AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Confidencias al amanecer. [Privado]
3 participantes
Página 2 de 2.
Página 2 de 2. • 1, 2
Confidencias al amanecer. [Privado]
Recuerdo del primer mensaje :
Me quedé parado sin saber que decir o hacer respecto a su comportamiento tan bipolar que demostraba a veces.. Era algo que me cansaba en parte y no sabía si deseaba que fuese así por mucho tiempo. Evitaba mis preguntas proponiendo otras mas difíciles de contestar aún. Ella también tendría que saber la historia que todos saben sobre la niña, ni nada mas, ni nada menos.
Observé un brazalete que había en el suelo, la luminosidad se podía percibir en el ambiente y en el reflejo de la joya, quizá se le hubiese caido al desaparecer de aquella forma. Ya sabía yo que la idea de nombrar a la benjamina no le haría gracia alguna, asi que entré en casa siguiendo su camino, con paso lento, dandole tiempo a hacer y deshacer cuanto quisiese antes de verla desaparecer de nuevo. Al menos tenía una escusa para pasar un dia entro a su lado, sin salir de la casa, donde pudiese estar a salvo del sol.
- Veo que te gusta el buen vino. - Apreté los labios intentando esbozar una sonrisa, pero a la vez aliviado de saber que no saldría de nuevo corriendo. - Sírvete cuanto quieras.
Mi mayordomo hizo su gloriosa aparición, parecía algo alarmado como de costumbre.
- Ocurre algo?
- La niña, monsieur. Lleva toda la mañana sentada en las escaleras con una sonrisa un tanto... inquietante!! Hoy tampoco comió, ni me dirigió una palabra. De todas formas no la entendería.
"Quisiera saber qué demonios le pasa a la niña.. qué podría hacer¿!?"
- Déjamelo a mi, tómate el dia de descanso - di una palmada en su espalda, no se me caerán los anillos, reí y lo abracé empujándole para que se fuese mas rápidamente de la casa.
- Katrina? - Alcé la voz para que le llegase, y así al menos supiese que estaba de regreso.
Me quedé parado sin saber que decir o hacer respecto a su comportamiento tan bipolar que demostraba a veces.. Era algo que me cansaba en parte y no sabía si deseaba que fuese así por mucho tiempo. Evitaba mis preguntas proponiendo otras mas difíciles de contestar aún. Ella también tendría que saber la historia que todos saben sobre la niña, ni nada mas, ni nada menos.
Observé un brazalete que había en el suelo, la luminosidad se podía percibir en el ambiente y en el reflejo de la joya, quizá se le hubiese caido al desaparecer de aquella forma. Ya sabía yo que la idea de nombrar a la benjamina no le haría gracia alguna, asi que entré en casa siguiendo su camino, con paso lento, dandole tiempo a hacer y deshacer cuanto quisiese antes de verla desaparecer de nuevo. Al menos tenía una escusa para pasar un dia entro a su lado, sin salir de la casa, donde pudiese estar a salvo del sol.
- Veo que te gusta el buen vino. - Apreté los labios intentando esbozar una sonrisa, pero a la vez aliviado de saber que no saldría de nuevo corriendo. - Sírvete cuanto quieras.
Mi mayordomo hizo su gloriosa aparición, parecía algo alarmado como de costumbre.
- Ocurre algo?
- La niña, monsieur. Lleva toda la mañana sentada en las escaleras con una sonrisa un tanto... inquietante!! Hoy tampoco comió, ni me dirigió una palabra. De todas formas no la entendería.
"Quisiera saber qué demonios le pasa a la niña.. qué podría hacer¿!?"
- Déjamelo a mi, tómate el dia de descanso - di una palmada en su espalda, no se me caerán los anillos, reí y lo abracé empujándole para que se fuese mas rápidamente de la casa.
- Katrina? - Alcé la voz para que le llegase, y así al menos supiese que estaba de regreso.
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 339
Fecha de inscripción : 01/07/2010
Edad : 37
Localización : Roma.
Re: Confidencias al amanecer. [Privado]
Solo Dios sabe cuánto me dolió aquella separación repentina, pero desde un principio había comprendido que tenía que ser así, que tendría que detener aquello antes o después. Mi deseo se había vuelo casi insoportable, y habría estado a punto de cometer otro error más de no ser por Vincenzo, que me había apartado justo cuando mis colmillos iban a rasgar su fina piel. Me senté sobre la cama, agitada, actuando y confiriendo a mi rostro un estado de pasividad sorprendente. Claro que sabía lo que sentía por mi, al menos... quería creer que lo sabía. No podía estar segura, porque en mi mente nadie podría amar a alguien como yo una vez descubiertos todos mis defectos. No obstante no podía decírselo, aunque en mi fuero interno me moría por suplicarle que continuáramos con lo que habíamos empezado. Solté una risa irónica que encontré en algún lugar de mi pecho.
-Vaya, no creí que fueras a salirme con esas. Creí que sería un simple revolcón para ti... ya sabes - pronuncié con frialdad. Me pregunté cómo podía autodañarme de aquella manera, contradiciéndome una y otra vez... echando de mi vida a todo lo que me importaba- como todos aquellos que has tenido hasta ahora. ¿También le has dicho a las putas del burdel que tenían que suplicarte para algo de sexo? ¿O a las damas que han pasado por tus brazos en este mismo cuarto?
Me levanté y me puse a su espalda. Una vez más me sorprendí a mi misma con aquella actitud insensible, dándole al joven una de cal y una de arena. Mi bipolaridad se estaba convirtiendo en un modo de vida. Me daba a conocer poco a poco, y luego lo destrozaba todo con unas pocas palabras. A pesar de que Vincenzo a penas podía verme frente a él, me sentía más segura tras él. Me permití el lujo de llevarme la mano al corazón y hacer una mueca. Que irónico era aquello... había estado a punto de entregarme a él... de darle lo que ningún otro hombre había conseguido arrebatarme... lo único que había conservado de mi humanidad durante los siglos. Claro que había jugado con aquello con otros hombres, mis presas. Les había engatusado... provocado... y cuando me tenían a sus pies en la cama su vida expiraba. Una y otra vez. Pero no les habría permitido llegar más lejos... y en unas pocas semanas Vincenzo había roto todos los esquemas. Deseaba que fuera él quien lo hiciera por fin. Aquellos pensamientos me ablandaron de nuevo... pero el daño ya estaba hecho.
-Sabes que no voy a pedirte eso... nunca. Sabes por qué...- musité mientras recogía mi capa del borde de la cama-. Da igual lo que sienta.
Abrí la puerta y bajé las escaleras, con rapidez. Huyendo del dolor, del deseo. Sabía que el joven había tenido a más mujeres en su lecho... o al menos, eso me había dado a entender. Lo que nunca había pensado posible, era que me afectara tanto. Sabía que lo nuestro no tenía futuro. ¿Una vampira y un humano? ¿Alguien inmortal con un brujo? ¿Dónde se había visto? Terminaría muerto antes de llegar más lejos. Llegué a la puerta principal y posé la mano en el pomo de la puerta. Sentí ardor en la palma, y recordé que estaba atrapada hasta el anochecer. Apreté los dientes. Me daba igual. Me quemaría bajo el sol antes que quedarme allí otra hora más. No lo soportaba. Giré el pomo, y alguien me interrumpió. Una pequeña voz a mis espaldas. ¿Katrina? Suspiré y apoyé la frente en la puerta. Después me volví para mirarla y me acuclillé para abrazarla y besar su mejilla.
-Tengo que irme... lo siento pequeña- no me hizo falta alzar la vista para saber que Vincenzo estaba observándonos desde las escaleras.
