AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La noche de Aquelarre [Privado]
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La noche de Aquelarre [Privado]
El aire frio de la noche es refrescante en mi rostro. Mi saco negro se mueve con el viento, mis manos en mis bolsillos evitan que sienta la brisa entre mis dedos. Bajo mis pantalones, cerca de mis zapatos llevo una estaca amarrada a mi pierna, y en los bolsillos de mi saco, un par de manoplas hechas de balas de plata. Se que el bosque puede ser un lugar peligroso, no quisiera arriesgarme, por lo que tengo a la mano todo lo que podría necesitar para acabar con las monstruosidades que me acechen en esta noche estrellada.
Estoy aquí por que, en forma accidental o adrede, llego hasta a mi algo que entre los brujos llamamos “hechizo susurrante”. Consta de hacer que un susurro de la voz de uno mismo, llegue a los oídos que nosotros queramos, no importa donde este el objetivo. El susurro no era muy claro, pero hablaba de una alianza de brujos y apoyarnos en los momentos de riesgos, como son todas las noches ante la idea que los humanos nos puedan descubrir. Puede que el susurro era hacia otra persona, pero yo estaba en el camino, lo capte. No me quedo mas opción que seguirlo.
-Así que aquí estoy-me digo a mi mismo al pasar entre varios arboles y llegar a una gran área abierta. Donde el centro tiene una ligera elevación
La primavera parece haber llegado al bosque con toda su fuerza. El pasto es de un verde brillante, intenso como el sol. Los arboles son altos y fuertes, como grandes columnas de hierro. El viento parece mover el suelo mientras camino, haciendo que el pasto cubra mis zapatos. Las estrellas son lo suficientemente brillantes como para iluminar claramente el terreno donde me encuentro así que veo que en el centro del lugar hay una mesa circular de madera, con una jarra de agua y algunas copas a su alrededor. Obviamente ha lugar donde sentarse.
-Extraño lugar para tener una comedor, tal vez entre a la casa de alguien y ni siquiera me di cuenta-rio para mis adentro mientras hablo- Puede ser una ilusión o alguien se molesto mucho para quitarle las paredes a su hogar.
Escucho algunos pasos del otro lado del centro del lugar, pero como esta sobre una pequeña loma, me es imposible visualizar el otro lado. Meto mis manos en los bolsillos del saco y me pongo la manopla de plata izquierda. Camino hacia el centro con cuidado, esperando mi encuentro con quien sea o lo que sea que este del otro lado
-Tal vez es el que mando ese hechizo-pienso mientras camino.
Estoy aquí por que, en forma accidental o adrede, llego hasta a mi algo que entre los brujos llamamos “hechizo susurrante”. Consta de hacer que un susurro de la voz de uno mismo, llegue a los oídos que nosotros queramos, no importa donde este el objetivo. El susurro no era muy claro, pero hablaba de una alianza de brujos y apoyarnos en los momentos de riesgos, como son todas las noches ante la idea que los humanos nos puedan descubrir. Puede que el susurro era hacia otra persona, pero yo estaba en el camino, lo capte. No me quedo mas opción que seguirlo.
-Así que aquí estoy-me digo a mi mismo al pasar entre varios arboles y llegar a una gran área abierta. Donde el centro tiene una ligera elevación
La primavera parece haber llegado al bosque con toda su fuerza. El pasto es de un verde brillante, intenso como el sol. Los arboles son altos y fuertes, como grandes columnas de hierro. El viento parece mover el suelo mientras camino, haciendo que el pasto cubra mis zapatos. Las estrellas son lo suficientemente brillantes como para iluminar claramente el terreno donde me encuentro así que veo que en el centro del lugar hay una mesa circular de madera, con una jarra de agua y algunas copas a su alrededor. Obviamente ha lugar donde sentarse.
-Extraño lugar para tener una comedor, tal vez entre a la casa de alguien y ni siquiera me di cuenta-rio para mis adentro mientras hablo- Puede ser una ilusión o alguien se molesto mucho para quitarle las paredes a su hogar.
