AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La vida misma, es como un paseo...-Éferon
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La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Las cosas han salido a la perfección, la mansión en la que residiríamos en París de verdad ha logrado sorprenderme. Tengo que admitir que Felix se esmeró en comprar una parcela mas grande de lo que imagine, pero ese hombre siempre ha logrado sorprenderme de buena y mala manera, la casa principal tiene 8 habitaciones, me di el tiempo de revisar cada una por separado, la habitación principal era similar a la que teníamos en Cannes, para mi alegría los cambios habían sido resueltos, la puerta secreta a la habitación que era solamente mía estaban ya dispuestos. Hacía muchos años que no dormía en la misma cama que mi esposo, había jurado nunca más hacerlo y mantendría mi palabra hasta mis últimos días de vida. La servidumbre aqui en París eran personas humildes y agradables, me di un tiempo para compartir con ellos; a escondidas del que decía llamarse mi esposo, no le gustaba que yo me hiciera de amigos de la servidumbre…
-Madame Von Bennewitz, su carruaje está listo – una suave y dulce voz escuche alce mi vista al tiempo que cerraba mi diario, Felix, había dejado a Lisa para que me “cuidara” pero ya sabía yo que solo quería mantenerse informado de lo que hacía en el día. Una sonrisa amplia le dedique, deje el diario en la cajuela del tocador cerrándolo con llave, escondí la misma en un joyero que contenía un apartado oculto y levantándome con rapidez me acerque a Lisa – Lisa, espero guardes mi secreto, conviviremos y necesitare de una aliada… con el tiempo te explicare cada detalle de mi “matrimonio”, necesito alguien de confianza en esta ciudad y tu… podrías serlo, puedo compensarte muy bien, no quiero obligarte ni mucho menos imponerte cosas… debo suponer que Felix debe… - no alcance a terminar de pronunciar lo último cuando la joven hizo un gesto de que me quedara en silencio, me extraño que lo hiciera pero obedecí – Madame, no se preocupe… yo… vengo de Cannes mi familia son los criados de los Lombard desde hace muchos años, estoy informada de todo, Clarice su antigua dama de compañía me pidió como favor tomar este cargo y me mando esta carta hace semanas atrás, una es para usted y otra para mí. La comprendo Madame seré su aliada, amiga y compañera lo que… el demonio de su esposo le hizo no tiene perdón de Dios – la joven se persigno, sentí como llegaba a mi esa sensación de bienestar, por lo menos sabía que en Escocia tenia gente que me amaba y entendía. – Gracias Lisa – tome entre mis manos la carta de Clarice y salimos de la habitación, ella detrás de mí como si me conociera de toda la vida.
Ambas nos subimos al carruaje con ayuda del mayordomo, antes mire hacia atrás notando como en una de las ventanas de la habitación principal estaba Felix espiando, una sonrisa de satisfacción le dedique y termine de entrar al carruaje escoltado por dos caballos de color vallo. – A la Laguna, por favor – dije como orden, mientras las riendas se ponían firmes y los caballos a paso suave comenzaban andar. El trayecto fue placentero, pude conocer a mi nueva aliada, tocamos varios temas desde lo que me hizo mi esposo hasta lo que me dedicaba, no esperaba su aprobación ni mucho menos entendiera el porqué, aquella joven en silencio me escucho, me dio su confianza y yo la mía. Ahora ya podía sentirme menos observada, me relaje y tan solo observe el paisaje que abría paso hasta el lugar de mi destino. Se demoró más menos media hora cuando se detuvo por completo y abriéndose la puerta, ambas nos bajamos de ahí.
La laguna, era tan o más grande de lo que me había contado Lisa, la mire con dulzura y antes de que comenzáramos – Solo quiero dar un paseo en bote – y comencé a caminar por el lugar, mi vestido era ligero pero notando la elegancia que solía caracterizarme, ni muy escotado, ni muy lujurioso, una simple pieza que cubría mi robusto cuerpo, además un sombrero cubría mis largos cabellos y hacia la perfecta combinación de pies a cabeza. Camine por el muelle hasta el final, vi el bote que tenía inscrito el nombre “Luminé”, no hice preguntas y me subí en el con ayuda de mi dama de compañía, el día era perfecto para un paseo al aire libre.
-Madame Von Bennewitz, su carruaje está listo – una suave y dulce voz escuche alce mi vista al tiempo que cerraba mi diario, Felix, había dejado a Lisa para que me “cuidara” pero ya sabía yo que solo quería mantenerse informado de lo que hacía en el día. Una sonrisa amplia le dedique, deje el diario en la cajuela del tocador cerrándolo con llave, escondí la misma en un joyero que contenía un apartado oculto y levantándome con rapidez me acerque a Lisa – Lisa, espero guardes mi secreto, conviviremos y necesitare de una aliada… con el tiempo te explicare cada detalle de mi “matrimonio”, necesito alguien de confianza en esta ciudad y tu… podrías serlo, puedo compensarte muy bien, no quiero obligarte ni mucho menos imponerte cosas… debo suponer que Felix debe… - no alcance a terminar de pronunciar lo último cuando la joven hizo un gesto de que me quedara en silencio, me extraño que lo hiciera pero obedecí – Madame, no se preocupe… yo… vengo de Cannes mi familia son los criados de los Lombard desde hace muchos años, estoy informada de todo, Clarice su antigua dama de compañía me pidió como favor tomar este cargo y me mando esta carta hace semanas atrás, una es para usted y otra para mí. La comprendo Madame seré su aliada, amiga y compañera lo que… el demonio de su esposo le hizo no tiene perdón de Dios – la joven se persigno, sentí como llegaba a mi esa sensación de bienestar, por lo menos sabía que en Escocia tenia gente que me amaba y entendía. – Gracias Lisa – tome entre mis manos la carta de Clarice y salimos de la habitación, ella detrás de mí como si me conociera de toda la vida.
Ambas nos subimos al carruaje con ayuda del mayordomo, antes mire hacia atrás notando como en una de las ventanas de la habitación principal estaba Felix espiando, una sonrisa de satisfacción le dedique y termine de entrar al carruaje escoltado por dos caballos de color vallo. – A la Laguna, por favor – dije como orden, mientras las riendas se ponían firmes y los caballos a paso suave comenzaban andar. El trayecto fue placentero, pude conocer a mi nueva aliada, tocamos varios temas desde lo que me hizo mi esposo hasta lo que me dedicaba, no esperaba su aprobación ni mucho menos entendiera el porqué, aquella joven en silencio me escucho, me dio su confianza y yo la mía. Ahora ya podía sentirme menos observada, me relaje y tan solo observe el paisaje que abría paso hasta el lugar de mi destino. Se demoró más menos media hora cuando se detuvo por completo y abriéndose la puerta, ambas nos bajamos de ahí.
La laguna, era tan o más grande de lo que me había contado Lisa, la mire con dulzura y antes de que comenzáramos – Solo quiero dar un paseo en bote – y comencé a caminar por el lugar, mi vestido era ligero pero notando la elegancia que solía caracterizarme, ni muy escotado, ni muy lujurioso, una simple pieza que cubría mi robusto cuerpo, además un sombrero cubría mis largos cabellos y hacia la perfecta combinación de pies a cabeza. Camine por el muelle hasta el final, vi el bote que tenía inscrito el nombre “Luminé”, no hice preguntas y me subí en el con ayuda de mi dama de compañía, el día era perfecto para un paseo al aire libre.
Última edición por Jeaninne Lombard el Mar Sep 25, 2018 1:36 pm, editado 3 veces
Jeaninne Lombard- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 02/09/2018
Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
La señora Gilbert se empeñó en ese día de nubes grises pasear por el lago, no sólo caminar por un rato, deseaba montar en una de las barcas dispuestas. Llevaban al menos veinte minutos para elegir cuál deseaba, esa mujer era un encanto pero tan especial con algunas cosas que rozaba la infinita paciencia del italiano. Antes del paseo, le invitó a comer en uno de los mejores restaurantes del centro, acababan de abrir uno y la verdad, no pudo estar más acertada la elección. Excelente cocina, suculentos postres y un sinfín de entrantes que pudo degustar con deleite, todo estuvo realmente delicioso y por si él fuera, haría todas las comidas en dicho lugar. El italiano entendía de cocina, las pocas horas que echaba en aquel restaurante perfeccionaba técnica y presentación, lo poco que sacaba podía tapar algunos agujeros de sus sin fines deudas.
-Hace un día espléndido ¿no crees, querido? Por supuesto que sí, con tu compañía aún más. Espero que esté siendo una velada igual de entretenida que por mi parte -El veneciano se echó a reír, sus orbes se clavaron en la mujer que rozaba los cincuenta años, pelo cano y rostro afable, lo miraba con adoración y él con cariño, de todas sus clientas y conocidas, ella era sin duda la primera en su lista. Sólo deseaba de su compañía, conversación y mimarlo, de algún modo sentía que él lo necesitaba y ella, sin hijos ni parientes cercanos vivos… se gastaba el dinero sin miramientos, no le importaba colmarle de atenciones -Podías haber sido mi hijo, ten por seguro de que jamás te hubiese inmiscuido en ciertos temas desagradables, no quiero recordártelo…ya lo sabes pero si me dejases acogerte como heredero, lo heredarías todo y… -él negó con la cabeza totalmente convencido de la respuesta -No puedo aceptarlo y lo sabéis, os tengo en alta estima, como si fuese mia mamma pero.. no, me voy a comprometer y la otra parte ya sabe de mi problema, no le ha importado. Bueno, ese problema y el otro que es aún peor…el tema del “amore”. -sonrió a lo que la mujer se echó a reír -Lo comprendo, es afortunada aún así. Aceptar casarse con un hombre sólo por un acuerdo no es algo fuera de lo común en esta sociedad -
El italiano le ofreció su mano para ayudarle a subir a la barca, los ojos esmeraldas del italianos se desviaron hacia arriba al cielo. Suspiró, esperaba que esas acomodadas nubes grises no descargasen sobre ellos, esperasen hasta que llegasen a sus respectivos hogares.
-¿Lista? -la mujer asintió, desplegando su bonito paraguas para el sol, bordado, más que para el sol para la claridad -No somos los únicos que han tenido la misma idea -divisó la barca de dos mujeres a lo lejos, poco a poco se iban acercando, él sonrió -Buenas tardes -les dedicó una leve reverencia, algunas gotas amenazaban con descargar sobre ellos, él se echó a reír -Paseo pasado por agua y aún así creo que preferís seguir ¿no es cierto, señora? -su acompañante asintió entusiasmada, él en su faceta de caballero no podía pasar desapercibida que necesitasen ayuda las desconocidas -¿Carrera hasta la orilla? Habrá que poner un poco de humor con este tiempo ¿necesitais ayuda, signorinas?
-Hace un día espléndido ¿no crees, querido? Por supuesto que sí, con tu compañía aún más. Espero que esté siendo una velada igual de entretenida que por mi parte -El veneciano se echó a reír, sus orbes se clavaron en la mujer que rozaba los cincuenta años, pelo cano y rostro afable, lo miraba con adoración y él con cariño, de todas sus clientas y conocidas, ella era sin duda la primera en su lista. Sólo deseaba de su compañía, conversación y mimarlo, de algún modo sentía que él lo necesitaba y ella, sin hijos ni parientes cercanos vivos… se gastaba el dinero sin miramientos, no le importaba colmarle de atenciones -Podías haber sido mi hijo, ten por seguro de que jamás te hubiese inmiscuido en ciertos temas desagradables, no quiero recordártelo…ya lo sabes pero si me dejases acogerte como heredero, lo heredarías todo y… -él negó con la cabeza totalmente convencido de la respuesta -No puedo aceptarlo y lo sabéis, os tengo en alta estima, como si fuese mia mamma pero.. no, me voy a comprometer y la otra parte ya sabe de mi problema, no le ha importado. Bueno, ese problema y el otro que es aún peor…el tema del “amore”. -sonrió a lo que la mujer se echó a reír -Lo comprendo, es afortunada aún así. Aceptar casarse con un hombre sólo por un acuerdo no es algo fuera de lo común en esta sociedad -
El italiano le ofreció su mano para ayudarle a subir a la barca, los ojos esmeraldas del italianos se desviaron hacia arriba al cielo. Suspiró, esperaba que esas acomodadas nubes grises no descargasen sobre ellos, esperasen hasta que llegasen a sus respectivos hogares.
