AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
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Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Recuerdo del primer mensaje :
"Antha:
Perdón por el atrevimiento, y por no ir personalmente, pero me gustaría empezar a tachar algunos de ese montón de pendientes que tenemos juntos, claro, para ir agregando nuevos a la lista. ¿Qué parece cena con vino esta noche?, por favor, manda la respuesta con el mensajero, y una disculpa por no haberte contactado con días de anticipación, confío en que me hagas un hueco en tu agenda.
Daniil Stravinsky"
Ese había sido el mensaje que esa mañana Daniil había encargado a sirviente llevar a casa de Antha, confiando, como el propio recado lo decía, que esa noche se pudieran ver, odiaba no ser más considerado y haberle pedido aquella cita con más días de anticipación pero últimamente tenía más actividades que de costumbre y si no lo hacía así estaría posponiendo el momento indefinidamente, su ansiedad por volverla a ver era mucho y no podía permitir que pasara un día más. Mandó decir, también, que si la respuesta era afirmativa alguien pasaría por ella y la llevaría al lugar donde él la estaría esperando, odiaba tener que hacer uso de mensajeros, prefería hacerlo personalmente pero el día era una limitante cruel.
Por fortuna para él la invitación había sido aceptada. Eligió un pequeño restaurante que había conocido en su anterior visita a Francia y que increíblemente seguía en pie, impasible ante el paso del tiempo, atendido por las nuevas generaciones de los dueños originales, una familia italiana de la que poco sabía, sólo que era el sitio perfecto, nada lujoso u ostentoso, pero acogedor y de ambiente agradable, además de servir lo que él buscaba, comida italiana, porque recordaba perfecto que esa era la favorita de Antha.
Aquella noche podía planearlo mejor, no iba a ser un encuentro en la calle que culminaría en una charla de horas, ahora era algo más estructurado, no por ello no iba a dejarse llevar con la noche en la que la conoció, pero pudo elegir qué vestir y a qué oler; pantalón negro y camisa blanca, saco a juego, y oler a cítricos, no era un tipo vanidoso, pero le gustaba verse bien.
Fue solo al lugar esperando que ella arribara, sinceramente feliz por tener la oportunidad de volver a charlar con alguien tan inteligente y apasionada, no podía dejar pasar algo así, por ello él había propiciado el segundo encuentro, pues en su poder tenía el conocimiento de su domicilio.
Así pues, con la noche reinando por completo esperó en aquel modesto local al que ella llegaría en pocos minutos.
Por fortuna para él la invitación había sido aceptada. Eligió un pequeño restaurante que había conocido en su anterior visita a Francia y que increíblemente seguía en pie, impasible ante el paso del tiempo, atendido por las nuevas generaciones de los dueños originales, una familia italiana de la que poco sabía, sólo que era el sitio perfecto, nada lujoso u ostentoso, pero acogedor y de ambiente agradable, además de servir lo que él buscaba, comida italiana, porque recordaba perfecto que esa era la favorita de Antha.
Aquella noche podía planearlo mejor, no iba a ser un encuentro en la calle que culminaría en una charla de horas, ahora era algo más estructurado, no por ello no iba a dejarse llevar con la noche en la que la conoció, pero pudo elegir qué vestir y a qué oler; pantalón negro y camisa blanca, saco a juego, y oler a cítricos, no era un tipo vanidoso, pero le gustaba verse bien.
Fue solo al lugar esperando que ella arribara, sinceramente feliz por tener la oportunidad de volver a charlar con alguien tan inteligente y apasionada, no podía dejar pasar algo así, por ello él había propiciado el segundo encuentro, pues en su poder tenía el conocimiento de su domicilio.
Así pues, con la noche reinando por completo esperó en aquel modesto local al que ella llegaría en pocos minutos.
- Isn't it a lovely night?:
Invitado- Invitado
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
El silencio le dio tiempo de pensar; el silencio normalmente le gustaba pero ahora era símbolo de que algo mayor se avecinaba, de que la noche sería un desastre, de que había fallado una vez más, sin mirarla pensó en que tal vez le estaba arruinando la vida y sólo se habían visto dos veces, y la culpa, sí, otra vez la culpa, llegó sin avisar a apalearlo con rabia, y él no estaba listo para lidiar con algo así. La vida de Antha antes de él corría perfecta, sin saber de la existencia de seres nocturnos, o de hombres lobo, incluso podía aclararle que los "hombres oso" podían ser reales sin se consideraba a los cambiaformas, aunque él había tenido su primer encuentro con uno sólo hacía un par de días, pero ya no importaba, si lo odiaba después la comprendería aunque eso no implicaba que le fuese a doler menos. Hubo un momento, durante su primer encuentro y ahora que creyó que realmente eso iba a funcionar, que se iba a librar de las preguntas como solía hacerlo. Ahora quedaría como el mentiroso que era, ya no creería ninguna de sus palabras, ni las que fueron sinceras, que habían sido la mayoría y las importantes.
Escuchó los latidos de su corazón, aguantó la respiración, esperando lo peor. Quién era él para arruinarle así la velada y la vida, cerró los ojos pensando, imaginando los escenarios posibles y en ninguno salía airoso, quería que al menos ella le dijera que lo perdonaba, pero se estaba adelantando, aún quedaba ver su reacción.
Un bofetada, que se fuera, gritos, que tratara de terminar la noche con la condición de no volverse a ver, todo era posible, y todo le terminaría doliendo, rompiendo el corazón. De pronto ella se puso de pie y él la miró hacía arriba desde su posición, entonces eso iba a ser, pensó, se iría y estaba bien, podría pasar luego a disculparse, pero si no escuchaba un perdón de labios de Antha no iba a volver a tener tranquilidad nuevamente.
Le ordenó que se quedara ahí y él no estaba en posición de refutar, hizo caso aunque un pequeño impulso lo obligaba a ponerse de pie también e ir tras de ella. Los otros clientes del lugar lo miraron, claro, pensaban que había sido un patán con su cita de la noche y por eso la bella dama lo había dejado ahí como un tonto; detalles más, detalles menos pero eso se acercaba mucho a la verdad. Si ella hubiera tardado un segundo más lo hubiera encontrado con la cordura destruida causa del dilema interno a que se vio sometido.
La observó con aquella calma inaudita, no dijo nada, no sabía qué decir en todo caso, hasta que ella dio esa otra orden. La miró y parpadeó un par de veces no entendiendo, hizo caso, abrió la boca como si de una visita al dentista se tratara y una vez en esa posición adivinó qué buscaba. Dejó un par de segundos la boca abierta para que ella observara.
-Si lo que buscas son colmillos -dijo en voz baja, sólo para que Antha escuchara -no están ahí, debo tener hambre para que salgan -le hubiera gustado tener los colmillos que confirmaran lo que le decía, pero no funcionaban así las cosas. Debía oler si quiera un poco de sangre para que al menos el aroma lo indujera a ese estado.
Escuchó los latidos de su corazón, aguantó la respiración, esperando lo peor. Quién era él para arruinarle así la velada y la vida, cerró los ojos pensando, imaginando los escenarios posibles y en ninguno salía airoso, quería que al menos ella le dijera que lo perdonaba, pero se estaba adelantando, aún quedaba ver su reacción.
Un bofetada, que se fuera, gritos, que tratara de terminar la noche con la condición de no volverse a ver, todo era posible, y todo le terminaría doliendo, rompiendo el corazón. De pronto ella se puso de pie y él la miró hacía arriba desde su posición, entonces eso iba a ser, pensó, se iría y estaba bien, podría pasar luego a disculparse, pero si no escuchaba un perdón de labios de Antha no iba a volver a tener tranquilidad nuevamente.
Le ordenó que se quedara ahí y él no estaba en posición de refutar, hizo caso aunque un pequeño impulso lo obligaba a ponerse de pie también e ir tras de ella. Los otros clientes del lugar lo miraron, claro, pensaban que había sido un patán con su cita de la noche y por eso la bella dama lo había dejado ahí como un tonto; detalles más, detalles menos pero eso se acercaba mucho a la verdad. Si ella hubiera tardado un segundo más lo hubiera encontrado con la cordura destruida causa del dilema interno a que se vio sometido.
La observó con aquella calma inaudita, no dijo nada, no sabía qué decir en todo caso, hasta que ella dio esa otra orden. La miró y parpadeó un par de veces no entendiendo, hizo caso, abrió la boca como si de una visita al dentista se tratara y una vez en esa posición adivinó qué buscaba. Dejó un par de segundos la boca abierta para que ella observara.
-Si lo que buscas son colmillos -dijo en voz baja, sólo para que Antha escuchara -no están ahí, debo tener hambre para que salgan -le hubiera gustado tener los colmillos que confirmaran lo que le decía, pero no funcionaban así las cosas. Debía oler si quiera un poco de sangre para que al menos el aroma lo indujera a ese estado.
Invitado- Invitado
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
-Entonces admites abiertamente que eres un vampiro – comentó entre susurros mirándole con incredulidad. Una cosa era suponer, y otra que él efectivamente lo aceptara. Este debía ser uno de los momentos más extraños de toda su vida, y la intensidad y contrariedad de las emociones que la embargaban hacia la situación aún más difícil pues no sabía siquiera como reaccionar.
Seguía enojada, eso evidente, también un poco asustada (quien no lo estaría después que su cita confiesa ser en realidad una especie de mito andante) y, además, la incredulidad se empeñaba en permanecer hasta no obtener alguna suerte de “prueba” que le confirmara… o, más bien, que obligara a su mente a creer en algo tan inaudito. Lamentablemente lo de los colmillos había fallado y eso restaba credibilidad al asunto. Después de todo, para ella, eran el símbolo máximo del ser imaginario sobre el que estaban discutiendo. “Imaginario” repitió en su mente un poco reacia a terminar de creer.
Volvió la atención hacia su acompañante que, a pesar de todo, continuaba comportándose como el caballero que había mostrado ser desde el principio, obviando las mentiras por supuesto. Entonces ocurrió algo todavía más absurdo, ella soltó la risa. Demoró algún tiempo riendo sin poder detenerse, hasta el punto que sus ojos se humedecieron ligeramente y su respiración se agitó. Finalmente, cuando consiguió controlarse, se dirigió a él – Supongo que si no hubiese estado tan ocupada preocupándome por observar un par de colmillos habría soltado la risa mucho tiempo antes… en verdad fue impertinente de mi parte la forma como te hable, pero, si mal no recuerdo, tú mismo me otorgaste esa facultad – estaba desvariando pero necesitaba desahogarse y suponía que él también. Presionó ligeramente el borde de su ojo derecho con el dorso de la mano para evitar que una lagrima escapara y corriera por su mejilla – Fue una escena bastante cómica en verdad – comentó recordando el momento en que él, amablemente, obedeció su pedido.
Rio ligeramente una vez más antes de continuar – Espero que comprendas que estoy un poco alterada, no todos los días te enteras de algo… así – lo miró colocando una expresión seria una vez más - ¿Qué harías si estuvieses en mi lugar? – le preguntó indecisa sobre cómo actuar a continuación. Su enojo le dictaba que lo dejara justo donde estaba y se olvidara de todo el tema, el cual sin duda era una farsa… su miedo la inclinaba a lo mismo, solo que la razón seria obviamente diferente… pero por extraño que parezca, y aunque ni ella misma lo terminaba de comprender, la verdad final era que no quería marcharse. Lo que deseaba era permanecer junto a él, escuchar lo que tenía que decir, comprender sus motivos y, además, confirmar si era o no real lo que estaba ocurriendo. Sí, eso, lo primero era confirmar la realidad y luego decidiría que hacer al respecto.
Seguía enojada, eso evidente, también un poco asustada (quien no lo estaría después que su cita confiesa ser en realidad una especie de mito andante) y, además, la incredulidad se empeñaba en permanecer hasta no obtener alguna suerte de “prueba” que le confirmara… o, más bien, que obligara a su mente a creer en algo tan inaudito. Lamentablemente lo de los colmillos había fallado y eso restaba credibilidad al asunto. Después de todo, para ella, eran el símbolo máximo del ser imaginario sobre el que estaban discutiendo. “Imaginario” repitió en su mente un poco reacia a terminar de creer.
Volvió la atención hacia su acompañante que, a pesar de todo, continuaba comportándose como el caballero que había mostrado ser desde el principio, obviando las mentiras por supuesto. Entonces ocurrió algo todavía más absurdo, ella soltó la risa. Demoró algún tiempo riendo sin poder detenerse, hasta el punto que sus ojos se humedecieron ligeramente y su respiración se agitó. Finalmente, cuando consiguió controlarse, se dirigió a él – Supongo que si no hubiese estado tan ocupada preocupándome por observar un par de colmillos habría soltado la risa mucho tiempo antes… en verdad fue impertinente de mi parte la forma como te hable, pero, si mal no recuerdo, tú mismo me otorgaste esa facultad – estaba desvariando pero necesitaba desahogarse y suponía que él también. Presionó ligeramente el borde de su ojo derecho con el dorso de la mano para evitar que una lagrima escapara y corriera por su mejilla – Fue una escena bastante cómica en verdad – comentó recordando el momento en que él, amablemente, obedeció su pedido.
Rio ligeramente una vez más antes de continuar – Espero que comprendas que estoy un poco alterada, no todos los días te enteras de algo… así – lo miró colocando una expresión seria una vez más - ¿Qué harías si estuvieses en mi lugar? – le preguntó indecisa sobre cómo actuar a continuación. Su enojo le dictaba que lo dejara justo donde estaba y se olvidara de todo el tema, el cual sin duda era una farsa… su miedo la inclinaba a lo mismo, solo que la razón seria obviamente diferente… pero por extraño que parezca, y aunque ni ella misma lo terminaba de comprender, la verdad final era que no quería marcharse. Lo que deseaba era permanecer junto a él, escuchar lo que tenía que decir, comprender sus motivos y, además, confirmar si era o no real lo que estaba ocurriendo. Sí, eso, lo primero era confirmar la realidad y luego decidiría que hacer al respecto.
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Tuvo que asentir, con tanta culpa que asemejaba un convicto que aceptaba un crimen atroz, de hecho, podía decirse que así era, pues venían las implicaciones morales de matar para sobrevivir, no quería llegar a ese punto con Antha, no quería que llegaran a la parte en la que él era un asesino. No podía siquiera mirarla y descubrir cuál era su expresión en ese instante, enojo, decepción, miedo, ninguna que a él le gustara despertar en un humano.
Pero de pronto un sonido que creyó que ya no sería digno de escuchar llamó su atención, alzó la mirada poco a poco para confirmarlo, ella estaba riendo, él se quedó con esa misma expresión de pasmo que había tenido por un rato ya. Se preguntó qué, en todo ese sinsentido, le estaba causando gracia hasta que ella lo aclaró.
-Lo fue -confirmó tratando de armar una sonrisa, tal vez fallando pero al menos alejándose de esa cara de susto que ni él mismo podía con ella-, y sí, pase lo que pase tú tienes ese derecho -se lo había dado y no se lo iba a quitar; habló con voz tímida y distante, aún no sabía cómo iban a proceder esa noche, y no quería que otros comensales se enteraran de todo eso que hablaban y que la mayoría creían cuentos para espantar niños, prefería que se quedaran con la imagen de la pareja que estaba teniendo una discusión.