Escucho algunos pasos del otro lado del centro del lugar, pero como esta sobre una pequeña loma, me es imposible visualizar el otro lado. Meto mis manos en los bolsillos del saco y me pongo la manopla de plata izquierda. Camino hacia el centro con cuidado, esperando mi encuentro con quien sea o lo que sea que este del otro lado
-Tal vez es el que mando ese hechizo-pienso mientras camino.
Invitado- Invitado
Re: La noche de Aquelarre [Privado]
Habían pasado unos días desde que Catherina se había encontrado por casualidad con un brujo. Bueno, no era demasiado adecuado utilizar el término “encontrar” ya que la manera en a que se habían empezado a hablar no era del todo… “normal”... Otra palabra que odiaba porque sentía que no encontraba en esa categoría.
Suspiró y recordó al brujo. Ojos blablá, cabello oscuro, constitución delgada… Exactamente. Catherina no se había olvidado de un solo detalle de esa mañana en la que había tenido su primer encuentro con un brujo que no fuera su padre. Era consciente de que resultaba extraño este hecho pero a ella le resultaba de lo más normal ya que desde pequeña había vivido con la manía sobreprotectora de su padre. Muy pocas veces la dejaba salir con gente que él no conociera previamente y nunca la dejaba relacionarse con los demás brujos. Siempre que lo visitaban algunos amigos la echaba de la estancia o incluso de la casa.
Miro a su alrededor. Ya faltaba poco para llegar al bosque donde había quedado con Sergei Ivanovich a las 4. No sabía qué hora era. Posiblemente serían las 3:30 por la posición del sol. Catherina tenía la costumbre de salir una hora antes de la cita porque le encantaba ser puntual y no quería llegar tarde por algún contratiempo en el camino. Además, ese día había salido con más tiempo de lo previsto porque estaba más nerviosa de lo habitual ya que era importante para ella conocer a otra persona “mágica”.
Hacía 5 minutos que paseaba por el bosque. No sabía qué hacer para pasar el rato. Ese día no había traído ningún libro para poder entretenerse y para… esconderlo… Sonrío al recordar el motivo por el que se habían conocido. Sabía perfectamente que había sido un error no comprobar antes de recitar un hechizo que no había nadie alrededor pero estaba tan nerviosa y apurada que ni se le había pasado por la cabeza. “Ya esta bien” pensó. “Ya me he reprendido una y otra vez por ese error… Pensemos que ha sido el destino que quería que nos conociéramos… Aunque todo el mundo sabe que el desnito no existe…” Empezó a reírse de sus ocurrencias. Cualquiera que la viera pensaría que estaba loca… “Si la gente supiera realmente lo que soy… Si. Vale. Estaría muerta…”
Después de unos cuantos minutos caminando por un claro decidió sentarse al lado de un árbol para poder esperarlo y para tranquilizarse. En ese momento, recordó que un poco más allá había una elevación en el terreno que sería perfecto para su cometido así que se dirigió allí. Cuando ya estaba a punto de entrar en el claro observó que había un hombre. “¡Genial…! ¿Qué hago ahora? ¿Doy la vuelta? Bueno… si me habla puede comentarle que he quedado con alguien y quizás me deje en paz….” Se dijo mientras entraba en el claro y se sentaba debajo de un árbol que no la dejaba vislumbrar al hombre.
Suspiró y recordó al brujo. Ojos blablá, cabello oscuro, constitución delgada… Exactamente. Catherina no se había olvidado de un solo detalle de esa mañana en la que había tenido su primer encuentro con un brujo que no fuera su padre. Era consciente de que resultaba extraño este hecho pero a ella le resultaba de lo más normal ya que desde pequeña había vivido con la manía sobreprotectora de su padre. Muy pocas veces la dejaba salir con gente que él no conociera previamente y nunca la dejaba relacionarse con los demás brujos. Siempre que lo visitaban algunos amigos la echaba de la estancia o incluso de la casa.
