AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nuevas noticias (Lucian Greymark)
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Nuevas noticias (Lucian Greymark)
El amanecer, el momento que más me gusta del día. Es el único momento en el que puedo observar como comienza una nueva aventura, con aquella luz anaranjada y brillante. Había madrugado, como siempre hacía para observar semejante maravilla y hoy, en especial, el cielo estaba claro y comenzando a tener un tono azul claro. Estaba sentada en el marco de la ventana de mi habitación que daba hacia el mar, el cual se encontraba tranquilo esta mañana. El día anterior había estado lluvioso y con viento, provocando grandes olas que impactaban en el pequeño muelle que había bajo la mansión.
Aún en camisón, cerré la ventana con cuidado y fui hacia el enorme vestidor que tenía en el fondo de mis aposentos. Esto era lo mejor de la gran casa de Lucian, podía disfrutar de todas las comodidades que nunca había tenido y que siempre había soñado “Ojalá mis hermanos pudieran estar conmigo ahora” pensé con tristeza, pues todos habían muerto en manos de mi padre… Sacudí la cabeza para quitarme esos pensamientos de la mente, pues aún no había superado que la persona que más adoraba e idolatraba en el mundo resultara ser un asqueroso y mugriento vampiro. Mi mano, apoyada en el marco de la puerta del gran pasillo lleno de vestidos, arañó la pared para luego volver al lado de cintura y dejando allí las marcas de mis uñas, o lo que quedaba de ellas pues tenía una mala costumbre de mordérmelas cada vez que me ponía nerviosa.
Caminé lentamente, rozando cada uno de mis vestidos, y con los ojos cerrados. Entonces me paré en seco, miré hacia la izquierda y cogí el traje que mi mano estaba tocando en esos momentos con tanta delicadeza como si fuera a romperse si apretaba demasiado. Me coloqué delante del enorme espejo, que se encontraba al final del vestidor, colgué el traje en una de sus esquinas y comencé a desnudarme dejando tirado el apretado camisón en el suelo. Antes de empezar a vestirme, me quedé mirándome en el reflejo durante unos instantes. Mi figura estaba como siempre, perfecta, salvo por la cicatriz de mi cuello donde se habían producido dos mordeduras: la primera fue la de mi padre vampiro, y la segunda, fue la de mi mentor y padre adoptivo, Lucian. Gracias a Dios, solo quedaba esta última y gracias a ella fue la que me salvó la vida y me convirtió en lo que soy ahora. Sonreí satisfecha y fue entonces cuando comencé a vestirme definitivamente.
Una vez vestida, con un traje quizás demasiado elegante para permanecer en la casa, sin que nadie, salvo los criados y Lucian me vieran; salí de mi habitación con destino la cocina. La mansión era lo suficientemente grande como para que tardara casi 5 minutos en llegar y allí estaban los cocineros trabajando en el almuerzo y en los desayunos. “Lucian ya estará despierto” pensó cuando vio que el chef estaba trajinando entre sartenes y calderos, preparando el desayuno específico de mi mentor. Mis labios formaron la típica sonrisa que siempre ponía y la que era característica de Erin Shax. La sonrisa que según decía mi padre era clavada a la de mi difunta madre. Otra vez los recuerdos. Sacudí la cabeza y atravesé la cocina hasta el comedor mientras saludaba a las distintas personas que se encontraban en esos momentos por mi alrededor –Buenos días a todos –dije levantando la mano y moviéndola como saludo.
Atravesé la puerta y fue cuando descubrí que mis especulaciones eran totalmente ciertas: Lucian ya estaba despierto. Me apoyé en el marco de la puerta, impidiendo el paso de los sirvientes que entraban y salían realizando sus tareas –Buenos días. Veo que has madrugado –le dije a mi mentor con esa sonrisa en los labios, como gesto de orgullo, con la espalda recta mostrando mi carácter y con los brazos cruzados, como si no tuviera prisa en moverme de ahí, a pesar de que estaba muerta de hambre.
OFF: el más largo que he escrito nunca…siéntete afortunado…y orgulloso de mí también ^^
Aún en camisón, cerré la ventana con cuidado y fui hacia el enorme vestidor que tenía en el fondo de mis aposentos. Esto era lo mejor de la gran casa de Lucian, podía disfrutar de todas las comodidades que nunca había tenido y que siempre había soñado “Ojalá mis hermanos pudieran estar conmigo ahora” pensé con tristeza, pues todos habían muerto en manos de mi padre… Sacudí la cabeza para quitarme esos pensamientos de la mente, pues aún no había superado que la persona que más adoraba e idolatraba en el mundo resultara ser un asqueroso y mugriento vampiro. Mi mano, apoyada en el marco de la puerta del gran pasillo lleno de vestidos, arañó la pared para luego volver al lado de cintura y dejando allí las marcas de mis uñas, o lo que quedaba de ellas pues tenía una mala costumbre de mordérmelas cada vez que me ponía nerviosa.
Caminé lentamente, rozando cada uno de mis vestidos, y con los ojos cerrados. Entonces me paré en seco, miré hacia la izquierda y cogí el traje que mi mano estaba tocando en esos momentos con tanta delicadeza como si fuera a romperse si apretaba demasiado. Me coloqué delante del enorme espejo, que se encontraba al final del vestidor, colgué el traje en una de sus esquinas y comencé a desnudarme dejando tirado el apretado camisón en el suelo. Antes de empezar a vestirme, me quedé mirándome en el reflejo durante unos instantes. Mi figura estaba como siempre, perfecta, salvo por la cicatriz de mi cuello donde se habían producido dos mordeduras: la primera fue la de mi padre vampiro, y la segunda, fue la de mi mentor y padre adoptivo, Lucian. Gracias a Dios, solo quedaba esta última y gracias a ella fue la que me salvó la vida y me convirtió en lo que soy ahora. Sonreí satisfecha y fue entonces cuando comencé a vestirme definitivamente.
Una vez vestida, con un traje quizás demasiado elegante para permanecer en la casa, sin que nadie, salvo los criados y Lucian me vieran; salí de mi habitación con destino la cocina. La mansión era lo suficientemente grande como para que tardara casi 5 minutos en llegar y allí estaban los cocineros trabajando en el almuerzo y en los desayunos. “Lucian ya estará despierto” pensó cuando vio que el chef estaba trajinando entre sartenes y calderos, preparando el desayuno específico de mi mentor. Mis labios formaron la típica sonrisa que siempre ponía y la que era característica de Erin Shax. La sonrisa que según decía mi padre era clavada a la de mi difunta madre. Otra vez los recuerdos. Sacudí la cabeza y atravesé la cocina hasta el comedor mientras saludaba a las distintas personas que se encontraban en esos momentos por mi alrededor –Buenos días a todos –dije levantando la mano y moviéndola como saludo.
Atravesé la puerta y fue cuando descubrí que mis especulaciones eran totalmente ciertas: Lucian ya estaba despierto. Me apoyé en el marco de la puerta, impidiendo el paso de los sirvientes que entraban y salían realizando sus tareas –Buenos días. Veo que has madrugado –le dije a mi mentor con esa sonrisa en los labios, como gesto de orgullo, con la espalda recta mostrando mi carácter y con los brazos cruzados, como si no tuviera prisa en moverme de ahí, a pesar de que estaba muerta de hambre.
OFF: el más largo que he escrito nunca…siéntete afortunado…y orgulloso de mí también ^^
Erin Shax- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 247
Fecha de inscripción : 13/03/2011
Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
Qué nochecita, una de esas en las que preferirías pasártelas durmiendo antes que cualquier otra cosa y en cambio estas plantado delante de una mesa completando cientos de informe. La culpa era mía por supuesto, llevaba las últimas semanas con asuntos oficiales y, debido a ello, había dejado un tanto descuidada la hacienda, y por supuesto no podía esperar que mi secretario se ocupase de todo, mi firma también se requería en muchos papeles y no podía negarme a hacer ese tipo de cosas. A veces ser noble traía más problemas que ventajas. Y así estábamos con una montaña de papeles encima de la mesa y con tanta hambre que podría comerme la mitad del ganado de la hacienda. El sol salía ya por el horizonte, dando paso a un nuevo día, y a más preocupaciones.
Me levante de la silla y me asome a la ventana de mi despacho, colocado en la primera planta de la casa, a estas horas ya debería de saber algo de Londres, las noticias habían sido escasas y no quería empezar a moverme sin saber nada concreto. En cualquier caso supongo que todo se sabría antes o después. Me aparte de la ventana y fui hasta la segunda planta de la casa, hasta donde estaba mi habitación, tome un baño caliente que resulto bastante reconfortante, no me apetecía pasearme por la casa oliendo como si me hubiese revolcado por el barro. Nada más terminar de bañarme me puse ropa limpia y una abrigo largo que usaba bastante para estar en casa. Salí del dormitorio y fui hasta la sala de estar cerca de los balcones de la mansión, a estas horas Erin probablemente estaría dando su paseo habitual por la casa, casi como hacia todos los días desde que se vino a vivir conmigo. Un asunto muy doloroso el suyo, un padre al que quería más que nada y al que admiraba… convertido en algo asi.
Pocas veces había roto mis normas, unas que me permitían seguir con un mínimo de integridad en mi vida, con un mínimo de humanidad. Solo me había saltado esas normas dos veces en mi vida, y Erin era una. La había criado como a una hija, prácticamente desde que era una adolescente, y supongo que lo que hice fue lo correcto, pero todavía seguía lamentando que cargase con una maldición como la nuestra. “Aunque tengo que admitir que ahora no sabría que hacer si no la tuviese conmigo.” Erin había sido una de las pocas compañías que podía permitirme de forma fija, una amiga incondicional y también una de mis mejores apoyos. Pocas cosa había que no compartiese con ella.
La sala era bastante amplia, con muebles en todas las paredes y una mesa de madera de caoba en el centro, delante de los ventanales donde ya las criadas estaban preparando las cosas para el desayuno. Me senté en una de las sillas después de saludar cortésmente a todos los del servicio, no eran servicio a decir verdad y tampoco los vería nunca así. En ese momento escuche una voz femenina detras de mí. – Mira quién habla. – Erin estaba apoyada en la puerta de entrada al salón, con uno de los muchos vestidos que me había asegurado de que recibiese cuando se vino a vivir conmigo. – Apostaría a que te has pasado la mitad de la noche en esa ventana tuya. – Dije volviendo la cabeza para mirarla. Le hice una sea para que entrase y se sentase conmigo, siempre con la espalda rígida, casi parecía una noble. Desde que era humana había sido una mujer orgullosa de ser como era, y eso se había acentuado más después de su transformación.
Es increíble lo mucho que había cambiado en tan solo cuatro años, esa niña asustada sin saber del todo lo que había pasado ahora era todo lo que cualquier joven envidiaría. Una sonrisa se dibujo en mi cara, me sentía orgulloso de ver en lo que se había convertido, no en la parte licantropa, sino en la humana. – Siéntate anda, como tu estomago siga rugiendo de esa manera vas a asustar a todo el mundo. – Espero sepa controlarse, de momento nuestra labor de que sepa controlar un poco sus instintos no está siendo muy productiva.
Me levante de la silla y me asome a la ventana de mi despacho, colocado en la primera planta de la casa, a estas horas ya debería de saber algo de Londres, las noticias habían sido escasas y no quería empezar a moverme sin saber nada concreto. En cualquier caso supongo que todo se sabría antes o después. Me aparte de la ventana y fui hasta la segunda planta de la casa, hasta donde estaba mi habitación, tome un baño caliente que resulto bastante reconfortante, no me apetecía pasearme por la casa oliendo como si me hubiese revolcado por el barro. Nada más terminar de bañarme me puse ropa limpia y una abrigo largo que usaba bastante para estar en casa. Salí del dormitorio y fui hasta la sala de estar cerca de los balcones de la mansión, a estas horas Erin probablemente estaría dando su paseo habitual por la casa, casi como hacia todos los días desde que se vino a vivir conmigo. Un asunto muy doloroso el suyo, un padre al que quería más que nada y al que admiraba… convertido en algo asi.
Pocas veces había roto mis normas, unas que me permitían seguir con un mínimo de integridad en mi vida, con un mínimo de humanidad. Solo me había saltado esas normas dos veces en mi vida, y Erin era una. La había criado como a una hija, prácticamente desde que era una adolescente, y supongo que lo que hice fue lo correcto, pero todavía seguía lamentando que cargase con una maldición como la nuestra. “Aunque tengo que admitir que ahora no sabría que hacer si no la tuviese conmigo.” Erin había sido una de las pocas compañías que podía permitirme de forma fija, una amiga incondicional y también una de mis mejores apoyos. Pocas cosa había que no compartiese con ella.