-Lo sé, lo sé, lo siento, no debí... -pausó, su mirada vagó al rededor del lugar y luego regresó a ella -es complicado para mi, y me gustaría explicarte tantas cosas, pero a la vez me gustaría que lo olvidaras... es decir, debí haber esperado más para decírtelo, pero tal vez hubiera esperado demasiado y una amistad basada en una mentira no es una amistad en verdad -seguía con esa voz queda y casi entrecortada, quería que lo entendiera, que su intención seguía siendo exactamente la misma para con ella. Suspiró -yo... en el supuesto de haberlo creído ya, estaría atemorizado -fue sincero -y con justa razón -porque no hablaba de él, sino de los vampiros en general, él era el peor ejemplo para representar a su estirpe, esa era otra cosa que quería aclararle, que pasara lo que pasara tomara sus precauciones, que no todos eran como él, que la mayoría no lo pensaría dos veces antes de hacerle daño.
De pronto algo llegó a su cabeza.
-Dime, en el pasado, antes de mi... ¿nunca conociste a alguien que al tacto fuese tan frío como yo? -debía ser, él no era el único que gustaba de deambular entre los humanos, alguien en el pasado, otro vampiro debió haberse cruzado en su camino.
Pero de pronto un sonido que creyó que ya no sería digno de escuchar llamó su atención, alzó la mirada poco a poco para confirmarlo, ella estaba riendo, él se quedó con esa misma expresión de pasmo que había tenido por un rato ya. Se preguntó qué, en todo ese sinsentido, le estaba causando gracia hasta que ella lo aclaró.
-Lo fue -confirmó tratando de armar una sonrisa, tal vez fallando pero al menos alejándose de esa cara de susto que ni él mismo podía con ella-, y sí, pase lo que pase tú tienes ese derecho -se lo había dado y no se lo iba a quitar; habló con voz tímida y distante, aún no sabía cómo iban a proceder esa noche, y no quería que otros comensales se enteraran de todo eso que hablaban y que la mayoría creían cuentos para espantar niños, prefería que se quedaran con la imagen de la pareja que estaba teniendo una discusión.
-Lo sé, lo sé, lo siento, no debí... -pausó, su mirada vagó al rededor del lugar y luego regresó a ella -es complicado para mi, y me gustaría explicarte tantas cosas, pero a la vez me gustaría que lo olvidaras... es decir, debí haber esperado más para decírtelo, pero tal vez hubiera esperado demasiado y una amistad basada en una mentira no es una amistad en verdad -seguía con esa voz queda y casi entrecortada, quería que lo entendiera, que su intención seguía siendo exactamente la misma para con ella. Suspiró -yo... en el supuesto de haberlo creído ya, estaría atemorizado -fue sincero -y con justa razón -porque no hablaba de él, sino de los vampiros en general, él era el peor ejemplo para representar a su estirpe, esa era otra cosa que quería aclararle, que pasara lo que pasara tomara sus precauciones, que no todos eran como él, que la mayoría no lo pensaría dos veces antes de hacerle daño.
De pronto algo llegó a su cabeza.
-Dime, en el pasado, antes de mi... ¿nunca conociste a alguien que al tacto fuese tan frío como yo? -debía ser, él no era el único que gustaba de deambular entre los humanos, alguien en el pasado, otro vampiro debió haberse cruzado en su camino.
Invitado- Invitado
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
De nuevo se sentía culpable por la incomodidad que le estaba causando. Aunque la lógica le gritase que estaba en todo su derecho de preguntar, no podía reprimir ese retorcijón de estomago que le indicaba que se suavizara y que le diera un respiro. Especialmente por su expresión corporal y el tono de su voz.
-No, creo que este era el momento adecuado– afirmó moviendo suavemente la cabeza – Si hubieses esperado más tiempo yo hubiese seguido insistiendo hasta el cansancio… – le lanzó una mirada significativa antes de continuar – Y si lo hubieses hecho antes no te tendría la confianza… y si, el cariño que te tengo ahora, como para permanecer aquí sentada intentando comprender lo incomprensible en lugar de salir huyendo despavorida– sonrió un poco. Hablar del asunto le ayudó a controlar un poco el torrente de emociones.
Entonces, las palabras que él utilizo para contestar a su pregunta la alteraron otra vez – ¿Me tratas de decir que debería estar atemorizada?... ¿Debo temerte Daniil? – Le miró con dureza por unos segundos. No le había gustado como había sonado aquella frase, parecía más una amenaza velada que un supuesto. Definitivamente algo andaba mal en su cabeza pues no era correcto que aún en la situación en la que se hallaba prefiriera no herir su orgullo y ego. Claro que él nunca se había mostrado intimidante y ella, si no supiera lo que ahora sabia (o suponía pues aún no lo creía), probablemente jamás pensaría que le haría daño alguno pero… ¿En donde dejaba eso el mito que ella conocía? Escuchó su siguiente pregunta pero se negó a responder, incluso a meditarla, hasta no obtener una respuesta clara de él.
-Creo que no puede haber ninguna nueva revelación más impresionante que la que ya me has hecho, y por eso mismo no termino de entender por qué continuas siendo parco en tus respuesta, ¿Es que no vez que, a pesar de todo, aún estoy aquí, sentada frente a ti? – Le miró irritada mientras salía de sus labios un bufido muy bajito – Dices que deseas explicarme muchas cosas, bueno, te oigo, explica todo lo que tengas que explicar – y diciendo esto tomó la cucharilla que había permanecido olvidada y ataco la fuente de chocolate que tenia ante ella – Y podrías empezar por revelarme por qué puedes beber vino y cenar pasta pero te niegas a probar un poco de chocolate- inquirió una vez termino el bocado para luego permanecer en silencio, otorgándole el espacio que necesitara para que hablara y la convenciera, no solo de lo que afirmaba ser, sino también de que valía la pena, como ella suponía, insistir en superar la situación... Y no, no iba a destrozar ninguna porcelana por ahora.
-No, creo que este era el momento adecuado– afirmó moviendo suavemente la cabeza – Si hubieses esperado más tiempo yo hubiese seguido insistiendo hasta el cansancio… – le lanzó una mirada significativa antes de continuar – Y si lo hubieses hecho antes no te tendría la confianza… y si, el cariño que te tengo ahora, como para permanecer aquí sentada intentando comprender lo incomprensible en lugar de salir huyendo despavorida– sonrió un poco. Hablar del asunto le ayudó a controlar un poco el torrente de emociones.
Entonces, las palabras que él utilizo para contestar a su pregunta la alteraron otra vez – ¿Me tratas de decir que debería estar atemorizada?... ¿Debo temerte Daniil? – Le miró con dureza por unos segundos. No le había gustado como había sonado aquella frase, parecía más una amenaza velada que un supuesto. Definitivamente algo andaba mal en su cabeza pues no era correcto que aún en la situación en la que se hallaba prefiriera no herir su orgullo y ego. Claro que él nunca se había mostrado intimidante y ella, si no supiera lo que ahora sabia (o suponía pues aún no lo creía), probablemente jamás pensaría que le haría daño alguno pero… ¿En donde dejaba eso el mito que ella conocía? Escuchó su siguiente pregunta pero se negó a responder, incluso a meditarla, hasta no obtener una respuesta clara de él.
-Creo que no puede haber ninguna nueva revelación más impresionante que la que ya me has hecho, y por eso mismo no termino de entender por qué continuas siendo parco en tus respuesta, ¿Es que no vez que, a pesar de todo, aún estoy aquí, sentada frente a ti? – Le miró irritada mientras salía de sus labios un bufido muy bajito – Dices que deseas explicarme muchas cosas, bueno, te oigo, explica todo lo que tengas que explicar – y diciendo esto tomó la cucharilla que había permanecido olvidada y ataco la fuente de chocolate que tenia ante ella – Y podrías empezar por revelarme por qué puedes beber vino y cenar pasta pero te niegas a probar un poco de chocolate- inquirió una vez termino el bocado para luego permanecer en silencio, otorgándole el espacio que necesitara para que hablara y la convenciera, no solo de lo que afirmaba ser, sino también de que valía la pena, como ella suponía, insistir en superar la situación... Y no, no iba a destrozar ninguna porcelana por ahora.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Esta vez, una sonrisa espontánea se le escapó cuando ella habló de tenerle cariño, y de estar ahí, dispuesta a escucharlo, la escuchó, le dio todo ese tiempo para que hablara, estaba seguro que tenía muchas cosas que decirle y él las iba a escuchar, sin decir nada, aceptando su yerro. Al menos ella creía que este había sido un buen momento y eso de algún modo lo tranquilizaba, aunque cómo osaba encontrar tranquilidad en un momento como ese.
-No -de inmediato habló cuando ella preguntó si debía temerle, se llevó una mano a la frente y recargó su codo sobre la mesa, en qué momento todo se le había complicado tanto, se quedó pensando y siguió escuchando lo que Antha le decía, con ese perfil de derrota, ese semblante abatido. Cuando ella hubo terminado volvió a lazar la mirada, tomó la cuchara que no había tocado hasta entonces y tomó un poco de la tarta y se la llevó a la boca.
-La comida no me beneficia en nada, pero tampoco me hace daño -fue la primera explicación, pero sabía que debía profundizar en los cuestionamientos que ella le hacía y que iban más allá de esa tarta de chocolate, suspiró para darse valor, tragó saliva y colocó ambas manos a cada lado sobre la mesa.
-Bien... -ahí iba, miró al techo sólo prolongando lo inevitable, si se lo iba a decir, se lo diría viéndola a los ojos, así que los regresó a donde el rostro de su acompañante lo esperaba con respuestas, su expresión era de seriedad, algo lóbrego a decir verdad-, yo, en realidad me llamo Daniil Stravinsky, no miento sobre mi nombre como otros... de mi especie -buscó las palabras adecuadas -suelen hacerlo, soy médico, y soy ruso, todo eso es cierto, nací hace 500 años en Nóvgorod y fui convertido en esto que soy cuando tenía 40, la edad que sigo aparentado y que aparentaré hasta que alguien de fin a mi inmortalidad -o él si así lo decidía en el futuro -nosotros, como raza somos de temer -asintió para enfatizarlo -muchos seducen hermosas mujeres, como tú para luego... alimentarse -le estaba costando trabajo pero debía seguir adelante, dolía a cada palabra como si avanzara descalzo por zarzas -muchos disfrutan con matar por solo hacerlo, no sé en qué radique, si por la cantidad de años que logramos alcanzar o qué, eso ahora no importa -tomó aire -lo que quiero decir es que ese es el comportamiento normal de un vampiro, pero... -pausó y miró a su al rededor, quería estar seguro que nadie los escuchaba -pero yo estoy mal, algo está mal en mi, me aferro a la humanidad que alguna vez tuve, ayudo sin pensarlo dos veces -en su rostro y sus ademanes se notaba la desesperación de su situación personal, de ser un vampiro roto -yo nunca te haría daño, ni a nadie si tuviera opción, trato de no... -sólo había una palabra, no podía darle vueltas -de no matar, soy un médico, por todos los cielos, mi deber es cuidar de la vida, no quitarla -regresó a esa posición en la que cubría su rostro con una mano y se apoyaba en una mesa, estaba perdiendo el control, él, personalmente ante su situación, respiró profundamente un par de veces para tranquilizarse.
-No sé qué más quieras saber -se lo iba a responder todo, ese era el trato, tuvo que cortar su historia ahí porque no estaba seguro de poder continuar si quebrarse como un niño patético.
-No -de inmediato habló cuando ella preguntó si debía temerle, se llevó una mano a la frente y recargó su codo sobre la mesa, en qué momento todo se le había complicado tanto, se quedó pensando y siguió escuchando lo que Antha le decía, con ese perfil de derrota, ese semblante abatido. Cuando ella hubo terminado volvió a lazar la mirada, tomó la cuchara que no había tocado hasta entonces y tomó un poco de la tarta y se la llevó a la boca.
-La comida no me beneficia en nada, pero tampoco me hace daño -fue la primera explicación, pero sabía que debía profundizar en los cuestionamientos que ella le hacía y que iban más allá de esa tarta de chocolate, suspiró para darse valor, tragó saliva y colocó ambas manos a cada lado sobre la mesa.
-Bien... -ahí iba, miró al techo sólo prolongando lo inevitable, si se lo iba a decir, se lo diría viéndola a los ojos, así que los regresó a donde el rostro de su acompañante lo esperaba con respuestas, su expresión era de seriedad, algo lóbrego a decir verdad-, yo, en realidad me llamo Daniil Stravinsky, no miento sobre mi nombre como otros... de mi especie -buscó las palabras adecuadas -suelen hacerlo, soy médico, y soy ruso, todo eso es cierto, nací hace 500 años en Nóvgorod y fui convertido en esto que soy cuando tenía 40, la edad que sigo aparentado y que aparentaré hasta que alguien de fin a mi inmortalidad -o él si así lo decidía en el futuro -nosotros, como raza somos de temer -asintió para enfatizarlo -muchos seducen hermosas mujeres, como tú para luego... alimentarse -le estaba costando trabajo pero debía seguir adelante, dolía a cada palabra como si avanzara descalzo por zarzas -muchos disfrutan con matar por solo hacerlo, no sé en qué radique, si por la cantidad de años que logramos alcanzar o qué, eso ahora no importa -tomó aire -lo que quiero decir es que ese es el comportamiento normal de un vampiro, pero... -pausó y miró a su al rededor, quería estar seguro que nadie los escuchaba -pero yo estoy mal, algo está mal en mi, me aferro a la humanidad que alguna vez tuve, ayudo sin pensarlo dos veces -en su rostro y sus ademanes se notaba la desesperación de su situación personal, de ser un vampiro roto -yo nunca te haría daño, ni a nadie si tuviera opción, trato de no... -sólo había una palabra, no podía darle vueltas -de no matar, soy un médico, por todos los cielos, mi deber es cuidar de la vida, no quitarla -regresó a esa posición en la que cubría su rostro con una mano y se apoyaba en una mesa, estaba perdiendo el control, él, personalmente ante su situación, respiró profundamente un par de veces para tranquilizarse.
-No sé qué más quieras saber -se lo iba a responder todo, ese era el trato, tuvo que cortar su historia ahí porque no estaba seguro de poder continuar si quebrarse como un niño patético.
Invitado- Invitado
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Había estado equivocada, si podía hacerle nuevas revelaciones que la impresionaran y sorprendieran incluso mucho más. Si bien ella quería saber todo lo que él tenía para contarle, no se había tomado el tiempo necesario para realmente comprender el alcance de lo que no conocía. Tragó con dificultad y trató de permanecer quieta mientras le escuchaba hablar abiertamente. Podría haberlo besado por ese solo hecho... claro, eso si la conversación no se estuviese centrando en sus “cualidades” de vampiro.
A pesar de que intentaba aparentar tranquilidad, era evidente los cambios de asombro en su expresión con cada una de las palabras pronunciadas y las implicaciones que estas tenían pero, cuando hizo referencia a la cantidad de años desde su nacimiento, su mandíbula se descolgó de manera involuntaria, dejándola con la boca abierta por un par de segundos.“500 años” pensó tratando de imaginarse todo lo que podría a ver visto y conocido en esa cantidad de tiempo. Luego se vio obligada a cerrar la boca y apretar la mandíbula ante su mención del disfrute de matar de algunos de los de su “especie”. Demonios, ¿Podría ser verdad toda este delirio?
