La Práctica Importa Más Que La Teoría [Privado Antha]

por **Joao Alves C.** Dom Abr 03, 2011 12:58 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Siempre era complicado acoplarse a lo nuevo que la vida nos daba. Primero fue el dejar de ser un esclavo a ser el futuro capataz de todas las haciendas de mi padre; y ahora, "gracias" a su partida, estaba prácticamente solo en un mundo completamente nuevo. Sí, mundo...ya que no conocía absolutamente nada. Con suerte sabía que estaba en París, Francia, que era el lugar que la carta decía. ¿Pero qué más? ¡¡Ni siquiera sabía comunicarme!! Al menos gracias a un par de extranjeros pude averiguar dónde se encontraba la biblioteca, para comenzar a adaptarme comenzando por el idioma; porque sin dominar el idioma...era tan inservible como...como...como nada, como si no estuviera ahí.

Ya llevaba unas cuantas horas con una pila de libros en la mesa que había elegido, con unas hojas para escribir lo fundamental...que prácticamente era todo. Pobres de mis dedos que tenían que desgastarse enormemente con plumas, tratando de aprender a escribir el francés. Ya sabía saludar y ese tipo de cosas...pero no era suficiente, ni para mí, ni para nadie. Suspiré dentro del sonido permitido y continué hojeando el diccionario que estaba usando, tratando de que mi cabeza absorbiera todo lo que allí había, aunque quizás necesitaría algo de ayuda.

por **Joao Alves C.** Sáb Abr 30, 2011 4:55 pm

La vi ir y volver rápidamente, desconociendo yo el por qué en primer lugar. Pero una vez que la vi volver con el abrigo entendí. Qué preocupada...y qué despreocupado yo al no sacar el abrigo inmediatamente, aunque la verdad con ese dolor de cabeza tan fuerte que tenía hubiera olvidado incluso ponerme alguna otra prenda de ropa.

Le devolví la sonrisa y me puse el abrigo, para luego negar con la cabeza ante la (al parecer) disculpa que intentaba decirme. - No se preocupe. - dije lentamente y me acomodé algo más el abrigo. En ese entonces caí en cuenta de la ropa que Antha vestía. ¿No tendría frío?

- Me siento un poco mejor, gracias... - dije sintiendo su cálida mano en mi frente, la que me dio una idea en cuanto a que no tenía frío. Pero eso no me dejaba para nada tranquilo así que intenté preguntar de la manera más clara posible.- ¿No tiene frío? Puedo ayudarle...

Por la reacción que Antha tuvo, creo que no me expresé correctamente. Yo me refería a pasarle el abrigo...

por **Antha Feuer** Sáb Abr 30, 2011 11:53 pm

Antha sonrió con ternura. Era un joven atento en verdad pues solo a él se le ocurriría pensar en cederle su abrigo teniendo en cuenta el estado en el que se encontraba – No, quédatelo, yo estoy bien, gracias – Negó enfáticamente con la cabeza para que quedara clara la intención de su frase.

No entendía muy bien como había Joao sobrevivido hasta ahora en la ciudad con lo poco que podía comunicarse y le preocupaba notablemente que se encontrara tal vez en algún apuro. ¿Y si se estaba seriamente enfermo? ¿Tendría dinero para costearse una visita al médico? Habían muchas preguntas pululando en el cerebro de la chica pero la preocupaba por un lado atosigarlo demasiado, y por el otro no estaba muy segura de cómo hacerse entender completamente.

Permanecieron parados en el mismo lugar por algunos segundos. Ella podía sentir como la suave y fría brisa acariciaba su piel y reducía gradualmente su temperatura. Finalmente se animo a preguntar algo que pensó él podría entender y le daría tal vez alguna luz sobre su situación actual.
– ¿En donde estas durmiendo? – le preguntó entre mímicas.

por **Joao Alves C.** Lun Mayo 02, 2011 11:10 pm

Negó con la cabeza diciéndome (creo) que se encontraba bien. Al menos eso pude interpretar desde su voz y gestos seguros y concluyentes. Sin embargo, todavía no me encontraba completamente seguro. ¿Y si decía eso para hacer que no me preocupara? ¿Qué pasaría si en verdad tuviera frío y lo estuviera ocultando por orgullo?...¿Por qué mi cabeza pensaba tanto si todavía me dolía montones? Creo ser un incomprendido....en un enésimo sentido...

Hubo un silencio corto pero a la vez acogedor. Yo me pasaba las manos por el cabello tratando de que no se viera demasiado desordenado pero en el fondo yo adoraba tenerlo en puntas, así que me lo dejé tranquilo. El problema era que no podía mantener mis manos tranquilas por un par de segundos. ¿Nervios? ¿Frío? Al final el hecho que llevase mis manos una sobre la otra para frotarlas me dio la respuesta que ni siquiera tengo que mencionar.

Hizo una mímica rara, pero con el gesto clásico de dormir llevando la cabeza a un costado con las manos juntas entendí de inmediato a lo que quería referirse. Sonreí y traté de expresarme lo mejor que pude.

- En...un...hotel...

por **Antha Feuer** Mar Mayo 03, 2011 1:27 pm

“En un hotel” repitió Antha en su cabeza. Debía tener entonces un buen trabajo pues de otra manera no habría bolsillo alguno en Paris que soportara la renta perpetua de una habitación de hotel, además de los gastos de alimentación y vestido…. A menos claro que se tratara de algún antro de mala muerte. No sabía si sentirse aliviada o más preocupada, lo único seguro era que su frustración crecía conforme quería averiguar más cosas del chico sin lograr una comunicación fluida.

-¿En donde trabajas? – preguntó a continuación sin estar muy segura de cómo realizar la mímica que acompañara sus palabras… lo pensó por algunos segundos sin llegar a una conclusión así que finalmente se encogió de hombros y le sonrió confiando en que él pudiese entender la pregunta.

Evidentemente, aún con el abrigo, él continuaba sufriendo por el clima y, después del tiempo que habían permanecido a la intemperie, ella también empezaba asentirlo en carne propia. Imitando el gesto que Joao acababa de hacer, se frotó las manos una contra la otra –¿Te parece si volvemos adentro? – inquirió antes de tomarse de gancho de uno de los fuertes brazos, ahorrándose la pregunta de si le molestaba, y señalar con la mano libre la entrada de la biblioteca. Muy seguramente no haría ninguna gracia su reaparición pero ¿Qué le importaba a ella lo que pensaran aquellas personas?

por **Joao Alves C.** Lun Mayo 09, 2011 10:15 pm

La última pregunta de Antha pareció un jeroglífico para mi cerebro. No podía estar concentrado haciendo el intento por traducir su voz y a la vez descifrar sus gestos, que al final me dejaron más confundido que nunca. Me rasqué la cabeza y me esforcé un poco más prestándole atención mientras me cruzaba de brazos, ladeando un poco la cabeza. Y no fue hasta que lo repitió tres veces con distinta mímica en cada ocasión que finalmente entendí: era el trabajo que yo realizaba...si es que yo realizaba uno. Y la respuesta fue simple, una negación con la cabeza. No tenía posibilidad alguna de explicar sólo con gestos (considerando mi aún patético francés) que venía con dinero desde mi natal Brasil y estaba tratando de conseguir algún trabajo temporal que me pudiera dar estabilidad en esta tierra. Emití un suspiro de resignación y la charla continuó.

Asentí rápido con su proposición y dejé que se afirmara de mi brazo sin hacer reclamos de ningún tipo, después de todo al parecer yo era un cierto "apoyo" muy especial para la chica. Entramos nuevamente a la biblioteca y no pude evitar sonreír de manera inocente, aunque con un toque de maliciosidad al ver los rostros molestos, incrédulos y decepcionados de quienes ya habían experimentado en carne propia nuestro ruidoso encuentro. Llegamos al lugar de siempre y mis apuntes allí estaban, felizmente para mí. Le ayudé a sentarse como todo caballero debe hacer y luego me senté yo, ordenando los papeles para continuar con la enseñanza. Le miré fijamente y asentí en señal de que podía recomenzar.

por **Antha Feuer** Mar Mayo 10, 2011 2:45 pm

Le agradeció el caballeroso gestó con una abierta sonrisa. Le gustaban sus maneras y expresiones cuando no comprendía que era lo que le estaba diciendo, en especial cuando ladeaba ligeramente la cabeza …Le inspiraba ternura y a la vez un sentimiento de protección que, teniendo en cuenta las circunstancias, tal vez no venia al caso.

