AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¡Justicia! // Privado - Drako
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¡Justicia! // Privado - Drako
Enfundada en su traje de cuero negro y rojo, el antifaz ocultando su rostro, el arco y carcaj a la espalda y la espada al cinto, Pentu salió de su escondite de un salto, cayendo desde una pequeña balconada al adoquinado suelo de aquella callejuela de barrio medio de la grandiosa ciudad que era París. Los orbes de la joven fulguraron dorados, recordándole a cualquiera que supiera de la existencia de seres sobrenaturales que, bajo aquella apariencia de mujer delgada y armada, se escondía una furiosa bestia.
El ser de la oscuridad se dio la vuelta, dejando caer al suelo el inerte cuerpo de una joven. Su cabello rubio quedó tendido como un abanico, ensuciándose al ir absorbiendo la negra humedad poco a poco. La loba hizo una mueca, arrugando la nariz y afiló su mirada, clavándola en aquel que había osado arrebatarle la vida a una inocente muchacha. No importaba la clase social a la que perteneciera o cuál fuera el trabajo que desempeñara. Ninguna chica merecía morir a manos de un despiadado engendro de la noche. Desenvainó su sable, empuñándolo con una única mano y con el extremo afilado señaló al cainita que estaba plantado a tres metros de distancia, relamiéndose los restos de sangre que quedaban aún en sus labios. -Esa pobre insensata será tu última víctima, monstruo.- Usó un tono autoritario, con el pecho hinchado, la espalda recta como un palo y el mentón alzado. Cuando vestía como la justiciera que era se crecía, se creía superior a la media, invencible a veces, aún sabiendo de sobra que era mortal. Pero era más resistente que la mayoría y sus heridas sanaban con mucha facilidad, siempre que no fueran hechas con plata pura o la ponzoñosa mordida de un cainita. Por ello vestía con ropas gruesas y difíciles de perforar por unos colmillos tan finos y remilgados como los de los hijos de la sangre.
Llevó también la zurda a asegurar el puño de la espada y deslizó un pie hacia atrás, buscando un mejor equilibrio antes de atacar. -Te crees inmortal, pero yo te demostraré que puedes alcanzar tu final como cualquier otro ser habido y por haber.- Sonrió bajo la máscara, de lado y mostró levemente sus dientes. La hoja de su arma era del metal más letal para todos, ella incluida, y además estaba lavada con agua bendita. Eso no era peligroso si sólo tocaba la piel, pero quemaba en la carne abierta de un vampiro, volviendo el dolor más sufrido.
El ser nocturno rio a carcajada limpia como si se tomara a broma las amenazas de aquella endeble chiquilla. Pentu iba a descubrirle un final inesperado, no tenía duda alguna al respecto. Flexionó ligeramente las rodillas y, haciendo uso de su fuerza y rapidez sobrenaturales, se impulsó para saltar sobre el endiablado cainita. Cuál fue su sorpresa al ver que, no sólo se apartaba con una velocidad nunca vista, sino que, justo en ese mismo instante, doblaba la esquina una inoportuna visita. -¡Mierda!- Gritó la loba a caer con una rodilla en el suelo. Resopló y al alzar el rostro, su mirada se cruzó con la de un hombre con el pelo medio largo, barba y un sable japonés a la cintura. ¿Un samurai? La muchacha había conocido mucho mundo en sus viajes y sus años en Asia le habían dejado una huella profunda que nunca se borraría.
El ser de la oscuridad se dio la vuelta, dejando caer al suelo el inerte cuerpo de una joven. Su cabello rubio quedó tendido como un abanico, ensuciándose al ir absorbiendo la negra humedad poco a poco. La loba hizo una mueca, arrugando la nariz y afiló su mirada, clavándola en aquel que había osado arrebatarle la vida a una inocente muchacha. No importaba la clase social a la que perteneciera o cuál fuera el trabajo que desempeñara. Ninguna chica merecía morir a manos de un despiadado engendro de la noche. Desenvainó su sable, empuñándolo con una única mano y con el extremo afilado señaló al cainita que estaba plantado a tres metros de distancia, relamiéndose los restos de sangre que quedaban aún en sus labios. -Esa pobre insensata será tu última víctima, monstruo.- Usó un tono autoritario, con el pecho hinchado, la espalda recta como un palo y el mentón alzado. Cuando vestía como la justiciera que era se crecía, se creía superior a la media, invencible a veces, aún sabiendo de sobra que era mortal. Pero era más resistente que la mayoría y sus heridas sanaban con mucha facilidad, siempre que no fueran hechas con plata pura o la ponzoñosa mordida de un cainita. Por ello vestía con ropas gruesas y difíciles de perforar por unos colmillos tan finos y remilgados como los de los hijos de la sangre.
