AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La noche... (Privado)
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La noche... (Privado)
Estaba emocionada, por fin había llegado la noche que tanto ansiaba. Esperó hasta que la casa estuviera dormida para ir hacia la parte trasera y poder salir sin que nadie la viera. Deseaba poder salir de ese lugar cuanto antes, quería conocer el otro rostro de París y hasta ahora no había tenido oportunidad. Ahí tenía la puerta frente a ella, se dibujó una sonrisa en su rostro y levantando su mano agarró con fuerza el pomo de la puerta y lo empujó saliendo así de la casa. Cerró la puerta tras de sí y empezó a correr por la pequeña callejuela, el aire acariciaba su rostro y no dejaba de correr hasta llegar a una calle algo más grande. Su respiración estaba revolucionada y su corazón latía con fuerza, no sabía si por la carrera o por la emoción del momento.
Siguió caminando sin dejar de observar las casas de su alrededor, las calles silenciosas y oscuras muy diferentes a como estaba acostumbrada a verlas por las mañanas. Dobló una esquina y aceleró el paso, recordaba que en esa calle siempre se llenaba de puestos de flores, ahora en cambio se encontraba completamente vacía sin color... sin vida... pero se veía hermosa con la luz de la luna. Corrió de nuevo hasta el final del camino para volver a doblar otra esquina hacía la derecha. Se sentía viva y libre, ya le quedaba menos para llegar a donde quería, solo debía cruzar toda esa callejuela y ahí lo encontraría. Se detuvo unos instantes y cerró los ojos mientras sonreía. Respiró hondo el aire de la noche parisina y abrió los ojos. Quería llegar cuanto antes, no podía esperar más, así que empezó a correr toda esa calle. No tenía intención de detenerse hasta encontrarse frente a él.
Finalmente llegó ahí, lo vio a lo lejos solo unos pasos más y podría verlo, el río Sena, no dejó de correr hasta que sus manos se apoyaron en la barandilla de piedra que lo acordonaba. Ahí lo tenía, su respiración agitada por la carrera, palpó la fría piedra mientras miraba a ambos lados de la calle. Sin vida y silencioso, le parecía imposible que esa misma avenida fuera la que recordaba haber visto por las mañanas cuando paseaba por allí. Volteó la mirada hacía el río, también era distinto, ahora su aspecto era más misterioso y oscuro. Recordaba que esa avenida de día se abarrotaba de gente, unos paseando y otros a toda prisa para llegar a su destino, quizá por trabajo o quizá con el deseo de regresar pronto a sus casas y abrazar a su familia. Ahora el río también quedó vacío, recordaba que alguna vez pudo ver alguna embarcación pasear por esas aguas.
Levantó una de sus piernas apoyándola en la barandilla de piedra y se impulsó para subirse en ella, quería recorrer el borde del río esa noche. Empezó a caminar por esa fría piedra. Sus ojos observaban las aguas oscuras mientras sus dedos jugueteaban entre ellos, empezó a canturrear una canción para sí misma sin levantar mucho la voz, no quería romper ese hermoso silencio. Seguro volvería a pasear alguna otra noche por esta avenida, saltó para bajar de la barandilla y caminó unos pasos más. Alzó la mirada y a lo lejos pudo ver la hermosa Notre Dame, saltó de nuevo sobre la barandilla de piedra y caminó dirección hacia ella. “De noche se ve distinta también” pensó sin dejar de canturrear. Bajó de nuevo al suelo, sus dedos aun seguían jugueteando y su voz rompía cautelosamente el silencio de la noche. Dio una vez más un salto hacia la barandilla y rió sin dejar de andar hasta llegar a pocos metros de Notre Dame.
Sus ojos observaron ese hermoso edificio, era enorme e imponente. Se acomodó y sentándose sobre la barandilla encogió un poco sus rodillas deseando poder disfrutar de aquel momento, quería ver ese lugar en la noche y disfrutar de ello. La brisa movía suavemente sus cabellos y acariciaba el rostro dibujándose una sonrisa en el.
Siguió caminando sin dejar de observar las casas de su alrededor, las calles silenciosas y oscuras muy diferentes a como estaba acostumbrada a verlas por las mañanas. Dobló una esquina y aceleró el paso, recordaba que en esa calle siempre se llenaba de puestos de flores, ahora en cambio se encontraba completamente vacía sin color... sin vida... pero se veía hermosa con la luz de la luna. Corrió de nuevo hasta el final del camino para volver a doblar otra esquina hacía la derecha. Se sentía viva y libre, ya le quedaba menos para llegar a donde quería, solo debía cruzar toda esa callejuela y ahí lo encontraría. Se detuvo unos instantes y cerró los ojos mientras sonreía. Respiró hondo el aire de la noche parisina y abrió los ojos. Quería llegar cuanto antes, no podía esperar más, así que empezó a correr toda esa calle. No tenía intención de detenerse hasta encontrarse frente a él.
Finalmente llegó ahí, lo vio a lo lejos solo unos pasos más y podría verlo, el río Sena, no dejó de correr hasta que sus manos se apoyaron en la barandilla de piedra que lo acordonaba. Ahí lo tenía, su respiración agitada por la carrera, palpó la fría piedra mientras miraba a ambos lados de la calle. Sin vida y silencioso, le parecía imposible que esa misma avenida fuera la que recordaba haber visto por las mañanas cuando paseaba por allí. Volteó la mirada hacía el río, también era distinto, ahora su aspecto era más misterioso y oscuro. Recordaba que esa avenida de día se abarrotaba de gente, unos paseando y otros a toda prisa para llegar a su destino, quizá por trabajo o quizá con el deseo de regresar pronto a sus casas y abrazar a su familia. Ahora el río también quedó vacío, recordaba que alguna vez pudo ver alguna embarcación pasear por esas aguas.
Levantó una de sus piernas apoyándola en la barandilla de piedra y se impulsó para subirse en ella, quería recorrer el borde del río esa noche. Empezó a caminar por esa fría piedra. Sus ojos observaban las aguas oscuras mientras sus dedos jugueteaban entre ellos, empezó a canturrear una canción para sí misma sin levantar mucho la voz, no quería romper ese hermoso silencio. Seguro volvería a pasear alguna otra noche por esta avenida, saltó para bajar de la barandilla y caminó unos pasos más. Alzó la mirada y a lo lejos pudo ver la hermosa Notre Dame, saltó de nuevo sobre la barandilla de piedra y caminó dirección hacia ella. “De noche se ve distinta también” pensó sin dejar de canturrear. Bajó de nuevo al suelo, sus dedos aun seguían jugueteando y su voz rompía cautelosamente el silencio de la noche. Dio una vez más un salto hacia la barandilla y rió sin dejar de andar hasta llegar a pocos metros de Notre Dame.
Sus ojos observaron ese hermoso edificio, era enorme e imponente. Se acomodó y sentándose sobre la barandilla encogió un poco sus rodillas deseando poder disfrutar de aquel momento, quería ver ese lugar en la noche y disfrutar de ello. La brisa movía suavemente sus cabellos y acariciaba el rostro dibujándose una sonrisa en el.
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche... (Privado)
Esa noche, igual que las tres anteriores, habían sido fiesta en el pequeño poblado de gitanos donde vivía. Las bodas solían durar tres o cuatro días, y eso le encantaba, pero lo que ya no le agradaba tanto era tener que aparentar. Evidentemente, él, al estar casado, tenía que ir con su pequeña esposa siempre arriba y abajo, felicitar a los nuevos novios, a los familiares, los regalos, los bailes… era realmente agotador, pero de esa noche no pasaba que fuese a dar una vuelta con su caballo por la ciudad. Hacía demasiado tiempo que el pobre animal solo se dedicaba a cargar como si fuese una mula. O, como estos días, a ser utilizado como decoración floral. Le sorprendía la paciencia y el aguante del animal, con los niños correteando a su alrededor y el sin inmutarse.
Su pequeña mujer yacía a su lado, hacia pocos minutos que había conciliado el sueño, pero prefirió esperar un poco mas antes de salir del carro al más puro estilo “novia a la fuga”. La realidad es que aquella niña le conseguía sacar su lado más tierno. Le encantaba de ella, cuando dormía, acariciarle las mejillas y ver como hacia pequeños pucheritos y se sonrojaba. Lo hizo un par de veces antes de levantarse con cuidado de no hacer mucho ruido ni que ella se moviese por el cambio de peso en la cama. Se puso sus zapatos negros ya gastados por el uso, un chaleco y su gorro preferido. Antes de acostarse, teniendo ya la idea de hoy salir por la noche, se había dejado los pantalones puestos. Se inclinó sobre la pequeña y le besó la frente, después saltó del carro y con un pequeño silbido llamó a Rick. Tardó varios minutos hasta quitarle todas las flores y ramilletes que le habían puesto encima, montó y con un pequeño cachete lo hizo caminar. En cuanto se alejó lo suficiente del poblado lo hizo ir al trote. Dios, necesitaba sentir en viento en la cara.
Después de una buena sesión de velocidad, Mickey le permitió el reposo a su fiel corcel. Se acercaron con paso lento, casi arrastrando las patas hasta el rio. Se bajó poco antes de que el caballo tomase la iniciativa de meterse unos pasos dentro de este, bebiendo y mojándose un poco las patas. Mickey se limitó a darle palmaditas sobre los cuartos traseros, mostrándole así lo orgulloso que estaba de él. No se habría percatado de que no estaban solos, si Rick no hubiese levantado la cabeza y mirado en dirección de una muchacha que andaba por allí cerca. Ella pareció no darse cuenta de su presencia, y, puesto que Mickey no tenía otra cosa que hacer, decidió acercarse. Tendrían que cruzar el rio, así que le tocaría subir unos metros y luego volver a bajar. Montó y con trote ligero hizo el camino. Subió a las calles, escuchando como repicaban los cascos del caballo en el suelo ante el imperioso silencio de la noche, casi se sentía como un señorito de alta sociedad.
En cuanto quedó a unos diez pasos de la muchacha paró, acariciándole el cuello al caballo. – Te has perdido hija? – Vestía demasiado bien para ser una mujer de las que trabajaban en el mundo del placer, buscando algún cliente perdido por la noche. Y, vestía demasiado bien como para andar sola por las calles a esas horas.