Miro a su alrededor. Ya faltaba poco para llegar al bosque donde había quedado con Sergei Ivanovich a las 4. No sabía qué hora era. Posiblemente serían las 3:30 por la posición del sol. Catherina tenía la costumbre de salir una hora antes de la cita porque le encantaba ser puntual y no quería llegar tarde por algún contratiempo en el camino. Además, ese día había salido con más tiempo de lo previsto porque estaba más nerviosa de lo habitual ya que era importante para ella conocer a otra persona “mágica”.
Hacía 5 minutos que paseaba por el bosque. No sabía qué hacer para pasar el rato. Ese día no había traído ningún libro para poder entretenerse y para… esconderlo… Sonrío al recordar el motivo por el que se habían conocido. Sabía perfectamente que había sido un error no comprobar antes de recitar un hechizo que no había nadie alrededor pero estaba tan nerviosa y apurada que ni se le había pasado por la cabeza. “Ya esta bien” pensó. “Ya me he reprendido una y otra vez por ese error… Pensemos que ha sido el destino que quería que nos conociéramos… Aunque todo el mundo sabe que el desnito no existe…” Empezó a reírse de sus ocurrencias. Cualquiera que la viera pensaría que estaba loca… “Si la gente supiera realmente lo que soy… Si. Vale. Estaría muerta…”
Después de unos cuantos minutos caminando por un claro decidió sentarse al lado de un árbol para poder esperarlo y para tranquilizarse. En ese momento, recordó que un poco más allá había una elevación en el terreno que sería perfecto para su cometido así que se dirigió allí. Cuando ya estaba a punto de entrar en el claro observó que había un hombre. “¡Genial…! ¿Qué hago ahora? ¿Doy la vuelta? Bueno… si me habla puede comentarle que he quedado con alguien y quizás me deje en paz….” Se dijo mientras entraba en el claro y se sentaba debajo de un árbol que no la dejaba vislumbrar al hombre.
Catherina Lewell- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 27/01/2011
Edad : 32
Re: La noche de Aquelarre [Privado]
Veo a una chica de grandes ojos verdes aproximarse del otro lado del lugar. Paso de largo. Su cabello castaño es realmente precioso. Siento algo de preocupación en su corazón, tal vez ella eral a cita original del susurro que interrumpí.
La chica se recarga en uno de los arboles, la pierdo de vista en ese momento. Supongo que ya me vio y no quiere ser vista ¿Sera eso? Sólo las personas que quieren ocultar algo no quieren ser vistas. ¿Qué podría ocultar una muchacha como ella?
Camino hasta el árbol donde esta la chica recargada.
-Buen día-le digo al verla-Creo interrumpí algo al venir aquí ¿Una cita con alguien tal vez? Lamento mucho eso. Tal vez estoy siendo entrometido.
Entro entre los arboles para verla de frente y hacerle una pequeña reverencia sonriéndole.
-¿Tal vez usted hizo esa “llamada”?-le digo curioso
. La chica se recarga en uno de los arboles, la pierdo de vista en ese momento. Supongo que ya me vio y no quiere ser vista ¿Sera eso? Sólo las personas que quieren ocultar algo no quieren ser vistas. ¿Qué podría ocultar una muchacha como ella?
Camino hasta el árbol donde esta la chica recargada.
-Buen día-le digo al verla-Creo interrumpí algo al venir aquí ¿Una cita con alguien tal vez? Lamento mucho eso. Tal vez estoy siendo entrometido.
Entro entre los arboles para verla de frente y hacerle una pequeña reverencia sonriéndole.
-¿Tal vez usted hizo esa “llamada”?-le digo curioso
Invitado- Invitado
Re: La noche de Aquelarre [Privado]
Por la posición parecía estar acercándose la hora. Mi maestro había citado a un par de brujos mas, posiblemente de una categoría inferior o igual a la suya. No había querido contarme el motivo de su reunión , aunque esperaba por el bien de nuestra precaria relación alumna-mentor que no fuera para adquirir nuevos pupilos, porque la llevaban clara conmigo. Alcé la vista hacia el cielo con mis ojos azules algo húmedos por culpa del constante viento que azotaba la parte en la que me encontraba de aquel bosque.
