AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En busca de un remedio, inexistente.
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En busca de un remedio, inexistente.
Recuerdo del primer mensaje :
En realidad sabía que no iba a ser posible encontrar un remedio pero necesitaba intentarlo. Había escuchado que decían que en Asia tenían remedios para todo y... por qué no, tenía que tener una mínima esperanza de poder deshacerme de la cruz que me atormentaba. La enorme cicatriz que tenía en la espalda y que la cubría prácticamente por completo. Me daba algo de reparo entrar en aquel sitio, parecía escondido a la vista de todos, como si en realidad no quisieran ser encontrados y... tal vez sería mejor así. Apreté los labios, intentando que pareciera que solo pasaba por allí pero parecía prácticamente imposible. Suspiré levemente y miré al poco cielo que podía ver desde allí, prácticamente oscuro, pronto sería hora de ir a trabajar. Miré la puerta del local con el ceño levemente fruncido. ¿Y si aquello era muy caro y no podía permitírmelo? Quizás me era imposible pagarlo o... tenía que pagar toda la vida. Aunque si me dejaban ir pagando poco a poco, lo haría, costase lo que coastase. Finalmente entré y me encontré con las escaleritas, por las que empecé a subir lentamente.
En realidad sabía que no iba a ser posible encontrar un remedio pero necesitaba intentarlo. Había escuchado que decían que en Asia tenían remedios para todo y... por qué no, tenía que tener una mínima esperanza de poder deshacerme de la cruz que me atormentaba. La enorme cicatriz que tenía en la espalda y que la cubría prácticamente por completo. Me daba algo de reparo entrar en aquel sitio, parecía escondido a la vista de todos, como si en realidad no quisieran ser encontrados y... tal vez sería mejor así. Apreté los labios, intentando que pareciera que solo pasaba por allí pero parecía prácticamente imposible. Suspiré levemente y miré al poco cielo que podía ver desde allí, prácticamente oscuro, pronto sería hora de ir a trabajar. Miré la puerta del local con el ceño levemente fruncido. ¿Y si aquello era muy caro y no podía permitírmelo? Quizás me era imposible pagarlo o... tenía que pagar toda la vida. Aunque si me dejaban ir pagando poco a poco, lo haría, costase lo que coastase. Finalmente entré y me encontré con las escaleritas, por las que empecé a subir lentamente.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Le miré algo sorprendido cuando me preguntó si era católico. ¿Cómo lo había sabido? Bueno, era obvio, todo el mundo lo era peor... no es que yo fuera por ahí gritando que creía muchísimo en dios. Asentí con la cabeza ante la pregunta.
- Me crié, prácticamente, en un convento y... acabé creyendo más de lo que pensaba que se podía. - contesté, quizás dando más información de la necesaria. Tampoco es que mucha gente conociera eso, pero aquel hombre, joven me había hecho confesarlo, sin ni siquiera darme cuenta de ello. Aguanté la respiración durante poco tiempo y no vi como se tocaba el pelo, sonriendo de aquella manera, para lego añadió que quería disculparse y que no era culpa suya lo de esa expresión. - No es su cara, Monsieur Ducovich, seguro que es porque no estoy acostumbrado a tratos con gente de su clase y menos... de esta manera. - dije yo, como si tratase de hacer que él no se sintiera mal. ¿Por qué hacía yo eso? Que extraño comportamiento estaba teniendo, Dios. Añadió que París le gustaba y que le había cautibado, además de añadir que sehabía imaginado que yo no tenía casa, ¿tan obvio era? Jo. Cuando quiso saber si me pasaba algo me giré y negué con la cabeza rápidamente. - No es usted, no se preocupe. - me giré hacia él, colorado, por la verguenza de comportarme de aquella manera también.
- Me crié, prácticamente, en un convento y... acabé creyendo más de lo que pensaba que se podía. - contesté, quizás dando más información de la necesaria. Tampoco es que mucha gente conociera eso, pero aquel hombre, joven me había hecho confesarlo, sin ni siquiera darme cuenta de ello. Aguanté la respiración durante poco tiempo y no vi como se tocaba el pelo, sonriendo de aquella manera, para lego añadió que quería disculparse y que no era culpa suya lo de esa expresión. - No es su cara, Monsieur Ducovich, seguro que es porque no estoy acostumbrado a tratos con gente de su clase y menos... de esta manera. - dije yo, como si tratase de hacer que él no se sintiera mal. ¿Por qué hacía yo eso? Que extraño comportamiento estaba teniendo, Dios. Añadió que París le gustaba y que le había cautibado, además de añadir que sehabía imaginado que yo no tenía casa, ¿tan obvio era? Jo. Cuando quiso saber si me pasaba algo me giré y negué con la cabeza rápidamente. - No es usted, no se preocupe. - me giré hacia él, colorado, por la verguenza de comportarme de aquella manera también.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
A pesar de la cara extraña que me puso me resopndió afirmativamente. Fruncí levemente el ceño y asentí después con suavidad - Mis padres también eran católicos - murmuré suavemente, observandole pero sin decirle si yo lo era o no. Aunque parecía más que evidente, ¿un vampiro católico? Venga ya... Cuando dijo que no era mi cara le observé con expresión tranquila, algo sorprendida, sonriendo después con suavidad y asintiendo - Por favor, no estés nervioso... No voy a hacerte nada - me excusé, alzando las manos. ¿Qué iba a hacerle, además de quizás darle un pequeño mordisco? Le miré de nuevo cuando dijo que no era por mi, sonrojandose y haciendo que escuchara el bombear de su sangre con más fuerza. Sonreí un poco y le observé - Estás preocupado, ¿verdad? Por tu trabajo - le dije, y no era una pregunta. Me divertían los chicos como él, tan timidillo. Podía decirle perfectamente que tenia un don, y él me creeria. Cambié el peso de pierna, apoyandome un poco en la barandilla de la escalera, sin parpadear apenas - ¿Te estás metiendo en un lio, monsieur Jean? - pregunté de nuevo, inclinando levemente la cabeza y observando sus ojos, analizandolos con la mirada y dándome cuenta de que eran de un color azul bastante bonito - Sois un chico atractivo, Jean Louis - pensé, para que me escuchara, pensando como reaccionaria ante el hecho de escuchar mis pensamientos en su cabeza.