-Vaya, no creí que fueras a salirme con esas. Creí que sería un simple revolcón para ti... ya sabes - pronuncié con frialdad. Me pregunté cómo podía autodañarme de aquella manera, contradiciéndome una y otra vez... echando de mi vida a todo lo que me importaba- como todos aquellos que has tenido hasta ahora. ¿También le has dicho a las putas del burdel que tenían que suplicarte para algo de sexo? ¿O a las damas que han pasado por tus brazos en este mismo cuarto?
Me levanté y me puse a su espalda. Una vez más me sorprendí a mi misma con aquella actitud insensible, dándole al joven una de cal y una de arena. Mi bipolaridad se estaba convirtiendo en un modo de vida. Me daba a conocer poco a poco, y luego lo destrozaba todo con unas pocas palabras. A pesar de que Vincenzo a penas podía verme frente a él, me sentía más segura tras él. Me permití el lujo de llevarme la mano al corazón y hacer una mueca. Que irónico era aquello... había estado a punto de entregarme a él... de darle lo que ningún otro hombre había conseguido arrebatarme... lo único que había conservado de mi humanidad durante los siglos. Claro que había jugado con aquello con otros hombres, mis presas. Les había engatusado... provocado... y cuando me tenían a sus pies en la cama su vida expiraba. Una y otra vez. Pero no les habría permitido llegar más lejos... y en unas pocas semanas Vincenzo había roto todos los esquemas. Deseaba que fuera él quien lo hiciera por fin. Aquellos pensamientos me ablandaron de nuevo... pero el daño ya estaba hecho.
-Sabes que no voy a pedirte eso... nunca. Sabes por qué...- musité mientras recogía mi capa del borde de la cama-. Da igual lo que sienta.
Abrí la puerta y bajé las escaleras, con rapidez. Huyendo del dolor, del deseo. Sabía que el joven había tenido a más mujeres en su lecho... o al menos, eso me había dado a entender. Lo que nunca había pensado posible, era que me afectara tanto. Sabía que lo nuestro no tenía futuro. ¿Una vampira y un humano? ¿Alguien inmortal con un brujo? ¿Dónde se había visto? Terminaría muerto antes de llegar más lejos. Llegué a la puerta principal y posé la mano en el pomo de la puerta. Sentí ardor en la palma, y recordé que estaba atrapada hasta el anochecer. Apreté los dientes. Me daba igual. Me quemaría bajo el sol antes que quedarme allí otra hora más. No lo soportaba. Giré el pomo, y alguien me interrumpió. Una pequeña voz a mis espaldas. ¿Katrina? Suspiré y apoyé la frente en la puerta. Después me volví para mirarla y me acuclillé para abrazarla y besar su mejilla.
-Tengo que irme... lo siento pequeña- no me hizo falta alzar la vista para saber que Vincenzo estaba observándonos desde las escaleras.
Sheira Lyzbeth- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 07/10/2010
Re: Confidencias al amanecer. [Privado]
Sus palabras hicieron que lo que sentía hasta hace unos breves segundos desapareciese por completo dejando en su lugar un gran hueco vacío. Angustia, ganas de enterrar las manos en mi rostro y maldecirme de por vida por haber cometido tantos errores. Lo cierto era que no me arrepentía de cada uno de ellos. ¿Por qué demonios me reclamaba algo que ella tampoco había tenido el "honor" de hacer? Sentía como si estuviese mirando hacia la nada, cuando alcé la mano me di cuenta de que así era, ella no estaba en frente mía a lo que reaccioné dándo un golpe en una de las bigas que sostenían el dosel de la cama, frustrado.
- No tienes ningun derecho a tratarme así, ahora - traté de no romperme el corazónn a mi mismo pero era ella la que con sus puñales por palabras me lo estaba destrozando poco a poco. Entonces comprendí que allí estaba de nuevo, la vieja Pandora, la que había conocido y me había propuesto cambiarla, para que estuviese cómoda conmigo, sin máscaras ni estupideces, solo quería que fuese como es, y no mostrandose como otra persona completamente distinta. Ella era así y no podía hacer nada por remediarlo.
Ante el desprecio en sus palabras, que me decían que jamás pediría aquello, me dolió de una forma casi... imposible. A punto la iba a tener en mis brazos, tan solo yo era un hombre mas en su vida, de otra forma no podía entender sus distracciones a la hora de.. ya se había ido de la habitación interrumpiendo mis pensamientos de golpe.
Observaba desde las escaleras como la niña con un pequeño corte en la frente la miraba con una galleta en la mano.
- Ya te vas? Me prometiste que te quedarías!
Oí que decía, no sabía bien de que se trataba pero pude ver aun de lejos como con la niña no podía tratarla como a mi. Por algun motivo me tenía aquella manía, odio o lo que fuese, pero seguía encerrada en mi casa al menos hasta que cayese el sol.
- No puedes irte. - Solté tajantemente. Si salía, se desintegraría al parecer, como un cadaver que se quema en el fuego lentamente hasta desaparecer. Aquel pensamiento me dolió, pero no seguiría sus trucos mas tiempo. No iría tras sus faldas, yo tenía dignidad y ella no me la iba a arrebatar aunque tuviese la suficiente fuerza y el suficiente poder como para matarnos a todos. simplemente tras mis palabras me di la vuelta y de un portazo cerré la puerta de mi habitación. Con el rostro completamente serio dejé mi espalda caer por la puerta hasta sentarme en el suelo.
- No tienes ningun derecho a tratarme así, ahora - traté de no romperme el corazónn a mi mismo pero era ella la que con sus puñales por palabras me lo estaba destrozando poco a poco. Entonces comprendí que allí estaba de nuevo, la vieja Pandora, la que había conocido y me había propuesto cambiarla, para que estuviese cómoda conmigo, sin máscaras ni estupideces, solo quería que fuese como es, y no mostrandose como otra persona completamente distinta. Ella era así y no podía hacer nada por remediarlo.
Ante el desprecio en sus palabras, que me decían que jamás pediría aquello, me dolió de una forma casi... imposible. A punto la iba a tener en mis brazos, tan solo yo era un hombre mas en su vida, de otra forma no podía entender sus distracciones a la hora de.. ya se había ido de la habitación interrumpiendo mis pensamientos de golpe.
Observaba desde las escaleras como la niña con un pequeño corte en la frente la miraba con una galleta en la mano.
- Ya te vas? Me prometiste que te quedarías!
Oí que decía, no sabía bien de que se trataba pero pude ver aun de lejos como con la niña no podía tratarla como a mi. Por algun motivo me tenía aquella manía, odio o lo que fuese, pero seguía encerrada en mi casa al menos hasta que cayese el sol.
- No puedes irte. - Solté tajantemente. Si salía, se desintegraría al parecer, como un cadaver que se quema en el fuego lentamente hasta desaparecer. Aquel pensamiento me dolió, pero no seguiría sus trucos mas tiempo. No iría tras sus faldas, yo tenía dignidad y ella no me la iba a arrebatar aunque tuviese la suficiente fuerza y el suficiente poder como para matarnos a todos. simplemente tras mis palabras me di la vuelta y de un portazo cerré la puerta de mi habitación. Con el rostro completamente serio dejé mi espalda caer por la puerta hasta sentarme en el suelo.
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 339
Fecha de inscripción : 01/07/2010
Edad : 37
Localización : Roma.
Re: Confidencias al amanecer. [Privado]
Katrina pegó un respingo frente a mi cuando Vincenzo cerró con brusquedad la puerta tras de si. Intenté decirle en pocas palabras que estaba enfadado porque tenía que irme... una mentira que a la pequeña no le haría ningún mal. Empecé a sentir un olor muy familiar, y todo mi cuerpo se tornó de piedra. Volví el rostro hacia la niña e identifiqué la sangre que manaba de una pequeña herida en su frente. ¿Por qué? ¿Por qué en aquella maldita casa no había nadie que tuviera cuidado con cortarse, golpearse y de más?
