AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Cómo puedes ser tan hermoso? (Henry Everill)
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¿Cómo puedes ser tan hermoso? (Henry Everill)
00:00. Medianoche. Luna llena.
Yulianna se encontraba en el bosque, sencillamente paseando, pero lo extraño y cierto era que nadie de su casa, tan siquiera el mayordomo o la ama de llaves sabían de su paradero. Esa noche había decidido salir sola a pasear y estaba entre innumerables robles, que por la época del año debían tener un bonito color, aunque eso ella no lo sabía, pues no alcanzaba a verlo porque aunque llevaba un farol la luz no alcanzaba.
Continuó caminando y llegó hasta un riachuelo. Se sentó en una piedra que estaba justo en la orilla y mojó los pies en el agua que estaba fría, aunque no demasiado pues ya era primavera.
Pasado un tiempo, escuchó las pisadas de alguien. No. Se había equivocado, porque no se trataba de una persona sino de un enorme lobo blanco, negro y gris. Asustada, sacó los pies del río, pero pronto se dio cuenta de que no le haría daño, al menos por el momento, pues estaba cruzando pausadamente el río, como si temiese mojar su hermoso pelaje.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca pudo observar que era precioso. Nunca había visto a un ser semejante, y a la luz de la luna su pelo brillaba con fuerza.
Sin saber por qué acarició su pelaje. No pudo resistirse. Y lo hizo como si de un animal que no fuese peligroso se tratase. Primero el cuello, sentía su respiración pausada, después el lomo, y finalmente la cabeza, como si ya tuviesen confianza.
Estaba disfrutando de ese momento.
Yulianna se encontraba en el bosque, sencillamente paseando, pero lo extraño y cierto era que nadie de su casa, tan siquiera el mayordomo o la ama de llaves sabían de su paradero. Esa noche había decidido salir sola a pasear y estaba entre innumerables robles, que por la época del año debían tener un bonito color, aunque eso ella no lo sabía, pues no alcanzaba a verlo porque aunque llevaba un farol la luz no alcanzaba.
Continuó caminando y llegó hasta un riachuelo. Se sentó en una piedra que estaba justo en la orilla y mojó los pies en el agua que estaba fría, aunque no demasiado pues ya era primavera.
Pasado un tiempo, escuchó las pisadas de alguien. No. Se había equivocado, porque no se trataba de una persona sino de un enorme lobo blanco, negro y gris. Asustada, sacó los pies del río, pero pronto se dio cuenta de que no le haría daño, al menos por el momento, pues estaba cruzando pausadamente el río, como si temiese mojar su hermoso pelaje.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca pudo observar que era precioso. Nunca había visto a un ser semejante, y a la luz de la luna su pelo brillaba con fuerza.
Sin saber por qué acarició su pelaje. No pudo resistirse. Y lo hizo como si de un animal que no fuese peligroso se tratase. Primero el cuello, sentía su respiración pausada, después el lomo, y finalmente la cabeza, como si ya tuviesen confianza.
Estaba disfrutando de ese momento.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: ¿Cómo puedes ser tan hermoso? (Henry Everill)
¡Maldita sea! ¡¿Por qué narices no había corridos las cortinas del salón?! Ahora estaba tirado en el suelo, sufriendo espasmos y sin poder evitar que su monstruo interior lo dominara. Todo ello porque la luz de la luna llena se había filtrado por el cristal y había rozado su piel mientras se había dormido en el sofá.
Utilizando la poca cordura que le quedaba, se levantó y salió de casa, golpeándose contra muebles y casi cayéndose por las escaleras. Su demonio ya venía, y corrió por las afortunadamente vacías calles jadeando, gruñendo y con el color de sus ojos intensificándose, mezclándose ambos colores en una aleación de irracionalidad y autocontrol. Varias fueron las veces que se detuvo para poder respirar, sintiendo que sus pulmones ardían y le obligaban a exhalar jadeos de fuego.