Esperó hasta que él se silenció, entonces tomó un bocado de lo poco que quedaba en el plato y meditó brevemente sobre todo lo dicho. No lo miro durante este tiempo, mantuvo sus ojos rondando lejos de él con el fin de que aquella expresión de angustia y desasosiego, y esos ojos de borrego, no la afectara mientras sopesaba objetivamente (o al menos intentándolo) el panorama que él le había esbozado.
-Creo que… que me has dejado sin palabras – formuló después de un rato. Acomodó su cabello, trenzo sus manos sobre la mesa y suspiro – Antes que nada debo pedirte que te calmes… ¿no es irónico que sea yo la que tiene que decir eso? – bromeó negando con la cabeza. Luego le miró con expresión seria No puedo creer que te haya oído hablar tan abiertamente… y te agradezco por eso – comenzó – ahora, con respecto a lo que dijiste, me parece que lo mejor es que lo abordemos paso a paso, pues, como ya imaginaras, tengo algunas preguntillas al respecto – intentó sonreír pero al parecer los músculos de su rostro no se encontraban con disposición de colaborar en ese preciso momento – Además, te comunico que si bien aún necesito alguna “prueba” para terminar de aceptarlo, por ahora voy a obviar esa parte y a asumir que no eres algún desquiciado que se ha fugado del sanatorio mental – enarcó ambas cejas, dándole énfasis tanto a su decisión como a lo que obviaba en pro de otorgarle en beneficio de la duda.
-Asumo, de acuerdo a tus palabras, que has... – le costaba un poco decirlo pero tenía que ser sincera con él - … matado, asesinado – Boqueó una vez antes de continuar – También dices que no me harías daño y te creo, quiero creerlo por el bien de mi estabilidad mental, así que opino que eso lo podemos abordar más tarde – No tenía ganas precisamente de saber las minucias sobre ese aspecto, no por ahora al menos.
-Jamás pensé que podrías haber mentido sobre tu nombre– pauso y esta vez sí sonrió – Bueno, de hecho jamás pensé que me confesarías que eres más que un simple mortal pero supongo que eso es una minucia ahora. – Miró sus propias manos – 500 años – articuló por fin con tono incrédulo – ¿sabes lo difícil que es procesar algo así? Digo, ahora entiendo cómo puede haber estado en tantos sitios… - y de pronto, muchas de las preguntas que le había hecho durante su primer encuentro tuvieron sentido -… Que tonta soy, ¿Cómo es posible que no lo haya adivinado? – se recrimino pues una vez todas las fichas colocas en su lugar, la conclusión era obvia. Extraña, anormal y atemorizante, pero igualmente obvia.
- ¿Cuándo fue la última vez que estuviste en Paris? – preguntó y una vez esta pregunta emergió de sus labios muchas más se precipitaron hacia su boca y tuvo que aferrarse a su voluntad para contenerse un poco- ¿Tienes que… matar para alimentarte?... ¿Cómo evitas la luz del sol? Es decir, no iras a decirme que duermes en un ataúd o algo por el estilo ¿verdad?...
- Wow – exclamó cayendo en cuenta de algo más – ¿Cómo se pude sorprender a un hombre que ha vivido tanto tiempo? – Preguntó más para sí misma recordando también esos apartados en las conversaciones – Ahora si estoy en problemas – concluyó inclinando ligeramente la cabeza y mirándole con expresión entre divertida y preocupada.
A pesar de que intentaba aparentar tranquilidad, era evidente los cambios de asombro en su expresión con cada una de las palabras pronunciadas y las implicaciones que estas tenían pero, cuando hizo referencia a la cantidad de años desde su nacimiento, su mandíbula se descolgó de manera involuntaria, dejándola con la boca abierta por un par de segundos.“500 años” pensó tratando de imaginarse todo lo que podría a ver visto y conocido en esa cantidad de tiempo. Luego se vio obligada a cerrar la boca y apretar la mandíbula ante su mención del disfrute de matar de algunos de los de su “especie”. Demonios, ¿Podría ser verdad toda este delirio?
Esperó hasta que él se silenció, entonces tomó un bocado de lo poco que quedaba en el plato y meditó brevemente sobre todo lo dicho. No lo miro durante este tiempo, mantuvo sus ojos rondando lejos de él con el fin de que aquella expresión de angustia y desasosiego, y esos ojos de borrego, no la afectara mientras sopesaba objetivamente (o al menos intentándolo) el panorama que él le había esbozado.
-Creo que… que me has dejado sin palabras – formuló después de un rato. Acomodó su cabello, trenzo sus manos sobre la mesa y suspiro – Antes que nada debo pedirte que te calmes… ¿no es irónico que sea yo la que tiene que decir eso? – bromeó negando con la cabeza. Luego le miró con expresión seria No puedo creer que te haya oído hablar tan abiertamente… y te agradezco por eso – comenzó – ahora, con respecto a lo que dijiste, me parece que lo mejor es que lo abordemos paso a paso, pues, como ya imaginaras, tengo algunas preguntillas al respecto – intentó sonreír pero al parecer los músculos de su rostro no se encontraban con disposición de colaborar en ese preciso momento – Además, te comunico que si bien aún necesito alguna “prueba” para terminar de aceptarlo, por ahora voy a obviar esa parte y a asumir que no eres algún desquiciado que se ha fugado del sanatorio mental – enarcó ambas cejas, dándole énfasis tanto a su decisión como a lo que obviaba en pro de otorgarle en beneficio de la duda.
-Asumo, de acuerdo a tus palabras, que has... – le costaba un poco decirlo pero tenía que ser sincera con él - … matado, asesinado – Boqueó una vez antes de continuar – También dices que no me harías daño y te creo, quiero creerlo por el bien de mi estabilidad mental, así que opino que eso lo podemos abordar más tarde – No tenía ganas precisamente de saber las minucias sobre ese aspecto, no por ahora al menos.
-Jamás pensé que podrías haber mentido sobre tu nombre– pauso y esta vez sí sonrió – Bueno, de hecho jamás pensé que me confesarías que eres más que un simple mortal pero supongo que eso es una minucia ahora. – Miró sus propias manos – 500 años – articuló por fin con tono incrédulo – ¿sabes lo difícil que es procesar algo así? Digo, ahora entiendo cómo puede haber estado en tantos sitios… - y de pronto, muchas de las preguntas que le había hecho durante su primer encuentro tuvieron sentido -… Que tonta soy, ¿Cómo es posible que no lo haya adivinado? – se recrimino pues una vez todas las fichas colocas en su lugar, la conclusión era obvia. Extraña, anormal y atemorizante, pero igualmente obvia.
- ¿Cuándo fue la última vez que estuviste en Paris? – preguntó y una vez esta pregunta emergió de sus labios muchas más se precipitaron hacia su boca y tuvo que aferrarse a su voluntad para contenerse un poco- ¿Tienes que… matar para alimentarte?... ¿Cómo evitas la luz del sol? Es decir, no iras a decirme que duermes en un ataúd o algo por el estilo ¿verdad?...
- Wow – exclamó cayendo en cuenta de algo más – ¿Cómo se pude sorprender a un hombre que ha vivido tanto tiempo? – Preguntó más para sí misma recordando también esos apartados en las conversaciones – Ahora si estoy en problemas – concluyó inclinando ligeramente la cabeza y mirándole con expresión entre divertida y preocupada.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Primero que nada, la escuchó, atentamente, en silencio hasta que ella dijera todo lo que tenía que decir, le agradecía que por ahora decidiera pasar por alto muchas cosas, como una prueba más que necesaria, si él estuviera en su posición sin duda creería que se trataba de un loco recién escapado del sanatorio mental, como ella había mencionado antes. Agradeció que le diera palabras a su desasosiego, pensar en las implicaciones de su condición siempre lo ponía tenso, fue entonces que se dio cuenta que poco a poco había apretado tanto los puños que sus nudillos comenzaron a ponerse blancos, a penas perceptible considerando el color de su piel, no fue hasta que los destensó que pudo percatarse de ello. Miró a Antha, tan llena de preguntas, y él tan escaso de respuestas.
No respondió ante la afirmación de que había matado, lo había hecho y no estaba orgulloso, pero también, con el pasar de los años (había tenido tiempo de sobra) había adquirido la habilidad de beber sangre sin necesidad de arrebatar una vida, aunque era algo que todavía no perfeccionaba, "el pequeño sorbo" lo llamaban algunos.
-Entiendo que sea difícil creer todo esto, cuando me llegó el ofrecimiento de... -pausó -convertirme, tampoco lo creía, pero estaba tan cegado por la tristeza y tan aturdido por la venganza que no lo pensé detenidamente -y se arrepentía, cada día de su inmortal existencia-. Supongo que tienes razón, qué otra cosa explicaría el que haya estado ya en tantas latitudes y haya visto tantas cosas -pero Antha, ella sola había hilado todo, colocado las piezas, descifrado el acertijo. Ahora venía el momento de responder.
-La última vez que estuve aquí... -trató de hacer memoria y recordó quien gobernaba entonces, eso le dio la fecha -fue en 1580 aproximadamente -pausó para reflexionar la siguiente respuesta-, no, no necesariamente, pero hay que tener mucho cuidado para no hacerlo y pocos logran no matar a la hora de alimentarse, he estado practicando -eso sonó pésimo -quiero decir, he tratado de depurar la técnica de beber la sangre sin matar al dueño de la misma -compuso un poco las cosas pero daba igual, era lo mismo, mataba y no había otra lectura, luego rió un poco -hay quiénes de hecho duermen en ataúdes, yo en particular no, mi casa está cubierta por gruesas cortinas y sólo puedo salir de noche -explicó -cuando instalo un consultorio también cuido esos aspectos, es complicado para ser sinceros -explicó en lo general y en lo particular -la luz del sol tiene un efecto similar al del fuego en ustedes los mortales -era la primera vez que se refería a ambos como miembros de grupos diferentes -si un rayo llegase a tocarme me calcinaría hasta convertirme en cenizas -ahondó un poco, era por ello que se había negado aquella vez a acompañarla a desayunar, ahora que lo sabía, y si decidía seguir en contacto con él, podrían arreglarlo de modo que la luz natural no fuese una amenaza.
-Y bueno, me gusta creer que a pesar de los siglos no pierdo capacidades humanas como la de asombro, es algo que me ancla a lo que alguna vez fui -concluyó, mientras hablaba, poco a poco fue recuperando la confianza en su voz y palabras, se sentía bien poderlo decir de un modo tan franco y Antha le inspiraba seguridad como para hacerlo, a pesar de todo, a pesar de lo atropellado que se habían dado las cosas.
No respondió ante la afirmación de que había matado, lo había hecho y no estaba orgulloso, pero también, con el pasar de los años (había tenido tiempo de sobra) había adquirido la habilidad de beber sangre sin necesidad de arrebatar una vida, aunque era algo que todavía no perfeccionaba, "el pequeño sorbo" lo llamaban algunos.
-Entiendo que sea difícil creer todo esto, cuando me llegó el ofrecimiento de... -pausó -convertirme, tampoco lo creía, pero estaba tan cegado por la tristeza y tan aturdido por la venganza que no lo pensé detenidamente -y se arrepentía, cada día de su inmortal existencia-. Supongo que tienes razón, qué otra cosa explicaría el que haya estado ya en tantas latitudes y haya visto tantas cosas -pero Antha, ella sola había hilado todo, colocado las piezas, descifrado el acertijo. Ahora venía el momento de responder.
-La última vez que estuve aquí... -trató de hacer memoria y recordó quien gobernaba entonces, eso le dio la fecha -fue en 1580 aproximadamente -pausó para reflexionar la siguiente respuesta-, no, no necesariamente, pero hay que tener mucho cuidado para no hacerlo y pocos logran no matar a la hora de alimentarse, he estado practicando -eso sonó pésimo -quiero decir, he tratado de depurar la técnica de beber la sangre sin matar al dueño de la misma -compuso un poco las cosas pero daba igual, era lo mismo, mataba y no había otra lectura, luego rió un poco -hay quiénes de hecho duermen en ataúdes, yo en particular no, mi casa está cubierta por gruesas cortinas y sólo puedo salir de noche -explicó -cuando instalo un consultorio también cuido esos aspectos, es complicado para ser sinceros -explicó en lo general y en lo particular -la luz del sol tiene un efecto similar al del fuego en ustedes los mortales -era la primera vez que se refería a ambos como miembros de grupos diferentes -si un rayo llegase a tocarme me calcinaría hasta convertirme en cenizas -ahondó un poco, era por ello que se había negado aquella vez a acompañarla a desayunar, ahora que lo sabía, y si decidía seguir en contacto con él, podrían arreglarlo de modo que la luz natural no fuese una amenaza.
-Y bueno, me gusta creer que a pesar de los siglos no pierdo capacidades humanas como la de asombro, es algo que me ancla a lo que alguna vez fui -concluyó, mientras hablaba, poco a poco fue recuperando la confianza en su voz y palabras, se sentía bien poderlo decir de un modo tan franco y Antha le inspiraba seguridad como para hacerlo, a pesar de todo, a pesar de lo atropellado que se habían dado las cosas.
Última edición por Daniil Stravinsky el Dom Jun 12, 2011 2:24 am, editado 1 vez
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Poco a poco las emociones negativas que había sentido se disipaban dejándole el camino libre a su naturaleza. Ignoraba si eso era a la larga bueno para ella o no pero, dándose cuenta de lo inútil que sería intentar combatirlo, simplemente decidió dejarse llevar.
Frunció ligeramente el ceño al oírle hablar sobre su transformación. Deseaba preguntarle cómo era el proceso de transformación, pero lo que siguió la intrigó más. – Cualquiera pensaría que fue un buen trato. Inmortalidad para hacer y conseguir lo que desees, omitiendo ciertos detalles – giró los ojos hacia arriba – Pero pareciera que lo revertirías su pudieras. No lo comprendo – entornó ligeramente los ojos – Como tampoco entiendo por qué dices que estas mal por conservar tu humanidad y no comportarte como los demás de tu “especie” – le había costado un poco decir la última palabra. No deseaba que él pesara que lo estaba segregando o algo así, pero no encontró otra forma para expresar su punto - Hay muchos mortales que matan por placer y no porque sean “humanos” los hace menos monstruos… tu, en cambio, has decidido seguir otro camino, no solo mejor para otros sino también para ti… - Entonces hizo algo que pensó no haría durante algún tiempo: estiró la mano sobre la mesa y la posó sobre la fría piel de él por unos segundos – Mal no, solo… diferente – Luego sonrió abiertamente – Diferente es bueno, al menos para mí – Se encogió ligeramente de hombros antes de continuar.
-Ahora me preocupa algo más pero dejare que sean tú quien decida el momento de contarme, y si deseas o no hacerlo. Tristeza y venganza – repitió las dos palabras para darle a entender a que se refería pero no dijo nada más al respecto. Miró en derredor, gracias a lo alterada que había estado no se percató de que algunos de los comensales ya se habían retirado… ¿Habría hablado demasiado alto? Esperaba que no hubiese sido así. Demonios, tenía que aprender a controlarse, no podía seguir permitiendo que su genio controlara su vida y sus acciones.
-Entonces tenemos otro problema. Cuando me pediste que te actualizara sobre París me dijiste que eran solo un par de años… puedo ayudarte con lo que conozco desde que tengo memoria pero no me puedo comprometer a cubrir los otros 200 años faltantes – bromeó sintiéndose un poco ridícula por sus propias palabras. Todo sonaba tan irreal que se preguntó si no estaría soñando.