-Tengo que irme - dije despegando con esfuerzo mis ojos de ella, y me volví hacia la puerta de entrada a la desesperada, pero no pude abrirla. Al parecer a alguien se le había ocurrido la gran idea de cerrarla con llave. Cerré los ojos y tuve ganas de llorar y tirar la puerta abajo. Tenía que salir de allí y pese a mi urgencia no quería llamar la atención más de la cuenta -. Katrina, ve a la cocina, y pide que te curen la herida de la frente mientras yo hablo con tu... padre.
Subí los peldaños de las escaleras sin respirar y nada más llegar arriba me paré en seco. No quería hablar ahora con Vincenzo, no tenía ganas de enfrentarme a él y lidiar con su estúpido comportamiento, aunque en el fondo, sabía que mi actitud no estaba ayudando mucho. Si lo pensaba con la cabeza fría... el joven solo había intentado asegurarse de que cada uno de mis besos tenían un motivo... pero ¿por qué? ¿Por qué tenía que sentir algo por mí? Ya le había advertido, le había explicado el peligro que corría y él...
-Vincenzo, me puedo marchar cuando quiera de esta casa, asique abre la puerta y dame las llaves de la entrada - dije paseando de un lado a otro frente al portón de madera. Durante varios minutos no oí nada, y el agotamiento comenzaba a apoderarse de nuevo de mi cuerpo. Entorné los ojos y utilicé mi don para localizar a Vincenzo dentro de la habitación, sentado frente a la puerta. Aquello me hizo rechinar los dientes-. ¡Vincenzo! ¡Abre ahora mismo o te juro que tiraré la puerta abajo!
Golpeé varias veces la puerta con el puño mientras comenzaba a respirar entrecortadamente. La sangre de Katrina se había instalado en mi mente como objetivo. Incluso sabía inconscientemente cómo llegar más rápido hasta ella para absorber su vida lentamente y recuperar mis fuerzas. Esos pensamientos me hicieron ponerme realmente histérica. No podía permitirme hacer daño a una niña inocente.
-¡VINCENZO! Abre por favor... Katrina está sangrando - la desesperación y la furia se leían en cada una de mis palabras, que procuré remarcar en un tono más suave de lo normal para que no me escucharan abajo.
Sentí que Vincenzo se apartaba de la puerta, y aproveché para abrir y cerrar a mis espaldas con otro portazo y cierto alivio, pero cuando le vi ahí de pie, frente a mi, la rabia volvió a apoderarse de mi. Avancé dos pasos y le propiné un empujón con todas mis fuerzas. Lo peor de todo fue que Vincenzo solo retrocedió dos pasos, porque mi fuerza era incluso menor que la humana en aquellos instantes. Fue la gota que colmó el vaso.
-¡He estado a punto de atacar a Katrina y tú estabas ahí sentado como un niño con una rabieta! ¡Eres testarudo, cabezota y orgulloso y no soporto más estar aquí dentro encerrada, asique me voy tanto si te gusta como si no! ¡Dámelas! - Extendí la mano frente a mi esperando alguna reacción por su parte... pero el muy estúpido permaneció ahí de pie, desafiante, y yo avancé otro paso hacia el dispuesta a empujarle, abofetearle o lo que fuera. Ya ni siquiera sabía si le pegaba por las llaves, por el miedo, por el dolor o porque no quería sentir nada por quien estaba frente a mi.
-Tengo que irme - dije despegando con esfuerzo mis ojos de ella, y me volví hacia la puerta de entrada a la desesperada, pero no pude abrirla. Al parecer a alguien se le había ocurrido la gran idea de cerrarla con llave. Cerré los ojos y tuve ganas de llorar y tirar la puerta abajo. Tenía que salir de allí y pese a mi urgencia no quería llamar la atención más de la cuenta -. Katrina, ve a la cocina, y pide que te curen la herida de la frente mientras yo hablo con tu... padre.
Subí los peldaños de las escaleras sin respirar y nada más llegar arriba me paré en seco. No quería hablar ahora con Vincenzo, no tenía ganas de enfrentarme a él y lidiar con su estúpido comportamiento, aunque en el fondo, sabía que mi actitud no estaba ayudando mucho. Si lo pensaba con la cabeza fría... el joven solo había intentado asegurarse de que cada uno de mis besos tenían un motivo... pero ¿por qué? ¿Por qué tenía que sentir algo por mí? Ya le había advertido, le había explicado el peligro que corría y él...
-Vincenzo, me puedo marchar cuando quiera de esta casa, asique abre la puerta y dame las llaves de la entrada - dije paseando de un lado a otro frente al portón de madera. Durante varios minutos no oí nada, y el agotamiento comenzaba a apoderarse de nuevo de mi cuerpo. Entorné los ojos y utilicé mi don para localizar a Vincenzo dentro de la habitación, sentado frente a la puerta. Aquello me hizo rechinar los dientes-. ¡Vincenzo! ¡Abre ahora mismo o te juro que tiraré la puerta abajo!
Golpeé varias veces la puerta con el puño mientras comenzaba a respirar entrecortadamente. La sangre de Katrina se había instalado en mi mente como objetivo. Incluso sabía inconscientemente cómo llegar más rápido hasta ella para absorber su vida lentamente y recuperar mis fuerzas. Esos pensamientos me hicieron ponerme realmente histérica. No podía permitirme hacer daño a una niña inocente.
-¡VINCENZO! Abre por favor... Katrina está sangrando - la desesperación y la furia se leían en cada una de mis palabras, que procuré remarcar en un tono más suave de lo normal para que no me escucharan abajo.
Sentí que Vincenzo se apartaba de la puerta, y aproveché para abrir y cerrar a mis espaldas con otro portazo y cierto alivio, pero cuando le vi ahí de pie, frente a mi, la rabia volvió a apoderarse de mi. Avancé dos pasos y le propiné un empujón con todas mis fuerzas. Lo peor de todo fue que Vincenzo solo retrocedió dos pasos, porque mi fuerza era incluso menor que la humana en aquellos instantes. Fue la gota que colmó el vaso.
-¡He estado a punto de atacar a Katrina y tú estabas ahí sentado como un niño con una rabieta! ¡Eres testarudo, cabezota y orgulloso y no soporto más estar aquí dentro encerrada, asique me voy tanto si te gusta como si no! ¡Dámelas! - Extendí la mano frente a mi esperando alguna reacción por su parte... pero el muy estúpido permaneció ahí de pie, desafiante, y yo avancé otro paso hacia el dispuesta a empujarle, abofetearle o lo que fuera. Ya ni siquiera sabía si le pegaba por las llaves, por el miedo, por el dolor o porque no quería sentir nada por quien estaba frente a mi.
Sheira Lyzbeth- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 07/10/2010
Re: Confidencias al amanecer. [Privado]
Había dado ya 3 cabezazos con la nuca en la puerta, maldiciendome por tenerla ahi fuera y no poder hacer nada al respecto. Su voz, alarmada, con un tono mas alto de lo mormal me hacía querer desaparecer con la niña de esta ciudad a la primera oportunidad.
Con cuchillo en mano me levanté del suelo, esperando a que entrase ella sola, si podía hacerlo.
Escuchaba cada una de sus palabras en silencio, dejándola que se desahogase conmigo. Al parecer la niña sangraba y entonces recordé que estaba sedienta pese a que mi sangre la había aliviado a penas una hora de esta mañana.
