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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Enaylen Chavanell Miér Jul 27, 2016 7:24 pm




"Tell me, who are you when the darkness comes?"




Aquella mujer se ha hecho de sus pensamientos a cada momento que cierra los ojos, la imagen del lobo que sin importar sus diferencias se lanzó a atrapar al cazador cuyo único objetivo era ella, claramente sin pensarlo. La sangre manchando su rotro era invisible comparada con la preocuapción en sus ojos, el desplome de su fachada que amenazaba con tracionarle en cualquier segundo, asunto que no debía ser de su incumbencia pero a pesar de las razones que la llevaron hasta el puerto no lograba ignorar el hecho de que aquella fue la segunda vez que alguien le salvaba la vida de forma desinteresada, por instinto; la segunda vez desde la noche en Fonta di Trevi cuando perdió su humanidad.

Había buscado por dos noches seguidas al lobo y gracias a su hermano —a quien le hizo jurar no mencionar una sola palabra al respecto— consiguió su rastro de mano de ciertas conexiones que por esta vez prefirió ignorar. Se deslizaba por los muelles con sumo sigilo, en silencio..., tal cual sus pies levitaran sin hacer el más mínimo estruendo. Y debía serlo pues una vez un cazador pone la mira en ti no es fácil que desista, si bien pasó a mejor vida, más que nadie sabe que de estar en lo correcto vendrán más como él, es por ello que decidió moverse de forma inadvertida lo cual no era un problema dada su naturaleza mas se ocupo de que su vestuario tampoco fuese un estorbo. Ciento veintiún años en la tierra no le han hecho enamorarse del típico vestuario que se esperaba que usase, es normal en los vampiros aun pudiendo pasar por desapercibido ser atraídos al tipo de vestimenta que llame la atención y no les lleva mucho la contraria pero ir encubierto en busca de un lobo que quizás haya perdido la cordura no es el escenario para usar un vestido que normalmente encaje mejor en la ciudad en medio de algún evento social por lo que, igual que siempre tiene la oportunidad, vistió unos pantalones de cuero negro acompañado por un corset que esta vez llevaba por fuera y chaqueta de mangas largas junto con una par de botas que había traído de su ultimo viaje, le permitía sentirse libre de todas las ataduras que aquella sobre abundancia de telas le proporcionaba. Le permitía pensar y continuar su búsqueda sin preocuparse de arrastrar un vestido.

Repetía una y otra vez lo que sabía al respecto en su mente, lo que habían recopilado coincidía a la perfección y el broche tan parecido al que le mostró su madre de pequeña, al que encontró al enterarse de la supuesta leyenda. Una parte dentro de si se preocupaba con el licantropo, no le encontraba explicación sensata y es que el mero pensamiento no debía siquiera existir sin embargo buscó hasta localizar su aura; no comprendía las sensaciones que llevaban a él, no era parte de su naturaleza el manifiesto de la empatía y poco agrado cargaba consigo hacia los lobos pero algo palpitó muy diferente a otros corazones que había escuchado en el pasado, algo la atrajo hacia él de maneras inexplicable.

Kyros se enojaría aún más cuando se entere, ella terminaría odiándose pero una vez se vio parada detrás de él que yacía sentado sobre la proa de uno de los barcos que reposaban a mitad de la oscuridad sus sentidos se clavaron allí. Era extraño sin importar desde donde lo viese ¿quien era esta persona? la curiosidad siempre le ha hecho malas jugadas pero esta noche actuaba ridículamente irracional.

¿Es aquí donde vienes a contar tus demonios, lobo? —dijo trayendo al exterior la sutil naturalidad que le caracterizaba. Pensando como lo abordaría con el tema.
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Mensaje por Malachai Vlahovic Jue Jul 28, 2016 8:56 pm

"But the blood on my hands
scares me to death,
maybe I'm waking up today"

Habían pasado algunas noches ya desde el fatídico evento en el que la bestia le había forzado a renunciar a su moral, esta vez sin realmente desearlo. Lo único que le restaba en ese momento al joven lobo era el justificar sus acciones, apoyado en la insulsa creencia de perpetrar el mal en orden de conseguir un  bien mayor. Lo cierto era que la vampiresa aún se encontraba con vida y como una incógnita que no tenía intención de resolver, sentía que parte de sí mismo estaba aliviado que así fuera. Nunca terminaría de conocerse a sí mismo, eso era un hecho. Sin embargo, las últimas lunas se habían convertido en una pesadilla para Malachai. La imagen del cadáver del cazador al que había asesinado con sus propias manos aparecía en su mente como un fragmento de tiempo congelado, uno en el que revivía las sensaciones de aquel instante en un execrable e incesante bucle.

Poco había dormido el lobo y mucho había recorrido la capital desde entonces, como si el mantenerse en un constante devenir le ayudará a escapar de sus demonios. Vanamente lo había intentado. Caminando entre las sombras Malachai había llegado hasta el puerto sintiéndose fuera de sus cabales, las visiones rebosantes de horror aumentaban con cada paso que daba y no fue hasta que cruzó la ubicación en la que alguna vez tuvo una taberna junto a su hermano que las visiones tomaron una nueva forma. Ya no eran los ojos sin vida del cazador los que le observaban desde su imaginación, eran los de su hermano. No podía decir que aquello era mejor, pero al menos con ello ya había aprendido a lidiar.

Una vez en el corazón del puerto, de un salto, el lobo subió hasta la proa de uno de los barcos que descansaba sobre el agua esperando a que su capitán lo llevase alta mar. Allí se había quedado, sentado, pensativo observando a la luna, pidiéndole que lo liberase de su maldición. Expiar sus pecados era lo único en lo que podía pensar, sabía que el día que muriese terminaría en el infierno en caso de que existiera, pero él y la bestia eran uno solo y de todos los crímenes que había cometido incluso después de pensarlo por horas no encontró penitencia que purificará tanto mal.

Los minutos pasaron, convirtiéndose en horas. La noche transcurría gélida y calma. La luna llena se acercaba y él podía sentirlo, el vigor que incautaba su cuerpo, que hacía a sus sentidos enloquecer y que sacaba la fiereza de la bestia a relucir.  Fue por ello que, aunque la vampiresa había sido lo bastante precavida, moviéndose con la ligereza del viento, él supo que se ella encontraba cerca. Su olor se había impregnado en sus narices formulando la imagen de su bello rostro en su mente, una imagen que había hecho cesar por un instante los horrores que la recorrían. Ciertamente la mujer había causado una impresión en él, una que no había podido pasar desapercibida. Una vez ella profirió su discurso el lobo miró de soslayo como si no hubiese sabido de quién era la dulce voz que se dirigía a él.

La gente no cuenta sus demonios, la gente huye de ellos —El lobo giró su cuerpo para dar la cara a la vampiresa que le había cautivado, la única que lo había hecho de tal forma a pesar de su desprecio por los de su clase — yo no soy la excepción, mademoiselle, ¿Está usted huyendo de algo también o sólo ha venido a verme? 

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Mensaje por Enaylen Chavanell Sáb Jul 30, 2016 12:03 am

Verlo, insistió en encontrarlo para terminar debatiéndose qué es lo que quería en realidad. Estaba esa gran parte que no iba a descansar hasta saber como se encontraba el inmortal, incluso la bestia egoísta y desalmada le reclamaba cada noche desde entonces. Luego existía aquella otra que creyó enterrar desde la ultima vez que visitó su país natal, los recuerdos de su infancia que cobraron un nuevo sentido al conocer aquella insulsa leyenda que, a pesar de concluir en que era un simple mito, amenazaba con ser más real que nunca. La incertidumbre en sí la desquiciaba y ella jamás ha sabido como lidiar con este tipo de sensación, después de todo ha trabajado los últimos cien años en olvidarlas, en olvidar cualquier atisbo de su vida pasada que ahora la cazaba, literalmente; le llevaba a habitaciones con lobos iracundos y a muelles solitarios con ese a quien le debía seguir muerta en vida.


Era una locura, estaba a tiempo de desaparecer y olvidar aquel cuento de pueblerinos, regresar a su vida con aquellos que la han acompañado desde siempre. Mantener sepultada quien alguna vez fue y no tocar el tema nunca más pero no, entonces definitivamente no sería ella. La curiosidad es y será su mayor debilidad y fortaleza, el motor que la impulsa a colgar del precipicio y aun así pedir por más.


El lobo yacía frente a ella tan firme y a la vez, de algún modo, apacible. Sus músculos sin embargo se notaban tensos como quien ha sido perseguido día y noche por los demonios que nos acechan y aguardan en la oscuridad, demonios grandes, peligrosos..., depredadores. El aura que percibía era muy distinta a la del hombre que conoció la noche de sangre y balas, muy parecida a la de un hombre atormentado; hombre al que le debe la vida y ella no era una mujer de acarrear deudas, el orgullo no se lo permitía pero aquella noche era algo más que orgullo lo que la condujo hasta él. Fue la preocupación en persona quien la guió por las calles de París. Se desconocía. Da un paso al frente, un poco más cerca, pronto la luna llena brillará en su cúspide pero no temía, contaba con una habilidad nata para ignorar el peligro aún sabiendo cuando caminaba directo a él sin embargo esta era la mayor de las excepciones pues a pesar del peligro que presentaba el licantropo, Enaylen estaba segura que no iba a lastimarla. Quería creer que así sería.

Duda. Aunque la duda de el verdadero por qué, que la condujo hasta él la enloquecía se mantuvo centrada: jamás ha de dejar traspasar sus miedos pues no es lo que hacen los vampiros; es lo que ha hecho todo este tiempo. La frustración y el choque de sensaciones que de un momento a otro él ha ocasionado no la harán flanquear, no en público.

Cuando lleva usted tanto tiempo en la tierra entiende que es imposible huir y aprende a charlar con ellos...—una pequeña, melancólica sonrisa surca sus labios mas desaparece al instante—...a escucharlos.
A pesar del torbellino de pensamientos se acercó un paso más al frente.
¿Usted que pensaría si una completa desconocida recorre todo París tan solo por verlo?
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Mensaje por Malachai Vlahovic Vie Ago 12, 2016 12:19 pm

"I can't drown my demons they know how to swim"

De todas las palabras que pudieron ser pronunciadas en ese exacto momento, las que tomaron forma en los labios de la vampiresa le dejaron desconcertado; no había forma en el infierno en la que aquella mujer le buscase, no después presenciar su intempestivo inconveniente en cuanto a mantener el control respecta. De vista había deducido que la joven de bello rostro era intrépida, sin embargo nunca se imaginó que su osadía rebasara la insensatez. La sorpresa fue tal que el lobo abrió los ojos de par en par, como si fuesen dos radiantes supernovas a punto de estallar, estupefacto y sin tener intención alguna de ocultar el más mínimo atisbo de sorpresa que acogiera su rostro. Prevenido como de costumbre, más allá de sus pensamientos Malachai intentó hacer encajar las piezas del enigma que poco a poco se abría paso entre las sombras hasta convertirse en la silueta de la hermosa mujer que le observaba desde el puerto.