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Le miré de reojo cuando dijo lo de sus padres. Sus padres sí, pero... tenía la impresión de que él no confiaba demasiado en la palabra del señor, digamos que era intuición, pero quizás era evidente, hubiera dicho otra cosa si él fuera creyente de verdad. Aunque me seguía pareciendo raro que hubiera sacado el tema cuando yo estaba pensando en dios, justo en ese momento.
- ¿Cómo lo supo, monsieur? - pregunté, curioso, nunca pude pagarme un collar con una crucecita, aunque siempre quise uno, si lo compraba no llegaría a comer en bastante tiempo y... en el burdel no me darían de comer, que lo estaba viendo.
Se excusó y me dijo que no iba a hacerme nada como... lo dijo como si realmente él pudiera hacerme algo. ¿Qué podía hacerme? ¿Qué intenciones tenía para conmigo? No estaba yo muy seguro pero no me hizo demasiada gracia, la verdad. Miré hacia el suelo y asentí con la cabeza cuando preguntó si estaba preocupado por el trabajo.
- No me despedirán pero puedo llevarme una reprimenda enorme - contesté ante sus palabras. Vale, cada vez tenía más la senación de uqe sucedía algo extraño con aquel tipo, no podía saber todo lo que me pasaba por la cabeza en aquellos instantes. De cara a él, di un par de pasos hacia atrás, tocando la pared con la espalda sin darme cuenta. Le observé, viendo que me miraba como si me analizara y de repente pasó algo extraño, escuché que me decía que yo era atractivo pero... él no había dicho nada... - ¿Qué? - pregunté, sin entender realmente lo que pasaba. - ¿Dijo usted algo? - quise saber, preguntándome si me había vuelto loco de verdad.
- ¿Cómo lo supo, monsieur? - pregunté, curioso, nunca pude pagarme un collar con una crucecita, aunque siempre quise uno, si lo compraba no llegaría a comer en bastante tiempo y... en el burdel no me darían de comer, que lo estaba viendo.
Se excusó y me dijo que no iba a hacerme nada como... lo dijo como si realmente él pudiera hacerme algo. ¿Qué podía hacerme? ¿Qué intenciones tenía para conmigo? No estaba yo muy seguro pero no me hizo demasiada gracia, la verdad. Miré hacia el suelo y asentí con la cabeza cuando preguntó si estaba preocupado por el trabajo.
- No me despedirán pero puedo llevarme una reprimenda enorme - contesté ante sus palabras. Vale, cada vez tenía más la senación de uqe sucedía algo extraño con aquel tipo, no podía saber todo lo que me pasaba por la cabeza en aquellos instantes. De cara a él, di un par de pasos hacia atrás, tocando la pared con la espalda sin darme cuenta. Le observé, viendo que me miraba como si me analizara y de repente pasó algo extraño, escuché que me decía que yo era atractivo pero... él no había dicho nada... - ¿Qué? - pregunté, sin entender realmente lo que pasaba. - ¿Dijo usted algo? - quise saber, preguntándome si me había vuelto loco de verdad.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Él parecio darse cuenta de que el hecho de que yo supiera que era católico era raro, por lo que preguntó - Verás, monsieur Jean... Tengo una intuición muy desarrollada. Casi es como un sexto sentido... - le expliqué, asintiendo suavemente sin decirle directamente que era un don... que era lo que realmente era... Pero no queria asustarle. Aun así mi comentario le pareció algo inquietante. De cualquier manera, pareció creer que era sensato dejar pasar el tema por si le hacia algo. Tampoco es que tuviera intención de hacerle daño, al chico, pero tenia que cenar... y el parecia tener una piel realmente tierna... Ladeé la cabeza y cuando le escuché volví a la realidad, asintiendo - ¿Por qué no le dices a tu jefe que has estado con alguien, monsieur? - pregunté amablemente, inclinando la cabeza y viendo como retrocedia ante lo que hice. No pude más que sonreir suavemente, alzando una mano y dando un paso hacia él con expresión preocupado - ¿Disculpad? No he dicho nada, monsieur Jean.. ¿Estais seguro de que os encontrais bien? - pregunté, alzando las cejas y adelantando una mano hacia él, apoyando mi suave mano sobre la suya, tierna y calentita... pero solo apoyandola - ¿Queréis sentaros? - pregunté de nuevo, como si estuviera preocupado por él.