Cuando volteé la mirada hacia ella, la herida que me había hecho en la mejilla con el cuchillo mientras estaba sentado en el suelo se había abierto por si sola. Vi en su rostro la desesperación. Pero ni rostro seguía serio, sin muestras de sentimiento alguno.
Alcé mi mano hacia el techo de la habitación. Numerosos portazos, de ventanas y puertas llegaron a nuestros oidos, y una vez mas nos encontrabamos en penumbra. Mi magia acababa de cerrar toda las puertas de la casa.
- No puedes irte.
Dije una vez más, me mordería si o si. Saciaría su sangre y al anochecer abriría las puertas para que se fuese como una tempestad. Su fuerza era mínima debido a la sed, y eso parecía frustrarla. Pero su agresividad y la necesidad de sangre la obligarían a morderme tanto si quería como si no. Me mantuve con las facciones de mi rostros inmóviles, debido al dolor que sentía, no físico, sino emocional. Ella sabría que si hacía esto era por su culpa. Alcé el cuchillo entre nosotros.
- Vamos, muerdeme, tanto te importa matarme? o es que pierdes facultades facilmente? - Comencé a dar vueltas por la habitación, pausadamente, pero sin dejar la vista de ella, que mediaba entre la cordura y la locura de su ser, en si morderme, o hacerlo y disculparse por la verborrea que me propinaba como puas clavadas en el corazón.
- Si me odias, hazlo. - Alcé una ceja incrédulo. - No creas que con eso me vas a hacer mas daño que con tus palabras envenenadas. - Mis ojos parecieron nublarse, estaban humedecidos, a escasos... momentos para llorar de rabia. Jamás había llorado, no desde la muerte de mi madre.
Con cuchillo en mano me levanté del suelo, esperando a que entrase ella sola, si podía hacerlo.
Escuchaba cada una de sus palabras en silencio, dejándola que se desahogase conmigo. Al parecer la niña sangraba y entonces recordé que estaba sedienta pese a que mi sangre la había aliviado a penas una hora de esta mañana.
Cuando volteé la mirada hacia ella, la herida que me había hecho en la mejilla con el cuchillo mientras estaba sentado en el suelo se había abierto por si sola. Vi en su rostro la desesperación. Pero ni rostro seguía serio, sin muestras de sentimiento alguno.
Alcé mi mano hacia el techo de la habitación. Numerosos portazos, de ventanas y puertas llegaron a nuestros oidos, y una vez mas nos encontrabamos en penumbra. Mi magia acababa de cerrar toda las puertas de la casa.
- No puedes irte.
Dije una vez más, me mordería si o si. Saciaría su sangre y al anochecer abriría las puertas para que se fuese como una tempestad. Su fuerza era mínima debido a la sed, y eso parecía frustrarla. Pero su agresividad y la necesidad de sangre la obligarían a morderme tanto si quería como si no. Me mantuve con las facciones de mi rostros inmóviles, debido al dolor que sentía, no físico, sino emocional. Ella sabría que si hacía esto era por su culpa. Alcé el cuchillo entre nosotros.
- Vamos, muerdeme, tanto te importa matarme? o es que pierdes facultades facilmente? - Comencé a dar vueltas por la habitación, pausadamente, pero sin dejar la vista de ella, que mediaba entre la cordura y la locura de su ser, en si morderme, o hacerlo y disculparse por la verborrea que me propinaba como puas clavadas en el corazón.
- Si me odias, hazlo. - Alcé una ceja incrédulo. - No creas que con eso me vas a hacer mas daño que con tus palabras envenenadas. - Mis ojos parecieron nublarse, estaban humedecidos, a escasos... momentos para llorar de rabia. Jamás había llorado, no desde la muerte de mi madre.
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 339
Fecha de inscripción : 01/07/2010
Edad : 37
Localización : Roma.
Re: Confidencias al amanecer. [Privado]
Trastabillé hacia atrás cuando mis ojos enfocaron el tono escarlata tan conocido en la mejilla del muchacho. Mi mente procesó con rapidez que él mismo se había hecho aquel corte en la mejilla, y tuve que asistir horrorizada a sus palabras. Oí el sonido de mi libertad esfumándose. Tuve que apresurarme a la puerta de la habitación para comprobar que incluso ésa estaba cerrada. Intenté utilizar todas mis fuerzas para girar el pomo, pero no me sirvieron de nada. Apoyé la frente en al puerta de nuevo, temblando, sabiendo que tras de mi, a pocos metros, estaba Vincenzo sangrando, acorralándome para que le atacara.
-¡No! No Vincenzo, no me hagas esto por favor...- susurré con la voz rasgada de espaldas a él. Golpeé la puerta a la desesperada-. Déjame irme... ¡Maldita sea! ¡No te odio! ¡¿Por qué quieres oírmelo decir?! ¡¿Por qué pones en peligro tu vida una y otra vez?!
Me di la vuelta para enfrentarme a él. No paraba de dar vueltas a mi alrededor, cuchillo en mano. No sabía si quería atacarme, si simplemente se sentía seguro así o era el atrezzo de un teatro para volverme loca. Empecé a sentir la saliva en la boca más abundante de lo normal, las pupilas contraerse... respiré con dificultad. No quería hacerle daño, y sabía que si él no me ayudaba no tendría posibilidades de evitarlo. Todo me salía al contrario de lo que pretendía. Sentí los ojos ardiendo, húmedos como los de él al saber lo que ocurriría en pocos segundos. Veía a Vincenzo muerto de mil maneras a mis manos. Los vampiros no lloran, no aman... ya no podía defender aquellos valores.
-Solo intento protegerte... de lo que soy. Pero no es fácil si tú te empeñas en arriesgarte continuamente... si te encaprichas con una vampira que no merece la pena. El daño que te puedan hacer mis toscas palabras puede ser arreglado, ¡pero el que te puedo hacer por mi naturaleza es irreparable..! - sollocé, y ya estaba a dos pasos de él, incluso habiendo retrocedido hasta el otro extremo de la habitación, con los músculos contraidos y los ojos clavados en su yugular donde el pulso se notaba.
Sentía su dolor como si nuestras almas se hubieran unido unos segundos. Sabía que le había dañado con mi actitud, con mis acusaciones... y yo simplemente había pretendido alejarle del peligro. De mi misma. Cuando salté sobre él, olvidé por completo quien era, su arma entre nosotros, mis sentimientos. Solo quería su sangre. Los restos de lágrimas sobre mi rostro dejaron de tener sentido. Solo sentía la sed lacerante en la garganta.
-¡No! No Vincenzo, no me hagas esto por favor...- susurré con la voz rasgada de espaldas a él. Golpeé la puerta a la desesperada-. Déjame irme... ¡Maldita sea! ¡No te odio! ¡¿Por qué quieres oírmelo decir?! ¡¿Por qué pones en peligro tu vida una y otra vez?!
Me di la vuelta para enfrentarme a él. No paraba de dar vueltas a mi alrededor, cuchillo en mano. No sabía si quería atacarme, si simplemente se sentía seguro así o era el atrezzo de un teatro para volverme loca. Empecé a sentir la saliva en la boca más abundante de lo normal, las pupilas contraerse... respiré con dificultad. No quería hacerle daño, y sabía que si él no me ayudaba no tendría posibilidades de evitarlo. Todo me salía al contrario de lo que pretendía. Sentí los ojos ardiendo, húmedos como los de él al saber lo que ocurriría en pocos segundos. Veía a Vincenzo muerto de mil maneras a mis manos. Los vampiros no lloran, no aman... ya no podía defender aquellos valores.
