AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Recuerdos del ayer. [Emhyr]
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Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Recuerdo del primer mensaje :
Tal vez el tiempo pasaba lentamente, o quizás fuera yo la que se consumia con el paso de los días. todo era efímero, los recuerdos incluso habían perdido su total sentido, ya nada podía hacer que recordara aquellos días en los que la soledad se había alejado de mi lado y la felicidad caminaba junto a mi. De vez en cuando, algún que otro recuerdo volvia sin que yo quisiera a mi mente, si otra hubiera sido la situación sonreiria felizmente, pero en vez de eso los recuerdos eran amargos para mi, tan amargos que ya las lágrimas se habían secado en mis ojos de las muchas veces que se habían derramado.
Vivia en unos días llenos de desesperación, de inseguridad y en un estado de vigilia constante. en pocos días el sentido que mi vida había recobrado se había esfumado sin apenas darme cuenta. A menudo robaba a ricos sin poner mucho interés ni cidado en mis formas, muchas veces había tenido altercados en el mercado con las vendedoras hasta el punto de llegar a las manos con ellas. Robé un violín nuevo, pero sus melodías sonaban más desafinadas que nunca. En ocasiones volvía al lago para recordar aquellos gestos de amor que había derrochado, volvía para recordar aquellos ojos y piel oscura que me habían dejado en cautiverio. Pero quizás no era por recordar el motivo de mis visitas constantes a aquel lugar. Tenía la esperanza de que , alguno de esos días, podría volver a verle allí, tumbado en la hierba que crecía en los alrededores. pero con el frío del inviero París, había perdido todas su magia. Quizás el frío y la soledad, me habían consumido poco a poco.
Aquella noche no era muy diferente a las demás, vagaba por los callejones en busca del calor humano que en casi ningún hombre encontraba. Todos ellos, incluso los mejores, se había quedado a la sombra del él. cansada ya de buscar en los demás los que solo una persona podía entregarme, me resigné y me dirigí a las afueras de la ciudad. Caminando y sin darme casi cuenta, legué a aquella zona pantanosa. el lodo cubria ya gran parte de la zona y estaba cogelado, hacía demasiado frio y el paisaje no ayudaba nada a calmar aquel desasosiego que me inundaba. Siempre me acechaban las mismas preguntas: ¿Dónde estará? ¿Estará bien? ¿Que le habrán hecho? ¿Habrá podido cumplir sus sueño? ¿era solo una excusa para alejarse de mi? A todas ellas le encontraba multiples respuestas, pero ninguna lo suficientemente convincente. Pero realmente lo que pretendía con todas ella era evitar el pensamiento de que, tal vez, su sueño era demasiado ambicioso y había muerto en el intento de llevarlo a cabo.
-¡Ay de mi!- dije casi sin aliento, a mi al rededor el silencio era absoluto, y tan solo alguna rama seca que caía al lodo congelado rombiendo la capa de hielo se escuchaba en las inmediaciones.- Si ya me lo dijo una vez Calé: llegarás lejos, pero para ello deberás perder muchas cosas. ¿Será él una de esas cosas que pierdo por llegar lejos? ¡Máteme Dios si con ello logro que eso no sea así!- elevé un poco la voz, pero de nuevo el silencio protagonizó la escena.
Si no fuera porque gozaba de un don para lo huida de las autoridades hacia ya tiempo que me hubieran internado en el santorio mental.
-¿Cuanto tiempo hace falta para destruirme?- me pregunté a mi misma, puesto que hacía días que mi compañía se había educido a la nada.-¿Días, meses? ¿para que más sufrimiento? Nada de lo que dijeron se cumplirá, entonces...¿Por que sigo creyendo en las palabras que pronunció?.
Todo ya daba absolutamente igual, pero la duda de si él seguía con vida o no me acosba constantemente y no me dejaba vivir en paz. Solo faltaban días para la luna llena, y yo seguía sin noticias de él.
Camine entre los lodazales congelados, sin mucho cuidado en mis andares, de vez en cuando tropezaba con las raices de los múltiplas arboles desnudos que cubrian aqul pantano y sus inmediaciones. Solo buscaba un atisbo de soledad , aun que ella ya me embriagaba demasiado con su falso perfume. llegué por fin al punto en el que no podía avanzar más, las aguas estancadas del pantano aun que poco profundas se habían vuelto con el invierno más peligrosas. Un paso en falso y podía morir congelada entre agua hedionda y hielo. miré el paisaje desolado y solitario, tan solitario que me parecio tener cierta complicidad con él. No había una escena mejor cualificada para describir mi estadoen aquel momento. Mi vida, había cobrado en días la misma funcio que cumplia el pantano.
Tal vez el tiempo pasaba lentamente, o quizás fuera yo la que se consumia con el paso de los días. todo era efímero, los recuerdos incluso habían perdido su total sentido, ya nada podía hacer que recordara aquellos días en los que la soledad se había alejado de mi lado y la felicidad caminaba junto a mi. De vez en cuando, algún que otro recuerdo volvia sin que yo quisiera a mi mente, si otra hubiera sido la situación sonreiria felizmente, pero en vez de eso los recuerdos eran amargos para mi, tan amargos que ya las lágrimas se habían secado en mis ojos de las muchas veces que se habían derramado.
Vivia en unos días llenos de desesperación, de inseguridad y en un estado de vigilia constante. en pocos días el sentido que mi vida había recobrado se había esfumado sin apenas darme cuenta. A menudo robaba a ricos sin poner mucho interés ni cidado en mis formas, muchas veces había tenido altercados en el mercado con las vendedoras hasta el punto de llegar a las manos con ellas. Robé un violín nuevo, pero sus melodías sonaban más desafinadas que nunca. En ocasiones volvía al lago para recordar aquellos gestos de amor que había derrochado, volvía para recordar aquellos ojos y piel oscura que me habían dejado en cautiverio. Pero quizás no era por recordar el motivo de mis visitas constantes a aquel lugar. Tenía la esperanza de que , alguno de esos días, podría volver a verle allí, tumbado en la hierba que crecía en los alrededores. pero con el frío del inviero París, había perdido todas su magia. Quizás el frío y la soledad, me habían consumido poco a poco.
Aquella noche no era muy diferente a las demás, vagaba por los callejones en busca del calor humano que en casi ningún hombre encontraba. Todos ellos, incluso los mejores, se había quedado a la sombra del él. cansada ya de buscar en los demás los que solo una persona podía entregarme, me resigné y me dirigí a las afueras de la ciudad. Caminando y sin darme casi cuenta, legué a aquella zona pantanosa. el lodo cubria ya gran parte de la zona y estaba cogelado, hacía demasiado frio y el paisaje no ayudaba nada a calmar aquel desasosiego que me inundaba. Siempre me acechaban las mismas preguntas: ¿Dónde estará? ¿Estará bien? ¿Que le habrán hecho? ¿Habrá podido cumplir sus sueño? ¿era solo una excusa para alejarse de mi? A todas ellas le encontraba multiples respuestas, pero ninguna lo suficientemente convincente. Pero realmente lo que pretendía con todas ella era evitar el pensamiento de que, tal vez, su sueño era demasiado ambicioso y había muerto en el intento de llevarlo a cabo.
-¡Ay de mi!- dije casi sin aliento, a mi al rededor el silencio era absoluto, y tan solo alguna rama seca que caía al lodo congelado rombiendo la capa de hielo se escuchaba en las inmediaciones.- Si ya me lo dijo una vez Calé: llegarás lejos, pero para ello deberás perder muchas cosas. ¿Será él una de esas cosas que pierdo por llegar lejos? ¡Máteme Dios si con ello logro que eso no sea así!- elevé un poco la voz, pero de nuevo el silencio protagonizó la escena.
Si no fuera porque gozaba de un don para lo huida de las autoridades hacia ya tiempo que me hubieran internado en el santorio mental.
-¿Cuanto tiempo hace falta para destruirme?- me pregunté a mi misma, puesto que hacía días que mi compañía se había educido a la nada.-¿Días, meses? ¿para que más sufrimiento? Nada de lo que dijeron se cumplirá, entonces...¿Por que sigo creyendo en las palabras que pronunció?.
Todo ya daba absolutamente igual, pero la duda de si él seguía con vida o no me acosba constantemente y no me dejaba vivir en paz. Solo faltaban días para la luna llena, y yo seguía sin noticias de él.
Camine entre los lodazales congelados, sin mucho cuidado en mis andares, de vez en cuando tropezaba con las raices de los múltiplas arboles desnudos que cubrian aqul pantano y sus inmediaciones. Solo buscaba un atisbo de soledad , aun que ella ya me embriagaba demasiado con su falso perfume. llegué por fin al punto en el que no podía avanzar más, las aguas estancadas del pantano aun que poco profundas se habían vuelto con el invierno más peligrosas. Un paso en falso y podía morir congelada entre agua hedionda y hielo. miré el paisaje desolado y solitario, tan solitario que me parecio tener cierta complicidad con él. No había una escena mejor cualificada para describir mi estadoen aquel momento. Mi vida, había cobrado en días la misma funcio que cumplia el pantano.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 31/08/2010
Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Sus palabras acariciaban mis sentidos, mientras que su mano cálida como siempre lo había sido, se había introducido en el agua y acariciaba cada recoveco de mi cuerpo, como si aquello era lo único que había anhelado desde la última vez que nos vimos. Sentí como mi corazón se aceleraba y casi se salía del pecho, no tanto por la atracción física que sentía por él como por todos aquellos sentimientos que me enloquecían por completo. Quise besar sus labios, pero me pareció que en aquel momento no era dueña de mi cuerpo, más bien él era dueño de mi cuerpo. Apenas podía moverme por efecto que él tenía sobre mi. Sus caricias eran como un tranquilizante para las bestias mas feroces, sus palabras era como estar entre ángeles con sus arpas, en una nube mullida de amor, calor, pasión.
Miré sus ojos, tan intensos como siempre y dentro de aquella bañera creí perder la razón. Pensaba una y otra vez en las cosas que más me gustaban de él, el miedo que sentía y las ganas que tenía de estar a su lado. Me parecía que todo lo demás se había esfumado y que solo estábamos nosotros dos, en medio de un paisaje oscuro, sin mobiliario, sin gente. Solos. Él y yo.
Pero lo bueno era demasiado breve. Y esta vez no me quedé satisfecha con las migajas de felicidad que me parecía estar recibiendo en aquel momento. Le miré extrañada por sus palabras, perpleja ante el cambio brusco que estaba teniendo la noche. Sacudí la cabeza, no tanto por la sorpresa que me había provocado el cambio en su comportamiento como por desaprobar todo lo que el decía. Le miré desde la bañera aún, observando cada uno de sus pasos y sus movimientos. Hasta que de nuevo estuvo a mi lado en la bañera y cortó la palma de la mano con aquella navaja. Quise gritar y pedirle explicaciones, pero me encontraba demasiado perpleja como para poder hacer nada.
Pero afortunada, o desgraciadamente, no hizo falta que mi mente preguntara que intentaba hacer. Las respuestas vinieron solas como una flecha envenenada que fue directa a mi pecho. Me levanté corriendo de la bañera, el agua formó charcos a su alrededor y salí lo más rápido que pude, con los ojos llenos de lagrimas. No iba a permitir que se marchara. Esta vez no...No se donde saqué las fuerzas, ni como atravesé en tan poco tiempo la estancia. Pero allí me hallaba. Entre el y la puerta, con mi espalda desnuda y mojada apoyada en la puerta y con la mano derecha sobre la suya que aún sujetaba el pomo de la puerta.
-No vas a ir a ningún lado si no voy yo también. Lo siento Emhyr. Pero estoy dispuesta a correr el riesgo, lo que no puedes pedirme es que vuelva a separarme de ti. Eso es como pedirle a Dios que no nos perdone por lo que hacemos en vida. Como pedirle a un pintor que queme sus cuadros. como pedirle a un enamorado de la vida que se suicide, o como pedirle a un preso que no añore la libertad.- Hablaba en un tono decidido, casi autoritario.
-No puedes pedirme que me quede aquí, sola otra vez, con la incertidumbre de si vas a volver o no, o de si sigues con vida o no.- Desplacé la mano derecha por su brazo hasta ponerla en su mejilla.- No eres un monstruo Emhyr, sigues siendo tu. Y no vas a hacer nada para que cambie mi opinión. Tu corazón sigue latiendo- dije desplazando de nuevo la mano hasta su pecho.- Y aun que creas que no, solo eres un cachorro asustado. No eres diferente de un perro callejero que teme a los humanos por haberle maltratado toda su vida.Tampoco eres diferente a mi. Puedes pensar y sentir. mientras tengas uso de razón y escuches a tu corazón se que no serás un monstruo. Si no confías en ti al menos confía en mi. Y si sale por esa puerta, solo dios y yo sabemos lo que soy capaz de hacer para salir de aquí y seguirte. Así que piensatelo dos veces: Marchas conmigo o te expones otra vez a que me ponga yo misma en peligro.Y si, es una amenaza, si es lo que estás pensando ahora mismo.
Podía palpar los segundos que pasaban en silencio. Esperando a que él hiciera o dijera algo. aun que no sabía si quería escucharlo.
Miré sus ojos, tan intensos como siempre y dentro de aquella bañera creí perder la razón. Pensaba una y otra vez en las cosas que más me gustaban de él, el miedo que sentía y las ganas que tenía de estar a su lado. Me parecía que todo lo demás se había esfumado y que solo estábamos nosotros dos, en medio de un paisaje oscuro, sin mobiliario, sin gente. Solos. Él y yo.
Pero lo bueno era demasiado breve. Y esta vez no me quedé satisfecha con las migajas de felicidad que me parecía estar recibiendo en aquel momento. Le miré extrañada por sus palabras, perpleja ante el cambio brusco que estaba teniendo la noche. Sacudí la cabeza, no tanto por la sorpresa que me había provocado el cambio en su comportamiento como por desaprobar todo lo que el decía. Le miré desde la bañera aún, observando cada uno de sus pasos y sus movimientos. Hasta que de nuevo estuvo a mi lado en la bañera y cortó la palma de la mano con aquella navaja. Quise gritar y pedirle explicaciones, pero me encontraba demasiado perpleja como para poder hacer nada.
Pero afortunada, o desgraciadamente, no hizo falta que mi mente preguntara que intentaba hacer. Las respuestas vinieron solas como una flecha envenenada que fue directa a mi pecho. Me levanté corriendo de la bañera, el agua formó charcos a su alrededor y salí lo más rápido que pude, con los ojos llenos de lagrimas. No iba a permitir que se marchara. Esta vez no...No se donde saqué las fuerzas, ni como atravesé en tan poco tiempo la estancia. Pero allí me hallaba. Entre el y la puerta, con mi espalda desnuda y mojada apoyada en la puerta y con la mano derecha sobre la suya que aún sujetaba el pomo de la puerta.
-No vas a ir a ningún lado si no voy yo también. Lo siento Emhyr. Pero estoy dispuesta a correr el riesgo, lo que no puedes pedirme es que vuelva a separarme de ti. Eso es como pedirle a Dios que no nos perdone por lo que hacemos en vida. Como pedirle a un pintor que queme sus cuadros. como pedirle a un enamorado de la vida que se suicide, o como pedirle a un preso que no añore la libertad.- Hablaba en un tono decidido, casi autoritario.
-No puedes pedirme que me quede aquí, sola otra vez, con la incertidumbre de si vas a volver o no, o de si sigues con vida o no.- Desplacé la mano derecha por su brazo hasta ponerla en su mejilla.- No eres un monstruo Emhyr, sigues siendo tu. Y no vas a hacer nada para que cambie mi opinión. Tu corazón sigue latiendo- dije desplazando de nuevo la mano hasta su pecho.- Y aun que creas que no, solo eres un cachorro asustado. No eres diferente de un perro callejero que teme a los humanos por haberle maltratado toda su vida.Tampoco eres diferente a mi. Puedes pensar y sentir. mientras tengas uso de razón y escuches a tu corazón se que no serás un monstruo. Si no confías en ti al menos confía en mi. Y si sale por esa puerta, solo dios y yo sabemos lo que soy capaz de hacer para salir de aquí y seguirte. Así que piensatelo dos veces: Marchas conmigo o te expones otra vez a que me ponga yo misma en peligro.Y si, es una amenaza, si es lo que estás pensando ahora mismo.
Podía palpar los segundos que pasaban en silencio. Esperando a que él hiciera o dijera algo. aun que no sabía si quería escucharlo.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 31/08/2010
Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Su mano había tocado el pomo, no había mirado hacia atrás para no volver a verla, pero en cuando su rostro se alzó abriendo la puerta sus ojos ahora dorados se cruzaron con los de ella. Nimue había salido de la bañera, y se había colocado contra la puerta, mojada y desnuda impidiéndole su salida, no solo con su presencia, sino también con sus palabras.
Emhyr arrugaba la nariz, la mano de ella continuaba sangrando con abundancia, aquel olor ferrero era tan... Emhyr no quiso pensar en aquello, intento no pensar en la sangre.
Nimue continuaba con su discurso con aquellos ojos verdes, hermosos y llenos de lágrimas, Emhyr evito sus ojos no quería mirarlos directamente, le sumaban en la duda, pero ciertamente lo tenía bien claro. Debía de marcharse de allí, ahora mismo. Lo presentía con cada latido de su corazón el cual comenzaba a desbocarse con violencia dentro de su pecho, con cada sentir de que instinto innato que pinchaba su cabeza diciéndole que era el momento.
Una gota de sudor recorrió su nariz, su piel morena brillaba a causa del sudor que comenzaba a empaparla, su temperatura había subido notablemente.
-Nimue, no me hagas esto. ¡joder!
Emhyr, sentía su mano siendo conducida por la mejilla de ella y luego al pecho; su tono de voz, su actitud calmada se había alterado de un modo repentino. Él era una persona demasiada tranquila para perder los nervios, pero no eran nervios lo que perdía sino la razón. Su mano se aparto con violencia de su mejilla soltándola, sus ojos dorados se fijaron en los de ella, así su pupila se dilataba mostraba la agitación que en su interior se movía.
