AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
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Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
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20:20. Yulianna y Pierrot llegan a la Mansión.
Se encontraban en el coche de caballos de Yulianna. En todo el camino no habían hablado, pero eso había sido así porque ella notaba que el chico era tímido, y quizás le molestase cualquier pregunta. Por eso iría poco a poco.
En a penas quince minutos llegaron a casa, y ya se habrían paso por el sendero que conducía a esta. Alejada de la ciudad, por petición de la dueña, a la cual, le gustaba la tranquilidad.
En la puerta esperaba el ama de llaves: Anna, la cual esperaba a Yulianna, como hacía cada día, pues esta siempre solía retrasarse por algún motivo.
La casa era enorme, pero no sólo la casa sino los alrededores. Yulianna bajó del coche, tapándose con el paraguas que le ofrecía su ama de llaves y esperando a Pierrot. Cuando el chico hubo bajado se dirigió hasta el porche, para así no mojarse, y le habló de su casa, pero no alardeando sobre ella. Ella no era así.
-Es una casa de piedra, decorada al estilo Ruso, con dos jardines enormes y varias hectáreas en las que se practica el tiro con arco y se monta a caballo. Son mis aficiones favoritas. En la parte trasera hay un pequeño establo, y también una pequeña granja, además de un jardín con numerosas clases de flores y un huerto con los alimentos de primera necesidad. Pero en realidad, mi parte favorita, es el amplio camino por el que acabamos de pasar, que lleva a la casa desde la carretera, pues está alejada de cualquier poblado.-Yul miró al chico, que parecía asombrado, y sonrió, pues pronto entendería por qué le contaba tanto sobre su casa. -¿Le gusta? -preguntó con una encantadora sonrisa. Anna, en ese momento y de manera inoportuna, se acercó al oído de Yulianna y le preguntó por el chico. También insinuó que habría que dejarle ropa, y quizás necesitase un baño, pero la respuesta de la dueña de la casa fue un no rotundo. -¿Pasamos? -dijo entrando antes que Anna.
Se dirigió al salón, donde el estofado y la bebida estaban servidos, así como una hogaza de pan. Y había suficiente cantidad para varias personas, pero es que Yulianna quería que su servicio comiese lo mismo que ella, y muchas veces cenaban juntos, aunque en esta ocasión había un invitado.
-Pase, por favor. Comeremos enseguida. -El salón era espacioso, con una chimenea, y varios cuadros decorativos. La mesa era rectangular y larga, además el mantel era rojo con detalles dorados, y estaba la cristalería, los cubiertos de plata y la vajilla de porcelana. -Espere, Pierrot. -dijo Yulianna pensándoselo dos veces. -Estoy mojada, y usted también, así que haremos una cosa... usted subirá acompañado de mi mayordomo Eduard a la habitación de invitados. Allí se bañará, y cambiará. Yo haré lo mismo, pero en mi cuarto. Nos vemos aquí en media hora.
Yulianna subió, se bañó y se cambió. En esta ocasión llevaba un vestido beige, y los pendientes de rubís que acababa de adquirir. Había ordenado que al muchacho se le diese ropa sencilla, una camisa, botas, pantalones, y una americana. Eran de color azul oscuro, y la camisa blanca. Las botas eran negras.
Bajó al salón y todo estaba cómo había pedido. La comida estaba servida en una mesa redonda, para dos comensales, justo en frente de la chimenea, dejando la otra parte del salón en la penumbra, y la de ellos con unas velas. Al poco tiempo llegó él. -¿Todo a su gusto? -preguntó ella.
Ahora en la mesa había vino blanco, vino tinto, agua, el estofado, ensalada con pimientos, y también una bandeja con manzanas.
20:20. Yulianna y Pierrot llegan a la Mansión.
Se encontraban en el coche de caballos de Yulianna. En todo el camino no habían hablado, pero eso había sido así porque ella notaba que el chico era tímido, y quizás le molestase cualquier pregunta. Por eso iría poco a poco.
En a penas quince minutos llegaron a casa, y ya se habrían paso por el sendero que conducía a esta. Alejada de la ciudad, por petición de la dueña, a la cual, le gustaba la tranquilidad.
En la puerta esperaba el ama de llaves: Anna, la cual esperaba a Yulianna, como hacía cada día, pues esta siempre solía retrasarse por algún motivo.
La casa era enorme, pero no sólo la casa sino los alrededores. Yulianna bajó del coche, tapándose con el paraguas que le ofrecía su ama de llaves y esperando a Pierrot. Cuando el chico hubo bajado se dirigió hasta el porche, para así no mojarse, y le habló de su casa, pero no alardeando sobre ella. Ella no era así.
-Es una casa de piedra, decorada al estilo Ruso, con dos jardines enormes y varias hectáreas en las que se practica el tiro con arco y se monta a caballo. Son mis aficiones favoritas. En la parte trasera hay un pequeño establo, y también una pequeña granja, además de un jardín con numerosas clases de flores y un huerto con los alimentos de primera necesidad. Pero en realidad, mi parte favorita, es el amplio camino por el que acabamos de pasar, que lleva a la casa desde la carretera, pues está alejada de cualquier poblado.-Yul miró al chico, que parecía asombrado, y sonrió, pues pronto entendería por qué le contaba tanto sobre su casa. -¿Le gusta? -preguntó con una encantadora sonrisa. Anna, en ese momento y de manera inoportuna, se acercó al oído de Yulianna y le preguntó por el chico. También insinuó que habría que dejarle ropa, y quizás necesitase un baño, pero la respuesta de la dueña de la casa fue un no rotundo. -¿Pasamos? -dijo entrando antes que Anna.
Se dirigió al salón, donde el estofado y la bebida estaban servidos, así como una hogaza de pan. Y había suficiente cantidad para varias personas, pero es que Yulianna quería que su servicio comiese lo mismo que ella, y muchas veces cenaban juntos, aunque en esta ocasión había un invitado.
-Pase, por favor. Comeremos enseguida. -El salón era espacioso, con una chimenea, y varios cuadros decorativos. La mesa era rectangular y larga, además el mantel era rojo con detalles dorados, y estaba la cristalería, los cubiertos de plata y la vajilla de porcelana. -Espere, Pierrot. -dijo Yulianna pensándoselo dos veces. -Estoy mojada, y usted también, así que haremos una cosa... usted subirá acompañado de mi mayordomo Eduard a la habitación de invitados. Allí se bañará, y cambiará. Yo haré lo mismo, pero en mi cuarto. Nos vemos aquí en media hora.
Yulianna subió, se bañó y se cambió. En esta ocasión llevaba un vestido beige, y los pendientes de rubís que acababa de adquirir. Había ordenado que al muchacho se le diese ropa sencilla, una camisa, botas, pantalones, y una americana. Eran de color azul oscuro, y la camisa blanca. Las botas eran negras.
Bajó al salón y todo estaba cómo había pedido. La comida estaba servida en una mesa redonda, para dos comensales, justo en frente de la chimenea, dejando la otra parte del salón en la penumbra, y la de ellos con unas velas. Al poco tiempo llegó él. -¿Todo a su gusto? -preguntó ella.
Ahora en la mesa había vino blanco, vino tinto, agua, el estofado, ensalada con pimientos, y también una bandeja con manzanas.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Pierrot no daba crédito a lo que estaba ocurriendo. Aun cuando el chofer dio la señal a los caballos para que estos echaran a andar y el coche estuvo en movimiento, aun así todavía existía la remota idea de que todo lo que estaba pasado fuera solo obra de su imaginación. Miro a su alrededor y sus ojos no veían mas que cosas a las que el no estaba acostumbrado, el interior del carruaje era elegante, en un color beige que de alguna u otra manera hacían juego con el también elegante vestido que llevaba puesto la dama que era ahora su acompañante. Alzo la vista y le sonrío tímidamente y ella le devolvió la sonrisa, Pierrot desvío la mirada entonces y se limito a observar por la ventanilla el exterior. La ciudad le parecía un poco diferente desde esa perspectiva, mucho mas cuando con el paso de los minutos vio que se alejaban más hacia las afueras de Paris. El no tenía la fortuna de conocer toda la ciudad, aunque admitía que le gustaría hacerlo. Quizás lo mas sensato es que se hubiera aprovechado ese momento de absoluto silencio para conocer un poco mas la razón del por que la joven le había invitado a su casa, pero prefirió ahorrarse las preguntas para mas tarde, cuando estuvieran en la cena, pues entonces no tendría nada mas de que hablar con ella. De todos modos el silencio que hubo en todo el camino no fue de esos incómodos, extrañamente se sintió a gusto en su compañía, aun cuando el mutismo los hubiese abrazado.
En pocos minutos habían llegado. La dama bajo primero con la ayuda de su chofer y Pierrot le siguió. Sus ojos se encontraron entonces con una residencia de magnitudes insospechadas. Ni siquiera la lluvia que aun se hacia presente con fuerza pudo evitar que el muchacho echara un vistazo asombrado ante esa belleza de hogar. Estaba seguro de que lo que sus ojos alcanzaban a ver a través de las gotas de lluvia era tan solo una minima parte de lo que realmente era esa mansión. Decenas de habitaciones figuraban en la parte de arriba y el no pudo evitar preguntarse si realmente estaban todas ocupadas por algún huésped. Saliendo un poco del trance, siguió a Yulianna hasta el porche, donde ella atentamente le hablo un poco mas de su morada. Pierrot siguió con sus ojos azules cada parte que ella indicaba y aunque no le eran visibles, su imaginación jugo parte importante en aquella explicación. – Es muy hermosa. – Hablo finalmente y luego de permanecer callado por tanto tiempo, dejando claro que sin duda, esa era una casa digna de una mujer como ella, no tenia nada que ver con el tipo de viviendas a las que el estaba acostumbrado, incluso le parecía que era todavía mas enorme que la casa de su patrona Alessandra.