Su pequeña mujer yacía a su lado, hacia pocos minutos que había conciliado el sueño, pero prefirió esperar un poco mas antes de salir del carro al más puro estilo “novia a la fuga”. La realidad es que aquella niña le conseguía sacar su lado más tierno. Le encantaba de ella, cuando dormía, acariciarle las mejillas y ver como hacia pequeños pucheritos y se sonrojaba. Lo hizo un par de veces antes de levantarse con cuidado de no hacer mucho ruido ni que ella se moviese por el cambio de peso en la cama. Se puso sus zapatos negros ya gastados por el uso, un chaleco y su gorro preferido. Antes de acostarse, teniendo ya la idea de hoy salir por la noche, se había dejado los pantalones puestos. Se inclinó sobre la pequeña y le besó la frente, después saltó del carro y con un pequeño silbido llamó a Rick. Tardó varios minutos hasta quitarle todas las flores y ramilletes que le habían puesto encima, montó y con un pequeño cachete lo hizo caminar. En cuanto se alejó lo suficiente del poblado lo hizo ir al trote. Dios, necesitaba sentir en viento en la cara.
Después de una buena sesión de velocidad, Mickey le permitió el reposo a su fiel corcel. Se acercaron con paso lento, casi arrastrando las patas hasta el rio. Se bajó poco antes de que el caballo tomase la iniciativa de meterse unos pasos dentro de este, bebiendo y mojándose un poco las patas. Mickey se limitó a darle palmaditas sobre los cuartos traseros, mostrándole así lo orgulloso que estaba de él. No se habría percatado de que no estaban solos, si Rick no hubiese levantado la cabeza y mirado en dirección de una muchacha que andaba por allí cerca. Ella pareció no darse cuenta de su presencia, y, puesto que Mickey no tenía otra cosa que hacer, decidió acercarse. Tendrían que cruzar el rio, así que le tocaría subir unos metros y luego volver a bajar. Montó y con trote ligero hizo el camino. Subió a las calles, escuchando como repicaban los cascos del caballo en el suelo ante el imperioso silencio de la noche, casi se sentía como un señorito de alta sociedad.
En cuanto quedó a unos diez pasos de la muchacha paró, acariciándole el cuello al caballo. – Te has perdido hija? – Vestía demasiado bien para ser una mujer de las que trabajaban en el mundo del placer, buscando algún cliente perdido por la noche. Y, vestía demasiado bien como para andar sola por las calles a esas horas.
Mickey O'Neil- Gitano
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Localización : En el carro azul, junto al que es de color amarillo melocotón.
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Re: La noche... (Privado)
Seguía observando la noche tranquilamente cuando oyó una voz cerca de ella. Volteó su cabeza hacia donde provenía esa voz y vio montado en un caballo a un hombre. Llevaba un sombrero y no era el típico sombrero que llevaría cualquiera de su entorno, tampoco parecía alguien del cual tuviera grandes riquezas ni nada parecido. Era aparentemente alguien sencillo y natural.
- No – dijo mientras se levantaba - ¿y usted?
Ella no dejó de mirar cada movimiento que hacía el hombre, estaba acariciando suavemente a su caballo mientras la observaba. Dio un par de pasos hacia atrás sin articular palabra. Esperando que el otro le respondiera. Estaba lista para cualquier escapada rápida que pudiera hacer. No sabía que es lo que buscaba el otro si ayudarla o ayudarla a vaciar sus bolsillos, pero por si acaso ella estaba lista para cualquier situación que pudiera acontecer.
Si el hombre era simplemente amable y se preocupaba por ella, se lo agradecería y seguiría con su excursión nocturna. Si por el contrario el hombre decidía atracarla ella tenía dos opciones salir corriendo o intentar con un golpe fuerte bajarle del caballo. Ambas posibilidades eran buenas si se daba el caso por supuesto, todo dependería de las intenciones que tuviera el hombre y de cada movimiento que hiciera que sus sentidos de defensa saltaran. Tomó aire y esperó la respuesta.
- No – dijo mientras se levantaba - ¿y usted?
Ella no dejó de mirar cada movimiento que hacía el hombre, estaba acariciando suavemente a su caballo mientras la observaba. Dio un par de pasos hacia atrás sin articular palabra. Esperando que el otro le respondiera. Estaba lista para cualquier escapada rápida que pudiera hacer. No sabía que es lo que buscaba el otro si ayudarla o ayudarla a vaciar sus bolsillos, pero por si acaso ella estaba lista para cualquier situación que pudiera acontecer.
Si el hombre era simplemente amable y se preocupaba por ella, se lo agradecería y seguiría con su excursión nocturna. Si por el contrario el hombre decidía atracarla ella tenía dos opciones salir corriendo o intentar con un golpe fuerte bajarle del caballo. Ambas posibilidades eran buenas si se daba el caso por supuesto, todo dependería de las intenciones que tuviera el hombre y de cada movimiento que hiciera que sus sentidos de defensa saltaran. Tomó aire y esperó la respuesta.
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche... (Privado)
La sonrisa que se le formó en la boca delataba que, pese a que le gustaba, no estaba acostumbrado a que las mujercitas de la ciudad lo tratasen de usted. Puede que aquella chica no estuviese bien de la vista, que era evidente que de señor no tenía nada. Como lo suyo era observar, se dio cuenta con facilidad que su presencia incomodaba a la chica, y, cuando ella retrocedió, hizo que el caballo también se alejase unos pasos, el cual respondió resoplando y moviendo la cabeza de lado a lado, sin duda al animal le gustaba mucho mas caminar a su aire y solo.
Mickey negó con la cabeza lentamente, y, mientras le hablaba se fijaba en lo que la chica llevaba encima. Siempre lo hacía, aunque no pensase robar nada. – No, solo salía dar una vuelta… pero es algo normal. Lo que no es normal es ver a una señorita tan joven como tú, sola a estas horas por las calles. – Cuando dejó de fijarse en lo físico, se dio cuenta que, el aura de la muchacha no era el de una humana corriente, ni más ni menos estaba frente a una bruja. Estaría planeando algún hechizo? O tal vez era una desterrada que huía de la guillotina. Imaginación no le faltaba a Mickey, se rió e hizo que el animal caminase de lado muy elegantemente, siempre manteniéndose a unos doce pasos de ella, y sin darle la espalda, siempre de frente. – Haciendo ruta turística nocturna? No estaría mal que alguien te acompañase, puede ser peligroso a estas horas ir sola. – No lo decía para ser él, pero ya que había quedado casi como una invitación, aprovechó. – Yo podría enseñarte lo más interesante, a caballo para que no te canses solo por unas monedas. Que mejor que alguien que vive en la calle, para mostrarla? – Sonrió, esperando que ella aceptase y así tener seguro que al día siguiente no necesitaría vender nada para comer, todo el día en su caravana sin hacer nada, era algo muy apetecible.
Mickey negó con la cabeza lentamente, y, mientras le hablaba se fijaba en lo que la chica llevaba encima. Siempre lo hacía, aunque no pensase robar nada. – No, solo salía dar una vuelta… pero es algo normal. Lo que no es normal es ver a una señorita tan joven como tú, sola a estas horas por las calles. – Cuando dejó de fijarse en lo físico, se dio cuenta que, el aura de la muchacha no era el de una humana corriente, ni más ni menos estaba frente a una bruja. Estaría planeando algún hechizo? O tal vez era una desterrada que huía de la guillotina. Imaginación no le faltaba a Mickey, se rió e hizo que el animal caminase de lado muy elegantemente, siempre manteniéndose a unos doce pasos de ella, y sin darle la espalda, siempre de frente. – Haciendo ruta turística nocturna? No estaría mal que alguien te acompañase, puede ser peligroso a estas horas ir sola. – No lo decía para ser él, pero ya que había quedado casi como una invitación, aprovechó. – Yo podría enseñarte lo más interesante, a caballo para que no te canses solo por unas monedas. Que mejor que alguien que vive en la calle, para mostrarla? – Sonrió, esperando que ella aceptase y así tener seguro que al día siguiente no necesitaría vender nada para comer, todo el día en su caravana sin hacer nada, era algo muy apetecible.
Mickey O'Neil- Gitano
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Re: La noche... (Privado)
Que el hombre se moviera hacia atrás con el caballo le sobresaltó tan solo un poquito porque no se esperaba la reacción de ambos, el ruido que hizo el animal rompió el silencio de la noche y la concentración de ella. Luego se dio cuenta que el hombre no hacia eso para sobresaltarla sino al contrario para calmarla y ver que no había nada aparentemente extraño en él. Cuando escuchó sus palabras frunció ligeramente el ceño y ladeó un poco la cabeza.
- Yo también salía a dar una vuelta ¿acaso eso no es normal?
Observó sin mover una sola parte de su cuerpo como el hombre aun montado en el animal se movía de un lado al otro. Lo miró detenidamente para ver que podría llegar hacer pero solo encontró sinceridad en sus palabras.
- Te aseguro que ir sola no me da miedo, si no estaría en casa durmiendo tranquilamente – no dejó de observarlo detenidamente para luego fijar su vista en sus ojos - ¿será que me la muestres? Acepto la oferta
Quedó en silencio unos minutos aun con su mirada en el hombre, la verdad que le entusiasmó la idea de ver lugares que nunca había visto, aunque también podía correr el riesgo que el otro le metiera en algún lío o vete a saber que. Pero la idea no pudo evitar que a ella le agradase, respiró profundamente. Igualmente sea lo que fuera que pasara ella sabría defenderse.
- Muestra y luego cobra… ¿Cuánto?
- Yo también salía a dar una vuelta ¿acaso eso no es normal?
Observó sin mover una sola parte de su cuerpo como el hombre aun montado en el animal se movía de un lado al otro. Lo miró detenidamente para ver que podría llegar hacer pero solo encontró sinceridad en sus palabras.
- Te aseguro que ir sola no me da miedo, si no estaría en casa durmiendo tranquilamente – no dejó de observarlo detenidamente para luego fijar su vista en sus ojos - ¿será que me la muestres? Acepto la oferta
Quedó en silencio unos minutos aun con su mirada en el hombre, la verdad que le entusiasmó la idea de ver lugares que nunca había visto, aunque también podía correr el riesgo que el otro le metiera en algún lío o vete a saber que. Pero la idea no pudo evitar que a ella le agradase, respiró profundamente. Igualmente sea lo que fuera que pasara ella sabría defenderse.
- Muestra y luego cobra… ¿Cuánto?
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche... (Privado)
Mentiría si dijese que se esperaba una aceptación de la muchacha a su invitación de llevarla a conocer los lugares, le pilló por sorpresa, pero solo lo demostró alzando una ceja. Estaba bien, si ella quería conocer la ciudad por la noche, él la llevaría. Se le ocurrían un par de sitios, lo que no sabía es si sería legal llevar a una mujer allí. Mientras lo pensaba, se decidió. Le pagase o no, no tenía nada mejor que hacer. Era, o irse con ella, o volver al poblado y liarse a florear a Rick. Se bajó de un salto, dándole unos cachetes en los cuartos traseros al animal para acercarlo a la chica. – Me pagarás lo que creas necesario… soy un buen guía, pero tampoco sé que quieres ver, así que… pero pobre de ti que no me pagues, ya me he quedado con tu cara, y a un gitano no se le olvida nunca una cara, menos aun si esa cara no paga. – Cogió al animal de la cabeza, llevándolo más hacia ella. Con la cabeza le indicó a la muchacha que se acercase, era mejor que de primeras Rick viese y oliese a la chica. Que menos, siendo que iba a llevarla encima.