Abrió ligeramente los ojos al oírle que “había estado practicando”, no estaba segura de si debía alarmarse o reírse, pero antes de que pudiese reaccionar el aclaró lo que intentaba decir. Un escalofrío la recorrió mientras le escuchaba. Era en verdad atemorizante pensar que habían otros como él sueltos en el mundo. “No, no como él” se corrigió mentalmente.
-Qué alivio – comentó llevándose la mano al pecho alegrándose de oírle reír de nuevo, aunque fuese solo un poco – Eso sería más de lo que podría soportar pero ¿no es peligroso? ¿Que si alguien abre alguna cortina por equivocación? – Entonces se le ocurrió algo mas - ¿Saben tus sirvientes sobre tu… condición? – Seria algo difícil de ocultar a personas que conviven contigo todo el tiempo. Antha se horrorizo ante lo que él le describió a continuación. No podía imaginarse algo tan terrible – ¿Y a pesar de eso te arriesgas a dejar tu seguridad a discreción de un poco de tela? – preguntó con tono reprobatorio, pues pensaba que para tener medio milenio de edad debía ser un poco más sensato.
-¿Ves?, continuar teniendo reacciones “humanas” no es tan malo – comentó sonriendo suavemente – Y me alegra además, que podamos hablar como lo habíamos estado haciendo – rio un poco – Oh parecido al menos. Solo espero que no me odies por haberte presionado tanto…-
Frunció ligeramente el ceño al oírle hablar sobre su transformación. Deseaba preguntarle cómo era el proceso de transformación, pero lo que siguió la intrigó más. – Cualquiera pensaría que fue un buen trato. Inmortalidad para hacer y conseguir lo que desees, omitiendo ciertos detalles – giró los ojos hacia arriba – Pero pareciera que lo revertirías su pudieras. No lo comprendo – entornó ligeramente los ojos – Como tampoco entiendo por qué dices que estas mal por conservar tu humanidad y no comportarte como los demás de tu “especie” – le había costado un poco decir la última palabra. No deseaba que él pesara que lo estaba segregando o algo así, pero no encontró otra forma para expresar su punto - Hay muchos mortales que matan por placer y no porque sean “humanos” los hace menos monstruos… tu, en cambio, has decidido seguir otro camino, no solo mejor para otros sino también para ti… - Entonces hizo algo que pensó no haría durante algún tiempo: estiró la mano sobre la mesa y la posó sobre la fría piel de él por unos segundos – Mal no, solo… diferente – Luego sonrió abiertamente – Diferente es bueno, al menos para mí – Se encogió ligeramente de hombros antes de continuar.
-Ahora me preocupa algo más pero dejare que sean tú quien decida el momento de contarme, y si deseas o no hacerlo. Tristeza y venganza – repitió las dos palabras para darle a entender a que se refería pero no dijo nada más al respecto. Miró en derredor, gracias a lo alterada que había estado no se percató de que algunos de los comensales ya se habían retirado… ¿Habría hablado demasiado alto? Esperaba que no hubiese sido así. Demonios, tenía que aprender a controlarse, no podía seguir permitiendo que su genio controlara su vida y sus acciones.
-Entonces tenemos otro problema. Cuando me pediste que te actualizara sobre París me dijiste que eran solo un par de años… puedo ayudarte con lo que conozco desde que tengo memoria pero no me puedo comprometer a cubrir los otros 200 años faltantes – bromeó sintiéndose un poco ridícula por sus propias palabras. Todo sonaba tan irreal que se preguntó si no estaría soñando.
Abrió ligeramente los ojos al oírle que “había estado practicando”, no estaba segura de si debía alarmarse o reírse, pero antes de que pudiese reaccionar el aclaró lo que intentaba decir. Un escalofrío la recorrió mientras le escuchaba. Era en verdad atemorizante pensar que habían otros como él sueltos en el mundo. “No, no como él” se corrigió mentalmente.
-Qué alivio – comentó llevándose la mano al pecho alegrándose de oírle reír de nuevo, aunque fuese solo un poco – Eso sería más de lo que podría soportar pero ¿no es peligroso? ¿Que si alguien abre alguna cortina por equivocación? – Entonces se le ocurrió algo mas - ¿Saben tus sirvientes sobre tu… condición? – Seria algo difícil de ocultar a personas que conviven contigo todo el tiempo. Antha se horrorizo ante lo que él le describió a continuación. No podía imaginarse algo tan terrible – ¿Y a pesar de eso te arriesgas a dejar tu seguridad a discreción de un poco de tela? – preguntó con tono reprobatorio, pues pensaba que para tener medio milenio de edad debía ser un poco más sensato.
-¿Ves?, continuar teniendo reacciones “humanas” no es tan malo – comentó sonriendo suavemente – Y me alegra además, que podamos hablar como lo habíamos estado haciendo – rio un poco – Oh parecido al menos. Solo espero que no me odies por haberte presionado tanto…-
Antha Feuer- Humano Clase Media
- Mensajes : 346
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Si se detenían a pensarlo era de tomarse en cuenta como había transcurrido la velada, una odisea con altos y bajos, con rellanos y cabalgatas a todo galope, y ahora, después del sube y baja de nuevo conversaban en relativa calma, sólo que ahora Daniil sentía que podía contarle todo a Antha, no lo haría porque la abrumaría, y aunque aún quedaban cosas en el aire, el ambiente sin lugar a dudas era menos tenso, incluso bromeaban al respecto, como si ambos quisieran llevar este tren a sus rieles nuevamente.
Levantó la mirada que estaba perdida cuando sintió su mano sobre la suya, no podía creerlo pero era parte de esa misma "normalidad" que ambos recuperaban poco a poco, en esa ocasión su sonrisa fue de agradecimiento, por la comprensión, por la paciencia, por no salir corriendo.
-Diferente es bueno -asintió repitiendo sus palabras, era eso, después de todo, uno de los tantos temas que habían tratado durante su primer encuentro. Diferente era bueno, lo normal estaba sobrestimado. Al pasar de los años había comprobado lo que le estaba diciendo, la "maldad" no era privativo de una raza, sólo que los suyos solían ser la mayoría, y él el paria por tener tanto corazón, remanentes del alma que le fue arrebatada, u otorgada por voluntad propia mejor dicho.
Lo demás lo ponía nervioso, sus motivos para haber decidido hace tantos años tomar el camino de la inmortalidad, entornó los ojos pensando en sin decirle o no, ella no lo presionaba, pero ya estaban ahí, hablando al respecto, después qué, cuándo se lo diría.
-Yo... era un médico exitoso en mi natal Nóvgorod -comenzó -miembros de la realeza llamaban por mi, y en uno de esos llamados tuve que dejar a mi familia, a mi regreso -trataba de concentrarse en las palabras para no viajar en los recuerdos -ellos... fueron asesinados, había esta hostilidad a los que éramos... los que no éramos completamente eslavos -negó con la cabeza, no valía la pena ahondar en los detalles históricos -ese hecho, como supondrás, me marcó, me sentí culpable por no haber estado ahí, me quitaron todo en una sola noche, cuando dije que sí a ser transformado me dio igual pues me sentía muerto ya, yo morí con ellos -dijo con convicción, aún lo creía de ese modo, agachó la mirada, por un momento quiso no continuar pero no iba a dejar a medias la historia, apretó la mano de Antha y volvió a mirarla -estuve cinco años buscando el por qué de lo que me había pasado, enfermándome cada vez más de odio y de un deseo obsesivo de venganza, entonces conocí a una mujer de intrigante belleza -su mirada se perdía en la memoria de lo que estaba diciendo -por alguna razón el aburrido médico que era llamó su atención, tuvimos... una especie de relación -una que a la fecha no podía definir -y no tardó en ofrecerme la inmortalidad, yo estaba devastado y tomé la peor de las decisiones, a pesar de los años que ya habían pasado yo seguía demasiado hundido en mi propia miseria y no tomé el ofrecimiento con la cabeza fría -pausó, ahora aceptaba lo que era, lo aprovechaba cuando podía, tenía sus ventajas, además de todas las cosas a las que tenía acceso por esa impresionante cantidad de años que tenía, pero si pudiera regresar en el tiempo, si pudiera enmendar una cosa de su pasado, esa sería el momento en que le dijo "sí" a la duquesa del Volga-, esa es, en resumen, mi historia.
Sintió la boca seca de pronto y a penas perceptible sacó la lengua para relamerse los labios, nunca había dicho su historia a nadie, ni a Indro, no lo había hecho a detalle pero sentía que un peso enorme lo había abandonado en ese instante. Rió un poco, y le vino muy bien, escucharla ser incapaz de actualizarlo sobre los últimos 200 años parisinos sonaba tan... fuera de lugar y sin embargo en su conversación, sacada del sueño más loco de cualquiera, tenía lógica.
-Debo tener mucho cuidado con eso, normalmente durante el día descanso -parecido a dormir -y me encierro en la biblioteca de mi casa, nadie me molesta ahí -explicó, las complicaciones venían cuando se instalaba por mucho tiempo en un lugar y la necesidad de atender gente en un lugar establecido (un consultorio) se hacía imperante, ese era un verdadero reto-. Mis sirvientes saben lo que deben de saber y no hacen preguntas -suponía que algunos lo pasarían por alto, que otros sabían lo que era y que otros sólo conjeturaban, ellos nos hacían preguntas, estaban a salvo y recibían una paga más que generosa por tener que estar bajo el servicio de un amo tan peculiar-, si me arriesgo es porque no puedo vivir encerrado todo el tiempo -aceptó el regaño, pero qué se suponía que hiciera.
-Ahora parece menos terrible que me hayas presionado -rió -como comprenderás no es algo de lo que hable a menudo, por un millón de razones -porque nadie le creería, porque no le gustaba recordar muchas cosas del pasado, por todo-, y bueno, la verdad, en mi personalidad cambié muy poco, excepto esos años que guardé luto y un poco los posteriores a mi transformación -en donde había intentado ser como se suponía debía ser un vampiro y había fracasado, sólo en ese periodo no había sido el correcto y gentil hombre que era, sino un ser sombrío y desdichado como ninguno.
-Gracias -dijo de pronto, como si de pronto estuviera en una conversación completamente diferente-, por comprender y por escuchar -añadió.
Levantó la mirada que estaba perdida cuando sintió su mano sobre la suya, no podía creerlo pero era parte de esa misma "normalidad" que ambos recuperaban poco a poco, en esa ocasión su sonrisa fue de agradecimiento, por la comprensión, por la paciencia, por no salir corriendo.
-Diferente es bueno -asintió repitiendo sus palabras, era eso, después de todo, uno de los tantos temas que habían tratado durante su primer encuentro. Diferente era bueno, lo normal estaba sobrestimado. Al pasar de los años había comprobado lo que le estaba diciendo, la "maldad" no era privativo de una raza, sólo que los suyos solían ser la mayoría, y él el paria por tener tanto corazón, remanentes del alma que le fue arrebatada, u otorgada por voluntad propia mejor dicho.
Lo demás lo ponía nervioso, sus motivos para haber decidido hace tantos años tomar el camino de la inmortalidad, entornó los ojos pensando en sin decirle o no, ella no lo presionaba, pero ya estaban ahí, hablando al respecto, después qué, cuándo se lo diría.
-Yo... era un médico exitoso en mi natal Nóvgorod -comenzó -miembros de la realeza llamaban por mi, y en uno de esos llamados tuve que dejar a mi familia, a mi regreso -trataba de concentrarse en las palabras para no viajar en los recuerdos -ellos... fueron asesinados, había esta hostilidad a los que éramos... los que no éramos completamente eslavos -negó con la cabeza, no valía la pena ahondar en los detalles históricos -ese hecho, como supondrás, me marcó, me sentí culpable por no haber estado ahí, me quitaron todo en una sola noche, cuando dije que sí a ser transformado me dio igual pues me sentía muerto ya, yo morí con ellos -dijo con convicción, aún lo creía de ese modo, agachó la mirada, por un momento quiso no continuar pero no iba a dejar a medias la historia, apretó la mano de Antha y volvió a mirarla -estuve cinco años buscando el por qué de lo que me había pasado, enfermándome cada vez más de odio y de un deseo obsesivo de venganza, entonces conocí a una mujer de intrigante belleza -su mirada se perdía en la memoria de lo que estaba diciendo -por alguna razón el aburrido médico que era llamó su atención, tuvimos... una especie de relación -una que a la fecha no podía definir -y no tardó en ofrecerme la inmortalidad, yo estaba devastado y tomé la peor de las decisiones, a pesar de los años que ya habían pasado yo seguía demasiado hundido en mi propia miseria y no tomé el ofrecimiento con la cabeza fría -pausó, ahora aceptaba lo que era, lo aprovechaba cuando podía, tenía sus ventajas, además de todas las cosas a las que tenía acceso por esa impresionante cantidad de años que tenía, pero si pudiera regresar en el tiempo, si pudiera enmendar una cosa de su pasado, esa sería el momento en que le dijo "sí" a la duquesa del Volga-, esa es, en resumen, mi historia.
Sintió la boca seca de pronto y a penas perceptible sacó la lengua para relamerse los labios, nunca había dicho su historia a nadie, ni a Indro, no lo había hecho a detalle pero sentía que un peso enorme lo había abandonado en ese instante. Rió un poco, y le vino muy bien, escucharla ser incapaz de actualizarlo sobre los últimos 200 años parisinos sonaba tan... fuera de lugar y sin embargo en su conversación, sacada del sueño más loco de cualquiera, tenía lógica.
-Debo tener mucho cuidado con eso, normalmente durante el día descanso -parecido a dormir -y me encierro en la biblioteca de mi casa, nadie me molesta ahí -explicó, las complicaciones venían cuando se instalaba por mucho tiempo en un lugar y la necesidad de atender gente en un lugar establecido (un consultorio) se hacía imperante, ese era un verdadero reto-. Mis sirvientes saben lo que deben de saber y no hacen preguntas -suponía que algunos lo pasarían por alto, que otros sabían lo que era y que otros sólo conjeturaban, ellos nos hacían preguntas, estaban a salvo y recibían una paga más que generosa por tener que estar bajo el servicio de un amo tan peculiar-, si me arriesgo es porque no puedo vivir encerrado todo el tiempo -aceptó el regaño, pero qué se suponía que hiciera.
-Ahora parece menos terrible que me hayas presionado -rió -como comprenderás no es algo de lo que hable a menudo, por un millón de razones -porque nadie le creería, porque no le gustaba recordar muchas cosas del pasado, por todo-, y bueno, la verdad, en mi personalidad cambié muy poco, excepto esos años que guardé luto y un poco los posteriores a mi transformación -en donde había intentado ser como se suponía debía ser un vampiro y había fracasado, sólo en ese periodo no había sido el correcto y gentil hombre que era, sino un ser sombrío y desdichado como ninguno.
-Gracias -dijo de pronto, como si de pronto estuviera en una conversación completamente diferente-, por comprender y por escuchar -añadió.
Invitado- Invitado
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
La sonrisa que le ofreció cuando ella asió su mano la desarmó por completo y supo, que a partir de ese momento, haría todo lo que estuviera en sus manos para evitar que algún otro “inconveniente” se presentara, incluyendo mantener a raya su propia impulsividad.
