AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
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Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Ultimamente mi vida se estaba viendo algo acosada por seres que no pertenecían a éste mundo. ¿Desde cuándo existían los fantasmas? Sabía que habían tribus africanas, y de américa del sur que usaban rituales de santería para ahuyentar a los malos espíritus, y a las energías negativas. Yo necesitaba algo de eso. No es que fuese creyente en esa materia, de hecho, hasta hace poco tampoco creía que los muertos pudiesen comunicarse con los vivos tras la muerte. Y mucho menos creía que la magia y Hechicería existiesen de verdad. Siempre pensé que eran simples palabrerías de ancianos dementes que veían cosas dónde realmente no las habían.
Aquella misma mañana desayuné con un gran amigo mío, de nacionalidad rusa, al cual le expliqué lo que me había ocurrido días atrás. Él confesó que no era muy creyente en estos temas, pero que, no obstante, había podido comprobar que ciertamente, existe algo, algo que no se podría explicar con suma facilidad. Justo antes de que nos marchásemos, dijo que enviaría al hotel a un buen amigo suyo, que sabía algo más sobre estos temas. Sólo me dijo su nombre, Sergei. Del resto, ya se encargaría mi amigo.
Regresé al hotel, hoy al ser domingo, no tenía ninguna cita, así que decidí aprovechar y gozar de un relajante baño caliente al cual añadí algunas flores para aromatizar el agua y así mi piel. Me relajé en la bañera hasta tal punto que me quedé totalmente dormida. El repiqueteó de unos nudillos en la puerta me hicieron regresar a la realidad. Abrí los ojos súbitamente removiendo el agua de la tina y me incorporé aceleradamente envolviendo mi cuerpo en la toalla de algodón saliendo del baño camino al armario para sacar una bata para ponerme encima. Traté de ser lo más rápida posible, dejé la toalla en el baño y cubrí mi cuerpo con una bata de seda de color negro, anudando el cinturón con un lazo a un lado de mi cintura. Mi pelo seguía recogido de un modo realmente informal, sujeto en la coronilla por un aplique de plata con forma de flor de Magnolia de pequeño tamaño, que apenas era visible entre los rizos que caían en cascada por mi nuca, húmedos, semi-deshechos por la humedad de la ducha.
Descalza crucé la habitación nuevamente y abrí la puerta tras respirar profundamente para calmarme, sujetando la bata sobre mi pecho con la mano para que no se viese más de lo necesario e inevitable- Bonjour monsieur - dije al ver a un hombre frente a mí, entonces caí en que debía de tratarse del amigo del que me habló - ¿Sois Sergei? - pregunté educadamente aún interponiéndome entre la puerta y el marco de esta, impidiendo la entrada y visión de la habitación.
Aquella misma mañana desayuné con un gran amigo mío, de nacionalidad rusa, al cual le expliqué lo que me había ocurrido días atrás. Él confesó que no era muy creyente en estos temas, pero que, no obstante, había podido comprobar que ciertamente, existe algo, algo que no se podría explicar con suma facilidad. Justo antes de que nos marchásemos, dijo que enviaría al hotel a un buen amigo suyo, que sabía algo más sobre estos temas. Sólo me dijo su nombre, Sergei. Del resto, ya se encargaría mi amigo.
Regresé al hotel, hoy al ser domingo, no tenía ninguna cita, así que decidí aprovechar y gozar de un relajante baño caliente al cual añadí algunas flores para aromatizar el agua y así mi piel. Me relajé en la bañera hasta tal punto que me quedé totalmente dormida. El repiqueteó de unos nudillos en la puerta me hicieron regresar a la realidad. Abrí los ojos súbitamente removiendo el agua de la tina y me incorporé aceleradamente envolviendo mi cuerpo en la toalla de algodón saliendo del baño camino al armario para sacar una bata para ponerme encima. Traté de ser lo más rápida posible, dejé la toalla en el baño y cubrí mi cuerpo con una bata de seda de color negro, anudando el cinturón con un lazo a un lado de mi cintura. Mi pelo seguía recogido de un modo realmente informal, sujeto en la coronilla por un aplique de plata con forma de flor de Magnolia de pequeño tamaño, que apenas era visible entre los rizos que caían en cascada por mi nuca, húmedos, semi-deshechos por la humedad de la ducha.
Descalza crucé la habitación nuevamente y abrí la puerta tras respirar profundamente para calmarme, sujetando la bata sobre mi pecho con la mano para que no se viese más de lo necesario e inevitable- Bonjour monsieur - dije al ver a un hombre frente a mí, entonces caí en que debía de tratarse del amigo del que me habló - ¿Sois Sergei? - pregunté educadamente aún interponiéndome entre la puerta y el marco de esta, impidiendo la entrada y visión de la habitación.
Narcisa Belacqua- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 21/04/2011
Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Si Alexei le estuviera viendo en aquellos momentos le odiaría más aún y trataría de matarlo con más intensidad que antes. Sabía que se estaba vendiendo, que las artes tradicionales que había aprendido no estaban para darlas al mejor postor. Pero, para ser sinceros, le daba absolutamente lo mismo. Nunca había tenido los problemas de conciencia por venderse de su antiguo maestro. Para él, Sergei era lo primero, lo segundo y lo tercero. Y si podía sacar algún dinero de sus habilidades no se lo iba a pensar dos veces. Que el sueldo de bibliotecario no estaba mal, pero tampoco era para tirar cohetes.
Así que, después de hablar con un contacto ruso y de que éste le explicara que había alguien interesado en sus dones decidió ponerse manos a la obra. Se limpió, se afeitó y se puso su mejores ropas, que aún así eran sencillas y discretas, pero de cierta calidad. Y, por supuesto, sin olvidarse de su sombrero de copa y el bastón que ocultaba en su interior la hoja del estoque. Además, llevaba también el maletín con todo el material que pudiera necesitar aquella tarde. Se suponía que aquella señorita, de quién su amigo no había dudado en destacar su belleza, estaba teniendo problemas con algunos espíritus y fantasmas. Lo típico.
A una hora que consideró prudencial llegó al hotel que le había indicado su amigo y subió las escaleras hasta la habitación de la que, esperaba, fuera su clienta. Y, tras golpear a la puerta y esperar unos minutos la puerta se abrió, provocando que se le parara la respiración durante unos segundos. Frente a él había una mujer joven, empapada y medio desnuda. Sergei no pudo evitar turbarse ligeramente y apartar la mirada.
-Sí, soy el señor Ivanovich, y espero que usted sea la señorita Belacqua-explicó-. Un amigo común me dijo que podría necesitar de mis servicios...-dijo, sin dejar de mirar el pomo de la puerta.
Así que, después de hablar con un contacto ruso y de que éste le explicara que había alguien interesado en sus dones decidió ponerse manos a la obra. Se limpió, se afeitó y se puso su mejores ropas, que aún así eran sencillas y discretas, pero de cierta calidad. Y, por supuesto, sin olvidarse de su sombrero de copa y el bastón que ocultaba en su interior la hoja del estoque. Además, llevaba también el maletín con todo el material que pudiera necesitar aquella tarde. Se suponía que aquella señorita, de quién su amigo no había dudado en destacar su belleza, estaba teniendo problemas con algunos espíritus y fantasmas. Lo típico.
A una hora que consideró prudencial llegó al hotel que le había indicado su amigo y subió las escaleras hasta la habitación de la que, esperaba, fuera su clienta. Y, tras golpear a la puerta y esperar unos minutos la puerta se abrió, provocando que se le parara la respiración durante unos segundos. Frente a él había una mujer joven, empapada y medio desnuda. Sergei no pudo evitar turbarse ligeramente y apartar la mirada.
-Sí, soy el señor Ivanovich, y espero que usted sea la señorita Belacqua-explicó-. Un amigo común me dijo que podría necesitar de mis servicios...-dijo, sin dejar de mirar el pomo de la puerta.
Sergei Ivanovich- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 158
Fecha de inscripción : 22/04/2011
Edad : 44
Localización : Conjurando, entre las sombras.
Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Al ver la reacción del hombre, deduje que quizás mi atuendo no era de lo más indicado para la ocasión. Por primera vez sentí vergüenza ante un hombre, no esperaba ni quería que se llevase una idea equivocada de mis intenciones. Y mucho menos deseaba provocarle.