-¡¿Es qué no lo comprendes?! -Su tono de voz paso de alzarse a de nuevo ir aflojándose poco a poco, volviéndose débil. -No es que no confíe en ti, no confío en mí, que es muy diferente. He visto a mi Hacedora convertirse, he visto sus ojos, cuando la luna me ilumine, no te reconoceré, no sabre quien eres...
Su frase se cortó antes de terminarla, sus ojos por un instante no mostraron su brillo habitual, se apagaron de tal modo como si la razón y voluntad la hubiese perdido por un tiempo efímero. Estos ojos recorrieron el cuerpo desnudo dela joven sin tapujos, sintiendo en sus oídos el corazón de su compañera, su sangre recorrer todo su cuerpo, aquella sangre que emanaba de su piel... “Mmm... El olor de su piel..Huele tan...”
-Hueles... Tan bien... -Dijo de un modo incoherente con lo que antes hablaba, cuando hablo de su olor parecía estar saboreando más que opinando. -Si pudiera yo... -Emhyr mordió sus propios labios, como conteniéndose de algún modo, conteniendo alguna acción. De repente sus ojos volvieron a su lucidez anterior. Volvió a blasfemar, pero esta vez en su idioma. -No quería decir eso... No... No quiero decir que no huelas bien quiero decir...
De nuevo se interrumpió, su respiración se agitaba y el sudor no paraba de emanarse de su piel. Suspiró con fuerza de tal modo que parecía que el aire le había faltado por un momento.
-No vas hacer nada Nimue, me aseguraré que no hagas nada. -Emhyr camino hacia ella y tomándola por la cintura la alzó, Emhyr comenzó a pronunciar una unas palabras ilegibles, una clase de conjuro... -Si tengo que usar la fuerza, me veré obligado a...
No pudo terminar aquellas palabras, en la mitad de su camino por aquella sala, el sonido de un hueso quebrarse rompió sus palabras. Emhyr se silenció, y dejó a caer a Nimue de entre sus brazo. Sus rodillas golpearon el suelo, un quejido doloroso salió de entre sus labios.
De nuevo otro crujido que iba seguido de otro y otro...., Emhyr no pudo evitarlo y un grito rasgado salió del fondo de su garganta, retorcido se aferro a su propio cuerpo que doloroso comenzaba a sentir el cambio.
Emhyr arrugaba la nariz, la mano de ella continuaba sangrando con abundancia, aquel olor ferrero era tan... Emhyr no quiso pensar en aquello, intento no pensar en la sangre.
Nimue continuaba con su discurso con aquellos ojos verdes, hermosos y llenos de lágrimas, Emhyr evito sus ojos no quería mirarlos directamente, le sumaban en la duda, pero ciertamente lo tenía bien claro. Debía de marcharse de allí, ahora mismo. Lo presentía con cada latido de su corazón el cual comenzaba a desbocarse con violencia dentro de su pecho, con cada sentir de que instinto innato que pinchaba su cabeza diciéndole que era el momento.
Una gota de sudor recorrió su nariz, su piel morena brillaba a causa del sudor que comenzaba a empaparla, su temperatura había subido notablemente.
-Nimue, no me hagas esto. ¡joder!
Emhyr, sentía su mano siendo conducida por la mejilla de ella y luego al pecho; su tono de voz, su actitud calmada se había alterado de un modo repentino. Él era una persona demasiada tranquila para perder los nervios, pero no eran nervios lo que perdía sino la razón. Su mano se aparto con violencia de su mejilla soltándola, sus ojos dorados se fijaron en los de ella, así su pupila se dilataba mostraba la agitación que en su interior se movía.
-¡¿Es qué no lo comprendes?! -Su tono de voz paso de alzarse a de nuevo ir aflojándose poco a poco, volviéndose débil. -No es que no confíe en ti, no confío en mí, que es muy diferente. He visto a mi Hacedora convertirse, he visto sus ojos, cuando la luna me ilumine, no te reconoceré, no sabre quien eres...
Su frase se cortó antes de terminarla, sus ojos por un instante no mostraron su brillo habitual, se apagaron de tal modo como si la razón y voluntad la hubiese perdido por un tiempo efímero. Estos ojos recorrieron el cuerpo desnudo dela joven sin tapujos, sintiendo en sus oídos el corazón de su compañera, su sangre recorrer todo su cuerpo, aquella sangre que emanaba de su piel... “Mmm... El olor de su piel..Huele tan...”
-Hueles... Tan bien... -Dijo de un modo incoherente con lo que antes hablaba, cuando hablo de su olor parecía estar saboreando más que opinando. -Si pudiera yo... -Emhyr mordió sus propios labios, como conteniéndose de algún modo, conteniendo alguna acción. De repente sus ojos volvieron a su lucidez anterior. Volvió a blasfemar, pero esta vez en su idioma. -No quería decir eso... No... No quiero decir que no huelas bien quiero decir...
De nuevo se interrumpió, su respiración se agitaba y el sudor no paraba de emanarse de su piel. Suspiró con fuerza de tal modo que parecía que el aire le había faltado por un momento.
-No vas hacer nada Nimue, me aseguraré que no hagas nada. -Emhyr camino hacia ella y tomándola por la cintura la alzó, Emhyr comenzó a pronunciar una unas palabras ilegibles, una clase de conjuro... -Si tengo que usar la fuerza, me veré obligado a...
No pudo terminar aquellas palabras, en la mitad de su camino por aquella sala, el sonido de un hueso quebrarse rompió sus palabras. Emhyr se silenció, y dejó a caer a Nimue de entre sus brazo. Sus rodillas golpearon el suelo, un quejido doloroso salió de entre sus labios.
De nuevo otro crujido que iba seguido de otro y otro...., Emhyr no pudo evitarlo y un grito rasgado salió del fondo de su garganta, retorcido se aferro a su propio cuerpo que doloroso comenzaba a sentir el cambio.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 678
Fecha de inscripción : 31/07/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Imperturbable le miraba. Nada podría hacer que cambiara de opinión si no era la muerte. Escuché sus palabras, con un poco de miedo y desesperación al mismo tiempo. Aquellos arrebatos y cambios de humor lograban confundirme, pero en el fondo aquello era mucho que cualquier otra cosa. No estaba de acuerdo con aquellas palabras, sus palabras no tenían ningún sentido para mi. Confiaba en que él no me iba a hacer daño, confiaba en que él pudiera reconocerme, confiaba que no me dejaría jamás. Pero..¿Y si todo aquello eran ilusiones de una pobre adolescente que empezaba a navegar por las aguas agitadas del amor? ¿Y si yo misma me alimentaba de mis propias mentiras?
El miedo se apoderó de mi, pero imposible que bajo aquellos ojos el Emhyr del que me había enamorado se esfumara solo con la llegada de la luna llena. Y aún así, después volvería a ser él. No importaba el daño que pudiera hacerme, siempre que volviera a ser él. en el fondo sentía pena, una pena que me ahogaba y también una frustración que no me dejaba pensar.
-Emhyr... escúchame...- pero Emhyr ya no escuchaba, como si fuera una muñeca de trapo me cogió en brazos, sentí su cálida piel quemando la mía. Me sorprendí del cambio brusco de la temperatura de su cuerpo, pero lo olvidé por completo cuando Emhyr no tubo más remedio que soltarme y caí a su lado al suelo.
Me incorporé como pude, y le observé aterrorizada, sin poder articular palabra, mientras él se perdía en si mismo, mientras el dolor se apoderaba de su cuerpo, mientras que la razón se alejaba. Por un monto temí por mi vida. Y corrí en busca de aquella navaja que aferré con fuerza entre mis manos húmedas y temblorosas mientras que veía como la figura perfecta de Emhyr se iba desfigurando poco a poco.No sabía que pretendía hacer con ella, no iba a dañar a Emhyr, pero quizás si algo malo pasaba podría dañarme a mi misma. De eso modo creía que podría salvar el alma de Emhyr y también su conciencia. Pero ...¿a quien pretendía engañar? No podía en ese momento creerme ni mis propias mentiras. tiré aquella navaja ensangrentada con mi propia sangre. Y me senté lo más cerca de Emhyr que pude, justo a su lado mirando con los ojos abiertos de par en par como su cuerpo cambiaba.
Empecé a llorar y me llevé las manos a cara, balbuceaba su nombre sin cesar, no quería mirar como las cosas volvían a torcerse, pero tampoco podía irme y perderle de nuevo. A causa de ello la sangre que emanaba de mi mano mancho mi rostro y también mi cuello. Fuera aquel ruido se hizo muchísimo más audible pero yo a penas le había prestado atención. empecé a templar, aun que no se si de frío o de miedo.
-Emhyr...- sabía que él también sufría con esto, en aquel momento me reprochaba lo imprudente que había sido, debería haber confiado en él, haber dejado que se marchara a lindar con su soledad y con el mismo. Pero no podía....-Lo siento...lo siento- decía una y otra vez entre lágrimas mientras Emhyr gritaba.
Y ahora...¿Que iba a pasar? Solo el Destino sabía si mi vida terminaba allí, o si se afirmaban mis pensamientos respecto a él.
El miedo se apoderó de mi, pero imposible que bajo aquellos ojos el Emhyr del que me había enamorado se esfumara solo con la llegada de la luna llena. Y aún así, después volvería a ser él. No importaba el daño que pudiera hacerme, siempre que volviera a ser él. en el fondo sentía pena, una pena que me ahogaba y también una frustración que no me dejaba pensar.
-Emhyr... escúchame...- pero Emhyr ya no escuchaba, como si fuera una muñeca de trapo me cogió en brazos, sentí su cálida piel quemando la mía. Me sorprendí del cambio brusco de la temperatura de su cuerpo, pero lo olvidé por completo cuando Emhyr no tubo más remedio que soltarme y caí a su lado al suelo.
Me incorporé como pude, y le observé aterrorizada, sin poder articular palabra, mientras él se perdía en si mismo, mientras el dolor se apoderaba de su cuerpo, mientras que la razón se alejaba. Por un monto temí por mi vida. Y corrí en busca de aquella navaja que aferré con fuerza entre mis manos húmedas y temblorosas mientras que veía como la figura perfecta de Emhyr se iba desfigurando poco a poco.No sabía que pretendía hacer con ella, no iba a dañar a Emhyr, pero quizás si algo malo pasaba podría dañarme a mi misma. De eso modo creía que podría salvar el alma de Emhyr y también su conciencia. Pero ...¿a quien pretendía engañar? No podía en ese momento creerme ni mis propias mentiras. tiré aquella navaja ensangrentada con mi propia sangre. Y me senté lo más cerca de Emhyr que pude, justo a su lado mirando con los ojos abiertos de par en par como su cuerpo cambiaba.
Empecé a llorar y me llevé las manos a cara, balbuceaba su nombre sin cesar, no quería mirar como las cosas volvían a torcerse, pero tampoco podía irme y perderle de nuevo. A causa de ello la sangre que emanaba de mi mano mancho mi rostro y también mi cuello. Fuera aquel ruido se hizo muchísimo más audible pero yo a penas le había prestado atención. empecé a templar, aun que no se si de frío o de miedo.
-Emhyr...- sabía que él también sufría con esto, en aquel momento me reprochaba lo imprudente que había sido, debería haber confiado en él, haber dejado que se marchara a lindar con su soledad y con el mismo. Pero no podía....-Lo siento...lo siento- decía una y otra vez entre lágrimas mientras Emhyr gritaba.
Y ahora...¿Que iba a pasar? Solo el Destino sabía si mi vida terminaba allí, o si se afirmaban mis pensamientos respecto a él.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 31/08/2010
Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Insoportable se volvía el dolor, con cada crujido de sus huesos cambiantes. A Emhyr le recordó al instante en que el veneno del hombre lobo había penetrado en sus venas haciéndolas arder por todo su cuerpo, pero aquel dolor de una intensidad similar, no era comparable ya que aquello era más externo que interno, además había que añadir como su conciencia quedaba nublada por una nueva que quería hacerse con él.
Otro grito desgarrado, y aquella lucha por alcanzar el exterior, arrastrándose hacia la puerta. Buscando al vía de escape, arrepentido por no haber cruzado la puerta hacia unos minutos, arrepentido por haber dudado ante las palabras de ella ¿tanto temía de algún modo perderla que hacía caso a sus palabras a pesar de que ella era...? ¿Cómo decía? ¿Demasiado joven? Si, Emhyr siempre le decía aquello apelando a la experiencia que le faltaba a su compañera, siempre le había dicho “eres demasiado joven”.
Lejanas quedaban ya las palabras de Nimue, él podía sentirla a su lado, su voz, los latidos inquietos y preocupados de su corazón, y... Y ese olor... ¡Arrggg, Emhyr no pienses en ese olor, no vas a probarla! Pero... La idea de desgarrar su piel, penetrar entre sus huesos y quebrarlos, sentir el sabor de su sangre entre sus dientes era tan atractivo, tan excitante. ¡Olvidalo! La puerta esta cerca, su seguridad esta en cuanto alcance el exterior.
Sus pensamientos se contradecían por si mismo, Emhyr había amado la sensación que le había proporcionado en aquellos días anteriores aquel animal que había nacido en su interior. De algun modo le había dejado desatar sus deseos, invadir su propia consciencia, a pesar de que aquellos cambios le había metido en algún que otro lió dentro de la ciudad, pero ahora, sentía miedo. Ahora intentaba refrenar temporalmente a aquel instinto, pero ¿cómo? Nunca lo había intentando y la luna tenía demasiado influencia. ¡Venga Emhyr! ¡Vamos! Una mano sobre otra, ¡alzate! una pequeña carrera y estarás rodeado de la alba nieve, tú fuera y ella dentro de aquella casa, segura hasta el amanecer.
Por un instante pudo escuchar las disculpas de Nimue, parecía arrepentida, verdaderamente arrepentida. Si ella le hubiese escuchado.
Otro grito que agotaba a sus pulmones, los crujidos había cesado aquello era tan lento ¿por qué? El dolor era insoportable, pero aquella era su pequeña oportunidad.
-¡Largo! -Pudo pronunciar en aquel pequeño momento de descanso, mientras tomaba el aire con ansias y esfuerzo ante el cansancio que causaba el dolor del cambio. -¡Cierra la puerta!
La oportunidad fue aprovechada, y Emhyr dejando de arrastrase, impulsado se alzo recorriendo la estancia, casi tropezando con la puerta cuando la abrió, cayendo derrumbado sobre la nieve. No sabía de donde, pero había sacado fuerza suficiente para alcanzar su objetivo. Otro crujido, y ahora... ¡Dios otro grito! La piel le ardía, su piel se deshacía cayendo sobre la nieve descubriendo un manto de cabello castaño rojizo, los tatuajes desaparecían y Emhyr entre sus manos ocultaba su rostro cambiante. Retorcido y encogido sobre sí mismo, se dejo llevar en espasmos retorcidos.La conciencia voló y la mente de Emhyr no pudo soportarlo más, quedando ésta conciencia borrada.
Y el silencio se hizo... Y la calma invadió al paisaje exterior nevado e iluminado por la luna llena. Emhyr quedaba oculto entre las sombras, muy quieto... Demasiado...
Minutos que pasaba y Emhyr no se movía de aquel estado catatónico, ni un ápice... Pero, ahora no era un hombre de piel morena y rasgo orientales lo que había tumbado en aquella nieve, sino un enorme lobo, el cual tumbado, y en aquel estado inconsciente de vez en cuando arrugaba su hocico gruñendo... Como si se encontrase durmiendo y teniendo alguna clase de pesadilla...
Otro grito desgarrado, y aquella lucha por alcanzar el exterior, arrastrándose hacia la puerta. Buscando al vía de escape, arrepentido por no haber cruzado la puerta hacia unos minutos, arrepentido por haber dudado ante las palabras de ella ¿tanto temía de algún modo perderla que hacía caso a sus palabras a pesar de que ella era...? ¿Cómo decía? ¿Demasiado joven? Si, Emhyr siempre le decía aquello apelando a la experiencia que le faltaba a su compañera, siempre le había dicho “eres demasiado joven”.
Lejanas quedaban ya las palabras de Nimue, él podía sentirla a su lado, su voz, los latidos inquietos y preocupados de su corazón, y... Y ese olor... ¡Arrggg, Emhyr no pienses en ese olor, no vas a probarla! Pero... La idea de desgarrar su piel, penetrar entre sus huesos y quebrarlos, sentir el sabor de su sangre entre sus dientes era tan atractivo, tan excitante. ¡Olvidalo! La puerta esta cerca, su seguridad esta en cuanto alcance el exterior.
Sus pensamientos se contradecían por si mismo, Emhyr había amado la sensación que le había proporcionado en aquellos días anteriores aquel animal que había nacido en su interior. De algun modo le había dejado desatar sus deseos, invadir su propia consciencia, a pesar de que aquellos cambios le había metido en algún que otro lió dentro de la ciudad, pero ahora, sentía miedo. Ahora intentaba refrenar temporalmente a aquel instinto, pero ¿cómo? Nunca lo había intentando y la luna tenía demasiado influencia. ¡Venga Emhyr! ¡Vamos! Una mano sobre otra, ¡alzate! una pequeña carrera y estarás rodeado de la alba nieve, tú fuera y ella dentro de aquella casa, segura hasta el amanecer.
Por un instante pudo escuchar las disculpas de Nimue, parecía arrepentida, verdaderamente arrepentida. Si ella le hubiese escuchado.
Otro grito que agotaba a sus pulmones, los crujidos había cesado aquello era tan lento ¿por qué? El dolor era insoportable, pero aquella era su pequeña oportunidad.
-¡Largo! -Pudo pronunciar en aquel pequeño momento de descanso, mientras tomaba el aire con ansias y esfuerzo ante el cansancio que causaba el dolor del cambio. -¡Cierra la puerta!