El último de los Vlahovic se puso en pie, con más imponencia de la esperada, sintiendo en su cuerpo el vigor producido por la luz de luna reflectada en su espalda. De un salto, Malachai se posicionó justo frente a la vampiresa quien seguía sus movimientos con cuidado. A unos cortos y casi inexistentes centímetros de distancia, el lobo le observó fijamente en silencio, disfrutando por un corto instante de la esencia impregnada en la piel de la  mujer. Un fino y dulce perfume había sido rociado sobre su pálida dermis no mucho tiempo atrás; si algo encantaba a los sentidos del licántropo eran las fragancias femeninas.

—  Si una mujer me buscase a través del país entero tras haber presenciado lo mismo que usted, mademoiselle, pensaría que se encuentra fuera de sus cabales — el lobo da un paso atrás, la que es usualmente una posición rígida y amenazante se suaviza, dándole un aspecto más relajado. No era su intención estar a la defensiva y por mucho que fuese su desprecio por los hijos de la noche, tras los hechos acontecidos varias lunas atrás, no se veía a sí mismo lastimando a aquella mujer, no a ella,especialmente. —  Pero me tomo el atrevimiento de asegurar que esa no es la cuestión que la ha traído hasta mi.

A pesar de las diferencias entre ambos, Malachai no podía evitar sentir cierto tipo de retorcida empatía por la vampiresa. Como si en su presencia sintiese la necesidad de mantenerse en control, de estar en calma, algo que iba muy en contra de todos los sucesos que habían incluido a los hijos de la noche en su vida.

No puedo imaginar cuál sea la razón por la que me ha buscado, pero si se ha esforzado tanto, señorita, debe ser importante — el lobo aclara su voz y acomoda su traje. Había ocupado demasiado tiempo huyendo de sus demonios y quizá la vampiresa tuviese razón, quizá era la hora de aprender a escucharlos — Soy todo oídos para usted, milady.
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Mensaje por Enaylen Chavanell Mar Ago 16, 2016 5:23 am


Una fina sonrisa surca sus labios tan pronto como la sorpresa asalta el rostro del licantropo. No da marcha atrás en ningún momento. No le teme.
Es una locura saliendo de sus labios, de seguro es una locura buscar tal monstruo con tanta insistencia pero ¿acaso no son ambos bestias? ¿qué puede temer si ella también es el monstruo del que los padres advierten a sus hijos? Es una locura pero estas siempre han sido su fuerte, su sello incluso antes de la muerte. Sin embargo, se queda allí de pie, luciendo tan cómoda y relajada, perspicaz y a sus anchas. Si tan solo supiera él que tan acertada son sus primeras palabras.

Cierta era la desesperación que la invadió después de su primer encuentro, esa clase de pánico que solo recuerda haber sentido hace cien años en aquella fuente cuando indefensa fue tomada por aquellos hombres despreciables. Pero, no era solo desesperación, son muchas las cosas que mueven a Enaylen y la irracionalidad era una de ellas, irracionalidad que desde hace noches se vestía de sincera preocupación pues la angustia que vio en los ojos del lobo de imponente figura, ha sabido reconocerla tiempo atrás..., en su propia sangre. Ese era el meollo de la situación, él sin necesidad de fanfarrias o un récord de actos heroicos de alguna forma u otra despertó sensaciones a las que ella se niega ponerle nombre. Muy de prisa, muy poco viniendo de ella.    
Puede que le sorprenda lo descarrilado que se encuentran mis cabales, viven en constante disputa con aquello que llaman sentido común —siente la necesidad de medir sus palabras pues error como el de la noche pasada junto a su acompañante de toda la vida no pueden repetirse, no en un tema tan delicado.

Lo buscó durante tantas noches y he la aquí moviéndose con cautela, obligándose a ello mientras el universo le grita que no tiene por qué molestarse, que es seguro..., que se encuentra a salvo. Aquel conjunto de sensaciones son totalmente nuevas para ellas, la hacen sentir que debe esforzarse; la hacen sentir como si fuese una tonta humana débil e intimidada, no por la ferocidad de la bestia frente a ella sino por la mezcla de motivos que la empujaron a buscarlo por cada rincón de París.  Sacude la cabeza en busca de sacudir también de sus labios la sonrisa incrédula que se ha plasmado en su rostro, se ve en medio de alguna clase de Deja vú que la deja, antes de estar consciente, comparando tanto al lobo que la mira intrigado con aquel que la observaba de la misma manera solo que un poco más feroz y precavido, en la fiesta del gran teatro.
Es muy importante pero —lleva las manos detrás de su espalda entrelazándolas una con otra como si de un ser indefenso se tratara. Trayendo al exterior ese camuflaje tan usual en los de su clase, ese que sin el más mínimo esfuerzo, sin que se lo proponga en ocasiones disfrazan a la bestia en un vulnerable y apacible ángel que se manifiesta antes de atacar, sólo que estas no son sus intenciones—, créame que me ofende su escepticismo y tome mi palabra cuando le aseguro que no hay forma de que su reacción me espantase —aseguró aterrada ante la idea de haber despertado la conciencia que hace décadas se encargó de callar.

¿Quien era está persona que intentaba confortar al hombre a tan corta distancia?

Vine por varias razones, una de ellas quiere agradecerle..., no el que me haya salvado sino el hecho de que tomara la vida del cazador pues tengo razones para pensar que aquellas dos personas eran aun más peligrosos que usted, es en parte lo que me llevado a buscarle con tanta insistencia... —dice firme. Duda en revelar del todo las intenciones que la llevaron hacia él pero, contenerse tampoco ha sido su fuerte. No cree en el cohibirse, se supone son pequeños rasgos que se van adquiriendo con el tiempo, al menos en su carácter. Al menos no ahora, bien conoce el arte de la sutileza, quien la vea a primera instancia justo ahora diría lo contrario pero es de aceptar que ciertos asuntos incitan a gritos ir al punto, sin rodeos; con el pasar el tiempo ha perfeccionado muy bien el como apagar ese pequeño interruptor que la priva de emociones pues no le es muy útil a la hora de atrapar la cena, sin embargo, algo dentro de ella no le permite ocultar la preocupación que le transmitieron los ojos del lobo.  

Motivos la condujeron hasta el puerto, es cierto, pero la desconfianza la cuestiona sobre cómo abordarlo. La obliga a buscar bajo la luz de la luna y el silencio si aquel par de ojos, si el horror que la invadió noches atrás, es tan cierto como cree.

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Mensaje por Malachai Vlahovic Mar Ago 23, 2016 1:13 pm

"Save tonight and fight the break of dawn
Come tomorrow, tomorrow I'll be gone"

A lo largo de la vida de Malachai acontecieron varias lunas bajo las que lo inimaginable había sucedido, noches bajo las que lo absurdo reinó ante su presencia. Un claro ejemplo de aquello fue el día en que se topó de frente con la severa realidad de lo irreal, el día en el que sus párpados se abrieron ante un nuevo mundo, el mismo que le arrebató lo único que amaba de la vida, su hermano. Una vez perpetrada la represalia, que encolerizada, la bestia en su interior clamaba, el hombre fue quien tomó posesión de su corporeidad. Fue entonces el hijo de la luna, unido a él por una mordida, quien se sumió en un profundo estado de hibernación, mientras su contraparte gozaba a su manera de lo más circunspecto de la existencia; sin embargo, las últimas semanas algo había cambiado, los papeles se invertían y ahogado por la bestia Malachai intentaba mantenerse a flote.

El encuentro con la vampiresa de cautivante mirada, quien se alzaba airosa entre las sombras, había marcado un antes y un después. La bestia, que hasta el momento en los brazos de morfeo había descansado, estaba comenzando despertar, removiendo de forma violenta todo aquello que Malachai había abandonado en el más profundo sepulcro de su pasado. No obstante, para que lobo, el encanto de la situación yacía en que era una de aquellos seres a los que había dedicado su más ferviente desprecio quien hacía del descontrol el mejor de sus talentos. Lo cierto era que tanto bestia como hombre, sin razón aparente, tenían deseo de proteger a la despampanante inmortal, la misma que, por algún extraño motivo que aún retenía, le había buscado en cada rincón de la capital. Por primera vez en toda su existencia, Malachai creyó en el destino.

La luna que con intensidad ansiaba alzar a su hijo por encima del hombre tuvo que esperar. Malachai escuchó con atención las palabras de la vampiresa y asintió ligeramente. Media sonrisa se dibujó en sus labios.

Me alegro que así sea mademoiselle, —el lobo extendió sus brazos brevemente en un ademán de simpleza — pues admito que nunca fue mi intención asustarla. —Malachai se encogio de hombros mientras brevemente y de soslayo observaba a la luna, astro cuyo poder decrecía considerablemente en presencia de la inmortal — Al menos no con intención...

Las voces de todas sus víctimas aún hacían eco sobre sus oídos amenazando con desatar la cadenas de la criatura que ante la vampiresa se niega a presentar, la luna como buena madre intentaba castigar a su descarriado hijo. Malachai sacudió la cabeza negándose a escucharlas. Quería huir nuevamente, más no alejarse de la mujer, que mil incógnitas generaba en él y aún así en ella parecían encontrarse a la vez todas las respuestas. El licántropo intentó encontrar un ancla para mantener el control, más lo único que descubrió fue la mirada de su acompañante. Los problemas solo encuentran paz en más problemas y en ese momento la vampiresa señalaba ser uno grande.

