AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Encontrando iguales...[Lucian Greymark]
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Encontrando iguales...[Lucian Greymark]
Sin tener en cuenta el tiempo, sin mirar atrás hacia el pasado, sin pensar en el futuro y con muchos esfuerzos... mirando el presente. Tenía que trazar una nueva vida y aceptar que estaba marcada de por vida ¿Tenía algún propósito? olvidar, apretujar todo en un diminuto cofre y cerrarlo bajo veinte mil llaves, ¿imposible? solo mirenla hacerlo.
Caminó por el bosque, viendo frente a ella los fantasmas que le arrebataron su felicidad ¿o que le dieron cabida a una nueva escencia? los ínvocó, los revivió uno por uno, congelando las imagenes y desplegandolas cual cartas sobre la mesa ¿escuchas eso? no es una manada de corceles asustados corriendo por sus vidas, es tu corazón que late sin medida.
Gritó, arrancando poco a poco pedazos de aquellas apariciones haciendo que se esfumaran como humo después de un gran incendio, ¿que le quedaba a una pobre que había perdido todo, y que por decisión propia enterraba sus memorias? Nada y todo, nada por perder y todo por hacer.
Se hincó en medio de aquel claro, igual al que meses atrás había visto su derrota, golpeó la tierra maldiciendo su existencia ¿la suya? ¿Dulce creatura que osas renegar de lo que eres, sin saber que si lo haces dejarás de existir!... No, no es tan estúpida, renegó la existencia de lo que fué y dejó de ser, del ser que cortó sin proponerselo, todos los lazos que sin esfuerzo había tejido... ¡Haz dado en el clavo! nada de eso era realmente tuyo, ¿que tenías, si no eran las uniónes que la sangre misma obligaba a continuar?.
Se quedó allí sollozando en silencio, no tenía lagrimas, no valía tanto la pena, solo eran secos murmullos de un alma desquebrajada intentando volver a unir esos pequeños pedazos esparcidos por el sendero de lo que había caminado.
Caminó por el bosque, viendo frente a ella los fantasmas que le arrebataron su felicidad ¿o que le dieron cabida a una nueva escencia? los ínvocó, los revivió uno por uno, congelando las imagenes y desplegandolas cual cartas sobre la mesa ¿escuchas eso? no es una manada de corceles asustados corriendo por sus vidas, es tu corazón que late sin medida.
Gritó, arrancando poco a poco pedazos de aquellas apariciones haciendo que se esfumaran como humo después de un gran incendio, ¿que le quedaba a una pobre que había perdido todo, y que por decisión propia enterraba sus memorias? Nada y todo, nada por perder y todo por hacer.
Se hincó en medio de aquel claro, igual al que meses atrás había visto su derrota, golpeó la tierra maldiciendo su existencia ¿la suya? ¿Dulce creatura que osas renegar de lo que eres, sin saber que si lo haces dejarás de existir!... No, no es tan estúpida, renegó la existencia de lo que fué y dejó de ser, del ser que cortó sin proponerselo, todos los lazos que sin esfuerzo había tejido... ¡Haz dado en el clavo! nada de eso era realmente tuyo, ¿que tenías, si no eran las uniónes que la sangre misma obligaba a continuar?.
Se quedó allí sollozando en silencio, no tenía lagrimas, no valía tanto la pena, solo eran secos murmullos de un alma desquebrajada intentando volver a unir esos pequeños pedazos esparcidos por el sendero de lo que había caminado.
Invitado- Invitado
Re: Encontrando iguales...[Lucian Greymark]
El bosque resultaba cada vez más tenebroso a medida que los caballos se adentraban más en la profunda oscuridad propiciada por los arboles. Solo se oía una ligera brisa azotando las ramas encima de nuestras cabezas, acompañadas por la constante replica de los cascos de los animales contra el suelo. La zona sur de Francia era en ciertos aspectos la más hermosa del país, y por suerte también la más calurosa, el invierno no duraba tanto aquí como en otros lugares y a pesar del frio que podía pasarse en invierno, durante el día resultaba muchísimo más confortable que en Paris. El problema no era ese…
Habían pasado tres días desde la última luna llena, una noche de locos sin duda. La verdad es que por un momento llegue a pensar que todo lo ocurrido había sido culpa mía, que por un momento había vuelto a perder el poco control que tenia de mi mismo durante esas noches. Por suerte aquella sospecha fue del todo descartada para pasar a algo que podía ser incluso más preocupante. Tres cabezas de ganado completamente despedazadas, además de otras cinco que había sufrido heridas lo bastante graves como para vernos obligados a sacrificarlas, eran pruebas más que evidentes: había otro licántropo en estas tierras. Por lo general los miembros de mi especie que se introducían en mis tierras no solían llamar tanto la atención, en parte porque sabían que yo estaba aquí, pero que alguien lo hiciese tan abiertamente solo me llevaba a pensar que se trataba de un trotamundos, o quizás alguien recién llegado al país. En cualquier caso era un riesgo que no podía permitirme dejar suelto, así que ahí estábamos, acompañado de una docena de hombres armados que pensaban que solo estábamos buscando un oso o un lobo más grande de lo normal. Me hubiese gustado venir solo, me hubiese gustado no implicar a los aldeanos pero ninguno de ellos se atreverían a dejarme cazar a esa bestia solo, aunque supiesen de que se trataba realmente, los admiraba y los respetaba por ello, pero aun así seguía pensando que era una estupidez. – Quietos. – Dije secamente con un gesto de la mano mientras paraba el caballo en seco. Inhale profundamente, aquel olor me era familiar… estaba cerca. – Desmontad y desplegaos. Sed silenciosos e id por parejas. – Así lo hicieron, a pesar de no estar habituados a las armas eran hombres que sabían hacer las cosas.
