Ciudad nueva, hábitos viejos(libre)

por **Evan Lemaitre** Sáb Ene 08, 2011 1:19 pm

Quién le iba a decir a un ilusionista de nacimiento, asesino de adiestramiento y pescador de profesión que acabaría en la esquina de una taberna esperando el paso del tiempo. Me he vuelto un ser incapaz de disfrutar de su existencia, un mortal que sólo es capaz de evadirse con el alcohol y cuyo único divertimento son las noches vacías y efímeras que pasa con aquellas mujeres sin nombre que caen rendidas a sus encantos. Dormir no es una opción, mis víctimas me visitan en mis pesadillas reclamando la devolución de sus almas...si al menos fueras tú la que vinieras...la mujer que hizo que cambiara mi vida y que creyera que podía ser alguien mejor...si al menos fuera tú...

Doy un trago al vaso de whisky que tengo delante y saboreo el fuerte licor sin ningún tipo de pudor. El alboroto provocado por las animadas conversaciones que me rodean dificultan mi búsqueda de soledad, sin embargo se antepone a este sentido mi búsqueda de una rápida embriaguez que convierta a esta noche, la primera en París, en una más de muchas otras. Levanto la mano derecha y pido otra ronda mientras mi mirada se cruza con una atractiva joven que hay al final de la barra. Puedo ver en sus ojos que sin duda está interesada en mi, y quizás en otro momento me levantaría y me acercaría a ella, sin embargo retiro mi mirada y la devuelvo al vaso, nuevamente lleno hasta arriba.

Sin ti vivir no tiene sentido, si aún lo hago es para encontrar a los miembros de "Serpent", mis antiguos compañeros y los asesinos que acabaron con tu vida. No podré descansar hasta acabar con todos, y aunque lo haga se que jamás encontraré la paz, sin embargo necesito hacerlo. Doy un nuevo trago al vaso y dirijo mi mirada a la palma de mi mano izquierda para hacer uso de mi poder ilusionista y crear una pequeña serpiente de color marfil que comienza a enroscarse alrededor de mi brazo.

-Acabaré con todos vosotros...

por **Emmanuelle Guillian** Sáb Ene 08, 2011 2:12 pm

Levantó la capucha de mi capa roja, el carruaje a mi lado me cierra las puertas mientras dos hombres bajan mis maletas de ahí. ¿Qué hago en este lugar?. Es una simple taberna, pero después de tantos años. No quiero más que pensar en la ironía de regresar a un lugar que ni siquiera recuerdo.

Cierro mis ojos y levantó una mano enguatada en el fino guante blanco. Mis rizos dorados caen alrededor de mi cuello, el vestido blanco que uso esta manchado por el lodo de la entrada. El cochero me mira unos segundos.

-Mi Lady -susurra con palabras casi entrecortadas, su voz es una alucinación, trate de seducir aquella inocente criatura que anda sola en la noche, solo al observar en su mente y poner aquellos recuerdos que no existen, sé de sus crueles actos contra su propia hija, su sangre -Desea mi lady que la acompañemos de algún modo...

Sonrió con crueldad mientras mis ojos verdosos observan las venas sangrantes de su cuello.

-No, señor, no necesito de nadie -susurré despectivamente, mientras sujeto de mis maletas. Pronto se irán y yo me quedaré en este lugar, atenta a los cuerpos que pasan, a mis víctimas y a mi futura búsqueda.

Entró en silencio a la taberna y observó las miradas de todas aquellas criaturas, los ojos de los hombres en mi. ¿Qué criatura refleja tanta inocencia y se encuentra a si mismo sola?. Sin mirar a nadie me dirijo al posadero, tal vez, me pueda indicar de alguna posada cercana... un sitio dónde descansar. Si el amanecer se acerca no debo encontrarme sola.

Entonces un olor, una sensación. Una presencia.