Madame, aunque me siento halagado de pensar que usted se ha atrevido a atravesar París solo para darme las gracias, me tomo el atrevimiento de asegurar que la razón más importante de todas es la que aún no me comenta  — Explicó el lobo, deslizando su mirada a la altura de los labios de la mujer para posteriormente clavarla sobre su hombro con disimulo — No espero que confíe en mí, Señorita, mas si lo que me ha de decir es tan importante como creo deberíamos dirigirnos a otro lugar— Malachai dio un paso adelante, Quedando nuevamente a centímetros de la rubia esta vez colocando sus labios cerca de su oído — Hay alguien a una distancia prudente observando en esta dirección, si le han seguido me imagino que no ha sido con las mejores intenciones —el lobo hizo una breve pausa mientras la sombra que a distancia les aguardaba se escondía de su mirada. En un ademán de cortesía el castaño estiró su brazo a la inmortal esperando que está lo tomara — Yo sé que usted, Milady, es capaz de defenderse sola y qué, como ya dije, puede que no confíe en mí, sin embargo, usted ha sabido cautivar mi atención y estoy dispuesto a pelear por usted si es necesario... a pesar de nuestras diferencias.
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Mensaje por Enaylen Chavanell Sáb Sep 10, 2016 10:11 am


“Existen más como tu…” dijo la Gitana con voz rasposa por la edad.
“Lo sé” respondió irritada, claro que existían más como ella, vampiros había en todas partes.
“No, no vampiros, niña. Hay otros allá fuera que comparten el mismo fatídico destino que usted y su hermano cargan consigo…, hay oscuridad en ustedes, una diferente a la que conocen”
“¿Cómo puedo encontrarlos?” demandó.
“Ignis, hay que irnos. Ya” llamó Kyros quien se negó a entrar en la tienda.
“Un momento…, por favor” dijo regresando toda su atención a la anciana, “¿Cómo?”
“Tu instinto, sabrás cuando pase. Lo sentirás…”
“Es suficiente” fue Karsten quien irrumpió tomándola del brazo, “Nos vamos”




Los recuerdos que aquella noche en Rumania la asaltaron sin previo aviso esparciendo una sensación que jamás, en los ciento veintidós años que lleva recorriendo la tierra, había experimentado. ¿Por qué justo ahora las palabras de la anciana resuenan en su cabeza? ¿por qué ahora después de tanto tiempo? ¿acaso aquello significaba algo? ¿acaso era esta sensación sobre la que se refería la gitana?

La mirada del Licántropo era intensa, profunda…, sincera. Deslizó su mano en la suya sin pensarlo, permitiendo que la guiase en la oscuridad sin más. Una mirada de soslayo hacia tras tan solo para confirmar que ciertamente alguien les observaba, enviando una sensación de Déjá vu por todo su cuerpo.

Enaylen jamás ha sido una mujer de confiar en otros, imprudente sí, pero ingenua…, no. Entonces, ¿por qué sentía aquella extraña conexión con el lobo; con quien naturalmente había sido proclamado su enemigo natural? Las palabras de él, expresando su extraña e inesperada disposición de cuidar de ella aun teniendo claro que no era necesario, contribuyeron al desconcierto. “¿Era esto a lo que se refería la anciana?” Pregunta la voz curiosa en su cabeza que atónita se ha desconectado el cuerpo y divaga de un lado a otro negando creer que aquello sea la inevitable verdad. Ni siquiera su persecutor es de importancia ahora.

No siente sus pies que instintivamente siguen al lobo, la brisa que alborota su cabello…, lo único que percibe son los latidos. Los latidos del licántropo y los suyos; el tiempo detenerse y su mundo dar vueltas ¿en serio se ha topado con la verdad? No, ha encontrado la primera pieza certera del rompecabezas que por años ha intentado resolver. Ha incrementado la inquietud dentro de ella, la sed de respuestas.

Entonces el tiempo vuelve a correr, su cabeza da vueltas, la conmoción resulta irónica incluso en ella. Se detiene de súbito, es seguro que lo hayan perdido y de no ser así no le molesta que los encuentren, quizás aquel desconocido que la siguió tenga algunas respuestas que aportar. Soltó el agarre que el lobo ejercía sobre su mano haciéndole detenerse también y fijar la atención en una Enaylen sorprendida, alborotada. No era el momento para guardar las apariencias, no tratándose de algo tan serio.  
¿Quién…quien es usted realmente? —pregunta firme, más de lo que esperaba. Le mira con suspicacia…, curiosidad—, ¿Quién es usted? —inquiere cautelosa.
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Mensaje por Malachai Vlahovic Mar Sep 27, 2016 4:46 pm

”crossroad demons”

El lobo andaba un paso delante de otro, cada uno más inestable que su antecesor, receloso de todo su entorno; ciertamente, lo único firme que el lobo poseía en aquel instante era su agarre sobre la delicada mano de la inmortal. Sus piernas se movían al ritmo de las de su acompañante, sus pasos se perdían entre la extensa longitud de las calles de París y sin discernimiento de razones o motivos, hombre y bestia, convergiendo en equilibrio, se empeñaban en proteger a la mujer. Extraviado en la penetrante sensación que el etéreo tacto entre su dermis y la de la vampiresa enviaba en pequeños toques eléctricos a cada nervio de su cuerpo, Malachai prescindió de sus conocimientos y se entregó a su instinto que le indicaba el trayecto hacía un lugar seguro, uno del que parecía saber sin conocerlo realmente. Nunca antes sostener contacto con otro ser había provocado tan intenso mar de sensaciones en su corporeidad, más lo que mayor intriga le causaba, era la forma en la que súbitamente todas las dudas de su existencia de pronto parecían tener respuesta en los irises color zafiro que le observaban de soslayo con peculiaridad.

Para cuando el hijo de la noche intentó ubicar el rumbo que involuntariamente había seguido, la inmortal le detuvo en seco. Entonces, consciente de sus acciones, el licántropo se desentendió por completo de lo que prefirió catalogar como delirios, disparates a causa del presagio de la llegada de su madre, que pronto brillaría en máximo esplendor, la única madre que alguna vez conoció, la luna llena.

Tomando posición frente a él allí se encontraba su acompañante, la esbelta y hermosa rubia quien se había soltado de su agarre y persistente le observaba exigiendo respuestas. Por supuesto el lobo encontraba el asunto bastante singular, tanto, que a pesar de la tensión casi palpable del ambiente le causó un poco de gracia; si bien Malachai hacía un grande esfuerzo por enlazar los sucesos en su cabeza intentando encontrarles sentido, toda la situación parecía sacada de los desvaríos de un hombre quien perdido la cordura. Sin embargo, el licántropo había pasado tanto tiempo inmerso en sus cavilaciones e intentando comprender a la mujer frente suyo, que para cuando notó la naturaleza del suelo sobre el que posaban sus pies le tomó por sorpresa.

Malachai Vlahovic Novák — Musitó el lobo confuso ante la interrogativa de su acompañante, bien sabía él que la respuesta aquella indagación era un callejón sin salida — Hijo de Dios sabe quién en quién sabe dónde —Prosiguió burlesco, con media sonrisa dibujada en sus labios, ocultando así cualquier vestigio de amargura en su voz— Eso mismo que usted me pregunta, madame, me lo he preguntado yo desde que tuve conciencia de ser abandonado por mi madre en un orfanato de Luxemburgo junto a mi hermano gemelo— Soltó como si aquella fuese la forma más sencilla de explicar que ni siquiera él mismo se encontraba al tanto de los fundamentos de su propia existencia.

El menor de los Vlahovic había conocido de su hermano el misticismo de los cruces de caminos; no obstante, aquella instrucción se había reducido a un difuso recuerdo en el pequeño rincón de su mente designado a eludir la memoria de Nikolai, al menos hasta aquel momento. Sólo entonces el lobo comprendió que la única razón por la que les habían dejado de seguir era lo preciso de su ubicación. Algunas de las enigmáticas historias que se escuchaban entre los pasillos del orfanato incorporaban la invocación de entes demoníacos en lugares semejantes al que se encontraban en aquel instante, más rumores menos funestos sugerían que la esencia de tales sitios impedía el uso de cualquier magia. De repente el instinto más salvaje de la bestia se sintió humano de nuevo en su interior y las voces que pertinaces le habían seguido se acallaron fulminantes.

Ahora mismo sólo soy el hombre que se antepone a la bestia — la expresión en su rostro se había tornado parca, cada vez entendía menos la situación y con cada segundo que pasaba la sensación de mortalidad que se extendía por su cuerpo se tornaba en una carga insufrible — Pero usted, Mademoiselle, usted ha sido quien atravesó París para encontrarme a mí y sólo a mí — Apuntó

El lobo dio un paso adelante, fijando sus ojos inamovibles en los de la vampiresa a su anverso.

Por ahora hay un montón de dudas que acogen mi mente, como ¿por qué mi bestia y yo concordamos en protegerle aun cuando constantemente diferimos? O ¿por qué… — Entonces atrapó los dedos de la mujer levantando su mano a la altura de su pecho, observando de reojo como la suya se entrelazaba con la de la ella — siento tan fuerte conexión con usted, con solo tocar su mano? Con solo sentirle cerca…

Miró a su alrededor soltándose del agarre que él mismo realizó, dando un par de pasos atrás explorando el más bien extenso terreno.

¿Por qué siento todo eso, Mademoiselle? Por qué lo siento en un lugar donde toda magia se encuentra vetada, dónde incluso hasta mi propia bestia me ha abandonado — Para entonces Malachai ya había perdido el aliento, las constantes contradicciones del asunto le golpeaban como martillos en la cabeza — La verdadera pregunta Milady es ¿quién es usted?
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Mensaje por Enaylen Chavanell Miér Oct 05, 2016 8:03 pm

¿Qué diablos era aquella extraña sensación que surcaba por todo su cuerpo sin consentimiento? ¿Por qué repentinamente sentía una ola de emociones que arremetía contra su voluntad enviando coches eléctricos, recuerdos que creyó perdidos…., memorias de una vida pasada que no le pertenece? En ocasiones se dan hechos desconcertantes incluso para las más imposibles criaturas, muchos arrastran traumas y sucesos fatales a la siguiente vida que se les ofrece o son forzados a escoger y es más que cierto que Enaylen no es la excepción aquel conjunto de desdichas. Y es que, ha de ser imposible olvidar momentos como la última noche en la que sintió lo que es ser humano, en la que decidió hacer el dolor y el miedo sus mejores aliados; quién podría imaginar que la mujer autosuficiente y en ocasiones promiscua que se protege detrás de tal coraza fue víctima de la más vil de las lujurias del hombre. Nadie, absolutamente nadie y es que flanquear no habita en su diccionario, sin embargo, aquí está notablemente alterada ante la presencia de tal inusual caballero, no por miedo, no…, sino abrumada, inundada en incertidumbre.  

Los eventos de la noche giraban a su alrededor, dirigidos de forma autónoma, con vida propia. Esto no podía seguir siendo un montón de simples sospechas y conjeturas aferradas al deseo de encontrarle sentido a su mera existencia, no, esto era más, mucho más y el que el hombre con alma de bestia lo confirmase tan solo aviva la llama que por días insistió en silenciar.
No puede ser… —susurra apenas. Y es que no había nacido ser sobre la tierra que tomase el aliento de Enaylen de tal manera, nadie poseedor de tal mirada capaz de dejarla perpleja o era de lo que a ella tanto le gustaba alardear.