Continuó su marcha, manteniéndose de pie a duras penas. ¿De verdad tenía que ser aquello cada luna llena? Dios… Cuánta fuerza de voluntad para algo que duraba tan poco…
Corrió. Corrió porque sabía que no aguantaría mucho más. Y yendo todo lo deprisa que su raciocinio le permitió, llegó hasta aquel sagrado y bendito lugar que lo ocultaba a la sociedad, que se lo tragaba cuando nadie más podía soportarlo, ni siquiera él mismo. Allí cayó finalmente, revolviéndose en el suelo como un perro al que acababan de atropellar. Gritaba de dolor y sujetaba trozos de hierba con las manos, buscando de alguna forma aferrarse a la realidad del día a día que a veces tanto lo oprimía. Cada vez más rápido su mandíbula se fue agrandando y su ropa haciéndose más pequeña para albergar todo su cuerpo, quedando echa pedazos cuando con un desgarrador rugido, el lobo se irguió quedando primer a dos patas, completamente transformado ya, y a cuatro después, quedando totalmente exhausto y casi inconsciente por el dolor y la rabia. Permaneció así varios minutos, calmándose, dominando a es demonio que ahora estaba fuera sitiando en su propio interior a él mismo, a Henry.
Pero él sabía que respirar acompasadamente no era suficiente. Gruñó y sus patas comenzaron a moverse, corriendo a una velocidad de espanto. Sólo así podría, si podía, calmarse y deshacerse de toda la adrenalina que ahora lo recorría.
Pasaron varios minutos en los que prácticamente se recorrió el bosque. Por suerte no había nadie esa noche por allí, de modo que estuvo campando más a sus anchas. Ningún animal a la vista tampoco que pudiera acabar como su víctima de sangre. Poco a poco fue logrando amansarse a sí mismo, relajando su respiración como la de un ser vivo corriente.
Anduvo un rato hasta que encontró el río y se metió en él, relajando sus patas y refrescándolas tras tanta corrida. Lo recorrió en dirección contraria, sintiendo el choque del agua contra sus patas, caminando con cuidado de no pisar mal y herirse. Avanzaba con los ojos cerrados, guiándose solamente por el oído. Hasta que un aroma que le provocó cierta excitación llegó a su nariz y levantó el rostro, abriendo los ojos. Su boca se entreabrió y una pequeña cantidad de saliva resbaló por sus labios. Pero de pronto vio que la muchacha que estaba frente a él no le tenía miedo. Y bendita inocencia, pues de haber salido corriendo, los instintos de Henry habrían aflorado solos y la hubieran perseguido hasta matarla. Se acercó a ella, curioso. Luego acercó su rostro a ella y la olió instintivamente, bufando luego y apartándose a un lado, cerrando los ojos por las caricias. Las agradecía en gran medida.
Luego abrió los ojos de nuevo y miró a la luna, aullando, cantándole a su reina nocturna.
Utilizando la poca cordura que le quedaba, se levantó y salió de casa, golpeándose contra muebles y casi cayéndose por las escaleras. Su demonio ya venía, y corrió por las afortunadamente vacías calles jadeando, gruñendo y con el color de sus ojos intensificándose, mezclándose ambos colores en una aleación de irracionalidad y autocontrol. Varias fueron las veces que se detuvo para poder respirar, sintiendo que sus pulmones ardían y le obligaban a exhalar jadeos de fuego.
Continuó su marcha, manteniéndose de pie a duras penas. ¿De verdad tenía que ser aquello cada luna llena? Dios… Cuánta fuerza de voluntad para algo que duraba tan poco…
Corrió. Corrió porque sabía que no aguantaría mucho más. Y yendo todo lo deprisa que su raciocinio le permitió, llegó hasta aquel sagrado y bendito lugar que lo ocultaba a la sociedad, que se lo tragaba cuando nadie más podía soportarlo, ni siquiera él mismo. Allí cayó finalmente, revolviéndose en el suelo como un perro al que acababan de atropellar. Gritaba de dolor y sujetaba trozos de hierba con las manos, buscando de alguna forma aferrarse a la realidad del día a día que a veces tanto lo oprimía. Cada vez más rápido su mandíbula se fue agrandando y su ropa haciéndose más pequeña para albergar todo su cuerpo, quedando echa pedazos cuando con un desgarrador rugido, el lobo se irguió quedando primer a dos patas, completamente transformado ya, y a cuatro después, quedando totalmente exhausto y casi inconsciente por el dolor y la rabia. Permaneció así varios minutos, calmándose, dominando a es demonio que ahora estaba fuera sitiando en su propio interior a él mismo, a Henry.