Pierrot noto como la ama de llaves le observaba curiosa, quizás con un poco de intriga, seguramente preguntándose que hacia su ama Yulianna con alguien como el, de donde lo había sacado y por que razón ahora lo llevaba a su hogar con la intención de ser su compañero de cena. Pierrot solo esperaba que nadie le preguntase algo de ello, por que sinceramente ni el mismo sabría que responder a tales cosas.El interior de la casa dejo al muchacho todavía más perplejo, contenía todo lo que una casa digna de un cuento de hadas podía tener. Incluso había una chimenea, Pierrot jamás había visto una chimenea. Los ojos del joven se pasearon de un rincón a otro, similar a como había recorrido con la vista cada lugar de ese negocio de antigüedades, memorizando en su joven mente cada objeto, aprendiendo de ello lo que fuese posible. Hubo una que otra cosa que no supo que era y tuvo la descabellada idea de preguntárselo a quien le había llevado hasta ahí, pero se contuvo, su ultima intención era querer verse como un imprudente…aunque en realidad lo había sido toda su vida.
La mesa que figuraba en el salón era igual de grande, todo en esa casa era grande en realidad. Sobre la mesa yacía la cena, humeando y desprendiendo un olor delicioso que despertó el apetito del joven de manera automática y cuando tuvo la intención de tomar asiento, le fue interrumpido con nuevas indicaciones. No pudo negarse a la petición de la muchacha, pues quizás le molestaba el hecho de que estuviera sucio y no digno de estar sentado en esa mesa tan elegante, así que simplemente acepto en silencio las ordenes que se le daban y siguió al mayordomo de nombre Eduard que lo guío hasta la habitación que se le había otorgado para hacerse limpieza personal.
El hombre dejo sobre la cama la ropa limpia que le seria prestada y que la señora de la casa había indicado que debía vestir. Una vez que el mayordomo abandono la habitación, el muchacho dedico unos cuantos minutos a observarla detalladamente, curioso, pero dejo de hacerlo en cuanto se percato de que no debía demorar demasiado, pues para cuando bajara la cena estaría fría y su acompañante molesta quizás por su demora. Se ducho en menos de veinte minutos y paso por encima de su cuerpo una toalla blanca y limpia que se encontraba doblada en el cuarto de baño, luego se coloco la ropa limpia y finalmente las botas. No pudo evitar mirarse en el espejo y sentirse extraño con ese atuendo al que no estaba acostumbrado. La ropa era la de un joven mas fino, quizás no en exceso elegante, pero si bastante diferente a la que el solía vestir a diario. Paso la toalla por la cabeza y se seco el pelo ya algo crecido y luego tomo un peine que se encontraba sobre la mesita y acomodo el cabello de un modo que hiciera juego con el resto de su apariencia. Un Pierrot más elegante se le devolvía la mirada en el espejo.
Finalmente bajo y se le condujo hasta un lugar distinto a donde había pensado que tomarían la cena. Al llegar Yulianna ya se encontraba esperándole, vestida de manera diferente, pero igual de elegante que antes, frente a una mesa mas pequeña y redonda sobre la cual estaba la cena y un par de velas que eran lo único que prácticamente alumbraban aquella habitación, dando la impresión de que aquello se parecía mas a una cita de enamorados. El muchacho tomo asiento frente a ella y luego le miro, como esperando recibir nuevamente indicaciones de su parte. Luego bajo la vista y ante sus ojos aparecieron un sin fin de cubiertos que el no tenia idea para que se usaban. Había por lo menos tres tipos de cucharas, un tenedor, cuchillos…. Pierrot solo esperaba no hacer el ridículo frente a aquella mujer, no podía aumentar el nivel de borrarnos que ya había tenido ese día.
En pocos minutos habían llegado. La dama bajo primero con la ayuda de su chofer y Pierrot le siguió. Sus ojos se encontraron entonces con una residencia de magnitudes insospechadas. Ni siquiera la lluvia que aun se hacia presente con fuerza pudo evitar que el muchacho echara un vistazo asombrado ante esa belleza de hogar. Estaba seguro de que lo que sus ojos alcanzaban a ver a través de las gotas de lluvia era tan solo una minima parte de lo que realmente era esa mansión. Decenas de habitaciones figuraban en la parte de arriba y el no pudo evitar preguntarse si realmente estaban todas ocupadas por algún huésped. Saliendo un poco del trance, siguió a Yulianna hasta el porche, donde ella atentamente le hablo un poco mas de su morada. Pierrot siguió con sus ojos azules cada parte que ella indicaba y aunque no le eran visibles, su imaginación jugo parte importante en aquella explicación. – Es muy hermosa. – Hablo finalmente y luego de permanecer callado por tanto tiempo, dejando claro que sin duda, esa era una casa digna de una mujer como ella, no tenia nada que ver con el tipo de viviendas a las que el estaba acostumbrado, incluso le parecía que era todavía mas enorme que la casa de su patrona Alessandra.
Pierrot noto como la ama de llaves le observaba curiosa, quizás con un poco de intriga, seguramente preguntándose que hacia su ama Yulianna con alguien como el, de donde lo había sacado y por que razón ahora lo llevaba a su hogar con la intención de ser su compañero de cena. Pierrot solo esperaba que nadie le preguntase algo de ello, por que sinceramente ni el mismo sabría que responder a tales cosas.El interior de la casa dejo al muchacho todavía más perplejo, contenía todo lo que una casa digna de un cuento de hadas podía tener. Incluso había una chimenea, Pierrot jamás había visto una chimenea. Los ojos del joven se pasearon de un rincón a otro, similar a como había recorrido con la vista cada lugar de ese negocio de antigüedades, memorizando en su joven mente cada objeto, aprendiendo de ello lo que fuese posible. Hubo una que otra cosa que no supo que era y tuvo la descabellada idea de preguntárselo a quien le había llevado hasta ahí, pero se contuvo, su ultima intención era querer verse como un imprudente…aunque en realidad lo había sido toda su vida.
La mesa que figuraba en el salón era igual de grande, todo en esa casa era grande en realidad. Sobre la mesa yacía la cena, humeando y desprendiendo un olor delicioso que despertó el apetito del joven de manera automática y cuando tuvo la intención de tomar asiento, le fue interrumpido con nuevas indicaciones. No pudo negarse a la petición de la muchacha, pues quizás le molestaba el hecho de que estuviera sucio y no digno de estar sentado en esa mesa tan elegante, así que simplemente acepto en silencio las ordenes que se le daban y siguió al mayordomo de nombre Eduard que lo guío hasta la habitación que se le había otorgado para hacerse limpieza personal.
El hombre dejo sobre la cama la ropa limpia que le seria prestada y que la señora de la casa había indicado que debía vestir. Una vez que el mayordomo abandono la habitación, el muchacho dedico unos cuantos minutos a observarla detalladamente, curioso, pero dejo de hacerlo en cuanto se percato de que no debía demorar demasiado, pues para cuando bajara la cena estaría fría y su acompañante molesta quizás por su demora. Se ducho en menos de veinte minutos y paso por encima de su cuerpo una toalla blanca y limpia que se encontraba doblada en el cuarto de baño, luego se coloco la ropa limpia y finalmente las botas. No pudo evitar mirarse en el espejo y sentirse extraño con ese atuendo al que no estaba acostumbrado. La ropa era la de un joven mas fino, quizás no en exceso elegante, pero si bastante diferente a la que el solía vestir a diario. Paso la toalla por la cabeza y se seco el pelo ya algo crecido y luego tomo un peine que se encontraba sobre la mesita y acomodo el cabello de un modo que hiciera juego con el resto de su apariencia. Un Pierrot más elegante se le devolvía la mirada en el espejo.
Finalmente bajo y se le condujo hasta un lugar distinto a donde había pensado que tomarían la cena. Al llegar Yulianna ya se encontraba esperándole, vestida de manera diferente, pero igual de elegante que antes, frente a una mesa mas pequeña y redonda sobre la cual estaba la cena y un par de velas que eran lo único que prácticamente alumbraban aquella habitación, dando la impresión de que aquello se parecía mas a una cita de enamorados. El muchacho tomo asiento frente a ella y luego le miro, como esperando recibir nuevamente indicaciones de su parte. Luego bajo la vista y ante sus ojos aparecieron un sin fin de cubiertos que el no tenia idea para que se usaban. Había por lo menos tres tipos de cucharas, un tenedor, cuchillos…. Pierrot solo esperaba no hacer el ridículo frente a aquella mujer, no podía aumentar el nivel de borrarnos que ya había tenido ese día.
Pierrot Quartermane- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/01/2010
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Yulianna sonrió al ver aparecer a su acompañante, que parecía un hombre nuevo. Cabello peinado, ropa elegante... sin duda diferente a como había aparecido antes, pero la intención de Yul no era cambiarlo, sino ofrecerle una velada diferente, y que se sintiese cómodo, por eso le había ofrecido una ducha y ropa limpia.
-Siéntese, por favor. -pidió ella con amabilidad. -Espero que todo esté a su gusto. -Yulianna era una persona amable, y sobretodo humilde. Siempre había sido así, y por ello hoy quería pasar esa velada con el joven que acababa de conocer. Se había fiado de él, lo había metido en su casa, le había enseñado y explicado qué tenía su propiedad, aún siendo posible que él regresase para robar, pero sin duda, ella no pensaba en eso. Sencillamente le apetecía tener acompañante para cenar, porque si algo le ocurría a Yulianna, era que se sentía sola. Porque tener, lo tenía todo, o casi todo lo que una joven de su edad podía desear. De nuevo tenía una hermosa casa, gente leal a su servicio, su propia empresa, amigos de la alta sociedad, pero le faltaba algo. Una persona en la que realmente poder confiar, con la que tomar un café, con la que hablar, y el amor. Porque Yulianna nunca se había enamorado.
