Synchronicity...[Kei Koizumi]

Fue en una estación de tren, ¿Cómo poder olvidarlo? Aquel diciembre, recuerdo que me dirigía a casa, en uno de los trenes, estaba nevando fuertemente, yo solo cargaba un abrigo que se confundía con el panorama, con mi piel, aquel abrigo hermoso y blanco.

No había mucha actividad debido al tiempo, tampoco habían muchos pasajeros, viajaríamos de noche, gracias a ciertos privilegios no compartiría “vagón” con nadie, por el temor de si llegaba el sol, nos costaría un par de días llegar.

Aborde el tren, de una manera que me sentía protegido, miraba por las ventanas, como caía la nieve, aquellos copos, se absorto su belleza en mi mirada, tanto que los escalofríos de verles mojar la tierra los sentía en mi piel.

Me quede anonadado, ahí sin hablar, con las manos en el abrigo, sin expresión alguna, solo vestido igual que el clima mirando, hasta que por desgracia, una joven tropezó conmigo, voltee la mirada hacia ella, y me miro, sus ojos verdes se cruzaron con el azul de los míos, fue como un destello que desato una tormenta.

- Lo siento Monsieur, he de tener más cuidado la próxima vez.

Dijo levantando su pequeño bolso francés, aquel vestido tan pálido que contrastaba con su alegre piel, parecía incomodarle, no dije nada, me vi mal educado, la nieve siguió al igual que yo por mi vagón, ella desapareció entre las puertas, seguro que la vería en la cena.

Tan elegante y fina, sus hermosos y rubios cabellos cayendo sobre su espalda, sobre la elegancia que poseía, no me había interesado una mujer de ese modo, no en mucho tiempo, el “sentimiento” no había tocado mi puerta aun, porque no era el momento.

Ahí estaba tan elegante, tan frívolo, el lugar donde descanse por la mañana y la tarde huyendo del sol, mientras era custodiado por algunos guardias, para que nadie se atreviera a entrar, solo escabuchaba que las ruedas se ponían en marcha, con ellas un gran viaje.

Justo cuando se anuncio la cena, estaba más que listo para salir. Me dirigí al comedor, ¡cuánta gente!... sin darme cuenta en el transcurso que dormí el tren había hecho varias paradas. El salón estaba lleno con él se iban las esperanzas de verle una vez más debía resignarme y por lo menos probar alimento.
Ahí estaba yo, pidiendo una gran botella de vino, cuando me levante y me dirigí a la barra donde se repartían unas copas al estilo Italiano de mi gusto, fui por un par, ¡Un par!... pero si era solo yo el que bebería.

- Un hombre misterioso, los guardias le custodian de día, sale de noche y siempre está solo, sin embargó este decide llevar dos copas a su mesa como invitación para alguien más.

- Madame, ¿Qué trata de insinuar?

- Quizás quiera invitar a alguien a su mesa… ¿Qué le parece una mujer aburrida y divertida como yo?

- Es un atrevimiento, de su parte, pero estaría más que complacido de hacerlo, es lo menos que puedo hacer, después de no dirigirle cierto respeto la noche anterior.

- Y yo que pensé que era mudo, pero ahora veo que es grosero.


Ella empezó a reír después de eso, nos dirigimos a la mesa, a seguir compartiendo palabras, a seguir la plática casi hasta que la oscuridad se había ido, con ella la gente que nos rodeaba y algunos del servicio, habíamos bebido tanto, que le lleve a mi vagón, para que descansara.
Nos conocimos muy rápido, todo era tan perfecto, todo era tan extraño.

- ¿Dónde?...

La voz débil me despertó, ella estaba ahí frente a mí, le podía ver bien, tanteaba en la oscuridad y justo cuando vi su mano tratando de buscar una ventana. Le hable asustándola

- No la abras… por favor…

Eso había sido tan sospechoso, tan raro. Solo encendí una vela, estaba cansado y seguimos hablando, me abrazo al saber qué tipo de aberración era yo, derramo llanto por mí.