-Solo intento protegerte... de lo que soy. Pero no es fácil si tú te empeñas en arriesgarte continuamente... si te encaprichas con una vampira que no merece la pena. El daño que te puedan hacer mis toscas palabras puede ser arreglado, ¡pero el que te puedo hacer por mi naturaleza es irreparable..! - sollocé, y ya estaba a dos pasos de él, incluso habiendo retrocedido hasta el otro extremo de la habitación, con los músculos contraidos y los ojos clavados en su yugular donde el pulso se notaba.
Sentía su dolor como si nuestras almas se hubieran unido unos segundos. Sabía que le había dañado con mi actitud, con mis acusaciones... y yo simplemente había pretendido alejarle del peligro. De mi misma. Cuando salté sobre él, olvidé por completo quien era, su arma entre nosotros, mis sentimientos. Solo quería su sangre. Los restos de lágrimas sobre mi rostro dejaron de tener sentido. Solo sentía la sed lacerante en la garganta.
Sheira Lyzbeth- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 07/10/2010
Re: Confidencias al amanecer. [Privado]
Ella, como había pensado se había abalanzado sobre mi cuello. Pude percibir su desesperación, pero no su dolor y angustia que debería estar sintiendo en estos momentos. Yo tan solo sentía una breve pizca de miedo y dolor, miedo por aquella mordida, por si podía ser tan letal como ella me había descrito con anterioridad y dolor… dolor por que tuviese que ser de aquella forma. Quizás su miedo tan solo se basase en algunos malos recuerdos, quizás no era para tanto pero cuando aquel fugaz pensamiento vino a mi cabeza ya era tarde.
Sentí una gran punzada de dolor, pude averiguar su necesidad de sangre en mi propio cuerpo, sentí como yo mismo me sostenía entre sus brazos como un muñeco de trapo. Aquella mordida a pesar del dolor parecía la cosa mas erótica que jamás hubiese imaginado. La parte sexual de la parte dolorosa estaban casi equilibradas, solo quería, deseaba ser como ella para saber como sentía aquello , si disfrutaba con mi dolor o simplemente ahogaba sus llantos para hacerlo. Mi sangre manaba de la herida hasta sus labios, que ya saboreaban aquel líquido tan vital para ellos, como para un humano. No pretendía morir, pero tampoco arrastrarla a ella conmigo. Al menos la había provocado lo suficiente como para que tomase la opción correcta, aunque ferozmente la mordida hubiese supuesto mucho daño para mí. Logré soltar un suspiro, ni mucho menos se parecía al último aliento. Aun me sentía con vida pero debilitado muy a mi pesar. Mis piernas flaquearon hasta el punto de no poderme tener en pie, cayendo a peso hacia el suelo aun con conocimiento.
Observé su rostro desde allí, mis lágrimas no tardaron en llegar sin motivo alguno. Ella no parecía la que era, sus labios manchados de sangre y sus ojos marcados por el horror me dieron mucho miedo, jamás había pensado en que ella se podría convertir en un monstruo tal y como en alguna ocasión tuve el derecho a matar. Mi amor, mi vida… era una bestia con las manos manchadas de sangre.
Aun la veía preciosa con aquellas simples enaguas, pese a que su lado menos amable hubiese casi desaparecido de su rostro. Alcé una mano, sin saber muy bien lo que hacía, tan solo llamando su atención con aquel simple gesto, quería que se acercase a mi para así ver de cerca que ya no seguía siendo aquella bestia.
– Sheira… – Susurré, sintiendo mi voz volver a mi garganta como de costumbre.
Sentí una gran punzada de dolor, pude averiguar su necesidad de sangre en mi propio cuerpo, sentí como yo mismo me sostenía entre sus brazos como un muñeco de trapo. Aquella mordida a pesar del dolor parecía la cosa mas erótica que jamás hubiese imaginado. La parte sexual de la parte dolorosa estaban casi equilibradas, solo quería, deseaba ser como ella para saber como sentía aquello , si disfrutaba con mi dolor o simplemente ahogaba sus llantos para hacerlo. Mi sangre manaba de la herida hasta sus labios, que ya saboreaban aquel líquido tan vital para ellos, como para un humano. No pretendía morir, pero tampoco arrastrarla a ella conmigo. Al menos la había provocado lo suficiente como para que tomase la opción correcta, aunque ferozmente la mordida hubiese supuesto mucho daño para mí. Logré soltar un suspiro, ni mucho menos se parecía al último aliento. Aun me sentía con vida pero debilitado muy a mi pesar. Mis piernas flaquearon hasta el punto de no poderme tener en pie, cayendo a peso hacia el suelo aun con conocimiento.
Observé su rostro desde allí, mis lágrimas no tardaron en llegar sin motivo alguno. Ella no parecía la que era, sus labios manchados de sangre y sus ojos marcados por el horror me dieron mucho miedo, jamás había pensado en que ella se podría convertir en un monstruo tal y como en alguna ocasión tuve el derecho a matar. Mi amor, mi vida… era una bestia con las manos manchadas de sangre.
Aun la veía preciosa con aquellas simples enaguas, pese a que su lado menos amable hubiese casi desaparecido de su rostro. Alcé una mano, sin saber muy bien lo que hacía, tan solo llamando su atención con aquel simple gesto, quería que se acercase a mi para así ver de cerca que ya no seguía siendo aquella bestia.
– Sheira… – Susurré, sintiendo mi voz volver a mi garganta como de costumbre.
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 339
Fecha de inscripción : 01/07/2010
Edad : 37
Localización : Roma.
Re: Confidencias al amanecer. [Privado]
La excitación de beber de Vincenzo me había extasiado y junto con mi necesidad de sangre, me había hecho olvidar por completo dónde estaba, de quien bebía, lo que sentía hacia el joven. Aferraba el cuerpo por la cintura y la cabeza, y bebía con avidez del humano. El poder de la sangre de Vincenzo recorrió rápidamente mis venas, y un dolor punzante me atravesó las manos. Siseé aflojándo mi abrazo, y el cuerpo que sostenía resbaló hasta dar con el suelo. Solo entonces volví la mirada hacia él, recuperando poco a poco la respiración, el pulso, sintiendo expirar el placer. Los recuerdos me calaron de golpe, dejándome horrorizada. Sentí la necesidad de agacharme y zarandear el cuerpo herido de Vincenzo, asegurarme de que estaba bien y apretarle la mano que me tendía con fuerza, pero permanecí de pie, paralizada. Limpié con brusquedad los leves restos de sangre de mis labios, asqueada por lo que había hecho, hasta que la voz de Vincenzo rompió el silencio de la habitación.
-Eres un insensato - dije con rabia remarcando cada palabra, pero la voz se me caló a mitad de frase y sentí que me escocían los ojos.
Me di la vuelta y me quité con movimientos tensos las vendas de las manos, que ya no servían de nada. Cuando vi mis manos curadas y sentí el cosquilleo de la magia de Vincenzo en la piel, no pude evitar hundirme y descargar mi impotencia contra lo primero que vi a mi alcance, un jarrón que se reventó contra la pared. Me froté la cara con las manos y traté de serenarme, de dejar de temblar. mientras le propinaba una patada al cuchillo que momentos antes había estado en manos del brujo. Tenía que recuperar el control de la situación. Me odiaba por haberle atacado, pero más le odiaba a él por haberme tendido aquella emboscada... aunque sabía que en esos momentos me necesitaba, asique hice de tripas corazón y me di la vuelta. Le subí a la cama en silencio, sin mirarle a los ojos. Mi rostro no denotaba frialdad, solo tristeza, angustia. Que Vincenzo siguiera vivo a aquellas alturas era un milagro.