Los muertos no siente, recuerda…, estás muerta.
Susurra una voz lejana en su cabeza impulsandola a tomar un paso atrás lejos del licántropo que ahora tiene nombre, uno que a pesar de las fatídicas casualidades no recuerda haber escuchado jamás. Haciendo casa a la fría voz de su conciencia o más bien de lo que quedaba, se obliga a calamar el rito de sus sentidos sin vida, escudriña al caballero frente a ella con ojos suspicaces…
Malachai...—susurra. Sus labios ligeramente curvados. Debatiéndose en sí revelar tal verdad ante semejante desconocidos…, desconocido que sin ningún atisbo de remordimiento en los ojos ha afirmado el inexplicable deseo de protegerla aun conociendo bien la naturaleza de la vampiresa. Actuar de manera razonable jamás ha sido su mejor carta, la prudencia en ocasiones como esta la abandona pero ni siquiera ella es capaz de dejar escapar una palabra comprometedora de sus labios con la reciente persecución que les pisaba los talones, y es que de ser todo cierto, el peligro que le aguardaba era de temer incluso para la más fuerte de las bestias; él también correría el mismo destino y de algún modo aquella irrefutabilidad la conmovía.      

Malachai…¿me creería usted si le digo que todo lo que siente…, de algún modo tiene sentido? —se atrevió a decir, no segura de exponer lo que de antemanos conocía pero inquieta ante la idea de desaparecer en la bruma sin dar una explicación al hombre que ha sido tan directo con ella. Que de alguna forma le inspira una clase de confianza que nunca antes había descubierto.
…¿Creería usted —ahora es ella quien acorta la distancia entre ambos ignorando cualquier ley de espacio personal, sus ojos fijos en los de él—...si le digo que con el mero hecho de verle tal como ahora, el alma muerta con la que he sido condenada a cargar se inquieta? Puedo decirle quien soy en este instante monsieur, y tal vez no tenga la mínima idea así como puedo exponerle qué me ha hecho buscarle con desesperación por toda Francia y esperar que no me considere una lunática.
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Mensaje por Malachai Vlahovic Mar Oct 25, 2016 5:49 pm

"Say my name”

A pesar de no ser un burgués como su amigo Cameron, tras conseguir represalia, Malachai se empecinó en comportarse e instruirse como un hombre de alta cuna, ahogando transitoriamente a su bestia y clase social, bajo un mar de conocimientos y cortesía. No obstante, era claro que de su empleo en la biblioteca el lobo no sólo había sacado provecho del jugoso néctar de las letras, más había aprovechado aquella oportunidad para pincelar la fachada perfecta: una monótona vida, lejos de la muerte, la venganza, la criatura que hurtaba su cuerpo cada luna llena y aquel bucle de desgracia que incansable le perseguía desde pequeño.

Malachai reconoció aquel como un momento íntimo. Para su corta vida semi-inmortal, el lobo había recorrido con sus labios un sin número de pieles, bocas y sexos, deslizándose entre las sábanas de mujeres que seguramente aún guardaban su esencia, custodiando bajo su sedoso telar las confidencias de lunas rebosantes de lujuria. Sin embargo, aquel momento de intimidad gozaba de una significativa diferencia a todos sus predecesores, pues ninguna de las criaturas se despojó de sus ropajes. No fueron compartidos besos o caricias, más allí se encontraron hombre y mujer, privados de las bestias que les mantenían con vida, de pie el uno frente al otro a escasos centímetros de distancia, desnudándose poco a poco con sus palabras.

El hijo de la luna fue traicionado por sus pensamientos, quienes arrastrados por su parte más humana, volaron sin que él mismo pudiese atraparlos. La cercanía con aquella preciosa mujer le tentaba a hacer cosas que no eran dignas de ningún caballero, de ese honorable señor que tan obstinado se forzaba a ser. El contacto físico era entonces una cuestión que más allá de sus cavilaciones no tenía posibilidad alguna de materializarse, pero a pesar de mantener sus principios claros, el lobo no pudo eludir intrigarse ante la sola idea de la sensación que provocaría posar sus labios sobre la nacarada dermis de la inmortal, la misma que con tan sólo su presencia y sin haberle puesto un dedo encima colocaba sus sentidos de cabeza.

Malachai sacudió ligeramente la cabeza y con ella todos los pensamientos inapropiados que le invadieron, más no se sintió capaz de imponer una longitud más adecuada entre él y su acompañante, al menos, no antes de descifrar el porqué de las corrientes que acariciaban su piel con mayor intensidad al acortar la escasa distancia que los separaba. Eran diversas las situaciones que para aquel momento carecían de explicación, sin embargo, hasta aquel preciso instante, nada había conmocionado al licántropo de semejante forma como las palabras que se formularon tras los finos labios de la vampiresa. él estaba seguro que el discurso de su interlocutora escondía algo más, algo grande, la respuesta a todas sus incógnitas que, oculta entre líneas, imploraba ser revelada.

—   Tenemos la noche entera y demasiadas cosas para conversar — Apuntó tras aclarar su voz, rogando a cuantos dioses podía rememorar, por mantener la misma dureza de su fachada sobre su voz. Usualmente Malachai se consideraba un hombre calmo, sin embargo, la constante sensación de descontrol que gradualmente se apoderaba de sus días, comenzaba a afectar nuevamente su ansiedad — Pero apreciaría que comenzara con su nombre, madame  

Ciertamente, a pesar de ser la mujer frente suyo quien le removió la vida entera desde su primera aparición, era también el único ser al que se podía anclar en busca de paz. Nada de aquello tenía lógica. Malachai trago saliva sutilmente, sin darse permiso de resbalar la mirada del zafiro en los irises de la vampiresa, cuya pausada respiración golpeaba con suavidad sus labios. Si bien deseaba conocer los motivos por los que tan insistente ella le buscó a través todo París, necesitaba enterarse el nombre de la mujer por quien, sin motivo aparente, afloraban en él más sensaciones de las que pudo soportar en toda su existencia.

—   Puede iniciar cuando desee, señorita, le aseguro que tiene toda mi atención… si desea satisfacer mi curiosidad.
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Mensaje por Enaylen Chavanell Sáb Nov 12, 2016 6:19 pm



A lo largo de su existencia, Enaylen se ha visto ligada a Cambiantes, hechiceros, gitanos y un sin numero de razas distantes de la suya o del verdadero origen que cargo consigo, de conocerlo…. ¿existían acaso límites que justificara el mantenerse alejada de otra raza? Su vida ha estado colmada de absurdas relaciones e historias inciertas después de todo. Pero ¿que la sujetaba un paso atrás? ¿qué era aquello que, a pesar de las inexplicables sensaciones que enviaba la mirada de aquel lobo, no le permitía confiar del todo?


Enaylen no era de fiarse, el tiempo y las circunstancias la forjaron a ello, a cambio fue dotada de una curiosidad insaciable que jugaba con su voluntad sin dejarle refutar. Era la curiosidad que la guiaba hacia él, la incertidumbre y necesidad de respuesta que la mantenían allí de pie sujeta a él.  No era prescindible ningún tipo de habilidad sobrehumana para percibir la extraña energía que danzaba entre aquellos, que la convencía que de todas las criaturas con las que se topó, aquel lobo dispuesto a protegerla con tal fiereza, albergaba la posibilidad de ser su mejor apuesta, la ultima al menos.


Echó un último vistazo sobre su espalda acostumbrada ya a las inesperadas interrupciones estando a su lado. Pensó en Kyros que la abandonó sin enunciar palabra alguna, de quien sentía una irremediable distancia…, pensó en la ironía, de cómo aquella confianza no se desvaneció sino que alardeaba de cambiar de propietario haciéndola retornar la mirada aquellos par de ojos que le observaban curiosos y expectantes. Contempló frente a ella la razón por la que se ha ocasionado tantos disgustos y acarreados tantas noches alerta.


¿Qué más podía perder? Ya estaba muerta después de todo. Acto seguido hizo una pequeña reverencia y dijo: —Chavanell, Soy Enaylen Chavanell, mi señor.
Nunca ha sido de su deleite personal ir de un lado a otro parloteando títulos, no se avergüenza de ellos pues suponen sus raíces, las que conoce hasta ahora, pero, dada la situación en la se hallaba  y de seguir en algún lado quienes los perseguían, era su deber limitar las presentaciones, no excederse con las caravanas…, quienes fuesen han de buscarle por algún motivo y confirmarles quién es por completo y de donde viene es una ventaja que no estaba dispuesta a servir en bandeja de plata.


Exilió los pensamientos que insistían en implantar duda, exilio el recuerdo de sus más antiguos y fieles compañeros y el retrato de quien no sentía, o era al menos lo que pretendía, ataduras alguna y prosiguió: —Debe usted saber, aunque crea que he perdido la cordura, que la razón por la que le he buscado tan insistente es porque me temo que su destino y el mío tienen asuntos afines. He llegado a la conclusión que alguien más, hace mucho tiempo, ha pronosticado su llegada a mi vida y visto como su camino y el de una servidora se entrelazan de formas que apenas comienzo a comprender.


Se detuvo expectante a la respuesta de su acompañante, a la espera de comprobar si era prudente continuar y contarla la verdad, la que ella conoce hasta ahora. Le observa con el mentón altivo, sus ojos brillan como rubíes sutilmente al concluir su discurso y sus labios denotan cierta sonrisa, la clase que muestra a medio nacer en busca de ocultar su verdadero estado. Sonrisa que siempre emerge acompañada de las palabras de su padre “Es deber de un Chavanell permanecer inmune a los males del mundo; es tu deber no doblegarte ante las adversidades.”

Las palabras resonaron en la bruma de la penumbra sin darle más opción que seguir hacia adelante, confiar en el licantropo que de una forma u otra está predestinado a cruzar caminos con ella. Y vaya que esperaba no haberse equivocado pues de lo contrario las opciones restantes no resultaban ser de su agrado.
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Mensaje por Malachai Vlahovic Miér Dic 14, 2016 3:13 am

"Plot twist"

La bestia comenzaba a volver a él. Tal y como lo había sospechado, las palabras que logró obtener por parte de la bella y enigmática mujer cuyo nombre decía ser Enaylen, el lobo se sintió aún más desconcertado de lo que había previsto. Bien se había hecho a la idea de eventuales revelaciones que posiblemente dieran un rumbo inesperado a la vida que creyó elegir,  sin embargo, nunca se imaginó que la inmortal pronunciaría aquello que ya se había imaginado, pues aunque se trataba de una idea descabellada, lo insólito comenzaba a mostrar tintes de realidad. Era latente la conexión entre el licántropo y la inmortal, sin embargo, para Malachai, aquella era una sensación familiar, una que su mente le indicaba no era nueva y que le había atado a otras personas en épocas cercanas al momento más turbio de su pasado, pero que nunca había sido tan fuerte como para hacer de ello un momento memorable, al menos no como lo sentía con la vampiresa, con quien ahora intercambiaba una tensa mirada de consternación.

Sin tener más opción que recurrir a los hechos que había optado por no recordar, Malachai hizo un corto recorrido a su memoria, guiado por las sensaciones que le causaba la mujer delante de él. El hecho más reciente al que pudo aludir aquel efecto, fue al primer encuentro con el creador de su bestia, quien desde entonces le imprimió una insistente noción de confianza que no pudo sacudir y que incluso, en un inicio, encontró irritante por tratarse de un extraño, justo cuando menos deseaba fiarse de alguien, desconociendo que aquel hombre se convertiría en su único amigo.