-¿Lista? -la mujer asintió, desplegando su bonito paraguas para el sol, bordado, más que para el sol para la claridad -No somos los únicos que han tenido la misma idea -divisó la barca de dos mujeres a lo lejos, poco a poco se iban acercando, él sonrió -Buenas tardes -les dedicó una leve reverencia, algunas gotas amenazaban con descargar sobre ellos, él se echó a reír -Paseo pasado por agua y aún así creo que preferís seguir ¿no es cierto, señora? -su acompañante asintió entusiasmada, él en su faceta de caballero no podía pasar desapercibida que necesitasen ayuda las desconocidas -¿Carrera hasta la orilla? Habrá que poner un poco de humor con este tiempo ¿necesitais ayuda, signorinas?
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Mientras el clima no nos jugara una mala pasada andaríamos por el lago, podía al menos tener un momento de paz dentro de todo lo alborotado que habían sido los días del cambio de mansión, cambio de ciudad, cambio de todo menos… menos del cambio de vida, aquel lugar o mejor dicho las aguas siempre habían logrado tranquilizarme aun cuando no sabía nadar, mi doncella permanecía en silencio y al menos por el momento deseaba que fuera así, de un momento a otro las nubes comenzaban a oscurecer parcialmente al soberano sol, pero eso no sería impedimento para que yo disfrutara de aquello, que con el tiempo se había convertido en mi llanto silencioso, no habían lágrimas derramadas en el exterior pero si en mi interior, la sombrilla que me proporcionaba mi sombrero me cubría de tal manera que podía esconderme fácilmente, el viento amenazaba con hacer de las suyas, pero ahí me mantenía firme. Por el contrario la doncella parecía inquieta – Calma que no nos pasara nada – mi peso era lo suficiente para mantener el bote donde estaba, pegado en el agua y navegando con lentitud.
Una voz varonil se hizo presente y alce la cabeza para ver al galán que nos hablaba, ojos esmeraldas sin vergüenza de mirar y con ese estilo que muy pocos solían tener, su acompañante una dama de edad entrada por las joyas tenía dinero, pero por el actuar del algo había ahí, podría llamarlo intuición femenina – La naturaleza al parecer nos quiere arruinar el paseo Monsieur - de mis labios salió aquella frase de una manera animosa, sonreí mientras mi doncella apretaba con fuerzas los remos para mantener un curso estable. – El humor siempre es bueno para días grises – no terminaba con aquello mientras podía sentir que el aguacero prontamente se dejaba caer en la laguna, solté una carcajada mientras miraba a mi doncella que parecía un poco mal humorada – Anda ya y comienza a remar que no vez que no han desafiado – pude sentir esa mirada de odio en el rostro de la muchacha pero continué riendo, la doncella intentaba remar pero no le iba muy bien. Me pare en el bote y este se movió completamente – ¡Dios mío! – Exclame cual damisela en peligro, mientras tomaba los remos – Deja que yo lo hago – la reprimenda de la doncella se hizo saber, ¿Quién diría que la Señora supiera Remar? – Pero mi Lady – dijo haciendo fuerza para no entregarme los remos – Yo sé hacer esto – dije cuándo entre forcejeo perdí completamente el equilibrio y sentí que mi cuerpo fue abrazado por las aguas de la laguna.
El sombrero voló gracias al viento juguetón un remo se dejaba caer por la borda del bote mi doncella gritaba, la podía escuchar – ¡Monsieur! ¡Mi Lady no Sabe nadar!- patalee y moví las manos como pude y mi cabeza salió a flote – ¡Ayuda! – grite mientras el agua entraba por mi boca y me volvía a hundir, bajo el agua escuchaba como las gotas de lluvia golpeaban la superficie y los gritos desesperados de mi doncella, volví a intentar patalear pero el pesado vestido me impedía emerger y conteniendo la respiración sentía que mi interior quemaba… mi cabeza no procesaba lo que ocurría mientras intentaba luchar con salir a flote, me quedaba sin energías para… para nada, pero yo aún no quería morir, le temía a aquello aún más que permanecer con vida viviendo una pantalla que para todo el mundo parecía ser la familia feliz.
Una voz varonil se hizo presente y alce la cabeza para ver al galán que nos hablaba, ojos esmeraldas sin vergüenza de mirar y con ese estilo que muy pocos solían tener, su acompañante una dama de edad entrada por las joyas tenía dinero, pero por el actuar del algo había ahí, podría llamarlo intuición femenina – La naturaleza al parecer nos quiere arruinar el paseo Monsieur - de mis labios salió aquella frase de una manera animosa, sonreí mientras mi doncella apretaba con fuerzas los remos para mantener un curso estable. – El humor siempre es bueno para días grises – no terminaba con aquello mientras podía sentir que el aguacero prontamente se dejaba caer en la laguna, solté una carcajada mientras miraba a mi doncella que parecía un poco mal humorada – Anda ya y comienza a remar que no vez que no han desafiado – pude sentir esa mirada de odio en el rostro de la muchacha pero continué riendo, la doncella intentaba remar pero no le iba muy bien. Me pare en el bote y este se movió completamente – ¡Dios mío! – Exclame cual damisela en peligro, mientras tomaba los remos – Deja que yo lo hago – la reprimenda de la doncella se hizo saber, ¿Quién diría que la Señora supiera Remar? – Pero mi Lady – dijo haciendo fuerza para no entregarme los remos – Yo sé hacer esto – dije cuándo entre forcejeo perdí completamente el equilibrio y sentí que mi cuerpo fue abrazado por las aguas de la laguna.
El sombrero voló gracias al viento juguetón un remo se dejaba caer por la borda del bote mi doncella gritaba, la podía escuchar – ¡Monsieur! ¡Mi Lady no Sabe nadar!- patalee y moví las manos como pude y mi cabeza salió a flote – ¡Ayuda! – grite mientras el agua entraba por mi boca y me volvía a hundir, bajo el agua escuchaba como las gotas de lluvia golpeaban la superficie y los gritos desesperados de mi doncella, volví a intentar patalear pero el pesado vestido me impedía emerger y conteniendo la respiración sentía que mi interior quemaba… mi cabeza no procesaba lo que ocurría mientras intentaba luchar con salir a flote, me quedaba sin energías para… para nada, pero yo aún no quería morir, le temía a aquello aún más que permanecer con vida viviendo una pantalla que para todo el mundo parecía ser la familia feliz.
Jeaninne Lombard- Prostituta Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/09/2018
Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Las nubes grises amenazaban con descargar su llanto sobre la ciudad. Contemplar la lluvia desde su alcoba en la que se había convertido su lugar de trabajo, junto con su perro Rufus, al final el can se ganó el cariño de todos sus compañeros e incluso de la madame, ésta sobre todo esperaba al dálmata cada noche para darle algún capricho de carne y terminar durmiendo a sus pies o un “¡deja de lamer mi caro calzado!”.
La respuesta proveniente de la otra barca en cuestión le hizo sonreír ampliamente mirando al cielo, había anochecido de golpe, una mañana maravillosa y la tarde no pintaba del mismo modo. Un lienzo gris, donde el color sólo brillaba con las telas de los vestidos de las damas. Sonrió a la señora Gilbert, tranquilizándola, sabía que el hecho de que las nubes anunciasen tormenta le pondría especialmente nerviosa, la mujer alargó la mano para tomar la del acompañante, un leve apretón de manos. Las manos del italiano se enredaron en los remos, era hora de volver o terminarían cogiendo frío, la señora caminaba más despacio, al final tendría que llevarla en brazos como cualquier dama en apuros.
Un chapoteo y gritos le obligaron a soltar los remos, girando la vista pudo observar a la doncella pedir auxilio, la elegante signorina no tuvo tanta suerte a la hora de tomar las riendas del bote. No lo pensó, se quitó la chaqueta lanzándola a la señora Gilbert y de paso, se resguardase del aguacero. El veneciano se lanzó al agua en busca de la dama, al ser casi de noche le dificultaría la visión por lo que tuvo que dar brazadas hasta sentir en sus propios dedos el movimiento del agua. Los vestidos elegantes y sus correspondientes complementos lucían hermosos pero en este caso, todo un estorbo, tomándola de la cintura , nadó junto a ella hasta la superficie. Antes de que perdiese el conocimiento, la impulsó para que saliese a flote mientras él se dedicaba a deshacerse del traje femenino.
Gracias a su habilidad, pudo deshacer los cordones del corsé, nudos y enganches molestos, liberándola de una red casi segura. Éferon se mantuvo mucho tiempo bajo el agua, al salir y sin soltarla, la acercó hacia sí para resguardarla de algún modo, acababa de quitarle toda la ropa, respirando con dificultad, buscó la mirada ajena, veía turbio pero nadie borraba su sonrisa de satisfacción de los labios del italiano.
-Signorina, ¿se encuentra bien? Siento no haber perdido permiso pero era su vida o deshacerse de ese bonito y elegante vestido. No os precupéis, os resguardaré hasta la barca, tuve que…deshacerme de todo, menos del calzado, me faltaba el aire y…creo que me sigue faltando -los ojos esmeralda parecían brillar en la oscuridad, su blanca y brillante sonrisa no se apagaba lo más mínimo , despacio bordearon la barca, él subió primero para poder tomar la chaqueta dada a la señora Gilbert y poder ponérsela sobre los hombros, no miró ni un ápice, sus dedos buscaron confortarla frotándolos sobre las mangas de la chaqueta.
-Bonito día de paseo ¿no le parece? El humor para todos los días es el aliciente que necesitamos, la vida es corta. No queda mucho para la orilla, vuestra doncella y yo remaremos y podremos resguardarnos bajo la caseta del barquero, ¿lo dejamos en empate? Así…podremos obtener la revancha -sin dejar de remar, la risa de la rica señora y la del italiano , amenizaron ese momento de incertidumbre y es que ese hombre tenía ese don.
La respuesta proveniente de la otra barca en cuestión le hizo sonreír ampliamente mirando al cielo, había anochecido de golpe, una mañana maravillosa y la tarde no pintaba del mismo modo. Un lienzo gris, donde el color sólo brillaba con las telas de los vestidos de las damas. Sonrió a la señora Gilbert, tranquilizándola, sabía que el hecho de que las nubes anunciasen tormenta le pondría especialmente nerviosa, la mujer alargó la mano para tomar la del acompañante, un leve apretón de manos. Las manos del italiano se enredaron en los remos, era hora de volver o terminarían cogiendo frío, la señora caminaba más despacio, al final tendría que llevarla en brazos como cualquier dama en apuros.
Un chapoteo y gritos le obligaron a soltar los remos, girando la vista pudo observar a la doncella pedir auxilio, la elegante signorina no tuvo tanta suerte a la hora de tomar las riendas del bote. No lo pensó, se quitó la chaqueta lanzándola a la señora Gilbert y de paso, se resguardase del aguacero. El veneciano se lanzó al agua en busca de la dama, al ser casi de noche le dificultaría la visión por lo que tuvo que dar brazadas hasta sentir en sus propios dedos el movimiento del agua. Los vestidos elegantes y sus correspondientes complementos lucían hermosos pero en este caso, todo un estorbo, tomándola de la cintura , nadó junto a ella hasta la superficie. Antes de que perdiese el conocimiento, la impulsó para que saliese a flote mientras él se dedicaba a deshacerse del traje femenino.
Gracias a su habilidad, pudo deshacer los cordones del corsé, nudos y enganches molestos, liberándola de una red casi segura. Éferon se mantuvo mucho tiempo bajo el agua, al salir y sin soltarla, la acercó hacia sí para resguardarla de algún modo, acababa de quitarle toda la ropa, respirando con dificultad, buscó la mirada ajena, veía turbio pero nadie borraba su sonrisa de satisfacción de los labios del italiano.
-Signorina, ¿se encuentra bien? Siento no haber perdido permiso pero era su vida o deshacerse de ese bonito y elegante vestido. No os precupéis, os resguardaré hasta la barca, tuve que…deshacerme de todo, menos del calzado, me faltaba el aire y…creo que me sigue faltando -los ojos esmeralda parecían brillar en la oscuridad, su blanca y brillante sonrisa no se apagaba lo más mínimo , despacio bordearon la barca, él subió primero para poder tomar la chaqueta dada a la señora Gilbert y poder ponérsela sobre los hombros, no miró ni un ápice, sus dedos buscaron confortarla frotándolos sobre las mangas de la chaqueta.
-Bonito día de paseo ¿no le parece? El humor para todos los días es el aliciente que necesitamos, la vida es corta. No queda mucho para la orilla, vuestra doncella y yo remaremos y podremos resguardarnos bajo la caseta del barquero, ¿lo dejamos en empate? Así…podremos obtener la revancha -sin dejar de remar, la risa de la rica señora y la del italiano , amenizaron ese momento de incertidumbre y es que ese hombre tenía ese don.
Última edición por Éferon Gianetti el Jue Sep 27, 2018 4:46 pm, editado 1 vez
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Localización : La ciudad del amore , París.
Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Mis días normalmente eran grises, llevaba demasiados años teniendo días así creo y a decir de verdad que desde el momento del engaño de mi esposo todos los días parecían una copia del anterior, mi vida no tenía muchas emociones aun cuando había comenzado con el trabajo más antiguo conocido en el mundo, seguía siendo de la misma forma. Todos buscábamos algo y yo simplemente un poco de tranquilidad, ahora que estaba en Paris esperaba que todo cambiara nuevos aires tal vez traerían a mi vida cosas buenas porque aun cuando parecía no hacerme falta nada, me faltaba lo que todos necesitábamos esas ganas de vivir. Claramente quería seguir con vida ¿Pero bajo que costo? Diariamente sufría de maltratos tanto físicos como psicológicos, los moretones en mi piel siempre los ocultaba bajo las telas frondosas de mis vestidos y cuando tenía que trabajar con un exceso de maquillaje, pero al momento que intentaba purificar mi cuerpo con un simple baño salía a florecer mi maldita realidad.
El aire se había tornado fuego quemando mis vías respiratorias, no sé realmente que paso en ese momento, donde todo se apegaba más a mi cuerpo de un minuto a otro sentí que liberaban mi cuerpo de lo que le hacía prisionero me era dificultoso ver bien mas sentía que en cualquier momento me iría a negro, agradecida de que estuviéramos en el agua mi cuerpo era más ligero y al estar un poco a flote respire con algo de dificultad, me costaba centrar la mirada pero debía admitir que me sentía observada, tocó un par de veces mientras mi cuerpo era remolcado hacia el bote agradecí en silencio que aquel hombre estuviera ahí en ese lugar, todo había ocurrido muy rápido, tanto el aparente ahogamiento como el rescate, podía escuchar a mi doncella lamentarse lo sucedido, pero necesitaba aclarar mi cabeza antes de pronunciar palabra alguna.
Asentí con la cabeza al hombre mientras mi cuerpo era cubierto con su chaqueta a la cual me aferre con fuerzas – Gracias – asentí nuevamente con la cabeza mientras recobraba el aliento, increíble era como quemaba la falta de aire - No se preocupe Monsieur, tengo más vestidos similares a ese y ya ese en particular me apretaba demasiado y quería librarme de el pero no había podido – brome sonriendo, al tiempo que levantaba la cabeza – Ahora tendré una historia que contar; de cómo ha sido la primera vez que me han quitado mi vestimenta tan rápido – seguí con el mismo humor que el amenizaba ante lo que pudo ser una catástrofe. Le quede mirando a los ojos mientras frotaba mis brazos a modo de que entrara en calor – Gracias, prácticamente le debo la vida – Asentí a lo que decía de llegar a la orilla mi Doncella estaba a punto de echar en llanto la mire moviendo la cabeza – Luisa, estoy bien creo que tenemos al héroe del día – dije para tranquilizarla.
En ese momento se dejó caer la lluvia de manera tormentosa, justo al tiempo que pisábamos el muelle para poder cubrirnos del aguacero que nos mojaría, bueno yo ya estaba empapada así que unas gotas de mas no me harían daño, el caballero ayudo a cada una a bajar del bote como buenas doncella Luisa ayudo a la señora que acompañaba luego a mí y luego me detuve para ayudarla. – Créame que para la próxima me conseguiré un chaleco salvavidas no quiero tentar a la suerte nuevamente o tal vez pueda dejarlo ser el héroe de nuevo – Intente cubrir mi parcial desnudez con el chaleco mientras avanzábamos hacia la caseta del barquero. – ¿Por cierto mi héroe tiene nombre? – eleve mis cejas en ademan de pregunta, mientras mi doncella refregaba mis espalda para que mantuviera el calor.
El aire se había tornado fuego quemando mis vías respiratorias, no sé realmente que paso en ese momento, donde todo se apegaba más a mi cuerpo de un minuto a otro sentí que liberaban mi cuerpo de lo que le hacía prisionero me era dificultoso ver bien mas sentía que en cualquier momento me iría a negro, agradecida de que estuviéramos en el agua mi cuerpo era más ligero y al estar un poco a flote respire con algo de dificultad, me costaba centrar la mirada pero debía admitir que me sentía observada, tocó un par de veces mientras mi cuerpo era remolcado hacia el bote agradecí en silencio que aquel hombre estuviera ahí en ese lugar, todo había ocurrido muy rápido, tanto el aparente ahogamiento como el rescate, podía escuchar a mi doncella lamentarse lo sucedido, pero necesitaba aclarar mi cabeza antes de pronunciar palabra alguna.
Asentí con la cabeza al hombre mientras mi cuerpo era cubierto con su chaqueta a la cual me aferre con fuerzas – Gracias – asentí nuevamente con la cabeza mientras recobraba el aliento, increíble era como quemaba la falta de aire - No se preocupe Monsieur, tengo más vestidos similares a ese y ya ese en particular me apretaba demasiado y quería librarme de el pero no había podido – brome sonriendo, al tiempo que levantaba la cabeza – Ahora tendré una historia que contar; de cómo ha sido la primera vez que me han quitado mi vestimenta tan rápido – seguí con el mismo humor que el amenizaba ante lo que pudo ser una catástrofe. Le quede mirando a los ojos mientras frotaba mis brazos a modo de que entrara en calor – Gracias, prácticamente le debo la vida – Asentí a lo que decía de llegar a la orilla mi Doncella estaba a punto de echar en llanto la mire moviendo la cabeza – Luisa, estoy bien creo que tenemos al héroe del día – dije para tranquilizarla.
En ese momento se dejó caer la lluvia de manera tormentosa, justo al tiempo que pisábamos el muelle para poder cubrirnos del aguacero que nos mojaría, bueno yo ya estaba empapada así que unas gotas de mas no me harían daño, el caballero ayudo a cada una a bajar del bote como buenas doncella Luisa ayudo a la señora que acompañaba luego a mí y luego me detuve para ayudarla. – Créame que para la próxima me conseguiré un chaleco salvavidas no quiero tentar a la suerte nuevamente o tal vez pueda dejarlo ser el héroe de nuevo – Intente cubrir mi parcial desnudez con el chaleco mientras avanzábamos hacia la caseta del barquero. – ¿Por cierto mi héroe tiene nombre? – eleve mis cejas en ademan de pregunta, mientras mi doncella refregaba mis espalda para que mantuviera el calor.
Jeaninne Lombard- Prostituta Clase Alta
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Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Los gritos y lamentos de la señora Gilbert, le devolvieron a la realidad tras el suceso bajo el agua, lo primordial para el italiano era poner a salvo a la dama quién temblaba entre sus brazos, el susto y la impotencia de quedar atrapada en el agua, le llevó a un estado de nerviosismo que él intentó aplacar con su habitual sentido del humor. Bastó una sonrisa para calmar a la mujer quien realmente había entrado en pánico, su ojo derecho y fiel acompañante no dudó en lanzarse a las aguas sin pensar, pudiendo haber sido tragedia doble.
La lluvia mojaba sobre mojado, se aseguró de que las damas se acomodasen en la pequeña caseta , no era muy espaciosa pero lo suficiente para permanecer hasta que la tormenta pasase. El paso del verano ya iba dejando al otoño, las tormentas repentinas y los cambios de temperatura, difícil elegir qué vestuario escoger por lo que solía siempre llevar chaqueta y aunque el calor apretase, la intachable imagen elegante del caballero no quedaba manchada ni un ápice, siempre perfecto.
-Todo un halago aunque si debajo del agua soy rápido, imagínese fuera… -la señora Gilbert se echó a reír, tosiendo de paso y arrancarle al italiano una leve sonrisa. -Lamentablemente, no podré contar mi historia, ¿se ha dejado caer para que no gane? Toda una estrategia, sabía que no podría resistirme y dejarla a su suerte, toda una obra maestra -le dedicó una cómica reverencia seguido de una risa, esperaba que con su toque de humor le hiciese olvidar el aparatoso incidente. ¿La vida? No le debía nada. Carraspeó por lo bajo tomando asiento a su lado, no sin antes pedirle permiso, fue educado y moldeado como un perfectísimo caballero, la impulsividad venía de familia materna, su abuela le solía nombrar en más de una ocasión que le recordaba a sí misma.
-No, no, per favore, no soy ningún héroe ¿Acaso no hubiese saltado en mi caso? Quitarme ese vestido del demonio, estoy seguro que ningún hombre ha enumerado todos los complementos que las mujeres utilizan a la hora de vestirse, no me burlo de ello, en absoluto. -sonrió negando con la cabeza, su acompañante observaba por la ventana ensimismada y él no desvió la mirada de los ojos de la joven ni un solo instante, no quería incomodarla, como bien era sabido tanto el vestido como lo demás yacía bajo el mar -Sólo supe cómo actuar y quitar cada prenda a su debido tiempo, accidentes de esa índole nos lleva a oír las terribles noticias sobre esa clase de accidentes infortunados aún así, será un honor volver a desvestirla por el simple hecho de oírle llamarme héroe -lo último lo susurró por lo bajo con su habitual sonrisa y un guiño de sus ojos esmeralda, muchas mujeres se referían a ellos como “ojos de gato”.
-Un héroe, pues claro que eres un héroe jovencito ¡qué haría sin él! -a los pocos segundos, la edad no perdona y la mujer se quedó dormitando con la frente apoyada en el cristal. -Es como una madre para mí por eso me ve con ojos de tal.-tomó su mano para dejar un beso en el dorso, sin perder un instante su mirada -Éferon Gianetti, un placer -la ropa mojada tardaría en secarse, un escalofrío le recorrió la espalda, su elegante atuendo nuevo quedaría para el arrastre -Ha valido la pena estrenarlo en el río -las yemas de sus dedos, se enredaron en sus rebeldes cabellos azabaches, despeinándose un tanto -¿Y vos? A quién tengo el gusto de salvar -los truenos danzaban fuera, él con su habitual tranquilidad, desvió la mirada felina hasta la ventana, no parecía que fuese a detenerse.
La lluvia mojaba sobre mojado, se aseguró de que las damas se acomodasen en la pequeña caseta , no era muy espaciosa pero lo suficiente para permanecer hasta que la tormenta pasase. El paso del verano ya iba dejando al otoño, las tormentas repentinas y los cambios de temperatura, difícil elegir qué vestuario escoger por lo que solía siempre llevar chaqueta y aunque el calor apretase, la intachable imagen elegante del caballero no quedaba manchada ni un ápice, siempre perfecto.
-Todo un halago aunque si debajo del agua soy rápido, imagínese fuera… -la señora Gilbert se echó a reír, tosiendo de paso y arrancarle al italiano una leve sonrisa. -Lamentablemente, no podré contar mi historia, ¿se ha dejado caer para que no gane? Toda una estrategia, sabía que no podría resistirme y dejarla a su suerte, toda una obra maestra -le dedicó una cómica reverencia seguido de una risa, esperaba que con su toque de humor le hiciese olvidar el aparatoso incidente. ¿La vida? No le debía nada. Carraspeó por lo bajo tomando asiento a su lado, no sin antes pedirle permiso, fue educado y moldeado como un perfectísimo caballero, la impulsividad venía de familia materna, su abuela le solía nombrar en más de una ocasión que le recordaba a sí misma.
-No, no, per favore, no soy ningún héroe ¿Acaso no hubiese saltado en mi caso? Quitarme ese vestido del demonio, estoy seguro que ningún hombre ha enumerado todos los complementos que las mujeres utilizan a la hora de vestirse, no me burlo de ello, en absoluto. -sonrió negando con la cabeza, su acompañante observaba por la ventana ensimismada y él no desvió la mirada de los ojos de la joven ni un solo instante, no quería incomodarla, como bien era sabido tanto el vestido como lo demás yacía bajo el mar -Sólo supe cómo actuar y quitar cada prenda a su debido tiempo, accidentes de esa índole nos lleva a oír las terribles noticias sobre esa clase de accidentes infortunados aún así, será un honor volver a desvestirla por el simple hecho de oírle llamarme héroe -lo último lo susurró por lo bajo con su habitual sonrisa y un guiño de sus ojos esmeralda, muchas mujeres se referían a ellos como “ojos de gato”.
