Alyssa Greymark

Alyssa Marie Greymark


Alyssa Carter Rynolds


27 de Junio de 1750


Tiene 50 años. Aparenta los 24


Licántropo.


Clase alta.


Heterosexual


Londres. Inglaterra.




• Longevidad: Capacidad de vivir más de lo normal, este poder puede deberse por provenir de una raza ajena a la humana, por mutaciones o por otros poderes como la sanación acelerada.
• Sentidos aumentados: Aumento de percepción en los sentidos de la vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición.
• Visión Compartida y Visión Remota: Es la habilidad de poder ver a través de los ojos de los demás o en otros casos, hacer que los demás puedan ver lo que estamos viendo en ese momento.


Alyssa es una mujer de rostro joven con sonrisa fina y delicada marcada por unos dientes blancos perfectamente colocados. Es alta para ser mujer, de metro setenta y uno y cabellos lisos y castaños claros, prácticamente rubios, hasta casi el final de la espalda. Su rostro es redondeado y femenino con un ligero toque de fiereza que emana de ella de forma natural

Su cuerpo perfectamente moldeado y de proporciones excelentes solo es posible mejorarlo cuando Alyssa anda, demostrando un orgullo y una elegancia como pocas se han visto, siempre va con la barbilla alta y mirando al frente, consiguiendo hacer del vestido más simple una prenda de alta costura. Estilizada y ágil, se mueve como si se deslizase mientras camina, como una depredadora buscando la siguiente pieza para su cacería.

Spoiler:

Spoiler:

Desde hace mucho se ha considerado a los licántropos como unas bestias, seres sin cerebro que solo se llevan por el instinto y el salvajismo, y es posible que en la mayor parte de los casos sea cierto. Sin embargo, Alyssa es un caso aparte. Desde niña siempre fue mucho más avispada que la mayoría de los demás niños, no solo por su capacidad de aprender sino también porque era capaz de ver. No obstante, el ser una mujer no era algo que le permitiese dar sus opiniones en un mundo en el que los hombres mandaban, y sus hermanos no dudaban en recordárselo.

Desde su adolescencia fue impulsiva, rebelde y un tanto alocada, se entregaba con toda su alma y entusiasmo a aquello que consideraba correcto, y lo mismo hacia con las personas que se ganaban su confianza, demostrándoles que era capaz de cualquier cosa por el bienestar de los que quería. Este comportamiento no solo fomento la parte más atractiva de su carácter, sino también la más oscura. Del mismo modo que se entregaba no soportaba la traición, pues la hacía sentirse estúpida y desamparada. Rencorosa con los que intentaban traicionarla, demostraba no tener la mas minina compasión con los enemigos, ellos deseaban hacerle sufrir a ella y a los suyos, y por consiguiente no se merecían el trato que le daría a cualquier otro. Como toda buena mujer: perdona pero no olvida.

Como muchos licántropos, Alyssa sufrió la conversión en contra de su voluntad y desde entonces su carácter se ha acentuado mucho más. Su pasión y dedicación la han convertido no solo en una dama entregada, sino también increíblemente seductora, cosa que hace que no se vea la dureza con la que ha recubierto su corazón. Su transformación le ha enseñado que la vida puede ser cruel y que para sobrevivir a veces hay que comportarse de la misma manera. Aunque nunca lo admitiría, le encanta su condición, no solo por vivir más, sino porque ahora puede tener muchísima más relevancia que la tenia siendo humana. Le apasiona la música y el arte, especialmente el piano, el cual toca desde que era humana.


Nacida el 27 de Junio de 1750 en Londres, Inglaterra. Alyssa era hija de uno de los abogados de mayor popularidad de la ciudad, lo que permitió que su vida fuese no de ricos, pero si lo bastante acomodada como para no tener que pasar problemas. Es la menor de tres hermanos, ambos varones, y por ello siempre fue la niña querida de su familia, protegida y, en ciertos aspectos, muy controlada. Desde que era pequeña recibió educación de una institutriz que junto con su madre le enseñaba todo lo que una señorita de la época debía saber, aunque su carácter siempre la llevo a ser un poco más complicada de lo que sus profesores creían. Cuando cumplió los diez años, un íntimo amigo de su padre, que era profesor de universidad, se fijo en que la niña no era como sus hermanos, aprendía muchísimo más rápido y lo que era más importante: tenía curiosidad. Desde entonces participo activamente en la educación de Alyssa, le enseño todo lo que los hombres aprendían, siempre con discreción por supuesto, pero de una forma en la que ella podía explotar sus capacidades.