Pero él sabía que respirar acompasadamente no era suficiente. Gruñó y sus patas comenzaron a moverse, corriendo a una velocidad de espanto. Sólo así podría, si podía, calmarse y deshacerse de toda la adrenalina que ahora lo recorría.
Pasaron varios minutos en los que prácticamente se recorrió el bosque. Por suerte no había nadie esa noche por allí, de modo que estuvo campando más a sus anchas. Ningún animal a la vista tampoco que pudiera acabar como su víctima de sangre. Poco a poco fue logrando amansarse a sí mismo, relajando su respiración como la de un ser vivo corriente.
Anduvo un rato hasta que encontró el río y se metió en él, relajando sus patas y refrescándolas tras tanta corrida. Lo recorrió en dirección contraria, sintiendo el choque del agua contra sus patas, caminando con cuidado de no pisar mal y herirse. Avanzaba con los ojos cerrados, guiándose solamente por el oído. Hasta que un aroma que le provocó cierta excitación llegó a su nariz y levantó el rostro, abriendo los ojos. Su boca se entreabrió y una pequeña cantidad de saliva resbaló por sus labios. Pero de pronto vio que la muchacha que estaba frente a él no le tenía miedo. Y bendita inocencia, pues de haber salido corriendo, los instintos de Henry habrían aflorado solos y la hubieran perseguido hasta matarla. Se acercó a ella, curioso. Luego acercó su rostro a ella y la olió instintivamente, bufando luego y apartándose a un lado, cerrando los ojos por las caricias. Las agradecía en gran medida.
Luego abrió los ojos de nuevo y miró a la luna, aullando, cantándole a su reina nocturna.
Invitado- Invitado
Re: ¿Cómo puedes ser tan hermoso? (Henry Everill)
El hermoso lobo permanecía allí. Recibiendo sus caricias. En verdad parecía que no le molestaba. Ella sentía confianza, ¿y por qué? Si tan siquiera lo conocía. Pero acabó por apartarse. Entonces a la luz de la luna ella pudo observar sus enormes patas, el precioso pelaje que acababa de tocar. Y se miró instintivamente las manos. No estaba herida. ¿Por qué? No lo sabía, pero ese lobo era manso. Y eso le agradaba. ¿Qué tenía ella que parecía tranquilizarle?
Entonces el lobo empezó a aullar. Como si cantase. Le cantaba a la luna.
Pasaron unos minutos, y ella lo observaba con dedicación. Seguía pareciéndole hermoso, perfecto. Y estaba a su lado. Parecía que la estuviese protegiendo. No se movía. Había estado así unos instantes, mientras ella sin poder evitarlo escuchaba su melodía. ¿Cómo algo podía ser tan hermoso? Se preguntaba ella una y otra vez. Pero no obtendría respuesta, no de un lobo.
Al cabo de un tiempo, ella pensó que era tarde, y de nuevo lo acarició. Para despedirse. Pero algo ocurrió. Algo que ella no se esperaba. El lobo flaqueó, como si no le quedasen fuerzas. Y entonces se dio cuenta. Estaba herido. Tenía en la pata derecha lo que parecía un corte. Un cristal. Sí, eso era, tenía un cristal clavado. Yulianna se maldijo, ¿cómo no pudo darse cuenta antes? Lo cierto es que estaba absorbida por su belleza.
Fue hasta el agua donde mojó su pequeña capa. La sumergió completamente y se dirigió hasta él, que ya no cantaba, sino que gemía por el dolor.
Temerosa acercó la tela a su pata y agarró el cristal. Ahora si que podía hacerle daño. Estaba dolorido. ¿Qué le habría pasado? Con delicadeza cogió el cristal mientras con la mano que tenía libre acariciaba el cuello del manso lobo, para tranquilizase y que supiese que la iba a ayudar.
-Tranquilo. -susurró ella, y mientras que le miraba fijamente a los ojos tiró del cristal. La mirada de la joven decía "Lo siento", pero tuvo que hacerlo. Apartó el cristal, no quería tirarlo, sino llevárselo para que no le pudiese hacer daño a nadie más. Finalmente apretó con fuerza la herida e hizo una especie de vendaje. No podía hacer mucho más. Solo siguió acariciándole. Y su cuerpo le pedía que hiciese algo. Esta vez sin miedo se acercó mucho más a él, y se apoyó sobre su lomo. Iba a quedarse con él. No le dejaría solo.