La oportunidad fue aprovechada, y Emhyr dejando de arrastrase, impulsado se alzo recorriendo la estancia, casi tropezando con la puerta cuando la abrió, cayendo derrumbado sobre la nieve. No sabía de donde, pero había sacado fuerza suficiente para alcanzar su objetivo. Otro crujido, y ahora... ¡Dios otro grito! La piel le ardía, su piel se deshacía cayendo sobre la nieve descubriendo un manto de cabello castaño rojizo, los tatuajes desaparecían y Emhyr entre sus manos ocultaba su rostro cambiante. Retorcido y encogido sobre sí mismo, se dejo llevar en espasmos retorcidos.La conciencia voló y la mente de Emhyr no pudo soportarlo más, quedando ésta conciencia borrada.
Y el silencio se hizo... Y la calma invadió al paisaje exterior nevado e iluminado por la luna llena. Emhyr quedaba oculto entre las sombras, muy quieto... Demasiado...
Minutos que pasaba y Emhyr no se movía de aquel estado catatónico, ni un ápice... Pero, ahora no era un hombre de piel morena y rasgo orientales lo que había tumbado en aquella nieve, sino un enorme lobo, el cual tumbado, y en aquel estado inconsciente de vez en cuando arrugaba su hocico gruñendo... Como si se encontrase durmiendo y teniendo alguna clase de pesadilla...
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Escuché sus palabras que resonaron en mi cabeza haciendo que de nuevo pudiera reaccionar, aun que de modo poco coherente y de nuevo seguramente me expondría al peligro del que él me había advertido. Me alcé lo más rápido que había podido y me acerqué a donde mis ropas estaban en aquel suelo frío. pero en vez de cogerlas y vestirme para salir de nuevo en busca de Emhyr las puse entre la puerta y la pared, de modo que si el viento o alguien intentara cerrar en ese momento la puerta no iba a poder cerrarla del todo. En una ráfaga de viento invernal me erizó la piel. Miré el exterior a tiempo de ver como lo que antes había sido el cuerpo de mi compañero se había transformado completamente.
Sentí el terror recorriendo mi cuerpo, no ver al lobo que había ahora en su lugar, si no al pensar que podía perderle de nuevo y no volver a encontrarle jamás. De forma impulsiva volví al interior de la casa mirando cada dos segundos la puerta para que esta no se cerrara. Me envolví en las mantas que cubiran la cama y antes de salir volví a coger aquella navaja con la que Emhyr había cortado mi mano.
Mis pies descalzos tocaron la nieve. Y mis ojos buscaron con desesperación al animal que en aquel momento me había robado lo que más quería en ese mundo. Pero solo se escuchaba el silencio, nada más que el silencio.
-¡Emhyr!- logré a gritar, entre sollozos de desesperación y miedo, pero no hubo respuesta alguna. Estaba dispuesta a recorrer todo aquel pantano, solo por buscar a la persona que me había robado la razón y la cordura. De modo que me encaminé en su busqueda, tiritando de frio envuelta bajo aquellas mantas de la cama del pabellón de caza.
Pero la búsqueda cada vez me cabreaba más puesto que Emhyr había desaparecido como si el viento se hubiera llevado las cenizas de una hoguera. Pronto mis fuerzas flaquearon y en medio de aquel pantano me derrumbé de nuevo en la soledad. ¿Por qué todo lo que había querido me lo arrebataban de una manera tan inhumana? De repente un estruendo mucho más fuerte resonó en los alrededores. En un principio me asusté,luego pensé que sería Emhyr, o el lobo en el que se había convertido. Pero luego entre la maleza del pantano apareció un niño, con el pelo sobre los hombros negro como la misma noche, su piel relucía a la luz de aquella luna redonda y magnifica. Sus ojos rojos brillaban como una llama, sus ropas se asemejaban a las de un payaso de circo.
-Arrodíllate.- dijo con una voz cariñosa pero al mismo tiempo espeluznante, parecía un loco salido del sanatorio mental. Mis rodillas se doblaron al mismo tiempo sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo. comprendí entonces que el peligro no iba a dejarme nunca de lado. El niño comenzó a dar saltos a mi alrededor. Volteretas, parecía feliz.- Pero que chica tan encantadora. ¡Y sola! ¡Aahahaha! ¡Sola, sola SOLA!- sus gritos eran estridentes.
El niño alzó una pierna y con un movimiento casi invertibles golpeó mi estomago con fuerza. Tanta fuerza que me pareció volar sobre el suelo unos centímetros. Caí sobre la nieve. pero pronto me di cuenta que había recuperado el control sobre mi propio cuerpo. Y empecé a correr lo más rápido que pude, tropezándome con mis propios pies. El niño me seguía con risas de diablo.
-¡DETENTE!- gritó tras de mi y de nuevo mi cuerpo se paró en seco y el niño se hizo visible frente a mi.- ¿Por qué te vas? Estoy perdido, solo quiero jugar...que me ayudes a buscar a mi mamá. ¡¿DÓNDE ESTA MI MADRE?!- puso una mano en el centro de mi vientre y con un solo empujón logró tirarme de nuevo al suelo.Su mano estaba helada, me hizo recordar aquellos cabellos rubios cubiertos de mugre, el mausoleo destrozado, las llamas nacidas de las manos de Emhyr. Comprendí. Me horroricé. El niño parecía disfrutar con el sufrimiento pues una sonrisa endiablada se dibujó en sus ojos dejando ver los perfectos y largos colmillos, tan blancos como su piel.
-¡No lo sé, no lo sé!- dije casi llorando de nuevo de puro pánico.- Dejame marchar, déjame...por favor...
Esta vez era el fin, lo presentía. ante todos los vampiros - más bien pocos- con lso que me había topado ninguno eran violento y tan agresivo como aquél. Siempre había salido viva debido a mi labia o a la prestación de mi ayuda,también gracias a personas como Emhyr, pero aquella vez nada iba a salvar mi alma. Cerré los ojos con fuerza, no quería presenciar el rostro de la muerte, en vez de eso pensé en Emhyr, en sus ojos castaños y en su piel morena, en su sonrisa radiante, en su transformación...
-Emhyr...-dije sintiendo como aquel niño había puesto su mano en mi cuello y me cortaba poco a poco la entrada del aire.
-¿A quien llamas? Así no se llama mi mamá...¡Ahahahaha!
Sentí el terror recorriendo mi cuerpo, no ver al lobo que había ahora en su lugar, si no al pensar que podía perderle de nuevo y no volver a encontrarle jamás. De forma impulsiva volví al interior de la casa mirando cada dos segundos la puerta para que esta no se cerrara. Me envolví en las mantas que cubiran la cama y antes de salir volví a coger aquella navaja con la que Emhyr había cortado mi mano.
Mis pies descalzos tocaron la nieve. Y mis ojos buscaron con desesperación al animal que en aquel momento me había robado lo que más quería en ese mundo. Pero solo se escuchaba el silencio, nada más que el silencio.
-¡Emhyr!- logré a gritar, entre sollozos de desesperación y miedo, pero no hubo respuesta alguna. Estaba dispuesta a recorrer todo aquel pantano, solo por buscar a la persona que me había robado la razón y la cordura. De modo que me encaminé en su busqueda, tiritando de frio envuelta bajo aquellas mantas de la cama del pabellón de caza.
Pero la búsqueda cada vez me cabreaba más puesto que Emhyr había desaparecido como si el viento se hubiera llevado las cenizas de una hoguera. Pronto mis fuerzas flaquearon y en medio de aquel pantano me derrumbé de nuevo en la soledad. ¿Por qué todo lo que había querido me lo arrebataban de una manera tan inhumana? De repente un estruendo mucho más fuerte resonó en los alrededores. En un principio me asusté,luego pensé que sería Emhyr, o el lobo en el que se había convertido. Pero luego entre la maleza del pantano apareció un niño, con el pelo sobre los hombros negro como la misma noche, su piel relucía a la luz de aquella luna redonda y magnifica. Sus ojos rojos brillaban como una llama, sus ropas se asemejaban a las de un payaso de circo.
-Arrodíllate.- dijo con una voz cariñosa pero al mismo tiempo espeluznante, parecía un loco salido del sanatorio mental. Mis rodillas se doblaron al mismo tiempo sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo. comprendí entonces que el peligro no iba a dejarme nunca de lado. El niño comenzó a dar saltos a mi alrededor. Volteretas, parecía feliz.- Pero que chica tan encantadora. ¡Y sola! ¡Aahahaha! ¡Sola, sola SOLA!- sus gritos eran estridentes.
El niño alzó una pierna y con un movimiento casi invertibles golpeó mi estomago con fuerza. Tanta fuerza que me pareció volar sobre el suelo unos centímetros. Caí sobre la nieve. pero pronto me di cuenta que había recuperado el control sobre mi propio cuerpo. Y empecé a correr lo más rápido que pude, tropezándome con mis propios pies. El niño me seguía con risas de diablo.
-¡DETENTE!- gritó tras de mi y de nuevo mi cuerpo se paró en seco y el niño se hizo visible frente a mi.- ¿Por qué te vas? Estoy perdido, solo quiero jugar...que me ayudes a buscar a mi mamá. ¡¿DÓNDE ESTA MI MADRE?!- puso una mano en el centro de mi vientre y con un solo empujón logró tirarme de nuevo al suelo.Su mano estaba helada, me hizo recordar aquellos cabellos rubios cubiertos de mugre, el mausoleo destrozado, las llamas nacidas de las manos de Emhyr. Comprendí. Me horroricé. El niño parecía disfrutar con el sufrimiento pues una sonrisa endiablada se dibujó en sus ojos dejando ver los perfectos y largos colmillos, tan blancos como su piel.
-¡No lo sé, no lo sé!- dije casi llorando de nuevo de puro pánico.- Dejame marchar, déjame...por favor...
Esta vez era el fin, lo presentía. ante todos los vampiros - más bien pocos- con lso que me había topado ninguno eran violento y tan agresivo como aquél. Siempre había salido viva debido a mi labia o a la prestación de mi ayuda,también gracias a personas como Emhyr, pero aquella vez nada iba a salvar mi alma. Cerré los ojos con fuerza, no quería presenciar el rostro de la muerte, en vez de eso pensé en Emhyr, en sus ojos castaños y en su piel morena, en su sonrisa radiante, en su transformación...
-Emhyr...-dije sintiendo como aquel niño había puesto su mano en mi cuello y me cortaba poco a poco la entrada del aire.
-¿A quien llamas? Así no se llama mi mamá...¡Ahahahaha!
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Sus ojos dorados se abrieron de par en par, y un salto casi instantáneo hizo que el enorme lobo que ahora sustituía a Emhyr se pusiera de pie, y se tambalease en cuanto sus cuatro patas apoyasen todo el peso de su gran cuerpo.
El vaho era exhalado por su hocico, el cual de vez en cuando se arrugaba emitiendo otro feroz gruñido, no agresivo, sino más bien confuso.
Si su físico como humano descubría el hecho de que éste fuese extranjero, su aspecto cánido no quedaba atrás respecto a ésto. Un lobo normal en occidente sería más robusto con más cantidad de pelo, pero éste no, más flexible que robusto, un hocico alargado y orejas grandes, como los cánidos del desierto y un pelaje menos espeso, más áspero. Y a pesar de que sus rasgos orientales no le dejaban ni en su forma lobuna, sus ojos muy humanos continuaba reflejando el exotismo de su dueño.
Su rostro se dirigió a la puerta donde Nimue se situaba, donde el frío penetraba; las orejas gachas del animal se levantaron con atención, y la mirada primeriza a la cabaña quedo atrás. Emhyr parecía haber escuchado un ruido lejano, ya que sus ojos se dirigieron al fondo del aquel pantano y su hocico antes arrugado olisqueaba a su alrededor.
En la noche y junto a la nieve la carrera comenzó, y el enorme lobo de cabellos castaños rojizos desapareció entre los árboles.
En un lado de su mente, Emhyr estaba en aquel cuerpo de animal, en algún lugar de su conciencia, su parte humana no se resistía ante aquel que le había poseído. La sensación de libertad, de dejarse llevar hacía que la razón se nublase por completo, el Emhyr que antes pensaba demasiado, el observador y meditativo, no estaba allí, ahora mismo estaba aquel instintivo, aquel movido por la necesidad y la ferocidad... Ya ahora mismo por el estómago vacío.
Un mamífero indefenso, un simple venado, era lo que había atraído al enorme lobo con alma humana al fondo de aquel bosque, todo fue demasiado rápido, ni acecho a su víctima ya que éste estaba seguro de su victoria, y en un abrir y cerrar de ojos su estómago estaba en parte saciado y sus canino y pelaje manchado de su sangre pero...
¡Otro olor! Un olor más sabroso, más atrayente que el de aquel pequeño mamífero.
Sus picudas orejas se levantaron con atención, su lengua colgaba jadeante y su mirada excitada se dirigió hacia el olor. Árboles que dejaba atrás, ramas que arañaban su espeso pelaje, la nieve que se levantaba bajo sus patas, humedeciéndolas. ¡Ahí ésta! El olor...
Acechante entre la espesura, con las orejas gachas, no se lo pensó ni dos veces cuando de nuevo fue a atacar a su víctima... Esta vez humana.
¡Buag, esto no es carne ni sangre! Si exactamente, aquello que sus fauces habían arrancado no era sino, parte del cabello rojizo de Nimue, Emhyr no la reconoció, solo la veía como un sabroso bocado que había olido desde lo lejos.
De repente aquel lobo se dio cuenta de un pequeño detalle en cuanto había atacado a su victima, que no solo había conseguido derribarla a ella, sino algo más frío y pequeño, de un olor desagradable había caído junto a ella, y ahora... Sus deditos se habían aferrado con fuerza en su pelaje.
Un simple rival con el que competir por su comida, Emhyr mostró sus largos colmillos con gesto furiosos, al sentir el tirón de aquel pequeño inmortal. Sus orejas gachas daban señal del ataque, ahora mismo para él solo era un estorbo, no era nada comparado con él, porque para el licaón, no había rival, o al menos era lo que él pensaba.
El vaho era exhalado por su hocico, el cual de vez en cuando se arrugaba emitiendo otro feroz gruñido, no agresivo, sino más bien confuso.
Si su físico como humano descubría el hecho de que éste fuese extranjero, su aspecto cánido no quedaba atrás respecto a ésto. Un lobo normal en occidente sería más robusto con más cantidad de pelo, pero éste no, más flexible que robusto, un hocico alargado y orejas grandes, como los cánidos del desierto y un pelaje menos espeso, más áspero. Y a pesar de que sus rasgos orientales no le dejaban ni en su forma lobuna, sus ojos muy humanos continuaba reflejando el exotismo de su dueño.
Su rostro se dirigió a la puerta donde Nimue se situaba, donde el frío penetraba; las orejas gachas del animal se levantaron con atención, y la mirada primeriza a la cabaña quedo atrás. Emhyr parecía haber escuchado un ruido lejano, ya que sus ojos se dirigieron al fondo del aquel pantano y su hocico antes arrugado olisqueaba a su alrededor.
En la noche y junto a la nieve la carrera comenzó, y el enorme lobo de cabellos castaños rojizos desapareció entre los árboles.
En un lado de su mente, Emhyr estaba en aquel cuerpo de animal, en algún lugar de su conciencia, su parte humana no se resistía ante aquel que le había poseído. La sensación de libertad, de dejarse llevar hacía que la razón se nublase por completo, el Emhyr que antes pensaba demasiado, el observador y meditativo, no estaba allí, ahora mismo estaba aquel instintivo, aquel movido por la necesidad y la ferocidad... Ya ahora mismo por el estómago vacío.
Un mamífero indefenso, un simple venado, era lo que había atraído al enorme lobo con alma humana al fondo de aquel bosque, todo fue demasiado rápido, ni acecho a su víctima ya que éste estaba seguro de su victoria, y en un abrir y cerrar de ojos su estómago estaba en parte saciado y sus canino y pelaje manchado de su sangre pero...
¡Otro olor! Un olor más sabroso, más atrayente que el de aquel pequeño mamífero.
Sus picudas orejas se levantaron con atención, su lengua colgaba jadeante y su mirada excitada se dirigió hacia el olor. Árboles que dejaba atrás, ramas que arañaban su espeso pelaje, la nieve que se levantaba bajo sus patas, humedeciéndolas. ¡Ahí ésta! El olor...
Acechante entre la espesura, con las orejas gachas, no se lo pensó ni dos veces cuando de nuevo fue a atacar a su víctima... Esta vez humana.
¡Buag, esto no es carne ni sangre! Si exactamente, aquello que sus fauces habían arrancado no era sino, parte del cabello rojizo de Nimue, Emhyr no la reconoció, solo la veía como un sabroso bocado que había olido desde lo lejos.
De repente aquel lobo se dio cuenta de un pequeño detalle en cuanto había atacado a su victima, que no solo había conseguido derribarla a ella, sino algo más frío y pequeño, de un olor desagradable había caído junto a ella, y ahora... Sus deditos se habían aferrado con fuerza en su pelaje.
Un simple rival con el que competir por su comida, Emhyr mostró sus largos colmillos con gesto furiosos, al sentir el tirón de aquel pequeño inmortal. Sus orejas gachas daban señal del ataque, ahora mismo para él solo era un estorbo, no era nada comparado con él, porque para el licaón, no había rival, o al menos era lo que él pensaba.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Pero la muerte no vino en aquel momenot, y quizás era lo que más deseaba y lo más lógico querer en aquella situación. La mano de aquel vampiro joven e impulsivo no soltaba la presa que había formado alrededor de mi cuello. Parecía que nada iba a hacer que cambiara de opinión. Esa oche él quería darme la muerte. Por un lado lo acepté pero por otro lado quería volver a ver a aquella persona que tanto me había marcado en la vida.
