deje de perseguirte. – Le sonreí esperando que tomara confianza, y extendí un brazo esperando recibir el collar en mi mano - ¿Qué dices? Puedo ayudarte…no me tengas miedo. – Dije quedándome quieto, esperando que ella tomara la decisión ojalá más correcta.

por **Fei Ouyang** Dom Feb 10, 2013 12:02 pm

La chica miró con cara de incredulidad cómo aquel hombre le hacía señas para darle a entender que realmente quería ayudarla. Comida y seguridad. No era tan malo, después de todo. Miró al collar primero, al dueño después. Era verdad que la joya podía darle comida y ropa a raudales si la vendía bien, pero, ¿qué sería de ella si la policía la atrapaba? Era una extranjera en una tierra que apenas entendía. Sabía que si llegaba a caer a la cárcel, todo sería para peor. Y no quería esa opción.

Al final, después de mirar a intervalos regulares el collar y el dueño, la chica tomó una decisión y, suspirando, caminó hacia el hombre y con un movimiento le devolvió su dichosa joya. Era lo único que podía hacer por ahora. No quería a la policía-ni a los inquisidores- persiguiéndola noche y día, sin descanso. Había venido a Francia por tranquilidad, por mucho que ésta escapara de ella. No quería arriesgase a perder su libertad por tan poco. Su vida valía más que un par de jades.

-Pero si… no cumplir promesa… yo ir y robar… sin escrúpulos-no podía decir frases de corrido, pero al menos la amenaza se entendió lo suficientemente bien. No quería intimidar a nadie, pero su seguridad estaba en juego, y con esa maniobra la había dejado en manos de otro. Espectacular.

Se quedó allí, parada, esperando la respuesta del dueño.

por **Luis Alejandro Taylor** Miér Feb 27, 2013 2:01 pm

Sonreí con algo de lástima por la resignación que manifestó luego de la decisión que parecía haber tomado. No podía saber a ciencia cierta cuál era su situación exacta y el por qué de recurrir al collar, y cuántos beneficios - ¡El sobrevivir no podía considerarse un beneficio! – podía traerle la venta de la joya. Y yo más encima metiéndole presión para que devolviera aquel objeto del que podía hacer varios más si me daba la gana. En ese sentido me sentía peor que un patán; sin embargo, el hecho de que le iba a ayudar echaba por tierra esos pensamientos, porque si realmente le fuera a quitar el collar sin darle algo a cambio sí que me graduaría de un hombre sin corazón. Y vaya que tenía yo de eso.

Asentí lentamente con la sonrisa ya más confiada, dándole toda la razón en su amenaza ya que esta no iba a cumplirse por los planes que tenía yo – Está bien – Le dije sin preocuparme demasiado y le animé a que me siguiera con un gesto de mi mano, para que se pusiera al lado mío – Volveremos a la joyería. Iremos a mi casa. - ¿Casa? Era una mansión, pero no era necesario explicarle tanto detalle a una jovencita que apenas sabía comunicarse con otros. - ¿Cómo te llamas? Yo me llamo Luis – Le dije mientras caminábamos por los callejones que antes habíamos visitado fugazmente producto de la persecución y que ahora nos acompañaban de manera más minuciosa, fijándome más en los detalles por mera curiosidad mientras seguía avanzando.

por **Fei Ouyang** Dom Mar 24, 2013 10:43 pm

Aún no entendía esa manía de los Europeos de preguntarle el nombre a todos, aún si eran pordioseros o simples ladrones como ella. En China, apenas sí preguntaban el apellido, o simplemente los encerraban sin miramientos. Era una costumbre que le parecía extraña, pero amigable al mismo tiempo. Por lo mismo, usualmente respondía sin afectación alguna.

-Fei. Soy Fei- tenía la costumbre de apuntarse a sí misma cuando decía su nombre, producto de todos esos intentos de aprendizaje de Francés- ¿Joyería no es tu casa?- tenía pinta de ser un hombre adinerado, de esos que amasan fortunas inimaginables. No le hubiera sorprendido alguna excentricidad pequeña, como que durmiera en su local o algo parecido.

Lo siguió hasta donde él la llevara porque no tenía mucho más que hacer, además del hecho que le había ofrecido ayuda. Mientras caminaba, examinaba todos los escaparates con ojo crítico, tomando nota de las cosas que allí se encontraban. No porque Luis la estuviera ayudando no iba a dejar de robar por su supervivencia. Era algo que llevaba en la sangre y que posiblemente no dejaría de hacer nunca. Además, ¡era lo que mejor sabía hacer!

-¿Siempre… cosas lujosas aquí?- la pregunta fue formulada con indiferencia, mientras veía los objetos y juzgaba la dificultad para sacarlos de sus escaparates. Hasta ahora, la mayoría eran pan comido. Pero para que no la creyera una malagradecida más, decidió cambiar de rumbo la conversación. Podía arrepentirse si la escuchaba haciendo planes de hurto de nuevo- ¿Qué animal?

por **Luis Alejandro Taylor** Vie Abr 05, 2013 6:03 pm

Repasé su nombre en mi mente e intenté descifrar de dónde provenía mientras seguíamos caminando, regresando con paso relativamente rápido a la joyería y preparando todo para la visita que mi mansión tendría dentro de poco. El carruaje afortunadamente estaba listo como siempre debía estar en caso de cualquier situación, fuera urgente o no; y mientras se coordinaban los últimos detalles, le vi observando los escaparates en donde teníamos nuestra valiosa mercancía. Miré de reojo cómo se llevaban el collar para ver si tenían que hacerle algún arreglo o limpieza antes de devolverlo a la vitrina y escuché con atención su consulta, sin poder evitar sonreír un poco, suponiendo de una u otra forma las intenciones que tenía con esa pregunta.

