Malcolm MacLeod

Como hijo mayor de los MacLeod, Malcolm tuvo una infancia feliz, una juventud llena de entrenamientos y estudios, y una adultez colmada de responsabilidades. Contrario a lo que podría pensarse, su vida no fue muy diferente a las de sus hermanos menores, incluso de su pequeña hermana. A los varones, herederos o no, su padre se encargó de darle a todos ellos el mismo sentido de la responsabilidad y el deber, y de inculcarles el amor por su clan; Euphemia, la menor y única hembra, lo aprendió incluso con menor esfuerzo, simplemente seguía el ejemplo de los mayores, y se convirtió a joven edad en alguien demasiado influyente para su propio bien. Esa influencia atrajo demasiada atención e interés en el clan completo, y especialmente en los jóvenes hombres solteros.

Con más frecuencia llegaban turistas de todo el país con deseos de conocer aquellas tierras, y con el tiempo incluso de otras naciones del continente, hasta convertirse en algo normal para el clan. A Malcolm nunca le molestó la presencia de extraños, al menos no lo haría hasta algún tiempo después, cuando sufrió una traición a manos de una joven irlandesa cuya belleza lo cautivó al instante, pero terminó descubriendo que sólo quería casarse con él por su influencia y dinero, cuando realmente amaba a otro hombre a quien ya le pertenecía.

Después de la experiencia, Malcolm se juró no volver a sentir nada por ninguna mujer, pero le resultó imposible quedarse en su hogar en ese momento. Durante algunos años viajó por el mundo, y sus aventuras lo llevaron a convertirse en pirata. No fue algo que buscó, ni siquiera lo quiso, pero sus decisiones lo guiaron a ese destino y él simplemente se dejó llevar. Cuando llegó de vuelta a casa, cinco años más tarde, era una persona diferente, fue entonces cuando decidió que ya no sería Alistair y tomó su segundo nombre como principal. Ya no era el muchacho responsable, educado y divertido, era un hombre despreocupado, coqueto y demasiado serio para el gusto de sus hermanos.

Desde entonces, sus relaciones siempre fueron de una noche, y dejó de importarle si la mujer con quien se acostaba era una prostituta, una joven doncella o incluso una mujer casada, cualquier que cayera bajo sus encantos era una presa para él. Era su forma de vengarse de lo que una de ellas alguna vez le hizo. Claro que sus “diversiones” no siempre salieron impunes. Tenía 35 años cuando fue descubierto tomándose libertades con una jovencita, y fue obligado a casarse con ella. Malcolm pudo haber accedido a un duelo, pero realmente le daba igual, su esposa o no, no pensaba volver a tocarla y mucho menos dejar de lado su vida sólo por una mujer. Y así fue, no volvió a tocarla hasta que, sólo unos meses atrás, ella falleció por una extraña enfermedad.

Actualmente se encuentra en París. Al saber que su hermana viajaría junto a su cuñado e hijastra con intención de buscar el vestido de boda y ajuar de la menor quien pronto se casaría con el Rey, Malcolm aprovechó la oportunidad de viajar con el pequeño grupo, en parte para cuidar a su hermana de su cuñado, y parte por una oportunidad de inversión que llevaba ya un tiempo evaluando y que decidió aprovechar. Por supuesto, no fue el único, pues Dougal, el menor de los varones, se embarcó también en el viaje. “Mientras más, mejor”, fue su excusa, aunque bien sabía que simplemente estaba aburrido en las tierras altas. Entrar en el negocio de la hotelería no era algo que estuviese en sus planes, pero dado que la oportunidad simplemente tocó a su puerta, supuso que no estaría mal probar su suerte, después de todo lo haría con dinero propio y no de su familia.

Cuando era joven siempre fue un muchacho confiado y divertido, que veía el lado positivo de todo y no tenía ningún motivo para desconfiar, enamorado de cualquier cosa hermosa que se atravesara en su camino, pero fue eso precisamente lo que provocó que terminase con el corazón roto al descubrir a la que entonces era su prometida en los brazos de otro hombre. El suceso destruyó por completo su confianza en el sexo femenino, y desde entonces comenzó a tratarlas a todas, a excepción de su hermana, como objetos dispensables, algo para usar y desechar.

De los piratas y sus experiencias en el mar, aprendió que la vida, así como el océano, era impredecible. Un día podía estar en completa calma y al siguiente ser tempestuoso, así que dejó de comprometerse con cualquier cosa que no fuese él mismo, su familia o su clan, personas ajenas a este círculo no son dignas de confianza y mucho menos de aprecio. Claro que puede llevar una relación cordial con otras personas, pero siempre con cierta suspicacia de por medio.

A su regreso, aunque tomó de nuevo las responsabilidades que le corresponden, dejó claro que no traería nunca un hijo al mundo, porque no pensaba amar a ninguna mujer y no tendría un con alguien a quien no amase. Las cuentas eran claras, así que, con su muerte, por temprana o tarde que ésta llegara, alguno de sus hermanos tendría que tomar su lugar. Actualmente sigue siendo tal como el primer día que dejó la vida en el mar, siempre mirando por encima de su hombro y desconfiando hasta de las sombras ajenas.

» Es el mayor de cinco hermanos.
» Su familia ya se ha acostumbrado a llamarlo por su segundo nombre. Todos excepto su hermana, quien lo llama de esa forma sólo por molestar. Aunque la menor tiene una segunda intención de trasfondo: recordarle que, aunque no lo quiera, sigue siendo el mismo hombre amable y dulce que una vez fue.
» Sus brazos y torso están cubiertos por tatuajes hechos durante su tiempo en el mar, se cuidó de no hacerse ninguno en alguna zona donde pudieran ser vistos con ropa: como sus manos, cuello o piernas (por cuando usa kilt en lugar de pantalones), por lo que son pocos quienes saben que los tiene.