AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La brújula de la muerte (privado)
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La brújula de la muerte (privado)
Me coloqué los guantes de plástico, sobre la camilla metálica de la morgue estaba el ultimo cuerpo que nos habían traído aquella misma noche, la policía estaba investigando su muerte pues aunque según la viuda se lo había encontrado muerto en la cama al despertar, mi hermana dudaba de las causas naturales de aquel fallecimiento. La viuda se presentaba terriblemente apenada pero el oportuno accidente, pronto heredaría una fortuna y las malas lenguas hablaban de que se veía con un chico de los bajos fondos, un amante.
Observé el cuerpo, era importante fijarse en cada detalle, pero pronto fui interrumpido por mi preciosa hermana que con esa sonrisa ladeada entró en mi lugar de trabajo como si nada.
-Puedes esperar fuera -le pedí señalando la puerta -puedes contaminar esto -le recordé mientras ella negaba con la cabeza
-mueve le culo hermano, ha habido un asesinato en la sirena borracha y al parecer ha sido una autentica masacre, el callejón esta salpicado de sangre y carnaza, así que necesitamos un buen forense.
Aquello me olía a caso sobrenatural, así que cubrí de nuevo el cuerpo con el que me disponía a trabajar y quitándome los guantes salí tras mi hermana rumbo a aquel antro que había en el puerto.
El lugar estaba lleno de civiles, publico que o porque estaban ya en el lugar del crimen o porque habían ido acudiendo llenos de curiosidad miraban todo desde al otro lado de la zona acordonada.
Mi hermana pasó y con una seña pidió a uno de sus hombres que me permitieran acceder con ella, los periodistas que no eran pocos hacían preguntas que mi hermana omitió mientras en la puerta de la sirena borracha una dama de labios rojos y media melena castaña respondía las preguntas de uno de los compañeros de mi hermana.
La miré de reojo al pasar, en ese instante nuestras miradas chocaron pro un instante, breve, mentía, sus pupilas estaban dilatadas, se humedecía los labios con frecuencia como si tuviera la boca seca y su frente ligeramente perlada en sudor, apenas perceptible, mentía.
Seguí a mi hermana hasta el callejón, el hedor era insoportable, pero nada comparado con la gore escena, una prostituta estaba completamente destripada, con los órganos por fuera, caminé hacia el cuerpo mientras uno de los policías echaba a un lado la pota.
-Podrías hermana pedir que saquen de aquí a todo aquel que no pueda mantener dentro sus propios fluidos -ordené.
Yo me tomaba muy en serio mi trabajo.
Observé el cuerpo, era importante fijarse en cada detalle, pero pronto fui interrumpido por mi preciosa hermana que con esa sonrisa ladeada entró en mi lugar de trabajo como si nada.
-Puedes esperar fuera -le pedí señalando la puerta -puedes contaminar esto -le recordé mientras ella negaba con la cabeza
-mueve le culo hermano, ha habido un asesinato en la sirena borracha y al parecer ha sido una autentica masacre, el callejón esta salpicado de sangre y carnaza, así que necesitamos un buen forense.
Aquello me olía a caso sobrenatural, así que cubrí de nuevo el cuerpo con el que me disponía a trabajar y quitándome los guantes salí tras mi hermana rumbo a aquel antro que había en el puerto.
El lugar estaba lleno de civiles, publico que o porque estaban ya en el lugar del crimen o porque habían ido acudiendo llenos de curiosidad miraban todo desde al otro lado de la zona acordonada.
Mi hermana pasó y con una seña pidió a uno de sus hombres que me permitieran acceder con ella, los periodistas que no eran pocos hacían preguntas que mi hermana omitió mientras en la puerta de la sirena borracha una dama de labios rojos y media melena castaña respondía las preguntas de uno de los compañeros de mi hermana.
La miré de reojo al pasar, en ese instante nuestras miradas chocaron pro un instante, breve, mentía, sus pupilas estaban dilatadas, se humedecía los labios con frecuencia como si tuviera la boca seca y su frente ligeramente perlada en sudor, apenas perceptible, mentía.
Seguí a mi hermana hasta el callejón, el hedor era insoportable, pero nada comparado con la gore escena, una prostituta estaba completamente destripada, con los órganos por fuera, caminé hacia el cuerpo mientras uno de los policías echaba a un lado la pota.
-Podrías hermana pedir que saquen de aquí a todo aquel que no pueda mantener dentro sus propios fluidos -ordené.
Yo me tomaba muy en serio mi trabajo.
Úlises Brodeur- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 28/10/2018
Re: La brújula de la muerte (privado)
París no era, precisamente, la central del crimen, pero en la última década había dado un giro siniestro que sumiera a la supuesta ciudad de la luz en una tenebrosa oscuridad cargada de sangre y vísceras. Cada ver era más frecuente encontrar cadáveres destripados en las calles, normalmente gente de clase baja, huérfanos, prostitutas o gitanos. Personas por las que pocos acudirían a la policía o bien porque nadie les echaría de menos o porque, los familiares, no se fiarían de los uniformados de clase media y alta que conformaban el cuerpo.
Coralie entró en el sótano de la comisaría, allí donde los forenses examinaban los cuerpos para confirmar si sus muertes eran o no accidentales. Su hermano era uno de los que allí trabajaba, había regresado de su prolongada estancia en Inglaterra hacía poco más de un año y desde entonces que se habían puesto al día sobre muchas cosas, porque el contacto por carta, aunque constante, había sido escaso y ninguno de los dos era precisamente novelista como para dárselas de detallista en la escritura, así que se habían dedicado a contarse lo justo y necesario durante demasiados años.
-Mueve el culo, Ulises, tenemos un cadáver en La Sirena Borracha. Es de los que te gustan con las paredes salpicadas de vísceras y todas esas cosas que te excitan.- Obviamente bromeaba, aunque fuera de manera macabra, pero para ganarse el respeto de sus hombres debía ser una mujer dura y, aparentemente, impenetrable. No se andaba con remilgos ni tonterías, ni siquiera se cubría la nariz cuando estaban en una escena del crimen pestilente como a la que estaban a punto de hacer frente.
Una vez en el callejón, se agachó junto a la víctima, una joven de unos veinti pocos años, complexión media, desnuda y abierta en canal, además de medio despedazada. Ella había llegado antes, puesto que su hermano se había quedado guardando el otro cuerpo que tenía sobre la mesa de examen en su estante correspondiente. Alzó la vista, viéndole al otro lado del cordón policial y con un gesto de cabeza a uno de los guardias, le permitieron pasar. -Parece ser que trabajaba en la taberna como mesera desde hacía poco. Antes era prostituta en el burdel La Passion que hay a siete calles.- Se incorporó, apoyando ambas manos en las rodillas y se colocó junto al forense. -A simple vista, ¿qué opinas?- Sabía que debía tomarle la temperatura a los órganos y hacer diversos exámenes antes de hacer un pronóstico más ajustado, pero sabía que Ulises era muy observador, igual que ella, y esa carnicería no parecía hecha a manos de un hombre, sino de una bestia. ¿A caso habría escapado algún oso del circo gitano y había decidido hacer malabares con la muchacha?
