Henry Everill

-Nombre del Personaje: Henry Everill

-Edad: 24

-Especie: Licántropo

- Tipo y Nivel Social: Clase Media, Extranjero

-Lugar de Origen: Irlanda.

-Descripción física: Henry es un hombre de 1’70 aproximadamente, con cabello castaño oscuro, ojos marrones y piel blanca, con un ligero toque bronceado.
Sus labios no son muy carnosos, pero sí poseen cierto volumen que le otorga a su rostro cierto misterio. Al sonreír, sus ojos se entrecierran levemente, dando la impresión de que está observando algo.
Su cuerpo no es quizá comparable a ninguna escultura griega, pero sí es musculoso y fuerte.
La piel es suave y lisa, sin ninguna imperfección, excepto por la pequeña cicatriz que tiene en la nuca, fruto de una caída en una pelea cuando era pequeño.
En su muñeca izquierda, tiene grabada con tinta china, un símbolo, un Awen.

Spoiler:

-Descripción psicológica: Describir a Henry es algo complicado. Es quizá un pequeño adelantado a su tiempo, al que nadie entiende. Posee cualidades como el saber escuchar, el altruismo y la capaz de dar cariño sin tener que ser referido necesariamente a amor. Le gusta tener alguien a su lado, ya sea por simple compañía o por algo más intenso, aunque si no es posible, prefiere guardar las distancias con los desconocidos. No se fía de nadie, y menos en un lugar extraño, como en este caso.
Nunca va a ir buscando el mal, pero si lo ve estrictamente necesario, no dudará en acudir a él como arma defensiva.
Su capacidad de amar es otro dato a destacar. Una vez estuvo a punto de enamorarse, y sin haber ese sentimiento de por medio, él ya notaba que no era el mismo cuando estaba con esa persona. Eso le ha llevado a pensar que posiblemente el día que lo haga, lo hará con mucha fuerza, o para siempre. Pero, como nunca más ha vuelto a sentir eso, no se atreve a asegurárselo a sí mismo.
Y con el cariño, puede darlo, dándolo todo de sí. Pero, jamás va a ser él el que dé el primer paso. Él estará ahí, pero no se moverá para buscar o mostrar nada. Cuando la otra persona muestre algo de cariño, entonces será él el que corresponda, pero no antes.

Con respecto a su condición de licántropo, no está contento del todo. Por una parte, le gusta ser diferente, le hace sentir único e irrepetible. Pero, cuando mató por primera vez, en su mente comenzaron a dibujarse formas que no tenían nombre, pero que reflejaban todos sus miedos y todas sus ganas de no volver a ser a lo que inevitablemente está condenado. Eso también ha provocado esa desconfianza de la que es portador. No quiere confiar porque no quier tomar afecto. La idea de poder llegar a hacerle daño a alguien a quien quiere, le desgarra el alma cada vez que lo piensa. Pero, como ya se ha dicho, si le dan cariño, él corresponde, debido a que aunque él sepa valerse por sí mismo, también de vez en cuando, necesita que alguien cuide de él, o se preocupe o le pregunte cómo está.

-Historia: Nació en Nenagh en 1776, cerca del centro de Irlanda, en una familia más bien de clase media-alta, pero que no alcanzaba ninguna de las dos. Allí vivió hasta los seis años, que fue cuando se mudó con su familia a Naas por motivos laborales de su padre. Desde ese momento, Henry comenzó a cambiar. Ya no era tan cariñoso como solía ser un niño de esa edad, sino que mostraba menos afecto hacia sus allegados, y en lugar de ser buen chico, se comenzó a dedicar a salir cuando quería, y solía irse a los bosques a jugar él sólo o con los animales que se dejaban acariciar. Una vez, su madre volvió de hacer la compra, y se dio cuenta de que el muchacho no estaba en la casa y, casualmente, la doncella libraba ese día. Se alarmó de tal modo, que fue a avisar a su marido, y lo buscaron durante horas, sin resultado. Por la noche, cuando volvió a casa, sus padres actuaron de manera muy diferente. Su madre, por un lado, se tiró a él y lo colmó de besos. Sin embargo, su padre se lo arrancó a su mujer de su regazo, y lo encerró en una habitación, donde le pegó hasta hacerle desmayarse de dolor y agotamiento.
Desde ese día, Henry odió a su padre. ¿Por qué no me dejan explorar?, se preguntaba, siempre. Era un niño de seis años que comenzaba a darse cuenta de que una de sus futuras pasiones, era la naturaleza, y no entendía, por qué no le dejaban fundirse con ella y admirarla. Mientras el tiempo pasaba, sus roces con su padre se hacían más frecuentes, más intensos, y con peores consecuencias.
Cuando contaba con catorce años, hubo una nueva mudanza, esta vez a Kilferona, nuevamente por trabajo paterno.
Allí fue donde conoció a una chica vecina suya, con la que entabló una bonita amistad. Su nombre era Erin, y a Henry le gustaba mucho estar con ella. Gracias a ella, conoció a una amiga de su madre que tocaba el arpa, y Henry se enamoró de ese instrumento desde la primera nota que escuchó. El querer aprender a tocarla le fue prohibido en casa, pero él se escapaba para hacerlo. Esta mujer, llamada Dracy, sabía su problema, pero aún así le enseñó. Poco a poco, Henry fue intimando cada vez más con Erin, hasta el punto de no saber si era su mejor amiga, o algo más. Él solamente sabía que tenía que estar con ella, con nadie más.
Desgraciadamente, sus padres descubrieron su desobediencia a los diecisiete años, y lo castigaron mandándolo a un reformatorio en Dundalk, muy lejos de Erin, y muy lejos de la señora Dracy.
Allí pasó dos años, hasta que logró escaparse y volver a Kilferona. Pero, con la mala suerte acompañándole, descubrió que sus padres habían vuelto a mudarse, y que con la idea de no volver a verle, no habían dejado nada acerca de su nuevo paradero. Henry entonces no pudo evitar ir a casa de Dracy, la cual lo acogió de buen grado, y le explicó todo. Al perecer, sus padres se “habían dado cuenta” de que no era el hijo que esperaban y no querían volver a saber más nada más de él. En cuanto a Erin, la volvió a ver, y todo siguió como hasta entonces.
A medida que pasaban los años, la relación de ambos se fue consolidando más, hasta el punto de que decidieron vivir juntos, e incluso dormir en la misma cama, sin pensar en sexo o nada parecido, simplemente por compañía y confianza. A la par, Henry fue perfeccionando por fin su manejo del arpa, llegando a ser uno de los mejores a oídos de Dracy, maestra de una escuela de música.