Sentía su calor, y eso provocó una sonrisa.
[off: Tranquilo por la extensión. Me ha gustado mucho]
Entonces el lobo empezó a aullar. Como si cantase. Le cantaba a la luna.
Pasaron unos minutos, y ella lo observaba con dedicación. Seguía pareciéndole hermoso, perfecto. Y estaba a su lado. Parecía que la estuviese protegiendo. No se movía. Había estado así unos instantes, mientras ella sin poder evitarlo escuchaba su melodía. ¿Cómo algo podía ser tan hermoso? Se preguntaba ella una y otra vez. Pero no obtendría respuesta, no de un lobo.
Al cabo de un tiempo, ella pensó que era tarde, y de nuevo lo acarició. Para despedirse. Pero algo ocurrió. Algo que ella no se esperaba. El lobo flaqueó, como si no le quedasen fuerzas. Y entonces se dio cuenta. Estaba herido. Tenía en la pata derecha lo que parecía un corte. Un cristal. Sí, eso era, tenía un cristal clavado. Yulianna se maldijo, ¿cómo no pudo darse cuenta antes? Lo cierto es que estaba absorbida por su belleza.
Fue hasta el agua donde mojó su pequeña capa. La sumergió completamente y se dirigió hasta él, que ya no cantaba, sino que gemía por el dolor.
Temerosa acercó la tela a su pata y agarró el cristal. Ahora si que podía hacerle daño. Estaba dolorido. ¿Qué le habría pasado? Con delicadeza cogió el cristal mientras con la mano que tenía libre acariciaba el cuello del manso lobo, para tranquilizase y que supiese que la iba a ayudar.
-Tranquilo. -susurró ella, y mientras que le miraba fijamente a los ojos tiró del cristal. La mirada de la joven decía "Lo siento", pero tuvo que hacerlo. Apartó el cristal, no quería tirarlo, sino llevárselo para que no le pudiese hacer daño a nadie más. Finalmente apretó con fuerza la herida e hizo una especie de vendaje. No podía hacer mucho más. Solo siguió acariciándole. Y su cuerpo le pedía que hiciese algo. Esta vez sin miedo se acercó mucho más a él, y se apoyó sobre su lomo. Iba a quedarse con él. No le dejaría solo.
Sentía su calor, y eso provocó una sonrisa.
[off: Tranquilo por la extensión. Me ha gustado mucho]
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: ¿Cómo puedes ser tan hermoso? (Henry Everill)
No pasó mucho tiempo hasta que se dio cuenta de su herida. La sentía ahora que se había enfriado, pero en caliente ni se había inmutado de ella. Ahora comenzaba a quejarse, y si ella cometía algún mal gesto, su irritabilidad haría el resto.
Jadeaba débilmente, aunque a ella seguramente le parecería mucho más fuerte.
Echó las orejas hacia atrás cuando ella comenzó a toquetearle la herida, y al sentir que se le quitaba ese cristal se reviró a morderla. Pero se detuvo y mordió el aire. No podía hacerlo, Henry no podía. Era demasiado bondadoso como para caer tan bajo. Empero sus instintos deseaban desgarrar el cuello a la chica, y si le entraba hambre, devorarla. Pero por suerte nada de eso sucedió. Sólo eso le faltaba a Henry, sentirse culpable. Entonces al que no el quedaría mucho tiempo de vida, sería a él…
Arañaba el suelo para distraerse y mordía la hierba, arrancando los trozos de cuajo y lanzándolos lejos de él. Y al rato comenzó a notar que la herida se cubría de frío y humedad. Gruñó fuertemente y se miró rápido, viendo que ella seguía tocándolo. En esos momentos sí tuvo ganas de morderle, de decirse que se fuera lo más rápido posible, peor no podía hablar. Y si lo pudiera hacer, ya le habría dicho aquello.
Escuchó un susurró que le hizo mover las orejas y mirarla de nuevo. En su rostro se reflejaba una muestra de su poca cordura presente, pero esa poca sobresalía de entre todo lo demás. Y cuando notó que ella se apoyaba en él, gruñó, porque sabía que en cualquier momento podía volverse loco y atacarla. O lo que era peor, el amanecer podía llegar, y él transformarse en humano de nuevo.
