Un libro fuera de mi alcance {Privado-bryan}

Un momento de descanso era justo lo que necesitaba el joven Mcmahon, ¿y que mejor descanso que sentarse en algún lado de su lujosa casa con un libro en la mano? Desafortunadamente ya había terminado con toda su colección privada y ahora requería de obras un poco mas refinadas, mas ahora que tenía que estar al día con temática literaria por cosas del trabajo.

Decidió ir a una de sus tiendas favoritas, aquella a la que solía ir cuando era estudiante, pues le hacían buenos descuentos y ofertas debido a que era amigo del dueño. Sin embargo ahora que la tienda había cambiado de propietario necesitaba usar su educación para ganarse la confianza y amistad del nuevo administrador.

Cuando llegó al lugar, vio un hombre parado en la puerta y sus facciones se desfiguraron hasta llegar a una mueca de desagrado, casi de asco. Las ropas que llevaba el hombre (si es que se le podía llamar hombre) eran sumamente extrañas y por tanto ponían en evidencia que de ninguna manera podía pertenecer a la realeza, mucho menos a la alta clase.

Pretendió ignorarlo y entró a la tienda con suma elegancia, promulgando porte a cada paso que daba. Tan pronto como hizo contacto visual con el dueño se quitó el sombrero y se detuvo, acomodándose el gabán que llevaba puesto encima de la camisa blanca. Hizo un gesto educado y con voz amable aunque autoritaria, se dirigió al tendero.

- Es un placer conocerlo, mi buen señor. Vengo buscando una copia del Mercader de Venecia, considerando que es de los pocos libros de Shakespeare que me hacen falta. ¿Sería tan gentil de venderme uno?

En definitiva era la tienda favorita de Bryan por multiples razones y una de ellas sin duda se ponía en evidencia en aquellos momentos, al ver la agilidad del tendero por buscar la copia que había pedido. No demoró mucho para que hubiera un manuscrito en perfecto estado del "mercader de venecia" sobre la mesa que yacía frente a él. Se disponía pronto a pagar cuando el mismo hombre que estaba parado en la puerta entró estrepitosamente en la puerta.

Horrorizado vio Bryan como el sucio hombre tomaba una de las mejores copias de "la tempestad" y se acercaba al mostrador a paso decidido. Lo único que el joven pudo deducir de aquella situación era que tenía planeado destruir sus delicadas paginas, como venganza por algún hecho anterior cuyo protagonista habría sido el nuevo dueño de la tienda. Sin embargo el desconcierto salió a relucir en el rostro del Mcmahon al ver como recitaba con toda claridad las sabias palabras del gran Shakespeare. ¿Como era posible que alguien nacido en el mugre de los gitanos supiera leer y escribir. Debía ser alguien interesado en educarse, fuera de las molestias de su pueblo y esa clase de gente era a la que Bryan le agradaba, sin importar cuanto asco pudiera causarle un miembro de la clase baja.

El Gitano terminó de recitar al escritor inglés, dejó el libro en el mostrador y salió de la tienda, furioso. Algún sexto sentido (posiblemente el presentimiento que tenía siempre debido a su condición de cambiaformas) dijo que debía seguirlo, en conjunto con algunos libros. Rápidamente pidió otra copia del mercader de venecia y aquella que el hombre había dejado sobre la mesa, pues de no necesitarlo el gitano (considerando que se lo sabía de memoria) podría pertenecer a su colección personal y se podría deshacer de aquel ejemplar que tan raido y viejo estaba. Lo mismo ocurría con el mercader, pues de no necesitarlo o quererlo el hombre podría donarlo a la biblioteca del College y lo pondría a disposición de los estudiantes.

Pagó todo con una parte de su fortuna que solía llevar en los bolsillo y salió presuroso, dispuesto a alcanzar al gitano, con los libros en la mano. Tuvo que ver varias veces a ambos lados antes de darse cuenta de que no se encontraba muy lejos y corrió para alcanzarlo, lo que no fue muy difícil debido a la velocidad que le confería su naturaleza. Tan pronto como estuvo detrás de él, lo tomó por el hombro ligeramente. El gitano, como era de esperarse, actuó asombrado y asustado de que el mismo hombre que le hubiera mostrado repulsión momentos antes ahora lo tocara siquiera. Sin embargo, Bryan habló con naturalidad y elegancia, deseando que su inconsciente no lo traicionara y no soltara alguna clase de comentario sarcástico que pudiera herir la sensibilidad del hombre.