Coralie entró en el sótano de la comisaría, allí donde los forenses examinaban los cuerpos para confirmar si sus muertes eran o no accidentales. Su hermano era uno de los que allí trabajaba, había regresado de su prolongada estancia en Inglaterra hacía poco más de un año y desde entonces que se habían puesto al día sobre muchas cosas, porque el contacto por carta, aunque constante, había sido escaso y ninguno de los dos era precisamente novelista como para dárselas de detallista en la escritura, así que se habían dedicado a contarse lo justo y necesario durante demasiados años.
-Mueve el culo, Ulises, tenemos un cadáver en La Sirena Borracha. Es de los que te gustan con las paredes salpicadas de vísceras y todas esas cosas que te excitan.- Obviamente bromeaba, aunque fuera de manera macabra, pero para ganarse el respeto de sus hombres debía ser una mujer dura y, aparentemente, impenetrable. No se andaba con remilgos ni tonterías, ni siquiera se cubría la nariz cuando estaban en una escena del crimen pestilente como a la que estaban a punto de hacer frente.
Una vez en el callejón, se agachó junto a la víctima, una joven de unos veinti pocos años, complexión media, desnuda y abierta en canal, además de medio despedazada. Ella había llegado antes, puesto que su hermano se había quedado guardando el otro cuerpo que tenía sobre la mesa de examen en su estante correspondiente. Alzó la vista, viéndole al otro lado del cordón policial y con un gesto de cabeza a uno de los guardias, le permitieron pasar. -Parece ser que trabajaba en la taberna como mesera desde hacía poco. Antes era prostituta en el burdel La Passion que hay a siete calles.- Se incorporó, apoyando ambas manos en las rodillas y se colocó junto al forense. -A simple vista, ¿qué opinas?- Sabía que debía tomarle la temperatura a los órganos y hacer diversos exámenes antes de hacer un pronóstico más ajustado, pero sabía que Ulises era muy observador, igual que ella, y esa carnicería no parecía hecha a manos de un hombre, sino de una bestia. ¿A caso habría escapado algún oso del circo gitano y había decidido hacer malabares con la muchacha?
Coralie Brodeur- Humano Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 27/10/2018
Re: La brújula de la muerte (privado)
Así como la posada siempre estaba abierta, la taberna sí cerraba sus puertas desde las cinco de la madrugada hasta las ocho, cuando todo se ponía de nuevo en marcha para preparar los desayunos para los que allí se hospedaban. Faye, aquel día al cerrar, se había dirigido al puerto a buscar algo de material, pues un pirata al que conocía había atracado la noche anterior y traía un excelente ron del otro lado del charco. A la rubia le gustaba tener buenos licores en su local, así destacaba entre los demás y hacía felices a sus clientes, logrando que estos volvieran más veces.
La pirata era fuerte a pesar de su aspecto, pues se había pasado la vida sirviendo a otros, cargando objetos y corriendo de un lado para otro. Llegaba cargada con una caja grande y doce botellas envueltas en paja en sus respectivos cajones del recipiente, cuando vio la multitud asomando cerca del callejón trasero del que era su negocio y, además, su casa. Frunció el ceño, acelerando el paso y se abrió camino a empujones. Fue entonces cuando la vio a ella, tendida en el suelo en una postura de lo más antinatural. Tenía las costillas abiertas y los intestinos se desparramaban por un lateral del cuerpo. -¡¿Qué demonios ha ocurrido?!- Exigió saber. Y su voz elevada llamó la atención de los que andaban trabajando en la zona acordonada, detalle en el que la egipcia ni se había fijado siquiera, pero poco le importaba, se saltaría ese límite cuando le diera la gana, que por algo La Sirena Borracha era su maldita posada.
Una mujer se le acercó y le preguntó que quién era. -Ese antro es mío y esa chica era mi mesera.- Aseguró. Coralie le levantó el cordón policial para que pasara, necesitaba hacerle algunas preguntas o eso decía ella. -¿Una mujer policía?- La rubia enarcó una ceja dudosa. Vivían en un mundo misógino y las hembras allí no tenían cabida más que para abrirse de piernas o fregar casas. Ella lo sabía bien, le había costado mucho hacerse un hueco en París, mas aún como dueña de un negocio que siempre estaba lleno de hombres beodos. Pero se había hecho respetar a base de mano dura, metafórica y literalmente. -No sólo soy policía, sino que soy la jefa de la comisaría.- Faye dibujó una sonrisa en sus labios. Empezaba a caerle bien la tía, fuera quien fuera, porque si se había abierto camino en un lugar como ese, merecía cierta admiración al menos. -¿Qué puede decirnos de la víctima?- La morena sacó una libreta y un carboncillo para tomar nota. La pirata, apoyó la gran caja sobre el alféizar de una de las ventanas de la taberna y enfrentó la mirada ajena. -Llevaba dos semanas trabajando para mí, se llama... Llamaba Romie y creo que tenía veintidós años. Antes... Antes trabajaba en el burdel La Passion.- Desvió la mirada hacia el cadáver y sus cejas se inclinaron, mostrando tristeza. -Qué jodida mierda... justo acababa de empezar a vivir como un ser humano y van y...- Soltó un gruñido, antes de volver a fijar sus orbes en los de la policía. -Más vale que encontréis pronto al desgraciado que le ha hecho esto, porque nadie toca a mis chicas. Nadie.- Su tono sonó claramente amenazante, no hacia los presentes, sino hacia quien fuera que había hecho aquella masacre. -Si me cruzo a ese cabronazo por la calle, no llegaréis a esposarle.- Añadió como punto final a la conversación y agarró de nuevo la caja para desaparecer por la puerta, antes de mirar al hombre que, agachado junto a la pobre muerta, parecía observarla ahora a ella.
La pirata era fuerte a pesar de su aspecto, pues se había pasado la vida sirviendo a otros, cargando objetos y corriendo de un lado para otro. Llegaba cargada con una caja grande y doce botellas envueltas en paja en sus respectivos cajones del recipiente, cuando vio la multitud asomando cerca del callejón trasero del que era su negocio y, además, su casa. Frunció el ceño, acelerando el paso y se abrió camino a empujones. Fue entonces cuando la vio a ella, tendida en el suelo en una postura de lo más antinatural. Tenía las costillas abiertas y los intestinos se desparramaban por un lateral del cuerpo. -¡¿Qué demonios ha ocurrido?!- Exigió saber. Y su voz elevada llamó la atención de los que andaban trabajando en la zona acordonada, detalle en el que la egipcia ni se había fijado siquiera, pero poco le importaba, se saltaría ese límite cuando le diera la gana, que por algo La Sirena Borracha era su maldita posada.