Realmente esperaba que él aceptara su oferta de no hablar sobre el tema, y por esta razón, al oírle iniciar su historia sintió que la invadía una sensación de euforia, por fin se abría libremente, y eso no tenía precio. Lo que le contaba era terrible y, cuando apretó su mano, ella le devolvió en gesto. Asumió que se refería a sus padres, hermanos quizás, pues recordaba que le había confesado con anterioridad dos fallidos intento de formalización, así que, por descarte, no debió tratarse ni de esposa ni de hijos. No podía imaginar cómo se sentía al respecto a pesar de que la lógica dictara que no había ninguna culpabilidad que asignar.
-¿Y conseguiste tu venganza? – preguntó una vez él dio por finalizado su relato un tanto preocupada por lo que pudiese responder pero, al mismo tiempo, deseando que así hubiese sido, al menos eso podría darle un poco de paz a su alma ¿o no? Al mismo tiempo otra idea tomó forma en su mente - ¿Qué fue de la mujer que te transformó?- Un rasgo bastante común de las almas sencillas es su recurrente capacidad para subestimarse. Para ella Daniil no era ningún “médico aburrido”, ni ahora ni antes de enterarse de su “secreto”, y presentía que lo mismo había ocurrido con aquella mujer.
No pudo evitar reír con él. Sentía su corazón mucho más liviano, lo suficiente como reírse de la referencia a los 200 años de vacío que tendrían cuando quisieran revisitar la ciudad. Algo debía andar mal en ella, pues sin quererlo se encontró de pronto haciendo planes sobre los lugares a los cuales le gustaría llevarle, sitios que le traían recuerdos hermosos y tristes y que no confiaría a cualquiera a la ligera. Rio por lo bajo pero no comentó ninguno de estos pensamientos, en su lugar permitió que él se explicara sobre sus hábitos diurnos.
-Y con eso respondes una de mis primeras preguntas de la noche – apuntó señalando a la nada con su dedo índice – Y de ahora en adelante solo nos sentaremos cerca de alguna ventana- prometió con una sonrisa – Además, creo que acabo de superar el hecho de que no te hayas quedado a desayunar conmigo… muy considerado de tu parte no obligarme a limpiar un montón de cenizas después de terminar mi tocino – bromeó. Por supuesto, ahora que conocía las razones exactas no podía culparle ni cuestionarse más sobre ese hecho.
Se alegró de saber que su insistencia y terquedad no había arruinado su percepción hacia ella. Se preguntó cómo había cambiado después de la transformación pero, casi al instante, ella misma encontró una posible respuesta y, temiendo que fuese así, decidió permanecer en la ignorancia al respecto. – Sabes, hace poco una gitana me instó a que dejara de ser tan curiosa pues eso me podría traer problemas. Como veras no lo he logrado… en su totalidad. Y lo peor es que en este preciso momento me alegro por ello – Pauso para escucharle – No, yo te agradezco a ti por hablar, y lo de comprender pues… solo déjame digerirlo – le guiño un ojo dándole a entender que si bien estaba haciendo todo lo posible por entender la situación, una pequeña parte de su mente aún mostraba reticencia.
Sus ojos se movieron sobre la mesa hasta toparse con la botella de vino - ¿Era en serio lo de visitar a tu amiga? – le preguntó señalando el Dolcetto y preguntándose si solo había contestado por salir del paso en ese momento.
Realmente esperaba que él aceptara su oferta de no hablar sobre el tema, y por esta razón, al oírle iniciar su historia sintió que la invadía una sensación de euforia, por fin se abría libremente, y eso no tenía precio. Lo que le contaba era terrible y, cuando apretó su mano, ella le devolvió en gesto. Asumió que se refería a sus padres, hermanos quizás, pues recordaba que le había confesado con anterioridad dos fallidos intento de formalización, así que, por descarte, no debió tratarse ni de esposa ni de hijos. No podía imaginar cómo se sentía al respecto a pesar de que la lógica dictara que no había ninguna culpabilidad que asignar.
-¿Y conseguiste tu venganza? – preguntó una vez él dio por finalizado su relato un tanto preocupada por lo que pudiese responder pero, al mismo tiempo, deseando que así hubiese sido, al menos eso podría darle un poco de paz a su alma ¿o no? Al mismo tiempo otra idea tomó forma en su mente - ¿Qué fue de la mujer que te transformó?- Un rasgo bastante común de las almas sencillas es su recurrente capacidad para subestimarse. Para ella Daniil no era ningún “médico aburrido”, ni ahora ni antes de enterarse de su “secreto”, y presentía que lo mismo había ocurrido con aquella mujer.
No pudo evitar reír con él. Sentía su corazón mucho más liviano, lo suficiente como reírse de la referencia a los 200 años de vacío que tendrían cuando quisieran revisitar la ciudad. Algo debía andar mal en ella, pues sin quererlo se encontró de pronto haciendo planes sobre los lugares a los cuales le gustaría llevarle, sitios que le traían recuerdos hermosos y tristes y que no confiaría a cualquiera a la ligera. Rio por lo bajo pero no comentó ninguno de estos pensamientos, en su lugar permitió que él se explicara sobre sus hábitos diurnos.
-Y con eso respondes una de mis primeras preguntas de la noche – apuntó señalando a la nada con su dedo índice – Y de ahora en adelante solo nos sentaremos cerca de alguna ventana- prometió con una sonrisa – Además, creo que acabo de superar el hecho de que no te hayas quedado a desayunar conmigo… muy considerado de tu parte no obligarme a limpiar un montón de cenizas después de terminar mi tocino – bromeó. Por supuesto, ahora que conocía las razones exactas no podía culparle ni cuestionarse más sobre ese hecho.
Se alegró de saber que su insistencia y terquedad no había arruinado su percepción hacia ella. Se preguntó cómo había cambiado después de la transformación pero, casi al instante, ella misma encontró una posible respuesta y, temiendo que fuese así, decidió permanecer en la ignorancia al respecto. – Sabes, hace poco una gitana me instó a que dejara de ser tan curiosa pues eso me podría traer problemas. Como veras no lo he logrado… en su totalidad. Y lo peor es que en este preciso momento me alegro por ello – Pauso para escucharle – No, yo te agradezco a ti por hablar, y lo de comprender pues… solo déjame digerirlo – le guiño un ojo dándole a entender que si bien estaba haciendo todo lo posible por entender la situación, una pequeña parte de su mente aún mostraba reticencia.
Sus ojos se movieron sobre la mesa hasta toparse con la botella de vino - ¿Era en serio lo de visitar a tu amiga? – le preguntó señalando el Dolcetto y preguntándose si solo había contestado por salir del paso en ese momento.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Alzó ambas cejas, no se esperaba la pregunta que ella le había lanzado, para su desgracia todo había sido en vano, su transformación había sido para nada, nunca consiguió la retribución que buscaba con tanto tesón. Negó con la cabeza, ahora sus cejas se juntaban en el centro frunciendo el ceño, no necesitaba decir más. No, no había conseguido su venganza y ese era un demonio que todos los días tenía que enfrentar, primero estaba el hecho de haber deseado vengar la muerte de su familia y luego el haber fracasado en su intento.
-¿Ella? -iba a responder a la segunda pregunta -dejé el sitio donde estuve con ella cuando sentí que ya no había nada más para mi, no la he vuelto a buscar pero no dudo que siga por ahí -pensó en sus ojos de hielo y su cabello atezado, su porte de la realeza y la belleza sobrenatural que la acompañaba, sí, estuvo seguro, debía andar por ahí embelesando pobres diablos como él alguna vez lo fue. Vagó por unos segundos en esas memorias que muy pocas veces se atrevía a descolocar de su lugar y revisar, pero se daba cuenta, que como todo en la vida, debían ser reexaminadas, vistas a distancia, con el tiempo como apaciguador del calor que alguna vez las envolvió. Regresó su mirada a Antha tras esa vesania personal.
-No podrás decir que no soy considerado -rió, una broma en medio de todo eso, una broma hecha por una mortal sobre su extraña condición, nunca creyó que llegara el día; los humanos que sabían lo que era le huían o querían matarlo y quienes entablaban una conversación con conocimiento de causa normalmente eran otros como él.
La escuchó hablar sobre su encuentro con una gitana, quién sabe que le habría dicho a ciencia cierta pero se alegró de no ser él quien acabara con su impulso curioso, qué era el hombre (como raza) sin la curiosidad que lo llevaba a descubrir y aprender cosas.
-Ahora no te ha resultado contraproducente, pero tal vez deberías hacerle caso a esa gitana -dijo tratando de sonar severo pero su voz salió tan cándida que no engañaba a nadie, se lo decía porque si la mujer romaní lo había vaticinado en su futuro era porque de hecho podría acarrearse problemas, no él personalmente, pero otro de su estirpe, o incluso un lican no reaccionaría igual a como él lo hizo ante la insistencia de saber la verdad-. Claro -cerró los ojos y sonrió, no esperaba que de un momento a otro ella brincara de alegría porque él era un vampiro, era mucha información, y muy complicada, si se tardaba años en aceptarlo se daría por bien servido.
Dirigió la mirada a donde ella y ambos se encontraron viendo la botella, escuchó la pregunta y una risa se le escapó, una que decía a todas luces que había sido descubierto.
-Bueno, la historia de la chica de Turín es real -aclaró -pero por supuesto no hablaba de irla a buscar a ella, tal vez a su descendencia... -rió por lo absurdo que sonaba, poco a poco su risa se convirtió en un gesto más serio-, me decías que tu considerabas la inmortalidad un buen trato, y puede que lo sea si lo sabes manejar, pero con el pasar de los años... -clavó la mirada en el cristal de la botella de Dolcetto -todo lo que conociste se esfuma, se va, muere y a ti no te queda más remedio que aceptarlo -alzó la mirada de nuevo -ese es el problema conmigo -o uno de tantos -me relaciono y me involucro de más y sólo me queda ver como eso que quise... simplemente se va... -era tan raro que hablara de eso que ni siquiera estaba consciente que lo estaba haciendo, pero sin querer, sin darse cuenta, había estado deseando poder decirle a alguien todo eso por un largo tiempo.
-¿Ella? -iba a responder a la segunda pregunta -dejé el sitio donde estuve con ella cuando sentí que ya no había nada más para mi, no la he vuelto a buscar pero no dudo que siga por ahí -pensó en sus ojos de hielo y su cabello atezado, su porte de la realeza y la belleza sobrenatural que la acompañaba, sí, estuvo seguro, debía andar por ahí embelesando pobres diablos como él alguna vez lo fue. Vagó por unos segundos en esas memorias que muy pocas veces se atrevía a descolocar de su lugar y revisar, pero se daba cuenta, que como todo en la vida, debían ser reexaminadas, vistas a distancia, con el tiempo como apaciguador del calor que alguna vez las envolvió. Regresó su mirada a Antha tras esa vesania personal.
-No podrás decir que no soy considerado -rió, una broma en medio de todo eso, una broma hecha por una mortal sobre su extraña condición, nunca creyó que llegara el día; los humanos que sabían lo que era le huían o querían matarlo y quienes entablaban una conversación con conocimiento de causa normalmente eran otros como él.
La escuchó hablar sobre su encuentro con una gitana, quién sabe que le habría dicho a ciencia cierta pero se alegró de no ser él quien acabara con su impulso curioso, qué era el hombre (como raza) sin la curiosidad que lo llevaba a descubrir y aprender cosas.
-Ahora no te ha resultado contraproducente, pero tal vez deberías hacerle caso a esa gitana -dijo tratando de sonar severo pero su voz salió tan cándida que no engañaba a nadie, se lo decía porque si la mujer romaní lo había vaticinado en su futuro era porque de hecho podría acarrearse problemas, no él personalmente, pero otro de su estirpe, o incluso un lican no reaccionaría igual a como él lo hizo ante la insistencia de saber la verdad-. Claro -cerró los ojos y sonrió, no esperaba que de un momento a otro ella brincara de alegría porque él era un vampiro, era mucha información, y muy complicada, si se tardaba años en aceptarlo se daría por bien servido.
Dirigió la mirada a donde ella y ambos se encontraron viendo la botella, escuchó la pregunta y una risa se le escapó, una que decía a todas luces que había sido descubierto.
-Bueno, la historia de la chica de Turín es real -aclaró -pero por supuesto no hablaba de irla a buscar a ella, tal vez a su descendencia... -rió por lo absurdo que sonaba, poco a poco su risa se convirtió en un gesto más serio-, me decías que tu considerabas la inmortalidad un buen trato, y puede que lo sea si lo sabes manejar, pero con el pasar de los años... -clavó la mirada en el cristal de la botella de Dolcetto -todo lo que conociste se esfuma, se va, muere y a ti no te queda más remedio que aceptarlo -alzó la mirada de nuevo -ese es el problema conmigo -o uno de tantos -me relaciono y me involucro de más y sólo me queda ver como eso que quise... simplemente se va... -era tan raro que hablara de eso que ni siquiera estaba consciente que lo estaba haciendo, pero sin querer, sin darse cuenta, había estado deseando poder decirle a alguien todo eso por un largo tiempo.
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Le molestó saber que había cambiado su mortalidad por una venganza que nunca se concretó pero, como era evidente que el tema le molestaba no insistió en el asunto… tal vez más adelante tuviese una nueva oportunidad de saber que ocurrió pero por ahora se contentaría con su silenciosa respuesta. Por un momento le costó creer que aquella mujer lo hubiese dejado ir tan fácilmente, pero luego, independientemente de la forma como se hubiesen desarrollado las cosas, se alegró de que ya no estuviesen juntos. Eso la confundió inicialmente hasta que se explicó a si misma que, de ser así, las probabilidades de que él se encontrara sentado frente a ella en ese momento serian prácticamente nulas.
- Ah no, no me vas a salir tu con esas también – refunfuño poniéndose un tanto dramática, sin perder el brillo de alegría en sus ojos, pero dispuesta a hacerle a él el mismo berrinche que le había hecho a la gitana – Esa soy yo, es mi forma de ser y de expresarme… no voy a cambiar o a reprimir mi naturaleza por miedo a algo que podría llegar a pasar – estatizó especialmente la palabra “podría” para terminar haciendo un puchero de niña consentida por unos segundos antes de echarse a reír abiertamente – aunque me ría hablo en serio – le aclaró tomando entre sus dedos la cucharilla.
Entornó ligeramente los ojos al oírle reír – Descendencia – repitió. Tenía que empezar a interiorizar que muchas de las cosas que él le contara, o que le había confiado ya, se remontaría a fechas muy lejanas o, en el mejor de los casos, solo lejanas – Cielos, por un momento me sentí como charlando con mi abuelo – comentó levantando las cejas – y… estaríamos hablando de la generación número… - calló dándole el espacio para que él completara el vacio de información de la frase mientras ella tomaba uno de los últimos bocados de torta. Estaba satisfecha, pero se negaba testarudamente a desperdiciar aquel delicioso chocolate.