Comencé a andar con pasos cortos pero firmes, mis largas piernas me lo permitían, a pesar de la reducida estatura de mi persona. A cada instante que pasaba me iba sintiendo ma y mas nerviosa, no sabá cuando Sergei aparecería por alli, asi como tampoco lo que se esperaba de mi ¿Debía ser amable? ¿Áspera? ¿Tozuda? ¿Yo misma? Paré en seco cuando noté que iba a comenzar a hiperventilar. Cuando me relaje tarareando una nana proseguí el camino hacia donde mi maestro me había indicado.
En cuanto vislumbré a un hombre y a una mujer, de espaldas a mi posición me metí detras del árbol, agudizando el oido para ver si conseguía captar algo de lo que decían. Desde el lugar donde me encontraba solo se escuchaban palabras sueltas traidas por el viento, dificilmente coherentes para formar un todo. Supuse que serían ellos y con paso suave y delicado me acerqué a ambos, sabiendo me la mas joven de los tres:
-Buenas tardes, mademoiselle y monsieur. Les ruego perdonen la tardanza de mi maestro, pero al parecer han llegado ustedes algo antes de la hora que estaba estipulada. Me llamo Ione Darkfrith, encantada de conocerles. Cualquier duda que tengan y pueda satisfacer con el poco conocimiento que tengo de la situación, será respondida e cuanto la formulen.-Ione, tu no eres asi ni por asomo. Lo mas normal en ti sería mostrarte como una bestia pard recién salida del monte, pero un poco de educación no viene nunca mal, mi mas sincera enhorabuena. Muchas gracias conciencia, muchas gracias.
Comencé a andar con pasos cortos pero firmes, mis largas piernas me lo permitían, a pesar de la reducida estatura de mi persona. A cada instante que pasaba me iba sintiendo ma y mas nerviosa, no sabá cuando Sergei aparecería por alli, asi como tampoco lo que se esperaba de mi ¿Debía ser amable? ¿Áspera? ¿Tozuda? ¿Yo misma? Paré en seco cuando noté que iba a comenzar a hiperventilar. Cuando me relaje tarareando una nana proseguí el camino hacia donde mi maestro me había indicado.
En cuanto vislumbré a un hombre y a una mujer, de espaldas a mi posición me metí detras del árbol, agudizando el oido para ver si conseguía captar algo de lo que decían. Desde el lugar donde me encontraba solo se escuchaban palabras sueltas traidas por el viento, dificilmente coherentes para formar un todo. Supuse que serían ellos y con paso suave y delicado me acerqué a ambos, sabiendo me la mas joven de los tres:
-Buenas tardes, mademoiselle y monsieur. Les ruego perdonen la tardanza de mi maestro, pero al parecer han llegado ustedes algo antes de la hora que estaba estipulada. Me llamo Ione Darkfrith, encantada de conocerles. Cualquier duda que tengan y pueda satisfacer con el poco conocimiento que tengo de la situación, será respondida e cuanto la formulen.-Ione, tu no eres asi ni por asomo. Lo mas normal en ti sería mostrarte como una bestia pard recién salida del monte, pero un poco de educación no viene nunca mal, mi mas sincera enhorabuena. Muchas gracias conciencia, muchas gracias.
Ione Darkfrith- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 99
Fecha de inscripción : 28/12/2010
Re: La noche de Aquelarre [Privado]
Desde que venia bajando de la pequeña colina ya había sentido sus emociones, algo de excitación, duda, un poco de rebeldía, si es que eso se le podría llamar una emoción.
-Buenas Tardes, señorita-le digo volteando hacia ella-debo de decir que al contrario de mi bella compañía, yo intercepte el susurro de su mentor, al menos lo que yo creo que fue eso.
Camino hacia la nueva invitada del lugar.
-Mi nombre es Rayner Andrews-le digo volteando a ver a ambas-Supongo que somos de la misma naturaleza-les digo mientras tueno los dedos unas cuantas chispas salen de ellos-Pero, siendo un brujo no invitado a este lugar, al menos no formalmente, quiero saber cual es el motivo de esta pequeña…junta.