Siguió pensando por donde llevarla. Calles donde se revendían cosas, descampados donde todas las noches se hacían peleas de gallos y de perros, campos donde los galgos cazaban a las liebres… se le presentaba un abanico muy grande, pero claro, dudaba que fuesen del agrado de ella. – Por cierto, me llamo Mickey, y este es Rick. Rick, saluda a la muchacha. – El animal no hizo nada más que mirarles a ambos turnada mente. Mickey se encogió de hombros, riéndose. Agarró con fuerza la parte baja del cuello de Rick para que no se moviese y miró a la chica. – Necesitas ayuda para subirte? O te hecho una mano? – En el poblado gitano, las mujeres desde pequeñas aprendían a montar, pero claro, las mujeres de clases altas, estaban acostumbradas a que, o las llevasen en carro, o a que les pusiesen unas especies de escalones para que montasen. Algo le decía, sobre todo el echo de encontrarla a esas horas de la noche sola dando una vuelta, que esa chica sabía que tenía que hacer, pero ah, esas ropas que se ponían… seguro se preocupaba mas de que Mickey no le viese las piernas que de agarrarse fuerte al caballo.
Siguió pensando por donde llevarla. Calles donde se revendían cosas, descampados donde todas las noches se hacían peleas de gallos y de perros, campos donde los galgos cazaban a las liebres… se le presentaba un abanico muy grande, pero claro, dudaba que fuesen del agrado de ella. – Por cierto, me llamo Mickey, y este es Rick. Rick, saluda a la muchacha. – El animal no hizo nada más que mirarles a ambos turnada mente. Mickey se encogió de hombros, riéndose. Agarró con fuerza la parte baja del cuello de Rick para que no se moviese y miró a la chica. – Necesitas ayuda para subirte? O te hecho una mano? – En el poblado gitano, las mujeres desde pequeñas aprendían a montar, pero claro, las mujeres de clases altas, estaban acostumbradas a que, o las llevasen en carro, o a que les pusiesen unas especies de escalones para que montasen. Algo le decía, sobre todo el echo de encontrarla a esas horas de la noche sola dando una vuelta, que esa chica sabía que tenía que hacer, pero ah, esas ropas que se ponían… seguro se preocupaba mas de que Mickey no le viese las piernas que de agarrarse fuerte al caballo.
Mickey O'Neil- Gitano
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Re: La noche... (Privado)
Vio que el otro bajó del caballo y ambos se acercaron a donde estaba ella. No podía evitar estar en guardia por cualquier cosa que pudiera pasar, era algo desconfiada con las personas que no conocía. Estiró su brazo para que el caballo oliera su mano e hizo caso de la indicación del hombre dando unos pasos hacia delante sin bajar de la barandilla. La cabeza del animal le quedaba a la altura de la suya y le toco suavemente el hocico, no pudo evitar soltar una risita al sentir la respiración del caballo al reconocimiento de su presencia y olor. Sentía cosquillas en su mano, mientras levantó la otra mano y lo acarició suavemente.
- Tranquilo, le pagaré. No falto a mi palabra – levantó su mirada sin dejar de acariciar el caballo – tampoco sé yo que quiero ver, simplemente algo diferente…
Realmente no sabía mucho de París y lo que había conocido eran lugares recargados de riquezas y gente que se enorgullecía de ella constantemente. Lo que menos deseaba en esos momentos era ver algo igual o parecido, deseaba ver algo diferente y sabía que la noche y esos dos le podían mostrar. El hombre se presentó y también a su gracioso caballo, ella hizo un gesto de saludo con un pequeño golpe de cabeza y dio unas palmaditas al animal. Frunció ligeramente el ceño cuando escuchó que el otro le decía que debía subir al caballo y le ofrecía su ayuda. No sabía porque pero notó que eso era como una prueba para ver de que pie calzaba ella, seguro que el esperaba una damisela en apuros por no poder subirse a un caballo.
Ella aprendió a montar desde pequeña no solo como una dama de la alta sociedad si no que sus hermanos le enseñaron a montar como ellos montaban. Sabía que su madre si se enterase de ello le cortaría la cabeza pero a ella que más le daba eso, quería montar como sus hermanos no como las flores de jardín con dinero.
Se subió un poco su falda y agarrándose fuerte al animal subió impulsándose. Le fue algo más cómodo subir ya que su vestido no era de esos ostentosos que normalmente debería llevar, aunque la falda realmente para montar era algo molesta.
- Hedoné, me llamo Hedoné - se acomodó y le dio unas palmaditas al cuello del caballo mirando a Mickey – un placer de conoceros a los dos – sonrió mirando al otro - ¿Dónde vamos?
- Tranquilo, le pagaré. No falto a mi palabra – levantó su mirada sin dejar de acariciar el caballo – tampoco sé yo que quiero ver, simplemente algo diferente…
Realmente no sabía mucho de París y lo que había conocido eran lugares recargados de riquezas y gente que se enorgullecía de ella constantemente. Lo que menos deseaba en esos momentos era ver algo igual o parecido, deseaba ver algo diferente y sabía que la noche y esos dos le podían mostrar. El hombre se presentó y también a su gracioso caballo, ella hizo un gesto de saludo con un pequeño golpe de cabeza y dio unas palmaditas al animal. Frunció ligeramente el ceño cuando escuchó que el otro le decía que debía subir al caballo y le ofrecía su ayuda. No sabía porque pero notó que eso era como una prueba para ver de que pie calzaba ella, seguro que el esperaba una damisela en apuros por no poder subirse a un caballo.
Ella aprendió a montar desde pequeña no solo como una dama de la alta sociedad si no que sus hermanos le enseñaron a montar como ellos montaban. Sabía que su madre si se enterase de ello le cortaría la cabeza pero a ella que más le daba eso, quería montar como sus hermanos no como las flores de jardín con dinero.
Se subió un poco su falda y agarrándose fuerte al animal subió impulsándose. Le fue algo más cómodo subir ya que su vestido no era de esos ostentosos que normalmente debería llevar, aunque la falda realmente para montar era algo molesta.
- Hedoné, me llamo Hedoné - se acomodó y le dio unas palmaditas al cuello del caballo mirando a Mickey – un placer de conoceros a los dos – sonrió mirando al otro - ¿Dónde vamos?
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche... (Privado)
La miró divertido. Podían pasar dos cosas, que se subiese al caballo con todo el orgullo y toda la gloria del mundo, o que, por no sentirse inferior, al no pedirle ayuda, terminase en el suelo. Para su sorpresa se subió bien. Se notaba que sabía que hacía. Asintió al escuchar su nombre, lindo por cierto, luego se giró, haciendo caminar al animal a su paso. Así de primeras, lo que le quedaba más cerca, y, que tenían que pasar si o si por delante para ir a los sitios interesantes, era la zona de burdeles. Señaló hacia el frente y la miró de reojo por sobre el hombro. – Vamos para allá, aquella zona es la de las casas de… los burdeles. Después de aquello, todo es más divertido que estas calles. – Se rió dando los pasos un poco más rápidos.
A medida que se iban acercando, se comenzaba a ver un poco más de gente por allí, pero nadie de clase alta, esa gente ya se guardaba bien de ser vistos frecuentando esos lugares. Pasaron por la puerta de una casa muy grande, con todas las luces de las habitaciones encendidas. – Esta es la casa más cara. Solo vienen ricos y supongo que alguno de la realeza… Se llama… - Miró el cartel, intentando leerlo, pero no fue capaz de juntar más de tres letras seguidas. - …eh… casa numero 1. Los gitanos solemos ponerles números a las cosas. – Como si el caballo se acabase de reír de él, relinchó y rebufó, moviendo la cabeza de lado a lado. Mickey le dio unas palmaditas en el cuello. Pasaron de largo unos cuantos úrdeles, y las calles, comenzaron a iluminarse un poco más. Ya había más gente, toda de evidente clase baja/pobre. Mickey se fue un poco hacia atrás, para estar más al lado de la chica y no tener que hablar fuerte. – Esta zona ya es más normal. Pero también más mala... aquí a la mínima te roban, lo se por que yo lo hago… pero como vas conmigo no tienes de que preocuparte. – Le giñó un ojo, y mientras iban por los callejones, dirigiéndose al próximo destino, algunos gitanos lo saludaban y le dedicaban algunas palabras, entre obscenas y lindas a la muchacha.
Caminaron un poco más. Ya sabía donde llevarla. Era el juego de moda entre gitanos y pobres. Consistía en meter una gallina dentro de una jaula de unos cinco por cinco metros, con el suelo todo cuadriculado y un número en cada casilla. Básicamente, donde cagase la gallina era el número ganados. Era simpe, pero el ambiente que se creaba era muy interesante. Hizo que Rick parase cerca de una puerta. – Baja, voy a enseñarte un juego muy famoso aquí.- Le tendió la mano para que bajase. Por suerte llevaba unas monedas encima, así que podría, al menos, invitar a la chica a una apuesta.
El local apestaba a animal y a sudor, y se escuchaba a los hombres gritarle a la gallina para que se acercase al número al cual habían apostado. Mickey se rió cogiendo a la chica de la mano para meterla entre la gente, llevándola hacia adelante del todo para que viese en primera fila a la gallina. – Los gitanos tenemos muchas gallinas, solo por traerlas ya nos pagan unas monedas, pero es mejor apostar y tener suerte – Se quedó tras ella, asegurándose así de que nadie la tocaba o intentaba robarle.
A medida que se iban acercando, se comenzaba a ver un poco más de gente por allí, pero nadie de clase alta, esa gente ya se guardaba bien de ser vistos frecuentando esos lugares. Pasaron por la puerta de una casa muy grande, con todas las luces de las habitaciones encendidas. – Esta es la casa más cara. Solo vienen ricos y supongo que alguno de la realeza… Se llama… - Miró el cartel, intentando leerlo, pero no fue capaz de juntar más de tres letras seguidas. - …eh… casa numero 1. Los gitanos solemos ponerles números a las cosas. – Como si el caballo se acabase de reír de él, relinchó y rebufó, moviendo la cabeza de lado a lado. Mickey le dio unas palmaditas en el cuello. Pasaron de largo unos cuantos úrdeles, y las calles, comenzaron a iluminarse un poco más. Ya había más gente, toda de evidente clase baja/pobre. Mickey se fue un poco hacia atrás, para estar más al lado de la chica y no tener que hablar fuerte. – Esta zona ya es más normal. Pero también más mala... aquí a la mínima te roban, lo se por que yo lo hago… pero como vas conmigo no tienes de que preocuparte. – Le giñó un ojo, y mientras iban por los callejones, dirigiéndose al próximo destino, algunos gitanos lo saludaban y le dedicaban algunas palabras, entre obscenas y lindas a la muchacha.