Apenas logré visualizar su rostro , la presión que el vampiro ejercía sobre mi cuello no solo me quitaba el aire, también la conciencia. Sentí como mis pies se elevaban unos centímetros sobre el suelo y los colmillos afilados parecieron más largos de lo normal, tintineaban con la luz de la luna llena. Sus colmillos afilados rozaron mi piel de una forma bastante superficial. No sentí dolor, tampoco miedo. Solo frío. No entendía porque el joven vampiro había detenido su acción antes de completarla. Pero la duda me quedo resuelta cuando algo que sin duda, poseía muchas fuerza que el inmortal arrancó parte de mi largo cabello. Grité de dolor, un grito demasiado estridente y profundo.
El vampiro no tuvo más remedio que soltarme, pues aquel lobo tan particular se había abalanzado sobre él. Dispuesto a arrebatale lo único que poseía: la vida eterna. Instintivamente, llevé mis mano a la cabeza y sujeté con fuerza allí donde más cabellos se habían desprendido. Ahora no solo estaba perpleja, también me sobrecogió un dolor de cabeza terrible y un miedo incontrolable. Con la mirada borrosa observé como el pequeño vampiro luchaba por su vida, intentaba incarle aquellos magníficos colmillos plateados en el cuello del lobo. El sonido que producía al intentar derribarle parecía como si todas las casas de París se hubieran derrumbado.
Horroriraza, miré como aquel vampiro hundía sus manos en el pelaje del lobo y arrancaba de cuajo una gran cantidad de su pelo. Pero no debía preocuparme en ese momento de quien tenía o no más fuerza, pues de algo estaba segura: en cuanto hubiera un vencedor, la siguiente victima sería yo.
Me levanté del suelo helado lo más rápido que pude y volví a envolver mi cuerpo desnudo con las mantas que habían caía a mi lado. Aun que a decir verdad en ese momento en lo único que pensaba era en correr, correr con todas mis fuerzas. Pasé por al lado de los dos combatientes lo más rápido que pude. El pequeño inmortal intentó correr detrás de mi pero su oponente apenas le dejaba fijarse en algo que no fueran sus garras y su ferocidad. Me paré un instante y me dio tiempo a sentir arrepentimiento. Aquello indirectamente lo había causado yo con mis ilusiones y mi despreocupación, por tomarme a la ligera las advertencias de ese hombre que ahora se había transformado en una bestia.
Corrí entre los arboles del pantano de nuevo, pasando varias veces por el mismo lugar , atraída quizás por las ganas de intervenir en la lucha y salvar a ese lobo que incluso con su ferocidad hacía que me estremeciera de amor. Pero no podía permitir ponerme en peligro, ni a mi ni a él. Confiaba en que su nuevo aspecto le diera más fuerza de la necesaria y más sentido común del que poseía, aun que de esto último no estaba muy segura.
Por un instante los insistentes gruñidos habían dejado de sonar en el pantano. A lo lejos pude vislumbrar la entrada de aquél pabellón que ahora se me antojaba demasiado macabro. Debía llegar. Esconderme, estaría a salvo si el sol salía de nuevo. aun que también podía intentar hacer una intervención triunfal en la batalla que parecía haberse reanudado. Opté por salvar mi vida y en el peor de los casos vengar a Emhyr a su debido momento. Casi sin aliento entré en el pabellón y busqué algo con lo que hacer una fogata, las telas y la madera de una silla que se encontraba allí la tiré delante de la puerta del pabellón y pronto las llamas se hicieron tan altas como yo misma. El vampiro no podía pasar por ahí sin debilitarse.
-¿Dónde estás las malditas armas? ¡Se supone que es un pabellón de caza! ¿Dónde están?- comencé a rebuscar en todos los recovecos posibles, hasta que encontré una escopeta demasiado desgastada como para funcionar.Corrí de nuevo a la puerta y la cerré con fuerza, quitando antes los trapos que había puesto para que no se cerrara.Me apalanqué en un rincón de la estancia, con la escopeta entre las manos ensangrentadas, muerta de dolor y de miedo, de desesperación y de anhelo.
Solo pensaba en Emhyr...¿Estaría a salvo?
Apenas logré visualizar su rostro , la presión que el vampiro ejercía sobre mi cuello no solo me quitaba el aire, también la conciencia. Sentí como mis pies se elevaban unos centímetros sobre el suelo y los colmillos afilados parecieron más largos de lo normal, tintineaban con la luz de la luna llena. Sus colmillos afilados rozaron mi piel de una forma bastante superficial. No sentí dolor, tampoco miedo. Solo frío. No entendía porque el joven vampiro había detenido su acción antes de completarla. Pero la duda me quedo resuelta cuando algo que sin duda, poseía muchas fuerza que el inmortal arrancó parte de mi largo cabello. Grité de dolor, un grito demasiado estridente y profundo.
El vampiro no tuvo más remedio que soltarme, pues aquel lobo tan particular se había abalanzado sobre él. Dispuesto a arrebatale lo único que poseía: la vida eterna. Instintivamente, llevé mis mano a la cabeza y sujeté con fuerza allí donde más cabellos se habían desprendido. Ahora no solo estaba perpleja, también me sobrecogió un dolor de cabeza terrible y un miedo incontrolable. Con la mirada borrosa observé como el pequeño vampiro luchaba por su vida, intentaba incarle aquellos magníficos colmillos plateados en el cuello del lobo. El sonido que producía al intentar derribarle parecía como si todas las casas de París se hubieran derrumbado.
Horroriraza, miré como aquel vampiro hundía sus manos en el pelaje del lobo y arrancaba de cuajo una gran cantidad de su pelo. Pero no debía preocuparme en ese momento de quien tenía o no más fuerza, pues de algo estaba segura: en cuanto hubiera un vencedor, la siguiente victima sería yo.
Me levanté del suelo helado lo más rápido que pude y volví a envolver mi cuerpo desnudo con las mantas que habían caía a mi lado. Aun que a decir verdad en ese momento en lo único que pensaba era en correr, correr con todas mis fuerzas. Pasé por al lado de los dos combatientes lo más rápido que pude. El pequeño inmortal intentó correr detrás de mi pero su oponente apenas le dejaba fijarse en algo que no fueran sus garras y su ferocidad. Me paré un instante y me dio tiempo a sentir arrepentimiento. Aquello indirectamente lo había causado yo con mis ilusiones y mi despreocupación, por tomarme a la ligera las advertencias de ese hombre que ahora se había transformado en una bestia.
Corrí entre los arboles del pantano de nuevo, pasando varias veces por el mismo lugar , atraída quizás por las ganas de intervenir en la lucha y salvar a ese lobo que incluso con su ferocidad hacía que me estremeciera de amor. Pero no podía permitir ponerme en peligro, ni a mi ni a él. Confiaba en que su nuevo aspecto le diera más fuerza de la necesaria y más sentido común del que poseía, aun que de esto último no estaba muy segura.
Por un instante los insistentes gruñidos habían dejado de sonar en el pantano. A lo lejos pude vislumbrar la entrada de aquél pabellón que ahora se me antojaba demasiado macabro. Debía llegar. Esconderme, estaría a salvo si el sol salía de nuevo. aun que también podía intentar hacer una intervención triunfal en la batalla que parecía haberse reanudado. Opté por salvar mi vida y en el peor de los casos vengar a Emhyr a su debido momento. Casi sin aliento entré en el pabellón y busqué algo con lo que hacer una fogata, las telas y la madera de una silla que se encontraba allí la tiré delante de la puerta del pabellón y pronto las llamas se hicieron tan altas como yo misma. El vampiro no podía pasar por ahí sin debilitarse.
-¿Dónde estás las malditas armas? ¡Se supone que es un pabellón de caza! ¿Dónde están?- comencé a rebuscar en todos los recovecos posibles, hasta que encontré una escopeta demasiado desgastada como para funcionar.Corrí de nuevo a la puerta y la cerré con fuerza, quitando antes los trapos que había puesto para que no se cerrara.Me apalanqué en un rincón de la estancia, con la escopeta entre las manos ensangrentadas, muerta de dolor y de miedo, de desesperación y de anhelo.
Solo pensaba en Emhyr...¿Estaría a salvo?
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Los colmillos quedaron hundidos en la fría carne, y algo más dura de lo normal, de aquella pequeña criatura a la que había atacado, un rival por el que luchar, ya que en éste combate se jugaban la comida, una comida que a Emhyr le pareció de un olor demasiado sabroso para dejar escapar, incluso más que aquel pequeño venado que había devorado sin demora.
No sabía como era posible que algo tan pequeño tuviese tantísima fuerza, la lógica que ahora la bestia que poseía al turco, le decía, que algo pequeño debía de tener menos fuerza que algo de mayor tamaño. Retorciéndose en aquel abrazo mortal en el que ahora estaba a causa de los fuertes brazos que rodeaban su peludo cuello, por un instante, le hizo pensar en la posible derrota. ¡Espera un momento! ¿Pensar? Hacía unas horas que había dejado atrás el pensamiento y la conciencia humana en un rincón oscuro de su mente, ¿ahora pensaba? ¿Reflexionaba? Si, de algún modo el instinto estaba apagándose poco a poco y el animal de su interior quedaba exhausto en su primer plenilunio, ¿Tan poca resistencia poseía su mente cánida respecto a la humana que ahora decaía? ¿Tan rápido había pasado el tiempo, la noche?
Emhyr por un instante fue consciente que aquel cuerpo era suyo, que ahora tenía aquella monstruosa forma, y que poco a poco se quedaba sin aire a causa de aquel abrazo asfixiante. Su furia se había calmado repentina, y lo peor de todo, solo ella estaba siendo capaz de salvarle de aquella situación escabrosa.
Aullidos ahogados, gruñidos pronunciados y sus patas no paraban de moverse, intentando tocar la tierra, la cual no alcanzaba. Un esfuerzo más y sus patas rozaron el suelo, así sus uñas quedaron clavadas en la nieve húmeda… ¡Venga un esfuerzo más y lo conseguimos! Emhyr notaba sus fuerzas lobunas menguar pero continuaba intentándolo, hasta que de algún modo y sin saber de donde había sacado la fuerzas consiguió tumbar al pequeño inmortal así aprovechando el peso de su cuerpo para desatarse de aquellos brazos asfixiantes.
Un abrir y cerrar de ojos, y no solo entre sus colmillos quedaban cabellos rojizos y restos de sangre, sino la maloliente carne y sangre muerta del vampiro.
Al parecer las horas continuaron y de nuevo su mente humana había caído en el inconsciente, porque cuando Emhyr volvió a recobrar la cordura, el amanecer ya estaba tiñendo del rosado la oscuridad del cielo y no quedaba ni un ápice de pelo rodeando su piel morena y tatuada. Tan solo un sabor amargo en la boca y el estómago revuelto, que provoco que éste vomitará aliviando el malestar.
No sabía cuanto, pero llevaba bastante tiempo caminando en la soledad del pantano nevado, sin sentir verdaderamente el frío como tal, aunque su cuerpo comenzaba a recobrar las sensaciones humanas poco a poco. Los pasos del turco eran apresurados, ya que no le apetecía encontrarse a nadie en aquel lugar y tal como estaba, desnudo, sucio e inmune. Cualquier le lanzaría miles de preguntas y sospecharía.
¡Por fin, ahí estaba! La pequeña cabaña de caza, la puerta estaba cerrada, y él sabía que a causa del hechizo lanzado no podría entrar a no ser que alguien le invitase. ¿Nimue habría le habría obedecido? Esperaba que si, y que estuviese allí dentro, más le valía por el bien de ambos.
Pegó en la puerta con fuerza y la llamó por su nombre, esperando respuesta.
OFF: Si supieras que estoy en el divertido mundo de "la sala de profesores", esperando a que terminen religión XDXD
No sabía como era posible que algo tan pequeño tuviese tantísima fuerza, la lógica que ahora la bestia que poseía al turco, le decía, que algo pequeño debía de tener menos fuerza que algo de mayor tamaño. Retorciéndose en aquel abrazo mortal en el que ahora estaba a causa de los fuertes brazos que rodeaban su peludo cuello, por un instante, le hizo pensar en la posible derrota. ¡Espera un momento! ¿Pensar? Hacía unas horas que había dejado atrás el pensamiento y la conciencia humana en un rincón oscuro de su mente, ¿ahora pensaba? ¿Reflexionaba? Si, de algún modo el instinto estaba apagándose poco a poco y el animal de su interior quedaba exhausto en su primer plenilunio, ¿Tan poca resistencia poseía su mente cánida respecto a la humana que ahora decaía? ¿Tan rápido había pasado el tiempo, la noche?
Emhyr por un instante fue consciente que aquel cuerpo era suyo, que ahora tenía aquella monstruosa forma, y que poco a poco se quedaba sin aire a causa de aquel abrazo asfixiante. Su furia se había calmado repentina, y lo peor de todo, solo ella estaba siendo capaz de salvarle de aquella situación escabrosa.
Aullidos ahogados, gruñidos pronunciados y sus patas no paraban de moverse, intentando tocar la tierra, la cual no alcanzaba. Un esfuerzo más y sus patas rozaron el suelo, así sus uñas quedaron clavadas en la nieve húmeda… ¡Venga un esfuerzo más y lo conseguimos! Emhyr notaba sus fuerzas lobunas menguar pero continuaba intentándolo, hasta que de algún modo y sin saber de donde había sacado la fuerzas consiguió tumbar al pequeño inmortal así aprovechando el peso de su cuerpo para desatarse de aquellos brazos asfixiantes.
Un abrir y cerrar de ojos, y no solo entre sus colmillos quedaban cabellos rojizos y restos de sangre, sino la maloliente carne y sangre muerta del vampiro.
Al parecer las horas continuaron y de nuevo su mente humana había caído en el inconsciente, porque cuando Emhyr volvió a recobrar la cordura, el amanecer ya estaba tiñendo del rosado la oscuridad del cielo y no quedaba ni un ápice de pelo rodeando su piel morena y tatuada. Tan solo un sabor amargo en la boca y el estómago revuelto, que provoco que éste vomitará aliviando el malestar.
No sabía cuanto, pero llevaba bastante tiempo caminando en la soledad del pantano nevado, sin sentir verdaderamente el frío como tal, aunque su cuerpo comenzaba a recobrar las sensaciones humanas poco a poco. Los pasos del turco eran apresurados, ya que no le apetecía encontrarse a nadie en aquel lugar y tal como estaba, desnudo, sucio e inmune. Cualquier le lanzaría miles de preguntas y sospecharía.
¡Por fin, ahí estaba! La pequeña cabaña de caza, la puerta estaba cerrada, y él sabía que a causa del hechizo lanzado no podría entrar a no ser que alguien le invitase. ¿Nimue habría le habría obedecido? Esperaba que si, y que estuviese allí dentro, más le valía por el bien de ambos.
Pegó en la puerta con fuerza y la llamó por su nombre, esperando respuesta.
OFF: Si supieras que estoy en el divertido mundo de "la sala de profesores", esperando a que terminen religión XDXD
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Unos golpes me alertaron. Sentí dolor por todo mi cuerpo por primera vez e ipso facto dejé de abrazar la escopeta que tenía entre los brazos. Me había quedado durmiendo, pero no fue un sueño profundo, si no que cerré los ojos pero todavía era consciente de lo que pasaba a mi alrededor. Me levanté con dificultades y me envolví a un más entre las sabanas. Inconscientemente me tapé hasta el cuello, quizás porque sabía que las manos de aquel pequeño vampiro se habían quedado marcadas en la final piel blanca de mi cuerpo.
Escuché como desde el otro lado me llamaban por mi nombre, estuve apunto de llorar no de tristeza, pero si casi de miedo y de felicidad. No podía entender como al final había escapado de su contrario, pero allí estaba al otro lado de la puerta. El turco. Aquella persona que había logrado desbaratar todos mis planes. Dudé unos instantes de si abrirle o no, puesto que la imagen de aquel lobo no se me marchaba de mi cabeza al igual que su intento por acabar conmigo. Una vez más debía haber confiado en él desde un principio y no confiar en lo que me dictaba el corazón, por ello casi habíamos acabado muertos ambos. La culpabilidad se reflejaba en mis ojos, y de una forma tímida abrí la puerta.
Los primeros rayos del día iluminaban el cuerpo moreno y lleno de tatuajes de Emhyr, que pese a la pelea y lo sucedido la noche anterior parecía incluso más majestuoso de lo normal. Rompí a llorar,admitiendo mi culpa y crucé la puerta para abrazar con fuerza el cuerpo de Emhyr. Aun que pronto comprendí que podía estar pasando frío en aquel momento: estaba completamente desnudo. Le hice pasar sin mediar palabra. Aun que al cabo de unos segundos observando todos sus movimientos y ya cuando mi llano se hubo calmado pude hablar.
-Lo siento...-fué lo único que pude articular en primer momento.-Debí haberte hecho caso. Pero ...yo...no se como justificar esto. Perdona.
En realidad sobraban las palabras, solo debía ver mi estado de ánimo y mi rostro para saber que estaba realmente arrepentida de haber dudado de él y con ello habernos puesto en peligro.
Escuché como desde el otro lado me llamaban por mi nombre, estuve apunto de llorar no de tristeza, pero si casi de miedo y de felicidad. No podía entender como al final había escapado de su contrario, pero allí estaba al otro lado de la puerta. El turco. Aquella persona que había logrado desbaratar todos mis planes. Dudé unos instantes de si abrirle o no, puesto que la imagen de aquel lobo no se me marchaba de mi cabeza al igual que su intento por acabar conmigo. Una vez más debía haber confiado en él desde un principio y no confiar en lo que me dictaba el corazón, por ello casi habíamos acabado muertos ambos. La culpabilidad se reflejaba en mis ojos, y de una forma tímida abrí la puerta.
Los primeros rayos del día iluminaban el cuerpo moreno y lleno de tatuajes de Emhyr, que pese a la pelea y lo sucedido la noche anterior parecía incluso más majestuoso de lo normal. Rompí a llorar,admitiendo mi culpa y crucé la puerta para abrazar con fuerza el cuerpo de Emhyr. Aun que pronto comprendí que podía estar pasando frío en aquel momento: estaba completamente desnudo. Le hice pasar sin mediar palabra. Aun que al cabo de unos segundos observando todos sus movimientos y ya cuando mi llano se hubo calmado pude hablar.