Ya perdido en sus recuerdos, el lobo se permitió a sí mismo retroceder un poco más, encontrando en la imagen de una inocente pequeña, por la que aún guardaba afecto en un rincón de su corazón, otro suceso similar, uno al que nunca prestó demasiada atención y que atribuyó a un contexto completamente diferente al que ahora clamaba como suyos tales encuentros. Amara, la niña que conoció poco tiempo después de llegar a la capital francesa, hija de uno de los hombres más desagradables que se había topado en toda su existencia y a quien en su época consideró y cuidó como la hermana que nunca tuvo. La chiquilla ya debía ser una mujer. Las razones por las que no le había vuelto a ver eran egoístas y un tanto repulsivas; estaba seguro que de encontrarse de nuevo, el aprecio no sería mutuo, más aquel vínculo que compartían persistiría.

Malachai respiró hondo y se paseó de un lado a otro tratando de comprender el origen de todas las situaciones que su mente evocaba. Se restregó el rostro con frustración, juntando sus manos frente a su mandíbula como si aquel gesto le ayudase a aclarar sus ideas, llegando a la infausta conclusión de que para poder comprender los motivos por los que el destino le había hecho topar con aquellas personas en su pasado, debía resolver aquello que tenía en frente; a pesar de estar relacionado a otros individuos, sólo el lazo que le ataba a la señorita Chavanell, era lo suficientemente fuerte como para superar al que alguna vez compartió con su propio hermano, Nikolai.

Sin razonar su proceder, Malachai se acercó de nuevo a la inmortal, limitando el espacio existente entre los  dos a unos pocos centímetros.

No creo que haya perdido la cordura, Madame Chavanell — afirma el lobo en tono sereno, evadiendo a toda costa la ansiedad que desea apoderarse de sus palabras, la necesidad de conocer la verdad — ¿Creería usted que la he perdido yo si le digo que creo que puede que nuestros destinos no sólo estén entrelazados el uno al otro sino también al de otras personas?

Un nuevo recuerdo emergió en su mente, esta vez sin que él lo hubiese requerido. Las delicadas y perfectas facciones de la mujer que se encontraban oscurecidas por la penumbra, comenzaron entonces a tornarse claras en su visión. Repentinamente Malachai se vio a sí mismo un pequeño de unos trece años, recién llegado a París, obligado por el hambre y la pobreza a robar en los mercados. En las imágenes que corren como una película en su mente el pequeño Vlahovic hizo de su camisa una especie de bolsa y en ella colocó algunas manzanas que tomó de un puesto de frutas, su hermano se encontraba enfermo y no tenían nada que comer. Una vez el fornido mercader cayó en cuenta de la acción del chiquillo, le gritó algunos improperios y corrió tras de él con machete en mano. Malachai huyó tan rápido como pudo, pero el hombre era más rápido que él y las manzanas comenzaban a salirse de la improvisada bolsa. Las probabilidades estaban en contra del menor de los Vlahovic, sin embargo la situación se tornó aún más trágica a los ojos del niño, cuando este chocó contra las piernas de una mujer. Enaylen. Igual de joven e igual de bella, la señorita se inclinó para ayudarle, más no tardó en aparecer el furioso mercader dispuesto a cortar las manos del jovencillo. De no ser por los encantos y el poder de convicción que infringió la mujer en el endemoniado hombre, probablemente Malachai hubiese perdido la vida en aquella ocasión. La inmortal le había brindado su ayuda, había pagado las manzanas que él había robado, y no solo se había encargado a ayudarle a recoger las que había perdido en su intento de fuga, sino también le dio algunos francos que costearon tanto los honorarios del médico que curó la gripe de su hermano, como la cena en sus platos aquella noche.

Después de aquel incidente, el licántropo no pudo zafarse de la cabeza a la mujer por algunos meses, deseando en vano un fortuito encuentro que le permitiera verle una vez más, sin embargo, aquello nunca sucedió. Al volver en sí, Malachai se maldijo a sí mismo, sin entender cómo pudo olvidar aquel importante detalle. Enaylen y él eran completamente diferentes y aun así el encuentro de sus caminos parecía estar previsto por un poder superior. De todas las dudas que el castaño resguardó en su mente, sólo una le interesó ¿por qué?

Necesito que confíe en mí Mademoiselle. — Sólo cuando pronunció aquellas palabras el joven lobo percibió que se encontraba conteniendo el aliento — Necesito que me diga todo lo que sabe — Tras inhalar una larga bocanada de aire, decide tomar el rostro de la mujer entre sus manos con tanta delicadeza como le es posible, anclando su mirada sobre la de ella, serpenteando con los pulgares la piel de sus mejillas — Si usted tiene la habilidad de hurgar en mentes ajenas, quiero que lo haga con la mía, tiene mi permiso… — La intensidad en las palabras del lobo crece cada vez que su boca termina de articularlas— necesito que vea lo que estoy viendo en este momento.
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Mensaje por Enaylen Chavanell Miér Ene 04, 2017 7:44 pm

"My mind is ranaway but if you say my name I'll pick up the pieces and will rearrange"






¿Otras personas? ¿Quienes? En todos estos años, no era posible que le escapase semejante detalle. HA recorrido ciudades cuyos nombres desconocía, indagado con personajes que jamás creyó reales…¿sería posible?

Rebuscó en sus recuerdos algún indicio, Kyros nunca mencionó nada y conocía el tema tanto como ella. O incluso más. Sin embargo, no fue hasta el fortuito encuentro varias lunas atrás con el licántropo Malachai y arduas semanas  que arribaron sospechas respaldadas por hallazgos irrefutables que confirmaban su relación con el caballero que se encontraba a peligrosa distancia de ella.  

Asaltada por una mezcla desconocida de emociones que se han dado lugar desde que le encontró y no mostraban señales de calmarse, Enaylen le observó atónita ¿cuando fue si acaso la última ocasión que dio a alguien más el privilegio de derrumbar su guardia? Guiada por las ansias de encontrar respuestas que ofrecen llevarla a su origen e impulsada por la extrañes que le dice es al lado de él donde debe estar, cede ante la petición de Vlahovic  concentrándose en tan intensos par de ojos color avellana que jugaban a desnudarle el alma.

Tan pronto como las imágenes que conmocionaron a Malachai llegan a ella rompe el agarre del lobo sobre ella dando dos pasos lejos de su tacto. Cayendo de cuclillas  frente a él, enterrando las manos en su larga cabellera como si de algún modo se aferrara algún lazo invisible que labora arduamente en mantener su mundo en una única pieza sin mucho exito hasta el momento, tal cual hacía cuando aún sangre corría por sus venas y su corazón cumplía con las funciones biológicas que se le fue asignada; aún, cuando era mortal y cometía algún error que perturbara su acostumbrado aire despreocupado.

¿Qué es….? —susurra como quien se pierde en la neblina olvidando el caballero que yace de pie frente a ella. Las palabras no encuentra salida de escape. Es la primera vez en más de cien años que siente deseos  de llorar, no a causa de las memorias cuya desaparición de sus recuerdos le consterna y presenta un nuevo rompecabezas que no sabía, en primer lugar, había perdido, sino a raíz del revuelo que el tacto de Malachai y las mismas ocasionaron en ella removiendo sensaciones que no creyó tener o capaz de sentir por alguien más. Y es que de haberlo conocido en el pasado, sin importar el rostro que llevase, aquella conexión no era de olvidarse con facilidad.
¿D’Lizoni…..Amara? —recita al ver los rostros dibujados en su memoria, temiendo haber indagado más de lo que se le ha permitido.

Empuñó las manos en sus cabello con consistencia y sonríe ante la ironía. Jamás habría olvidado sucesos de relevancia como ese ¿cómo ignorar lo que por décadas ha buscado con tan afán e insistencia? Lo que la llevaba a preguntarse si era aquella la única memoria que al parecer había perdido.
¿Quien es Malachai Vlahovic en el descabellado misterio en el que has quedado atrapada? siente una voz en su cabeza susurrar y piensa al instante que es cuando roza la fina seda de la demencia.
Asustada, embriagada por tal sentimiento desconocido a su existencia, abrió los ojos para encontrarse con él de cuclillas mirando consternado…, así tan cerca, compartiendo una extraña intimidad que reclama pertenecer solo a ellos dos y nadie más.  Con certeza era esta la primera vez, que pudiese ser capaz de recordar, tal pérdida de control y asfixia. Ansiedad…, es lo que identificó al levantarse sobre sus pies y recordarse que tal cosa era de mortales y débiles.
Fue testigo de la preocupación en la mirada de su acompañante que acrecentaba al imitar sus movimientos y ponerse en pie junto con ella.
Espero este usted consciente de que es probable que haya tomado consigo el último retazo de sentido común que alguna vez poseí —cautela denota en cada palabra. Retoma cada paso que interpuso entre ambos, tan cerca de él como las normas de etiqueta y protocolo, que su nana le hacía memorizar en Italia, pregonaban. Sus manos dejan ir cualquier lazo invisible intercambiandolo ahora por Malachai, creyendo de alguna forma que es él realmente lo que puede mantenerla en tierra firme…, pensamiento que le aterra pues nunca hicieron presencia con tal intensidad siquiera cuando se trató de su original salvador.  
¿Quién es usted y que significa en mi vida? ¿Por qué nuestros caminos están trazados por fuerzas mayores a las que estoy dispuesta de reconocer? —recita en voz baja, acariciando, quien sabe si en total uso de sus facultades y sentidos, las facciones  imponentes del licantropo, a tan solo centímetros de sus labios—. ¿Por qué siento que es aqui a su lado donde debo estar? ¿Tiene siquiera sentido?
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Mensaje por Malachai Vlahovic Mar Ene 17, 2017 3:44 am

"Expect the unexpected"

Era justo decir que aquella había sido una velada colmada de sorpresas, no obstante, la reacción que Malachai obtuvo por parte de la vampiresa un vez la verdad de un recuerdo olvidado se develó tras sus ojos, era una que ciertamente, nunca hubiese podido predecir. Podría catalogar como atemorizante el hecho de que en un pasado sus caminos se hubiesen cruzado, pues aquello confirmaba que algún poder desconocido… superior, se había encargado de hacerles coincidir reiteradas veces y, a pesar de aquello, ninguno de los dos conocía el porqué de la incógnita que cada segundo parecía estar más lejos de ser resuelta. Sin embargo, la mirada perdida de la mujer se cincelaba estupefacta, suceso que sobrepasaba cualquier acto que pudiese seguir a la revelación, indicándole al joven lobo qué algo más, algo aparte del desconcierto por su pequeña reunión algunos años atrás, había perturbado la sensibilidad de la bella inmortal.