Desmonte del caballo para seguidamente sacar el arma que llevaba a la cadera, solo de sujetarla y oler la plata que había en el cañón me daba nauseas, pero si tenía que dañar al licántropo, incluso si tenía que matarle para proteger a los demás, que así fuese. Avanzamos despacio, siempre con cuidado de donde pisábamos, todos mis sentidos estaban puestos en aquel paraje, por encima de todo mi especie eran depredadores, y no todos pensaban de la misma manera que yo con respecto a los humanos. El silencio solo se vio interrumpido por un grito unos metros a mi derecha. - ¡¡¡Quieta. Mi señor… creo que debería ver esto!!! – No parecía la típica llamada de auxilio, así que corrí hasta llegar a un pequeño claro, donde se presento una imagen del todo inesperada. Mis hombres rodeaban a una mujer, todos cubiertos por los arboles y con las armas en alto. Era una mujer joven, de aproximadamente veintidós años, con el pelo castaño y ojos oscuros. “Así que tu eres la que ha causado tantos problemas.” Los demás quizás no lo notasen, pero para mi aquello era tan claro como si se hubiese transformado allí mismo.
En esta ocasión la situación era un tanto extraña, no parecía la típica persona que matase a diestro y siniestro, pero aun así no ordene que bajasen las armas, aunque si guarde la mía. Rebasé al círculo de hombres armados hasta ponerme delante de la licántropo y arrodillarme a su lado, para que nadie más me oyese. – Dime… ¿Cuánto hace…? – Dije levantando una ceja. - Desde la primera luna. ¿Cuánto hace?
Habían pasado tres días desde la última luna llena, una noche de locos sin duda. La verdad es que por un momento llegue a pensar que todo lo ocurrido había sido culpa mía, que por un momento había vuelto a perder el poco control que tenia de mi mismo durante esas noches. Por suerte aquella sospecha fue del todo descartada para pasar a algo que podía ser incluso más preocupante. Tres cabezas de ganado completamente despedazadas, además de otras cinco que había sufrido heridas lo bastante graves como para vernos obligados a sacrificarlas, eran pruebas más que evidentes: había otro licántropo en estas tierras. Por lo general los miembros de mi especie que se introducían en mis tierras no solían llamar tanto la atención, en parte porque sabían que yo estaba aquí, pero que alguien lo hiciese tan abiertamente solo me llevaba a pensar que se trataba de un trotamundos, o quizás alguien recién llegado al país. En cualquier caso era un riesgo que no podía permitirme dejar suelto, así que ahí estábamos, acompañado de una docena de hombres armados que pensaban que solo estábamos buscando un oso o un lobo más grande de lo normal. Me hubiese gustado venir solo, me hubiese gustado no implicar a los aldeanos pero ninguno de ellos se atreverían a dejarme cazar a esa bestia solo, aunque supiesen de que se trataba realmente, los admiraba y los respetaba por ello, pero aun así seguía pensando que era una estupidez. – Quietos. – Dije secamente con un gesto de la mano mientras paraba el caballo en seco. Inhale profundamente, aquel olor me era familiar… estaba cerca. – Desmontad y desplegaos. Sed silenciosos e id por parejas. – Así lo hicieron, a pesar de no estar habituados a las armas eran hombres que sabían hacer las cosas.
Desmonte del caballo para seguidamente sacar el arma que llevaba a la cadera, solo de sujetarla y oler la plata que había en el cañón me daba nauseas, pero si tenía que dañar al licántropo, incluso si tenía que matarle para proteger a los demás, que así fuese. Avanzamos despacio, siempre con cuidado de donde pisábamos, todos mis sentidos estaban puestos en aquel paraje, por encima de todo mi especie eran depredadores, y no todos pensaban de la misma manera que yo con respecto a los humanos. El silencio solo se vio interrumpido por un grito unos metros a mi derecha. - ¡¡¡Quieta. Mi señor… creo que debería ver esto!!! – No parecía la típica llamada de auxilio, así que corrí hasta llegar a un pequeño claro, donde se presento una imagen del todo inesperada. Mis hombres rodeaban a una mujer, todos cubiertos por los arboles y con las armas en alto. Era una mujer joven, de aproximadamente veintidós años, con el pelo castaño y ojos oscuros. “Así que tu eres la que ha causado tantos problemas.” Los demás quizás no lo notasen, pero para mi aquello era tan claro como si se hubiese transformado allí mismo.
En esta ocasión la situación era un tanto extraña, no parecía la típica persona que matase a diestro y siniestro, pero aun así no ordene que bajasen las armas, aunque si guarde la mía. Rebasé al círculo de hombres armados hasta ponerme delante de la licántropo y arrodillarme a su lado, para que nadie más me oyese. – Dime… ¿Cuánto hace…? – Dije levantando una ceja. - Desde la primera luna. ¿Cuánto hace?