-Lo siento...-fué lo único que pude articular en primer momento.-Debí haberte hecho caso. Pero ...yo...no se como justificar esto. Perdona.
En realidad sobraban las palabras, solo debía ver mi estado de ánimo y mi rostro para saber que estaba realmente arrepentida de haber dudado de él y con ello habernos puesto en peligro.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
La puerta por fin fue abierta y el sentir como ella le rodeaba con sus brazos con fuerza, en un principio le sorprendió, pero más que sorprenderle hizo que una calma interna se hiciese con él, aliviando aquella incertidumbre ya que pensaba que ella le había desobedecido y se había marchado de allí o no había sobrevivido.
En su caminar llevaba tiempo pensando en aquello, en cuanto vio la sangre en su piel, en cuanto encontró cabellos rojizos entre sus dientes, lo cual le pareció al principio ridícula la situación, pero luego su mente le indico que podía haber cometido algún tipo de aberración con respecto a ella.
Un suspiro hondo, y sus manos acariciaron su cabello rojo mientras respondía a aquel abrazo, a pesar de su desnudez. Ella lloraba, él simplemente esperaba a que se calmase, con alguna que otra palabra cariñosa, esperando que su llanto solo fuese un sollozo que se apagaba.
Al fin ella le saco del aquel frío, en cuanto la invitación fue hecha, el hechizo quedo roto y pudo dejar la helada a su espalda, en cuanto cerro la puerta. Era consciente de su desnudez, pero la verdad, tan natural le parecía frente a ella que no sintió el rubor ni la vergüenza, más bien le hacía gracia, porque esperaba aquellos sentimientos de su compañera.
Ella le hablaba, el no contesto, solo apretó sus labios creando un gesto un tanto serio, con algo de severidad, como si estuviese a punto de echarle algún tipo de regañina.
Aproximándose a la bañera que aun continuaba llena, sus dedos tocaron el agua ahora fría para realizar un salpicón. Al menos la chimenea aun continuaba resistencia con su calor, a pesar de que las ascuas comenzaban a formarse.
-Así que me desobedeciste... No confiaste en mí.
Solo dijo mientras continuaba paseándose desnudo por aquel lugar como si nada, acercándose a la chimenea portando un cubo con agua de la bañera y disponiéndola para calentar. Haría falta algo más de madera para reavivar aquel fuego. Un tronco fue lanzado y este comenzó a crujir mientras ardía.
-¿Por qué de algún modo sabía que sucedería? Sigo diciéndolo, demasiado joven...-Pareció aquello ser dicho mas para él que para ella. -Bueno, ya sabes para la proxima, al verdad... Tu mandas en tus actos, eres libre de elegir, pero de algun modo no sé...Un poco me duele el hecho de que no confiarás en mi palabras, pero, dejemoslo...
En su caminar llevaba tiempo pensando en aquello, en cuanto vio la sangre en su piel, en cuanto encontró cabellos rojizos entre sus dientes, lo cual le pareció al principio ridícula la situación, pero luego su mente le indico que podía haber cometido algún tipo de aberración con respecto a ella.
Un suspiro hondo, y sus manos acariciaron su cabello rojo mientras respondía a aquel abrazo, a pesar de su desnudez. Ella lloraba, él simplemente esperaba a que se calmase, con alguna que otra palabra cariñosa, esperando que su llanto solo fuese un sollozo que se apagaba.
Al fin ella le saco del aquel frío, en cuanto la invitación fue hecha, el hechizo quedo roto y pudo dejar la helada a su espalda, en cuanto cerro la puerta. Era consciente de su desnudez, pero la verdad, tan natural le parecía frente a ella que no sintió el rubor ni la vergüenza, más bien le hacía gracia, porque esperaba aquellos sentimientos de su compañera.
Ella le hablaba, el no contesto, solo apretó sus labios creando un gesto un tanto serio, con algo de severidad, como si estuviese a punto de echarle algún tipo de regañina.
Aproximándose a la bañera que aun continuaba llena, sus dedos tocaron el agua ahora fría para realizar un salpicón. Al menos la chimenea aun continuaba resistencia con su calor, a pesar de que las ascuas comenzaban a formarse.
-Así que me desobedeciste... No confiaste en mí.
Solo dijo mientras continuaba paseándose desnudo por aquel lugar como si nada, acercándose a la chimenea portando un cubo con agua de la bañera y disponiéndola para calentar. Haría falta algo más de madera para reavivar aquel fuego. Un tronco fue lanzado y este comenzó a crujir mientras ardía.
-¿Por qué de algún modo sabía que sucedería? Sigo diciéndolo, demasiado joven...-Pareció aquello ser dicho mas para él que para ella. -Bueno, ya sabes para la proxima, al verdad... Tu mandas en tus actos, eres libre de elegir, pero de algun modo no sé...Un poco me duele el hecho de que no confiarás en mi palabras, pero, dejemoslo...
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
La rabia se apoderó de mi unos instantes.¿Demasiado joven? ¿Qué importancia tenia aquello? ¿Quería decir que otra de más edad no hubiera reaccionado de igual modo ante una situación similar? claro, claro que no, en vez de buscarle para salvar la vida del amado hubiera huido, total, muchos hombres habían en el mundo, pero solo una vida que vivir. Le miré con los ojos llenos de rabia pero sin expresarlo en voz alta porque estaba demasiado cansada como para discutir. Demasiado cansada para cualquier cosa.
-Soy responsable de mis actos, pero si tu no existieras no estaría en peligro.- dije cada palabra cargadas de un veneno, simplemente odiaba que no viera la buena intención que tenían mis actos, odiaba que no viera mi preocupación por él. El simplemente se limitaba a hablar de lo yo debía o no hacer, pero en el fondo no se limitaba a ver el por que había hecho o dejado de hacer tal cosa u otra. Me di la vuelta mordiéndome la lengua para no decir ninguna palabra más, para no romper aquel encuentro que empezaba a crispar mi estado de ánimo. Me senté en aquel lecho que había al otro lado de la estancia, intentando no mirar a Emhyr, pero lo cierto era que aun que me hubiera enfadado estaba dichosa por volver a estar a su lado y saber una vez más que estaba bien. me retracte, puesto que mi comportamiento no había sido el adecuado, pero era demasiado orgullosa como para pedir perdón.
-Nunca haré caso a tus advertencias, siempre haré lo que crea necesario en el momento necesario, sabes de sobra de que no haré lo que sea para no separarme de ti, de igual modo que haré lo que sea para ayudarte. Siento si con mi forma de pensar y de creer todo lo contrario a lo que tu crees , piensas y sientes te molesta. Pero yo soy así y si de verdad piensas que soy demasiado joven, que soy impulsiva, que no debería estar aquí ahora mismo contigo, solo deberías decirlo y dejaré de atosigarte y de ir contra tus creencias. No me volverías a ver, problema resuelto. ¿Quieres eso? Si es eso lo que quieres es lo que podemos hacer.-[/b] no hablaba enfadada ya, estaba siendo todo lo realista que podía con aquella situación que parecía superarme, se mermaba mis ganas de luchar , de ayudar a una persona que lo único que pretendía (o al menos así lo interpreté yo) era alejarme de él con la excusa de que era peligroso para mi.
No entendía el por qué tenía tanto miedo a que yo me expusiera a los peligros que él mismo había decido originar en su interior. Él había escogido el camino de ser un hijo de la luna, no entendía por qué no confía en él, no entendía porque no confiaba en mi o porque se empeñaba en apartarme de su vida, aun que lo hiciera de una forma inconsciente.
[b]-Pienso demostrarte que no eres tan peligroso como te crees y si en ello pierdo la vida estaré satisfecha. No me lo puedes impedir, a no ser que desees marcharte.- había acabado de hablar, e incluso con mis esfuerzos para no mirarle me había perdido de nuevo en aquel cuerpo moreno lleno de tatuajes, en sus cabellos y en sus ojos , que eran la razón de mi existencia. Aun que hubiera querido en aquel momento enfadarme no hubiera podido, la felicidad para mi tenia nombre propio: Emhyr.
Volví a levantarme de la cama, y comencé a poner paños que encontraba por aquí y por allá en las ventanas , por donde entraban los primeros rayos del sol. Quería dejarlo todo aislado del mundo. Quería que en aquel momento solo existiéramos él y yo, más por el deseo de no perderle que por otra cosa. Cuando hube terminado me acerqué a donde estaba Emhyr, junto a la chimenea y le abracé con fuerza. Si decir ninguna palabra, pues no quería que mis pensamientos salieran disparados y como consecuencia perderle para siempre.
-Soy responsable de mis actos, pero si tu no existieras no estaría en peligro.- dije cada palabra cargadas de un veneno, simplemente odiaba que no viera la buena intención que tenían mis actos, odiaba que no viera mi preocupación por él. El simplemente se limitaba a hablar de lo yo debía o no hacer, pero en el fondo no se limitaba a ver el por que había hecho o dejado de hacer tal cosa u otra. Me di la vuelta mordiéndome la lengua para no decir ninguna palabra más, para no romper aquel encuentro que empezaba a crispar mi estado de ánimo. Me senté en aquel lecho que había al otro lado de la estancia, intentando no mirar a Emhyr, pero lo cierto era que aun que me hubiera enfadado estaba dichosa por volver a estar a su lado y saber una vez más que estaba bien. me retracte, puesto que mi comportamiento no había sido el adecuado, pero era demasiado orgullosa como para pedir perdón.
-Nunca haré caso a tus advertencias, siempre haré lo que crea necesario en el momento necesario, sabes de sobra de que no haré lo que sea para no separarme de ti, de igual modo que haré lo que sea para ayudarte. Siento si con mi forma de pensar y de creer todo lo contrario a lo que tu crees , piensas y sientes te molesta. Pero yo soy así y si de verdad piensas que soy demasiado joven, que soy impulsiva, que no debería estar aquí ahora mismo contigo, solo deberías decirlo y dejaré de atosigarte y de ir contra tus creencias. No me volverías a ver, problema resuelto. ¿Quieres eso? Si es eso lo que quieres es lo que podemos hacer.-[/b] no hablaba enfadada ya, estaba siendo todo lo realista que podía con aquella situación que parecía superarme, se mermaba mis ganas de luchar , de ayudar a una persona que lo único que pretendía (o al menos así lo interpreté yo) era alejarme de él con la excusa de que era peligroso para mi.
No entendía el por qué tenía tanto miedo a que yo me expusiera a los peligros que él mismo había decido originar en su interior. Él había escogido el camino de ser un hijo de la luna, no entendía por qué no confía en él, no entendía porque no confiaba en mi o porque se empeñaba en apartarme de su vida, aun que lo hiciera de una forma inconsciente.
[b]-Pienso demostrarte que no eres tan peligroso como te crees y si en ello pierdo la vida estaré satisfecha. No me lo puedes impedir, a no ser que desees marcharte.- había acabado de hablar, e incluso con mis esfuerzos para no mirarle me había perdido de nuevo en aquel cuerpo moreno lleno de tatuajes, en sus cabellos y en sus ojos , que eran la razón de mi existencia. Aun que hubiera querido en aquel momento enfadarme no hubiera podido, la felicidad para mi tenia nombre propio: Emhyr.
Volví a levantarme de la cama, y comencé a poner paños que encontraba por aquí y por allá en las ventanas , por donde entraban los primeros rayos del sol. Quería dejarlo todo aislado del mundo. Quería que en aquel momento solo existiéramos él y yo, más por el deseo de no perderle que por otra cosa. Cuando hube terminado me acerqué a donde estaba Emhyr, junto a la chimenea y le abracé con fuerza. Si decir ninguna palabra, pues no quería que mis pensamientos salieran disparados y como consecuencia perderle para siempre.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Emhyr dejó aquel cubo calentarse junto a la chimenea, solo instante se quedo junto a ella, sintiendo el calor que emanaba de aquella llamas ígneas, danzante sobre la madera que crepitaba, agradable calor que su cuerpo frío agradecía sentir.
Aproximándose al lecho donde ella estaba sentada, la escucho con atención mientras con una manta tapaba sus vergüenzas, de reojo la miraba, pero no llegaba a fijar sus ojos del todo en su persona es más parecía evitar sus ojos y más cuando sintió cierta punzada en su interior, por aquella primera frase pronunciada por ella. A pesar de la brevedad de aquellas, habían bastado para tocarle un pesar que en su interior arrastraba.
Emhyr movió sus hombros sintiendo los músculos dolorosos mientras tomaba aire profundamente. Tras liarse aquella manta alrededor de su cintura, atándola con fuerza, de nuevo se despego de aquel lecho donde ella estaba y dándole la espalda, comenzó a doblar mantas desordenadas.
Si, ella había tocado aquella parte dentro de él que más le dolía. Ella misma lo había dicho sin quererlo, “involucrarse en la vida del turco suponía entrar en el juego del peligro”, y no el peligro expuesto por su nueva condición, sino por aquellos fantasmas pasados que le perseguían incansables.
Emhyr llevaba años y años sin darle la oportunidad a nadie, sin involucrarse en profundidad en la vida de aquellos que le había rodeado. Breves estancias que terminaban en huidas, en esfumarse sin decir un adiós, en abandonar el poco apego que había conocido en ellos. Era una necedad enraizar los pies entre un grupo de personas, más cuando estas estaban amenazadas por su oscuro pasado, él lo había asumido desde hacía mucho lo había convertido en una forma de vida, y a pesar de que se le viese aparentemente una personas muy extrovertida y social, en la profundidad de su ser era la persona más solitaria del mundo, había conocido tan bien la soledad, le había encontrado tanto aprecio que costaba desprenderse de ella, y darle una oportunidad a la compañía, empezar una vida, quedarse en un lugar fijo. Y la verdad, a Emhyr le dolía sus palabras a pesar de que intentaba no mostrarlo en sus gestos, ella tenía razón, y no debía de disculparse por nada, era responsable y libre en sus actos y él no podía impedírselo a pesar de sus advertencias. Pero había tocado aquella pequeña espinita que en su costado se alojaba, y más por el hecho de que ella no era consciente que él le había ofrecido una oportunidad que nadie había recibido nunca, y era el que ella formase parte de su vida de un modo fijo, y no por capricho, sin por aquel lazo sentimental que sin quererlo había atado al turco, un adictivo lazo que él temía romper y por ello el silencio durante aquel instante.
La oscuridad se estaba haciendo en aquella estancia, sin darse cuenta, continuando con su tarea no se había dado cuenta de que ella había tapado las ventanas impidiendo que aquella molesta luz solar entrase.
-No temo el que pueda o no ser peligroso, es un gran cambio que me hace temer... A lo desconocido... A la oscuridad...
“... A que te vuelvas a marchar”
Pensó sin nombrarlo. Sus palabras fueron suaves, apagadas, Ahora sentía su abrazo, él respondió soltando aquella manta que caía al suelo y envolviéndola con sus brazos con fuerza, besándole varias veces sus cabellos.
Aproximándose al lecho donde ella estaba sentada, la escucho con atención mientras con una manta tapaba sus vergüenzas, de reojo la miraba, pero no llegaba a fijar sus ojos del todo en su persona es más parecía evitar sus ojos y más cuando sintió cierta punzada en su interior, por aquella primera frase pronunciada por ella. A pesar de la brevedad de aquellas, habían bastado para tocarle un pesar que en su interior arrastraba.
Emhyr movió sus hombros sintiendo los músculos dolorosos mientras tomaba aire profundamente. Tras liarse aquella manta alrededor de su cintura, atándola con fuerza, de nuevo se despego de aquel lecho donde ella estaba y dándole la espalda, comenzó a doblar mantas desordenadas.
Si, ella había tocado aquella parte dentro de él que más le dolía. Ella misma lo había dicho sin quererlo, “involucrarse en la vida del turco suponía entrar en el juego del peligro”, y no el peligro expuesto por su nueva condición, sino por aquellos fantasmas pasados que le perseguían incansables.
Emhyr llevaba años y años sin darle la oportunidad a nadie, sin involucrarse en profundidad en la vida de aquellos que le había rodeado. Breves estancias que terminaban en huidas, en esfumarse sin decir un adiós, en abandonar el poco apego que había conocido en ellos. Era una necedad enraizar los pies entre un grupo de personas, más cuando estas estaban amenazadas por su oscuro pasado, él lo había asumido desde hacía mucho lo había convertido en una forma de vida, y a pesar de que se le viese aparentemente una personas muy extrovertida y social, en la profundidad de su ser era la persona más solitaria del mundo, había conocido tan bien la soledad, le había encontrado tanto aprecio que costaba desprenderse de ella, y darle una oportunidad a la compañía, empezar una vida, quedarse en un lugar fijo. Y la verdad, a Emhyr le dolía sus palabras a pesar de que intentaba no mostrarlo en sus gestos, ella tenía razón, y no debía de disculparse por nada, era responsable y libre en sus actos y él no podía impedírselo a pesar de sus advertencias. Pero había tocado aquella pequeña espinita que en su costado se alojaba, y más por el hecho de que ella no era consciente que él le había ofrecido una oportunidad que nadie había recibido nunca, y era el que ella formase parte de su vida de un modo fijo, y no por capricho, sin por aquel lazo sentimental que sin quererlo había atado al turco, un adictivo lazo que él temía romper y por ello el silencio durante aquel instante.
La oscuridad se estaba haciendo en aquella estancia, sin darse cuenta, continuando con su tarea no se había dado cuenta de que ella había tapado las ventanas impidiendo que aquella molesta luz solar entrase.
-No temo el que pueda o no ser peligroso, es un gran cambio que me hace temer... A lo desconocido... A la oscuridad...
“... A que te vuelvas a marchar”
Pensó sin nombrarlo. Sus palabras fueron suaves, apagadas, Ahora sentía su abrazo, él respondió soltando aquella manta que caía al suelo y envolviéndola con sus brazos con fuerza, besándole varias veces sus cabellos.