En un principio, el menor de los Vlahovic no sospechó que pudiese haber algo más extraordinario que lo que su propia memoria les había enseñado, después de todo, la última vez que ambos se habían visto, él era un escuálido e inocente pequeño; desde entonces, tanto su personalidad como su físico habían sido sometidos a un extremo cambio. El brillo de desespero que marcaba los irises zafiro de su acompañante indicaba lo contrario.

Enaylen marchó en reversa lo suficiente como para dejarle claro que necesitaba espacio y acto seguido se dejó caer sobre el frío suelo; si la rubia hubiese sido humana, seguramente, aquel golpe le hubiese dejado como recuerdo algún feo moretón sobre su tersa y blanca piel. Malachai aguardó unos segundos, limitándose a observarle con latente preocupación mientras le invadía una punzante necesidad de atrapar a la mujer entre sus brazos y demostrarle qué tan dispuesto estaba de protegerle sin importar el costo que aquello implicara, sin importar qué tan bien pudiese defenderse ella misma.

¿Madame? — Indagó sin obtener respuesta

Sus palabras quedaron en el aire y tomaron vuelo junto a la gélida brisa de invierno.
No era dueño de su cuerpo. Sus pies dieron cortos pasos y le llevaron a una distancia pertinente de la mujer, lo suficientemente cerca como para poder alcanzar su delicado rostro con la mano. Una vez se encontró frente a ella el lobo se agachó a su altura, recorriendo vaporoso con el pulgar la mejilla de la inmortal.

Poco a poco ella volvía en sí.

Apenado, Malachai alejó su mano, a la expectativa del rechazo de su acompañante. Eran pocos los encuentros que a través de su vida había sostenido con la vampiresa, aun así, era ella el único ser que había logrado que su corazón se acelerara con su sola presencia, brindando energía vital al órgano que desde tiempo atrás había considerado muerto. Sin embargo, nada le aseguraba que quien removía hasta la más profunda de sus emociones le retribuyera de igual forma. Lo más apropiado sería conservar distancia. Entre más tiempo pasara a su lado y entre más corta fuese la distancia que se opusiese entre ambos, más difícil sería para el hijo de la luna mantener el control de su cuerpo ¿y por qué no? De su corazón.

Enaylen se puso en pie y el menor de los Vlahovic no tardó en imitarle. Ambos anclaban la mirada en la del otro, ahora era ella quien hablaba y él quien se perdía en su mirada. Si restaba algún espacio entre ellos podría considerarse microscópico. Ella le culpaba de hurtarle la cordura, mientras sus manos se paseaban curiosas y delicadas sobre el rostro de Malachai, tal y como si pudiese tantear en sus propias facciones la más absoluta de las verdades.
Sus respiraciones chocaban apacibles, una suave ventisca les removía los cabellos y  ella susurraba palabras a las que Malachai poco prestaba atención. Lógica y deseo debatían en su mente acerca de qué era lo correcto. Quizá su palabras no tuvieran la respuesta a lo que la mujer indagaba, pero sus labios tenían algo que decir.

El lobo atrapó la cintura de la mujer con sus manos, procurando hacerlo con medida fuerza. No supo realmente por qué lo hizo, mas se encontró a sí mismo juntando sus labios con los de la inmortal. Quiso culpar a la bestia pero pronto descubrió que no era sólo ella quien pretendía la boca de su acompañante; diez mil de sensaciones recorrieron su cuerpo entero y cadenciosamente, sus manos serpentearon por la espalda de la mujer hasta llegar a su cuello, acercándole a él, enredando los dedos en su dorada cabellera.

No supo por cuanto tiempo le beso, pero ni siquiera una eternidad habría bastado para saborear sus labios completamente.

Pronto la realidad golpeo la puerta. Aquello había sido imprudente, descabellado, impropio de alguien que osara llamarse caballero y, aunque madame Chavanell habí permanecido en silencio, él se había dispuesto a afrontar cualquier reclamo que fuera resultado de su atrevimiento. Avergonzado, el menor de los Vlahovic abrió la boca para dedicarle a su interlocutora alguna pobre disculpa, pues aunque conocía lo erróneo de sus acciones, estaría mintiendo si dijera que no lo había disfrutado; sin embargo, pronto sus intenciones se vieron frustradas, sus oídos percibieron lo que parecían enfurecidos pasos acercándose.

No estaban solos.
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Mensaje por Hyun Seung Sáb Ene 21, 2017 6:22 am


"Even demons meet love before turning it into pieces"



Existe un número contado de personas con el poder de afectar el estado de Hyun, una de ellas es su hermano y la otra…, creyó haberla matado en más de una ocasión. Es cierto que jamás conoció lo que es ser un humano a propiedad ni ser bestia por igual, aunque ha de reconocer, que de ambos es el que mejor ha aprendido a manejar. La bestia es sin lugar a dudas su mejor versión, donde encaja a la perfección, sin embargo, sería un acto desdeñoso eximirlo del remordimiento que un tiempo atrás acarreó consigo a raíz del mismo rostro. Y es que, incluso el demonio ha sido víctima del amor.

Mucho tiempo atrás, cuando la humanidad era joven y un mortificado Hyun deambulaba Corea confundido por la naturaleza que le fue otorgada, tuvo la suerte de conocer a una joven muchacha de cabello dorado como ninguna otra en el reino, poseedora de la más tranquilizadora de las sonrisas pues con tan solo una de ellas, el demonio que habitaba en él sin alma, y sediento de sangre se apaciguaba mas como toda línea que ha de completarse, el joven al joven Hyun no le fue posible controlar sus instintos y cuando menos lo esperó la bestia tomó el control de sí, extinguiendo la débil vida de quien alguna vez tuvo el descaro de querer. Siglos después un Hyun más maduro e incontrolable, iracundo con la vida que no cesaba de emplear resistencia sobre él, llegó a Italia como principal autor de la muerte de una joven dama de sociedad a merced de una bandada de vampiros neófitos, si bien acataba las órdenes de quienes le ofrecieron recompensa por sus terribles males, él mismo fue quien ideó a cada detalle la muerte de la joven sin percatarse del parecido inédito entre la víctima y su amada. Fue desde entonces cuando un fragmento de sus memorias y la vida humana que a brevedad fingió poseer hizo presencia.

Fue aquella la primera vez en siglos que sintió punzadas atravesar su jamás inexistente corazón. De poseer alma alguna, ha de ser posible que las piezas cayeran por todo el lugar. Desde entonces le fue inviable mantener distancia entre ella y quien se hacía llamar su salvador, de quien tuvo precaución extrema e, incluso, impelió distancia entre ambos al provocar que este borrara la memoria de de ella y la suya misma.  

Aún siendo, Enaylen Chavanell objetivo en su juego de ajedrez, no se vió escapo a convertirla en su reina una vez más en esta vida. Atraído por antiguas memorias, culpas y sentimientos de en su entonces, vida pasada. Una vida en la que ella era humana y él pretendió serlo para su agrado. Hoy se encuentra a sí mismo, aunque manteniendo el rastro tanto en ella como su hermano, evitando a toda costa y prolongando el inevitable final.

Guiado  tal cual siempre, por sus impulsos es la razón por la que esta noche le ha seguido. Adrede se limitó, encontra de todo lo que enmarca, a intervenir en la conversación que llevaba a cabo con el licantropo. Llegados a este punto no le sorprende ver de quién se trata pues, desde sus inicios el destino insiste en acercar aquellos portadores de tan peculiar maldición, lo que en sí le perturbaba es ver por segunda vez como uno de ellos excede los límites de intimidad con ella.

¿Como supone entregar sus cabezas en bandeja de plata cuando ella forma parte de tan fatídico encadenamiento de hechos? ¿Cómo no disfrutar hacerlo con quienes osan intervenir en lo que ha denominado suyo?  

Desde el muelle, el menor de los Vlahovic fue avaz al percibir su presencia, acto que no le sorprende pues, siempre ha sido tan perspicaz y audaz para notarlo. La vida le he forjado de tal manera.

Durante instantes que se mostraron como aguda eternidad, se mantuvo a distancia, sin embargo, ira desbordó su persona al ser testigo de cómo descaradamente Malachai se atrevió a besar a quien desde el inicio de los tiempos denominó como suya. Tal fue el torrencial que arraigó en él que, por momento, dejó de lado el hecho de que, el sello en la mente de la dulce Enaylen amenazaba con romperse. Dominado por la bestia que por naturaleza es y ha sido desde antes de tocar este universo, se acercó a paso veloz y furioso hacia ellos, arremetiendo contra el lobo desde la yugular y llevándolo a distancia de Chavanell.
Será mejor abstengas tus deseos si anhelas respirar una noche más —gruñó fuerte e imponente. Sus ojos brillaban en una danza rojo carmesí atemorizante, sus facciones dignas de temer y, aunque su respiración aparentaba permanecer controlada, el torbellino iracundo que se daba lugar en él, los celos y deseos de sangre eran palpables en su mirar.
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Mensaje por Malachai Vlahovic Vie Ene 27, 2017 5:47 am

"Who is in control?"

Los segundos que entonces parecieron eternos en un instante pasaron veloces cuando con fuerza sobrehumana la criatura que les estuvo siguiendo desde la penumbra durante toda la velada decidió hacer su entrada triunfal. Poco pudo hacer Malachai antes de verse a sí mismo aprisionado por el cuello, con tan extrema fuerza que por un segundo el lobo sintió las yemas de los dedos del inmortal clavarse en su piel como filosas cuchillas. No le dolía realmente, su extrema resistencia al dolor no se lo permitía, a pesar de ello, era cierto que la presión ejercida le cortaba el aire y pronto le dejaría sin aliento.

Fulgurosos, los oscuros irises del inmortal desbordaban un tipo de ira que Malachai no había tenido la oportunidad de presenciar antes, aversión que no sólo cruzaba su mirada sino que hacía parte de ella. El lobo entró en un estado de confusión por un efímero momento, más pronto la verdad de aquel ataque fue revelada por el mismo agresor. El desdén que raspaba su voz cuando clamó que los instintos de quien aprisionó le habían llevado a aquella posición, indicó al menor de los Vlahovic que algo tendría él que ver con la dueña del precioso rostro que a una distancia considerable permanecía inmóvil, con semblante de no entender lo hechos que acontecían.

Una vez el asaltante finalizó su discurso, la bestia de Malachai no dio espera a que este hiciera algún otro movimiento que le otorgara más ventaja de la que ya ostentaba. Prontamente sus ojos refulgieron en un tono ámbar y garras y colmillos afloraron de sus manos y fauces, mientras los huesos de su cuerpo se quebraron uno a uno amoldando su figura humana en aquella que le había obsequiado la luna. En un abrir y cerrar de ojos, la mano que le tomaba del cuello se hizo demasiado pequeña como para surcar el de la bestia, que frente al inmortal, superaba al menos dos veces su altura.