Caminaron un poco más. Ya sabía donde llevarla. Era el juego de moda entre gitanos y pobres. Consistía en meter una gallina dentro de una jaula de unos cinco por cinco metros, con el suelo todo cuadriculado y un número en cada casilla. Básicamente, donde cagase la gallina era el número ganados. Era simpe, pero el ambiente que se creaba era muy interesante. Hizo que Rick parase cerca de una puerta. – Baja, voy a enseñarte un juego muy famoso aquí.- Le tendió la mano para que bajase. Por suerte llevaba unas monedas encima, así que podría, al menos, invitar a la chica a una apuesta.
El local apestaba a animal y a sudor, y se escuchaba a los hombres gritarle a la gallina para que se acercase al número al cual habían apostado. Mickey se rió cogiendo a la chica de la mano para meterla entre la gente, llevándola hacia adelante del todo para que viese en primera fila a la gallina. – Los gitanos tenemos muchas gallinas, solo por traerlas ya nos pagan unas monedas, pero es mejor apostar y tener suerte – Se quedó tras ella, asegurándose así de que nadie la tocaba o intentaba robarle.
Mickey O'Neil- Gitano
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Re: La noche... (Privado)
Estaba cómoda sobre el animal y Mickey caminaba a su lado tranquilamente, vio como le señalaba un punto en concreto. Dirigió su mirada hacia ese lugar y observó como el ambiente cambiaba, había más movimiento de personas, era un aire más discreto pero a la vez tenía el punto de festejo por llamarlo de alguna otra forma. Enarcó una ceja y no acababa de creer que aquel hombre le estuviera haciendo pasar por el barrio de los placeres y seducción. Le causó cierta gracia en parte, la verdad nunca había pasado por un lugar como esos, levantó la cabeza para observar la casa iluminada. Pero lo que le causo aun más cómico fue la forma en como le contaba las cosas, sobretodo lo del nombre de la casa, quizá fuera verdad que los gitanos llamaban así a las cosas o quizá fuera que no supiera leer y lo único que intentaba era estar a la altura como guía.
Llegaron a un lugar más iluminado, se notaba la pobreza del lugar, las casas estaban muy deterioradas y despedazadas. Las personas vestían con ropas viejas y rotas, algunas incluso bastante sucias. Era todo lo contrario al barrio donde ella vivía, era como ver el blanco y el negro. Su rostro se entristeció por unos momentos al ver la diferencia abismal de ambos mundos. Levantó su mirada observando como algunos saludaban a Mickey y otros le ofrecían unas palabras subidas de tono a ella. No pudo evitar soltar una risa divertida.
- Estoy tranquila no se preocupe – le sonrió
Llegaron por fin a su destino y Mickey le tendió la mano para ayudarla a bajar, ella sabía bajar sola pero no iba a ser descortés con el gesto amable del otro. Estiró su brazo y agarró la mano del gitano bajando así del animal.
- Gracias – se acomodó la ropa mientras hacia un gesto con su nariz al oler el lugar - ¿huele siempre así?
Había mucho ruido en el lugar, estaba lleno de hombres todos gritando sus apuestas otros peleándose entre sí por ellas. Se puso de puntillas para ver mejor el lugar notando como Mickey le agarraba de la mano y se la llevó al frente de todo. Abrió no solo sus ojos si no su boca al ver la gallina ahí dentro de la jaula rodeada de hombres con billetes en sus manos pasándoselos para sus apuestas mientras le gritaban. Volteó su cabeza para poder hablar al otro, no sabía si con tanto ruido podría escuchar lo que le decía ella.
- La próxima vez traigo yo una gallina – rió mientras seguía observando al animal - ¿apostamos algo? – agarró la mano de Mickey y le dio unas monedas para que pudiera apostar – tome vaya apostar algo, no tengo ni idea de cómo hacerlo
Escuchó de golpe unos gritos aun más fuertes y volteó de nuevo para ver que había ocurrido, la gallina había dejado su regalito en la jaula. Dirigió su mirada hacia los demás, unos contentos porque lo más seguro habían ganado la apuesta y otros al contrario estaban dando puños en la pared por la perdida de todo su dinero. Apareció un hombre el cual sacó la gallina de la jaula y metió otra.
- No entiendo como la gallina es capaz de hacer sus necesidades y no estresarse con tanto grito – señaló la gallina mientras se acercaba a Mickey para que la escuchara
Llegaron a un lugar más iluminado, se notaba la pobreza del lugar, las casas estaban muy deterioradas y despedazadas. Las personas vestían con ropas viejas y rotas, algunas incluso bastante sucias. Era todo lo contrario al barrio donde ella vivía, era como ver el blanco y el negro. Su rostro se entristeció por unos momentos al ver la diferencia abismal de ambos mundos. Levantó su mirada observando como algunos saludaban a Mickey y otros le ofrecían unas palabras subidas de tono a ella. No pudo evitar soltar una risa divertida.
- Estoy tranquila no se preocupe – le sonrió
Llegaron por fin a su destino y Mickey le tendió la mano para ayudarla a bajar, ella sabía bajar sola pero no iba a ser descortés con el gesto amable del otro. Estiró su brazo y agarró la mano del gitano bajando así del animal.
- Gracias – se acomodó la ropa mientras hacia un gesto con su nariz al oler el lugar - ¿huele siempre así?
Había mucho ruido en el lugar, estaba lleno de hombres todos gritando sus apuestas otros peleándose entre sí por ellas. Se puso de puntillas para ver mejor el lugar notando como Mickey le agarraba de la mano y se la llevó al frente de todo. Abrió no solo sus ojos si no su boca al ver la gallina ahí dentro de la jaula rodeada de hombres con billetes en sus manos pasándoselos para sus apuestas mientras le gritaban. Volteó su cabeza para poder hablar al otro, no sabía si con tanto ruido podría escuchar lo que le decía ella.
- La próxima vez traigo yo una gallina – rió mientras seguía observando al animal - ¿apostamos algo? – agarró la mano de Mickey y le dio unas monedas para que pudiera apostar – tome vaya apostar algo, no tengo ni idea de cómo hacerlo
Escuchó de golpe unos gritos aun más fuertes y volteó de nuevo para ver que había ocurrido, la gallina había dejado su regalito en la jaula. Dirigió su mirada hacia los demás, unos contentos porque lo más seguro habían ganado la apuesta y otros al contrario estaban dando puños en la pared por la perdida de todo su dinero. Apareció un hombre el cual sacó la gallina de la jaula y metió otra.
- No entiendo como la gallina es capaz de hacer sus necesidades y no estresarse con tanto grito – señaló la gallina mientras se acercaba a Mickey para que la escuchara
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche... (Privado)
Las preguntas de Hedoné no hacían más que sacarle sonrisas. Le contestó afirmativamente a lo de olor, había días que incluso era peor, todo dependía de la cantidad de hombres y de animales… a veces, hasta que te acostumbrabas podían darte nauseas e incluso vomitar… en esos momentos se añadía un nuevo olor al lugar.
Por mucho que lo intentó, no se imaginó a la chica llevando a una gallina en la mano, simplemente no iba con su estética, pero seguro sería gracioso. Cuando ella le hablaba, él se inclinaba hacia adelante para escucharla bien, cuando le puso las monedas en la mano, dedujo que ese iba a ser su paga como guía, entonces tenía que aprovecharla. – Siempre puede, pero no sé si lo hace porque está asustada, o porque le es completamente igual estar rodeada de gente, yo sin duda no podría. – Se rio, agarrando con una mano la valla que cerraba a la gallina. Ya que solo iba a apostar una vez… iba a permitirse un poco de ayuda. En cuanto un muchacho gitano sacó esa gallina, y metió a ora, Mickey se la quedó mirando fijamente, solo necesitaba que la gallina le mirase a él, cosa nada fácil. Al animal le costó, y, aunque solo duró unas milésimas de segundos, fue suficiente. Mickey vio como si todo fuese más rápido, y, vio a la perfección el número donde iba a cagar. – Ya vengo. – Se giró y fue hacia el hombre de las apuestas. Puso todas las monedas a ese número, y ya se esperó allí para cobrar.
A los pocos minutos de nuevo se escuchó a la multitud gritar, pocos con alegría, la mayoría con frustración. Había apostado las 5 monedas que le había dado Hedoné, y a cambio había sacado setenta. Sin duda una buena paga para ser guía novato. Se llenó los bolsillos y volvió junto a la muchacha. A tiempo para ver como uno de sus compadres intentaba robarle aprovechando la distracción de la chica. Negó suspirando, se acercó y en pocos segundos el otro gitano estaba siendo atendido por los demás en el suelo, noqueado. Mickey se rió, seguro Hedoné ni se había dado cuenta. La agarró de la mano para sacarla de allí. – Hemos ganado, fuera te daré tu parte, ahora te llevaré a otro lugar. Dime, te gustan las carreras? -
Por mucho que lo intentó, no se imaginó a la chica llevando a una gallina en la mano, simplemente no iba con su estética, pero seguro sería gracioso. Cuando ella le hablaba, él se inclinaba hacia adelante para escucharla bien, cuando le puso las monedas en la mano, dedujo que ese iba a ser su paga como guía, entonces tenía que aprovecharla. – Siempre puede, pero no sé si lo hace porque está asustada, o porque le es completamente igual estar rodeada de gente, yo sin duda no podría. – Se rio, agarrando con una mano la valla que cerraba a la gallina. Ya que solo iba a apostar una vez… iba a permitirse un poco de ayuda. En cuanto un muchacho gitano sacó esa gallina, y metió a ora, Mickey se la quedó mirando fijamente, solo necesitaba que la gallina le mirase a él, cosa nada fácil. Al animal le costó, y, aunque solo duró unas milésimas de segundos, fue suficiente. Mickey vio como si todo fuese más rápido, y, vio a la perfección el número donde iba a cagar. – Ya vengo. – Se giró y fue hacia el hombre de las apuestas. Puso todas las monedas a ese número, y ya se esperó allí para cobrar.