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Asentí con la cabeza, como si realmente creyera las palabras de Adelbert Ducovich, pero no estaba seguro de nada de lo qeu había dicho. Yo no había dado muestras de ser católico, que yo supiera y él, sin embargo lo había "adivinado", más o menos. Era extraño, sí o sí. Aún así, no quise hincar más el dedo en la yaga y... que pasase lo que tenía que pasar.
Por un segundo me quedé shoqueado ante su sugerencia. Parecía estar sugiriéndome que le dijera al jefe que había estado con un cliente pero... él no conocía mi situación, no podía conocerla. Tragué saliva, algo, bastante miedoso de él. Tanta coincidencia no podía ser buena.
- Yo... no puedo, el trabajo es lo único que tengo, no puedo dejarlo ni una noche, debería... - me quedé callado, viendo como avanzaba un paso hacia mí. A pesar de que en su expresión ponía que estaba preocupado, su tono de voz me daba... otro tipo de sensación. Me hubiera gustado poder decirle que me iba y hacerlo, después, pero no fui capaz. ¿Él no había dicho nada? Pero... había sido su voz, su acento. Aún así, yo no le había visto mover la boca, él no había sido. ¿Entonces? - Estoy... estoy bien. - contesté, negando con la cabeza. Estaba bien, más o menos. Volví a notar su fría mano sobre la mía y alcé la mirada hacia él y negué de nuevo, no quería sentarme, no.
Por un segundo me quedé shoqueado ante su sugerencia. Parecía estar sugiriéndome que le dijera al jefe que había estado con un cliente pero... él no conocía mi situación, no podía conocerla. Tragué saliva, algo, bastante miedoso de él. Tanta coincidencia no podía ser buena.
- Yo... no puedo, el trabajo es lo único que tengo, no puedo dejarlo ni una noche, debería... - me quedé callado, viendo como avanzaba un paso hacia mí. A pesar de que en su expresión ponía que estaba preocupado, su tono de voz me daba... otro tipo de sensación. Me hubiera gustado poder decirle que me iba y hacerlo, después, pero no fui capaz. ¿Él no había dicho nada? Pero... había sido su voz, su acento. Aún así, yo no le había visto mover la boca, él no había sido. ¿Entonces? - Estoy... estoy bien. - contesté, negando con la cabeza. Estaba bien, más o menos. Volví a notar su fría mano sobre la mía y alcé la mirada hacia él y negué de nuevo, no quería sentarme, no.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
El pareció extrañarse, sabia que mi excusa no le habia dejado del todo conforme pero... De momento no podia decirle nada más. Se espantaría, y no queria eso. El chico me habia caido bien, y parecia una persona interesante.. al menos durante un tiempo. Después, quizás, se volvía tan aburrido como la mayoría... o quizás. También se extraño de que le dijera aquello del trabajo como si supiera en qué trabajaba. Bueno, yo lo sabia, solo que él no sabia que yo lo sabia... Cuando dijo que era lo único que tenia asentí un poco - Ya... Pero si vais con dinero, no te dirán, ¿cierto? - pregunté con tono amable, dispuesto a sacar al chico del lio en el que le estaba metiendo. Despues de todo era yo el que le habia insistido en quedarse y... El dinero que habia ganado durante 300 años era demasiado... Muchísimo. Me volvió a observar, sorprendido seguro de haber escuchado mi voz en su cabeza, pero podia notar que estaba algo asustado, y que se queria ir - Monsieur Jean, no tenga miedo por favor. Es la primera persona con la que hablo en esta ciudad, nada me entristeceria más que se fuera así - le dije, siendo sincero. Tenia ganas de hablar con alguien, para variar... Sujeté levemente su mano e hice una reverencia realmente formal -de las que se hacian antes, ¡no como ahora!- besándole el dorso de la mano
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Sí, me daba la sensación de que se guardaba un secreto que no quería confesar. ¿Por qué no? Sí tenía algún poder divino, conferido por dios, era bueno saberlo pero... me daba miedo que aquello no fuera bueno, que en el fondo fuera una mala idea y que él fuera un enviado del demonio para matarme y enviarme por mis pecados. Bajé la mirada hasta el suelo y mis gastados y viejos zapatos, hasta que escuché cómo sugería que si llevaba dinero al trabajo, no pasaría nada.
- ¿A... a qué os referís? - pregunté, frunciendo el ceño. Vale sí, él era amable, pero eso no significaba que no fuera un poco extraño que me quisiera dar dinero por estar pasando el rato allí con él, solo hablando. Además, era imposible que supiera de qué trabajaba yo y... que estuviera interesado en pagar por mis servicios. Además... ¡estaba lo de las voces en la cabeza! Cuando habló pidiéndome que no tuviera miedo, pareció confirmar que había sido él y que... quería que me quedase con él. - ¿Entonces sí fuisteis vos, verdad? - pregunté de nuevo, mirándole, asustado. A pesar de su apartente sinceridad yo iba algo asustado. - Eh... no, no teneis por qué hacer eso monsieur, no soy una madame... - le pedí, siendo incapaz de apartar mi mano de la suya, del roce de sus labios. Me sentía alterado y hubiera apostado mi vida a que el sonido de mi corazón bombear se escuchaba desde la misma Notre Dame.