Aquella tarde no era para tener sexo, o para ofrecer mi compañía, sino que era para ayudarme a mí, para tratar de ahuyentar los malos espíritus que parecían estar rondando en mi vida, en mi día a día. Al escuchar su apellido automáticamente supe que aquel encuentro iba a ser formal, cortés y respetuoso, pues él se presentó con su apellido, y se dirigió a mí por mi apellido.
Extendí mi mano hacia él para que el dorso de esta fuese besado, así como era protocolario y tradicional en esta época - Enchanté monsieur Ivanovich - pronuncié abriendo del todo la puerta al soltarla y ofrecerle mi mano. Mi otra mano seguía sujetando las solapas de la bata para evitar que mi escote se mostrase. No es que fuese una mujer con grandes curvas, con pecho exuberante y caderas anchas, más bien mi cuerpo era fino, pero con formas. Era un cuerpo femenino, aunque aún, en los tiempos que corren, una mujer bien alimentada, era sinónimo de grandes riquezas.
Traté de encontrar la mirada del señor Ivanovich para mostrar una sincera disculpa - Lamento mi aspecto, me quedé dormida en la tina, y vuestra llamada me despertó. Por favor, pasad monsieur, acomodaos. Yo iré a ponerme algo de ropa para que esto... resulte un poco menos incómodo. - añadí invitándole a pasar, apartándome de la puerta esperando a que él entrase para cerrarla, ofreciéndole asiento en uno de los cómodos sillones de terciopelo que había junto a uno de los ventanales del hotel.
Me adentré en el vestidor de la habitación colocándome la camisola que se utilizaba en aquella época como ropa interior, pues raro era que las damas usasen ropa interior. Tras la camisola, me vestí con uno de los vestidos más sencillos y cómodos que poseía, pero no por ello menos bello. Era tan sencillo como un vestido sin vuelo, con caída hasta el suelo, con un pequeño encaje sobre el dobladillo inferior, toda la tela en un suave tono crema con detalles en azul celeste, y un corpiño incorporado al vestido, que se ceñía sobre mi busto, ajustándose con unos corchetes en la parte delantera, dejando ver en el escote parte del encaje de la camisola, pareciendo que esta formase parte del propio vestido.
Solté mi pelo y lo cepillé con el cepillo de cerdas de crin de caballo deshaciendo los rizos, y dejando de estos unas simples ondas. Recogí el pelo de ambos lados con gracia anudándolo con el aplique de plata en la nuca, dándome un aspecto fresco, natural, y humilde. Aunque elegante.
Regresé a la estancia principal, que era un pequeño saloncito con una mesita de café, dos sillones y una chimenea - Disculpad la demora. - dije acercándome a él, sentándome en uno de los sillones libres. - Espero que podáis ayudarme en mi pequeño problema. Supongo que ya os han explicado un poco de qué trata ¿cierto? - pregunté hablando con voz serena.
Aquella tarde no era para tener sexo, o para ofrecer mi compañía, sino que era para ayudarme a mí, para tratar de ahuyentar los malos espíritus que parecían estar rondando en mi vida, en mi día a día. Al escuchar su apellido automáticamente supe que aquel encuentro iba a ser formal, cortés y respetuoso, pues él se presentó con su apellido, y se dirigió a mí por mi apellido.
Extendí mi mano hacia él para que el dorso de esta fuese besado, así como era protocolario y tradicional en esta época - Enchanté monsieur Ivanovich - pronuncié abriendo del todo la puerta al soltarla y ofrecerle mi mano. Mi otra mano seguía sujetando las solapas de la bata para evitar que mi escote se mostrase. No es que fuese una mujer con grandes curvas, con pecho exuberante y caderas anchas, más bien mi cuerpo era fino, pero con formas. Era un cuerpo femenino, aunque aún, en los tiempos que corren, una mujer bien alimentada, era sinónimo de grandes riquezas.
Traté de encontrar la mirada del señor Ivanovich para mostrar una sincera disculpa - Lamento mi aspecto, me quedé dormida en la tina, y vuestra llamada me despertó. Por favor, pasad monsieur, acomodaos. Yo iré a ponerme algo de ropa para que esto... resulte un poco menos incómodo. - añadí invitándole a pasar, apartándome de la puerta esperando a que él entrase para cerrarla, ofreciéndole asiento en uno de los cómodos sillones de terciopelo que había junto a uno de los ventanales del hotel.
Me adentré en el vestidor de la habitación colocándome la camisola que se utilizaba en aquella época como ropa interior, pues raro era que las damas usasen ropa interior. Tras la camisola, me vestí con uno de los vestidos más sencillos y cómodos que poseía, pero no por ello menos bello. Era tan sencillo como un vestido sin vuelo, con caída hasta el suelo, con un pequeño encaje sobre el dobladillo inferior, toda la tela en un suave tono crema con detalles en azul celeste, y un corpiño incorporado al vestido, que se ceñía sobre mi busto, ajustándose con unos corchetes en la parte delantera, dejando ver en el escote parte del encaje de la camisola, pareciendo que esta formase parte del propio vestido.
Solté mi pelo y lo cepillé con el cepillo de cerdas de crin de caballo deshaciendo los rizos, y dejando de estos unas simples ondas. Recogí el pelo de ambos lados con gracia anudándolo con el aplique de plata en la nuca, dándome un aspecto fresco, natural, y humilde. Aunque elegante.
Regresé a la estancia principal, que era un pequeño saloncito con una mesita de café, dos sillones y una chimenea - Disculpad la demora. - dije acercándome a él, sentándome en uno de los sillones libres. - Espero que podáis ayudarme en mi pequeño problema. Supongo que ya os han explicado un poco de qué trata ¿cierto? - pregunté hablando con voz serena.
Narcisa Belacqua- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 21/04/2011
Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Después de lo incómodo del primer encuentro las cosas fueron normalizándose poco a poco. Sergei tomó la delicada mano de la mujer y la besó, aspirando el húmedo aroma que desprendía y disfrutando de la suavidad de la piel.
-Para mí también es un placer-respondió, irguiéndose y pasando al interior de sus aposentos, mientras la mujer se metía en otra sala para versirte. Aprovechando la soledad Sergei dejó su bolsa en el suelo y empezó a sacar algunas bolsitas y un par de velas rojas, que dejó junto a la bolsa. También colocó el sombrero y el bastón en una de las esquinas y se quitó la chaqueta, quedándose sólamente en mangas de camisa.
Fantasmas. En el fondo no eran tan mala gente, pero había que saber tratar con ellos. Cuando la señorita Belacqua volvió a la habitación, ésta vez con más ropa, Sergei la observó atentamente, aunque con menos disimulo del que le hubiera sido aceptable. Pero, para ser sicneros, la imagen eran digna de contemplarse. Era joven, atractiva y, aunque intentaba vestir con discreción, seguía resaltando su belleza natural. El brujo no pudo evitar sonreír al pensar que se podría cobrar el precio de aquella sensión en especia en lugar de en dinero. Pero claro, no le pediría tal cosa a una señorita hecha y derecha como ella.
Sergei negó con la cabeza y borró aquella sonrisa. Estaba allí para trabajar y, con esa mentalidad, se dirigió a la joven.
-Nuestro amigo común me ha contado algo, pero me gustaría que me contara los detalles-le pidió, centrándose de nuevo y mirándola a los ojos-. Y qué es lo que quiere de mí exactamente. En base a eso le podré decir si mis capacidades son las que necesita, y si podré atender sus demandas. No estoy aquí para engañar a nadie.
-Para mí también es un placer-respondió, irguiéndose y pasando al interior de sus aposentos, mientras la mujer se metía en otra sala para versirte. Aprovechando la soledad Sergei dejó su bolsa en el suelo y empezó a sacar algunas bolsitas y un par de velas rojas, que dejó junto a la bolsa. También colocó el sombrero y el bastón en una de las esquinas y se quitó la chaqueta, quedándose sólamente en mangas de camisa.
