Primera escena, Segundo acto [Dominique]

por **Celeste K. Giovanni** Mar Feb 15, 2011 1:29 pm

Primera escena, segundo acto, Romeo y Julieta de Shakespeare:

-Si, ya, claro y por supuesto- murmuró Celeste, ya con el entrecejo fruncido. Se sabía la obra de memoria, no le hacía falta volver al teatro para que se la recordaran una y otra vez, ¿y por qué se hallaba en ese instante allí, entonces? Por Dominique, ya hacía algún tiempo que ambas se conocían, y Dominique había ganado su confianza. Y mientras tanto, en la espera de que llegara dicha chica, albergaba la esperanza de encontrar algú error en la obra, para manifestarlo a los cuatro vientos, o quizás algún humanoide de por ahí, pululando por el Teatro de los Vampiros, un lugar que, aunque muchos no sabían de su existencia, deberían no arriesgarse a entrar. Le recorrió una sonrisa pícara al ver a un mozo, con un sombrerito muy gracioso, le hizo una señal para que se acercara, no podía tener más de veinte años, se dijo pensativa. El muchacho se acercó a ella, con expresión confundida. -Humano- arrastró las palabras de un modo escalofriante, el chico entendió, y se inclinó hacia ella, estirando el cuello de un modo sobrenatural. Y de repente, a Celeste el mundo se le volvió blanco y negro, agarró al muchacho de los hombros y lo atrajo hacia sí, con la intención de beber de él. Pero algo la frenó, y fue el sonido del chico al castañear los dientes. Celeste abrió los ojos que no recordaba haber cerrado y miró fijamente al mozo, algo en su expresión de terror y tranquilidad a la vez la enfureció, se levantó de su asiento y avanzó por el pasillo hasta la salida, con el muchacho detrás suyo, suplicándole que bebiera de él. Celeste negaba con la cabeza una y otra vez sin saber la verdadera razón de aquel esxtraño comportamientos suyo. Ese día estaba... sentimental, vale, sí, excelente descripción. Sentimental es la palabra perfecta, el por que, ni ella tenía idea. Simplemente intentó alejarse lo máximo posible de aquel hombre, pero al ver su insistencia se giró hacia él con un brusco movimiento y siseó. -Vete, no quiero hacerte daño, no ahora- los ojos de Celeste ya estaban escarlatas, no podía aguantar más, al ver tal decisión en los ojos de la vampira, el chico decidió, por lo visto, largarse antes de morir desangrada por ella. Celeste sacudió la cabeza, confusa, mientras sus ojos volvían a ser del mismo color chocolate de siempre. Suspiró y salió de la sala donde estaban actuando. Esperaba que Dominique pudiera encontarla, ya que a Celeste no le apetecía quedarse tranquila a observar Romeo y Julieta. Caminó pausadamente por los pasillos, tocando las paredes con la punta de los dedos, y cerrando los ojos para dejarse llevar...

por **Lydia Sforza** Miér Feb 23, 2011 12:00 pm

¿Pero que traía Celeste en estos días? No había asistido a ninguna festividad y cuando le veía se le notaba tan ausente y tan cansina que pareciera que había estado cargando al mundo durante todo el día, luego esos comentarios tan melancólicos que soltaba, o aquellos que parecían decir mucho más de lo que normalmente aparentaban. Con cierto recelo después de los incidentes suscitados en las salidas pasadas que tuve, volví a colocarme mi encantadora y desabrida peluca rubia y en vez de ponerme el traje de campesina, busque uno de los vestidos más humildes que pudiera encontrar. Me arregle con el esmero de las esposas de los viejos pañeros y me coloque un velo blanco. El teatro de los vampiros era un tanto reconocido, supongo que no desentonaria.

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Se suponía que Celeste había reservado un palco para la función de hoy en el teatro de los vampiros y quería que la acompañara, la sola idea de asistir a ese lugar sola y con ella, una amiga… que pese a toda la amistad que pudiéramos tener no dejaba de ser sospechosa al igual que Armand, me alertaba. ¿Y si era una trampa?

Era una imprudencia total, pero no podía faltar. Partí a comprar a chantajes a uno de los guardias para que me llevara, me tembló la mano cuando le extendí la bolsa de oro y todo el camino me esforcé en disimular el vértigo que había creado un nudo en mi garganta.