A los pocos minutos de nuevo se escuchó a la multitud gritar, pocos con alegría, la mayoría con frustración. Había apostado las 5 monedas que le había dado Hedoné, y a cambio había sacado setenta. Sin duda una buena paga para ser guía novato. Se llenó los bolsillos y volvió junto a la muchacha. A tiempo para ver como uno de sus compadres intentaba robarle aprovechando la distracción de la chica. Negó suspirando, se acercó y en pocos segundos el otro gitano estaba siendo atendido por los demás en el suelo, noqueado. Mickey se rió, seguro Hedoné ni se había dado cuenta. La agarró de la mano para sacarla de allí. – Hemos ganado, fuera te daré tu parte, ahora te llevaré a otro lugar. Dime, te gustan las carreras? -
Mickey O'Neil- Gitano
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Re: La noche... (Privado)
Soltó una carcajada por el comentario del gitano, vio como se alejaba con las monedas que le había dado. Se acercó a la gallina y estuvo ahí observándola unos pocos minutos, hasta que la gallina lo miró, pero que tontería pensó Hedoné. Nadie se quedaba ahí esperando a que una gallina le intercambiara la mirada. Mickey se dirigió con aire confiado hacia donde se realizaban las apuestas y con tal seguridad apostó a uno de los números. Hedoné volteó a ver la gallina atenta a los movimientos que hacía y deseando que la apuesta fuera acertada.
Finalmente, la gallina dejó su regalito y se volvieron a escuchar los gritos como la vez anterior. Ella buscó la mirada del gitano para deducir con sus gestos si había o no ganado la apuesta. Mickey se acercó a ella y le agarró de la mano para salir del lugar, cuando escuchó que había ganado la apuesta.
- ¿de veras? –una gran sonrisa apareció en su rostro - ¡genial! – negó con la cabeza – no, no, eso quédeselo
Se lo estaba pasando realmente bien, no era lo que esperaba hacer esa noche pero le gustaron los acontecimientos. Nunca se había imaginado que vería el juego de la gallina y ahora se preguntaba donde irían. Estaba emocionada y deseaba poder ver más cosas. No dejaba de reír y sonreír, desde que había llegado a París lo hacía muy pocas veces y ahora lo que pensaba hacer era disfrutar de la noche y dejarse llevar.
- ¿carreras? – se encogió de hombros – no he ido nunca ¿me llevará? – sonrió de nuevo por la emoción
Finalmente, la gallina dejó su regalito y se volvieron a escuchar los gritos como la vez anterior. Ella buscó la mirada del gitano para deducir con sus gestos si había o no ganado la apuesta. Mickey se acercó a ella y le agarró de la mano para salir del lugar, cuando escuchó que había ganado la apuesta.
- ¿de veras? –una gran sonrisa apareció en su rostro - ¡genial! – negó con la cabeza – no, no, eso quédeselo
Se lo estaba pasando realmente bien, no era lo que esperaba hacer esa noche pero le gustaron los acontecimientos. Nunca se había imaginado que vería el juego de la gallina y ahora se preguntaba donde irían. Estaba emocionada y deseaba poder ver más cosas. No dejaba de reír y sonreír, desde que había llegado a París lo hacía muy pocas veces y ahora lo que pensaba hacer era disfrutar de la noche y dejarse llevar.
- ¿carreras? – se encogió de hombros – no he ido nunca ¿me llevará? – sonrió de nuevo por la emoción
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche... (Privado)
Asintió emocionado. Normalmente no utilizaba sus poderes si no era muy necesario, y ahora, al ver la sonrisa de la muchacha, pensó que había sido buena idea. Aunque ella se negase, terminaría dándole su parte, solo por hacer de guía, se había imaginado que le daría tres o cuatro monedas. Setenta era demasiado, si su madre lo veía, seguro se pensaba que había pasado la noche peleando.
Volvieron directos hacia Rick, que los esperaba tranquilamente cerca de una tina con agua, para caballos y cualquier animal que se acercase. Le indicó con la cabeza que montase, y él, automáticamente fue a colocarse junto a la cabeza del animal, rascándole bajo la boca y entre los ojos con las manos. Cuando ella de nuevo estaba sobre el animal, comenzó a caminar. Siguiente parada? Campo abierto. De noche, era el mejor momento para las carreras. No hacía calor asfixiante y, el ruido no era molestia, ya que nadie vivía allí cerca. Rick no era un caballo ganador, pero sabía defenderse en las carreras, y quien sabía, tal vez llevando a una moza sobre su espalda le daba por quedar en mejor posición… tal vez de los cinco primeros. O si no, también podían ir con los perros. De noche, nunca se sabía que podrían cazar. Liebres, conejos, gallinas… lo divertido era verlos correr tras los animales.
Cuando llevaban un rato caminando Mickey se fue hacia atrás, quedando al lado de la muchacha. – Ya sé donde te voy a llevar después. Para que veas que los gitanos no solo nos dedicamos a las apuestas – Se rió – cuando falta poco para amanecer, hay un teatro en las afueras que ensaya con las puertas abiertas… supongo que esas cosas te gustarán no? Yo es que no lo entiendo mucho, por eso no voy. – Se encogió de hombros, volviendo al lado de la cabeza de Rick, que comenzaba a desviarse, pensando que volvían ya a casa.
Pocos minutos después, cuando ya habían dejado las cales de la ciudad y caminaban campo a través, se acercaron a un grupo de personas, unas veinte más o menos. Todos se giraron al ver a Mickey y lo saludaron, dedicándole miradas de intriga a la muchacha. No estaban acostumbrados a verlo con compañía, pero al menos estos eran más respetuosos y uno a uno se fueron presentando a la chica, presumiendo o bien de perros, o de caballo. Mickey se hizo a un lado, dejándola que socializase con su gente. Esperó, y cuando volvió a tener la atención de Hedoné la hizo acompañarle hasta donde estaban preparando a los perros, hoy cazarían a una liebre.
Volvieron directos hacia Rick, que los esperaba tranquilamente cerca de una tina con agua, para caballos y cualquier animal que se acercase. Le indicó con la cabeza que montase, y él, automáticamente fue a colocarse junto a la cabeza del animal, rascándole bajo la boca y entre los ojos con las manos. Cuando ella de nuevo estaba sobre el animal, comenzó a caminar. Siguiente parada? Campo abierto. De noche, era el mejor momento para las carreras. No hacía calor asfixiante y, el ruido no era molestia, ya que nadie vivía allí cerca. Rick no era un caballo ganador, pero sabía defenderse en las carreras, y quien sabía, tal vez llevando a una moza sobre su espalda le daba por quedar en mejor posición… tal vez de los cinco primeros. O si no, también podían ir con los perros. De noche, nunca se sabía que podrían cazar. Liebres, conejos, gallinas… lo divertido era verlos correr tras los animales.
Cuando llevaban un rato caminando Mickey se fue hacia atrás, quedando al lado de la muchacha. – Ya sé donde te voy a llevar después. Para que veas que los gitanos no solo nos dedicamos a las apuestas – Se rió – cuando falta poco para amanecer, hay un teatro en las afueras que ensaya con las puertas abiertas… supongo que esas cosas te gustarán no? Yo es que no lo entiendo mucho, por eso no voy. – Se encogió de hombros, volviendo al lado de la cabeza de Rick, que comenzaba a desviarse, pensando que volvían ya a casa.
Pocos minutos después, cuando ya habían dejado las cales de la ciudad y caminaban campo a través, se acercaron a un grupo de personas, unas veinte más o menos. Todos se giraron al ver a Mickey y lo saludaron, dedicándole miradas de intriga a la muchacha. No estaban acostumbrados a verlo con compañía, pero al menos estos eran más respetuosos y uno a uno se fueron presentando a la chica, presumiendo o bien de perros, o de caballo. Mickey se hizo a un lado, dejándola que socializase con su gente. Esperó, y cuando volvió a tener la atención de Hedoné la hizo acompañarle hasta donde estaban preparando a los perros, hoy cazarían a una liebre.
Mickey O'Neil- Gitano
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Re: La noche... (Privado)
Ambos salieron del lugar para encontrarse con el caballo que los estaba esperando fuera. Hedoné volvió a subirse al caballo sin esfuerzo empezando los tres de nuevo a dirigirse a otro destino. La joven se preguntaba en que lugar irían ahora, esperaba que al menos no oliera como este en el que habían estado hasta ahora.
Seguían caminando hacia su destino cuando el gitano le dijo como terminaría su visita. Seguro sería un lugar hermoso y ver como ensayaban, la verdad si eso le gustaba y agradecía que la llevara a ese lugar. Aunque tampoco se quejaba de los lugares que la estaba llevando, lo estaba pasando muy bien. Eran lugares que ella nunca había visto ni hubiera visto nunca en su vida y el hombre era amable con ella y totalmente natural. Eso le agradaba.
- Será hermoso verlo –le miró sonriente – no es cuestión de que lo entiendas es si te gusta o no verlos
Llegaron al final de la ciudad y se dirigieron al campo, el aire había cambiado al igual que los sonidos. Era muy diferente ambos ambientes. A lo lejos vio un grupo de personas y se acercaron a ellos. Eran conocidos de Mickey y se saludaron, podía ver como de vez en cuando alguna mirada se clavaba en ella con curiosidad. Hedoné bajó del caballo y los saludó. Todos se fueron presentando y le hablaban de muchas cosas, le mostraban hermosos perros que llevaban atados en una correa. Ella preguntaba si podía tocarlos y no se contenía para acariciarles con suavidad. Otros le contaban muchas cosas distintas, sobre su familia, sobre las carreras, sus animales. No podía dejar de hablar con esas personas y de reírse con ellas. Se sentía muy a gusto entre ellos. Por unos instantes perdió la noción del tiempo y a Mickey, buscó con su mirada al gitano. Mickey se acercó a ella, se había apartado unos pocos metros de toda esa gente para que se conocieran todos. Le indicó que le acompañara y ella lo siguió. No sabía exactamente en que consistía lo que iba a ver, pero la emoción estaba asegurada.
- ¿Qué es lo que van hacer? – señaló a los perros
Seguían caminando hacia su destino cuando el gitano le dijo como terminaría su visita. Seguro sería un lugar hermoso y ver como ensayaban, la verdad si eso le gustaba y agradecía que la llevara a ese lugar. Aunque tampoco se quejaba de los lugares que la estaba llevando, lo estaba pasando muy bien. Eran lugares que ella nunca había visto ni hubiera visto nunca en su vida y el hombre era amable con ella y totalmente natural. Eso le agradaba.
- Será hermoso verlo –le miró sonriente – no es cuestión de que lo entiendas es si te gusta o no verlos
Llegaron al final de la ciudad y se dirigieron al campo, el aire había cambiado al igual que los sonidos. Era muy diferente ambos ambientes. A lo lejos vio un grupo de personas y se acercaron a ellos. Eran conocidos de Mickey y se saludaron, podía ver como de vez en cuando alguna mirada se clavaba en ella con curiosidad. Hedoné bajó del caballo y los saludó. Todos se fueron presentando y le hablaban de muchas cosas, le mostraban hermosos perros que llevaban atados en una correa. Ella preguntaba si podía tocarlos y no se contenía para acariciarles con suavidad. Otros le contaban muchas cosas distintas, sobre su familia, sobre las carreras, sus animales. No podía dejar de hablar con esas personas y de reírse con ellas. Se sentía muy a gusto entre ellos. Por unos instantes perdió la noción del tiempo y a Mickey, buscó con su mirada al gitano. Mickey se acercó a ella, se había apartado unos pocos metros de toda esa gente para que se conocieran todos. Le indicó que le acompañara y ella lo siguió. No sabía exactamente en que consistía lo que iba a ver, pero la emoción estaba asegurada.