La sala era bastante amplia, con muebles en todas las paredes y una mesa de madera de caoba en el centro, delante de los ventanales donde ya las criadas estaban preparando las cosas para el desayuno. Me senté en una de las sillas después de saludar cortésmente a todos los del servicio, no eran servicio a decir verdad y tampoco los vería nunca así. En ese momento escuche una voz femenina detras de mí. – Mira quién habla. – Erin estaba apoyada en la puerta de entrada al salón, con uno de los muchos vestidos que me había asegurado de que recibiese cuando se vino a vivir conmigo. – Apostaría a que te has pasado la mitad de la noche en esa ventana tuya. – Dije volviendo la cabeza para mirarla. Le hice una sea para que entrase y se sentase conmigo, siempre con la espalda rígida, casi parecía una noble. Desde que era humana había sido una mujer orgullosa de ser como era, y eso se había acentuado más después de su transformación.
Es increíble lo mucho que había cambiado en tan solo cuatro años, esa niña asustada sin saber del todo lo que había pasado ahora era todo lo que cualquier joven envidiaría. Una sonrisa se dibujo en mi cara, me sentía orgulloso de ver en lo que se había convertido, no en la parte licantropa, sino en la humana. – Siéntate anda, como tu estomago siga rugiendo de esa manera vas a asustar a todo el mundo. – Espero sepa controlarse, de momento nuestra labor de que sepa controlar un poco sus instintos no está siendo muy productiva.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Fecha de inscripción : 22/01/2011
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Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
La verdad es que no había podido dormir durante toda la noche. La lluvia caía con fuerza, dando constantes golpes en mi ventana y haciendo que mi cabeza comenzara a dolerme. Al final había acabado por levantarme de mi enorme cama en la que estaba envuelta con un buen edredón de plumas, me había puesto unas zapatillas y me había sentado en el marco de la ventana a observar los misterios de la noche. El mar estaba embravecido y el viento golpeaba mi habitación como si quisiera penetrar en ella y soltar toda su furia. –no es culpa mía que el tiempo esté como loco. Ojalá nevase en vez de que caiga esta lluvia que solo causa destrozos –le dije caminando hacia la mesa en la que estaba sentado.
Antes de sentarme en frente de él y esperar a que me sirvieran el desayuno, me acerqué a Lucian y, colocándome detrás de él, eché una ojeada a la montaña de papeles que tenía delante de suyo. “Londres” pensé con cierta tristeza. Nunca olvidaré cuando Lucian se fue a la capital inglesa por negocios y casi lo matan. Había pasado tiempo de eso, pero sabía que había dejado una profunda huella en mi padre adoptivo. Llevaba el tiempo suficiente viviendo con él que ya casi sabía cuáles eran sus mayores preocupaciones. -¿mucho trabajo? –le pregunté mirando las ojeras que se encontraban debajo de su penetrante mirada y deduje que apenas había dormido esa noche.
A continuación, me senté en mi sitio, apoyando mi espalda, totalmente recta, en el respaldo de la silla y crucé tanto las piernas como los brazos. Miré en silencio a mi mentor, observando cada uno de sus movimientos y expresiones. Se le notaba preocupado -¿aún no hay noticias de Londres? –pregunté levantando una ceja, poniéndome tensa al volver al tema. Un tema que no me gustaba recordar, pues había estado a punto de perder a mi segundo padre y estaba segura que no me recompondría después de aquello.
Entonces fue cuando trajeron nuestros respectivos desayunos, no había nada mejor que un buen aperitivo antes de empezar una gran aventura. Cogí el tenedor y comencé a devorar todo lo que había en el plato, mientras miraba de reojo a Lucian. –No te preocupes, ya llegarán –le dije con la típica sonrisa que ponía la gente cuando trataba de dar ánimos. La verdad, no sabía qué era lo que estaba esperando de Londres, yo siempre supuse que quería olvidarse de ello y que nunca volveríamos a hablar del tema, pero algo le preocupaba de esa ciudad, algo que tenía que ver con lo que pasó hace tres meses.
Me ajusté el corset, como siempre hacía cuando me encontraba ante una situación incómoda. No sabía qué decir, por lo que esperé a que Lucian hablara y me explicara, si es que esta vez me contaba algo, pues no solía contarme todo, con todos los detalles, por ejemplo, con respecto a Londres, solo supe que estuvo a punto de morir. Casi me desmayo cuando me lo contó. Recuerdo, que me eché a llorar alocadamente, mientras lo abrazaba y daba gracias Dios por haber dejado que viviese. Sonreí ante la situación, pues nunca hacía tal cosa, simplemente no estaba dispuesta a que la persona que yo consideraba mi padre y mi familia, desaparecieran de mi nueva vida.
Antes de sentarme en frente de él y esperar a que me sirvieran el desayuno, me acerqué a Lucian y, colocándome detrás de él, eché una ojeada a la montaña de papeles que tenía delante de suyo. “Londres” pensé con cierta tristeza. Nunca olvidaré cuando Lucian se fue a la capital inglesa por negocios y casi lo matan. Había pasado tiempo de eso, pero sabía que había dejado una profunda huella en mi padre adoptivo. Llevaba el tiempo suficiente viviendo con él que ya casi sabía cuáles eran sus mayores preocupaciones. -¿mucho trabajo? –le pregunté mirando las ojeras que se encontraban debajo de su penetrante mirada y deduje que apenas había dormido esa noche.
A continuación, me senté en mi sitio, apoyando mi espalda, totalmente recta, en el respaldo de la silla y crucé tanto las piernas como los brazos. Miré en silencio a mi mentor, observando cada uno de sus movimientos y expresiones. Se le notaba preocupado -¿aún no hay noticias de Londres? –pregunté levantando una ceja, poniéndome tensa al volver al tema. Un tema que no me gustaba recordar, pues había estado a punto de perder a mi segundo padre y estaba segura que no me recompondría después de aquello.
Entonces fue cuando trajeron nuestros respectivos desayunos, no había nada mejor que un buen aperitivo antes de empezar una gran aventura. Cogí el tenedor y comencé a devorar todo lo que había en el plato, mientras miraba de reojo a Lucian. –No te preocupes, ya llegarán –le dije con la típica sonrisa que ponía la gente cuando trataba de dar ánimos. La verdad, no sabía qué era lo que estaba esperando de Londres, yo siempre supuse que quería olvidarse de ello y que nunca volveríamos a hablar del tema, pero algo le preocupaba de esa ciudad, algo que tenía que ver con lo que pasó hace tres meses.
Me ajusté el corset, como siempre hacía cuando me encontraba ante una situación incómoda. No sabía qué decir, por lo que esperé a que Lucian hablara y me explicara, si es que esta vez me contaba algo, pues no solía contarme todo, con todos los detalles, por ejemplo, con respecto a Londres, solo supe que estuvo a punto de morir. Casi me desmayo cuando me lo contó. Recuerdo, que me eché a llorar alocadamente, mientras lo abrazaba y daba gracias Dios por haber dejado que viviese. Sonreí ante la situación, pues nunca hacía tal cosa, simplemente no estaba dispuesta a que la persona que yo consideraba mi padre y mi familia, desaparecieran de mi nueva vida.
Erin Shax- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 247
Fecha de inscripción : 13/03/2011
Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
Bueno lo de la lluvia toda la noche es verdad, pero el que no pudiese dormir por eso… cualquiera de nosotros podía ignorar sus sentidos agudos si tenía la practica suficiente. Esa fue una de las primeras cosas que le enseñe a hacer, si no hubiese sido así se habría sobresaltado y molestado por cada sonido más agudo de lo normal o por cada olor demasiado intenso para poder soportarlo sin apartar la nariz. Sin embargo parece que todavía no controlaba demasiado esas cosas mientras dormía, lo que podía llevarla precisamente a no dormir. – No te preocupes dejara de llover antes o después, el invierno se está acabando y pronto no habrá nada que te moleste. – Habían pasado ya tres meses desde que volví a Paris, me resultaba increíble lo rápido que pasaba el tiempo.
Cuando se poso detrás de mí y se quedo mirando los papeles no pude evitar sonreír, como siempre su curiosidad superaba de forma increíble a su discreción, no es que me molestase, todo lo contrario, precisamente su curiosidad era lo que había conseguido que aprendiese tan rápido, y no me refería solo a la parte licantropa sino a la humana. De una forma o de otra, que una chica joven y de origen desconocido, aunque probablemente humilde viviese con un conde era algo que suscitaba rumores, y también expectación, eso era algo que había que solucionar y la mejor manera que había era que Erin pareciese y se comportase como una mujer de clase alta. Lo hacía bastante bien, pero seguía teniendo ciertas libertades conmigo. – Mas del que te imaginas…. mi nuevo establecimiento es lucrativo, pero necesito tenerlo todo bien afianzado y eso me ha llevado a dejar un poco de lado las tierras y la mansión. – El burdel había sido una gran inversión, sobre todo después de la noche que pase allí hace un par de semanas. Salí convencido de que para saber todo lo que pensaba un hombre, solo había que preguntarle a la mujer con la que se acostaba, además de otros muchos encantos descubiertos claro. – Además es un local bastante difícil de llevar, ¿sabes por qué? – Era una de las clásicas preguntas que le hacía a menudo para ver si estaba atenta, y por lo general sabia responder bien.
Esa era la pregunta que más miedo me daba que hiciese. No aun no habían noticias, espera desesperadamente que hubiesen llegado, un indicio de que lo que había pasado era cierno y no una jugarreta desconsiderada de aquel… no sabía muy bien cómo llamarlo. Había dejado sus intenciones bastante claras y había estado dispuesto a cooperar, pero lo que no me había contado es que desde un primer momento pensaba soltarme. Esa información me la había aportado Dominique, pero sin ella seguiría a oscuras todavía. Mi conclusión más lógica era que se había aprovechado de mi situación para sacar partido cuando de una forma u otra yo iba a salir libre. Si no fuese porque la jugada me la hizo a mi hasta le aplaudiría por el movimiento. – No, aun no. – La siguiente frase de Erin me demostraba cuan desesperada estaba por saber que pasaba, hubiese preferido dejarla en la ignorancia de esto un poco mas pero…. bueno tarde o temprano se enteraría. – Erin… tengo que hablar contigo de una cosa. Solo quiero que esperes antes de que acabe en vez de ponerte como una “fiera”.
Me acomode en la silla dejando todos los papeles al margen, y de la misma forma para hacer tiempo hasta que el servicio nos dejase solos y pudiésemos hablar sin que nadie más nos interrumpiese, este no era un tema que pudiésemos tratar en público. Aguce el oído cuando se cerraron las puertas del comedor, para asegurarme de que nadie nos escuchase, el servicio de la casa era leal, pero no por ello era motivo para no ser precavido. – Hace unos meses cuando estuve en Londres, apenas un par de días antes de que me soltasen, recibí una visita muy poco convencional. – Mas bien decir que fue mi única visita. – Digamos que se trataba de una persona con bastante poder e influencia en el gobierno, una persona que tenía una proposición muy interesante, al menos a su modo de ver. – Esta era la parte que no le gustaría. – Era un vampiro Erin.
Cuando se poso detrás de mí y se quedo mirando los papeles no pude evitar sonreír, como siempre su curiosidad superaba de forma increíble a su discreción, no es que me molestase, todo lo contrario, precisamente su curiosidad era lo que había conseguido que aprendiese tan rápido, y no me refería solo a la parte licantropa sino a la humana. De una forma o de otra, que una chica joven y de origen desconocido, aunque probablemente humilde viviese con un conde era algo que suscitaba rumores, y también expectación, eso era algo que había que solucionar y la mejor manera que había era que Erin pareciese y se comportase como una mujer de clase alta. Lo hacía bastante bien, pero seguía teniendo ciertas libertades conmigo. – Mas del que te imaginas…. mi nuevo establecimiento es lucrativo, pero necesito tenerlo todo bien afianzado y eso me ha llevado a dejar un poco de lado las tierras y la mansión. – El burdel había sido una gran inversión, sobre todo después de la noche que pase allí hace un par de semanas. Salí convencido de que para saber todo lo que pensaba un hombre, solo había que preguntarle a la mujer con la que se acostaba, además de otros muchos encantos descubiertos claro. – Además es un local bastante difícil de llevar, ¿sabes por qué? – Era una de las clásicas preguntas que le hacía a menudo para ver si estaba atenta, y por lo general sabia responder bien.
Esa era la pregunta que más miedo me daba que hiciese. No aun no habían noticias, espera desesperadamente que hubiesen llegado, un indicio de que lo que había pasado era cierno y no una jugarreta desconsiderada de aquel… no sabía muy bien cómo llamarlo. Había dejado sus intenciones bastante claras y había estado dispuesto a cooperar, pero lo que no me había contado es que desde un primer momento pensaba soltarme. Esa información me la había aportado Dominique, pero sin ella seguiría a oscuras todavía. Mi conclusión más lógica era que se había aprovechado de mi situación para sacar partido cuando de una forma u otra yo iba a salir libre. Si no fuese porque la jugada me la hizo a mi hasta le aplaudiría por el movimiento. – No, aun no. – La siguiente frase de Erin me demostraba cuan desesperada estaba por saber que pasaba, hubiese preferido dejarla en la ignorancia de esto un poco mas pero…. bueno tarde o temprano se enteraría. – Erin… tengo que hablar contigo de una cosa. Solo quiero que esperes antes de que acabe en vez de ponerte como una “fiera”.