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 22/01/2011
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Re: Encontrando iguales...[Lucian Greymark]
¿Qué era esa rareza en el ambiente? Fuerte, profundo pero a la vez tan leve la estela de un nuevo aroma que se perfilaba en el aire que llenaba sus pulmones, se quedó ahí hincada enterrando sus manos en la tierra húmedecida por sus lágrimas, escondiendo el rostro entre su cabello que caía sobre sus hombros... ¿Escuchas? pisadas, murmullos y ese maldito aroma que era tan nuevo y a la vez tan familiar, diferente sin duda alguna.
Se acercan con paso firme y decidido ¿y lo único que haces es sollozar? ¡defiendete!; No puedo ¿no puedes o no quieres? claro eso es prefieres quedarte aquí indefenza y al alcance de lo que sea... No es eso, yo... Shhhh calla y estate atenta que ahí está, se hace más fuerte ¿lo percibes? ¿De que hablas? Es tu mismo aroma, el mismo que adquiriste desde hace unos cuantos meses ¡Es igual a ti! una maldita marginada que lleva consigo la marca de una asquerosa bestia y... ¡CALLATE!
Intentando calmar la lucha interna que llevaba a cabo con su propia mente, dejó de sollozar llevanose las manos a la cabeza cubriendose los oídos y manteniendose agachada, los percibía mas cerca y...
La rodearon y se sintió amenazada, solo entonces levantó la vista con aire temeroso y confundido, mirando a cad uno de los hombres que apuntaban hacia ella sus fusiles y escopetas ¿Porqué demonios la amenazaban resguardando su escape como si se tratase del criminal mas peligroso? quizás porque eso podía llegar a ser.
El aroma se hizo aún más fuerte, cerró sus ojos para poderse llenar de él mitigando de alguna forma esa ansiedad que crecía en ella, abrió los ojos lentamente parpadeando y provocando que una lágrima perdida encontrara su salida y recorriera su mejilla, lo miró fijamente como si esperara alguna respuesta.
Ladeó su cabeza un poco al sentir que las palabras de aquel hombre rozaban su oído, el aroma se acrecentó golpeando sus pensamientos, era ella quien esperaba una explicación y ¿él le salía con una pregunta?.
-Yo... yo no... -vaciló, su voz se desquebrajaba en su garganta hartandola, mirandolo con ojos de preocupación y confusión hasta qu un leve destello iluminó sus castaños ojos- -No lo sé, ni siquiera se a que te refieres s lo sabía, pero el dato estaba resguandado en su mente y no quería rebuscar abriendo el cofre, su voz cambió volviendose mas fría y desinteresada ¿qué esperaban de ella?.
-¿Soy acaso una amenaza?
Cierto sarcásmo brotaba de su voz, aunque mitigado por el dulce tono de la misma y su mirada llorosa que lentamente se fijaba en cada uno e los hombres que amenazaban su vida con armas de fuego, sin rpoponerselo comenzo a temblar levemente ¿el miedo la había invadido?... si, el miedo a no saber que hacer
Se acercan con paso firme y decidido ¿y lo único que haces es sollozar? ¡defiendete!; No puedo ¿no puedes o no quieres? claro eso es prefieres quedarte aquí indefenza y al alcance de lo que sea... No es eso, yo... Shhhh calla y estate atenta que ahí está, se hace más fuerte ¿lo percibes? ¿De que hablas? Es tu mismo aroma, el mismo que adquiriste desde hace unos cuantos meses ¡Es igual a ti! una maldita marginada que lleva consigo la marca de una asquerosa bestia y... ¡CALLATE!
Intentando calmar la lucha interna que llevaba a cabo con su propia mente, dejó de sollozar llevanose las manos a la cabeza cubriendose los oídos y manteniendose agachada, los percibía mas cerca y...
¡¡¡Quieta. Mi señor… creo que debería ver esto!!!
La rodearon y se sintió amenazada, solo entonces levantó la vista con aire temeroso y confundido, mirando a cad uno de los hombres que apuntaban hacia ella sus fusiles y escopetas ¿Porqué demonios la amenazaban resguardando su escape como si se tratase del criminal mas peligroso? quizás porque eso podía llegar a ser.
El aroma se hizo aún más fuerte, cerró sus ojos para poderse llenar de él mitigando de alguna forma esa ansiedad que crecía en ella, abrió los ojos lentamente parpadeando y provocando que una lágrima perdida encontrara su salida y recorriera su mejilla, lo miró fijamente como si esperara alguna respuesta.
– Dime… ¿Cuánto hace…? Desde la primera luna. ¿Cuánto hace?
Ladeó su cabeza un poco al sentir que las palabras de aquel hombre rozaban su oído, el aroma se acrecentó golpeando sus pensamientos, era ella quien esperaba una explicación y ¿él le salía con una pregunta?.
-Yo... yo no... -vaciló, su voz se desquebrajaba en su garganta hartandola, mirandolo con ojos de preocupación y confusión hasta qu un leve destello iluminó sus castaños ojos- -No lo sé, ni siquiera se a que te refieres s lo sabía, pero el dato estaba resguandado en su mente y no quería rebuscar abriendo el cofre, su voz cambió volviendose mas fría y desinteresada ¿qué esperaban de ella?.
