Qu'est-ce que la lune a à dire? | Privado

por **Clarisse Anneccy** Lun Nov 19, 2018 11:27 pm

Tenía algunos recuerdos que no entendía del todo. Al principio había creído que se trataba de un mal sueño, algo había salido mal en la misión que hacía tanto tiempo planificaban con detalle… pero no, el dolor en su cuerpo delataba la verdad: eso no era un sueño. Clarisse tenía las manos atadas y estaba recostada sobre el suelo húmedo, el olor de la tierra mojada no podía ser un sueño pues nunca hay olores en ellos.

Odiaba a Frank Taylor, nunca había congeniado bien con él y tal vez se debiera a que tenían la misma edad y habían entrado a la orden juntos, por eso eran comparados todo el tiempo… Lo detestaba, era muy cruel con ella y le ponía apodos, ¡a Clarisse que había vivido toda su vida en un convento! ¿A quién podía molestar ella que había pasado de monja a inquisidora en pocos días? Así y todo, ver morir a Frank era algo que no podía superar. Recordaba el golpe que le habían dado y como la había mirado mientras caía. En algún punto, antes de acabar con la cara en el suelo, sus ojos se habían apagado y lo último que había visto ese muchacho era a la joven a la que tanto había martirizado.

-Dios te salve, María, llena eres de gracia –comenzó a rezar, pidiéndole a la madre de Cristo por el alma del muchacho. Solo podía susurrar, pues la garganta le dolía demasiado a causa de la sed.

¿Dónde estaba? ¿Acaso la habían encerrado allí para que muriese sola? Había intentado incorporarse sin éxito, estaba demasiado débil. Tampoco podía precisar cuánto tiempo había pasado desde que la pelea había sucedido hasta ese momento de lucidez que tenía. A ella también la habían golpeado, la nuca le dolía y sabía que había sangrado pues sentía el olor ferroso de su sangre mezclado con el del aceite que utilizaba para suavizar su cabello.

La matarían. Seguramente el propósito de que estuviera allí era que pudiese elevar una plegaria por sus compañeros inquisidores que habían muerto a manos de esos salvajes, pero ¿quién rezaría por ella cuando la asesinasen? Nadie sabía que estaba viva y nadie sabría luego que había muerto necesitando un rezo por su alma.

-Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase… -Se detuvo, esa vez el rezo era por ella misma, cuando oyó sonidos en el exterior. Estando en la penumbra no podía distinguir demasiado, pero eso acabó cuando alguien abrió lo que parecía una puerta y la luz del sol le hirió la vista. –Ayuda, por favor –pudo susurrar con su voz enronquecida, aunque seguramente estaba rogándole a uno de esos malnacidos.