- ¿Qué es lo que van hacer? – señaló a los perros
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche... (Privado)
Mientras ella hablaba con sus colegas de noche, los que ya se habían presentado y mostrado sus posesiones, como perros y demás, se le iban acercando a Mickey, con preguntas como “De donde la sacaste?”, “La raptaste?” e incluso, los más conocidos, osaron de preguntarle “Tu mujer ya sabe, que andas con mujeres tan lindas?”. Mickey se limitó a sonreír y encogerse de hombros, si una cosa le divertía era ser una incógnita para sus conocidos. Más aun cuando había una mujer por medio. Como cambiaba la cosa cuando pasaba de un “Es una mujer que acabo de conocer, a la cual le estoy haciendo de guía” a un posible, para disfrute de los oyentes “Caminaba distraído por el centro de la ciudad, cuando de repente una bella dama vestida de blanco apareció delante mía, pidiéndome que le mostrase el mundo de la ciudad y alrededores por la noche”. Si, sin duda cambiaba mucho, y a Mickey le encantaba danzar por esa fina línea.
Si ya era claro que iban a ir al teatro antes de que amaneciera, iban un poco justos de tiempo, así que, con un par de miradas hizo que todo comenzase a funcionar. - Estos perros, llevan sin comer un día entero, y ahora se les suelta para que intenten cazar una liebre. Si la consiguen, comerán esta noche como reyes, si no… comerán como los perros que son. - Se rió, los animales para los gitanos eran algo muy importante, jamás pasarían hambre o penurias, los únicos que ganaban o perdían en esas apuestas y juegos, eran, sin duda, los gitanos. Con un silbido, desde unos cuarenta metros de donde se encontraban, se dio comienzo a la carrera. La liebre era de pelaje oscuro, lo que hacía difícil verla, pero los perros se guiaban por el olfato. En pocos segundos, los cinco perros que participaban salieron a la carrera tras la liebre. Mickey se acercó más a Hedoné, para que los otros gitanos no lo escuchasen. - No te preocupes, ningún animal morirá hoy. - Sonrió y le guiñó un ojo. Era la primera vez que, en una misma noche utilizaba sus poderes dos veces. No apostó. Si un gitano apostaba a que los perros de sus compadres perdían, y encima ganaba… podía ser violento. Nunca se le ocurriría llevar a una señorita a una caza si había sangre de por medio, así que, simplemente le mostró el juego, no el fatídico final si los perros alcanzaban al animal. Después de unos minutos animando a los animales, los soltaron, saliendo como flechas hacia la liebre, que comenzó a correr como si, le fuese la vida en ello. Literalmente.
Se cruzó de brazos, colocándose junto a Hedoné, mirando como los animales se alejaban a gran velocidad, dando giros bruscos intentando alcanzar a la liebre. Sonrió, uno de los perros ya se había quedado atrás, y los otros dos, seguían corriendo. No duró más de cinco minutos. Era lo bueno de esas carreras, que no se alargaban. Los perros volvieron, jadeando hacia sus dueños que maldecían. Mickey se alegró por la liebre.- Ese conejo va a dormir muy tranquilo esta noche.- Donde habían dejado a Rick, comenzaron una carrera de caballos, Mickey le indicó a Hedoné que la siguiese, tenían que volver a la ciudad para ver el teatro. Se despidieron, todos, absolutamente todos los gitanos quisieron darle la mano a Hedoné, y alguno más atrevido hasta se la besó. Era tan extraño ver a una muchacha de la ciudad entre gitanos. Le tendió la mano para que montase sobre el caballo, aunque ya le había quedado claro que no le necesitaba, y se pusieron de nuevo en marcha. – Cuando los perros alcanzan la liebre, el dueño se la queda, y el perro ganador para la noche con alguna perra en celo como premio. Los perros viven bien. – Suspiró, avanzando hasta la cabeza de Rick. – Te diviertes? Si tienes sueño puedo llevarte de vuelta a tu casa, y ya otro día me pagas para que te lleve al teatro. -
Si ya era claro que iban a ir al teatro antes de que amaneciera, iban un poco justos de tiempo, así que, con un par de miradas hizo que todo comenzase a funcionar. - Estos perros, llevan sin comer un día entero, y ahora se les suelta para que intenten cazar una liebre. Si la consiguen, comerán esta noche como reyes, si no… comerán como los perros que son. - Se rió, los animales para los gitanos eran algo muy importante, jamás pasarían hambre o penurias, los únicos que ganaban o perdían en esas apuestas y juegos, eran, sin duda, los gitanos. Con un silbido, desde unos cuarenta metros de donde se encontraban, se dio comienzo a la carrera. La liebre era de pelaje oscuro, lo que hacía difícil verla, pero los perros se guiaban por el olfato. En pocos segundos, los cinco perros que participaban salieron a la carrera tras la liebre. Mickey se acercó más a Hedoné, para que los otros gitanos no lo escuchasen. - No te preocupes, ningún animal morirá hoy. - Sonrió y le guiñó un ojo. Era la primera vez que, en una misma noche utilizaba sus poderes dos veces. No apostó. Si un gitano apostaba a que los perros de sus compadres perdían, y encima ganaba… podía ser violento. Nunca se le ocurriría llevar a una señorita a una caza si había sangre de por medio, así que, simplemente le mostró el juego, no el fatídico final si los perros alcanzaban al animal. Después de unos minutos animando a los animales, los soltaron, saliendo como flechas hacia la liebre, que comenzó a correr como si, le fuese la vida en ello. Literalmente.
Se cruzó de brazos, colocándose junto a Hedoné, mirando como los animales se alejaban a gran velocidad, dando giros bruscos intentando alcanzar a la liebre. Sonrió, uno de los perros ya se había quedado atrás, y los otros dos, seguían corriendo. No duró más de cinco minutos. Era lo bueno de esas carreras, que no se alargaban. Los perros volvieron, jadeando hacia sus dueños que maldecían. Mickey se alegró por la liebre.- Ese conejo va a dormir muy tranquilo esta noche.- Donde habían dejado a Rick, comenzaron una carrera de caballos, Mickey le indicó a Hedoné que la siguiese, tenían que volver a la ciudad para ver el teatro. Se despidieron, todos, absolutamente todos los gitanos quisieron darle la mano a Hedoné, y alguno más atrevido hasta se la besó. Era tan extraño ver a una muchacha de la ciudad entre gitanos. Le tendió la mano para que montase sobre el caballo, aunque ya le había quedado claro que no le necesitaba, y se pusieron de nuevo en marcha. – Cuando los perros alcanzan la liebre, el dueño se la queda, y el perro ganador para la noche con alguna perra en celo como premio. Los perros viven bien. – Suspiró, avanzando hasta la cabeza de Rick. – Te diviertes? Si tienes sueño puedo llevarte de vuelta a tu casa, y ya otro día me pagas para que te lleve al teatro. -
Mickey O'Neil- Gitano
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Re: La noche... (Privado)
Escuchó la explicación de Mickey de cómo funcionaba la carreras de los perros, mientras lo hacía ella iba asintiendo con la cabeza sin perder de vista los movimientos del resto de los gitanos. Se oyó un silbido de fondo y dio comienzo así la carrera soltando a los perros que perseguían a la pobre liebre de color oscuro. Mickey se le acercó y le susurró como si solo quisiera que nadie más que ella lo escuchase. Sonrió satisfecha al saber que el pequeño animal al menos no hoy, sufriría algún daño.
Los perros no dejaban de perseguirla y la liebre intentaba escabullirse como podía. Los gitanos no dejaban de gritar a sus perros, se escuchaba los gritos y los enfados de los amos de los perros perdedores. Al cabo de pocos minutos la liebre escapó y ninguno de los perros logró atraparla. No todos quedaron satisfechos con los resultados de la carrera pero si habían pasado un buen rato entre ellos y eso les gustaba a todos, se les notaba en sus rostros y en sus miradas.
Ella recuerda haber asistido a una o dos carreras de caballos en Grecia, acompañando a sus hermanos. No encontraba muy emocionante las carreras pero el echo de estar con sus hermanos y pasar un buen rato le encantaba.
Los perros volvieron con sus amos que les ofrecían agua en unos cubos que dejaron en el suelo. Mickey la condujo hacia donde se encontraba el caballo mientras halagaba la fortuna de la libre. Se disponían a marcharse a la ciudad donde podrían ver el precioso teatro que le había hablado el gitano, pero no sin antes despedirse de todos ellos.
Todos los del poblado vinieron a despedirse y a darle la mano a Hedoné, que no dejaba de sonreír, de agradecer la hospitalidad que tuvieron todos con ella. Deseaba poder regresar otro día a visitarles y pasar más tiempo con ellos.
Mickey le tendió la mano para ayudarla a subir, ella no rechazó el gesto tomándolo como una muestra de afecto el cual correspondió con una sonrisa. Se acomodó sobre el animal y su vestido mientras Mickey le explicaba más cosas sobre las carreras de los perros. Ella escuchaba atentamente emprendiendo de nuevo su camino dirección al teatro.
- Si, me estoy divirtiendo, gracias – acarició el cuello del caballo suavemente – no tengo sueño, pero quizá usted si… - bajó su mirada pensando en que el otro estaría cansado – si quiere podemos volver otro día… - levantó su mirada hacia él – aunque igualmente me gustaría que en otro momento me siguiera mostrando más cosas de la ciudad si usted quiere. Le pagaré por eso no se preocupe
Esa noche lo estaba pasando muy bien con Mickey, le estaba mostrando cosas y lugares que nunca imaginó ver. Lugares poco comunes pero curiosos al menos para ella lo eran. Deseaba poder pasar otra noche con el gitano para que le mostrara otras cosas distintas de la ciudad.
Los perros no dejaban de perseguirla y la liebre intentaba escabullirse como podía. Los gitanos no dejaban de gritar a sus perros, se escuchaba los gritos y los enfados de los amos de los perros perdedores. Al cabo de pocos minutos la liebre escapó y ninguno de los perros logró atraparla. No todos quedaron satisfechos con los resultados de la carrera pero si habían pasado un buen rato entre ellos y eso les gustaba a todos, se les notaba en sus rostros y en sus miradas.
