AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Pleine Lune {Privado}
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Pleine Lune {Privado}
El cementerio había sido nuestro objetivo en esos momentos, aún quedaba día por delante para poder arreglar el panteón que él decía dónde pasaría la noche encerrado y encadenado para no herir a nadie, para mantenerse seguro y mantener seguros a los demás. Habíamos dejado el hotel hacía apenas una hora en donde nos habíamos dejado llevar de nuevo por lo que sentíamos el uno por el otro, el lobo me había tomado de una forma algo salvaje pero que había disfrutado enormemente, de hecho aún podía sentir la marca que me había hecho en el cuello marcándome como si fuera suya, de hecho es que podría serlo perfectamente. Él se había disculpado por las formas pero yo no tuve nada que disculpar, al fin y al cabo esa también era su forma de ser y era parte de él y me había gustado, lo había disfrutado más incluso que la primera vez. Después de eso un baño y volver a comer algo antes de salir para ver en qué estado nos encontrábamos el lugar. Podríamos ir a la Orden pero entendía que Caleb no quisiera, no debíamos de olvidar que habíamos ido años atrás y no era bueno que nos cruzáramos con nadie de esa época, aunque sí sentía curiosidad por ver a mis padres de jóvenes, incluso a Caleb pero sabía que era algo que no debíamos de hacer.
Llegamos al cementerio donde había poco gente que iba a hacerle una visita a sus seres queridos y comenzamos a buscar aquel panteón, el cementerio era bastante grande y habían varios panteones por lo que tendríamos que buscar el que más pudiéramos utilizar para esa noche. Lo seguí a él porque yo no tenía ni idea de cuál de todos sería pero él al parecer si sabía dónde se encontraba porque nada más entrar fue directo como si se supiera el camino de memoria. No tardamos demasiado en llegar a una zona algo más apartada de las demás donde había un panteón enorme donde tenía unas pequeñas escaleras antes de llegar a una puerta bastante grande de acero, Caleb subió primero las escaleras y yo le seguí hasta que nos acercamos a la puerta y entre los dos la abrimos para ver su interior. Era una sala bastante grande y amplia decorada con estatuas un poco tétricas pero que igualmente eran bellas, ángeles que parecían custodiar el lugar en mármol y piedra y en el centro de la sala un altar con algunos libros y algunas velas encima. Al fondo una puerta algo más pequeña aunque también de acero que parecía llevar a otra sala, al abrirla nos dimos cuenta de que habían unas pequeñas escaleras de caracol, cogimos unas antorchas y bajamos por ellas para llegar a otra sala donde habían cadenas por el suelo, grilletes clavados en las paredes… el lugar estaba totalmente oscuro e imaginarlo allí metido y encadenado era algo que no me gustaba.
-¿Estás seguro de esto? –Me giré para mirarlo, habían jaulas algo más pequeñas como si aquello hubiera sido refugio de algo, él tenía razón, seguramente se utilizaran para contener a las bestias encerradas pero estaba llenas de polvo y de telarañas, además los grilletes y las cadenas parecían no estar en buen estado y tendríamos que solucionar aquello. Sabía que él no iba a cejar en su idea de quedarse allí para no hacer daño a nadie, pero la idea de que estuviera encerrado y encadenado a merced de quien lo encontrara no era algo que me gustara en absoluto, me acerqué para coger una de las cadenas y comprobar que estaba rota por un eslabón, así como que varios grilletes estaban rotos por no decir que había alguna que otra mancha de sangre en las paredes como si se hubiera desatado hacía tiempo una lucha. No me gustaba, no me gustaba en absoluto- parece como si se hubiera producido una lucha aquí –las jaulas presentaban ciertas abolladuras y seguramente algún cazador hubiera encontrado el lugar, o eso o uno de los licántropos que se escondían se había escapado y en esa forma no había podido controlarse- tenemos que arreglar todo esto, las cadenas están todas rotas, los grilletes partidos… -no me gustaba, seguía sin gustarme la idea y menos el tener que quedarme en el hotel toda la noche sin saber lo que le pasaría. Me mordí el labio con fuerza observando el lugar, pero pasados unos segundos me acerqué a él y lo miré de forma fija- vamos a arreglar este lugar para que estés a salvo y nadie pueda encontrarte, esperemos que el estar aquí abajo haga que los cazadores no te oigan y los licántropos no puedan llegar hasta ti –estaba preocupada y no era algo que iba a ocultarle, menos cuando sería yo quien lo atara y lo encadenara- la puerta de arriba presenta algún fallo, deberíamos de arreglar también eso y solucionar el tema de las cadenas y de los grilletes, si te voy a dejar aquí toda la noche me voy a asegurar de que el lugar cumpla las condiciones adecuadas, ¿empezamos? –Lo miré unos segundos y esperé a que se moviera, teníamos trabajo que hacer y la luna se alzaría esa noche estuviera como estuviera el lugar, era mejor darnos prisa y dejarlo todo arreglado para que cuando llegara el momento yo me quedara algo más tranquila, poco más bien, y él quedara seguro ahí dentro.
Llegamos al cementerio donde había poco gente que iba a hacerle una visita a sus seres queridos y comenzamos a buscar aquel panteón, el cementerio era bastante grande y habían varios panteones por lo que tendríamos que buscar el que más pudiéramos utilizar para esa noche. Lo seguí a él porque yo no tenía ni idea de cuál de todos sería pero él al parecer si sabía dónde se encontraba porque nada más entrar fue directo como si se supiera el camino de memoria. No tardamos demasiado en llegar a una zona algo más apartada de las demás donde había un panteón enorme donde tenía unas pequeñas escaleras antes de llegar a una puerta bastante grande de acero, Caleb subió primero las escaleras y yo le seguí hasta que nos acercamos a la puerta y entre los dos la abrimos para ver su interior. Era una sala bastante grande y amplia decorada con estatuas un poco tétricas pero que igualmente eran bellas, ángeles que parecían custodiar el lugar en mármol y piedra y en el centro de la sala un altar con algunos libros y algunas velas encima. Al fondo una puerta algo más pequeña aunque también de acero que parecía llevar a otra sala, al abrirla nos dimos cuenta de que habían unas pequeñas escaleras de caracol, cogimos unas antorchas y bajamos por ellas para llegar a otra sala donde habían cadenas por el suelo, grilletes clavados en las paredes… el lugar estaba totalmente oscuro e imaginarlo allí metido y encadenado era algo que no me gustaba.
-¿Estás seguro de esto? –Me giré para mirarlo, habían jaulas algo más pequeñas como si aquello hubiera sido refugio de algo, él tenía razón, seguramente se utilizaran para contener a las bestias encerradas pero estaba llenas de polvo y de telarañas, además los grilletes y las cadenas parecían no estar en buen estado y tendríamos que solucionar aquello. Sabía que él no iba a cejar en su idea de quedarse allí para no hacer daño a nadie, pero la idea de que estuviera encerrado y encadenado a merced de quien lo encontrara no era algo que me gustara en absoluto, me acerqué para coger una de las cadenas y comprobar que estaba rota por un eslabón, así como que varios grilletes estaban rotos por no decir que había alguna que otra mancha de sangre en las paredes como si se hubiera desatado hacía tiempo una lucha. No me gustaba, no me gustaba en absoluto- parece como si se hubiera producido una lucha aquí –las jaulas presentaban ciertas abolladuras y seguramente algún cazador hubiera encontrado el lugar, o eso o uno de los licántropos que se escondían se había escapado y en esa forma no había podido controlarse- tenemos que arreglar todo esto, las cadenas están todas rotas, los grilletes partidos… -no me gustaba, seguía sin gustarme la idea y menos el tener que quedarme en el hotel toda la noche sin saber lo que le pasaría. Me mordí el labio con fuerza observando el lugar, pero pasados unos segundos me acerqué a él y lo miré de forma fija- vamos a arreglar este lugar para que estés a salvo y nadie pueda encontrarte, esperemos que el estar aquí abajo haga que los cazadores no te oigan y los licántropos no puedan llegar hasta ti –estaba preocupada y no era algo que iba a ocultarle, menos cuando sería yo quien lo atara y lo encadenara- la puerta de arriba presenta algún fallo, deberíamos de arreglar también eso y solucionar el tema de las cadenas y de los grilletes, si te voy a dejar aquí toda la noche me voy a asegurar de que el lugar cumpla las condiciones adecuadas, ¿empezamos? –Lo miré unos segundos y esperé a que se moviera, teníamos trabajo que hacer y la luna se alzaría esa noche estuviera como estuviera el lugar, era mejor darnos prisa y dejarlo todo arreglado para que cuando llegara el momento yo me quedara algo más tranquila, poco más bien, y él quedara seguro ahí dentro.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
De nuevo nos habíamos dejado llevar por la pasión aquel día en el que la proximidad de madre luna coronando el cielo sacaba mi parte mas salvaje, la había echo mía con rudeza, con necesidad.
Me disculpe, aun las marcas de mis dedos hundidos en sus caderas y en su cuello mis dientes reclamándola como mía era visibles.
Deslicé mi dedo por una de ellas camino al cementerio, yo era el causante de esos moratones, de esas pequeñas heridas que marcaban su tez inmaculado.
-Lo siento de verdad -aseguré -no el haberme acostado contigo, de eso no me arrepiento, mi deseo por ti es tan evidente que negarlo me convierte en un necio. Siento las marcas que surcan tu cuerpo.
Ella negaba con una sonrisa, como si hasta esa parte de mi le gustara, supongo que estaba acostumbrada a ello, pues su padre como yo también era un licantropo y hay veces que nos emocionamos demasiado.
Me relamí los labios con una picara sonrisa cuando sus ojos me buscaron.
-Al menos ahora todo lobo sabrá que me perteneces -bromeé ensanchando mi sonrisa de forma altiva.
A simple vista parecíamos una pareja mas, la forma en la que nos mirábamos hablaba por nosotros, lo malo es que esto era efímero, tenia que terminar o ella nunca podría alcanzar su sueño, ocupar el puesto de su padre en el consejo.
-Eileen, se que no es justo, peor si necesario que te diga esto. Sabes que si sigues con esto, conmigo, no podrás ocupar el lugar que quieres en la orden.
No voy a pedirte que abandones tu sueño, aunque admito que si es lo que quiero.
No iba a engañarla, a estas alturas eran evidente mis sentimientos por ella, la necesita en mi vida, la amaba mas que a nada en este mundo.
Yo quería una mujer, tener mi descendencia, quería que formara parte de mi vida y no como aprendiz si no como esposa.
Ahora la decisión era suya, yo ya había volteado las cartas sobre la mesa.
Hablando de todo nos adentramos en el cementerio, un lugar que a la luz del día no se me antojaba tan tétrico como lo hacia cuando la luna plateada coronaba el cielo dotándolo de un tono plata.
Lapidas a los lados del paso por el que se perdían nuestros pasos y en la zona mas alejada de la puerta empezaban los distintos panteones familiares repletos de hermosas estatuas de mármol blanco.
La mayoría representaban ángeles guerreros que custodiaban el descanso de los muertos, no detuve mis pasos hasta alcanzar una bastante descuidada, cubierta de hiedra y mugo, se notaba que nadie prestaba atención a lo que en ese lugar había enterrado desde hacia décadas.
No nos costó demasiado abrir el portón de hierro forjado, que a decir verdad estaba muy estropeado para colarnos por los pasadizos hasta alcanzar varias salas fúnebres.
Al fondo otra puerta, una escalera de caracol que descendían hacia el subsuelo nos llevo a lo que a todos los efectos eran las mazmorras.
Observé el trabajo que había en ellas así como la cara de pavor de Eileen y lo poco que le gustaba dejarme preso en ellas.
Deslicé mi dedo por su mejilla en señal de consuelo, no había otra solución, libre era un peligro para los humanos, preso, un peligro para mi mismo.
Yo había jurado proteger la vida, así que la decisión era firme.
No tardamos en ponernos a trabajar, Eileen era insaciable en todos los aspectos, algo que me hizo sonreír recordando lo sucedido en el lecho.
Legado el ocaso teníamos todo preparado, estábamos cansados y hambrientos pero lo que no nos quedaba era tiempo.
-Colócame los grilletes, asegúrate de cerrar bien todo y vete al hotel, necesito saber que estarás a salvo -susurré orillándome a ella alzando su mentón con mi mano -prometemelo
Me disculpe, aun las marcas de mis dedos hundidos en sus caderas y en su cuello mis dientes reclamándola como mía era visibles.
Deslicé mi dedo por una de ellas camino al cementerio, yo era el causante de esos moratones, de esas pequeñas heridas que marcaban su tez inmaculado.
-Lo siento de verdad -aseguré -no el haberme acostado contigo, de eso no me arrepiento, mi deseo por ti es tan evidente que negarlo me convierte en un necio. Siento las marcas que surcan tu cuerpo.
Ella negaba con una sonrisa, como si hasta esa parte de mi le gustara, supongo que estaba acostumbrada a ello, pues su padre como yo también era un licantropo y hay veces que nos emocionamos demasiado.
Me relamí los labios con una picara sonrisa cuando sus ojos me buscaron.
-Al menos ahora todo lobo sabrá que me perteneces -bromeé ensanchando mi sonrisa de forma altiva.
A simple vista parecíamos una pareja mas, la forma en la que nos mirábamos hablaba por nosotros, lo malo es que esto era efímero, tenia que terminar o ella nunca podría alcanzar su sueño, ocupar el puesto de su padre en el consejo.
-Eileen, se que no es justo, peor si necesario que te diga esto. Sabes que si sigues con esto, conmigo, no podrás ocupar el lugar que quieres en la orden.
No voy a pedirte que abandones tu sueño, aunque admito que si es lo que quiero.
No iba a engañarla, a estas alturas eran evidente mis sentimientos por ella, la necesita en mi vida, la amaba mas que a nada en este mundo.
Yo quería una mujer, tener mi descendencia, quería que formara parte de mi vida y no como aprendiz si no como esposa.
Ahora la decisión era suya, yo ya había volteado las cartas sobre la mesa.
Hablando de todo nos adentramos en el cementerio, un lugar que a la luz del día no se me antojaba tan tétrico como lo hacia cuando la luna plateada coronaba el cielo dotándolo de un tono plata.
Lapidas a los lados del paso por el que se perdían nuestros pasos y en la zona mas alejada de la puerta empezaban los distintos panteones familiares repletos de hermosas estatuas de mármol blanco.
La mayoría representaban ángeles guerreros que custodiaban el descanso de los muertos, no detuve mis pasos hasta alcanzar una bastante descuidada, cubierta de hiedra y mugo, se notaba que nadie prestaba atención a lo que en ese lugar había enterrado desde hacia décadas.
No nos costó demasiado abrir el portón de hierro forjado, que a decir verdad estaba muy estropeado para colarnos por los pasadizos hasta alcanzar varias salas fúnebres.
Al fondo otra puerta, una escalera de caracol que descendían hacia el subsuelo nos llevo a lo que a todos los efectos eran las mazmorras.
Observé el trabajo que había en ellas así como la cara de pavor de Eileen y lo poco que le gustaba dejarme preso en ellas.
Deslicé mi dedo por su mejilla en señal de consuelo, no había otra solución, libre era un peligro para los humanos, preso, un peligro para mi mismo.
Yo había jurado proteger la vida, así que la decisión era firme.
No tardamos en ponernos a trabajar, Eileen era insaciable en todos los aspectos, algo que me hizo sonreír recordando lo sucedido en el lecho.
Legado el ocaso teníamos todo preparado, estábamos cansados y hambrientos pero lo que no nos quedaba era tiempo.
-Colócame los grilletes, asegúrate de cerrar bien todo y vete al hotel, necesito saber que estarás a salvo -susurré orillándome a ella alzando su mentón con mi mano -prometemelo
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 93
Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Decir que no me gustaba el aspecto que presentaba aquel panteón no era ninguna mentira, la verdad es que parecía que había pasado bastante tiempo desde que alguien lo había utilizado y lo que habíamos encontrado en su interior tampoco me tranquilizaba. Parecía que hubo una pelea dentro del lugar, marcas de garras, el lugar medio destrozado, las cadenas, los grilletes... todo parecía indicar que el último que había estado allí no salió bien parado, había manchas de sangre en la pared o lo que quedaban de las manchas. No me gustaba el lugar en absoluto, pero era lo mejor que teníamos y ya sabía que Caleb no iba a cejar en su empeño por quedarse allí esa noche, teníamos que arreglar muchas cosas porque ya que se iba a quedar allí al menos me aseguraría que el lugar tenía lo necesario para garantizar su seguridad, la puerta de arriba también habría que reforzarla y teníamos bastantes cosas que hacer antes de que la noche llegara, esta no nos iba a dar tregua ni iba a demorarse por llegar, así que lo mejor era empezar cuanto antes a solucionar todo lo que faltaba para que estuviera al menos escondido en un buen lugar.
Lo miré de reojo mientras él también examinaba el lugar y me mordí el labio, se había disculpado por la forma en la que me había hecho suya en el hotel pero la verdad es que no me había importado en absoluto, mucho más placentera que la primera vez, mucho más salvaje y pasional... como él era, un lobo salvaje. Conocía los efectos que sufrían cuando la luna llena estaba cerca, mi padre también había sido un lobo y siempre lo llevaba junto a los demás miembros de la Orden donde se quedaban todos garantizando su seguridad, su carácter salía a emerger y no había esperado menos de él, cierto era que aún llevaba las marcas en mis caderas de sus dedos y la marca del cuello era todavía visible pero no me importaba, me había gustado que me dijera que así cualquier lobo sabría que era suya, me había marcado como solían hacer ellos, como mi padre había marcado a mi madre en su momento cuando fueron jóvenes y de forma inconsciente llevé mis dedos por la marca del cuello, repasando esta con una sonrisa ladeada.
Entendía por qué me había dicho que si seguía todo se acabaría, entendía que apostar por él era renunciar a todo pero si era sincera conmigo misma desde toda la vida, mucho antes siquiera pretender ocupar la silla de mi padre, había querido estar con él. Había sido un infortunio el hecho de que sucediera aquel ataque unos días antes de que él decidiera atreverse a pedir mi mano de manera formal, si no hubiera habido ataque o si mi padre no hubiera muerto durante el mismo ahora yo no estaría en París siguiéndole como su aprendiz, estaría en casa aguardando su llegada. Cierto era que había pedido ocupar el puesto de mi padre porque, aparte de que me correspondía por derecho –aunque fuera una mujer- también quería darles una lección a todos. Las mujeres siempre habíamos sido renegadas a ese puesto y a esa condición, sabía de muchas que querían proteger también aquello por lo que creían y si yo daba ese paso y los convencía ¿por qué no con ello hacer que cambiaran las leyes? Mi mente iba por sitios diferentes y últimamente pensaba muchas cosas, cosas que no le dije a él aunque quizás debería... pero no era el momento.
Nos pusimos a arreglar todo lo necesario para garantizar su seguridad, fui bastante exigente en todo y juntos pudimos al menos arreglar los desperfectos y asegurar un par de cosas más, pero nos habíamos quedado sin tiempo para comer algo antes de que la luna saliera y pudiéramos descansar. Sabía que el momento de transformarse llegaba y que debería de encadenarlo e irme al hotel como me había pedido, de hecho es que leyó mis pensamientos porque se acercó hacia donde yo estaba deslizando un dedo por mi mejilla, me pidió que lo encadenara, que cerrara todo bien y me fuera al hotel donde pasaría la noche, que necesitaba saber que estaba a salvo. Su mano alzó mi mentón para que mis ojos quedaran a la altura de los suyos a escasa distancia, podía notar su tacto más cálido, su aliento cálido contra mis labios. Lo miré de forma fija sabiendo que el influjo de la luna pronto se apoderaría de él y comenzaría a transformarse, quería asegurarse de que al menos me daba tiempo para llegar al hotel y estar segura.
-Estaré a salvo –fue lo que dije llevando mi mano a la suya sintiendo su calor, se separó para ponerse donde estaban las cadenas y con un suspiro haciendo acopio de fuerzas me acerqué cogiendo las cadenas con los grilletes que habíamos reforzado, cogí una de sus muñecas y puse el grillete que se cernió sobre su piel, fui al otro lado e hice lo mismo con la otra muñeca pero no se quedó ahí la cosa, habían dos más para tenerlo totalmente atado y que no pudiera liberarse, así que también los puse en sus tobillos dejándolo totalmente inmóvil y me alcé para mirarlo de forma fija, mis manos subieron a su rostro acariciándolo y dejé un beso en sus labios pasando ahora mis manos por su pecho, dejé un mordisco en su labio inferior y solamente me separé lo necesario para mirarle- ojalá que no pase nada esta noche, mañana vendré a por ti en cuanto se esconda la luna –aseguré dejando otro beso y finalmente me separé observándole, fui hasta la puerta y lo miré una última vez antes de cerrar del todo, subí las escaleras de caracol sin gustarme la idea y me cercioré de cerrar todo bien, incluso el portón de la entrada al panteón y rápida me encaminé hacia el hotel. Para cuando llegué ya era de noche así que sin perder tiempo lo que hice fue quitarme aquel estúpido vestido, lo dejé caer al suelo y me enfundé los pantalones negros de cuero, la blusa blanca, el corpiño negro y cogí las armas necesarias para esa noche. La capa negra con la que había llegado me la puse por encima escondiendo todas mis armas y me miré en el espejo poniéndome la capucha negra. Iba a romper mi promesa pero era incapaz de dejarle allí solo indefenso para que un cazador pudiera encontrarlo... me mantendría lejos para que no me captara, pero vigilaría aquella noche... y nadie iba a impedírmelo.
Lo miré de reojo mientras él también examinaba el lugar y me mordí el labio, se había disculpado por la forma en la que me había hecho suya en el hotel pero la verdad es que no me había importado en absoluto, mucho más placentera que la primera vez, mucho más salvaje y pasional... como él era, un lobo salvaje. Conocía los efectos que sufrían cuando la luna llena estaba cerca, mi padre también había sido un lobo y siempre lo llevaba junto a los demás miembros de la Orden donde se quedaban todos garantizando su seguridad, su carácter salía a emerger y no había esperado menos de él, cierto era que aún llevaba las marcas en mis caderas de sus dedos y la marca del cuello era todavía visible pero no me importaba, me había gustado que me dijera que así cualquier lobo sabría que era suya, me había marcado como solían hacer ellos, como mi padre había marcado a mi madre en su momento cuando fueron jóvenes y de forma inconsciente llevé mis dedos por la marca del cuello, repasando esta con una sonrisa ladeada.
Entendía por qué me había dicho que si seguía todo se acabaría, entendía que apostar por él era renunciar a todo pero si era sincera conmigo misma desde toda la vida, mucho antes siquiera pretender ocupar la silla de mi padre, había querido estar con él. Había sido un infortunio el hecho de que sucediera aquel ataque unos días antes de que él decidiera atreverse a pedir mi mano de manera formal, si no hubiera habido ataque o si mi padre no hubiera muerto durante el mismo ahora yo no estaría en París siguiéndole como su aprendiz, estaría en casa aguardando su llegada. Cierto era que había pedido ocupar el puesto de mi padre porque, aparte de que me correspondía por derecho –aunque fuera una mujer- también quería darles una lección a todos. Las mujeres siempre habíamos sido renegadas a ese puesto y a esa condición, sabía de muchas que querían proteger también aquello por lo que creían y si yo daba ese paso y los convencía ¿por qué no con ello hacer que cambiaran las leyes? Mi mente iba por sitios diferentes y últimamente pensaba muchas cosas, cosas que no le dije a él aunque quizás debería... pero no era el momento.
Nos pusimos a arreglar todo lo necesario para garantizar su seguridad, fui bastante exigente en todo y juntos pudimos al menos arreglar los desperfectos y asegurar un par de cosas más, pero nos habíamos quedado sin tiempo para comer algo antes de que la luna saliera y pudiéramos descansar. Sabía que el momento de transformarse llegaba y que debería de encadenarlo e irme al hotel como me había pedido, de hecho es que leyó mis pensamientos porque se acercó hacia donde yo estaba deslizando un dedo por mi mejilla, me pidió que lo encadenara, que cerrara todo bien y me fuera al hotel donde pasaría la noche, que necesitaba saber que estaba a salvo. Su mano alzó mi mentón para que mis ojos quedaran a la altura de los suyos a escasa distancia, podía notar su tacto más cálido, su aliento cálido contra mis labios. Lo miré de forma fija sabiendo que el influjo de la luna pronto se apoderaría de él y comenzaría a transformarse, quería asegurarse de que al menos me daba tiempo para llegar al hotel y estar segura.
