El Secreto mejor guardado - Privado

Comenzó apagar luz tras luz de aquella sala donde tenía todas sus posesiones médicas, tomo un cuaderno de notas y lo dejo en la estantería correspondiente, de giro para asegurarse que todo estuviera en orden, en un inmaculado orden. Tomo las flores para su hermana y cerró la puerta de su despacho, al sanatorio mental estaba parciamente iluminado, Antoine ya había atendido a todos sus pacientes correspondientes y había estado el día distraído, concentrado, pendiente de que tendría que encontrarse de nuevo frente a esa lapida. Recorrió los pasillos en silencio se topó con varias enfermeras a las cuales ignoro como usualmente lo hacía y llego hasta la salida donde lo esperaba un carruaje hizo un gesto de que no subiría, él ya había decidido llegar caminando, su agilidad aun la conservaba y se escurrió por las calles llegando al bosque, sin soltar el ramo de orquídeas su pase apresurado solo levantaba un poco de tierra, omitió todo a su alrededor tenía un objetivo.

El muro se extendía por casi dos parcelas, él podía llegar hasta el mausoleo desde cualquier lugar, la oscuridad lo acompañaba, no quería que nadie supiera que estaba allí, aunque se temía que una sorpresa lo estaría esperando. Salto sobre el muro y llego aquel lugar silencioso y tenebroso, escucho como animales hurgaban por el lugar, algunas tumbas abandonabas se abrían paso mientras el con la cabeza en un solo objetivo se paseaba en silencio, sin ser escuchado, ni su sombra era vista, hasta que llego al Ángel de la pena, le causaba inquietud aquella estatua, una inquietud que podría ser parecida a la tristeza. De detuvo por completo ansioso, molesto, vacío; inspiro profundamente aire como si le faltara y rodeo aquella entrada las rejas abiertas lo alertaron, el sabia con quien se toparía y así que fue más cuidadoso y alcanzo a escuchar las palabras de Arlett, palabras que rompieron el hielo que existía en su interior, un hielo que mañana estaría de nuevo en su lugar.

-Hace algunos años, en la mansión de Lesseps que está en Londres encontré… encontré un cuadro una pintura y aunque no tenemos la misma sangre que él nos parecemos… a todos nos pesa la muerte en algún momento de nuestras vidas – Antoine hablaba de Andrwes, conocía la historia tanto porque había leído los diarios, como por lo que la misma Arlett le había dicho y ahora leyendo su mente afirmaba varias cosas, noto el rostro de furia de ella – Deberíamos por una noche no tener esa rivalidad… - se mostraba vulnerable cosa que hacía muchos años no mostraba y menos delante de ella. – No tocare más el tema – tomo sus flores y las dejo sobre el macetero desocupado – Viola Antonietta De Lesseps Glade… - dijo el nombre de su hermana completo y sonrió del corazón, primera vez en años – Sé que vendrá… y no sé si estoy preparado para conocerla… no prometo mucho pero… lo hare por mi hermana – Arlett sonrió y le dijo que Viola estaría por llegar, así que tenía que ser simplemente el, ya que ella la había preparado.

-Si fuera yo mismo créeme Arlett que ella nunca más volvería a verme… no puedo prometer nada, lo máximo que puedo hacer es guardar silencio… solo un poco – al terminar esa frase el silencio los envolvió a los dos y abrió sus ojos mirando a la vampiro, la sentía, sentía el arribo de la humana y eso lo estaba descolocando, tenía que prepararse Arlett se había acercado a la entrada a esperar a Viola y el en complicidad con la tumba dijo en un susurro – Huele a rosas… como olías tu – se lamentó apoyando la cabeza en la lápida, escuchando como los pasos se acercaban, como el corazón latía acelerado por miedo, por ansiedad, la humana… Viola…