Me acomode en la silla dejando todos los papeles al margen, y de la misma forma para hacer tiempo hasta que el servicio nos dejase solos y pudiésemos hablar sin que nadie más nos interrumpiese, este no era un tema que pudiésemos tratar en público. Aguce el oído cuando se cerraron las puertas del comedor, para asegurarme de que nadie nos escuchase, el servicio de la casa era leal, pero no por ello era motivo para no ser precavido. – Hace unos meses cuando estuve en Londres, apenas un par de días antes de que me soltasen, recibí una visita muy poco convencional. – Mas bien decir que fue mi única visita. – Digamos que se trataba de una persona con bastante poder e influencia en el gobierno, una persona que tenía una proposición muy interesante, al menos a su modo de ver. – Esta era la parte que no le gustaría. – Era un vampiro Erin.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
Me crucé de brazos, como si no quisiera admitir que todavía no controlaba muy bien mis sentidos. Fruncí el ceño y los labios –menos mal que ya llega la primavera –le dije sin hacer referencia a mi falta de concentración durante la noche. No podía evitar relajarme cuando me acostaba en la cama por las noches, de este modo todos los sonidos de la casa y de los alrededores de ésta llegaban a mis oídos como si estuvieran acostados conmigo. Al final, acababa levantándome e sentándome en el marco de la ventana a observar. Lo peor de todo es que Lucian lo sabía y me costaba horrores reconocerlo. No me gustaba sentirme inútil delante de él, pues quería que estuviese orgulloso de mí y quería impresionarlo siempre que podía.
No me convenció mucho que comprara el burdel, pues podía imaginarme el motivo. Seguramente él sabía que me gustaba saber a dónde iba y dónde estaba en cada momento del día. Era un acto reflejo que había adquirido desde… la desgracia. Mi mirada se puso triste, cuando los recuerdos vinieron a mí, sobre la noche en la que mi familia fue asesinada por un asqueroso vampiro y, para colmo, ese vampiro era mi padre biológico. Lo miré ante su pregunta y levanté una ceja recordando las miles preguntas que me hacía para ver si le estaba prestando atención. Me encogí de hombros y con una sonrisa traviesa me dispuse a contestarle -¿Porque hay demasiados hombre que entran y salen de él buscando la compañía de una mujer? –le contesté a modo de respuesta. Éstas siempre solían ser un tanto traviesas pero era lo que pensaba. Sin mover mis brazos ladeé la cabeza como un perro mirando algo que no sabe lo que es -¿por qué lo compraste? El dinero se puede invertir en otras cosas –le dije intrigada. No es que no me guste el burdel, pero consideraba que el dinero se podía invertir de otra manera.
Miré su rostro cuando oyó mi pregunta y me contestó con una negativa. Parecía que tramaba algo y que le molestaba no recibir noticias de Dios sabe qué. Me incliné sobre la mesa apoyando los brazos en ella y apartando el plato del desayuno, pues se me había quitado el apetito. Levanté una ceja de nuevo ante su comentario de que tenía que contarme algo. Si temiera que me iba a poner como una fiera, es que no era nada buena. Mi rostro se volvió totalmente serio abandonando todo rasgo de travesura y picardía. Le hice una señal para que hablara, cuando los del servicio que hubieron marchado y me dediqué a escuchar con atención lo que me tenía que decir.
Mis ojos se abrieron como platos y lo miré como si no lo conociera. Un vampiro, Lucian había tenido tratos con un vampiro -¿qué has hecho, Lucian? Se suponía que no íbamos a tener tratos con ellos nunca. Que acabaríamos con ellos juntos y ahora me vienes con que un vampiro fue a visitarte ¡como si nada! –solté moviendo las manos totalmente como él no quisiera que me pusiera: como una fiera. Paré de hablar y apoyé la cabeza en mis manos. “un vampiro, ¿por qué un maldito vampiro?” pensé cerrando los ojos mientras respiraba entrecortadamente. Siempre me pasaba lo mismo cuando me cruzaba con alguno o salía en como tema de conversación. Comenzaba a sudar, pero éste era un sudor frío, mi respiración se agitada evitando que el aire entrara en mis pulmones, mis músculos se ponían totalmente tensos y mi mente se llenaba de recuerdos desagradables.
“Padre” pensé teniendo una imagen de él en mi cabeza. Recordé las palabras que siempre me decía: Erin være sig selv, fordi rigtige mennesker er dem, der går langt. Las cuales significaban: Sé tú misma Erin, pues las verdaderas personas son las que llegan lejos. Sonreí antes de que viniera otra imagen a mi cabeza. Mi padre, el hombre al que yo tanto quería e idolatraba, estaba de pie con las manos, la ropa y boca llenas de sangre. Su mirada estaba fija en mí como si yo fuera una comida. Cerré los ojos con fuerza. Si no fuera por Lucian habría muerto.
Levanté la mirada –no me parece bien que tengas tratos con vampiros y lo sabes. Sin embargo, sé que no has terminado de hablar. ¿qué te dijo el chupasangre? –le dije cuando logré que me saliera la voz y esta sonó enfadada, pero controlada. “yo no soy nadie para pedirle nada a Lucian. Me salvó la vida, lo mínimo que puedo hacer es escucharle. Se lo debo” pensé tragándome mi orgullo.
No me convenció mucho que comprara el burdel, pues podía imaginarme el motivo. Seguramente él sabía que me gustaba saber a dónde iba y dónde estaba en cada momento del día. Era un acto reflejo que había adquirido desde… la desgracia. Mi mirada se puso triste, cuando los recuerdos vinieron a mí, sobre la noche en la que mi familia fue asesinada por un asqueroso vampiro y, para colmo, ese vampiro era mi padre biológico. Lo miré ante su pregunta y levanté una ceja recordando las miles preguntas que me hacía para ver si le estaba prestando atención. Me encogí de hombros y con una sonrisa traviesa me dispuse a contestarle -¿Porque hay demasiados hombre que entran y salen de él buscando la compañía de una mujer? –le contesté a modo de respuesta. Éstas siempre solían ser un tanto traviesas pero era lo que pensaba. Sin mover mis brazos ladeé la cabeza como un perro mirando algo que no sabe lo que es -¿por qué lo compraste? El dinero se puede invertir en otras cosas –le dije intrigada. No es que no me guste el burdel, pero consideraba que el dinero se podía invertir de otra manera.
Miré su rostro cuando oyó mi pregunta y me contestó con una negativa. Parecía que tramaba algo y que le molestaba no recibir noticias de Dios sabe qué. Me incliné sobre la mesa apoyando los brazos en ella y apartando el plato del desayuno, pues se me había quitado el apetito. Levanté una ceja de nuevo ante su comentario de que tenía que contarme algo. Si temiera que me iba a poner como una fiera, es que no era nada buena. Mi rostro se volvió totalmente serio abandonando todo rasgo de travesura y picardía. Le hice una señal para que hablara, cuando los del servicio que hubieron marchado y me dediqué a escuchar con atención lo que me tenía que decir.
Mis ojos se abrieron como platos y lo miré como si no lo conociera. Un vampiro, Lucian había tenido tratos con un vampiro -¿qué has hecho, Lucian? Se suponía que no íbamos a tener tratos con ellos nunca. Que acabaríamos con ellos juntos y ahora me vienes con que un vampiro fue a visitarte ¡como si nada! –solté moviendo las manos totalmente como él no quisiera que me pusiera: como una fiera. Paré de hablar y apoyé la cabeza en mis manos. “un vampiro, ¿por qué un maldito vampiro?” pensé cerrando los ojos mientras respiraba entrecortadamente. Siempre me pasaba lo mismo cuando me cruzaba con alguno o salía en como tema de conversación. Comenzaba a sudar, pero éste era un sudor frío, mi respiración se agitada evitando que el aire entrara en mis pulmones, mis músculos se ponían totalmente tensos y mi mente se llenaba de recuerdos desagradables.
“Padre” pensé teniendo una imagen de él en mi cabeza. Recordé las palabras que siempre me decía: Erin være sig selv, fordi rigtige mennesker er dem, der går langt. Las cuales significaban: Sé tú misma Erin, pues las verdaderas personas son las que llegan lejos. Sonreí antes de que viniera otra imagen a mi cabeza. Mi padre, el hombre al que yo tanto quería e idolatraba, estaba de pie con las manos, la ropa y boca llenas de sangre. Su mirada estaba fija en mí como si yo fuera una comida. Cerré los ojos con fuerza. Si no fuera por Lucian habría muerto.
Levanté la mirada –no me parece bien que tengas tratos con vampiros y lo sabes. Sin embargo, sé que no has terminado de hablar. ¿qué te dijo el chupasangre? –le dije cuando logré que me saliera la voz y esta sonó enfadada, pero controlada. “yo no soy nadie para pedirle nada a Lucian. Me salvó la vida, lo mínimo que puedo hacer es escucharle. Se lo debo” pensé tragándome mi orgullo.
Erin Shax- Licántropo Clase Media
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Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
Tan orgullosa como siempre, me sorprendia lo cabezota que podía llegar a ser. Ya desde que era una niña habia resultado ser un prodigio, un gigante entre insectos por decirlo de alguna manera. Pocas mujeres eran capaces de decir en voz alta lo que pensaban, de exponer una idea convincente que sabían que era verdad y no ceder por mucho que los hombres la mirasen diciéndole: “Esto es cosa de hombres, no pintas nada aquí.” Era una de las cosas que mas me habían fascinado de ella cuando la conocí, y sin duda seguía sorprendiéndome. Me confesaba culpable, al igual que su difunto padre (que ardiese en el infierno eternamente) había motivado su deseo de quererse a si misma, de considerar que lo que se ganara era suyo y nadie tenía derecho a quitárselo. El único problema, y tal vez mi único error a la hora de educarla era que no le había enseñado la suficiente humildad, decirle que, como todo ser humano seguía equivocándose y cometiendo errores, y que destacar en algo no te hacia mejor que los demás. – No te preocupes, los inviernos se harán más fáciles con el tiempo, aun no te has adaptado del todo. – Esa pretendía ser una forma sutil de decirle que no importaba que no se controlase del todo, que el tiempo lo dejaría todo en su sitio.
En cuanto me respondió me demostró lo que siempre había sabido, Erin era un prodigio, posiblemente una de las mujeres más avispadas que conocía, respondía a mis preguntas con sutileza, pero al mismo tiempo de forma que se entendiese las cosas de forma clara. Aquella mirada, ese recuerdo sujeto a su experiencia con su padre siempre traía un mal momento, así que intente responderle antes de que su mente se fuese a los recuerdos y divagase en ellos. – Aciertas, pero al mismo tiempo te equivocas. Es cierto que entran muchos hombres que buscan algo… aunque a veces no sean mujeres. – Dije alzando una ceja para corregir su insinuación. La compañía de prostitutas no era precisamente de mi agrado, al menos no de la forma que les gustaba a los demás hombres. Solo había tenido relación con dos, y a ninguna de ellas les page, simplemente las deseaba y ellas a mí, no se trataba de un negocio. - ¿Qué pensarías de un hombre que está siempre en un burdel y les dice a las chicas que hacer? O mejor aún, ¿Cómo crees que reaccionarían las chicas al ver que un hombre intenta decirles como hacer su trabajo? – La respuesta era bastante obvia, un hombre no era la persona indicada para dirigir un negocio de placeres, más bien era la última persona del mundo que debía hacerlo. – Precisamente por eso es por lo que es un negocio difícil, implica confianza, el saber que alguien que se ocupe de él sea capaz y al mismo tiempo bastante consciente de que sigue teniendo un jefe. – En cuanto a su segunda pregunta, esperaba que supiese como responder. – Tú has hecho la pregunta, respóndeme tú.
En cuanto puso aquella cara supe que mi advertencia, como de costumbre, se la había saltado a la torera y había empezado a dar rienda suelta a algo que se había intensificado con su transformación. – He ahí uno de tus problemas Erin, primero disparas y después preguntas. – Dije juntando las yemas de los dedos mientras me recostaba en el sillón, era una mujer bastante impulsiva y a veces eso hacía que su gran intelecto se fuese por la borda. – Sabes de sobra que mi intención siempre ha sido esa, pero tenemos que ser un poco realistas. Los vampiros nos superan por mucho, matamos alrededor de un centenar al año pero eso no soluciona nada, sabes tan bien como yo donde está la raíz. – Al menos estaba dispuesta a escucharme eso ya era un paso muy grande para ella.
- Se lo que sientes por ellos, se cuanto te duele pequeña, y créeme que lo respeto y lo comparto. – Lo que había echo su padre con ella y su familia había sido monstruoso, y luego no dudaban en llamarnos a nosotros bestias. – La oferta con la que me vino fue muy simple: me ofrecía soltarme, salir con vida. A cambio, yo debía de hacer algo, algo que, en cierta medida, me beneficia. – Su oferta había sido toda una sorpresa, llevaba años preguntándome cual era el punto débil de los vampiros más poderosos, de los mejor posicionados, y nunca me había dado cuenta de lo sencilla que era la respuesta, era tan evidente que incluso resultaba ridícula. – Quería la cabeza de otros vampiros. Con eso, el ganaba una ventaja sobre un vampiro rival, y nosotros eliminar a un par de pesos pesados de su especie. – Evidentemente no me terminaba de fiar de él, como hacerlo siendo lo que era, por lo general ni siquiera podía fiarme de los humanos, como iba a fiarme de un vampiro. – Se suponía que teníamos que contactar un poco después de que volviese a Paris, para no levantar sospechas, pero se está retrasando. ¿Sigues pensando que he perdido el juicio?