Legítima sorpresa se cinceló en el rostro del vampiro, quien seguramente no esperaba una transformación completa en una noche que otra noche que no fuese de luna llena; no obstante, al hombre tras la bestia también le consternó. Enterrada en el fondo de la criatura, la pequeña pisca que restaba de la lógica del hombre, conocía que estaba fuera de control y aquella fue simplemente una casualidad afortunada.

El lobo aulló fuerte e imponente, mas el poderoso sonido no sólo hizo retorcer a su contrincante, pues a lo lejos, la bestia observó a la mujer que intentaba proteger ser afectada también por su poder. Soltó un gruñido furibundo, ahora los papeles habían invertido, con sus enormes garras, el licántropo tomó firme al inmortal del rostro y lo alzó algunos centímetros por encima del suelo, dispuesto a remover su cabeza del resto de su cuerpo. Enterrando sus garras en la blanca dermis del hijo de la noche, el lobo saboreó la victoria, desconociendo que aquello que comenzó como un etéreo cosquilleo pronto transfiguraría en un insoportable dolor, infligido desde la mente de su oponente.

Con tal poder en las manos enemigas, el licántropo pronto se sintió en desventaja.

El imortal quedó en libertad y en dos zancadas la bestia intentó alejarse de él justo antes de que su cuerpo estremecido por tan inmensa dosis de tortura comenzara a fallarle. No paso mucho tiempo antes de que la criatura de luna comenzara a desvanecerse entre las convulsiones de dolor que acogían su corporeidad, tumbándole de rodillas al suelo a pesar de sus desesperados intentos por resistirse.

No suelo tener control de mis instintos — Masculló ronco con palpable sufrimiento en su voz mientras su forma más humana intentaba asomarse.

Con esfuerzo se levantó y de nuevo la silueta de la bestia se impuso sobre la del hombre. Lento y tembloroso el lobo avanzó, recibiendo del vampiro una sonrisa que mediaba entre lo macabro y lo burlesco; él permanecía inmóvil, seguro, intensificando el sufrimiento aplicado con cada paso que Malachai se atrevía a dar.

Súbitamente, el licántropo se lanzó sobre su oponente y con sus fauces le agarró del hombro sacudiéndolo con agresividad para posteriormente lanzarle por los aires a unos cuantos metros de distancia. Presuroso, tras haberse deshecho temporalmente de su asaltante, corrió entonces en dirección a Enaylen, colocándose frente suyo cuando el inmortal se puso en pie y posó su atención sobre ella.

Mil incógnitas rondaban la mente de Malachai, más encarcelado en aquella forma no era capaz de proferirlas. En aquel instante, la única opción que le restaba, era hacerle saber a Madame Chavanell que el único control que él conocía estaba en sus delicadas manos.
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Mensaje por Enaylen Chavanell Sáb Feb 11, 2017 4:36 am

Esa mañana, sus pasos se escuchaban retumbar por la toda la residencia con presurosa inquietud, No había escuchado nada sobre Kyros, tema que le quitaba la paz en sobremanera, más incluso de lo que en estos momentos estaba dispuesta a admitir y Karsten por menos había regresado desde la noche anterior. En lo que respecta a su hermano no es conducta que le tome por sorpresa pues él, tanto como ella, busca con desespero las respuesta que le brinden un tramo de claridad al inicio de lo que ambos llaman ahora vida, pero en esta ocasión en específico se sentía como una damisela en apuros, atrapada entre cuatro paredes y lujos que tan solo pretendía camuflar su calabozo. Vaya situación en la que se encontraba, presa de la incertidumbre más de lo que debería estarlo por la luz del día.

La verdad de todo aquello era, sin dudas, que no sabía por dónde empezar, cómo buscar, a donde ir y por el momento solo su hermano era quien podría ayudarle; al escuchar la puerta principal abrirse en el primer nivel sus esperanzas renacieron y, sin dar tiempo a que el mayordomo anunciase de quien se tratase, bajó a paso rápido al encuentro con D’Lizoni, quien dejando a un lado a sus habituales acompañantes, representaba un fragmento de la casa a la que por más que intentase no reunía el valor de regresar.

Es irónico pues, ambos personajes no se imaginaban que el lazo que los unía era más grande de lo que imaginaban. Durante lo que catalogó como la visita más efímera que pudo experimentar, confesó el desasosiego que experimentaba a causa del licántropo que noches atrás conoció, esperando que al no fallar en su descripción, el lobo sentado frente a ella pudiese ayudarle. Minutos eternos transcurrieron hasta que, de la mano con una muy ponderada advertencia obtuvo el paradero del mismo. Claro está que D’Lizoni no dejó el lugar sin antes hacerle prometer que sus intenciones no ocultaban malicia alguna pues, como bien aclaró, tanto como confiaba en ella, de igual manera recae tal sentimiento en el joven en cuestión.

Ahora, que presenciaba como el lobo que minutos atrás besaba sus labios se erguía como bestia frente a ella contemplaba la magnitud en la que había roto su promesa.  

Podría contar las ocasiones en las que se ha permitido perder el control y ni una ejerce tal presión como su encuentro con Malachai quien no solo se daba la misión de remover cuanto creía muerto en ella sino que se empecinaba en protegerla como si fuese tan natural como proyecta aún a sabiendas de que, con facilidad, bien podría desligarse con el infortunio que le ha acarreado esta noche, aún consciente de que probablemente no sea necesario. Resulta incomprensible que, junto a él se sienta tan débil como para aceptar su protección y al mismo tiempo vigorosamente fuerte como para luchar a su lado.

Pero ella no era mujer de dar paso atrás y permitir que le protegieran tal cual damisela en apuros, su forma de proceder se encontraba muy alejada de los hechos por lo que, tan pronto sintió al inmortal que sin invitación alguna irrumpió entre ambos, regresaba más que decidido a arremeter. Sin necesidad de pensarlo intercambió lugar con Malachai, quizás a merced la epinefrina que se apoderaba de todo su cuerpo y sentidos, dispuesta a encarar a la bestia que proyectaba en ella una extraña pero familiar sensación de temor, cuidado…, de peligro. Y, a pesar de que el inmortal, tan pronto como recuperó terreno infundió en ella una extraña sensación de inestabilidad y persecución, aún más fuerte de lo que los recuerdos de Malachai desencadenaron, ya no era la amenaza de Cameron lo que creyó la harían defender a Malachai, no, se descubrió así misma haciéndolo por voluntad propia, porque así lo sentía…, porque así él le motivaba hacerlo; porque algo en ella le advertía que no sería ni remotamente capaz de perdonarse el perderlo por más descabellado que le sonase tal afirmación.

Las palabras parecen sobrar entre ella y Malachai, acto que su nuevo invitado sorpresa no parece ignorar mientras que a la par el odio crece a su alrededor obligando a Enaylen preguntarse el motivo de sus acciones pero más importante aún, de donde reconoce aquel rostro resentido. Mas, sin dar lugar a hesitación alguna espeta firme y furiosa: —Tendrá usted que extinguir el aire de ambos en ese caso.
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Mensaje por Hyun Seung Jue Mar 16, 2017 10:18 am

I've loved you since the beginning of time even tho I have no heart. You've been cherish by the beast and the man.


Las concurridas reuniones en sociedad no han sido ni serán deleite para el mayor de los hermanos Seung, incluso de regreso en su reino, cuando posaba como el más normal y mortal de los hombres sin serlo, aborrecía estar junto al trono escuchando los reportes y quejas de los ministros. La esencia de Hyun era salvaje, práctica, directa…, destructiva. Luego de semanas de haber arribado a Francia esto sin duda, era lo más entretenido que había contemplado, de no ser por ella que le observaba atónita, de no haber sido por aquel par de ojos cálidos y cabello dorado que recordaba como suyo, quizas solo quizas hubiera disfrutado ameno el encuentro con el licántropo quien a pesar de ser joven se las arreglaba para sorprender al vampiro con tal resistencia y determinación. Sin embargo, el niño que algún tiempo atrás vio dejar en las calles todos sus esfuerzos en busca de salvar a su hermano, hoy se gana su aberración desmesurada.

Ira recorre su cuerpo, nubla sus sentido y le ciega por completo. Una vez más se entrega con placer a su lado más salvaje que ruge tan pronto Malachai se alza firme interponiéndose entre él y Enaylen. Ha de ser ridículo sentir semejante arrebato de emociones por quien no le recuerda en lo más mínimo, por un puro capricho pero es que esa es la cuestión: desde el declive de la vida que alguna vez fingió tener, fue ella lo único puro alrededor de su existencia.

Detiene por un momento el dolor infligido al menor de los Vlahovic más al retomar el paso hacia delante, decidido a no dejar rastro de la existencia del joven sin importarle las repercusiones de sus actos sus pasos paran en seco, estupefacto ante la reacción de Enaylen. Diría con certeza que fueron los celos los que le detuvieron en aquel momento, empero, fueron los recuerdos de una vida olvidada que le golpearon como nunca antes regresandolo a un pasado tan borroso como doloroso. Erguida frente al lobo con una afinidad tan parecida a quien conoció miles de años atrás, a quien trajo muerte de la más viles de las formas posibles, sintiéndose traicionado sin oportunidad de explicarse.
Tal parece ir de una vida a otra no ha cambiado tu esencia… —dice en un hilo de voz a sabiendas que ella no ha de comprender sus palabras, lo sabe en cuanto la vio fruncir el ceño tan bella y elegante como alguna vez la conoció, tan imprudente y precipitada…, siempre poniéndolo entre la espada y la pared. Su respiración se agita en un vaivén que eleva y hace descender su pecho una y otra vez a la par con ese gruñido que se intensifica ascendiendo desde lo más profundo de su ser.

De pronto aquella sonrisa macabra semejante a una media luna se asoma en sus labios, ladea la cabeza contemplando con profunda admiración, añoranza y…¿diversión? Ha de ser aquel temple lo que le ha atado en esta vida a tan gran magnitud a la mujer que le hace frente sin, aparentemente, temor alguno.
Podría desmoronar tu mundo en cuestión de segundos...ya lo he hecho en el pasado ¿qué puede detenerme ahora? —no distingue con precisión si son los celos los que hablan, celos que le irriga a merced de la sed de sangre, del desdén que por milenios ha cultivado en contra de la humanidad y sus manifestaciones de amor. Solo sabe algo a convicción y es ha cedido el control a la bestia, lo sabe en cuanto se aproxima a ella y atrapa su delicado cuello entre sus manos. Sabe que han pasado años desde que sintió sensación como la que le arremete en este momento, tal como pasó cuando logró verla de cerca aquella vez en una antigua villa cuyo nombre nunca se molestó en aprender, cuando la vio de la mano de otro inmortal mas ahora era diferente pues en comparación con él, Malachai estaba predeterminado para ella y Enaylen para él, siempre fue así y a pesar de interponerse en cada ocasión habían encontrado la manera de que sus caminos coincidieran.
Si tan solo… —masculló entre dientes mientras la sostenía pocos centímetros sobre el mugroso suelo. Sus ojos inyectados de sangre enfocados en ella y la ira que devoraba sus sentidos enfocada en mantener al licántropo de rodillas. Podría acabar con ella también, después de todo es testigo de las desgracias que acarrea el amor consigo; si tan solo pudiese. No importa el tiempo que disponga sobre la tierra ni lo fuerte que sea, todos sus intentos eran en vano en cuanto enfrentaba la mirada de quien por miles de años atesoró en los más recónditos rincones de su mente.