Una mujer se le acercó y le preguntó que quién era. -Ese antro es mío y esa chica era mi mesera.- Aseguró. Coralie le levantó el cordón policial para que pasara, necesitaba hacerle algunas preguntas o eso decía ella. -¿Una mujer policía?- La rubia enarcó una ceja dudosa. Vivían en un mundo misógino y las hembras allí no tenían cabida más que para abrirse de piernas o fregar casas. Ella lo sabía bien, le había costado mucho hacerse un hueco en París, mas aún como dueña de un negocio que siempre estaba lleno de hombres beodos. Pero se había hecho respetar a base de mano dura, metafórica y literalmente. -No sólo soy policía, sino que soy la jefa de la comisaría.- Faye dibujó una sonrisa en sus labios. Empezaba a caerle bien la tía, fuera quien fuera, porque si se había abierto camino en un lugar como ese, merecía cierta admiración al menos. -¿Qué puede decirnos de la víctima?- La morena sacó una libreta y un carboncillo para tomar nota. La pirata, apoyó la gran caja sobre el alféizar de una de las ventanas de la taberna y enfrentó la mirada ajena. -Llevaba dos semanas trabajando para mí, se llama... Llamaba Romie y creo que tenía veintidós años. Antes... Antes trabajaba en el burdel La Passion.- Desvió la mirada hacia el cadáver y sus cejas se inclinaron, mostrando tristeza. -Qué jodida mierda... justo acababa de empezar a vivir como un ser humano y van y...- Soltó un gruñido, antes de volver a fijar sus orbes en los de la policía. -Más vale que encontréis pronto al desgraciado que le ha hecho esto, porque nadie toca a mis chicas. Nadie.- Su tono sonó claramente amenazante, no hacia los presentes, sino hacia quien fuera que había hecho aquella masacre. -Si me cruzo a ese cabronazo por la calle, no llegaréis a esposarle.- Añadió como punto final a la conversación y agarró de nuevo la caja para desaparecer por la puerta, antes de mirar al hombre que, agachado junto a la pobre muerta, parecía observarla ahora a ella.
Última edición por Faye el Mar Nov 06, 2018 12:13 pm, editado 1 vez
Faye- Humano Clase Baja
- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 07/10/2017
Localización : .
Re: La brújula de la muerte (privado)
Centré mi mirada en el cuerpo destripado mientras mi hermana interrogaba a una recién llegada mujer que al parecer era la dueña de la sirena borracha. Ademas de mostrar un fuerte carácter y una belleza extraordinaria también enseñaba su falta de cordura ya que prodigaba una sarta de amenazas hacía el desgraciado que había matado a la joven mesera frente a una policía.
Lo que sacó mi hermana en claro es que hace relativamente poco era prostituta, llevaba trabajando en aquel lugar unos días y era la misma Faye la que la había sacado de ese tipo de vida.
-Señorita -dije alzando la mirada del cuerpo cuando se giró con brío para largarse de allí -no se vaya muy lejos, tendremos que hacerle mas preguntas a usted y a sus camareras.
La escuché resoplar hundiendo en mis pardos su mirada por unos instantes antes de volver a darse la vuelta y largarse haciéndose retumbar sus tacones contra el embaldosado suelo.
-¡Mujeres! -dije antes de devolver mis ojos al cadáver ladenaod la sonrisa al escuchar resoplar a mi hermana tras mi comentario.
Vamos a ver, la chica no vino sola hasta aquí, teniendo en cuenta que era furcia dos son las opciones que barajo, una que se ligó a uno de los hombres o mujeres del local, se calentó el ambiente y quiso ...ya sabes hermana -dije con un deje de diversión -fuere por placer o dinero el caso es que la cosa salió mal y acabo descuartizada.
Por las incisiones de los cortes la fuerza aplicada es grande, arma blanca, hundí mis dedos, tamaño medio, un cuchillo o algo así. Veo saña, crimen pasional, quien sea conocía a la victima o estaba obsesionado con ella, lo que no nos va a llevar a mucho teniendo en cuenta que si era prostituta esto puede abarcar a cualquier cliente descontento.
Lo demás lo pensé en mi cabeza, no era un licano, pues esa noche no había luna llena y las heridas distaban de ser de garras. Apostaba mas por un humano, en inicio no veía ningún tipo de rastro sobrenatural, mas pronto me di cuenta del error de esa suposición. Una media huella de un zapato, elevé la mirada hasta la pared del callejón a una considerable altura, no había mas huellas en ningún lugar lo que implicaba que había saltado una distancia considerable y eso no podía hacerlo ningún humano.
El asesino debía ser sobrenatural pero no había atacado con sus armas naturales lo que podía englobar a cualquiera, desde un inmortal a un cambiante.
-Es un hombre -aseguré -señalando la huella -zapato masculino y por la profundidad de las heridas tiene sentido.
Tomé las manos de la chica, las uñas estaban ensangrentadas.
-Ha habido forcejeo -aseguré
Mi hermana me preguntó si eso implicaba que el asesino debía llevar marcas.
Lo mas sensato hubiera sido decirle que si, pero claro, si era sobrenatural era fácil que las heridas hubieran cerrado en apenas una hora, así que...
Me encogí de hombros negando con la cabeza.
-No sabemos, no podemos descartar a nadie porque no esté herido.
Fruncí el ceño centrando mis ojos en una colilla, tenia restos de carmín, así que debía ser de ella pues el tono era le mismo -puede que no salio a follar si no a fumar y fue interceptada fuera.
Recordé a la chica que mentía quizás ella había visto algo o escuchado..tenia que hablar con ella muchas eran las chicas, sobre todo si fueron prostitutas que temían hablar con la policía porque pensaban que podrían meterse en líos, pero yo no era policía.
-Que lleven el cuerpo a la morgue y le echaré un ojo por dentro, sabremos mas después.
Mi hermana asintió y yo me encamine hacia la sirena borracha.
-¿Donde vas? -me pregunto mi hermana
-Tengo derecho a beber una copa después del trabajo ¿no? -dije ladeando la sonrisa.
Lo que sacó mi hermana en claro es que hace relativamente poco era prostituta, llevaba trabajando en aquel lugar unos días y era la misma Faye la que la había sacado de ese tipo de vida.
-Señorita -dije alzando la mirada del cuerpo cuando se giró con brío para largarse de allí -no se vaya muy lejos, tendremos que hacerle mas preguntas a usted y a sus camareras.
La escuché resoplar hundiendo en mis pardos su mirada por unos instantes antes de volver a darse la vuelta y largarse haciéndose retumbar sus tacones contra el embaldosado suelo.
-¡Mujeres! -dije antes de devolver mis ojos al cadáver ladenaod la sonrisa al escuchar resoplar a mi hermana tras mi comentario.
Vamos a ver, la chica no vino sola hasta aquí, teniendo en cuenta que era furcia dos son las opciones que barajo, una que se ligó a uno de los hombres o mujeres del local, se calentó el ambiente y quiso ...ya sabes hermana -dije con un deje de diversión -fuere por placer o dinero el caso es que la cosa salió mal y acabo descuartizada.