- ¿A... a qué os referís? - pregunté, frunciendo el ceño. Vale sí, él era amable, pero eso no significaba que no fuera un poco extraño que me quisiera dar dinero por estar pasando el rato allí con él, solo hablando. Además, era imposible que supiera de qué trabajaba yo y... que estuviera interesado en pagar por mis servicios. Además... ¡estaba lo de las voces en la cabeza! Cuando habló pidiéndome que no tuviera miedo, pareció confirmar que había sido él y que... quería que me quedase con él. - ¿Entonces sí fuisteis vos, verdad? - pregunté de nuevo, mirándole, asustado. A pesar de su apartente sinceridad yo iba algo asustado. - Eh... no, no teneis por qué hacer eso monsieur, no soy una madame... - le pedí, siendo incapaz de apartar mi mano de la suya, del roce de sus labios. Me sentía alterado y hubiera apostado mi vida a que el sonido de mi corazón bombear se escuchaba desde la misma Notre Dame.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
El se me quedó mirando, pensando en Dios y en el demonio. Yo no creia que existiera ninguno. Y estaba seguro de que si el primero existia, le importaba un carajo lo que nosotros hicieramos. De cualquiera manera no quise sacar el tema a relucir, puesto que no queria discutir con el joven hasta tener más confianza con él. Cuando preguntó le observé y sonreí suavemente, sacando la cartera de piel forrada y mostrandole un billete de 500 francos, de color verde. Alcé las cejas - Tomadlo por favor, no quiero que os metais en lios por mi culpa. Eso será suficiente para tener a vuestro jefe contento, ¿verdad que sí? - le dije, inclinandome con suavidad y guardando la cartera de nuevo en uno de los bolsillos de mi chaqueta, mirandole fijamente después - Si, fui yo. También puedo dejar que "escuches" algunos de mis pensamientos - murmuré, inclinandome - Pero me pareció demasiado atrevido como para decirlo, monsieur - añadí, sonriendole suavemente y oyendo después como me decia que no tenia que por qué hacer aquello - Disculpeme, sé que no es usted una dama, pero es un signo de educación - respondí con tono aterciopelado, soltando finalmente su mano e herguiendome cuan algo era. Le sacaba algunos centimetros al chico, pero él era bastante alto, como habia sido yo por entonces
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Él rápidamente empezó a sacar algo de una cartera no muy grande y que parecía de piel. Mis ojos se abrieron mucho y viendo su sonrisa luego miré al billete que había sacado. ¡500 francos! ¿Estaba dándome un billete de 500 francos? Tenía que estar bromeando. Tragué saliva y negué con la cabeza.
- No puedo aceptar tanto dinero. - puse una de mis manos entre él y yo, con los hombros encogidos. ¿Cómo pensaba que podía coger esa cantidad sin mirar hacia ningún sitio, sin sentirme mal? Además, solo había estado de pie hablando con él, no me merecía ese dinero, de un desconocido. Él guardó la cartera de nuevo, sin que yo hubiera cogido el dinero. No, hombre no, me hacía muchísima falta, pero.. me era imposible ser de esa manera. Después, cuando afirmé que había sido él el que me había dicho atractivo me sonrojé. Volví a mirar al suelo cohibido por la situación. Me daba dinero, me decía que era atractivo y además que podía dejarme escuchar sus pensamientos. No entendía muy bien como iba aquello pero... No me dio tiempo a ponerme más paranoico porque él me besaba la mano y al separarse me decía que no tenía que ser una dama para "demostrarme educación". Él la tenía, por supuesto. Apreté los labios levantando la mirada y deseando que gracias a la vela y el tono de mi piel no se viera el sonrojo extremo que estaba padeciendo.
- No puedo aceptar tanto dinero. - puse una de mis manos entre él y yo, con los hombros encogidos. ¿Cómo pensaba que podía coger esa cantidad sin mirar hacia ningún sitio, sin sentirme mal? Además, solo había estado de pie hablando con él, no me merecía ese dinero, de un desconocido. Él guardó la cartera de nuevo, sin que yo hubiera cogido el dinero. No, hombre no, me hacía muchísima falta, pero.. me era imposible ser de esa manera. Después, cuando afirmé que había sido él el que me había dicho atractivo me sonrojé. Volví a mirar al suelo cohibido por la situación. Me daba dinero, me decía que era atractivo y además que podía dejarme escuchar sus pensamientos. No entendía muy bien como iba aquello pero... No me dio tiempo a ponerme más paranoico porque él me besaba la mano y al separarse me decía que no tenía que ser una dama para "demostrarme educación". Él la tenía, por supuesto. Apreté los labios levantando la mirada y deseando que gracias a la vela y el tono de mi piel no se viera el sonrojo extremo que estaba padeciendo.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Al ver la suma de dinero, pensé que hiperventilaba. Todo el dinero que habia cogido de casa de mis padres, todas las cosas que habia vendido, suyas, y todo el dinero que yo mismo habia conseguido trabajando, sumaban una cifra astronómica. Además de las propiedades que, legalmente, eran mias. El insistió, poniendo una mano entre él y yo, pero sin embargo le sonreí. Al parecer, el joven muchacho necesitaba el dinero, ¡ni siquera tenia casa, por favor! - Por favor, cógelo - le pedí, inclinando la cabeza y sujetando su mano suavemente, dejando el billete en ella y sonriendole agradablemente - Estoy seguro de que tu lo vas a usar mucho mejor que yo, monsieur Jean - añadí, con tono agradable. Era adorable, aquel chico... - Por favor - dije, con tono de estar pidiendole aquello como si me hiciera falta que lo cogiera, mirandole fijamente y poniendole, sino mi mejor, una de mis mejores miradas. Me di cuenta de que estaba sonrojado, pues irradiaba más calor e... incluso allí en la penunmbra podia verle con absoluta claridad. Una de las ventajas de ser vampiro - Monsieur, no trateis de esconder vuestro sonrojo, os hace más atractivo, ¿no os lo habian dicho antes? - pregunté con tono dulzón, inclinando la cabeza con una sonrisita - Y por favor, disculpadme por mi rudeza, a veces soy demasaido atrevido - añadí, por si acaso se molestaba. Aun tenia sujeta su mano, suavemente, de modo que podia apartarla si queria
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
A pesar de que me negué y traté de que apartara el dinero y lo guardara él me insistió, diciéndome que lo cogiera, pidiéndome por favor que lo cogiera. Me obligó a tomarlo con su mano y cerré los dedos alrededor sin darme cuenta. Fruncí el ceño mirándole, viendo como él sonreía con amabilidad.