Fantasmas. En el fondo no eran tan mala gente, pero había que saber tratar con ellos. Cuando la señorita Belacqua volvió a la habitación, ésta vez con más ropa, Sergei la observó atentamente, aunque con menos disimulo del que le hubiera sido aceptable. Pero, para ser sicneros, la imagen eran digna de contemplarse. Era joven, atractiva y, aunque intentaba vestir con discreción, seguía resaltando su belleza natural. El brujo no pudo evitar sonreír al pensar que se podría cobrar el precio de aquella sensión en especia en lugar de en dinero. Pero claro, no le pediría tal cosa a una señorita hecha y derecha como ella.
Sergei negó con la cabeza y borró aquella sonrisa. Estaba allí para trabajar y, con esa mentalidad, se dirigió a la joven.
-Nuestro amigo común me ha contado algo, pero me gustaría que me contara los detalles-le pidió, centrándose de nuevo y mirándola a los ojos-. Y qué es lo que quiere de mí exactamente. En base a eso le podré decir si mis capacidades son las que necesita, y si podré atender sus demandas. No estoy aquí para engañar a nadie.
Sergei Ivanovich- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/04/2011
Edad : 44
Localización : Conjurando, entre las sombras.
Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Me acomodé en el sillón cruzando una pierna sobre la otra y colocando perfectamente y minuciosamente la falda del vestido, dejando ver mis pies aún descalzos. Para estar en la habitación, no era necesario llevar zapatos, aunque más que necesario, diría que imprescindible.
Observé el arsenal de artilugios que había sacado el brujo y me incorporé al ver que había traído velas. Me acerqué al tocador y saqué de uno de los cajones un paquete de palitos con fósforo y una piedra de azufre (lo que hoy vendría a ser una cerilla), y se los acercó a Sergei dejándoselos sobre la mesa volviendo a sentarse del mismo modo que antes - Veréis... no quiero menospreciar vuestras creencias ni vuestro trabajo, pero soy algo escéptica con el tema de hechicería. Pero al parecer, hay alguien acechándome desde el otro lado... Según sé, trata de advertirme de algún peligro, pero yo no estoy corriendo peligro alguno. Llevo una vida sana, llena de precauciones, no tengo enemigos con los que podría ponerme en peligro. - Expliqué apoyando la espalda en el respaldo del sillón apoyando uno de los codos sobre el reposabrazos.
Deslicé mi lengua por mis labios levemente humedeciéndolos a la par que inspiraba profundamente - Si os soy sincera, hace unos días que siento como si hubiese una especie de presión sobre mí, como si alguien estuviese siguiéndome constantemente. Es como una opresión en el pecho. - Añadí llevándome una mano al pecho tocándolo levemente como si tratase de explicarle visualmente cómo era lo que sentía- Sé que no es ningún problema de salud, pues visité al doctor esta mañana, y dijo que estaba perfectamente sana. Y yo... no tengo explicación a esto que me ocurre. Pensé que quizás vos podríais ayudarme. - concluí mirándole a los ojos como si realmente le necesitase.
Observé el arsenal de artilugios que había sacado el brujo y me incorporé al ver que había traído velas. Me acerqué al tocador y saqué de uno de los cajones un paquete de palitos con fósforo y una piedra de azufre (lo que hoy vendría a ser una cerilla), y se los acercó a Sergei dejándoselos sobre la mesa volviendo a sentarse del mismo modo que antes - Veréis... no quiero menospreciar vuestras creencias ni vuestro trabajo, pero soy algo escéptica con el tema de hechicería. Pero al parecer, hay alguien acechándome desde el otro lado... Según sé, trata de advertirme de algún peligro, pero yo no estoy corriendo peligro alguno. Llevo una vida sana, llena de precauciones, no tengo enemigos con los que podría ponerme en peligro. - Expliqué apoyando la espalda en el respaldo del sillón apoyando uno de los codos sobre el reposabrazos.
Deslicé mi lengua por mis labios levemente humedeciéndolos a la par que inspiraba profundamente - Si os soy sincera, hace unos días que siento como si hubiese una especie de presión sobre mí, como si alguien estuviese siguiéndome constantemente. Es como una opresión en el pecho. - Añadí llevándome una mano al pecho tocándolo levemente como si tratase de explicarle visualmente cómo era lo que sentía- Sé que no es ningún problema de salud, pues visité al doctor esta mañana, y dijo que estaba perfectamente sana. Y yo... no tengo explicación a esto que me ocurre. Pensé que quizás vos podríais ayudarme. - concluí mirándole a los ojos como si realmente le necesitase.
Narcisa Belacqua- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 21/04/2011
Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Sergei la escuchó prestándole toda la atención que pudo, mirándola a los ojos con la mano en el mentón, rascándose la barbilla de vez en cuando.
-Entiendo...-acabó murmurando-. También comprendo que no se fíe demasiado de mí. No voy a aburrirle con charlas que tal vez no crea. Pero le puedo asegurar que haré lo que esté en mi mano para ayudarla, crea en lo que hago o no-dijo con un ligero deje de ironía-. Pero también tengo que contarle que muchas veces todos éstos asuntos no tienen nada que ver con lo sobrenatural. Puede que realmente alguien le esté siguiendo y, puede creerme, no sería tan extraño, y menos con alguien como usted.-explicó, mientras andaba en círculos por la habitación, sin dejar de rascarse el mentón-. Pero usted dice que no es nada de eso, que es algo más... Muy bien-acabó diciendo, decidido.
Sergei tomó una de las sillas y se sentó frente a su interlocutora, a menos de un metro de ella.
-Ahora voy a hacerle algunas preguntas personales, que espero que responda con total sinceridad. Puede que le parezcan ofensivas o intimidantes, pero si quiere que le ayuide, deberá responderlas. Con ésta información espero conseguir alguna pista de quién es ese espíritu que parece atosigarla.
Dicho aquello se recostó contra su silla unos segundos, mientras ponía en orden sus pensamientos. Y, de paso, dejaba hacer a uno de los poderes que le había enseñado Alexei, al que llamaba "Encandilamento", con el objetivo de que la joven confiara más en él y decidiera hacerle caso, pero sin usarlo con tanta fuerza como para borrar su voluntad. Sólo esperaba ganarse su confianza.
-Hábleme de sus padres. De sus hermanos. De alguna pasada relación. De algún abuelo con el que estuviera profundamente unida... ¿Han fallecido? O, peor aún, ¿algún acérrimo enemigo? No importa que esté vivo o muerto...
-Entiendo...-acabó murmurando-. También comprendo que no se fíe demasiado de mí. No voy a aburrirle con charlas que tal vez no crea. Pero le puedo asegurar que haré lo que esté en mi mano para ayudarla, crea en lo que hago o no-dijo con un ligero deje de ironía-. Pero también tengo que contarle que muchas veces todos éstos asuntos no tienen nada que ver con lo sobrenatural. Puede que realmente alguien le esté siguiendo y, puede creerme, no sería tan extraño, y menos con alguien como usted.-explicó, mientras andaba en círculos por la habitación, sin dejar de rascarse el mentón-. Pero usted dice que no es nada de eso, que es algo más... Muy bien-acabó diciendo, decidido.
Sergei tomó una de las sillas y se sentó frente a su interlocutora, a menos de un metro de ella.
-Ahora voy a hacerle algunas preguntas personales, que espero que responda con total sinceridad. Puede que le parezcan ofensivas o intimidantes, pero si quiere que le ayuide, deberá responderlas. Con ésta información espero conseguir alguna pista de quién es ese espíritu que parece atosigarla.
Dicho aquello se recostó contra su silla unos segundos, mientras ponía en orden sus pensamientos. Y, de paso, dejaba hacer a uno de los poderes que le había enseñado Alexei, al que llamaba "Encandilamento", con el objetivo de que la joven confiara más en él y decidiera hacerle caso, pero sin usarlo con tanta fuerza como para borrar su voluntad. Sólo esperaba ganarse su confianza.
-Hábleme de sus padres. De sus hermanos. De alguna pasada relación. De algún abuelo con el que estuviera profundamente unida... ¿Han fallecido? O, peor aún, ¿algún acérrimo enemigo? No importa que esté vivo o muerto...
Sergei Ivanovich- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 158
Fecha de inscripción : 22/04/2011
Edad : 44
Localización : Conjurando, entre las sombras.
Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Desvié la mirada sintiendo el calor acudir a mis mejillas sonrojándolas cuando Sergei realizó aquel comentario sobre mí. Sabía que mi belleza resultaba atrayente para los hombres. Pero no estaba acostumbrada a escuchar cumplidos como aquel, más bien las palabras que solía obtener por parte de mis clientes, eran palabras de deseo. Rara vez un hombre no deseaba tenerme cabalgando sobre él, rara era la vez en la que el hombre no deseaba poseer mi cuerpo y disfrutarlo. Traté de disimular el sonrojamiento y volver a mirar al hombre que ahora se sentaba frente a mí. Me sentí levemente intimidada por su cercanía, como si estuviese invadiendo mi espacio. Pero necesitaba de su ayuda, y debía permitirle hacer su trabajo.
Asentí levemente con la cabeza cuando pidió sinceridad por mi parte, y poco a poco sentí como si pudiese confiar en el desconocido, como si cualquier cosa que fuese a contarle, jamás fuese a salir de las cuatro paredes que nos rodeaban.
Escuché atentamente sus preguntas y permanecí en silencio unos segundos pensando en la respuesta - Mi vida en Inglaterra era la que cualquier joven podría haber deseado. No tenía mayores preocupaciones, pude gozar de la enseñanza y la educación, pude culturizarme desde pequeña... Incluso tuve el privilegio de que mis padres no concertasen un esposo para mí. La relación con mi familia siempre ha sido excepcional... - Expliqué descartando que cualquier miembro de mi familia pudiese ser quién pretendiese hacerme daño. Ellos jamás serían capaces de algo así.
Respiré profundamente incorporándome un poco en el sillón separando la espalda del respaldo acercándome levemente a Sergei sin darme cuenta - Cuando vine a Francia... estuve a punto de casarme con un Lord, pero... desde que renuncié al matrimonio, no he vuelto a saber nada de él. Supongo que debe de estar en Inglaterra... - comenté descartando también el que podría haber sido mi esposo.
Entonces caí en la cuenta del pasado cliente, aquel que deseaba que estuviese con el hijo de su socio para beneficiarse del negocio - Hay... un hombre... que me ha utilizado para... satisfacer al hijo de su socio, para poder beneficiarse de los frutos del negocio que iban a pactar... - dije apaciguando algo más la voz. No dije claramente que fuese una cortesana, ni una prostituta, pero quizás, una mente malpensante, deduciría que parte de mi vida la dedicaba a hacer compañía a hombres desconocidos.
Asentí levemente con la cabeza cuando pidió sinceridad por mi parte, y poco a poco sentí como si pudiese confiar en el desconocido, como si cualquier cosa que fuese a contarle, jamás fuese a salir de las cuatro paredes que nos rodeaban.
Escuché atentamente sus preguntas y permanecí en silencio unos segundos pensando en la respuesta - Mi vida en Inglaterra era la que cualquier joven podría haber deseado. No tenía mayores preocupaciones, pude gozar de la enseñanza y la educación, pude culturizarme desde pequeña... Incluso tuve el privilegio de que mis padres no concertasen un esposo para mí. La relación con mi familia siempre ha sido excepcional... - Expliqué descartando que cualquier miembro de mi familia pudiese ser quién pretendiese hacerme daño. Ellos jamás serían capaces de algo así.
Respiré profundamente incorporándome un poco en el sillón separando la espalda del respaldo acercándome levemente a Sergei sin darme cuenta - Cuando vine a Francia... estuve a punto de casarme con un Lord, pero... desde que renuncié al matrimonio, no he vuelto a saber nada de él. Supongo que debe de estar en Inglaterra... - comenté descartando también el que podría haber sido mi esposo.
Entonces caí en la cuenta del pasado cliente, aquel que deseaba que estuviese con el hijo de su socio para beneficiarse del negocio - Hay... un hombre... que me ha utilizado para... satisfacer al hijo de su socio, para poder beneficiarse de los frutos del negocio que iban a pactar... - dije apaciguando algo más la voz. No dije claramente que fuese una cortesana, ni una prostituta, pero quizás, una mente malpensante, deduciría que parte de mi vida la dedicaba a hacer compañía a hombres desconocidos.
Narcisa Belacqua- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 21/04/2011
Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Sergei escuchó cada una de sus palabras, aunque no pudo evitar sorprenderse de que se sonrojara. Aquella mujer no podía ser tonta (pocas lo eran) y debía de saber perfectamente el efecto que tendría sobre los demás varones. Había visto cómo mujeres menos bellas se convertían en el objeto de obsesión de hombres que estarían dispuestos a hacer cualquier cosa por estar con ellas. Y el ruso no iba a descartar tan pronto quella posibilidad.
En cualquier caso, Sergei estaba complacido consigo mismo al constatar que sus poderes funcionaban perfectamente con aquella mujer, que parecía querer abrirse sin ningún problema. En el fondo se sentía un poco mezquino al usar aquello, pero sabía que lo hacía por el bien de la señorita. Si no confiaba en él no le contaría todo. Y sin esa información era posible que no pudiera ayudarla.
Y la información que recabó fue la mar de interesante. Con que hacer satisfacer a un joven, ¿no? Pero el ruso, que era un señor educado y no quería enemistarse con la persona que le iba a pagar, no hizo comentario o gesto alguno, sólo asintió con la cabeza.
-No voy a pedirle que me diga el nombre de esa persona, espero que no sea necesario. Pero si querría saber, señorita, si en algún momento, tanto ese joven como ese otro lord la amenazaron o se monstraron demasiado... Posesivos. Y si ha vuelto a ponerse en contacto con alguno de ellos.
En cualquier caso, Sergei estaba complacido consigo mismo al constatar que sus poderes funcionaban perfectamente con aquella mujer, que parecía querer abrirse sin ningún problema. En el fondo se sentía un poco mezquino al usar aquello, pero sabía que lo hacía por el bien de la señorita. Si no confiaba en él no le contaría todo. Y sin esa información era posible que no pudiera ayudarla.
Y la información que recabó fue la mar de interesante. Con que hacer satisfacer a un joven, ¿no? Pero el ruso, que era un señor educado y no quería enemistarse con la persona que le iba a pagar, no hizo comentario o gesto alguno, sólo asintió con la cabeza.
-No voy a pedirle que me diga el nombre de esa persona, espero que no sea necesario. Pero si querría saber, señorita, si en algún momento, tanto ese joven como ese otro lord la amenazaron o se monstraron demasiado... Posesivos. Y si ha vuelto a ponerse en contacto con alguno de ellos.
Sergei Ivanovich- Hechicero Clase Media
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
De nuevo me quedé callada pensando unos segundos, dedicando un periodo corto de tiempo a que mi cerebro rebuscase en mis recuerdos tratando de encontrar algún indicio de qué podría causar aquel acoso.
Humedecí nuevamente mis labios con la lengua descansando la espalda nuevamente sobre el respaldo - Mi ex prometido... era un hombre muy celoso, estaba ciegamente enamorado de mí... pero realmente estaba enamorado de una parte de mí que no es realmente cierta. Cuando amas a alguien de verdad, amas todas y cada una de las partes que componen a la persona. Él sólo estaba enamorado de...- me callé unos segundos. No debía decirle que el Lord estaba enamorado de la cortesana que había en mí y no de mi persona - Él estaba enamorado de mi cuerpo, no de mí persona... Cuando estábamos juntos, muchas veces discutió con hombres por mi culpa. - susurré bajando la mirada avergonzada.
No estaba acostumbrada a hablar de mí tan abiertamente, y realmente no sabía porqué lo estaba haciendo, y mucho menos con un completo desconocido. Me sentía algo confusa, no entendía por qué le contaba intimidades a aquel hombre, pero sin embargo, sentía el impulso de contarle hasta los emplazamientos de mis lunares más íntimos. Podía sentir algo similar a ansias en mi interior y no pude contenerme más - Disculpadme. - Dije levantándome del sillón apartándome de aquel hombre como si tratase de recuperar mi espacio. Caminé hacia la ventana mirando mi reflejo en el cristal bañado por gotas de lluvia. Al parecer, estaba lloviendo, y es que en esta época del año, las lluvias eran algo muy común. Podía ver mi reflejo en el cristal, y detrás de mí el del hombre como si ambos fuésemos fantasmas.