-¿Soy acaso una amenaza?
Cierto sarcásmo brotaba de su voz, aunque mitigado por el dulce tono de la misma y su mirada llorosa que lentamente se fijaba en cada uno e los hombres que amenazaban su vida con armas de fuego, sin rpoponerselo comenzo a temblar levemente ¿el miedo la había invadido?... si, el miedo a no saber que hacer
Invitado- Invitado
Re: Encontrando iguales...[Lucian Greymark]
Su respuesta me dejo helado, nunca pensé que fuese a decirme algo semejante, ¿Es que no se daba cuenta? ¿No me olía? Eso solo podía significar dos cosas, o me estaba mintiendo esperando el momento para atacar en cuanto tuviese la oportunidad, o es que ciertamente no tenía ni idea de que le estaba hablando. Pero en cuanto vi aquellos ojos… lo tuve bastante claro. Esa mirada nerviosa, el miedo reflejado en sus ojos mezclado con la frustración, con la conmoción y la confusión que viene después del descontrol, solo una persona que se había transformado muy pocas veces estaba realmente tan confuso, tan perdido. – Oh. Entiendo… eres un cachorro. – Así denominábamos en mi especia a los recién convertidos, a los que todavía no habían sido capaces de saber hasta qué punto sus vidas estaban trastocadas por una personalidad y una nueva forma de vida que no entendían, y que posiblemente se negaban a aceptar. – ¿Te has despertado alguna vez perdida, sola, en mitad de la nada y sin recordar? No tienes por qué ocultarme nada. No eres la única que hay. – Dije mientras un leve resplandor verde recorría mis ojos y dejando ver solo una parte de esa otra personalidad, de ese instinto que nos recorría nada mas convertirnos. – Soy como tú.
Bueno vale, no exactamente igual. La mayor parte de los nuestros se pasaban la vida como errantes, como criaturas dominadas por el salvajismo de nuestra especie y éramos muy pocos los que conseguíamos dominarlo en parte, siendo humanos la inmensa mayoría del tiempo, solo prisioneros las noches de luna. Su pregunta siguiente fue un poco más complicada de contestar, que podía ser una amenaza era sin duda una posibilidad, pero no tenia por que acabar de esa manera, no había porque llegar al punto en que tuviésemos que acabar en pelea, pero eso no solo dependía de mi. – Dímelo tú. ¿Tengo motivos para pensar que lo eres? – Dije sonriendo con tranquilidad y confianza. Si sus sentidos estaban mínimamente desarrollados se habría dado cuenta de que hablaba con alguien mucho más experimentado que ella. – En mi opinión, eres una chica en medio de un bosque, sola, y cuyas lágrimas de desesperación por un motivo que no entiende luchan desesperadamente por derramarse.
La chica tenía cierto aire sarcástico y un tanto desafiante, eso me gustaba, la última chica rebelde que había conocido ahora era una de los mejores licántropos que conocía. “Esto sí que es interesante…” Me levante de nuevo del suelo y dirigí un gesto a mis hombres para que bajasen las armas, no era necesario que se asustase más de lo que ya estaba, ni tampoco que se pusiese nerviosa. – Soy el conde Lucian Greymark. – Le tendí una mano para ayudarla a levantarse. - ¿Y tú eres?
Bueno vale, no exactamente igual. La mayor parte de los nuestros se pasaban la vida como errantes, como criaturas dominadas por el salvajismo de nuestra especie y éramos muy pocos los que conseguíamos dominarlo en parte, siendo humanos la inmensa mayoría del tiempo, solo prisioneros las noches de luna. Su pregunta siguiente fue un poco más complicada de contestar, que podía ser una amenaza era sin duda una posibilidad, pero no tenia por que acabar de esa manera, no había porque llegar al punto en que tuviésemos que acabar en pelea, pero eso no solo dependía de mi. – Dímelo tú. ¿Tengo motivos para pensar que lo eres? – Dije sonriendo con tranquilidad y confianza. Si sus sentidos estaban mínimamente desarrollados se habría dado cuenta de que hablaba con alguien mucho más experimentado que ella. – En mi opinión, eres una chica en medio de un bosque, sola, y cuyas lágrimas de desesperación por un motivo que no entiende luchan desesperadamente por derramarse.
La chica tenía cierto aire sarcástico y un tanto desafiante, eso me gustaba, la última chica rebelde que había conocido ahora era una de los mejores licántropos que conocía. “Esto sí que es interesante…” Me levante de nuevo del suelo y dirigí un gesto a mis hombres para que bajasen las armas, no era necesario que se asustase más de lo que ya estaba, ni tampoco que se pusiese nerviosa. – Soy el conde Lucian Greymark. – Le tendí una mano para ayudarla a levantarse. - ¿Y tú eres?
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: Encontrando iguales...[Lucian Greymark]
Las palabras revoloteaban a su alrededor, ¿qué le decía? ¿acaso no veía que ni siquiera sabía donde estaba parada?; levantó la mirada aún más justo cuando el aire decidió juguetear en el claro, alborotando sus cabellos, pasando entre sus ropas abombachandolas un poco, y dejando impregnado en su nariz un olor demasiado fuerte y... ¿exitante? venía de él, el hombre que tenía delante, en los últimos meses sus sentidos se habían agudizado y por raro que le pareciera podía identificar diversos sonidos, olores, texturas... todo eso sin siquiera estar realmente cerca.
