Antha Feuer

Nombre del Personaje:
Antha Feuer
Edad:
26 años
Especie:
Humano
Tipo y Nivel Social:
Clase Media
Sexualidad:
Heterosexual
Lugar de Origen:
Paris

-Fecha de Muerte: ---
-Habilidad/Poder: -----

Descripción Física:

Mide 1,70 m, es delgada y bien proporcionada, de curvas pronunciadas y aspecto ágil. Su cabello es abundante, largo y de un color café oscuro. Sus ojos son grandes y de un tono verde azulado y su piel, aunque clara, permanece ligeramente bronceada por el sol.



Descripción Psicológica:

Es espontanea y amigable, siempre y cuando este de buen humor. Cariñosa con quienes la miman y rencorosa y vengativa con quienes lo merecen (desde su punto de vista que, por supuesto, es el correcto). Voluntariosa, orgullosa y apasionada; no resiste quedarse sin comprender algo que la intriga y por lo tanto, no solo es persistente, sino también un tanto testaruda.

Aunque debería desconfiar más de lo debido, en realidad sigue siendo un poco ingenua, e incluso inocente en muchos aspectos. Por lo general es tranquila en compañía, pero puede tornarse violenta si se le incita demasiado. En privado, por el contrario, tiende a dejar salir su “lado feo” desquitándose con cualquier objeto que se encuentre al alcance de su mano.

Tiene varias reglas de juego entre las que destacan “el orgullo antes que nada” y “mejor otros que yo”.


Historia:

Antha maldijo por lo bajo mientras el baúl caía una vez más sobre el suelo de madera estrepitosamente. Era la tercera vez que intentaba mover el condenado armatoste sin obtener otro resultado que pequeñas magulladuras sobre sus manos.

Lanzo un suspiro de resignación apoyando las manos en la curvatura de su cintura. Tendría que esperar a que Gilbert regresara y le ayudara. Nunca antes se había sentido realmente dependiente de alguien y eso le molestaba a un nivel inesperado. En el pasado jamás tendría que haber esperado para completar una actividad que deseara, todo se hacía expedito una vez la solicitud escapaba de sus labios… antes, parecía una eternidad en vez de unos pocos años.

Levantando la cabeza fijó la mirada más allá del cristal de la ventana de su habitación mientras su mente jugaba una vez más con las eternas preguntas sin respuesta que solo sirven para atormentar y la remontaba algunos años atrás, a lo que parecía el pasado de otra persona.
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Nació en el seno de una numerosa y amorosa familia. Su padre, Benjamín, era un hombre polifacético, visionario y con un espíritu único para los negocios. A una corta edad ya había amasado una pequeña fortuna la cual le sirvió para hacerse con un abandonado viñedo en una zona rural cercana a Paris. Bastaron unos pocos años para que la decadente propiedad creciera hasta convertirse en la principal distribuidora de vinos de la región.

Su madre, Lucille, era una francesita tradicionalista y sumisa, orgullosa de su herencia y cultura, se desvivía constantemente por complacer a su marido y otorgarle cuantos hijos Dios deparara para su futuro.

Para el momento del nacimiento de Antha, la familia Feuer ya contaba con 4 retoños y no sobra mencionar que en los años venideros la “feliz” pareja encargo algunos más.

Durante su infancia Antha contó con la compañía y enseñanzas de la institutriz de la familia quien no solo se esmeró por enseñarle a leer y a escribir sino que fomento además su interés por la música y el arte.

Pero como pocas veces el curso de una historia mantiene de manera constante el tinte de felicidad, los violentos acontecimientos que hicieron estremecer a una nación no podrían pasar por alto a una familia tranquilamente establecida y menos aun si la mencionada familia era considerada una de las más acaudaladas de la región.

Es así como en el año de 1793 Antha se vio forzada a huir rumbo a Italia, abandonando temporalmente su país natal. El trayecto fue difícil y marco profundamente la hasta ahora inmaculada alma de la chica. Fueron días y semanas de confusión y angustia, de mentir sobre su posición y herencia, de alimentarse de desperdicios y de vivir con miedo día y noche esperando que alguien les delatase precipitándolos a todos hacia el filo de la guillotina.

Finalmente los Feuer consiguieron asentarse sanos y salvo en una pequeña villa en Italia donde, gracias a la pericia del jefe del hogar, iniciaron una nueva vida incluso, en contra de las circunstancia, más prospera que la anterior.

Si la humanidad tuviese la potestad de continuar viviendo en la inocencia muchos de los mayores errores de la historia no hubiesen sucedido; lamentablemente todos tenemos que crecer y con el conocimiento del deseo carnal las cosas tienden a complicarse de manera astronómica. Un día en el mercado local, mientras la muchacha buscaba un nuevo sombrero que hiciera juego con el precioso vestido color borgoña obsequiado por su padre el día de su natalicio, se topo de frente con un joven obrero de la localidad.

El sobrepasaba su estatura por unos 10 cm, los años de trabajo pesado le habían vuelto musculoso y bien proporcionado. Poseía una espesa cabellera que caía descuidadamente sobre un par de ojos sombríos y enmarcados por unas largas y pecaminosas pestañas. Su piel trigueña cubierta por una fina capa de sudor pedía a gritos ser tocada.

Su nombre era Sebastian y su anatomía entera fue desvelada incansablemente durante las interminables escapadas nocturnas de las cuales nadie en su familia llego a enterarse. Se vieron y amaron durante el corto lapso de un mes, tiempo en el cual el debió abandonar las costas Italianas partiendo en un galeón que prometía prosperidad y tal vez los recursos suficientes para poder cotejar públicamente a una de las chicas Feuer.

Aunque Antha se sentía desolada por la partida de su amado, un nuevo periodo de terror se instauro en su vida al descubrir que se encontraba en cinta. Las semanas pasaron y sin recibir ninguna novedad sobre del galeón ni sobre Sebastian, se vio forzada que finalmente no a confesar la verdad ante su familia.

Dicen que las decepciones mas grandes provienen siempre de las personas que mas amamos y, a pesar de que ella sabía que la reacción de sus padres seria poco placentera, nada la preparo para las consecuencias de la furia de Benjamín sobre su cuerpo y su alma.

El castigo fue tan fuerte que produjo la pérdida de su primogénito y días de dolorosa recuperación para finalmente ser informada de la decisión de ser exiliada de su casa y su familia, el apellido Feuer no podría soportar semejante deshonra.

Su Padre, acudiendo al amor y devoción que sintió alguna vez por aquellos profundos ojos verdes, le doto de dinero suficiente para que se marchara y empezara una nueva vida mientras ellos olvidaban su existencia y continuaban con la suya.

Antha permaneció un par de meses en las inmediaciones de la villa, ansiando en perdón de su familia o el retorno de Sebastian pero ninguna de las dos cosas llegaría. Finalmente, cargada de resignación abandono el país y regreso al único lugar al cual podría dirigirse…

Datos Extras:

-Debido a su inclinación por la música aprendió desde muy pequeña a interpretar el violonchelo, instrumento que adora con toda su alma y aún conserva como una de las pocas posesiones que regresaron con ella a Paris.