Jadeaba débilmente, aunque a ella seguramente le parecería mucho más fuerte.
Echó las orejas hacia atrás cuando ella comenzó a toquetearle la herida, y al sentir que se le quitaba ese cristal se reviró a morderla. Pero se detuvo y mordió el aire. No podía hacerlo, Henry no podía. Era demasiado bondadoso como para caer tan bajo. Empero sus instintos deseaban desgarrar el cuello a la chica, y si le entraba hambre, devorarla. Pero por suerte nada de eso sucedió. Sólo eso le faltaba a Henry, sentirse culpable. Entonces al que no el quedaría mucho tiempo de vida, sería a él…
Arañaba el suelo para distraerse y mordía la hierba, arrancando los trozos de cuajo y lanzándolos lejos de él. Y al rato comenzó a notar que la herida se cubría de frío y humedad. Gruñó fuertemente y se miró rápido, viendo que ella seguía tocándolo. En esos momentos sí tuvo ganas de morderle, de decirse que se fuera lo más rápido posible, peor no podía hablar. Y si lo pudiera hacer, ya le habría dicho aquello.
Escuchó un susurró que le hizo mover las orejas y mirarla de nuevo. En su rostro se reflejaba una muestra de su poca cordura presente, pero esa poca sobresalía de entre todo lo demás. Y cuando notó que ella se apoyaba en él, gruñó, porque sabía que en cualquier momento podía volverse loco y atacarla. O lo que era peor, el amanecer podía llegar, y él transformarse en humano de nuevo.
Invitado- Invitado
Re: ¿Cómo puedes ser tan hermoso? (Henry Everill)
Yulianna comenzaba a arrepentirse de haber ayudado de esa manera al lobo. Y no por el echo de ayudarle, pero ¿estaba loca? Era un animal salvaje, y no se explicaba por qué no la había mordido. De todos modos permaneció allí, hasta que después de apoyarse sobre él, gruñese. No la quería cerca. Y eso la apenaba, pero no podía hacer anda.
Poco a poco se incorporó. El lobo estaba débil, o al menos eso parecía, y ella comenzó a alejarse, llevando consigo el cristal, metido en su cesta de madera, que siempre la acompañaba. Era bastante grande, y aún no se explicaba de donde había salido, pero no quería que afectase a nadie más.
Caminó varios pasos, alejándose del animal. Allí se quedaba. Tendido en el suelo. Solo. Y pese a la pena que ella sentía por dentro, no podía hacer nada, pues se notaba que él no quería su presencia, aunque no le parecía que le hubiese agradado la idea de que se separase de su lado.
Minutos después, Yulianna estaba en pleno bosque. Lo cierto es que no sabía muy bien dónde se encontraba, ni cómo salir. Apuntaba con su candil a diversos lugares, para intentar guiarse, pero aún así no supo elegir la dirección.
Donde se encontraba parecía un lugar tranquilo, así que decidió pasar allí la noche, y aunque tenía miedo, y estaba bastante asustada no podía hacer otra cosa. Mañana seguiría su camino. Y al menos, podía quedarse tranquila, pues en su casa estaban acostumbrados a que saliese por las noches.
Encontró el sitio perfecto para quedase. Se apoyó sobre una piedra no demasiado alta y allí se quedó hasta dormirse profundamente, pero de repente algo la despertó. Alguien iba hacia ella.
Poco a poco se incorporó. El lobo estaba débil, o al menos eso parecía, y ella comenzó a alejarse, llevando consigo el cristal, metido en su cesta de madera, que siempre la acompañaba. Era bastante grande, y aún no se explicaba de donde había salido, pero no quería que afectase a nadie más.
Caminó varios pasos, alejándose del animal. Allí se quedaba. Tendido en el suelo. Solo. Y pese a la pena que ella sentía por dentro, no podía hacer nada, pues se notaba que él no quería su presencia, aunque no le parecía que le hubiese agradado la idea de que se separase de su lado.
Minutos después, Yulianna estaba en pleno bosque. Lo cierto es que no sabía muy bien dónde se encontraba, ni cómo salir. Apuntaba con su candil a diversos lugares, para intentar guiarse, pero aún así no supo elegir la dirección.