-Estaré a salvo –fue lo que dije llevando mi mano a la suya sintiendo su calor, se separó para ponerse donde estaban las cadenas y con un suspiro haciendo acopio de fuerzas me acerqué cogiendo las cadenas con los grilletes que habíamos reforzado, cogí una de sus muñecas y puse el grillete que se cernió sobre su piel, fui al otro lado e hice lo mismo con la otra muñeca pero no se quedó ahí la cosa, habían dos más para tenerlo totalmente atado y que no pudiera liberarse, así que también los puse en sus tobillos dejándolo totalmente inmóvil y me alcé para mirarlo de forma fija, mis manos subieron a su rostro acariciándolo y dejé un beso en sus labios pasando ahora mis manos por su pecho, dejé un mordisco en su labio inferior y solamente me separé lo necesario para mirarle- ojalá que no pase nada esta noche, mañana vendré a por ti en cuanto se esconda la luna –aseguré dejando otro beso y finalmente me separé observándole, fui hasta la puerta y lo miré una última vez antes de cerrar del todo, subí las escaleras de caracol sin gustarme la idea y me cercioré de cerrar todo bien, incluso el portón de la entrada al panteón y rápida me encaminé hacia el hotel. Para cuando llegué ya era de noche así que sin perder tiempo lo que hice fue quitarme aquel estúpido vestido, lo dejé caer al suelo y me enfundé los pantalones negros de cuero, la blusa blanca, el corpiño negro y cogí las armas necesarias para esa noche. La capa negra con la que había llegado me la puse por encima escondiendo todas mis armas y me miré en el espejo poniéndome la capucha negra. Iba a romper mi promesa pero era incapaz de dejarle allí solo indefenso para que un cazador pudiera encontrarlo... me mantendría lejos para que no me captara, pero vigilaría aquella noche... y nadie iba a impedírmelo.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
“Estaré bien” esas palabras retumbaban en mi cabeza una y otra vez...la había pedido una promesa de que se mantendría a salvo en el hotel y por el contrario a mi me sonaba a un “no te preocupes, estaré bien, fuera, vigilando la entrada”
Enarqué una ceja antes de poner el gesto frio y sombrío, estaba colocando los grilletes lentamente, acariciando mi piel y asegurándose de que quedaran bien anclados a pies y manos. Cuando alzó el rostro nuestras miradas se encontraron.
-Eileen, no quiero que salgas de la habitación de hotel esta noche, es una orden -repetí cuando sus labios sellaron mis palabras con un beso.
Gruñí, el influjo de la luna estaba cerca y la insubordinan me desesperaba.
Sus dedos acariciaron mi pecho en un gesto dulce para tranquilizarme, uno que no me calmó en absoluto.
Nuestros labios seguían rozándose, el aliento cálido, abrasivo nos sentenciaba a muerte. Jadeé cuando tiro de mi inferior y cerré los ojos ámbar como la miel para pedirle que se fuera de allí, estaba cerca de la trasformación y no quería que lo viera.
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La dama blanca ya coronaba el cielo cuando sentí su desesperada llamada, madre luna me pedía que me uniera a ella y un aullido escapó de mis labios uniéndose al de otros hermanos.
Sentí como mis huesos se quebraban y un calor abrasador me devoraba por dentro agarrando mis entrañas y desquebrajandolas por dentro.
Mis ojos se tornaron ámbar, lobunos, mientras mi cuerpo convulsionaba salvaje en pie, preso de las cadenas trasformándose con brutalidad.
Mis uñas se tornaron garras, los colmillos crecieron desproporcionadamente y el pelo cubrió cada resquicio de mi piel.
La bestia se había apoderado de mi, me alce ya siendo otro, un ser de la noche incapaz de controlarse que ahora con todos los sentidos a flor de piel.
Rugía, gruñía intentando zafarme de esas cadenas que me arrebataban el poder de ser libre, de cazar, de sentir mis patas correr libres por le espesor del bosque y el viento contra mi tupido pelaje negro como la misma noche.
Gruñí sin dejar ni por un instante de luchar contra los grilletes.
Mi corpulencia era la de un alfa, tres veces mayor que la de cualquier beta.
No se el tiempo exacto que pasé ahí, luchando por lo que me pertenecía, la libertad que posee cualquier bestia salvaje.
Cuando ladeé la cabeza al escuchar ruidos de batalla en el exterior, lobos, aullaban y gruñían, pero no fue eso lo que me desesperó si no la doncella que se enfrentaba a ellos tratando de proteger la entrada de ese mausoleo como si la vida le fuera en ello.
Rugí, mis ojos centellearon y preso de una bestial frenesí quebré las cadenas liberándome de ese encierro.
La sangre abrasaba en mi interior, desaforada corría ante los gritos ahogados de Eileen.
Emprendí una desesperada carrera hacia el exterior, mis sentimientos se entremezclaban una parte de mi quería destruir a esos lobos para que no tocaran aquello que me pertenecía, otra poseer a la dama, hacerla mía y convertirla en mi compañera eterna.
Mi cuerpo impacto una y otra vez contra el portón de hierro macizo, gruñía con cada golpe mientras este poco a poco se abollaba e iba cediendo ante la violencia de mis golpes.
Nada podía detenerme, no ahora que la sentía, era ella, mi otra mitad, siendo lobo era capaz de presentirlo., esta noche la convertiría, la razón no se impondría a la bestia y mi bestia buscaba su compañera eterna.
Enarqué una ceja antes de poner el gesto frio y sombrío, estaba colocando los grilletes lentamente, acariciando mi piel y asegurándose de que quedaran bien anclados a pies y manos. Cuando alzó el rostro nuestras miradas se encontraron.
-Eileen, no quiero que salgas de la habitación de hotel esta noche, es una orden -repetí cuando sus labios sellaron mis palabras con un beso.
Gruñí, el influjo de la luna estaba cerca y la insubordinan me desesperaba.
Sus dedos acariciaron mi pecho en un gesto dulce para tranquilizarme, uno que no me calmó en absoluto.
Nuestros labios seguían rozándose, el aliento cálido, abrasivo nos sentenciaba a muerte. Jadeé cuando tiro de mi inferior y cerré los ojos ámbar como la miel para pedirle que se fuera de allí, estaba cerca de la trasformación y no quería que lo viera.
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La dama blanca ya coronaba el cielo cuando sentí su desesperada llamada, madre luna me pedía que me uniera a ella y un aullido escapó de mis labios uniéndose al de otros hermanos.
Sentí como mis huesos se quebraban y un calor abrasador me devoraba por dentro agarrando mis entrañas y desquebrajandolas por dentro.
Mis ojos se tornaron ámbar, lobunos, mientras mi cuerpo convulsionaba salvaje en pie, preso de las cadenas trasformándose con brutalidad.
Mis uñas se tornaron garras, los colmillos crecieron desproporcionadamente y el pelo cubrió cada resquicio de mi piel.
La bestia se había apoderado de mi, me alce ya siendo otro, un ser de la noche incapaz de controlarse que ahora con todos los sentidos a flor de piel.
Rugía, gruñía intentando zafarme de esas cadenas que me arrebataban el poder de ser libre, de cazar, de sentir mis patas correr libres por le espesor del bosque y el viento contra mi tupido pelaje negro como la misma noche.
Gruñí sin dejar ni por un instante de luchar contra los grilletes.
Mi corpulencia era la de un alfa, tres veces mayor que la de cualquier beta.
No se el tiempo exacto que pasé ahí, luchando por lo que me pertenecía, la libertad que posee cualquier bestia salvaje.
Cuando ladeé la cabeza al escuchar ruidos de batalla en el exterior, lobos, aullaban y gruñían, pero no fue eso lo que me desesperó si no la doncella que se enfrentaba a ellos tratando de proteger la entrada de ese mausoleo como si la vida le fuera en ello.
Rugí, mis ojos centellearon y preso de una bestial frenesí quebré las cadenas liberándome de ese encierro.
La sangre abrasaba en mi interior, desaforada corría ante los gritos ahogados de Eileen.
Emprendí una desesperada carrera hacia el exterior, mis sentimientos se entremezclaban una parte de mi quería destruir a esos lobos para que no tocaran aquello que me pertenecía, otra poseer a la dama, hacerla mía y convertirla en mi compañera eterna.
Mi cuerpo impacto una y otra vez contra el portón de hierro macizo, gruñía con cada golpe mientras este poco a poco se abollaba e iba cediendo ante la violencia de mis golpes.
Nada podía detenerme, no ahora que la sentía, era ella, mi otra mitad, siendo lobo era capaz de presentirlo., esta noche la convertiría, la razón no se impondría a la bestia y mi bestia buscaba su compañera eterna.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
“Eileen, no quiero que salgas de la habitación de hotel esta noche, es una orden” Orden que iba a incumplir y que en el fondo pensaba que él lo sabía, por eso me había vuelto a repetir que era una orden que me quedara en el hotel, no quería que me metiera en ningún problema y que me alejara del peligro pero ¿cómo hacerlo cuando sabía que iba a estar encadenado? Si solo estuviera encerrado me preocuparía menos, porque en el caso de entrar podría defenderse de los atacantes pero... ¿encadenado? No, no podía soportar la idea de que estaba encadenado en aquel lugar en plena noche de luna llena, donde los cazadores salían predispuestos a encontrar a hombres lobo para matarlos, ¿y qué se encontrarían si daban con él? A uno de ellos, de los grandes, y encima encadenado servido en bandeja de plata... y nunca mejor dicho. No pensarían en el hecho de que si estaba encerrado era por algo, no pensarían “oh mira, se encierra para no hacer daño a nadie” No, pensarían que serían un blanco y un tiro demasiado fácil y dudaba seriamente que lo mataran de forma rápida y sin dolor alguno... no me fiaba, no estaba tranquila y aunque iba a desobedecer una orden directa de mí líder, de mi superior y de mi jefe... no me importaba.
Mi padre siempre me había dicho y siempre me había recalcado que siempre se le hacía caso al líder de la orden, que por alguna razón estaba en ese puesto y que su palabra era la ley por decirlo de alguna forma. No lo dudaba, había visto en el tiempo que llevaba con Caleb las decisiones y las órdenes que había dado: claras, concisas y sin reproche alguno, justas en todos los aspectos. Pero también era cierto que, mi padre, siempre había abogado y me había inculcado a defender aquello que quería y que amaba; bien fuera una decisión dura, un estilo de vida, un ideal, un lugar... o una persona. Él no había desobedecido nunca a Caleb, y si lo había hecho yo jamás lo había visto, pero sabía del corazón noble que tenía mi padre y eso me lo había querido enseñar y transmitir. Bien, ¿no era esa causa la que ahora hacía que incumpliera su orden? “Proteger aquello que amaba”, bien, pues es lo que haría aunque ello me costara el camino que pretendía seguir, uno plagado de dudas, de luces y de sombras del cual no veía un final cierto, de hecho ni siquiera a veces veía un final. La guerrera que llevaba dentro me decía que le hiciera caso, la mujer que era me pedía que lo defendiera así que... ¿cómo hacer caso a la razón cuando era el corazón quien hablaba? Iba a rebelarme, pero iba a hacerlo por una buena, justa y merecida causa.
Así que en cuanto llegué al hotel es que ni siquiera lo pensé, la noche se cernía casi ya sobre París y no podía perder tiempo alguno, debía de estar en ese cementerio antes que nadie para que no se pudieran acercar. No era tonta, sabía que en estado de lobo podría olerme y sentirme si me acercaba demasiado a aquel panteón y mi idea no era precisamente la de acercarme del todo, más bien, era la de desviar el camino a los que se pudieran acercar demasiado. No debería de resultar un problema desviar la atención y él no tendría por qué sentirme, porque si me acercaba mucho es que lo iba a hacer y era lo que quería evitar. Rauda me puse la misma ropa con la que había viajado a través del portal: los pantalones negros de cuero, el corpiño negro y rojo, aquel cinturón donde guardaba las armas, la espada de mi padre que llevaba escondida en la espalda junto a mí arco y la capa negra que me puse para ocultar todas las armas que llevaba... ya estaba lista para mi cometido. Volví de nuevo al cementerio pero esa vez tomé un camino diferente para llegar al panteón, quería evitar a toda costa acercarme demasiado para que no me captara, o quizás eso lo volviera loco y no quería que llegara a pasar.
Pasó un tiempo en el que el cementerio estaba tranquilo pero sabía que eso iba a cambiar pronto, estaba ubicada escondida cerca del panteón pero incluso desde donde yo me encontraba, escondida entre las ramas de aquel árbol al que estaba subida para una mayor periferia, podía oír los ruidos que provenían de donde Caleb estaba encerrado. Como lobo salvaje en el que se había convertido buscaría principalmente la libertad, lucharía contra esas cadenas que me había encargado de verificar y comprobar antes de ponérselas, dejándole atado y a merced de cualquiera que lo encontrara. El influjo de la luna sería demasiado fuerte en él como para eludir la llamada de la libertad, si las cadenas fallaban estaba la puerta de acero que había en esa sala, más luego el portón que tendría que abrir... supe que llamaría la atención y si yo podía oírlos seguro que cualquier manada que pasara cerca también lo oiría. Si había algún alfa en la zona lo encontraría e iría a por él porque entendería que estaba en su territorio y eso no lo permitiría. A lo lejos pude ver pelajes que resplandecían bajo la luz de la luna, unos marrones y otros grises que se acercaban atraídos por los ruidos que Caleb hacía, lo encontrarían, iba a intentar desviar su atención pero al final acabarían por encontrarlo.
Bajé de aquel árbol y cogí el arco preparada para despistarlos cargándolos mientras iba por las calles paralelas, lancé la primera flecha que sirvió para llamar su atención sin darle a ninguno de ellos, cumplió su función y los tres fijaron su atención en donde yo me encontraba. Había uno mucho más grande que el resto y supe que sería el alfa, sus ojos ámbar me atravesaron y gruñó en mi dirección avisándome de que me había visto, y de que sería presa esa noche. Los tres se lanzaron corriendo en mi dirección y comencé a correr alejándome en dirección contraria a donde él estaba cargando el arco, me giré, apunté y disparé una de las flechas que se clavó en el pecho del lobo de pelaje marrón, haciendo que se quedara rezagado y los otros dos gruñeran, sobre todo el alfa que no estaba para nada contento. De hecho apretó el paso acercándose cada vez más a mí hasta que cuando se lanzó con sus garras por delante rodé hacia una de las calles que se cruzaban haciendo que él cayera sobre una de las lápidas. Volví a correr de nuevo hasta que vi por el rabillo del ojo que no me había percatado de la presencia de un cuarto que estaba en el portón de acero, olisqueando, y maldije en mi fuero interno.
-Maldición –quise ir en su dirección antes de que diera el aviso de que había otro lobo, pero llegué tarde porque ya estaba avisando al alfa de lo que había encontrado. Igualmente fui hacia él corriendo y sacando una de las dagas de plata que llevaba la lancé de forma que atravesó su cuello, quemándole la herida por la plata y cuando llegué fue que le di muerte, sintiendo que los otros dos restantes se acercaban en mi dirección y ahora nada les pararía de entrar en el lugar. Quité la daga con la que había matado al licántropo y la lancé contra el alfa, dándole en la pata, que gruñó parándose al caerse por la herida y el otro saltó por encima de este lanzándose en mi dirección. Rodé a tiempo pero no lo suficiente para que sus garras rasgaran la capa, y arañaran la piel de mi espalda haciendo que un jadeo saliera de mis labios ante la herida que picaba, la capa quedó en sus garras y yo rodé por el suelo parándome frente al portón, con una rodilla hincada en el suelo, el otro pie apoyado sobre el suelo, una mano para mantener el equilibrio y la otra que estaba libre fue a la espalda donde saqué la espada de mi padre desenvainándola. Alcé el rostro para mirarlos con la espada en la mano y negué con la cabeza- ni en broma vais a pasar por aquí –comenté levantándome sin apartar la mirada de ellos, la hoja de la espada brillaba bajo la luz de la luna y la aferré con fuerza mientras, a mi espalda, escuchaba golpes que provenían de dentro y supe que se había soltado y que seguramente me habría notado... ese no era el plan, pero así era como se habían sucedido las cosas. Estaba rodeada por tres licántropos y a mi espalda otro se liberaba para unirse a la fiesta, me centré en los que tenía delante y al que le había clavado la flecha se lanzó en mi dirección pero la espada detuvo sus fauces, la moví hacia arriba y deslizándola por su boca y finalmente acabé por incrustarla en su pecho atravesando su corazón, pero antes de reponerme el siguiente lobo se abalanzó sobre mí y caímos rodando por el suelo, la espada paró su boca mientras sus garras iban a mis costados dispuesto a descuartizarme seguramente, sentí sus garras en el costado a la altura de la cadera y grité por el dolor de la herida, pero sabía que su intención era más bien morderme... eso me haría una de ellos. Pero toda acción quedó parada cuando, el portón se abrió de golpe de donde emergió Caleb ya como lobo, con su pelaje negro que brillaba bajo la luz de la luna, enseñando los colmillos y gruñendo con el pelo totalmente de punta, amenazador, salvaje, peligroso... y mortal.
Mi padre siempre me había dicho y siempre me había recalcado que siempre se le hacía caso al líder de la orden, que por alguna razón estaba en ese puesto y que su palabra era la ley por decirlo de alguna forma. No lo dudaba, había visto en el tiempo que llevaba con Caleb las decisiones y las órdenes que había dado: claras, concisas y sin reproche alguno, justas en todos los aspectos. Pero también era cierto que, mi padre, siempre había abogado y me había inculcado a defender aquello que quería y que amaba; bien fuera una decisión dura, un estilo de vida, un ideal, un lugar... o una persona. Él no había desobedecido nunca a Caleb, y si lo había hecho yo jamás lo había visto, pero sabía del corazón noble que tenía mi padre y eso me lo había querido enseñar y transmitir. Bien, ¿no era esa causa la que ahora hacía que incumpliera su orden? “Proteger aquello que amaba”, bien, pues es lo que haría aunque ello me costara el camino que pretendía seguir, uno plagado de dudas, de luces y de sombras del cual no veía un final cierto, de hecho ni siquiera a veces veía un final. La guerrera que llevaba dentro me decía que le hiciera caso, la mujer que era me pedía que lo defendiera así que... ¿cómo hacer caso a la razón cuando era el corazón quien hablaba? Iba a rebelarme, pero iba a hacerlo por una buena, justa y merecida causa.
Así que en cuanto llegué al hotel es que ni siquiera lo pensé, la noche se cernía casi ya sobre París y no podía perder tiempo alguno, debía de estar en ese cementerio antes que nadie para que no se pudieran acercar. No era tonta, sabía que en estado de lobo podría olerme y sentirme si me acercaba demasiado a aquel panteón y mi idea no era precisamente la de acercarme del todo, más bien, era la de desviar el camino a los que se pudieran acercar demasiado. No debería de resultar un problema desviar la atención y él no tendría por qué sentirme, porque si me acercaba mucho es que lo iba a hacer y era lo que quería evitar. Rauda me puse la misma ropa con la que había viajado a través del portal: los pantalones negros de cuero, el corpiño negro y rojo, aquel cinturón donde guardaba las armas, la espada de mi padre que llevaba escondida en la espalda junto a mí arco y la capa negra que me puse para ocultar todas las armas que llevaba... ya estaba lista para mi cometido. Volví de nuevo al cementerio pero esa vez tomé un camino diferente para llegar al panteón, quería evitar a toda costa acercarme demasiado para que no me captara, o quizás eso lo volviera loco y no quería que llegara a pasar.
Pasó un tiempo en el que el cementerio estaba tranquilo pero sabía que eso iba a cambiar pronto, estaba ubicada escondida cerca del panteón pero incluso desde donde yo me encontraba, escondida entre las ramas de aquel árbol al que estaba subida para una mayor periferia, podía oír los ruidos que provenían de donde Caleb estaba encerrado. Como lobo salvaje en el que se había convertido buscaría principalmente la libertad, lucharía contra esas cadenas que me había encargado de verificar y comprobar antes de ponérselas, dejándole atado y a merced de cualquiera que lo encontrara. El influjo de la luna sería demasiado fuerte en él como para eludir la llamada de la libertad, si las cadenas fallaban estaba la puerta de acero que había en esa sala, más luego el portón que tendría que abrir... supe que llamaría la atención y si yo podía oírlos seguro que cualquier manada que pasara cerca también lo oiría. Si había algún alfa en la zona lo encontraría e iría a por él porque entendería que estaba en su territorio y eso no lo permitiría. A lo lejos pude ver pelajes que resplandecían bajo la luz de la luna, unos marrones y otros grises que se acercaban atraídos por los ruidos que Caleb hacía, lo encontrarían, iba a intentar desviar su atención pero al final acabarían por encontrarlo.
Bajé de aquel árbol y cogí el arco preparada para despistarlos cargándolos mientras iba por las calles paralelas, lancé la primera flecha que sirvió para llamar su atención sin darle a ninguno de ellos, cumplió su función y los tres fijaron su atención en donde yo me encontraba. Había uno mucho más grande que el resto y supe que sería el alfa, sus ojos ámbar me atravesaron y gruñó en mi dirección avisándome de que me había visto, y de que sería presa esa noche. Los tres se lanzaron corriendo en mi dirección y comencé a correr alejándome en dirección contraria a donde él estaba cargando el arco, me giré, apunté y disparé una de las flechas que se clavó en el pecho del lobo de pelaje marrón, haciendo que se quedara rezagado y los otros dos gruñeran, sobre todo el alfa que no estaba para nada contento. De hecho apretó el paso acercándose cada vez más a mí hasta que cuando se lanzó con sus garras por delante rodé hacia una de las calles que se cruzaban haciendo que él cayera sobre una de las lápidas. Volví a correr de nuevo hasta que vi por el rabillo del ojo que no me había percatado de la presencia de un cuarto que estaba en el portón de acero, olisqueando, y maldije en mi fuero interno.
-Maldición –quise ir en su dirección antes de que diera el aviso de que había otro lobo, pero llegué tarde porque ya estaba avisando al alfa de lo que había encontrado. Igualmente fui hacia él corriendo y sacando una de las dagas de plata que llevaba la lancé de forma que atravesó su cuello, quemándole la herida por la plata y cuando llegué fue que le di muerte, sintiendo que los otros dos restantes se acercaban en mi dirección y ahora nada les pararía de entrar en el lugar. Quité la daga con la que había matado al licántropo y la lancé contra el alfa, dándole en la pata, que gruñó parándose al caerse por la herida y el otro saltó por encima de este lanzándose en mi dirección. Rodé a tiempo pero no lo suficiente para que sus garras rasgaran la capa, y arañaran la piel de mi espalda haciendo que un jadeo saliera de mis labios ante la herida que picaba, la capa quedó en sus garras y yo rodé por el suelo parándome frente al portón, con una rodilla hincada en el suelo, el otro pie apoyado sobre el suelo, una mano para mantener el equilibrio y la otra que estaba libre fue a la espalda donde saqué la espada de mi padre desenvainándola. Alcé el rostro para mirarlos con la espada en la mano y negué con la cabeza- ni en broma vais a pasar por aquí –comenté levantándome sin apartar la mirada de ellos, la hoja de la espada brillaba bajo la luz de la luna y la aferré con fuerza mientras, a mi espalda, escuchaba golpes que provenían de dentro y supe que se había soltado y que seguramente me habría notado... ese no era el plan, pero así era como se habían sucedido las cosas. Estaba rodeada por tres licántropos y a mi espalda otro se liberaba para unirse a la fiesta, me centré en los que tenía delante y al que le había clavado la flecha se lanzó en mi dirección pero la espada detuvo sus fauces, la moví hacia arriba y deslizándola por su boca y finalmente acabé por incrustarla en su pecho atravesando su corazón, pero antes de reponerme el siguiente lobo se abalanzó sobre mí y caímos rodando por el suelo, la espada paró su boca mientras sus garras iban a mis costados dispuesto a descuartizarme seguramente, sentí sus garras en el costado a la altura de la cadera y grité por el dolor de la herida, pero sabía que su intención era más bien morderme... eso me haría una de ellos. Pero toda acción quedó parada cuando, el portón se abrió de golpe de donde emergió Caleb ya como lobo, con su pelaje negro que brillaba bajo la luz de la luna, enseñando los colmillos y gruñendo con el pelo totalmente de punta, amenazador, salvaje, peligroso... y mortal.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
De un salto me coloque frente a Eileen, mi pelo erizado principalmente por el lomo dejaba aun mas clara mi gran envergadura, yo era un alfa y eso era que no iba a pasar desapercibido por ninguno de los presentes licantropos que en un principio recularon un poco al escuchar mis gruñidos.