Por las incisiones de los cortes la fuerza aplicada es grande, arma blanca, hundí mis dedos, tamaño medio, un cuchillo o algo así. Veo saña, crimen pasional, quien sea conocía a la victima o estaba obsesionado con ella, lo que no nos va a llevar a mucho teniendo en cuenta que si era prostituta esto puede abarcar a cualquier cliente descontento.
Lo demás lo pensé en mi cabeza, no era un licano, pues esa noche no había luna llena y las heridas distaban de ser de garras. Apostaba mas por un humano, en inicio no veía ningún tipo de rastro sobrenatural, mas pronto me di cuenta del error de esa suposición. Una media huella de un zapato, elevé la mirada hasta la pared del callejón a una considerable altura, no había mas huellas en ningún lugar lo que implicaba que había saltado una distancia considerable y eso no podía hacerlo ningún humano.
El asesino debía ser sobrenatural pero no había atacado con sus armas naturales lo que podía englobar a cualquiera, desde un inmortal a un cambiante.
-Es un hombre -aseguré -señalando la huella -zapato masculino y por la profundidad de las heridas tiene sentido.
Tomé las manos de la chica, las uñas estaban ensangrentadas.
-Ha habido forcejeo -aseguré
Mi hermana me preguntó si eso implicaba que el asesino debía llevar marcas.
Lo mas sensato hubiera sido decirle que si, pero claro, si era sobrenatural era fácil que las heridas hubieran cerrado en apenas una hora, así que...
Me encogí de hombros negando con la cabeza.
-No sabemos, no podemos descartar a nadie porque no esté herido.
Fruncí el ceño centrando mis ojos en una colilla, tenia restos de carmín, así que debía ser de ella pues el tono era le mismo -puede que no salio a follar si no a fumar y fue interceptada fuera.
Recordé a la chica que mentía quizás ella había visto algo o escuchado..tenia que hablar con ella muchas eran las chicas, sobre todo si fueron prostitutas que temían hablar con la policía porque pensaban que podrían meterse en líos, pero yo no era policía.
-Que lleven el cuerpo a la morgue y le echaré un ojo por dentro, sabremos mas después.
Mi hermana asintió y yo me encamine hacia la sirena borracha.
-¿Donde vas? -me pregunto mi hermana
-Tengo derecho a beber una copa después del trabajo ¿no? -dije ladeando la sonrisa.
Úlises Brodeur- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/10/2018
Re: La brújula de la muerte (privado)
La pirata no se andaba con tonterías, ella siempre decía lo que pensaba, sin rodeos ni mordidas de lengua. Había pasado mucho tiempo siendo sorda, fingiendo ser, a su vez, muda. Callando lo que pasaba por su cabeza como si cualquier palabra que soltara pudiera ser juzgada, incluso condenada. Pero había aprendido que con eso no conseguía nada y pronto, en cuanto surcó por primera vez los mares desde que tenía memoria, había dado rienda suelta a esa naturaleza que tanto tiempo había permanecido dormida, escondida por ella misma. A la fuerza.
El hombre que permanecía agachado junto a Romie quiso detenerla antes de entrar en la taberna y le pidió que no se fuera. -¿Y a dónde demonios crees que voy a irme? Esta es mi casa.- Espetó ella, enfadada por toda la situación y se metió en la posada. Allí se reunió con Dio y éste le dijo que le habían interrogado también fuera, pero que no había dicho nada que pudiera suponer un problema. -¿Y qué ibas a decir que pudiera serlo? Nosotros no hemos hecho nada, salvo dar cobijo a la chica y un trabajo.- Sin embargo, a pesar de lo que ella misma le había respondido al griego, sabía que siendo de clase baja, ahora pirata y ex-puta, seguro iba a ser considerada sospechosa, porque así era como aquella dichosa ciudad de ricos funcionaba. Chasqueó la lengua, dejando caer la caja sobre la barra y empezó a guardar las botellas en la bodega.
Transcurridos unos minutos, la puerta se abrió y eso hizo que la rubia saliera de nuevo con una ceja arqueada. En teoría la zona estaba acordonada y, además, aquellos que eran habituales sabían que ahora La Sirena Borracha sólo estaba abierta para los que allí se hospedaban y bajaban a tomar el desayuno. Vio entonces al joven que fuera le había dicho que no se fuera y la mirada color miel de Faye se entornó, fijándose en los andares del tipo. Era policía, eso seguro, porque sino la mujer de fuera le hubiese espantado con su placa y alejado del cadáver. -¿Eres tú el encargado del segundo asalto de preguntas?- Quiso saber la posadera que, haciéndose ya una idea de lo que le esperaba, se empezó a servir una jarra de cerveza espumosa y fresca. -¿Tú quieres algo?- Eran gajes del oficio y aunque el tío le diera cierta mala espina, principalmente porque se temía que su intención fuera acusarla de matar ella misma a la víctima o cualquier locura parecida, no podía dejar a un lado que lo suyo era vender alcohol y dar conversación. -Avísame si crees que va a ser para largo, que en vez de hablar cara a cara, me sentaría a tu lado.- Golpeó la madera de la barra con otra jarra a la espera de que le dijera con qué quería que se la rellenara. Hablar con el gaznate húmedo sería mucho más relajado y apetecible que si empezaban con los carraspeos y las toses incómodas y estúpidas.
El hombre que permanecía agachado junto a Romie quiso detenerla antes de entrar en la taberna y le pidió que no se fuera. -¿Y a dónde demonios crees que voy a irme? Esta es mi casa.- Espetó ella, enfadada por toda la situación y se metió en la posada. Allí se reunió con Dio y éste le dijo que le habían interrogado también fuera, pero que no había dicho nada que pudiera suponer un problema. -¿Y qué ibas a decir que pudiera serlo? Nosotros no hemos hecho nada, salvo dar cobijo a la chica y un trabajo.- Sin embargo, a pesar de lo que ella misma le había respondido al griego, sabía que siendo de clase baja, ahora pirata y ex-puta, seguro iba a ser considerada sospechosa, porque así era como aquella dichosa ciudad de ricos funcionaba. Chasqueó la lengua, dejando caer la caja sobre la barra y empezó a guardar las botellas en la bodega.