Cuando llegue al teatro las puertas ya estaban cerradas, había llegado tarde y de acuerdo al protocolo las puertas deben cerrarse una vez comience la obra. Di un largo bufido y me entretuve en la estancia del lugar, me iba a tocar esperar a que la obra terminara y buscar a Celesta.

por **Celeste K. Giovanni** Miér Feb 23, 2011 2:09 pm

Celeste siguió dando vueltas y vueltas por el pasillo, mirando, de vez en cuando, algunos de los cuadros situados a banda y banda de la pared; eran de vampiros, obviamente, todos jefes antiguos o actuales del teatro. Supuso que eran todos familia, convertidos, claro... Y justo le vino a la mente la imagen de Thalia, su hermana vampira, que convirtió ella misma. Sacudió la cabeza, alejando ese mal pensamiento, no sabía donde estaba Thalia, no sabía de ella desde hacía mucho, mucho tiempo. Pero siguió con su camino, se miró el pequeño reloj de oro de su muñeca y lo miró con el ceño fruncido, como si él tuviera la culpa de que hubiera llegado la hora en la que quedó con Dominique. Dio una vuelta y se apresuró a ir hacia el vestidor, donde, probablemente, Dominique la estuviera esperando. Cerraban las puertas cuando empezaba la obra, pero Celeste había alquilado un palco, por lo tanto tenía via libre de hacer lo que quisiera.

Bajó las escaleras, bueno, lo correcto sería decir que se deslizó por el pasamanos. Algo que le pareció bastante divertido. Acabó con una sonrisa y empezó a buscar con la mirada a Dominique. Le costó poco encontrarla, ya que era la única persona en toda la sala principal. Celeste sonrió, al verla y se acercó sigilosamente. Vio su rostro, pudo percibir el recelo en sus facciones, estaba alerta. Le ofendió ligeramente que se pensara que ella le haría algo, porque si Celeste era buena en algo, era en leer las expresiones de la gente. Pero plasmó una mascara a lo largo de su rostro, aquella máscara que utilizaba siempre en público, y allí no podía asegurar que no hubiese algún vampiro pululando cerca. -Dominique- susurró a modo de saludo. -Pensaba que no vendrías...- añadió Celeste, conteniéndose para no sonreir o soltar una carcajada en cualquier momento.

por **Lydia Sforza** Jue Feb 24, 2011 12:23 am

Tu vida se ha visto amenazada ¿y tu asistes a la primer cita fuera del Palacio que te hacen?" Me recriminaba una vez mi mente, tan juiciosa como siempre, pero era verdad que la tentacion por saber que estaba pasando con Celeste era demasiado poderosa. Si bien la curiosidad mato al gato, yo ya habia demostrado que contaba con las 7 vidas prometidas. Acomodandome el tocado me distraje observando un enorme cuadro que parecia una obra hecha en los dias mas oscuros del Bosco, entrecerre la mirada acercandome a ella y me pregunte como era posible que adornaran su salon principal con este tipo de cuadros siniestros, luego... el titulo mobiliario de ese lugar me hizo gracia y entendi, iba con la tematica.

Dominique... Pensaba que no vendrías.

me llamo una voz, con la misma cadencia de reina cansada que habia poseido en estos dias el vibrante tenor de mi querida compañera, con tranquilidad me volvi hacia ella, dejando desfilar entre mis labios una sonrisa permisiva y un tanto burlona. Me perturbaba mas la idea de Celeste como posible traidora cuando no estaba presente, pero cuando le veia... era entonces cuando me daba cuenta que no podia ser posible.

--- ¿De verdad lo creiste? jamas he rompido una promesa y yo prometi estar aqui [/color]--- Comente, acercandome hacia ella con mi acostumbrada tranquilidad y solo cuando estuve a escasa diferencia de espacio, añadi con complicidad---.En algo que tendras que dispensarme es en la puntualidad, me temo que me ha costado algo mas de tiempo escapar hoy.[/color]

por **Celeste K. Giovanni** Lun Mayo 02, 2011 7:34 am

En su propio mundo ególatra se hallaba Celeste pensando. Dominique era humana, a pesar de eso su amiga, igual que Carmmine hacía ya varias décadas ¿qué habría sido de ella? Sacudió ligeramente la cabeza y ladeó el rostro de forma que estuviera medio escondido en la oscuridad. Observó a Dominique, como no, siempre igual de hermosa y bien cuidada, Ceels, en cambio, siempre iba con la ropa más desastrosa que encontraba, aunque con desastrosa se refiriera a la ropa típica de la persona más noble de clase alta, pero claro, a ella eso le daba igual. Pero su joven amiga iba arreglada, lo suficiente para verse estupenda en un teatro que había cerrado las puertas de la sala donde actuaban, abarrotado de gente que se podía permitir hacer alguna que otra visita a Shakespeare.

Se cruzó de brazos, y pegó la espalda a la pared, asegurándose una buena estabilidad y escuchó las palabras de su joven amiga. Entonces, como pocas veces hacía "en público", sonrió, no de una manera arrogante o sarcástica, sino una sonrisa de las de verdad, en esas que muestras casi todos tus dientes en ella. Una sonrisa divertida que solía hacer en compañía de Dominique, solo cuando estaba relajada. -Por supuesto, había que tenerlo en cuenta.- le guiñó un ojo divertida. -¿Y de quien tuviste que escapar hoy, querida?- preguntó mirandola a los ojos, que adoptaron un tono celeste.

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