Por el Placer de hacerlo (Privado)

Los aires de parís no me sentaron muy bien o era que no soportaba estar en un lugar por mucho tiempo, no importa lo que fuese solo veía en las calles a tanta gente desagradable presumida un tanto egoísta y gastando el dinero que no posee ¿Quién era yo? Solo era un ser que en el pasado asesino a toda su “gente” una venganza que aun sabe a miel y puede saborear cada que guste. Iba caminando totalmente erguido y con un aire un tanto altanero creyéndome mejor que los demás y con una sonrisa un tanto macabra ¡ja! Quería que está noche tuviera un toque especial, el olor sangre inundaría parís ahogando a cada uno de sus habitantes en un placer eterno. No, no soy un vampiro aunque me éxito ante el hecho de sentir esa calidez en mi cuerpo, el quitarle la vida a otra persona era lo mejor que había podía hacer. El motivo de mi existencia no era otra que hacer de justiciero. No, no soy dios… pero es como si lo fuera ya que tomaba la vida de otros a mi placer, juzgando sus actos sin, siquiera mirar los propios.

La noche era calurosa la primavera había entrado pero mis saco negro hasta las rodillas era mi fiel compañía, mis pasos resonaban entre los pisos de piedra, mi mirada fija al frente sin pensar hacía donde caminar solo esperaba como un animal espera a que su presa aparezca, esa dulce y exquisita sangre en mi manos, no, ya no quería esperar aunque tampoco quería ser injusto y matar a un pobre infeliz no se bien desde cuando tengo un lado bueno pero eso da lo mismo. Si, por favor deben creerme… aun puedo tener un corazón, el cual late lentamente como si fuera inerte solo eso falta que muera de una vez por todas y poder ser libre… que pensamientos tan estúpidos ahora que lo pienso mejor, no soy más que un niño al cual no le dieron el amor necesario.

Mi vista seguía al frente sin ver ni un alma cerca lo cual me decepciono parpadee unas cuantas veces esperando ver aparecer a alguien, saque una navaja de mi gran saco negro y comencé a jugar con ella hasta que las risas de un viejo gordo resonaron en mis oídos como dulce canto de una golondrina, mi emoción era parecida a la de un niño y puedo asegurar que aplaudí alegremente ante mi fortuna que se veía cada vez mejor. Intente que mis pasos no sonarán por las calles, cauteloso me acerque con un rostro soñador blandiendo mi navaja de un lado a otro como si se tratase de una batuta, coloque mis manos en sus hombros extendiendo mis dedos lo más posible –Buenas noches caballero. Hoy es el día de su juicio – la navaja se presentó alegremente ante su cuello, volteo ese rostro regordete para poder observar al futuro verdugo y para mala suerte de él pude reconocer ese rostro con nariz chata, si no me equivoco hace años fue uno de “mis clientes” (por así decirlo) en la época en la que viví con los gitanos, era uno de los tanto que pagaron por mi cuerpo infantil. Mi sonrisa se ensancho y torció temiblemente las manos me temblaban de tanta emoción, mi hermosa navaja me rogaba que cortase de una buena vez su cuello y la bañará en ese líquido rojo que tanto añoraba.

Disfrute por unos segundos su miedo hasta que me hartaron sus lloriqueos, los mimos que hice yo al momento de que me profano –Es el fin, en mis manos morirás y darás paso a una era de miedo y terror que azotará todo parís- un poco de alarde no me venía nada mal, sujete su frente provocando que su nuca se juntase con mi pecho mientras la navaja se abría paso en su garganta y se bañaba en un rojo carmesí intensamente hermoso. Reí por unos instantes mientras mis manos disfrutaban el calor de su sangre. No hice más solo le quería hacer eso una extraña paz me inundo, lo lleve a un parque y le deje entre los arbustos regresando a la escena del crimen con mis manos ya lavadas mostrando su palidez.