Ella recuerda haber asistido a una o dos carreras de caballos en Grecia, acompañando a sus hermanos. No encontraba muy emocionante las carreras pero el echo de estar con sus hermanos y pasar un buen rato le encantaba.
Los perros volvieron con sus amos que les ofrecían agua en unos cubos que dejaron en el suelo. Mickey la condujo hacia donde se encontraba el caballo mientras halagaba la fortuna de la libre. Se disponían a marcharse a la ciudad donde podrían ver el precioso teatro que le había hablado el gitano, pero no sin antes despedirse de todos ellos.
Todos los del poblado vinieron a despedirse y a darle la mano a Hedoné, que no dejaba de sonreír, de agradecer la hospitalidad que tuvieron todos con ella. Deseaba poder regresar otro día a visitarles y pasar más tiempo con ellos.
Mickey le tendió la mano para ayudarla a subir, ella no rechazó el gesto tomándolo como una muestra de afecto el cual correspondió con una sonrisa. Se acomodó sobre el animal y su vestido mientras Mickey le explicaba más cosas sobre las carreras de los perros. Ella escuchaba atentamente emprendiendo de nuevo su camino dirección al teatro.
- Si, me estoy divirtiendo, gracias – acarició el cuello del caballo suavemente – no tengo sueño, pero quizá usted si… - bajó su mirada pensando en que el otro estaría cansado – si quiere podemos volver otro día… - levantó su mirada hacia él – aunque igualmente me gustaría que en otro momento me siguiera mostrando más cosas de la ciudad si usted quiere. Le pagaré por eso no se preocupe
Esa noche lo estaba pasando muy bien con Mickey, le estaba mostrando cosas y lugares que nunca imaginó ver. Lugares poco comunes pero curiosos al menos para ella lo eran. Deseaba poder pasar otra noche con el gitano para que le mostrara otras cosas distintas de la ciudad.
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche... (Privado)
Negó con la cabeza, mirándola por sobre el hombro. No tenía sueño, ni ganas de volver al poblado. Él era más de estar por la calle todo el día, y si le venía sueño, se echaba sobre el césped y listo. Le rascó bajo la boca a Rick, se estaba portando muy bien hoy, pese a lo que había aguantado durante todos los días anteriores. Le tocaba hacerle algún regalo… tal vez una cesta de fruta fresca, eso siempre les gustaba.
Mientras caminaban, se le veían un montón de preguntas que hacerle a Hedoné, pero por educación, y por no saber si le iban a incomodar, se las calló. – Sabes? En el fondo con lo que hemos ganado hoy, ya me doy por pagado como diez rutas turísticas… pero tampoco conozco tanto como para enseñarte. – Pensó, mientras hacía que Rick girase para evitar unos agujeros en el suelo. – Podrías venirte al poblado, allí cada día se hace algo. O fiestas, bailes, bodas… un poco de todo, seguro que los ritos gitanos son muy diferentes de los que hacéis vosotros. –
Cuando de nuevo llegaron a las calles de la cuidad, solo necesitaron meterse por un par de callejones para encontrar donde dejar a Rick. Esperó que ella bajase y comenzó a caminar hacia la puerta trasera del teatro. Por instinto, se sacudió un poco el polvo de la ropa, y luego se colocó el pelo hacia atrás, y encima, su sombrero. Con un poco de suerte, habrían dejado esa puerta abierta y no quedaría terriblemente mal al no poder meterla. La empujó un poquito y cedió. Se le dibujó una sonrisa grande en el rostro mientras miraba a Hedoné. – No hagas ruido, o nos echarán… - Una vez dentro, por instinto se lio a subir escaleras, podrían ver la obra desde el gallinero, allí nadie los vería, ni ellos molestarían. En cuanto salieron, vieron como estaba el escenario iluminado, con seis o siete personas, vestidas informal ensayando. – No tengo ni idea de que obra están haciendo.. tendríamos que haber cogido algún papel de esos, donde pone de que va – Se rió, dejando que ella se sentase primero.
Mientras caminaban, se le veían un montón de preguntas que hacerle a Hedoné, pero por educación, y por no saber si le iban a incomodar, se las calló. – Sabes? En el fondo con lo que hemos ganado hoy, ya me doy por pagado como diez rutas turísticas… pero tampoco conozco tanto como para enseñarte. – Pensó, mientras hacía que Rick girase para evitar unos agujeros en el suelo. – Podrías venirte al poblado, allí cada día se hace algo. O fiestas, bailes, bodas… un poco de todo, seguro que los ritos gitanos son muy diferentes de los que hacéis vosotros. –
Cuando de nuevo llegaron a las calles de la cuidad, solo necesitaron meterse por un par de callejones para encontrar donde dejar a Rick. Esperó que ella bajase y comenzó a caminar hacia la puerta trasera del teatro. Por instinto, se sacudió un poco el polvo de la ropa, y luego se colocó el pelo hacia atrás, y encima, su sombrero. Con un poco de suerte, habrían dejado esa puerta abierta y no quedaría terriblemente mal al no poder meterla. La empujó un poquito y cedió. Se le dibujó una sonrisa grande en el rostro mientras miraba a Hedoné. – No hagas ruido, o nos echarán… - Una vez dentro, por instinto se lio a subir escaleras, podrían ver la obra desde el gallinero, allí nadie los vería, ni ellos molestarían. En cuanto salieron, vieron como estaba el escenario iluminado, con seis o siete personas, vestidas informal ensayando. – No tengo ni idea de que obra están haciendo.. tendríamos que haber cogido algún papel de esos, donde pone de que va – Se rió, dejando que ella se sentase primero.
Mickey O'Neil- Gitano
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Re: La noche... (Privado)
Escuchaba atentamente lo que le decía Mickey, esperaba poder volver pasar un tiempo con el como esa noche, seguro que con el no se aburría. La invitó al poblado siempre que quisiera y ella pensó en no rechazar la oferta para ir a visitarlos a menudo. Quería ver más cosas de su poblado y conocer a todas esas maravillosas personas que había conocido y la trataron tan bien.
- Lo más seguro es que sean bastante distintos – levantó la mirada al cielo para ver las estrellas y volvió a mirar al hombre – pero seguro que las vuestras son más animadas – rió
Llegaron a su destino y acomodaron a Rick en un lugar cómodo, ella bajó del animal con cuidado y se acercó a Mickey para que le mostrase hacia donde debían ir. Observó el lugar en silencio viendo como el gitano se acercaba a una puerta la cual con un empujoncito la pudo abrir. Asintió con la cabeza e intentó seguirle a través de la puerta con el menor ruido posible. No dejaba de mirar todo el sitio mientras subían las escaleras para llevarlos al gallinero. Deseaba que no los encontrasen pero un poco de emoción no le desagradaría, suponía que era porque ella en su vida no tenía mucha emoción. Por fin llegaron al gallinero, sus ojos se agrandaron y su boca se abrió de admiración. Estaban los actores justo en el escenario ensayando la obra, en el techo las luces enfocando a cada uno de ellos. Miró abajo y pudo observar todas las sillas colocadas en hileras. Siempre había asistido a teatros, pero nunca vio uno sin preparar, normalmente cuando iba era con personas demasiado bien vestidas y los actores enfundados con sus trajes, maquillados y peinados adecuadamente para su papel. Las luces estaban prendidas en su totalidad y acomodadores se encontraban en cualquier parte del teatro ayudando a los espectadores a encontrar sus asientos. Los teatros que ella había visto tenían alfombras rojas y cortinas a juego, con lámparas de cristales y hermosos cuadros adornando cada uno de los pasillos del lugar. Siempre mostraban su exquisita decoración a los espectadores que normalmente eran de las mejores familias de la ciudad.
Esto era totalmente diferente a lo que acostumbraba a ver, veía el teatro desnudo y ella no tenía que llevar sus vestidos lujosos ni tampoco sus adornos pomposos. Estaban ambos admirando el lugar y el laborioso trabajo de los actores en el escenario. El director ayudando en cada momento y sugiriendo nuevas escenas. Era digno de ver ese momento. Hedoné se sentó sin apartar su mirada de lo que ocurría en el escenario, asintiendo a lo que le decía el gitano.
- Es maravilloso – sonrió sin perder de vista ningún detalle – no importa, con verlos ahí es suficiente. Es increíble, están trabajando duro en algo que será muy hermoso de ver cuando este en toda su totalidad…
- Lo más seguro es que sean bastante distintos – levantó la mirada al cielo para ver las estrellas y volvió a mirar al hombre – pero seguro que las vuestras son más animadas – rió
Llegaron a su destino y acomodaron a Rick en un lugar cómodo, ella bajó del animal con cuidado y se acercó a Mickey para que le mostrase hacia donde debían ir. Observó el lugar en silencio viendo como el gitano se acercaba a una puerta la cual con un empujoncito la pudo abrir. Asintió con la cabeza e intentó seguirle a través de la puerta con el menor ruido posible. No dejaba de mirar todo el sitio mientras subían las escaleras para llevarlos al gallinero. Deseaba que no los encontrasen pero un poco de emoción no le desagradaría, suponía que era porque ella en su vida no tenía mucha emoción. Por fin llegaron al gallinero, sus ojos se agrandaron y su boca se abrió de admiración. Estaban los actores justo en el escenario ensayando la obra, en el techo las luces enfocando a cada uno de ellos. Miró abajo y pudo observar todas las sillas colocadas en hileras. Siempre había asistido a teatros, pero nunca vio uno sin preparar, normalmente cuando iba era con personas demasiado bien vestidas y los actores enfundados con sus trajes, maquillados y peinados adecuadamente para su papel. Las luces estaban prendidas en su totalidad y acomodadores se encontraban en cualquier parte del teatro ayudando a los espectadores a encontrar sus asientos. Los teatros que ella había visto tenían alfombras rojas y cortinas a juego, con lámparas de cristales y hermosos cuadros adornando cada uno de los pasillos del lugar. Siempre mostraban su exquisita decoración a los espectadores que normalmente eran de las mejores familias de la ciudad.
Esto era totalmente diferente a lo que acostumbraba a ver, veía el teatro desnudo y ella no tenía que llevar sus vestidos lujosos ni tampoco sus adornos pomposos. Estaban ambos admirando el lugar y el laborioso trabajo de los actores en el escenario. El director ayudando en cada momento y sugiriendo nuevas escenas. Era digno de ver ese momento. Hedoné se sentó sin apartar su mirada de lo que ocurría en el escenario, asintiendo a lo que le decía el gitano.