Transcurridos unos minutos, la puerta se abrió y eso hizo que la rubia saliera de nuevo con una ceja arqueada. En teoría la zona estaba acordonada y, además, aquellos que eran habituales sabían que ahora La Sirena Borracha sólo estaba abierta para los que allí se hospedaban y bajaban a tomar el desayuno. Vio entonces al joven que fuera le había dicho que no se fuera y la mirada color miel de Faye se entornó, fijándose en los andares del tipo. Era policía, eso seguro, porque sino la mujer de fuera le hubiese espantado con su placa y alejado del cadáver. -¿Eres tú el encargado del segundo asalto de preguntas?- Quiso saber la posadera que, haciéndose ya una idea de lo que le esperaba, se empezó a servir una jarra de cerveza espumosa y fresca. -¿Tú quieres algo?- Eran gajes del oficio y aunque el tío le diera cierta mala espina, principalmente porque se temía que su intención fuera acusarla de matar ella misma a la víctima o cualquier locura parecida, no podía dejar a un lado que lo suyo era vender alcohol y dar conversación. -Avísame si crees que va a ser para largo, que en vez de hablar cara a cara, me sentaría a tu lado.- Golpeó la madera de la barra con otra jarra a la espera de que le dijera con qué quería que se la rellenara. Hablar con el gaznate húmedo sería mucho más relajado y apetecible que si empezaban con los carraspeos y las toses incómodas y estúpidas.
Faye- Humano Clase Baja
- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 07/10/2017
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Re: La brújula de la muerte (privado)
La rubia con aquella lengua afilada que se gastaba me preguntó si era yo el encargado de la siguiente ristra de preguntas, pero también me preguntó que quería beber, lo que era en si una contradicción en toda regla.
-un whisky doble -pedí mirando a la camarera fijamente -no soy poli, de serlo y estar de servicio no bebería, así que...no, no has de responder ninguna pregunta.
Tampoco le di mucha mas información, pero en sus ojos podía ver reflejado el misterio que mis palabras ocasionaban en ella, a fin de cuentas me había visto cruzando el cordón policial y agachado frente al cadáver, así que era de lógica que algo tenía que ver con el cuerpo de policía de un modo u otro.
La pirata me sirvió con esa cara de mala leche que se gastaba, repletó bien el vaso para tenerme contento y yo llevé el mismo a mis labios para saborear aquel licor que entro ardiendo por mi garganta.
Me relamí los labios con los ojos fijos en el liquido mientras movía el vaso ligeramente centrándome en las ondas.
-Como quiera -dije finalmente alzando la mirada hasta hundirla en la ajena -como le digo no estoy de servicio, solo necesitaba una copa -aseguré alzándola-y cuando me la termine...me iré mas contento de l oque llegué -añadí guiñándole un ojo.
-un whisky doble -pedí mirando a la camarera fijamente -no soy poli, de serlo y estar de servicio no bebería, así que...no, no has de responder ninguna pregunta.
Tampoco le di mucha mas información, pero en sus ojos podía ver reflejado el misterio que mis palabras ocasionaban en ella, a fin de cuentas me había visto cruzando el cordón policial y agachado frente al cadáver, así que era de lógica que algo tenía que ver con el cuerpo de policía de un modo u otro.
La pirata me sirvió con esa cara de mala leche que se gastaba, repletó bien el vaso para tenerme contento y yo llevé el mismo a mis labios para saborear aquel licor que entro ardiendo por mi garganta.
Me relamí los labios con los ojos fijos en el liquido mientras movía el vaso ligeramente centrándome en las ondas.
-Como quiera -dije finalmente alzando la mirada hasta hundirla en la ajena -como le digo no estoy de servicio, solo necesitaba una copa -aseguré alzándola-y cuando me la termine...me iré mas contento de l oque llegué -añadí guiñándole un ojo.
Úlises Brodeur- Cazador Clase Alta
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Re: La brújula de la muerte (privado)
Cuando el hombre aseguró no ser policía y que por eso bebía, a pesar de estar de servicio, la rubia se echó a reír con total descaro, al tiempo en que le servía ese whisky doble que le había pedido. -Como si eso fuera una explicación válida. He visto beber a policías, jueces e incluso verdugos antes de una ejecución. Todos beben para soportar un trabajo tedioso o que les va demasiado grande.- Aseguró la pirata, dándole un trago a su jarra. Empujó la contraria y ésta se deslizó por la barra, deteniéndose junto frente al comensal que iba a tomársela. Tenía ya tomada la medida y su fuerza, no en vano hacía aquello cada día de la semana.
Como el contrario no había querido ser claro y, por el momento, no parecía que ningún huésped iba a bajar a tomarse el desayuno protocolario, decidió rodear la barra, a pie esta vez, y acomodarse en el taburete de al lado de aquel que juraba no ser del cuerpo policial. -Entonces dime, ¿qué eres? Porque no te acribillaron a preguntas a pesar de estar acuclillado junto al cadáver de Romie.- Las cejas de Faye se alzaron mientras se llevaba la madera a los labios y daba un nuevo trago a su refrescante y espesa cerveza.
Hizo caso omiso a su comentario sobre lo de irse más contento, porque había entrado con cara larga como un amargado trabajador de oficina, así que incluso si le diera una patada en el trasero, se iría más sonriente porque una mujer le había rozado aunque fuera con la suela del zapato. -Si tú no tienes preguntas, las tengo yo. Porque seguro que tienes información sobre lo ocurrido allí fuera y yo, como propietaria de este local y empleadora de la chica, creo que merezco detalles al respecto.- Le importaba un comino que legalmente no se supusiera que ella debía conocer según qué informaciones, probaba suerte a ver si le caía algún dato. Como antigua prostituta no confiaba en los trabajadores del estado, igual que ellos tampoco se fiarían de ella por haber sido puta o, por ahora, ser tabernera. Era un despojo de la sociedad, una lacra para la clase alta a la que los hombres como el que tenía allí en su local solían servir sin rechistar, pues eran los que pagaban sus sueldos elevados.
Como el contrario no había querido ser claro y, por el momento, no parecía que ningún huésped iba a bajar a tomarse el desayuno protocolario, decidió rodear la barra, a pie esta vez, y acomodarse en el taburete de al lado de aquel que juraba no ser del cuerpo policial. -Entonces dime, ¿qué eres? Porque no te acribillaron a preguntas a pesar de estar acuclillado junto al cadáver de Romie.- Las cejas de Faye se alzaron mientras se llevaba la madera a los labios y daba un nuevo trago a su refrescante y espesa cerveza.
Hizo caso omiso a su comentario sobre lo de irse más contento, porque había entrado con cara larga como un amargado trabajador de oficina, así que incluso si le diera una patada en el trasero, se iría más sonriente porque una mujer le había rozado aunque fuera con la suela del zapato. -Si tú no tienes preguntas, las tengo yo. Porque seguro que tienes información sobre lo ocurrido allí fuera y yo, como propietaria de este local y empleadora de la chica, creo que merezco detalles al respecto.- Le importaba un comino que legalmente no se supusiera que ella debía conocer según qué informaciones, probaba suerte a ver si le caía algún dato. Como antigua prostituta no confiaba en los trabajadores del estado, igual que ellos tampoco se fiarían de ella por haber sido puta o, por ahora, ser tabernera. Era un despojo de la sociedad, una lacra para la clase alta a la que los hombres como el que tenía allí en su local solían servir sin rechistar, pues eran los que pagaban sus sueldos elevados.
Faye- Humano Clase Baja
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Re: La brújula de la muerte (privado)
La pirata dio la vuelta a la barra para tomar asiento a mi lado, al parecer ella si tenía preguntas que hacerme lo que me forzó a ladear la sonrisa contra el vidrio.