Miro hacia todos lados.
-Y también donde esta el creador del encuentro
-Buenas Tardes, señorita-le digo volteando hacia ella-debo de decir que al contrario de mi bella compañía, yo intercepte el susurro de su mentor, al menos lo que yo creo que fue eso.
Camino hacia la nueva invitada del lugar.
-Mi nombre es Rayner Andrews-le digo volteando a ver a ambas-Supongo que somos de la misma naturaleza-les digo mientras tueno los dedos unas cuantas chispas salen de ellos-Pero, siendo un brujo no invitado a este lugar, al menos no formalmente, quiero saber cual es el motivo de esta pequeña…junta.
Miro hacia todos lados.
-Y también donde esta el creador del encuentro
Invitado- Invitado
Re: La noche de Aquelarre [Privado]
Catherina esperó unos minutos sentada en el árbol. Esperaba que Sergei Ivanovich no tardará mucho. En ese momento un ruido repentino la asustó. Giró la cabeza para ver de dónde prevenía el sonido y sus ojos se encontraron con el hombre que había visto segundos antes al otro extremo del claro. Se sorprendió. No esperaba que aquél hombre pudiera ir a saludarla.
-Buenos días- Le saludó Catherina mientras se levantaba ya que en esa posición era vulnerable. –Em... no se preocupe… - Iba a añadir que no pasaba nada pero se interrumpió cuando se dio cuenta de lo que había dicho el hombre. ¿Qué debía hacer? ¿Negar que tenía una cita? ¿Quién era ese hombre? –Bueno… sí, estoy esperando a alguien… -
Miró al cielo. La posición del sol indicaba que era la hora con la que había quedado con Sergei… pero seguía sin aparecer... ¿Le había pasado algo? ¿Le habían hecho algo…? Catherina examinó al hombre. No había duda de que era muy atractivo pero que no debía dejarse llevar por su apariencia. Su mirada y su sonrisa con la que la observaba eran cautivadoras y le encantaba pero se mantuvo firme y desconfiada.
-¿Una llamada? ¿A qué se refiere? – Claro que sabía a qué se refería. Era un poder que muchos brujos tenían pero… ¿Había sido Sergei quien había lanzado esa llamada? ¿Y si era una trampa? Demasiadas preguntas y pocas respuestas. Catherina no sabía qué hacer. No sabía si debía de disimular o hablar claramente de su condición con se hombre. ¿Era un aliado o un enemigo?
El desconocido iba a contestarle cuando en ese momento una nueva figura se presentó en el lugar. ¿Qué estaba pasando? Observó a la figura. Resultó ser a una mujer. Esperaba que pasara de largo cuando se paró delante de ellos y empezó a hablar. Catherina se sorprendió. ¿Los había citados a todos ellos en aquél lugar? Entonces… ¿Podía estar segura que eran… de fiar?
Suspiró. –Buenos días. Perdón por mi asombro inicial pero no tenía conocimiento sobre que iban a venir más personas… - Catherina les sonrió. –Me llamo Catherina Lewell y si lo desean pueden tutearme. ¿Qué os parece si nos sentamos y charlamos mientras esperamos al “anfitrión”?-
-Buenos días- Le saludó Catherina mientras se levantaba ya que en esa posición era vulnerable. –Em... no se preocupe… - Iba a añadir que no pasaba nada pero se interrumpió cuando se dio cuenta de lo que había dicho el hombre. ¿Qué debía hacer? ¿Negar que tenía una cita? ¿Quién era ese hombre? –Bueno… sí, estoy esperando a alguien… -
Miró al cielo. La posición del sol indicaba que era la hora con la que había quedado con Sergei… pero seguía sin aparecer... ¿Le había pasado algo? ¿Le habían hecho algo…? Catherina examinó al hombre. No había duda de que era muy atractivo pero que no debía dejarse llevar por su apariencia. Su mirada y su sonrisa con la que la observaba eran cautivadoras y le encantaba pero se mantuvo firme y desconfiada.