- Pero... es demasiado... - me quejé aunque él dijera que yo iba a usar el dinero mejor que él. ¿Cómo? Yo no sabía qué hacer con tanto dinero, no me hacía falta, solo quería lo justo para comer, yo, no tenía necesidad de comprar nada más, mi ropa, aunque vieja, me valía y si no... podía vestir con algo de lo que había en el burdel, siempre quedaban cosas bonitas para los clientes. Volvió a insistir por favor que lo cogiera y me quedé con la mano allí, sin ser capaz de cambiarla de sitio y... guardarme el dinero, me sabía muy mal tener que hacerlo. Aunque era muy tentador también, todo había que decirlo. Desvié la mirada sintiéndome observado, con la mano fría de Adelbert en la mía. Él, como si no pensase comentó que yo estaba atractivo con las mejillas rojas y que no debería tratar de esconderlo. Claro, todos me decían que tenía un sonrojo fantástico. Negué con la cabeza. No es que hubiera sido rudo pero... no, no estaba acostumbrado a que me halagaran. - Yo no... - empecé sin saber qué decir. ¿Qué tenía que decir ahora? ¿Y en aquella posición? Me sentía como si fuera una chica de aquellas que eran fáciles.
- Pero... es demasiado... - me quejé aunque él dijera que yo iba a usar el dinero mejor que él. ¿Cómo? Yo no sabía qué hacer con tanto dinero, no me hacía falta, solo quería lo justo para comer, yo, no tenía necesidad de comprar nada más, mi ropa, aunque vieja, me valía y si no... podía vestir con algo de lo que había en el burdel, siempre quedaban cosas bonitas para los clientes. Volvió a insistir por favor que lo cogiera y me quedé con la mano allí, sin ser capaz de cambiarla de sitio y... guardarme el dinero, me sabía muy mal tener que hacerlo. Aunque era muy tentador también, todo había que decirlo. Desvié la mirada sintiéndome observado, con la mano fría de Adelbert en la mía. Él, como si no pensase comentó que yo estaba atractivo con las mejillas rojas y que no debería tratar de esconderlo. Claro, todos me decían que tenía un sonrojo fantástico. Negué con la cabeza. No es que hubiera sido rudo pero... no, no estaba acostumbrado a que me halagaran. - Yo no... - empecé sin saber qué decir. ¿Qué tenía que decir ahora? ¿Y en aquella posición? Me sentía como si fuera una chica de aquellas que eran fáciles.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 137
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Me quedé mirandole cuando pareco insistir en que aquel dinero era demasiado. A mi no me lo parecia, claro, después de 300 años casi tenia miles de billetes -o más- de quinientos francos, pero sabia de sobra que el chico no era precisamente un rey, por decirlo así. Aun así, parecia modesto y no queria aceptar el dinero que le daba - Vamos, monsieur Jean, cogedlo, por favor - le pedí con tono amable, inclinandome un poquito y mirandole después - Además, os estoy metiendo en un lio en el trabajo y quiero sacaros de él. Por favor - añadí para que no me protestara por la suma de dinero. Si solo era un trozo de papel, por favor... Y todos se peleaban por eso. Sacudí la cabeza quitandome aquellos pensamientos y me di cuenta de que debatia en su cabeza sobre el tema - Bueno, Jean, no os voy a obligar, pero tampoco lo tomaré de vuelta... Asi que técnicamente tirar el dinero es un desperdicio, ¿verdad? - dije entonces, intentando persuadirle un poco, observando sus ojos con fijeza, pero aun así con una mirada encantadora. Él en cambio se puso a pensar en otras cosas cuando le dije lo del sonrojo, las cuales me hicieron sonreir bastante. - ¿Vos no..? ¿No os halagan demasiado? Deberian hacerlo, sois un joven bellísimo, monsieur Jean Louis - le halabé de nuevo, inclinandome suavemente con una sonrisa en los labios todavía. Me agradaba aquel joven, era una ricura. Además, parecia que ya no estaba asustado, lo cual era un alivio
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 131
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
- Bue... bueno, está bien... - finalmente acepté el dinero, aunque no de muy buenas. Él iba a tirarlo si no lo cogía yo y... además parecía demasiado rico como para importarle tener que desperdiciar 500 francos en mí. Esos marcaban una diferencia. Dejé de tratar devolverle el dinero que había depositado en mi mano y me di cuenta que no sabía qué hacer con ella. La bajé y la mantuve quieta, con el billete entre mis dedos. ¡Sería descortés si ahora guardaba el dinero! Tragué saliva y le miré, para darme cuenta que volvía a estar inclinado sobre mí, con una de sus manos aún en la mía. - Muchas gracias, monsieur Ducovich. - dije, agachando la mirada y un poco la cabeza, como signo de respeto. Le miré a los ojos después, alzando la cabeza de nuevo, dándome cuenta que los ojos le brillaban de una extraña manera, como si fuera un animal nocturno. Que extraño parecía.