- Disculpe pero le he traído una copia de la tempestad, si es que ese libro es el que deseaba. Si no, le he traído también un ejemplar del mercader de Venecia, si gusta leerlo. Perdone mi atrevimiento, pero, ¿Quien es usted? - O dicho de otro modo, Bryan lo que realmente deseaba saber era, ¿por qué aquel hombre lo atraía de tal forma, como si hubiera cierta información valiosa que el hombre tuviese?

La numerosas citas a Shakespeare eran como dulces melodías para Bryan, que sin duda disfrutaba con la literatura, aunque nunca hubiera creído que estuviera hablando de ello con un sucio gitano. Al parecer, al contrario de lo que pensaba, el asco que puede tener por toda una población no aplica a alguien si este es digno de admiración. Se presentó amablemente, sin dejar de recitar como un literato las obras del gran William. Finalmente, cuando terminó, llegó el turno de Bryan para presentarse y hablar.

- Por mas increíble que pueda parecer, es para mi un gusto conocerlo, señor D´Maine. Estoy impresionado por su conocimiento de literatura y mas aún de un autor tan reconocido como es Shakespeare. Me gustaría ver que mas sabe, pues su conocimiento es algo valioso y es algo que no se ve muy a menudo en... en gente de su clase.

Lo que en realidad tenía interés por saber era el porqué le atraía de cierta forma esa persona, como si su energía lo estuviera llamando, como si el supiera algo sobre Bryan que no quería contarle. Como si conociera su naturaleza de cambiaformas por alguna extraña razón. Y sin embargo, deseaba ir a otro lugar, pues no era bueno para su elitismo que lo vieran en la calle con un gitano.

- Disculpe, tampoco me he presentado. Soy Bryan Mcmahon.

La emoción que detectaba en el gitano era comparable con la formalidad y educación de Bryan, y sin embargo, el joven Mcmahon también estaba sin duda emocionado, aunque no lo pusiera en evidencia. Encontrar un gitano erudito era seguramente tan probebla como encontrar un diamante en una pila de carbón. La educación del gitano era notoria, pues, de la manera mas formal, le propuso a Bryan el hecho de ir a algún lugar donde pudieran charlar de manera mas comoda.

- Se me ocurre, señor Lionel, ir a la misma libreria de la que acabamos de salir. No se preocupe por nada, pues en caso de que el dueño ponga algún problema, usaré mis influencias para permitirle su presencia en la tienda. No se sentirá incomodo allí, eso puedo asegurarlo.

La charla de Bryan con el joven gitano albergaba un significado oculto, pues secretamente deseaba darle una plaza en el prestigioso College del cual era director. Sin duda alguna sería para Lionel una oportunidad que no se querría perder, y estaba mas que seguro de que este no desaprovecharía su entrada a una de las mas suculentas y abrumadoras bibliotecas que poseía la afamada institución.

Ya había quedado decidido que volverían a la tienda, aún cuando Lionel no se sintiera completamente decidido, pero al parecer, el carácter firme de Bryan le aseguraban que no le sucedería nada cuando se encontraran de nuevo en la tienda. Caminaron rápidamente de vuelta a la tienda, y nada mas entrar, el tendero expuso su sonrisa estúpida al ver al noble. Sin embargo, sus facciones mostraron ira de nuevo al ver que tras el joven Mcmahon se encontraba el gitano al que tanto repudiaba. Bryan solo tuvo que alzar la mano fuertemente y detener al tendero.

- Será mejor que reconsidere sus acciones, señor. Había estado pensando en hacer un interesante convenio con esta tienda de libros para expandir la biblioteca del prestigioso College de France, del que, si no se ha enterado, soy el director, pero ahora que veo que su dueño es tan o incluso mas burdo que los gitanos a los que intenta correr, estoy replanteando la idea.