-¿Cachorro?
Frunció el ceño demostrando su poco entendimiento y confusión ¿acaso le veía orejas colgadas y rabo?, intentó concentrarse el olor la aturdía y más porque se combinaba con el propio, agitó la cabeza levemente y volvió a mirarlo a los ojos... Perdida, única palabra que describia como se había estado sintiendo desde...
-Perdida estoy desde unos meses atrás, ya ni siquiera se quien soy realmente
Dijo de manera calmada aunque con cierto tono melancólico, agachando la mirada para mirarse las manos ¿eran suyas de verdad? tenían marcas de arañazos, y como esas, así estaba gran parte de su cuerpo; ni siquiera sabía donde las había obtenido.
-¿Igual a mi?
Su voz no era mas que un susurro, su mirada estaba perdida y su mano subió hasta su hombro instintivamente en un afan por ocultar la cicatriz oculta debajo de la tela de su blusa que desfiguraba su hombro y la que le seguía en forma de media luna... Como yo... repitió en su mente.
Volvío a fijar sus verdaceos ojos en los de aquel hombre, de cierta forma la tranquilizaba el sentirle cerca, el seguir percibiendo tan fuerte aroma al rededor suyo, escuchando su voz retumbando en su cabeza.
Si soy solo una chica perdida en medio del bosque para ti, que entiendes lo que soy... no veo porque ellos me vean de otra forma
Volvió a mirar al círculo de hombres armas que la rodeaban, apuntandole como si fuera un animal de caza o algún preso a punto de recibir su condena ¿sería mejor si lo hiciesen?.
Miró a aquella figura masculina levantarse sintiendo un halo de descanso al ver como aquellos hombres le obedecían bajando sus armas, dirigió su mirada hacia aquella mano que se alzaba frente a sus ojos brindandole apoyo y colocó la suya sobre ella para tener un punto de apoyo y erguirse ante los expectadores.
-Maud Fiedler... condeza de ningún lado
Pronunció con tono fuerte, mirando de manera altiva a los hombres que segundos antes, habían amenazado su vida. Acto seguido terminó su presentación con una reverencia como marcaban los estatutos cuando uno se encontraba frente a alguien de clase alta... como odiaba hacer eso.
-Si sabes lo que pasa... explicame todo lo que tenga que tener en cuenta
No preguntó, más bien le exijió que lo hiciese no quería dejarle la puerta abierta para darse media vuelta y dejarla del modo en el que estaba.
-¿Cachorro?
Frunció el ceño demostrando su poco entendimiento y confusión ¿acaso le veía orejas colgadas y rabo?, intentó concentrarse el olor la aturdía y más porque se combinaba con el propio, agitó la cabeza levemente y volvió a mirarlo a los ojos... Perdida, única palabra que describia como se había estado sintiendo desde...
¿Lo ves? ¡te lo dije! son iguales... ¿qué me gano por saberlo antes que tú? Nada, solo callate y dejame pensar ¿Te duele recordar acaso? vamos no puedes seguir huyendo ¡Dije que te callaras!
-Perdida estoy desde unos meses atrás, ya ni siquiera se quien soy realmente
Dijo de manera calmada aunque con cierto tono melancólico, agachando la mirada para mirarse las manos ¿eran suyas de verdad? tenían marcas de arañazos, y como esas, así estaba gran parte de su cuerpo; ni siquiera sabía donde las había obtenido.
-¿Igual a mi?
Su voz no era mas que un susurro, su mirada estaba perdida y su mano subió hasta su hombro instintivamente en un afan por ocultar la cicatriz oculta debajo de la tela de su blusa que desfiguraba su hombro y la que le seguía en forma de media luna... Como yo... repitió en su mente.
Volvío a fijar sus verdaceos ojos en los de aquel hombre, de cierta forma la tranquilizaba el sentirle cerca, el seguir percibiendo tan fuerte aroma al rededor suyo, escuchando su voz retumbando en su cabeza.
Si soy solo una chica perdida en medio del bosque para ti, que entiendes lo que soy... no veo porque ellos me vean de otra forma
Volvió a mirar al círculo de hombres armas que la rodeaban, apuntandole como si fuera un animal de caza o algún preso a punto de recibir su condena ¿sería mejor si lo hiciesen?.
Miró a aquella figura masculina levantarse sintiendo un halo de descanso al ver como aquellos hombres le obedecían bajando sus armas, dirigió su mirada hacia aquella mano que se alzaba frente a sus ojos brindandole apoyo y colocó la suya sobre ella para tener un punto de apoyo y erguirse ante los expectadores.
-Maud Fiedler... condeza de ningún lado
Pronunció con tono fuerte, mirando de manera altiva a los hombres que segundos antes, habían amenazado su vida. Acto seguido terminó su presentación con una reverencia como marcaban los estatutos cuando uno se encontraba frente a alguien de clase alta... como odiaba hacer eso.
-Si sabes lo que pasa... explicame todo lo que tenga que tener en cuenta
No preguntó, más bien le exijió que lo hiciese no quería dejarle la puerta abierta para darse media vuelta y dejarla del modo en el que estaba.