Dejando sus pensamientos de lado, sirvió ella misma vino. Había desechado la idea de tener servicio esa noche. Estarían solos.
-Pierrot. -dijo ella mientras le servía vino tinto para la carne, y cuando este ya había tomado asiento. -No quiero que pienses que porque tenga dinero, esta casa y joyas, te he traído esta noche aquí para pasarla contigo... ¿me entiende? -carraspeó porque estaba nerviosa y prosiguió -No voy a abusar de usted -aseguró mirando ahora sus bonitos ojos azules que con la luz del fuego eran más brillantes si cabía. -Solo quiero su compañía, charlar con usted, y si pudiese ser volverle a ver. ¿Le parece bien? -tomó su copa de vino y brindó con la suya. -Salud. -Bebió y cortó un trozo de carne. Parecía exquisita.
-Siéntese, por favor. -pidió ella con amabilidad. -Espero que todo esté a su gusto. -Yulianna era una persona amable, y sobretodo humilde. Siempre había sido así, y por ello hoy quería pasar esa velada con el joven que acababa de conocer. Se había fiado de él, lo había metido en su casa, le había enseñado y explicado qué tenía su propiedad, aún siendo posible que él regresase para robar, pero sin duda, ella no pensaba en eso. Sencillamente le apetecía tener acompañante para cenar, porque si algo le ocurría a Yulianna, era que se sentía sola. Porque tener, lo tenía todo, o casi todo lo que una joven de su edad podía desear. De nuevo tenía una hermosa casa, gente leal a su servicio, su propia empresa, amigos de la alta sociedad, pero le faltaba algo. Una persona en la que realmente poder confiar, con la que tomar un café, con la que hablar, y el amor. Porque Yulianna nunca se había enamorado.
Dejando sus pensamientos de lado, sirvió ella misma vino. Había desechado la idea de tener servicio esa noche. Estarían solos.
-Pierrot. -dijo ella mientras le servía vino tinto para la carne, y cuando este ya había tomado asiento. -No quiero que pienses que porque tenga dinero, esta casa y joyas, te he traído esta noche aquí para pasarla contigo... ¿me entiende? -carraspeó porque estaba nerviosa y prosiguió -No voy a abusar de usted -aseguró mirando ahora sus bonitos ojos azules que con la luz del fuego eran más brillantes si cabía. -Solo quiero su compañía, charlar con usted, y si pudiese ser volverle a ver. ¿Le parece bien? -tomó su copa de vino y brindó con la suya. -Salud. -Bebió y cortó un trozo de carne. Parecía exquisita.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
El muchacho fijo su vista en la mujer que tenia enfrente, una dama en toda la extensión de la palabra: se había colocado un vestido en color celeste, muy elegante, y había secado y peinado su cabello en un moño que no hacia mas que sumar finura a su persona. Pierrot se sintió levemente intimidado, en realidad poco ayudaba el hecho de que llevara puestas ropas distintas a las que el acostumbraba usar, prendas elegantes. Para el era como si llevara encima un disfraz, sabia perfectamente que ese no era el, aunque…pensándolo bien, ese era su verdadero yo. Pierrot partencia a una familia de dinero por lazos de sangre, sus padres habían sido muy importantes en la ciudad y su hermano era nada mas y nada menos que Nigel Quartermane, uno de los hombres mas ricos de Paris, mismo del que ni siquiera tenia idea de su existencia.
Fijo esta vez los ojos en los cubiertos que tenia sobre la mesa, al lado de su plato. No supo cual cubierto tomar primero, pero finalmente se dejo llevar por una corazonada, algo le decía que la cuchara mas ancha era la que debía usar para comer la sopa de verduras que increíblemente aun permanecía humeando y desprendiendo ese olor delicioso que le abría el apetito a cualquiera. La hundió en el caldillo de la sopa y movió con delicadeza el contenido, asegurándose de no hacer ruido que molestase a su acompañante. Finalmente llevo a su boca el primer bocado, su estomago agradeció que lo tomara en cuenta luego de tantas horas sin comer.
Casi se atraganto en el momento en que escucho lo que Yulianna le decía. La miro asombrado, pues en ningún momento el había creído que esa había sido la intención de la joven al llevarla a su casa, aunque no podía negar que aun se preguntaba sus razones. Dejo la cuchara nuevamente en el plato y cuando termino de masticar su bocado dio fe de que los ratones no le habían comido la lengua, aun cuando eso pareciera. – No pensé eso, ¿pero por que entonces?, ¿por que yo? Quien debió invitarla a comer debía haber sido yo, soy yo quien esta en deuda, pero ha sido usted quien lo ha hecho. Aun sigo pensando en como pagarle lo que ha hecho hoy por mí, algo debe haber, ¿no cree? – Espero por una respuesta algunos instantes, pero entonces siguió hablando. – ¿A su familia no le molesta que traiga extraños a cenar tan inesperadamente? No me gustaria meterla en problemas... - Miro por encima del hombro de la mujer, como esperando que en cualquier momento aparecieran sus padres o quizas hasta un esposo celoso.
Fijo esta vez los ojos en los cubiertos que tenia sobre la mesa, al lado de su plato. No supo cual cubierto tomar primero, pero finalmente se dejo llevar por una corazonada, algo le decía que la cuchara mas ancha era la que debía usar para comer la sopa de verduras que increíblemente aun permanecía humeando y desprendiendo ese olor delicioso que le abría el apetito a cualquiera. La hundió en el caldillo de la sopa y movió con delicadeza el contenido, asegurándose de no hacer ruido que molestase a su acompañante. Finalmente llevo a su boca el primer bocado, su estomago agradeció que lo tomara en cuenta luego de tantas horas sin comer.
Casi se atraganto en el momento en que escucho lo que Yulianna le decía. La miro asombrado, pues en ningún momento el había creído que esa había sido la intención de la joven al llevarla a su casa, aunque no podía negar que aun se preguntaba sus razones. Dejo la cuchara nuevamente en el plato y cuando termino de masticar su bocado dio fe de que los ratones no le habían comido la lengua, aun cuando eso pareciera. – No pensé eso, ¿pero por que entonces?, ¿por que yo? Quien debió invitarla a comer debía haber sido yo, soy yo quien esta en deuda, pero ha sido usted quien lo ha hecho. Aun sigo pensando en como pagarle lo que ha hecho hoy por mí, algo debe haber, ¿no cree? – Espero por una respuesta algunos instantes, pero entonces siguió hablando. – ¿A su familia no le molesta que traiga extraños a cenar tan inesperadamente? No me gustaria meterla en problemas... - Miro por encima del hombro de la mujer, como esperando que en cualquier momento aparecieran sus padres o quizas hasta un esposo celoso.
Pierrot Quartermane- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Yulianna había pasado por alto esta noche la sopa. Sencillamente no tenía demasiada hambre. Así que había probado la carne. Estaba en su punto.
Se fijó por un instante en su acompañante y pensó que la nueva vestimenta le favorecía, pero no era igual. No. Es que ahora él no era el mismo... y ella le miraba como extrañada, porque realmente había conocido a otra persona. De todos modos, solo era ropa prestada: usar y devolver. Pero eso a ella no le importaba. Se la podría quedar para una ocasión especial, quizás una cita, una misa... o quién sabe.
El chico probó la sopa. Pareció gustarle, y es que a quién no. Su cocinera era excelente, y los productos utilizados de gran calidad: imposible resistirse. Tan era así, que ella se estaba arrepintiendo de no haberla probado, pero habría más ocasiones, aunque quizás no con tan buena compañía.
Al cabo de unos instantes, y cuando pareció que Pierrot había saboreado el primer plato, Yulianna se fijó de nuevo en sus ojos, y es que realmente era imposible obviarlos. Anteriormente él tenía la cabeza hundida, es decir, miraba al plato porque estaba cenando, pero a ella le gustaba más ahora, y para poder disfrutar de su mirada conversaría. O eso intentaría. Y él se lo puso fácil con su pregunta, aunque lo cierto era que le resultaba difícil contestar.
Bebió un trago de agua en esta ocasión. Desvió la mirada unos instantes, como intentando obviar el tema, pero sabía que no podía. Ella no era una maleducada. Y finalmente se decidió a hablar.
-Verás... -comenzó aún con dudas -Pierrot. -dijo ahora con claridad, fijando sus ojos sobre los suyos, ambas miradas del mismo color. -Yo estoy sola. -sonrió como quitándole importancia al tema, pero sí que la tenía. -¿Ves esta casa? -dijo alzando los brazos, en señal de que el tamaño era grande. -Pues estoy yo aquí sola. Bueno. Yo. Mi gato y el servicio, que... ¿sabes? Se cuenta con los dedos de mis manos. -Posó ambas manos sobre la mesa. En señal de derrumbamiento, de cansancio psicológico. Odiaba la soledad. -Y lo siento. Sé que no me conoces de nada, y que seguramente te estés haciendo muchas preguntas... pero necesitaba compañía. -confesó. -Y te agradezco que estés aquí. -Cortó otro pedazo de carne y disfrutó de su sabor.
Se fijó por un instante en su acompañante y pensó que la nueva vestimenta le favorecía, pero no era igual. No. Es que ahora él no era el mismo... y ella le miraba como extrañada, porque realmente había conocido a otra persona. De todos modos, solo era ropa prestada: usar y devolver. Pero eso a ella no le importaba. Se la podría quedar para una ocasión especial, quizás una cita, una misa... o quién sabe.
