Curioseando

por **Gilbert Gervais** Mar Abr 26, 2011 4:57 pm

Ese día era la fecha de una festividad religiosa que hacía que por un día todos los comerciantes y artesanos cerraran sus locales y talleres para disfrutar de un día de descanso y relax. Normalmente era un día en el que la gente se quedaba tranquilamente en casa, igualmente en las calles no había nada que hacer y, en consecuencia, estas lucían bastante desiertas.

Pero Gilbert no era un joven que gustara de pasar demasiado tiempo en casa y menos aún si esta estaba habitada por toda su familia. Les quería, eso sin duda, pero los ratos familiares nunca fueron de su agrado y escapaba de ellos siempre que tenía oportunidad. El pasado día festivo ya había tenido que acudir a una comida familiar y con ello había tenido más que suficiente para todo el mes.

Vestido con sus ropajes habituales y el pelo como siempre suelto y revelde salió de casa sin ningún rumbo concreto dando un paseo tranquilo. Sus pies lentamente le llevaron a un lugar donde no había estado antes pero del que había oído hablar más de una vez: el circo gitano. Le habían contado que allí se podían encontrar desde las más brillantes maravillas hasta el peor de los horrores. Seguramente todo eran poco más que rumores y exageraciones pero haciendo gala de su "naturaleza" felina decidió dar unas vueltar por el lugar a curiosear.

por **Jazhara Elsbeth** Mar Abr 26, 2011 7:24 pm

Me había levantado mucho mejor que en días anteriores y el hecho de que el invierno ya fuera cosa del pasado me estaba cayendo de lo mejor, al parecer tanto el remedio que había preparado Junno y el remedio que me había comprado Lestat me habían servido mucho y ya estaba casi repuesta. Tos en unos momentos y nada más, sin fiebre, sin alucinaciones, sin pesadillas, creo que había sido la primera noche que dormía bien y todo eso me hacía estar de mejor humor que antes por lo que esa mañana me había levantado temprano, me había cambiado de ropa por un atuendo de dos piezas que dejaba al descubierto mi abdomen y había salido corriendo con Honey detrás para ir al circo gitano. Ahí había varios que me conocían, no vivía con ninguno de ellos pero solía frecuentar el lugar y mi cara se les hacía conocida, además me había hecho buena fama por que yo nunca le robaba a nadie y me dedicaba solamente a bailar por un poco de dinero, esperaba que hoy fuera un buen día para los negocios.

Mi vestuario era verde, como casi todo lo que poseía, me gustaba el verde porque alguien alguna vez me había dicho que acentuaba el color de mis ojos y el comentario me gustó lo bastante como para escoger prendas de ropa de ese color cada vez que tenía oportunidad, tenía imitaciones de monedas de metal atadas a unos cordones en la cadera y la parte de arriba era una especie de top sin mangas que dejaba ver a la gente cómo mi cintura se movía de lado a lado, era mi atuendo de las noches de baile.

Mis pasos reverberaban en el asfalto mientras no bajaba la velocidad ni un poco, me apresuraba para encontrar un buen lugar junto a los músicos para poder sentir que la música me llenaba la sangre y me hacía palpitar cada una de mis extremidades haciéndome bailar como nunca nadie había visto bailar a nadie, o al menos a una niña de ocho años. Llegué jadeando y me detuve para toser más de lo que necesitaba todavía sintiendo un poco de ardor en la garganta y esperé a que se me pasara un poco para volver a echar a correr buscando a los músicos gitanos, iba saludando con mi manita a todos los que conocía y dedicándoles una sonrisa con el cabello volando al viento y sin detenerme hasta ver el lugar en donde yo quería estar, había otras bailarinas ahí ya preparadas y los músicos estaban haciendo sonar sus instrumentos en espasmos sin sentido antes de comenzar la verdadera música así que me acerqué y saludando a todos como era mi costumbre, me acomodé en un lugar esperando a que iniciaran.

No tenía un recipiente para que pusieran las monedas, no tenía ni siquiera algo que pudiera llamar mío donde pudiera recolectar mis ganancias pero sabía que podían dejarlas ahí frente a mí. Nadie se atrevería a robarme, ¿o si? Vi que Honey iba llegando a donde estaba y se acurrucaba por ahí dispuesto a erizarse y dar un buen arañazo a cualquiera que quisiera robar mis monedas y esperé pacientemente para comenzar a moverme al ritmo de la música.

por **Gilbert Gervais** Dom Mayo 15, 2011 3:16 pm

Llevaba poco rato dando vueltas echando rápidos vistazos aquí y allá sin pararse delante de nada en concreto, a excepción del lugar donde un gatito que por ahí rondaba estaba tumbado tomando el sol donde se detuvo unos instantes para acariciarle un poco recibiendo a cambio algunos melosos ronroneos.