-¿Una llamada? ¿A qué se refiere? – Claro que sabía a qué se refería. Era un poder que muchos brujos tenían pero… ¿Había sido Sergei quien había lanzado esa llamada? ¿Y si era una trampa? Demasiadas preguntas y pocas respuestas. Catherina no sabía qué hacer. No sabía si debía de disimular o hablar claramente de su condición con se hombre. ¿Era un aliado o un enemigo?
El desconocido iba a contestarle cuando en ese momento una nueva figura se presentó en el lugar. ¿Qué estaba pasando? Observó a la figura. Resultó ser a una mujer. Esperaba que pasara de largo cuando se paró delante de ellos y empezó a hablar. Catherina se sorprendió. ¿Los había citados a todos ellos en aquél lugar? Entonces… ¿Podía estar segura que eran… de fiar?
Suspiró. –Buenos días. Perdón por mi asombro inicial pero no tenía conocimiento sobre que iban a venir más personas… - Catherina les sonrió. –Me llamo Catherina Lewell y si lo desean pueden tutearme. ¿Qué os parece si nos sentamos y charlamos mientras esperamos al “anfitrión”?-
(MIL DISCULPAS POR LA TARDANZA!)
Catherina Lewell- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 27/01/2011
Edad : 32
Re: La noche de Aquelarre [Privado]
-Francamente me siento un extraño ante ustedes señoritas- les digo al mirarlas a ambas.
El viento mueve mi saco y parece dibujar sobre el pasto de la pequeña colina. Los arreglos sobre ella no parecen afectarse por la brisa, las sillas no se mueven tampoco la mesa. Definitivamente hay magia aquí. Mis dos compañeras son brujas y ese hombre misterioso, debe de tener un gran conocimiento como para saber donde buscar brujos. Yo mismo me he revelado como brujo ante ciertas personas, pero sabia que lo eran también ¿Qué tal si ellas son cazadoras? No, no lo creo, su semblante no es el de simples humanas, no como los que conozco al menos.
-Aunque llegue por azares del destino, parece que el viento nos guía a donde tenemos que estar, pues bien es un placer conocer a damas tan bellas. Aun así, su maestro, si es que es maestro de ambas, ha de ser sumamente fuerte para que yo haya escuchado su conjuro de susurro.
Comienzo mi caminata colina arriba mirando a las dos chicas mientras sonrío. El viento sigue soplando haciendo que el pasto toque mis calcetines y creando un cosquilleo en mi piel. Incluso a mas altura de esta colina, se sigue sin poder apreciar nada por arriba de los arboles, un escondite perfecto para brujos-el mío será mucho mejor-pienso mientras recuerdo de la tienda que pronto aparecerá en el centro de Paris. Quien sabe, tal vez ellas vengan algún día.
-Subamos a sentarnos entonces señoritas- les digo sonriendo
El viento mueve mi saco y parece dibujar sobre el pasto de la pequeña colina. Los arreglos sobre ella no parecen afectarse por la brisa, las sillas no se mueven tampoco la mesa. Definitivamente hay magia aquí. Mis dos compañeras son brujas y ese hombre misterioso, debe de tener un gran conocimiento como para saber donde buscar brujos. Yo mismo me he revelado como brujo ante ciertas personas, pero sabia que lo eran también ¿Qué tal si ellas son cazadoras? No, no lo creo, su semblante no es el de simples humanas, no como los que conozco al menos.
-Aunque llegue por azares del destino, parece que el viento nos guía a donde tenemos que estar, pues bien es un placer conocer a damas tan bellas. Aun así, su maestro, si es que es maestro de ambas, ha de ser sumamente fuerte para que yo haya escuchado su conjuro de susurro.
Comienzo mi caminata colina arriba mirando a las dos chicas mientras sonrío. El viento sigue soplando haciendo que el pasto toque mis calcetines y creando un cosquilleo en mi piel. Incluso a mas altura de esta colina, se sigue sin poder apreciar nada por arriba de los arboles, un escondite perfecto para brujos-el mío será mucho mejor-pienso mientras recuerdo de la tienda que pronto aparecerá en el centro de Paris. Quien sabe, tal vez ellas vengan algún día.