Ella lo hacía debil.
 
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Mensaje por Malachai Vlahovic Dom Mar 26, 2017 10:50 pm

"The monster I've become"

Millares de punciones recorrían su cuerpo, deslizándose ligeras sobre su piel, asaltando sus músculos y calando entre sus huesos. Desde que estuvo a merced de la luna, Malachai se permitió a sí mismo experimentar cualquier tipo de dolor, incluso aunque la naturaleza de su bestia le concediera la ventaja de resistir cuanta dolencia física acogiese su cuerpo. Era aquella no sólo su última conexión con la fracción más humana de su ser, sino también, otro de los tantos castigos que se impuso a sí mismo con la ilusoria esperanza de redención, absolución de un destino de eterna miseria que fue creado en su propia mente, una vez se convirtió perpetrador de crímenes tan execrables como el que había quitado la vida a su hermano;  sin embargo, hasta el momento, no había conocido suplicio tal que, incluso, tras invocar el poder de su astro madre, le obligara a hincarse casi hasta hacerle perder el conocimiento.

El lobo intentó mantenerse en pie más sus extremidades flaquearon, para aquel momento, su propio cuerpo parecía ser demasiado pesado como para sostenerse sobre sus pies. Cada segundo que pasaba le era más difícil soportar los lacerantes aguijonazos: su garganta escocía, sus pulmones se cerraban, su corazón se agitaba y el resto de su cuerpo sucumbía ante un estremecimiento propiciado por un poder milenario, uno que tuvo que subestimar para poder reconocer; en menos de un minuto, la figura de la bestia se desvaneció entre la de su portador.
A escasos centímetros, Malachai escuchó los finos pasos de la inmortal imponerse delante suyo, tan ligeros y majestuosos a la vez que, por un instante, no fue el dolor infligido por su oponente lo que le dejó sin aliento, fue ella.

Sus rubios y perfectos rizos ondeaban en sintonía con la revoltosa brisa de invierno mientras su talente se endureció como una armadura. Él había jurado protegerla, pero en aquella batalla, ella era quien intercedía por él. Ella se mantenía firme ante otro de su misma clase que clamaba tener el poder de desmoronar su existencia y la de todo aquel que se interpusiese en su camino y, aun peor, que por alguno u otro desconocido motivo semejaba tener todas las respuestas a su destino.  

A pesar de ser la primera vez que se enfrentaba a aquel inmortal, el rastro nocivo de su aura le traía un aire de familiaridad. Era aquella la primera vez que le veía, no obstante, un aura tan pérfida como la de aquel vampiro dejaba rezagos y, en efecto, aquella no era la primera vez que se topaba con él. El recuerdo de la muerte de su hermano refulgió entre sus recuerdos, aquella gélida y desagradable mañana en la que encontró el cadáver de su igual y en la que, incluso a pesar de que la pureza de su humanidad se encontraba intacta, pudo percibir como un hálito maligno se apropiaba de la escena.

Cualquiera que fuese el mal que extinguió la vida de Nikolai, era uno semejante al que desbordaba su contrincante.
Una oleada de furia se alzó por encima de sí mismo, resquebrajando la concordia a la que había llegado una vez creyó obtener venganza. ¿Acaso era posible? ¿podría tener aquel hombre complicidad en el delito que le convirtió en víctima y después en asesino? Eran sólo suposiciones, pero su memoria no fallaba; todos aquellos recuerdos que se había esforzado en ahogar, emergían ahora con la viveza de un suceso que acontece el presente.

Tras la imposición de la bella rubia, las punzadas que truncaron la corporeidad del menor de los Vlahovic se vieron mermadas en una relación inversa y proporcional al creciente ímpetu que amparó en sí mismo, furia nacida en el cúmulo de sentimientos resguardados en su interior. No obstante, no fue hasta que el ancestral vampiro osó posar sus manos sobre la perfecta curva que formaba el cuello de Enaylen, que el licano cedió su voluntad de acero a la fracción más salvaje de su propia bestia.

Ambarina se encendió su mirada y entonces se obligó a sí mismo a ponerse en pie. Aunque el suplicio ocasionado por el vampiro aún se adueñaba de su carne y sus huesos, fulminante cólera hizo contrapeso en la balanza e invocó un tipo de fuerza que superaba sus propios límites: los límites del hombre. Con precisión Malachai agarró la cabeza del inmortal y brusco la torció hasta que un crujido le inmovilizó, finalmente, ya sin que el otro pudiese oponerse, el lobo le lanzó por los aires, tan lejos como el impulso del mismo le llevó.

No estaba muerto, pero les compraría tiempo.

Agitado, su pecho se alzó reiteradas veces. Su sangre ardía cómo si estuviese en llamas y su cabeza amenazaba con explotar. Quería acercarse a su contrincante, arrancarle el corazón, despedazarlo con sus propias fauces.

No podía ceder nuevamente, no quería convertirse en el monstruo del que con afán había intentado huir. Volvió la mirada a su deslumbrante acompañante y los puños que hasta el momento habían permanecido tensos, paulatinamente distendieron en conjunto con el resto de su ser. Malachai desenganchó sus irises del rostro de la vampiresa y dejó caer su cabeza ligeramente. Se sentía agotado.

Lo lamento — fueron aquellas las únicas palabras que pudo formular. No estaba seguro de si había una razón en especial, pero, a decir verdad, aquella simple frase englobaba la forma en la que se sentía con respecto a todo.
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Mensaje por Enaylen Chavanell Mar Abr 11, 2017 4:45 am

Malachai Vlahovic presentaba todo lo que ella era, no podría soñar con ser y, a la vez, anhelaba alcanzar. Sus intenciones se mostraban puras, su mirada la impulsaba a experimentar sensaciones que jamás creyó, siquiera tuvo el descaro de imaginar poseer. De alguna forma sintió su entorno girar cada vez más rememoraba la noche de sangre y cuellos rotos en la Fuente Di Trevi, sin embargo, no fue solo la sensación de desnudez que amenazaba con exponerla tan débil como alguna vez fue sino que, en los ojos del lobo encontró el augurio que cien años atrás encontró en un par de ojos pertenecientes a otra clase de inmortal, obligandola a encontrar refugió en Malachai en sentidos que no estaba dispuesta a admitir.

A brevedad observó como el licántropo se sobre impone sobre el milenario alejando sus garras de su cuello, brindándole —no interesaba si fuesen segundos— aire a su cuerpo sin vida. Conoce a detalle que las emociones no eran su mayor fuerte, no fue el caso cuando sangre tibia corría por sus venas y no era aún diez años después, no cesaba de esconderse tras la voluble apariencia de impetuosidad y fortaleza que se ha impuesto sin importar las circunstancias pero no esta noche, frente a un extraño que prometía estar conectada a su línea de vida, pasado, presente y futuro de formas inimaginable, que sus creencias flanqueaban y la debilidad se burlaba en su cara, haciendo de su conocimiento que propiamente estaría dispuesta a lanzarse en sus brazos y relegar su existencia a la de él sin importar que infortunio les aguarde, mas ese tipo de mujer no era ella. Sus labios bien concedieron que por primera vez sentían que pertenecían a un lugar: junto a él. Su cuerpo reconocía no querer estar en ningún otro espacio de no ser en sus brazos pero una vez más, ella no era ese tipo de mujer. Sabía a la perfección que tal efusividad fomentada en tan breves encuentros no era lógica y era de suma importancia prestar la debida atención que alegaba a su inexistente sentido común.
Por primera vez sintió que era acto de ameritaba su atención y el simple hecho de reconocerlo le atemorizaba casi tanto como la mirada diabólica en los ojos del milenial.  

Pronto nuevas preguntas se asomaban en su cabeza, conectando conjunciones que tanto carecían de peso como sobraban en certeza. Sus caminos gritaban pertenecer el uno al otro mas la aflicción dibujada en cada movimiento, cada entonación del lobo la enviaba de regreso al comienzo y forzaba a analizarlo con detenimiento. En una única ocasión reconoció haber sentido tal arrollo de emociones, empero, a pesar de que claramente podría asociarla con la fuente piezas faltaban en el rompecabezas que no fue hasta sumergirse en la memoria de Malachai supo que estaba incompleto. Estaba incompleta.

Hace usted que quede como una damisela en apuros, no identifico si recriminarle como acostumbradamente haría o apoyarme a su lado —dice, en un hilo de voz que lucha por mantener la altura en su voz—. Soy yo quien lamenta ponerlo en tal predicamento...Me disculpo incluso de antemano pues reconozco mis actos esta noche han de lucir inapropiados a los ojos furtivos que juzgan el proceder de la etiqueta así por mi comportamiento el resto de la noche… —dice, antes de los brazos alrededor del cuerpo de Vlahovic en lo que cataloga el primer acto de afecto que muestra a un tercero. La verdadera Enaylen, la compasiva y afectuosa solo era conocida por su hermano y Kyros, a quien debía mucho más que su mera existían, por quien afloraban sentimientos que incluso mil años más no serían suficientes para descifrar tal cual eterna primavera. La Enaylen que sin dar cabida al descaro, mucho menos al decoro que se aferró al cuerpo tenso del licántropo era otra que creyó dar por muerta cien años atrás, la compasiva que estaría dispuesta a luchar junto al hombre y la bestia sin interesarle las consecuencias. Conocía a la perfección que de permanecer más tiempo atrapada por tales emociones ambos lo lamentaría pero, no reconociendo exactamente el porqué de su proceder, decidió no renegar mas tiempo y sucumbir a la irracionalidad, una que luchaba por lidiar con lo que realmente fuese el inmortal que los atacaba, los recuerdos que la unían al lobo y cual fuera la retorcida treta del universo que los había acercado.

Desearía lamentar sucumbir ante los deseos que avalan su cercanía cuando bien deberían imponer distancia —dice, no consciente de quien admite tales palabras. No muy segura de las sensaciones que en tan breves pero efusivos encuentros él ha provocado en ella de la mano de tan intensos sentimientos. Indecisa entre lo lógico y lo correcto. buscando persistente una respuesta al instinto que ha decidido imponerse a favor del lobo.
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