El alfa los azuzó para que no recularan quería a la presa que tenia a mis espaldas, la terca de mi aprendiz, que ahora también era una suculenta presa para mi.
El primero se lanzó por los aires dispuesto a dar caza a mi cuello, pero no llego ni a rozarlo cuando viré sobre mi propio cuerpo interceptándolo en el aire.
Mis dientes apresaron su costado, sajando la piel a cachos mientras movía la cabeza desgarrandola de un modo salvaje.
Otro se lanzó aprovechando mi mordida a mi pata trasera con intención de inmovilizarme, sentí el mordisco lo que me provoco un gruñido de dolor sin soltar a mi victima que se desangraba entre mis fauces.
Con mi delantera en su yugular despedacé de un tirón sus intestinos dejándolos esparcidos en el cementerio y libre ahora me gire para dar muerte al que me había herido en la zona trasera.
El alfa quería a la mujer, miraba la batalla esperando que su manada me debilitara lo suficiente como para darme el golpe de gracia mientras se acercaba a la pelirroja para convertirla en suya.
Una flecha clavada en ese que me mordía la pata me liberó de su agarre y con rotundidad mis fauces se hundieron en su cuello haciendo que ambos rodáramos por el suelo dándonos mordiscos y zarpazos, Mi costado sangraba con abundancia, también mis cuartos traseros, hasta que con saña de un mordisco le arranqué la yugular dejándolo inerte en el suelo.
Pronto llegue frente a la dantesca escena donde Eileen tirada en el suelo suplicaba en silencio por su vida casi con los ojos cerrados frente a aquel lobo cuya envergadura copiaba la mía se acercaba a ella ineludiblemente.
Aullé, con la misma rabia con la que la luna arrebata su hegemonía al sol, llamando así la atención de aquel alfa que intacto y con el morro arrugando me mostró los dientes aceptando el reto.
Bien sabia lo que significara, el que ganara aquel combate a muerte haría suya a la dama, su destino estaba forjado a fuego y sangre seria hembra alfa después de todo ¿pero de quien de los dos?
Arrugue mi hocico mostrandole mis fauces y sin pensármelo me lance a la carrera contra su cuerpo musculado, que al impactar con el mio emitió un ruido sordo haciéndonos a ambos rodar estrepitosamente por el blando suelo.
Sangre, suya y mía se esparcía a mi paso, con cada mordisco, con cada zarpazo, ambos tratando de mantener nuestros cuellos a la distancia adecuada del otro mientras mordíamos rasgando la piel del resto del cuerpo.
Y de nuevo nuestras bestias se entrechocaban jadeantes, agotadas, pocos tenían el honor de presenciar la encarnizada pelea de dos alfas.
Ninguno cedía ni un paso en nuestros intentos por acabar desgarrando nuestras vidas, corrompiendo nuestras almas, allí bajo la madre luna, ambos luchábamos por demostrarle cuan equivocada estaba, como dos hermanos podían matarse por nada.
De nuevo mi nombre escapo de sus labios, casi en un susurro, entre lagrimas, Eileen me llamaba,preocupada por la sangre que de mi cuerpo emanaba.
No se de donde salieron las fuerzas, creo que las ultimas que me quedaban, mas mordiendo su costado, sacudí la cabeza haciéndolo impactar contra un árbol. Aproveche con destreza, ahora si su aturdimiento para hundir mis fauces en su yugular, poniendo mis patas sobre su lomo, sujetando con fuerza sus envestidas mientras la sangre fluía por mis dientes que arrancaban con cada sacudida jirones de su piel.
Aulló de forma apagada, despidiéndose de este mundo, dándome por vencedor, proclamando mi hegemonía, mi linaje.
Separe mis colmillos del muerto, buscando con la mirada a la mujer que por derecho había ganado en justa batalla.
Un paso tras otro, hocico arrugado mostrandole mis colmillos ensangrentados, asegurando en mi mordisco el final de su humanidad y la vida nueva a mi lado como loba, mi alfa.
Se me nublo la vista a mi paso, la sangre brotaba a cada uno de mis pasos, de un cuerpo maltrecho que ahora tras la perdida e adrenalina empezaba a notar el dolor, dolor que me atenazaba. Me detuve viendo doble a la dama, sacudí la cabeza tratando de hallar la razón, tambaleándome hacia los lados, oscuridad, di otro paso ladeando mi cuerpo antes de caer casi frente a ella jadeante al suelo.
Gruñí, casi gemí de dolor cuando la oscuridad se apodero completamente de mi.
El alfa los azuzó para que no recularan quería a la presa que tenia a mis espaldas, la terca de mi aprendiz, que ahora también era una suculenta presa para mi.
El primero se lanzó por los aires dispuesto a dar caza a mi cuello, pero no llego ni a rozarlo cuando viré sobre mi propio cuerpo interceptándolo en el aire.
Mis dientes apresaron su costado, sajando la piel a cachos mientras movía la cabeza desgarrandola de un modo salvaje.
Otro se lanzó aprovechando mi mordida a mi pata trasera con intención de inmovilizarme, sentí el mordisco lo que me provoco un gruñido de dolor sin soltar a mi victima que se desangraba entre mis fauces.
Con mi delantera en su yugular despedacé de un tirón sus intestinos dejándolos esparcidos en el cementerio y libre ahora me gire para dar muerte al que me había herido en la zona trasera.
El alfa quería a la mujer, miraba la batalla esperando que su manada me debilitara lo suficiente como para darme el golpe de gracia mientras se acercaba a la pelirroja para convertirla en suya.
Una flecha clavada en ese que me mordía la pata me liberó de su agarre y con rotundidad mis fauces se hundieron en su cuello haciendo que ambos rodáramos por el suelo dándonos mordiscos y zarpazos, Mi costado sangraba con abundancia, también mis cuartos traseros, hasta que con saña de un mordisco le arranqué la yugular dejándolo inerte en el suelo.
Pronto llegue frente a la dantesca escena donde Eileen tirada en el suelo suplicaba en silencio por su vida casi con los ojos cerrados frente a aquel lobo cuya envergadura copiaba la mía se acercaba a ella ineludiblemente.
Aullé, con la misma rabia con la que la luna arrebata su hegemonía al sol, llamando así la atención de aquel alfa que intacto y con el morro arrugando me mostró los dientes aceptando el reto.
Bien sabia lo que significara, el que ganara aquel combate a muerte haría suya a la dama, su destino estaba forjado a fuego y sangre seria hembra alfa después de todo ¿pero de quien de los dos?
Arrugue mi hocico mostrandole mis fauces y sin pensármelo me lance a la carrera contra su cuerpo musculado, que al impactar con el mio emitió un ruido sordo haciéndonos a ambos rodar estrepitosamente por el blando suelo.
Sangre, suya y mía se esparcía a mi paso, con cada mordisco, con cada zarpazo, ambos tratando de mantener nuestros cuellos a la distancia adecuada del otro mientras mordíamos rasgando la piel del resto del cuerpo.
Y de nuevo nuestras bestias se entrechocaban jadeantes, agotadas, pocos tenían el honor de presenciar la encarnizada pelea de dos alfas.
Ninguno cedía ni un paso en nuestros intentos por acabar desgarrando nuestras vidas, corrompiendo nuestras almas, allí bajo la madre luna, ambos luchábamos por demostrarle cuan equivocada estaba, como dos hermanos podían matarse por nada.
De nuevo mi nombre escapo de sus labios, casi en un susurro, entre lagrimas, Eileen me llamaba,preocupada por la sangre que de mi cuerpo emanaba.
No se de donde salieron las fuerzas, creo que las ultimas que me quedaban, mas mordiendo su costado, sacudí la cabeza haciéndolo impactar contra un árbol. Aproveche con destreza, ahora si su aturdimiento para hundir mis fauces en su yugular, poniendo mis patas sobre su lomo, sujetando con fuerza sus envestidas mientras la sangre fluía por mis dientes que arrancaban con cada sacudida jirones de su piel.
Aulló de forma apagada, despidiéndose de este mundo, dándome por vencedor, proclamando mi hegemonía, mi linaje.
Separe mis colmillos del muerto, buscando con la mirada a la mujer que por derecho había ganado en justa batalla.
Un paso tras otro, hocico arrugado mostrandole mis colmillos ensangrentados, asegurando en mi mordisco el final de su humanidad y la vida nueva a mi lado como loba, mi alfa.
Se me nublo la vista a mi paso, la sangre brotaba a cada uno de mis pasos, de un cuerpo maltrecho que ahora tras la perdida e adrenalina empezaba a notar el dolor, dolor que me atenazaba. Me detuve viendo doble a la dama, sacudí la cabeza tratando de hallar la razón, tambaleándome hacia los lados, oscuridad, di otro paso ladeando mi cuerpo antes de caer casi frente a ella jadeante al suelo.
Gruñí, casi gemí de dolor cuando la oscuridad se apodero completamente de mi.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 93
Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
De un golpazo la puerta de acero que estaba en el panteón se abrió saliendo por ella Caleb, con su pelaje negro brillando bajo la luz de la luna desafiando a todos los que allí estaban dejándome a su espalda, su envergadura sería suficiente para intimidar a cualquiera pero el otro alfa que estaba presente en el cementerio azuzó a los suyos para que fueran a por él y no tuvieran piedad alguna para quitarle la vida, pero si pensaban que iba a dejar que eso ocurriera estaban más que equivocados, le cubriría las espaldas aunque sabía que no debía de acercarme demasiado a él porque no sabía si su bestia estaba controlada o por el contrario no sabía ni siquiera en esos momentos quién era yo, mejor guardar las distancias y centrarme en que no pudieran hacerle nada. Tras unos gruñidos del otro alfa los otros lobos comenzaron a acercarse hacia Caleb que, sin problema alguno frente a ellos los despedazó creando una imagen dantesca y demasiado gore para que muchas personas pudieran soportarlas, mató al primero de ellos el segundo fue a morder su pata para cuando quise acercarme Caleb se revolvía, fiero y salvaje, cogiendo al otro licántropo apresando la pata donde tenía la flecha clavada, tirando de esta para hundir sus colmillos en su cuello y despedazarlo como había hecho con el primero.
De la nada mientras Caleb peleaba con lo que quedaba de ese lobo hubo uno que se lanzó a por mí y que me hizo rodar alejándome de él mientras preparaba la espada para presentar batalla, me gruñó pero eso no hizo que me achantara ni nada parecido sino que sujeté con más firmeza la espada y comencé a luchar contra él parando sus zarpas y sus fauces con la espada, le di una patada en el pecho para alejarlo y la espada le hizo un corte en una de las patas, se revolvió dispuesto a morderme de nuevo pero lo esquivé rodando por el suelo y mientras lo hacía clavé la espada en el pecho del lobo y lo rajé dejándolo sin vida acabando con su agonía para, cuando quise darme cuenta, sentir un gruñido más fuerte y más amenazante a mi espalda: el otro alfa me miraba con los ojos brillando y mostrándome los colmillos, su envergadura no era igual a la de Caleb pero no por ello quería decir que no fuera peligroso, me alejé corriendo de él y gruñó para ir detrás de mí donde me moví tras una de las estatuas del cementerio para que sus fauces no me apresaran estampándose contra la estatua, pareció no gustarle mi jugada y mientras me alejaba finalmente me alcanzó derribándome al suelo.
La espada se alejó rodando por el suelo lejos de mi alcance y aunque me intenté levantar para cogerla e ir a por ella una de sus patas la dejó caer sobre mi pierna impidiendo que me moviera, intenté quitármelo pero solo me gruñía y me puso mirándolo retrocediendo sobre la hierba del cementerio y sabía cuáles eran sus intenciones: en un principio podría haber sido morderme para transformarme y que me uniera a su manada, pero más bien ahora pensaba que lo que quería realmente era matarme por todo lo que habíamos hecho Caleb y yo, yo también había matado a los suyos y eso no me lo iba a perdonar. Podía ver como la baba le caía por los colmillos mientras se acercaba y me gruñía con los ojos brillando, fue cuando estaba encima de mí que comenzó a abrir sus fauces que un aullido, con fuerza, hizo que desviara su atención y de paso la mía. Caleb desde donde estaba, algo lejos para llegar a tiempo, lo retaba porque el lobo me dejó dirigiéndose hacia él como si se hubieran retado a muerte... de hecho, parecía que así era. Solo uno de los dos quedaría.
-¡No! –Grité mientras veía como ambos iban hacia la carrera del otro gruñéndose para chocar, de forma estrepitosa, el uno con el otro y comenzar a pelearse entre gruñidos, zarpazos, mordiscos rodando por el suelo mientras dejaban un rastro de sangre en el suelo, corrí hacia donde estaban no sin coger antes la espada con el corazón en un puño rogando porque fuera Caleb quien ganara aquella batalla, mi mano fue a mi boca cuando la abrí viendo toda la sangre que habían dejado a su paso pero sobre todo con el gemido ahogado que salió de mis labios al ver toda la sangre que manaba de su cuerpo herido, mientras sin control se despedazaban el uno al otro- ¡Caleb! –Mi grito salió agónico de lo más profundo de mi pecho mientras mis ojos se habían cristalizado y caían por mi rostro viendo aquella encarnizada batalla en la que ninguno de los dos cedía. Finalmente enganchó por el costado al lobo, lo estampó contra un árbol y allí fue donde clavó sus fauces en su cuello hasta que el otro cedió no sin dejar de pelear ni un segundo de su vida. Respiré de forma honda tras contener el aire en mis pulmones y fue entonces cuando se giró lamiendo su hocico manchado de sangre hacia mí, sus ojos fijos en los míos mientras me gruñía y yo lo observaba. Dejé caer la espalda al suelo y supe qué era lo que me haría si llegaba hasta mí; no me mataría, no me despedazaría ni terminaría con mi vida... me mordería, me marcaría como suya y me alzaría junto a él como loba, como su compañera... y no iba a luchar contra él para impedirlo. Pero lo que más me preocupaba de todo es la sangre que perdía, estaba herido y fue eso mismo lo que le hizo caer desplomado al suelo- ¡No! –En cuanto cayó al suelo me moví corriendo hacia él para caer a su lado viendo las heridas que presentaba su cuerpo- Caleb... ¡Caleb! –Lo llamé acariciando su cabeza mientras veía todas las heridas que se había producido y la sangre que manaba de ellas- no, no, no, no, no por favor... por favor aguanta, no puedes irte ahora, ¡no puedes dejarme! –dejé un beso en su hocico y me levanté rápida para coger la capa que estaba en el suelo, la rompí en trozos y comencé a taponar las heridas que tenía pero no sería suficiente, necesitaba cauterizar sus heridas o de nada serviría todo lo que estaba haciendo. Recordé que bajo donde lo había atado habían antorchas y lo necesario para prenderlas y ni siquiera lo pensé- resiste por favor –pedí antes de levantarme y de forma rápida ir hacia dentro bajando corriendo por las escaleras, casi me caí bajando de forma rápida pero me repuse y cogí las antorchas y lo que necesitaba para encenderlas, salí fuera y la encendí para sacar la daga normal que llevaba y comenzar a quemar el metal mientras con otra daga más pequeña quitaba como podía el pelo de las heridas para verlas bien, tenía heridas por todo el cuerpo, unas más graves que otras y esperaba que eso pudiera salvarlo hasta que despertara y me ayudara a moverse porque así, arrastrarlo por toda la ciudad era imposible. Cautericé la primera herida mientras él seguía inconsciente pero tenía pulso, algo bajo pero lo tenía. Le cautericé todas las heridas que vi y que tenía y como pude lo llevé dentro del panteón costándome la vida, pesaba bastante por su envergadura pero finalmente logré hacerlo mientras me quedaba a su lado acariciando su pelaje, llamándolo para que volviera en sí ahora que había dejado de perder sangre, allí poco más podía hacer y conforme estaba no iba a abandonarlo para que algún cazador u otro grupo de licántropos se acercara y acabara con su vida.
Necesitaba que despertara y era lo único en lo que podía pensar, cuando me di cuenta escuché voces que provenían de fuera y me di cuenta de que eran un par de hombres que miraban las escena con los cuerpos de los lobos, limpié mis lágrimas y salí espada en mano dejándolo a él dentro, cuando salí me miraron y por mi aspecto y la espada que llevaron no hicieron falta más preguntas, les pedí que se largaran de allí que nada tenían que hacer y que encontraran otra zona de caza, parecieron dudar al principio pero no me hice hacia atrás y apreté la espada entre mis manos con fuerza dispuesta a presentarles batalla si así lo deseaban. Les dije que mi lucha no era con ellos, que nos dedicábamos a lo mismo y que allí ya estaba todo hecho, uno de ellos le dio un golpe en su hombro al otro y se largaron, ¿qué sentido tenía luchar contra otro cazador? Se alejaron por donde habían venido y yo solo me adentré cuando los perdí de vista cerrando las puertas de nuevo, encerrándonos dentro para acercarme a él y ver que estaba abriendo los ojos, volviendo en sí.
-Caleb –lo llamé dejando la espada a un lado, podría interpretarlo como una amenaza y no sabía cómo iba a reaccionar, pero estaba herido y no podría hacerme mucho en esos momentos, quizás no pudiera moverse del todo bien- por fin has despertado –temeraria e imprudente como yo sola era llevé mi mano a su cabeza, me gruñó cuando vio que acercaba mi mano hacia él pero no hizo nada cuando mi mano acarició su pelaje de forma suave- menos mal que estás bien, me tenías preocupada –afirmé pasando mi otra mano por el puente de su hocico, me miró como si intentara decirme algo pero negué con la cabeza- descansa, me quedaré aquí contigo. No me voy a ir y te voy a dejar aquí, nunca más Caleb, nunca más.
-me apoyé contra su pelaje sin dejar de acariciarlo notando su calor que envolvía mi cuerpo, cerré los ojos y lancé un suspiro, no podía dejarle... de ninguna de las formas.
De la nada mientras Caleb peleaba con lo que quedaba de ese lobo hubo uno que se lanzó a por mí y que me hizo rodar alejándome de él mientras preparaba la espada para presentar batalla, me gruñó pero eso no hizo que me achantara ni nada parecido sino que sujeté con más firmeza la espada y comencé a luchar contra él parando sus zarpas y sus fauces con la espada, le di una patada en el pecho para alejarlo y la espada le hizo un corte en una de las patas, se revolvió dispuesto a morderme de nuevo pero lo esquivé rodando por el suelo y mientras lo hacía clavé la espada en el pecho del lobo y lo rajé dejándolo sin vida acabando con su agonía para, cuando quise darme cuenta, sentir un gruñido más fuerte y más amenazante a mi espalda: el otro alfa me miraba con los ojos brillando y mostrándome los colmillos, su envergadura no era igual a la de Caleb pero no por ello quería decir que no fuera peligroso, me alejé corriendo de él y gruñó para ir detrás de mí donde me moví tras una de las estatuas del cementerio para que sus fauces no me apresaran estampándose contra la estatua, pareció no gustarle mi jugada y mientras me alejaba finalmente me alcanzó derribándome al suelo.
La espada se alejó rodando por el suelo lejos de mi alcance y aunque me intenté levantar para cogerla e ir a por ella una de sus patas la dejó caer sobre mi pierna impidiendo que me moviera, intenté quitármelo pero solo me gruñía y me puso mirándolo retrocediendo sobre la hierba del cementerio y sabía cuáles eran sus intenciones: en un principio podría haber sido morderme para transformarme y que me uniera a su manada, pero más bien ahora pensaba que lo que quería realmente era matarme por todo lo que habíamos hecho Caleb y yo, yo también había matado a los suyos y eso no me lo iba a perdonar. Podía ver como la baba le caía por los colmillos mientras se acercaba y me gruñía con los ojos brillando, fue cuando estaba encima de mí que comenzó a abrir sus fauces que un aullido, con fuerza, hizo que desviara su atención y de paso la mía. Caleb desde donde estaba, algo lejos para llegar a tiempo, lo retaba porque el lobo me dejó dirigiéndose hacia él como si se hubieran retado a muerte... de hecho, parecía que así era. Solo uno de los dos quedaría.
-¡No! –Grité mientras veía como ambos iban hacia la carrera del otro gruñéndose para chocar, de forma estrepitosa, el uno con el otro y comenzar a pelearse entre gruñidos, zarpazos, mordiscos rodando por el suelo mientras dejaban un rastro de sangre en el suelo, corrí hacia donde estaban no sin coger antes la espada con el corazón en un puño rogando porque fuera Caleb quien ganara aquella batalla, mi mano fue a mi boca cuando la abrí viendo toda la sangre que habían dejado a su paso pero sobre todo con el gemido ahogado que salió de mis labios al ver toda la sangre que manaba de su cuerpo herido, mientras sin control se despedazaban el uno al otro- ¡Caleb! –Mi grito salió agónico de lo más profundo de mi pecho mientras mis ojos se habían cristalizado y caían por mi rostro viendo aquella encarnizada batalla en la que ninguno de los dos cedía. Finalmente enganchó por el costado al lobo, lo estampó contra un árbol y allí fue donde clavó sus fauces en su cuello hasta que el otro cedió no sin dejar de pelear ni un segundo de su vida. Respiré de forma honda tras contener el aire en mis pulmones y fue entonces cuando se giró lamiendo su hocico manchado de sangre hacia mí, sus ojos fijos en los míos mientras me gruñía y yo lo observaba. Dejé caer la espalda al suelo y supe qué era lo que me haría si llegaba hasta mí; no me mataría, no me despedazaría ni terminaría con mi vida... me mordería, me marcaría como suya y me alzaría junto a él como loba, como su compañera... y no iba a luchar contra él para impedirlo. Pero lo que más me preocupaba de todo es la sangre que perdía, estaba herido y fue eso mismo lo que le hizo caer desplomado al suelo- ¡No! –En cuanto cayó al suelo me moví corriendo hacia él para caer a su lado viendo las heridas que presentaba su cuerpo- Caleb... ¡Caleb! –Lo llamé acariciando su cabeza mientras veía todas las heridas que se había producido y la sangre que manaba de ellas- no, no, no, no, no por favor... por favor aguanta, no puedes irte ahora, ¡no puedes dejarme! –dejé un beso en su hocico y me levanté rápida para coger la capa que estaba en el suelo, la rompí en trozos y comencé a taponar las heridas que tenía pero no sería suficiente, necesitaba cauterizar sus heridas o de nada serviría todo lo que estaba haciendo. Recordé que bajo donde lo había atado habían antorchas y lo necesario para prenderlas y ni siquiera lo pensé- resiste por favor –pedí antes de levantarme y de forma rápida ir hacia dentro bajando corriendo por las escaleras, casi me caí bajando de forma rápida pero me repuse y cogí las antorchas y lo que necesitaba para encenderlas, salí fuera y la encendí para sacar la daga normal que llevaba y comenzar a quemar el metal mientras con otra daga más pequeña quitaba como podía el pelo de las heridas para verlas bien, tenía heridas por todo el cuerpo, unas más graves que otras y esperaba que eso pudiera salvarlo hasta que despertara y me ayudara a moverse porque así, arrastrarlo por toda la ciudad era imposible. Cautericé la primera herida mientras él seguía inconsciente pero tenía pulso, algo bajo pero lo tenía. Le cautericé todas las heridas que vi y que tenía y como pude lo llevé dentro del panteón costándome la vida, pesaba bastante por su envergadura pero finalmente logré hacerlo mientras me quedaba a su lado acariciando su pelaje, llamándolo para que volviera en sí ahora que había dejado de perder sangre, allí poco más podía hacer y conforme estaba no iba a abandonarlo para que algún cazador u otro grupo de licántropos se acercara y acabara con su vida.
Necesitaba que despertara y era lo único en lo que podía pensar, cuando me di cuenta escuché voces que provenían de fuera y me di cuenta de que eran un par de hombres que miraban las escena con los cuerpos de los lobos, limpié mis lágrimas y salí espada en mano dejándolo a él dentro, cuando salí me miraron y por mi aspecto y la espada que llevaron no hicieron falta más preguntas, les pedí que se largaran de allí que nada tenían que hacer y que encontraran otra zona de caza, parecieron dudar al principio pero no me hice hacia atrás y apreté la espada entre mis manos con fuerza dispuesta a presentarles batalla si así lo deseaban. Les dije que mi lucha no era con ellos, que nos dedicábamos a lo mismo y que allí ya estaba todo hecho, uno de ellos le dio un golpe en su hombro al otro y se largaron, ¿qué sentido tenía luchar contra otro cazador? Se alejaron por donde habían venido y yo solo me adentré cuando los perdí de vista cerrando las puertas de nuevo, encerrándonos dentro para acercarme a él y ver que estaba abriendo los ojos, volviendo en sí.