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Pensaba que la dureza de mis palabras iban a ser atacadas con la dureza de sus gestos, pero fue al contrario, se fundió conmigo en aquel abrazo que incluso hubiera sido capaz de hacer sentir amor a aquellas personas escépticas ante ese tema. Por un momento llegué a pensar que todo aquello no era más que un sueño delicioso que volvería a turbarme cuando mis ojos se abrieran de repente y me encontrara en la sombría prisión de donde había salido apenas unos días antes. Quise decir algo, pero lo único que fui capaz de hacer fue abrazarle con más fuera y llorar como cuando una niña ve la marcha de su madre para no volver a verla jamás.
Y era cierto que yo había jurado que no quería más compañía, pero también era cierto que necesitaba a ese hombre más que al propio aire para respirar, o que el agua para beber. Se había convertido desde aquel día en los callejones en algo más que mi salvador y mi protector. Sin querer se había convertido en mi vida, eso me asustaba, y quizás fuera por eso por lo que lloraba. Hacía mucho tiempo que no lloraba de aquella manera, había olvidado como sentir el dolor realmente. Pero ahora sentía como un dolor insoportable se apoderaba de mi, el miedo a perderle, el miedo a quererle, el miedo a odiarle, todo era insoportable.
Por una parte quería marcharme de allí, no sufrir más en silencio y vivir la vida como hasta antes de su llegada, pero por otro lado la sola idea de pensar en una vida sin él me rompía el alma, no podía hacerme a esa ida. pero sabía que tarde o temprano tendría que marcharme, no solo por mi bien, también por el suyo, pues no dejaba de pensar en que si me mantenía en aquella forma tan egoísta de ser podía causarle muchos problemas. Como el de aquella noche. Era un ser débil que se derrumbaba ante cualquier circunstancia, una persona que no podía proteger a los demás, pero que sin embargo, conociendo los peligros de la noche y los seres que se ocultaban bajo el cielo negro, podía tener todo el poder y la fuerza que quisiera.
Sin separarme mucho de Emehyr, alcé mi rostro para mirarle con lso ojos encharcados, peor con la determinación suficiente como para poder pedirle aquello que iba a pronunciar.
-No quiero volver a ser un estorbo...debes convertirme, me da igual lo que digas, me da igual que pienses que no serás capaz de hacerlo, me da igual que no confíes en ti. Prefiero morir en tus manos intentando no ser una carga para ti que morir por intentar ayudarte bajo mi condición de humana. Siempre he sido débil , siempre lo seré si sigo así, tu tienes en tus manos la oportunidad de cambiarme, te lo pido por lo que más quieras, no me dejes que seas una carga para ti.Quiero ayudarte, ayudarte a que de una vez por todas puedas crear tu propia vida, a que borres los fantasmas de tu pasado, a que creas en ti mismo, pero siento decirte que así no podré.-hice una pequeña pausa para tomar aire, pues pensaba que las palabras me ahogaban, aun que después de decirlas me sentía cada vez mejor.
-Desde que nos conocimos me has salvado la vida en varias ocasiones, pues bien, se que yo a ti no te podré salvar jamás, Emhyr no tienes vida. Vives con el temor de ser quien eres, vives con miedo al pasado, vives con el miedo de permanecer en un lugar, incluso ahora que parece ser que eres feliz en tu condición solo eres un lobo solitario que huye de mi.- alcé mi mano y la posé en su mejilla, ¿Por qué era tan dicifil expresar todo lo que uno sentía? ¿Por que no existían las palabras adecuadas en aquel momento para hacerle entender lo que pensaba, lo que quería?
-Te quiero Emhyr, pero...tengo la sensación de que odias que te quiera y pones como excusa el peligro que te rodea, tu pasado, para que no lo haga. Intentas convencerme de que no permanezca a tu lado, que es peligroso para mi. Pues bien, si me haces como tu ya no deberías temer a nada. Salvo que en realidad a lo único que temas es a mi.
Quería besarle, pero no sabía si aquello era lo correcto, pensaba que solo hacía entorpecer los objetivos de Emhyr, creía que no era justo decidir por él, no era justo tampoco para mi creer en unos sentimientos que a lo mejor él no sentía, aun que era feliz tanto si era una mentira como si era verdad. Deslicé una mano por su espalda acariciando cada centímetro de su piel, deleitándome con la textura de su piel. Apoyé mi cabeza en su pecho, sintiendo el latido de su corazón como si fuese el mio propio y en cierto modo así era, pues si el suyo dejaba de latir estaba convencida de que el mio lo haría también, sin importar donde estuviéramos.
Y era cierto que yo había jurado que no quería más compañía, pero también era cierto que necesitaba a ese hombre más que al propio aire para respirar, o que el agua para beber. Se había convertido desde aquel día en los callejones en algo más que mi salvador y mi protector. Sin querer se había convertido en mi vida, eso me asustaba, y quizás fuera por eso por lo que lloraba. Hacía mucho tiempo que no lloraba de aquella manera, había olvidado como sentir el dolor realmente. Pero ahora sentía como un dolor insoportable se apoderaba de mi, el miedo a perderle, el miedo a quererle, el miedo a odiarle, todo era insoportable.
Por una parte quería marcharme de allí, no sufrir más en silencio y vivir la vida como hasta antes de su llegada, pero por otro lado la sola idea de pensar en una vida sin él me rompía el alma, no podía hacerme a esa ida. pero sabía que tarde o temprano tendría que marcharme, no solo por mi bien, también por el suyo, pues no dejaba de pensar en que si me mantenía en aquella forma tan egoísta de ser podía causarle muchos problemas. Como el de aquella noche. Era un ser débil que se derrumbaba ante cualquier circunstancia, una persona que no podía proteger a los demás, pero que sin embargo, conociendo los peligros de la noche y los seres que se ocultaban bajo el cielo negro, podía tener todo el poder y la fuerza que quisiera.
Sin separarme mucho de Emehyr, alcé mi rostro para mirarle con lso ojos encharcados, peor con la determinación suficiente como para poder pedirle aquello que iba a pronunciar.
-No quiero volver a ser un estorbo...debes convertirme, me da igual lo que digas, me da igual que pienses que no serás capaz de hacerlo, me da igual que no confíes en ti. Prefiero morir en tus manos intentando no ser una carga para ti que morir por intentar ayudarte bajo mi condición de humana. Siempre he sido débil , siempre lo seré si sigo así, tu tienes en tus manos la oportunidad de cambiarme, te lo pido por lo que más quieras, no me dejes que seas una carga para ti.Quiero ayudarte, ayudarte a que de una vez por todas puedas crear tu propia vida, a que borres los fantasmas de tu pasado, a que creas en ti mismo, pero siento decirte que así no podré.-hice una pequeña pausa para tomar aire, pues pensaba que las palabras me ahogaban, aun que después de decirlas me sentía cada vez mejor.
-Desde que nos conocimos me has salvado la vida en varias ocasiones, pues bien, se que yo a ti no te podré salvar jamás, Emhyr no tienes vida. Vives con el temor de ser quien eres, vives con miedo al pasado, vives con el miedo de permanecer en un lugar, incluso ahora que parece ser que eres feliz en tu condición solo eres un lobo solitario que huye de mi.- alcé mi mano y la posé en su mejilla, ¿Por qué era tan dicifil expresar todo lo que uno sentía? ¿Por que no existían las palabras adecuadas en aquel momento para hacerle entender lo que pensaba, lo que quería?
-Te quiero Emhyr, pero...tengo la sensación de que odias que te quiera y pones como excusa el peligro que te rodea, tu pasado, para que no lo haga. Intentas convencerme de que no permanezca a tu lado, que es peligroso para mi. Pues bien, si me haces como tu ya no deberías temer a nada. Salvo que en realidad a lo único que temas es a mi.
Quería besarle, pero no sabía si aquello era lo correcto, pensaba que solo hacía entorpecer los objetivos de Emhyr, creía que no era justo decidir por él, no era justo tampoco para mi creer en unos sentimientos que a lo mejor él no sentía, aun que era feliz tanto si era una mentira como si era verdad. Deslicé una mano por su espalda acariciando cada centímetro de su piel, deleitándome con la textura de su piel. Apoyé mi cabeza en su pecho, sintiendo el latido de su corazón como si fuese el mio propio y en cierto modo así era, pues si el suyo dejaba de latir estaba convencida de que el mio lo haría también, sin importar donde estuviéramos.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Había cedido, no quería discutirle, por ello había caído en aquel abrazo, en aquella tentación, más por la herida donde ella sin querer había tocado, más por el temor de perderla. Ahora continuaba besando sus cabellos rojizos, buscando en ella su consuelo particular y algo más.
Su corazón palpitaba con fuerza golpeando su pecho, su interior de inquietaba por el miedo y sus músculos se tensaban. ¿Por qué se había aferrado a ella de aquel modo que el hecho de pensar en un futuro sin ella era doloroso? ¿Sería cierto que se había enamorado? La verdad recordaba aquel sentimiento, bueno un sentimiento similar, el cual cualquier segundo, cualquier minuto por rápido que pasase creaba el deseo de que éste se ralentizará dándole más tiempo para saborear aquella felicidad que le creaba el simple roce de “esa persona”, más tiempo para poder pellizcarse y ver que era tan real que no era un simple sueño. Pero la primera vez que había sentido aquello hacía ya demasiados años, que casi pensó haberlo olvidado del todo, desterrado de su alma, había sido tan efímero, y luego un desengaño creado de la noche a la mañana. Si, de la mañana a la noche, el resultado le había dolido de tal modo que nunca más había deseado sentir aquello por la desilusión del momento. Tal era aquello que el sentimiento había sido desterrado al olvido.
Emhyr detuvo su besar al sentir que ahora ella lloraba mientras apretaba su pequeño cuerpo contra el suyo, acariciando con su mano su piel morena, pero no solo lo detuvo por eso, sino porque sorprendentemente él también lloraba. ¿Cuándo había sido la última vez que había llorado? Se le antojaba muy lejana la última vez. Al final Adrianne tenía razón con aquella parte de su cambio, la parte donde las emociones iban a intensificarse, la parte en la que se iba a volver más protector y sus lazos sentimentales iban a adquirir más fuerza con respecto a al persona, de tal modo, que el hecho de romperse aquello le preocupaba más que otras cosas.
Nimue alzó su rostro para mirarle mientras comenzaba a hablarle, Emhyr se sintió avergonzado por tener lágrimas en su rostro, en su cultura en los hombres estaba mal vistas, incluso cuando estaba en la Escuela de los Jenízaros, si alguien tenía lágrimas en sus ojos era castigado ya que de algún modo aquello era inadmisible. Sus ojos evitaron los de ella, e incluso su rostro se volvió para que ella evitase verle de aquel modo.
Su rostro antes relajado se tensó, con cada palabra que los labios de su compañera pronunciaba, sus ojos no pudieron evitar dirigirse a los de ella, a pesar de que su rostro estaba dirigido a otro lugar.
-Me perdí esa parte de la lección, así que no cuentes con ello. Si quieres convertirte, deberás buscarte otra persona, porque yo no se hacerlo, no te niego ese placer, pero... Solo tengo un mes de vida como licántropo, y la verdad no se como lo hizo Adrianne, y poco recuerdo de la noche en la que ella me convirtió. -No le hablaba con reproche, solo con suavidad y total sinceridad. -Además, ¿esa es tu solución? Y la verdad, tu también me has salvado, créeme cuando te digo, que me has salvado... Y no solo del modo que tu puedes creer.
Emhyr ya volvió su rostro cuando sintió el cosquilleo cálido de los dedos de ella posarse sobre sus húmedas mejillas, de nuevo su cuerpo se relajo y su gesto también. Sus brazos presionaron con fuerza el cuerpo de ella, parecía como si temiese que ella de repente fuese a salir volando escapando de él, aunque la verdad lo hacía para intensificar el contacto entre ambos cuerpos.
-No lo odio, temo que me quieras, y no se... Como antes te he nombrado, temo lo desconocido, y por ello temo decirte que me he enamorado de ti y luego equivocarme, pero... No debería equivocarme. Todo es tan nuevo para mí.
Un beso suave en su mejilla, un susurro suave y sus labios acariciaron su oreja.
-Temo decirte que “te amo”.
Ella tenía su cabeza apoyada sobre su pecho, él apoyo su barbilla sobre su cabeza creando de nuevo el silencio.
Su corazón palpitaba con fuerza golpeando su pecho, su interior de inquietaba por el miedo y sus músculos se tensaban. ¿Por qué se había aferrado a ella de aquel modo que el hecho de pensar en un futuro sin ella era doloroso? ¿Sería cierto que se había enamorado? La verdad recordaba aquel sentimiento, bueno un sentimiento similar, el cual cualquier segundo, cualquier minuto por rápido que pasase creaba el deseo de que éste se ralentizará dándole más tiempo para saborear aquella felicidad que le creaba el simple roce de “esa persona”, más tiempo para poder pellizcarse y ver que era tan real que no era un simple sueño. Pero la primera vez que había sentido aquello hacía ya demasiados años, que casi pensó haberlo olvidado del todo, desterrado de su alma, había sido tan efímero, y luego un desengaño creado de la noche a la mañana. Si, de la mañana a la noche, el resultado le había dolido de tal modo que nunca más había deseado sentir aquello por la desilusión del momento. Tal era aquello que el sentimiento había sido desterrado al olvido.
Emhyr detuvo su besar al sentir que ahora ella lloraba mientras apretaba su pequeño cuerpo contra el suyo, acariciando con su mano su piel morena, pero no solo lo detuvo por eso, sino porque sorprendentemente él también lloraba. ¿Cuándo había sido la última vez que había llorado? Se le antojaba muy lejana la última vez. Al final Adrianne tenía razón con aquella parte de su cambio, la parte donde las emociones iban a intensificarse, la parte en la que se iba a volver más protector y sus lazos sentimentales iban a adquirir más fuerza con respecto a al persona, de tal modo, que el hecho de romperse aquello le preocupaba más que otras cosas.
Nimue alzó su rostro para mirarle mientras comenzaba a hablarle, Emhyr se sintió avergonzado por tener lágrimas en su rostro, en su cultura en los hombres estaba mal vistas, incluso cuando estaba en la Escuela de los Jenízaros, si alguien tenía lágrimas en sus ojos era castigado ya que de algún modo aquello era inadmisible. Sus ojos evitaron los de ella, e incluso su rostro se volvió para que ella evitase verle de aquel modo.
Su rostro antes relajado se tensó, con cada palabra que los labios de su compañera pronunciaba, sus ojos no pudieron evitar dirigirse a los de ella, a pesar de que su rostro estaba dirigido a otro lugar.
-Me perdí esa parte de la lección, así que no cuentes con ello. Si quieres convertirte, deberás buscarte otra persona, porque yo no se hacerlo, no te niego ese placer, pero... Solo tengo un mes de vida como licántropo, y la verdad no se como lo hizo Adrianne, y poco recuerdo de la noche en la que ella me convirtió. -No le hablaba con reproche, solo con suavidad y total sinceridad. -Además, ¿esa es tu solución? Y la verdad, tu también me has salvado, créeme cuando te digo, que me has salvado... Y no solo del modo que tu puedes creer.
Emhyr ya volvió su rostro cuando sintió el cosquilleo cálido de los dedos de ella posarse sobre sus húmedas mejillas, de nuevo su cuerpo se relajo y su gesto también. Sus brazos presionaron con fuerza el cuerpo de ella, parecía como si temiese que ella de repente fuese a salir volando escapando de él, aunque la verdad lo hacía para intensificar el contacto entre ambos cuerpos.
-No lo odio, temo que me quieras, y no se... Como antes te he nombrado, temo lo desconocido, y por ello temo decirte que me he enamorado de ti y luego equivocarme, pero... No debería equivocarme. Todo es tan nuevo para mí.
Un beso suave en su mejilla, un susurro suave y sus labios acariciaron su oreja.
-Temo decirte que “te amo”.
Ella tenía su cabeza apoyada sobre su pecho, él apoyo su barbilla sobre su cabeza creando de nuevo el silencio.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Escuché sus palabras. Pensaba que iba a morir de tristeza, pensaba que a Emhyr las cosas de las vida no le producían tanto miedo, le tenía como a una persona valiente y sincera. Pero fue entonces cuando me di cuenta de lo poco que conocía de él, de lo poco que me había hablado de sus sentimientos y pensamientos.
Yo no me había querido entrometer en su pasado, tampoco en su presente, quizás por miedo al rechazo, pero ahora sentía la necesidad de saber muchas más cosas, no me quería separar de él y eso seguramente implicaría conocerle mucho más a fondo puesto que solo me había enamorado superficialmente de una persona que pensaba que era la correcta. Y bien ¿Y si no lo era? Aun que cabía esa posibilidad yo me negaba a concebirla, quería creer que lo que sentía era verdad, que quería quererle, es más le quería y eso era algo que no iba a olvidar, por mucho tiempo que pasase o por muy lejos que el estuviera.
Me separé nuevamente de él, sus ojos reflejaban un llanto reprimido. no pude evitar sonreír dulcemente al ver aquel rostro de nuevo después de tanto tiempo. Posé las dos manos e su rostro y me puse de puntillas para besar sus labios, tan dulcemente como fui capaz de hacerlo, con toda la suavidad del mundo, con todo el valor y el amor que mi corazón había guardado para él. Era inevitable quererle, era inevitable no pensar en el cuando la soledad me acosaba.
Con el contacto de sus labios el tiempo y el espacio dejaron de existir para mi, era como si aquella oscuridad artificial que había creado había tenido precisamente el efecto que yo buscaba: que mi mente se dejara llevar y que todo lo demás no existiera. Mis labios se separaron de los suyos y sonreí tiernamente, me sentía mucho mejor ahora que había dejado de reprimir mis impulsos.