Me senté apoyándo la espalda en los almohadones de la cama y apoyé la cabeza del joven en mi regazo, mirando hacia el mismo lado que yo para evitar que se girase. Humedecí los dedos índice y corazón en mis labios y los pasé por la herida de su mejilla y de su cuello, para observar cómo ambos cortes se cerraban lentamente. Después solo acaricié el cabello del joven, sintiendo un nudo en la garganta. De haber estado alguna puerta de la habitación abierta habría huido hacía rato de allí, desaparecido de la vida de Vincenzo... pero el muy cabezota mantenía el hechizo en pie pese a su debilidad. "Guarda fuerzas brujo... el daño ya está hecho. No voy a irme ahora. Deberías cerrar los ojos y descansar..." susurré en su cabeza para evitar que le doliese oirme.
-Eres un insensato - dije con rabia remarcando cada palabra, pero la voz se me caló a mitad de frase y sentí que me escocían los ojos.
Me di la vuelta y me quité con movimientos tensos las vendas de las manos, que ya no servían de nada. Cuando vi mis manos curadas y sentí el cosquilleo de la magia de Vincenzo en la piel, no pude evitar hundirme y descargar mi impotencia contra lo primero que vi a mi alcance, un jarrón que se reventó contra la pared. Me froté la cara con las manos y traté de serenarme, de dejar de temblar. mientras le propinaba una patada al cuchillo que momentos antes había estado en manos del brujo. Tenía que recuperar el control de la situación. Me odiaba por haberle atacado, pero más le odiaba a él por haberme tendido aquella emboscada... aunque sabía que en esos momentos me necesitaba, asique hice de tripas corazón y me di la vuelta. Le subí a la cama en silencio, sin mirarle a los ojos. Mi rostro no denotaba frialdad, solo tristeza, angustia. Que Vincenzo siguiera vivo a aquellas alturas era un milagro.
Me senté apoyándo la espalda en los almohadones de la cama y apoyé la cabeza del joven en mi regazo, mirando hacia el mismo lado que yo para evitar que se girase. Humedecí los dedos índice y corazón en mis labios y los pasé por la herida de su mejilla y de su cuello, para observar cómo ambos cortes se cerraban lentamente. Después solo acaricié el cabello del joven, sintiendo un nudo en la garganta. De haber estado alguna puerta de la habitación abierta habría huido hacía rato de allí, desaparecido de la vida de Vincenzo... pero el muy cabezota mantenía el hechizo en pie pese a su debilidad. "Guarda fuerzas brujo... el daño ya está hecho. No voy a irme ahora. Deberías cerrar los ojos y descansar..." susurré en su cabeza para evitar que le doliese oirme.
Sheira Lyzbeth- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 07/10/2010
Re: Confidencias al amanecer. [Privado]
Pese a que mis ojos querían permanecer abiertos no podía negar el cansancio que mi cuerpo aclamaba. Sentía sus dedos recorrer mis heridas, y como éstan seguían escociéndome haste el punto de curarse por completo. Un leve quejido escapó de mis labios ante sus palabras, pero no tenía las suficientes fuerzas ni ánimos para entablar una nueva discusión. Oí de nuevo sus palabras pero no provenían de sus labios, algo agudas pero como susurros en mi mente.
Quería permanecer despierto, en aquel lecho con ella, pese a que solo hubiese ocurrido lo inevitable ahora ella se encontraba en perfectas condiciones. me acunaba, entre sus rígidos y tibios brazos, que había de suponer así estaban por la temperatura de mi sangre. Ella había bebido de mi, aunque pareciese increible a pesar del dolor que me había causado había sentido como nuestras almas se habrían unido en una sola, algo doloroso fué el sentir como se separaba de mi. Pese a que su cuerpo siguiese junto al mio, necesitaba que su mente y alma volviesen a estar junto a mi.
El sueño y el cansancio me invadían, pronto.. mis ojos se cerraron para descansar.
Desperté, en mitad de una pesadilla, mi magia había sido retirada, tan solo seguían cerradas las entradas principales. A mi lado, sheira no estaba, observé por la ventana como la noche estaba pronta a caer, tan solo quedaba una hora para la puesta de sol. Me recompuse, algo dolorido aun por lo que había ocurrido en la mañana. Una de las puertas contiguas que comunicaban mi habitación con otras desde dentro estaba entreabierta. Como cada tarde, la ama de llaves había preparado un baño con agua caliente recien hervida para mi, tras el largo día y duro trabajo.
Pensaba que ella ya se habría ido o simplemente que estaría curioseando algo en las otras habitaciones. Ahora mismo no me importaba.
Me desnudé con pesar y me introduje en aquella bañera con patas que se sostenía en aquella habitación. Un quejido sordo escapó de mis pulmones haciendome cerrar los ojos y apoyar los brazos en los bordes, al sentirme mas calmado en el agua caliente.
Quería permanecer despierto, en aquel lecho con ella, pese a que solo hubiese ocurrido lo inevitable ahora ella se encontraba en perfectas condiciones. me acunaba, entre sus rígidos y tibios brazos, que había de suponer así estaban por la temperatura de mi sangre. Ella había bebido de mi, aunque pareciese increible a pesar del dolor que me había causado había sentido como nuestras almas se habrían unido en una sola, algo doloroso fué el sentir como se separaba de mi. Pese a que su cuerpo siguiese junto al mio, necesitaba que su mente y alma volviesen a estar junto a mi.
El sueño y el cansancio me invadían, pronto.. mis ojos se cerraron para descansar.
Desperté, en mitad de una pesadilla, mi magia había sido retirada, tan solo seguían cerradas las entradas principales. A mi lado, sheira no estaba, observé por la ventana como la noche estaba pronta a caer, tan solo quedaba una hora para la puesta de sol. Me recompuse, algo dolorido aun por lo que había ocurrido en la mañana. Una de las puertas contiguas que comunicaban mi habitación con otras desde dentro estaba entreabierta. Como cada tarde, la ama de llaves había preparado un baño con agua caliente recien hervida para mi, tras el largo día y duro trabajo.
Pensaba que ella ya se habría ido o simplemente que estaría curioseando algo en las otras habitaciones. Ahora mismo no me importaba.
Me desnudé con pesar y me introduje en aquella bañera con patas que se sostenía en aquella habitación. Un quejido sordo escapó de mis pulmones haciendome cerrar los ojos y apoyar los brazos en los bordes, al sentirme mas calmado en el agua caliente.
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 339
Fecha de inscripción : 01/07/2010
Edad : 37
Localización : Roma.
Re: Confidencias al amanecer. [Privado]
Ignoro cuanto tiempo estuve observando dormir a Vincenzo sobre mi regazo. No podía evitar admirar la belleza que poseía aun siendo simplemente humano. Seguí acariciando sus rizos porque al parecer aquel simple contacto le calmaba, y al final hasta yo caí en los brazos de morfeo. No podía negar que el día había sido agotador, e incluso con la sangre de Vincenzo en las venas el día seguía afectándome. Dormí junto al joven hasta bien entrado el día, cuando detecté que alguien iba a entrar en la habitación. Separé con cuidado el cuerpo de Vincenzo de mi, y le observé una vez más dormido, sereno. Recordé con amargura el temor que había expresado al verme en mi verdadera naturaleza, con el rostro contraido y deseoso de su sangre y pensé en el peligro que corría manteniéndome allí encerrada.