-Caleb –lo llamé dejando la espada a un lado, podría interpretarlo como una amenaza y no sabía cómo iba a reaccionar, pero estaba herido y no podría hacerme mucho en esos momentos, quizás no pudiera moverse del todo bien- por fin has despertado –temeraria e imprudente como yo sola era llevé mi mano a su cabeza, me gruñó cuando vio que acercaba mi mano hacia él pero no hizo nada cuando mi mano acarició su pelaje de forma suave- menos mal que estás bien, me tenías preocupada –afirmé pasando mi otra mano por el puente de su hocico, me miró como si intentara decirme algo pero negué con la cabeza- descansa, me quedaré aquí contigo. No me voy a ir y te voy a dejar aquí, nunca más Caleb, nunca más.
-me apoyé contra su pelaje sin dejar de acariciarlo notando su calor que envolvía mi cuerpo, cerré los ojos y lancé un suspiro, no podía dejarle... de ninguna de las formas.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Abrí los ojos despacio, me dolía todo el cuerpo pera la regeneración rápida no permitiría que me fuera de este mundo, yo era un alfa y había ganado la batalla, la hembra que ahora sentía cerca, era mía.
Su mano se alzó para acariciar mi cabeza, gruñí sin saber si me iba a hacer daño, pero entendí pronto que era todo lo contrario, aun así, mi naturaleza me empujaba a adueñarme de ella, la deseaba mía.
Sus dedos se pasearon por el puente de mi hocico, se sentía bien esa caricia, cerré los ojos nuevamente preso de la debilidad que entumecía mis músculos, su voz era un bálsamo agradable, ella decía que no me dejaría y yo no quería que se fuera, si pudiera morderla, si me quedara un ápice de fuerza lo haría, le demostraría que la quería para ser mi eterna compañera de viaje, mi instinto animal lo pedía entre aullidos desesperados.
Acabé durmiéndome con su piel contra la mía, la sensación admito era agradable, su olor embobaba mis sentido, me calmaba.
Con los primeros rayos del alba, la luna fue despojada de su hegemonía y el sol me hizo recuperar mi forma humana.
Contra su cuerpo el dantesco animal había desaparecido y solo quedaba el humano que era su maestro y que le había ordenado quedarse en casa.
Deslicé mis dedos por su pelo rojo fuego, también tenia heridas, por desgracia las suyas tardarían mucho mas en curar que las mías.
No quería despertarla, dormía plácidamente contra mi piel y admito que la sentía mía en ese instante, quería atesorar el momento, que no desapareciera y sabia que en cuanto abriera los ojos volveríamos a ser maestro y aprendiz, ese era su camino aunque nos hubiera condenado a ambos con la decisión de seguirlo.
Cuando sus océanos se abrieron cambié el gesto, no podía permitirme que me viera con la cara de tonto con la que la estaba mirando.
Fruncí el ceño ligeramente.
-Has desobedecido mis ordenes, tenias que haberte quedado en el hotel, tu testarudez ha hecho que corriera tu vida peligro no solo porque esos licantropos podían haberte despedazado si yo no llego a soltarme, si no porque de no haberme herido lo suficiente esa manada yo te hubiera convertido en una licantropo.
No es un juego Eileen, si te doy una maldita orden es para que la cumplas. Estas herida, he de curarte -susurré con rabia.
Sus ojos me miraban, fijos en mis pardos, como si no pensara rechistar ante mi discurso aun sabiendo que de volver a pasar la misma situación no cambiaría un ápice de lo hecho.
-Eres terca, desobediente, insubordinada, si pretender ser un caballero de la orden tendrás que aprender a recibir ordenes de tu superior, no cuestionarlas y acatarlas.
Te has puesto en peligro dos veces, y no puedo perderte ¿no lo entiendes?
Su mano se alzó para acariciar mi cabeza, gruñí sin saber si me iba a hacer daño, pero entendí pronto que era todo lo contrario, aun así, mi naturaleza me empujaba a adueñarme de ella, la deseaba mía.
Sus dedos se pasearon por el puente de mi hocico, se sentía bien esa caricia, cerré los ojos nuevamente preso de la debilidad que entumecía mis músculos, su voz era un bálsamo agradable, ella decía que no me dejaría y yo no quería que se fuera, si pudiera morderla, si me quedara un ápice de fuerza lo haría, le demostraría que la quería para ser mi eterna compañera de viaje, mi instinto animal lo pedía entre aullidos desesperados.
Acabé durmiéndome con su piel contra la mía, la sensación admito era agradable, su olor embobaba mis sentido, me calmaba.
Con los primeros rayos del alba, la luna fue despojada de su hegemonía y el sol me hizo recuperar mi forma humana.
Contra su cuerpo el dantesco animal había desaparecido y solo quedaba el humano que era su maestro y que le había ordenado quedarse en casa.
Deslicé mis dedos por su pelo rojo fuego, también tenia heridas, por desgracia las suyas tardarían mucho mas en curar que las mías.
No quería despertarla, dormía plácidamente contra mi piel y admito que la sentía mía en ese instante, quería atesorar el momento, que no desapareciera y sabia que en cuanto abriera los ojos volveríamos a ser maestro y aprendiz, ese era su camino aunque nos hubiera condenado a ambos con la decisión de seguirlo.
Cuando sus océanos se abrieron cambié el gesto, no podía permitirme que me viera con la cara de tonto con la que la estaba mirando.
Fruncí el ceño ligeramente.
-Has desobedecido mis ordenes, tenias que haberte quedado en el hotel, tu testarudez ha hecho que corriera tu vida peligro no solo porque esos licantropos podían haberte despedazado si yo no llego a soltarme, si no porque de no haberme herido lo suficiente esa manada yo te hubiera convertido en una licantropo.
No es un juego Eileen, si te doy una maldita orden es para que la cumplas. Estas herida, he de curarte -susurré con rabia.
Sus ojos me miraban, fijos en mis pardos, como si no pensara rechistar ante mi discurso aun sabiendo que de volver a pasar la misma situación no cambiaría un ápice de lo hecho.
-Eres terca, desobediente, insubordinada, si pretender ser un caballero de la orden tendrás que aprender a recibir ordenes de tu superior, no cuestionarlas y acatarlas.
Te has puesto en peligro dos veces, y no puedo perderte ¿no lo entiendes?
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 93
Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Me había quedado durmiendo mucho más tarde lo que se había quedado él, solamente cuando noté que su respiración era más regular, más tranquila y más pausada fue que me permití el lujo de respirar tranquila aun cuando sabía que podrían encontrarnos, de hecho me quedé toda la noche en un duermevela en el que me despertaba cada cierto tiempo para comprobar que estaba bien, que seguía respirando y que sus heridas seguían cerradas y cauterizadas. Lo bueno de ser un licántropo es que estas cerraban con mayor rapidez y al haber parado la hemorragia su condición haría el resto, estaría fuera de peligro y por la mañana se encontraría mucho mejor. Recorrí con mis dedos su pelaje negro, suave y brillante, mientras sus ojos permanecían cerrados y dormía descansando tranquilo. Sabía que al día siguiente cuando despertara y volviera en su forma humana me iba a echar la bronca, me caería una buena por haberlo desobedecido pero ¿qué podía esperar? Él en el fondo intuía que no me quedaría en el hotel, lo habría sabido desde el principio pero aun así se aferró a que le hiciera caso y no fura al cementerio, no había podido evitarlo, ¿cómo hacerlo cuando sabía que podría pasarle algo estando atado? Jamás me lo hubiera perdonado, habría salido estuviera yo o no y si le hubiera pasado algo... lancé un suspiro y me recosté contra su pelaje negro, su cuero estaba caliente y así fue como finalmente me quedé dormida cerca ya del amanecer sabiendo que habría pasado todo el peligro.
Cuando desperté ya era de día y la luz del sol se colaba por la ventana de aquel panteón, al abrir mis ojos me encontré con los suyos castaños mirándome de forma fija y su rostro refleja lo que ya sabía: que estaba cabreado. Su pelaje había desaparecido y ahora solo quedaba el hombre frente a mí, el hombre que presentaba heridas pero que estas estaban cerradas y no revestían de gravedad alguna. Frunció el ceño y no tardó en echarme la bronca nada más mis ojos se posaron en los suyos un par de segundos. Me callé aguantando el chaparrón y todo lo que tuvo que decirme, diciendo que podría haber muerto dos veces sino por la manada porque él me hubiera convertido de no estar lo suficientemente herido. Eso era algo que ya sabía que haría, en cuanto acabó con aquel lobo y se giró para mirarme supe que si me atrapaba me convertiría en lo que él era, de alguna forma me estaría marcando como suya y no podía negar que ese pensamiento me gustaba, porque lo hacía y mucho, me gustaba y de haberme convertido... no me hubiera importado en absoluto. Lo miré de forma fija y me mordí el labio, tenía en parte razón pero no en todo lo que me decía. Ya sabía que no era un juego pero no había podido evitarlo, fue imposible quedarme en el hotel.
“Eres terca, desobediente, insubordinada, si pretender ser un caballero de la orden tendrás que aprender a recibir órdenes de tu superior, no cuestionarlas y acatarlas.” Sí, era lo mismo que me había dicho mi padre una vez hacía mucho tiempo, por eso mismo me insistía en que debía de acatar las órdenes fueran cuales fueran, siempre me hacía hincapié en eso porque sabía que quizás alguna no las podrá cumplir, él sabía de mi carácter y con lo que sabía del consejo sabía que me rebelaría muchas veces por mi forma de ser. Siempre me decía que atacara lo que me dijeran no importara lo que fuera... ya, fácil de decir y difícil de hacer cuando quien te lo decía era la persona que amabas y cuando te pedía que te alejaras sabiendo que estaría en peligro. También me había dicho que había que proteger siempre al líder, ¿no era eso lo que había hecho aquella maldita noche? protegerlo, del resto y de él mismo también. ¿A quién hacer caso cuando dos órdenes se ponían en entredicho de esa forma, cuál era la correcta y cual la que se debía hacer? En esa situación no era fácil decidir y yo tomé la decisión que para mí era la que realmente valía y tenía sentido. Estaba enfadado y quizás no le faltaba razón para estarlo, pero también era cierto que si me convertía en parte de la Orden él tendía que lidiar con el hecho de que podría morir en cualquier batalla, que podría perderme. ¿No se contradecía así también el mismo?
-¿Habría sido tan malo que me convirtieras en lo que eres y me reclamaras como tuya? –Pregunté aunque no sabía muy bien de dónde había salido la pregunta, sabía lo que pasaría y no me había importado- para mí no lo hubiera sido, no de ti –aclaré para que pensara que de otro sí me importaba, pero de él no lo hacía- dime, Caleb, si las tornas hubieran sido al contrario y yo fuera la líder y te pidiera esa orden, ¿de verdad la acatarías sin más sabiendo lo que había y lo que podría pasar? ¿Te quedarías de brazos cruzados sin hacer nada? Claro que no –dije mirándole- de ser la situación al contrario tú hubieras hecho exactamente lo mismo que yo, no puedes negármelo –me incorporé un poco- mi padre siempre me decía que había que protegerte, ¿no fue eso lo que hice anoche? Te habrían encontrado si no los hubiera distraído, te hubieran encontrado los cazadores si no hubiera salido, solo hice también lo que se estipula que se debe hacer. Tenía dos órdenes y dos cometidos y cumplí el que creí más necesario, no me puedes culpar por eso –hice una leve pausa- si logro entrar me mandarán a misiones y a batallas en las que pondré mi vida en peligro más veces, tendrás que lidiar con la idea de que pueda no volver de ellas, servimos por una causa ¿no fue eso mismo lo que me dijiste una vez? Nuestra vida por la Orden –le recordé en una de las primeras veces que comenzó a entrenarme- ¿Y yo sí puedo perderte a ti? ¿Entiendes tú eso? Yo tampoco puedo perderte, así que ¿qué era lo que tenía que hacer? ¿Dejar que pasara todo y no hacer nada? Pues lo siento, pero no puedo hacerlo y no podré hacerlo... no me culpes de algo que tú también habrías hecho en mi lugar –porque si lo negaba me estaría mintiendo, y ambos lo sabríamos.
Cuando desperté ya era de día y la luz del sol se colaba por la ventana de aquel panteón, al abrir mis ojos me encontré con los suyos castaños mirándome de forma fija y su rostro refleja lo que ya sabía: que estaba cabreado. Su pelaje había desaparecido y ahora solo quedaba el hombre frente a mí, el hombre que presentaba heridas pero que estas estaban cerradas y no revestían de gravedad alguna. Frunció el ceño y no tardó en echarme la bronca nada más mis ojos se posaron en los suyos un par de segundos. Me callé aguantando el chaparrón y todo lo que tuvo que decirme, diciendo que podría haber muerto dos veces sino por la manada porque él me hubiera convertido de no estar lo suficientemente herido. Eso era algo que ya sabía que haría, en cuanto acabó con aquel lobo y se giró para mirarme supe que si me atrapaba me convertiría en lo que él era, de alguna forma me estaría marcando como suya y no podía negar que ese pensamiento me gustaba, porque lo hacía y mucho, me gustaba y de haberme convertido... no me hubiera importado en absoluto. Lo miré de forma fija y me mordí el labio, tenía en parte razón pero no en todo lo que me decía. Ya sabía que no era un juego pero no había podido evitarlo, fue imposible quedarme en el hotel.
“Eres terca, desobediente, insubordinada, si pretender ser un caballero de la orden tendrás que aprender a recibir órdenes de tu superior, no cuestionarlas y acatarlas.” Sí, era lo mismo que me había dicho mi padre una vez hacía mucho tiempo, por eso mismo me insistía en que debía de acatar las órdenes fueran cuales fueran, siempre me hacía hincapié en eso porque sabía que quizás alguna no las podrá cumplir, él sabía de mi carácter y con lo que sabía del consejo sabía que me rebelaría muchas veces por mi forma de ser. Siempre me decía que atacara lo que me dijeran no importara lo que fuera... ya, fácil de decir y difícil de hacer cuando quien te lo decía era la persona que amabas y cuando te pedía que te alejaras sabiendo que estaría en peligro. También me había dicho que había que proteger siempre al líder, ¿no era eso lo que había hecho aquella maldita noche? protegerlo, del resto y de él mismo también. ¿A quién hacer caso cuando dos órdenes se ponían en entredicho de esa forma, cuál era la correcta y cual la que se debía hacer? En esa situación no era fácil decidir y yo tomé la decisión que para mí era la que realmente valía y tenía sentido. Estaba enfadado y quizás no le faltaba razón para estarlo, pero también era cierto que si me convertía en parte de la Orden él tendía que lidiar con el hecho de que podría morir en cualquier batalla, que podría perderme. ¿No se contradecía así también el mismo?
-¿Habría sido tan malo que me convirtieras en lo que eres y me reclamaras como tuya? –Pregunté aunque no sabía muy bien de dónde había salido la pregunta, sabía lo que pasaría y no me había importado- para mí no lo hubiera sido, no de ti –aclaré para que pensara que de otro sí me importaba, pero de él no lo hacía- dime, Caleb, si las tornas hubieran sido al contrario y yo fuera la líder y te pidiera esa orden, ¿de verdad la acatarías sin más sabiendo lo que había y lo que podría pasar? ¿Te quedarías de brazos cruzados sin hacer nada? Claro que no –dije mirándole- de ser la situación al contrario tú hubieras hecho exactamente lo mismo que yo, no puedes negármelo –me incorporé un poco- mi padre siempre me decía que había que protegerte, ¿no fue eso lo que hice anoche? Te habrían encontrado si no los hubiera distraído, te hubieran encontrado los cazadores si no hubiera salido, solo hice también lo que se estipula que se debe hacer. Tenía dos órdenes y dos cometidos y cumplí el que creí más necesario, no me puedes culpar por eso –hice una leve pausa- si logro entrar me mandarán a misiones y a batallas en las que pondré mi vida en peligro más veces, tendrás que lidiar con la idea de que pueda no volver de ellas, servimos por una causa ¿no fue eso mismo lo que me dijiste una vez? Nuestra vida por la Orden –le recordé en una de las primeras veces que comenzó a entrenarme- ¿Y yo sí puedo perderte a ti? ¿Entiendes tú eso? Yo tampoco puedo perderte, así que ¿qué era lo que tenía que hacer? ¿Dejar que pasara todo y no hacer nada? Pues lo siento, pero no puedo hacerlo y no podré hacerlo... no me culpes de algo que tú también habrías hecho en mi lugar –porque si lo negaba me estaría mintiendo, y ambos lo sabríamos.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Enarco una ceja cuando me hace la primera pregunta: ¿Habría sido tan malo que me convirtieras en lo que eres y me reclamaras como tuya?
-No, no seria malo que te trasformara y fueras mi esposa si ese hubiera sido el camino que elegiste Eileen, pero la realidad es otra, en esta realidad y no las otras mil posibilidades que podían haber sido y no son, no puedo trasformarte y convertirte en mi esposa porque tu quieres ocupar la silla de tu padre en el consejo, porque soy tu maestro y tu mi aprendiz y las relaciones entre miembros de la orden están prohibidas ¿y sabes porque están prohibidas?
Justo por esto, porque no te ayudan a pensar con claridad, porque te obligan a desobedecer la orden directa de tu superior.
No se rindió, ahora de nuevo planteaba para mi otra realidad distinta imponiéndome una pregunta que si bien si tenia respuesta, no estaba dispuesto a reconocérsela porque eso sembraría la semilla de su eterna desobediencia.
“dime, Caleb, si las tornas hubieran sido al contrario y yo fuera la líder y te pidiera esa orden, ¿de verdad la acatarías sin más sabiendo lo que había y lo que podría pasar? ¿Te quedarías de brazos cruzados sin hacer nada? Claro que no de ser la situación al contrario tú hubieras hecho exactamente lo mismo que yo, no puedes negármelo “
-No voy a darte una respuesta a eso, porque no estamos en esa situación, la realidad es que tu eres mi aprendiz, yo tu maestro y has de obedecerme porque yo estoy preparado para defenderme, tu aun estas en fase de aprendizaje, por eso aun no perteneces a la orden, por eso yo soy el líder indiscutible y aunque reconozco que tu ayuda hoy, aquí, ha sido inestimable y que eres digna heredera de tu padre, no puedes dejarte guiar por los sentimientos, porque lo mas importante es el orbe ¿entiendes?
¿Sabes por que Wesh no ocupa el lugar de su padre? Porque es insubordinado, terco, irresponsable, no es capaz de obedecer y no puedes permitir que tus sentimientos te nublen el juicio.
“ Mi padre siempre me decía que había que protegerte, ¿no fue eso lo que hice anoche? Te habrían encontrado si no los hubiera distraído, te hubieran encontrado los cazadores si no hubiera salido, solo hice también lo que se estipula que se debe hacer. Tenía dos órdenes y dos cometidos y cumplí el que creí más necesario, no me puedes culpar por eso”
-De nuevo te equivocas, proteger el orbe es la misión de todos, tu no tenias dos ordenes, tenias solo una, una clara, esa orden era que te quedaras en el hotel, porque evalué los riesgos que la misión implicaba para una aprendiz y te superaba -sentencia.
Mentí ,sinceramente no la quería allí porque no quería poner su vida en peligro, porque mis sentimientos como los suyos intercedían en la misión, porque el amor nubla los sentidos.
-Imagina que te hubiera pasado algo, que yo no me hubiera logrado soltar de las cadenas, te hubieran matado y después a mi, nadie hubiera podido evitar que los vikingos se hagan con el orbe o peor aun el rey del norte...esa era otra de las opciones ya que eres dada a las realidades alternativas.
Te la jugaste y lo peor me desobedeciste y no volverá a pasar -gruñí.
Omití lo siguiente que dijo, era cierto no podría lidiar con mandarla a peligrosas misiones porque no quería perderla, yo la quería, ese era un echo con el que tendría que aprender a lidiar llegado su momento.
“¿Y yo sí puedo perderte a ti? ¿Entiendes tú eso? Yo tampoco puedo perderte, así que ¿qué era lo que tenía que hacer? ¿Dejar que pasara todo y no hacer nada? Pues lo siento, pero no puedo hacerlo y no podré hacerlo... no me culpes de algo que tú también habrías hecho en mi lugar “
Fruncí el ceño, no vas a volver a desobedecer mis ordenes, tu solo eres un aprendiz, no estas preparada para tomar decisiones peligrosas y mientras yo sea el líder te protegeré, porque …
guardé silencio, porque es mi deber proteger a los miembros de mi orden así como el orbe.
Mentí de nuevo, era lo que sentía por ella lo que hablaba por mi.
Volvamos al hotel, te curaré y descansaras -gruñí de nuevo enfadado por verla herida por mi culpa.
De regreso al hotel compré una botella de whisky para desinfectar bien sus heridas, así como algo con lo que darle sutura.
La ayudaba a caminar, estaba cansada, siseaba de dolor, pero la terca se mantenía orgullosa inamovible en su postura.
-No, no seria malo que te trasformara y fueras mi esposa si ese hubiera sido el camino que elegiste Eileen, pero la realidad es otra, en esta realidad y no las otras mil posibilidades que podían haber sido y no son, no puedo trasformarte y convertirte en mi esposa porque tu quieres ocupar la silla de tu padre en el consejo, porque soy tu maestro y tu mi aprendiz y las relaciones entre miembros de la orden están prohibidas ¿y sabes porque están prohibidas?
Justo por esto, porque no te ayudan a pensar con claridad, porque te obligan a desobedecer la orden directa de tu superior.
No se rindió, ahora de nuevo planteaba para mi otra realidad distinta imponiéndome una pregunta que si bien si tenia respuesta, no estaba dispuesto a reconocérsela porque eso sembraría la semilla de su eterna desobediencia.
“dime, Caleb, si las tornas hubieran sido al contrario y yo fuera la líder y te pidiera esa orden, ¿de verdad la acatarías sin más sabiendo lo que había y lo que podría pasar? ¿Te quedarías de brazos cruzados sin hacer nada? Claro que no de ser la situación al contrario tú hubieras hecho exactamente lo mismo que yo, no puedes negármelo “
-No voy a darte una respuesta a eso, porque no estamos en esa situación, la realidad es que tu eres mi aprendiz, yo tu maestro y has de obedecerme porque yo estoy preparado para defenderme, tu aun estas en fase de aprendizaje, por eso aun no perteneces a la orden, por eso yo soy el líder indiscutible y aunque reconozco que tu ayuda hoy, aquí, ha sido inestimable y que eres digna heredera de tu padre, no puedes dejarte guiar por los sentimientos, porque lo mas importante es el orbe ¿entiendes?
¿Sabes por que Wesh no ocupa el lugar de su padre? Porque es insubordinado, terco, irresponsable, no es capaz de obedecer y no puedes permitir que tus sentimientos te nublen el juicio.
“ Mi padre siempre me decía que había que protegerte, ¿no fue eso lo que hice anoche? Te habrían encontrado si no los hubiera distraído, te hubieran encontrado los cazadores si no hubiera salido, solo hice también lo que se estipula que se debe hacer. Tenía dos órdenes y dos cometidos y cumplí el que creí más necesario, no me puedes culpar por eso”
-De nuevo te equivocas, proteger el orbe es la misión de todos, tu no tenias dos ordenes, tenias solo una, una clara, esa orden era que te quedaras en el hotel, porque evalué los riesgos que la misión implicaba para una aprendiz y te superaba -sentencia.
Mentí ,sinceramente no la quería allí porque no quería poner su vida en peligro, porque mis sentimientos como los suyos intercedían en la misión, porque el amor nubla los sentidos.
-Imagina que te hubiera pasado algo, que yo no me hubiera logrado soltar de las cadenas, te hubieran matado y después a mi, nadie hubiera podido evitar que los vikingos se hagan con el orbe o peor aun el rey del norte...esa era otra de las opciones ya que eres dada a las realidades alternativas.
Te la jugaste y lo peor me desobedeciste y no volverá a pasar -gruñí.
Omití lo siguiente que dijo, era cierto no podría lidiar con mandarla a peligrosas misiones porque no quería perderla, yo la quería, ese era un echo con el que tendría que aprender a lidiar llegado su momento.
“¿Y yo sí puedo perderte a ti? ¿Entiendes tú eso? Yo tampoco puedo perderte, así que ¿qué era lo que tenía que hacer? ¿Dejar que pasara todo y no hacer nada? Pues lo siento, pero no puedo hacerlo y no podré hacerlo... no me culpes de algo que tú también habrías hecho en mi lugar “
Fruncí el ceño, no vas a volver a desobedecer mis ordenes, tu solo eres un aprendiz, no estas preparada para tomar decisiones peligrosas y mientras yo sea el líder te protegeré, porque …
guardé silencio, porque es mi deber proteger a los miembros de mi orden así como el orbe.