Llevó también la zurda a asegurar el puño de la espada y deslizó un pie hacia atrás, buscando un mejor equilibrio antes de atacar. -Te crees inmortal, pero yo te demostraré que puedes alcanzar tu final como cualquier otro ser habido y por haber.- Sonrió bajo la máscara, de lado y mostró levemente sus dientes. La hoja de su arma era del metal más letal para todos, ella incluida, y además estaba lavada con agua bendita. Eso no era peligroso si sólo tocaba la piel, pero quemaba en la carne abierta de un vampiro, volviendo el dolor más sufrido.
El ser nocturno rio a carcajada limpia como si se tomara a broma las amenazas de aquella endeble chiquilla. Pentu iba a descubrirle un final inesperado, no tenía duda alguna al respecto. Flexionó ligeramente las rodillas y, haciendo uso de su fuerza y rapidez sobrenaturales, se impulsó para saltar sobre el endiablado cainita. Cuál fue su sorpresa al ver que, no sólo se apartaba con una velocidad nunca vista, sino que, justo en ese mismo instante, doblaba la esquina una inoportuna visita. -¡Mierda!- Gritó la loba a caer con una rodilla en el suelo. Resopló y al alzar el rostro, su mirada se cruzó con la de un hombre con el pelo medio largo, barba y un sable japonés a la cintura. ¿Un samurai? La muchacha había conocido mucho mundo en sus viajes y sus años en Asia le habían dejado una huella profunda que nunca se borraría.
Pentu Omega- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 22/09/2018
Re: ¡Justicia! // Privado - Drako
En mi cabeza retumbaba el punzante sonido del amuleto que pendía de mi cuello, ese que ahora prendido en fuego me indicaba la cercanía de mi objetivo. Mi estirpe se remonta en el tiempo hasta el siglo X donde los samuráis impartían justicia en Japón de mano del emperador.
Hombres de honor, de palabra y de silencios, aprendí el arte de la espada como ellos. Mi linaje se convirtió en cazadores ante el numero de seres nocturnos que devoraban aldeas indefensas y así surgió mi orden que se mantiene hasta esta época aunque por supuesto oculta pues los tiempos cambian y con ellos la verdad de las cosas.
París, andaba buscando al ultimo de mi lista, este había escapado y huido por todo el mundo de mi y ahora parecía alojarse en la ciudad francesa, esperaba no equivocarme y que fuera este y no otro el demonio de la noche al que debía dar caza y muerte, solo así podría regresar a mis tierras nuevamente.
Al girar la boca calle vi la tétrica escena del demente de piel fría y ojos rojos que recién alimentado plantaba cara renovado a la chica enmascarada. A sus pies inerte la victima, otra de entre las miles que aquellos seres se cobraban para seguir andando entre nosotros.
Si con ella se había atrevido, al ver como desenvainaba mi katana echando a correr hacia él supo que era mejor una retirada, pocos inmortales no conocían o no habían oído hablar de la orden del dragón, así que este decidió salir corriendo en otra dirección
Gruñí al alcanzar la posición de la dama perdiendo mis ojos mortales en la oscuridad de ese callejón que le había servido para darse a la fuga sin dejar rastro posible.
Mi medallón dejaba de brillar, claramente se me había escapado de nuevo.
Antes de envainar saje mi mano mientras murmuraba nuestro código.
-No me saques sin razón ni me envaines sin honor.
Hombres de honor, de palabra y de silencios, aprendí el arte de la espada como ellos. Mi linaje se convirtió en cazadores ante el numero de seres nocturnos que devoraban aldeas indefensas y así surgió mi orden que se mantiene hasta esta época aunque por supuesto oculta pues los tiempos cambian y con ellos la verdad de las cosas.