El chico probó la sopa. Pareció gustarle, y es que a quién no. Su cocinera era excelente, y los productos utilizados de gran calidad: imposible resistirse. Tan era así, que ella se estaba arrepintiendo de no haberla probado, pero habría más ocasiones, aunque quizás no con tan buena compañía.
Al cabo de unos instantes, y cuando pareció que Pierrot había saboreado el primer plato, Yulianna se fijó de nuevo en sus ojos, y es que realmente era imposible obviarlos. Anteriormente él tenía la cabeza hundida, es decir, miraba al plato porque estaba cenando, pero a ella le gustaba más ahora, y para poder disfrutar de su mirada conversaría. O eso intentaría. Y él se lo puso fácil con su pregunta, aunque lo cierto era que le resultaba difícil contestar.
Bebió un trago de agua en esta ocasión. Desvió la mirada unos instantes, como intentando obviar el tema, pero sabía que no podía. Ella no era una maleducada. Y finalmente se decidió a hablar.
-Verás... -comenzó aún con dudas -Pierrot. -dijo ahora con claridad, fijando sus ojos sobre los suyos, ambas miradas del mismo color. -Yo estoy sola. -sonrió como quitándole importancia al tema, pero sí que la tenía. -¿Ves esta casa? -dijo alzando los brazos, en señal de que el tamaño era grande. -Pues estoy yo aquí sola. Bueno. Yo. Mi gato y el servicio, que... ¿sabes? Se cuenta con los dedos de mis manos. -Posó ambas manos sobre la mesa. En señal de derrumbamiento, de cansancio psicológico. Odiaba la soledad. -Y lo siento. Sé que no me conoces de nada, y que seguramente te estés haciendo muchas preguntas... pero necesitaba compañía. -confesó. -Y te agradezco que estés aquí. -Cortó otro pedazo de carne y disfrutó de su sabor.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Pierrot dejo de comer de manera automática. No podía creer que lo que Yulianna le decía, ¿como era posible que una joven como ella, tan hermosa, con dinero, con esa casa enorme, con todo lo que tenia a su favor, estuviese tan solo como el lo estaba? La miro explicarle todo aquello, sobre las personas de servicio y demás y a pesar de que ella parecía tranquila al hablar de ello el no pudo dejar de sentirse un poco incomodo, pero a la vez identificado. Compartían soledades, aunque de diferente modo. – Al contrario, es un placer para mí estar aquí. – Habló con sinceridad, parecía que por arte de magia su pena de estar ahí se estaba esfumando, quizás en parte se debía a la confianza que Yulianna inspiraba y luego de esa confesión de que vivía sola, todavía mas. Hubo un leve momento de silencio entre ambos, Pierrot se preguntaba si debía seguir platicando con ella sobre cosas que quizás no le interesarían, pero al analizar ese rostro, supo que no había reproches por parte de ella, que quizás ese momento era tan penoso para ella como para el, pues después de todo eran solo dos almas solitarias compartiendo una cena.
Decidió romper definitivamente con la vergüenza y hablar como siempre hacia, como si ella no fuese una extraña, si no una amiga. – Yo también estoy solo, tengo poco de haber llegado a Paris. Mi madre… - hizo una pausa sorprendiéndose de llamarla de ese modo, ya que la mujer que lo había criado no había sido su verdadera madre, si no una mujer que lo había robado de su verdadera familia. -…bueno, mi segunda madre… -corrigió esperando que no sonara demasiado extraño. -…murió hace poco, en su lecho de muerte me confeso que no era mi madre y bueno…he venido aquí a buscar a mi verdadera familia, aunque…no se como lo hare, no se nada sobre ellos, lo único que se es que tengo un hermano, uno igual a mi, somos gemelos. – Se sintió extraño al imaginar nuevamente que podía haber una persona idéntica a el deambulando por las calles, se imagino lo extraño que seria el topárselo alguna vez quizás, seria sin duda el mejor día de su vida…o al menos eso pensaba el.
- ¿Dónde esta su familia?, ¿les ocurrió algo? – Preguntó esta vez mas seguro, sin temor a estar pecando de curioso, pues después de todo el le había confesado su historia personal, podrían estar a mano y si su historia era igual de desafortunada, entonces seria un mano a mano entre ambos.
Decidió romper definitivamente con la vergüenza y hablar como siempre hacia, como si ella no fuese una extraña, si no una amiga. – Yo también estoy solo, tengo poco de haber llegado a Paris. Mi madre… - hizo una pausa sorprendiéndose de llamarla de ese modo, ya que la mujer que lo había criado no había sido su verdadera madre, si no una mujer que lo había robado de su verdadera familia. -…bueno, mi segunda madre… -corrigió esperando que no sonara demasiado extraño. -…murió hace poco, en su lecho de muerte me confeso que no era mi madre y bueno…he venido aquí a buscar a mi verdadera familia, aunque…no se como lo hare, no se nada sobre ellos, lo único que se es que tengo un hermano, uno igual a mi, somos gemelos. – Se sintió extraño al imaginar nuevamente que podía haber una persona idéntica a el deambulando por las calles, se imagino lo extraño que seria el topárselo alguna vez quizás, seria sin duda el mejor día de su vida…o al menos eso pensaba el.
- ¿Dónde esta su familia?, ¿les ocurrió algo? – Preguntó esta vez mas seguro, sin temor a estar pecando de curioso, pues después de todo el le había confesado su historia personal, podrían estar a mano y si su historia era igual de desafortunada, entonces seria un mano a mano entre ambos.
Pierrot Quartermane- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Continuaban mirándose. Ella aún pensaba en que quizás se había excedido al decirle todo aquello porque al fin y al cabo no se conocían, o al menos no demasiado, pero él la tranquilizó al decirle que estaba cómodo allí. Y ella sonrió. Ahora se sentía mejor, hasta que comenzó a escuchar la triste historia de Pierrot. Frunció el ceño por un instante. No estaba segura, pero no le sonaba ver a alguien como él. No. definitivamente no le resultaba conocido. Así que no sabía quien era su hermano. ¿A qué clase pertenecería? ¿Tendría sus ojos?, ¿Trabajaría?,¿Estaría vivo?... Esas y más preguntas rondaban la cabeza de Yulianna, que inmediatamente ofreció su ayuda.
-Te ayudaré en lo que pueda. -Aseguró, pues familia no tenía, ni amores, pero una cosa sí, y era contactos. -Y estaré encantada de que vengas cuando te plazca... -invitó. -Y dime... -dijo intentando cambiar de tema, acabando a la vez el primer plato -¿Trabajas por aquí? Debes tener un buen empleo... y lo digo por el reloj que te vi comprar -dijo pensando en la hermosa pieza, la cual nunca había visto antes. Parecía ser para una dama, pero no podría jurarlo.
Yulianna apartó el plato. No llamó al servicio... ¿para qué? Estaban en confianza. Y eso le encantaba. Así que cogió una manzana y comenzó a quitarle la peladura.
En ese momento recordó que había dejado una de sus preguntas sin contestar.
-Lo cierto es que sí. -Afirmó. -Como habrás podido comprobar por mi acento y forma de hablar, mi país natal no es este, aunque si legalmente. Yo nací en Rusia, y mi padre tenía un importante cargo militar. Ese fue el problema. Que hubo un pronunciamiento por parte de los militares y lo asesinaron. En su despacho. Y yo estaba en el piso de arriba. -Bebió un poco de agua. Intentaba disimular. Ahora se sentía mal. Melancolía era su peor enemiga. -Y después huimos, mi hermana, madre, el bebé que esperaba y mi niñera. Pero ya me ves... aunque mi hermana sigue viva yo estoy sola. -Finalizó y respiró calmadamente. No quería romper a llorar. No delante de él. Pero poco le faltaba.
-Te ayudaré en lo que pueda. -Aseguró, pues familia no tenía, ni amores, pero una cosa sí, y era contactos. -Y estaré encantada de que vengas cuando te plazca... -invitó. -Y dime... -dijo intentando cambiar de tema, acabando a la vez el primer plato -¿Trabajas por aquí? Debes tener un buen empleo... y lo digo por el reloj que te vi comprar -dijo pensando en la hermosa pieza, la cual nunca había visto antes. Parecía ser para una dama, pero no podría jurarlo.
Yulianna apartó el plato. No llamó al servicio... ¿para qué? Estaban en confianza. Y eso le encantaba. Así que cogió una manzana y comenzó a quitarle la peladura.
En ese momento recordó que había dejado una de sus preguntas sin contestar.
-Lo cierto es que sí. -Afirmó. -Como habrás podido comprobar por mi acento y forma de hablar, mi país natal no es este, aunque si legalmente. Yo nací en Rusia, y mi padre tenía un importante cargo militar. Ese fue el problema. Que hubo un pronunciamiento por parte de los militares y lo asesinaron. En su despacho. Y yo estaba en el piso de arriba. -Bebió un poco de agua. Intentaba disimular. Ahora se sentía mal. Melancolía era su peor enemiga. -Y después huimos, mi hermana, madre, el bebé que esperaba y mi niñera. Pero ya me ves... aunque mi hermana sigue viva yo estoy sola. -Finalizó y respiró calmadamente. No quería romper a llorar. No delante de él. Pero poco le faltaba.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
- Se lo agradezco y créame que me interesa tanto el dar con el paradero de mi familia verdadera, que aceptare su oferta, pues se que yo solo no podría…no conozco a nadie, muy apenas he logrado acostumbrarme a la ciudad. – No sentía vergüenza ya por haber aceptado la ayuda que Yulianna le daba, empezaba a verla realmente como una amiga, una de verdad, aun cuando la idea fuera ya de por si descabellada, pues a quien los viera juntos y oírlo decir eso de ambos seguramente estallaría en carcajadas por lo absurdo que era a causa de las diferentes y marcadas clases sociales, pero no le importaba. Nuevamente vino a su cabeza el como seria ese encuentro, no podía dejar de pensar en como seria su madre, su padre, preguntarse de quien de los dos habría sacado los ojos o el cabello rebelde, pero lo que mas lo ilusionaba e intrigaba era su hermano. Siempre había sido un tanto solitario y cuando era niño siempre había deseado el tener un hermano. Ahora lejos había quedado la infancia, pero tener un hermano significaba tantas cosas para el, no podía dejar de preguntarse si de verdad serian idénticos, sin compartirían gustos, si se llevarían bien.