Invitado- Invitado
Re: Encontrando iguales...[Lucian Greymark]
Sonreí un poco divertido, no es que la palabra cachorro fuese algo oficial, más bien era una forma simple de identificar a los recién convertidos para tenerlos controlado. En nuestra sociedad, o manadas como preferían llamarlo algunos, los cachorros eran adiestrados y vigilados para que no pasase exactamente lo que había pasado en esta ocasión, que se transformasen y causasen un problema que podía acaba por destruirlos a ellos mismos, y como última instancia, podría provocar que la manada tuviese que desplazarse de sitio para evitar ser descubierta. Aun así, la palabra en sí mismo solía molestar un poco a los nuevos, mucho más a los que ni siquiera sabían que eran. – Si, eso es lo que he dicho. Entiendo que te resulte extraño y seguramente ahora mismo tendrás tantas preguntas que posiblemente no sabes cual formular primero. – Eran efectos secundarios de la transformación, las noches de luna perdíamos por completo consciencia de lo que hacíamos, solo los más viejos, los más acostumbrados, habíamos llegado a, como mínimo, no matar a diestro y siniestro. - ¿Desde hace unos meses, has tenido sensaciones extrañas? Tu físico es distinto, oyes cosas que normalmente no oirías, ves mejor de lo habitual… cosas así. ¿Me equivoco?
Parecía debatirse consigo misma, como si estuviese analizando en su cabeza hasta la más mínima posibilidad, desde que le estuviese tomando el pelo hasta que estuviese perdiendo el juicio y eso no estuviese pasando. Olía como si se sintiese acorralada. – Entiendo esa sensación. Tu humor se altera, actúas como si otra persona estuviese tomando posesión de ti. Pero deja que te explique una cosa: no estas enferma, ni loca. – Asentí con tranquilidad cuando me pregunto si era igual que ella. Tendría que explicarle todo paso a paso, no solo en lo que se había convertido sino que además tendría que aprender a asimilarlo. El único problema es que aquí no estaba en situación de hacer tal cosa, con mis hombres rodeándonos, si le decía que se había convertido en un licántropo probablemente se pondría histérica y tendríamos un altercado indeseado. Vi su mano subiendo hasta si hombro, y con un rápido movimiento agarre su mano y retire un poco de la prenda de ropa. Ahí estaba… - Exactamente igual que tu… - Con la otra mano lleve los dedos hasta el cuello de mi camisa, dejando a la vista parte de la clavícula donde empezaba la marca donde mi profesor me había mordido.
- Es un placer conocerte Maud Fiedler. – Bien, esto estaba empezando a mejorar, es posible que sus sentidos no estuviesen tan poco afinados, solamente que no los controlaba, pero al menos en parte parecía que se había dado cuenta de que podía confiar en mí, y no se equivocaba. En ese momento un pensamiento me asalto, una idea tan absurda que desde luego no debería habérseme pasado por la cabeza, pero me recordaba muchísimo a Adrianne, cuando solo era un cachorro. Puede que hacer esto no fuese de mi incumbencia, pero desde luego estaba dispuesto a hacerlo si la joven estaba dispuesta. – Maud te aseguro, antes que ninguna otra cosa, que nadie de los míos te hará daño, no estamos aquí para eso. Si es tu deseo puedes marcharte, y seguir con tu vida. Nadie de aquí intentara impedírtelo ni prohibirte que vuelvas si es tu deseo. – La ayude a levantarse y puse las manos sobre sus hombros sin dejar de mirarla, aquella forma de exigir respuestas era interesante, y también un poco inapropiada, pero bueno. – Pero, si por el contrario, quieres quedarte. Si quieres respuestas a todo lo que te pasa por la cabeza y quieres controlarlo, serás bien recibida en mi casa y tendras las respuestas que buscas.
Sin mediar más palabra la solté y me di la vuelta, caminando hacia los hombres que miraban con estupefacción una escena que distaba mucho de la que habían tenido en mente cuando salimos esta mañana, de seguro tendría que darles alguna escusa razonable para poder justificar la marcha y no seguíamos intentando buscar al “lobo”. – La decisión es tuya Maud. – Alce la cabeza por encima del hombro para mirarla antes de retirarnos. – Pero tienes que estar segura de que las respuestas podrás aceptarlas. Te ofrezco la verdad… nada más.
Parecía debatirse consigo misma, como si estuviese analizando en su cabeza hasta la más mínima posibilidad, desde que le estuviese tomando el pelo hasta que estuviese perdiendo el juicio y eso no estuviese pasando. Olía como si se sintiese acorralada. – Entiendo esa sensación. Tu humor se altera, actúas como si otra persona estuviese tomando posesión de ti. Pero deja que te explique una cosa: no estas enferma, ni loca. – Asentí con tranquilidad cuando me pregunto si era igual que ella. Tendría que explicarle todo paso a paso, no solo en lo que se había convertido sino que además tendría que aprender a asimilarlo. El único problema es que aquí no estaba en situación de hacer tal cosa, con mis hombres rodeándonos, si le decía que se había convertido en un licántropo probablemente se pondría histérica y tendríamos un altercado indeseado. Vi su mano subiendo hasta si hombro, y con un rápido movimiento agarre su mano y retire un poco de la prenda de ropa. Ahí estaba… - Exactamente igual que tu… - Con la otra mano lleve los dedos hasta el cuello de mi camisa, dejando a la vista parte de la clavícula donde empezaba la marca donde mi profesor me había mordido.