Comprobé con cierta satisfacción como las puertas ya no estaban bloqueadas. Pasé a una habitación contigua, y de esa, a otra más. Mantuve cuidado en evitar las habitaciones iluminadas por el sol del atardecer. No iba a irme, y no porque no creyera que fuera lo adecuado, si no porque el brujo se había asegurado de mantener el hechizo firme incluso dormido. Me alejé conscientemente de las escaleras que subían al primer piso, de forma que no me oyeran abajo y cerré una puerta a mis espaldas. Había llegado a una biblioteca tan hermosa como la mia propia. Pequeñas gárgolas sobresalian de las estanterías repletas de libros que seguramente ya había deborado hacía años en mi solitaria mansión. La lectura había consumido mi alma durante siglos, y me ayudaba a desconectar de la realidad que tanto detestaba. Mis ojos se posaron sobre un mueble tapado por una sábana blanca en el centro de la habitación. Cuando me di cuenta de lo que se trataba expulsé todo el aire de mis pulmones, cavilando sobre si debía dejarme llevar otra vez por lo que sentía, como me pasaba cada vez que Vincenzo estaba cerca. Ese pensamiento me traslado a otra habitación, donde al parecer Vincenzo ya había despertado.
Suspiré dubitativa. Nadie sabría lo que estaba haciendo... y no le haría daño a nadie. Estaba sola. En dos zancadas me situé frente al objeto y retiré la sábana, dejando al descubierto un polvoriento y abandonado piano. Me senté en la butaca que tenía enfrente y pasé los dedos por encima de las teclas, limpiando el polvo que las había cubierto. Me atreví con cierto temor a pulsar una de ellas, y en cuanto el sonido llegó a mis oidos desaparecí de aquella biblioteca. Solo yo sabía lo que me ocurría cada vez que la música llegaba a mi. Me doblegaba como un perro bajo su dueño. Sheira no existía... y un montón de recuerdos ocupaban mi mente. La melodía que toqué me la había cantado Katrina en el lago, y la había oido varias veces en la casa del brujo tarareada por sus labios. No había recordado aquella canción desde hacía demasiado tiempo... y ya era hora. Mi mente viajó a Egipto, a una comida como otra cualquiera en la que tres músicos la interpretaban. Ignoro por qué aquel recuerdo era tan valioso para mi, pero había observado a todos los presentes extasiada por aquella melodía. Mi madre siguiendo el ritmo sobre la mesa, disimuladamente. Mis sirvientes empujándose unos a otros para asomar la cabeza por una estrecha puerta y ver qué ocurría en el comedor. Niños bailando, desconectados del mundo. Me había sentido feliz.
La canción dejó de sonar, y mis manos quedaron sobre mi regazo. Mi mirada desenfocada miraba las teclas amarillentas del piano. Sentí que Egipto volvía a irse muy lejos de mi. Las caras de mi familia y conocidos desaparecieron tan pronto como habían venido. Me sentí vacía. Quise llorar como tantas otras veces en mi mansión. No entendía como podía evadir todo ese dolor cada día, cada hora mientras vivía aquella maldita vida sabiendo que otra se me había arrebatado. Allí sentada, perdida, ni siquiera me di cuenta de lo que sucedía a mi alrededor. Me sentí más muerta que nunca.
Comprobé con cierta satisfacción como las puertas ya no estaban bloqueadas. Pasé a una habitación contigua, y de esa, a otra más. Mantuve cuidado en evitar las habitaciones iluminadas por el sol del atardecer. No iba a irme, y no porque no creyera que fuera lo adecuado, si no porque el brujo se había asegurado de mantener el hechizo firme incluso dormido. Me alejé conscientemente de las escaleras que subían al primer piso, de forma que no me oyeran abajo y cerré una puerta a mis espaldas. Había llegado a una biblioteca tan hermosa como la mia propia. Pequeñas gárgolas sobresalian de las estanterías repletas de libros que seguramente ya había deborado hacía años en mi solitaria mansión. La lectura había consumido mi alma durante siglos, y me ayudaba a desconectar de la realidad que tanto detestaba. Mis ojos se posaron sobre un mueble tapado por una sábana blanca en el centro de la habitación. Cuando me di cuenta de lo que se trataba expulsé todo el aire de mis pulmones, cavilando sobre si debía dejarme llevar otra vez por lo que sentía, como me pasaba cada vez que Vincenzo estaba cerca. Ese pensamiento me traslado a otra habitación, donde al parecer Vincenzo ya había despertado.
Suspiré dubitativa. Nadie sabría lo que estaba haciendo... y no le haría daño a nadie. Estaba sola. En dos zancadas me situé frente al objeto y retiré la sábana, dejando al descubierto un polvoriento y abandonado piano. Me senté en la butaca que tenía enfrente y pasé los dedos por encima de las teclas, limpiando el polvo que las había cubierto. Me atreví con cierto temor a pulsar una de ellas, y en cuanto el sonido llegó a mis oidos desaparecí de aquella biblioteca. Solo yo sabía lo que me ocurría cada vez que la música llegaba a mi. Me doblegaba como un perro bajo su dueño. Sheira no existía... y un montón de recuerdos ocupaban mi mente. La melodía que toqué me la había cantado Katrina en el lago, y la había oido varias veces en la casa del brujo tarareada por sus labios. No había recordado aquella canción desde hacía demasiado tiempo... y ya era hora. Mi mente viajó a Egipto, a una comida como otra cualquiera en la que tres músicos la interpretaban. Ignoro por qué aquel recuerdo era tan valioso para mi, pero había observado a todos los presentes extasiada por aquella melodía. Mi madre siguiendo el ritmo sobre la mesa, disimuladamente. Mis sirvientes empujándose unos a otros para asomar la cabeza por una estrecha puerta y ver qué ocurría en el comedor. Niños bailando, desconectados del mundo. Me había sentido feliz.
La canción dejó de sonar, y mis manos quedaron sobre mi regazo. Mi mirada desenfocada miraba las teclas amarillentas del piano. Sentí que Egipto volvía a irse muy lejos de mi. Las caras de mi familia y conocidos desaparecieron tan pronto como habían venido. Me sentí vacía. Quise llorar como tantas otras veces en mi mansión. No entendía como podía evadir todo ese dolor cada día, cada hora mientras vivía aquella maldita vida sabiendo que otra se me había arrebatado. Allí sentada, perdida, ni siquiera me di cuenta de lo que sucedía a mi alrededor. Me sentí más muerta que nunca.
Sheira Lyzbeth- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 07/10/2010
Re: Confidencias al amanecer. [Privado]
Casi me dormía en el sitio de mi baño, el vaho empañaba los cristales de la habitación y el vapor de agua escapaba por una rendija abierta hacia otras salas contiguas.
Una melodía me despertó de nuevo de mis ensimismamientos, pensamientos que no llegaban a ningun lugar y tan solo podían volverme loco si seguía su camino.
Aquella melodía me sonaba lejana, algo recordaba haber oido de la pequeña boca de la niña, pero nada... ella no sería capaz de tocar aquellas notas tan solemnes y virtuosas como el mejor, aun sus manos eran muy pequeñas.
Invadido por la curiosidad, y con los pantalones ya puestos pero con el pelo aun mojado logré encontrar la fuente de aquella melodía. Por temor a sus represalias allí me quedé, vislumbrándola a través de la rendija de otra de las puertas que llevaba a la biblioteca, a través de la leve luz que me daba la cerradura pude ver a Sheira completamente ida... la melodía parecía confundirse con sus pensamientos. Un nudo se formó en mi garganta al sentir toda aquella melancolía, pero me mantuve totalmente al margen..
Ella se merecía lo que tenía a mi lado, yo podría cumplir costase lo que me costase cada uno de sus deseos. No le faltaría nada que no quisiese siempre estaría a su lado pero eso ella jamás lo vería. Pude ver su tristeza, aunque siempre se mostrase reticente a mostrarla. Aquel dia, debería de ser el mejor de su vida, el dia en que su deseo se cumpliese, y viese de lo que era capaz por ella, tan solo por verla feliz. Jamas pude ver en ella una leve sonrisa, pues era lo que mas me dolía no tener.. lo sacrificaría todo con tal de tenerla de aquella forma pero se me antojaba... algo verdaderamente imposible de cumplir.