En cuanto me respondió me demostró lo que siempre había sabido, Erin era un prodigio, posiblemente una de las mujeres más avispadas que conocía, respondía a mis preguntas con sutileza, pero al mismo tiempo de forma que se entendiese las cosas de forma clara. Aquella mirada, ese recuerdo sujeto a su experiencia con su padre siempre traía un mal momento, así que intente responderle antes de que su mente se fuese a los recuerdos y divagase en ellos. – Aciertas, pero al mismo tiempo te equivocas. Es cierto que entran muchos hombres que buscan algo… aunque a veces no sean mujeres. – Dije alzando una ceja para corregir su insinuación. La compañía de prostitutas no era precisamente de mi agrado, al menos no de la forma que les gustaba a los demás hombres. Solo había tenido relación con dos, y a ninguna de ellas les page, simplemente las deseaba y ellas a mí, no se trataba de un negocio. - ¿Qué pensarías de un hombre que está siempre en un burdel y les dice a las chicas que hacer? O mejor aún, ¿Cómo crees que reaccionarían las chicas al ver que un hombre intenta decirles como hacer su trabajo? – La respuesta era bastante obvia, un hombre no era la persona indicada para dirigir un negocio de placeres, más bien era la última persona del mundo que debía hacerlo. – Precisamente por eso es por lo que es un negocio difícil, implica confianza, el saber que alguien que se ocupe de él sea capaz y al mismo tiempo bastante consciente de que sigue teniendo un jefe. – En cuanto a su segunda pregunta, esperaba que supiese como responder. – Tú has hecho la pregunta, respóndeme tú.
En cuanto puso aquella cara supe que mi advertencia, como de costumbre, se la había saltado a la torera y había empezado a dar rienda suelta a algo que se había intensificado con su transformación. – He ahí uno de tus problemas Erin, primero disparas y después preguntas. – Dije juntando las yemas de los dedos mientras me recostaba en el sillón, era una mujer bastante impulsiva y a veces eso hacía que su gran intelecto se fuese por la borda. – Sabes de sobra que mi intención siempre ha sido esa, pero tenemos que ser un poco realistas. Los vampiros nos superan por mucho, matamos alrededor de un centenar al año pero eso no soluciona nada, sabes tan bien como yo donde está la raíz. – Al menos estaba dispuesta a escucharme eso ya era un paso muy grande para ella.
- Se lo que sientes por ellos, se cuanto te duele pequeña, y créeme que lo respeto y lo comparto. – Lo que había echo su padre con ella y su familia había sido monstruoso, y luego no dudaban en llamarnos a nosotros bestias. – La oferta con la que me vino fue muy simple: me ofrecía soltarme, salir con vida. A cambio, yo debía de hacer algo, algo que, en cierta medida, me beneficia. – Su oferta había sido toda una sorpresa, llevaba años preguntándome cual era el punto débil de los vampiros más poderosos, de los mejor posicionados, y nunca me había dado cuenta de lo sencilla que era la respuesta, era tan evidente que incluso resultaba ridícula. – Quería la cabeza de otros vampiros. Con eso, el ganaba una ventaja sobre un vampiro rival, y nosotros eliminar a un par de pesos pesados de su especie. – Evidentemente no me terminaba de fiar de él, como hacerlo siendo lo que era, por lo general ni siquiera podía fiarme de los humanos, como iba a fiarme de un vampiro. – Se suponía que teníamos que contactar un poco después de que volviese a Paris, para no levantar sospechas, pero se está retrasando. ¿Sigues pensando que he perdido el juicio?
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
Podría seguir diciendo cosas en contra de lo que había hecho Lucian. Nunca estaba desacuerdo en cosas que tuvieran que ver con los vampiros, ni lo iba a estar nunca. Sin embargo, ante su comentario sobre mi problema, cerré la boca frunciendo como si me estuviera conteniendo todos los insultos posibles dirigidos hacia mi padre adoptivo.
Nunca lo insultaría, solo era una forma de hablar. Permanecí callada con los brazos cruzados y con gesto de enfado, mientras lo miraba como si estuviera loco, pero a fin de cuentas, me dedicaba a escuchar lo que decía. Durante los cuatro años que había vivido con él, había aprendido no solo a ser un licántropo, sino también me había educado para ser una buena humana. Una de las cosas que me había enseñado era a escuchar al que te habla, sobre todo si está hablando de cosas que podrían servirte en algún momento del futuro.
Levanté una ceja cuando declaró que éramos menores en número –¿insinúas que tenemos que matar a la raíz de todo esto? –le pregunté sorprendida por su “nuevo plan”. Desconocía lo que había pasado, salvo algunos detalles, en Londres y supuse que su nueva misión la habría escogido durante su tiempo allí. “pequeña” no me gustaba que me llamara así, pues me hacía sentir débil, pero era un gesto de cariño que nadie me había dado en mucho tiempo, ni siquiera mi padre. Sonreí ante ello, pero luego me volví seria cuando se dispuso a contarme lo que le había dicho el vampirito.
Me quedé pensativa durante unos segundos, pues pocas cosas habían que pudieran beneficiar a un vampiro y a un licántropo a la vez. Lo miré con curiosidad, pues es lo que siempre hacía cuando ya deseaba saber el final de una historia. Cuando era pequeña era igual, solo que por aquellos tiempos, me dedicaba a saltar en la cama totalmente emocionada y gritándole a mi madre: ¡¿CÓMO ACABA?! Ahora me limitaba a mirarlo con la ceja levantada, conteniendo mi emoción. -¿pesos pesados?. No te estarás refiriendo a… -no continué sabiendo que él sabría de quién estaba hablando. No sabía que pensar después de todo esto. Un vampiro se había puesto contacto con Lucian para matar a otro vampiro y así tener más poder sobre la sociedad. Sacudí la cabeza pues los vampiros tenían fama de eso, de ser ambiciosos y con ansias de poder.
Puse las manos sobre la mesa para apoyarme en una de ellas y mirarlo seriamente –no te fies de nadie, Lucian. Me lo enseñaste tú, ¿recuerdas? –le dije con una sonrisa traviesa. Solía recordarle sus propios consejos cuando él cometía algún fallo –de todas maneras, si no te ha contestado debe ser por algo. A lo mejor se arrepintió y ya no quiere saber nada, aunque lo dudo –comencé a hablar para mí misma, como siempre hacía cuando me emocionaba con algo y luego me ponía a darle vueltas en mi cabeza olvidándome por completo de con quién estaba hablando. Su último comentario, me hizo sonreír de manera traviesa –tú nunca has tenido un buen juicio, ¿verdad? De todas maneras, entiendo lo que has hecho. Perdona por haberte gritado antes –le dije bajando la voz, como si quisiera que las paredes no me oyesen, solo él. Odiaba reconocer que me había equivocado porque era muy orgullosa, pero sino lo hacía, él se enfadaba mucho.
Luego me puse seria, pues tenía una pregunta que hacerle. –¿y quién ese vampiro que se puso en contacto contigo? Tiene que ser lo suficientemente poderoso como para querer aún más poder –le dije volviendo a cruzarme de brazos y a esperar que me contara, con un gesto serio pero tranquilo.
Nunca lo insultaría, solo era una forma de hablar. Permanecí callada con los brazos cruzados y con gesto de enfado, mientras lo miraba como si estuviera loco, pero a fin de cuentas, me dedicaba a escuchar lo que decía. Durante los cuatro años que había vivido con él, había aprendido no solo a ser un licántropo, sino también me había educado para ser una buena humana. Una de las cosas que me había enseñado era a escuchar al que te habla, sobre todo si está hablando de cosas que podrían servirte en algún momento del futuro.
Levanté una ceja cuando declaró que éramos menores en número –¿insinúas que tenemos que matar a la raíz de todo esto? –le pregunté sorprendida por su “nuevo plan”. Desconocía lo que había pasado, salvo algunos detalles, en Londres y supuse que su nueva misión la habría escogido durante su tiempo allí. “pequeña” no me gustaba que me llamara así, pues me hacía sentir débil, pero era un gesto de cariño que nadie me había dado en mucho tiempo, ni siquiera mi padre. Sonreí ante ello, pero luego me volví seria cuando se dispuso a contarme lo que le había dicho el vampirito.
Me quedé pensativa durante unos segundos, pues pocas cosas habían que pudieran beneficiar a un vampiro y a un licántropo a la vez. Lo miré con curiosidad, pues es lo que siempre hacía cuando ya deseaba saber el final de una historia. Cuando era pequeña era igual, solo que por aquellos tiempos, me dedicaba a saltar en la cama totalmente emocionada y gritándole a mi madre: ¡¿CÓMO ACABA?! Ahora me limitaba a mirarlo con la ceja levantada, conteniendo mi emoción. -¿pesos pesados?. No te estarás refiriendo a… -no continué sabiendo que él sabría de quién estaba hablando. No sabía que pensar después de todo esto. Un vampiro se había puesto contacto con Lucian para matar a otro vampiro y así tener más poder sobre la sociedad. Sacudí la cabeza pues los vampiros tenían fama de eso, de ser ambiciosos y con ansias de poder.
Puse las manos sobre la mesa para apoyarme en una de ellas y mirarlo seriamente –no te fies de nadie, Lucian. Me lo enseñaste tú, ¿recuerdas? –le dije con una sonrisa traviesa. Solía recordarle sus propios consejos cuando él cometía algún fallo –de todas maneras, si no te ha contestado debe ser por algo. A lo mejor se arrepintió y ya no quiere saber nada, aunque lo dudo –comencé a hablar para mí misma, como siempre hacía cuando me emocionaba con algo y luego me ponía a darle vueltas en mi cabeza olvidándome por completo de con quién estaba hablando. Su último comentario, me hizo sonreír de manera traviesa –tú nunca has tenido un buen juicio, ¿verdad? De todas maneras, entiendo lo que has hecho. Perdona por haberte gritado antes –le dije bajando la voz, como si quisiera que las paredes no me oyesen, solo él. Odiaba reconocer que me había equivocado porque era muy orgullosa, pero sino lo hacía, él se enfadaba mucho.
Luego me puse seria, pues tenía una pregunta que hacerle. –¿y quién ese vampiro que se puso en contacto contigo? Tiene que ser lo suficientemente poderoso como para querer aún más poder –le dije volviendo a cruzarme de brazos y a esperar que me contara, con un gesto serio pero tranquilo.
Erin Shax- Licántropo Clase Media
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Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
Obviamente que no bastaba con matar vampiros a diestro y siniestro, matábamos unos cuantos centenares al año como mucho pero eso no era suficiente, aquellos no eran más que recién conversos, carne de cañón usada para el trabajo sucio, nada más. Sin embargo, los pesos pesados, los vampiros que podían superar los cinco siglos de edad, como la reina Shanon o la condesa de Sanehua. – Piensa en una cosa, cuando cortas la cabeza a una hidra, ¿Qué ocurre? Simplemente le crecerán otras dos cabezas y tendrás los mismos problemas que al principio, o puede que incluso peores. – Era una metáfora que tal vez pudiese entender, Erin todavía seguía siendo demasiado joven, y aunque era una alumna que aprendía muy deprisa, la estrategia y mirar las cosas a largo plazo seguían siendo cosas que le costaban. – ¿Como entonces matas a la hidra? En vez de ponerte a cortar cabezas a diestro y siniestro como un loco desde luego no es efectivo. – La única manera de poder acabar con la hidra era apuñalarle el corazón, atacar su fuente vital, su única manera de subsistencia, lo mismo ocurría con los vampiros.
- Si, me refiero exactamente a eso. – Como siempre se anticipaba a los hechos, algo que siempre resultaba muy útil sobre todo si iba a codearse con gente que llevaba viva lo suficiente como para tener nietos. – Me refiero a nobles, príncipes e incluso reyes, me refiero a vampiros que llevan más de medio siglo gobernando desde la sombras a los humanos. ¿Crees que no es más importante ocupase de eso? – Mientras los vampiros se infiltraban en la alta sociedad del mundo, unos que eran muchísimo más poderosos y peligrosos que los pelagatos que matamos, sus lacayos iban desviando la atención hacia ellos, de esa forma conseguían mantenerse tranquilos y sin preocupaciones, esa era un de las razones principales por las que había decidido ocupar una posición social elevada. La mayoría de los nuestros se dedicaban simplemente a vivir como podían y a no llamar la atención más de lo necesario, pero que hubiese vampiros que querían matarse entre ellos y usurpar sus poderes sociales resultaba una ayuda como jamás podríamos haber esperado, era como una mañana de navidad en toda regla.