Donde se encontraba parecía un lugar tranquilo, así que decidió pasar allí la noche, y aunque tenía miedo, y estaba bastante asustada no podía hacer otra cosa. Mañana seguiría su camino. Y al menos, podía quedarse tranquila, pues en su casa estaban acostumbrados a que saliese por las noches.
Encontró el sitio perfecto para quedase. Se apoyó sobre una piedra no demasiado alta y allí se quedó hasta dormirse profundamente, pero de repente algo la despertó. Alguien iba hacia ella.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: ¿Cómo puedes ser tan hermoso? (Henry Everill)
Agachó las orejas y emitió pequeños ruidos que demostraban tristeza. Pero era mejor así… Si Henry no podía controlarse debido a cualquier circunstancia, podría llegar a matarla, y eso no se lo perdonaría en la vida. Mientras la veía alejarse, iba agachando la cabeza, hasta que la apoyó en el suelo y levantó las orejas, escuchando sus ya lejanos pasos. Y cuando hubo desaparecido, se puso manos a la obra. Se quitó el paño de la pata a bocados y se lamió la herida hasta que sanó en parte y ya no sangraba. Le dolía un poco al apoyar la pata, pero nada más.
Volvió a aullar, y al estar solo y respirar liberta de nuevo volvió a él parte de su salvajismo animal, rompiendo a correr de nuevo, dejando marcadas huellas sobre la fría tierra. Comenzaba a sentirse hambriento, pero no encontraba nada con que saciar su hambre. Seguía corriendo, hasta que se detuvo en seco. Observó a lo lejos que la muchacha de antes estaba dormida, y muchos pensamientos pasaron por su cabeza, incluso una vocecita dentro de ésta diciéndole, “venga, una menos no se notará…”, pero Henry sabía controlarse, y lo haría…
Empero sus patas comenzaron a moverse hacia ella. Él no quería acercarse… Por Dios, tenía hambre y ella olía a carne y a sangre… Si se acercaba demasiado… Sin embargo, seguía avanzando sin detenerse. A paso lento, sí, pero seguía avanzando. Su sigilo era propio de los gatos, y sus ojos fijos en ella los dignos de un predador con presa a la vista. Pero… ¿Qué pasaría? Podía suceder cualquier cosa… No obstante sabía que lo había ayudado, pero eso lo sabía su poca humanidad, no la bestia que ahora era…
Volvió a aullar, y al estar solo y respirar liberta de nuevo volvió a él parte de su salvajismo animal, rompiendo a correr de nuevo, dejando marcadas huellas sobre la fría tierra. Comenzaba a sentirse hambriento, pero no encontraba nada con que saciar su hambre. Seguía corriendo, hasta que se detuvo en seco. Observó a lo lejos que la muchacha de antes estaba dormida, y muchos pensamientos pasaron por su cabeza, incluso una vocecita dentro de ésta diciéndole, “venga, una menos no se notará…”, pero Henry sabía controlarse, y lo haría…
Empero sus patas comenzaron a moverse hacia ella. Él no quería acercarse… Por Dios, tenía hambre y ella olía a carne y a sangre… Si se acercaba demasiado… Sin embargo, seguía avanzando sin detenerse. A paso lento, sí, pero seguía avanzando. Su sigilo era propio de los gatos, y sus ojos fijos en ella los dignos de un predador con presa a la vista. Pero… ¿Qué pasaría? Podía suceder cualquier cosa… No obstante sabía que lo había ayudado, pero eso lo sabía su poca humanidad, no la bestia que ahora era…
Invitado- Invitado
Re: ¿Cómo puedes ser tan hermoso? (Henry Everill)
Yulianna yacía en el suelo, presa de un profundo sueño.
Al cabo de unos instantes, se despertó sobresaltada. Ahora tenía miedo, y una sensación de peligro invadía su pecho. Su sangre hervía. Estaba muy asustada. Había desaparecido la sensación de fortaleza que minutos antes la habían llevado a ayudar al lobo del bosque, y ahora estaba frente a una fiera salvaje que quería avanzar hacia ella.