Mentí de nuevo, era lo que sentía por ella lo que hablaba por mi.
Volvamos al hotel, te curaré y descansaras -gruñí de nuevo enfadado por verla herida por mi culpa.
De regreso al hotel compré una botella de whisky para desinfectar bien sus heridas, así como algo con lo que darle sutura.
La ayudaba a caminar, estaba cansada, siseaba de dolor, pero la terca se mantenía orgullosa inamovible en su postura.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Al parecer estaba totalmente equivocada en todo lo que había pasado y en todo lo que había hecho, desde ir a aquel cementerio para cuidar de él estando en forma lobuna como las palabras que habían salido de mis labios una vez la noche había pasado y él volvía a ser de nuevo un hombre. Sus palabras eran duras y firmes, contundentes en cada frase que me rebatía y que me explicaba además del porqué de mi error en esos momentos, no tuvo piedad alguna y fue inflexible, duro y un poco rudo en sus maneras porque hablaba como el líder de la orden que era, no como el Caleb que yo había conocido durante todos aquellos años. Me dejaba más que clara cuál era mi posición y él se recreaba en la suya en esa pose de líder y de jefe que era para mí, marcando las diferencias entre ambos mientras yo solo podía quedarme quieta frente a él escuchando cada palabra que salía de sus labios, cansada por la noche que había pasado también velándolo incluso aunque me durmiera en un par de ocasiones y herida por haberlo defendido contra la manada de lobos. Había actuado de forma imprudente y lo admitía, se lo había reconocido y no esperaba que me dijera un “bien hecho, Eileen”, pero tampoco esperaba las palabras que me estaba diciendo y que de alguna forma sin querer marcaban algo en mi interior que me hizo quedarme callada, sintiendo un nudo que oprimía mi garganta intentando mantener una fortaleza por fuera que por dentro sentía quebrarse.
Cada palabra, cada frase que decía la sentía como si hundiera una daga en mi pecho y en mi corazón, sabía que no debía de haberlo desobedecido pero mis sentimientos habían podido más que aquello, y aunque sí era cierto que me hubiera gustado cierto reconocimiento por lo que había hecho entendía que debía de actuar como un líder. Hubiera preferido que lo dijera con otras palabras y de otra forma pero la realidad era esa y aunque agradecía mi ayuda también me “castigaba” por la desobediencia y la insubordinación que había cometido aquella noche, se ponía en el papel de líder y yo no podía juzgarlo por ello, porque pese a todo es lo que era, el líder. Él quería que fuera miembro de la orden y que actuara de forma fría y sin sentimientos, que dejara a un lado aquello que sentía por él aun cuando le había dicho que no tenía claro del todo mi camino, cuando había dejado claro que me importaba más él que el hecho de llegar a ocupar la silla que una vez había ocupado mi padre, pese a eso me decía que tan solo era una aprendiz y que mi deber era para la orden, y para nada más. Me mataba con cada frase que decía y quizás, en parte, lo hacía aposta para que me centrara en lo que debía de centrarme que era ocupar ese puesto y dejara a un lado mis sentimientos porque una vez que yo entrara estos jamás se tendrían en cuenta.
Sí quería a una soldado fría que dejara atrás sus sentimientos, por mucho que me costara, es lo que iba a hacer. Debía de matar cualquier sentimiento que tuviera por él y centrarme en el cometido que tenía, olvidarme de que alguna vez algo entre los dos había pasado y resetear mis sentimientos para anularlos por completo. No se daba cuenta de que cada paso que había dado durante toda mi vida lo había dado para únicamente acercarme más a él, para estar más cerca de él, tanto como me fuera posible. ¿Quién le iba a decir a esa niña de doce años, que diez años más tarde tendría al hombre que quería entre sus brazos, lo sentiría en su interior y lo besaría? Era difícil borrar toda una vida de sentimientos arraigados hacia una misma persona, pero si eso era lo que Caleb quería de mí... lo tendría. Iba a refutarle sus palabras pero luego me di cuenta de que ¿para qué? No serviría de nada y al fin y al cabo él seguiría en su línea y en su pose de líder. Me rendía, me rendía por lo que sentía por él porque ya no podía más y al final iba a acabar bastante mal si seguía por ese camino, me había dado un fuerte choque con la realidad tras sus palabras y no podía seguir por ese camino, debía de abandonarlo aunque era mucho más fácil decirlo que hacerlo.
No comenté nada en todo el camino de vuelta, ni siquiera le dije nada a todo lo que me había dicho y me había dejado un poco helada, tocada y hundida. Dejé que me ayudara para llegar al hotel cuando lo único que quería hacer era salir de allí, desvanecerme y olvidarme de que alguna vez había amado a ese hombre, y pensar que todo podría haber sido diferente si no nos hubieran atacado o si hubieran tardado un par de días más me frustraba y me hacía hervir la sangre... pero el pasado no se podía cambiar por mucho que uno lo deseara. Siseaba de vez en cuando por el dolor de las marcas de las garras de los lobos, tan preocupada había estado por él que ni siquiera había caído en mis propias heridas y ahora acusaba de ello. Paró en el camino para comprar algo de alcohol y algo con lo que coser las heridas y seguimos camino al hotel sin abrir apenas la boca, ¿para qué? Estaba cansada y rota por dentro, hundida, me había prometido ser ese soldado que él quería de mí y olvidarme de todo lo demás, la Eileen con sentimientos por Caleb debía de morir aquel mismo día y era lo que me había propuesto. Al llegar al hotel dejé que me quitara la ropa dejándome con la ropa interior perdida con la mirada en otra parte, me desinfectó las heridas con el alcohol y siseé por el picor que me producía sobre las heridas, preparó la sutura y no dije nada tumbada sobre la cama.
Curó mis heridas y las cosió bajo mi total silencio perdida entre mis pensamientos sin querer reparar en lo que estaba haciendo demasiado, como intento de evitar sentir el dolor de aquello, y centrándome en la idea de convertirme en una mujer de hielo para él que no tuviera sentimientos, mucho menos por él. Iba a ser complicado, pero era la única forma de seguir adelante y no quería decepcionar adelante, a partir de ese momento cumpliría órdenes y me olvidaría de lo que mi corazón sentía enterrándolo bajo capas y capas, sepultándolo hasta que quedara en el olvido o al menos no pudiera salir a la luz y que fuera remitiendo poco a poco. Borrarlo de mi mente, de mi cabeza pero sobre todo de mi cuerpo iba a ser bastante complicado, pero no había nada que la fuerza de voluntad no ayudara a conseguir. Cerró mis heridas y cerré los ojos mientras retiraba todas las cosas, estaba cansada de no haber dormido la noche anterior y cuando sentí el peso cediendo del colchón cuando se sentó de nuevo no abrí los ojos, me negué a abrirlos para que no viera lo realmente jodida que estaba en esos momentos mientras luchaba porque las lágrimas no cayeran de mis ojos. Cuando me llamó tampoco abrí los ojos, simplemente me giré dándole la espalda y me acomodé intentando llamar a un sueño que no venía, que no quería llevarme.
-Simplemente estoy cansada, señor. Necesito descansar –fueron las únicas seis palabras que dije desde que salimos del panteón y rogué porque no insistiera y no me preguntara porque sencillamente me derrumbaría. Solo quería dormir y olvidarme, para cuando me despertara la Eileen que ahora le daba la espalda moriría y sería la Eileen fría y sin sentimientos. Así es como debía de ser.
Cada palabra, cada frase que decía la sentía como si hundiera una daga en mi pecho y en mi corazón, sabía que no debía de haberlo desobedecido pero mis sentimientos habían podido más que aquello, y aunque sí era cierto que me hubiera gustado cierto reconocimiento por lo que había hecho entendía que debía de actuar como un líder. Hubiera preferido que lo dijera con otras palabras y de otra forma pero la realidad era esa y aunque agradecía mi ayuda también me “castigaba” por la desobediencia y la insubordinación que había cometido aquella noche, se ponía en el papel de líder y yo no podía juzgarlo por ello, porque pese a todo es lo que era, el líder. Él quería que fuera miembro de la orden y que actuara de forma fría y sin sentimientos, que dejara a un lado aquello que sentía por él aun cuando le había dicho que no tenía claro del todo mi camino, cuando había dejado claro que me importaba más él que el hecho de llegar a ocupar la silla que una vez había ocupado mi padre, pese a eso me decía que tan solo era una aprendiz y que mi deber era para la orden, y para nada más. Me mataba con cada frase que decía y quizás, en parte, lo hacía aposta para que me centrara en lo que debía de centrarme que era ocupar ese puesto y dejara a un lado mis sentimientos porque una vez que yo entrara estos jamás se tendrían en cuenta.
Sí quería a una soldado fría que dejara atrás sus sentimientos, por mucho que me costara, es lo que iba a hacer. Debía de matar cualquier sentimiento que tuviera por él y centrarme en el cometido que tenía, olvidarme de que alguna vez algo entre los dos había pasado y resetear mis sentimientos para anularlos por completo. No se daba cuenta de que cada paso que había dado durante toda mi vida lo había dado para únicamente acercarme más a él, para estar más cerca de él, tanto como me fuera posible. ¿Quién le iba a decir a esa niña de doce años, que diez años más tarde tendría al hombre que quería entre sus brazos, lo sentiría en su interior y lo besaría? Era difícil borrar toda una vida de sentimientos arraigados hacia una misma persona, pero si eso era lo que Caleb quería de mí... lo tendría. Iba a refutarle sus palabras pero luego me di cuenta de que ¿para qué? No serviría de nada y al fin y al cabo él seguiría en su línea y en su pose de líder. Me rendía, me rendía por lo que sentía por él porque ya no podía más y al final iba a acabar bastante mal si seguía por ese camino, me había dado un fuerte choque con la realidad tras sus palabras y no podía seguir por ese camino, debía de abandonarlo aunque era mucho más fácil decirlo que hacerlo.
No comenté nada en todo el camino de vuelta, ni siquiera le dije nada a todo lo que me había dicho y me había dejado un poco helada, tocada y hundida. Dejé que me ayudara para llegar al hotel cuando lo único que quería hacer era salir de allí, desvanecerme y olvidarme de que alguna vez había amado a ese hombre, y pensar que todo podría haber sido diferente si no nos hubieran atacado o si hubieran tardado un par de días más me frustraba y me hacía hervir la sangre... pero el pasado no se podía cambiar por mucho que uno lo deseara. Siseaba de vez en cuando por el dolor de las marcas de las garras de los lobos, tan preocupada había estado por él que ni siquiera había caído en mis propias heridas y ahora acusaba de ello. Paró en el camino para comprar algo de alcohol y algo con lo que coser las heridas y seguimos camino al hotel sin abrir apenas la boca, ¿para qué? Estaba cansada y rota por dentro, hundida, me había prometido ser ese soldado que él quería de mí y olvidarme de todo lo demás, la Eileen con sentimientos por Caleb debía de morir aquel mismo día y era lo que me había propuesto. Al llegar al hotel dejé que me quitara la ropa dejándome con la ropa interior perdida con la mirada en otra parte, me desinfectó las heridas con el alcohol y siseé por el picor que me producía sobre las heridas, preparó la sutura y no dije nada tumbada sobre la cama.
Curó mis heridas y las cosió bajo mi total silencio perdida entre mis pensamientos sin querer reparar en lo que estaba haciendo demasiado, como intento de evitar sentir el dolor de aquello, y centrándome en la idea de convertirme en una mujer de hielo para él que no tuviera sentimientos, mucho menos por él. Iba a ser complicado, pero era la única forma de seguir adelante y no quería decepcionar adelante, a partir de ese momento cumpliría órdenes y me olvidaría de lo que mi corazón sentía enterrándolo bajo capas y capas, sepultándolo hasta que quedara en el olvido o al menos no pudiera salir a la luz y que fuera remitiendo poco a poco. Borrarlo de mi mente, de mi cabeza pero sobre todo de mi cuerpo iba a ser bastante complicado, pero no había nada que la fuerza de voluntad no ayudara a conseguir. Cerró mis heridas y cerré los ojos mientras retiraba todas las cosas, estaba cansada de no haber dormido la noche anterior y cuando sentí el peso cediendo del colchón cuando se sentó de nuevo no abrí los ojos, me negué a abrirlos para que no viera lo realmente jodida que estaba en esos momentos mientras luchaba porque las lágrimas no cayeran de mis ojos. Cuando me llamó tampoco abrí los ojos, simplemente me giré dándole la espalda y me acomodé intentando llamar a un sueño que no venía, que no quería llevarme.
-Simplemente estoy cansada, señor. Necesito descansar –fueron las únicas seis palabras que dije desde que salimos del panteón y rogué porque no insistiera y no me preguntara porque sencillamente me derrumbaría. Solo quería dormir y olvidarme, para cuando me despertara la Eileen que ahora le daba la espalda moriría y sería la Eileen fría y sin sentimientos. Así es como debía de ser.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Rota, si podía describir lo que veía en su mirada ante la rotundidad de mis palabras era justo eso, acaba de quebrarla y lo peor es que no debía arreglarlo porque de hacerlo era consciente que volvería a arriesgar su vida por mi sin dudarlo y yo la necesitaba a salvo.
La quería, estaba enamorado de ella, no había día que no me preguntara que hubiera pasado de no haber muerto su padre, de no haber sufrido ese ataque.
Hoy podría ser mi mujer, incluso estar embarazada de mi primer vástago, todo entre nosotros seria fácil y sin embargo el camino que ella había escogido me llevaba lejos de ella y a una encrucijada sin salida.
Tensé el gesto, no podía olvidar quien era o quien era ella y si algo estaba claro es que las reglas distaban mucho de ser arbitrarias, estaban pensadas a conciencia, si ambos luchábamos por la reliquia podría pasar lo mismo que llevó a ese bárbaro a entregarla al rey del norte sin evaluar las consecuencias.
Quería a su prometida y no dudó en salvar a la madre de esta aunque eso implicara poner en peligro el norte y a su familia.
El amor te hace débil en la gesta y yo era débil porque mis sentimientos por ella no podían morir aunque quisiera.
La curé despacio, parecía ausente, apenas siseó cuando le lancé sobre la herida el alcohol, menos aun cuando le di una puntada tras otra, mis ojos lobunos la buscaron en demasiadas ocasiones pero sus mares estaban en otra parte.
Tentado me sentí de orillarme contra su piel, de convertirme en su escudo de nuevo aquella noche, mandarlo todo al infierno y deshacernos ambos en el lecho plagandonos de atenciones pero...¿cambiaría eso la realidad del asunto?
No, ella seguiría empeñada en seguir los pasos de su padre y yo tendría que asumir que entre la orden y yo, antes estaba la orden.
Se tumbó dándome la espalda sus palabras vacías me aseguraron que estaba cansada, cerré los ojos, apreté los puños, me guarde demasiadas palabras, silencios que tensaron mas el ambiente entre nosotros y un “descansa” que sonó hueco entre nosotros.
No podía aguantar la situación, me desesperaba, así que me baje a la taberna de enfrente a ahogar mis penas en alcohol, no se me ocurría nada mejor, nada que pudiera arreglar la situación.
Una jarra tras otra fui bebiendomelas, al menos me aplacaba el desazón. A mi regreso iba tan borracho que ni siquiera recordaba el porque de aquella discursion. Ella dormía y yo entre tambaleándome, me costó lo mio acertar con la llave en la cerradura de la puerta pero lo conseguí.
Caminé en lo que yo creía un silencio que ni de lejos era así porque me tropecé con demasiadas cosas que yo juraría antes no estaba allí y me reía cada vez dándome cuenta de la que llevaba encima.
Eileen abrió los ojos, ladeé la sonrisa al verla despierta.
-¿nos tomamos la ultima? -pedí enredando las palabras -podemos celebrar que hayas decidido darle tu vida a la orden y no a mi.
Fui mordaz pero estaba borracho, no podía ahora mismo no pedirme que fuera realmente sincero con lo que pensaba.
Ella había jodido lo nuestro, yo lo hice todo bien, peor ella tuvo que saltarse las reglas, luchar contra ellas, ponerme en una situación comprometida ante el consejo y lo peor evitar que le pidiera ser mi esposa.
La quería, estaba enamorado de ella, no había día que no me preguntara que hubiera pasado de no haber muerto su padre, de no haber sufrido ese ataque.
Hoy podría ser mi mujer, incluso estar embarazada de mi primer vástago, todo entre nosotros seria fácil y sin embargo el camino que ella había escogido me llevaba lejos de ella y a una encrucijada sin salida.
Tensé el gesto, no podía olvidar quien era o quien era ella y si algo estaba claro es que las reglas distaban mucho de ser arbitrarias, estaban pensadas a conciencia, si ambos luchábamos por la reliquia podría pasar lo mismo que llevó a ese bárbaro a entregarla al rey del norte sin evaluar las consecuencias.
Quería a su prometida y no dudó en salvar a la madre de esta aunque eso implicara poner en peligro el norte y a su familia.
El amor te hace débil en la gesta y yo era débil porque mis sentimientos por ella no podían morir aunque quisiera.
La curé despacio, parecía ausente, apenas siseó cuando le lancé sobre la herida el alcohol, menos aun cuando le di una puntada tras otra, mis ojos lobunos la buscaron en demasiadas ocasiones pero sus mares estaban en otra parte.
Tentado me sentí de orillarme contra su piel, de convertirme en su escudo de nuevo aquella noche, mandarlo todo al infierno y deshacernos ambos en el lecho plagandonos de atenciones pero...¿cambiaría eso la realidad del asunto?
No, ella seguiría empeñada en seguir los pasos de su padre y yo tendría que asumir que entre la orden y yo, antes estaba la orden.
Se tumbó dándome la espalda sus palabras vacías me aseguraron que estaba cansada, cerré los ojos, apreté los puños, me guarde demasiadas palabras, silencios que tensaron mas el ambiente entre nosotros y un “descansa” que sonó hueco entre nosotros.
No podía aguantar la situación, me desesperaba, así que me baje a la taberna de enfrente a ahogar mis penas en alcohol, no se me ocurría nada mejor, nada que pudiera arreglar la situación.
Una jarra tras otra fui bebiendomelas, al menos me aplacaba el desazón. A mi regreso iba tan borracho que ni siquiera recordaba el porque de aquella discursion. Ella dormía y yo entre tambaleándome, me costó lo mio acertar con la llave en la cerradura de la puerta pero lo conseguí.
Caminé en lo que yo creía un silencio que ni de lejos era así porque me tropecé con demasiadas cosas que yo juraría antes no estaba allí y me reía cada vez dándome cuenta de la que llevaba encima.
Eileen abrió los ojos, ladeé la sonrisa al verla despierta.
-¿nos tomamos la ultima? -pedí enredando las palabras -podemos celebrar que hayas decidido darle tu vida a la orden y no a mi.
Fui mordaz pero estaba borracho, no podía ahora mismo no pedirme que fuera realmente sincero con lo que pensaba.
Ella había jodido lo nuestro, yo lo hice todo bien, peor ella tuvo que saltarse las reglas, luchar contra ellas, ponerme en una situación comprometida ante el consejo y lo peor evitar que le pidiera ser mi esposa.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Le tuve que dar la espalda cuando terminó de curarme porque era imposible mirarlo en esos momentos en los que me sentía derrotada, hundida y rota frente a lo que sentía por aquel hombre. No quería que viera las lágrimas caer de mis ojos y las retuve todo lo que pude sintiendo su presencia tras mi espalda, no me dijo nada cuando me giré y lo agradecí muchísimo porque no iba a poder contestarle, ya me había costado lo mío decirle aquellas palabras sobre que estaba cansada y que necesitaba descansar como para responderle a algo más. Las cosas habían quedado más que claras en esos momentos entre los dos, él había dejado muy claro su postura y quién era haciendo referencia a su figura de líder, dejándome como su aprendiz, como una niña que no sabía mucho más y que no tenía consciencia de nada y que debía de “madurar” y centrarme en el cometido que me había llevado hasta allí. Pudo haberlo dicho de otra forma y con otras palabras, pero sin embargo eligió esas y el golpe fue duro, demasiado duro. El silencio fue lo que reinó en la habitación hasta que tras un “descansa” que me sonó vacío por su parte oí como la puerta se cerró dejándome sola en la habitación sintiendo que se alejaba, y de una forma metafórica, también sentía que lo perdía. Cerré los ojos con fuerza e intenté llamar a un sueño que no venía y que parecía no querer llegar por mucho que me sintiera cansada por la noche que había pasado, por lo débil que me sentía en esos momentos.
Un par de lágrimas cayeron de mis ojos y me encogí sobre la cama cogiendo el almohadón para aferrarme a algo en esos momentos, algo a lo que sostenerme y quise tener a alguien a mi lado para que me calmara, mi madre, Wesh... aunque se lo hubiera negado miles de veces eran los únicos que sabían la verdad de todo, mi madre por eso mismo se negaba a que formara parte de la Orden, además de lo ocurrido con mi padre, y quería que me mantuviera alejada del hombre del que estaba enamorada toda la vida. Wesh, sin embargo, no hacía demasiado comentario al respecto y se mantenía más al margen aunque pensaba que era un suicidio lo que sentía por su tío, pero nunca dijo nada que pudiera delatarme y guardó aquel secreto que en una noche de borrachera en la que tuvo que llevarme a casa y donde fue la única vez que salí a beber con él, sin poder controlar mi lengua, le dije que estaba enamorada de su tío. Podía recordar su cara de sorpresa cuando se lo dije y mi enorme vergüenza por habérselo dicho pero, de alguna forma, me quemaba tanto en el pecho que necesitaba contárselo a alguien o acabaría explotando. Ahora aquellos sentimientos debía de matarlo y la realidad se cernía a mí alrededor, jamás podría tenerlo y cuando antes me diera cuenta de ello y cambiara mi forma de ser menos sufriría, o eso es lo que realmente pensaba.
No supe en qué momento me quedé durmiendo pero la almohada fue la que me acompañó en esa noche de lágrimas como compañera muda y acabé sucumbiendo al sueño, no desperté hasta que unos ruidos me alertaron de que no estaba sola en la habitación y al abrir los ojos oí de forma clara una risa que reconocería toda mi vida. Era la risa de Caleb y, por cómo se reía y notaba que se tropezaba con cada paso que daba, me di cuenta de que estaba borracho. Me giré despacio en la cama para observarlo y sus ojos ámbar se clavaron en los míos, dolía tanto mirarlo que quise apartar la mirada pero no lo hice porque había tomado una decisión y debía de cumplirla y llevarla a cabo. Ante su primera pregunta me incorporé en la cama y llevé mi mano al lado donde tenía la herida que él había curado y cerrado sin que ninguna palabra saliera de sus labios, pedía que nos tomáramos la última aunque a él no le hacía falta seguir bebiendo más con el alcohol que llevaba encima para no darse cuenta de lo que había en la habitación tropezándose constantemente con lo que había. Me mordí el labio ante el pinchazo que me dio en las suturas, una mano apoyada en el colchón medio recostada y la otra en el costado pero que la quité enseguida porque no quería mostrarme débil, menos después de lo que había pasado. Sus palabras parecían enredarse denotando el estado en el que estaba aunque con solo verlo era más que suficiente para darse cuenta, ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado desde que se fue pero tampoco iba a preguntarlo.
Sin embargo lo que más me dolió fueron sus siguientes palabras, clavándose certeras como dardos envenenados a mi corazón, haciendo que me doliera el pecho y apretara la mandíbula para no llorar frente a él. ¿Se podía destrozar aún más un corazón ya atormentado? Pues si pensaba que no estaba totalmente confundida y equivocada, porque sus palabras aunque mordaces fueron totalmente crueles haciéndome la responsable directa de la situación que vivíamos. Pero ¿qué iba a saber yo de sus intenciones o de sus sentimientos? Jamás dio muestras de nada, jamás me miró de forma diferente mientras que seguramente él sintiera como mis latidos se aceleraban en su presencia, como mi respiración se hacía pesada... ¿quería culparme a mí de la desdicha que pasábamos? Que lo hiciera, total, ¿qué era un cargo más de todos los que ya tenía, o un lamento de todos los que soportaba? En ese momento me dieron ganas de levantarme y cruzarle la cara, de no ser porque no me encontraba en condiciones lo habría hecho sin importarme que fuera mi líder, que fuera insubordinación máxima y que me costara el camino a la silla que ocupó mi padre, mis sentimientos estaban heridos, yo estaba rota y él había dicho esas palabras para destrozarme aún más.