Sonreí un poco cuando me dijo que no fiase, es cierto que se lo había enseñado yo, y la verdad es que seguía mi propio consejo al pie de la letra. Evidentemente que no me fiaba de él, era un vampiro a fin de cuentas, y el riesgo que corríamos al asociarnos con él era muy grande, pero en mi opinión merecía la pena intentarlo, el fracaso que conllevaría aparte de un enemigo más, sin embargo el éxito seria un gran paso, significaría una oportunidad para nosotros de cambiar las cosas. – No te preocupes sé lo que hago, solo me fio plenamente de ti y lo sabes. – No creía que se arrepintiese, parecía muy seguro, convencido de que era la mejor opción una asociación entre nosotros. – No tienes que pedirme disculpas por gritar, pero recuerda que entrenas para controlarte, y otros no serán tan permisivos como yo.
En cuanto al vampiro en cuestión… me puse un poco tenso, no sabía si era la mejor opción decir su nombre en voz alta, al menos no en esta casa. – Baste decir que es un pez gordo de Inglaterra. El MÁS gordo. – Eso ya debía de suponer una forma de comprensión para ella. – Precisamente por eso estamos hablando de este tema… tengo que pedirte algo. – No me gustaba esta parte, Erin era lo más parecido a una familia que había tenido en mucho tiempo y por nada del mundo querría poner su vida en peligro, pero muy a mi pesar no tenía a nadie más en quien confiara lo suficiente para que me ayudase con esto, o por lo menos no a nadie lo suficientemente fuerte como para que hiciese esto solo. – No te pediría esto si no fuese necesario créeme, pero no tengo a nadie más. Necesito que vayas a Londres, te conseguiré papeles falsos de acreditación para que puedas acercarte a esa persona, quiero que averigües hasta qué punto está comprometido, todo lo que puedas averiguar sobre él.
- Si, me refiero exactamente a eso. – Como siempre se anticipaba a los hechos, algo que siempre resultaba muy útil sobre todo si iba a codearse con gente que llevaba viva lo suficiente como para tener nietos. – Me refiero a nobles, príncipes e incluso reyes, me refiero a vampiros que llevan más de medio siglo gobernando desde la sombras a los humanos. ¿Crees que no es más importante ocupase de eso? – Mientras los vampiros se infiltraban en la alta sociedad del mundo, unos que eran muchísimo más poderosos y peligrosos que los pelagatos que matamos, sus lacayos iban desviando la atención hacia ellos, de esa forma conseguían mantenerse tranquilos y sin preocupaciones, esa era un de las razones principales por las que había decidido ocupar una posición social elevada. La mayoría de los nuestros se dedicaban simplemente a vivir como podían y a no llamar la atención más de lo necesario, pero que hubiese vampiros que querían matarse entre ellos y usurpar sus poderes sociales resultaba una ayuda como jamás podríamos haber esperado, era como una mañana de navidad en toda regla.
Sonreí un poco cuando me dijo que no fiase, es cierto que se lo había enseñado yo, y la verdad es que seguía mi propio consejo al pie de la letra. Evidentemente que no me fiaba de él, era un vampiro a fin de cuentas, y el riesgo que corríamos al asociarnos con él era muy grande, pero en mi opinión merecía la pena intentarlo, el fracaso que conllevaría aparte de un enemigo más, sin embargo el éxito seria un gran paso, significaría una oportunidad para nosotros de cambiar las cosas. – No te preocupes sé lo que hago, solo me fio plenamente de ti y lo sabes. – No creía que se arrepintiese, parecía muy seguro, convencido de que era la mejor opción una asociación entre nosotros. – No tienes que pedirme disculpas por gritar, pero recuerda que entrenas para controlarte, y otros no serán tan permisivos como yo.
En cuanto al vampiro en cuestión… me puse un poco tenso, no sabía si era la mejor opción decir su nombre en voz alta, al menos no en esta casa. – Baste decir que es un pez gordo de Inglaterra. El MÁS gordo. – Eso ya debía de suponer una forma de comprensión para ella. – Precisamente por eso estamos hablando de este tema… tengo que pedirte algo. – No me gustaba esta parte, Erin era lo más parecido a una familia que había tenido en mucho tiempo y por nada del mundo querría poner su vida en peligro, pero muy a mi pesar no tenía a nadie más en quien confiara lo suficiente para que me ayudase con esto, o por lo menos no a nadie lo suficientemente fuerte como para que hiciese esto solo. – No te pediría esto si no fuese necesario créeme, pero no tengo a nadie más. Necesito que vayas a Londres, te conseguiré papeles falsos de acreditación para que puedas acercarte a esa persona, quiero que averigües hasta qué punto está comprometido, todo lo que puedas averiguar sobre él.
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Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
Ya estaba otra vez con las metáforas. Normalmente solía pillarlas al vuelo, pero a veces levantaba la ceja y sonreía tímidamente dejando ver que no lo había entendido. En esta ocasión fue fácil de entender, pues no era muy complicado, pero sinceramente odiaba cuando me formulaba preguntas demasiado ingeniosas y me hacía pensar mucho más de lo que yo quisiera. – en resumen, tenemos que cargarnos a los que están arriba –dije levantando la mano, haciendo un nivel de altura imaginario, exagerando lo que acababa de comentar.
Asimilando la misión que tendríamos que realizar durante varios años, pues esta no era nada fácil, me dediqué a escuchar su explicación. Arrugué el rostro con desprecio hacia los vampiros que habían alcanzado una clase social elevada a base de matar humanos. Muchos de ellos eran nobles y reyes, que manejaban a sus “mascotas”, es decir, a los vampiros más jóvenes, y les encargaban matar y matar sin ellos mover un solo dedo. Me crucé de brazos para no dar un puñetazo a la mesa, tuve que contenerme mucho, pues la rabia se intensificaba cuando una era licántropa. Para mí esto era la peor de las consecuencias de convertirse. –todos deben morir. Son vampiros y no merecen “vivir” –dije poniendo especial énfasis en la palabra vivir, pues ellos no estaban técnicamente vivos, como solía decir: solo son muertos que se mueven como cualquier otro ser humano.
Sabía que Lucian no se fiaba de nadie, y mucho menos de un vampiro, pero nunca venía mal recordárselo. Sonreí y me puse colorada cuando me dijo que solo confiaba en mí –me siento alagada por tus palabras. Sin embargo, espero que sea verdad que sabes lo que haces. No quiero tener que entrar un día en este comedor y verte riéndote con un vampiro como si fueran tan amigos. Créeme si llego a ver eso, te mataré a ti y al chupasangre –le dije señalándolo con el dedo, mientras sonría totalmente traviesa. Yo era una chica que adoraba bromear, sabía que esto era un tema serio, pero quería rebajar la tensión del ambiente y Lucian lo sabía. Incliné la cabeza cuando aceptó mis disculpas, pero lo miré con cara de pocos amigos cuando insinuó que podría haber otros –no quiero a ningún otro maestro que no seas tú y lo sabes. Además ya te he cogido cariño –le dije con una sonrisa, aunque me sentía triste por dentro, pues no quería otro más que a él, era la única familia que tenía.
Levanté la mirada, la cual estaba fija en mis manos entrelazadas con fuerza, y lo miré cuando soltó quién era el vampiro que se había puesto en contacto con él. Observé su tensión, como si fuera peligroso pronunciar su nombre en esta sala “las paredes oyen, Erin” me había dicho en una ocasión. –el pez más gordo de Inglaterra –dije pensativa. Entonces caí en la cuenta de quién podría ser. Un vampiro peligroso, con tantas ansias de poder que haría un trato con un licántropo. Tenía los ojos como platos, era un hombre demasiado peligroso y desconfiado, ahora entendía por qué no se fía de él. Mis ojos se cruzaron con los suyos, intentando ver más allá de ellos. Me incliné hacia la mesa, como si quisiera oírle con mejor claridad, como si Lucian fuera a hablar en susurros. “¿qué me pedirá ahora?” pensé aumentando mi curiosidad, esa curiosidad que podía ser beneficiosa en algunos aspectos y peligrosa en otros.
Sin poder evitarlo me levanté de la silla como si hubiera oído algo en alguna de las habitaciones de la mansión, un ruido que asustase a cualquiera. Lo miré asustada y enfadada, sin poder controlar mi ira –no me pidas que me acerque a un vampiro. ¡UN VAMPIRO, LUCIAN! – comencé a caminar por toda la habitación totalmente nerviosa. No podía creerme que me pidiera esto. Una cosa que matar vampiros etcétera, y otra cosa muy distinta era que me acercara a uno para que confíe en mí y me cuente sus planes. –esta no es misión para mí, Lucian. No estoy preparada para ello. En cuanto lo vea le saltaré al cuello como una loca. No podré controlarme, ¿entiendes? –ya no hablara en susurros, mi voz producía eco en el enorme comedor, pero por mucho que me esforzara no conseguía bajar el volumen. Me apoyé en la pared mientras lo miraba en silencio y mordisqueándome las uñas dando signos de que había conseguido ponerme nerviosa de verdad.
Asimilando la misión que tendríamos que realizar durante varios años, pues esta no era nada fácil, me dediqué a escuchar su explicación. Arrugué el rostro con desprecio hacia los vampiros que habían alcanzado una clase social elevada a base de matar humanos. Muchos de ellos eran nobles y reyes, que manejaban a sus “mascotas”, es decir, a los vampiros más jóvenes, y les encargaban matar y matar sin ellos mover un solo dedo. Me crucé de brazos para no dar un puñetazo a la mesa, tuve que contenerme mucho, pues la rabia se intensificaba cuando una era licántropa. Para mí esto era la peor de las consecuencias de convertirse. –todos deben morir. Son vampiros y no merecen “vivir” –dije poniendo especial énfasis en la palabra vivir, pues ellos no estaban técnicamente vivos, como solía decir: solo son muertos que se mueven como cualquier otro ser humano.
Sabía que Lucian no se fiaba de nadie, y mucho menos de un vampiro, pero nunca venía mal recordárselo. Sonreí y me puse colorada cuando me dijo que solo confiaba en mí –me siento alagada por tus palabras. Sin embargo, espero que sea verdad que sabes lo que haces. No quiero tener que entrar un día en este comedor y verte riéndote con un vampiro como si fueran tan amigos. Créeme si llego a ver eso, te mataré a ti y al chupasangre –le dije señalándolo con el dedo, mientras sonría totalmente traviesa. Yo era una chica que adoraba bromear, sabía que esto era un tema serio, pero quería rebajar la tensión del ambiente y Lucian lo sabía. Incliné la cabeza cuando aceptó mis disculpas, pero lo miré con cara de pocos amigos cuando insinuó que podría haber otros –no quiero a ningún otro maestro que no seas tú y lo sabes. Además ya te he cogido cariño –le dije con una sonrisa, aunque me sentía triste por dentro, pues no quería otro más que a él, era la única familia que tenía.
Levanté la mirada, la cual estaba fija en mis manos entrelazadas con fuerza, y lo miré cuando soltó quién era el vampiro que se había puesto en contacto con él. Observé su tensión, como si fuera peligroso pronunciar su nombre en esta sala “las paredes oyen, Erin” me había dicho en una ocasión. –el pez más gordo de Inglaterra –dije pensativa. Entonces caí en la cuenta de quién podría ser. Un vampiro peligroso, con tantas ansias de poder que haría un trato con un licántropo. Tenía los ojos como platos, era un hombre demasiado peligroso y desconfiado, ahora entendía por qué no se fía de él. Mis ojos se cruzaron con los suyos, intentando ver más allá de ellos. Me incliné hacia la mesa, como si quisiera oírle con mejor claridad, como si Lucian fuera a hablar en susurros. “¿qué me pedirá ahora?” pensé aumentando mi curiosidad, esa curiosidad que podía ser beneficiosa en algunos aspectos y peligrosa en otros.
Sin poder evitarlo me levanté de la silla como si hubiera oído algo en alguna de las habitaciones de la mansión, un ruido que asustase a cualquiera. Lo miré asustada y enfadada, sin poder controlar mi ira –no me pidas que me acerque a un vampiro. ¡UN VAMPIRO, LUCIAN! – comencé a caminar por toda la habitación totalmente nerviosa. No podía creerme que me pidiera esto. Una cosa que matar vampiros etcétera, y otra cosa muy distinta era que me acercara a uno para que confíe en mí y me cuente sus planes. –esta no es misión para mí, Lucian. No estoy preparada para ello. En cuanto lo vea le saltaré al cuello como una loca. No podré controlarme, ¿entiendes? –ya no hablara en susurros, mi voz producía eco en el enorme comedor, pero por mucho que me esforzara no conseguía bajar el volumen. Me apoyé en la pared mientras lo miraba en silencio y mordisqueándome las uñas dando signos de que había conseguido ponerme nerviosa de verdad.