París, andaba buscando al ultimo de mi lista, este había escapado y huido por todo el mundo de mi y ahora parecía alojarse en la ciudad francesa, esperaba no equivocarme y que fuera este y no otro el demonio de la noche al que debía dar caza y muerte, solo así podría regresar a mis tierras nuevamente.
Al girar la boca calle vi la tétrica escena del demente de piel fría y ojos rojos que recién alimentado plantaba cara renovado a la chica enmascarada. A sus pies inerte la victima, otra de entre las miles que aquellos seres se cobraban para seguir andando entre nosotros.
Si con ella se había atrevido, al ver como desenvainaba mi katana echando a correr hacia él supo que era mejor una retirada, pocos inmortales no conocían o no habían oído hablar de la orden del dragón, así que este decidió salir corriendo en otra dirección
Gruñí al alcanzar la posición de la dama perdiendo mis ojos mortales en la oscuridad de ese callejón que le había servido para darse a la fuga sin dejar rastro posible.
Mi medallón dejaba de brillar, claramente se me había escapado de nuevo.
Antes de envainar saje mi mano mientras murmuraba nuestro código.
-No me saques sin razón ni me envaines sin honor.
Drako- Cazador Clase Media
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 28/05/2018
Re: ¡Justicia! // Privado - Drako
El samurai la ignoró por completo, desenvainando su espada y yendo directo a por el vampiro que, en cuanto le vio correr en su dirección, se dio media vuelta y usó su velocidad sobrehumana para escapar, dejando atrás a ambos enemigos. La loba se incorporó, clavando su afilada mirada en la silueta que, en esos instantes, le daba la espalda. Observó sus ropas, pesadas, demasiado para poder seguir con agilidad suficiente a un inmortal como ese. Incluso para ella que era un licántropo podía resultar complicado según el ser con el que se topara, más aún para un sencillo humano. -¿Eres cazador?- Quiso saber, justo después de escucharle murmurar una frase que ya había oído varias veces antes. Los samurais solían tener alguien a quien servir, un propósito, no iban por libre ni elegían sus misiones por cuenta propia. Así que si estaba allí y había desenvainado su sable, era por algún motivo muy concreto y ella, como la que había abierto el combate con el vampiro, esperaba poder saberlo.
Guardó la espada en su funda de piel curtida, pegada al cinto que le cruzaba el pecho y la espalda en diagonal. Quería demostrar que su intención no era atacar, sino mantener algo parecido a una conversación. Sabía que el ir con antifaz no le otorgaba, precisamente, apariencia de fiabilidad, pero dado que ya habían mostrado ambos partes de sus cartas al intentar matar a un cainita, tampoco creía que ese desconocido de pelo largo tuviera inconveniente en tratar con ella. -¿Qué hace un samurai tan lejos de sus orígenes?- En cuanto el hombre se dio la vuelta, pudo ver un medallón colgando de su cuello, por un instante, le pareció que éste brillaba, pero dudaba que ese fuera el caso, porque fue sólo una milésima de segundo y bien podía ser el reflejo de una de las teas que iluminaban la siguiente calle.
Pentu había visto muchas cosas a lo largo de su vida y no era de las que se cuestionaba cualquier cosa que creyera ver. Sabía que casi todo era posible en un mundo como aquel, donde los seres de la noche acechaban entre las sombras y donde, ella misma, tres noches al mes se convertía en una bestia asesina. Aún así, tampoco andaba señalando con el dedo y acusando a cualquiera que se cruzara en su camino. Era una persona, habitualmente, tranquila y pensativa que le daba muchas vueltas a sus planes. Pero cuando se ponía el sol y cubría su rostro con la máscara, a veces sentía que su personalidad cambiaba.