-Si pudiera te cruzaría la cara por tus palabras –dije en un tono frío mientras cerraba mis manos en sendos puños para controlar las lágrimas que querían salir, la congoja que sentía en mi pecho. No se lo merecía, no se merecía que llorara por él y no iba a consentirlo- adelante, señor, ¿por qué no me machaca un poco más, por qué no termina por destrozarme y romperme como le plazca? ¿Por qué no termina con todo esto y me quiebra más de lo que ya estoy? Qué le importará ¿verdad? Mientras siga siendo el líder y lleve y dirija la orden no debe de importarle lo que pueda sentir o no una de sus soldados –lo miré de forma fija- es a lo que se debe ¿no es así? Lo que se espera que haga durante el resto de su vida, pero tranquilo porque no pienso molestarle más con mis inútiles sentimientos. Han muerto, murieron anoche y si quedaba algo de ellos los acabas de matar por completo ¿contento ahora, se queda más tranquilo de que puedan culparle de algo que le quite del trono? –Me levanté con cuidado de la cama de no romper los puntos- ¿quieres echarme la culpa de todo, hacerme la mala de lo que pasa? Perfecto, hazlo, así será mucho más fácil enterrar todo y matarlo para que nunca más vuelva a salir a la luz. Si pretendías provocar en mí el odio te aseguro que lo estás haciendo muy bien y te animo a seguir por el mismo camino, mejor odiarte que no amarte inútilmente ¿verdad? El odio puede ser un mejor sentimiento que nos ayude en las guerras venideras, me mantendrá con la cabeza fría y alejará todos mis pensamientos de querer estar contigo –si él pensaba que estaba siendo fácil es que era una muy buena actriz, porque estaba rota por dentro pero si había que ponerle un punto y final se lo estábamos dando- qué estupidez más grande, ¿maestro y aprendiz? Suena a demasiado cliché para ser cierto, pero no os preocupéis que a partir de ahora actuaré como la soldado que debo de ser, siento si le he defraudado en el proceso con mis estúpidos sentimientos –di un par de pasos hacia atrás más cerca de la puerta del baño- ¿sabe lo más irónico de todo, señor? Que al principio sí que pensé en ocupar la silla que tenía mi padre, pero me di cuenta de que sería imposible a no ser que mis sentimientos por usted cambiaran. Quería darles una lección a los del consejo y que mi ejemplo se tomara en cuenta para que las demás mujeres que quisieran entrar en la orden pudieran hacerlo si era por su propia voluntad... pero no pensaba aceptar tal puesto ni tal asiento entre los siete, o al menos eso es lo que había pensado hasta esta misma noche. No se preocupe, como usted mismo me dijo una vez “que ni yo te frene de alcanzar tus sueños”, pero siendo usted mismo el que ha eliminado y frenado de lo que quería alcanzar... al menos honraré el recuerdo de mi padre sentándome en esa silla –me giré para entrar por la puerta que daba al aseo, cerré pasando el pestillo y apoyé mi espalda contra la misma con los ojos cerrados. No sabía cómo pero acababa de hacerlo, matar lo poco que quedaba si es que alguna vez había habido algo entre los dos, cortar toda posibilidad para centrarme en lo que debía de hacer. Me deslicé por la puerta hasta caer al suelo quedándome sentada mientras las lágrimas caían de mis ojos. Incluso ante lo rota que me sentía no cambiaría, ni por toda una eternidad, ninguna de las cosas que había hecho con él ni cada uno de los besos que me había dado, ni darle mi virginidad tampoco... jamás me arrepentiría de nada y si volviera atrás en el tiempo volvería a hacerlo de nuevo.
Un par de lágrimas cayeron de mis ojos y me encogí sobre la cama cogiendo el almohadón para aferrarme a algo en esos momentos, algo a lo que sostenerme y quise tener a alguien a mi lado para que me calmara, mi madre, Wesh... aunque se lo hubiera negado miles de veces eran los únicos que sabían la verdad de todo, mi madre por eso mismo se negaba a que formara parte de la Orden, además de lo ocurrido con mi padre, y quería que me mantuviera alejada del hombre del que estaba enamorada toda la vida. Wesh, sin embargo, no hacía demasiado comentario al respecto y se mantenía más al margen aunque pensaba que era un suicidio lo que sentía por su tío, pero nunca dijo nada que pudiera delatarme y guardó aquel secreto que en una noche de borrachera en la que tuvo que llevarme a casa y donde fue la única vez que salí a beber con él, sin poder controlar mi lengua, le dije que estaba enamorada de su tío. Podía recordar su cara de sorpresa cuando se lo dije y mi enorme vergüenza por habérselo dicho pero, de alguna forma, me quemaba tanto en el pecho que necesitaba contárselo a alguien o acabaría explotando. Ahora aquellos sentimientos debía de matarlo y la realidad se cernía a mí alrededor, jamás podría tenerlo y cuando antes me diera cuenta de ello y cambiara mi forma de ser menos sufriría, o eso es lo que realmente pensaba.
No supe en qué momento me quedé durmiendo pero la almohada fue la que me acompañó en esa noche de lágrimas como compañera muda y acabé sucumbiendo al sueño, no desperté hasta que unos ruidos me alertaron de que no estaba sola en la habitación y al abrir los ojos oí de forma clara una risa que reconocería toda mi vida. Era la risa de Caleb y, por cómo se reía y notaba que se tropezaba con cada paso que daba, me di cuenta de que estaba borracho. Me giré despacio en la cama para observarlo y sus ojos ámbar se clavaron en los míos, dolía tanto mirarlo que quise apartar la mirada pero no lo hice porque había tomado una decisión y debía de cumplirla y llevarla a cabo. Ante su primera pregunta me incorporé en la cama y llevé mi mano al lado donde tenía la herida que él había curado y cerrado sin que ninguna palabra saliera de sus labios, pedía que nos tomáramos la última aunque a él no le hacía falta seguir bebiendo más con el alcohol que llevaba encima para no darse cuenta de lo que había en la habitación tropezándose constantemente con lo que había. Me mordí el labio ante el pinchazo que me dio en las suturas, una mano apoyada en el colchón medio recostada y la otra en el costado pero que la quité enseguida porque no quería mostrarme débil, menos después de lo que había pasado. Sus palabras parecían enredarse denotando el estado en el que estaba aunque con solo verlo era más que suficiente para darse cuenta, ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado desde que se fue pero tampoco iba a preguntarlo.
Sin embargo lo que más me dolió fueron sus siguientes palabras, clavándose certeras como dardos envenenados a mi corazón, haciendo que me doliera el pecho y apretara la mandíbula para no llorar frente a él. ¿Se podía destrozar aún más un corazón ya atormentado? Pues si pensaba que no estaba totalmente confundida y equivocada, porque sus palabras aunque mordaces fueron totalmente crueles haciéndome la responsable directa de la situación que vivíamos. Pero ¿qué iba a saber yo de sus intenciones o de sus sentimientos? Jamás dio muestras de nada, jamás me miró de forma diferente mientras que seguramente él sintiera como mis latidos se aceleraban en su presencia, como mi respiración se hacía pesada... ¿quería culparme a mí de la desdicha que pasábamos? Que lo hiciera, total, ¿qué era un cargo más de todos los que ya tenía, o un lamento de todos los que soportaba? En ese momento me dieron ganas de levantarme y cruzarle la cara, de no ser porque no me encontraba en condiciones lo habría hecho sin importarme que fuera mi líder, que fuera insubordinación máxima y que me costara el camino a la silla que ocupó mi padre, mis sentimientos estaban heridos, yo estaba rota y él había dicho esas palabras para destrozarme aún más.
-Si pudiera te cruzaría la cara por tus palabras –dije en un tono frío mientras cerraba mis manos en sendos puños para controlar las lágrimas que querían salir, la congoja que sentía en mi pecho. No se lo merecía, no se merecía que llorara por él y no iba a consentirlo- adelante, señor, ¿por qué no me machaca un poco más, por qué no termina por destrozarme y romperme como le plazca? ¿Por qué no termina con todo esto y me quiebra más de lo que ya estoy? Qué le importará ¿verdad? Mientras siga siendo el líder y lleve y dirija la orden no debe de importarle lo que pueda sentir o no una de sus soldados –lo miré de forma fija- es a lo que se debe ¿no es así? Lo que se espera que haga durante el resto de su vida, pero tranquilo porque no pienso molestarle más con mis inútiles sentimientos. Han muerto, murieron anoche y si quedaba algo de ellos los acabas de matar por completo ¿contento ahora, se queda más tranquilo de que puedan culparle de algo que le quite del trono? –Me levanté con cuidado de la cama de no romper los puntos- ¿quieres echarme la culpa de todo, hacerme la mala de lo que pasa? Perfecto, hazlo, así será mucho más fácil enterrar todo y matarlo para que nunca más vuelva a salir a la luz. Si pretendías provocar en mí el odio te aseguro que lo estás haciendo muy bien y te animo a seguir por el mismo camino, mejor odiarte que no amarte inútilmente ¿verdad? El odio puede ser un mejor sentimiento que nos ayude en las guerras venideras, me mantendrá con la cabeza fría y alejará todos mis pensamientos de querer estar contigo –si él pensaba que estaba siendo fácil es que era una muy buena actriz, porque estaba rota por dentro pero si había que ponerle un punto y final se lo estábamos dando- qué estupidez más grande, ¿maestro y aprendiz? Suena a demasiado cliché para ser cierto, pero no os preocupéis que a partir de ahora actuaré como la soldado que debo de ser, siento si le he defraudado en el proceso con mis estúpidos sentimientos –di un par de pasos hacia atrás más cerca de la puerta del baño- ¿sabe lo más irónico de todo, señor? Que al principio sí que pensé en ocupar la silla que tenía mi padre, pero me di cuenta de que sería imposible a no ser que mis sentimientos por usted cambiaran. Quería darles una lección a los del consejo y que mi ejemplo se tomara en cuenta para que las demás mujeres que quisieran entrar en la orden pudieran hacerlo si era por su propia voluntad... pero no pensaba aceptar tal puesto ni tal asiento entre los siete, o al menos eso es lo que había pensado hasta esta misma noche. No se preocupe, como usted mismo me dijo una vez “que ni yo te frene de alcanzar tus sueños”, pero siendo usted mismo el que ha eliminado y frenado de lo que quería alcanzar... al menos honraré el recuerdo de mi padre sentándome en esa silla –me giré para entrar por la puerta que daba al aseo, cerré pasando el pestillo y apoyé mi espalda contra la misma con los ojos cerrados. No sabía cómo pero acababa de hacerlo, matar lo poco que quedaba si es que alguna vez había habido algo entre los dos, cortar toda posibilidad para centrarme en lo que debía de hacer. Me deslicé por la puerta hasta caer al suelo quedándome sentada mientras las lágrimas caían de mis ojos. Incluso ante lo rota que me sentía no cambiaría, ni por toda una eternidad, ninguna de las cosas que había hecho con él ni cada uno de los besos que me había dado, ni darle mi virginidad tampoco... jamás me arrepentiría de nada y si volviera atrás en el tiempo volvería a hacerlo de nuevo.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Mi risa se ahogo ante sus primeras palabras, inmóvil, escuché primero incapaz de entender de donde sacaba tanta rabia hacia mi persona, para después ir frunciendo el ceño molesto mientras mis ojos adquirían un fuerte tono mostaza.
“Han muerto, murieron anoche y si quedaba algo de ellos los acabas de matar por completo ¿contento ahora, se queda más tranquilo de que puedan culparle de algo que le quite del trono?”
Si una daga podía ser hundida mas honda, juro que no la sentiría mas afilada que sus palabras, me destrozaba el modo que tenia de hablar de mi, como si realmente nada me importara.
Yo había apoyado su maldita causa, pese a que esta me condenara. Yo había sido el que se saltó la ley, mi ley y le di una oportunidad, mi aprendiz, le enseñaría todo cuanto estuviera en mi mano para que pudiera ocupar la silla de su padre.
Muchas voces en mi contra se alzaron y las acallé, todas y cada una de ellas, aunque nada me hubiera gustado mas en este mundo que decirle que no era posible que se convirtiera en un miembro del consejo.
Yo había hecho posible esto, ahora me echaba en cara todo ¿que exactamente? Estar enamorado de lela, pues lo estaba, ojala supiera como se hace eso de matarlo todo en una noche.
-Quizás puedas convertirme en tu aprendiz, veo que para ti es fácil olvidarte de mi -mordaz, si, mis palabras iban a hacer daño porque daño estaba recibiendo en ese preciso momento.
Negué con la cabeza incrédulo, hablaba de ¿Odio? No podía dar crédito a sus palabras.
-¿ahora me odias? -pregunte soltando un par de carcajadas -eso si que es nuevo ¿que he hecho para merecer tal honor? -pregunté enarcando una ceja.
Vale que le había reñido por saltarse las reglas, acudir en mi ayuda arriesgando su vida, pero de ahí a que me odiara...creo que desvariaba.
-¿soy yo el borracho? -pregunté incapaz de entender de donde salia tanta rabia.
No pensaba seguir escuchadola, se un manotazo volqué la mesa y un rugido salio de mi interior, alto, claro, en señal de amenaza, el alcohol ingerido no ayudaba y el frenesí se aproximaba.
-¡Cállate! -ordené.
Yo no quería esto, yo quería otra cosa, la verdad no se que quería, pero que me odiara no era mi meta.
Cerró la puerta del baño, me volví loco y agradecí escuchar el pestillo cerrarse porque estallé en un ataque de furia, todo lo de la habitación voló por los aires, nada quedo en pie cuando con mis garras destrocé cada mueble, astillas, palos que se desquebrajaban con los golpes, aullidos, gruñidos, la bestia había salido y borracho como estaba era incapaz de devolverla a su sitio.
No se en que momento todo acabó, creo que me dormí fruto del sopor del alcohol gruñendo, con el caos formado a mi alrededor, ella había matado lo nuestro y yo tenia que asumir que si en algún momento lo hubo, la había perdido.
Eileen no era mía y nunca lo seria pese a que la quería.
“Han muerto, murieron anoche y si quedaba algo de ellos los acabas de matar por completo ¿contento ahora, se queda más tranquilo de que puedan culparle de algo que le quite del trono?”
Si una daga podía ser hundida mas honda, juro que no la sentiría mas afilada que sus palabras, me destrozaba el modo que tenia de hablar de mi, como si realmente nada me importara.
Yo había apoyado su maldita causa, pese a que esta me condenara. Yo había sido el que se saltó la ley, mi ley y le di una oportunidad, mi aprendiz, le enseñaría todo cuanto estuviera en mi mano para que pudiera ocupar la silla de su padre.
Muchas voces en mi contra se alzaron y las acallé, todas y cada una de ellas, aunque nada me hubiera gustado mas en este mundo que decirle que no era posible que se convirtiera en un miembro del consejo.
Yo había hecho posible esto, ahora me echaba en cara todo ¿que exactamente? Estar enamorado de lela, pues lo estaba, ojala supiera como se hace eso de matarlo todo en una noche.
-Quizás puedas convertirme en tu aprendiz, veo que para ti es fácil olvidarte de mi -mordaz, si, mis palabras iban a hacer daño porque daño estaba recibiendo en ese preciso momento.
Negué con la cabeza incrédulo, hablaba de ¿Odio? No podía dar crédito a sus palabras.
-¿ahora me odias? -pregunte soltando un par de carcajadas -eso si que es nuevo ¿que he hecho para merecer tal honor? -pregunté enarcando una ceja.
Vale que le había reñido por saltarse las reglas, acudir en mi ayuda arriesgando su vida, pero de ahí a que me odiara...creo que desvariaba.
-¿soy yo el borracho? -pregunté incapaz de entender de donde salia tanta rabia.
No pensaba seguir escuchadola, se un manotazo volqué la mesa y un rugido salio de mi interior, alto, claro, en señal de amenaza, el alcohol ingerido no ayudaba y el frenesí se aproximaba.
-¡Cállate! -ordené.
Yo no quería esto, yo quería otra cosa, la verdad no se que quería, pero que me odiara no era mi meta.
Cerró la puerta del baño, me volví loco y agradecí escuchar el pestillo cerrarse porque estallé en un ataque de furia, todo lo de la habitación voló por los aires, nada quedo en pie cuando con mis garras destrocé cada mueble, astillas, palos que se desquebrajaban con los golpes, aullidos, gruñidos, la bestia había salido y borracho como estaba era incapaz de devolverla a su sitio.
No se en que momento todo acabó, creo que me dormí fruto del sopor del alcohol gruñendo, con el caos formado a mi alrededor, ella había matado lo nuestro y yo tenia que asumir que si en algún momento lo hubo, la había perdido.
Eileen no era mía y nunca lo seria pese a que la quería.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 93
Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Sabía que se estaba enfadando conforme le iba diciendo las cosas, podía verlo en el color de sus ojos que cada vez se tornaba más y más ámbar conforme el pasar de mis palabras, sabía que quizás no entendería por qué lo estaba diciendo o por qué el tono duro y frío pero... ¿qué podía esperar después de lo que me había dicho? Venía borracho y lo primero que se le ocurría decirme era que brindáramos porque había elegido la orden antes que él, y era cierto, pero lo había hecho porque pensé que jamás tendría nada con él, porque jamás supe de lo que él sentía. Si hubiera hecho algo, algún gesto o algo que denotara lo contrario yo jamás habría entrado en la orden cuando sabía que me iban a decir que no, que aquello solo podía ser para hombres y que ninguna mujer podía entrar. Quise ser también la primera, abrir de alguna forma la veda conmigo para que se dieran cuenta que, como yo, había más mujeres que querían ser de la orden pero que quizás no tenían la “oportunidad” de que su padre sirviera en el consejo de los siete. Cuando murió mi padre admitía que solo pensé en sucederle, no había tenido más hijos así que antes de que nombraran a alguien –porque a mí no me iban a nombrar- decidí presentarme ante ellos. Obtuve risas y el único que me defendió fue él, entonces, si sentía todo eso por mí... ¿por qué accedió en vez de negarse como el resto? Su negativa habría sido suficiente para eliminar mi entrada o mi posible entrada, su palabra era la ley y si decía que no era que no.
Si él me hubiera dicho algo, me hubiera dado a entender cualquier mínimo detalle por pequeño que hubiera sido yo no me hubiera presentado, esa era la más pura verdad, pero solo pensé en suceder a mi padre ante la idea de que con él no podría estar. Me culpaba a mí directamente de que por mi decisión estábamos así pero se le olvidaba que él no hizo nada tampoco por detenerme, podría haber dicho que no y jamás habría tenido las puertas abiertas, yo empecé la condena, pero él la terminó. Ahora estábamos en mitad de un torbellino que habíamos empezado los dos al pasar la noche que habíamos pasado, sabíamos que si seguía mi camino nada podría ser verdad y además eso lo perjudicaría a él como bien me había dicho una vez... lo mejor para ambos era terminar antes de hacernos más daño. Él se pensaba que mis palabras eran fáciles y que no me costaba pronunciarlas, pero lo cierto era que me dolían más a mí que a él, porque eran mentira, todas y cada una de ellas era puramente mentira porque podría decirle millones de cosas pero yo sabía la dura realidad, que jamás podría olvidarlo. Me dolió que pensara que lo había olvidado con facilidad como le había dicho, ¿de verdad se pensaba que podría borrar mis sentimientos o matarlos en una sola noche, después de más de doce años queriéndolo en secreto? No podía ser que se creyera eso, y si lo había hecho entonces es que era una actriz demasiado buena.
Reculé hacia el aseo porque sabía que iba a quebrarme en terminar dando por finalizado lo que podríamos haber tenido, ahora todo se había eliminado de un plumazo y lo peor de todo es que jamás podría olvidarme de él, mis sentimientos estaban demasiado arraigados en mi interior como para eliminarlos de un plumazo como él pensaba pero ¿qué más podría hacer? Había tomado la decisión de no aceptar la silla, de no aceptar formar parte de los siete en cuanto me dijera que podía hacerlo, solo quería abrir un camino y que cambiaran esa absurda ley cuando sabía de mujeres que querían entrar, ya no en los siete, sino en la Orden pero por ley no se podía. Pensaba retirarme y después de la noche que había pasado por él, de ver que mis sentimientos eran imposibles de olvidarlos, neutralizarlos o reprimirlos iba a dejarlo todo... me había dado cuenta de que no podía estar lejos de él pero si él mismo me frenaba y me decía que no podía ser... entonces me centraría en la segunda parte y cuando llegara el día ya veríamos si entraba a formar parte o no.
Desde el aseo podía escuchar el destrozo que estaba haciendo en la habitación y como si de un símil se tratara así sentía en esos momentos que estaba mi corazón: destrozado en pequeños pedazos, machacado. Rota era como me sentía igual de rotos que estarían los muebles de la habitación, no me moví de donde estaba porque no tenía fuerzas para hacerlo mientras las lágrimas caían apoyada contra la puerta hasta que dejé de escuchar golpes y tras unos minutos la calma reinó en la habitación. No podía quedarme para siempre en el aseo así que me levanté no sin antes comprobar que las suturas estuvieran bien y, cogiendo aire con fuerza, abrí la puerta para enfrentarlo después de lo que había pasado. La habitación como ya supuse estaba completamente destrozada, virutas, trozos de madera por todos lados, astillas... la cama estaba medio destrozada también que era donde él estaba durmiendo con los ojos cerrados, al contemplarlo mi corazón se encogió porque deseaba con todas mis ganas enredar mis dedos entre su pelo y besarlo... pero no podía.
Al final me senté muy despacio en el borde de la cama que estaba medio inclinada y lo contemplé dormir, tenía algún que otro rasguño por haber destrozado la habitación pero se curarían con el paso de la noche, al final acabé enredando mis dedos en su pelo mirándolo murmurando un “lo siento” mientras contenía las lágrimas, ninguno de los dos nos merecíamos estar así ni sufrir como lo estábamos haciendo, dejé un beso en su frente y uno en sus labios a modo de disculpa sentida y me levanté para coger una de las mantas y tumbarme en el sofá para intentar descansar lo que quedaba de noche, si es que podía, claro. Acabé despertándome con los primeros rayos de sol tapada con la manta y abrí los ojos acostumbrándome a la luz, al girarme vi que seguía durmiendo y el caos en la habitación era palpable. Me levanté con cuidado y me dirigí al aseo para mirar de nuevo las suturas, iban bien así que en un par de días, cuatro o cinco a lo sumo ya estaría bien, tenía que recuperarme para cuando fuéramos al norte. Me di un baño rápido quitando la sangre seca cerca de las heridas y al mirarme en el espejo me di cuenta de la marca en el cuello que tenía, la que me había hecho la segunda noche que pasamos juntos y que pensarlo me produjo un escalofrío. Me vestí y salí para bajar a desayunar dejando que durmiera porque con la que había pillado anoche seguramente dormiría algo más de tiempo.
Casualmente al bajar a desayunar me había encontrado en una mesa con la pareja de cazadores que me había encontrado la pasada noche en el cementerio, sus ojos se fijaron en mi persona en cuanto entré y al igual que yo los reconocí ellos también me reconocieron. Me hicieron un gesto con la cabeza y me senté en una de las mesas alejada para desayunar tranquila tratando de pasar desapercibida, pero pronto se acercaron preguntándome si el caos que habían encontrado la pasada noche lo había provocado yo. Les dije que no aunque no di muchos detalles y se disculparon por las formas en que me abordaron por la noche, buscaban a una manada en concreto que había acabado con un familiar suyo y que estaban de paso en la ciudad porque habían seguido la pista hasta allí. Poco más les pude decir y en compensación me invitaron a una jarra de hidromiel a lo que me negué porque no solía beber y porque además estaba herida y me había tomado unas hierbas para paliar un poco el dolor, acabaron por sacar un juego de cartas y me preguntaron si quería jugar mientras esperaba a mi compañero, acepté porque ¿qué mal haría? Me contaron un poco su historia y dijeron que eran hermanos, que vengaban la muerte de su hermana. Admitía que hablar con ellos y jugar despejaba mi mente de lo que más me rondaba y me dolía pensar.
-¿Y decíais que vuestra hermana era la que siempre os ganaba? No me extraña, yo no sabía jugar a esto y os estoy dando una paliza –me pidieron la revancha por enésima vez y se callaron mirando hacia mi espalda, a una presencia que reconocería en cualquier lado. Me giré para enfrentar sus ojos con los míos mirándonos durante unos segundos, iba a levantarme pero los puntos me tiraban y prefería mantenerme sentada- Buenos días, señor. Me levantaría pero las suturan me tiran, si no ha desayunado todavía le recomiendo que lo haga y se siente para planificar qué vamos a hacer los próximos días hasta que llegue el momento –sabía a lo que me refería sin tener que decirlo propiamente dicho.