- Puede ser eso precisamente lo que te diferencia de los demás – dijo en tonó serio una vez desocupó su boca – El permitirte acercarte… Además, me atrevería a asegurar que, aunque duela al final, eso que quisiste y perdiste – utilizó sus mismas palabras a propósito – te dejó recuerdos hermosos y enseñanzas valiosas - río con tristeza antes de continuar – Tal vez solo estoy siendo demasiado optimista pero, en mi caso, que por supuesto está muy lejos de ser comparado con el tuyo, a pesar de haber perdido a mi familia, mantengo conmigo los momentos felices que compartí con ellos y eso me ayuda a levantarme cada día y seguir adelante – se encogió ligeramente de hombros. Sentía una profunda emoción por las palabras y sentimientos que ahora le confiaba y, aunque ella no cediera en su intento de reconfortarlo, sabía que poco de lo que dijera lo podría hacer sentir mejor pues ¿Cómo podría entender una chica de tan solo 26 años la perdida acaecida durante cientos de ellos?
- Pero debes conocer más de tu propia… hum… clase. Sé que es algo tonto pero ciento que abrimos una enorme brecha entre nosotros cada vez mencionamos la palabra “especies” – aclaró sin molestarse en preguntarle si estaba de acuerdo o no con su decisión. Él podría seguir refiriéndose de la manera que considerase más oportuna y ella, por su parte haría lo que ya había anunciado. – Entonces, ¿No tienes algún amigo vampirin rondando por el mundo?… o en femenino si viene al caso – Preguntó con curiosidad colocando una expresión pícara en su rostro. Esa pregunta la hizo recordar una que él le había hecho hacia un rato, pero esperó a escuchar su respuesta antes de detenerse a pensar en la suya, después de todo lo que él pudiera revelar era mucho más interesante en este momento.
- Ah no, no me vas a salir tu con esas también – refunfuño poniéndose un tanto dramática, sin perder el brillo de alegría en sus ojos, pero dispuesta a hacerle a él el mismo berrinche que le había hecho a la gitana – Esa soy yo, es mi forma de ser y de expresarme… no voy a cambiar o a reprimir mi naturaleza por miedo a algo que podría llegar a pasar – estatizó especialmente la palabra “podría” para terminar haciendo un puchero de niña consentida por unos segundos antes de echarse a reír abiertamente – aunque me ría hablo en serio – le aclaró tomando entre sus dedos la cucharilla.
Entornó ligeramente los ojos al oírle reír – Descendencia – repitió. Tenía que empezar a interiorizar que muchas de las cosas que él le contara, o que le había confiado ya, se remontaría a fechas muy lejanas o, en el mejor de los casos, solo lejanas – Cielos, por un momento me sentí como charlando con mi abuelo – comentó levantando las cejas – y… estaríamos hablando de la generación número… - calló dándole el espacio para que él completara el vacio de información de la frase mientras ella tomaba uno de los últimos bocados de torta. Estaba satisfecha, pero se negaba testarudamente a desperdiciar aquel delicioso chocolate.
- Puede ser eso precisamente lo que te diferencia de los demás – dijo en tonó serio una vez desocupó su boca – El permitirte acercarte… Además, me atrevería a asegurar que, aunque duela al final, eso que quisiste y perdiste – utilizó sus mismas palabras a propósito – te dejó recuerdos hermosos y enseñanzas valiosas - río con tristeza antes de continuar – Tal vez solo estoy siendo demasiado optimista pero, en mi caso, que por supuesto está muy lejos de ser comparado con el tuyo, a pesar de haber perdido a mi familia, mantengo conmigo los momentos felices que compartí con ellos y eso me ayuda a levantarme cada día y seguir adelante – se encogió ligeramente de hombros. Sentía una profunda emoción por las palabras y sentimientos que ahora le confiaba y, aunque ella no cediera en su intento de reconfortarlo, sabía que poco de lo que dijera lo podría hacer sentir mejor pues ¿Cómo podría entender una chica de tan solo 26 años la perdida acaecida durante cientos de ellos?
- Pero debes conocer más de tu propia… hum… clase. Sé que es algo tonto pero ciento que abrimos una enorme brecha entre nosotros cada vez mencionamos la palabra “especies” – aclaró sin molestarse en preguntarle si estaba de acuerdo o no con su decisión. Él podría seguir refiriéndose de la manera que considerase más oportuna y ella, por su parte haría lo que ya había anunciado. – Entonces, ¿No tienes algún amigo vampirin rondando por el mundo?… o en femenino si viene al caso – Preguntó con curiosidad colocando una expresión pícara en su rostro. Esa pregunta la hizo recordar una que él le había hecho hacia un rato, pero esperó a escuchar su respuesta antes de detenerse a pensar en la suya, después de todo lo que él pudiera revelar era mucho más interesante en este momento.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Compartió la risa ante lo que le estaba diciendo, esa era, después de todo, una de las cualidades que le gustaban de ella, no la estaba regañando tal cual, sólo creía que debía ser más cuidadosa.
-Entiendo -dijo -y sabes que conmigo no hay problema -menos ahora que conocía la verdad, si antes que trató de ocultarla no pudo con su curiosidad, ahora ésta venía desbordada -sólo... cuídate -le pidió, no quería que el dicho "la curiosidad mató al gato" aplicara a ella, no todos iban a reaccionar como él, por eso sólo le quedaba eso, pedirle que se cuidara, y que cuidara con quien aplicaba su curioseo.
Lo siguiente también le causó gracia, pues sí, hablar con él era como hablar con un anciano, había veces que de hecho se sentía uno, muy cansado como para seguir, muy aburrido de todo, pero como había dicho, aún había cosas que lo sorprendían, los avances de la tecnología, los avances de la medicina, y la gente, era maravilloso que la gente aún pudiera sorprenderlo y quería creer que había un plan mayor para él, que aún tenía cosas que experimentar, personas que conocer, y tal vez pérdidas que lamentar.
-Para que se trate de una mujer como la que conocí yo creo que debería ser... -pensó haciendo cuentas -cuarta o quinta generación -el mismo sonó sorprendido cuando lo dijo aunque ya lo había reflexionado antes, decirlo en voz alta le daba un nuevo valor-, wow -dijo para sí mismo -parece que fue ayer cuando estuve ahí -frunció el ceño, eran cosas que no se ponía a pensar a menudo, que eran y nada más y ahora que, en medio de esa conversación, se ponía a analizarlas era increíble, incluso a él le costaba trabajo creerlo.
La miró cuando ella habló de lo que él consideraba su defecto, poco a poco, conforme ella avanzaba en lo que estaba diciendo una sonrisa se fue dibujando en su rostro, no andaba por ahí buscando quien lo consolara, pero escuchar eso que le decía de hecho se sentía bien. Le agradeció por las palabras sin decir nada, sólo mirándola con gesto suspicaz. Luego vino una pregunta que sonaba lógica, rió por muchos motivos, por cómo la había planteado y por recordar a su único amigo.
-Como te dije antes, soy un poco... diferente a otros de mi clase -uso deliberadamente la palabra que ella había propuesto -así que me cuesta relacionarme, he estado con mujeres que son como yo -no aclaró en qué tenor había estado con ellas -pero me resulta imposible acercarme más, no hay mucho en común, no disfruto las mismas cosas que la mayoría de ellos -y ahora hablaba de los vampiros como si él no fuese uno -pero hay una persona... -pausó para recordar, para reconstruir en su cabeza su rostro, y su voz, y su sonrisa y su cinismo -lo conocí recién me aventuré al mundo exterior siendo ya un vampiro, y me tendió la mano, han pasado 300 años pero lo sigo considerando mi único amigo, como un hermano... él es mucho mayor que yo -más del doble de edad, recordó -pasamos casi 100 años juntos, así que... -se encogió de hombros y se dio cuenta con qué añoranza hablaba de él, miró a Antha y rió -¡pero es sólo mi amigo! -le pareció prudente aclarar pues había sonado a mujer recordando un viejo amor.
-Entiendo -dijo -y sabes que conmigo no hay problema -menos ahora que conocía la verdad, si antes que trató de ocultarla no pudo con su curiosidad, ahora ésta venía desbordada -sólo... cuídate -le pidió, no quería que el dicho "la curiosidad mató al gato" aplicara a ella, no todos iban a reaccionar como él, por eso sólo le quedaba eso, pedirle que se cuidara, y que cuidara con quien aplicaba su curioseo.
Lo siguiente también le causó gracia, pues sí, hablar con él era como hablar con un anciano, había veces que de hecho se sentía uno, muy cansado como para seguir, muy aburrido de todo, pero como había dicho, aún había cosas que lo sorprendían, los avances de la tecnología, los avances de la medicina, y la gente, era maravilloso que la gente aún pudiera sorprenderlo y quería creer que había un plan mayor para él, que aún tenía cosas que experimentar, personas que conocer, y tal vez pérdidas que lamentar.
-Para que se trate de una mujer como la que conocí yo creo que debería ser... -pensó haciendo cuentas -cuarta o quinta generación -el mismo sonó sorprendido cuando lo dijo aunque ya lo había reflexionado antes, decirlo en voz alta le daba un nuevo valor-, wow -dijo para sí mismo -parece que fue ayer cuando estuve ahí -frunció el ceño, eran cosas que no se ponía a pensar a menudo, que eran y nada más y ahora que, en medio de esa conversación, se ponía a analizarlas era increíble, incluso a él le costaba trabajo creerlo.
La miró cuando ella habló de lo que él consideraba su defecto, poco a poco, conforme ella avanzaba en lo que estaba diciendo una sonrisa se fue dibujando en su rostro, no andaba por ahí buscando quien lo consolara, pero escuchar eso que le decía de hecho se sentía bien. Le agradeció por las palabras sin decir nada, sólo mirándola con gesto suspicaz. Luego vino una pregunta que sonaba lógica, rió por muchos motivos, por cómo la había planteado y por recordar a su único amigo.
-Como te dije antes, soy un poco... diferente a otros de mi clase -uso deliberadamente la palabra que ella había propuesto -así que me cuesta relacionarme, he estado con mujeres que son como yo -no aclaró en qué tenor había estado con ellas -pero me resulta imposible acercarme más, no hay mucho en común, no disfruto las mismas cosas que la mayoría de ellos -y ahora hablaba de los vampiros como si él no fuese uno -pero hay una persona... -pausó para recordar, para reconstruir en su cabeza su rostro, y su voz, y su sonrisa y su cinismo -lo conocí recién me aventuré al mundo exterior siendo ya un vampiro, y me tendió la mano, han pasado 300 años pero lo sigo considerando mi único amigo, como un hermano... él es mucho mayor que yo -más del doble de edad, recordó -pasamos casi 100 años juntos, así que... -se encogió de hombros y se dio cuenta con qué añoranza hablaba de él, miró a Antha y rió -¡pero es sólo mi amigo! -le pareció prudente aclarar pues había sonado a mujer recordando un viejo amor.
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Abrió ligeramente los ojos para luego reír muy bajito – No sé si podre acostumbrarme a recibir ese tipo de respuestas – dijo pensando en el tiempo que debió pasar para que él considerara una quinta generación en una familia. ¡Tal vez ni siquiera hubiese descendientes mujeres!... hum… no, al fin y al cabo se trataba de una familia Italiana, era poco probable que entre la cantidad de retoños habituales no hubiese al menos una niña.
Se alegró de que él no la contradijera en su débil intento por reconfortarlo, debido, seguramente, a la caballerosidad innata que poseía y de la cual hacia alarde siempre que podía. No es que la molestara, al contrario, el hombre era un santo por la paciencia y gentileza que tenia para lidiarla. Fuese como fuese, había abandonado el serio semblante y ahora se le veía mucho más alegre.
Antha inclinó ligeramente la cabeza en gesto de agradecimiento cuando él utilizó la palabra propuesta. En verdad “sentía” que ese tipo de pequeños detalles podrían facilitarle las cosas. Escuchó con renovado interés cuando el confesó que sí había una amistad en su vida… una del tipo “duradero”; pero sus cejas iniciaron un lento y constante arqueamiento a medida que el relato avanzaba, y vale la pena aclarar que no solo era por lo inverosímil de la temporalidad.
Rio con él, e incluso con más ganas después de la aclaración – Es una lástima que hayas hablado tan pronto – comentó entre risas – ya tenía preparadas un par de frases al respecto pero… creo que ahora no aplican – se encogió ligeramente de hombros – Me alegra saberlo. No puedo imaginar lo difícil que sería pasar tanto tiempo sin tener a alguien que te conociera, ni con quien poder desahogar las penas y alegrías vividas año tras año – recapacitó un momento antes de continuar - ¿Es él un buen chico, igual que tú? – preguntó asumiendo que debía tratarse de alguien con una personalidad similar y que Daniil comprendería a que se refería.
Mientras esperaba una respuesta su mente divago sobre la pregunta que él había realizado, y que ella, deliberadamente, había aplazado. Recordó algunas pieles frías que había percibido en el pasado, no eran pocas pero, no podía solo guiarse por esa señal ¿o sí? Ella misma se ponía helada de tanto en tanto, y ni la más gruesa de las frazadas conseguía calentarle. Tal vez hubiese otras señales… Observaba a Daniil fijamente, reparándolo e intentando comparar los rasgos que antes se le hicieran curiosos o extraños, y que ahora se le antojaban como enormes carteles de advertencia, y entonces una imagen vino a su mente.
La sangre abandonó una vez más sus mejillas mientras una de sus manos ascendía hasta su boca – ¡Oh mi Dios! – soltó en un susurró mientras sus ojos se oscurecían con el velo de la lucidez. Boqueo por algunos segundos mirándole fijamente – Creo que sí conozco a alguien tan frío como tú – contestó a la ya antigua pregunta antes de dar un respingo y cubrirse con más fuerza la boca - ¡OH MI DIOS! – repitió para luego llevar la misma mano hasta uno de los costados de su cuello, donde la posó con delicadeza sobre la cinta negra que le cubría y de la cual pendía el camafeo que reposaba sobre su pecho.
Se alegró de que él no la contradijera en su débil intento por reconfortarlo, debido, seguramente, a la caballerosidad innata que poseía y de la cual hacia alarde siempre que podía. No es que la molestara, al contrario, el hombre era un santo por la paciencia y gentileza que tenia para lidiarla. Fuese como fuese, había abandonado el serio semblante y ahora se le veía mucho más alegre.
Antha inclinó ligeramente la cabeza en gesto de agradecimiento cuando él utilizó la palabra propuesta. En verdad “sentía” que ese tipo de pequeños detalles podrían facilitarle las cosas. Escuchó con renovado interés cuando el confesó que sí había una amistad en su vida… una del tipo “duradero”; pero sus cejas iniciaron un lento y constante arqueamiento a medida que el relato avanzaba, y vale la pena aclarar que no solo era por lo inverosímil de la temporalidad.
Rio con él, e incluso con más ganas después de la aclaración – Es una lástima que hayas hablado tan pronto – comentó entre risas – ya tenía preparadas un par de frases al respecto pero… creo que ahora no aplican – se encogió ligeramente de hombros – Me alegra saberlo. No puedo imaginar lo difícil que sería pasar tanto tiempo sin tener a alguien que te conociera, ni con quien poder desahogar las penas y alegrías vividas año tras año – recapacitó un momento antes de continuar - ¿Es él un buen chico, igual que tú? – preguntó asumiendo que debía tratarse de alguien con una personalidad similar y que Daniil comprendería a que se refería.
Mientras esperaba una respuesta su mente divago sobre la pregunta que él había realizado, y que ella, deliberadamente, había aplazado. Recordó algunas pieles frías que había percibido en el pasado, no eran pocas pero, no podía solo guiarse por esa señal ¿o sí? Ella misma se ponía helada de tanto en tanto, y ni la más gruesa de las frazadas conseguía calentarle. Tal vez hubiese otras señales… Observaba a Daniil fijamente, reparándolo e intentando comparar los rasgos que antes se le hicieran curiosos o extraños, y que ahora se le antojaban como enormes carteles de advertencia, y entonces una imagen vino a su mente.