- He encontrado un trabajo hace poco, en una finca, soy el encargado de las cuentas y de las caballerizas. Los caballos me gustan, desde niño y bueno…si, la paga es buena, no tanta en realidad, pero bastante justa. – Por un momento casi había olvidado el reloj que había comprado, de hecho en ese instante había recordado que lo había dejado en el bolsillo de su pantalón sucio, pero no le preocupo, pues sabía que nadie lo robaría en esa casa. – El reloj es un regalo, para mi patrona, mañana es su cumpleaños y bueno…quería darle un detalle. – Hubiese revelado los sentimientos que tenia hacia Alessandra, pero se contuvo, no quería verse ridículo al decir que se sentía atraído hacia una mujer de alto poderío, pues ya de por si le parecía absurdo el pensar que alguna vez ella se fijaría en el. Prefirió dejar pasar el tema y continuar comiendo, la carne estaba excelente, nunca había probado una tan deliciosa como esa, la persona que la había preparado realmente tenia muy buen sazón para la cocina.
Dejo de comer en el instante en que vio como acababa de arruinarle la noche a su acompañante, no podía creer lo que escuchaba y dentro de su impacto dejo caer accidentalmente la copa de la que bebía, la cual rodó sobre la mesa mojando todo el mantel. La cena se había visto arruinada, por su torpeza y por su indiscreción. – Dios, lo lamento, lo siento. – Se disculpo mientras se ponía de pie rápidamente y tomaba su servilleta para limpiar su propio desastre.
- He encontrado un trabajo hace poco, en una finca, soy el encargado de las cuentas y de las caballerizas. Los caballos me gustan, desde niño y bueno…si, la paga es buena, no tanta en realidad, pero bastante justa. – Por un momento casi había olvidado el reloj que había comprado, de hecho en ese instante había recordado que lo había dejado en el bolsillo de su pantalón sucio, pero no le preocupo, pues sabía que nadie lo robaría en esa casa. – El reloj es un regalo, para mi patrona, mañana es su cumpleaños y bueno…quería darle un detalle. – Hubiese revelado los sentimientos que tenia hacia Alessandra, pero se contuvo, no quería verse ridículo al decir que se sentía atraído hacia una mujer de alto poderío, pues ya de por si le parecía absurdo el pensar que alguna vez ella se fijaría en el. Prefirió dejar pasar el tema y continuar comiendo, la carne estaba excelente, nunca había probado una tan deliciosa como esa, la persona que la había preparado realmente tenia muy buen sazón para la cocina.
Dejo de comer en el instante en que vio como acababa de arruinarle la noche a su acompañante, no podía creer lo que escuchaba y dentro de su impacto dejo caer accidentalmente la copa de la que bebía, la cual rodó sobre la mesa mojando todo el mantel. La cena se había visto arruinada, por su torpeza y por su indiscreción. – Dios, lo lamento, lo siento. – Se disculpo mientras se ponía de pie rápidamente y tomaba su servilleta para limpiar su propio desastre.
Pierrot Quartermane- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
-Pierrot... para mi es todo un placer poder ayudarte. Créeme. -en ese momento se dio cuenta de que no le trataba de usted. Raramente actuaba así con las personas, y no lo hacía así con él porque fuese de una clase más baja a la suya sino porque creía que podrían ser amigos. Quizás buenos amigos, ¿por qué no?
Parecía pensativo. Ella suponía que estaba pensando en su familia. Era un tema triste, doloroso... y era lógico que pensase en ello.
Le miró con una leve sonrisa. No quería que se sintiese mal, o desolado; no esa noche. No en esa estupenda velada, pues Yulia hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de la compañía de alguien. Ni de una buena conversación, y mucho menos de una cena tan amena y agradable como esa, aunque se hubiese visto ciertamente sombría, además de por el tema de conversación, porque algunas velas comenzaban a consumirse.
Entonces le explicó que su compra se trataba de un regalo. ¿Para su patrona? Eso le extrañó. Porque o eran muy muy muy amigos, y tenían mucha confianza, o eso no era normal. ¿Y si eran amantes? Eso era posible, aunque no desde los ojos de Yulianna, que nunca había tenido un amor con alguien de su servicio. Pero todo era posible, al fin y al cabo, París era la ciudad del amor.
-Seguramente le encante. -aseguró ella. Y acto seguido, tras escuchar lo que Yulianna le explicó a él se le calló la copa. Pidió perdón. Varias veces. Y eso no le gustó, puesto que seguramente estaba acostumbrado a hacerlo por su trabajo, o por su clase social, pero para ella todos eran iguales, y el dinero solo era un bien más.
-Pierrot. Vamos a dar un paseo. -dijo para que no se preocupase.- ¿Quieres ir al jardín? Seguramente haga buena noche... o si lo prefieres puedo enseñarte algún lugar en especial... ¿el establo? Tengo un caballo mjuy hermoso. -Ofreció para intentar que su huesped se sintiese cómodo.
Parecía pensativo. Ella suponía que estaba pensando en su familia. Era un tema triste, doloroso... y era lógico que pensase en ello.
Le miró con una leve sonrisa. No quería que se sintiese mal, o desolado; no esa noche. No en esa estupenda velada, pues Yulia hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto de la compañía de alguien. Ni de una buena conversación, y mucho menos de una cena tan amena y agradable como esa, aunque se hubiese visto ciertamente sombría, además de por el tema de conversación, porque algunas velas comenzaban a consumirse.
Entonces le explicó que su compra se trataba de un regalo. ¿Para su patrona? Eso le extrañó. Porque o eran muy muy muy amigos, y tenían mucha confianza, o eso no era normal. ¿Y si eran amantes? Eso era posible, aunque no desde los ojos de Yulianna, que nunca había tenido un amor con alguien de su servicio. Pero todo era posible, al fin y al cabo, París era la ciudad del amor.
-Seguramente le encante. -aseguró ella. Y acto seguido, tras escuchar lo que Yulianna le explicó a él se le calló la copa. Pidió perdón. Varias veces. Y eso no le gustó, puesto que seguramente estaba acostumbrado a hacerlo por su trabajo, o por su clase social, pero para ella todos eran iguales, y el dinero solo era un bien más.
-Pierrot. Vamos a dar un paseo. -dijo para que no se preocupase.- ¿Quieres ir al jardín? Seguramente haga buena noche... o si lo prefieres puedo enseñarte algún lugar en especial... ¿el establo? Tengo un caballo mjuy hermoso. -Ofreció para intentar que su huesped se sintiese cómodo.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Y como era de esperarse, la reacción de Yulianna hacia el desastre que Pierrot había hecho en su mesa, había sido la de darle poca importancia, era como si ella siempre minimizara las cosas y la torpeza natural con la que Pierrot había convivido desde su nacimiento. Pudo haberse ofrecido a limpiar lo que el mismo había tirado, pero en su lugar prefirió hacer lo que ella hacia, quizás era lo mejor el pasar por alto ese tipo de cosas, ya que de lo contrario, se pasaría la vida entera pidiéndole disculpas por todos sus destrozos. Los ojos le brillaron en el instante en que esta menciono el conocer su establo, pues como el mismo acababa de confesarle, los caballos eran sus animales preferidos y siempre tenia ánimos de verlos, ya fuera simplemente observarlos, tocarlos o incluso montarlos. – Me encantaría. – Asintió sonriendo mientras se ponía de pie de la mesa, luego se limpiarse la boca con la servilleta, ni siquiera había terminado su cena por completo, pero había quedado satisfecho.
Pierrot siguió a Yulianna, hasta donde ella le indico que se encontraba el establo, el cual no se encontraba demasiado lejos de la casa principal. Al llegar se dio cuenta de que no era del todo diferente al que tenía su patrona Alessandra, era igual de grande, quizás un poco más, y tenía también varios caballos. En esta ocasión fue uno en color negro el que llamo su atención, se encontraba detrás de la barda de una cerca de madera, en un espacioso lugar donde el animal andaba de un lado a otro, inquieto, eso le dejo saber a Pierrot que no era un animal del todo bien domado, probablemente era recién adquirido y alguien se estaba encargado de domarlo aun. - ¿Tiene nombre? – Pregunto a Yulianna curioso sin dejar de observar como el purasangre trotaba un poco enloquecido.
Pierrot siguió a Yulianna, hasta donde ella le indico que se encontraba el establo, el cual no se encontraba demasiado lejos de la casa principal. Al llegar se dio cuenta de que no era del todo diferente al que tenía su patrona Alessandra, era igual de grande, quizás un poco más, y tenía también varios caballos. En esta ocasión fue uno en color negro el que llamo su atención, se encontraba detrás de la barda de una cerca de madera, en un espacioso lugar donde el animal andaba de un lado a otro, inquieto, eso le dejo saber a Pierrot que no era un animal del todo bien domado, probablemente era recién adquirido y alguien se estaba encargado de domarlo aun. - ¿Tiene nombre? – Pregunto a Yulianna curioso sin dejar de observar como el purasangre trotaba un poco enloquecido.