-Un héroe, pues claro que eres un héroe jovencito ¡qué haría sin él! -a los pocos segundos, la edad no perdona y la mujer se quedó dormitando con la frente apoyada en el cristal. -Es como una madre para mí por eso me ve con ojos de tal.-tomó su mano para dejar un beso en el dorso, sin perder un instante su mirada -Éferon Gianetti, un placer -la ropa mojada tardaría en secarse, un escalofrío le recorrió la espalda, su elegante atuendo nuevo quedaría para el arrastre -Ha valido la pena estrenarlo en el río -las yemas de sus dedos, se enredaron en sus rebeldes cabellos azabaches, despeinándose un tanto -¿Y vos? A quién tengo el gusto de salvar -los truenos danzaban fuera, él con su habitual tranquilidad, desvió la mirada felina hasta la ventana, no parecía que fuese a detenerse.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Prontamente lo que había sido una hermosa mañana otoñal se había convertido en un invierno tormentoso, aun cuando era de día el cielo se había oscurecido de tal forma que el color grisáceo fue el fondo que se lograba ver, la lluvia hacia lo suyo mientras se hacía sentir los truenos y relámpagos que iluminaban el cielo de vez en ves, realmente era un verdadero espectáculo, note como la señora de edad se había agotado y dormitaba aun cuando el cielo parecía caerse a pedazos, mi doncella se acomodó, podía sentir como su cuerpo temblaba, esperaba que no le tuviera tanto miedo a ese tipo de inviernos, ya que si en otoño estaba el clima así, era obvio que el invierno sería peor. Escuche cada palabra del apuesto caballero, no podía negar que había sido ese rayo de luz que le hacía falta a la mañana, sonreí ante mi pensamiento y le mire. – No sé nadar y usted se ha lanzado para socorrerme, créame cuando le digo que es el Héroe y que le debo la vida. Hoy en día creo que faltan personas que ayuden a los demás.– Levante los hombro y los deje caer, solté una carcajada cuando mencionó que podía ser aún más rápido de sacar la ropa fuera del agua, aquello no logro sonrojarme, eran pocas las cosas que si lo hacían, mas solo reí.
La sociedad se ha empinado en que la mujer este tan apretada con esos corsé que no pueda ni respirar para que se pueda ver la figura, yo soy feliz así con poca ropa – dije sonriendo mientras sentía un codazo oculto de mi doncella; había que seguir el juego y no terminar amargada por lo que había ocurrido, las cosas salieron lo mejor posible y había que estar agradecida de aquello, aunque muy en el fondo hubiera querido acabar con mi tortura diaria. – Siempre he pensado que es más fácil ser un hombre – le quede mirando de arriba hacia abajo sonriendo – No tienen que ocupar aparatos de tortura para verse bien, simplemente se visten con algo elegante y ya está, acaparan las miradas – aquello había sido un pequeño alago encubierto mientras, él se presentaba, yo simplemente sonreí ampliamente. – Es evidente que tendremos que repetir la competencia, la próxima vez estaré preparada para ganar, podríamos hasta apostar algo – bromee mientras hacía bajaba la cabeza.
El lugar era demasiado estrecho para cuatro personas, pero nos acomodábamos como podíamos, la naturaleza hacia lo suyo en las afueras – Jeaninne Lombard, Monsieur Gianetti – Me tomo por sorpresa aquello de estrenar su atuendo en el lago y volví a reír – Definitivamente estoy en deuda con usted, permítame arreglar el desastre cuando el tiempo mejore puedo obsequiarle un nuevo atuendo, siempre y cuando no lo arruine en el lago – le cerré un ojo – Lo que es yo – suspire – No puedo llegar vestida así a mi hogar – llegar así, sería el verdadero infierno en Paris, Félix se encargaría de golpear mi cuerpo y humillarme hasta el cansancio – Debo ir por un vestido para llegar- hice una pausa – Correctamente vestida – los tormentos que habitaban en mi interior siempre eran más fuertes de cualquier cosa buena que me pudiera pasar en la vida, era mi castigo, mi castigo cotidiano. Baje la mirada mientras me abrazaba a mí misma quizás era una manera de consolarme que todo estaría bien, aun cuando podía ver uno que otro moretón en mis piernas intente ocultarlas – Quizás así me podría ayudar a vestirme aunque si desea puede desvestirme de igual forma – continúe bromeando, intentando mantener el hilo del momento, ocultando los demonios que me consumían en silencio.
La sociedad se ha empinado en que la mujer este tan apretada con esos corsé que no pueda ni respirar para que se pueda ver la figura, yo soy feliz así con poca ropa – dije sonriendo mientras sentía un codazo oculto de mi doncella; había que seguir el juego y no terminar amargada por lo que había ocurrido, las cosas salieron lo mejor posible y había que estar agradecida de aquello, aunque muy en el fondo hubiera querido acabar con mi tortura diaria. – Siempre he pensado que es más fácil ser un hombre – le quede mirando de arriba hacia abajo sonriendo – No tienen que ocupar aparatos de tortura para verse bien, simplemente se visten con algo elegante y ya está, acaparan las miradas – aquello había sido un pequeño alago encubierto mientras, él se presentaba, yo simplemente sonreí ampliamente. – Es evidente que tendremos que repetir la competencia, la próxima vez estaré preparada para ganar, podríamos hasta apostar algo – bromee mientras hacía bajaba la cabeza.
El lugar era demasiado estrecho para cuatro personas, pero nos acomodábamos como podíamos, la naturaleza hacia lo suyo en las afueras – Jeaninne Lombard, Monsieur Gianetti – Me tomo por sorpresa aquello de estrenar su atuendo en el lago y volví a reír – Definitivamente estoy en deuda con usted, permítame arreglar el desastre cuando el tiempo mejore puedo obsequiarle un nuevo atuendo, siempre y cuando no lo arruine en el lago – le cerré un ojo – Lo que es yo – suspire – No puedo llegar vestida así a mi hogar – llegar así, sería el verdadero infierno en Paris, Félix se encargaría de golpear mi cuerpo y humillarme hasta el cansancio – Debo ir por un vestido para llegar- hice una pausa – Correctamente vestida – los tormentos que habitaban en mi interior siempre eran más fuertes de cualquier cosa buena que me pudiera pasar en la vida, era mi castigo, mi castigo cotidiano. Baje la mirada mientras me abrazaba a mí misma quizás era una manera de consolarme que todo estaría bien, aun cuando podía ver uno que otro moretón en mis piernas intente ocultarlas – Quizás así me podría ayudar a vestirme aunque si desea puede desvestirme de igual forma – continúe bromeando, intentando mantener el hilo del momento, ocultando los demonios que me consumían en silencio.
Jeaninne Lombard- Prostituta Clase Alta
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Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
El veneciano, sonrió con modestia, mostrando su sonrisa perlada, cualquiera se hubiese lanzado a socorrer a alguien en peligro, hacer todo lo posible para que por un infortunio no llorasen la muerte de la dama, el hecho de pensar en ello e imaginarlo, le recorrió un escalofrío. Sin perder su habitual sonrisa, dejó escapar un suspiro, intentando peinar su rebelde cabello azabache el cual caía desordenado enmarcando su varonil rostro de facciones marcadas, como si un perfeccionista artista lo hubiese cincelado y por ese mismo don, se dedicaba a contentar a las damas…también por el dinero, estaba claro.
-Las modas pasan, quién sabe si la última moda de dentro de cuatro décadas sea sin ropa íntima y la desnudez no sea un tema tabú. He de confesar que también soy feliz con poca ropa, de hecho…suele ser así durante todo el tiempo -la anciana dama que supuestamente dormitaba, rió por lo bajo por el descaro del italiano, él la imitó riendo con ganas, no era una broma pues lo decía completamente en serio -Le divierte porque lejos de ser un chiste, es cierto. No veo mal admitir que mi tiempo de trabajo sea contentar a las mujeres ¿hay mejor oficio que ese? Ellas son felices, se olvidan de sus calvarios de puertas para dentro en sus casas y son ellas mismas, no me importa hablar de ello aunque parezca osado -asintió, a él no le importaba aparecer como un caldero de sopa, seguro sus compañeras estarían encantadas de mimarlo e incluso bañarlo, las aventuras en la casa cuando no había clientes lejos de oír lamentos y desdichas, lo intentaban hacer más ameno.
-En cuanto amenice la lluvia puedo acompañarla, qué menos asegurarse de que se encuentra bien… -entre muchas virtudes, ser observador encabezaba la lista. No pasó desapercibido el curioso comportamiento de la hermosa dama, abrazándose a sí misma y recordarle a él mismo cuando la desgracia tras la muerte de su padre le dejó en la miseria y sin nada. Entrecerró los ojos , intercambiando una fugaz mirada con la señora Gilbert quien los años la forjaron sabia, ella también se dio cuenta -Podemos aprovechar que me debe un traje para acompañarle a buscar otro para vos, señorita Lombard -tras la reverencia, aprovechó para buscar su objetivo: el motivo reacio de no querer que viese algunas partes del cuerpo de la fémina.
-Nunca he hecho de mayordomo personal pero siempre puede ser la primera vez-la lluvia paró de golpe, dejando un cielo cubierto de nubes esponjosas, tan blancas como la nieve dejando paso a un tímido sol que avisaba era la hora de seguir sus caminos -¡Hijo! Vamos, necesito un buen baño caliente y un té con miel, con tanta agua me ha entrado un gran apetito de golpe. Acompaña a la señorita, te veré pasado mañana, hay una feria de variedades ¿no querréis acompañarnos? Así me ayudais a que a mi italiano no me lo roben -el italiano se levantó ofreciendo la mano de la mujer, se tambaleó por lo que la ayudó a sostenerse.
-Podemos ir en nuestro carro si lo desea, ya sabes que Alfred está a tu disposición, hijo -Éferon le sonrió, dedicándole un dulce beso en su mejilla a lo que la mujer le respondió con una sonrisa y una caricia en la mejilla, el veneciano se giró hacia las damas -¿Aceptais la invitación? No me importará acompañaros, es más insisto, no quiero causarle problemas… -la señora Gilbert tosió por lo bajo, el tono serio denotaba que estaba preocupado pero es algo que hablarían a solas -Ah y agradecería que su doncella ayudase a la señora, ya la recogeré más tarde
-Las modas pasan, quién sabe si la última moda de dentro de cuatro décadas sea sin ropa íntima y la desnudez no sea un tema tabú. He de confesar que también soy feliz con poca ropa, de hecho…suele ser así durante todo el tiempo -la anciana dama que supuestamente dormitaba, rió por lo bajo por el descaro del italiano, él la imitó riendo con ganas, no era una broma pues lo decía completamente en serio -Le divierte porque lejos de ser un chiste, es cierto. No veo mal admitir que mi tiempo de trabajo sea contentar a las mujeres ¿hay mejor oficio que ese? Ellas son felices, se olvidan de sus calvarios de puertas para dentro en sus casas y son ellas mismas, no me importa hablar de ello aunque parezca osado -asintió, a él no le importaba aparecer como un caldero de sopa, seguro sus compañeras estarían encantadas de mimarlo e incluso bañarlo, las aventuras en la casa cuando no había clientes lejos de oír lamentos y desdichas, lo intentaban hacer más ameno.
-En cuanto amenice la lluvia puedo acompañarla, qué menos asegurarse de que se encuentra bien… -entre muchas virtudes, ser observador encabezaba la lista. No pasó desapercibido el curioso comportamiento de la hermosa dama, abrazándose a sí misma y recordarle a él mismo cuando la desgracia tras la muerte de su padre le dejó en la miseria y sin nada. Entrecerró los ojos , intercambiando una fugaz mirada con la señora Gilbert quien los años la forjaron sabia, ella también se dio cuenta -Podemos aprovechar que me debe un traje para acompañarle a buscar otro para vos, señorita Lombard -tras la reverencia, aprovechó para buscar su objetivo: el motivo reacio de no querer que viese algunas partes del cuerpo de la fémina.
-Nunca he hecho de mayordomo personal pero siempre puede ser la primera vez-la lluvia paró de golpe, dejando un cielo cubierto de nubes esponjosas, tan blancas como la nieve dejando paso a un tímido sol que avisaba era la hora de seguir sus caminos -¡Hijo! Vamos, necesito un buen baño caliente y un té con miel, con tanta agua me ha entrado un gran apetito de golpe. Acompaña a la señorita, te veré pasado mañana, hay una feria de variedades ¿no querréis acompañarnos? Así me ayudais a que a mi italiano no me lo roben -el italiano se levantó ofreciendo la mano de la mujer, se tambaleó por lo que la ayudó a sostenerse.