Abriendo mis ojos observó al hombre a un metro de mi distancia, parece ebrio. Intento indagar en sus recuerdos, pero hay un bloqueo en ellos. Enarcó una ceja. No debería hacer estas cosas apenas estoy regresando a Paris. Con mirada inquisitiva le hablo al tabernero.

-Señor, disculpe... ¿hay alguna posada en las cercanías?

por **Evan Lemaitre** Lun Ene 10, 2011 1:28 pm

Una presencia diferente accede a la estancia sacándome de mis reflexiones pesimistas y centrando parte de mis distorsionada atención. Los mortales que estamos dotados del don-o la maldición según se mire-de la magia somos capaces en nuestra gran mayoría de percibir a seres que poseen esta misma facultad, o que por otra parte, son aquellos que podemos definir cómo inmortales. Mi experiencia con este tipo de seres es muy dispar, desde noches de pasión de difícil emulación por parte de féminas mortales, hasta enfrentamientos a muerte de los que he conseguido salir ileso gracias a mis ilusiones. Tengo que afirmar que es divertido jugar con la muerte en presencia de un inmortal puesto que ellos no suelen dar el valor que merece a la circunstancia de que un ser desaparezca de este mundo, sin embargo eso no dice nada demasiado positivo de mi ya que sin tener la capacidad de una resistencia sobrenatural a la muerte, no tengo la moral suficiente cómo para dar un valor ponderable a mi existencia.

La serpiente de color marfil se desvanece en mi mano al mismo tiempo que termino el contenido de la copa que sujeto con la otra. Mientras el líquido atraviesa mi paladar con ligereza deposito el vaso de cristal en la barra y me dispongo a aproximarme al ser que ha conseguido cambiar la perspectiva de mi noche. Es indudable que cómo lo son todas las mujeres de su condición, la belleza de la vampiresa que acaba de llegar sería capaz de hacer enloquecer a cualquier inmortal que sin ningún tipo de restricción se dedicara a observarla durante demasiado tiempo, sin embargo mi experiencia vital en los tumultuosos terrenos de las relaciones esporádicas me dotan de una inmunidad en este sentido digna de mención. Me sitúo al lado de la chupasangre de joven apariencia pero de edad incalculable y sin ningún tipo de limitación, acerco mis labios a su oído derecho y deslizo un leve susurro.

-Muerta en vida, acude a una reunión de banales seres inferiores....-Llamada la atención de la vampiresa muevo mi mano derecha con agilidad y sujeto la suya con suavidad, para después elevarla de tal forma que el dorso de la misma queda a una distancia suficiente para que yo pueda agachar levemente mi cabeza y depositar un beso cargado de un claro significado de sumisión y respeto. Elevo mis ojos azules y los clavo en los de la inmortal y me presento-. Soy el ilusionista Evan Lemaitre, a su servicio...

por **Emmanuelle Guillian** Lun Ene 17, 2011 8:11 pm

Tenía que admitir que me encontraba sorprendida, no solo por la osadía que tenía aquel hombre de hablarme directamente, sino por el hecho de que me susurró en el oído. No estaba acostumbrada, no en mi naturaleza.

Solía acercarme si así lo deseaba, pero la situación aquí era diferente, podía sentir el olor de su sangre y el sabor de su piel bajo mis labios, la edad me había acostumbrado a sentir el sabor de los vivos o casi seres similares a darme la sensación del hambre aún antes de poder poseerlos. No obstante, ante su beso de los más galante.

Bajé mi rostro en un leve saludo, la mirada de los mortales alrededor de la taberna nos observaban. Talvez en sus mentes podía leerles los pensamientos de ¿Qué hace aquel hombre con tan inocente criatura?, ¿Podemos poseerla?. Sonreí un instante antes de continuar.

-Un placer, noble caballero -respondí con inocencia, pero podía leer sus ojos azules, presentir su palpitar. Retirando con cuidado mi mano susurré mi nombre -Me llamo Lady Emmanuelle Guillian.... -inclinando mi rostro acerque mis labios rojizos hacia su oído -le ange noir.

Levanté mi rostro y sonreí, esperando su respuesta.

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