-¿acribillas a preguntas a todo aquel que toma asiento en tu barra o solo a los que llaman tu atención? -respondí con otra pregunta dejando atrás la suya, ese ¿quien eres? Que no pensaba en inicio responder.
Centré mi mirada en ese ceño fruncido, la chica parecía cabreada, pero claro desde que la había conocido lo estaba y no es que eso me diera mucha información, a nadie le gusta un empleado se le muera en el callejón de atrás del salón que regenta.
Pero lo que si me llamó la atención fue la chica que en la puerta había intercambiado conmigo una mirada y que ahora trataba de pasar desapercibida.
Di un nuevo trago relamiendome los labios escuchando a la rubia preguntarme sin parar.
-Si necesitas información sobre el caso deberás ir a la policía, como te he dicho ,ni estoy de servicio, ni soy policía -aseguré con calma apurando de un trago el contenido del vaso devolviendole el vidrio a la mujer al deslizarlo del mismo modo por la barra pero con menos maña.
-¿que te debo? -pregunté sacando unas monedas del bolsillo para poder pagarle la consumición.
-¿acribillas a preguntas a todo aquel que toma asiento en tu barra o solo a los que llaman tu atención? -respondí con otra pregunta dejando atrás la suya, ese ¿quien eres? Que no pensaba en inicio responder.
Centré mi mirada en ese ceño fruncido, la chica parecía cabreada, pero claro desde que la había conocido lo estaba y no es que eso me diera mucha información, a nadie le gusta un empleado se le muera en el callejón de atrás del salón que regenta.
Pero lo que si me llamó la atención fue la chica que en la puerta había intercambiado conmigo una mirada y que ahora trataba de pasar desapercibida.
Di un nuevo trago relamiendome los labios escuchando a la rubia preguntarme sin parar.
-Si necesitas información sobre el caso deberás ir a la policía, como te he dicho ,ni estoy de servicio, ni soy policía -aseguré con calma apurando de un trago el contenido del vaso devolviendole el vidrio a la mujer al deslizarlo del mismo modo por la barra pero con menos maña.
-¿que te debo? -pregunté sacando unas monedas del bolsillo para poder pagarle la consumición.
Úlises Brodeur- Cazador Clase Alta
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Re: La brújula de la muerte (privado)
-Acribillo a preguntas a quien me da la gana que para algo es mi casa.- La rubia no se cortaba un pelo, era descarada, osada hasta decir basta. Y si encima el tipo negaba ser policía, pues no tenía ni que preocuparse porque la acusara de agredir verbalmente a alguien del cuerpo y pretendiera esposarla y llevársela a comisaría. Aunque en el fondo no le preocupara eso en lo más mínimo.
La mirada de la pirata se oscureció cuando el hombre la mandó a hablar con otros para sacar información. No porque no supiera que era eso lo que debía hacer, sino porque deliberadamente había ignorado su pregunta previa y ese era un detalle que Faye no pasaría por algo haciéndose la tonta. -Tú sabes quién soy y yo exijo saber quién eres tú. Te he abierto la puerta de mi hogar, creo que es lo mínimo que me debes en lo que a respeto se refiere, ¿no te parece?- Le acorralaba con palabras, sin titubear siquiera y posó su mano sobre la ajena cuando éste dejaba las monedas en la barra. La rubia ni siquiera las había mirado o contado, poco le importaba cuántas hubiera, podía cobrarle más o menos según se portara con su actitud hacia ella y porque siendo la dueña del lugar hacía siempre lo que le daba la gana con la clientela. A algunos les invitaba y a otros les triplicaba el coste de las copas, porque allí mandaba la egipcia y nadie le rechistaba.
Hizo un gesto con la cabeza, elevando el mentón, sin despegar sus orbes color miel de los ajenos. -¿Y bien, vas a ser un caballero o un capullo más en la lista de los no admitidos en mi taberna?- Si alguien se le cruzaba no volvía a pisar su terreno y no necesitaba guardaespaldas grandotes para protegerlo, porque ella sola se bastaba para dar palizas a tipos que doblaban el tamaño del que ahora tenía delante incluso.
La mirada de la pirata se oscureció cuando el hombre la mandó a hablar con otros para sacar información. No porque no supiera que era eso lo que debía hacer, sino porque deliberadamente había ignorado su pregunta previa y ese era un detalle que Faye no pasaría por algo haciéndose la tonta. -Tú sabes quién soy y yo exijo saber quién eres tú. Te he abierto la puerta de mi hogar, creo que es lo mínimo que me debes en lo que a respeto se refiere, ¿no te parece?- Le acorralaba con palabras, sin titubear siquiera y posó su mano sobre la ajena cuando éste dejaba las monedas en la barra. La rubia ni siquiera las había mirado o contado, poco le importaba cuántas hubiera, podía cobrarle más o menos según se portara con su actitud hacia ella y porque siendo la dueña del lugar hacía siempre lo que le daba la gana con la clientela. A algunos les invitaba y a otros les triplicaba el coste de las copas, porque allí mandaba la egipcia y nadie le rechistaba.
Hizo un gesto con la cabeza, elevando el mentón, sin despegar sus orbes color miel de los ajenos. -¿Y bien, vas a ser un caballero o un capullo más en la lista de los no admitidos en mi taberna?- Si alguien se le cruzaba no volvía a pisar su terreno y no necesitaba guardaespaldas grandotes para protegerlo, porque ella sola se bastaba para dar palizas a tipos que doblaban el tamaño del que ahora tenía delante incluso.
Faye- Humano Clase Baja
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Re: La brújula de la muerte (privado)
“Exijo” no le faltaban narices a la tabernera, ahora me exigía que le dijera quien era porque yo sabía quien era ella.
Ladeé la sonrisa con cierta diversión mientras la pirata cogía mi mano y bajo quedaban las monedas sin tan siquiera contarlas.
-Me has abierto una taberna que está disponible al publico ¿acaso interrogas a todo aquel que cruza las puertas de tu hogar? -hice énfasis en esa última palabra -¿o solo a los que te llaman la atención.
Giré la mano para acariciar su palma sin vergüenza de ningún tipo y manteniendole fija mi mirada la desafié nuevamente.
-Tu decides en que lugar quieres catalogarme, capullo o caballero, pero si quieres saber quien soy...tendrás que darme algo mas que una copa doble de whisky que he tenido ademas que pagar.
Mi sonrisa se afiló, humedecí mis labios sin apartar mis ojos de sus orbes color miel.
-¿Me devuelves mi mano? Mañana trabajo temprano y no puedo, aunque me gustaría, llegar tarde a casa.
Saqué mi mano dejando la ajena en contacto con la madera y las monedas y me puse en pie para despedirme de ella, no sin antes echar un rápido vistazo a esa camarera que parecía aliviada con la idea de que me largara.
Esa mujer sabia algo que no me contaba y quizás también la tabernera.
