Vir Haar Glimlag · For Her Smile...

uchos no comprenderán por qué alguien abandonaría el supuestamente deseado "calor" de una familia ya establecida, por la incertidumbre que espera a cualquier persona que emigra a otro país en busca de comenzar una vida nueva. No conciben que alejarse de algo tan opresor como un matrimonio forzado sea motivo necesario para renunciar a los beneficios que, a la larga, reportan ese tipo de uniones. No es algo que critique, ni que contradiga. Tienen razón: hubiera sido más fácil para mi, y mucho más cómodo, simplemente agachar la cabeza y aceptar el castigo, a pesar de no merecerlo, si ello significaba continuar perteneciendo a una comunidad, a una "familia", en la que había nacido, y crecido. De hecho, todas las enseñanzas que me habían inculcado me deberían haber empujado a hacer precisamente eso. Como mujer, como hembra a disposición de mi hombre, de mi esposo, ser sumisa formó también parte de mi aprendizaje. Y era un rol y una actitud que había acatado, al menos, al principio. Al menos, hasta que las injusticias salpicaron a mi hija. Entonces, ahí, no me quedó más remedio que reaccionar.


us perspectivas cambian inevitablemente cuando te conviertes en madre. Para tus hijos quieres un futuro mejor que el que tú una vez tuviste, y a pesar de que yo estaba cómoda (porque no había conocido nada diferente) en el mundo en el que me había tocado vivir, no podía concebir la idea de que culparan a mi hija, a mi inocente pequeña, de un crimen que ni siquiera yo había cometido. Simplemente por ser diferente, pidieron su expulsión, su muerte, acusándola de MI adulterio. Un adulterio que no tuvo lugar, pero esa verdad a nadie le importa. Y el castigo ni siquiera debería haber sido impuesto a ella, sino a mi, en todo caso. Pero así no es como funcionan las cosas en una manada. Ahí me di cuenta de lo que realmente estaba mal en comparación con el resto del mundo: en las sociedades, se puede odiar a la descendencia venida de otros amantes, pero el asesinato seguía estando mal visto. En el mundo animal, asesinar a los niños nacidos de otras uniones y sustituirlos por los del nuevo compañero era una práctica normal, que se veía lógica. Pero ella es mía. No nació del amor, sino de la unión de un esposo que jamás creyó en mis palabras, sin embargo es mía, nuestra, en todos sus aspectos. Y jamás permitiría que nada ni nadie la dañara. Ni siquiera él. Ni siquiera por la estabilidad de permanecer donde siempre había estado por miedo al cambio.


over cielo y tierra no me importa. Trabajar de Sol a Sol tampoco. Si con ello su seguridad está garantizada. Entonces, viéndolo desde esa perspectiva, mi decisión es la más sencilla del mundo.

Thanks ∑Θ