Al ser la primera vez que rondaba por ahí más de uno le fulminaba con intensas miradas de sospecha y vigibilaban algunos de sus movimientos cuando estaba pasando cerca suyo. Pero era la sospecha inicial simplemente por si era un ladrón o algo parecido pero al dejar más que claro por sus gestos que no era más que un joven curioso explorando muchos dejaron de prestarle atención. Además su aspecto ligeramente desaliñado y tan peculiar casi pasaba más desapercibido allí que en las concurridas calles del centro.

Empezaba a notar ligeramente el cansancio en sus piernas de no parar de un lado a otro y pensó que iba siendo hora de tomar un pequeño descanso en algún lado, pero tampoco quería aburrirse. Tras pasear un par de veces la vista por el lugar se percató del grupo de músicos y bailarinas. Alguna vez había visto alguna bailarina gitana por las calles pero nunca un grupo tan grande. De seguro un buen espectáculo para contemplar mientras descansaba un rato. Buscó algún rincón donde no molestara a los transeúntes y con una buena vista y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas. Fue entonces cuando se percató que la bailarina más cercana a él era una pequeña niña pelirroja. Gilbert no solía prestar atención a los niños, no le disgustaban pero tampoco le gustaban y rara vez estaba en compañía de infantes así que tampoco sabía como tratarlos. Pero esa niña llamó su atención, o más bien la curiosas ropas que llevaba. Parecían como de otro país, eran realmente vistosas y parecían cómodas para bailar. Aunque viendo la cantidad de piel que estaba mostrando si una mujer ya desarrollada llevara ese tipo de ropa seguro que probocaría más de un escándalo.

Gilbert sonrió ligeramente divertido por sus pensamientos pero los dejó a un lado. Los músicos empezaban ya con los primeros acordes.

por **Jazhara Elsbeth** Mar Mayo 17, 2011 6:51 pm

¿Cuántas monedas se necesitarían para comprar una nueva manta para los hombros? Tendría que ir corriendo al mercado para preguntar por una y saber cuánto tiempo debía pasar bailando en el campamento, en el circo y en las calles para reunir tantas como pudiera y comprármela. Las viejitas ya estaban muy raídas y en las noches no me cubrían lo suficiente, ahora mismo no tendría que preocuparme porque la primavera había llegado por fin y no necesitaba cubrirme demasiado pero aun así, quería comprarme una nueva y que el invierno o las lluvias no me tomaran desprevenida. Sonteí a Honey que ya estaba por ahí, sentadito justo frente a mi y lamiéndose el pelaje de una pata mientras yo esperaba a que comenzara la música.

Las demás gitanas por lo general no me miraban, no creo que pensaran que yo era lo suficientemente grande como para que se sintieran amenazadas por mi pero yo lo último que quería era hacerlas sentir mal, yo sólo bailaba, era como si lo llevara en la sangre porque aun cuando nadie nunca me había enseñado cómo hacerlo, yo sabía hacerlo igual o mejor que las chicas que más pedían en el circo, yo era una de ellas pero en miniatura. Probablemente eso era lo único que me ayudaba, yo causaba curiosidad antes que alboroto, cosa que las chicas más grandes causaban entre los hombres, yo sólo era una niña menuda que bailaba como las grandes. Sentí los primeros acorde hacerme vibrar el cuerpo entero, era como si mi corazón se expandiera hasta ocupar por completo mi cuerpo y comenzara a latir al ritmo de los tambores, haciéndome bailar en movimientods ondulantes, moviendo cintura, caderas, piernas y brazos al ritmo que tocaran. Dedicaba sonrisas conforme me movía, cosa que hacía que me dieran más monedas, después todos me preguntaban cosas que yo no querría contestar. ¿Dónde está tu madre?, ¿Quién te enseñó a bailar?, ¿Cuántos años tienes? Cosas superficiales.

Vi su cabello antes de ver al muchacho, rojo como el fuego, justo como el mío, o tal vez de una intensidad mayor pero era lo que era. Revoloteándole alrededor de la cabeza hasta que se quedó quieto junto a mi. Honey también lo miraba y aunque yo estaba mirándolo con intensidad, mis movimientos simplemente fluían, era lo que me gustaba del baile, al menos de cómo bailaba yo. No había errores. Nunca. Le dediqué una sonrisa nada más para él y saludé con una mano continuando como había hecho hasta ahora, el final se acercaba, lo podía sentir en las vibraciones del suelo, de mi cuerpo, como si el tambor y el músico y yo fuéramos uno mismo, por eso cuando terminó, con un sólo movimiento hice el gran final con las manos arriba y la barbilla levantada. A que había estado genial.

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