Erin Shax- Licántropo Clase Media
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Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
Resultaba increíble cómo podía convertir una metáfora elevada como la mía en una aclaración tan simple que hasta un niño de tres años podría entenderla. Es posible que la idea de ser directa la hubiese sacado de mí, y me parecía más que estupendo, si hubiese en el mundo más personas como Erin sin duda todo sería más fácil. Por desgracias si tenía que enfrentarse a un mundo con vampiros seria un mundo completamente lleno de intrigas, de tramas que mucha gente no sabría ver hasta que fuese demasiado tarde. – Si, es así exactamente. La hidra en cuestión es un problema muy grande, pero mientras no la eliminemos del todo seguirá creciendo y creciendo hasta que no podamos controlarla. – En realidad es que ni siquiera ahora mismo podíamos, pero si el asunto este salía como esperaba, quizás las cosas cambiasen un poco.
Esa opinión era muy radical, y tampoco podía culparla por ello. Desde que Erin había perdido a su familia por la sed de sangre de su padre había deseado, más bien rogado que la dejase salir de caza conmigo, incluso cuando todavía un cachorro recién convertido, pero evidentemente no estaba preparada, para la carne de cañón si por supuesto, pero lo más probable es que muriese en menos de un minuto si se enfrentase a alguien como Sara o Shanon. – Paciencia Erin. Recuerda que no podemos precipitarnos, nuestro número es bastante más reducido y también hay que contar que, para nuestra vergüenza, muchos de los nuestros sirven a los vampiros como perros. – Eso no podía entenderlo… éramos fuertes, rápidos no teníamos nada que envidiar a los vampiros, ¿Por qué debíamos servirles? En fin que lo mismo daba, ahora solo podíamos conformarnos con lo que teníamos. – Además, aunque me duela decirlo, no debemos ser radicales, hay vampiros que no quieren ser lo que son. Al igual que muchos de los nuestros fueron transformados en contra de su voluntad. La capacidad de mostrar compasión y comprensión, es algo que debe caracterizarnos tanto como cualquiera de nuestros otros rasgos. – No le negaba que los odiase, pero solo si odiaba a aquellos que se lo merecían, muchos de los nuestros también se merecían la muerte por lo que hacían.
Levante la ceja cuando dijo que me mataría si me veía con un vampiro. En primer lugar dudaba mucho que pudiese hacerlo, cierto Erin era fuerte, más incluso que la mayoría de los recién conversos, pero siempre habría una barrera que no podría sobrepasar con respecto a mí: la edad. Los licántropos nos hacíamos mas fuertes a medida que nos hacíamos más viejos, y mis cuarenta años de vida de diferencia con Erin serian siempre un obstáculo demasiado grande. – Lo tendré en cuenta. Pero antes de que llegues a ponerte violenta, deberías considerar los motivos. Siempre hay un porque para todo, recuerda eso. - Sabía muy bien que me tenía cariño, y era mutuo. – Ya lo sé, y te aseguro que te quiero muchísimo Erin, eres lo más parecido a una familia que tengo desde hace mucho tiempo. Gracias a ti puedo hablar con alguien abiertamente, sin tener que esconderme, y eso resulta un alivio muy grande.
En cuanto empecé a contarle el plan su rostro comenzó a ensombrecerse, luego a ponerse rojo de ira y fue cuando por fin estallo, tal y como había predicho que haría. – Te agradecería que bajases la voz, como sabes e tenido una nochecita agotadora como para oír a la gente gritarme. – A pesar de que se estaba poniendo histérica no cambie la postura, seguía recostado en el sillón sorbiendo un poco mas de café. ¿Qué si podría controlar su hostilidad? Por supuesto que no, pero precisamente por eso tenía que ser ella. – ¿No lo entiendes verdad? Piensa, como te he dicho antes todo tiene un porqué. Evidentemente que no serás amable con el. De hecho no espero otra cosa. – Conocía a Dorian, tal vez no de forma total e intima como lo conocería un amigo o un pariente, pero sí que sabia como podía pensar y como estaba acostumbrado a que la gente se comportaba a su alrededor, la única forma de atraerle y de que bajase la guardia era que le llamasen la atención, que algo se saliese de la pauta. – El vampiro es alguien que está acostumbrado a que la gente se comporte de una manera fina y educada con él, no solo porque sea vampiro sino también por su posición social, y estoy seguro de que eso le aburre, se lo vi en la cara. Ahí es donde entras tu Erin. Te dan igual las clases sociales, tratas a todos de la misma manera sin importarte nada mas, precisamente por eso tienes que ser tú. Tu hostilidad y tu desdén hacia su especie no llama la atención, pero que la manifiestes si. ¿Entiendes lo que quiero decir? – Dorian no podría evitar acercarse a ella, sería como encontrar una moneda de oro en una bolsa de cobre, camuflada y única.
Esa opinión era muy radical, y tampoco podía culparla por ello. Desde que Erin había perdido a su familia por la sed de sangre de su padre había deseado, más bien rogado que la dejase salir de caza conmigo, incluso cuando todavía un cachorro recién convertido, pero evidentemente no estaba preparada, para la carne de cañón si por supuesto, pero lo más probable es que muriese en menos de un minuto si se enfrentase a alguien como Sara o Shanon. – Paciencia Erin. Recuerda que no podemos precipitarnos, nuestro número es bastante más reducido y también hay que contar que, para nuestra vergüenza, muchos de los nuestros sirven a los vampiros como perros. – Eso no podía entenderlo… éramos fuertes, rápidos no teníamos nada que envidiar a los vampiros, ¿Por qué debíamos servirles? En fin que lo mismo daba, ahora solo podíamos conformarnos con lo que teníamos. – Además, aunque me duela decirlo, no debemos ser radicales, hay vampiros que no quieren ser lo que son. Al igual que muchos de los nuestros fueron transformados en contra de su voluntad. La capacidad de mostrar compasión y comprensión, es algo que debe caracterizarnos tanto como cualquiera de nuestros otros rasgos. – No le negaba que los odiase, pero solo si odiaba a aquellos que se lo merecían, muchos de los nuestros también se merecían la muerte por lo que hacían.
Levante la ceja cuando dijo que me mataría si me veía con un vampiro. En primer lugar dudaba mucho que pudiese hacerlo, cierto Erin era fuerte, más incluso que la mayoría de los recién conversos, pero siempre habría una barrera que no podría sobrepasar con respecto a mí: la edad. Los licántropos nos hacíamos mas fuertes a medida que nos hacíamos más viejos, y mis cuarenta años de vida de diferencia con Erin serian siempre un obstáculo demasiado grande. – Lo tendré en cuenta. Pero antes de que llegues a ponerte violenta, deberías considerar los motivos. Siempre hay un porque para todo, recuerda eso. - Sabía muy bien que me tenía cariño, y era mutuo. – Ya lo sé, y te aseguro que te quiero muchísimo Erin, eres lo más parecido a una familia que tengo desde hace mucho tiempo. Gracias a ti puedo hablar con alguien abiertamente, sin tener que esconderme, y eso resulta un alivio muy grande.
En cuanto empecé a contarle el plan su rostro comenzó a ensombrecerse, luego a ponerse rojo de ira y fue cuando por fin estallo, tal y como había predicho que haría. – Te agradecería que bajases la voz, como sabes e tenido una nochecita agotadora como para oír a la gente gritarme. – A pesar de que se estaba poniendo histérica no cambie la postura, seguía recostado en el sillón sorbiendo un poco mas de café. ¿Qué si podría controlar su hostilidad? Por supuesto que no, pero precisamente por eso tenía que ser ella. – ¿No lo entiendes verdad? Piensa, como te he dicho antes todo tiene un porqué. Evidentemente que no serás amable con el. De hecho no espero otra cosa. – Conocía a Dorian, tal vez no de forma total e intima como lo conocería un amigo o un pariente, pero sí que sabia como podía pensar y como estaba acostumbrado a que la gente se comportaba a su alrededor, la única forma de atraerle y de que bajase la guardia era que le llamasen la atención, que algo se saliese de la pauta. – El vampiro es alguien que está acostumbrado a que la gente se comporte de una manera fina y educada con él, no solo porque sea vampiro sino también por su posición social, y estoy seguro de que eso le aburre, se lo vi en la cara. Ahí es donde entras tu Erin. Te dan igual las clases sociales, tratas a todos de la misma manera sin importarte nada mas, precisamente por eso tienes que ser tú. Tu hostilidad y tu desdén hacia su especie no llama la atención, pero que la manifiestes si. ¿Entiendes lo que quiero decir? – Dorian no podría evitar acercarse a ella, sería como encontrar una moneda de oro en una bolsa de cobre, camuflada y única.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
Asentí con la cabeza comprendiendo. Sería muy difícil acabar con “la hidra” en cuestión, pero no podíamos rendirlos sin al menos intentarlo. Aún así no sabía si llegaríamos a conseguirlo nunca. Muchos de los nuestros eran perritos falderos de los vampiros, cosa yo siempre odiaba y me hacía pensar que ellos debían morir al igual que sus dueños, a pesar de que seguían siendo de nuestra propia raza. –los licántropos que sirven a los vampiros, son como ellos. También deben morir –dije cruzándome de brazos, malhumorada.
Agaché la cabeza cuando nombró a aquellos vampiros que habían sido transformados en contra de su voluntad. En cierto modo, a veces me sentía como ellos, sobre todo en luna llena. Ese es el momento de mi vida en el que deseaba que mi padre me hubiese matado y así no tendría que sufrir ni matar a nadie inocente –los comprendo Lucian y te aseguro que me centro en los que deben ser odiados, pero por la calle no puedes ir preguntándoles si les gusta ser vampiro o no, para luego decidir si los odio. Sería inútil –
“siempre hay un porqué” repetí sus palabras en mi mente “¿también había un porqué cuando mi padre mató a toda mi familia?” pensé cerrando los puños con fuerza. Claro que la había, siempre había una estúpida razón, pero yo no creía creerla. Si Lucian se alía con un vampiro no sabría cómo reaccionar, tendría que tomar una importante decisión. No trataría de matarlo porque saldría perdiendo sí o sí, pues Lucian me sacaba demasiada edad y cada vez era más fuerte. Nunca ganaría contra él. Probablemente me marcharía y dejaría de tener contacto con él, por mucho que me doliese. –yo también te aprecio Lucian y me siento muy alagada de tus palabras, pero no podría perdonarte que te aliases con un vampiro. Una cosa es hacer negocios y otra ser amigos –le dije con una sonrisa un tanto malévola, pero también tímida, pues sus alagos habían producido un ligero rubor en las mejillas.
Lucian ni se inmutó cuando comencé a gritar y a volverme loca en cuanto me enteré de la misión que deseaba encomendarme. Simplemente se limitó a hablar lo suficientemente claro como para que yo me callara, con el ceño fruncido y mordiéndome el labio inferior, como si estuviera tragándome mis propias palabras. Sin embargo, levanté la cabeza cuando oí sus palabras “me había escogido porque tengo que ser hostil con un vampiro” pensé abriendo los ojos como platos –es decir, ¿quieres que un vampiro sienta curiosidad por mí, solo porque lo trato como un monstruo? Puedo hacerlo, pues no pensaba hacer otra cosa, el caso es si de verdad sentirá curiosidad por mí. Muchos licántropos actúan con odio ante los vampiros, no veo la diferencia, Lucian –le dije caminando y sentándome de nuevo en la silla que se encontraba justo en frente de él.
-te entiendo, ¿vale? Y lo haré si es lo que quieres, pero no puedo asegurarte nada. No estoy segura de que pueda conseguirlo –le dije hablando sinceramente, pues era difícil. Ni siquiera sabía lo que iba a hacer en cuanto lo viera, no tenía ni idea de cómo reaccionaría en cuanto la mirada del vampiro y la mía se cruzaran. ¿y si pasaba de mí? ¿y si intenta matarme? Demasiadas preguntas cuyas respuestas solo se podían obtener yendo a Londres y hacer que Dorian se fije en mí. Respiré hondo ya convencida de que haría lo que Lucian me encomendara -¿qué tengo que hacer? –pregunté cruzando los brazos y recostándome sobre la silla lista para escuchar los planes de mi padre adoptivo.
Agaché la cabeza cuando nombró a aquellos vampiros que habían sido transformados en contra de su voluntad. En cierto modo, a veces me sentía como ellos, sobre todo en luna llena. Ese es el momento de mi vida en el que deseaba que mi padre me hubiese matado y así no tendría que sufrir ni matar a nadie inocente –los comprendo Lucian y te aseguro que me centro en los que deben ser odiados, pero por la calle no puedes ir preguntándoles si les gusta ser vampiro o no, para luego decidir si los odio. Sería inútil –
“siempre hay un porqué” repetí sus palabras en mi mente “¿también había un porqué cuando mi padre mató a toda mi familia?” pensé cerrando los puños con fuerza. Claro que la había, siempre había una estúpida razón, pero yo no creía creerla. Si Lucian se alía con un vampiro no sabría cómo reaccionar, tendría que tomar una importante decisión. No trataría de matarlo porque saldría perdiendo sí o sí, pues Lucian me sacaba demasiada edad y cada vez era más fuerte. Nunca ganaría contra él. Probablemente me marcharía y dejaría de tener contacto con él, por mucho que me doliese. –yo también te aprecio Lucian y me siento muy alagada de tus palabras, pero no podría perdonarte que te aliases con un vampiro. Una cosa es hacer negocios y otra ser amigos –le dije con una sonrisa un tanto malévola, pero también tímida, pues sus alagos habían producido un ligero rubor en las mejillas.