-Podemos ir en nuestro carro si lo desea, ya sabes que Alfred está a tu disposición, hijo -Éferon le sonrió, dedicándole un dulce beso en su mejilla a lo que la mujer le respondió con una sonrisa y una caricia en la mejilla, el veneciano se giró hacia las damas -¿Aceptais la invitación? No me importará acompañaros, es más insisto, no quiero causarle problemas… -la señora Gilbert tosió por lo bajo, el tono serio denotaba que estaba preocupado pero es algo que hablarían a solas -Ah y agradecería que su doncella ayudase a la señora, ya la recogeré más tarde
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Estados de alerta así solía llamarlos, mis cambios de ánimos a veces solían variar con el clima, con la gente que me rodeaba, con la gente que me hablaba, no era yo misma en todo momento pero tampoco era alguien más. Suspire con notoriedad mientras la Señora Gilbert hablaba, reí cuando el cautivador joven hablaba de la desnudez, ya deseaba yo poder andar sin ropa la mayor parte del día, mas solo cuando hacia mi trabajo algunas noches por las semanas era realmente la mujer que me gustaría ser todas las veces. – Usted que hace sentir bien a las damas y yo me preocupo que mi clientela siempre obtenga lo que desee ya sea de mi mano o de cualquier otra .– No era la prostituta más buscada, muchos varones preferían a las jovencitas y delgadas, mas pocos pero con una billetera repleta me escogían a mí, tal vez en busca de algo más, porque mi servicio por mucho sexo que fuera iba complementario de conversaciones, de caricias, de palabras de ánimo, no era mentira que la prostitución por más que fuera solo el acto sexual muchas veces era el cobijo de un mal día, un servicio completo…
El aguacero que nos había invadido prontamente seso, el viento corría a las nubes furiosas y cargadas hacia el sur de la ciudad dejando para el sector donde nos encontrábamos un sol tímido que se escondía tras las nubes blanquecinas. – Siempre hay una primera vez para todo, y dicen… que cuando uno hace algo por primera vez puede pedir tres deseos .– aquello me decía mi madre cuando probaba alguna cosa nueva, un grato recuerdo se hacía presente y sentí como sonreía con calidez ante aquello. – Claro está que usted saldrá con un traje nuevo y yo con un vestido nuevo también .- sonreí mientras ofrecía mi mano para que la señora se levantara de su lugar. – Luisa acompaña a la Señora Gilbert, trátala como su fuera yo y ayúdala… luego pasare por ti para que lleguemos juntas a mansión.. –le ordene a mi doncella, que sin chistar y desviando su mirada en complicidad tomo del brazo a la señora y la llevo caminando hasta su carruaje.
Créame que su compañía nunca será un problema. – sí, podía admitir que había deje de coquetería con aquel, que parecía entenderme, aun cuando compartíamos al parecer el mismo trabajo, era difícil encontrarse con uno igual, muchos prostitutas y prostitutos dejaban mucho que desear en la sociedad, muchos no se cuidaban de su apariencia e iban en bares de mala clase, a diferencia de nosotros que parecíamos personas distinguidas ante los ojos ajenos, apreté la quijada, sabía que todo en cualquier momento podría cambiar, mi esposo podría quitarme todo pero nunca lo que había conseguido con la gota de mi sudor y vaya sí que he sudado complaciendo a hombres en Francia, sonreí ante mi pensamiento. – Usted lleva más tiempo que yo en Paris, supongo que conoce una buena sastrería donde poder ir, o alguna tienda de vestir en la que pueda ir a gastar dinero que no es mío .– Félix me mantenía un fideicomiso bastante amplio, era su forma de mantenerme cerca y sin lugar a dudas callada ante sus socios, porque sería un verdadero espectáculo que supieran que él era un Marica que le gustaban los hombre y golpear a las mujeres. Moví la cabeza quitando los pensamientos de mi mente. – Usted será mi guía señor Gianetti, espero solo que no nos perdamos – bromee mientras le levantaba de mi asiento, cubriéndome aun con la chaqueta del joven. – Yo llevo no más de una semana por estas tierras y créame que aún me pierdo en mi propia casa. – avance con cuidado mientras podía sentir como la ropa estaba pegada a mi cuerpo y aun en presencia de gran humedad..
El aguacero que nos había invadido prontamente seso, el viento corría a las nubes furiosas y cargadas hacia el sur de la ciudad dejando para el sector donde nos encontrábamos un sol tímido que se escondía tras las nubes blanquecinas. – Siempre hay una primera vez para todo, y dicen… que cuando uno hace algo por primera vez puede pedir tres deseos .– aquello me decía mi madre cuando probaba alguna cosa nueva, un grato recuerdo se hacía presente y sentí como sonreía con calidez ante aquello. – Claro está que usted saldrá con un traje nuevo y yo con un vestido nuevo también .- sonreí mientras ofrecía mi mano para que la señora se levantara de su lugar. – Luisa acompaña a la Señora Gilbert, trátala como su fuera yo y ayúdala… luego pasare por ti para que lleguemos juntas a mansión.. –le ordene a mi doncella, que sin chistar y desviando su mirada en complicidad tomo del brazo a la señora y la llevo caminando hasta su carruaje.
Créame que su compañía nunca será un problema. – sí, podía admitir que había deje de coquetería con aquel, que parecía entenderme, aun cuando compartíamos al parecer el mismo trabajo, era difícil encontrarse con uno igual, muchos prostitutas y prostitutos dejaban mucho que desear en la sociedad, muchos no se cuidaban de su apariencia e iban en bares de mala clase, a diferencia de nosotros que parecíamos personas distinguidas ante los ojos ajenos, apreté la quijada, sabía que todo en cualquier momento podría cambiar, mi esposo podría quitarme todo pero nunca lo que había conseguido con la gota de mi sudor y vaya sí que he sudado complaciendo a hombres en Francia, sonreí ante mi pensamiento. – Usted lleva más tiempo que yo en Paris, supongo que conoce una buena sastrería donde poder ir, o alguna tienda de vestir en la que pueda ir a gastar dinero que no es mío .– Félix me mantenía un fideicomiso bastante amplio, era su forma de mantenerme cerca y sin lugar a dudas callada ante sus socios, porque sería un verdadero espectáculo que supieran que él era un Marica que le gustaban los hombre y golpear a las mujeres. Moví la cabeza quitando los pensamientos de mi mente. – Usted será mi guía señor Gianetti, espero solo que no nos perdamos – bromee mientras le levantaba de mi asiento, cubriéndome aun con la chaqueta del joven. – Yo llevo no más de una semana por estas tierras y créame que aún me pierdo en mi propia casa. – avance con cuidado mientras podía sentir como la ropa estaba pegada a mi cuerpo y aun en presencia de gran humedad..
Jeaninne Lombard- Prostituta Clase Alta
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Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
El descubrimiento mutuo de ejercer el mismo oficio le invitó a pensar lo pequeño que era el mundo y lo afortunado que se sentía al saber que la dama podía comprenderlo en ese aspecto mejor que cualquier persona. Le juzgase o no estaba en su derecho, lo cierto que en estos tiempos el hecho de dedicarse a ser acompañante y masculino, no estaba tan mal mirado como que una joven lo hiciese ¡menuda tontería!, no había nada malo en ello y él, lo apoyaba como el que más cuidando a aquellos compañeros de profesión y brindarles su más sincero apoyo incondicional.
-Tres deseos, con uno estoy más que satisfecho. Ya me acompañais ¿qué mejor deseo que ese? Le ofrezco los otros dos para que déis uso de ellos y cumplais lo que más deseéis, no tiene porqué ser en este momento, puede guardarlo a buen recaudo -observó por el rabillo del ojo como la doncella de la señorita Lombard acompañaba a su benefactora a la cual le dedicó una sonrisa y una elegante reverencia que remató con un guiño de ojo y un beso tirado al aire, el desvergonzado italiano no le importaba que fuese visto, la mujer entrada en años se echó a reír ruborizada y despidiéndose de ambos con la mano.
[color:f683=white ]-Gastar dinero que no es suyo. En teoría, el dinero no es de nadie, nos pasamos toda la vida guardando o gastando en bienes materiales y no, nunca se podría decir que es enteramente nuestro por lo que no veo que sea ningún inconveniente hacer uso de éste -su descaro con ese toque despreocupado, lo hacía todo más fácil y es que ¿por qué no? Vivir la vida con una sonrisa pese al peso sobre tus hombros era la mejor manera de llevarlo [/color]-indicó al cochero la dirección del sastre en cuestión, en París sólo dejaba que ese hombre crease para él, dispuso toda la confianza del italiano -El Señor Rogers es un artesano, es una tienda pequeña pero la clientela es exquisita, tiene un don y suele ser el culpable de que todos mis trajes sean únicos y queridos para mí. No veo tan sólo simples trozos de tela que cubrir mi desnudez, cada prenda es parte de mí, importante y ya comprenderéis porqué, nuestra apariencia debe ser absoluta e impecable -
Unos diez minutos bastaron para llegar, la tienda en cuestión se encontraba en una calle estrecha muy cerca del centro de París. Gianetti se apresuró a ser el primero en bajar para ayudar a la señorita, sólo esperaba que no cogiese frío pues los primeros constipados a medida que el invierno comenzaba a hacer acto de presencia. Ofreció su mano sin perder la sonrisa, sosteniendo con firmeza por la espalda, un gesto totalmente involuntario que ruborizaría a cualquier dama , al darse cuenta se acercó un tanto más a su rostro para dedicarle una confesión.
-Bien. ¿Y por qué no elige mi traje y yo su vestido? Un juego, puede llamarlo así. No suelen elegirme los trajes…excepto la señora Gilbert -un hombre con el cabello blanco como la nieve y eterna sonrisa los recibió apartándose del rostro sus pequeñas gafas, cosía un traje de gala especialmente encargado -Señor Gianetti ¿qué se os ofrece? Señora… -Éferon sonrió cordial acompañado de un gesto de cabeza -La lluvia nos sorprendió y… poco queda, ¿nos sería tan amable? Estaría interesado en la colección que no hace mucho me mostró cuando vine con la señora Gilbert, se llevó un par de vestidos ¿negro? -el hombre asintió indicando que les siguiesen, una habitación perfectamente decorada en tonos dorados, dos probadores con cortinas bordadas en hilo de plata, los candelabros y los adornos (mayoritariamente ángeles pequeños enredados en dichos candelabros) iluminaban la sala, insólito que una tienda como esa tuviese ese pequeño espacio pero como bien dijo el italiano, sorprendía.
Éferon se adelantó a buscar el adecuado, su objetivo era un vestido negro. Pasó varios hasta dar con uno con dos colores, negro y rojo, más bien tirando a borgoña. Muy bonito y elegante, se lo mostró a la dama, su parte del juego la había realizado con éxito, las orbes esmeraldas del veneciano se mostraron brillantes y esa impecable sonrisa no desaparecía de su rostro.
-Encontrado ¿se atreve a aceptar mi reto?
-Tres deseos, con uno estoy más que satisfecho. Ya me acompañais ¿qué mejor deseo que ese? Le ofrezco los otros dos para que déis uso de ellos y cumplais lo que más deseéis, no tiene porqué ser en este momento, puede guardarlo a buen recaudo -observó por el rabillo del ojo como la doncella de la señorita Lombard acompañaba a su benefactora a la cual le dedicó una sonrisa y una elegante reverencia que remató con un guiño de ojo y un beso tirado al aire, el desvergonzado italiano no le importaba que fuese visto, la mujer entrada en años se echó a reír ruborizada y despidiéndose de ambos con la mano.
[color:f683=white ]-Gastar dinero que no es suyo. En teoría, el dinero no es de nadie, nos pasamos toda la vida guardando o gastando en bienes materiales y no, nunca se podría decir que es enteramente nuestro por lo que no veo que sea ningún inconveniente hacer uso de éste -su descaro con ese toque despreocupado, lo hacía todo más fácil y es que ¿por qué no? Vivir la vida con una sonrisa pese al peso sobre tus hombros era la mejor manera de llevarlo [/color]-indicó al cochero la dirección del sastre en cuestión, en París sólo dejaba que ese hombre crease para él, dispuso toda la confianza del italiano -El Señor Rogers es un artesano, es una tienda pequeña pero la clientela es exquisita, tiene un don y suele ser el culpable de que todos mis trajes sean únicos y queridos para mí. No veo tan sólo simples trozos de tela que cubrir mi desnudez, cada prenda es parte de mí, importante y ya comprenderéis porqué, nuestra apariencia debe ser absoluta e impecable -
Unos diez minutos bastaron para llegar, la tienda en cuestión se encontraba en una calle estrecha muy cerca del centro de París. Gianetti se apresuró a ser el primero en bajar para ayudar a la señorita, sólo esperaba que no cogiese frío pues los primeros constipados a medida que el invierno comenzaba a hacer acto de presencia. Ofreció su mano sin perder la sonrisa, sosteniendo con firmeza por la espalda, un gesto totalmente involuntario que ruborizaría a cualquier dama , al darse cuenta se acercó un tanto más a su rostro para dedicarle una confesión.