La sangre abandonó una vez más sus mejillas mientras una de sus manos ascendía hasta su boca – ¡Oh mi Dios! – soltó en un susurró mientras sus ojos se oscurecían con el velo de la lucidez. Boqueo por algunos segundos mirándole fijamente – Creo que sí conozco a alguien tan frío como tú – contestó a la ya antigua pregunta antes de dar un respingo y cubrirse con más fuerza la boca - ¡OH MI DIOS! – repitió para luego llevar la misma mano hasta uno de los costados de su cuello, donde la posó con delicadeza sobre la cinta negra que le cubría y de la cual pendía el camafeo que reposaba sobre su pecho.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Podía comprender lo extraño que para ella resultaba recibir ese tipo de respuestas, pero qué podía hacer. Cuando salían de su boca de hecho sonaban irreales, para él mismo, pero increíblemente eran verdad. Sonrió asintiendo, dándole la razón. Se quedó meditabundo, pensando en lo que él haría, sin duda estaría como ella, llena de preguntas y con reservas de si creerlo al cien o no. Jugó con la copa vacía entre sus manos mientras escuchaba lo siguiente, alzó la mirada con gesto divertido.
-Menos mal -ya tenía suficiente con las bromas que el propio Mahai hacía al respecto, y es que era raro que dos hombres tuvieran una relación tan íntima, lo sabía bien, pero al menos él estaba muy seguro de lo que buscaba, y de cierto modo su amigo también, ahí eran donde venían los problemas, carraspeó y escuchó atento la siguiente pregunta, estuvo de acuerdo en lo que dijo, pero la cuestión lo hizo pensar una respuesta detenidamente-, él... él... -cómo definirlo -él no es como yo -eso, para acabar pronto -es más cínico y más frío -se quedó pensando, quería decir que también era todo lo que él deseaba ser, pero no lo hizo -no es un vampiro sediento de sangre, sino en primera instancia no hubieramos congeniado -se encogió de hombros -y lo considero el inteligente de los dos -bromeó, aunque era verdad, Mihai era el cerebro y a él le tocaba el papel del apaleado corazón. Una sonrisa inconsciente estaba plantada en su rostro al recordar esa amistad que funcionaba bien porque cada uno sabía su papel.
Absorto en aquellos pensamientos fue tomado por sorpresa cuando Antha exclamó aquello, un sobresalto lo atacó y la miró con una ceja levantada hasta que ella aclaró el por qué de aquel repentino lapsus, aunque no entendí el por qué de su reacción, probablemente alguien que intentó atacarla y hasta ahora se daba cuenta de lo cerca que estuvo de la muerte.
-¿Estás bien? -preguntó porque parecía no estarlo-, ¿entonces si te has topado con otros como yo? -al decir "yo" se llevó la mano al pecho y la otra estiró de nuevo hasta tomar la mano de Antha que no estaba en su cuello, primero que nada quería que se tranquilizara, dijo aquello consternado, quería creer que cuando ella aceptara que se había topado otros como él eso le quitaría un peso de encima pero no fue así, no del modo en como lo había dicho.
-Menos mal -ya tenía suficiente con las bromas que el propio Mahai hacía al respecto, y es que era raro que dos hombres tuvieran una relación tan íntima, lo sabía bien, pero al menos él estaba muy seguro de lo que buscaba, y de cierto modo su amigo también, ahí eran donde venían los problemas, carraspeó y escuchó atento la siguiente pregunta, estuvo de acuerdo en lo que dijo, pero la cuestión lo hizo pensar una respuesta detenidamente-, él... él... -cómo definirlo -él no es como yo -eso, para acabar pronto -es más cínico y más frío -se quedó pensando, quería decir que también era todo lo que él deseaba ser, pero no lo hizo -no es un vampiro sediento de sangre, sino en primera instancia no hubieramos congeniado -se encogió de hombros -y lo considero el inteligente de los dos -bromeó, aunque era verdad, Mihai era el cerebro y a él le tocaba el papel del apaleado corazón. Una sonrisa inconsciente estaba plantada en su rostro al recordar esa amistad que funcionaba bien porque cada uno sabía su papel.
Absorto en aquellos pensamientos fue tomado por sorpresa cuando Antha exclamó aquello, un sobresalto lo atacó y la miró con una ceja levantada hasta que ella aclaró el por qué de aquel repentino lapsus, aunque no entendí el por qué de su reacción, probablemente alguien que intentó atacarla y hasta ahora se daba cuenta de lo cerca que estuvo de la muerte.
-¿Estás bien? -preguntó porque parecía no estarlo-, ¿entonces si te has topado con otros como yo? -al decir "yo" se llevó la mano al pecho y la otra estiró de nuevo hasta tomar la mano de Antha que no estaba en su cuello, primero que nada quería que se tranquilizara, dijo aquello consternado, quería creer que cuando ella aceptara que se había topado otros como él eso le quitaría un peso de encima pero no fue así, no del modo en como lo había dicho.
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
–Yo…yo… - Estuvo tentada a soltar un simple sí, que diera respuesta a sus dos preguntas a la vez, y así dejar pasar el tema, pero eso hubiese sido hipócrita de su parte, sobre todo después de haber insistido en la constante evasión de él hacia sus preguntas.
Después de la sorpresa inicial, empezaba a sentirse nuevamente enojada, solo que esta vez su enojo no estaba dirigido hacia Daniil. Apretó un poco la mano de él, agradeciendo el gesto, mientras retiraba la otra de su cuello y la posaba con suavidad sobre la mesa.
-No y si – contestó finalmente – No estoy bien, de hecho tengo unas ganas enormes de cometer un asesinato – soltó amenazante entrecerrando ligeramente los ojos – Y sí, me he topado con otros como tu… o eso creo – Trató de calmarse un poco pues, aunque todo indicaba que lo que decía era cierto, hasta que no lo confirmara no podía estar completamente segura. Después de todo podían resultar ser solo coincidencias y, si así fuera, tendría que lamentarse por acusar, culpar y “ejecutar” a un inocente. “Si claro, como si pudieras hacer algo al respecto además de enfurruñarte” pensó decepcionada de su propia debilidad. Aún así, su carácter no le permitiría dejar pasar sus sospechas sin al menos intentar dejar clara su posición… pero estaba desvariando una vez más, así que trató de enfocar su atención en los comprensivos ojos que tenía en frente y a los cuales se estaba acostumbrando con una rapidez que la impactaba.
– No estoy segura – continuó – hay algunos indicios pero no quiero equivocarme… supongo que le tendré que preguntar – el último comentario fue más para sí misma que para su audiencia – Y si la respuesta es afirmativa… Grrrr – intentó gruñir por lo bajo aunque el sonido que emitió fue, cuanto mucho, bastante cómico.
Reprimió un poco su genio, argumentándose a si misma que no valía la pena volver a ensombrecer su cita y, recordándose, la intención de no permitir que nada más le alterase; aunque algunas de las frases dichas por Daniil resonaban ahora en su cerebro haciendo su esfuerzo de serenarse aún más difícil –Dijiste que algunos de los tuyos seducían mujeres para alimentarse… cuéntame más al respecto – le pidió - por ejemplo, ¿las victimas se dan cuenta que están siendo utilizadas como un tentempié? – preguntó con un tono un tanto irónico y levantando ligeramente una de sus cejas mientras los dedos de su mano libre tamborileaban suave y ansiosamente sobre la mesa.
Después de la sorpresa inicial, empezaba a sentirse nuevamente enojada, solo que esta vez su enojo no estaba dirigido hacia Daniil. Apretó un poco la mano de él, agradeciendo el gesto, mientras retiraba la otra de su cuello y la posaba con suavidad sobre la mesa.
-No y si – contestó finalmente – No estoy bien, de hecho tengo unas ganas enormes de cometer un asesinato – soltó amenazante entrecerrando ligeramente los ojos – Y sí, me he topado con otros como tu… o eso creo – Trató de calmarse un poco pues, aunque todo indicaba que lo que decía era cierto, hasta que no lo confirmara no podía estar completamente segura. Después de todo podían resultar ser solo coincidencias y, si así fuera, tendría que lamentarse por acusar, culpar y “ejecutar” a un inocente. “Si claro, como si pudieras hacer algo al respecto además de enfurruñarte” pensó decepcionada de su propia debilidad. Aún así, su carácter no le permitiría dejar pasar sus sospechas sin al menos intentar dejar clara su posición… pero estaba desvariando una vez más, así que trató de enfocar su atención en los comprensivos ojos que tenía en frente y a los cuales se estaba acostumbrando con una rapidez que la impactaba.
– No estoy segura – continuó – hay algunos indicios pero no quiero equivocarme… supongo que le tendré que preguntar – el último comentario fue más para sí misma que para su audiencia – Y si la respuesta es afirmativa… Grrrr – intentó gruñir por lo bajo aunque el sonido que emitió fue, cuanto mucho, bastante cómico.
Reprimió un poco su genio, argumentándose a si misma que no valía la pena volver a ensombrecer su cita y, recordándose, la intención de no permitir que nada más le alterase; aunque algunas de las frases dichas por Daniil resonaban ahora en su cerebro haciendo su esfuerzo de serenarse aún más difícil –Dijiste que algunos de los tuyos seducían mujeres para alimentarse… cuéntame más al respecto – le pidió - por ejemplo, ¿las victimas se dan cuenta que están siendo utilizadas como un tentempié? – preguntó con un tono un tanto irónico y levantando ligeramente una de sus cejas mientras los dedos de su mano libre tamborileaban suave y ansiosamente sobre la mesa.
- Spoiler:
Perdón por la demora… ha sido una semana difícil
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/03/2011
Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
La miró con ambas cejas levantadas mientras ella trataba de explicarse, esperando que finalmente le dijera y que si la respuesta era afirmativa al menos su encuentro con ese otro vampiro no hubiese sido desafortunado. Finalmente respondió y explicó el por qué de pronto se había puesto así, o en parte al menos, sonrió un poco cuando dijo que quería cometer un asesinato, era una broma, debía serlo, luego ella sola reflexionó que lo mejor era preguntar y Daniil se limitó a asentir, definitivamente era el camino que debía tomar antes de hacer conclusiones, rió más sonoramente ante el intento de gruñido de su acompañante.
-Espero que salgas de tu duda pronto -apuntó por decir algo, y pensando en el objeto de sus sospechas, si no era vampiro saldría bien librado, y si lo era... aunque una cosa le quedaba clara, si era un ser como él no la había atacado no podía ser tan malo, aunque quien sabe.
Ante las siguientes preguntas entornó los ojos y frunció el ceño intrigado, eso le hacía creer que esas eran las circunstancias en las que había conocido al vampiro anónimo pero ella, él no debía hacer conclusiones apresuradas.
-Bueno... -lo pensó -desde luego que no lo saben, hay muchos como yo que desarrollan esta... -hizo un ademán con la mano libre tratando de buscar una palabra adecuada -habilidad de seducción, son galantes, caballerosos... -se dio cuenta de lo que estaba diciendo, él lo era también, pero su caballerosidad y galantería venían de otro sitio -y bien parecidos -ahí era donde él se apartaba del resto, pues siempre se había considerado un hombre promedio sin mayores atractivos-, así que usan lo que tienen para atraer a sus víctimas -se quedó en silencio y luego le pareció bien aclarar: -y no siempre son mujeres, jóvenes hermosos también -se encogió de hombros, eso era algo que nunca había hecho y que no pensaba hacer -son hábiles para no levantar sospechas hasta que es inevitable, supongo -no lo sabía con exactitud porque no llevaba a cabo esas prácticas y porque en su círculo de amigos había sólo un vampiro y como él, consideraba todo ese arte de seducir y matar algo más bien bárbaro.
-Espero que salgas de tu duda pronto -apuntó por decir algo, y pensando en el objeto de sus sospechas, si no era vampiro saldría bien librado, y si lo era... aunque una cosa le quedaba clara, si era un ser como él no la había atacado no podía ser tan malo, aunque quien sabe.
Ante las siguientes preguntas entornó los ojos y frunció el ceño intrigado, eso le hacía creer que esas eran las circunstancias en las que había conocido al vampiro anónimo pero ella, él no debía hacer conclusiones apresuradas.
-Bueno... -lo pensó -desde luego que no lo saben, hay muchos como yo que desarrollan esta... -hizo un ademán con la mano libre tratando de buscar una palabra adecuada -habilidad de seducción, son galantes, caballerosos... -se dio cuenta de lo que estaba diciendo, él lo era también, pero su caballerosidad y galantería venían de otro sitio -y bien parecidos -ahí era donde él se apartaba del resto, pues siempre se había considerado un hombre promedio sin mayores atractivos-, así que usan lo que tienen para atraer a sus víctimas -se quedó en silencio y luego le pareció bien aclarar: -y no siempre son mujeres, jóvenes hermosos también -se encogió de hombros, eso era algo que nunca había hecho y que no pensaba hacer -son hábiles para no levantar sospechas hasta que es inevitable, supongo -no lo sabía con exactitud porque no llevaba a cabo esas prácticas y porque en su círculo de amigos había sólo un vampiro y como él, consideraba todo ese arte de seducir y matar algo más bien bárbaro.
- Spoiler:
- Ahora discúlpame tú a mi por la tardanza.
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Escucho atenta su respuesta. No podía creer que, en el caso de que sus suposiciones fuesen ciertas, fuese tan tonta como para no haber percibido tantas señales obvias. Su mente se retorcía tratando de decidir como conseguiría la información que deseaba hasta que, finalmente, pensó que lo mejor era ir despacio, suavemente, hasta que las cosas se inclinaran tanto por su propio peso que no quedara la más mínima posibilidad de salvación por medio de palabras esquivas.
Estaba en eso cuando se le ocurrió algo nuevo. -¡Oh! – Exclamó un poco sorprendida - ¿debo entender con eso que es una práctica que tu también aplicas? Por qué debo decirte que no puedo imaginarte aprovechándote de una indefensa mujer… o jovencito… - aclaró después de pensarlo un momento sabiendo que se trataba de un comentario juguetón aunque el sentido de sus palabras tuviese en primera estancia dicho enfoque. No había aclarado si al decir que “muchos como él” se refería a su clase en general o si estaba tratando de ser un poco más restrictivo por lo tanto ella estaba en completa libertar de asumir… ya se lo había advertido antes, cualquier hueco que quedara libre su imaginación lo aprovecharía sin chistar.
Aprovechó el momento para mirar las mesas vecinas para encontrarse con que el restaurante se encontraba prácticamente vacío. Sonrió abiertamente de nuevo – Parece que el tema ha sido tan interesante que no me he percatado de cuánto tiempo hemos estado aquí ¡Y ni siquiera nos hemos terminado la torta! – bromeó alejando por completó el tema de su mente y acercando un poco su mano libre hacia la llama de la vela que continuaba brillando entre los dos – Tengo infinidad de nuevas preguntas para ti, pero ahora mismo me siento un poco mal por haberte hostigado de la forma en la que lo he hecho… así que voy a limitar mi curiosidad a solo dos cosas, las últimas con las que voy a atormentarte, al menos por esta noche – Le sonrió con dulzura. Ella esperaba y confiaba que este no sería su último encuentro, pero eso era algo que no podía asegurar, sobre todo después de lo que él había soportado… ¿Quién en su sano juicio querría volver a exponerse a semejante interrogatorio?