Guardó la espada en su funda de piel curtida, pegada al cinto que le cruzaba el pecho y la espalda en diagonal. Quería demostrar que su intención no era atacar, sino mantener algo parecido a una conversación. Sabía que el ir con antifaz no le otorgaba, precisamente, apariencia de fiabilidad, pero dado que ya habían mostrado ambos partes de sus cartas al intentar matar a un cainita, tampoco creía que ese desconocido de pelo largo tuviera inconveniente en tratar con ella. -¿Qué hace un samurai tan lejos de sus orígenes?- En cuanto el hombre se dio la vuelta, pudo ver un medallón colgando de su cuello, por un instante, le pareció que éste brillaba, pero dudaba que ese fuera el caso, porque fue sólo una milésima de segundo y bien podía ser el reflejo de una de las teas que iluminaban la siguiente calle.
Pentu había visto muchas cosas a lo largo de su vida y no era de las que se cuestionaba cualquier cosa que creyera ver. Sabía que casi todo era posible en un mundo como aquel, donde los seres de la noche acechaban entre las sombras y donde, ella misma, tres noches al mes se convertía en una bestia asesina. Aún así, tampoco andaba señalando con el dedo y acusando a cualquiera que se cruzara en su camino. Era una persona, habitualmente, tranquila y pensativa que le daba muchas vueltas a sus planes. Pero cuando se ponía el sol y cubría su rostro con la máscara, a veces sentía que su personalidad cambiaba.
Pentu Omega- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 22/09/2018
Re: ¡Justicia! // Privado - Drako
La enmascarada que ya se había puesto en pie no se esfumó como esperaba, si no que hundiendo en mis ojos aquella parda mirada me preguntó si era cazador.
Bajé la cabeza en un respetuoso saludo, si algo me habían enseñado era educación.
-Mi nombre es Drakko, vengo desde Japón persiguiendo a esta criatura escurridiza, es mi misión.
Supuse que con esa respuesta se valdría para saber que pertenecía a una antigua orden de samuráis que daban caza y muerte a seres como ese, inmortales, licanos, nosferatu, abundaban los seres de la noche que destrozaban a la raza humana.
-¿Sois cazadora? -pregunté recorriendo con mi mirada su cuerpo curvilíneo, no tardé en avergonzarme de ese hecho, no era honorable ese comportamiento para con una dama, claro que nuestras mujeres eran muy distintas a esa, señoras de su casa, serviciales para mantener al hombre en un estado de paz constante. Los samuráis nos regíamos por férreos códigos, nuestras mujeres se encargaban de darnos tranquilidad para que pudiéramos ejecutar la difícil labor del modo correcto para mantener a salvo a la humanidad.
Sus ojos bajaron hasta mi medallon, ese que ahora se apagaba sin mas al perder el rastro del escurridizo inmortal.
-Ese vampiro es un sádico asesino, ha dejado un reguero de cadáveres por todo el mundo, llevó tras él cerca de un año, pertenezco a una orden antigua que se encarga de dar caza y muerte a peligrosos seres de la noche.
Busque algún símbolo que la identificara, sabía que muchos eran los cazadores de París, de echo había varias ordenes conocidas que bien podrían darme cobijo para que no tuviera que quedarme en el motel en el que me había alojado.
-¿pertenecéis a alguna de las ordenes de París? -pregunté con curiosidad -desconocía que cazabais con mascara ¿es para evitar represarías?
No acaba de entender la cultura de aquellos occidentales.
Bajé la cabeza en un respetuoso saludo, si algo me habían enseñado era educación.
-Mi nombre es Drakko, vengo desde Japón persiguiendo a esta criatura escurridiza, es mi misión.
Supuse que con esa respuesta se valdría para saber que pertenecía a una antigua orden de samuráis que daban caza y muerte a seres como ese, inmortales, licanos, nosferatu, abundaban los seres de la noche que destrozaban a la raza humana.
-¿Sois cazadora? -pregunté recorriendo con mi mirada su cuerpo curvilíneo, no tardé en avergonzarme de ese hecho, no era honorable ese comportamiento para con una dama, claro que nuestras mujeres eran muy distintas a esa, señoras de su casa, serviciales para mantener al hombre en un estado de paz constante. Los samuráis nos regíamos por férreos códigos, nuestras mujeres se encargaban de darnos tranquilidad para que pudiéramos ejecutar la difícil labor del modo correcto para mantener a salvo a la humanidad.
