Good life - libre-

por **Enzo Cavalcanti** Miér Ago 22, 2018 10:04 pm

Se encontraba en la orilla del Sena, admirando tranquilamente el paisaje que la tarde le estaba obsequiando. Enzo no tenía grandes cosas que hacer ese día, bueno, en realidad si. Aún no encontraba a la reina fugitiva, pero era la frustración de creer que ella verdaderamente se desvaneció en el aire lo que lo llevaba a tomarse todo con mucha más calma, preocuparse resultaba inútil y buscar tranquilidad era lo mejor.

El cambiante no solía enfrascarse muy continuamente en charlas consigo mismo, sin embargo, era absolutamente consciente de que en algunas ocasiones era completamente necesario el hacerlo. Bien podía decirse que la vida del hombre no tenía grandes complicaciones, aun así, desde hacía algunos años que Enzo se sentía vació por dentro. Él que había sido desterrado de su tierra durante mucho tiempo, pensaba en las familias que sus amigos comenzaban a formar y que tuvo la oportunidad de conocer mientras estuvo en Italia; además que observaba que sus conocidos cada vez estaban más centrados en el futuro y él, bueno, él únicamente vivía el día a día, esperando que alguna clase de iluminación divina le llegará, indicándole entonces el camino que debía seguir para vivir una vida plena y no un desperdicio de tiempo como el que ahora sentía que era su existencia entera.

Enfrascado en sus pensamientos, suspirando de vez en cuando y dejando que las personas fueran y viniera, Enzo paso gran parte de la tarde, demostrando ser algo que verdaderamente no era, un hombre reflexivo. De hecho cuanto más reflexionaba sobre su vida, más comenzaba a parecerle que su vida era un desperdicio.
– Pero que buen desperdició – aseguró al viento, recordando entonces todas las aventuras vividas y cada consejo hasta ese momento ignorado. Una ligera sonrisa apareció en sus labios, mientras que en su mente la idea de que su vida se acomodaría por si sola cuando fuera el momento, tomaba cada vez más fuerza. Así fue de hecho como las reflexiones del día llegaban a su fin, animadas además por una suave voz muy cercana a él, que le pedía indicaciones con respecto a algo que él no fue capaz de escuchar – Disculpe, ¿Me preguntaba algo?.

por **Charlize De Nantes** Sáb Ago 25, 2018 8:26 am

Un poco mas de dos meses llevaba en la ciudad, y Ninel, no podía creer cuanto había cambiado su vida, en tan poco tiempo. Pues de sentirse morir, de pensar que su vida no valía nada, a estar ahora con un ser maravilloso, quien la amaba con la misma intensidad que ella lo hacía, solo habían transcurrido unas semanas. Ninel había despertado ese día, con la necesidad de conseguir un buen regalo para Fagan, quería demostrarle que para ella él era su sol, ese que por mucho tiempo creyó perdido, pero que ahora volvía a brillar en el firmamento de su vida.

Tras elegir el vestido que usaría ese día, pasó gran parte de la mañana arreglando unos documentos, pues aunque era verdad que en su vida un hombre estaba a su lado, ella era una mujer independiente, por lo que trabajaba por su cuenta, siendo una traductora para una firma de abogados, por lo que como era de esperar, pasó parte de su día, transcribiendo textos, cartas y papeles legales, del ruso al francés. Pasada las cuatro de la tarde, y realmente agotada, decidió salir a la calle, deseaba estirar sus piernas, y dejar que la misteriosa París, le permitiera descubrir un lugar nuevo, uno que pudiera luego recorrer junto a su lobo.

Con ese objetivo en su cabeza, la ex esclava de sangre, decidió tomar el camino que la alejaba un tanto del centro de París, acercándola al río. Las aceras, con sus arboles estallados en miles de hojas de verdes vivaces, la hicieron sonreír, pues la vida parecía fluir de cualquier lugar en aquella ciudad, donde la libertad, y la alegría, se podía encontrar sin mucho esfuerzo. Claro, ese era el pensamiento de Ninel, quien durante años, permaneció encerrada en un jaula de oro, sin poder hacer nada que no fuera la voluntad de su amo, ahora que era libre, existían momentos en que aquella libertad le abrumaba, pero jamás volvería a los dominios de Dragos, pues para ella, el vampiro era sinónimo de pena, tristeza y soledad, lo opuesto a su lobo, quien le había curado las heridas, sanado aquella tristeza y le enseñó que a veces la soledad es buena, mientras se tenga unos brazos a donde regresar.

Absorta en ello, llegó a la orilla del rio, justo a una hora, que su estomago le pedía tomar un café caliente, comer algo que le aplacara la feroz necesidad de comer. Es que en su afán de trabajar con esmero, se había saltado el almuerzo, y en parte la merienda. Por lo que tras de caminar unas cales mas, decidió acercarse a un joven que parecía meditar, cuando éste sonrió, aquello fue una señal, - Parece que es buena persona, ¿acaso será tan gentil como algunos parisinos que he conocido?- se preguntó, mientras se acercaba al joven. Muy cerca de él, le preguntó por un lugar donde comer - Disculpe, buenas tardes - dijo sonriendo, - ¿me podría decir donde puede existir un lugar en el cual tomar café? - pestañeo varias veces, al ver como el joven simplemente parecía ignorarla, - Ehmmm... bueno... ¿señor? - dijo enarcando una ceja, mientras pensaba en que le pasaría, ¿acaso era sordo?

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