Cerre mis ojos al escucharla, no sonreí pero al abrir mis parpados aquellos ojos, fríos y calculadores se tornaron un tanto más oscuros de lo que eran y una felicidad desbordo de ellos –Es tuyo – no proteste ¿para qué hacerlo? Solo quería su cuello y puede que antes me gustaría verlo rogar, personas como esa son las que se acobardan a último minuto besa tus pies, juegas un rato con ellos y terminas con sus patéticas vidas.

Me miro con odio y eso hizo que quisiera su sangre más que nada, me acerque con mi navaja oculta por mi brazo pero el filo estaba más que preparado para cortar limpiamente, la mujer cayo y una profunda paz se dibujó en ella pero… lo que vería a continuación le dejaría traumada de por vida apuesto mi vida a ello.

Se dejó venir torpemente con los brazos extendidos como si quisiera tomar mi cuello y romperlo pero mis movimientos eran más hábiles di media vuelta y el sujeto cayo bruscamente al suelo, matarlo ahora sería fácil - ¿Quieres jugar un poco o vemos hasta dónde llega? – mire a mi interlocutor con una ceja arqueada esperando que me diera carta blanca para cortar su cuello o sacaba antes su corazón. Algo divertido sin duda y mucho más si dejamos que se vuelva loco con nosotros mientras intenta alejarnos de su camino.

Reí en mi interior por si me hubieran escuchado el cuerpo se les hubiera helado – ¿Oriente? – pregunte un emocionado por hacerlo, mire a los lados y no se veía más que la joven la cual se quedó gracias a la curiosidad que provoco un vampiro y un gitano simplemente espero que no haya pensado que la salve… o ¿acaso lo hice? No, Jaqueline si lo hubiera hecho por el semblante que puso al momento de ver el ataque, pero yo no y si no se iba al terminar con ese patético ser seguiría con ella sin compasión alguna.

Una risa estridente y un tanto macabras salió de mi ser a escucharle mi voz se volvió un poco más ronca para que supiera con quien se metía – Somos lo que somos y tú no podrás hacer nada- mi navaja ondeaba en el aire a causa del movimiento de la muñeca que la sujetaba con cierta delicadeza - ¿qué? ¿Por qué esa cara? ¿Tienes miedo? – fueron preguntas sarcásticas y me acerque nuevamente a él que estaba tendido en el suelo de nueva cuenta a causa de la patada que mi acompañante le proporcionó, me agache al momento que quede a la altura de sus pies tomando uno jalándolo hacía mí mientras el filo de mi pequeña paseaba por su pierna y se paseaba por ella libremente, su mirada demostraba desorientación aun no podía temerme, temernos… - Quiero ver miedo en tu mirar – dije como si hubiera sido una petición y la navaja se clavó en el bícep de su pierna internándose lentamente y desgarrándola, el tipo dio un movimiento brusco y provoco que le cortara más de lo debido – Imbécil – le solté la pierna y le tome rápidamente del cuello de la camisa para acercármele – No lo vuelvas a hacer o morirás de una forma más doloras que está. Y tú cállate o la próxima en probar su filo serás tú – dije con mi voz fría y sin alguna expresión en mi rostro dirigiéndome a la chica que gritaba como loca.

Tenía razón, un trauma para la joven ahora no sabía si la chica que ahora se encontraba pálida del miedo hubiera preferido que el tipo le robara o que nosotros le ayudáramos. Si lo pensaba mejor no era ayuda como tal, solo intentaba calmar mis ganas de volver a ver esa expresión de terror y dolor. Mi navaja era una extensión más de mi brazo ya que sentía como se clavaba en la piel lentamente y se abría paso por ella.