- Es un placer conocerte Maud Fiedler. – Bien, esto estaba empezando a mejorar, es posible que sus sentidos no estuviesen tan poco afinados, solamente que no los controlaba, pero al menos en parte parecía que se había dado cuenta de que podía confiar en mí, y no se equivocaba. En ese momento un pensamiento me asalto, una idea tan absurda que desde luego no debería habérseme pasado por la cabeza, pero me recordaba muchísimo a Adrianne, cuando solo era un cachorro. Puede que hacer esto no fuese de mi incumbencia, pero desde luego estaba dispuesto a hacerlo si la joven estaba dispuesta. – Maud te aseguro, antes que ninguna otra cosa, que nadie de los míos te hará daño, no estamos aquí para eso. Si es tu deseo puedes marcharte, y seguir con tu vida. Nadie de aquí intentara impedírtelo ni prohibirte que vuelvas si es tu deseo. – La ayude a levantarse y puse las manos sobre sus hombros sin dejar de mirarla, aquella forma de exigir respuestas era interesante, y también un poco inapropiada, pero bueno. – Pero, si por el contrario, quieres quedarte. Si quieres respuestas a todo lo que te pasa por la cabeza y quieres controlarlo, serás bien recibida en mi casa y tendras las respuestas que buscas.
Sin mediar más palabra la solté y me di la vuelta, caminando hacia los hombres que miraban con estupefacción una escena que distaba mucho de la que habían tenido en mente cuando salimos esta mañana, de seguro tendría que darles alguna escusa razonable para poder justificar la marcha y no seguíamos intentando buscar al “lobo”. – La decisión es tuya Maud. – Alce la cabeza por encima del hombro para mirarla antes de retirarnos. – Pero tienes que estar segura de que las respuestas podrás aceptarlas. Te ofrezco la verdad… nada más.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: Encontrando iguales...[Lucian Greymark]
Aquel hombre aseguraba conocer más de esto que... bueno no era que se hubiera topado con alguien mas que le dijera que tenía respuestas a las extrañas sensaciones, pensamientos y al parecer, recuerdos que desde hacía unos meses estaba teniendo ¿que podía hacer? nada solo confiar pero, no demasiado. Al momento en que Lucian posó su mano sobre su hombro para despojarlo de la tela que lo cubría un leve gruñido salió de su garganta, demasiado bajo como para que los hombres a su alrededor lo notasen pero lo bastante alto como para que él lo escuchase, si es que su oído era tan fino como el que al parecer ella había adquirido; no le gustaba que la gente la tocara y menos que dejara a plena vista la deformante cicatriz que tironeaba parte de la piel de su brazo, hombro y cuello y que daba entrada a que se fijaran en la marca de media luna que el hierro candente dejó en su omoplato.
-Dejando de lado el aparente nivel social y el hecho de que yo soy mujer y usted no.... le creeré en lo demás, somos iguales
Esta afirmación vino cuando al alzar la vista notó una cicatriz parecida a la suya justo sobre la clavícula de aquel hombre, se alcanzaban a notar las pequeñas marcas de desgarro y agujeros que los dientes dejaron; solo faltaba ver si en verdad el tomaba la forma de ...
¡¿Porqué sigues desconfiando?! ¿acaso no te basta su olor? ¡deja de ser tan maldita maniaca! Mas vale ser precabidos, sabes que no puedo dar tales lujos... además, te dije que te callaras
Si, seguía con esa lucha interna, pero la dominaría; se puso de pie apoyandose en esa mano que le brindaba comprensión, lo seguiría de ser necesario, hasta el fin del mundo.
- No tengo nada más que perder, y en cambio tengo varias osas que ganar; no puedo quedarme a la deriva intentando buscar respuestas donde solo encuentro silencio y terror -caminó hacia donde se encontraba el conde hasta que lo hubo pasado girando la cabeza para mirarle por sobre el hombro -Así que aceptaré su ayuda y le diré lo necesario sobre mi ¿le parece?
Esperó cerca de dos de los hombres del conde, que al parecer la miraban inseguros y resentidos, pero ellos no eran de su interés, lo único que le importaba en este momento era averiguar más sobre lo que ella "era"
-Dejando de lado el aparente nivel social y el hecho de que yo soy mujer y usted no.... le creeré en lo demás, somos iguales
Esta afirmación vino cuando al alzar la vista notó una cicatriz parecida a la suya justo sobre la clavícula de aquel hombre, se alcanzaban a notar las pequeñas marcas de desgarro y agujeros que los dientes dejaron; solo faltaba ver si en verdad el tomaba la forma de ...
¡¿Porqué sigues desconfiando?! ¿acaso no te basta su olor? ¡deja de ser tan maldita maniaca! Mas vale ser precabidos, sabes que no puedo dar tales lujos... además, te dije que te callaras
Si, seguía con esa lucha interna, pero la dominaría; se puso de pie apoyandose en esa mano que le brindaba comprensión, lo seguiría de ser necesario, hasta el fin del mundo.