Si él me hubiera dicho algo, me hubiera dado a entender cualquier mínimo detalle por pequeño que hubiera sido yo no me hubiera presentado, esa era la más pura verdad, pero solo pensé en suceder a mi padre ante la idea de que con él no podría estar. Me culpaba a mí directamente de que por mi decisión estábamos así pero se le olvidaba que él no hizo nada tampoco por detenerme, podría haber dicho que no y jamás habría tenido las puertas abiertas, yo empecé la condena, pero él la terminó. Ahora estábamos en mitad de un torbellino que habíamos empezado los dos al pasar la noche que habíamos pasado, sabíamos que si seguía mi camino nada podría ser verdad y además eso lo perjudicaría a él como bien me había dicho una vez... lo mejor para ambos era terminar antes de hacernos más daño. Él se pensaba que mis palabras eran fáciles y que no me costaba pronunciarlas, pero lo cierto era que me dolían más a mí que a él, porque eran mentira, todas y cada una de ellas era puramente mentira porque podría decirle millones de cosas pero yo sabía la dura realidad, que jamás podría olvidarlo. Me dolió que pensara que lo había olvidado con facilidad como le había dicho, ¿de verdad se pensaba que podría borrar mis sentimientos o matarlos en una sola noche, después de más de doce años queriéndolo en secreto? No podía ser que se creyera eso, y si lo había hecho entonces es que era una actriz demasiado buena.
Reculé hacia el aseo porque sabía que iba a quebrarme en terminar dando por finalizado lo que podríamos haber tenido, ahora todo se había eliminado de un plumazo y lo peor de todo es que jamás podría olvidarme de él, mis sentimientos estaban demasiado arraigados en mi interior como para eliminarlos de un plumazo como él pensaba pero ¿qué más podría hacer? Había tomado la decisión de no aceptar la silla, de no aceptar formar parte de los siete en cuanto me dijera que podía hacerlo, solo quería abrir un camino y que cambiaran esa absurda ley cuando sabía de mujeres que querían entrar, ya no en los siete, sino en la Orden pero por ley no se podía. Pensaba retirarme y después de la noche que había pasado por él, de ver que mis sentimientos eran imposibles de olvidarlos, neutralizarlos o reprimirlos iba a dejarlo todo... me había dado cuenta de que no podía estar lejos de él pero si él mismo me frenaba y me decía que no podía ser... entonces me centraría en la segunda parte y cuando llegara el día ya veríamos si entraba a formar parte o no.
Desde el aseo podía escuchar el destrozo que estaba haciendo en la habitación y como si de un símil se tratara así sentía en esos momentos que estaba mi corazón: destrozado en pequeños pedazos, machacado. Rota era como me sentía igual de rotos que estarían los muebles de la habitación, no me moví de donde estaba porque no tenía fuerzas para hacerlo mientras las lágrimas caían apoyada contra la puerta hasta que dejé de escuchar golpes y tras unos minutos la calma reinó en la habitación. No podía quedarme para siempre en el aseo así que me levanté no sin antes comprobar que las suturas estuvieran bien y, cogiendo aire con fuerza, abrí la puerta para enfrentarlo después de lo que había pasado. La habitación como ya supuse estaba completamente destrozada, virutas, trozos de madera por todos lados, astillas... la cama estaba medio destrozada también que era donde él estaba durmiendo con los ojos cerrados, al contemplarlo mi corazón se encogió porque deseaba con todas mis ganas enredar mis dedos entre su pelo y besarlo... pero no podía.
Al final me senté muy despacio en el borde de la cama que estaba medio inclinada y lo contemplé dormir, tenía algún que otro rasguño por haber destrozado la habitación pero se curarían con el paso de la noche, al final acabé enredando mis dedos en su pelo mirándolo murmurando un “lo siento” mientras contenía las lágrimas, ninguno de los dos nos merecíamos estar así ni sufrir como lo estábamos haciendo, dejé un beso en su frente y uno en sus labios a modo de disculpa sentida y me levanté para coger una de las mantas y tumbarme en el sofá para intentar descansar lo que quedaba de noche, si es que podía, claro. Acabé despertándome con los primeros rayos de sol tapada con la manta y abrí los ojos acostumbrándome a la luz, al girarme vi que seguía durmiendo y el caos en la habitación era palpable. Me levanté con cuidado y me dirigí al aseo para mirar de nuevo las suturas, iban bien así que en un par de días, cuatro o cinco a lo sumo ya estaría bien, tenía que recuperarme para cuando fuéramos al norte. Me di un baño rápido quitando la sangre seca cerca de las heridas y al mirarme en el espejo me di cuenta de la marca en el cuello que tenía, la que me había hecho la segunda noche que pasamos juntos y que pensarlo me produjo un escalofrío. Me vestí y salí para bajar a desayunar dejando que durmiera porque con la que había pillado anoche seguramente dormiría algo más de tiempo.
Casualmente al bajar a desayunar me había encontrado en una mesa con la pareja de cazadores que me había encontrado la pasada noche en el cementerio, sus ojos se fijaron en mi persona en cuanto entré y al igual que yo los reconocí ellos también me reconocieron. Me hicieron un gesto con la cabeza y me senté en una de las mesas alejada para desayunar tranquila tratando de pasar desapercibida, pero pronto se acercaron preguntándome si el caos que habían encontrado la pasada noche lo había provocado yo. Les dije que no aunque no di muchos detalles y se disculparon por las formas en que me abordaron por la noche, buscaban a una manada en concreto que había acabado con un familiar suyo y que estaban de paso en la ciudad porque habían seguido la pista hasta allí. Poco más les pude decir y en compensación me invitaron a una jarra de hidromiel a lo que me negué porque no solía beber y porque además estaba herida y me había tomado unas hierbas para paliar un poco el dolor, acabaron por sacar un juego de cartas y me preguntaron si quería jugar mientras esperaba a mi compañero, acepté porque ¿qué mal haría? Me contaron un poco su historia y dijeron que eran hermanos, que vengaban la muerte de su hermana. Admitía que hablar con ellos y jugar despejaba mi mente de lo que más me rondaba y me dolía pensar.
-¿Y decíais que vuestra hermana era la que siempre os ganaba? No me extraña, yo no sabía jugar a esto y os estoy dando una paliza –me pidieron la revancha por enésima vez y se callaron mirando hacia mi espalda, a una presencia que reconocería en cualquier lado. Me giré para enfrentar sus ojos con los míos mirándonos durante unos segundos, iba a levantarme pero los puntos me tiraban y prefería mantenerme sentada- Buenos días, señor. Me levantaría pero las suturan me tiran, si no ha desayunado todavía le recomiendo que lo haga y se siente para planificar qué vamos a hacer los próximos días hasta que llegue el momento –sabía a lo que me refería sin tener que decirlo propiamente dicho.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Cuando desperté estaba solo, solo con el caos de una habitación destrozada como lo estaba yo. Fruncí el ceño poniéndome en pie, tenia resaca, mucha, así que cerré los ojos buscando el modo de que la luz no me diera directa en ellos.
Había dormido bastante, estaba recuperado por completo, algo que de seguro no podría decir Eileen y sin embargo se había largado de la habitación aun con las suturas, herida.
Me lavé como pude, me vestí y seguí su rastro temiendo que algo le hubiera pasado, pues aunque si recordaba bien lo que pasó durante la noche y sus palabras, no sabia si podía haberse hecho daño al largarse de allí tan rápido.
Mi sorpresa fue verla sentada con dos hombres, por su pinta cazadores echándose unas risas ¿reía? Vaya, si que olvidaba pronto esa mujer.
Mi gesto se tensó, mis puños se apretaron y mis ámbar centellearon. Celos, brutales y que de no haber salido del bar dejándola con la palabra en la boca hubiéramos acabado allí todos muy mal.
Furioso emprendí camino hacia el bosque, necesitaba desquitarme de todo esto, yo no había hecho nada para merecer su trato.
Vale, no era le maestro del mes, vale le había echado la bronca por desobedecer mi orden y vale quizás la había culpado de que al acoger la idea de pertenecer al consejo en su cabeza habiendo destrozado lo nuestro ¿acaso era mentira?
Ella podía decir que no lo sabia cuando se decidió a ingresar en la orden, mis sentimientos eran en ese momento un secreto, pero ya hacia tiempo los había expuesto, había alzado las cartas y ella en ningún momento me dijo que se replantearía su pertenencia al consejo, que prefería ser mi mujer que un caballero.
¿Tenia yo la culpa de todo?
A la mierda, solo era una niña caprichosa, ahora fijaba sus ojos en esos dos maromos olvidándose de mi.
Rugí, gruñí y no dejé de correr hasta adentrarme en las profundidades del bosque atravesando sus lindes, no tenia ganas de escucharla, ni sus palabras ni sus escusas, nada, por mi podía follarse a los dos e irse al infierno después, mi cabreo no conocía parangón en ese preciso instante en el que los celos inundaban mi ser.
No se las horas que pasé allí inmerso en mi propia rabia, solo se que con el ocaso volví al hotel con un firme propósito anidado en mi.
En recepción pagué los desperfectos de la habitación ,alegué que se nos había ido la mano en un pasional arranque y que disculparan las molestias.
Nos dieron otra habitación que ocupar mientras esta era adecentada, así que me entregaron la llave de la contigua.
Había dormido bastante, estaba recuperado por completo, algo que de seguro no podría decir Eileen y sin embargo se había largado de la habitación aun con las suturas, herida.
Me lavé como pude, me vestí y seguí su rastro temiendo que algo le hubiera pasado, pues aunque si recordaba bien lo que pasó durante la noche y sus palabras, no sabia si podía haberse hecho daño al largarse de allí tan rápido.
Mi sorpresa fue verla sentada con dos hombres, por su pinta cazadores echándose unas risas ¿reía? Vaya, si que olvidaba pronto esa mujer.
Mi gesto se tensó, mis puños se apretaron y mis ámbar centellearon. Celos, brutales y que de no haber salido del bar dejándola con la palabra en la boca hubiéramos acabado allí todos muy mal.
Furioso emprendí camino hacia el bosque, necesitaba desquitarme de todo esto, yo no había hecho nada para merecer su trato.
Vale, no era le maestro del mes, vale le había echado la bronca por desobedecer mi orden y vale quizás la había culpado de que al acoger la idea de pertenecer al consejo en su cabeza habiendo destrozado lo nuestro ¿acaso era mentira?
Ella podía decir que no lo sabia cuando se decidió a ingresar en la orden, mis sentimientos eran en ese momento un secreto, pero ya hacia tiempo los había expuesto, había alzado las cartas y ella en ningún momento me dijo que se replantearía su pertenencia al consejo, que prefería ser mi mujer que un caballero.
¿Tenia yo la culpa de todo?
A la mierda, solo era una niña caprichosa, ahora fijaba sus ojos en esos dos maromos olvidándose de mi.
Rugí, gruñí y no dejé de correr hasta adentrarme en las profundidades del bosque atravesando sus lindes, no tenia ganas de escucharla, ni sus palabras ni sus escusas, nada, por mi podía follarse a los dos e irse al infierno después, mi cabreo no conocía parangón en ese preciso instante en el que los celos inundaban mi ser.
No se las horas que pasé allí inmerso en mi propia rabia, solo se que con el ocaso volví al hotel con un firme propósito anidado en mi.
En recepción pagué los desperfectos de la habitación ,alegué que se nos había ido la mano en un pasional arranque y que disculparan las molestias.
Nos dieron otra habitación que ocupar mientras esta era adecentada, así que me entregaron la llave de la contigua.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Quizás me había pasado al tener aquella actitud pero ¿podía culparme? Lo cierto era que no, había dejado bastante claras las cosas y lo que necesitaba en esos momentos era pensar en otras cosas que no fuera en la discusión que habíamos tenido, en que todo se había acabado y en que ahora tocaba pensar en recuperarme para la próxima batalla que estaba cerca y que podría cambiar el destino de muchos si no nos hacíamos con la reliquia que el vikingo había entregado al rey de norte. Mis ojos observaron como los suyos de color ámbar se hacían más y más oscuros señal de que se estaba comenzando a enfadar de nuevo y finalmente sin decir nada, dejándome con la palabra en la boca, se giró saliendo de la taberna dejándome allí con los otros dos cazadores. Cerré los ojos por unos segundos y me dolió verlo marchar así, de hecho, quise ir tras él pero entre que no estaba en condiciones y en que no sería una buena decisión después de lo que había pasado, así que dejé que marchara mientras lo sentía desde el fondo que todo sucediera así y me giré para mirar a los dos cazadores quienes se habían quedado algo quietos tras lo que habían presenciado, quizás porque pudieron darse cuenta de los ojos de Caleb cuando cambiaron de color y que denotaba esa característica típica de los hombres lobo, o quizás porque se habían intimidado ante su presencia y lo que esta imponía, la cuestión es que me miraron un par de segundos y finalmente preguntaron si me encontraba bien.
¿Bien? No, para nada. Pero era lo que habíamos elegido ¿no? Él no era la primera vez que me decía que debía de elegir y que no podíamos seguir por aquel camino porque no estaba permitido, me lo había dicho en un par de ocasiones e incluso me dijo que ni él mismo me parara en mi camino, así que ¿qué se supone que debía de hacer? Me echaba la culpa de haber tomado la decisión de pertenecer a la orden cuando yo no sabía exactamente lo que él sentía por mí, cuando pensaba que solo era la hija de su mejor amigo y no sentía absolutamente nada, y de hacerlo, jamás dio muestras de ello... ¿podía culparme cuando mi decisión la había tomado expresamente para estar más cerca de él? Que todo cuanto había hecho hasta aquel momento había sido solamente por estar cerca de él, cada paso que había dado, aunque eso hubiera marcado mi destino a fuego y supiera de las consecuencias, pero cuando se pensaba que jamás podrías tenerlo y una vez lo asumías... ya no quedaba nada. Lancé un suspiro y asentí lentamente con la cabeza restándole un poco de importancia, no quería que se pensaran lo que era aunque su marcha sin decir nada y cortándome en todo momento dejándome con la palabra en la boca era más que suficiente para que se dieran cuenta de lo que pasaba.
Me quedé un rato más disimulando mi dolor aunque quizás mis caras las podrían interpretar como que me dolía la herida que tenía pero lejos estaba eso de dolerme, me había tomado unas hierbas que me calmaban los dolores y lo cierto era que sentía la piel tirante pero no me dolía, al menos no tanto como debería de dolerme. Un par de partidas más y al final los cazadores se fueron dejándome allí sola sin poder hacer mucho más, entrenaría para pasar el tiempo y olvidarme de todo pero con las heridas hechas de ayer no quería arriesgarme a que se abrieran los puntos y retrasara mi curación, debía de estar bien para la próxima batalla. Sabía que Caleb se habría ido lejos, por su condición el sitio en el que estaría sería el bosque así que yo bajé al mismo parque que había bajado noches anteriores también con la desazón que había sentido al saber que pronto terminaría todo, pero no pensaba que eso sucedería un par de días más tarde.
Me tumbé bajo la sombra de un árbol y así fue como pasé mayormente el tiempo sin nada que hacer, sin nadie a quien acudir... era frustrante querer moverte, querer hacer algo y no poder hacerlo porque sencillamente no podía. De haber estado en plenas condiciones habría ido a buscar a Caleb porque, aunque lo negara miles de veces, no podía evitarlo. No supe el tiempo que pasé allí hasta que finalmente y con cuidado me levanté para dirigirme de nuevo al hotel, cuando pasé por recepción la chica que nos había atendido la primera noche me dijo que mi pareja había pedido otra habitación y que había pagado por la que habíamos ocupado, con una sonrisa un tanto pícara en el rostro. ¿Pareja? No podía ser otro que Caleb, me mordí el labio ante lo que me hubiera gustado que fuera verdad esas palabras y me dijo cuál era la nueva habitación, se lo agradecí con una sonrisa ocultando mi dolor por aquello y me encaminé de nuevo hacia la nueva habitación que era la siguiente a la que habíamos ocupado. Me acerqué hasta la puerta y me paré delante de la misma para, tras inspirar hondo, tocar tres veces con los nudillos en la misma, esperé un par de segundos y enseguida me abrió la puerta, no le hizo falta preguntar quién era porque me habría notado incluso antes de llegar siquiera. Sus ojos se clavaron en los míos y podía ver que seguía enfadado, así que me preparé para que lo tuviera que pasar.
¿Bien? No, para nada. Pero era lo que habíamos elegido ¿no? Él no era la primera vez que me decía que debía de elegir y que no podíamos seguir por aquel camino porque no estaba permitido, me lo había dicho en un par de ocasiones e incluso me dijo que ni él mismo me parara en mi camino, así que ¿qué se supone que debía de hacer? Me echaba la culpa de haber tomado la decisión de pertenecer a la orden cuando yo no sabía exactamente lo que él sentía por mí, cuando pensaba que solo era la hija de su mejor amigo y no sentía absolutamente nada, y de hacerlo, jamás dio muestras de ello... ¿podía culparme cuando mi decisión la había tomado expresamente para estar más cerca de él? Que todo cuanto había hecho hasta aquel momento había sido solamente por estar cerca de él, cada paso que había dado, aunque eso hubiera marcado mi destino a fuego y supiera de las consecuencias, pero cuando se pensaba que jamás podrías tenerlo y una vez lo asumías... ya no quedaba nada. Lancé un suspiro y asentí lentamente con la cabeza restándole un poco de importancia, no quería que se pensaran lo que era aunque su marcha sin decir nada y cortándome en todo momento dejándome con la palabra en la boca era más que suficiente para que se dieran cuenta de lo que pasaba.
Me quedé un rato más disimulando mi dolor aunque quizás mis caras las podrían interpretar como que me dolía la herida que tenía pero lejos estaba eso de dolerme, me había tomado unas hierbas que me calmaban los dolores y lo cierto era que sentía la piel tirante pero no me dolía, al menos no tanto como debería de dolerme. Un par de partidas más y al final los cazadores se fueron dejándome allí sola sin poder hacer mucho más, entrenaría para pasar el tiempo y olvidarme de todo pero con las heridas hechas de ayer no quería arriesgarme a que se abrieran los puntos y retrasara mi curación, debía de estar bien para la próxima batalla. Sabía que Caleb se habría ido lejos, por su condición el sitio en el que estaría sería el bosque así que yo bajé al mismo parque que había bajado noches anteriores también con la desazón que había sentido al saber que pronto terminaría todo, pero no pensaba que eso sucedería un par de días más tarde.
Me tumbé bajo la sombra de un árbol y así fue como pasé mayormente el tiempo sin nada que hacer, sin nadie a quien acudir... era frustrante querer moverte, querer hacer algo y no poder hacerlo porque sencillamente no podía. De haber estado en plenas condiciones habría ido a buscar a Caleb porque, aunque lo negara miles de veces, no podía evitarlo. No supe el tiempo que pasé allí hasta que finalmente y con cuidado me levanté para dirigirme de nuevo al hotel, cuando pasé por recepción la chica que nos había atendido la primera noche me dijo que mi pareja había pedido otra habitación y que había pagado por la que habíamos ocupado, con una sonrisa un tanto pícara en el rostro. ¿Pareja? No podía ser otro que Caleb, me mordí el labio ante lo que me hubiera gustado que fuera verdad esas palabras y me dijo cuál era la nueva habitación, se lo agradecí con una sonrisa ocultando mi dolor por aquello y me encaminé de nuevo hacia la nueva habitación que era la siguiente a la que habíamos ocupado. Me acerqué hasta la puerta y me paré delante de la misma para, tras inspirar hondo, tocar tres veces con los nudillos en la misma, esperé un par de segundos y enseguida me abrió la puerta, no le hizo falta preguntar quién era porque me habría notado incluso antes de llegar siquiera. Sus ojos se clavaron en los míos y podía ver que seguía enfadado, así que me preparé para que lo tuviera que pasar.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Supuse que mi cabreo no pasaría desapercibido, no solo por el tono ambarino de mis ojos si no porque mi gesto estaba tan tenso como las cuerdas de un arpa.
Aun así guarde sepulcral silencio al abrirle la puerta, había percibido que estaba allí desde que puso el pie en el edificio, así que no podía decir que me había pillado por sorpresa en absoluto.
Me hice a un lado para que pasara, en silencio volví al sofá de una plaza clavando mis ojos lobunos en la lumbre, sabia que no podía permanecer en silencio eterno, eso hubiera sido un acto infantil e inmaduro y francamente no era ninguna de las dos cosas.
Solo necesitaba asumir lo que había, algo no muy distinto a lo que ya sabia antes de llegar a este pasado.
Ella pertenecía a la orden, no a mi, había decidido seguir los pasos de su padre y yo iba a ayudarle porque era su maestro y porque me unía a su procreador una fuerte amistad y a su madre un gran cariño.
Elevé la vista no dispuesto a seguir con esta actitud, no porque me hubiera dejado de doler sus palabras o sus actos si no porque de los dos ella era la niña y yo el que tenia que asumir la situación.
-Eileen, yo ya he cenado algo, puedes bajar y hacer lo mismo si no lo has hecho, tienes que recobrar fuerzas, la incursión al norte no va a ser fácil y has de estar al 100%
Hice una pausa, podía ver la cara de desconcierto que ponía por mis palabras.
-No eres una licantropo, aun, tu curación es mas breve que la del nosotros, así que te aconsejo que te mantengas en la habitación, recuperes tus heridas y una vez lo hagas iremos al norte, no antes.
Tampoco sabia de que mas hablar con ella, no si no quería que nos llevara a una discursion tras otra que no estaba dispuesto a alargar en tiempo y espacio para legar al mismo sitio.
Ella elegía seguir los pasos de su padre y en ese camino nosotros no eramos marido y mujer si no maestro y aprendiz.
Me alcé del sofá una vez dije lo poco que tenia que decir y con esa frialdad que ciertamente habíamos impuesto.
-Bueno, yo voy a dar una vuelta por los moteles mas alejados de la ciudad, quizás Wesh en un intento de no llamar la atención se a alojado en uno de estos ya que la búsqueda en las tabernas a sido infructuosa, si ha ido nunca hemos coincidido.
Su cara lo decía todo, creo que se daba cuenta que anoche había roto algo difícil de arreglar, me levanté y estaba con dos tipos, tuve que hacer un autentico ejercicio de auto control para no matarlos, isa que...esto era lo mejor y en el fondo lo sabíamos los dos.
-Hasta luego Eileen, no es necesario me esperes despierta -dije mirándola por encima del hombro al detenerme en la puerta.
Aun así guarde sepulcral silencio al abrirle la puerta, había percibido que estaba allí desde que puso el pie en el edificio, así que no podía decir que me había pillado por sorpresa en absoluto.
Me hice a un lado para que pasara, en silencio volví al sofá de una plaza clavando mis ojos lobunos en la lumbre, sabia que no podía permanecer en silencio eterno, eso hubiera sido un acto infantil e inmaduro y francamente no era ninguna de las dos cosas.
Solo necesitaba asumir lo que había, algo no muy distinto a lo que ya sabia antes de llegar a este pasado.
Ella pertenecía a la orden, no a mi, había decidido seguir los pasos de su padre y yo iba a ayudarle porque era su maestro y porque me unía a su procreador una fuerte amistad y a su madre un gran cariño.
Elevé la vista no dispuesto a seguir con esta actitud, no porque me hubiera dejado de doler sus palabras o sus actos si no porque de los dos ella era la niña y yo el que tenia que asumir la situación.
-Eileen, yo ya he cenado algo, puedes bajar y hacer lo mismo si no lo has hecho, tienes que recobrar fuerzas, la incursión al norte no va a ser fácil y has de estar al 100%
Hice una pausa, podía ver la cara de desconcierto que ponía por mis palabras.
-No eres una licantropo, aun, tu curación es mas breve que la del nosotros, así que te aconsejo que te mantengas en la habitación, recuperes tus heridas y una vez lo hagas iremos al norte, no antes.
Tampoco sabia de que mas hablar con ella, no si no quería que nos llevara a una discursion tras otra que no estaba dispuesto a alargar en tiempo y espacio para legar al mismo sitio.
Ella elegía seguir los pasos de su padre y en ese camino nosotros no eramos marido y mujer si no maestro y aprendiz.
Me alcé del sofá una vez dije lo poco que tenia que decir y con esa frialdad que ciertamente habíamos impuesto.