Escuche cantar a mi acompañante una mueca de regocijo apareció, observe la acción y la sangre correr, los gritos del hombre eran insoportables así que opte por cortar su lengua para que de esa forma los sonidos se apagasen, gire mi cabeza y la chica ya había echado a correr pero al final sería como todas las victimas que había dejado vivas, se volvería loca por lo que vio y al intentar contar lo sucedido nadie le creerá. Sí, un final digno –Sufre demasiado – Mi voz intento sonar como si compadeciera a mi victima pero la voz fría y ronca no ayudaba en mi engaño - ¿Quieres tomar su corazón ahora o esperas a que sufra? – Yo Takeshi preguntándole a una mujer que es lo que quería hacer con una víctima mía, eso no era creíble pero, si tomamos en cuenta que un ser inmortal puede acabar con mi vida en un santiamén. No era miedo si no precaución, aparte el deseo de sangre no unió creo un vínculo de satisfacción.

Hundí más y más y el tipo afirmo como si quisiese que su cabeza saliera volando de su cuello, reí ante eso – Bueno creo que eso significa que se llama Emmanuel pero… - arquee mi cejas viendo esa expresión de miedo – Ya no me gusta más ese nombre… - retorcí la navaja en su interior y su boca se abrió dejando el grito ahogado en su garganta – Bueno pues si se lo quitas despacio la sangre tendrá tiempo de sobra para irse deteniendo provocándole la muerte pero… - fingí pensar un poco – Si se lo quitas rápido la sangre aun estará recorriedo sus venas con rapidez y puede que Emmanuel se convierta en una fuente humana – mi voz parecía más infantil y mis exagerados movimientos con la cabeza indicaban que me divertía con la situación – Ahora la pregunta es ¿Quieres crean toda una fuete carmesí en medio de la calle o prefieres ver como deja de latir su corazón a medida que lo arrancas? -

Había observado aquel deseo de lamer la sangre que mi interlocutor tenía en su mano pero se detuvo al momento en que la llame, puede que el querer beber sangre como lo hace un vampiro sea la misma sed que tengo yo al querer embriagarme con su aroma y solo verla correr por las calles –Claro, Vamos – dije sin oponer resistencia aparte de que el pánico que envolvería a la ciudad o al menos sus alrededores sería algo sumamente placentero. Guarde la navaja y comencé a caminar con ella nos alejamos del lugar no sin antes escuchar los gritos de terror de más de una persona al parecer había encontrado a nuestra dulce víctima –Creo no tardaron en encontrarlo-

Prendí un tabaco el cual saque del interior de mi saco observando de reojo a Jaqueline con la cual sin querer entable algo muy parecido a una amistad, mejor dicho somos una especie de cómplices un par de chiquillos divirtiéndose a costa de los demás. Una bocanada dada provoca que casi me ahogue al recibir tan repentino comentario soltando una carcajada un tanto estridente no dije nada ante eso pero mi sonrisa demostraba la felicidad que sentía.
Hace tiempo que no reía o la pasaba tan bien en estas condiciones solo un loco como yo y una inmortal como mi interlocutor se divierten – ¿Estás bien? – la seguía observando parecía un tanto ansiosa – Es una linda y larga noche ¿Qué más quieres hacer? La diversión corre solo hoy por mi cuenta – di otra fumada dejando que el humo cubiese mi rostro esperando una respuesta mientras seguíamos caminando por la calle un tanto desierta dejando el bullicio del reciente asesinato.

La seriedad se había desvanecido mi ser y a estas alturas ya no era importante –Sí eso suele pasar cuando no estas acostumbrada a quitarle la vida a alguien- le mira escuchando cada palabras, ahora se veía un tanto diferente algo que me agrado – Debemos tener cuidado tantas muertes en un día en circunstancias extrañas puede resultar un tanto sospechoso – no es que fuera el mejor samaritano y que respetara mucho la vida pero era demasiado molesto tener cuidado con las autoridades pueden ser un verdadero dolor de cabeza. Accedí ante su petición ya que, aunque parezca extraño era un hombre de palabra –Vamos, solo que no hay que buscar mucho en cada rincón de esta podrida ciudad hay una escoria esperando la muerte- le sonreí y comencé mi andar a paso firme.