Pierrot Quartermane- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Sonriendo encantada porque hubiese aceptado le guió. Nunca solía llevar a gente a su casa, pero sobretodo no les indicaba dónde estaban sus propiedades más preciadas, y sus caballos lo eran.
-Sígueme. -Dijo tuteandole. Le gustaba la relación que estaban manteniendo, agradable, dejando la timidez a un lado. Lo cierto era que sabían cosas el uno del otro, no demasiadas, pero si las suficientes como para enseñarle ese lugar, el cual ella apreciaba en demasía.
-Aquí es. -Señaló abriendo la puerta pequeña. Pierrot se acercó al caballo más bello, era el caballo de Yulia.
-Es Babieca. Mi hermoso caballo. -Presentó acariciándole el lomo. -¿Te gusta? -Preguntó con una sonrisa al ver los mimos del caballo. -Es extraordinario, y realmente fiel. ¿La persona para la que trabajas tiene caballos? -preguntó con un poco de curiosidad; se notaba que le encantaban esos animales, de hecho se lo había dicho, y le encantaría montar con él algún día, claro, si este aceptaba. Yulianna se apartó y le dejó pasa a él, para que le acariciase si así lo deseaba.
-Sígueme. -Dijo tuteandole. Le gustaba la relación que estaban manteniendo, agradable, dejando la timidez a un lado. Lo cierto era que sabían cosas el uno del otro, no demasiadas, pero si las suficientes como para enseñarle ese lugar, el cual ella apreciaba en demasía.
-Aquí es. -Señaló abriendo la puerta pequeña. Pierrot se acercó al caballo más bello, era el caballo de Yulia.
-Es Babieca. Mi hermoso caballo. -Presentó acariciándole el lomo. -¿Te gusta? -Preguntó con una sonrisa al ver los mimos del caballo. -Es extraordinario, y realmente fiel. ¿La persona para la que trabajas tiene caballos? -preguntó con un poco de curiosidad; se notaba que le encantaban esos animales, de hecho se lo había dicho, y le encantaría montar con él algún día, claro, si este aceptaba. Yulianna se apartó y le dejó pasa a él, para que le acariciase si así lo deseaba.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Se sintió un poco extraño al ser tuteado por Yulianna, pero no le molesto, de hecho, le hizo sentir en confianza, estaba mas que claro ahora que sin duda llegarían a ser buenos amigos, quizás mas de lo que la mente de Pierrot podía imaginar. Y era algo bueno, por que podría tener tantos beneficios el tener una amistad como ella, no, no hablando monetariamente, a el poco le importaban esas cosas, hablando en el sentido de que podía aprenderle muchas cosas a una mujer que se notaba que había recibido la mejor de las educaciones, tanto en modales, como en muchas otras cosas. Pierrrot muy apenas sabia contar y eso lo había aprendido solo por que su trabajo lo requería. No sabia escribir, no sabia leer, lo cual le pesaba mucho, pues los libros siempre le habían gustado, en su niñez solía tomarlos y pasar horas viendo los que contenían una que otra ilustración, imaginándose de que podía tratarse, inventándole una historia propia en su mente a esa lectura que quizás poco tenia que ver con lo que el estaba imaginando, aunque eso también le había beneficiado, había incrementado su imaginación, quizás por eso a veces era tan ocurrente.
Sonrío ante el nombre de la yegua, Babieca era un buen nombre, muy original y digno de un animal tan hermoso como ese. Alargo su mano y toco el pelaje y agradeció que Yulianna le abriera la puertita para poder entrar y poder acariciarla mas fácilmente. Mágicamente la yegua pareció tranquilizarse, ya no andaba de aquí allá, ya no parecía nerviosa como hacia unos instantes. Pierrot tenia poder sobre los caballos… - Si tienen caballos en el lugar donde trabajo, yo me encargo de ellos, no va a creerme si le digo que la segunda noche luego de mi contratación deje escapar a una yegua por accidente y mi patrona se entero, pensé que iba a correrme, pero en su lugar me subió el puesto y me obsequio a la yegua. – Alzo la vista riendo, aun incrédulo de lo que relataba, pues no era algo normal que alguien hiciera eso con uno de sus empleados. – Mi patrona es algo rara, ¿sabe? Esta enferma, me ha dicho que su padecimiento le impide salir en el día, creo que los rayos del sol le dañan o algo así… ¿había escuchado antes algo tan loco como eso?, ¿quien podría ser alérgico a la luz solar?
Sonrío ante el nombre de la yegua, Babieca era un buen nombre, muy original y digno de un animal tan hermoso como ese. Alargo su mano y toco el pelaje y agradeció que Yulianna le abriera la puertita para poder entrar y poder acariciarla mas fácilmente. Mágicamente la yegua pareció tranquilizarse, ya no andaba de aquí allá, ya no parecía nerviosa como hacia unos instantes. Pierrot tenia poder sobre los caballos… - Si tienen caballos en el lugar donde trabajo, yo me encargo de ellos, no va a creerme si le digo que la segunda noche luego de mi contratación deje escapar a una yegua por accidente y mi patrona se entero, pensé que iba a correrme, pero en su lugar me subió el puesto y me obsequio a la yegua. – Alzo la vista riendo, aun incrédulo de lo que relataba, pues no era algo normal que alguien hiciera eso con uno de sus empleados. – Mi patrona es algo rara, ¿sabe? Esta enferma, me ha dicho que su padecimiento le impide salir en el día, creo que los rayos del sol le dañan o algo así… ¿había escuchado antes algo tan loco como eso?, ¿quien podría ser alérgico a la luz solar?
Off: Nuevamente disculpas por la demora, estoy tratando de ponerme al corriente en todo.
Pierrot Quartermane- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Yulianna sonrió al ver como su caballo se calmaba de tal forma al ver a Pierrot. Ella, se había encariñado tanto con el porque iban a sacrificarlo, estaba enfermo, y el dueño no lo quería. Yulia se enteró por casualidad, un día cualquiera y fue a un pueblo paralelo a buscarlo. Lo trajo, lo curó y ahora era suyo. Su pequeña Babieca, pero nunca quiso contarle la verdad a nacie, puesto que pensarían que estaba loca; sin embargo, se caracterizaba por ser humilde.
-¡Pierror! -exlamó con una enorme sonrisa -Me encantaría que vinieses más a menudo por aquí, siempre que quieras. Puedo tenerte preparada una habitación, lo que desees... -pero entonces se calló. Tenía una idea. Sería una sorpresa. Para su próximo encuentro. -Bueno, ya veremos... pero por el momento ven mañana. Por favor, dime que puedes. Me encanta tu compañía. -Aseguró. Ella era una persona que por desgracia no tenía a nadie. Y eso la entristecía por dentro. Quizás demasiado. Necesitaba compañía, verdaderos amigos, entretenerse, y con Pierrot podía aprovechar los días, puesto que había infinidad de cosas que podían hacer juntos. Pero esa sería elección de él, ella sólo podía ofrecerle su sincera amistad y su cariño incondicional. Si él se dejaba.
En cuanto a lo de la dueña de la casa donde él trabajaba, se sintió extrañada. -Claro que la conozco. Es extrañísimo, y no tiene solución. Pobrecilla.... -Yulianna estaba apenada. -Sin duda lo mejor que se puede hacer es apoyarla, y hacerle la vida lo más fácil posible... en estos casos no hay salida. Debe permanecer en casa, bajo un paragüas, bajo un toldo.... Es complicado. -Inclinó los hombros.
Dejó de estar pensativa y tomó su mano. Con confianza. -¿Te parece regresar a verla otro día?- Dijo refiriéndose al caballo. -Me encantaría tenerte por aquí más a menudo. -Le ayudó a salir de allí y sonrió con dulzura. Luego le soltó. Ahora si que se estaba excediendo.
-¿Le apetece...? -Pero no continuó por miedo a un rechazo. No lo conocía lo suficiente. Se paró frente a él y miró sus profundos ojos. -¿...quedarse esta noche? -Preguntó con mucha timidez. Salió de allí, dándole tiempo para pensar, y miró la luna. Era la noche perfecta.
-¡Pierror! -exlamó con una enorme sonrisa -Me encantaría que vinieses más a menudo por aquí, siempre que quieras. Puedo tenerte preparada una habitación, lo que desees... -pero entonces se calló. Tenía una idea. Sería una sorpresa. Para su próximo encuentro. -Bueno, ya veremos... pero por el momento ven mañana. Por favor, dime que puedes. Me encanta tu compañía. -Aseguró. Ella era una persona que por desgracia no tenía a nadie. Y eso la entristecía por dentro. Quizás demasiado. Necesitaba compañía, verdaderos amigos, entretenerse, y con Pierrot podía aprovechar los días, puesto que había infinidad de cosas que podían hacer juntos. Pero esa sería elección de él, ella sólo podía ofrecerle su sincera amistad y su cariño incondicional. Si él se dejaba.
En cuanto a lo de la dueña de la casa donde él trabajaba, se sintió extrañada. -Claro que la conozco. Es extrañísimo, y no tiene solución. Pobrecilla.... -Yulianna estaba apenada. -Sin duda lo mejor que se puede hacer es apoyarla, y hacerle la vida lo más fácil posible... en estos casos no hay salida. Debe permanecer en casa, bajo un paragüas, bajo un toldo.... Es complicado. -Inclinó los hombros.