Humedecí nuevamente mis labios con la lengua descansando la espalda nuevamente sobre el respaldo - Mi ex prometido... era un hombre muy celoso, estaba ciegamente enamorado de mí... pero realmente estaba enamorado de una parte de mí que no es realmente cierta. Cuando amas a alguien de verdad, amas todas y cada una de las partes que componen a la persona. Él sólo estaba enamorado de...- me callé unos segundos. No debía decirle que el Lord estaba enamorado de la cortesana que había en mí y no de mi persona - Él estaba enamorado de mi cuerpo, no de mí persona... Cuando estábamos juntos, muchas veces discutió con hombres por mi culpa. - susurré bajando la mirada avergonzada.
No estaba acostumbrada a hablar de mí tan abiertamente, y realmente no sabía porqué lo estaba haciendo, y mucho menos con un completo desconocido. Me sentía algo confusa, no entendía por qué le contaba intimidades a aquel hombre, pero sin embargo, sentía el impulso de contarle hasta los emplazamientos de mis lunares más íntimos. Podía sentir algo similar a ansias en mi interior y no pude contenerme más - Disculpadme. - Dije levantándome del sillón apartándome de aquel hombre como si tratase de recuperar mi espacio. Caminé hacia la ventana mirando mi reflejo en el cristal bañado por gotas de lluvia. Al parecer, estaba lloviendo, y es que en esta época del año, las lluvias eran algo muy común. Podía ver mi reflejo en el cristal, y detrás de mí el del hombre como si ambos fuésemos fantasmas.
Narcisa Belacqua- Mensajes : 38
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Cuando la señorita Belacqua terminó su discurso el ruso se terminó de poner cómodo contra su asiento, mientras terminaba de asentir con la cabeza. Conque era eso, ¿no? Un prometido obsesionado con su cuerpo y que no quería que nadie más se le acercara. Y si además añadíamos que aquella mujer se dedicaba posiblemente a menesteres carnales, desde luego, era comprensible. De hecho, si él fuera un espíritu enfadado y obsesionado con aquél cuerpo posiblemente no le haría ni pizca de gracia que nadie lo tocara.
Pero hubo algo que le desconcertó al ver cómo la chica se ponía en pie. Y al verla tan azorada y nerviosa se dio cuenta de que igual se había estado pasando con aquél conjuro. Para solucionarlo rebajó la fuerza de éste, pero lo dejó aún flotando por la habitación, de forma que la confianza que parecía haber desarrollado hacia él se mantuviera, pero sin ir a más.
Con una sonrisa avergozada en el rostro se puso en pie y se separó un poco de su clienta, para que el aire corriera limpiamente entre ambos y que tuviera tiempo y espacio para relajarse.
-Mi buena señora, me atrevería a decir que es su difunto prometido quién parece no querer dejarla... ¿Falleció hace mucho?-quiso saber Sergei-. También le diré que, aunque haré todo lo posible, ésto no es una ciencia exacta. La tarea queda dentro de mis habilidades, pero quién sabe lo que podría pasar.-terminó diciendo en el tono más profesional que fue capaz.
Pero hubo algo que le desconcertó al ver cómo la chica se ponía en pie. Y al verla tan azorada y nerviosa se dio cuenta de que igual se había estado pasando con aquél conjuro. Para solucionarlo rebajó la fuerza de éste, pero lo dejó aún flotando por la habitación, de forma que la confianza que parecía haber desarrollado hacia él se mantuviera, pero sin ir a más.
Con una sonrisa avergozada en el rostro se puso en pie y se separó un poco de su clienta, para que el aire corriera limpiamente entre ambos y que tuviera tiempo y espacio para relajarse.
-Mi buena señora, me atrevería a decir que es su difunto prometido quién parece no querer dejarla... ¿Falleció hace mucho?-quiso saber Sergei-. También le diré que, aunque haré todo lo posible, ésto no es una ciencia exacta. La tarea queda dentro de mis habilidades, pero quién sabe lo que podría pasar.-terminó diciendo en el tono más profesional que fue capaz.
Sergei Ivanovich- Hechicero Clase Media
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Cuando escuché lo de ''Difunto prometido'' me giré mirando al hombre - ¿James ha fallecido? - pregunté abriendo los ojos sorprendida, sintiendo la necesidad de apoyarme contra la ventana confusa, abatida. Aunque la relación entre el Lord y yo no hubiese terminado en buen cauce, no podía evitar seguir queriéndole. Cuando se pasa tiempo con una persona, se le termina apreciando y queriendo, y eso era lo que me había ocurrido con él.
Me llevé una mano al pecho cerrándola sobre mi escote respirando entrecortadamente - ¿Podéis saber cómo ha muerto? o... ¿por qué sigue acechándome? - le pregunté acercándome a él apresuradamente tomándole de las manos y mirándole a los ojos con súplica.
Deseaba conocer el motivo de su muerte, y saber el porqué aún de su insistencia más allá de la vida y de la muerte. ¿Qué había sido de aquello de ''Hasta que la muerte nos separe''? en éste caso, su muerte le estaba uniendo a mí.
Mis manos, frías, apretaban las de Sergei esperando una respuesta, algo que me ayudase a deshacerme del todo de James. No quería seguir sintiendo sus celos hasta el fin de mis días. Quería poder vivir mi vida, era feliz con mi vida, y disfrutaba de ella. Me permitía llevar una vida de alto nivel, y seguir siendo una joven mujer con elegancia y saber estar.
Me llevé una mano al pecho cerrándola sobre mi escote respirando entrecortadamente - ¿Podéis saber cómo ha muerto? o... ¿por qué sigue acechándome? - le pregunté acercándome a él apresuradamente tomándole de las manos y mirándole a los ojos con súplica.
Deseaba conocer el motivo de su muerte, y saber el porqué aún de su insistencia más allá de la vida y de la muerte. ¿Qué había sido de aquello de ''Hasta que la muerte nos separe''? en éste caso, su muerte le estaba uniendo a mí.
Mis manos, frías, apretaban las de Sergei esperando una respuesta, algo que me ayudase a deshacerme del todo de James. No quería seguir sintiendo sus celos hasta el fin de mis días. Quería poder vivir mi vida, era feliz con mi vida, y disfrutaba de ella. Me permitía llevar una vida de alto nivel, y seguir siendo una joven mujer con elegancia y saber estar.
Narcisa Belacqua- Mensajes : 38
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
De acuerdo, Sergei había entendido mal todo lo que había pasado allí. Maldito idioma extraño, maldito francés y maldito fuera todo. Enseguida notó cómo se sonrojaba y empezaba a sudar, visiblemente avergonzado y nervioso.
-Oh, ¿cómo? Yo siéntolo mucho-se apresuró a disculparse-. No, me temó que no he entender bien lo que ha ocurrido, la ruego que me disculpe-dijo, equivocándose numerosas veces al hablar por culpa del nerviosismo. Por eso se calló durante unos minutos, tratando de relajarse y de volver a ser el profesional que había sido hasta aquél momento, poniendo en orden sus pensamientos y buscando las palabras exactas en un idioma que no terminaba de hablar ni comprender bien del todo.
-Verá, creo que me he confundido. Me ha parecido entender que era usted quién me decía que su prometido, James, ha muerto. Supongo que todavía no termino de dominar su idioma-dijo, mucho más tranquilo que antes-. Le ruego que me disculpe, no pretendía asustarla ni parecer un completo ignorante.
Cuando Belacqua se acercó a él y sujetó las manos sintió la fuerza y la tristeza de la mujer. La miró con firmeza y le apretó las manos con fuerza. Al principio se sorprendió de la cercanía de la dama, pero le acabó restando importancia.
-Pero, me temo, no es algo que podamos descartar. O que sea él quién está detrás de tódo ésto. Por eso le pido que confíe en mí-mientras decía aquello aumentó un puntito el poder del conjuro para que lo hiciera y, en definitiva, no le mandara a hacer puñetas-. Y que, a partir de ahora, haga lo que yo le diga. Le juro que haré todo lo que esté en mi mano-le dijo con seriedad, sin dejar de mirarle a los ojos.
