Atormentados (privado)

por **Maya Rivers** Miér Nov 14, 2018 5:18 am

El hotel Du Mort como lo conocían los vampiros pertenecientes a la facción de los Akkad, se había levantado en un tiempo record. No habían empezado todavía a recibir huéspedes porque harían una gran fiesta de inauguración. Bajo la supervisión de Isadora había cobrado forma, era muy novedoso en comparación con los hoteles de esa época, pero es que contaban con la baza de que la viajera del tiempo conocía algunos adelantos que les haría tener la ventaja en cuanto a comodidades y clientela.

Aunque estaba pensado para todo el público, existía una parte B de todo: trabajadores en su mayoría esclavos de sangre, guardianes de secretos inmortales, contabilidad B, servicios “extra” para aquellos vampiros que lo necesitasen, desde documentación e identidad falsa a un lugar donde pasar la noche sin armar broncas. Seguridad, privacidad, confidencialidad y un ala escondida en la que los vampiros que no profesaban simpatía por el caos, acababan sufriendo tortura y muerte saludando al sol.

Isa había trabajado duro para planificar las instalaciones teniendo en cuenta todo lo que sabía sobre instalaciones secretas, penales y bases del ejército de élite, si alguien cruzaba una determinada puerta, jamás saldría de nuevo por ella. Lo habían apodado así aunque su verdadero nombre era el Hotel Bastille, con el nombre de la famosa cárcel que estaba no muy lejos de su ubicación. Joe la había dejado al cargo, sabía que la morena necesitaba mantenerse ocupada en algo y el hotel era su proyecto particular, una obra magistral que había permitido aprovechar sus conocimientos y a la vez darle rienda suelta a su caótica personalidad. Seguía sin recordar todo lo que debería saber, pero lo que tenía claro es que tenía impulsos homicidas que escapaban de su control, así que Joe la mantenía centrada en una actividad exigente y no le daba problemas. Había formado su propio equipo de seguridad, espías, guardaespaldas, maestros de la tortura, ejecutores…y todos obedecían las órdenes de la humana por extraño que pareciera, pues un mal gesto y Joe Black se encargaba de sacarles el corazón sin despeinarse.

Parecía absurdo que los Akkad disimularan sus actividades en un hotel cuando justamente defendían la supremacía de la estirpe, pero es que estaban en los inicios de una guerra y primero había que seccionar las cabezas importantes, esperando que el rebaño siguiese las órdenes por las buenas, y mientras acababan con el Consejo y ganaban adeptos a sus filas, mantenían la mascarada por una mera cuestión de comodidad, no era bueno tener demasiados frentes abiertos.

por **Askar Wolf** Miér Nov 14, 2018 5:20 am

Lo que en inicio solo fueron rumores sobre la construcción de un revolucionario hotel de la facción Akkad pronto tomo forma ante nuestros ojos. El consejo andaba revolucionado por tal aberración, aquel modo de alzarse con una hegemonía que ellos sentían no les pertenecía, era una cámara de torturas, un lugar donde masacrar a su propia estirpe y los Black no solo lo había permitido si no subvencionado.

A mi todo eso me daba lo mismo, todos eran cainitas, chupasangres de la noche que para mantenerse con vida arrebataban la de otros, humanos en su mayoría. No puedo tildarme de profeta, ni tampoco ser tan falso como para tildarme del protector de la humanidad, no, para eso ya estaba la preciosa Asura con su dualidad, mas bien yo buscaba el control sobre todas las cosas.

Gaia era la diosa indiscutible, mi madre y pronto haría entender a un bando y a otro que si ellos descendían de Cain y Seth mi poder no era ínfimo en comparación. Hubo un tiempo en el que caminaron tranquilos sobre la faz de la tierra jugando a mantener esa farsa que los convertía en enemigos, pero ahora todos tendrían que acabar hincando la rodilla ante la evidencia, yo era el único capaz de traer la paz a la tierra, solo necesitaba que me rindieran pleitesía, no era tan descabellado

Tenia que prestar mis respetos a aquella humana que había revolucionado todo, la que había conseguido encrudecer la relación entre las dos facciones, a mi mente venia una frase del cónsul romano Julio Cesar "veni, vidi, vencí" u otra no menos adecuada para la ocasión “Divide et impera” de Napoleon. Fuere como fuere, esa mujer había sido la pieza clave para dividir a los hijos de Cain y así, débiles, podría reinar sobre ellos sin mayores esfuerzos, solo tenia que mover el avispero y dejar que se mataran entre ellos.

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