Dejó de estar pensativa y tomó su mano. Con confianza. -¿Te parece regresar a verla otro día?- Dijo refiriéndose al caballo. -Me encantaría tenerte por aquí más a menudo. -Le ayudó a salir de allí y sonrió con dulzura. Luego le soltó. Ahora si que se estaba excediendo.
-¿Le apetece...? -Pero no continuó por miedo a un rechazo. No lo conocía lo suficiente. Se paró frente a él y miró sus profundos ojos. -¿...quedarse esta noche? -Preguntó con mucha timidez. Salió de allí, dándole tiempo para pensar, y miró la luna. Era la noche perfecta.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Pierrot se sintió un poco tonto al ver la reacción que Yulianna tenia respecto a la enfermedad que su patrona padecía, parecía tomarlo muy normal, como si estuviese acostumbrada a ver ese tipo de padecimientos por toda la ciudad o quizás el mundo. Aunque no le extraño del todo, ya que era lógico, cualquiera sabia mucho más que el que no sabía nada del mundo, jamás había viajado, era un ignorante en muchas cosas. Sin embargo, con Yulianna era diferente, en apenas una tarde con ella había aprendido a tratarla como a una amiga y no como a una extraña, ambos se habían confesado cosas, habían cenado juntos y ahora estaban ahí, en el establo, junto a su caballo favorito, pidiéndole que regresara mañana o incluso que se quedara a dormir esa noche. No se sintió ofendido en ningún momento, al contrario, quien sintió un poco de vergüenza fue el, pero era solo por que no estaba acostumbrado a quedarse a dormir en casas ajenas. Continuo acariciando el pelaje del animal, mientras mentalmente se preguntaba si era buena idea el complacer a su amiga en su petición. No tenía nada que hacer al día siguiente, era su día libre en el trabajo, así que podía hacerlo, además de que serviría para conocer un poco más a Yulianna.
La vio alejarse sin esperar una respuesta, quizás por que se había arrepentido en hacer esa pregunta o tal vez eran solo ideas que Pierrot se hacia en la cabeza. Cerró la puertita del establo donde el caballo se encontraba, asegurándose de que estaba segura e impedir que este escapara y se dirigió hasta donde ella se encontraba, sentada en una banca, cerca de un depósito de agua que servia para alimentar a los caballos. Se sentó a su lado y miro en dirección al cielo, como ella lo hacia en ese instante. – Será un placer quedarme contigo, Yulianna. – La tuteo por primera vez con toda la confianza del mundo y le dedico una sonrisa. – No me hables de usted, somos amigos, ¿no?, solo dime Pierrot, me harás sentir mas en confianza, no estoy acostumbrado a que me hablen de usted en realidad, me hace sentir un poco extraño. Estoy acostumbrado a que la gente me hable de tu, incluso a que la gente me vea como lo que soy, alguien de pocos recursos, pero contigo es diferente, me tratas como a alguien de tu familia, de tus amigos. Te lo agradezco. – Tomo su mano en agradecimiento, estrechándola fuertemente, pero sin llegar a hacerle daño. – Yulianna…voy a aprovecharme un poco de ti…quiero pedirte un favor, el segundo del día aparte de ese dinero que me prestaste en la tienda de antigüedades para comprar el reloj. – Hizo una pausa y le miro a los ojos. – Quisiera pedirte que me enseñes todo lo que sabes. Yo…no se nada, nada de nada, quiero decir que no se leer o escribir, me gustaría aprender a hacerlo, pero nunca he tenido la oportunidad de conocer a alguien que pueda enseñarme, ¿crees que tu podrías ser esa persona?, me gustaría que lo fueras, creo que eres la indicada para eso.
La vio alejarse sin esperar una respuesta, quizás por que se había arrepentido en hacer esa pregunta o tal vez eran solo ideas que Pierrot se hacia en la cabeza. Cerró la puertita del establo donde el caballo se encontraba, asegurándose de que estaba segura e impedir que este escapara y se dirigió hasta donde ella se encontraba, sentada en una banca, cerca de un depósito de agua que servia para alimentar a los caballos. Se sentó a su lado y miro en dirección al cielo, como ella lo hacia en ese instante. – Será un placer quedarme contigo, Yulianna. – La tuteo por primera vez con toda la confianza del mundo y le dedico una sonrisa. – No me hables de usted, somos amigos, ¿no?, solo dime Pierrot, me harás sentir mas en confianza, no estoy acostumbrado a que me hablen de usted en realidad, me hace sentir un poco extraño. Estoy acostumbrado a que la gente me hable de tu, incluso a que la gente me vea como lo que soy, alguien de pocos recursos, pero contigo es diferente, me tratas como a alguien de tu familia, de tus amigos. Te lo agradezco. – Tomo su mano en agradecimiento, estrechándola fuertemente, pero sin llegar a hacerle daño. – Yulianna…voy a aprovecharme un poco de ti…quiero pedirte un favor, el segundo del día aparte de ese dinero que me prestaste en la tienda de antigüedades para comprar el reloj. – Hizo una pausa y le miro a los ojos. – Quisiera pedirte que me enseñes todo lo que sabes. Yo…no se nada, nada de nada, quiero decir que no se leer o escribir, me gustaría aprender a hacerlo, pero nunca he tenido la oportunidad de conocer a alguien que pueda enseñarme, ¿crees que tu podrías ser esa persona?, me gustaría que lo fueras, creo que eres la indicada para eso.
Pierrot Quartermane- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Se encontraban en la zona trasera de la casa. Era un lugar muy tranquilo y acogedor, uno de los favoritos de Yulianna, a parte de su biblioteca, claro está.
La luna brillaba, resplandecía. Era una noche perfecta, aunque hacía algo de frío. Ella tomó su chal y se arropó un poco más. Luego sintió que se acercaba Pierrot. Sí, Pierrot, el cual quería ser tuteado, y así lo haría ella.
Se volvió hacia él y le sonrió enormemente. Escuchó atentamente sus palabras y se quedó boquiabierta, realmente estaba halagada. Y sorprendida, sobretodo cuando se tomó la confianza de cogerle la mano. Como buenos amigos. Eso le hizo sonreir, enormemente, y le abrazó.
-Claro que te ayudaré. Y formalmente, Pierrot, nos quedaremos juntos aquí, es decir, dormirás en mi casa, y mañana por la mañana comenzaremos. -Yulianna era una persona que sabía de todo. Sí, así era. Tocaba el piano, el arpa y el violín, hablaba castellano, inglés, francés, un poquito de italiano y sobretodo ruso. A parte de eso podía enseñarle un poco de historia, algo sobre los grandes pensadores, y si el quería... sobre amor. Pero eso más adelante. Harían todo lo que él desease. En realidad era todo ilusión para Yulianna, pues ella solía estar siempre sola. Menos cuando iba a trabajar, o a una fiesta... no es que no tuviese amigos, que sí los tenía, pero en realidad no tenía nadie a quien llamar si tenía un gran problema, o si necesitaba hablar, o si quería tomar un café a deshora... y quizás hubiese encontrado a su alma gemela. A esa con la que pudiese contar siempre, en todo momento, y viceversa. Eso sería espectacular, pero no quería hacerse demasiadas ilusiones, no por el momento.
Tomó su brazo y se acurrucó en su hombro. Yulianna se estaba encariñando mucho con él, quizás demasiado. Pero ya tenía algo: su confianza. Y eso era mucho, aunque él no lo pensara, pues pocos la conseguía, y muchísimo menos tan pronto. Normalmente no le prestaba tanta confianza a la gente, aunque sí amabilidad, pero de todos modos en Pierrot había encontrado algo especial, muy improtante, algo que les unía, y quería crear un gran vínculo entre ellos, y había que reconocer que su interés era grande, y que por su parte, él era atento, tenía muy buenos modales, aunque él seguramente pensase que no eran los adecuados, y mostraba confianza con ella, y lo que era aún más importante: complicidad.
-¿Vamos? Quiero enseñarte tu habitación especial. -Le contó. Y entonces tuvo una idea. Decidió que le llevaría a un baile en el hotel más importante de París. Dentro de un mes. Sería un honor para ella que aceptase su invitación. Pero al día siguiente se lo contaría, ahora no quería asustarle.
Esperó a que él quisiera comenzar a caminar, y mientras tanto planeó su "aprendizaje".
La luna brillaba, resplandecía. Era una noche perfecta, aunque hacía algo de frío. Ella tomó su chal y se arropó un poco más. Luego sintió que se acercaba Pierrot. Sí, Pierrot, el cual quería ser tuteado, y así lo haría ella.
Se volvió hacia él y le sonrió enormemente. Escuchó atentamente sus palabras y se quedó boquiabierta, realmente estaba halagada. Y sorprendida, sobretodo cuando se tomó la confianza de cogerle la mano. Como buenos amigos. Eso le hizo sonreir, enormemente, y le abrazó.
-Claro que te ayudaré. Y formalmente, Pierrot, nos quedaremos juntos aquí, es decir, dormirás en mi casa, y mañana por la mañana comenzaremos. -Yulianna era una persona que sabía de todo. Sí, así era. Tocaba el piano, el arpa y el violín, hablaba castellano, inglés, francés, un poquito de italiano y sobretodo ruso. A parte de eso podía enseñarle un poco de historia, algo sobre los grandes pensadores, y si el quería... sobre amor. Pero eso más adelante. Harían todo lo que él desease. En realidad era todo ilusión para Yulianna, pues ella solía estar siempre sola. Menos cuando iba a trabajar, o a una fiesta... no es que no tuviese amigos, que sí los tenía, pero en realidad no tenía nadie a quien llamar si tenía un gran problema, o si necesitaba hablar, o si quería tomar un café a deshora... y quizás hubiese encontrado a su alma gemela. A esa con la que pudiese contar siempre, en todo momento, y viceversa. Eso sería espectacular, pero no quería hacerse demasiadas ilusiones, no por el momento.