-Oh, ¿cómo? Yo siéntolo mucho-se apresuró a disculparse-. No, me temó que no he entender bien lo que ha ocurrido, la ruego que me disculpe-dijo, equivocándose numerosas veces al hablar por culpa del nerviosismo. Por eso se calló durante unos minutos, tratando de relajarse y de volver a ser el profesional que había sido hasta aquél momento, poniendo en orden sus pensamientos y buscando las palabras exactas en un idioma que no terminaba de hablar ni comprender bien del todo.
-Verá, creo que me he confundido. Me ha parecido entender que era usted quién me decía que su prometido, James, ha muerto. Supongo que todavía no termino de dominar su idioma-dijo, mucho más tranquilo que antes-. Le ruego que me disculpe, no pretendía asustarla ni parecer un completo ignorante.
Cuando Belacqua se acercó a él y sujetó las manos sintió la fuerza y la tristeza de la mujer. La miró con firmeza y le apretó las manos con fuerza. Al principio se sorprendió de la cercanía de la dama, pero le acabó restando importancia.
-Pero, me temo, no es algo que podamos descartar. O que sea él quién está detrás de tódo ésto. Por eso le pido que confíe en mí-mientras decía aquello aumentó un puntito el poder del conjuro para que lo hiciera y, en definitiva, no le mandara a hacer puñetas-. Y que, a partir de ahora, haga lo que yo le diga. Le juro que haré todo lo que esté en mi mano-le dijo con seriedad, sin dejar de mirarle a los ojos.
Sergei Ivanovich- Hechicero Clase Media
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Me sentí algo más reconfortada cuando supe que Sergei me ayudaría, odiaba la soledad, y saber que iba a tener a alguien a mi lado en esto me hacía recuperar la tranquilidad de la que solía hacer gala normalmente- Tengo miedo... - susurré sintiendo las manos algo temblorosas sujetando las de él. Aunque no sabría decir con ciencia cierta qué manos sujetaba a las del otro.
Respiré profundamente mirando a los ojos al brujo asintiendo sin darme cuenta ante sus palabras. Era como si me mantuviese bajo algún tipo de embrujo para que respondiese satisfactoriamente a cada una de sus órdenes y preguntas.
Seguía asintiendo - Haré todo lo que me pidáis - afirmé esperando a que me indicase cuáles debían de ser los siguientes movimientos.
Para un Brujo o un vampiro que poseyese encandilamiento, o cualquier habilidad mental, debía de ser sumamente sencillo entrar en mi mente, pues mi caracter afable hacía que mi mente fuese moldeable, de fácil acceso.
Respiré profundamente mirando a los ojos al brujo asintiendo sin darme cuenta ante sus palabras. Era como si me mantuviese bajo algún tipo de embrujo para que respondiese satisfactoriamente a cada una de sus órdenes y preguntas.
Seguía asintiendo - Haré todo lo que me pidáis - afirmé esperando a que me indicase cuáles debían de ser los siguientes movimientos.
Para un Brujo o un vampiro que poseyese encandilamiento, o cualquier habilidad mental, debía de ser sumamente sencillo entrar en mi mente, pues mi caracter afable hacía que mi mente fuese moldeable, de fácil acceso.
Narcisa Belacqua- Mensajes : 38
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Temiendo robarle toda la voluntad y queriendo devolvérsela Sergei volvió a rebajar, casi al mínimo, la fuerza del conjuro. Además, el brujo se conocía perfectamente. Quedarse a solas con una mujer tan bella como ella, totalmente entregada... No. No se fiaba de él mismo, así que decidió cortar por lo sano.
Aún así el brujo no se separó de ella, la agarró con fuerza de las manos y la miró a los ojos, tratando de reconfortarla, llegando incluso a sonreírla amigablemente.
-Tranquila, haré todo lo que esté en mi mano para ayudarte. Ahora relájate, respira y tranquilízate-Sergei se puso en pie, mientras le hablaba en susurros, con un tono de voz relajado-. Vamos, ven conmigo-le pidió, mientras la guiaba por la habitación hasta llegar al centro de ésta-. Ahora siéntate.
Sí, había empezado a usar un tono mucho más personal, atreviéndose a tutearla y tratarla con confianza. Pero dadas la circunstancias no podía evitar que fuera de ésta manera. Sergei se sentía mal por el error que había cometido y porque, bueno, el brujo siempre había sentido debilidad por las mujeres desvalidas. Manías de caballero debía de ser.
Hecho aquello, y mientras se quedaba allí sentada, Sergei fue a por una de las bolsitas que había sacado y empezó a echar su contenido en torno a la mujer, creando un círculo perfecto a su alrededor con un polvo de un color plateado. También colocó las dos velas, cada uno en un extremo del círculo y las encendió con las cerillas que le había dado la joven. Cuando terminó el ruso se sentó frente a ella, fuera del círculo.
-Cierra los ojos ahora, por favor.-pidió con apenas un susurro.
Aún así el brujo no se separó de ella, la agarró con fuerza de las manos y la miró a los ojos, tratando de reconfortarla, llegando incluso a sonreírla amigablemente.
-Tranquila, haré todo lo que esté en mi mano para ayudarte. Ahora relájate, respira y tranquilízate-Sergei se puso en pie, mientras le hablaba en susurros, con un tono de voz relajado-. Vamos, ven conmigo-le pidió, mientras la guiaba por la habitación hasta llegar al centro de ésta-. Ahora siéntate.
Sí, había empezado a usar un tono mucho más personal, atreviéndose a tutearla y tratarla con confianza. Pero dadas la circunstancias no podía evitar que fuera de ésta manera. Sergei se sentía mal por el error que había cometido y porque, bueno, el brujo siempre había sentido debilidad por las mujeres desvalidas. Manías de caballero debía de ser.
Hecho aquello, y mientras se quedaba allí sentada, Sergei fue a por una de las bolsitas que había sacado y empezó a echar su contenido en torno a la mujer, creando un círculo perfecto a su alrededor con un polvo de un color plateado. También colocó las dos velas, cada uno en un extremo del círculo y las encendió con las cerillas que le había dado la joven. Cuando terminó el ruso se sentó frente a ella, fuera del círculo.
-Cierra los ojos ahora, por favor.-pidió con apenas un susurro.
Sergei Ivanovich- Hechicero Clase Media
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Seguí al brujo ruso hasta que me llevó al centro de la habitación y me indicó que me sentase. Solté sus manos con pocas ganas, pues tenerlas sujetas me ayudaba a tranquilizarme. Deslicé mis manos bajo mi trasero agachándome un poco, sujetando el vestido hasta llegar con mis manos deslizándose hasta detrás de las rodillas terminando por sentarme en el suelo con las piernas hacia un lado, flexionadas, cubiertas por el vestido hasta encima de los tobillos. Dejando al descubierto mis pies y tobillos, los cuales eran esbeltos y de un tono nítido.
Descansé mis manos sobre mi regazo siguiendo con la mirada a Sergei, viendo cómo dibujaba a mi alrededor un círculo perfecto con un material que no adivinaba reconocer. Después situó las velas, las cuales encendió. Aquello estaba empezando, podía sentir el nerviosismo aumentar en mí, eran nervios provocados por el miedo a lo desconocido. Por el temor de que algo malo me pasase.
Finalmente, Sergei se sentó frente a mí, fuera del círculo y mis ojos buscaron los suyos con necesidad, hasta que me indicó que era hora de cerrar los ojos. Aguardé un par de segundos sosteniendo su mirada hasta que finalmente cerré los ojos. Justo al cerrarlos, sentí como la piel de mis brazos se erizaba, sintiendo un frío incómodo. Un frío que no era causado por la temperatura de la habitación, pues estaba suficientemente caldeada gracias a la chimenea que llevaba encendida todo el día.
Descansé mis manos sobre mi regazo siguiendo con la mirada a Sergei, viendo cómo dibujaba a mi alrededor un círculo perfecto con un material que no adivinaba reconocer. Después situó las velas, las cuales encendió. Aquello estaba empezando, podía sentir el nerviosismo aumentar en mí, eran nervios provocados por el miedo a lo desconocido. Por el temor de que algo malo me pasase.