Instintivamente se arrastró hacia atrás, intentando despejarse y tranquilizarse. Pero el lobo seguía allí. Rabioso. Y ella dudaba sobre qué hacer, cuando momentos antes había calmado a una bestia semejante con tan solo acariciarla. Pero ahora era diferente. Ese animal quería comerse a Yulianna, y ella veía su final muy cerca. Se echó hacia atrás de nuevo y cogió una piedra que estaba en su lado derecho, pero entonces...
Yulianna miraba fijamente al lobo. Sus ojos... esa mirada no podía olvidarla. Era el mismo animal que tiempo atrás había ayudado. Pero... ¿qué le pasaba? Ahora parecía mucho más agresivo. Parecía que quisiera deborarla, y entonces se le ocurrió algo. Con toda la fuerza que pudo lanzó la piedra al bosque, para que el lobo huyese de allí. ¿Tendría hambre? Ella esperaba que se alimentase, si es que ese era su mal estar. Y cuando lo vio alejarse no pudo hacer otra cosa que alejarse de allí varios metros, escondiéndose en una cueva, hasta que amaneciese.
Al cabo de unos instantes, se despertó sobresaltada. Ahora tenía miedo, y una sensación de peligro invadía su pecho. Su sangre hervía. Estaba muy asustada. Había desaparecido la sensación de fortaleza que minutos antes la habían llevado a ayudar al lobo del bosque, y ahora estaba frente a una fiera salvaje que quería avanzar hacia ella.
Instintivamente se arrastró hacia atrás, intentando despejarse y tranquilizarse. Pero el lobo seguía allí. Rabioso. Y ella dudaba sobre qué hacer, cuando momentos antes había calmado a una bestia semejante con tan solo acariciarla. Pero ahora era diferente. Ese animal quería comerse a Yulianna, y ella veía su final muy cerca. Se echó hacia atrás de nuevo y cogió una piedra que estaba en su lado derecho, pero entonces...
Yulianna miraba fijamente al lobo. Sus ojos... esa mirada no podía olvidarla. Era el mismo animal que tiempo atrás había ayudado. Pero... ¿qué le pasaba? Ahora parecía mucho más agresivo. Parecía que quisiera deborarla, y entonces se le ocurrió algo. Con toda la fuerza que pudo lanzó la piedra al bosque, para que el lobo huyese de allí. ¿Tendría hambre? Ella esperaba que se alimentase, si es que ese era su mal estar. Y cuando lo vio alejarse no pudo hacer otra cosa que alejarse de allí varios metros, escondiéndose en una cueva, hasta que amaneciese.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: ¿Cómo puedes ser tan hermoso? (Henry Everill)
Cerca, muy cerca… Y entonces ella despertó. De sus labios volvió a resbalar saliva, pero esta vez al relamerse derramó más. Se detuvo cerrando los ojos, negando con fuerza y gruñéndose a sí mismo. No, no podía hacer aquello, no podía… Y entonces un golpe seco sonó a su lado y abrió los ojos de golpe. Su mirada seguía sedienta de sangre pero el hombre que había atrapado dentro de él mismo luchaba por dar la vuelta. Y casi lo consiguió, pero al verla alejarse detuvo los pasos que había logrado retroceder y avanzó de nuevo, casi alcanzándola.
Por suerte, ella se metió en una cueva cuya boca de entrada era demasiado pequeña para su gran cuerpo, y no pudo meterse dentro. Arañó un poco la piedra de la fachada, con la bestia rabiosa, pero el hombre logró calmarse y retroceder. Ladró y aulló varias veces pidiéndole perdón, y como pudo se dio la vuelta y se volvió a alejar, rompiendo a correr de nuevo, alejándose tanto como pudiera para dejar de olerla.
Por suerte, ella se metió en una cueva cuya boca de entrada era demasiado pequeña para su gran cuerpo, y no pudo meterse dentro. Arañó un poco la piedra de la fachada, con la bestia rabiosa, pero el hombre logró calmarse y retroceder. Ladró y aulló varias veces pidiéndole perdón, y como pudo se dio la vuelta y se volvió a alejar, rompiendo a correr de nuevo, alejándose tanto como pudiera para dejar de olerla.
Invitado- Invitado
Re: ¿Cómo puedes ser tan hermoso? (Henry Everill)
POST CERRADO.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
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