Al llegar a la puerta y antes de abrirla me giré chocando con los pardos de Faye.
-¿una cena? Te recojo a las nueve. -dije con seguridad empujando la puerta que daba al exterior del puerto.
Ladeé la sonrisa con cierta diversión mientras la pirata cogía mi mano y bajo quedaban las monedas sin tan siquiera contarlas.
-Me has abierto una taberna que está disponible al publico ¿acaso interrogas a todo aquel que cruza las puertas de tu hogar? -hice énfasis en esa última palabra -¿o solo a los que te llaman la atención.
Giré la mano para acariciar su palma sin vergüenza de ningún tipo y manteniendole fija mi mirada la desafié nuevamente.
-Tu decides en que lugar quieres catalogarme, capullo o caballero, pero si quieres saber quien soy...tendrás que darme algo mas que una copa doble de whisky que he tenido ademas que pagar.
Mi sonrisa se afiló, humedecí mis labios sin apartar mis ojos de sus orbes color miel.
-¿Me devuelves mi mano? Mañana trabajo temprano y no puedo, aunque me gustaría, llegar tarde a casa.
Saqué mi mano dejando la ajena en contacto con la madera y las monedas y me puse en pie para despedirme de ella, no sin antes echar un rápido vistazo a esa camarera que parecía aliviada con la idea de que me largara.
Esa mujer sabia algo que no me contaba y quizás también la tabernera.
Al llegar a la puerta y antes de abrirla me giré chocando con los pardos de Faye.
-¿una cena? Te recojo a las nueve. -dije con seguridad empujando la puerta que daba al exterior del puerto.
Úlises Brodeur- Cazador Clase Alta
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Re: La brújula de la muerte (privado)
El hombre insistía en dárselas de importante porque ya era la segunda vez que le preguntaba si le había parecido interesante. Las cejas de la rubia se alzaron, dispuesta a responderle que era estúpido, que si se tomaba la molestia siquiera de hacerle caso era porque la policía le había permitido agacharse junto al cadáver de Romie, lo que implicaba que aunque no formara parte del cuerpo tenía algún tipo de conexión con ellos y eso era lo que ella quería saber. Sin embargo, no llegó a decir palabra alguna porque el tipo, de nuevo, abrió la boca e interrumpió lo que ella fuera a soltar con toda su arrolladora sinceridad.
Faye podía ser muy persuasiva, había sido puta, nadie sabía mejor que ella encandilar a los hombres, incluso a las mujeres. Pero estaba de muy mala hostia en ese momento porque habían hecho una carnicería en el callejón trasero de su taberna con una de sus chicas. Si algo era la pirata era sumamente protectora con aquellas muchachas que lograba sacar de una vida miserable como la que ella misma había tenido antes de cruzarse con William. Y verla en aquel estado no le había revuelto las tripas, sino las entrañas y elevado la temperatura de sus venas hasta hacerle hervir la sangre. Quería seguir de cerca el caso, descubrir quién había sido el hijo de la gran puta que había osado ponerle la mano encima a la joven Romie y, si podía, le daría una señora paliza antes de que le encerraran para someterlo a juicio. Siendo sinceros, la tabernera no se fiaba de la justicia parisina ya que si el culpable tenía dinero, lograría abrir las puertas de su celda untando al carcelero.
Clavó sus orbes claros en los pardos del orgulloso hombre que se levantaba del taburete, aún sintiendo un leve hormigueo en la palma por el roce de los dedos ajenos. -¿Y a la cena se supone que debo invitar yo?- La rubia no era ninguna dama y aunque solían invitarla a copas y a pasar la noche en camas varias, pocos eran los que la habían llevado a cenar y encima no habían pretendido que ella cubriera su parte. No esperaba mucho de nadie y menos aún de los hombres con traje. -Si a las nueve y un minuto no estás aquí, te irás a cenar con Dio.- Seguramente el tipo no sabría ni de quién le hablaba pero el camarero había escuchado la conversación mientras limpiaba jarras y mostró una ladina sonrisa, porque si algo le gustaba al griego, eran los hombres de espaldas anchas.
Se terminó la jarra que tenía en la otra mano y de un salto cruzó la barra. Era la hora del desayuno y en nada bajaría Olaf, un cliente que no se perdía ninguna comida ni aunque estuviera con una resaca monumental, así que debía ponerse con los huevos y el lacón asados.
Faye podía ser muy persuasiva, había sido puta, nadie sabía mejor que ella encandilar a los hombres, incluso a las mujeres. Pero estaba de muy mala hostia en ese momento porque habían hecho una carnicería en el callejón trasero de su taberna con una de sus chicas. Si algo era la pirata era sumamente protectora con aquellas muchachas que lograba sacar de una vida miserable como la que ella misma había tenido antes de cruzarse con William. Y verla en aquel estado no le había revuelto las tripas, sino las entrañas y elevado la temperatura de sus venas hasta hacerle hervir la sangre. Quería seguir de cerca el caso, descubrir quién había sido el hijo de la gran puta que había osado ponerle la mano encima a la joven Romie y, si podía, le daría una señora paliza antes de que le encerraran para someterlo a juicio. Siendo sinceros, la tabernera no se fiaba de la justicia parisina ya que si el culpable tenía dinero, lograría abrir las puertas de su celda untando al carcelero.
Clavó sus orbes claros en los pardos del orgulloso hombre que se levantaba del taburete, aún sintiendo un leve hormigueo en la palma por el roce de los dedos ajenos. -¿Y a la cena se supone que debo invitar yo?- La rubia no era ninguna dama y aunque solían invitarla a copas y a pasar la noche en camas varias, pocos eran los que la habían llevado a cenar y encima no habían pretendido que ella cubriera su parte. No esperaba mucho de nadie y menos aún de los hombres con traje. -Si a las nueve y un minuto no estás aquí, te irás a cenar con Dio.- Seguramente el tipo no sabría ni de quién le hablaba pero el camarero había escuchado la conversación mientras limpiaba jarras y mostró una ladina sonrisa, porque si algo le gustaba al griego, eran los hombres de espaldas anchas.
Se terminó la jarra que tenía en la otra mano y de un salto cruzó la barra. Era la hora del desayuno y en nada bajaría Olaf, un cliente que no se perdía ninguna comida ni aunque estuviera con una resaca monumental, así que debía ponerse con los huevos y el lacón asados.
Última edición por Faye el Sáb Nov 10, 2018 10:55 am, editado 2 veces
Faye- Humano Clase Baja
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Re: La brújula de la muerte (privado)
Me encogí de hombros ante su pregunta ¿debía pagar ella? Ladeé la sonrisa ligeramente tal y como la respuesta tomó forma en mi cabeza.
-Depende de si soy un capullo o un caballero, así que ya lo descubriremos ¿no? -alegué usando como respuesta sus mismas palabras mas que dispuesto a cruzar el umbral de la taberna.
La tabernera no disimulo su falta de interés, aceptó seguramente porque necesitaba información y creía que yo iba a dársela, gran error.
