AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
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Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
"Antha:
Perdón por el atrevimiento, y por no ir personalmente, pero me gustaría empezar a tachar algunos de ese montón de pendientes que tenemos juntos, claro, para ir agregando nuevos a la lista. ¿Qué parece cena con vino esta noche?, por favor, manda la respuesta con el mensajero, y una disculpa por no haberte contactado con días de anticipación, confío en que me hagas un hueco en tu agenda.
Daniil Stravinsky"
Ese había sido el mensaje que esa mañana Daniil había encargado a sirviente llevar a casa de Antha, confiando, como el propio recado lo decía, que esa noche se pudieran ver, odiaba no ser más considerado y haberle pedido aquella cita con más días de anticipación pero últimamente tenía más actividades que de costumbre y si no lo hacía así estaría posponiendo el momento indefinidamente, su ansiedad por volverla a ver era mucho y no podía permitir que pasara un día más. Mandó decir, también, que si la respuesta era afirmativa alguien pasaría por ella y la llevaría al lugar donde él la estaría esperando, odiaba tener que hacer uso de mensajeros, prefería hacerlo personalmente pero el día era una limitante cruel.
Por fortuna para él la invitación había sido aceptada. Eligió un pequeño restaurante que había conocido en su anterior visita a Francia y que increíblemente seguía en pie, impasible ante el paso del tiempo, atendido por las nuevas generaciones de los dueños originales, una familia italiana de la que poco sabía, sólo que era el sitio perfecto, nada lujoso u ostentoso, pero acogedor y de ambiente agradable, además de servir lo que él buscaba, comida italiana, porque recordaba perfecto que esa era la favorita de Antha.
Aquella noche podía planearlo mejor, no iba a ser un encuentro en la calle que culminaría en una charla de horas, ahora era algo más estructurado, no por ello no iba a dejarse llevar con la noche en la que la conoció, pero pudo elegir qué vestir y a qué oler; pantalón negro y camisa blanca, saco a juego, y oler a cítricos, no era un tipo vanidoso, pero le gustaba verse bien.
Fue solo al lugar esperando que ella arribara, sinceramente feliz por tener la oportunidad de volver a charlar con alguien tan inteligente y apasionada, no podía dejar pasar algo así, por ello él había propiciado el segundo encuentro, pues en su poder tenía el conocimiento de su domicilio.
Así pues, con la noche reinando por completo esperó en aquel modesto local al que ella llegaría en pocos minutos.
Por fortuna para él la invitación había sido aceptada. Eligió un pequeño restaurante que había conocido en su anterior visita a Francia y que increíblemente seguía en pie, impasible ante el paso del tiempo, atendido por las nuevas generaciones de los dueños originales, una familia italiana de la que poco sabía, sólo que era el sitio perfecto, nada lujoso u ostentoso, pero acogedor y de ambiente agradable, además de servir lo que él buscaba, comida italiana, porque recordaba perfecto que esa era la favorita de Antha.
Aquella noche podía planearlo mejor, no iba a ser un encuentro en la calle que culminaría en una charla de horas, ahora era algo más estructurado, no por ello no iba a dejarse llevar con la noche en la que la conoció, pero pudo elegir qué vestir y a qué oler; pantalón negro y camisa blanca, saco a juego, y oler a cítricos, no era un tipo vanidoso, pero le gustaba verse bien.
Fue solo al lugar esperando que ella arribara, sinceramente feliz por tener la oportunidad de volver a charlar con alguien tan inteligente y apasionada, no podía dejar pasar algo así, por ello él había propiciado el segundo encuentro, pues en su poder tenía el conocimiento de su domicilio.
Así pues, con la noche reinando por completo esperó en aquel modesto local al que ella llegaría en pocos minutos.
- Isn't it a lovely night?:
Invitado- Invitado
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Antha miraba los transeúntes que deambulaban por las calles de la ciudad desde el carruaje que la había recogido en la puerta de su hogar. La noche era joven y por esta razón aún se sentía en el ambiente el clima de charla y relajación de la finalización de la jornada. Ella, por su parte, se encontraba dichosa y un poco ansiosa mientras veía pasar fragmentos de ciudad ante sus ojos. Finalmente el cochero bajó gradualmente el galope del corcel hasta que el carruaje se detuvo por completo.
-----------------
Era temprano en la mañana cuando un hombre, evidentemente el sirviente de alguien, había tocado su puerta. No podía estar ella mas extrañada por la interrupción de sus quehaceres matutinos pero, al leer la nota que el hombre le ofreció, la expresión de sorpresa fue rápidamente reemplazada por una de alegría. Sin perder un segundo redacto una repuesta afirmativa que entrego al mensajero, agradeciéndole por sus servicios. Si bien es cierto tenía algunos planes para el anochecer, todo era susceptible de cambio siempre y cuando la ocasión lo ameritara… y por supuesto que no hubo ninguna necesidad sobre pensar o sopesar.
Durante todo el día se había mantenido en medio de una deliciosa tensión y expectativa por la velada que se avecinaba… por volverle a ver. Habían pasado ya algunos días desde aquel afortunado e inusual encuentro y ella estaba empezando a creer que, después de todo, no sería tan simple que se volviesen a ver. ¿Y el abrigo? Colgado en su perchero personal por supuesto.
Finalmente la tarde inició su caída y con ella las ansias y el nerviosismo de la joven aumentaron exponencialmente. Tardo casi dos horas probándose y reprobándose todo el guardarropa en busca del atuendo perfecto, pero sin encontrarse completamente satisfecha con nada. Finalmente se decidió por un vestido de tono verde oscuro que resaltaba el color de sus ojos. Tenía un escote cuadrado lo suficientemente pronunciado como para resultar tentador pero, al mismo tiempo, dejando suficiente material para la imaginación. Poseía también unas mangas largas, anchas y abiertas que cubrían sus brazos al estar estos en reposos, pero que los dejaba al descubierto al realizar algún movimiento.
Adornó su atuendo con un camafeo en jade verde, sostenido contra su pecho por una delicada cinta negra que se abrazaba con firmeza a su cuello y, para finalizar, recogió su cabello en una media coleta logrando así despejar su rostro y permitir, a la vez, que su cabellera escurriera libre por sobre su espalda... Un toque de esencias florales… y listo.
Aún se encontraba frente al espejo, dando los últimos retoques a su peinado, cuando el sonido de cascos aproximándose la sobresaltó. Dio un par de pellizcos rápidos a sus pómulos para dar un poco de color y esperó paciente el anuncio en la puerta.
-----------------
Antha permitió que el cochero desmontar, abriera la puertezuela y le brindase apoyo para bajar del vehículo. Una vez fuera del carruaje dio un vistazo al local donde se encontraría con Daniil. Se trataba de un pequeño y acogedor restaurante italiano. Una sonrisa ilumino su rostro al darse cuenta que él había recordado sus preferencias culinarias. No quería dejarle esperando así que sin titubear se aproximó al restaurante y entró buscándole con la mirada y esperando haber escogido correctamente su vestimenta.
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Era temprano en la mañana cuando un hombre, evidentemente el sirviente de alguien, había tocado su puerta. No podía estar ella mas extrañada por la interrupción de sus quehaceres matutinos pero, al leer la nota que el hombre le ofreció, la expresión de sorpresa fue rápidamente reemplazada por una de alegría. Sin perder un segundo redacto una repuesta afirmativa que entrego al mensajero, agradeciéndole por sus servicios. Si bien es cierto tenía algunos planes para el anochecer, todo era susceptible de cambio siempre y cuando la ocasión lo ameritara… y por supuesto que no hubo ninguna necesidad sobre pensar o sopesar.
Durante todo el día se había mantenido en medio de una deliciosa tensión y expectativa por la velada que se avecinaba… por volverle a ver. Habían pasado ya algunos días desde aquel afortunado e inusual encuentro y ella estaba empezando a creer que, después de todo, no sería tan simple que se volviesen a ver. ¿Y el abrigo? Colgado en su perchero personal por supuesto.
Finalmente la tarde inició su caída y con ella las ansias y el nerviosismo de la joven aumentaron exponencialmente. Tardo casi dos horas probándose y reprobándose todo el guardarropa en busca del atuendo perfecto, pero sin encontrarse completamente satisfecha con nada. Finalmente se decidió por un vestido de tono verde oscuro que resaltaba el color de sus ojos. Tenía un escote cuadrado lo suficientemente pronunciado como para resultar tentador pero, al mismo tiempo, dejando suficiente material para la imaginación. Poseía también unas mangas largas, anchas y abiertas que cubrían sus brazos al estar estos en reposos, pero que los dejaba al descubierto al realizar algún movimiento.
Adornó su atuendo con un camafeo en jade verde, sostenido contra su pecho por una delicada cinta negra que se abrazaba con firmeza a su cuello y, para finalizar, recogió su cabello en una media coleta logrando así despejar su rostro y permitir, a la vez, que su cabellera escurriera libre por sobre su espalda... Un toque de esencias florales… y listo.
Aún se encontraba frente al espejo, dando los últimos retoques a su peinado, cuando el sonido de cascos aproximándose la sobresaltó. Dio un par de pellizcos rápidos a sus pómulos para dar un poco de color y esperó paciente el anuncio en la puerta.
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Antha permitió que el cochero desmontar, abriera la puertezuela y le brindase apoyo para bajar del vehículo. Una vez fuera del carruaje dio un vistazo al local donde se encontraría con Daniil. Se trataba de un pequeño y acogedor restaurante italiano. Una sonrisa ilumino su rostro al darse cuenta que él había recordado sus preferencias culinarias. No quería dejarle esperando así que sin titubear se aproximó al restaurante y entró buscándole con la mirada y esperando haber escogido correctamente su vestimenta.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
La espera se le hizo larga y comenzó a jugar con la punta de sus dedos a delinear figuras imaginarias sobre el mantel a cuadros de la mesa donde estaba sentado, cerca de la puerta, pero sobre todo, junto a una ventana grande, hasta que escuchó un carruaje acercarse, posiblemente venía varias cuadras más allá todavía pero supuso que era el que él esperaba y se sentó muy recto, nervioso aunque no sabía por qué, se tranquilizó mentalmente, nada podía salir mal, había planeado bien las cosas, o eso creía, de todos modos lo que los había unido en un principio era la espontaneidad del momento, no podía esperar o si quiera desear que esa noche fuese diferente.
Finalmente el sonido de cascos sobre el empedrado lo trajo a la realidad, lejos de sus pensamientos y carraspeó, se miró los hombros y sacudió las partículas de polvo de su saco, movió la cabeza tratando de destensar su cuello. Esperó en su lugar muy atento a los sonidos, con las manos entrelazadas sobre la mesa, escuchó cuando el carruaje paró, cuando el cochero bajó y abrió la puerta y cuando ella pisó el suelo. Giró la cabeza en dirección a la puerta y una sonrisa iluminó su rostro cuando la vio ahí en el umbral buscando por él. Se puso de pie inmediatamente y se acercó.
-Antha -dijo con voz calmada pero suficientemente audible, hablándole con familiaridad como si se conocieran de años y sin dejarla reaccionar si quiera la tomó de la mano para besarla sin dejar de mirarla con aquella sonrisa sobre su rostro. Hacía mucho tiempo que no se emocionaba tanto con la compañía de alguien, y era bueno para él saber que no había perdido esa capacidad con los años.
-Ven -le dijo-, reservé esta mesa especialmente, la ventana da a la calle, para que no extrañes las charlas a la intemperie -bromeó señalando la mesa dispuesta para dos.
Finalmente el sonido de cascos sobre el empedrado lo trajo a la realidad, lejos de sus pensamientos y carraspeó, se miró los hombros y sacudió las partículas de polvo de su saco, movió la cabeza tratando de destensar su cuello. Esperó en su lugar muy atento a los sonidos, con las manos entrelazadas sobre la mesa, escuchó cuando el carruaje paró, cuando el cochero bajó y abrió la puerta y cuando ella pisó el suelo. Giró la cabeza en dirección a la puerta y una sonrisa iluminó su rostro cuando la vio ahí en el umbral buscando por él. Se puso de pie inmediatamente y se acercó.
-Antha -dijo con voz calmada pero suficientemente audible, hablándole con familiaridad como si se conocieran de años y sin dejarla reaccionar si quiera la tomó de la mano para besarla sin dejar de mirarla con aquella sonrisa sobre su rostro. Hacía mucho tiempo que no se emocionaba tanto con la compañía de alguien, y era bueno para él saber que no había perdido esa capacidad con los años.