-Bueno, yo voy a dar una vuelta por los moteles mas alejados de la ciudad, quizás Wesh en un intento de no llamar la atención se a alojado en uno de estos ya que la búsqueda en las tabernas a sido infructuosa, si ha ido nunca hemos coincidido.
Su cara lo decía todo, creo que se daba cuenta que anoche había roto algo difícil de arreglar, me levanté y estaba con dos tipos, tuve que hacer un autentico ejercicio de auto control para no matarlos, isa que...esto era lo mejor y en el fondo lo sabíamos los dos.
-Hasta luego Eileen, no es necesario me esperes despierta -dije mirándola por encima del hombro al detenerme en la puerta.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/05/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Debía de admitir que no sabía lo que iba a encontrarme cuando llegué a la puerta de la nueva habitación que ocuparíamos en el hotel, podía intuir que estaría enfadado después de cómo se había marchado cuando bajó y el hecho de que no habría vuelto hasta hacía bastante poco era lo que me hacía pensarlo, cuando toqué con los nudillos la puerta de madera para que me abriera pude escuchar sus pasos hasta que llegó a la puerta, la abrió y mis ojos contemplaron su rostro, sus ojos me decían que seguía enfadado y lo cierto es que no me extrañaba. Finalmente se apartó para que pasara y se encaminó hacia el sillón que había frente a la chimenea, ciertamente era una situación un tanto incómoda, extraña y algo fría porque no sabía muy qué era lo que tenía que decir aunque ya me había prometido olvidarme de un plumazo aunque supiera, en el fondo de mi corazón, que no podría olvidarme de él tan fácilmente, y que si algún día lo conseguía me costaría bastante. Lo quería desde prácticamente toda mi vida, cambiando la intensidad de ese sentimiento conforme iba creciendo pero... toda mi vida queriéndolo, eso era algo muy difícil de borrar. Incluso así, con aquel ambiente frío que había entre ambos, sabía que en parte era lo mejor para los dos, aun cuando yo había pensado no seguir por ese camino en cuanto me di cuenta de lo que él sentía por mí, pero ya nada se podía hacer, el daño ya estaba hecho.
Contemplé el fuego esperando a que dijera algo porque la verdad es que yo no tenía ganas de decir nada, bastante era con aguantar el tipo como lo estaba haciendo y no acercarme hacia él como estaba deseando hacer, lo miré cuando dijo que si no había cenado que lo hiciera, que me quedara en la habitación y que descansara puesto que mis heridas no se curaban igual de rápido que las suyas y debía de estar al cien por cien para la batalla que nos acontecía. La verdad es que me pilló un poco por sorpresa sus palabras porque no pensaba que iba a salirme por ahí pero ¿qué esperaba? ¿Un “lo siento, me pasé”? No, después de lo que había pasado desde luego que esas palabras no saldrían de sus labios, sobre todo porque podía notar también el tinte de frialdad con el que me hablaba, volviendo de nuevo a esa “relación” de maestro-aprendiz. Se centró en decirme lo que ya sabía, que debía de guardar reposo porque me curaba de forma más lenta que ellos y que solamente cuando estuviera curada partiríamos hacia el norte, suponía que el vikingo también se estaría recuperando aunque mis heridas sanarían antes que las suyas. No dije nada, simplemente me quedé parada donde estaba mientras observaba las llamas que creaban figuras en su rostro, finalmente acabó por levantarse y se dirigió a la puerta pasando por mi lado pero sin apenas rozarme siquiera, se paró cuando llegó a esta y dijo que buscaría a Wesh, a ver si lo encontraba.
Simplemente lo miré parado en la puerta mientras me observaba por encima del hombro esperando a que asintiera para hacerle saber que le había escuchado, fue cunando realmente comprendí que lo que había pasado anoche había marcado un cambio significativo en ambos, lo que pudiéramos haber tenido o teníamos en aquellos momentos se había roto en pedazos y veía difícilmente recomponerlos. Me miraba, quizás, como si esperara algo más de mi parte que un simple asentimiento de cabeza pero, ¿qué iba a decirle, un “lo siento”? Eso no cambiaría absolutamente nada y la verdad es que quizás fuera lo mejor que todo se quedara así, que todo siguiera el curso que estaba siguiendo y que nos diéramos cuenta de que por mucho que quisiéramos, por mucho que nos quisiéramos, era un amor condenado al fracaso, condenado a ser desdichado privado de un final feliz. Eso era lo que más me dolía de todo. Asentí con la cabeza para hacerle saber que lo había escuchado y este tras un suspiro que no supe interpretar bien abrió la puerta y me dejó sola en aquella habitación, sola y vacía. Tardé un par de minutos en reaccionar y en después de apartar un par de lágrimas que cayeron de mis ojos bajé para tomar algo para cenar, no tenía ganas pero sabía que era lo mejor si quería curarme pronto. Cuando terminé subí de nuevo a la habitación que seguía vacía y me tumbé en la cama pensando en lo que había pasado, quise dormir pero solamente conseguí dar vueltas, y vueltas y más vueltas sin poder conciliar el suelo.
Fue el ruido de la puerta lo que terminó llamar mi atención y durante unos segundos me quedé parada sin saber muy bien qué hacer, quizás se habían equivocado pero al volver a insistir llamando pensé que podría ser Caleb aunque, podría entrar sin que yo tuviera que abrirle. Finalmente me levanté de la cama con cuidado de no abrirme los puntos y me encaminé hacia la puerta para saber quién había tras ella. Quizás fuera algún encargado del hotel avisándonos de que la otra habitación ya estaba de nuevo lista para ser utilizada pero tampoco tenía mucha lógica, finalmente agarré el pomo de la puerta y abrí un poco para ver a través de la rendija, simplemente vi a una joven que me miraba y me preguntó si quería algo de lo que vendía, llevaba colgada con tirantes una caja con lo que parecía chocolate y abrí un poco más la puerta confiada... pronto me di cuenta del error que había cometido. De los lados salieron dos hombres de improvisto que fueron a atacarme, me moví pero aunque conseguí esquivar al primero no pasó lo mismo con el segundo que me dio en el rostro haciendo que este se girara y sentí que me había hecho un corte en el labio, caí al suelo por la violencia del golpe sin habérmelo esperado y me giré para ir hacia las armas que había en el sillón, pero me pararon agarrándome del pie mientras intentaba zafarme, me levantaron sin delicadeza alguna y le di una patada a uno de ellos en el estómago que lo lanzó hacia atrás, me deshice del agarre del segundo y corrí a por las armas que había dejado, pero me cogieron del pelo con fuerza y me tiraron hacia atrás, me dieron un golpe en el centro de pecho que no pude evitar y pronto me ataron los manos para que no pudiera hacer nada, pusieron una mordaza en mi boca sin entender nada, ¿quiénes serían? Lo averigüé cuando vi los ojos de uno de los hombres; ámbar. Eran hombres lobos y no tardé demasiado en atar cabos, serían de la manada que habríamos matado la noche pasada con la luna llena. Me pusieron una bolsa en la cabeza para taparme y aunque intenté resistirme me dieron un golpe en la cabeza que me dejó inconsciente sin poder hacer nada por liberarme.
Un cubo de agua fría fue lo que me despertó haciendo que tosiera empapado mi rostro, moví mi cabeza para apartar los mechones de mi rostro y al alzar la mirada me encontré con que estaba atada con una cadena a un tocón de madera, unas esposas en mis muñecas que se unían a la cadena, miré donde estaba y parecía que era como una nave vieja y algo quemada, quizás de alguna fábrica que ahora estaba en desuso, al mirar al frente me di cuenta de que habían como unas ocho o diez personas que me miraban de forma fija, sus ojos ambarinos resplandecían por la luz de una hoguera que había cerca y cuando fui a levantarme alguien me barrió haciendo que cayera al suelo de nuevo. Miré hacia atrás y me encontré con un hombre bastante alto y corpulento que llevaba una cicatriz que surcaba en vertical su ojo izquierdo pero seguía conservando el ojo, me miró con una sonrisa que no presagiaba nada bueno y alzó mi mentón mientras yo intentaba apartarlo y notaba que los puntos que Caleb me había dado tiraban, se rió observándome y se inclinó para quedar a mi altura y que pudiera verlo mejor, sus ojos ambarinos resplandecían por la luz de la luna que entraba por uno de los ventanales rotos y supuse que sería el supuesto beta, o ahora quizás alfa tras haber matado al otro.
-Vaya vaya, así que la cazadora de fuego por fin despierta –el resto se rió por sus palabras en las que, claramente, hacía alusión a mi pelo y yo me aparté pero con su mano aferró este para inclinar mi rostro hacia atrás y que lo mirara- anoche os metisteis con la manda equivocada, preciosa. Matasteis a nuestro alfa y ahora, en compensación por haberlo matado, aunque debería de darte las gracias pues ahora ocupo yo su puesto, quiero matar al que para mí supongo que es tú “alfa” –sonrió de lado como si supiera algo que yo desconocía- anoche os vi a los dos y cuando un hombre lobo se ha transformado en su parte animal y aun así quien lo toca no le hace nada... es que debes de ser algo más que una cazadora para él –abrí mis ojos al darme cuenta de que se refería cuando me había dejado tocarle en ese estado en el que un lobo de por sí mordía y atacaba- así que espero que el lobito haya captado nuestro aroma y venga hacia aquí para rescatarte... no sabes la sorpresa que le tengo preparada, pelirroja –su mirada se fue hacia un lado donde había como una cruz contra la pared y abrí mis ojos por la sorpresa.
-¡No, por favor! Él no tiene nada que ver con todo esto... yo soy la culpable de sus muertes –su risa sonó en el lugar y ladeó su rostro con diversión.
-Para ti tengo otros planes en mente, preciosa, veamos cómo se comporta tú lobo cuando te vea... puede que sea un espectáculo digno y saque más cosas con las que torturarle –iba a decirle algo más pero me puso una mordaza y me dejó allí atada- ya sabéis lo que tenéis que hacer –y en cuanto dijo esas palabras todo desaparecieron de mi vista. Estaba claro que aquello era una trampa y que yo era el cebo.
Contemplé el fuego esperando a que dijera algo porque la verdad es que yo no tenía ganas de decir nada, bastante era con aguantar el tipo como lo estaba haciendo y no acercarme hacia él como estaba deseando hacer, lo miré cuando dijo que si no había cenado que lo hiciera, que me quedara en la habitación y que descansara puesto que mis heridas no se curaban igual de rápido que las suyas y debía de estar al cien por cien para la batalla que nos acontecía. La verdad es que me pilló un poco por sorpresa sus palabras porque no pensaba que iba a salirme por ahí pero ¿qué esperaba? ¿Un “lo siento, me pasé”? No, después de lo que había pasado desde luego que esas palabras no saldrían de sus labios, sobre todo porque podía notar también el tinte de frialdad con el que me hablaba, volviendo de nuevo a esa “relación” de maestro-aprendiz. Se centró en decirme lo que ya sabía, que debía de guardar reposo porque me curaba de forma más lenta que ellos y que solamente cuando estuviera curada partiríamos hacia el norte, suponía que el vikingo también se estaría recuperando aunque mis heridas sanarían antes que las suyas. No dije nada, simplemente me quedé parada donde estaba mientras observaba las llamas que creaban figuras en su rostro, finalmente acabó por levantarse y se dirigió a la puerta pasando por mi lado pero sin apenas rozarme siquiera, se paró cuando llegó a esta y dijo que buscaría a Wesh, a ver si lo encontraba.
Simplemente lo miré parado en la puerta mientras me observaba por encima del hombro esperando a que asintiera para hacerle saber que le había escuchado, fue cunando realmente comprendí que lo que había pasado anoche había marcado un cambio significativo en ambos, lo que pudiéramos haber tenido o teníamos en aquellos momentos se había roto en pedazos y veía difícilmente recomponerlos. Me miraba, quizás, como si esperara algo más de mi parte que un simple asentimiento de cabeza pero, ¿qué iba a decirle, un “lo siento”? Eso no cambiaría absolutamente nada y la verdad es que quizás fuera lo mejor que todo se quedara así, que todo siguiera el curso que estaba siguiendo y que nos diéramos cuenta de que por mucho que quisiéramos, por mucho que nos quisiéramos, era un amor condenado al fracaso, condenado a ser desdichado privado de un final feliz. Eso era lo que más me dolía de todo. Asentí con la cabeza para hacerle saber que lo había escuchado y este tras un suspiro que no supe interpretar bien abrió la puerta y me dejó sola en aquella habitación, sola y vacía. Tardé un par de minutos en reaccionar y en después de apartar un par de lágrimas que cayeron de mis ojos bajé para tomar algo para cenar, no tenía ganas pero sabía que era lo mejor si quería curarme pronto. Cuando terminé subí de nuevo a la habitación que seguía vacía y me tumbé en la cama pensando en lo que había pasado, quise dormir pero solamente conseguí dar vueltas, y vueltas y más vueltas sin poder conciliar el suelo.
Fue el ruido de la puerta lo que terminó llamar mi atención y durante unos segundos me quedé parada sin saber muy bien qué hacer, quizás se habían equivocado pero al volver a insistir llamando pensé que podría ser Caleb aunque, podría entrar sin que yo tuviera que abrirle. Finalmente me levanté de la cama con cuidado de no abrirme los puntos y me encaminé hacia la puerta para saber quién había tras ella. Quizás fuera algún encargado del hotel avisándonos de que la otra habitación ya estaba de nuevo lista para ser utilizada pero tampoco tenía mucha lógica, finalmente agarré el pomo de la puerta y abrí un poco para ver a través de la rendija, simplemente vi a una joven que me miraba y me preguntó si quería algo de lo que vendía, llevaba colgada con tirantes una caja con lo que parecía chocolate y abrí un poco más la puerta confiada... pronto me di cuenta del error que había cometido. De los lados salieron dos hombres de improvisto que fueron a atacarme, me moví pero aunque conseguí esquivar al primero no pasó lo mismo con el segundo que me dio en el rostro haciendo que este se girara y sentí que me había hecho un corte en el labio, caí al suelo por la violencia del golpe sin habérmelo esperado y me giré para ir hacia las armas que había en el sillón, pero me pararon agarrándome del pie mientras intentaba zafarme, me levantaron sin delicadeza alguna y le di una patada a uno de ellos en el estómago que lo lanzó hacia atrás, me deshice del agarre del segundo y corrí a por las armas que había dejado, pero me cogieron del pelo con fuerza y me tiraron hacia atrás, me dieron un golpe en el centro de pecho que no pude evitar y pronto me ataron los manos para que no pudiera hacer nada, pusieron una mordaza en mi boca sin entender nada, ¿quiénes serían? Lo averigüé cuando vi los ojos de uno de los hombres; ámbar. Eran hombres lobos y no tardé demasiado en atar cabos, serían de la manada que habríamos matado la noche pasada con la luna llena. Me pusieron una bolsa en la cabeza para taparme y aunque intenté resistirme me dieron un golpe en la cabeza que me dejó inconsciente sin poder hacer nada por liberarme.
Un cubo de agua fría fue lo que me despertó haciendo que tosiera empapado mi rostro, moví mi cabeza para apartar los mechones de mi rostro y al alzar la mirada me encontré con que estaba atada con una cadena a un tocón de madera, unas esposas en mis muñecas que se unían a la cadena, miré donde estaba y parecía que era como una nave vieja y algo quemada, quizás de alguna fábrica que ahora estaba en desuso, al mirar al frente me di cuenta de que habían como unas ocho o diez personas que me miraban de forma fija, sus ojos ambarinos resplandecían por la luz de una hoguera que había cerca y cuando fui a levantarme alguien me barrió haciendo que cayera al suelo de nuevo. Miré hacia atrás y me encontré con un hombre bastante alto y corpulento que llevaba una cicatriz que surcaba en vertical su ojo izquierdo pero seguía conservando el ojo, me miró con una sonrisa que no presagiaba nada bueno y alzó mi mentón mientras yo intentaba apartarlo y notaba que los puntos que Caleb me había dado tiraban, se rió observándome y se inclinó para quedar a mi altura y que pudiera verlo mejor, sus ojos ambarinos resplandecían por la luz de la luna que entraba por uno de los ventanales rotos y supuse que sería el supuesto beta, o ahora quizás alfa tras haber matado al otro.
-Vaya vaya, así que la cazadora de fuego por fin despierta –el resto se rió por sus palabras en las que, claramente, hacía alusión a mi pelo y yo me aparté pero con su mano aferró este para inclinar mi rostro hacia atrás y que lo mirara- anoche os metisteis con la manda equivocada, preciosa. Matasteis a nuestro alfa y ahora, en compensación por haberlo matado, aunque debería de darte las gracias pues ahora ocupo yo su puesto, quiero matar al que para mí supongo que es tú “alfa” –sonrió de lado como si supiera algo que yo desconocía- anoche os vi a los dos y cuando un hombre lobo se ha transformado en su parte animal y aun así quien lo toca no le hace nada... es que debes de ser algo más que una cazadora para él –abrí mis ojos al darme cuenta de que se refería cuando me había dejado tocarle en ese estado en el que un lobo de por sí mordía y atacaba- así que espero que el lobito haya captado nuestro aroma y venga hacia aquí para rescatarte... no sabes la sorpresa que le tengo preparada, pelirroja –su mirada se fue hacia un lado donde había como una cruz contra la pared y abrí mis ojos por la sorpresa.
-¡No, por favor! Él no tiene nada que ver con todo esto... yo soy la culpable de sus muertes –su risa sonó en el lugar y ladeó su rostro con diversión.
-Para ti tengo otros planes en mente, preciosa, veamos cómo se comporta tú lobo cuando te vea... puede que sea un espectáculo digno y saque más cosas con las que torturarle –iba a decirle algo más pero me puso una mordaza y me dejó allí atada- ya sabéis lo que tenéis que hacer –y en cuanto dijo esas palabras todo desaparecieron de mi vista. Estaba claro que aquello era una trampa y que yo era el cebo.
Eileen Indrisler- Humano Clase Alta
- Mensajes : 95
Fecha de inscripción : 02/06/2017
Re: Pleine Lune {Privado}
Me había recorrido gran parte de los moteles de las afueras de París, alguna de sus tabernas y a Wesh parecía habérselo tragado la tierra, era consciente de que sabia moverse solo, era un gran guerrero, solo la insubordinacion lo mantenía lejos de su silla en el consejo.
Su juventud lo llevaba a ser demasiado impetuoso, como a Eileen, los dos estaban contados por un patrón parecido.
Regresé la hotel cansado, mi gesto se oscureció al ver la puerta abierta, el olor a licantropo era inconfundible, Eileen no estaba y un gruñido gutural escapo de mi garganta mientras mis ojos se tornaban del color de la mostaza.
Aullé, el aullido de un violento alfa capaz de quemar el bosque para que le devolvieran a su hembra.
Sentí crecer mis colmillos, la trasformación no era completa pues medre luna no brillaba sobre el firmamento, mas basto para que en una arranque de furia saltara desde el balcón cayendo sobre mis propios pies con las rodillas flexionadas.
Emprendí voraz carrera siguiendo el rastro de Eileen, esos lobos no se habían preocupado en cubrirlo, supongo porque me dirigían a una trampa, querían venganza y este era su modo de lograrla.
Aullé mostrandoles la falta de miedo que les tenia, advirtiéndoles con ese poderoso gruñido que yo era un alfa y que pobre de aquel que se interpusiera entre mi bestia y la mujer que amaba.
Desafiante llegue a una especie de fabrica, podía escuchar los ajetreados latidos del corazón de mi aprendiz, olía a sangre, estaba herida y yo los mataría uno a uno, los despedazaría si la habían tocado un pelo de su cabeza.
Abrí la puerta de golpe, mis ámbar se pasearon por los 10 lobos presentes, aullé, gruñí y les mostré mis dientes, mi envergadura. Todos quedaron quietos a la espera de que su alfa les indicara su siguiente jugada.
-Te esperábamos -dijo el tipo al que una cicatriz le cruzaba la cara.
-Mucha prisa tienes en encontrar tu muerte -mi voz sonó gutural -no hay perdón, sabes cual es la pena por tocar a la hembra de un alfa, ella es mía -rugí lanzándome al ataque con las garras fuera y los colmillos buscando morder carne, despedazarlo de una.
Claro que algo me decía que aquello no seria tan facil, no porque los otros diez fueran en su ayuda dispuestos a castigar mi cuerpo lo suficiente como para desgastarme, mermar mis fuerzas, si no porque cinco garras se hundieron en el terso cuello de Eileen, que ahora sin el saco que cubria su cabeza perdía sus azules en mis mostaza.
-Quieto alfa o la decapitaré. -dijo una loba mostrándome aquello que podía perder de no hacer caso a sus peticiones
Gruñí tratando de mantener a ralla a aquellos que me desgarraban mientras mis ojos seguían fijos en Eileen.
-Esta bien -dije alzando las manos -me tenéis, dejarla ir -pedí -no es una loba, ni una cazadora, es ajena a este mundo, déjala ir, las reglas son claras, si quitáis vida inocente estaréis condenados.
-No es ajena lobo -dijo la mujer de dorados cabellos que la sujetaba -escucha.
El silencio se creó en ese recinto, en un principio no entendía a que se refería, solo podía oír el latido de los corazones de todos los presentes, me costo un poco pero pronto me di cuenta de a lo que se refería, en Eileen latían dos corazones.
-Esta embarazada -pregunté desconcertado alzando la mirada hasta sus océanos.
Su juventud lo llevaba a ser demasiado impetuoso, como a Eileen, los dos estaban contados por un patrón parecido.
Regresé la hotel cansado, mi gesto se oscureció al ver la puerta abierta, el olor a licantropo era inconfundible, Eileen no estaba y un gruñido gutural escapo de mi garganta mientras mis ojos se tornaban del color de la mostaza.
Aullé, el aullido de un violento alfa capaz de quemar el bosque para que le devolvieran a su hembra.
Sentí crecer mis colmillos, la trasformación no era completa pues medre luna no brillaba sobre el firmamento, mas basto para que en una arranque de furia saltara desde el balcón cayendo sobre mis propios pies con las rodillas flexionadas.
Emprendí voraz carrera siguiendo el rastro de Eileen, esos lobos no se habían preocupado en cubrirlo, supongo porque me dirigían a una trampa, querían venganza y este era su modo de lograrla.
Aullé mostrandoles la falta de miedo que les tenia, advirtiéndoles con ese poderoso gruñido que yo era un alfa y que pobre de aquel que se interpusiera entre mi bestia y la mujer que amaba.
Desafiante llegue a una especie de fabrica, podía escuchar los ajetreados latidos del corazón de mi aprendiz, olía a sangre, estaba herida y yo los mataría uno a uno, los despedazaría si la habían tocado un pelo de su cabeza.
Abrí la puerta de golpe, mis ámbar se pasearon por los 10 lobos presentes, aullé, gruñí y les mostré mis dientes, mi envergadura. Todos quedaron quietos a la espera de que su alfa les indicara su siguiente jugada.
-Te esperábamos -dijo el tipo al que una cicatriz le cruzaba la cara.
-Mucha prisa tienes en encontrar tu muerte -mi voz sonó gutural -no hay perdón, sabes cual es la pena por tocar a la hembra de un alfa, ella es mía -rugí lanzándome al ataque con las garras fuera y los colmillos buscando morder carne, despedazarlo de una.
Claro que algo me decía que aquello no seria tan facil, no porque los otros diez fueran en su ayuda dispuestos a castigar mi cuerpo lo suficiente como para desgastarme, mermar mis fuerzas, si no porque cinco garras se hundieron en el terso cuello de Eileen, que ahora sin el saco que cubria su cabeza perdía sus azules en mis mostaza.
-Quieto alfa o la decapitaré. -dijo una loba mostrándome aquello que podía perder de no hacer caso a sus peticiones
Gruñí tratando de mantener a ralla a aquellos que me desgarraban mientras mis ojos seguían fijos en Eileen.
-Esta bien -dije alzando las manos -me tenéis, dejarla ir -pedí -no es una loba, ni una cazadora, es ajena a este mundo, déjala ir, las reglas son claras, si quitáis vida inocente estaréis condenados.
-No es ajena lobo -dijo la mujer de dorados cabellos que la sujetaba -escucha.
El silencio se creó en ese recinto, en un principio no entendía a que se refería, solo podía oír el latido de los corazones de todos los presentes, me costo un poco pero pronto me di cuenta de a lo que se refería, en Eileen latían dos corazones.
-Esta embarazada -pregunté desconcertado alzando la mirada hasta sus océanos.
Caleb Montoya- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 93
Fecha de inscripción : 31/05/2017
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