Cuando cumplió los diecisiete años, ya hecha toda una señorita, su padre empezó a planear opciones de compromiso y contacto con importantes miembros de la sociedad media, e incluso con nobles de segunda fila para comprobar si alguno estaría interesado. Obviamente no fueron pocos los que se sintieron intrigados por ella, muchos hicieron ofertas de casarla con segundos hijos y poseer propiedades algún día. No obstante, Alyssa siempre los rechazó, veía a cada uno de sus pretendientes como hombres arrogantes y sin ningún tipo de intención de escucharla, la veían como un simple objeto para decorar o criar a sus hijos. Ella no había sido criada para eso, no quería algo como eso. Fue por esa época, cuando salía de una de las mansiones de un noble al que acababa de despachar, que se cruzo con un joven, era el alumno de un mercader muy bien considerado en la ciudad, además de un cliente de su padre. A ese hombre se le conoce hoy día como Lucian, y no pasaría mucho hasta que empezasen a entablar una relación, que poco después llevaría al compromiso matrimonial.

Faltaba solo un mes para la boda, y Alyssa no podía ser más feliz, tenía el conocimiento que siempre quiso, un marido que la quería por cómo era y una expectativa de futuro como jamás habría imaginado. Pero esa noche, todo cambio. Faltaba apenas una hora para la medianoche cuando Lucian fue a verla a su residencia, colándose por la ventana como tantas otras veces había hecho solo para pasar la noche con ella. Sin embargo, aquella vez era distinto, estaba distante, conmocionado, e incluso asustado, como si un mal espíritu se le hubiese presentado y torturado. En un intento de poder tranquilizarle, Alyssa abrazo al hombre que quería, para poco después sentirlo… un dolor agudo, tan corrosivo que apenas podía gritar del shock que le provoco, Lucian acababa de morderla. Desesperada porque aquella sensación de ponzoña desapareciese, agarro uno de los jarrones de la mesilla y le golpeo en la cara. Lo que vino después todavía la atormenta en sus pesadillas. Sus hermanos, alarmados por los gritos, corrieron y entraron de golpe en su habitación, mientras el hombre que había sido su marido desaparecía oculto por una bestia sedienta de sangre. La carnicería duro solo unos minutos, pero a ella le parecieron horas, horas que se paso escondida en uno de los armarios, haciendo lo posible por reprimir el llanto de ver como su familia, aquellos a los que mas había amado, iban muriendo uno por uno, despedazados en un mar de carne y sangre por aquella criatura descontrolada.

A la mañana siguiente, dolorida, y sin apenas fuerzas para seguir viviendo, Alyssa se arrastro fuera de su casa y acudió a la única persona que podía ayudarle: su profesor. Había venido desde Paris para poder asistir a la boda, era la única persona que podía decirle algo, y así fue. Cuando le explico las leyendas sobre los licántropos solo pudo pensar que aquello era una broma pesada, pero cuando llego la siguiente luna llena, lo entendió. Ahora sabia como se sentía Lucian, el poco control que tenia de sus actos aquella noche. Aun así, no podía perdonarlo, no se sentía capaz de ello. Durante los siguientes años, Alyssa permaneció en la universidad de Paris, siempre protegida por su mentor, al cual además, acabo convirtiendo. Con el paso del tiempo ha visto lo que es capaz de hacer y sobre todo, a usarlo de la mejor manera, convirtiéndose en una de las personas más diestras de la universidad. Aunque no sea una profesora oficial, le gusta estar por allí y ayudar a los demás académicos cuando puede.

Hace solo un par de años que se entero de que Lucian estaba en la ciudad y que no solo se había cambiado el nombre, sino que además ahora era miembro de la realeza. A pesar de que han pasado más de treinta años, sigue teniendo ganas de verle, aunque no sabe si esas ganas son producto del odio que le tiene por lo de su familia, o porque sigue enamorada de él.


• Siempre lleva el anillo de compromiso que le regalo Lucian en una cadena atada al cuello. Nunca lo muestra por miedo a que se noten sus sentimientos, pero es su más preciada posesión.
• Adora ser licántropo, piensa que tiene todo lo que puede desear siéndolo, salvo por unos pocos defectos que no le importa controlar una vez al mes.
• Los vampiros ni le van ni le vienen, sabe que, a pesar de ser seres repugnantes, pueden ser útiles de tanto en tanto.