A pact between men [privado]

por **Leif Paine** Dom Sep 16, 2018 8:29 am

Tenía la vida en sus manos. Una pequeña, llorosa y frágil vida dependiendo de él. Y el sentimiento era lo más maravilloso que jamás hubiera imaginado. Viktor no era su primogénito, pero sí el primero que se le permitió sostener entre sus brazos nada más nacer, así como el único nacido del amor. Era su orgullo, mucho más de lo que el Warrior lo fue antaño. Resultaba tan inverosímil para Leif tener aquella oportunidad que muchas noches, cuando todo estaba en silencio, se levantaba de la cama solo para ir a comprobar que era real. Que su hijo estaba ahí. Pero con la dicha llegó también el miedo.

Miedo a que pudiera pasarle algo malo.

Todos los días estaban en guerra. En cualquier momento podrían ser atacados por cazadores, la Inquisición o cualquier enemigo del pasado. El recuerdo de Madame Bijou llegando el día de su boda no se borraría nunca de su mente, pues la muerte de Elora fue un duro golpe para él. Uno con el que aún tenía pesadillas. Tenía a su lado un gran clan, el bosque estaba protegido con la magia de Aletheia y él mismo estaba trabajando en controlar al lobo, pero todo parecía poco mientras sostenía aquella criatura entre sus brazos. Su instinto protector se había vuelto tan fuerte que ya había discutido en un par de ocasiones con Aletheia. No quería que fuera a la ciudad, más allá de las barreras que rodeaban el territorio todo le parecía peligroso.

Miró hacia el dormitorio donde Aletheia debía seguir durmiendo, pero un leve tirón en su cabello le hizo fijarse en el cálido ovillo que descansaba en su regazo. Tres meses tenía ya Viktor y seguía pareciéndole minúsculo.

—No te preocupes cachorro, tú solo date prisa en crecer. El capitán no dejará que nada malo te ocurra. Incluso si muero, volveré del infierno para estar a tu lado... — susurró acariciando con la nariz la frente del medio dormido niño.

por **Aletheia Brutus** Mar Sep 18, 2018 2:30 pm

El sonido de pasos desde el dormitorio le indicó al fino oído del lobo que su mujer estaba despierta. Apareció por el umbral de la puerta acabando de colocarse una bata sobre el camisón. Tenía el pelo revuelto y los ojos aun hinchados por el sueño, pero esbozó una sonrisa al verlos. Se acercó hasta ellos y se acomodó en el brazo del sillón, al costado de Leif, de forma que un brazo rodeaba los hombros del pirata y tenía libre la otra mano para acariciar la cabecita del bebé.
-Capitán –susurró, llamándole como hacía en la intimidad, con ese tono mimoso que convertía el apelativo en una caricia-, llevo un tiempo pensando algo… Y realmente este momento es tan bueno como otro cualquiera. Sé que te preocupa mi seguridad y la de Viktor, pero no podemos estar recluidos en el bosque. Aquí también hay peligros y… No me mires así, no pretendo ponerte de malas. Lo que quiero es buscar una solución. Y estaba pensando en Axel.

Acarició la mandíbula del pirata, obligándole a mirarla a los ojos, con una férrea determinación en ellos.
-Alex lidera a los cazadores. Tiene ojos y oídos en casi todas partes y hombres muy bien preparados que podrían auxiliarnos en caso de problemas. Y tú tienes un buen puñado de hombres que saben luchar y que pueden rastrear y moverse sin ser vistos. Podríamos establecer una alianza.

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