-No tienes porqué decirlo, me conformo con lo que me das. no te pido nada. Solo quiero que sigas a mi lado hasta que decidas marcharte.- la simple idea de pensar que podía marcharse me amargaba la existencía, pero yo no era nadie para detenerle.-Pero confía en mi, no debes de tener miedo a nada, el miedo que tienes te impide hacer lo que realmente desearías.- Quise cambiar un poco de tema, por eso sonreí de forma traviesa, para olvidarlo todo, no quería estropear nada
- Y tranquilo buscaré a otro pulgoso para que haga el trabajo sucio, así cuando me vuelvas a ver, ya seré toda una peluda a la que puedas cortejar con tus colmillos afilados y tus aullidos a la luna.- le saqué la lengua de forma divertida.-Ah y no soy demasiado joven, es que tu eres un viejo.Y sabes...dentro de una semana tendré un año más. Cumplo dieciocho.
Yo no me había querido entrometer en su pasado, tampoco en su presente, quizás por miedo al rechazo, pero ahora sentía la necesidad de saber muchas más cosas, no me quería separar de él y eso seguramente implicaría conocerle mucho más a fondo puesto que solo me había enamorado superficialmente de una persona que pensaba que era la correcta. Y bien ¿Y si no lo era? Aun que cabía esa posibilidad yo me negaba a concebirla, quería creer que lo que sentía era verdad, que quería quererle, es más le quería y eso era algo que no iba a olvidar, por mucho tiempo que pasase o por muy lejos que el estuviera.
Me separé nuevamente de él, sus ojos reflejaban un llanto reprimido. no pude evitar sonreír dulcemente al ver aquel rostro de nuevo después de tanto tiempo. Posé las dos manos e su rostro y me puse de puntillas para besar sus labios, tan dulcemente como fui capaz de hacerlo, con toda la suavidad del mundo, con todo el valor y el amor que mi corazón había guardado para él. Era inevitable quererle, era inevitable no pensar en el cuando la soledad me acosaba.
Con el contacto de sus labios el tiempo y el espacio dejaron de existir para mi, era como si aquella oscuridad artificial que había creado había tenido precisamente el efecto que yo buscaba: que mi mente se dejara llevar y que todo lo demás no existiera. Mis labios se separaron de los suyos y sonreí tiernamente, me sentía mucho mejor ahora que había dejado de reprimir mis impulsos.
-No tienes porqué decirlo, me conformo con lo que me das. no te pido nada. Solo quiero que sigas a mi lado hasta que decidas marcharte.- la simple idea de pensar que podía marcharse me amargaba la existencía, pero yo no era nadie para detenerle.-Pero confía en mi, no debes de tener miedo a nada, el miedo que tienes te impide hacer lo que realmente desearías.- Quise cambiar un poco de tema, por eso sonreí de forma traviesa, para olvidarlo todo, no quería estropear nada
- Y tranquilo buscaré a otro pulgoso para que haga el trabajo sucio, así cuando me vuelvas a ver, ya seré toda una peluda a la que puedas cortejar con tus colmillos afilados y tus aullidos a la luna.- le saqué la lengua de forma divertida.-Ah y no soy demasiado joven, es que tu eres un viejo.Y sabes...dentro de una semana tendré un año más. Cumplo dieciocho.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Con aquella barbilla sobre su cabeza, podía sentir aquellos rojizos cabellos suaves en contacto. Con aquellos brazos que la envolvían y obligaba a sus cuerpos estar pegados, aunque el de ella ya llevaba rato apoyado sobre el de él, podía sentir su respirar sereno, el calor que emanaba aquel delgado y pequeño cuerpo, incluso el latir de su corazón se hacía notable.
Emhyr cerró los ojos durante unos largos minutos, apartando sus pensamientos de lo hablado y ocupándola simplemente de las pequeñas sensaciones, de aquella deliciosas sensaciones más bien que creaba el simple contacto físico y todo aquello que les rodeaba.
Repentina ella rompía aquel instante de armonía obligándole a descubrir sus ojos para ella. Una sonrisa hermosa por parte de ella. Y sus manos pálidas tomaron el rostro del turco, el cual, con todo el gusto del mundo recibió el roce de sus labios. Emhyr contuvo su respiración dejándose llevar por la paciencia, por la lentitud el dejarse hacer por la caricia de aquellos labios que se paseaban en los suyos dejando atrás un sabor demasiado dulce, tanto que en cuanto estos se retiraron de los suyos, aquello le supo bien poco, como solo hubiese dado un tímido mordisco a un rico manjar, el cual, más deseaba devorar.
Emhyr pegó su frente contra la de ella, mientras cerraba sus ojos y mordía sus propios labios contenido, de nuevo abrió aquellos ojos castaño y cuando se iba a disponer a devorar aquel bocado insaciable, de repente se vio frenado por sus palabras.
-Cuenta con ello.
Ella continuo con su discurso, parecía empeñada en obtener aquello que él había obtenido. ¿Pero ella estaba tan segura para dar aquel paso? A Emhyr le costó el decidirse, ya que su idea iniciar era la inmortalidad dada por un vampiro, había pasado un año y varios meses para decidirse del todo, pero al parecer todo se había tornado por otro camino, un camino que la verdad “Ojala haya merecido la pena”, pensó.
-Voy a ser sincero, preferiría que esperaras algo más de tiempo. No tengas prisa, prefiero que lo pienses con más detenimiento, no sabes lo que ocurrirá en un futuro. Voy a confiar en ti, pero al menos concedeme ese capricho, de darte un poco más de tiempo para tenerlo seguro.
Ella le saco la lengua divertida, él le sonrió con cariño, mientras le revolvía el pelo y con sus brazos la levantaba del suelo dándole una pequeña mordida en el hombro.
-Habrá que pensar si esos dieciocho repercutirán en ti de algún modo. -Pauso. -Será eso... La vejez empieza a hacer mella en mí, me vuelve más blando. ¡Ah, me debes un baño!
Le contestó y sugirió riendo, y ésta vez si dio el paso para tomar aquel bocado que deseaba. Sus ojos efímeros mostraron aquel brillo dorado del lobo de su interior.
Emhyr aun alzándola del suelo planto sus labios sobre los de ella, de un modo calmado al principio pero no tan dulce y delicado sino más apasionado y desenfrenado de la cuenta, sus labios sabían a fuego.
Emhyr cerró los ojos durante unos largos minutos, apartando sus pensamientos de lo hablado y ocupándola simplemente de las pequeñas sensaciones, de aquella deliciosas sensaciones más bien que creaba el simple contacto físico y todo aquello que les rodeaba.
Repentina ella rompía aquel instante de armonía obligándole a descubrir sus ojos para ella. Una sonrisa hermosa por parte de ella. Y sus manos pálidas tomaron el rostro del turco, el cual, con todo el gusto del mundo recibió el roce de sus labios. Emhyr contuvo su respiración dejándose llevar por la paciencia, por la lentitud el dejarse hacer por la caricia de aquellos labios que se paseaban en los suyos dejando atrás un sabor demasiado dulce, tanto que en cuanto estos se retiraron de los suyos, aquello le supo bien poco, como solo hubiese dado un tímido mordisco a un rico manjar, el cual, más deseaba devorar.
Emhyr pegó su frente contra la de ella, mientras cerraba sus ojos y mordía sus propios labios contenido, de nuevo abrió aquellos ojos castaño y cuando se iba a disponer a devorar aquel bocado insaciable, de repente se vio frenado por sus palabras.
-Cuenta con ello.
Ella continuo con su discurso, parecía empeñada en obtener aquello que él había obtenido. ¿Pero ella estaba tan segura para dar aquel paso? A Emhyr le costó el decidirse, ya que su idea iniciar era la inmortalidad dada por un vampiro, había pasado un año y varios meses para decidirse del todo, pero al parecer todo se había tornado por otro camino, un camino que la verdad “Ojala haya merecido la pena”, pensó.
-Voy a ser sincero, preferiría que esperaras algo más de tiempo. No tengas prisa, prefiero que lo pienses con más detenimiento, no sabes lo que ocurrirá en un futuro. Voy a confiar en ti, pero al menos concedeme ese capricho, de darte un poco más de tiempo para tenerlo seguro.
Ella le saco la lengua divertida, él le sonrió con cariño, mientras le revolvía el pelo y con sus brazos la levantaba del suelo dándole una pequeña mordida en el hombro.
-Habrá que pensar si esos dieciocho repercutirán en ti de algún modo. -Pauso. -Será eso... La vejez empieza a hacer mella en mí, me vuelve más blando. ¡Ah, me debes un baño!
Le contestó y sugirió riendo, y ésta vez si dio el paso para tomar aquel bocado que deseaba. Sus ojos efímeros mostraron aquel brillo dorado del lobo de su interior.
Emhyr aun alzándola del suelo planto sus labios sobre los de ella, de un modo calmado al principio pero no tan dulce y delicado sino más apasionado y desenfrenado de la cuenta, sus labios sabían a fuego.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Mis pies se elevaron unos centímetros del suelo, reí divertida ante sus palabras, aun que sabía que debía concederle ese capricho también estaba segura de que mi decisión sería la misma que al principio. Podíamos discutir el tema eternamente, pero lo que sabía era que era tan terca que por muchas argumentaciones seguiría decidida a llegar hasta el final. ¿Y que mejor final que compartirlo todo con la persona que querías? Podía demorar el comunicarle mi decisión, pero tanto él como yo sabíamos que el resultado seguiría siendo el mismo. Era una tremenda estupidez intentar convencerme de otra cosa...
Sonreí divertida y envolví su cuello con mis brazos, había notado el cambio que en Emhyr se había producido, era mucho más fuerte que antes y eso se demostró cuando aún seguía manteniendome en el aire con sus brazos. Sabía que le debía un baño, pero no era eso lo único que le debía, también le debía la vida. Todavía era capaz de recordar con exactitud la noche que me salvó de mis perseguidores, la noche que me salvó de mi misma. Tenía la sensación de que le debía más de lo que podía darle. Pero eran demasiadas las cosas que sentía por él como para poder describirlas todas. solo una palabra bastaba para describir como me sentía en aquel momento y aún así era demasiado insignificante.
-Te debo más que un baño Emhyr.- dije antes de que sus labios volvieran a rozar los míos, de una forma tan apasionada que me recordó a la vez que estuvimos en el lago, dándolo todo de nosotros. sintiendo como el fuego quemaba nuestra piel, correspondí a su beso de una forma aún más apasionada, como si aquello era lo que necesitaba para recobrar mi cordura. Mis manos se hundieron en su cabello aferrándolo con fuerza. Mi cuerpo buscaba el suyo como el río que busca el mar.
Apenas notaba la diferencia entre un animal como el lobo que había desaparecido con la llegada del sol y los humanos. Pues si nos poníamos a comparar ambos nos guiábamos por impulsos, unos que podían controlar otros como el deseo de poseer a una persona podían tener tal intensidad que apenas se podían controlar, por mucho que quisieras. Y ese era el punto donde me hallaba yo, apenas podía controlar aquellos impulsos cargados de lujuria y de pasión, aun que sabía que alguna manera u otra debía hacerlo, pero me dejaba llevar por el calor de su cuerpo la miel de sus labios. Mi corazón estaba descontrolado y sentía como poco a poco iba dejando de lado todo los valores éticos, la moral me había abandonado desde que Emhyr rozó de aquella forma mis labios. quería dejarme llevar aún más a aquellos lugares que hasta antes de conocerle para mi habían estado prohibidos. Pero de alguna manera quería parar, no quería dejarme controlar por aquellas sensaciones. no podía hacer algo que realmente en aquel momento estaba fuera de lugar, aun que Emhyr se encontraba desnudo bajo aquella tela que cubría su cintura. aun que para mi fuese tan fácil entregarme a los placeres de la vida no era el momento. O al menos una parte de mi me decía aquello.
Tal vez solo intentaba controlar mis impulsos ahora que tenía el control autosuficiente, para que una vez transformara en una bestia, pudiera hacerlo de igual modo. Separé, muy a mi pesar, mis labios de los suyos. Con la respiración agitada y un rubor inocente tiñendo mis mejillas. Mis piel volvieron a tocar el suelo, aun que en realidad yo ya había volado muy lejos de allí. No quise separarme mucho de Emhyr, no quise romper el contacto físico.
-Deberíamos ir pensando en que hacer el día de mi cumpleaños. Podrías regalarme tal vez uno de esos mordiscos de lobo. Pero esta vez sin llevarte mi pelo detrás. O tal vez podríamos darnos ese baño que pareces ansiar tanto.- dije sonriendo de forma traviesa.-¿Aun que para que esperar al día de mi cumpleaños?
Sonreí divertida y envolví su cuello con mis brazos, había notado el cambio que en Emhyr se había producido, era mucho más fuerte que antes y eso se demostró cuando aún seguía manteniendome en el aire con sus brazos. Sabía que le debía un baño, pero no era eso lo único que le debía, también le debía la vida. Todavía era capaz de recordar con exactitud la noche que me salvó de mis perseguidores, la noche que me salvó de mi misma. Tenía la sensación de que le debía más de lo que podía darle. Pero eran demasiadas las cosas que sentía por él como para poder describirlas todas. solo una palabra bastaba para describir como me sentía en aquel momento y aún así era demasiado insignificante.
-Te debo más que un baño Emhyr.- dije antes de que sus labios volvieran a rozar los míos, de una forma tan apasionada que me recordó a la vez que estuvimos en el lago, dándolo todo de nosotros. sintiendo como el fuego quemaba nuestra piel, correspondí a su beso de una forma aún más apasionada, como si aquello era lo que necesitaba para recobrar mi cordura. Mis manos se hundieron en su cabello aferrándolo con fuerza. Mi cuerpo buscaba el suyo como el río que busca el mar.
Apenas notaba la diferencia entre un animal como el lobo que había desaparecido con la llegada del sol y los humanos. Pues si nos poníamos a comparar ambos nos guiábamos por impulsos, unos que podían controlar otros como el deseo de poseer a una persona podían tener tal intensidad que apenas se podían controlar, por mucho que quisieras. Y ese era el punto donde me hallaba yo, apenas podía controlar aquellos impulsos cargados de lujuria y de pasión, aun que sabía que alguna manera u otra debía hacerlo, pero me dejaba llevar por el calor de su cuerpo la miel de sus labios. Mi corazón estaba descontrolado y sentía como poco a poco iba dejando de lado todo los valores éticos, la moral me había abandonado desde que Emhyr rozó de aquella forma mis labios. quería dejarme llevar aún más a aquellos lugares que hasta antes de conocerle para mi habían estado prohibidos. Pero de alguna manera quería parar, no quería dejarme controlar por aquellas sensaciones. no podía hacer algo que realmente en aquel momento estaba fuera de lugar, aun que Emhyr se encontraba desnudo bajo aquella tela que cubría su cintura. aun que para mi fuese tan fácil entregarme a los placeres de la vida no era el momento. O al menos una parte de mi me decía aquello.
Tal vez solo intentaba controlar mis impulsos ahora que tenía el control autosuficiente, para que una vez transformara en una bestia, pudiera hacerlo de igual modo. Separé, muy a mi pesar, mis labios de los suyos. Con la respiración agitada y un rubor inocente tiñendo mis mejillas. Mis piel volvieron a tocar el suelo, aun que en realidad yo ya había volado muy lejos de allí. No quise separarme mucho de Emhyr, no quise romper el contacto físico.
-Deberíamos ir pensando en que hacer el día de mi cumpleaños. Podrías regalarme tal vez uno de esos mordiscos de lobo. Pero esta vez sin llevarte mi pelo detrás. O tal vez podríamos darnos ese baño que pareces ansiar tanto.- dije sonriendo de forma traviesa.-¿Aun que para que esperar al día de mi cumpleaños?
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Sus labios había sido guiados entre los suyos de un modo un poco más ardiente de la cuenta, dejándose ir por sus caricias y aquella sensaciones que en su interior creaban. Y no solo se dejaba llevar por aquel cosquilleo interno, aquel sentimiento de bienestar producido por el calor y el cariño, que ella creaba en él olvidando toda preocupación mundana, sino también por cierta lujuria que surgió en cuanto notó como ella respondía también con más ardor del que debía.
Su cuerpo parecía ir poco a poco llevando el control que su mente poseía, ya que el repentino deseo de tenerla entre sus brazos, de otro modo bien diferente a como la tenía, el querer poseerla.
Entre beso y beso, sus palabras le hicieron sonreír, ¿qué le debía más de un baño? ¿De qué deudas hablaba? Para él todo estaba saldado, que más le daba.
-Si tu lo dices. -Le respondió, mirándole con aquellos ojos castaños y brillantes, por el ardor, más distraído en lo físico que en lo que ella decía. Al fin y al cabo, todos sabía como era Emhyr, y la vergüenza respecto a esos aspecto no era cosa de él, más el descaro y el atrevimiento.
Ella le envolvía su cuello entre sus brazos, apretando su cuerpo cálido y delgado contra el suyo, reía divertida, acrecentando así sus ansias.
Él volvía a besarle jugando con sus labios, entre beso y beso, dándole alguna pequeña mordida. Sus manos que acariciaban con suavidad sus cabellos recorrieron su espalda hasta situarse en su cintura de un modo atrevido y continuando... Hasta que... Algo lo retuvo en sus caricias que quería iniciarse ígneas.
Nimue apartó sus labios de un modo que a Emhyr le pareció un poco cortante. Al igual que ella su respiración también se agitaba más de la cuenta, no se había dado cuenta que había olvidado el respirar y que su corazón latía más rápido de la cuenta. Sus manos permanecieron firmes en la cintura de la joven, detenidas al igual que todo aquel impulso aparentemente controlado.
Emhyr sonrió de nuevo, pero con malicia, le encantaba ver aquellas mejillas sonrosadas, muestra de que en ella había existía aun la vergüenza y seguro que cierta inocencia. Era normal que lo detuviese, el recato en aquella sociedad estaba a la hora del día para cualquiera persona, fuese de la clase que fuese, o según la vida que viviese. Emhyr no vivía normas sociales regidas en ese país y en muchos, es más, había vivido rodeado de tantas sociedades diferentes que las normas quedaban rotas, y solo eran usadas para la conveniencia y el beneficio.