- Es maravilloso – sonrió sin perder de vista ningún detalle – no importa, con verlos ahí es suficiente. Es increíble, están trabajando duro en algo que será muy hermoso de ver cuando este en toda su totalidad…
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche... (Privado)
Se sentó, acomodándose. Pese a que era el gallinero, y se entendía que era el sitio para las clases bajas, se estaba realmente cómodo, pero los primeros minutos, lo que miró fue a Hedoné. Se la veía feliz y emocionada, como si fuese la primera vez que iba a un teatro. Era imposible… aunque tal vez si que era la primera vez que estaba tan arriba. Luego se dedicó a observar el lugar. Su referente de “hogar” era un carro, rodeado de muchos más, así que, cualquier cosa que midiese más de tres metros por dos de ancho le parecía impresionante, y aquel lugar… bueno, sin problemas podrían vivir en todo el teatro como cien o más familias gitanas, perros incluidos.
Se inclinó hacia adelante, apoyando los brazos sobre la barrera, y la cabeza sobre estos. Las personas se veían chiquitas, pero se distinguía bien lo que hacían, también se les escuchaba. El directos estaba fuera del escenario, con papeles en la mano. Dedujo que eso era el guión, seguro esa gente sabía leer mucho. Luego desvió la mirada hacia los laterales del escenario, donde estaban los que abrían y cerraban las cortinas y los que cambiaban los escenarios según la escena que interpretaban. Ahora le daba curiosidad verlo todo funcionando, con gente de público, los actores con sus trajes y todo funcionando de verdad. Las ropas seguro elegantes de los hombres, y delicadas y atrevidas de las mujeres. Tomar vino caro y llevar relojes de oro. En el fondo siempre había querido, al menos una noche, ser así. Suspiró, rascándose la nuca distraídamente, hasta que dio con un mechón de pelo y se dedicó a jugar con él.
Durante unos minutos, los actores habían dejado de actuar, ya que el director les estaba dando unas instrucciones a seguir, por algo de la iluminación le pareció escuchar a Mickey. Aprovechó para mirar por las escaleras y asegurarse que no subía nadie. Cuando volvió a sentarse, se quedó mirando a Hedoné. – Nunca entenderé porque la gente desea lo que no tiene, cuando puede ser perfectamente feliz con lo que si tiene. – Volvió a colocarse apoyado en la barrera.- Yo desde pequeño siempre he querido disfrazarme de señor y perderme entra la multitud de gente rica, pero sabes? Se notaría mucho que no soy esa persona… y, aunque me gusta más ir descalzo por el campo y bañarme en los lagos, sigo queriendo ser quien no soy. – La mira de reojo, sonriendo.- Te ha pasado alguna vez eso a ti? -
Se inclinó hacia adelante, apoyando los brazos sobre la barrera, y la cabeza sobre estos. Las personas se veían chiquitas, pero se distinguía bien lo que hacían, también se les escuchaba. El directos estaba fuera del escenario, con papeles en la mano. Dedujo que eso era el guión, seguro esa gente sabía leer mucho. Luego desvió la mirada hacia los laterales del escenario, donde estaban los que abrían y cerraban las cortinas y los que cambiaban los escenarios según la escena que interpretaban. Ahora le daba curiosidad verlo todo funcionando, con gente de público, los actores con sus trajes y todo funcionando de verdad. Las ropas seguro elegantes de los hombres, y delicadas y atrevidas de las mujeres. Tomar vino caro y llevar relojes de oro. En el fondo siempre había querido, al menos una noche, ser así. Suspiró, rascándose la nuca distraídamente, hasta que dio con un mechón de pelo y se dedicó a jugar con él.
Durante unos minutos, los actores habían dejado de actuar, ya que el director les estaba dando unas instrucciones a seguir, por algo de la iluminación le pareció escuchar a Mickey. Aprovechó para mirar por las escaleras y asegurarse que no subía nadie. Cuando volvió a sentarse, se quedó mirando a Hedoné. – Nunca entenderé porque la gente desea lo que no tiene, cuando puede ser perfectamente feliz con lo que si tiene. – Volvió a colocarse apoyado en la barrera.- Yo desde pequeño siempre he querido disfrazarme de señor y perderme entra la multitud de gente rica, pero sabes? Se notaría mucho que no soy esa persona… y, aunque me gusta más ir descalzo por el campo y bañarme en los lagos, sigo queriendo ser quien no soy. – La mira de reojo, sonriendo.- Te ha pasado alguna vez eso a ti? -
Mickey O'Neil- Gitano
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Re: La noche... (Privado)
Cuando el director detuvo el ensayo para unas indicaciones, Hedoné se percató que el gitano se había levantado. Volteó a verlo como se dirigía hacia la puerta, lo más seguro de cerciorarse de que nadie les descubría. Ese momento era una mezcla de sensaciones, había emoción por ver cómo era construida una obra de arte como lo era el teatro y por otro lado tenían la sensación del peligro de ser descubiertos en un lugar que no debían estar. Parecían un par de chiquillos cometiendo travesuras. Ella no dejaba de sonreír y disfrutar de cada instante y de cada emoción que vivía en esos momentos. Escuchó atentamente lo que le decía Mickey y comprendía a la perfección todo lo que le estaba diciendo. Ella se sentía muchas veces así, deseaba ser otra persona y escapar del mundo en el que se encontraba. Había pensado en infinitas ocasiones en cómo salir de su mundo y construir otro nuevo donde ella pudiera ser totalmente feliz. Otras pensaba que estaba bien lo que tenía y donde estaba, que era feliz a pesar de tener algunas cosas en su vida que le desagradasen. Se volteó para ver al gitano y luego de nuevo clavó su mirada en los actores sobre el escenario.
- Las personas nunca están satisfechas con lo que tienen, es propio de la naturaleza siempre desear lo que uno no posee – cerró los ojos soltando un suspiro – una vez alcanzado el deseo aparecerá otro el cual quiere uno alcanzar…- abrió los ojos volviendo a mirar los actores –olvidando el anterior deseo y el esfuerzo para conseguirlo… y así sucesivamente, es un círculo vicioso que nunca termina
Levantó su dedo índice señalando cada uno de los actores que se encontraban en el escenario y luego señaló a Mickey.
- Ellos siempre interpretan personas que no son – le sonrió - ¿Por qué no podrías hacerlo tú también? - se levantó quedando frente al otro – Te invito a ver su obra en el teatro ¿querrías acompañarme?
- Las personas nunca están satisfechas con lo que tienen, es propio de la naturaleza siempre desear lo que uno no posee – cerró los ojos soltando un suspiro – una vez alcanzado el deseo aparecerá otro el cual quiere uno alcanzar…- abrió los ojos volviendo a mirar los actores –olvidando el anterior deseo y el esfuerzo para conseguirlo… y así sucesivamente, es un círculo vicioso que nunca termina
Levantó su dedo índice señalando cada uno de los actores que se encontraban en el escenario y luego señaló a Mickey.
- Ellos siempre interpretan personas que no son – le sonrió - ¿Por qué no podrías hacerlo tú también? - se levantó quedando frente al otro – Te invito a ver su obra en el teatro ¿querrías acompañarme?
Hedoné Vlasopoulos- Hechicero Clase Alta
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Re: La noche... (Privado)
La escuchó atentamente. Eso era exactamente lo que él pensaba, pero nunca se había planteado que, después de conseguir algo, inevitablemente, e inmediatamente después, desearías algo más. Era ciertamente el pez que se mordía la cola. Eso en el fondo lo hizo ponerse triste, pero a la vez le dio curiosidad. Si alguna vez conseguía hacerse pasar por señor de clase alta… que podría querer hacer después? Cortejar a una señora? O Tal vez comprarse una mansión y un carro tirado por diez caballos? Nada de eso le apetecía.
La proposición de Hedoné hizo que se le iluminase la mirada. De verdad quería llevarlo al teatro? Pero… y la ropa? El pelo… el dinero. Sería humillante para ella que le viesen con él. - …vaya… no me esperaba una invitación así… me encantaría, pero creo que desentonaría demasiado, y no me gustaría dejarte en ridículo. Tengo bien aprendido cuan crueles son los de clase alta. – Suspiró, mirando de nuevo la escena, dándose cuenta que algo no iba bien, estaban todos parados, mirándolos. Los habían descubierto, y faltaban el director y un par de actores. – Mierda… - Se levantó de un salto, cogiendo a Hedoné de la mano. No podían bajar por donde habían subido, ya que, seguramente era por ahí por donde estaban subiendo los actores y el director. Así que corrió hacia la otra puerta, bajando por el lateral contrario. – Siento que el espectáculo termine así – Iba riéndose, pero con cuidado de no caer por las escaleras. Si les pillaban… puede que Hedoné solo recibiese una multa, pero a él le esperaba la guillotina, seguro. Después de abrir unas cuantas puertas y sentirse más perdido que el barco del arroz dio con la calle, corriendo hacia Rick. Escuchó las voces del resto de actores, avisando de donde estaban, pero por suerte, esa salida estaba más cerca del caballo que por la que habían entrado en un principio. Se subió de un salto al animal y le tendió la mano a Hedoné para que montase tras él. Tocaba correr, y Mickey no era tan rápido como el animal, así que tendrían que montar los dos. – Oye, no está mal terminar la ruta con una carrera con los guardias, no? – Se rió, pero en el fondo estaba preocupado de que los alcanzasen.
La proposición de Hedoné hizo que se le iluminase la mirada. De verdad quería llevarlo al teatro? Pero… y la ropa? El pelo… el dinero. Sería humillante para ella que le viesen con él. - …vaya… no me esperaba una invitación así… me encantaría, pero creo que desentonaría demasiado, y no me gustaría dejarte en ridículo. Tengo bien aprendido cuan crueles son los de clase alta. – Suspiró, mirando de nuevo la escena, dándose cuenta que algo no iba bien, estaban todos parados, mirándolos. Los habían descubierto, y faltaban el director y un par de actores. – Mierda… - Se levantó de un salto, cogiendo a Hedoné de la mano. No podían bajar por donde habían subido, ya que, seguramente era por ahí por donde estaban subiendo los actores y el director. Así que corrió hacia la otra puerta, bajando por el lateral contrario. – Siento que el espectáculo termine así – Iba riéndose, pero con cuidado de no caer por las escaleras. Si les pillaban… puede que Hedoné solo recibiese una multa, pero a él le esperaba la guillotina, seguro. Después de abrir unas cuantas puertas y sentirse más perdido que el barco del arroz dio con la calle, corriendo hacia Rick. Escuchó las voces del resto de actores, avisando de donde estaban, pero por suerte, esa salida estaba más cerca del caballo que por la que habían entrado en un principio. Se subió de un salto al animal y le tendió la mano a Hedoné para que montase tras él. Tocaba correr, y Mickey no era tan rápido como el animal, así que tendrían que montar los dos. – Oye, no está mal terminar la ruta con una carrera con los guardias, no? – Se rió, pero en el fondo estaba preocupado de que los alcanzasen.
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