Sus ojos bajaron hasta mi medallon, ese que ahora se apagaba sin mas al perder el rastro del escurridizo inmortal.
-Ese vampiro es un sádico asesino, ha dejado un reguero de cadáveres por todo el mundo, llevó tras él cerca de un año, pertenezco a una orden antigua que se encarga de dar caza y muerte a peligrosos seres de la noche.
Busque algún símbolo que la identificara, sabía que muchos eran los cazadores de París, de echo había varias ordenes conocidas que bien podrían darme cobijo para que no tuviera que quedarme en el motel en el que me había alojado.
-¿pertenecéis a alguna de las ordenes de París? -pregunté con curiosidad -desconocía que cazabais con mascara ¿es para evitar represarías?
No acaba de entender la cultura de aquellos occidentales.
Drako- Cazador Clase Media
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 28/05/2018
Re: ¡Justicia! // Privado - Drako
El hombre hablaba en tono grave y de manera pausada. Era algo que caracterizaba a los samuráis con los que ya se había cruzado ella durante sus viajes. Eran meticulosos y nunca desenvainaban sin motivo, por eso musitaban aquella frase que le había escuchado decir al desconocido, que se acababa de presentar como Drako, mientras se hacía un corte en la mano y volvía a resguardar su sagrada katana.
Sonrió al escucharle preguntar si era cazadora. Ella se movía todo el rato, incapaz de estarse quieta. Era opuestos, Pentu nerviosa, una depredadora, y ese hombre un remanso de calma a pesar de lo que acababa de ocurrir hacía a penas unos instantes. -Podría decirse que lo soy, pero no, no pertenezco a ninguna orden. En el pasado formé parte de… algo, por así decirlo. Pero los tiempos cambian y con el transcurso de los sucesos descubres de qué pasta están hechos aquellos en los que confías.- Se encogió de hombros.
Se detuvo cuando estuvo, una vez más, frente al samurái, le rondaba para un lado y para el otro y él debía ir girando la cabeza para seguirle los pasos. -No sé el reguero de cadáveres que habrá ido dejando desde Japón, pero aquí no era su primera víctima y seguí su rastro hasta este callejón hoy noche. Quería darle caza, pero vuestra presencia me sorprendió y le perdí.- Ella aún tenía el sable en la mano y fue entonces que lo llevó hacia la espalda y lo envainó cruzado con el carcaj y el arco que esperaban allí a ser utilizados en cuanto fuera necesario. -¿Cómo es que le venís siguiendo desde tan lejos? ¿Qué tenía ese cainita de especial para haceros abandonar vuestra patria donde, seguramente, haya más chupasangres acechando a los indefensos ciudadanos?- Cada frase que se decían hacía crecer más la curiosidad de la loba. Era algo innato de su raza, porque los perros siempre eran muy despiertos para ese tipo de cosas.
Echó la mano al pequeño zurrón que colgaba de su cinto y de él sacó un trozo de cecina. Lo partió en dos de un seco tirón y tendió uno de los pedazos en dirección al moreno. -¿Quieres? A mí pelear me da siempre hambre.- Comentó con tranquilidad, dándole un buen mordisco a la carne curada y la masticó despacio con la boca cerrada. Podía ser un licántropo pero tenía educación y maneras. En Egipto, allí donde la criaron para ser su arma oculta, aquella a la que manipularan a su antojo para controlar a los poderosos, le enseñaron a tratar con la nobleza de cualquier parte del mundo y varios idiomas. Muchas cosas no podía agradecerles porque, a fin de cuentas la habían engañado desde niña, pero al menos en lo que a educación hacía referencia, se habían lucido.
Sonrió al escucharle preguntar si era cazadora. Ella se movía todo el rato, incapaz de estarse quieta. Era opuestos, Pentu nerviosa, una depredadora, y ese hombre un remanso de calma a pesar de lo que acababa de ocurrir hacía a penas unos instantes. -Podría decirse que lo soy, pero no, no pertenezco a ninguna orden. En el pasado formé parte de… algo, por así decirlo. Pero los tiempos cambian y con el transcurso de los sucesos descubres de qué pasta están hechos aquellos en los que confías.- Se encogió de hombros.