Una risa burlona se asomó por el rostro de Bryan al ver como la sorpresa hacía que sus facciones se desformaran tanto que lo hacían parecer mucho mas tonto. Se acercó al mostrador donde se encontraba el dueño de la tienda, y sacó de uno de sus bolsillos una bolsa repleta de monedas que tintinearon tras arrojarlas.

- Quiero que me consiga uno de los cuartos privados de este lugar. Voy a hablar con mi acompañante y requerimos de privacía.

El tendero no demoró mucho en apresurarse a pasar por una puerta y conducir a Bryan y a Lionel hasta una bella estancia, mucho mas hermosa que todo el resto de la librería, pues parecía mas una sala de estar que un cuarto trasero. Bellamente decorada por sillones acolchados dignos de la realeza, una mesa circular en el centro y todas las paredes cubiertas de estanterías repletas de toda clase de libros.

- Muy bien, esté será un magnifico lugar para hablar - Dijo el joven Mcmahon cuando el tendero los dejó en solitario, no sin antes dejar unas bebidas en el lugar - Le concedo la palabra, respetable hombre.

Considerando el hecho de que Lionel se había sentido tan confundido y no había podido decir palabra alguna al joven director, Bryan tomó las riendas de la conversación, pensando en que, posiblemente, esa ocasión pudiera ser provechosa para ambas personas. Tomó un sorbo de la bebida que recién le habían traído y empezó con su explicación, mientras consultaba, cusioso, uno de los textos que había sobre la mesita. Ya lo había leído antes, y sin embargo le apasionaba completamente la tematica que exponía "La divina comedia".

- Bueno, señor Lionel, es un gusto para mi encontrarme con un...gitano, que sepa apreciar las artes, la cultura y el conocimiento, puesto que la mayoría de vuestra etnia no aprecia demasiado esos factores. Os pido no se valla a ofender.

Abrió el libro por la parte del infierno, y ojeó un poco los escritos del gran Dante, cuyas palabras siempre le habían inspirado. Y sin embargo, por una ironía del destino, el nombre del escritor lo llevaba una persona en lo absoluto pulcra, detestable y abominable, una persona que se hacía llamar su medio hermano y para mayor desgracia del pueblo Rumano, el "príncipe".

- Me gustaría saber cuando y como fue que surgió en vuestra persona ese descomunal y agradable deseo por leer, aprender y alimentar vuestra mente.

Lionel no demoró en contarle como había nacido su gusto por la lectura, mientras Bryan lo escuchaba atentamente, impresionado de que, por vez primera, se topase con un gitano que amaba algo tan puro y culto como lo era la literatura. Tan pronto como el gitano terminó de hablar, Bryan tomó la palabra nuevamente, para explicarle como había surgido el deseo de literatura en el joven director, sin embargo, por motivos de seguridad y privacía, prefirió ocultar los hechos de que se había educado en prestigiosos colegios o de que había alimentado su conocimiento gracias a la extensa biblioteca perteneciente a la familia real Rumana.

- Bueno, señor Lionel, por mi parte debo admitir que desde niño me eduqué en el arte del buen leer debido a mi proveniencia de una culta familia. Desde siempre me ha gustado leer y sobretodo, aprender - El joven Rey hizo enfasis en la ultima palabra, pues quería llegar al tema de la admisión en el College lo más pronto posible. Sería interesante tener al gitano en la prestigiosa institución siempre y cuando no resaltara mucho las caracteristicas del grupo al que pertenecía. - Digame, Lionel, ¿le gusta aprender?

Podía notar a leguas la emoción que se expandía por Lionel, y la proposición que indirectamente le había formulado era sincera, pues a pesar de que no se fiara en lo absoluto de los miembros de la etnia gitana. El gitano había preguntado, tan emocionado como estaba, por el libro favorito de Bryan y este, debido a la gran cantidad de libros que había leído, tuvo que buscar durante un buen rato en su memoria hasta que finalmente se hizo con el titulo de su obra favorita, aquella que aún tenía en sus manos.