Tal y como salia escuché su advertencia, si llegaba a las 9 y un minuto cenaría con el otro camarero, un tal Dio que me había mirado de arriba bajo cuando entre y que pro la expresión de su rostro parecía mas interesado en lo carnal que en el tema del asesinato en cuestión.
Cerré la puerta de la taberna, crucé el puerto antes de tomar un carruaje para volver a la morgue, por desgraciá aun me quedaban bastantes horas pro delante y los cuerpos cuanto mas se deterioraran peores conclusiones podríamos sacar de los mismos.
Acabada mi jornada laboral pasé por casa, me duché y me vestí para la ocasión, no tendía a vestir con traje, era cazador y mi armario estaba lleno de ropa para desempeñar esa función, claro que también era un hombre de dinero y contactos, con lo que mi otra vida requería de los típicos trajes para fiestas, reuniones y cierre de negocios de cualquier tipo.
A las nueve y dos minutos entré en la taberna con unos pantalones de monta, una camisa blanca con el ultimo botón sin abrochar y encima una chaqueta cómoda.
-¿Nos vamos Faye? -pregunté ladeando la sonrisa con ese deje retador que me gastaba.
-Depende de si soy un capullo o un caballero, así que ya lo descubriremos ¿no? -alegué usando como respuesta sus mismas palabras mas que dispuesto a cruzar el umbral de la taberna.
La tabernera no disimulo su falta de interés, aceptó seguramente porque necesitaba información y creía que yo iba a dársela, gran error.
Tal y como salia escuché su advertencia, si llegaba a las 9 y un minuto cenaría con el otro camarero, un tal Dio que me había mirado de arriba bajo cuando entre y que pro la expresión de su rostro parecía mas interesado en lo carnal que en el tema del asesinato en cuestión.
Cerré la puerta de la taberna, crucé el puerto antes de tomar un carruaje para volver a la morgue, por desgraciá aun me quedaban bastantes horas pro delante y los cuerpos cuanto mas se deterioraran peores conclusiones podríamos sacar de los mismos.
Acabada mi jornada laboral pasé por casa, me duché y me vestí para la ocasión, no tendía a vestir con traje, era cazador y mi armario estaba lleno de ropa para desempeñar esa función, claro que también era un hombre de dinero y contactos, con lo que mi otra vida requería de los típicos trajes para fiestas, reuniones y cierre de negocios de cualquier tipo.
A las nueve y dos minutos entré en la taberna con unos pantalones de monta, una camisa blanca con el ultimo botón sin abrochar y encima una chaqueta cómoda.
-¿Nos vamos Faye? -pregunté ladeando la sonrisa con ese deje retador que me gastaba.
Úlises Brodeur- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/10/2018
Re: La brújula de la muerte (privado)
La rubia no era la personificación de la puntualidad, de hecho, ningún pirata era bueno en llegar a la hora a ningún lugar, pero como el tipo ese que conocía a la policía se las daba de interesante, a ella le había salido de la jarra ponerle una condición y ver si era capaz de cumplirla.
Se pasó el día trabajando, atendiendo clientes, charlando con borrachos, lobos de mar, jugadores empedernidos y sus propias camareras. Ni si quiera había pensado en la supuesta "cita", mucho menos se había tomado un momento para darse una ducha o cambiarse de ropa. Así que cuando la puerta se abrió y fue cruzada por el hombre bien vestido, las cejas de la pirata se elevaron. Ella no le había dicho su nombre, pero todos en la taberna lo conocían y como se dirigían a ella como si fuera una amiga y no la propietaria del local que podía patearles el trasero si no se comportaban como debían, era lógico que el moreno supiera cómo se llamaba sin que la rubia se lo hubiera dicho de antemano. -No sé si, allá donde pienses ir, dejen entrar a una mujer con mis pintas.- Comentó, abriendo los brazos y mirándose del pecho hacia la punta de las botas que calzaba. Lo principal eran las manchas que decoraban los pantalones y la camisa, porque no eran ropajes feos, ya que, en cierto modo, Faye era ligeramente presumida, aunque con un toque salvaje y algo masculino, pues se negaba a llevar falda desde que se largara del dichoso burdel en el que la habían tenido presa durante casi diez años.
El tipo se rio, algo que a la rubia le entró por una oreja y le salió por la otra. Si se burlaba de ella era su problema, porque iba a ser su acompañante y no pensaba cambiarse. Además, tampoco tenía intención alguna de pagar, fuera un caballero o un capullo el final iba a ser igual. Ella se largaría sin desembolsar ni una moneda y él cubriría todos los gastos de la cena o se quedaría fregando platos para lo que no pudiera. -Pero son y dos minutos, deberías irte a cenar con Dio.- Añadió al recordar la amenaza que le había propinado aquella mañana cuando se fuera. El griego se irguió de pronto, creyéndose que aquello era cierto, mas la pirata le chistó con la lengua e hizo un gesto con la cabeza para que volviera a lo suyo en su sitio.
Se pasó el día trabajando, atendiendo clientes, charlando con borrachos, lobos de mar, jugadores empedernidos y sus propias camareras. Ni si quiera había pensado en la supuesta "cita", mucho menos se había tomado un momento para darse una ducha o cambiarse de ropa. Así que cuando la puerta se abrió y fue cruzada por el hombre bien vestido, las cejas de la pirata se elevaron. Ella no le había dicho su nombre, pero todos en la taberna lo conocían y como se dirigían a ella como si fuera una amiga y no la propietaria del local que podía patearles el trasero si no se comportaban como debían, era lógico que el moreno supiera cómo se llamaba sin que la rubia se lo hubiera dicho de antemano. -No sé si, allá donde pienses ir, dejen entrar a una mujer con mis pintas.- Comentó, abriendo los brazos y mirándose del pecho hacia la punta de las botas que calzaba. Lo principal eran las manchas que decoraban los pantalones y la camisa, porque no eran ropajes feos, ya que, en cierto modo, Faye era ligeramente presumida, aunque con un toque salvaje y algo masculino, pues se negaba a llevar falda desde que se largara del dichoso burdel en el que la habían tenido presa durante casi diez años.
El tipo se rio, algo que a la rubia le entró por una oreja y le salió por la otra. Si se burlaba de ella era su problema, porque iba a ser su acompañante y no pensaba cambiarse. Además, tampoco tenía intención alguna de pagar, fuera un caballero o un capullo el final iba a ser igual. Ella se largaría sin desembolsar ni una moneda y él cubriría todos los gastos de la cena o se quedaría fregando platos para lo que no pudiera. -Pero son y dos minutos, deberías irte a cenar con Dio.- Añadió al recordar la amenaza que le había propinado aquella mañana cuando se fuera. El griego se irguió de pronto, creyéndose que aquello era cierto, mas la pirata le chistó con la lengua e hizo un gesto con la cabeza para que volviera a lo suyo en su sitio.
Faye- Humano Clase Baja
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