- Sí – Dije de manera un tanto despreocupada, ya que no me importaba si la joven llamada Fei intentaba nuevamente sacar algo de mi tienda: sinceramente no creía que lo intentase otra vez después de que le salvé de la policía y le ofrecí comida y refugio, pero en caso de que lo hiciera estaría preparado de todas formas. O quizás era simplemente parte de su curiosidad, ya que evidentemente no parecía muy familiarizada con la forma de vida occidental. Luego me preguntó por mi variación animal y respondí nuevamente de manera despreocupada, porque efectivamente no había nada de qué preocuparse al responder – Perro. Husky, Pastor Alemán Blanco y Golden Retriever. - ¿Me habrá entendido la pronunciación? Bastaba con lo primero, pero no quise quedarme tampoco sin los detalles, en una actitud más bien arrogante. Al final se nos informó que el carruaje estaba listo, y la conversación continuó en éste, tras haberla ayudado a subir con la cortesía que se debía tener con una dama, sin importar cómo fuera ésta.

Los caballos avanzaban de camino a la residencia a buen ritmo, y luego de mirar un rato el paisaje por las ventanillas parcialmente cubiertas por unas cortinas, decidí continuar con lo que se había dejado pendiente en la joyería - ¿Y tú? ¿Qué animal? – Pregunté de la misma forma, suponiendo que estaría más cómoda así.

por **Fei Ouyang** Sáb Mayo 18, 2013 8:01 pm

Bien. Lo del perro lo había entendido, pero… ¿Qué era lo que había mencionado después? Algo le decía que eran las razas, pero estaba tan poco familiarizada con los perros occidentales que no pudo evitar poner cara de confusión. Desde el primer momento le había chocado que no usaran a los caninos para hacer comida, sino que los trataran casi como sus hijos, comprándoles ropa, joyas y dándoles trozos de pastel. En china, los usaban lisa y llanamente de merienda. Especialmente a los sōngshī quǎn (Chow-Chow), que eran lo suficientemente grandes como para alimentar a una familia.

La conversación siguió en el carruaje que Luis había dispuesto para la ocasión. Eso también era una novedad, pues nunca se había subido a un medio de transporte tan elegante. Se dedicó a mirar los detalles a su alrededor y sólo salió de su ensimismamiento cuando el hombre le formuló una pregunta. “¿Qué animal?”. La joven no pudo evitar tragar saliva. Nunca le había gustado hablar mucho de sus transformaciones, especialmente de una de ellas.

-Yo… Oso. Dos Osos- se las arregló para decir eso sin titubear mucho. Tuvo que tomar aire para seguir hablando mientras levantaba un dedo para señalar al primer oso- Tu gente llama Panda. El otro…- el segundo dedo se levantó a medias- no muy Chino. Al sur. Peligroso.

Era la única forma que tenía de describir al Oso del Tíbet. Un úrsido proveniente del Sur de Asia, con un temperamento violento y, por cierto, bastante peligroso. Esa y muchas otras eran las razones por la que nunca lo sacaba a la luz. Sin pensar, podía dañar a cualquier persona. Decidió cambiar el tema de conversación. No quería ahondar mucho en lo de los dos Osos.

-¿En qué parte tu casa?

por **Luis Alejandro Taylor** Miér Mayo 29, 2013 10:49 pm

Aquella joven parecía ser bastante especial, o al menos poco común. Su nombre, su procedencia, incluso sus transformaciones (¡Nunca había conocido un cambiaformas oso!) eran algo que se presentaba ante mí por primera vez, y aquello era más emocionante que peligroso. Ya la había persuadido de seguir robando con mi propuesta, y lo único que faltaba era terminar de abrochar nuestro lazo con algunas ventajas personales. ¿Qué costaba darle un buen banquete y una habitación para que descansara y luego se fuera con el cargo de conciencia del agradecimiento? Absolutamente nada.

Su rostro confuso era comprensible, y por ello no expresé una sonrisa demasiado amplia; quizás creería que me estaba burlando de ella o algo así, y eso era lo que menos quería expresar. Me dejé llevar por su cambio de conversación mientras miraba por unos instantes por la ventanilla hacia afuera para ver dónde íbamos, y afortunadamente no faltaba mucho, así que continué de todas maneras – Afuera de la ciudad. En el campo – Le dije de la manera más clara posible, procurando fomentar su costumbre al idioma. Quién sabe, en un futuro cercano podría estar hablando francés a la perfección gracias a mi tutela y yo podría impresionar a más chicas con algunas frases en chino.

Tras unos minutos más de conversación “aleatoria” entre los dos, el carruaje finalmente se detuvo, abriéndose la puerta y dejándose ver la figura de mi cochero de cabello blanco e impecable traje negro. Extendió la mano hacia la joven y procuró estar dispuesto a ayudarle a bajar en caso de que ella lo hiciera, y luego lo hice yo. Caminamos por el largo jardín hasta la entrada en donde mis criadas nos dieron la bienvenida a mí y a mi invitada con una reverencia, y luego entramos para ubicarnos en una de las salas de estar que por su decoración, supuse sería un paraíso para la pobre joven de rasgos orientales. ¡Si hasta llegaba a entenderla! – Siéntate, por favor. – Le dije haciendo un gesto para luego sentarme yo, como rezaban las normas de cortesía. - ¿Quieres algo para comer o para beber? – Pregunté haciendo la mímica correspondiente. Mis cocineros algo sabían de comida china, así que…no estábamos tan “en riesgo”.

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