Tres años y medio después, en 1798, ocurrió lo que él consideró su peor desgracia. Una noche que iban Erin y él dando un paseo a caballo por el bosque, fueron sorprendidos por una bestia. Era enorme. Primeramente fue a por Erin, pero Henry se interpuso y él fue el herido. Henry le gritó a Erin que se fuera, y con todo el dolor de su corazón, la vio marcharse a galope tendido. Él había escuchado historias acerca de los licántropos, pero jamás pensó que existieran de verdad. Pero, cuando esa bestia le atacó, y su interior comenzó a, prácticamente, descomponerse, supo que debía proteger a su pequeña a cualquier precio. Y ese precio que tenía que pagar, era no hacerle daño, siendo para eso necesario no volver a verla, pues siempre estaban juntos.
Logró zafarse del monstruo, y huyó. Vagó durante días, o tal vez semanas por el bosque, sin apenas comida ni agua, sencillamente, intentando escapar, quizá, de sí mismo.
Un día, mientras bebía de una charca, se cruzó con otro hombre, que al parecer sufría su misma condición. Deckaln, que así se llamaba, lo ayudó y se lo llevó a su cabaña, donde durante otro año y medio, le enseñó a controlar su hambre y su rabia cuando no estaba transformado. Lamentablemente, no fue posible que aprendiese a controlarse siendo lobo, pero lo intentaron muchas veces.
A principios de 1799, Henry se dio cuenta de que, a parte de Erin, Deckaln era su mejor amigo. Sin embargo, un día llegó a sus oídos que sus padres habían muerto y que, a escondidas de su padre, su madre le había dejado una pequeña fortuna, no muy elevada, pero lo suficientemente grande cómo para empezar de cero.
Tras pensárselo muy bien, decidió que sería lo mejor, puesto que aunque Irlanda era su tierra, ella misma le traía muy malos recuerdos, tanto familiares, como sentimentales.
Estuvo planeando con Deckaln, y al final decidieron que lo mejor era poner mar de poner mar de por medio, para olvidar tanto Irlanda como que él había nacido en una isla.
Antes de partir, fue a ver a la señora Dracy, a la cual le contó todo lo sucedido, y le pidió perdón por haber desaparecido de repente.
La señora Dracy lo escuchó atenta, y después le dio un abrazo sin decir nada. Tras éste, ella le confesó que Erin se había suicidado al creerlo muerto.
A Henry se le desgarró el alma de tal modo, que su decisión de marcharse, se hizo irrevocable.
Tras despedirse de la señora Dracy, volvió junto a Decklan, y con él pasó sus últimas semanas en Irlanda, mientras solucionaba lo del transporte y el destino.
Decklan le habló de un lugar llamado París, en el que había estado antes de ser licántropo. A Henry le gustó la descripción de su amigo, y con la decisión tomada, y tras tatuarse un Awen para no olvidar nunca su origen, inició su marcha subiéndose al barco, a principios del año 1800.

-Datos Extras: Sigue manteniendo correspondencia con Decklan y la señora Dracy.

Su afición por el arpa le lleva a veces a tocar incluso en lugares remotos donde a nadie se le ocurriría

Cuando se transforma, se vuelve blanco, negro y gris.

FICHA ACEPTADA
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