Finalmente, Sergei se sentó frente a mí, fuera del círculo y mis ojos buscaron los suyos con necesidad, hasta que me indicó que era hora de cerrar los ojos. Aguardé un par de segundos sosteniendo su mirada hasta que finalmente cerré los ojos. Justo al cerrarlos, sentí como la piel de mis brazos se erizaba, sintiendo un frío incómodo. Un frío que no era causado por la temperatura de la habitación, pues estaba suficientemente caldeada gracias a la chimenea que llevaba encendida todo el día.
Narcisa Belacqua- Mensajes : 38
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Sergei se regaló contemplando el cuerpo de su clienta. Ah, sin duda era bella. Y se le pasaron por la cabeza un par de cosas que le hicieron sonreír. Si otras fueran las circunstancias y el lugar usaría sin descaro alguno sus poderes para yacer junto a ella en la cama de la habitación.
Pero no. Todavía no. Cuando todo aquello hubiera acabado, tal vez. Pero claro, el que un fantasma posesivo y con malos pensamientos la estuviera guardando tampoco era algo que le animara demasiado y, aunque todo saliera bien, siempre le quedaría cierto temor en el cuerpo.
El ruso se concentró y trató de olvidar todo aquello, cerrando los ojos, ocupándose en lo que debía. Después de serenarse y relentizar su respiración empezó a murmurar una serie de palabras en hebreo. Mientras hablaba la temperatura de la habitación fue descendiendo cada vez más y más, hasta que los cristales de las ventanas se empañaron. Sergei pudo sentir una brisa que nacía desde el mismo interior del círculo que había dibujado frente a él.
Abrió los ojos de repente. Ligeramente asombrado, pudo ver una extraña sombra entorno a la joven. Una sombra invisible para Narcisa, pero que no dejaba de susurrarle al oído.
-Cisa... Narcisa... No... Cisa...-no paraba de gemir.
-¿Lo oyes?-preguntó Sergei.
Pero no. Todavía no. Cuando todo aquello hubiera acabado, tal vez. Pero claro, el que un fantasma posesivo y con malos pensamientos la estuviera guardando tampoco era algo que le animara demasiado y, aunque todo saliera bien, siempre le quedaría cierto temor en el cuerpo.
El ruso se concentró y trató de olvidar todo aquello, cerrando los ojos, ocupándose en lo que debía. Después de serenarse y relentizar su respiración empezó a murmurar una serie de palabras en hebreo. Mientras hablaba la temperatura de la habitación fue descendiendo cada vez más y más, hasta que los cristales de las ventanas se empañaron. Sergei pudo sentir una brisa que nacía desde el mismo interior del círculo que había dibujado frente a él.
Abrió los ojos de repente. Ligeramente asombrado, pudo ver una extraña sombra entorno a la joven. Una sombra invisible para Narcisa, pero que no dejaba de susurrarle al oído.
-Cisa... Narcisa... No... Cisa...-no paraba de gemir.
-¿Lo oyes?-preguntó Sergei.
Sergei Ivanovich- Hechicero Clase Media
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Podía escuchar la voz de Sergei recitando algo, deduje que se debía de tratar de alguna oración. Me moría de ganas por abrir los ojos y ver qué estaba ocurriendo alrededor mío. Pero él me dijo que debía de cerrar los ojos, así que me mantuve con los ojos cerrados. Empecé a sentir como si la temperatura de la habitación empezase a descender bruscamente, mi piel se heló por completo, incluso mi cuerpo reaccionó ante el frío. Podía sentir aquellas pequeñas protuberancias de mis pechos haciendo presión contra la tela que cubría mi pecho. Sentí una especie de presencia tras de mí y apreté la mandíbula tensándome y gimiendo levemente de miedo.
Podía escuchar una voz susurrándome en el oído, como una exhalación helada que me atravesaba el cuerpo con su gelidez.
Mi respiración se estaba empezando a acelerar, era la voz de James, pero era algo más profunda, y sonaba como si estuviese enfadado - Ja-james... - gemí conteniendo las lágrimas de miedo, de terror. Traté de luchar contra su voz cerrando los puños sobre mi regazo pensando constantemente ''márchate, márchate''. Pero la voz seguía insistente - ¡Haz que pare! - gemí moviéndome levemente dentro del círculo tratando de apartarme de aquella voz, aún sin abrir los ojos, desplazándome simplemente unos pocos centímetros.
Podía escuchar una voz susurrándome en el oído, como una exhalación helada que me atravesaba el cuerpo con su gelidez.
Mi respiración se estaba empezando a acelerar, era la voz de James, pero era algo más profunda, y sonaba como si estuviese enfadado - Ja-james... - gemí conteniendo las lágrimas de miedo, de terror. Traté de luchar contra su voz cerrando los puños sobre mi regazo pensando constantemente ''márchate, márchate''. Pero la voz seguía insistente - ¡Haz que pare! - gemí moviéndome levemente dentro del círculo tratando de apartarme de aquella voz, aún sin abrir los ojos, desplazándome simplemente unos pocos centímetros.
Narcisa Belacqua- Mensajes : 38
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
A Sergei le estaba costando Dios y ayuda mantener dentro del círculo que había dibujado al fantasma. Por los gritos de Narcisa pudo confirmar que se trataba de su difunto prometido. El ruso sentía la frente empapada en sudor, mirando más allá de la joven y del fantasma. Apretó la mandíbula, notando como sus dientes rechinaban y crujían debido a la presión. El espíritu era poderoso, de eso no tenía ninguna duda. Pero pudo sentir que había algo más. Que alguien había ordenado al fantasma que se quedara junto a ella. Había alguien detrás de todo aquello.
Pero tenía que concentrarse. Tenía que obligar al fantasma a que se quedara allí dentro, o estarían en problemas. Aquello era un duelo de voluntades.
Entonces oyó los gritos de Narcisa, suplicándole que se deshiciera de él. Como si fuera tan fácil. El brujo ya tenía bastantes problemas con mantener a James allí dentro, sin que saliera del círculo mágico. Como para poder además expulsarlo de la realidad.
-¡Yo sólo no puedo!-dijo entre dientes-. Tienes que hacerlo tú. Estaré aquí contigo, ¡puedes hacerlo! Te ayudaré, pero tienes que hacerlo tú-hablar le costaba horrores, y notaba todo el cuerpo perlado en sudor frío-.¡Concéntrate! ¡Ve a por él!
Pero tenía que concentrarse. Tenía que obligar al fantasma a que se quedara allí dentro, o estarían en problemas. Aquello era un duelo de voluntades.
Entonces oyó los gritos de Narcisa, suplicándole que se deshiciera de él. Como si fuera tan fácil. El brujo ya tenía bastantes problemas con mantener a James allí dentro, sin que saliera del círculo mágico. Como para poder además expulsarlo de la realidad.
-¡Yo sólo no puedo!-dijo entre dientes-. Tienes que hacerlo tú. Estaré aquí contigo, ¡puedes hacerlo! Te ayudaré, pero tienes que hacerlo tú-hablar le costaba horrores, y notaba todo el cuerpo perlado en sudor frío-.¡Concéntrate! ¡Ve a por él!
Sergei Ivanovich- Hechicero Clase Media
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Los gritos de Sergei poco me ayudaban, cada vez estaba más nerviosa, más tensa, más temerosa. Podía escuchar la voz de James en mi oído, e incluso, podía sentir como si él estuviese conmigo, haciendo presión con su pecho en mi espalda, inclinado sobre mí, con su rostro junto a mi oído. - ¡Marchaos James! - exclamé agarrando los faldones del vestido con las manos y cerrando los puños con fuerza aún manteniendo los ojos cerrados con fuerza, sintiendo mi corazón latir aceleradamente.
Sentí como una pequeña brisa helada movía mi cabellera, descubriendo mi cuello, sintiendo el roce de algo sobre mi piel, haciendo que la cadena de oro de la cual pendía un precioso diamante en forma de lágrima, se moviese levemente.
Aquella sensación tan extraña provocó en mí que abriese los ojos y me incorporase del suelo girándome hacia dónde debía de estar James.
No podía ver nada, salvo la oscuridad de la sala y la luz de las velas y la chimenea - ¡No puedo verle! - exclamé creyendo que por fin había conseguido espantarlo. El gozo empezó a llenarme hasta que sentí de nuevo como si una mano helada rozase mis labios, mentón y cuello, descendiendo por mi escote. Me quedé nuevamente petrificada, en pie, dando la espalda a Sergei, sintiendo aquella caricia helada que siempre hacía James. Él sentía especial devoción por mis pechos, y por eso gozaba de verme siempre con escotes generosos. Por ello, me regaló al prometernos el colgante que llevaba.
Llevé mi mano hacia mi escote poniendo la mano abierta sobre éste tratando de evitar que el fantasma de James pudiese hacer algo más, ¿podía acaso los fantasmas acosar sexualmente a alguien? Entonces, me di cuenta de que James podía estar vinculado al colgante que me dio. Pues recordé que él era un gran amigo de un brujo, y quizás éste hizo algún conjuro sobre el colgante para que James estuviese durante toda mi vida a mi lado.
Cerré el puño sobre mi pecho, aún sintiendo el manoseo incesable de las manos gélidas de James, y tomé dentro de mi puño el colgante tirando de él bruscamente, rompiendo la cadena.
Aquel gesto pareció molestar al fantasma de James, el cual adquirió fuerza y gruñió en mi oído, a la par que sentía una presión fría sobre mi cuello. Quizás el fantasma de él estaba tratando de ahogarme o de contenerme para que no me deshiciese del colgante, el cual yacía en mi mano - Lo... lo siento James...- Dije a duras penas sintiendo cómo poco a poco me faltaba el aire.
Lancé con fuerza el colgante hacia la chimenea, el cual cayó entre las llamas provocando que estas se avivasen de un modo casi antinatural.
Mi cuerpo fue sacudido con fuerza hacia el exterior del círculo haciéndome caer sobre Sergei. Me preocupé poco por haber caído sobre él. Me sentía aturdida, extasiada por la falta de aire, y sobre todo... cansada, muy cansada. Pero no físicamente, sino por la falta de aire que me había provocado aquel ente espiritual - ¿Ha... funcionado? - susurré apoyando una mano en el suelo apartándome un poco de Sergei, girándome para mirarle, quedando de rodillas frente a él.
Sentí como una pequeña brisa helada movía mi cabellera, descubriendo mi cuello, sintiendo el roce de algo sobre mi piel, haciendo que la cadena de oro de la cual pendía un precioso diamante en forma de lágrima, se moviese levemente.
Aquella sensación tan extraña provocó en mí que abriese los ojos y me incorporase del suelo girándome hacia dónde debía de estar James.
No podía ver nada, salvo la oscuridad de la sala y la luz de las velas y la chimenea - ¡No puedo verle! - exclamé creyendo que por fin había conseguido espantarlo. El gozo empezó a llenarme hasta que sentí de nuevo como si una mano helada rozase mis labios, mentón y cuello, descendiendo por mi escote. Me quedé nuevamente petrificada, en pie, dando la espalda a Sergei, sintiendo aquella caricia helada que siempre hacía James. Él sentía especial devoción por mis pechos, y por eso gozaba de verme siempre con escotes generosos. Por ello, me regaló al prometernos el colgante que llevaba.
Llevé mi mano hacia mi escote poniendo la mano abierta sobre éste tratando de evitar que el fantasma de James pudiese hacer algo más, ¿podía acaso los fantasmas acosar sexualmente a alguien? Entonces, me di cuenta de que James podía estar vinculado al colgante que me dio. Pues recordé que él era un gran amigo de un brujo, y quizás éste hizo algún conjuro sobre el colgante para que James estuviese durante toda mi vida a mi lado.
Cerré el puño sobre mi pecho, aún sintiendo el manoseo incesable de las manos gélidas de James, y tomé dentro de mi puño el colgante tirando de él bruscamente, rompiendo la cadena.
Aquel gesto pareció molestar al fantasma de James, el cual adquirió fuerza y gruñió en mi oído, a la par que sentía una presión fría sobre mi cuello. Quizás el fantasma de él estaba tratando de ahogarme o de contenerme para que no me deshiciese del colgante, el cual yacía en mi mano - Lo... lo siento James...- Dije a duras penas sintiendo cómo poco a poco me faltaba el aire.
Lancé con fuerza el colgante hacia la chimenea, el cual cayó entre las llamas provocando que estas se avivasen de un modo casi antinatural.
Mi cuerpo fue sacudido con fuerza hacia el exterior del círculo haciéndome caer sobre Sergei. Me preocupé poco por haber caído sobre él. Me sentía aturdida, extasiada por la falta de aire, y sobre todo... cansada, muy cansada. Pero no físicamente, sino por la falta de aire que me había provocado aquel ente espiritual - ¿Ha... funcionado? - susurré apoyando una mano en el suelo apartándome un poco de Sergei, girándome para mirarle, quedando de rodillas frente a él.
Narcisa Belacqua- Mensajes : 38
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Re: Un toque de mandrágora y ojo de tritón {Privado}
Sergei contempló todo lo que ocurría desde el exterior, impotente ante lo que sucedía. Pero si dejaba de concentrarse, si dejaba de decir una y otra vez aquellas palabras el fantasma se alejaría y acabaría volviendo tarde o temprano. Si querían terminar, tendrían que hacerlo ahora.
Sorprendido, vio cómo la sombra trataba de acabar con la vida de Narcisa apretándola en el cuello. Sin saber muy bien qué hacer, si interceder o no, aún a pesar de que podría estropearlo todo, se quedó unos segundos paralizado. Pero por fortuna no tuvo que intervenir, ya que su clienta fue lo bastante lista como darse cuenta de lo que tenía que hacer. Al arrojar el colgante a las llamas éste explotó, haciendo que las cadenas que unían al fantasma con Narcisa desaparecieran, provocando que éste desapareciera en una explosión invisible y que la hizo salir del círculo para caer en sus brazos.
Azorado, Sergei la tomó entre sus brazos con fuerza, tratando de calmarla y de sonreírle, a pesar de que él también estaba visiblemente cansado y agotado.
-Sí, se ha marchado. Has hecho bien, lo has hecho muy bien-le susurró al oído Sergei-. Ya no volverá, ya eres libre-le explicó, sonriendo-. Venga, vamos...
Sergei la hizo levantarse y la llevó hasta su cama, donde la arropó con su propia chaqueta para evitar que se enfriara más aún. Hecho aquello se alejó de ella y se acercó a la chimenea, donde lanzó una bolsita que sacó de su bolso y que hizo que las llamas ardieran con más fuerza, haciendo que la temperatura de la habitación aumentara.
Hecho ésto volvió con la joven y se sentó en la cama, junto a ella.
-¿Estás bien?-preguntó, visiblemente preocupado.
Sorprendido, vio cómo la sombra trataba de acabar con la vida de Narcisa apretándola en el cuello. Sin saber muy bien qué hacer, si interceder o no, aún a pesar de que podría estropearlo todo, se quedó unos segundos paralizado. Pero por fortuna no tuvo que intervenir, ya que su clienta fue lo bastante lista como darse cuenta de lo que tenía que hacer. Al arrojar el colgante a las llamas éste explotó, haciendo que las cadenas que unían al fantasma con Narcisa desaparecieran, provocando que éste desapareciera en una explosión invisible y que la hizo salir del círculo para caer en sus brazos.
Azorado, Sergei la tomó entre sus brazos con fuerza, tratando de calmarla y de sonreírle, a pesar de que él también estaba visiblemente cansado y agotado.
-Sí, se ha marchado. Has hecho bien, lo has hecho muy bien-le susurró al oído Sergei-. Ya no volverá, ya eres libre-le explicó, sonriendo-. Venga, vamos...
Sergei la hizo levantarse y la llevó hasta su cama, donde la arropó con su propia chaqueta para evitar que se enfriara más aún. Hecho aquello se alejó de ella y se acercó a la chimenea, donde lanzó una bolsita que sacó de su bolso y que hizo que las llamas ardieran con más fuerza, haciendo que la temperatura de la habitación aumentara.
Hecho ésto volvió con la joven y se sentó en la cama, junto a ella.
-¿Estás bien?-preguntó, visiblemente preocupado.
Sergei Ivanovich- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/04/2011
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Localización : Conjurando, entre las sombras.
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