Se detuvo cuando estuvo, una vez más, frente al samurái, le rondaba para un lado y para el otro y él debía ir girando la cabeza para seguirle los pasos. -No sé el reguero de cadáveres que habrá ido dejando desde Japón, pero aquí no era su primera víctima y seguí su rastro hasta este callejón hoy noche. Quería darle caza, pero vuestra presencia me sorprendió y le perdí.- Ella aún tenía el sable en la mano y fue entonces que lo llevó hacia la espalda y lo envainó cruzado con el carcaj y el arco que esperaban allí a ser utilizados en cuanto fuera necesario. -¿Cómo es que le venís siguiendo desde tan lejos? ¿Qué tenía ese cainita de especial para haceros abandonar vuestra patria donde, seguramente, haya más chupasangres acechando a los indefensos ciudadanos?- Cada frase que se decían hacía crecer más la curiosidad de la loba. Era algo innato de su raza, porque los perros siempre eran muy despiertos para ese tipo de cosas.
Echó la mano al pequeño zurrón que colgaba de su cinto y de él sacó un trozo de cecina. Lo partió en dos de un seco tirón y tendió uno de los pedazos en dirección al moreno. -¿Quieres? A mí pelear me da siempre hambre.- Comentó con tranquilidad, dándole un buen mordisco a la carne curada y la masticó despacio con la boca cerrada. Podía ser un licántropo pero tenía educación y maneras. En Egipto, allí donde la criaron para ser su arma oculta, aquella a la que manipularan a su antojo para controlar a los poderosos, le enseñaron a tratar con la nobleza de cualquier parte del mundo y varios idiomas. Muchas cosas no podía agradecerles porque, a fin de cuentas la habían engañado desde niña, pero al menos en lo que a educación hacía referencia, se habían lucido.
Pentu Omega- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 9
Fecha de inscripción : 22/09/2018
Re: ¡Justicia! // Privado - Drako
La joven parecía estar llena de curiosidad, supongo que era lo normal pues en occidente pocos eran los hombres que controlaban el arte de la espada.
Según decía iba por libre ya que si un día si perteneció a una orden ahora se había alejado de sus doctrinas.
-¿eres una renegada? -pregunté sin dejar de hundir en sus ojos mi mirada buscando la sinceridad que yo ostentaba.
La enmascarada sacó un trozo de cecina de su zurrón ofreciéndome un pedazo, uno que yo rechacé con suma educación, no acostumbraba a comer fuera de horas, ni a beber mas de la cuenta, mi doctrina era estricta.
-De allí de a donde vengo es un deshonor que una presa logre burlarnos, una vez queda marcada solo una cosa nos separa, su muerte o la propia, así que le seguiré hasta acabar con ese chupa sangres.
Tenía que reconocerle al vampiro que era escurridizo y como todos los inmortales un demente asesino, había dejado un buen reguero de sangre en mi patria y en todas las que había pisado, su patrón era algo complicado de conocer porque actuaba por impulsos mas que por razones, así que adelantarse a sus ataques era demasiado difícil pues cada vez lo hacía de un modo distinto.
-Tened cuidado mi señora, este inmortal es peligroso y vengativo -dije doblando la cintura para llevar mi espalda hacia delante como despedida.
-¡Espera! -escuché a mis espaldas logrando que me detuviera de nuevo mirándola por encima del hombro – ¿necesitáis algo mi señora? -pregunté
Pocas eran en mi país las mujeres que se dedicaban a la caza así que debía admitir que esta me llamaba sumamente la atención, eso y la mascara que la convertía en un ser casi mitológico.
La joven era decidida, acostumbrado a las nuestras mucho mas acostumbradas a complacer y a no hablar de mas me llamó la atención que me invitara a cenar con ella para que pudiera contarle mas cosas de mi orden.
-¿y eso no os supondrá un conflicto con vuestro esposo?