Siempre había supuesto que si el cliente me seleccionaba era por que me encontraba atractivo, pero no me lo había creído tanto como para pensar que yo mismo era "un joven bellísimo". Y... si teníamos en cuenta la enorme tara que llevaba pues... Aunque eso no llegaban a verlo, no permitía a nadie verlo.
- No. No estoy acostumbrado a que lo hagan de esa manera. - respondí, volvía a inclinarse hacia a mí y eso me daba un poco de respeto, tenía la sensación de que era como un animal en busca de su presa. Y él parecía haberla encontrado. Además, allí parecía no haber nadie y... las velas no iluminaban lo suficiente, a penas podía ver su rostro con definición. - Habeis, habeis dicho que podeis poner vuestros pensamientos en la mente de las personas... ¿cómo lo lograis? - quise saber, para volver a cambiar de tema, de una manera de la que no llegaba a comprender, él había vuelto a centrar el tema de conversación en mí.
Siempre había supuesto que si el cliente me seleccionaba era por que me encontraba atractivo, pero no me lo había creído tanto como para pensar que yo mismo era "un joven bellísimo". Y... si teníamos en cuenta la enorme tara que llevaba pues... Aunque eso no llegaban a verlo, no permitía a nadie verlo.
- No. No estoy acostumbrado a que lo hagan de esa manera. - respondí, volvía a inclinarse hacia a mí y eso me daba un poco de respeto, tenía la sensación de que era como un animal en busca de su presa. Y él parecía haberla encontrado. Además, allí parecía no haber nadie y... las velas no iluminaban lo suficiente, a penas podía ver su rostro con definición. - Habeis, habeis dicho que podeis poner vuestros pensamientos en la mente de las personas... ¿cómo lo lograis? - quise saber, para volver a cambiar de tema, de una manera de la que no llegaba a comprender, él había vuelto a centrar el tema de conversación en mí.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Cuando finalmente aceptó sonreí satisfecho y negué suavemente con la cabeza, haciendo un gesto como quitandole importancia al asunto. Mira, ya habia hecho mi buena acción del dia... Aunque técnicamente era yo el que le habia metido en problemas, por lo que no estaba seguro de que eso se contrara como "una buena acción". Le miré, saliendo de mi empanamiento y escuchando lo que le pasaba al chico por la cabeza. Adorable, sin duda. Al oirle sonreí un poco y sacudí la cabeza - En ese caso, a pesar de ser una bonita ciduad, ya veo que la gente de París no tiene muy buen gusto - contesté, sonriendo algo atrevido e inclinandome un poco, como si pidiera disculpas por tal comentario, ya que, de hecho, él mismo era de París. Tras unos segundos así, en silencio, él sin saber que hacer, se le ocurrió preguntan por mi poder. Estos humanos y su curiosidad... - En realidad, no sé como lo hago, monsieur Jean - respondí, frunciendo el ceño. Y era verdad... trescientos años y aun no habia descubierto nada lógico para poder explicar aquellos nuevos poderes mios... - Es una lástima, estaria encantado de enseñarle como... - añadí, aun con expresión pensativa - Es muy extraño, si quiere que le dé mi opinión pero... Bueno, yo no elegí, después de todo - dije finalmente, viendo su posición y sonriendo un poco - Deberiais guardar el dinero, monsieur, no querrás que se pierda...
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Él sonrió como si que aceptase el dinero fuera algo de lo que estar orgulloso y le quitó la importancia uqe yo le hubiera conferido, no siempre le regalaban a uno 500 francos así por su cara bonita. Bueno, no, no me había pasado nunca hasta ahora, nunca. Y dudaba que alguien pagara tanto por mis servicios, alguna vez en su vida... Era demasiado dinero. Siguió sonriendo de una manera que se me antojó algo perversa, como si fuera un acosador o algo así, pero no dije nada, se ofendería, seguro. No quería que se ofendiera el hombre que me acababa de regalar 500 francos así por mi cara bonita.