Aclaro su garganta, apartó la mano del calor emitido por la llama y, en un gesto bastante osado, la llevo hasta la barbilla de él, donde la poso con suavidad permitiendo que el calor adquirido se transmitiera por unos segundos a la fría piel - ¿Ahora qué? – se limitó a preguntar mientras con sus ojos intentaba transmitirle la intensidad de las emociones que le había brindado y la necesidad que ella sentía de no permitir que sus caminos se separan nuevamente después del intensó choque que habían sufrido. – Se que tal vez para ti no sea trascendente, solo tú puedes saber a cuantas personas has conocido antes… pero para mí, el conocerte ha resultado revelador, y no me refiero solo a lo que me has confiado esta noche – Confianza! Si, esa era la palabra correcta, la que deseaba utilizar y continuar aplicando a Daniil, que cuando la nombrasen ella le evocara de una forma parecida a como invocaría el sabor del vino escogido para la especial velada.
Estaba en eso cuando se le ocurrió algo nuevo. -¡Oh! – Exclamó un poco sorprendida - ¿debo entender con eso que es una práctica que tu también aplicas? Por qué debo decirte que no puedo imaginarte aprovechándote de una indefensa mujer… o jovencito… - aclaró después de pensarlo un momento sabiendo que se trataba de un comentario juguetón aunque el sentido de sus palabras tuviese en primera estancia dicho enfoque. No había aclarado si al decir que “muchos como él” se refería a su clase en general o si estaba tratando de ser un poco más restrictivo por lo tanto ella estaba en completa libertar de asumir… ya se lo había advertido antes, cualquier hueco que quedara libre su imaginación lo aprovecharía sin chistar.
Aprovechó el momento para mirar las mesas vecinas para encontrarse con que el restaurante se encontraba prácticamente vacío. Sonrió abiertamente de nuevo – Parece que el tema ha sido tan interesante que no me he percatado de cuánto tiempo hemos estado aquí ¡Y ni siquiera nos hemos terminado la torta! – bromeó alejando por completó el tema de su mente y acercando un poco su mano libre hacia la llama de la vela que continuaba brillando entre los dos – Tengo infinidad de nuevas preguntas para ti, pero ahora mismo me siento un poco mal por haberte hostigado de la forma en la que lo he hecho… así que voy a limitar mi curiosidad a solo dos cosas, las últimas con las que voy a atormentarte, al menos por esta noche – Le sonrió con dulzura. Ella esperaba y confiaba que este no sería su último encuentro, pero eso era algo que no podía asegurar, sobre todo después de lo que él había soportado… ¿Quién en su sano juicio querría volver a exponerse a semejante interrogatorio?
Aclaro su garganta, apartó la mano del calor emitido por la llama y, en un gesto bastante osado, la llevo hasta la barbilla de él, donde la poso con suavidad permitiendo que el calor adquirido se transmitiera por unos segundos a la fría piel - ¿Ahora qué? – se limitó a preguntar mientras con sus ojos intentaba transmitirle la intensidad de las emociones que le había brindado y la necesidad que ella sentía de no permitir que sus caminos se separan nuevamente después del intensó choque que habían sufrido. – Se que tal vez para ti no sea trascendente, solo tú puedes saber a cuantas personas has conocido antes… pero para mí, el conocerte ha resultado revelador, y no me refiero solo a lo que me has confiado esta noche – Confianza! Si, esa era la palabra correcta, la que deseaba utilizar y continuar aplicando a Daniil, que cuando la nombrasen ella le evocara de una forma parecida a como invocaría el sabor del vino escogido para la especial velada.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Se quedó mirándola fijamente para ver qué más podía decirle, tal vez ayudarla a descifrar si su encuentro había sido de hecho con un vampiro o simplemente se trataba de un montón de coincidencias, sin embargo ella lo sorprendió una vez más con aquella pregunta, sonrió de lado y no habló por unos segundos, disfrutando del rostro expectante de su acompañante.
-No -finalmente dijo riendo un poco -a mi no se me da seducir, y menos matar, es un lío conseguir como alimentarme, pero me las arreglo -últimamente prefería a la aristocracia para ese fin, estaban bien alimentados y limpios, el sabor de su sangre era el mejor, y también estaba el hecho que se encontraba perfeccionando el modo de alimentarse sin matar, ya había conseguido hacerlo bien un par de veces-, y mucho menos jovencitos -río, por más que pasaran los años por él (o encima de él como estampida), era un eterno enamorado de las mujeres, no podía negarlo-. Estás segura conmigo -sonrió de tal modo que sus ojos quedaron cerrados.
La observó jugar con la llama de la vela, hacía un rato que no escuchaba más ruido que el proveniente de los trastos de cocina y el de su conversación, así que estaba enterado que la noche había avanzado y que eran de los pocos clientes que quedaban al interior del local, sin embargo, a pesar de los baches, disfrutaba demasiado de la compañía de Antha y por ello no había dicho nada. Asintió dándole la venia para preguntar, no le molestaba, lo más difícil ya se lo había dicho, ahora, suponía, serían simples dudas aclaratorias.
Sintió su mano cálida sobre su rostro, cálida como quien acaba de estar jugando con fuego, en más de un sentido, la miró a los ojos y escuchó. "¿Ahora qué?" había preguntado y él torció una ceja no entendiendo del todo a qué se refería. Lo que dijo después se lo aclaró. Sonrió y tomó la mano que lo sostenía del rostro, besó los dedos y no la soltó, la mantuvo cerca del rostro.
-Ha sido trascendente -dijo -más de lo que te imaginas -usó una voz calma y baja, como agua tranquila que no es perturbada-, ¿ahora qué? -repitió retórico -ahora sabes lo que soy, los malos entendidos, o las declinaciones a las invitaciones a desayunar ya no serán problema -sonrió y calló-. Además... no suelo platicarle a muchas personas todo lo que te dije -no quería hacerla sentir "especial" por gozar de tal honor, sabía que no era un honor en absoluto, y si alguien era especial ese era él por haber encontrado en alguien como ella a la persona ideal para contarle lo que era, se lo había guardado por tanto tiempo que le hizo bien, le limpió el alma si era que todavía tenía alguna-, no suelo depositar mi confianza de ese modo a menudo -esa era su respuesta al "ahora qué", ahora tenía ese sitio especial para él, sólo le quedaba esperar que fuese recíproco.
-No -finalmente dijo riendo un poco -a mi no se me da seducir, y menos matar, es un lío conseguir como alimentarme, pero me las arreglo -últimamente prefería a la aristocracia para ese fin, estaban bien alimentados y limpios, el sabor de su sangre era el mejor, y también estaba el hecho que se encontraba perfeccionando el modo de alimentarse sin matar, ya había conseguido hacerlo bien un par de veces-, y mucho menos jovencitos -río, por más que pasaran los años por él (o encima de él como estampida), era un eterno enamorado de las mujeres, no podía negarlo-. Estás segura conmigo -sonrió de tal modo que sus ojos quedaron cerrados.
La observó jugar con la llama de la vela, hacía un rato que no escuchaba más ruido que el proveniente de los trastos de cocina y el de su conversación, así que estaba enterado que la noche había avanzado y que eran de los pocos clientes que quedaban al interior del local, sin embargo, a pesar de los baches, disfrutaba demasiado de la compañía de Antha y por ello no había dicho nada. Asintió dándole la venia para preguntar, no le molestaba, lo más difícil ya se lo había dicho, ahora, suponía, serían simples dudas aclaratorias.
Sintió su mano cálida sobre su rostro, cálida como quien acaba de estar jugando con fuego, en más de un sentido, la miró a los ojos y escuchó. "¿Ahora qué?" había preguntado y él torció una ceja no entendiendo del todo a qué se refería. Lo que dijo después se lo aclaró. Sonrió y tomó la mano que lo sostenía del rostro, besó los dedos y no la soltó, la mantuvo cerca del rostro.
-Ha sido trascendente -dijo -más de lo que te imaginas -usó una voz calma y baja, como agua tranquila que no es perturbada-, ¿ahora qué? -repitió retórico -ahora sabes lo que soy, los malos entendidos, o las declinaciones a las invitaciones a desayunar ya no serán problema -sonrió y calló-. Además... no suelo platicarle a muchas personas todo lo que te dije -no quería hacerla sentir "especial" por gozar de tal honor, sabía que no era un honor en absoluto, y si alguien era especial ese era él por haber encontrado en alguien como ella a la persona ideal para contarle lo que era, se lo había guardado por tanto tiempo que le hizo bien, le limpió el alma si era que todavía tenía alguna-, no suelo depositar mi confianza de ese modo a menudo -esa era su respuesta al "ahora qué", ahora tenía ese sitio especial para él, sólo le quedaba esperar que fuese recíproco.
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Re: Isn't it a lovely night? [Antha Feuer]
Sintió un ligero alivio de escucharle responder. Aquella pausa le había acarreado algunas conclusiones precipitadas al respecto pero, el verle reír, le aclaró que había sido apropósito. Era extraño escucharle hablar del tema, dándole un tinte de simplicidad, como si se tratase de una cena similar a la que acababan de consumir y no de sangre… y personas. Correspondió su sonrisa, no había nada que agregar pues ella quería creerle, sentirse completamente segura a su lado a pesar de saber lo que ahora sabía.
Un escalofrío la recorrió al sentir sus gentiles y helados labios sobre sus dedos. Siempre había sido muy sensitiva y una parte importante en sus relaciones, sin importar el carisma que estas tuviesen, se trataba del contacto y la expresión física. Él mantuvo su mano cerca de su rostro y ella no se lo impidió, por el contrario, se sentía emocionada de poder aventurarse con semejantes tratos sin que él se molestara o se resistiera.
En su rostro se coló una expresión de sorpresa que fue rápidamente revertida. No esperaba que él la considerara de la manera como ella lo hacía, no después de saber la apabullante cantidad de años que tenia encima, ni de imaginarse cuantas historias vanas e interesantes debían de haber pasado por su larga existencia. Esa revelación fue una gran sacudida para su ego y esperaba poder manejarlo correctamente y no permitir que ese, otro de sus tantos defectos, tomara el control y arruinara el momento.
Soltó la risa –¡Por supuesto que será un problema! – Contradijo entre risas – pues ahora puedo invitarte, siguiendo las condiciones ambientales necesarias por supuesto, pero… ¿Qué te serviré al desayuno?...-Abrió ligeramente los ojos y colocó una expresión de espanto sobreactuada- y no creas que no haría algunas excepciones por ti pero me resisto a llegar a tales extremos. Además, si me preguntas, creo que ninguno de mis pocos criados esté dispuesto a colaborar – Susurró la última parte aunque nada en sus palabras fuese un delator del tema – Aunque sí conozco un par de personajes a los cuales no me importaría que les hincaras diente – reflexionó entrecerrando los ojos antes de echarse a reír de nuevo. A través de los años había descubierto que las situaciones difíciles o desconcertantes eran más fácilmente digeridas si se afrontaban con humor… sin querer decir con esto que se les restase importancia, solo que suavizar el cariz dramático ayudaba a meditarlas y aceptarlas más tranquilamente.
Lo que siguió a continuación la conmovió profundamente. – De eso se trata, de confianza, y no sabes cuánto te agradezco que me hayas encontrado merecedora de ella… es una palabra fácil de decir pero aplicarla es otra historia completamente diferente – sonrió tiernamente - ¿No me vas a hacer prometer alguna “clausula de confidencialidad” o algo así? – Bromeó dándole el espacio para que él hiciese algún tipo petición con respecto a su confesión.
Apartó con suavidad la mano que tenía cerca al rostro de él. Necesitaba utilizarla, y ya que la otra continuaba firmemente sostenida sobre la mesa, no encontró otro remedio. Igual eso no la angustió, suponía que él no se opondría a que en cualquier otro momento repitiera el toque… Y ahora, libre de movimiento, hizo algo que estaba deseando hacer desde hacía un rato pero que no se había atrevido por respeto a los buenos modales pero, al fin y al cabo, ya no había muchos comensales así que… acercó su dedo índice al pequeño trozo de torta que aún sobraba sobre el platillo y tomo con él un poco de chocolate para después llevarlo hasta su boca en un gesto tan antiguo como infantil.
Un escalofrío la recorrió al sentir sus gentiles y helados labios sobre sus dedos. Siempre había sido muy sensitiva y una parte importante en sus relaciones, sin importar el carisma que estas tuviesen, se trataba del contacto y la expresión física. Él mantuvo su mano cerca de su rostro y ella no se lo impidió, por el contrario, se sentía emocionada de poder aventurarse con semejantes tratos sin que él se molestara o se resistiera.
En su rostro se coló una expresión de sorpresa que fue rápidamente revertida. No esperaba que él la considerara de la manera como ella lo hacía, no después de saber la apabullante cantidad de años que tenia encima, ni de imaginarse cuantas historias vanas e interesantes debían de haber pasado por su larga existencia. Esa revelación fue una gran sacudida para su ego y esperaba poder manejarlo correctamente y no permitir que ese, otro de sus tantos defectos, tomara el control y arruinara el momento.
Soltó la risa –¡Por supuesto que será un problema! – Contradijo entre risas – pues ahora puedo invitarte, siguiendo las condiciones ambientales necesarias por supuesto, pero… ¿Qué te serviré al desayuno?...-Abrió ligeramente los ojos y colocó una expresión de espanto sobreactuada- y no creas que no haría algunas excepciones por ti pero me resisto a llegar a tales extremos. Además, si me preguntas, creo que ninguno de mis pocos criados esté dispuesto a colaborar – Susurró la última parte aunque nada en sus palabras fuese un delator del tema – Aunque sí conozco un par de personajes a los cuales no me importaría que les hincaras diente – reflexionó entrecerrando los ojos antes de echarse a reír de nuevo. A través de los años había descubierto que las situaciones difíciles o desconcertantes eran más fácilmente digeridas si se afrontaban con humor… sin querer decir con esto que se les restase importancia, solo que suavizar el cariz dramático ayudaba a meditarlas y aceptarlas más tranquilamente.
Lo que siguió a continuación la conmovió profundamente. – De eso se trata, de confianza, y no sabes cuánto te agradezco que me hayas encontrado merecedora de ella… es una palabra fácil de decir pero aplicarla es otra historia completamente diferente – sonrió tiernamente - ¿No me vas a hacer prometer alguna “clausula de confidencialidad” o algo así? – Bromeó dándole el espacio para que él hiciese algún tipo petición con respecto a su confesión.
Apartó con suavidad la mano que tenía cerca al rostro de él. Necesitaba utilizarla, y ya que la otra continuaba firmemente sostenida sobre la mesa, no encontró otro remedio. Igual eso no la angustió, suponía que él no se opondría a que en cualquier otro momento repitiera el toque… Y ahora, libre de movimiento, hizo algo que estaba deseando hacer desde hacía un rato pero que no se había atrevido por respeto a los buenos modales pero, al fin y al cabo, ya no había muchos comensales así que… acercó su dedo índice al pequeño trozo de torta que aún sobraba sobre el platillo y tomo con él un poco de chocolate para después llevarlo hasta su boca en un gesto tan antiguo como infantil.
Antha Feuer- Humano Clase Media
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