Un suave bufido transformado en suspiro dio paso a que mi poder dejase de afectar a la casa, lo había usado demasiado tiempo lo que conllevaba a estar mas cansado que de costumbre.
Abrí la puerta una vez terminada la melodía, sin ser capaz de dirigir una mirada seria a sus ojos... solo una mirada triste nos separaba.
- Eres libre de irte. - Opté por mirar al suelo, intentando encontrar en él alguna otra forma de.. nada, todo era imposible, si quería irse ella era totalmente libre de hacerlo.
Una melodía me despertó de nuevo de mis ensimismamientos, pensamientos que no llegaban a ningun lugar y tan solo podían volverme loco si seguía su camino.
Aquella melodía me sonaba lejana, algo recordaba haber oido de la pequeña boca de la niña, pero nada... ella no sería capaz de tocar aquellas notas tan solemnes y virtuosas como el mejor, aun sus manos eran muy pequeñas.
Invadido por la curiosidad, y con los pantalones ya puestos pero con el pelo aun mojado logré encontrar la fuente de aquella melodía. Por temor a sus represalias allí me quedé, vislumbrándola a través de la rendija de otra de las puertas que llevaba a la biblioteca, a través de la leve luz que me daba la cerradura pude ver a Sheira completamente ida... la melodía parecía confundirse con sus pensamientos. Un nudo se formó en mi garganta al sentir toda aquella melancolía, pero me mantuve totalmente al margen..
Ella se merecía lo que tenía a mi lado, yo podría cumplir costase lo que me costase cada uno de sus deseos. No le faltaría nada que no quisiese siempre estaría a su lado pero eso ella jamás lo vería. Pude ver su tristeza, aunque siempre se mostrase reticente a mostrarla. Aquel dia, debería de ser el mejor de su vida, el dia en que su deseo se cumpliese, y viese de lo que era capaz por ella, tan solo por verla feliz. Jamas pude ver en ella una leve sonrisa, pues era lo que mas me dolía no tener.. lo sacrificaría todo con tal de tenerla de aquella forma pero se me antojaba... algo verdaderamente imposible de cumplir.
Un suave bufido transformado en suspiro dio paso a que mi poder dejase de afectar a la casa, lo había usado demasiado tiempo lo que conllevaba a estar mas cansado que de costumbre.
Abrí la puerta una vez terminada la melodía, sin ser capaz de dirigir una mirada seria a sus ojos... solo una mirada triste nos separaba.
- Eres libre de irte. - Opté por mirar al suelo, intentando encontrar en él alguna otra forma de.. nada, todo era imposible, si quería irse ella era totalmente libre de hacerlo.
Vincenzo Danislăv- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 339
Fecha de inscripción : 01/07/2010
Edad : 37
Localización : Roma.
Re: Confidencias al amanecer. [Privado]
La voz de Vincenzo cayó como una losa sobre mis hombros haciéndome apretar con fuerza las manos en dos puños. Me levanté con parsimonia y cerré la tapa del piano con un sonido sordo. Suspiré y me di la vuelta, avanzando hacia una estantería. Había reconocido uno de los libros entre todos ellos, uno al que guardaba especial cariño. Lo tomé y limpié las tapas, y después se lo tendí a Vincenzo.
-Páginas 24 y 25 - musité-. Leelas cuando me vaya...
Me atreví a buscar su mirada, observando el título de la obra en aquellos instantes. Si... un libro de poemas. Poemas de Lope de Vega para ser más concretos, traducidos al francés. Quizás en esas páginas él pudiera hallar alguna respuesta a todas sus preguntas, porque reflejaban metáforas sobre lo que sentía y me callaba. Vincenzo... ¿cómo confesarte mis temores y luego protegerte? ¿Cómo alcanzar la felicidad con tanto en contra de nosotros? Otro suspiro. Alcé la mano y acaricié de nuevo los rizos del joven, dejando caer las yemas por su mejilla. Acorté la distancia y besé su frente pausadamente aun hechizada por aquella melodía que había sonado en la misma habitación.
-Lo siento tanto...- confesé con la voz rasgada. Dolor.
Sabía que él quería retenerme... pero no debía hacerlo. La noche me recibía con los brazos abiertos. Me separé de él sin mirar, evitando fijar la vista en las gotas que desprendía su cabello y que caían por sus mejillas como lágrimas, esas que ambos conteníamos. En la habitación contigua quedó una ventana abierta cuando desaparecí, con las cortinas meciendo junto al aire. En mi mente, recité los dos poemas que le había dejado en los brazos del muchacho.
-Páginas 24 y 25 - musité-. Leelas cuando me vaya...
Me atreví a buscar su mirada, observando el título de la obra en aquellos instantes. Si... un libro de poemas. Poemas de Lope de Vega para ser más concretos, traducidos al francés. Quizás en esas páginas él pudiera hallar alguna respuesta a todas sus preguntas, porque reflejaban metáforas sobre lo que sentía y me callaba. Vincenzo... ¿cómo confesarte mis temores y luego protegerte? ¿Cómo alcanzar la felicidad con tanto en contra de nosotros? Otro suspiro. Alcé la mano y acaricié de nuevo los rizos del joven, dejando caer las yemas por su mejilla. Acorté la distancia y besé su frente pausadamente aun hechizada por aquella melodía que había sonado en la misma habitación.
-Lo siento tanto...- confesé con la voz rasgada. Dolor.
Sabía que él quería retenerme... pero no debía hacerlo. La noche me recibía con los brazos abiertos. Me separé de él sin mirar, evitando fijar la vista en las gotas que desprendía su cabello y que caían por sus mejillas como lágrimas, esas que ambos conteníamos. En la habitación contigua quedó una ventana abierta cuando desaparecí, con las cortinas meciendo junto al aire. En mi mente, recité los dos poemas que le había dejado en los brazos del muchacho.
Quiero escribir, y el llanto no me deja,
pruebo a llorar, y no descanso tanto,
vuelvo a tomar la pluma, y vuelve el llanto,
todo me impide el bien, todo me aqueja.
Si el llanto dura, el alma se me queja,
si el escribir, mis ojos, y si en tanto
por muerte o por consuelo me levanto,
de entrambos la esperanza se me aleja.
Ve blanco al fin, papel, y a quien penetra
el centro deste pecho que enciende
le di (si en tanto bien pudieres verte),
que haga de mis lágrimas la letra,
pues ya que no lo siente, bien entiende,
que cuanto escribo y lloro, todo es muerte.
---------------------------------------------------------------
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
pruebo a llorar, y no descanso tanto,
vuelvo a tomar la pluma, y vuelve el llanto,
todo me impide el bien, todo me aqueja.
Si el llanto dura, el alma se me queja,
si el escribir, mis ojos, y si en tanto
por muerte o por consuelo me levanto,
de entrambos la esperanza se me aleja.
Ve blanco al fin, papel, y a quien penetra
el centro deste pecho que enciende
le di (si en tanto bien pudieres verte),
que haga de mis lágrimas la letra,
pues ya que no lo siente, bien entiende,
que cuanto escribo y lloro, todo es muerte.
---------------------------------------------------------------
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Sheira Lyzbeth- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 07/10/2010
Página 2 de 2. • 1, 2
Temas similares
» El amanecer de una nueva era - FB- Privado
» El amanecer de un nuevo día - Privado
» Orgullo al amanecer [privado] [+18]
» Antes del amanecer [privado]
» Maravillas del amanecer - Privado-
» El amanecer de un nuevo día - Privado
» Orgullo al amanecer [privado] [+18]
» Antes del amanecer [privado]
» Maravillas del amanecer - Privado-
Página 2 de 2.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour