“Un cerezo negro” [Libre]

¿Qué todos aportan algo al mundo por el mero hecho de existir? Pero, ¿qué puedo yo aportar? se preguntó soltando un suspiro, realmente no creía tan hecho. Que en el mundo existieran tantas hechiceras y brujos que ni siquiera tenía la capacidad de imaginarlos no le bastaba para asegurar que aportaban algo. Más bien solo traían consigo el peso de una ambigua vida cargada de tecnicismos mediocres que solo servían para llevarles a la sumisión del escondite, porque inspiraban un miedo infundado -en algunos casos- en los humanos que les discriminaban por poderes sensoriales desarrollados.

Sinceramente no pensaba que hubiera nada de especial en los brujos, o quizá tuvieran demasiados aspectos especiales para ser reconocidos ante los humanos como iguales, pero cual fuese que fuere el caso seguia quedando en las mismas. No se puede aportar nada a la humanidad cuando uno se rehusa a encontrar ese punto esencial en una vida conjunta, o lo que es lo mismo cuando se da cuenta de que somo parte de un mundo en la que cada acción repercute en alguien en menor o mayor proporción, como había dicho antes formando parte de un todo en el mundo. Sí, puede ser que tuviera razón, todos estamos aquí por algo...,

Sonrió ante su comentario, no había nada de humano en aquel ser, era una pavada pensar así, sino tuviera algo de humano no sería capaz de hacerle experimentar en torbellido de emociones danzantes que se regocijaban en su cuerpo, como una esfera de energía fluyendo en su torrente sanguíneo, tan freca y palpable; llenándose de la alegría de una nueva vida, aunque solo fuese en su mente. -He de decirle que tiene más de humano que los que se jactan de serlo, al menos a mi simple percepción.

Ciertamente había mucho que ella tenía que pasar, y no es que no apreciara las cosas que él le había mencionado. Ver a la naturaleza actuar era un hecho digno de ver, y que ella había presenciado tantas veces que en ocasiones todo eso formaba parte de la monotonía de una vida vista desde las butacas de un teatro, como si alguien más actuara lo que se supone que ella debía estar viviendo. -Uhmm, creo que entiendo- musitó frunciendo ligeramente el ceño imaginándose la eternidad acompañando sus pasos plagada de los mismo sentimientos oscuros que tanto le seguían. No le apetecía en lo más mínimos, podría ser que con ésta conversación ella abriera los ojos ante lo evidente de una vida..., quizá.

-Creo que de jovialidad no hay nada en mí. A veces pienso que nací con un alma vieja, con un alma cansada de vivir- se encogió de hombros dibujándose una sonrisa burlona en su rostro, aunque la burla era dirigida directamente a ella. -Algunas leyendas urbanas dicen que cada vez que renaces heredas la sabiduría de los de antaño, pero con ello también la vejez de su alma caminante. A lo mejor he renacido tanto que ya no existe la chispa de esperanza de una vida joven y colmada de sentimentalismos joviales.- estrelazó sus manos sobre la mesa después de sentir la frialdad de las del caballero.

Le miró con gesto risueño al imaginarse al pequeño Dunkelheit, tumbándose en los sembradíos para que los potentes rayos del sol le dieran de lleno sobre sus rosadas mejillas, disfrutando de la plenitud del astro rey contra su tersa piel. Era una imagen agradable que aunque ella nunca hubiese hecho se le antojaba divertida. -Es una idea por demás agradable, y es agradable saber que no hay muchas cosas de las cuales se arrepiente, porque se dice que arrepentirse supone una pérdida de tiempo, a lo que me lleva a pensar que siempre estoy perdiendo el mío- rió con suavidad con una mueca de disgusto por ello, no es que se reprochara muchas cosas, pero había algunas que valía la pena en pensar el que tal.

Pronto dejó esa mueca y la cambió por una de completa simpatía y hasta complicidad con él. -Creáme cuando le digo que no es una simple luz, es mucho más, es un halo de esperanza, ha usted despejad mi visión, quitado una venda que me mantenía cegada y se le estoy infinitamente agradecida por ello, en verdad le aseguro que es la más grata compañia que he tenido jamás- alargó su mano hacia él encontrándose con la frialdad de su piel que provocó un sutil escalosfrío en la bruja, presionó su mano sin sabe si él lograría sentirle tan nítido como ella, acto seguido regresó a su postura anterior dando un sorbo al cafe que en ese momento entregaba la camarera.