- Bueno... tampoco pasa nada, no es para tanto. - dije yo, notandole muy cerca. Cada vez más aún y en realidad no me daba cuenta del momento en el que iba acortando la distancia entre nosotros. Por un segundo no me importó que fuera acercándose y tragué saliva, preguntándome cómo se me podían ocurrir esas cosas. Bajé la mirada otra vez en silencio unos instantes hasta que pregunté aquello. Puso una cara de suficiencia extraña, como si hubiera esperado mi pregunta. - Oh... - volví a mirarle a los ojos cuando añadió que estaría encantado de enseñarme. En realidad... no estaba seguro que estuviera bien aprender de eso. No me convencía mucho. Además, ¿quién querría conocer mis pensamientos? No sería demasiado entretenido para nadie. Asentí con la cabeza, él no lo había elegido, yo tampoco había elegido ser como era, obviamente. Suspiré y cuando me recomendó guardar el dinero me volví a acordar de ello. Seguramente me sonrojé algo más y desvié la mirada, cogiendo el billete y guardándolo en el bolsillo de mi pantalón. - Gracias por recordármelo, monsieur
- Bueno... tampoco pasa nada, no es para tanto. - dije yo, notandole muy cerca. Cada vez más aún y en realidad no me daba cuenta del momento en el que iba acortando la distancia entre nosotros. Por un segundo no me importó que fuera acercándose y tragué saliva, preguntándome cómo se me podían ocurrir esas cosas. Bajé la mirada otra vez en silencio unos instantes hasta que pregunté aquello. Puso una cara de suficiencia extraña, como si hubiera esperado mi pregunta. - Oh... - volví a mirarle a los ojos cuando añadió que estaría encantado de enseñarme. En realidad... no estaba seguro que estuviera bien aprender de eso. No me convencía mucho. Además, ¿quién querría conocer mis pensamientos? No sería demasiado entretenido para nadie. Asentí con la cabeza, él no lo había elegido, yo tampoco había elegido ser como era, obviamente. Suspiré y cuando me recomendó guardar el dinero me volví a acordar de ello. Seguramente me sonrojé algo más y desvié la mirada, cogiendo el billete y guardándolo en el bolsillo de mi pantalón. - Gracias por recordármelo, monsieur
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
No pude evitar sonreir ante los pensamientos que al chiquillo se le pasaban por la cabeza. ¿No queria que me ofendiera? Aquellos chicos tan jóvenes eran todos unos encantos, y quitando los que tenian el ego por las nubes, la mayoria estaban muy buen educados. A pesar de lo que dijeran algunos, era una buena generación, si... Sonreí cuando fue en aquella ocasión él el que le quitó importancia al asunto y negué un poco, moviendo una mano - Está bien así, es mi opinión, ¿no? - respondí, dándole en mi opinión la importancia que se merecia. Quiero decir, no todos los dias se encontraban jovencitos tan atractivos, ni en París ni en Viena. Tras unos segundos observandole sonreí, escuchando sus pensamientos como si fueran mios. Qué gracioso era, cualquier otro humano estaria pensando en quemarme en la hoguera por decir esas cosas, seguro - En realidad, monsieur, vuestros pensamientos son bastante interesantes - pensé, para que el joven me escuchara en su cabeza - ¿Os dais cuenta de todo lo que pensáis a la vez sin ser consciente, Jean? - añadí, sonriendo, pero sin mover la boca. Cambié el peso de pierna y después negué cuando él habló, dándome las gracias por recordarselo - No tienes que darme las gracias - respondí con simplicidad, mirandole después con fijeza - Disculpadme si soy rudo, pero, ¿y vuestra familia? - quise saber, observandole. No la habia mencionado, pero me extrañaba que una familia -fuera de la clase que fuera- hubieran echado a un joven tan encantador. Quizás estaban ya muertos
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Me encogí de hombros. Claro, era su opinión, si quería expresarala podía. Al menos esa era la teoria para los que tenían dinero y no dependían de un humilde trabajo para sobrevivir. Me di cuenta que se me quedaba mirando, cosa que no era tan habitual como podía parecer a pesar de mi trabajo. Normalmente los clientes iban más al grano, no querían nada más, ni cumplidos ni nada.
Volví a escuchar su voz, pero en realidad no estaba hablando, lo estaba pensando y me lo estaba diciendo con el pensamiento. Abrí mucho los ojos, mirándole, dándome cuenta de lo que realmente había dicho sobre mí. Que... estaba escuchando mis pensamientos. ¡Sabía lo que estaba pensando! No, no podía ser. ¿Enserio?
- Es... ¿estais escuchando lo que pienso? - eso era algo escalofriante. Si... si había estado escuchando todos mis pensamientos ¡sabía de lo que trabajaba! No era justo. ¡Así había sabido que estaba pensando en Dios antes! Me llevé una mano a la boca, algo cohibido. No tuve valor suficiente para volver a mirarle a la cara después de descubrir eso, a pesar de que me preguntó. Me preguntó por mi familia. ¡Gran tema de conversación! Tragué saliva, notando que no estaba demasiado cómodo en aquellos instantes. - No tengo familia. - respondí encogiendo los hombros, aún sin mirarle. No me fiaba ahora de él, al menos no demasiado.
Volví a escuchar su voz, pero en realidad no estaba hablando, lo estaba pensando y me lo estaba diciendo con el pensamiento. Abrí mucho los ojos, mirándole, dándome cuenta de lo que realmente había dicho sobre mí. Que... estaba escuchando mis pensamientos. ¡Sabía lo que estaba pensando! No, no podía ser. ¿Enserio?