-Bien. ¿Y por qué no elige mi traje y yo su vestido? Un juego, puede llamarlo así. No suelen elegirme los trajes…excepto la señora Gilbert -un hombre con el cabello blanco como la nieve y eterna sonrisa los recibió apartándose del rostro sus pequeñas gafas, cosía un traje de gala especialmente encargado -Señor Gianetti ¿qué se os ofrece? Señora… -Éferon sonrió cordial acompañado de un gesto de cabeza -La lluvia nos sorprendió y… poco queda, ¿nos sería tan amable? Estaría interesado en la colección que no hace mucho me mostró cuando vine con la señora Gilbert, se llevó un par de vestidos ¿negro? -el hombre asintió indicando que les siguiesen, una habitación perfectamente decorada en tonos dorados, dos probadores con cortinas bordadas en hilo de plata, los candelabros y los adornos (mayoritariamente ángeles pequeños enredados en dichos candelabros) iluminaban la sala, insólito que una tienda como esa tuviese ese pequeño espacio pero como bien dijo el italiano, sorprendía.
Éferon se adelantó a buscar el adecuado, su objetivo era un vestido negro. Pasó varios hasta dar con uno con dos colores, negro y rojo, más bien tirando a borgoña. Muy bonito y elegante, se lo mostró a la dama, su parte del juego la había realizado con éxito, las orbes esmeraldas del veneciano se mostraron brillantes y esa impecable sonrisa no desaparecía de su rostro.
-Encontrado ¿se atreve a aceptar mi reto?
- Spoiler:
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Me quede en completo silencio cuando el menciono aquello de los tres deseo, dos deseos para mí como si aquello fuera real y se cumpliera algún deseo que yo pidiese. A final de cuentas parecía que yo no podía pedir un deseo, suspire notoriamente, y mantuve el silencio mientras me acomodaba en el carruaje que nos llevaba a la sastrería. – Digamos que el dinero que gasto… es el del que se dice ser mi Esposo… pues el mío lo ocupo para otros fines – sonreí mirando hacia afuera mientras los edificios se asomaban, la multitud que caminaba por las calles, prontamente la zona comercial se hizo notar hasta que el carruaje se detuvo por completo. La puerta fue abierta y como todo el caballero que era me ayudo a descender mientras me sorprendía con su susurro – Me encantan los juegos, señor Gianetti… además creo que podríamos hacer juego con un traje en conjunto – sonreí mientras ingresábamos al local y un señor canoso le daba la bienvenida y sentía que el juego podría ser entretenido. Eferon se adentró entre tantos vestidos, buscando al parecer uno adecuado mientras sonreí ampliamente mientras me pasaba a la sección de varones y me pasaba de colgador tras colgador, trajes verdes, azules, con hilos plateados, dorados, con apliques y bordados distinguidos, pero aun nada me convencía del todo. Pero definitivamente me gustaba más buscar ropa para el que algún vestido para mí, siempre se me hacía difícil encontrar algo de mi talla y muchos veces por no decir todas, prefería que me fueran a vestir a mi hogar que salir y pasar algún tipo de vergüenza por las tallas… acaricie varios sacos de terciopelo hasta que escuche que él se acercaba con el vestido escogido.
Sin más abrí los ojos bien grandes, mientras estiraba mi mano para alcanzar el vestido – Nunca he ocupado un vestido negro – le cerré un ojo con algo de picardía – Acepto el reto de ocupar algo asi de atrevido, Eferon, claro que lo acepto - me mordí el labio – Creo que este es el Traje escogido – lo mire de pies a cabeza – Creo que se verá aún más guapo de lo que es – sonreí dejando caer el saco que me cubría mi parcial desnudez – El momento de la verdad, creo que necesitare de su ayuda para que este se adecue a mi cuerpo – levante un hombro, bajando la mirada – No creo que necesitemos un vestidor aparte – de alguna forma, el pudor que sentía normalmente en mi estaba presente siempre lo estaba pero aquel hombre había ganado mi confianza, a final de cuentas quien mejor que un igual podría tal vez entender todos mis temores, ambos con el oficio más antiguo existente en la tierra. Lo único que tenía que ocultar y siempre seria así… eran los hematomas que de forma estratégica estaban esparcidos por mi piel. - ¿Cree que el sastre se moleste si nos cambiamos aquí? – sonreí mostrando los dientes como de manera nerviosa.
No espere una respuesta mientras dejaba caer el vestido para introducirme dentro de él, mientras levantaba el vestido aguante un poco la respiración mientras lo hacía pasar por mis caderas cosa que parecía atascado - ¿Me ayudas? – levante una ceja mientras le daba la espalda – Creo que es momento de que sus habilidades se hagan presente señor Gianetti – musite mientras esperaba de su ayuda, mirando mi reflejo en el espejo que estaba parcialmente cubierto por unas telas, nos encontrábamos en la parte de atrás de aquella tienda de ropa donde por doquier habían trajes, vestidos, máscaras, zapatos… todo decorado detalladamente… se notaba que aquel señor le ponía de su estilo personal a ese lugar, si todo saldría bien ese se convertiría en mi sastrería preferida.
Sin más abrí los ojos bien grandes, mientras estiraba mi mano para alcanzar el vestido – Nunca he ocupado un vestido negro – le cerré un ojo con algo de picardía – Acepto el reto de ocupar algo asi de atrevido, Eferon, claro que lo acepto - me mordí el labio – Creo que este es el Traje escogido – lo mire de pies a cabeza – Creo que se verá aún más guapo de lo que es – sonreí dejando caer el saco que me cubría mi parcial desnudez – El momento de la verdad, creo que necesitare de su ayuda para que este se adecue a mi cuerpo – levante un hombro, bajando la mirada – No creo que necesitemos un vestidor aparte – de alguna forma, el pudor que sentía normalmente en mi estaba presente siempre lo estaba pero aquel hombre había ganado mi confianza, a final de cuentas quien mejor que un igual podría tal vez entender todos mis temores, ambos con el oficio más antiguo existente en la tierra. Lo único que tenía que ocultar y siempre seria así… eran los hematomas que de forma estratégica estaban esparcidos por mi piel. - ¿Cree que el sastre se moleste si nos cambiamos aquí? – sonreí mostrando los dientes como de manera nerviosa.
No espere una respuesta mientras dejaba caer el vestido para introducirme dentro de él, mientras levantaba el vestido aguante un poco la respiración mientras lo hacía pasar por mis caderas cosa que parecía atascado - ¿Me ayudas? – levante una ceja mientras le daba la espalda – Creo que es momento de que sus habilidades se hagan presente señor Gianetti – musite mientras esperaba de su ayuda, mirando mi reflejo en el espejo que estaba parcialmente cubierto por unas telas, nos encontrábamos en la parte de atrás de aquella tienda de ropa donde por doquier habían trajes, vestidos, máscaras, zapatos… todo decorado detalladamente… se notaba que aquel señor le ponía de su estilo personal a ese lugar, si todo saldría bien ese se convertiría en mi sastrería preferida.
Jeaninne Lombard- Prostituta Clase Alta
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Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
La curiosidad mató, en este caso, al hombre de mirada gatuna ¿gastar el dinero en otros fines? Bueno, él pagaba deudas con todo lo que recaudaba ¿qué sería peor que eso? No se quedaba ni un franco y acababa consentido por la señor Gilles y sus caprichos, un trato especial al que la mujer se había acostumbrado y él atesoraba con gran cariño.
La pequeña pero exquisita tienda, se abrió ante ellos ofreciéndoles una gran gama de trajes y vestidos, confeccionados por el mejor sastre o al menos eso pensaba el italiano. Él mismo se encargaba de encargarle las telas para el negocio. El dueño de la sastrería era un gran amigo y conocido de los Gianetti y es que desde que tuvo uso de razón, le importaba las mejores telas de Europa y Asia, por ende se convirtió en su sastre personal incluso el tiempo en el que siguió viviendo en Italia.
-Juego. Siento deciros mia bella, que me encantan los juegos. De palabras, de mesa, en otros menesteres…cuando el juego me resulta interesante a la par de excitante…soy incapaz de parar y siempre quiero voglio di più (quiero más). Disculpad, olvido que no estoy entre mis paisanos, me cuesta contener algunas palabras…pero bien me dijo mi nanna “non dimenticare mai le tue radici”. -con el vestido extendido hacia ella y la más radiante de sus sonrisas, rió con ganas porque seguramente no conocería el significado de la frase en su propio idioma -Nunca olvides tus raíces -un intercambio de vestuario, le resultaba divertido. La elección de la signorina era perfecta, más bien dicho signora, no le preguntó sobre su matrimonio y no porque le resultase extraño de que se dedicase al oficio más viejo del mundo. No juzgaba, jamás lo hacía. Él era tan natural como la vida misma
-Alimenta mi ego, se lamentará de haberlo hecho -observó cada uno de sus movimientos, manteniéndose a cierta distancia con el traje entre las manos, esperaría hasta que ella se lo probase y ser él el siguinte. Asintió, apresurándose hacia el probador y sonreír reflejándose en el espejo. Le resultaba divertido pues hace unas horas la despojaba de su ropa para salvarla y ahora le ayudaba a vestirse.
-Tengo más habilidades aparte de vestir y desvestir a las mujeres -murmuró cerca del lóbulo de su oreja izquierda mientras sus habilidosos de dos se enredaban en el cordón del corsé y lo ajustaba asu talle, cuando así fue tiró ligeramente pero con firmeza y lo ató con delicadeza, aún así no se iba a deshacer dicho nudo -Por ejemplo, cocino, soy ayudante de cocina en un restaurante algunas mañas en semana. -su mirada esmeralda se deleitó en la silueta de la mujer por el espejo, le quedaba como un guante, se veía de lo más elegante y distinguida, resaltándole más por el color de su cabello -Perfecto. Otra habilidad que añadir, elegir vestidos hermosos para la mujer adecuada -dejó un roce de sus labios en una de sus mejillas, al observarla dio un par de pasos más hacia ella en donde pudo notar el calor de su cuerpo pero sin apenas tocarla.
Al separarse, tomó el traje y lo colgó en uno de los percheros dorados. Sin pudor comenzó a desvestirse, tardaría menos pues se encontraba a medio vestir. Tuvo serias dudas si quitarse la ropa interior o no, seguía ligeramente húmeda así que se encogió de hombros, se secaría poco a poco. Los pantalones le quedaban bien, el sastre había indicado a la señora Lombard la talla de Gianetti antes de elegir por lo que el elegante traje negro le quedaba como un guante.
-Cuando tenía mayordomo personal, me vestía y ahora creo que lo hago mejor incluso yo mismo ¿me ayuda? -seguía mostrando su caballerosidad, no la tuteaba con total libertad, las marcas en su cuerpo no pasaron desapercibida -¿A qué clase de juegos dedica su tiempo, signorina? -buen momento de la pregunta, cuando ella se había acercado a socorrerle.
La pequeña pero exquisita tienda, se abrió ante ellos ofreciéndoles una gran gama de trajes y vestidos, confeccionados por el mejor sastre o al menos eso pensaba el italiano. Él mismo se encargaba de encargarle las telas para el negocio. El dueño de la sastrería era un gran amigo y conocido de los Gianetti y es que desde que tuvo uso de razón, le importaba las mejores telas de Europa y Asia, por ende se convirtió en su sastre personal incluso el tiempo en el que siguió viviendo en Italia.
-Juego. Siento deciros mia bella, que me encantan los juegos. De palabras, de mesa, en otros menesteres…cuando el juego me resulta interesante a la par de excitante…soy incapaz de parar y siempre quiero voglio di più (quiero más). Disculpad, olvido que no estoy entre mis paisanos, me cuesta contener algunas palabras…pero bien me dijo mi nanna “non dimenticare mai le tue radici”. -con el vestido extendido hacia ella y la más radiante de sus sonrisas, rió con ganas porque seguramente no conocería el significado de la frase en su propio idioma -Nunca olvides tus raíces -un intercambio de vestuario, le resultaba divertido. La elección de la signorina era perfecta, más bien dicho signora, no le preguntó sobre su matrimonio y no porque le resultase extraño de que se dedicase al oficio más viejo del mundo. No juzgaba, jamás lo hacía. Él era tan natural como la vida misma
-Alimenta mi ego, se lamentará de haberlo hecho -observó cada uno de sus movimientos, manteniéndose a cierta distancia con el traje entre las manos, esperaría hasta que ella se lo probase y ser él el siguinte. Asintió, apresurándose hacia el probador y sonreír reflejándose en el espejo. Le resultaba divertido pues hace unas horas la despojaba de su ropa para salvarla y ahora le ayudaba a vestirse.