Lucian ni se inmutó cuando comencé a gritar y a volverme loca en cuanto me enteré de la misión que deseaba encomendarme. Simplemente se limitó a hablar lo suficientemente claro como para que yo me callara, con el ceño fruncido y mordiéndome el labio inferior, como si estuviera tragándome mis propias palabras. Sin embargo, levanté la cabeza cuando oí sus palabras “me había escogido porque tengo que ser hostil con un vampiro” pensé abriendo los ojos como platos –es decir, ¿quieres que un vampiro sienta curiosidad por mí, solo porque lo trato como un monstruo? Puedo hacerlo, pues no pensaba hacer otra cosa, el caso es si de verdad sentirá curiosidad por mí. Muchos licántropos actúan con odio ante los vampiros, no veo la diferencia, Lucian –le dije caminando y sentándome de nuevo en la silla que se encontraba justo en frente de él.
-te entiendo, ¿vale? Y lo haré si es lo que quieres, pero no puedo asegurarte nada. No estoy segura de que pueda conseguirlo –le dije hablando sinceramente, pues era difícil. Ni siquiera sabía lo que iba a hacer en cuanto lo viera, no tenía ni idea de cómo reaccionaría en cuanto la mirada del vampiro y la mía se cruzaran. ¿y si pasaba de mí? ¿y si intenta matarme? Demasiadas preguntas cuyas respuestas solo se podían obtener yendo a Londres y hacer que Dorian se fije en mí. Respiré hondo ya convencida de que haría lo que Lucian me encomendara -¿qué tengo que hacer? –pregunté cruzando los brazos y recostándome sobre la silla lista para escuchar los planes de mi padre adoptivo.
Erin Shax- Licántropo Clase Media
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Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
- Una visión un tanto exagerada ¿no crees? – No le quitaba la razón de que los miembros de nuestra especie que se habían dedicado a servir a otros cuando en realidad podían matarlos y hacerle un favor al mundo se merecían un castigo, pero de ahí a matarlo había un trecho muy grande. – Piensa que ellos no han tenido lo que tú tuviste Erin. ¿Crees que yo sé lo que sé porque alguien me enseñase? Por supuesto que no, tuve que aprender por mí cuenta y equivocarme muchas veces. Ellos simplemente cometieron un error del que no pueden escapar. La compasión es lo única que distingue a los humanos del resto del mundo. No seas ligera a la hora de adjudicar muerte o juicio. Ni siquiera yo puedo distinguir esos extremos.- Cierto los vampiros no me simpatizaban lo más mínimo pero sí que sabía que algunos de ellos procuraban pasar desapercibidos, ocultándose o durmiendo durante años. Obviamente esta información no la contaba a Erin, lo más probable es que no dudase en encontrarlos y matarlos. – No quiero ser cruel mi niña… pero no todos los seres sobrenaturales son tu padre.
Sonreí cuando menciono lo de ir preguntando a los vampiros si les gustaba su condición. Cierto no era un método del todo efectivo, y la verdad es que si sería una imagen bastante cómica, ridícula pero cómica. – Precisamente por eso intento enseñarte lo que es bueno y lo que no. ¿Cuándo podemos estar seguros de algo Erin? – Con el tiempo se daría cuenta, de que había veces que incluso con una sola mirada, con observar la expresión de los ojos de los demás se podría averiguar más cosas que de cualquier otra manera. No se trataba de una ciencia exacta ni tampoco era algo que se pudiese demostrar o calcular, simplemente era así, puede que fuese otro sentido adherido a nuestra especie, un instinto mas allá del salvaje que ocupaba nuestro subconsciente. – Ya lo entenderás cuando seas mas mayor. – Ahora no podía explicarle que a veces toda amistad era posible. No digo que tuviese amistades de esa clase ni mucho menos, pero si algo había aprendido a mis años es que uno nunca podía estar seguro de absolutamente nada.
Sabía que podía hacerlo, ser hostil le saldría de forma natural y lo que es más importante: ella nunca me había fallado. – Pequeña no se si te has dado cuenta, pero eres una mujer preciosa, cualquier humano te miraría sin pensárselo, y los vampiros no serian más precavidos. Ven. – Me levante del sillón y abrí las puertas que llevaban al patio del primer piso, con vistas al rio y a los bosques y tierras de cultivo al otro lado. – Dorian como todo vampiro que ha vivido para ver como el futuro se convertía en historia es alguien que aprecia la belleza mortal, aquella que se marchita, pero sobre todo es alguien que se aburre. ¿Crees en serio que alguien que vive tanto puede tener fácilmente una vida ociosa? – En realidad era todo lo contrario, la razón por la que podía sentir curiosidad por ella es que Erin no era como las demás mujeres, y ya no me refería solo al hecho de ser licántropo, sino a que nunca se callaba lo que pensaba, independientemente de a quien se lo estuviese diciendo, eso precisamente es algo que llamaría la atención, y que produciría curiosidad.
Nos paramos delante de la balconada. Figuras de piedra antigua con forma de ángeles y santos rodeaban los muros y encima de estas las plantas convertían aquel lugar en mi rincón favorito, como si el tiempo no corriese allí y todo pudiese ser posible. La mira con orgullo cuando me dijo que haría lo que le pedía, cuando una pequeña parte de mi seguía sintiendo vergüenza por habérselo pedido. - Gracias, se que lo harás bien. – Saque un sobre del bolsillo interior de mi chaqueta y se lo deje delante, en la barandilla de piedra. – Aquí tienes toda la información que he podido reunir sobre el vampiro, incluidas costumbres y relaciones. También hay unos documentos de identidad falsos, muy bien conseguidos por cierto. Uno de nuestros navíos mercantes, el “Perséfone”, llegara a Cale dentro de una semana, quiero que subas a bordo, te llevará a Inglaterra. Una vez allí podrás establecer contacto como creas oportuno. – Le sonreí con cariño, sabía que era mucha información que asimilar pero mejor que estuviese preparada a encontrarse con una sorpresa. – Y una cosa más, si por lo que sea crees que va a descubrirte, no te enfrentes a él ¿me has oído? Simplemente desaparece y yo me ocupare del resto. – La misión era importante, pero más que todo eso lo importante era ella, mientras estuviese a salvo podía correr los riesgos que hiciese falta, pero no antepondría una posibilidad de negocio a su vida por nada del mundo.
Sonreí cuando menciono lo de ir preguntando a los vampiros si les gustaba su condición. Cierto no era un método del todo efectivo, y la verdad es que si sería una imagen bastante cómica, ridícula pero cómica. – Precisamente por eso intento enseñarte lo que es bueno y lo que no. ¿Cuándo podemos estar seguros de algo Erin? – Con el tiempo se daría cuenta, de que había veces que incluso con una sola mirada, con observar la expresión de los ojos de los demás se podría averiguar más cosas que de cualquier otra manera. No se trataba de una ciencia exacta ni tampoco era algo que se pudiese demostrar o calcular, simplemente era así, puede que fuese otro sentido adherido a nuestra especie, un instinto mas allá del salvaje que ocupaba nuestro subconsciente. – Ya lo entenderás cuando seas mas mayor. – Ahora no podía explicarle que a veces toda amistad era posible. No digo que tuviese amistades de esa clase ni mucho menos, pero si algo había aprendido a mis años es que uno nunca podía estar seguro de absolutamente nada.
Sabía que podía hacerlo, ser hostil le saldría de forma natural y lo que es más importante: ella nunca me había fallado. – Pequeña no se si te has dado cuenta, pero eres una mujer preciosa, cualquier humano te miraría sin pensárselo, y los vampiros no serian más precavidos. Ven. – Me levante del sillón y abrí las puertas que llevaban al patio del primer piso, con vistas al rio y a los bosques y tierras de cultivo al otro lado. – Dorian como todo vampiro que ha vivido para ver como el futuro se convertía en historia es alguien que aprecia la belleza mortal, aquella que se marchita, pero sobre todo es alguien que se aburre. ¿Crees en serio que alguien que vive tanto puede tener fácilmente una vida ociosa? – En realidad era todo lo contrario, la razón por la que podía sentir curiosidad por ella es que Erin no era como las demás mujeres, y ya no me refería solo al hecho de ser licántropo, sino a que nunca se callaba lo que pensaba, independientemente de a quien se lo estuviese diciendo, eso precisamente es algo que llamaría la atención, y que produciría curiosidad.
Nos paramos delante de la balconada. Figuras de piedra antigua con forma de ángeles y santos rodeaban los muros y encima de estas las plantas convertían aquel lugar en mi rincón favorito, como si el tiempo no corriese allí y todo pudiese ser posible. La mira con orgullo cuando me dijo que haría lo que le pedía, cuando una pequeña parte de mi seguía sintiendo vergüenza por habérselo pedido. - Gracias, se que lo harás bien. – Saque un sobre del bolsillo interior de mi chaqueta y se lo deje delante, en la barandilla de piedra. – Aquí tienes toda la información que he podido reunir sobre el vampiro, incluidas costumbres y relaciones. También hay unos documentos de identidad falsos, muy bien conseguidos por cierto. Uno de nuestros navíos mercantes, el “Perséfone”, llegara a Cale dentro de una semana, quiero que subas a bordo, te llevará a Inglaterra. Una vez allí podrás establecer contacto como creas oportuno. – Le sonreí con cariño, sabía que era mucha información que asimilar pero mejor que estuviese preparada a encontrarse con una sorpresa. – Y una cosa más, si por lo que sea crees que va a descubrirte, no te enfrentes a él ¿me has oído? Simplemente desaparece y yo me ocupare del resto. – La misión era importante, pero más que todo eso lo importante era ella, mientras estuviese a salvo podía correr los riesgos que hiciese falta, pero no antepondría una posibilidad de negocio a su vida por nada del mundo.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
Bajé la mirada como si Lucian me hubiera echado una reprimenda. Sabía que yo había tenido suerte, pero no la misma suerte que otros. Había momentos en que deseaba que Lucian me hubiera dejado morir en vez de convertirme. Sin embargo, había sido yo la que quería su ayuda, yo le había suplicado que me ayudara “atenta a las consecuencias Erin” pensé apretando el puño con rabia. Sus palabras me llegaron a lo más hondo cuando mencionó a mi padre directamente. Levanté la mirada asombrada, pues nunca hablábamos de ello, ambos habíamos decidido que ese hombre nunca iba a ser nombrado en esta casa, ni en ningún otro sitio.
Lo miré durante un largo rato, pero como siempre ocurría, no pude aguantar mucho su mirada, por lo que volví a mirar hacia mis manos, ahora juntas sobre mi regazo y apretándose la una a la otra. –Sólo prométeme que acabaremos con aquellos que se lo merezcan –dije en voz baja, en un susurro que solo él podría oír. No tenía ganas de seguir hablando de lo mismo, por lo que no dije nada cuando hizo su pregunta, pensé que era una pregunta retórica, simplemente me limité a seguir mirando mis manos que jugaban entre ellas como en un pelea nerviosa por quién se ponía encima y quién debajo. Sin embargo, levanté los ojos con el ceño fruncido –¿cuándo se mayor? Lucian odio que hagas eso y lo sabes. No escondas tus secretos solo porque creas que soy menor que tú. Vale mucho menor que tú, pero no quiero quedarme al margen de nada, ¿entiendes? –le dije sin cambiar mi expresión, pues pensaba que era la adecuada para ese momento.
Fue entonces cuando sonreí con orgullo, sabía que era guapa, pues Lucian no para de repetírmelo y de usarlo como “arma” para alguna que otra misión, pues ésta no era la primera. Sabía que muchos hombres mi miraban, pero no les hacía caso e incluso ignoraba a aquellos que trataban de acercarse a mí. Me levanté y seguí a mi padre adoptivo en dirección al patio. Las vistas eran magníficas pues, después de una noche de lluvia, la atmósfera había quedado totalmente limpia y, ahora, el sol radiaba en todo su esplendor, iluminando hasta el más mínimo rincón, todo eso antes de las 9 de la mañana. Me encogí de hombros ante la descripción de Dorian, aquel rey ambicioso que solo deseaba poder y nada más –supongo que por eso ansia tanto el trono del imperio. Se aburre y no tiene otra cosa que hacer –le dije con una sonrisa sintiendo hasta lástima por ese estúpido vampiro. Entonces abrí los ojos cuando una imagen cruzó mi mente –No pensarás que mi misión consista en…divertirle –lo dije con asco y con un doble sentido que Lucian entendería perfectamente. Esperaba que no fuera así pues entonces sí que renunciaba a la misión sin pensármelo dos veces.