- No sería malo… sabes, deseo ser como tú… deseo ser como tú… pero no aún, creo en la reencarnación y prométeme… que cuando muera y reencarne, si me reconoces volveremos a platicar, volveremos a confiar… volveremos a este lugar y a este vagón…
.
Recuerdo sus palabras una a una, deseaba ella tanto morir y probar que existía tal creencia, que los recuerdos se llevan para siempre aun estemos en un cuerpo nuevo. Cuando llegamos a nuestro destino, de nuevo en una noche fría de diciembre, le invite a casa, porque sabía que ella se hospedaría en un hotel.

Aquella fue una invitación a más de una charla, en un acto de verdadero amor, de verdadero placer, de sentimientos a flor de piel.

- Quisiera saber en qué reencarnare… ¿en un vampiro quizá?... en una mujer nuevamente, en un hombre, quizá en un gitano o gitana, en un felino, no sé… pero no quiero olvidarte, sé que cuando nuestras miradas se crucen una vez más nos reconoceremos.

Susurro a mi pecho, aferrándose a él, mientras quedábamos en un sueño profundo, mientras yo caía en una ilusión, cuando desperté, no le vi, jamás le volví a ver, le busque por cada rincón de parís, jamás volví a saber de ella…

.-.-.-.-.-.-.

Y nuevamente aquí estoy, frente a esta estación, esperando a que salga el tren mientras veo por la ventana… un poco de oscuridad… a diferencia de aquel tiempo… ahora es primavera.

La brisa del viento de primavera se acompaño en mis pensamientos con aquel sonido de piano que quizá provenía de más allá, pensaba en aquella persona y lo que me dijo hace ya muchísimo tiempo, seguro que ya había vuelto a reencarnar, apenas un sonrisa salió de mi, el golpe de las hojas, de aquel olor a “ferrocarril”. Los ojos, son la puerta de muchas cosas, del corazón, del alma, de un yo verdadero, si le volviera a encontrar, yo no le soltaría, no esta vez, quizá esa persona sabía que estábamos “conectados” para poder encontrarnos pero aquella ocasión no era la indicada por eso hablaba de la reencarnación.

Hablando de los encuentros, eso que viví hace mucho, ¿fue destino?, la verdad es que pensaba que en la vida debe haber un balance, así que tal vez porque hay que creer en un mínimo de esas cosas, los recuerdos me transportaron a esa época justo cuando escuche su voz, justo cuando mis lentos movimientos se encontraron primero con sus ojos, con su mirada, un poco, solo un poco parecida a la sensación de hace unos años atrás, pero esta tenía una intensidad tan inmensa que me era difícil de explicar, ya que no había experimentado ciertas cosas aun, en este tren me atrevo a decir una estupidez.

Quizá te encontré reencarnando en un sentimiento mucho mas diferente y poderoso que aquella vez, cuando volví a mirarte habías cambiado ya, sin embargo tus ojos como los míos, aun seguían con un gran afecto el uno por el otro, jamás imagine que esa persona que antes era una desconocida y probable enemiga me fuera a controlar de cierta manera.

- Monsieur Koizumi, buenas noches tenga usted, me pregunto… ¿casualidad o destino?...

¿Desde cuándo tanta formalidad? La verdad estaba nervioso, a decir verdad muy impresionado por el impacto de sus ojos, no sé si fue el recuerdo, o la casualidad pero estaba completamente seguro que era la persona con la que deseaba estar, fue como un tropiezo de aquella ocasión, solo eso… tal vez… Ella… reencarno ¿en él?... Una pregunta que sigue al aire.

- Me preguntaba… ¿Qué viaje emprende usted?... para estar en el mismo ferrocarril que un servidor, ¿negocios, placer?... seguro placer. Supongo que es lo que más le va…

Reí descarado mientras le ofrecía mi mano, seguro lo que había dicho era una estupidez, ¿Cómo me había atrevido? Pero ya lo hecho, hecho estaba. Aquel ferrocarril se dirigía lejos, yo lo había emprendido por negocios, últimamente la fábrica estaba fallando, pero se había resuelto, solo era ordenar ciertos papeles, firmas y algunas juntas con proveedores. Pero ahora mi preocupación era su reacción aunque su mirada sobre mí cara, era amable, no debía bajar la guardia ante mis palabras.