-Tengo más habilidades aparte de vestir y desvestir a las mujeres -murmuró cerca del lóbulo de su oreja izquierda mientras sus habilidosos de dos se enredaban en el cordón del corsé y lo ajustaba asu talle, cuando así fue tiró ligeramente pero con firmeza y lo ató con delicadeza, aún así no se iba a deshacer dicho nudo -Por ejemplo, cocino, soy ayudante de cocina en un restaurante algunas mañas en semana. -su mirada esmeralda se deleitó en la silueta de la mujer por el espejo, le quedaba como un guante, se veía de lo más elegante y distinguida, resaltándole más por el color de su cabello -Perfecto. Otra habilidad que añadir, elegir vestidos hermosos para la mujer adecuada -dejó un roce de sus labios en una de sus mejillas, al observarla dio un par de pasos más hacia ella en donde pudo notar el calor de su cuerpo pero sin apenas tocarla.
Al separarse, tomó el traje y lo colgó en uno de los percheros dorados. Sin pudor comenzó a desvestirse, tardaría menos pues se encontraba a medio vestir. Tuvo serias dudas si quitarse la ropa interior o no, seguía ligeramente húmeda así que se encogió de hombros, se secaría poco a poco. Los pantalones le quedaban bien, el sastre había indicado a la señora Lombard la talla de Gianetti antes de elegir por lo que el elegante traje negro le quedaba como un guante.
-Cuando tenía mayordomo personal, me vestía y ahora creo que lo hago mejor incluso yo mismo ¿me ayuda? -seguía mostrando su caballerosidad, no la tuteaba con total libertad, las marcas en su cuerpo no pasaron desapercibida -¿A qué clase de juegos dedica su tiempo, signorina? -buen momento de la pregunta, cuando ella se había acercado a socorrerle.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Podría decir que de todas las veces que había estado en una tienda de ropa jamás me habían tratado de la forma que aquel varón lo hacía, algo era claro el señor Gianetti sabia como tratar a una dama, no por nada su profesión u oficio era el que mantenía, aquello me causaba curiosidad, había estado rodeada de mis pares masculinos, todos en su mayoría eran unos verdaderos galanes, unos más vanidosos que otros, pero Eferon tenía por donde demostrar aquella galantería natural que al menos a mi parecer era lo que cualquier mujer deseaba- Nunca olvides tus raíces – sostuve la frase por algunos momentos pronunciándola por lo bajo – Creo… que siempre hay que conservar la humildad… pero cuando somos arrebatados de nuestras raíces es difícil volver a ellas. Hablando por mi evidentemente mis raíces… fueron cortadas, marchitadas y quemadas – suspire como si fuera algo natural, poco me gustaba hablar de mi pasado. No porque fuera uno malo, si no por el hecho de saber que había sido prácticamente vendida como un quintal de carne… aguarde mis pensamientos mientras el corsé se comenzaba a ajustar a mi voluptuoso cuerpo.
Creo que su ego hay que alimentarlo – sonreí con coquetería mientras miraba mi reflejo en el espejo, la elección había sido perfecta, combinaba con el color bronceado de mi piel, resaltando mis curvas, y evidenciando mis senos voluptuosos, sonreí satisfecha – Usted… si es una caja de sorpresas y como dice es bueno para varias cosas…créame que como asesor de imagen sería perfecto – le cerré un ojo mientras le ayudaba con el saco aterciopelado que entallado se ajustaba a su espalda y luego caía naturalmente por sus costados. – Algún día me gustaría que me cocinara algo… es bueno conocer las habilidades de un hombre – levante los hombros mientras pasaba mis manos por sus hombros haciendo como si quitara algo de ellos.
¿A qué dedico mi tiempo? ¿Qué juegos practico? ¿Decir la verdad o buscar alguna mentira? , me pare frente a él invadiendo su espacio tomándole del brazo y obligándole a girar para que ambos quedáramos frente al gran espejo vi nuestras imágenes – Juego… - pase saliva, no sabía la verdad como comenzar, o como no hacerlo – Es algo complicado de explicar - suspire bajando la mirada, desviando mi atención por un escaso segundo – No encuentro las palabras para describir lo que deseo decir… - tome una bocanada de aire, siempre aquello sería un tema sensible, un tema que muy pocas personas sabían y tal vez, aquella era una puerta para lograr desahogarme o confiaba que no me juzgaría, pero sentía un temor que comenzaba a recorrer mi cuerpo. Solté su brazo y fui hasta una especie de sofá que había ahí, le mire unos segundos, había que admitirlo aquel hombre sí que era digno de apreciar – Juego a ser la esposa perfecta… ante los ojos de personas extrañas… mientras tanto cuando los ojos ajenos no me observan el que se dice ser mi esposo se aprovecha de mi… me golpe… y su amante le incentiva a que lo haga… - ahí estaba sin otro preámbulo esparcía las palabras, una cruda realidad – ¿Se preguntará que me tiene atada al? Y eso es precisamente lo que hace poco usted mencionaba… me entregaron por parte de pago y… no tuve opción… en realidad aun no la tengo… aquel mantiene amenazada a mi familia… debo continuar con esta farsa… o si no mis padres morirían… y aun cuando no les tengo cariño… no les deseo mal a ellos… yo… yo puedo soportar los golpes, los malos tratos… - aguarde silencio mirando mis manos conteniendo el nudo que se me hacia ella garganta, poco hablaba de aquello y ahora parecía querer contarlo todo – Pero… mejor juguemos a algo… aún tengo tiempo… y espero que usted igual posea tiempo. – podría seguir contando las innumerables veces que he sido golpeada, pero prefería mencionar que siempre he salido adelante…
Creo que su ego hay que alimentarlo – sonreí con coquetería mientras miraba mi reflejo en el espejo, la elección había sido perfecta, combinaba con el color bronceado de mi piel, resaltando mis curvas, y evidenciando mis senos voluptuosos, sonreí satisfecha – Usted… si es una caja de sorpresas y como dice es bueno para varias cosas…créame que como asesor de imagen sería perfecto – le cerré un ojo mientras le ayudaba con el saco aterciopelado que entallado se ajustaba a su espalda y luego caía naturalmente por sus costados. – Algún día me gustaría que me cocinara algo… es bueno conocer las habilidades de un hombre – levante los hombros mientras pasaba mis manos por sus hombros haciendo como si quitara algo de ellos.
¿A qué dedico mi tiempo? ¿Qué juegos practico? ¿Decir la verdad o buscar alguna mentira? , me pare frente a él invadiendo su espacio tomándole del brazo y obligándole a girar para que ambos quedáramos frente al gran espejo vi nuestras imágenes – Juego… - pase saliva, no sabía la verdad como comenzar, o como no hacerlo – Es algo complicado de explicar - suspire bajando la mirada, desviando mi atención por un escaso segundo – No encuentro las palabras para describir lo que deseo decir… - tome una bocanada de aire, siempre aquello sería un tema sensible, un tema que muy pocas personas sabían y tal vez, aquella era una puerta para lograr desahogarme o confiaba que no me juzgaría, pero sentía un temor que comenzaba a recorrer mi cuerpo. Solté su brazo y fui hasta una especie de sofá que había ahí, le mire unos segundos, había que admitirlo aquel hombre sí que era digno de apreciar – Juego a ser la esposa perfecta… ante los ojos de personas extrañas… mientras tanto cuando los ojos ajenos no me observan el que se dice ser mi esposo se aprovecha de mi… me golpe… y su amante le incentiva a que lo haga… - ahí estaba sin otro preámbulo esparcía las palabras, una cruda realidad – ¿Se preguntará que me tiene atada al? Y eso es precisamente lo que hace poco usted mencionaba… me entregaron por parte de pago y… no tuve opción… en realidad aun no la tengo… aquel mantiene amenazada a mi familia… debo continuar con esta farsa… o si no mis padres morirían… y aun cuando no les tengo cariño… no les deseo mal a ellos… yo… yo puedo soportar los golpes, los malos tratos… - aguarde silencio mirando mis manos conteniendo el nudo que se me hacia ella garganta, poco hablaba de aquello y ahora parecía querer contarlo todo – Pero… mejor juguemos a algo… aún tengo tiempo… y espero que usted igual posea tiempo. – podría seguir contando las innumerables veces que he sido golpeada, pero prefería mencionar que siempre he salido adelante…
Jeaninne Lombard- Prostituta Clase Alta
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Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Nunca había olvidado sus raíces ni a dónde pertenecía. Su Venecia siempre estaba presente y esperaba, volver pronto a la ciudad, anhelaba a su nanna y París…se le hacía una ciudad tediosa y sin espíritu. Le encantaba la ciudad parisina pero desde que cambió su vida para siempre, el tiempo que permanecía allí se le hacía más pesado, temía ver con sus propios ojos algo que se negaba a sí mismo pero que bien podía suceder. Sus deudas apenas le dejaban dormir, pagó gran parte pero quedaba aún más ¿y si se pasaba todo lo que quedaba de vida así? Pagando las mentiras de su padre.
-Asesor de imagen, si sé tanto es por mi nanna, es modista y me confeccionaba ella misma la ropa. Siempre he tenido lo mejor a la hora de vestir, aunque ahora parte de ello…me lo proporcione la señora Gilbert, al final me quedo en su casa por un breve periodo de tiempo -la observó en el espejo, estaba radiante y no era para menos, el negro tan prestigioso y elegante, le quedaba como un guante y ante ello, le dedicó las más sinceras sonrisas. -Cocinarle algo decís, más bien os otorgaría el placer al paladar, no suelo cocinar cualquier cosa, cuando estoy entre fogones es para crear. -rió divertido, aunque no, no estaba bromeando y menos cuando hablaba de la gastronomía, le llenaba tanto cocinar que sus ojos lo reflejaron , centelleantes de ilusión por haber sacado el tema.
Y esa sonrisa se congeló cuando toda su atención se centró en ella, no esperó que su confesión fuese tan dura. Se acomodó en el asiento, inclinándose hacia adelante para de algún modo, apreciase que la estaba escuchando. Él con lo que respetaba a las mujeres, comenzó a sentirse lo mínimo abrumado, asqueado por la humanidad y no imaginar tan siquiera que quedasen seres tan repulsivos como ese malnacido que rezó mentalmente por no cruzárselo en su vida, pagaría no sólo las deudas de su padre, …si no un asesinato.
-No me arrepiento y menos siento decir que ese ser repugnante debería estar pudriéndose en la más asquerosa de las alcantarillas. A una mujer , ni nada más ni nada menos, hacerle pasar por un calvario como ese, por el simple hecho de estar renegado consigo mismo, ese monstruo tiene que desaparecer -sonó duro pero no toleraba el mal a ningún ser humano, menos a las mujeres, su gesto se endureció, no pudo evitar levantarse de golpe…no quería mirarla por si descubría magulladuras, moratones camuflados con polvos de maquillaje…incluso huesos rotos.
No podía pensar tan siquiera, echó hacia atrás su cabello azabache, tras la confesión ni se podía quedar con los brazos cruzados ni iba a hacer como si no pasase nada cuando pasaba todo. Él que se había enamorado profundamente en el pasado, ni por asomo se le había pasado por la cabeza dañar a la mujer de su vida, su gesto se entristeció…esa persona podía tener a su lado a su esposa, a quién desease y él…
-No voy a permitir que le ocurra nada, aunque me lleve golpes de por medio. ¿Un juego? ¿qué le parece este…? Buscar la libertad, huya, váyase lejos y cuando no puedan encontrarla, habrá ganado. Yo no puedo huir, debo saldar deudas que mi padre dejó, pero una vez…lo tuve todo. Me enamoré profunda y apasionadamente, imaginé una vida que aunque no fuese perfecta era feliz pero un buen día…se esfumó, me alegro por ello ¿sabe por qué? Porque al menos uno de los dos pudo volar -tragó saliva y le ofreció su mano, necesitaba tomar algo, una buena copa…no pensar más. -Le invito a una copa -
-Asesor de imagen, si sé tanto es por mi nanna, es modista y me confeccionaba ella misma la ropa. Siempre he tenido lo mejor a la hora de vestir, aunque ahora parte de ello…me lo proporcione la señora Gilbert, al final me quedo en su casa por un breve periodo de tiempo -la observó en el espejo, estaba radiante y no era para menos, el negro tan prestigioso y elegante, le quedaba como un guante y ante ello, le dedicó las más sinceras sonrisas. -Cocinarle algo decís, más bien os otorgaría el placer al paladar, no suelo cocinar cualquier cosa, cuando estoy entre fogones es para crear. -rió divertido, aunque no, no estaba bromeando y menos cuando hablaba de la gastronomía, le llenaba tanto cocinar que sus ojos lo reflejaron , centelleantes de ilusión por haber sacado el tema.
Y esa sonrisa se congeló cuando toda su atención se centró en ella, no esperó que su confesión fuese tan dura. Se acomodó en el asiento, inclinándose hacia adelante para de algún modo, apreciase que la estaba escuchando. Él con lo que respetaba a las mujeres, comenzó a sentirse lo mínimo abrumado, asqueado por la humanidad y no imaginar tan siquiera que quedasen seres tan repulsivos como ese malnacido que rezó mentalmente por no cruzárselo en su vida, pagaría no sólo las deudas de su padre, …si no un asesinato.