Nos detuvimos y yo me apoyé en uno de los ángeles que se encontraban encima del muro. Éste, en concreto, tenía una mano alzada y miraba al cielo con esperanza, “ojalá yo tuviera la misma esperanza que tú, ángel” pensé con una sonrisa, para luego dirigir mi total atención a Lucian, pues ya comenzaba a darme indicaciones sobre lo que tenía que hacer. Permanecí en silencio, escuchando cada una de sus palabras. Tomé el sobre que me tendía, donde encontré todo tipo de documentos. Metí la mano y saqué un carné de identidad, sonreí y lo miré divertida -¿Samantha?, ¿por qué Samantha y no cualquier otro nombre? –le dije aunque no me importaba mucho el motivo, simplemente acepté mi nuevo y provisional nombre, recordándome a mí misma que, cuando me llamaran por él, debía girar la cabeza y sonreír como una auténtica señorita. Aún así, era demasiada información que asimilar, hasta estaba comenzando a dolerme la cabeza. Me la masajeé con una mano, mientras seguía sonriendo.
Me puse seria de pronto, cuando dijo que podría haber una posibilidad de que me descubriese. Sabía lo que tenía que hacer, era como la teoría, pero a la hora de la práctica no sabía como iba a reaccionar, lo único que sí podía decir es que lo intentaría con todas mis fuerzas –haré lo que me pides, Lucian, e intentaré llevar a cabo la misión lo mejor que pueda. Sin embargo, no te prometo nada. Te mantendré informado por cartas cada vez que descubra algo –le dije acercándome a él y sonriendo mientras ponía una mano en su hombro, como si ya me estuviera despidiendo –¿cuándo debo partir?.
Lo miré durante un largo rato, pero como siempre ocurría, no pude aguantar mucho su mirada, por lo que volví a mirar hacia mis manos, ahora juntas sobre mi regazo y apretándose la una a la otra. –Sólo prométeme que acabaremos con aquellos que se lo merezcan –dije en voz baja, en un susurro que solo él podría oír. No tenía ganas de seguir hablando de lo mismo, por lo que no dije nada cuando hizo su pregunta, pensé que era una pregunta retórica, simplemente me limité a seguir mirando mis manos que jugaban entre ellas como en un pelea nerviosa por quién se ponía encima y quién debajo. Sin embargo, levanté los ojos con el ceño fruncido –¿cuándo se mayor? Lucian odio que hagas eso y lo sabes. No escondas tus secretos solo porque creas que soy menor que tú. Vale mucho menor que tú, pero no quiero quedarme al margen de nada, ¿entiendes? –le dije sin cambiar mi expresión, pues pensaba que era la adecuada para ese momento.
Fue entonces cuando sonreí con orgullo, sabía que era guapa, pues Lucian no para de repetírmelo y de usarlo como “arma” para alguna que otra misión, pues ésta no era la primera. Sabía que muchos hombres mi miraban, pero no les hacía caso e incluso ignoraba a aquellos que trataban de acercarse a mí. Me levanté y seguí a mi padre adoptivo en dirección al patio. Las vistas eran magníficas pues, después de una noche de lluvia, la atmósfera había quedado totalmente limpia y, ahora, el sol radiaba en todo su esplendor, iluminando hasta el más mínimo rincón, todo eso antes de las 9 de la mañana. Me encogí de hombros ante la descripción de Dorian, aquel rey ambicioso que solo deseaba poder y nada más –supongo que por eso ansia tanto el trono del imperio. Se aburre y no tiene otra cosa que hacer –le dije con una sonrisa sintiendo hasta lástima por ese estúpido vampiro. Entonces abrí los ojos cuando una imagen cruzó mi mente –No pensarás que mi misión consista en…divertirle –lo dije con asco y con un doble sentido que Lucian entendería perfectamente. Esperaba que no fuera así pues entonces sí que renunciaba a la misión sin pensármelo dos veces.
Nos detuvimos y yo me apoyé en uno de los ángeles que se encontraban encima del muro. Éste, en concreto, tenía una mano alzada y miraba al cielo con esperanza, “ojalá yo tuviera la misma esperanza que tú, ángel” pensé con una sonrisa, para luego dirigir mi total atención a Lucian, pues ya comenzaba a darme indicaciones sobre lo que tenía que hacer. Permanecí en silencio, escuchando cada una de sus palabras. Tomé el sobre que me tendía, donde encontré todo tipo de documentos. Metí la mano y saqué un carné de identidad, sonreí y lo miré divertida -¿Samantha?, ¿por qué Samantha y no cualquier otro nombre? –le dije aunque no me importaba mucho el motivo, simplemente acepté mi nuevo y provisional nombre, recordándome a mí misma que, cuando me llamaran por él, debía girar la cabeza y sonreír como una auténtica señorita. Aún así, era demasiada información que asimilar, hasta estaba comenzando a dolerme la cabeza. Me la masajeé con una mano, mientras seguía sonriendo.
Me puse seria de pronto, cuando dijo que podría haber una posibilidad de que me descubriese. Sabía lo que tenía que hacer, era como la teoría, pero a la hora de la práctica no sabía como iba a reaccionar, lo único que sí podía decir es que lo intentaría con todas mis fuerzas –haré lo que me pides, Lucian, e intentaré llevar a cabo la misión lo mejor que pueda. Sin embargo, no te prometo nada. Te mantendré informado por cartas cada vez que descubra algo –le dije acercándome a él y sonriendo mientras ponía una mano en su hombro, como si ya me estuviera despidiendo –¿cuándo debo partir?.
Erin Shax- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 247
Fecha de inscripción : 13/03/2011
Re: Nuevas noticias (Lucian Greymark)
Al menos algo si que la caracterizaba, y es que me escuchaba. A diferencia de otros alumnos que había tenido Erin era capaz de contrastar opiniones y ver si había algo que fuese erróneo o que no estuviese planteado de la mejor manera posible, esa era una de las razones por las que era mi favorita, y por lo que vivía conmigo todavía. Ella seguiría odiando a los vampiros toda su vida, le dijese lo que le dijese yo, pero al menos podía estar seguro de que su conciencia estaría dispuesta a ignorar a aquellos que al menos no fuesen unos monstruos sedientos de sangre, perdidos en un instinto tan destructivo como alimentarse de lo que habían sido hacia tanto tiempo. Observaba sus reacciones con atención, siempre había sido muy expresiva a la hora de sufrir una emoción fuerte, y desde luego no era de extrañar, nuestra raza se caracterizaba por sentir las pasiones de forma mucho más amplia que cualquier otra, y la rabia no sería una excepción. – La ira te concede mucho poder Erin, pero te destruirá si sigues teniéndola contigo. Hay veces que, a pesar de lo ocurrido, deber olvidar. – Eso desde luego también debía aplicármelo a mí mismo, pero mejor decirlo que hacerlo.
Sonreí con cariño cuando me pregunto si mataríamos a los vampiros que se lo mereciesen. – Eso te lo garantizo. – Mi mano nunca había dudado en matar a un vampiro si este se lo merecía, pero también había algunos que simplemente querían pasar su triste eternidad solos, y cuando deseaban alimentarse pedían permiso previamente incluso, eso era motivo más que suficiente para que una mano ejecutora se detuviese, los deseos del libre albedrio siempre era algo que se debía respetar, por muy poco que te gustasen. – Entiendo que no quieras quedarte al margen de nada, solo es que hay cosas que no puedo enseñarte, debes experimentarlas para entenderlas, veras hay experiencias, como el amor, que nadie puede decirte lo que se siente o si no estás o no, simplemente lo sabes, así es como funcionan ciertas cosas. – Lo que deparaba el futuro nunca podíamos saberlo, especialmente en lo que concernía a otras personas, siempre había variaciones constantes.
Por supuesto que Erin era hermosa, cualquiera con dos ojos de frente lo vería, su pelo rubio era como una melena de oro tejido y su figura la de una mujer que acaba de alcanzar la plena madurez, además su temperamento también ayudaba muchísimo, siempre tan contradictoria a lo habitual que pocos podían evitar mirarla con interrogante, como si fuese in interesante puzle a resolver. Volví a centrarme en el tema en cuanto hablo. – Es posible pero yo no estoy tan seguro. Oh es cierto que se aburre, eso no te lo discutiré, pero su aburrimiento no es la causa de esto. Desde hace mucho el Imperio está intentando poner de su parte a los italianos para poder tener más autoridad en Europa, eso implicaría que Inglaterra perdiese una fracción considerable de su influencia en el Mediterráneo, y evidentemente eso no le hace gracia. – Dijo lo de divertirle como si le estuviese enviando en condición de dama de compañía, y por supuesto la respuesta a eso era evidente. – Por supuesto que no, pero lo que sí es verdad es que la curiosidad mato al gato… ¿Cuánto estar dispuesto a decirte por tener tu atención? ese es el punto de vista que debes tener en cuenta.
En cuanto ese punto quedo claro pasamos a temas un poco más concretos, como el nombre de su nueva identidad. – Me pareció un nombre que pegaría contigo, en cuanto lo pensé es como si siempre te hubieses llamado así, eso es importante para que tu tapadera tenga sentido, debes ser Samantha, no ser alguien con el nombre de Samantha ¿me explico?- Evidentemente que no me fallaría, ella nunca lo había echo, ni siquiera cuando se había equivocado, porque aun que así hubiese sido, siempre había tomado sus decisiones pensando en la mejor manera de que las cosas acabasen, y no por un impulso estúpido que seguramente haría que la situación acabase en desastre. Me acerque a ella con una sonrisa y bese tiernamente su frente, si alguna vez existió la posibilidad de que fuese padre de alguien, estaba seguro de que Erin habría sido ese hijo. – Se que no me fallaras, sobre todo ten cuidado y ante todo ten en cuenta que me preocupa más tu seguridad. Te lo repito, si ves que algo puede salir mal, desaparece y vuelve aquí. El barco llegara en una semana, así que aun tienes por lo menos tres días para hacer lo que quieras y adaptarte a tu identidad nueva.
Sonreí con cariño cuando me pregunto si mataríamos a los vampiros que se lo mereciesen. – Eso te lo garantizo. – Mi mano nunca había dudado en matar a un vampiro si este se lo merecía, pero también había algunos que simplemente querían pasar su triste eternidad solos, y cuando deseaban alimentarse pedían permiso previamente incluso, eso era motivo más que suficiente para que una mano ejecutora se detuviese, los deseos del libre albedrio siempre era algo que se debía respetar, por muy poco que te gustasen. – Entiendo que no quieras quedarte al margen de nada, solo es que hay cosas que no puedo enseñarte, debes experimentarlas para entenderlas, veras hay experiencias, como el amor, que nadie puede decirte lo que se siente o si no estás o no, simplemente lo sabes, así es como funcionan ciertas cosas. – Lo que deparaba el futuro nunca podíamos saberlo, especialmente en lo que concernía a otras personas, siempre había variaciones constantes.
Por supuesto que Erin era hermosa, cualquiera con dos ojos de frente lo vería, su pelo rubio era como una melena de oro tejido y su figura la de una mujer que acaba de alcanzar la plena madurez, además su temperamento también ayudaba muchísimo, siempre tan contradictoria a lo habitual que pocos podían evitar mirarla con interrogante, como si fuese in interesante puzle a resolver. Volví a centrarme en el tema en cuanto hablo. – Es posible pero yo no estoy tan seguro. Oh es cierto que se aburre, eso no te lo discutiré, pero su aburrimiento no es la causa de esto. Desde hace mucho el Imperio está intentando poner de su parte a los italianos para poder tener más autoridad en Europa, eso implicaría que Inglaterra perdiese una fracción considerable de su influencia en el Mediterráneo, y evidentemente eso no le hace gracia. – Dijo lo de divertirle como si le estuviese enviando en condición de dama de compañía, y por supuesto la respuesta a eso era evidente. – Por supuesto que no, pero lo que sí es verdad es que la curiosidad mato al gato… ¿Cuánto estar dispuesto a decirte por tener tu atención? ese es el punto de vista que debes tener en cuenta.
En cuanto ese punto quedo claro pasamos a temas un poco más concretos, como el nombre de su nueva identidad. – Me pareció un nombre que pegaría contigo, en cuanto lo pensé es como si siempre te hubieses llamado así, eso es importante para que tu tapadera tenga sentido, debes ser Samantha, no ser alguien con el nombre de Samantha ¿me explico?- Evidentemente que no me fallaría, ella nunca lo había echo, ni siquiera cuando se había equivocado, porque aun que así hubiese sido, siempre había tomado sus decisiones pensando en la mejor manera de que las cosas acabasen, y no por un impulso estúpido que seguramente haría que la situación acabase en desastre. Me acerque a ella con una sonrisa y bese tiernamente su frente, si alguna vez existió la posibilidad de que fuese padre de alguien, estaba seguro de que Erin habría sido ese hijo. – Se que no me fallaras, sobre todo ten cuidado y ante todo ten en cuenta que me preocupa más tu seguridad. Te lo repito, si ves que algo puede salir mal, desaparece y vuelve aquí. El barco llegara en una semana, así que aun tienes por lo menos tres días para hacer lo que quieras y adaptarte a tu identidad nueva.
Lucien Greymark- Licántropo/Realeza
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