-Subamos a sentarnos entonces señoritas- les digo sonriendo
Invitado- Invitado
Re: La noche de Aquelarre [Privado]
-Conozco la sensación, señor Andrews. Yo también me siento un tanto… inquieta.- Comentó alargando la última palabra intentando buscar una nueva que ocupará su lugar.
Siento el viento en su cara. Le gustaba esa sensación aunque en aquellos momentos solo le causó un escalofrió repentino. No podía negar que tenía miedo. No sabía quién eran aquellas personas y para colmó Sergei Ivanovich, el hombre brujo que había conocido unos días atrás y que la había citado en aquel lugar, no aparecía. Eso la inquietaba más que cualquier cosa. Intentó tranquilizarse y suspiró varias veces mientras el desconocido hablaba.
-Nunca se sabe lo que nos depara el destino… o eso dicen. – Sonrío. No era una de esa clase de mujeres que creía en el azar, la religión o mismamente en el destino. –No. No es mi maestro. Apenas lo conozco. Nos cruzamos hace un par de días y quedamos en este lugar hoy para poder hablar con calma… pero... parece que le ha surgido algo. – Comentó. – Por cierto, ¿Por qué piensa que nosotras somos sus… aprendices? ¿Será porque somos, como usted dice, damas?- Catherina odiaba que la prejuzgaran antes de conocerla y más que tuviera algo que ver con su género. ¿Es que no podía haber mujeres tan poderosas y valerosas capaces de hacer lo mismo que los hombres? ¡Qué injusto!
Sacudió la cabeza. En aquel momento era la peor de sus preocupaciones y por eso intentó arreglarlo. –“Perdone… es que es un tema que me molesta… “ – Hizo una pausa y empezó a andar. -“Tiene razón. Vayámonos a sentarnos… ¿Así que… Sergei Ivanovich… lanzó un conjuro? No tenía ni idea… En ese caso deberíamos tener cuidado. No sabemos quien, además, de usted podría haberla escuchado. ¿Usted conocía al señor Ivanovich?-
Siento el viento en su cara. Le gustaba esa sensación aunque en aquellos momentos solo le causó un escalofrió repentino. No podía negar que tenía miedo. No sabía quién eran aquellas personas y para colmó Sergei Ivanovich, el hombre brujo que había conocido unos días atrás y que la había citado en aquel lugar, no aparecía. Eso la inquietaba más que cualquier cosa. Intentó tranquilizarse y suspiró varias veces mientras el desconocido hablaba.
-Nunca se sabe lo que nos depara el destino… o eso dicen. – Sonrío. No era una de esa clase de mujeres que creía en el azar, la religión o mismamente en el destino. –No. No es mi maestro. Apenas lo conozco. Nos cruzamos hace un par de días y quedamos en este lugar hoy para poder hablar con calma… pero... parece que le ha surgido algo. – Comentó. – Por cierto, ¿Por qué piensa que nosotras somos sus… aprendices? ¿Será porque somos, como usted dice, damas?- Catherina odiaba que la prejuzgaran antes de conocerla y más que tuviera algo que ver con su género. ¿Es que no podía haber mujeres tan poderosas y valerosas capaces de hacer lo mismo que los hombres? ¡Qué injusto!
Sacudió la cabeza. En aquel momento era la peor de sus preocupaciones y por eso intentó arreglarlo. –“Perdone… es que es un tema que me molesta… “ – Hizo una pausa y empezó a andar. -“Tiene razón. Vayámonos a sentarnos… ¿Así que… Sergei Ivanovich… lanzó un conjuro? No tenía ni idea… En ese caso deberíamos tener cuidado. No sabemos quien, además, de usted podría haberla escuchado. ¿Usted conocía al señor Ivanovich?-
Catherina Lewell- Mensajes : 191
Fecha de inscripción : 27/01/2011
Edad : 32
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