-Ven -le dijo-, reservé esta mesa especialmente, la ventana da a la calle, para que no extrañes las charlas a la intemperie -bromeó señalando la mesa dispuesta para dos.
Invitado- Invitado
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Antha giró su cuerpo en dirección a la melódica voz que la llamaba por su nombre. Tuvo tan solo un segundo para ver a Daniil aproximarse antes de que él tomara su mano y posara un galante beso en el dorso de la misma. Su estomago se encogió de satisfacción al verle sonreír mientras la miraba, al parecer no había sido la única con ansiedad por el encuentro.
Rio con suavidad ante su comentario –Merci! – agradeció entre risas rememorando su agradable y larga charla por nada menos que las calles de la ciudad. Desde ese día se había estado preguntando como un par de desconocidos habían podido mantener una conversación durante horas en la oscuridad y el frío sin hastiarse uno del otro. Hoy, estando una vez más frente a él, le pareció de repente perfectamente lógico y, si alguien le preguntase al respecto, no dudaría en acceder a realizarlo una vez más.
Pero ahora surgía una nueva incógnita en su mente ¿podrían mantener el mismo nivel del encuentro anterior estando en un ambiente controlado? Estaba más que dispuesta enterarse de la respuesta y esperaba que no solo se mantuviesen sino que esta reunión resultase aún mejor que la anterior.
- Es una ubicación perfecta – comentó caminando con lentitud y cuidado hacia el lugar señalado. Si bien consideraba tener talento natural para el baile, esto no la eximía de ser un poco torpe en cuanto a espacios cerrados y amoblados se trataba, y lo último que quería era empezar la velada necesitando los servicios médicos de su acompañante por culpa de una torpeza. Afortunadamente la mesa reservada se encontraba cerca de la entrada por lo cual la alcanzó sin mayores contratiempos.
Mientras esperaba que él la asistiera con la silla aprovechó para dar un vistazo general al interior del lugar. Mesitas esparcidas por el área, cubiertas con clásicos manteles de cuadros y adornadas por velas individuales cuya luz apoyaba la terrible carga de desplazar la oscuridad a los candelabros que pendían de las paredes… Comensales hablando y degustando la comida, distribuidos por el lugar; todos alejados unos de otros tratando de mantener la intimidad de cada una de sus mesas…Un par de meseros recorriendo el restaurante, entregando y recibiendo nuevas órdenes… Un aire infaliblemente italiano cargando cada uno de los objetos que decoraban el espacio, haciéndolo acogedor, cálido y amigable – Que lugar tan adorable – comentó sonriendo - ¿Lo conocías de antes o es la primera vez que vienes? – preguntó dando desde tan tempranas horas rienda suelta a su curiosidad.
Rio con suavidad ante su comentario –Merci! – agradeció entre risas rememorando su agradable y larga charla por nada menos que las calles de la ciudad. Desde ese día se había estado preguntando como un par de desconocidos habían podido mantener una conversación durante horas en la oscuridad y el frío sin hastiarse uno del otro. Hoy, estando una vez más frente a él, le pareció de repente perfectamente lógico y, si alguien le preguntase al respecto, no dudaría en acceder a realizarlo una vez más.
Pero ahora surgía una nueva incógnita en su mente ¿podrían mantener el mismo nivel del encuentro anterior estando en un ambiente controlado? Estaba más que dispuesta enterarse de la respuesta y esperaba que no solo se mantuviesen sino que esta reunión resultase aún mejor que la anterior.
- Es una ubicación perfecta – comentó caminando con lentitud y cuidado hacia el lugar señalado. Si bien consideraba tener talento natural para el baile, esto no la eximía de ser un poco torpe en cuanto a espacios cerrados y amoblados se trataba, y lo último que quería era empezar la velada necesitando los servicios médicos de su acompañante por culpa de una torpeza. Afortunadamente la mesa reservada se encontraba cerca de la entrada por lo cual la alcanzó sin mayores contratiempos.
Mientras esperaba que él la asistiera con la silla aprovechó para dar un vistazo general al interior del lugar. Mesitas esparcidas por el área, cubiertas con clásicos manteles de cuadros y adornadas por velas individuales cuya luz apoyaba la terrible carga de desplazar la oscuridad a los candelabros que pendían de las paredes… Comensales hablando y degustando la comida, distribuidos por el lugar; todos alejados unos de otros tratando de mantener la intimidad de cada una de sus mesas…Un par de meseros recorriendo el restaurante, entregando y recibiendo nuevas órdenes… Un aire infaliblemente italiano cargando cada uno de los objetos que decoraban el espacio, haciéndolo acogedor, cálido y amigable – Que lugar tan adorable – comentó sonriendo - ¿Lo conocías de antes o es la primera vez que vienes? – preguntó dando desde tan tempranas horas rienda suelta a su curiosidad.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
La dejó caminar por delante cuidando su paso y luego se adelantó para jalar la silla y que ella tomara su lugar como el caballero que era y que ella había conocido, rodeó la pequeña mesa para quedar justo al frente de ella y hacer lo propio. La ventaja de haberla conocido en aquella extraña circunstancia era que no había habido tiempo para ponerse una máscara, aunque no era alguien que gustara de aparentar algo que no era, pero lo había conocido en un ambiente totalmente relajado, casi silvestre, sin reglas.
Levantó la mirada para sonreír y verla a los ojos, quería saber si estaba tan emocionada como él lo estaba, esperaba que así fuera, su carácter lo hacía sociable pero pocas personas lo emocionaban de ese modo, pocas personas lo obligaban a hablar y escuchar como Antha lo había logrado.
-No quería que extrañaras la calle -le guiñó un ojo-, en realidad me gustan las ventanas, así no me siento encerrado en cuatro paredes -no podía culpársele por haber desarrollado una especie de claustrofobia considerando que pasaba gran parte del tiempo en el interior de su casa y todas las noches, en el momento del crepúsculo sólo ansiaba salir como perro condicionado a ello.
Miró al rededor, ya había tenido tiempo suficiente mientras esperaba para estudiar el lugar pero ahora más que repasar la arquitectura y el mobiliario se dedicó a ver a otros comensales, podía entrometerse como oyente omnisciente en algunas conversaciones pero no ponía atención porque carecían de atractivo para él, charlas mundanas sobre mil temas, relaciones, viajes, negocios, de todo; regresó su mirada a Antha y sonrió de lado.
-Es adorable, ¿cierto?, lo conocí hace algunos años, cuando estuve en la ciudad la última vez -explicó -ha cambiado muy poco -y era verdad, sólo había modernizado ciertos aspectos indispensables, pero era muy similar a cómo lo conoció siglos atrás-. Pero dime -no quería hablar del lugar, o ahondar en aquella otra ocasión en la que había estado ahí porque encaminaría la conversación a su edad real y recordó lo tenso que se había puesto el ambiente la última vez, tal vez esa noche podría saber qué tanto podía contarte a su invitada respecto a su verdadero yo, respecto a su maldición, ¿cómo reaccionaría?, ¿cuánto tendría que esperar para finalmente decírselo? -sé que han pasado sólo unos días, pero, ¿qué has hecho?, ¿la porcelana ha sobrevivido? -bromeó recordando cómo había iniciado su conversación aquella otra noche.
Levantó la mirada para sonreír y verla a los ojos, quería saber si estaba tan emocionada como él lo estaba, esperaba que así fuera, su carácter lo hacía sociable pero pocas personas lo emocionaban de ese modo, pocas personas lo obligaban a hablar y escuchar como Antha lo había logrado.
-No quería que extrañaras la calle -le guiñó un ojo-, en realidad me gustan las ventanas, así no me siento encerrado en cuatro paredes -no podía culpársele por haber desarrollado una especie de claustrofobia considerando que pasaba gran parte del tiempo en el interior de su casa y todas las noches, en el momento del crepúsculo sólo ansiaba salir como perro condicionado a ello.
Miró al rededor, ya había tenido tiempo suficiente mientras esperaba para estudiar el lugar pero ahora más que repasar la arquitectura y el mobiliario se dedicó a ver a otros comensales, podía entrometerse como oyente omnisciente en algunas conversaciones pero no ponía atención porque carecían de atractivo para él, charlas mundanas sobre mil temas, relaciones, viajes, negocios, de todo; regresó su mirada a Antha y sonrió de lado.
-Es adorable, ¿cierto?, lo conocí hace algunos años, cuando estuve en la ciudad la última vez -explicó -ha cambiado muy poco -y era verdad, sólo había modernizado ciertos aspectos indispensables, pero era muy similar a cómo lo conoció siglos atrás-. Pero dime -no quería hablar del lugar, o ahondar en aquella otra ocasión en la que había estado ahí porque encaminaría la conversación a su edad real y recordó lo tenso que se había puesto el ambiente la última vez, tal vez esa noche podría saber qué tanto podía contarte a su invitada respecto a su verdadero yo, respecto a su maldición, ¿cómo reaccionaría?, ¿cuánto tendría que esperar para finalmente decírselo? -sé que han pasado sólo unos días, pero, ¿qué has hecho?, ¿la porcelana ha sobrevivido? -bromeó recordando cómo había iniciado su conversación aquella otra noche.
Invitado- Invitado
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
-Y te agradezco por ello, aunque igual siempre existe la posibilidad de salir de nuevo… cuando lo desees – Concedió sonriéndole y con la intensión de no hacer comentarios sobre sus palabras, las cuales le habían parecido bastante extrañas… pero sin lograrlo por supuesto – No te comprendo – inquirió finalmente, sintiéndose un poco más libre y tranquila con respecto a su curiosidad; al fin y al cabo él ya lo había sufrido en carne propia y a pesar de eso aquí estaban, de nuevo juntos – Cualquiera pensaría que un médico que da consulta domiciliaria no sufriría por tener que permanecer encerrado en un hospital u otro recinto… - Asoció el comentario con lo único que le pareció lógico, su trabajo, pues nadie utilizaría esa combinación de palabras a menos que tuviese la necesidad, por el motivo que fuese, de permanecer encerrado durante gran parte de su tiempo.
Mientras los ojos de él paseaban por el lugar, los de ella no daban tregua sobre su rostro. La luz del lugar le ofrecía nuevas perspectivas que no había podido apreciar en su primer encuentro. Tenía unas facciones masculinas pero no toscas ni agresivas, al contrario, expresaba y transmitía una sensación de tranquilidad y camaradería que, de seguro le abría muchas puertas. Se preguntaba si era natural o más bien algo adquirido debido a su necesidad de conectarse con sus pacientes. Después estaba su nariz, tan peculiar como encantadora, y aquellas cejas pobladas que enfatizaban las diferentes expresiones de sus ojos... los mismos que ahora retornaban a ella y le sacaban de su ensoñación, haciéndole enrojecer ligeramente por haber sido sorprendida en tan ardua inspección.
-Bueno, lo habitual. Siendo sinceros mi vida diaria es bastante monótona y aburrida – respondió encogiéndose ligeramente de hombros – Aunque supongo que estoy utilizando una frase cliché, ya que la mayoría de las personas contestarían lo mismo – rio con suavidad mientras acomodaba tras su oreja un mechón rebelde de cabello que había escapado de la moña – La porcelana sobrevivió, al menos temporalmente – aclaró. Se conocía lo suficiente a sí misma como para saber que era cuestión de tiempo para sufrir un nuevo arranque de ira y desasosiego. Era una lástima que por mucho que lo hubiese intentado, no lograse controlar esos sentimientos y terminara, invariablemente, a su merced.
-En realidad podría darte un listado detallado de las actividades realizadas pero me temo que con eso solo conseguiría aburrirte tanto como lo he vivido yo, y eso – arrugó ligeramente la nariz – creo que no me interesa, prefiero mantenerte interesado y alerta – finalizo guiñándole un ojo – Pero, estoy segura que tú si debes tener bastante que decir y podrías empezar por contarme como te fue con el domicilio que tenias ese amanecer... Oh, casi lo olvido – abrió un poco los ojos adquiriendo una expresión de culpabilidad – lo siento tanto, me he sentido tan culpable desde que pude llegar a recostarme y caí en cuenta de que tuviste que continuar con un día de trabajo-
En ese momento un joven mesero se acerco a la mesa con un par de cartas – ¡Buona sera e benvenuti! – saludo en un italiano impecable y alegre, que hizo que el estomago de Antha se retorciera entre recuerdos agradables y dolorosos, para a continuación entregarle a cada uno una carta y recitarles la especialidad del lugar y las sugerencias del chef... además de inquirir sobre la bebida que debía traerles mientras ellos decidían sobre su pedido para cenar. Ella estuvo tentada a decidir sobre el vino pues poseía algunos conocimientos al respecto, pero decidió finalmente dejar la elección a Daniil a quien le lanzó una mirada significativa antes de presionarle – Quiero conocer tus gustos al respecto – fue lo único que comentó mientras esperaba una decisión por su parte.
Mientras los ojos de él paseaban por el lugar, los de ella no daban tregua sobre su rostro. La luz del lugar le ofrecía nuevas perspectivas que no había podido apreciar en su primer encuentro. Tenía unas facciones masculinas pero no toscas ni agresivas, al contrario, expresaba y transmitía una sensación de tranquilidad y camaradería que, de seguro le abría muchas puertas. Se preguntaba si era natural o más bien algo adquirido debido a su necesidad de conectarse con sus pacientes. Después estaba su nariz, tan peculiar como encantadora, y aquellas cejas pobladas que enfatizaban las diferentes expresiones de sus ojos... los mismos que ahora retornaban a ella y le sacaban de su ensoñación, haciéndole enrojecer ligeramente por haber sido sorprendida en tan ardua inspección.
-Bueno, lo habitual. Siendo sinceros mi vida diaria es bastante monótona y aburrida – respondió encogiéndose ligeramente de hombros – Aunque supongo que estoy utilizando una frase cliché, ya que la mayoría de las personas contestarían lo mismo – rio con suavidad mientras acomodaba tras su oreja un mechón rebelde de cabello que había escapado de la moña – La porcelana sobrevivió, al menos temporalmente – aclaró. Se conocía lo suficiente a sí misma como para saber que era cuestión de tiempo para sufrir un nuevo arranque de ira y desasosiego. Era una lástima que por mucho que lo hubiese intentado, no lograse controlar esos sentimientos y terminara, invariablemente, a su merced.
-En realidad podría darte un listado detallado de las actividades realizadas pero me temo que con eso solo conseguiría aburrirte tanto como lo he vivido yo, y eso – arrugó ligeramente la nariz – creo que no me interesa, prefiero mantenerte interesado y alerta – finalizo guiñándole un ojo – Pero, estoy segura que tú si debes tener bastante que decir y podrías empezar por contarme como te fue con el domicilio que tenias ese amanecer... Oh, casi lo olvido – abrió un poco los ojos adquiriendo una expresión de culpabilidad – lo siento tanto, me he sentido tan culpable desde que pude llegar a recostarme y caí en cuenta de que tuviste que continuar con un día de trabajo-
En ese momento un joven mesero se acerco a la mesa con un par de cartas – ¡Buona sera e benvenuti! – saludo en un italiano impecable y alegre, que hizo que el estomago de Antha se retorciera entre recuerdos agradables y dolorosos, para a continuación entregarle a cada uno una carta y recitarles la especialidad del lugar y las sugerencias del chef... además de inquirir sobre la bebida que debía traerles mientras ellos decidían sobre su pedido para cenar. Ella estuvo tentada a decidir sobre el vino pues poseía algunos conocimientos al respecto, pero decidió finalmente dejar la elección a Daniil a quien le lanzó una mirada significativa antes de presionarle – Quiero conocer tus gustos al respecto – fue lo único que comentó mientras esperaba una decisión por su parte.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Claro, tenía razón, cómo explicarle que pasaba todo el día, todas las horas de sol encerrado, dormitando a ratos, leyendo, o experimentando con medicamentos nuevos, lo que fuera para mantenerlo ocupado, con una mente como la suya era complicado, era como si siempre estuviera trabajando, maquinando cosas, trazando planes, era imposible que pusiera su mente en blanco, sólo encontraba paz cuando veía las estrellas o contaba transeúntes con características especiales: señoras con sombreros ridículos, niños con zapatos café, hombres con nariz grande (como la suya), una extraña costumbre que con el tiempo había dejado de parecer tan extraña.
-Eso creo -sonrió con expresión ingenua, dándose cuenta que si seguían como iban, en poco tiempo ella descubriría, por medios propios su incapacidad de salir por el día.
Fue como ir en círculo, se alegró que ella se alejara de los temas que lo atañían, puso atención a lo que le decía, estuvo a punto de asegurarle que de ningún modo sería aburrido para él luego se quedó atento a ella, a la persona, no había dejado de escuchar pero toda su atención se enfocó en ella, la había visto sonrojarse hacía un par de segundos y una ligera sonrisa, imperceptible para quien no pusiera atención se dibujó en su rostro, cuando estuvieron en la calle no había tenido tiempo de apreciar los detalles que ahora podía ver, además que era diferente verla con aquel vestido y joyas que hacían resaltar sus ojos de ese modo a verla con su saco que le quedaba un poco grande; sus ojos grandes, expresivos y de un verde peculiar eran como en centro perfecto de una obra aún más perfecta, enmarcados por rasgos hermosos y... salió de su trance cuando la escuchó preguntarle sobre aquella consulta que había tenido que inventarse la noche que se conocieron, frunció el ceño y abrió la boca un par de veces sin decir nada hasta que todas las piezas cayeron en su lugar.
-Bien, lo normal -su sonrisa esta vez fue más forzada-, y no te preocupes, tengo horarios para dormir un poco extraños -por no decir al revés.
Por fortuna el mesero se acercó a ellos y ahondar en el asunto quedó descartado de momento, recibió la carta y miró al joven con una mezcla de agradecimiento por haberlo salvado y cortesía, que era natural en él. Escuchó al chico pero miraba a su invitada de la noche, escuchar italiano parecía tener alguna especie de efecto en ella.
-Está bien -le respondió a Antha-, veamos... -miró la lista de vinos, tenía antojo de uno tinto, pero no sabía de cuál exactamente hasta que vio el indicado, tal vez no para la comida, sino para la compañía-, este -le señaló al mesero uno en la carta -Dolcetto -dijo y miró a su acompañante, pensando que disfrutaría el gusto dulce de aquel vino de Piamonte.
Luego hizo un ademán para que ella pidiera lo que esa noche deseaba degustar y después él hacer lo propio.
-Italiano -dijo-, es un idioma que siempre se me ha complicado -la lenguas romances en general se le complicaban, acostumbrado a los fuertes sonidos eslavos, aunque por necesidad había aprendido todas esos idiomas latinos, en realidad sólo quería asegurarse de lo que había notado, que el italiano le traía recuerdos de algún tipo, sabía que había estado allá pero cómo serían en general los recuerdos, ¿amargos o dulces?
-Eso creo -sonrió con expresión ingenua, dándose cuenta que si seguían como iban, en poco tiempo ella descubriría, por medios propios su incapacidad de salir por el día.
Fue como ir en círculo, se alegró que ella se alejara de los temas que lo atañían, puso atención a lo que le decía, estuvo a punto de asegurarle que de ningún modo sería aburrido para él luego se quedó atento a ella, a la persona, no había dejado de escuchar pero toda su atención se enfocó en ella, la había visto sonrojarse hacía un par de segundos y una ligera sonrisa, imperceptible para quien no pusiera atención se dibujó en su rostro, cuando estuvieron en la calle no había tenido tiempo de apreciar los detalles que ahora podía ver, además que era diferente verla con aquel vestido y joyas que hacían resaltar sus ojos de ese modo a verla con su saco que le quedaba un poco grande; sus ojos grandes, expresivos y de un verde peculiar eran como en centro perfecto de una obra aún más perfecta, enmarcados por rasgos hermosos y... salió de su trance cuando la escuchó preguntarle sobre aquella consulta que había tenido que inventarse la noche que se conocieron, frunció el ceño y abrió la boca un par de veces sin decir nada hasta que todas las piezas cayeron en su lugar.
-Bien, lo normal -su sonrisa esta vez fue más forzada-, y no te preocupes, tengo horarios para dormir un poco extraños -por no decir al revés.
Por fortuna el mesero se acercó a ellos y ahondar en el asunto quedó descartado de momento, recibió la carta y miró al joven con una mezcla de agradecimiento por haberlo salvado y cortesía, que era natural en él. Escuchó al chico pero miraba a su invitada de la noche, escuchar italiano parecía tener alguna especie de efecto en ella.
-Está bien -le respondió a Antha-, veamos... -miró la lista de vinos, tenía antojo de uno tinto, pero no sabía de cuál exactamente hasta que vio el indicado, tal vez no para la comida, sino para la compañía-, este -le señaló al mesero uno en la carta -Dolcetto -dijo y miró a su acompañante, pensando que disfrutaría el gusto dulce de aquel vino de Piamonte.
Luego hizo un ademán para que ella pidiera lo que esa noche deseaba degustar y después él hacer lo propio.
-Italiano -dijo-, es un idioma que siempre se me ha complicado -la lenguas romances en general se le complicaban, acostumbrado a los fuertes sonidos eslavos, aunque por necesidad había aprendido todas esos idiomas latinos, en realidad sólo quería asegurarse de lo que había notado, que el italiano le traía recuerdos de algún tipo, sabía que había estado allá pero cómo serían en general los recuerdos, ¿amargos o dulces?
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Entornó ligeramente los ojos al verle titubear y boquear. Algunas veces parecía que él entraba en conflicto por contestar tales simplicidades que ya estaba empezando a parecerle no solo extraño, sino también sospechoso ¿Estaría diciéndole la verdad? Lo más probable es que no fuese así, pues no había razón para que le costara tanto responder sobre algo que hubiese ocurrido en el transcurrir de un día normal.
Y esto la llevaba a otra inquietud aún mayor ¿Por qué tendría que inventar sobre algo tan poco trascendental? Además estaba el detalle de que hubiese sido tan vago con respecto al comentario de “las cuatro paredes”… ¿Estaría poniéndose paranoica otra vez?
Sacudió ligeramente la cabeza intentado dispersar tan sombríos pensamientos y poder prestar atención al aquí y ahora. En ese momento él tomaba la carta y elegía un excelente vino tinto italiano, ante lo cual ella sonrió en gesto de aprobación. Evidentemente el hombre conocía sobre cepas y tenía un gusto fino al respecto. – Hum, un vino aromático – comentó con voz baja y decadente mientras una media sonrisa se instalaba en su rostro – Aunque no estoy muy segura si el último dejo amargo de la bebida elegida sea completamente compatible contigo… ¿vas a darme alguna sorpresa que me deje un sabor amargo al final? – Bromeó mirándole con los ojos entrecerrados y la cabeza baja para después dar una rápida mirada a la carta y dirigirse al camarero en un italiano, si no perfecto al menos entendible - Spaghetti al forno per me... – Solicitó regalándole una esplendida sonrisa.
-A mi también se me dificulta un poco. A pesar de haber vivido allá aún me siento insegura sobre la manera correcta de vocalizar – Comentó vagamente manteniendo momentáneamente la mirada en el diseño del mantel una vez el joven se alejó de la mesa. Era tan mala actriz, y tan absolutamente evidentes sus sentimientos, que él de seguro ya los habría notado. Levantó la mirada y le sonrió tristemente – Como sabrás hay algunos pasajes de mi vida que me resultan aún muy difíciles de abordar… casi todos ocurridos durante mi estadía en Italia… - rio un poco – Y supongo que ahora pensaras que soy una especie de masoquista, pero no… y no voy a permitir que mi pasado me arruine el presente – El atento camarero volvió, instalo un par de copas frente a ellos y sirvió un poco del vino que poseía un profundo color rojo rubí en cada una.
Antha tomo la copa que yacía frente a ella y la levantó inclinándola ligeramente hacia Daniil –Así que propongo un brindis – continuó como si no hubiese habido interrupción alguna – Por mí – inició cambiando por completo el orden protocolario de un brindis normal – por poder estar aquí hoy y tener la capacidad de disfrutar lo que la vida aún tiene por ofrecerme… y por ti, por permitirte el privilegio de conocerme – Bromeó entre risas antes de chocar su copa contra la de él y dar un largo sorbo de vino. Cerró los ojos al sentir el delicioso liquido entrar en su garganta y calentarla por completo para a continuación mirarlo fijamente con una luz de felicidad retornando a sus ojos y alejando la sombra de los recuerdos del vecino país.
Inclinó ligeramente su cabeza – Y dime Daniil ¿Debo esperar que sigas evadiendo mis preguntas?... ¿Debería advertirte que se están formando extrañas ideas en mi cabeza?
Y esto la llevaba a otra inquietud aún mayor ¿Por qué tendría que inventar sobre algo tan poco trascendental? Además estaba el detalle de que hubiese sido tan vago con respecto al comentario de “las cuatro paredes”… ¿Estaría poniéndose paranoica otra vez?
Sacudió ligeramente la cabeza intentado dispersar tan sombríos pensamientos y poder prestar atención al aquí y ahora. En ese momento él tomaba la carta y elegía un excelente vino tinto italiano, ante lo cual ella sonrió en gesto de aprobación. Evidentemente el hombre conocía sobre cepas y tenía un gusto fino al respecto. – Hum, un vino aromático – comentó con voz baja y decadente mientras una media sonrisa se instalaba en su rostro – Aunque no estoy muy segura si el último dejo amargo de la bebida elegida sea completamente compatible contigo… ¿vas a darme alguna sorpresa que me deje un sabor amargo al final? – Bromeó mirándole con los ojos entrecerrados y la cabeza baja para después dar una rápida mirada a la carta y dirigirse al camarero en un italiano, si no perfecto al menos entendible - Spaghetti al forno per me... – Solicitó regalándole una esplendida sonrisa.
-A mi también se me dificulta un poco. A pesar de haber vivido allá aún me siento insegura sobre la manera correcta de vocalizar – Comentó vagamente manteniendo momentáneamente la mirada en el diseño del mantel una vez el joven se alejó de la mesa. Era tan mala actriz, y tan absolutamente evidentes sus sentimientos, que él de seguro ya los habría notado. Levantó la mirada y le sonrió tristemente – Como sabrás hay algunos pasajes de mi vida que me resultan aún muy difíciles de abordar… casi todos ocurridos durante mi estadía en Italia… - rio un poco – Y supongo que ahora pensaras que soy una especie de masoquista, pero no… y no voy a permitir que mi pasado me arruine el presente – El atento camarero volvió, instalo un par de copas frente a ellos y sirvió un poco del vino que poseía un profundo color rojo rubí en cada una.
Antha tomo la copa que yacía frente a ella y la levantó inclinándola ligeramente hacia Daniil –Así que propongo un brindis – continuó como si no hubiese habido interrupción alguna – Por mí – inició cambiando por completo el orden protocolario de un brindis normal – por poder estar aquí hoy y tener la capacidad de disfrutar lo que la vida aún tiene por ofrecerme… y por ti, por permitirte el privilegio de conocerme – Bromeó entre risas antes de chocar su copa contra la de él y dar un largo sorbo de vino. Cerró los ojos al sentir el delicioso liquido entrar en su garganta y calentarla por completo para a continuación mirarlo fijamente con una luz de felicidad retornando a sus ojos y alejando la sombra de los recuerdos del vecino país.
Inclinó ligeramente su cabeza – Y dime Daniil ¿Debo esperar que sigas evadiendo mis preguntas?... ¿Debería advertirte que se están formando extrañas ideas en mi cabeza?
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
-Espero que no -respondió de inmediato cuando ella hizo aquella comparación de su personalidad con el vino-, es un vino ligero, eso va más conmigo -sonrió de lado, esperaba de verdad no dejarle al final un gusto amargo, sabía que decirle la verdad sería algo difícil, algo complicado con lo cuál lidiar, además de las explicaciones subsecuentes si ella no estaba enterada que seres como él deambulaban entre los mortales-. Lo mismo que ella -cerró la carta y se la entregó al mesero, todo ese asunto no le había dado tiempo de concentrarse en lo que quería y de todos modos daba igual, la comida había perdido mucho de su encanto cuando dejó de ser humano.
-Jamás -le sonrió con sinceridad y empatía cuando ella habló de aquel modo de Italia, era como si él no disfrutara de contar mil y un historias sobre Rusia, que aunque allá yacían los momentos más tristes de su vida, también estaban los más felices-, es una decisión sabia -le aplaudió, tal vez él debía aprender un poco de esa filosofía que se adquiere con la experiencia y no en los libros-, el pasado es importante, nos evita la pena de repetir los errores, aunque el hombre es el único ser que tropieza con la misma piedra dos veces -era una mezcla de optimismo y pesimismo que encapsulaba bien gran parte de lo que Daniil creía. No tuvo tiempo de agregar más, el joven mesero regresaba con un par de copas y sirvió un poco de vino en ambas.
Ante que él pudiera abrir la boca Antha proponía un brindis desde ya y escuchó con atención, riendo ante lo poco convencional y levantando su copa.
-Por ti y por el gran honor de conocerte -siguió la broma, aunque no estaba alejado de la realidad, de haber sido él hubiese brindado por motivos muy similares. Olió el vino y bebió un sorbo, cerró los ojos un momento, dejando que el sabor se apoderara de su boca. Estaba en eso cuando la voz de su acompañante lo sacó del trance de sentirse catador por un momento, la miró y ante la pregunta su reacción inmediata, como un reflejo que no se piensa, fue agachar la mirada, de pronto la trama a cuadros del mantel pareció muy interesante.
-Es verdad -asintió -hay ciertas partes de mi vida... -pausó, pensando detenidamente lo que iba a decir, poniendo en la balanza cada palabra, ¿estaba dispuesto a arruinar la velada tan temprano?, levantó la mirada y tomó la mano de Antha por sobre la mesa -créeme que este que has conocido soy yo, sin ninguna máscara -aseguró mirándola a los ojos, pues era cierto, no había ocultado rasgo alguno de su personalidad, sólo le había dicho cosas a medias en aras de su naciente amistad-, vamos a cenar y disfrutar de la noche, voy a tratar de ya no parecer misterioso y al final puedes preguntarme lo que quieras, te lo responderé... todo -se escuchaba definitivo, él mismo se dio cuenta de la magnitud de lo que acababa de proponerle, pero era en serio, estaba dispuesto... pero al final de la noche, cuando ya no hubiera tiempo de incomodidades, cuando tuviera oportunidad de huir, como el cobarde que era.
Por fortuna para él el mesero regresaba con sus platillos y los dispuso frente a ellos, eso le ayudaría a sobrellevar un par de horas más sin tener que ahondar en los secretos que había estado guardando.
-Jamás -le sonrió con sinceridad y empatía cuando ella habló de aquel modo de Italia, era como si él no disfrutara de contar mil y un historias sobre Rusia, que aunque allá yacían los momentos más tristes de su vida, también estaban los más felices-, es una decisión sabia -le aplaudió, tal vez él debía aprender un poco de esa filosofía que se adquiere con la experiencia y no en los libros-, el pasado es importante, nos evita la pena de repetir los errores, aunque el hombre es el único ser que tropieza con la misma piedra dos veces -era una mezcla de optimismo y pesimismo que encapsulaba bien gran parte de lo que Daniil creía. No tuvo tiempo de agregar más, el joven mesero regresaba con un par de copas y sirvió un poco de vino en ambas.
Ante que él pudiera abrir la boca Antha proponía un brindis desde ya y escuchó con atención, riendo ante lo poco convencional y levantando su copa.
-Por ti y por el gran honor de conocerte -siguió la broma, aunque no estaba alejado de la realidad, de haber sido él hubiese brindado por motivos muy similares. Olió el vino y bebió un sorbo, cerró los ojos un momento, dejando que el sabor se apoderara de su boca. Estaba en eso cuando la voz de su acompañante lo sacó del trance de sentirse catador por un momento, la miró y ante la pregunta su reacción inmediata, como un reflejo que no se piensa, fue agachar la mirada, de pronto la trama a cuadros del mantel pareció muy interesante.
-Es verdad -asintió -hay ciertas partes de mi vida... -pausó, pensando detenidamente lo que iba a decir, poniendo en la balanza cada palabra, ¿estaba dispuesto a arruinar la velada tan temprano?, levantó la mirada y tomó la mano de Antha por sobre la mesa -créeme que este que has conocido soy yo, sin ninguna máscara -aseguró mirándola a los ojos, pues era cierto, no había ocultado rasgo alguno de su personalidad, sólo le había dicho cosas a medias en aras de su naciente amistad-, vamos a cenar y disfrutar de la noche, voy a tratar de ya no parecer misterioso y al final puedes preguntarme lo que quieras, te lo responderé... todo -se escuchaba definitivo, él mismo se dio cuenta de la magnitud de lo que acababa de proponerle, pero era en serio, estaba dispuesto... pero al final de la noche, cuando ya no hubiera tiempo de incomodidades, cuando tuviera oportunidad de huir, como el cobarde que era.
Por fortuna para él el mesero regresaba con sus platillos y los dispuso frente a ellos, eso le ayudaría a sobrellevar un par de horas más sin tener que ahondar en los secretos que había estado guardando.
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Antha le observaba manteniendo la cabeza inclinada y prestando la mayor atención a cada uno de sus gestos. Por un momento pensó que iba a obtener alguna respuesta sincera pero entonces él cortó la frase abruptamente. Estaba a punto de recriminarle por ello cuando él estiro su mano sobre la mesa y atrapó la suya entre su helada piel.
Ella observó sus manos entrelazadas para luego levantar la mirada y encontrarse con aquellos ojos profundos y sinceros. Escuchó sus palabras en silencio sopesando las opciones que él le mostraba y las que quedaban veladas pero implícitas. –¿Todo? – Repitió un tanto incrédula – Ten cuidado con lo que prometes pues, por lo poco que conozco de ti, me atrevo a deducir que eres un hombre que no faltan a su palabra… puedes estar metiéndote en líos Daniil – Le sonrió con malicia levantando la copa y tomando un nuevo trago mientras el mesero se acercaba y depositaba los pedidos delante de ellos.
Soltó la copa y le obsequio una sonrisa alentadora – Debo admitir que estoy de acuerdo. Yo dejare de hacer preguntas impertinentes – aunque aún no entendía muy bien cuál era la impertinencia en lo que había preguntado, pero ya se había empezado a hacer una idea de cuáles eran los temas que más le incomodaban – Con el compromiso de que, al final de la velada tu contestaras todo lo que desee… ¿de acuerdo? - le guiño un ojo. Era un buen trato, al menos para ella, y fue esa razón precisamente lo que la impulso a darle la alternativa de reusarse a aceptarlo.
Dirigió su atención hacia el exquisito platillo que esperaba frente ella, inhalando el aroma que de él emergía y sintiéndose hambrienta de improvisto. El protocolo, nuevamente el protocolo, indicaba que debía esperara a que su acompañante diera inicio a la cena, pero ella se sentía cómoda y en confianza, por lo que se atrevió a hacerlo por si misma – Adelante entonces, disfrutemos de una agradable cena, de la buena compañía y de una noche sencillamente maravillosa – sonrió una vez más esperando que él no tomara por descortesía, grosería o ignorancia su ausencia de rigidez ante aquellos detalles tan estimados y sobrevalorados en la alta sociedad.
Tomó el cubierto con su mano libre, pues la otra permanecía secuestrada por él, y sirvió una pequeña cantidad de espaguetis para a continuación saborear el primer bocado. –Wow, delicioso – comentó con sinceridad. Habiendo conocido la comida italiana de primera mano podía discernir, con argumentos, sobre la calidad de la comida que les servían esa noche, y no cabía duda que era tan buena como la del mejor restaurante del otro país. – Excelente elección – le elogió haciendo referencia al local una vez más – No solo es tranquilo, reservado y nada rimbombante, ¡sino que además saben cocinar! – lo decía como si fuese toda una prueba superada… y de hecho lo era.
Sonrió un poco avergonzada – No creas que soy así siempre – luego recapacitó sobre sus palabras y procedió a corregirse a sí misma – Bueno, en realidad si soy así… lo que quiero decir es que también sé comportarme en sociedad, aunque por lo general trato de evitar esos ambientes encasillados y acartonados, prefiero lo “natural” – Le sonrió como disculpándose antes de soltar sus manos – Disculpa, pero necesito de ésta si es que quiero cenar con tranquilidad… ya podrás tenerla de nuevo más adelante, si aún lo deseas por supuesto – A veces, su propia desfachatez la sorprendía y terminaba siempre por preguntarse como la demás gente la soportaba.
-Entonces, ciñéndonos a nuestro trato – suponía que tenían un trato para estas alturas – Me siento en la obligación de darte la oportunidad de elegir cuál será el tema… o mejor, la mecánica de conversación para la noche… - No es que ella necesitara crear una “agenda” para el desarrollo de una velada, solamente pretendía darle a él la oportunidad de abrir la conversación con un tema que no le incomodase para no quebrantar su promesa antes de tiempo.
Ella observó sus manos entrelazadas para luego levantar la mirada y encontrarse con aquellos ojos profundos y sinceros. Escuchó sus palabras en silencio sopesando las opciones que él le mostraba y las que quedaban veladas pero implícitas. –¿Todo? – Repitió un tanto incrédula – Ten cuidado con lo que prometes pues, por lo poco que conozco de ti, me atrevo a deducir que eres un hombre que no faltan a su palabra… puedes estar metiéndote en líos Daniil – Le sonrió con malicia levantando la copa y tomando un nuevo trago mientras el mesero se acercaba y depositaba los pedidos delante de ellos.
Soltó la copa y le obsequio una sonrisa alentadora – Debo admitir que estoy de acuerdo. Yo dejare de hacer preguntas impertinentes – aunque aún no entendía muy bien cuál era la impertinencia en lo que había preguntado, pero ya se había empezado a hacer una idea de cuáles eran los temas que más le incomodaban – Con el compromiso de que, al final de la velada tu contestaras todo lo que desee… ¿de acuerdo? - le guiño un ojo. Era un buen trato, al menos para ella, y fue esa razón precisamente lo que la impulso a darle la alternativa de reusarse a aceptarlo.
Dirigió su atención hacia el exquisito platillo que esperaba frente ella, inhalando el aroma que de él emergía y sintiéndose hambrienta de improvisto. El protocolo, nuevamente el protocolo, indicaba que debía esperara a que su acompañante diera inicio a la cena, pero ella se sentía cómoda y en confianza, por lo que se atrevió a hacerlo por si misma – Adelante entonces, disfrutemos de una agradable cena, de la buena compañía y de una noche sencillamente maravillosa – sonrió una vez más esperando que él no tomara por descortesía, grosería o ignorancia su ausencia de rigidez ante aquellos detalles tan estimados y sobrevalorados en la alta sociedad.
Tomó el cubierto con su mano libre, pues la otra permanecía secuestrada por él, y sirvió una pequeña cantidad de espaguetis para a continuación saborear el primer bocado. –Wow, delicioso – comentó con sinceridad. Habiendo conocido la comida italiana de primera mano podía discernir, con argumentos, sobre la calidad de la comida que les servían esa noche, y no cabía duda que era tan buena como la del mejor restaurante del otro país. – Excelente elección – le elogió haciendo referencia al local una vez más – No solo es tranquilo, reservado y nada rimbombante, ¡sino que además saben cocinar! – lo decía como si fuese toda una prueba superada… y de hecho lo era.
Sonrió un poco avergonzada – No creas que soy así siempre – luego recapacitó sobre sus palabras y procedió a corregirse a sí misma – Bueno, en realidad si soy así… lo que quiero decir es que también sé comportarme en sociedad, aunque por lo general trato de evitar esos ambientes encasillados y acartonados, prefiero lo “natural” – Le sonrió como disculpándose antes de soltar sus manos – Disculpa, pero necesito de ésta si es que quiero cenar con tranquilidad… ya podrás tenerla de nuevo más adelante, si aún lo deseas por supuesto – A veces, su propia desfachatez la sorprendía y terminaba siempre por preguntarse como la demás gente la soportaba.
-Entonces, ciñéndonos a nuestro trato – suponía que tenían un trato para estas alturas – Me siento en la obligación de darte la oportunidad de elegir cuál será el tema… o mejor, la mecánica de conversación para la noche… - No es que ella necesitara crear una “agenda” para el desarrollo de una velada, solamente pretendía darle a él la oportunidad de abrir la conversación con un tema que no le incomodase para no quebrantar su promesa antes de tiempo.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Esperaba de verdad que ella lo comprendiera, por lo poco que la conocía (aunque parecía mucho) sabía que encontraría su entendimiento. Incluso Antha se había dado cuenta de la dimensión de la palabra "todo", pero sería así, tal vez podía ser precipitado de su parte, pero mejor hacerlo de una buena vez a seguir dándole vueltas. Asintió.
-Todo -confirmó -y comprendo en que me estoy metiendo, pero es una promesa -no había marcha atrás para él, simplemente no le gustaba mentir, ni siquiera era bueno en ello, no sabía cómo había logrado sobrevivir a la noche anterior que había pasado con esa misma mujer-. Y no eres tú, soy yo el del problema -quería decirle que sus preguntas no eran impertinentes, estaban bien... para el resto de la personas, para él no, porque guardaba muchos secretos, al final de la noche quién sabe, saldría huyendo con justa razón o finalmente lo comprendería.
Se sintió menos tenso cuando la vio dar el primer bocado al exquisito platillo que tenía enfrente y disfrutarlo, ver su expresión cuando la pasta tocó su lengua y paladar fue un deleite, se alegró de su reacción, supo que había hecho la elección correcta.
-Me alegra que te guste -le dijo con una sonrisa en su rostro-, y no te preocupes, me gusta más que seas natural, yo tampoco disfruto mucho de la acartonada clase alta, aunque a veces me tengo que alinear -era verdad, prefería este tipo de lugares y la compañía de personas como Antha, que eran más naturales y sinceras, pero por su profesión y estatus muchas veces tenía que actuar con todas las reglas de la tiesa aristocracia por su propio bien. Apretó un poco la mano para reafirmar lo que había dicho y luego la soltó cuando ella dijo necesitarla, él también necesitaba la suya para comenzar a comer.
Colocó la servilleta de tela en su regazo y dio el primer bocado, se alegró de probar comida convencional, casi había olvidado su sabor, no le hacía daño hacerlo, tampoco ningún bien, pero ese tipo de cosas insignificantes lo hacían sentir normal de nuevo. El sitio seguía siendo experto en lo que hacía, como la primera vez que lo visitó, también pensar en eso le hizo pensar que tal vez no habían pasado 200 años, sino 2 como era su versión oficial, pero era sólo una fantasía momentánea. Alzó la mirada cuando ella le habló, era una buena pregunta ahora que había dicho que cualquier duda sobre tanto misterio la guardaran para el final.
-Bueno -dijo tomando la servilleta y limpiándose -podrías platicarme más sobre ti, hablamos aquella vez de nuestro pasado, pero ¿qué hay de tu presente?, ¿algún caballero que llame tu atención?
-Todo -confirmó -y comprendo en que me estoy metiendo, pero es una promesa -no había marcha atrás para él, simplemente no le gustaba mentir, ni siquiera era bueno en ello, no sabía cómo había logrado sobrevivir a la noche anterior que había pasado con esa misma mujer-. Y no eres tú, soy yo el del problema -quería decirle que sus preguntas no eran impertinentes, estaban bien... para el resto de la personas, para él no, porque guardaba muchos secretos, al final de la noche quién sabe, saldría huyendo con justa razón o finalmente lo comprendería.
Se sintió menos tenso cuando la vio dar el primer bocado al exquisito platillo que tenía enfrente y disfrutarlo, ver su expresión cuando la pasta tocó su lengua y paladar fue un deleite, se alegró de su reacción, supo que había hecho la elección correcta.
-Me alegra que te guste -le dijo con una sonrisa en su rostro-, y no te preocupes, me gusta más que seas natural, yo tampoco disfruto mucho de la acartonada clase alta, aunque a veces me tengo que alinear -era verdad, prefería este tipo de lugares y la compañía de personas como Antha, que eran más naturales y sinceras, pero por su profesión y estatus muchas veces tenía que actuar con todas las reglas de la tiesa aristocracia por su propio bien. Apretó un poco la mano para reafirmar lo que había dicho y luego la soltó cuando ella dijo necesitarla, él también necesitaba la suya para comenzar a comer.
Colocó la servilleta de tela en su regazo y dio el primer bocado, se alegró de probar comida convencional, casi había olvidado su sabor, no le hacía daño hacerlo, tampoco ningún bien, pero ese tipo de cosas insignificantes lo hacían sentir normal de nuevo. El sitio seguía siendo experto en lo que hacía, como la primera vez que lo visitó, también pensar en eso le hizo pensar que tal vez no habían pasado 200 años, sino 2 como era su versión oficial, pero era sólo una fantasía momentánea. Alzó la mirada cuando ella le habló, era una buena pregunta ahora que había dicho que cualquier duda sobre tanto misterio la guardaran para el final.
-Bueno -dijo tomando la servilleta y limpiándose -podrías platicarme más sobre ti, hablamos aquella vez de nuestro pasado, pero ¿qué hay de tu presente?, ¿algún caballero que llame tu atención?
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Sonrió divertida por su frase, aquella que había escuchado recitar a sus amigas en sus primeros noviazgos, y primeros rompimientos: “No eres tú, el problema soy yo” –Suenas a novio fastidiado intentando zafarse de una novia latosa – bromeó. De seguro el también habría oído, o incluso aplicado, la famosa y exasperante frasecita en el pasado. Por supuesto que para el caso no aplicaba pero no pudo evitar decirlo.
Era un alivio escucharle confesar que él también prefería que las cosas se dieran de forma natural. –Claro, supongo que por tu estatus y trabajo tendrás que desenvolverte bastante entre la alta sociedad –tomó un nuevo sorbo de vino de su ya casi vacía copa – Yo pienso que lo importante es saber desenvolverse de acuerdo con las circunstancias, es decir, ¡tienes que hacer lo que tienes que hacer! – le sonrió en complicidad mientras sentía el ligero apretón segundos antes de que la soltara y luego le acompaño degustando un bocado, segundo para ella y primero para él.
Por poco se atraganta con su pregunta. Diablos, y pensaba que ella era impertinente, aunque tenía que darle crédito por tener la osadía que ella no había tenido hasta el momento. Pasó con un poco de dificultad la comida que tenía en la boca y luego rio nerviosamente. Se serenó, le miró, abrió la boca para responder y... soltó la risa otra vez.
-Lo siento – se disculpó sintiéndose como una tonta – Es solo que tu pregunta me ha tomado por sorpresa – aclaró atrapando entre sus dedos la copa y vaciándola en su boca – Caballeros que llamen mi atención, muchos en realidad, en Paris siempre puedes toparte con personajes interesantes y pintorescos...lo importante no es eso, sino que logren mantener “despierta la atención" el tiempo suficiente como para otorgar una segunda cita – no se dio cuenta realmente de lo que acababa de decir hasta que terminó la frase. Por supuesto la sangre acudió rápidamente a sus mejillas y solo podía imaginarse la hermosa tonalidad tipo “tomate” que debía tener en ese momento.
-Este... yo... lo que quiero decir es... – sus ojos vagaban con rapidez de un objeto inanimado a otro hasta que finalmente se toparon con los ojos de Daniil – Ops, mira nada más – comentó inocentemente sosteniendo su copa vacía en alto y levantando ambas cejas– ¡Se me ha terminado el vino!
Era un alivio escucharle confesar que él también prefería que las cosas se dieran de forma natural. –Claro, supongo que por tu estatus y trabajo tendrás que desenvolverte bastante entre la alta sociedad –tomó un nuevo sorbo de vino de su ya casi vacía copa – Yo pienso que lo importante es saber desenvolverse de acuerdo con las circunstancias, es decir, ¡tienes que hacer lo que tienes que hacer! – le sonrió en complicidad mientras sentía el ligero apretón segundos antes de que la soltara y luego le acompaño degustando un bocado, segundo para ella y primero para él.
Por poco se atraganta con su pregunta. Diablos, y pensaba que ella era impertinente, aunque tenía que darle crédito por tener la osadía que ella no había tenido hasta el momento. Pasó con un poco de dificultad la comida que tenía en la boca y luego rio nerviosamente. Se serenó, le miró, abrió la boca para responder y... soltó la risa otra vez.
-Lo siento – se disculpó sintiéndose como una tonta – Es solo que tu pregunta me ha tomado por sorpresa – aclaró atrapando entre sus dedos la copa y vaciándola en su boca – Caballeros que llamen mi atención, muchos en realidad, en Paris siempre puedes toparte con personajes interesantes y pintorescos...lo importante no es eso, sino que logren mantener “despierta la atención" el tiempo suficiente como para otorgar una segunda cita – no se dio cuenta realmente de lo que acababa de decir hasta que terminó la frase. Por supuesto la sangre acudió rápidamente a sus mejillas y solo podía imaginarse la hermosa tonalidad tipo “tomate” que debía tener en ese momento.
-Este... yo... lo que quiero decir es... – sus ojos vagaban con rapidez de un objeto inanimado a otro hasta que finalmente se toparon con los ojos de Daniil – Ops, mira nada más – comentó inocentemente sosteniendo su copa vacía en alto y levantando ambas cejas– ¡Se me ha terminado el vino!
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Rió ante la comparación, en verdad había sonado a novio fastidiado, no había sido su intención, la frase de hecho sonaba trillada ahora que lo pensaba, pero expresaba bien lo que quería decir. Estuvo de acuerdo con ella cuando habló de comportarse en sociedad, ahora mismo, por ejemplo, no llevaba una corbata o moño, porque ese tipo de detalles rimbombantes lo sofocaban, pero cuando era invitado a un baile lo hacía aunque terminada la velada llegara a su casa y fuera lo primero que quitara con cansancio de su vestimenta.
-Aunque no nos guste -hacer eso que se tenía que hacer, a él no le gustaba codearse con la burguesía egoísta y hueca, pero su trabajo se lo exigía y ponía la mejor cara, y no podía mentir, había conocido gente interesante en esos círculos. Le agradó escucharla hablar así, era bueno que tuviera esas facetas, que supiera cuándo y dónde, no mucha gente tenía ese poder para discernir, para identificar el cuándo y dónde.
Soltó una carcajada casi involuntaria cuando observó su reacción ante su propia impertinencia, él sabía que era una pregunta arriesgada pero no pudo evitar reírse de ese modo. Cuando su carcajada cesó sólo se dedicó a observarla divertido mientras ella formulaba su respuesta, y cuando ésta llegó no pudo evitar volver a reír cuando la escuchó y vio la reacción subsecuente, había algo en las mujeres sonrojadas que simplemente le parecía adorable.
Sagazmente ella se desvió del tema cuando se quedó sin vino, Daniil tomó la botella y sirvió, para que ya no hubiera pretexto.
-Siento el atrevimiento -dijo con falsa formalidad, aún con aquella sonrisa en su rostro-, no puedes culparme por la curiosidad -ahora sólo se estaba divirtiendo, tratando de prolongar ese sonrojo-, ¿debo contar la charla en la calle como cita? -porque si así era esa era su segunda-, si es así, creo que he sumado puntos a mi marcador -se estaba divirtiendo y sabía que Antha, con lo inteligente que era, lo haría pagar por su osadía.
-Aunque no nos guste -hacer eso que se tenía que hacer, a él no le gustaba codearse con la burguesía egoísta y hueca, pero su trabajo se lo exigía y ponía la mejor cara, y no podía mentir, había conocido gente interesante en esos círculos. Le agradó escucharla hablar así, era bueno que tuviera esas facetas, que supiera cuándo y dónde, no mucha gente tenía ese poder para discernir, para identificar el cuándo y dónde.
Soltó una carcajada casi involuntaria cuando observó su reacción ante su propia impertinencia, él sabía que era una pregunta arriesgada pero no pudo evitar reírse de ese modo. Cuando su carcajada cesó sólo se dedicó a observarla divertido mientras ella formulaba su respuesta, y cuando ésta llegó no pudo evitar volver a reír cuando la escuchó y vio la reacción subsecuente, había algo en las mujeres sonrojadas que simplemente le parecía adorable.
Sagazmente ella se desvió del tema cuando se quedó sin vino, Daniil tomó la botella y sirvió, para que ya no hubiera pretexto.
-Siento el atrevimiento -dijo con falsa formalidad, aún con aquella sonrisa en su rostro-, no puedes culparme por la curiosidad -ahora sólo se estaba divirtiendo, tratando de prolongar ese sonrojo-, ¿debo contar la charla en la calle como cita? -porque si así era esa era su segunda-, si es así, creo que he sumado puntos a mi marcador -se estaba divirtiendo y sabía que Antha, con lo inteligente que era, lo haría pagar por su osadía.
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
“Bueno, al menos se está divirtiendo, aunque sea acosta mía” pensó Antha al verlo reír por sus reacciones, y esto la hacía pensar a su vez que, independientemente de la razón por la cual él se riera, estaba siendo una compañía agradable... o al menos poco aburrida.
-Merci – Agradeció cuando el volvió a llenar su copa exhibiendo una sonrisa en los labios. Tal vez debería sentirse irritada por haberse convertido en el inesperado objeto de sus burlas, pero ella se lo había buscado y la verdad era que encontraba la situación casi tan divertida como la encontraba él. Además no iba a permitir que saliera con la suya, aunque aún estuviese sonrojada eso no quería decir que no pudiese contestar – Claro que no sientes nada – replicó levantando la copa y sonriendo también – Eso fue premeditado y con alevosía. Y por supuesto que no hay nadie en esta ciudad que tenga menos autoridad moral para juzgar la curiosidad que yo - tomó un sorbo pequeño y luego un nuevo bocado del plato pedido.
Se dio su tiempo antes de contestar, masticando con deliberada lentitud los espaguetis que había llevado a su boca y bajando el bocado con más vino. A pesar de que ya empezaba a sentir los efectos de la bebida, nunca había podido resistirse cuando encontraba un sabor que le gustara, y no sería esta la noche en la que se negara el poder saborear algo tan exquisito.
-Eso depende – contestó finalmente. Sentía las mejillas menos ardientes aunque aún debía verse sonrojada - ¿le considerarías tú una cita? –Le sonrió socarronamente antes de continuar – Yo, por mi parte, no la clasificaría como cita ya que fue más bien una suerte de “encuentro fortuito”... además, si no tengo la posibilidad de perfumarme adecuadamente no cuenta – Un guiño y una media sonrisa. Esperaba que él advirtiera la velada insinuación de su deseo por tener un tercer encuentro.
-¿Me atrevo a ser sincera sobre tu siguiente comentario o sería un error? – preguntó retóricamente mientras tomaba un nuevo bocado y dejaba la pregunta en el aire por algunos segundos. Finalmente le miró enarcando ligeramente los ojos – Esta bien, seré sincera: La respuesta es sí, has marcado puntos a pesar de que falte aún la mencionada segunda cita – Otra vez sus mejillas ardían. Como odiaba esa reacción pero no iba a permitir que eso la intimidara – Ahora me gustaría escucharte a ti... misma pregunta por supuesto – Le miró divertida. No podía ser de otra manera.
-Merci – Agradeció cuando el volvió a llenar su copa exhibiendo una sonrisa en los labios. Tal vez debería sentirse irritada por haberse convertido en el inesperado objeto de sus burlas, pero ella se lo había buscado y la verdad era que encontraba la situación casi tan divertida como la encontraba él. Además no iba a permitir que saliera con la suya, aunque aún estuviese sonrojada eso no quería decir que no pudiese contestar – Claro que no sientes nada – replicó levantando la copa y sonriendo también – Eso fue premeditado y con alevosía. Y por supuesto que no hay nadie en esta ciudad que tenga menos autoridad moral para juzgar la curiosidad que yo - tomó un sorbo pequeño y luego un nuevo bocado del plato pedido.
Se dio su tiempo antes de contestar, masticando con deliberada lentitud los espaguetis que había llevado a su boca y bajando el bocado con más vino. A pesar de que ya empezaba a sentir los efectos de la bebida, nunca había podido resistirse cuando encontraba un sabor que le gustara, y no sería esta la noche en la que se negara el poder saborear algo tan exquisito.
-Eso depende – contestó finalmente. Sentía las mejillas menos ardientes aunque aún debía verse sonrojada - ¿le considerarías tú una cita? –Le sonrió socarronamente antes de continuar – Yo, por mi parte, no la clasificaría como cita ya que fue más bien una suerte de “encuentro fortuito”... además, si no tengo la posibilidad de perfumarme adecuadamente no cuenta – Un guiño y una media sonrisa. Esperaba que él advirtiera la velada insinuación de su deseo por tener un tercer encuentro.
-¿Me atrevo a ser sincera sobre tu siguiente comentario o sería un error? – preguntó retóricamente mientras tomaba un nuevo bocado y dejaba la pregunta en el aire por algunos segundos. Finalmente le miró enarcando ligeramente los ojos – Esta bien, seré sincera: La respuesta es sí, has marcado puntos a pesar de que falte aún la mencionada segunda cita – Otra vez sus mejillas ardían. Como odiaba esa reacción pero no iba a permitir que eso la intimidara – Ahora me gustaría escucharte a ti... misma pregunta por supuesto – Le miró divertida. No podía ser de otra manera.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Por un momento la miró atento, con una sonrisa sobre su rostro, el vestigio de la risa que antes se había apoderado de él, la miró comer mientras él no movía un dedo, sólo la miraba con ambas manos al lado de su propio plato de pasta, atento a lo que iba a decir a continuación.
Puso cara de decepción, actuada y queriendo que luciera de ese modo, cuando ella dijo que aquel encuentro en las calles no contaba como cita, bebió un pequeño trago de su copa para finalmente vaciarla.
-Entonces debemos arreglar eso -tomó la botella de vino y sirvió otro poco en su copa-, yo ya me había hecho ilusiones, haz roto mi corazón -dejó la botella sobre la mesa y se llevó una mano al pecho, estaba bromeando, aunque la idea de tener una segunda o tercera cita (según como se viera) iba muy en serio. Sonrió radiante cuando al menos le concedió los puntos que solo se había adjudicado, mentalmente anotó un par de rayas con tiza en una pizarra.
Por fin le daba otro bocado a su plato de espagueti cuando ella disparó su pregunta, ya se la esperaba así que no fue tomado por sorpresa, sólo el momento había sido inadecuado, hubiera preferido no tener nada en la boca, tragó rápido y tuvo que dar un sorbo grande a su copa para poder pasar más fácil. Rió con algo de nerviosismo y timidez, evitando mirar a su acompañante, como si fuera un niño y acabara de ser descubierto como el autor de una broma inocente.
-Yo... - titubeó, solía hablar con fluidez y seguridad, no demasiada pero la suficiente, pero cuando se trataba de esos temas era un adolescente inexperto con torpeza para poner en palabras las cosas-, yo... bueno... he conocido a mucha gente -eso había sonado terrible y él lo notó, de inmediato hizo una mueca de dolor, porque eso había dolido-, quiero decir, como te dije la otra noche, se requiere de un tipo de mujer muy especial para mantenerme interesado -se recompuso del desorden de ideas que lo había atacado en un principio -pedir citas no es lo mío, sólo lo hago con quien vale la pena -le dijo, pero a diferencia de ella, había dicho aquello con total consciencia de lo que hacía, decidió, sin embargo, regresarle la insinuación de coquetería en medio de una conversación en apariencia cándida y sin dobles sentidos. Y a pesar de todo, no había respondido concretamente a la pregunta.
Puso cara de decepción, actuada y queriendo que luciera de ese modo, cuando ella dijo que aquel encuentro en las calles no contaba como cita, bebió un pequeño trago de su copa para finalmente vaciarla.
-Entonces debemos arreglar eso -tomó la botella de vino y sirvió otro poco en su copa-, yo ya me había hecho ilusiones, haz roto mi corazón -dejó la botella sobre la mesa y se llevó una mano al pecho, estaba bromeando, aunque la idea de tener una segunda o tercera cita (según como se viera) iba muy en serio. Sonrió radiante cuando al menos le concedió los puntos que solo se había adjudicado, mentalmente anotó un par de rayas con tiza en una pizarra.
Por fin le daba otro bocado a su plato de espagueti cuando ella disparó su pregunta, ya se la esperaba así que no fue tomado por sorpresa, sólo el momento había sido inadecuado, hubiera preferido no tener nada en la boca, tragó rápido y tuvo que dar un sorbo grande a su copa para poder pasar más fácil. Rió con algo de nerviosismo y timidez, evitando mirar a su acompañante, como si fuera un niño y acabara de ser descubierto como el autor de una broma inocente.
-Yo... - titubeó, solía hablar con fluidez y seguridad, no demasiada pero la suficiente, pero cuando se trataba de esos temas era un adolescente inexperto con torpeza para poner en palabras las cosas-, yo... bueno... he conocido a mucha gente -eso había sonado terrible y él lo notó, de inmediato hizo una mueca de dolor, porque eso había dolido-, quiero decir, como te dije la otra noche, se requiere de un tipo de mujer muy especial para mantenerme interesado -se recompuso del desorden de ideas que lo había atacado en un principio -pedir citas no es lo mío, sólo lo hago con quien vale la pena -le dijo, pero a diferencia de ella, había dicho aquello con total consciencia de lo que hacía, decidió, sin embargo, regresarle la insinuación de coquetería en medio de una conversación en apariencia cándida y sin dobles sentidos. Y a pesar de todo, no había respondido concretamente a la pregunta.
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Antha rio abiertamente al ver la actuación de Daniil y escucharle hablar sobre su corazón e ilusiones, pero no hizo ningún comentario extra al respecto. Al parecer la indirecta había sido perfectamente recibida y comprendida, y si no era así (hay que tener en cuenta que por regla general las mujeres escuchan el doble de lo que los hombres pretenden decir) siempre podría ella ir a buscarlo… ¡Listo! Problema resuelto. Afortunadamente no se hicieron más anotaciones sobre los “puntos” aunque ella no pasó por alto la sonrisa que se formó en su rostro.
-Perdón… - se disculpó entre risas al verle apurar el bocado y luego ayudase a pasarlo con vino solo por contestarle. Al pasó que iban se consideraría afortunada si al finalizar de la velada, o más bien de la comida, ninguno de los dos se había atragantado.
Ensanchó su sonrisa al verle actuar tímidamente. Era una reacción que, aunque no esperaría en alguien con su edad, en él lucia encantadora; y mejor aún: el desatino al comentar que conocía mucha gente!!! Habiendo él colocado el tema sobre la mesa, ella esperaba que tuviera alguna respuesta lista, pero el verlo titubear y patinar sobre que contestar le demostró una vez más que se encontraba frente a un alma genuina y modesta.
-Eso no contesta mi pregunta… -comentó una vez él finalizó la última frase, deteniéndose a pensar por un momento antes de continuar – aunque supongo que yo tampoco contesté completamente a la tuya, así que considerémoslo una tregua amistosa, y momentánea, sobre el tema ¿te parece? – Inclino un poco la cabeza en un gestó indiscutible de niña mimada y picara – Y me asigno a mí misma algunos puntos también – No era una pregunta, era una afirmación dadas las palabras que él había utilizado – Además de sentirme alagada por merecer una invitación formal –
Otro sorbo de una copa medio vacía… otra vez. Tenía que empezar a tasarse si no quería salir de allí dando tumbos – Pero no contéstate mi primer pregunta –replicó para a continuación levantar su palma en gesto de advertencia - Espera, la reformulare… ¿Qué consideras tú como una “cita”?... O mejor ¿La cita perfecta? - La pregunta no iba solo dirigida a calmar una curiosidad superficial, en realidad pretendía averiguar algún dato, relevante o no, que le sirviera para hacer su próximo encuentro más agradable para él.
-Perdón… - se disculpó entre risas al verle apurar el bocado y luego ayudase a pasarlo con vino solo por contestarle. Al pasó que iban se consideraría afortunada si al finalizar de la velada, o más bien de la comida, ninguno de los dos se había atragantado.
Ensanchó su sonrisa al verle actuar tímidamente. Era una reacción que, aunque no esperaría en alguien con su edad, en él lucia encantadora; y mejor aún: el desatino al comentar que conocía mucha gente!!! Habiendo él colocado el tema sobre la mesa, ella esperaba que tuviera alguna respuesta lista, pero el verlo titubear y patinar sobre que contestar le demostró una vez más que se encontraba frente a un alma genuina y modesta.
-Eso no contesta mi pregunta… -comentó una vez él finalizó la última frase, deteniéndose a pensar por un momento antes de continuar – aunque supongo que yo tampoco contesté completamente a la tuya, así que considerémoslo una tregua amistosa, y momentánea, sobre el tema ¿te parece? – Inclino un poco la cabeza en un gestó indiscutible de niña mimada y picara – Y me asigno a mí misma algunos puntos también – No era una pregunta, era una afirmación dadas las palabras que él había utilizado – Además de sentirme alagada por merecer una invitación formal –
Otro sorbo de una copa medio vacía… otra vez. Tenía que empezar a tasarse si no quería salir de allí dando tumbos – Pero no contéstate mi primer pregunta –replicó para a continuación levantar su palma en gesto de advertencia - Espera, la reformulare… ¿Qué consideras tú como una “cita”?... O mejor ¿La cita perfecta? - La pregunta no iba solo dirigida a calmar una curiosidad superficial, en realidad pretendía averiguar algún dato, relevante o no, que le sirviera para hacer su próximo encuentro más agradable para él.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Le pareció bien aquella tregua, sino se iban a enfrascar en una guerra amistosa de nunca acabar, le sonrió el momento previo a dar un bocado más a su comida y asentir al estar de acuerdo en que no había respondido a la pregunta, mentir no era su fuerte, pero salirse por la tangente tal vez era un arte en el que tenía más habilidad. La miró cuando apuntó algo de lo que ya se había percatado antes, ella había sido merecedora de una cita, no es que se sintiera importante o algo por el estilo, era que de verdad no era un sujeto que se sintiera todo un conquistador, sólo pedía citas cuando la persona en cuestión le interesaba, incluso rayaba en lo tímido cuando a eso se refería; también pensé que en esas semanas que llevaba en París había conocido a algunas mujeres, pero no había tenido una cita con ninguna, esta era la primera.
-Yo debería sentirme halagado, que aceptaras mi invitación me alegró mucho -apuntó y dejó las bromas de lado, lo decía en serio y de corazón, él era el que debía sentirse afortunado ya que no había tenido la decencia si quiera de ir personalmente a pedirle la cita, pero qué podía hacer, el día era una cárcel cruel.
Dio un trago a su copa, uno muy largo para emparejarse con su acompañante, no quería quedarse rezagado de eso modo, la miró suspicaz preguntándose o preguntándole sin palabras, mejor dicho, hasta dónde llegarían esa noche con esa botella.
-Interesante -dijo al escuchar la pregunta reestructurada y luego sonrió de lado -buena conversación, un buen vino, comida italiana tal vez -sabía lo que estaba haciendo, sólo estaba jugando-, en realidad no importa tanto el lugar, importa la compañía, ¿no crees?, no tengo un ideal formado en mi cabeza, una noche espontánea o una deliciosa cena, lo importante es con quién -le guiñó un ojo y decidió él mismo vaciar su copa de vino en donde ya no quedaba mucho.
-Ahora es mi turno, ¿cuál es tu cita ideal? -tal vez lo podría apuntar para la próxima vez, quien sabe.
-Yo debería sentirme halagado, que aceptaras mi invitación me alegró mucho -apuntó y dejó las bromas de lado, lo decía en serio y de corazón, él era el que debía sentirse afortunado ya que no había tenido la decencia si quiera de ir personalmente a pedirle la cita, pero qué podía hacer, el día era una cárcel cruel.
Dio un trago a su copa, uno muy largo para emparejarse con su acompañante, no quería quedarse rezagado de eso modo, la miró suspicaz preguntándose o preguntándole sin palabras, mejor dicho, hasta dónde llegarían esa noche con esa botella.
-Interesante -dijo al escuchar la pregunta reestructurada y luego sonrió de lado -buena conversación, un buen vino, comida italiana tal vez -sabía lo que estaba haciendo, sólo estaba jugando-, en realidad no importa tanto el lugar, importa la compañía, ¿no crees?, no tengo un ideal formado en mi cabeza, una noche espontánea o una deliciosa cena, lo importante es con quién -le guiñó un ojo y decidió él mismo vaciar su copa de vino en donde ya no quedaba mucho.
-Ahora es mi turno, ¿cuál es tu cita ideal? -tal vez lo podría apuntar para la próxima vez, quien sabe.
- Spoiler:
- Creo que quedó corto, lo siento, trataré de que ya no suceda ._.
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Aquella mirada inquisitiva fue recibida en pleno aunque no mediaran palabras. Antha soltó la risa nuevamente antes de apurar el poco licor que le quedaba e inclinar su copa hacia Daniil para que este, como buen caballero, la llenase una vez más cuando hiciere lo propio con la suya. La idea de tazarse que había cruzado fugazmente por su cabeza se había disipado tan rápidamente como había aparecido. – Creo que sería una especie de crimen que nos negáramos tan exquisita bebida en tan agradable noche ¿no lo crees? – Daba por hecho que él tendría una mayor resistencia al efecto del licor y eso, combinado con el hecho de que sabia donde vivía, la llenaba de tranquilidad. “La misma tonta confiada e ingenua de siempre” la aporreo su conciencia – Además, estoy casi segura de que no te aprovecharías de una pobre e indefensa damisela que se ha pasado en un par de tragos ¿o sí?- enfatizó su última pregunta levantando ligeramente una de sus cejas.
Le miró sobreactuando un gesto enfadado – Que bribón eres – bromeó riendo ante la mala jugada. No solo no había obtenido las respuestas que buscaba, sino que ahora que la pregunta se le devolvía, era ella quien se encontraba en la situación de revelar información. Muy astuto pero ¿habría sido algo planeado o simplemente espontáneo? – Ahora no eres misterioso sino todo un maestro en el arte de “esquivar” preguntas – Continuó con otra porción que la perfectamente sazonada cena.
– Por supuesto que lo que hace el momento es la pareja más que cualquier otra cosa – contestó después de pasar el bocado – Podría estar en mismo paraíso y aún así sentir ganas de salir huyendo si la compañía no estuviese a la altura de la situación. Pero creo también que la atmosfera es muy importante… tal vez no me refiera a una cita en especifico sino a una cadena de encuentros entre dos personas – permitió que las comisuras de su boca se elevaran ligeramente – Pues aunque las dos disfruten de una actividad en especial, digamos cenar, hipotéticamente hablando – guiño un ojo – si la repitieran sin variación alguna terminarían por hastiarse, y no solo de la actividad, sino también uno del otro… Desde mi punto de vista, lo que hace una cita ideal es la chispa que se le imprima, el impulso de que sea un encuentro especial, fuera de lo común y, como tú dices, espontáneo –
El ruido producido por el movimiento de algunas de las sillas del local llamo la atención de la joven, quien giró su rostro para ver como una pareja entrada en años se disponía a abandonar el lugar. Les observó por un segundo, intrigada por la manera en cómo se miraban uno al otro a pesar de la obviedad del tiempo de la relación, para despues retornar a su compañero – Llamémoslo el “factor sorpresa” si lo deseas – concluyó antes de un nuevo bocado.
-Hay algo que me intriga... ¿Qué hubiese ocurrido si por algún motivo no hubiese podido aceptar tu repentina invitación? ¿Lo habrías intentado una vez más o simplemente hubieses olvidado el tema? -
Le miró sobreactuando un gesto enfadado – Que bribón eres – bromeó riendo ante la mala jugada. No solo no había obtenido las respuestas que buscaba, sino que ahora que la pregunta se le devolvía, era ella quien se encontraba en la situación de revelar información. Muy astuto pero ¿habría sido algo planeado o simplemente espontáneo? – Ahora no eres misterioso sino todo un maestro en el arte de “esquivar” preguntas – Continuó con otra porción que la perfectamente sazonada cena.
– Por supuesto que lo que hace el momento es la pareja más que cualquier otra cosa – contestó después de pasar el bocado – Podría estar en mismo paraíso y aún así sentir ganas de salir huyendo si la compañía no estuviese a la altura de la situación. Pero creo también que la atmosfera es muy importante… tal vez no me refiera a una cita en especifico sino a una cadena de encuentros entre dos personas – permitió que las comisuras de su boca se elevaran ligeramente – Pues aunque las dos disfruten de una actividad en especial, digamos cenar, hipotéticamente hablando – guiño un ojo – si la repitieran sin variación alguna terminarían por hastiarse, y no solo de la actividad, sino también uno del otro… Desde mi punto de vista, lo que hace una cita ideal es la chispa que se le imprima, el impulso de que sea un encuentro especial, fuera de lo común y, como tú dices, espontáneo –
El ruido producido por el movimiento de algunas de las sillas del local llamo la atención de la joven, quien giró su rostro para ver como una pareja entrada en años se disponía a abandonar el lugar. Les observó por un segundo, intrigada por la manera en cómo se miraban uno al otro a pesar de la obviedad del tiempo de la relación, para despues retornar a su compañero – Llamémoslo el “factor sorpresa” si lo deseas – concluyó antes de un nuevo bocado.
-Hay algo que me intriga... ¿Qué hubiese ocurrido si por algún motivo no hubiese podido aceptar tu repentina invitación? ¿Lo habrías intentado una vez más o simplemente hubieses olvidado el tema? -
- Spoiler:
- Don't Worry... Be Happy!
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Sirvió vino primero en la copa de su acompañante para luego hacer lo mismo con la propia.
-Sería incapaz de tomar ventaja de una situación como esa -respondió con candidez al supuesto que Antha había descrito, pues podía ser acusado de muchísimas cosas, menos de eso; desde antes de ser inmortal tenía esa debilidad inherente por complacer al sexo opuesto, y el encanto natural de ser todo un caballero, era de esas cosas que no sabía de dónde habían venido, de su educación, claro, pero por qué era una necesidad tan poderosa el ser así, no se consideraba un conquistador, porque no lo era, pues se portaba de igual modo con cualquier dama, sin importar si representaba un interés romántico o no.
Rió sin decir nada cuando ella notó su habilidad por esquivar preguntas, aunque si lo había notado, resultaba que no era tan eficaz como quería creer. Escuchó con atención lo que ella le decía, no la interrumpió ni un momento pues quería comprender del todo, tenía razón, ella tenía razón en lo que decía, de qué servía tener la cita perfecta si no había chispa, no lo había pensado de ese modo hasta que ella lo apuntó. Miró en dirección a la pareja que se retiraba y que había llamado la atención de Antha y luego se giró nuevamente cuando ella concluyó.
-Creo que en ese punto estamos de acuerdo -alzó su copa y luego bebió un poco -incluso creo que si hay amor pero no la capacidad de sorprenderse mutuamente es posible que las cosas no funcionen -pero se estaba desviando del tema -espero tener el factor sorpresa siempre de mi lado -sonrió, no aclarando si en general o con ella.
Probó nuevamente la pasta, bebió un poco de vino y escuchó la pregunta que a continuación vino.
-Esto va a sonar terriblemente arrogante de mi parte -frunció el ceño como si desde ya se estuviera castigando por su falta de humildad-, pero nunca he recibido un "no" como respuesta, así que ha decir verdad... no hubiera sabido qué hacer -dijo pero quiso explicarse-, no creas que mi éxito radica en mi agraciada apariencia, porque no es así -él mismo sabía lo promedio que era -sino en lo que te había dicho antes, no suelo pedir citas a menudo y eso reduce el margen de error -finalizó un tanto avergonzado de haber admitido que nunca había recibido negativa alguna, ni siquiera sabría cómo reaccionar el día en que alguna mujer le dijera que no, y eso lo vejaba un poco.
-¿Te sorprendiste cuando mandé la invitación? -preguntó con una sonrisa tímida y ladeada, él mismo se había sorprendido cuando se atrevió a escribir la nota con su propio puño y su propia letra.
-Sería incapaz de tomar ventaja de una situación como esa -respondió con candidez al supuesto que Antha había descrito, pues podía ser acusado de muchísimas cosas, menos de eso; desde antes de ser inmortal tenía esa debilidad inherente por complacer al sexo opuesto, y el encanto natural de ser todo un caballero, era de esas cosas que no sabía de dónde habían venido, de su educación, claro, pero por qué era una necesidad tan poderosa el ser así, no se consideraba un conquistador, porque no lo era, pues se portaba de igual modo con cualquier dama, sin importar si representaba un interés romántico o no.
Rió sin decir nada cuando ella notó su habilidad por esquivar preguntas, aunque si lo había notado, resultaba que no era tan eficaz como quería creer. Escuchó con atención lo que ella le decía, no la interrumpió ni un momento pues quería comprender del todo, tenía razón, ella tenía razón en lo que decía, de qué servía tener la cita perfecta si no había chispa, no lo había pensado de ese modo hasta que ella lo apuntó. Miró en dirección a la pareja que se retiraba y que había llamado la atención de Antha y luego se giró nuevamente cuando ella concluyó.
-Creo que en ese punto estamos de acuerdo -alzó su copa y luego bebió un poco -incluso creo que si hay amor pero no la capacidad de sorprenderse mutuamente es posible que las cosas no funcionen -pero se estaba desviando del tema -espero tener el factor sorpresa siempre de mi lado -sonrió, no aclarando si en general o con ella.
Probó nuevamente la pasta, bebió un poco de vino y escuchó la pregunta que a continuación vino.
-Esto va a sonar terriblemente arrogante de mi parte -frunció el ceño como si desde ya se estuviera castigando por su falta de humildad-, pero nunca he recibido un "no" como respuesta, así que ha decir verdad... no hubiera sabido qué hacer -dijo pero quiso explicarse-, no creas que mi éxito radica en mi agraciada apariencia, porque no es así -él mismo sabía lo promedio que era -sino en lo que te había dicho antes, no suelo pedir citas a menudo y eso reduce el margen de error -finalizó un tanto avergonzado de haber admitido que nunca había recibido negativa alguna, ni siquiera sabría cómo reaccionar el día en que alguna mujer le dijera que no, y eso lo vejaba un poco.
-¿Te sorprendiste cuando mandé la invitación? -preguntó con una sonrisa tímida y ladeada, él mismo se había sorprendido cuando se atrevió a escribir la nota con su propio puño y su propia letra.
Invitado- Invitado
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Asintió satisfecha por su respuesta sobre no tomar ventaja. No hubiese esperado nada diferente de un hombre que tenia, evidentemente, tan altos estándares de rectitud y caballerosidad, pero, por las dudas, siempre era mejor preguntar.
Ella sonrió ante su deseo – Todos lo esperamos querido Daniil, al menos es así cuando nos topamos con la persona indicada… o cuando creemos que lo hemos hecho – comentó recordando la infinidad de veces que se había forzado a sí misma, y a la situación, por alargar un momento agonizante, solo para darse cuenta después que el esfuerzo resultaba en vano. ¿Pero quién podía culpar a una adolescente por pretender acaparar más de lo que podía? En todo caso los chicos de su misma edad, sobre los cuales había posado los ojos, habían resultado tan aburridos y predecibles al final que terminaba agradeciendo no tener que permanecer más tiempo a su lado. – Algo que muy seguramente no va a ocurrir – le anticipó con una sonrisa malvada en el rostro – hasta el más suertudo e ingenioso tiene malos días – concluyó guiñándole un ojo -
Levantó ligeramente la copa que él, amablemente, se había encargado de llenar, y la hizo girar con suavidad consiguiendo que el líquido borgoña se desplazara dejando una estela de bordes redondeados sobre las paredes internas del cristal. Repitió un par de veces el movimiento mientras escuchaba el inicio de la respuesta de Daniil.
Varias expresiones cruzaron con rapidez su rostro a medida que él hablaba. Primero frunció ligeramente el ceño, esperando una respuesta dolorosa que hiriera su ego y amor propio; luego levantó ambas cejas mostrando incredulidad y diversión ante tanta “modestia”, y por último, físico alivio y felicidad por la razón que reducía la probabilidad.
-Pues… - intentó comenzar a comentar su respuesta pero un súbito ataque de risa la interrumpió. Demoró algunos segundos antes de poder serenarse lo suficiente como para hablar de nuevo y, aunque se sentía un poco mal al pensar que tal vez él se hubiese sentido ofendido por su reacción, no pudo abandonar la risa de tontaina que se había instalado en sus labios – Tal vez debería negarme alguna vez… digo, ya que estamos en confianza podrías empezar a practicar sobre el asunto … y sin daños colaterales – bromeó antes de tomar su copa y levantarla hacia él, invitándolo a un nuevo brindis – Por tu primera vez – brindó burlona – porque podamos reírnos después de lo que hagas o dejes de hacer – tomó un largo sorbo que acompañó por otro bocado de espaguetis.
-Si, por supuesto que me sorprendí – contestó sinceramente – Lo último que esperaba era que un elegante y acartonado sirviente se presentase en mi puerta con una nota tuya… Tengo que admitir que inicialmente me decepciono un poco el que no hubieses sido tú en persona el portador de tan emocionante petición, pero después me pareció adecuado, e incluso un poco estimulante… - un nuevo sorbo – Además, no sé si hubiese sido igual de emocionante el tener todo el día para prepararme y esperar ansiosa el momento de volver a verte – los colores ascendieron nuevamente a su rostro. Acababa de admitir algo que en sano juicio tal vez hubiera meditado un poco al menos. Efectos del vino, que se le va a hacer.
-Y ya que, al parecer, he bebido suficiente de este sabroso “líquido sincerante” – comentó inventando la última palabra a propósito – quiero preguntarte algo más – se inclinó ligeramente sobre la mesa y empezó a susurrar – ¿Y que si quemamos demasiada espontaneidad el día de nuestro encuentro y ahora la novedad que te puedo ofrecer no es suficiente? – era un temor con fundamento, pues ella sabía, o creía saber, que podía ser la más aburrida de los aburridos, y le preocupaba profundamente que, debido a lo inusual y extraordinario de su encuentro anterior, él no la encontrara ahora tan interesante como en un principio.
Ella sonrió ante su deseo – Todos lo esperamos querido Daniil, al menos es así cuando nos topamos con la persona indicada… o cuando creemos que lo hemos hecho – comentó recordando la infinidad de veces que se había forzado a sí misma, y a la situación, por alargar un momento agonizante, solo para darse cuenta después que el esfuerzo resultaba en vano. ¿Pero quién podía culpar a una adolescente por pretender acaparar más de lo que podía? En todo caso los chicos de su misma edad, sobre los cuales había posado los ojos, habían resultado tan aburridos y predecibles al final que terminaba agradeciendo no tener que permanecer más tiempo a su lado. – Algo que muy seguramente no va a ocurrir – le anticipó con una sonrisa malvada en el rostro – hasta el más suertudo e ingenioso tiene malos días – concluyó guiñándole un ojo -
Levantó ligeramente la copa que él, amablemente, se había encargado de llenar, y la hizo girar con suavidad consiguiendo que el líquido borgoña se desplazara dejando una estela de bordes redondeados sobre las paredes internas del cristal. Repitió un par de veces el movimiento mientras escuchaba el inicio de la respuesta de Daniil.
Varias expresiones cruzaron con rapidez su rostro a medida que él hablaba. Primero frunció ligeramente el ceño, esperando una respuesta dolorosa que hiriera su ego y amor propio; luego levantó ambas cejas mostrando incredulidad y diversión ante tanta “modestia”, y por último, físico alivio y felicidad por la razón que reducía la probabilidad.
-Pues… - intentó comenzar a comentar su respuesta pero un súbito ataque de risa la interrumpió. Demoró algunos segundos antes de poder serenarse lo suficiente como para hablar de nuevo y, aunque se sentía un poco mal al pensar que tal vez él se hubiese sentido ofendido por su reacción, no pudo abandonar la risa de tontaina que se había instalado en sus labios – Tal vez debería negarme alguna vez… digo, ya que estamos en confianza podrías empezar a practicar sobre el asunto … y sin daños colaterales – bromeó antes de tomar su copa y levantarla hacia él, invitándolo a un nuevo brindis – Por tu primera vez – brindó burlona – porque podamos reírnos después de lo que hagas o dejes de hacer – tomó un largo sorbo que acompañó por otro bocado de espaguetis.
-Si, por supuesto que me sorprendí – contestó sinceramente – Lo último que esperaba era que un elegante y acartonado sirviente se presentase en mi puerta con una nota tuya… Tengo que admitir que inicialmente me decepciono un poco el que no hubieses sido tú en persona el portador de tan emocionante petición, pero después me pareció adecuado, e incluso un poco estimulante… - un nuevo sorbo – Además, no sé si hubiese sido igual de emocionante el tener todo el día para prepararme y esperar ansiosa el momento de volver a verte – los colores ascendieron nuevamente a su rostro. Acababa de admitir algo que en sano juicio tal vez hubiera meditado un poco al menos. Efectos del vino, que se le va a hacer.
-Y ya que, al parecer, he bebido suficiente de este sabroso “líquido sincerante” – comentó inventando la última palabra a propósito – quiero preguntarte algo más – se inclinó ligeramente sobre la mesa y empezó a susurrar – ¿Y que si quemamos demasiada espontaneidad el día de nuestro encuentro y ahora la novedad que te puedo ofrecer no es suficiente? – era un temor con fundamento, pues ella sabía, o creía saber, que podía ser la más aburrida de los aburridos, y le preocupaba profundamente que, debido a lo inusual y extraordinario de su encuentro anterior, él no la encontrara ahora tan interesante como en un principio.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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