Esperó a que él tomara asiento y, después del gesto que le daba carta blanca para continuar, retomó la lección que habían pausado. Escribió frases comunes que le pudiesen ayudar a él a defenderse en el diario vivir, para leerlas luego entre susurros y, finalmente hacer alguna suerte de mímica que se acercara lo más posible a lo que intentaba explicar. En algunos casos, cuando no encontraba las señas claras que le ayudaran a hacerse entender, recurría a dibujos poco elaborados hasta que Joao le indicara que había comprendido el mensaje. Se mantuvo además muy atenta a si él presentaba alguna señal de que el dolor regresara para detenerse.

Era una labor, aunque agotadora, bastante regocijante. No es que ella se considerara una “buena samaritana” o que tuviese por hobby buscar “chicos” en problemas para no aburrirse… en general prefería ceder esa tarea a las monjas o a las ancianas. Pero en esta ocasión le hacía feliz haberse detenido junto a él y tener la capacidad de brindarle un poco de ayuda... no tanta como quisiera pero bueno, se hacia lo que se podía con lo que se tenía!... y entonces se le ocurrió una idea…

- Voudriez-vous une tasse de café? - preguntó llevándose a los labios una imaginaria taza para luego sonreírle y repetir la acción las veces que fuese necesario para hacerle comprender que, no solo le estaba explicando la frase, sino que lo invitaba a que salieran de ese lugar y buscaran alguna bebida caliente que amenizara un poco más la tarde; igual podrían continuar con la lección en cualquier lugar que deseasen.

por **Joao Alves C.** Sáb Mayo 14, 2011 11:19 pm

Continuamos la lección y el tiempo jugó en nuestro favor, permitiendo su aprovechamiento de excelente forma. Antha también se veía muy activa, con métodos de enseñanza que a mí no se me habrían ocurrido no obstante mi mínimo conocimiento en maneras de hacer clases, considerando las enseñanzas a las que fui instruido por parte de mi padre cuando dejé de ser esclavo. Repetía las frases tras el tiempo que ella me daba y cada vez se me hacía menos dificultoso pronunciar el antes indescrifrable idioma francés. La mímica y los dibujos también eran una ayuda impresionante, siendo éstos últimos motivo de mi tierna admiración aunque no fuesen dibujos dignos de algún artista, para mí la intención era lo que más importaba y, a decir verdad, todo lo que hiciera ella era perfecto.

Cuando creí haber entendido las frases básicas me sorprendió con una que no supe descifrar hasta la palabra "café" y el gesto universal de tomar una taza. Ladeé la cabeza y comencé a preguntarme a mí mismo el por qué de tan repentina "enseñanza". No habíamos llegado a las comidas aún en el improvisado plan de aprendizaje...¿me estaba invitando de verdad a tomar un café? Impulsivamente asentí y me quedé callado como un niño que ha sido regañado, esperando que se levantara...o que dijera el próximo paso a seguir. Yo estaba listo y dispuesto para seguirla, ya que se había ganado mi confianza.

por **Antha Feuer** Dom Mayo 15, 2011 8:44 pm

Se extendió una sonrisa genuina por el rostro de la joven al ver el gesto de asentimiento de Joao. “Perfecto” pensó. Ya se había aburrido un poco del ambiente calmando de la biblioteca y quería estar en un lugar más real, donde pudiesen hablar al menos en voz alta en vez de en susurros.

Decidía a no perder un segundo, se apresuro a organizar las notas desperdigadas sobre la mesa y entregárselas a él para a continuación tomarle de la mano y guiarlo hacia la salida. Ya podía sentir en su boca el agradable sabor y la emocionó el saber que, siendo aún de día, no tendría que permanecer sentada en soledad en alguna de las mesitas.

Justo cuando estaban por atravesar las puertas del edificio se detuvo en seco. Se había dado cuenta de la satisfacción que presentaban algunos de los rostros que les veían salir acompañados de sus notas (señal inequívoca de que no regresarían) y no pudo resistirse a regalarles una última molestia – BUENAS TARDES DAMAS Y CABALLEROS… PARA SU TRANQUILIDAD NOS RETIRAMOS – Gritó a todo pulmón antes de soltar la risa y halar una vez más a Joao hacia el frío exterior a toda prisa. Había sido un gesto bastante infantil de su parte pero estaba segura de que en este momento estarían hablando entre sí sobre la impertinencia de la gente joven y, en el proceso, haciendo más escándalo que el que ellos dos había realizado durante toda la tarde.

Siguió riendo mientras guiaba de la mano a Joao por entre las calles de la ciudad hasta un cafecito que era de su agrado.
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