- Es... ¿estais escuchando lo que pienso? - eso era algo escalofriante. Si... si había estado escuchando todos mis pensamientos ¡sabía de lo que trabajaba! No era justo. ¡Así había sabido que estaba pensando en Dios antes! Me llevé una mano a la boca, algo cohibido. No tuve valor suficiente para volver a mirarle a la cara después de descubrir eso, a pesar de que me preguntó. Me preguntó por mi familia. ¡Gran tema de conversación! Tragué saliva, notando que no estaba demasiado cómodo en aquellos instantes. - No tengo familia. - respondí encogiendo los hombros, aún sin mirarle. No me fiaba ahora de él, al menos no demasiado.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Al darse cuenta de lo "que pensé" también se percató de que podia leer su mente. ¡Qué despiste el mio! Habia estado tna pendiente de la conversación, y tan tranquilo, que habia olvidado que el joven muchacho no sabia aun lo de mi "pequeña habilidad". Al parecer eso le avergonzó en sobremanera, porque rápidamente agachó la vista... y por que empezó a pensar incoherencias. Lo que me sorprendia era que no saliera corriendo.. eso.. resultaba interesante. - Así es, monsieur. Siento no haberselo dicho antes, pero vos nos podeis evitarlo, y no queria espantaros - contesté, haciendole una reverencia amable - Disculpad mis modales - añadí, evitando una sonrisa al oir en mi cabeza sus exaltados pensamientos. Parecía encargarlo todo con rápidez, era una joven listo cuanto menos. Aun así decidí no decirle nada más por el momento, ya que él parecia lo suficientemente cohibido. Cuando respondió fruncí levemente el ceño, bajando la vista para mirarle - Lo lamento, monsieur - respondí, ladeando la cabeza - Parece que es otra cosa que tenemos en común - murmuré con tono relajado. Hacia ya mucho tiempo de la muerte de mis padres, tanto que apenas recordaba algo de ellos, puesto que los recuerdos antiguos empezaban a perderse en mi memoria - Hablemos de algo más alegre, ¿no le parece? - comenté, dándome cuenta de que no parecia agradarle mucho aquel tema
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
Seguí sin atreverme a mirarle a pesar de que se disculpó varias veces. Me sentí encogido frente a él y aparté la mano que había subido hasta mi boca, me sentía ridículo y... aún asustado de él. ¿Cómo me podía decir que leía la mente y quedarse tan pancho? Pues no, esas cosas no se hacían.
Él preguntó por mi familia a lo que yo contesté negativamente, que no tenía y que lo lamentaba. Negué con la cabeza. Bueno, yo no lo lamentaba, seguro que estaba mejor sin ellos, que habían sido capaces de abandonarme con solo cinco años. Ellos no merecían ni que me acordase de ellos, desperdiciaba el tiempo, haciéndolo.
Cuando añadió que era una cosa que teníamos en común le eché un rápido vistazo así de reojo. No era capaz de devolverle la mirada ahora. ¡Culpa suya por mentiroso embustero! Además, ¿qué clase de ser era que podía leer la mente? Seguro que era peligroso y... tenía que salir corriendo. Yo había oído los rumores, pero siempre acababan siendo mentira... ¿y si resultaba que no eran mentira los rumores de la gente que desaparecía? Que acababa muerta en la cuneta, desangrada... o... cosas peores... Sugirió que hablasemos de temas más alegres pero que los decidiera él que tan experto era en sacar temas. Y si, sabía lo que estaba pensando, que me hiciera caso.
Él preguntó por mi familia a lo que yo contesté negativamente, que no tenía y que lo lamentaba. Negué con la cabeza. Bueno, yo no lo lamentaba, seguro que estaba mejor sin ellos, que habían sido capaces de abandonarme con solo cinco años. Ellos no merecían ni que me acordase de ellos, desperdiciaba el tiempo, haciéndolo.
Cuando añadió que era una cosa que teníamos en común le eché un rápido vistazo así de reojo. No era capaz de devolverle la mirada ahora. ¡Culpa suya por mentiroso embustero! Además, ¿qué clase de ser era que podía leer la mente? Seguro que era peligroso y... tenía que salir corriendo. Yo había oído los rumores, pero siempre acababan siendo mentira... ¿y si resultaba que no eran mentira los rumores de la gente que desaparecía? Que acababa muerta en la cuneta, desangrada... o... cosas peores... Sugirió que hablasemos de temas más alegres pero que los decidiera él que tan experto era en sacar temas. Y si, sabía lo que estaba pensando, que me hiciera caso.
Jean Louis Mercier- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Re: En busca de un remedio, inexistente.
El siguió sin mirarme, claro, avergonzado... imaginaba que era normal. Aun no habia conocido a ningún vampiro que pudiera hacer lo mismo que yo, asi que no sabia como se sentiría si alguien pudiera leerte constantemente el pensamiento - Siento si esto es algo violento, no puedo hacer nada para remediarlo - comenté, por si acaso se pensaba que yo podia "desactivarlo" o algo así, cosa que no podia. Aun así el no dijo nada más y se quedó callado, tan solo pensando en la situación y en gente muerta y en que deberia salir corriendo. Aguanté la risa un poco y le miré divertido, viendo como me "acusaba" mentalmente. Puse los ojos en blanco en un gesto de estar "recolectando" paciencia - No os voy a matar, monsieur, asi que más vale que dejéis de pensar esas cosas - comenté con tono amable, girandome un poco y observando la estancia, frunciendo el ceño, pues habia algún animalito por ahi que me estaba distrayendo con los ruidos de sus estrepitosas (al menos para mi) pisadas - Además, me habéis gustado, deberiais estar contento. Conmigo al lado nadie os va a atacar - añadí, sonriendo algo divertido y volviendo la cara hacia él - ¿De qué os apetece hablar? ¿Qué hacéis durante el día? Ya sé lo que haceis de noche... Y por favor, ahorraros mentir, me gusta escuchar vuestra voz, monsieur Jean
Adelbert Ducovich- Vampiro Clase Alta
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