Podía no haberse detenido, podía haberla tentado a continuar y hacerle caer en los placeres de la carne, como muchas veces había hecho en su vida. Era fácil, pero... Si ella se detenía, él también.
Ella habló, y Emhyr continuaba mirándola con aquellos ojos brillantes los cuales se tiñeron en los dorados de la bestia, al parecer aquel breve momento había despertado algo más que la lujuria en el turco.
Una pequeña mordida suave y cariñosa en el cuello de ella, tras apartar su cabello y otra risa, todo como respuesta a sus palabras.
-Ni lo sueñes. Además ya tengo un regalo pensado. -Dijo divertido y susurrante cerca de su oreja, tras dar otra mordida, pero esta vez a ésta. -Si, podríamos darnos ese baño. El agua debe de estar caliente, yo ya estoy casi desnudo, creo que la que queda eres tú, así que te toca elegir.
Su cuerpo parecía ir poco a poco llevando el control que su mente poseía, ya que el repentino deseo de tenerla entre sus brazos, de otro modo bien diferente a como la tenía, el querer poseerla.
Entre beso y beso, sus palabras le hicieron sonreír, ¿qué le debía más de un baño? ¿De qué deudas hablaba? Para él todo estaba saldado, que más le daba.
-Si tu lo dices. -Le respondió, mirándole con aquellos ojos castaños y brillantes, por el ardor, más distraído en lo físico que en lo que ella decía. Al fin y al cabo, todos sabía como era Emhyr, y la vergüenza respecto a esos aspecto no era cosa de él, más el descaro y el atrevimiento.
Ella le envolvía su cuello entre sus brazos, apretando su cuerpo cálido y delgado contra el suyo, reía divertida, acrecentando así sus ansias.
Él volvía a besarle jugando con sus labios, entre beso y beso, dándole alguna pequeña mordida. Sus manos que acariciaban con suavidad sus cabellos recorrieron su espalda hasta situarse en su cintura de un modo atrevido y continuando... Hasta que... Algo lo retuvo en sus caricias que quería iniciarse ígneas.
Nimue apartó sus labios de un modo que a Emhyr le pareció un poco cortante. Al igual que ella su respiración también se agitaba más de la cuenta, no se había dado cuenta que había olvidado el respirar y que su corazón latía más rápido de la cuenta. Sus manos permanecieron firmes en la cintura de la joven, detenidas al igual que todo aquel impulso aparentemente controlado.
Emhyr sonrió de nuevo, pero con malicia, le encantaba ver aquellas mejillas sonrosadas, muestra de que en ella había existía aun la vergüenza y seguro que cierta inocencia. Era normal que lo detuviese, el recato en aquella sociedad estaba a la hora del día para cualquiera persona, fuese de la clase que fuese, o según la vida que viviese. Emhyr no vivía normas sociales regidas en ese país y en muchos, es más, había vivido rodeado de tantas sociedades diferentes que las normas quedaban rotas, y solo eran usadas para la conveniencia y el beneficio.
Podía no haberse detenido, podía haberla tentado a continuar y hacerle caer en los placeres de la carne, como muchas veces había hecho en su vida. Era fácil, pero... Si ella se detenía, él también.
Ella habló, y Emhyr continuaba mirándola con aquellos ojos brillantes los cuales se tiñeron en los dorados de la bestia, al parecer aquel breve momento había despertado algo más que la lujuria en el turco.
Una pequeña mordida suave y cariñosa en el cuello de ella, tras apartar su cabello y otra risa, todo como respuesta a sus palabras.
-Ni lo sueñes. Además ya tengo un regalo pensado. -Dijo divertido y susurrante cerca de su oreja, tras dar otra mordida, pero esta vez a ésta. -Si, podríamos darnos ese baño. El agua debe de estar caliente, yo ya estoy casi desnudo, creo que la que queda eres tú, así que te toca elegir.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 678
Fecha de inscripción : 31/07/2010
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Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
Emhyr siempre era cariñoso y juguetón cuando la ocasión se lo pedía, pero pese a ello era un hombre de pocas palabras, a veces demasiado frío y distante como para saber lo que siente o piense, pero por otro lado - como se estaba dando el caso ahora- podía ser el hombre más dulce del mundo. Risueño, serio, despreocupado, obsesivo, luchador, olvidadizo , misterioso, cariñoso, arisco.Todo podía ser Emhyr al mismo tiempo y era esa cualidad suya de serlo todo y nada a la vez lo que mas me gustaba. podías contar con él tanto para una noche dominada por la pasión como para una noche de confidencias. Sonreí al pensar en aquello, pues había encontrado en él todo lo que yo necesitaba para poder luchar por un futuro. Aun que a veces Emhyr podía llegar a ser tan pesimista y a preocuparse tanto que rompía todos mis esquemas.
Pero aquel no era uno de esos momentos, era una de las situaciones que me sorprendía. No esperaba aquella propuesta, no después de que la noche hubiera sido tan agotadora como lo fue. Creía que la transformación menguaba las fuerzas, pero al parecer las ganas no. Miré su cuerpo, casi desnudo con deseo, un deseo que por mucho que quisiera no podía esconderlo. Pues Emhyr no solo me gustaba como persona, su cuerpo también me había enamorado desde el primer momento que lo vi. Desvié acto seguido la mirada hacía aquella pequeña bañera, que aun que no fue uno de aquellos magníficos baños turcos de los que él me había hablado, servía como para cumplir su promesa. Era curioso, pues la última vez que estuvimos juntos también nos habíamos bañado en el lago.
Sin volver a mirar a Emhyr, empecé a desanudar los nudos que había hecho con las sábanas a modo de los vestidos que llevaban en roma en la época de gladiadores (pues el vestido que había llevado todavía seguía mojado) . Las sábanas blancas se deslizaron por la piel blanca, rozando la cicatriz del costado , que aquel día extrañamente , había comenzado a quemarme, aun que no le di importancia.
Miré a Emhyr, con las mejillas al rojo vivo por la vergüenza que sentía al haberme atrevido a desnudarme delante de él. Pero ...no había sido aquella la primera vez que lo había hecho, pero si la primera que tuve tiempo para pensar en mis actos, y fue eso más bien lo que me avergonzó.
Abracé a Emhyr una vez más. Me encantaba estar a su lado, sentir el tacto de su piel contra la mía, deleitarme con el aroma de su cuerpo. Me gustaba estar cerca de él.
-Creo que ...eres tu el que debería preocuparse por quitarse ese trapo. No yo.- dije en su susurro escuchando como mi aliento golpeaba con su pecho. Me separé de él y me acerqué con una sonrisa en los labios a la bañera, una sonrisa pícara a la par que inocente. Metí el brazo hasta el fondo de la bañera, Era cierto que el agua empezaba a enfriarse, pero la temperatura de mi cuerpo se había elevado tanto que apenas no iba a otar la diferencia
- Se te va a enfriar el agua viejo.- solté una pequeña carcajada y metí la pierna derecha con cuidado, después la otra para después deslizarme por la bañera y quedar sentada. Apoyé mis brazos en el borde, mirando a Emhyr a la espera de que aquellos instintos animales le poseyeran una vez más.
Pero aquel no era uno de esos momentos, era una de las situaciones que me sorprendía. No esperaba aquella propuesta, no después de que la noche hubiera sido tan agotadora como lo fue. Creía que la transformación menguaba las fuerzas, pero al parecer las ganas no. Miré su cuerpo, casi desnudo con deseo, un deseo que por mucho que quisiera no podía esconderlo. Pues Emhyr no solo me gustaba como persona, su cuerpo también me había enamorado desde el primer momento que lo vi. Desvié acto seguido la mirada hacía aquella pequeña bañera, que aun que no fue uno de aquellos magníficos baños turcos de los que él me había hablado, servía como para cumplir su promesa. Era curioso, pues la última vez que estuvimos juntos también nos habíamos bañado en el lago.
Sin volver a mirar a Emhyr, empecé a desanudar los nudos que había hecho con las sábanas a modo de los vestidos que llevaban en roma en la época de gladiadores (pues el vestido que había llevado todavía seguía mojado) . Las sábanas blancas se deslizaron por la piel blanca, rozando la cicatriz del costado , que aquel día extrañamente , había comenzado a quemarme, aun que no le di importancia.
Miré a Emhyr, con las mejillas al rojo vivo por la vergüenza que sentía al haberme atrevido a desnudarme delante de él. Pero ...no había sido aquella la primera vez que lo había hecho, pero si la primera que tuve tiempo para pensar en mis actos, y fue eso más bien lo que me avergonzó.
Abracé a Emhyr una vez más. Me encantaba estar a su lado, sentir el tacto de su piel contra la mía, deleitarme con el aroma de su cuerpo. Me gustaba estar cerca de él.
-Creo que ...eres tu el que debería preocuparse por quitarse ese trapo. No yo.- dije en su susurro escuchando como mi aliento golpeaba con su pecho. Me separé de él y me acerqué con una sonrisa en los labios a la bañera, una sonrisa pícara a la par que inocente. Metí el brazo hasta el fondo de la bañera, Era cierto que el agua empezaba a enfriarse, pero la temperatura de mi cuerpo se había elevado tanto que apenas no iba a otar la diferencia
- Se te va a enfriar el agua viejo.- solté una pequeña carcajada y metí la pierna derecha con cuidado, después la otra para después deslizarme por la bañera y quedar sentada. Apoyé mis brazos en el borde, mirando a Emhyr a la espera de que aquellos instintos animales le poseyeran una vez más.
Nimue Bellamy- Humano Clase Media
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 31/08/2010
Re: Recuerdos del ayer. [Emhyr]
De reojo Emhyr miró a la bañera de nuevo, mientras ella parecía pensárselo, aquella mirada en cierto modo era algo insistente, una estúpida excusa para poder volver a observar la belleza de su desnudez, y no solo observarla...
Una sonrisa pícara sin querer se dibujo en los labios de Emhyr ante el pensamiento, al fin y al cabo su parte granuja con respecto a las mujeres solía salir a veces... Era muy normal en su día a día, pero muy diferente con respecto a Nimue, ya que si ella hubiese sido una de aquellas mujeres de su día a día, el tiempo habría pasado largo y no la hubiese vuelto a ver, tras haber conseguido el simple objetivo de acostarse con ella. Si, muy cotidiano, pero Emhyr siempre había seguido la misma pauta de vida: ella es hermosa, ella tiene algo que lo atrae, cualquier rasgo, no debe ser físico, el don del orador, hacerle caer entre sus brazo o hacerle creer que tú has caído bajo sus encantos, la calidez del lecho y al amanecer, la rápida huida. Aquello siempre se había repetido años tras años, y al verdad todo por un motivo demasiado sencillo, nunca había sabido si alguna vez había sentido amor por alguna de aquella mujeres, ni tampoco se había quedado para comprobarlo. En excepciones se había tentado permanecer más tiempo y comprobarlo, pero el recuerdo lejano le hacía ver que aquello no debía de repetirse. “Si no vas a poder conservarlo, si vas a perderlo... ¿Para que conservarlo?”.
Aquella era la filosofía con respecto el amor y las mujeres del desterrado, no debía de repetirse, nunca más... ¿Nunca más? La verdad, ésta vez Emhyr al parecer había olvidado el lema, y ciertamente deseaba saber y verificar si iba a ser ella, ¿por qué, no? ¿Por qué no arriesgar? Además ella tiene algo... Si, la hacer ser única.
La tela cayó deslizante en el suelo, dejando descubriendo su cuerpo pálido y desnudo, con aquella cicatriz singular en el costado, interrumpiendo aquellos pensamientos que por la cabeza de Emhyr pasaban.
De nuevo Emhyr imaginó sus manos cálidas, pero no lo suficiente suaves, deslizándose con consciencia y detenimiento por aquel cuerpo menudo y delicado como la porcelana, no solo movido por la lujuria o la pasión como había hecho en anterioridad, aunque ahora mismo no le faltaban ninguno aquellos sentimientos, sino de un modo más tierno. Demasiado cariño le estaba tomando a aquella chica, la verdad le gustaba sentir aquello, ese cosquilleo agradable, el importarle alguien que no fuese solamente él mismo, y si la razón no le engañaba, ver devuelto y correspondido lo sentido.
Una sonrisilla que se tornaba divertida continuaba dibujada en los labios de él y sobre todo por la rojez de las mejillas de Nimue, los pensamientos e intención que en su mente le venían mientras la observaba introducirse en la bañera tibia. A Emhyr le gustaba ese toque de inocencia que ella tenía, aquel cuerpo joven y recientemente maduro. “Mmm... Emhyr comienzas a pensar como un anciano, ¿recién maduro? ¡Oh vamos!”
Emhyr fue hacia la chimenea sintiendo sus músculos doloridos por lo que había sucedido la noche anterior; tomo el cubo con agua cálida y tras verter un poco en la bañera para calentarla, imitó a su compañera, desprendiéndose de la única tela que por así decirlo tapaba sus “vergüenzas” pero todo aquello con una diferencia. No se hizo la rojez en las mejillas de Emhyr, ni la sintió la vergüenza, todo lo contrario, la desnudez no era nada para él, es más estaba bien orgulloso de su cuerpo y de las consecuencias que causaba en las mujeres cuando lo contemplaba. Si, a pesar de los años Emhyr continuaba teniendo aquella pizca de seguridad, vanidad y orgullo, muy propia de la nobleza.
-Si supieras la de cosas que por mi cabeza pasan al ver tu cuerpo desnudo... No se si, sentirías temor, provocaría que tu cuerpo se tiñera más sonrosado por la timidez o... No se... -Pausó y de repente con un simple gesto, fingió sentirse ofendido por sus palabras. -¿Viejo? ¿A quién llamas viejo? Ya agradecerás a la voz de la experiencia.
La verdad Emhyr había estado con innumerables mujeres, y de muchos tipos, pero nunca con una con la que se llevará tantos años.
Una sonrisa pícara sin querer se dibujo en los labios de Emhyr ante el pensamiento, al fin y al cabo su parte granuja con respecto a las mujeres solía salir a veces... Era muy normal en su día a día, pero muy diferente con respecto a Nimue, ya que si ella hubiese sido una de aquellas mujeres de su día a día, el tiempo habría pasado largo y no la hubiese vuelto a ver, tras haber conseguido el simple objetivo de acostarse con ella. Si, muy cotidiano, pero Emhyr siempre había seguido la misma pauta de vida: ella es hermosa, ella tiene algo que lo atrae, cualquier rasgo, no debe ser físico, el don del orador, hacerle caer entre sus brazo o hacerle creer que tú has caído bajo sus encantos, la calidez del lecho y al amanecer, la rápida huida. Aquello siempre se había repetido años tras años, y al verdad todo por un motivo demasiado sencillo, nunca había sabido si alguna vez había sentido amor por alguna de aquella mujeres, ni tampoco se había quedado para comprobarlo. En excepciones se había tentado permanecer más tiempo y comprobarlo, pero el recuerdo lejano le hacía ver que aquello no debía de repetirse. “Si no vas a poder conservarlo, si vas a perderlo... ¿Para que conservarlo?”.
Aquella era la filosofía con respecto el amor y las mujeres del desterrado, no debía de repetirse, nunca más... ¿Nunca más? La verdad, ésta vez Emhyr al parecer había olvidado el lema, y ciertamente deseaba saber y verificar si iba a ser ella, ¿por qué, no? ¿Por qué no arriesgar? Además ella tiene algo... Si, la hacer ser única.
La tela cayó deslizante en el suelo, dejando descubriendo su cuerpo pálido y desnudo, con aquella cicatriz singular en el costado, interrumpiendo aquellos pensamientos que por la cabeza de Emhyr pasaban.
De nuevo Emhyr imaginó sus manos cálidas, pero no lo suficiente suaves, deslizándose con consciencia y detenimiento por aquel cuerpo menudo y delicado como la porcelana, no solo movido por la lujuria o la pasión como había hecho en anterioridad, aunque ahora mismo no le faltaban ninguno aquellos sentimientos, sino de un modo más tierno. Demasiado cariño le estaba tomando a aquella chica, la verdad le gustaba sentir aquello, ese cosquilleo agradable, el importarle alguien que no fuese solamente él mismo, y si la razón no le engañaba, ver devuelto y correspondido lo sentido.
Una sonrisilla que se tornaba divertida continuaba dibujada en los labios de él y sobre todo por la rojez de las mejillas de Nimue, los pensamientos e intención que en su mente le venían mientras la observaba introducirse en la bañera tibia. A Emhyr le gustaba ese toque de inocencia que ella tenía, aquel cuerpo joven y recientemente maduro. “Mmm... Emhyr comienzas a pensar como un anciano, ¿recién maduro? ¡Oh vamos!”
Emhyr fue hacia la chimenea sintiendo sus músculos doloridos por lo que había sucedido la noche anterior; tomo el cubo con agua cálida y tras verter un poco en la bañera para calentarla, imitó a su compañera, desprendiéndose de la única tela que por así decirlo tapaba sus “vergüenzas” pero todo aquello con una diferencia. No se hizo la rojez en las mejillas de Emhyr, ni la sintió la vergüenza, todo lo contrario, la desnudez no era nada para él, es más estaba bien orgulloso de su cuerpo y de las consecuencias que causaba en las mujeres cuando lo contemplaba. Si, a pesar de los años Emhyr continuaba teniendo aquella pizca de seguridad, vanidad y orgullo, muy propia de la nobleza.
-Si supieras la de cosas que por mi cabeza pasan al ver tu cuerpo desnudo... No se si, sentirías temor, provocaría que tu cuerpo se tiñera más sonrosado por la timidez o... No se... -Pausó y de repente con un simple gesto, fingió sentirse ofendido por sus palabras. -¿Viejo? ¿A quién llamas viejo? Ya agradecerás a la voz de la experiencia.
La verdad Emhyr había estado con innumerables mujeres, y de muchos tipos, pero nunca con una con la que se llevará tantos años.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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