- No tengo nada más que perder, y en cambio tengo varias osas que ganar; no puedo quedarme a la deriva intentando buscar respuestas donde solo encuentro silencio y terror -caminó hacia donde se encontraba el conde hasta que lo hubo pasado girando la cabeza para mirarle por sobre el hombro -Así que aceptaré su ayuda y le diré lo necesario sobre mi ¿le parece?
Esperó cerca de dos de los hombres del conde, que al parecer la miraban inseguros y resentidos, pero ellos no eran de su interés, lo único que le importaba en este momento era averiguar más sobre lo que ella "era"
Invitado- Invitado
Re: Encontrando iguales...[Lucian Greymark]
Vaya, así que la chica es revoltosa. En ciertos aspectos me recordaba bastante a Erin, con mucho carácter y muy pocas ganas de controlarlo. La igualdad no era solo parte de ser licántropos, todo en nuestra especie se basaban en los mismos síntomas iníciales: confusión, aumento de los sentidos de una forma casi molesta y, sobre todo, el hecho de darte cuenta de que existe una nueva consciencia, una que no tiene absolutamente nada que ver con lo que los humanos están acostumbrados. – Lo somos, y te aseguro que no eres la única que ha pasado por lo que estas pasando ahora. Sé que ahora resulta muy difícil de entender, pero créeme si te digo que lo que te pasa no tiene por qué ser malo- Muchos licántropos consideraban su condición como una maldición, y no podía discutirles que tenían razón en muchos aspectos. Sin embargo, también podía ser algo bueno si sabias como usarlo, y para qué usarlo.
En cuanto se levanto, comenzó a mover los ojos de un lado a otro, como si todavía siguiese dudando de todo lo que le decía y no era para menos, después de que pasase por un suceso como el suyo es normal que tuviese problemas para poder confiar en la gente. – El terror es comprensible, pero hay una cosa que si debes entender Maud: comprender todo lo que te pasa no será rápido ni fácil, llevara tiempo. – Mas que dispuesta a aprender parecía que quisiese llevarse por delante toda la información y asimilarla sin más. La paciencia es una virtud, y tendría que empezar a usarla, se le notaba la actividad con solo mirarla, hasta caminaba más deprisa de lo aconsejado. – Muy bien, en ese caso podemos irnos. – Hice una sea a los demás hombre que seguían mirándose extrañados, pues se suponía que habíamos ido allí a cazar una bestia y volvíamos con una chica desconocida. “Voy a tener que inventarme una nueva excusa para esto.”
Llegamos a los caballos y todos montamos rápidamente. Puesto que Maud no tenia montura estire el brazo para subirla a la mía, así de paso podríamos hablar sin que nadie nos acuchase más de lo debido. Ya de camino mantuve silencio durante un rato, es un viejo truco que había usado con Erin para ver cuánto aguantaba en silencio sin poner el grito en el cielo. – Antes que nada Maud debes saber que lo que te pasa se denomina licantropía. Supongo que acierto al pensar que esa cicatriz te la hizo un lobo, seguramente uno mucho más grande de lo normal. – Atravesamos la zona de bosques y por fin llegamos a campo abierto, la mansión Greymark estaba bastante cerca, allí podríamos hablar con más libertad y sin tener que recurrir a susurros, hasta entonces lo mejor sería hablar bajo. – Me gustaría que, para empezar, me contases exactamente como te ocurrió ese ataque y tú posterior llegada a este lugar. Si no te importa.
En cuanto se levanto, comenzó a mover los ojos de un lado a otro, como si todavía siguiese dudando de todo lo que le decía y no era para menos, después de que pasase por un suceso como el suyo es normal que tuviese problemas para poder confiar en la gente. – El terror es comprensible, pero hay una cosa que si debes entender Maud: comprender todo lo que te pasa no será rápido ni fácil, llevara tiempo. – Mas que dispuesta a aprender parecía que quisiese llevarse por delante toda la información y asimilarla sin más. La paciencia es una virtud, y tendría que empezar a usarla, se le notaba la actividad con solo mirarla, hasta caminaba más deprisa de lo aconsejado. – Muy bien, en ese caso podemos irnos. – Hice una sea a los demás hombre que seguían mirándose extrañados, pues se suponía que habíamos ido allí a cazar una bestia y volvíamos con una chica desconocida. “Voy a tener que inventarme una nueva excusa para esto.”
Llegamos a los caballos y todos montamos rápidamente. Puesto que Maud no tenia montura estire el brazo para subirla a la mía, así de paso podríamos hablar sin que nadie nos acuchase más de lo debido. Ya de camino mantuve silencio durante un rato, es un viejo truco que había usado con Erin para ver cuánto aguantaba en silencio sin poner el grito en el cielo. – Antes que nada Maud debes saber que lo que te pasa se denomina licantropía. Supongo que acierto al pensar que esa cicatriz te la hizo un lobo, seguramente uno mucho más grande de lo normal. – Atravesamos la zona de bosques y por fin llegamos a campo abierto, la mansión Greymark estaba bastante cerca, allí podríamos hablar con más libertad y sin tener que recurrir a susurros, hasta entonces lo mejor sería hablar bajo. – Me gustaría que, para empezar, me contases exactamente como te ocurrió ese ataque y tú posterior llegada a este lugar. Si no te importa.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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