Tomó su brazo y se acurrucó en su hombro. Yulianna se estaba encariñando mucho con él, quizás demasiado. Pero ya tenía algo: su confianza. Y eso era mucho, aunque él no lo pensara, pues pocos la conseguía, y muchísimo menos tan pronto. Normalmente no le prestaba tanta confianza a la gente, aunque sí amabilidad, pero de todos modos en Pierrot había encontrado algo especial, muy improtante, algo que les unía, y quería crear un gran vínculo entre ellos, y había que reconocer que su interés era grande, y que por su parte, él era atento, tenía muy buenos modales, aunque él seguramente pensase que no eran los adecuados, y mostraba confianza con ella, y lo que era aún más importante: complicidad.
-¿Vamos? Quiero enseñarte tu habitación especial. -Le contó. Y entonces tuvo una idea. Decidió que le llevaría a un baile en el hotel más importante de París. Dentro de un mes. Sería un honor para ella que aceptase su invitación. Pero al día siguiente se lo contaría, ahora no quería asustarle.
Esperó a que él quisiera comenzar a caminar, y mientras tanto planeó su "aprendizaje".
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Sonrió complacido al escuchar la afirmación por parte de Yulianna, aunque la verdad es que no esperaba una negativa de su parte, empezaba a conocerla y sabia identificar en ella la bondad y la simpatía que le emanaba por los poros. En su interior deseo que toda la gente de Paris le aprendiera algo a su nueva amiga, por que la verdad es que le había tocado pésima suerte al cruzarse con gente completamente opuesta, el hombre de la tienda de antigüedades por ejemplo, aunque si una cosa buena le había dejado tal suceso, eso era el haber conocido a Yulianna. No se negó a la nueva invitación que esta le hacia de conocer una habitación especial y se puso de pie al instante para seguirla. En su mente se pregunto que es lo que habría en esa mencionada habitación, aunque suponía que debía ser algo importante, de lo contrario ella no la habría llamado de tal modo.
Durante el trayecto de vuelta a la residencia cruzaron el jardín y el muchacho no perdió oportunidad de visualizar con más atención los alrededores que aquella enorme residencia tenía, todavía no lograba entender como era que Yulianna viviera sola en ese lugar tan…enorme, era tan grande que estaba seguro que ahora que se quedara a dormir se perdería si es que la curiosidad le ganaba y emprendía un paseo alrededor de ella. Al entrar a la casa algunos de los integrantes del personal domestico de Yulianna los miraron entrar, vieron a Pierrot de manera menos represiva a diferencia de cómo le habían visto cuando recién había llegado, probablemente por que ahora creían que si se trataba de un amigo de su patrona y no de un intruso, las ropas que ella le había indicado que usara le hacían lucir bien y como un hombre refinado, como un Quartermane, aunque el no supiera que le pertenecía dicho apellido. Quiso preguntar por que hacia tanto misterio alrededor de esa habitación especial, pero prefirió que ella fuera quien se lo indicase.
Durante el trayecto de vuelta a la residencia cruzaron el jardín y el muchacho no perdió oportunidad de visualizar con más atención los alrededores que aquella enorme residencia tenía, todavía no lograba entender como era que Yulianna viviera sola en ese lugar tan…enorme, era tan grande que estaba seguro que ahora que se quedara a dormir se perdería si es que la curiosidad le ganaba y emprendía un paseo alrededor de ella. Al entrar a la casa algunos de los integrantes del personal domestico de Yulianna los miraron entrar, vieron a Pierrot de manera menos represiva a diferencia de cómo le habían visto cuando recién había llegado, probablemente por que ahora creían que si se trataba de un amigo de su patrona y no de un intruso, las ropas que ella le había indicado que usara le hacían lucir bien y como un hombre refinado, como un Quartermane, aunque el no supiera que le pertenecía dicho apellido. Quiso preguntar por que hacia tanto misterio alrededor de esa habitación especial, pero prefirió que ella fuera quien se lo indicase.
Pierrot Quartermane- Humano Clase Alta
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Re: Bienvenido a mi humilde morada (Pierrot)
Yulianna sonrió cuando de nuevo estaban en "la zona centro" de la casa, es decir, el recibidor. Allí estaban sus personas de confianza, sus empleados. Alzó la vista hacia el gran reloj que presidía aquella sala y entonces se giró.
-Id a descansar. Mañana desayunaremos a las siete en punto en el salón. Gracias. -Sonrió de nuevo y miró a Pierrot. Esperó unos instantes a que todos abandonasen la sala, y fue entonces cuando tomó el brazo de él. Comenzó a caminar sin decir nada. Abrió una puerta, siguió por un pasillo, luego abrió otra, giraron a la derecha... y fue entonces cuando se toparon con una puerta diferente. Era de roble, con una enredadera tallada en el lado derecho y con un gran cerrojo. Yulianna, mostrando a su acompañante que le tenía confianza sacó un colgante del cual colgaba una pequeña llave.
-Te contaré un secreto. -Comenzó a explicar. -Este gran cerrojo es... una farsa. -Ella, aunque siempre intentaba confiar en las personas que rondaban su hogar, prefería tener sus propios secretos, porque nunca se sabe.
Lo quitó con simplicidad, es decir, sin necesidad de llave alguna, y después metió en la puerta una llave pequeña, que era la que llevaba anteriormente en el cuello colgada. Le miró y sonó el cerrojo. Estaba abierta.
-Pero ¿quién intimida más? ¿Un elefante o un ratón? - Y con ese símil quiso decir que el cerrojo grande daba sensación de que esa habitación estaba cerrada a cal y canto, cuando en realidad no era así, y una pequeña llave había logrado abrir la puerta.
Yulianna sonrió y le dio paso. La habitación estaba lo suficientemente iluminada aunque fuera de noche como para que viera lo que ella tenía que enseñarle.
Le tapó los ojos, le indicó que diese un paso al frente y entonces... "su habitación especial" quedó al descubierto. Se trataba de una zona amplia, luminosa, acogedora y llena de cultura. A la derecha había una chimenea que estaba encendida, también dos sillones de color beige y una alfombra negra. En frente de ellos había una enorme librería que abarcaba toda la pared. Medía dos pisos de alto, y por lo tanto, la habitación llegaba a la planta de arriba, desde donde Yulia también podía acceder. Al piso de arriba se podía acceder por la gran escalera de caracol que estaba en el lado derecho. Yulianna había diseñado especialmente ese lugar. Era su capricho. Su mayor ambición. Allí había toda clase de libros.
Por otro lado, a la izquierda, había una zona destinada al piano, al violín y al arpa. También tenía un saxofón que había sido un regalo de un preciado amigo Francés, y dos flautas, pero no eran instrumentos que le encantaran, pero eso no les quitaba el aprecio que les procesaba.
Al fin, Yulianna le miró y quiso ver... ¿un brillo en sus ojos? Y aún quedaba por ver la terraza que daba al establo. Eso, sin duda, sería la guinda del pastel.
-Id a descansar. Mañana desayunaremos a las siete en punto en el salón. Gracias. -Sonrió de nuevo y miró a Pierrot. Esperó unos instantes a que todos abandonasen la sala, y fue entonces cuando tomó el brazo de él. Comenzó a caminar sin decir nada. Abrió una puerta, siguió por un pasillo, luego abrió otra, giraron a la derecha... y fue entonces cuando se toparon con una puerta diferente. Era de roble, con una enredadera tallada en el lado derecho y con un gran cerrojo. Yulianna, mostrando a su acompañante que le tenía confianza sacó un colgante del cual colgaba una pequeña llave.
-Te contaré un secreto. -Comenzó a explicar. -Este gran cerrojo es... una farsa. -Ella, aunque siempre intentaba confiar en las personas que rondaban su hogar, prefería tener sus propios secretos, porque nunca se sabe.
Lo quitó con simplicidad, es decir, sin necesidad de llave alguna, y después metió en la puerta una llave pequeña, que era la que llevaba anteriormente en el cuello colgada. Le miró y sonó el cerrojo. Estaba abierta.
-Pero ¿quién intimida más? ¿Un elefante o un ratón? - Y con ese símil quiso decir que el cerrojo grande daba sensación de que esa habitación estaba cerrada a cal y canto, cuando en realidad no era así, y una pequeña llave había logrado abrir la puerta.
Yulianna sonrió y le dio paso. La habitación estaba lo suficientemente iluminada aunque fuera de noche como para que viera lo que ella tenía que enseñarle.
Le tapó los ojos, le indicó que diese un paso al frente y entonces... "su habitación especial" quedó al descubierto. Se trataba de una zona amplia, luminosa, acogedora y llena de cultura. A la derecha había una chimenea que estaba encendida, también dos sillones de color beige y una alfombra negra. En frente de ellos había una enorme librería que abarcaba toda la pared. Medía dos pisos de alto, y por lo tanto, la habitación llegaba a la planta de arriba, desde donde Yulia también podía acceder. Al piso de arriba se podía acceder por la gran escalera de caracol que estaba en el lado derecho. Yulianna había diseñado especialmente ese lugar. Era su capricho. Su mayor ambición. Allí había toda clase de libros.
Por otro lado, a la izquierda, había una zona destinada al piano, al violín y al arpa. También tenía un saxofón que había sido un regalo de un preciado amigo Francés, y dos flautas, pero no eran instrumentos que le encantaran, pero eso no les quitaba el aprecio que les procesaba.
Al fin, Yulianna le miró y quiso ver... ¿un brillo en sus ojos? Y aún quedaba por ver la terraza que daba al establo. Eso, sin duda, sería la guinda del pastel.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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