-No me arrepiento y menos siento decir que ese ser repugnante debería estar pudriéndose en la más asquerosa de las alcantarillas. A una mujer , ni nada más ni nada menos, hacerle pasar por un calvario como ese, por el simple hecho de estar renegado consigo mismo, ese monstruo tiene que desaparecer -sonó duro pero no toleraba el mal a ningún ser humano, menos a las mujeres, su gesto se endureció, no pudo evitar levantarse de golpe…no quería mirarla por si descubría magulladuras, moratones camuflados con polvos de maquillaje…incluso huesos rotos.
No podía pensar tan siquiera, echó hacia atrás su cabello azabache, tras la confesión ni se podía quedar con los brazos cruzados ni iba a hacer como si no pasase nada cuando pasaba todo. Él que se había enamorado profundamente en el pasado, ni por asomo se le había pasado por la cabeza dañar a la mujer de su vida, su gesto se entristeció…esa persona podía tener a su lado a su esposa, a quién desease y él…
-No voy a permitir que le ocurra nada, aunque me lleve golpes de por medio. ¿Un juego? ¿qué le parece este…? Buscar la libertad, huya, váyase lejos y cuando no puedan encontrarla, habrá ganado. Yo no puedo huir, debo saldar deudas que mi padre dejó, pero una vez…lo tuve todo. Me enamoré profunda y apasionadamente, imaginé una vida que aunque no fuese perfecta era feliz pero un buen día…se esfumó, me alegro por ello ¿sabe por qué? Porque al menos uno de los dos pudo volar -tragó saliva y le ofreció su mano, necesitaba tomar algo, una buena copa…no pensar más. -Le invito a una copa -
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Estaba acostumbrada a que ocurriera eso cuando conocían mi historia, mire detenidamente cada facción de aquel joven apuesto, ambos compartíamos el oficio más antiguo del mundo de muy en el fondo ambos llevábamos un peso sobre nuestros hombros y nos vivíamos de apariencias para que nadie supiera lo que nos costaba vivir el día a día, algunos días eran buenos y otros realmente malos. Por mi parte estaba teniendo uno de los mejores días en Paris, desde mi llegada no había podido disfrutar un día así, pleno sin cargas aun cuando había contado mi verdad, sabía que era muy difícil de entender y de explicar, sonreí ante la propuesta de su juego, le tome de la mano y seguí. – Me vendría bien una copa de… de lo que sea – le seguí saliendo de la sastrería.
Cuando estuvimos afuera le mire directo a esos ojos cautivadores y sonreí ampliamente – Ya lo hice una vez, Eferon, me escape Félix no supo nada de mi durante un mes, fue el mes más libre que he tenido y a cambio recibí la noticia que la granja de mis padres fue incendiada, creí que hayan muerto pero él los tiene cautivos, también descubrí que tengo dos hermanas que no les ira bien ya que fueron vendidas también a la familia Lombard, no las conozco pero hice un trato quizás será por siempre mi soga al cuello pero por el bien de mi familia de sangre puedo soportar mucho, no me tenga lastima, que tengo días buenos y días malos… - baje la mirada un segundo – Pero hoy es un gran día, su rabia se ira en algún momento, las amenazas hacia mi persona solo de menos… ahora solo quiero recuperar mi vida… aunque no lo crea mi trabajo clandestino me da una gran ganancia que me puedo solventar sola, pero no puedo alejarme del que dice ser mi esposo… - levante los hombros – créeme que si alguna vez lo conoces dale la golpiza de su vida – dije con suavidad, Félix siempre andaba con guardas espaldas era difícil llegar a él, pero eso me tenía sin cuidado, yo me cuidaba y trataba de no toparme con él porque la mayoría de las veces todo terminaba mal… muy mal.
Hoy, Eferon… Hoy es un buen día… he conocido a un gran hombre y espero la copa y tal vez algún día pueda deleitarme con lo que usted sabe hacer – quería suavizar el momento, para mí todo era tan natural que no podía hacer mucho para molestarme, el maquillaje cubría los moretones y la ropa los demás daños… tome aire profundamente – Ahora ¿dónde me llevaras por esa copa? – le tome del brazo, había que seguir con aquel día. No permitiría que mi confesión arruinara una tarde tan agradable como la que teníamos. A final de cuentas, había aprendido a disfrutar del momento.
Y… creo que te puedo ayudar a saldar las deudas que te ha dejado tu padre – dije con sinceridad, tenía algo en mente y quizás solamente quizás él podía acceder a aquello, no quería dañar su orgullo ya que el mío… sinceramente no tenía mucho orgullo. Pero él se había mostrado tan sincero y leal, que merecía siquiera una prima oportunidad.
Cuando estuvimos afuera le mire directo a esos ojos cautivadores y sonreí ampliamente – Ya lo hice una vez, Eferon, me escape Félix no supo nada de mi durante un mes, fue el mes más libre que he tenido y a cambio recibí la noticia que la granja de mis padres fue incendiada, creí que hayan muerto pero él los tiene cautivos, también descubrí que tengo dos hermanas que no les ira bien ya que fueron vendidas también a la familia Lombard, no las conozco pero hice un trato quizás será por siempre mi soga al cuello pero por el bien de mi familia de sangre puedo soportar mucho, no me tenga lastima, que tengo días buenos y días malos… - baje la mirada un segundo – Pero hoy es un gran día, su rabia se ira en algún momento, las amenazas hacia mi persona solo de menos… ahora solo quiero recuperar mi vida… aunque no lo crea mi trabajo clandestino me da una gran ganancia que me puedo solventar sola, pero no puedo alejarme del que dice ser mi esposo… - levante los hombros – créeme que si alguna vez lo conoces dale la golpiza de su vida – dije con suavidad, Félix siempre andaba con guardas espaldas era difícil llegar a él, pero eso me tenía sin cuidado, yo me cuidaba y trataba de no toparme con él porque la mayoría de las veces todo terminaba mal… muy mal.
Hoy, Eferon… Hoy es un buen día… he conocido a un gran hombre y espero la copa y tal vez algún día pueda deleitarme con lo que usted sabe hacer – quería suavizar el momento, para mí todo era tan natural que no podía hacer mucho para molestarme, el maquillaje cubría los moretones y la ropa los demás daños… tome aire profundamente – Ahora ¿dónde me llevaras por esa copa? – le tome del brazo, había que seguir con aquel día. No permitiría que mi confesión arruinara una tarde tan agradable como la que teníamos. A final de cuentas, había aprendido a disfrutar del momento.
Y… creo que te puedo ayudar a saldar las deudas que te ha dejado tu padre – dije con sinceridad, tenía algo en mente y quizás solamente quizás él podía acceder a aquello, no quería dañar su orgullo ya que el mío… sinceramente no tenía mucho orgullo. Pero él se había mostrado tan sincero y leal, que merecía siquiera una prima oportunidad.
Jeaninne Lombard- Prostituta Clase Alta
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Re: La vida misma, es como un paseo...-Éferon
Lo que menos deseaba era que pensase que tras su relato le infundiese pena o lástima, en absoluto. Su sentimiento era muy diferente, su afán de protegerla a toda costa, un beneficio mutuo del que podían aprovecharse, pues lo último que deseaba era hacerle sentir mal o se pensase que le tenía pena. Éferon suspiró, cerrando los ojos con fuerza y caminar a su lado, lo que le contaba jamás llegaría a otros oídos, el italiano se definía por ser discreto y muy comprensivo, no tendrían problema alguno de que sus confesiones saliese a la luz, él no perjudicaba a nadie, ante eso era tan transparente como sus ojos verdes.
-No me gustaría pensases más en momentos incómodos, prefiero que… me cuentes tus inquietudes, todo lo que te gustaría conseguir o hacer, tus sueños y objetivos en la vida… porque creo que es mejor perder tiempo de tu vida que en preocuparnos de cosas que no tienen importancia… y sí, yo necesito otra copa
Su testimonio era horrible, no le cabía en la cabeza como alguien podía ser tan tirano y vil, apretó su mano, se encontraba a su lado, de eso no le cabía duda ninguna. Sonrió ante la propuesta, buscaría un lugar acogedor donde rematar ese encuentro, le parecía una mujer luchadora y fuerte, un alma rota pegada trozo por trozo para no terminarse de romper del todo.
Encontró al final de la calle un lugar de no muy buena reputación pero que sin duda el alcohol era del bueno y servían un café excepcional, necesitaba tomar aparte del alcohol un poco de café, hacía días que no pegaba ojo y todo se debía a sus problemas financieros, a todo lo que había cambiado su vida desde lo de Lorette. Si hubiese sido alguien con más poder, más temperamento y decisión, no le hubiese dejado realizar sus sueños y haber reaccionado de forma egoísta pero no, el italiano no era así y prefería la felicidad a la desdicha.
-¿Mis deudas? Pero. no es necesario. Oh no, no quisiera meterte en esto…yo te lo agradezco, pero si saben que alguien me da el dinero terminarían por ir tras de ti y no podría perdonármelo ¿lo comprendes? Es extraño, cuando otros aseguran que la felicidad no es el dinero… para mí… es libertad -se sentó frente a un cómodo sillón, los cristales empañados daban ese toque de intimidad -Tomaré un café solo y un whisky doble, gracias -señaló a la tendera con una resplandeciente sonrisa, las sonrisas eran lo único que les quedaban a ambos.
-Es un lugar un tanto peculiar para ir acompañado de una mujer pero creo que eres la indicada, no vas a escandalizarte por ver mujeres ligeras de ropa, sexo y bailes prohibidos… así nos movemos los que nos dedicamos a esto… -se encogió de hombros, la señorita que trajo su copa le guiñó un ojo, eran viejos conocidos -Háblame de lo que te gustaría conseguir.. a mí me encantaría abrir mi trattoria, mi propio restaurante italiano… no preocuparme más que en deleitar el paladar de aquellos atrevidos, hacer feliz a los demás con mi don -
Sonaría egocéntrico pero cuando hablaba de la gastronomía centelleaban sus ojos verdes, esa mirada felina…
-No me gustaría pensases más en momentos incómodos, prefiero que… me cuentes tus inquietudes, todo lo que te gustaría conseguir o hacer, tus sueños y objetivos en la vida… porque creo que es mejor perder tiempo de tu vida que en preocuparnos de cosas que no tienen importancia… y sí, yo necesito otra copa
Su testimonio era horrible, no le cabía en la cabeza como alguien podía ser tan tirano y vil, apretó su mano, se encontraba a su lado, de eso no le cabía duda ninguna. Sonrió ante la propuesta, buscaría un lugar acogedor donde rematar ese encuentro, le parecía una mujer luchadora y fuerte, un alma rota pegada trozo por trozo para no terminarse de romper del todo.
Encontró al final de la calle un lugar de no muy buena reputación pero que sin duda el alcohol era del bueno y servían un café excepcional, necesitaba tomar aparte del alcohol un poco de café, hacía días que no pegaba ojo y todo se debía a sus problemas financieros, a todo lo que había cambiado su vida desde lo de Lorette. Si hubiese sido alguien con más poder, más temperamento y decisión, no le hubiese dejado realizar sus sueños y haber reaccionado de forma egoísta pero no, el italiano no era así y prefería la felicidad a la desdicha.
-¿Mis deudas? Pero. no es necesario. Oh no, no quisiera meterte en esto…yo te lo agradezco, pero si saben que alguien me da el dinero terminarían por ir tras de ti y no podría perdonármelo ¿lo comprendes? Es extraño, cuando otros aseguran que la felicidad no es el dinero… para mí… es libertad -se sentó frente a un cómodo sillón, los cristales empañados daban ese toque de intimidad -Tomaré un café solo y un whisky doble, gracias -señaló a la tendera con una resplandeciente sonrisa, las sonrisas eran lo único que les quedaban a ambos.
-Es un lugar un tanto peculiar para ir acompañado de una mujer pero creo que eres la indicada, no vas a escandalizarte por ver mujeres ligeras de ropa, sexo y bailes prohibidos… así nos movemos los que nos dedicamos a esto… -se encogió de hombros, la señorita que trajo su copa le guiñó un ojo, eran viejos conocidos -Háblame de lo que te gustaría conseguir.. a mí me encantaría abrir mi trattoria, mi propio restaurante italiano… no preocuparme más que en deleitar el paladar de aquellos atrevidos, hacer feliz a los demás con mi don -
Sonaría egocéntrico pero cuando hablaba de la gastronomía centelleaban sus ojos verdes, esa mirada felina…
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
- Mensajes : 289
Fecha de inscripción : 21/01/2016
Localización : La ciudad del amore , París.
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