Drako- Cazador Clase Media
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 28/05/2018
Re: ¡Justicia! // Privado - Drako
Los samuráis eran conocidos por sus votos de silencio, por ser hombres rigurosos, nobles y discretos. Había estado unos cuantos meses en Japón y además de aprender nociones básicas del idioma, se había inmerso por completo en su cultura, en aquellas partes que más captaron su atención y le parecieron más interesantes. Obviamente las órdenes de guerreros habían sido uno de los puntos clave, sin embargo cada una tenía su propio código moral y era imposible conocer a fondo la intrincada manera que tenían de relacionarse esos hombres con sus amos, pues todos obedecían a un señor, al suyo, a aquel que les daba órdenes y al que le juraban protección y respeto. Nada tenía que ver aquello con la secta que a ella la había sometido, pero algo sí tenían en común y es que aquellos que la doblegaron durante años esperaban de ella lo mismo que el señor de sus samuráis. La diferencia radicaba en que no ofrecían lo mismo a cambio de esa lealtad.
Le detuvo, intrigada por ver si podía conocer más sobre ese hombre y la orden a la que pertenecía. Era muy curiosa y ya que ella no tenía a nadie a quien obedecer, era libre de moverse a su aire por la ciudad francesa y de regresar al hostal que ocupaba a la hora que quisiera. La pregunta ajena le hizo sonreír ladinamente al tiempo en que negaba. -No estoy casada, soy una repudiada soltera.- No era del todo cierto, no de ese modo, al menos, pero sí estaba soltera y era cierto que no tenía pretendientes que la buscaran, no al menos como lo que ella era, aunque era hermosa y la atención sí llamaba cuando no portaba la máscara. Dejó caer la capucha, exponiendo sus cabellos castaños que llevaba recogidos en un moño para que no le molestaran durante el combate.
-Acompañadme a cenar. Se caza mejor con el estómago lleno y los sentidos repletos de energía por el alimento.- Aseguró la chica, al tiempo en que se desabrochaba la chaqueta de cuero rojo que portaba y dejaba expuesta una camisa blanca que llevaba debajo. También se quitó el antifaz, antes de mirar al contrario por encima del hombro. -Confío en vuestra discreción.- Debía aparentar ser una dama normal si iban a comer a alguna parte, porque sino llamaría demasiadas atenciones indeseadas y un montón de preguntas que no ansiaba. Sólo una joven normal podría ir a buscar algo para comer, aunque siendo ese hombre de armadura su acompañante, poco discretos iban a ser. -¿Qué os parece si voy a buscar algo y nos reunimos en el parque en media hora?- Dudaba que el guerrero deseara ser el centro de las miradas tampoco, así que intentaba facilitarle un poco la salida de la manera más lógica y agradable posible.
Le detuvo, intrigada por ver si podía conocer más sobre ese hombre y la orden a la que pertenecía. Era muy curiosa y ya que ella no tenía a nadie a quien obedecer, era libre de moverse a su aire por la ciudad francesa y de regresar al hostal que ocupaba a la hora que quisiera. La pregunta ajena le hizo sonreír ladinamente al tiempo en que negaba. -No estoy casada, soy una repudiada soltera.- No era del todo cierto, no de ese modo, al menos, pero sí estaba soltera y era cierto que no tenía pretendientes que la buscaran, no al menos como lo que ella era, aunque era hermosa y la atención sí llamaba cuando no portaba la máscara. Dejó caer la capucha, exponiendo sus cabellos castaños que llevaba recogidos en un moño para que no le molestaran durante el combate.
-Acompañadme a cenar. Se caza mejor con el estómago lleno y los sentidos repletos de energía por el alimento.- Aseguró la chica, al tiempo en que se desabrochaba la chaqueta de cuero rojo que portaba y dejaba expuesta una camisa blanca que llevaba debajo. También se quitó el antifaz, antes de mirar al contrario por encima del hombro. -Confío en vuestra discreción.- Debía aparentar ser una dama normal si iban a comer a alguna parte, porque sino llamaría demasiadas atenciones indeseadas y un montón de preguntas que no ansiaba. Sólo una joven normal podría ir a buscar algo para comer, aunque siendo ese hombre de armadura su acompañante, poco discretos iban a ser. -¿Qué os parece si voy a buscar algo y nos reunimos en el parque en media hora?- Dudaba que el guerrero deseara ser el centro de las miradas tampoco, así que intentaba facilitarle un poco la salida de la manera más lógica y agradable posible.
Pentu Omega- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 9
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