- Mi libro favorito, sin duda alguna, es La divina Comedia de Dante Alighieri. Me apasiona en extremo la temática que se expone y no sé si alguna vez a tenido el placer de leer tan majestuosa obra.

Observó la portada y pensó vagamente en el infierno, aquel lugar donde, según el escritor, tenía una plaza reservada por el simple hecho de no ser un humano, por más bien que hiciera o llegara a hacer. Pero aquel momento no era el adecuado para enfocarse en ello, pues tenía una realidad que lo requería y también un emocionado gitano frente a él.

- Lionel, seguro no eres indiferente a que yo sea el director del College de France. Aún no hemos hablado de ese lugar…¿Qué tal os parece?

- Todos merecemos una oportunidad, Monsieur Lionel. Y no le doy becas a cualquiera. Si estoy hablando de esto con usted, es porque ha despertado mi interés. Un gitano gustoso de la literatura es algo que no se podría ver en ningún lugar de tan vasto mundo, y sin embargo henos aquí. Estoy seguro de que será duro, pero los hombres solemos dar hasta la vida por nuestras propias pasiones.

Se levantó de su asiento y dio un breve paseo por entre todos aquellos libros. La mayoría de ellos estaban ya en su biblioteca personal y en la biblioteca del College. Era sin duda un paraiso, tanto para Lionel como para Bryan. Era obvio que Lionel continuaba en estado de shock por la tremenda noticia, pero el joven director dejó que se tranquilizara completamente mientras buscaba algún libro impactante e interesante que jamás se hubiera leído y cuyo autor no fuera conocido, pues disfrutaba de la literatura de diversos autores poco reconocidos. Tomó un libro cuyo titulo decía "Robinson Crusoe" y que jamás había leido antes. Ya le diría al dueño de la tienda por cuanto se lo dejaría.

- Entonces, Lionel, si acepta mi oferta, me gustaría verlo mañana en mi oficina para encargarnos de todo el...papeleo. Solo entre al College y pregunte por Bryan Mcmahon. Estoy seguro de que nadie le negará la ubicación de mi oficina. - Observó detenidamente a Lionel y se percató de algo que, muy seguramente, iba a ser una complicación. - Disculpe mi atrevimiento, pero, ¿No tiene un estilo de ropa diferente para llevar mañana? ¿Algo un poco mas...elegante?

La preocupación de Lionel sobre el traje era tan perceptible que incluso Bryan pudo notarlo. Sin embargo, con un ligero chasquido de dedos llamó al tendero que en aquellos momentos debía estar odiándolo por permitir quedarse tanto tiempo con un gitano dentro de su tienda y le entregó una bolsa con muchos francos que había sacado de su traje, antes de darle una orden.

- No creo que debáis preocuparos por el traje, Lionel. Os pido, tendero, que vayáis a la mejor tienda de ropa y compréis algo de buena ropa para este joven. Algo casual que pueda usar para permitirse estar en un ambiente de alta clase. - Tan pronto como el hombre se marchó de la habitación, Bryan se dirigió a Lionel - No es necesario un traje de paño y corbata. Los que van así son los profesores y por supuesto, el director. Un estudiante yendo de esa forma podría desentonar tanto como un gitano. Además, le dí una bolsa de dinero al hombre para que os trajera algo de buena ropa, si me disculpa el atrevimiento. Prefiero que guarde su dinero para otro tipo de material que pueda necesitar.

Continuó con su paseo entre las estanterías, caminando a paso lento y sin dignarse a tomar asiento, viendo todos y cada uno de los tomos. Algunos estaban tan desgastados que los lomos estaban apenas sostenidos por unos pocos centímetros al libro y pensó Bryan que aquella tienda necesitaba un buen encuadernador. Viendo otra sección de la habitación, había libros bellamente decorados con imagenes en relieve, algo bastante innovador que le quitaba la tipica monotonía a las portadas. Entonces, Bryan salió de su ensimismamiento para recordar que aún se hallaba en presencia de Lionel.

- ¿Hay algo mas de lo que desee charlar antes de la reunión de mañana? ¿Hay alguna facultad especifica que le interese?