AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
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Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Era pronto por la mañana cuando la mujer salió de su carromato para comenzar a andar por las callejuelas de Paris. Había dejado de lado las ropas propias de su etnia para tomar la vestimenta más convencional de aquellos que habitaban en la ciudad: un vestido de mañana en color azul oscuro que parecía casi negro, un ligero sombrero que cubría su cabello oscuro recogido y unas botas que apenas tenían tacón. Se había olvidado de ponerse algo tan incómodo como el corsé, no entendía la manía de las mujeres de llevar ese instrumento que a su entender era propio del diablo que tanto parecían aborrecer.
No fue difícil llegar hasta la zona donde se abrían diversas tiendas, lo bueno de haber estado en una urbe como la londinesa es que París, por mucho que tuviera una estructura diferente, repetía en parte sus rutinas. No llevaba demasiados días allí, pero había hecho un par de incursiones entre las callejuelas. Tras una hora andando por las calles de París descubrió lo que estaba buscando: una herbolaría. Se detuvo un instante en la puerta, mordisqueándose el labio inferior sin estar demasiado segura de si entrar o no entrar, pero finalmente llevó la mano enguantada al picaporte y lo accionó entrando en su interior.
El olor la golpeó y sonrió, ese olor era reconocible para ella, era un olor que la gustaba y la hacía recordar, la hacía recordar buenos momentos, momentos pasados con su abuela mientras le enseñaba los usos de las plantas. Se detuvo unos breves instantes en el umbral antes de dar un paso en su interior y cerrar detrás de sí. Miró a su alrededor con curiosidad mientras que alzaba la voz para hablar.
—Buenos días. —se detuvo en donde estaba, antes de dar un par de pasos para introducirse de lleno mirando a su alrededor con los ojos verdes brillando de curiosidad y expectativa.
No fue difícil llegar hasta la zona donde se abrían diversas tiendas, lo bueno de haber estado en una urbe como la londinesa es que París, por mucho que tuviera una estructura diferente, repetía en parte sus rutinas. No llevaba demasiados días allí, pero había hecho un par de incursiones entre las callejuelas. Tras una hora andando por las calles de París descubrió lo que estaba buscando: una herbolaría. Se detuvo un instante en la puerta, mordisqueándose el labio inferior sin estar demasiado segura de si entrar o no entrar, pero finalmente llevó la mano enguantada al picaporte y lo accionó entrando en su interior.
El olor la golpeó y sonrió, ese olor era reconocible para ella, era un olor que la gustaba y la hacía recordar, la hacía recordar buenos momentos, momentos pasados con su abuela mientras le enseñaba los usos de las plantas. Se detuvo unos breves instantes en el umbral antes de dar un paso en su interior y cerrar detrás de sí. Miró a su alrededor con curiosidad mientras que alzaba la voz para hablar.
—Buenos días. —se detuvo en donde estaba, antes de dar un par de pasos para introducirse de lleno mirando a su alrededor con los ojos verdes brillando de curiosidad y expectativa.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Hoy es una mañana tranquila, ni siquiera he abierto la puerta principal-¿Le puse llave? Pienso por un momento, la verdad es que no lo recuerdo. Miro hacia la nube que cubre el sol amenazando con callarlo y parar esta agradable mañana.
-Hoy no, nube, hoy no-me digo a mi mismo.
Camino por el patio de mi tienda, pasando entre arbole, moviéndome como si bailara con ellos, llevo mi violen en la mano y pronto comienzo a tocarlo. Suavemente al ritmo de mis paso, moviéndome entre los árboles, como si le tocara a ellos.
-Se dice que tocarle a las plantas es bueno, ustedes son pequeños, pero crecerán fuertes gracias a la música.
Aumento los ritmos de mi instrumento, un baile más alegre, menos formal, como de fiesta irlandesa. Muevo los pies y el cuerpo-hace mucho que no bailaba así.
Entre tanta distracción no escucho la puerta abrirse, hasta que reacciono al creer escuchar una voz.
Me detengo y acomodo mi saco negro, limpio un poco mis zapatos del mismo color y meto mi mano en el bolsillo de mis pantalones oscuros.
Al entra a la tienda hacia tras, veo a una hermosa muchacha en vestido azul oscuro, le sonrió al verla, por oí evito meterme en su corazón, estoy cansado de eso.
-Buenos días señorita ¿Le puedo ayudar en algo?-le digo sonriente aproximándome a ella y dejando mi violín sobre la mesa, el nombre de Violeta se puede leer claramente.
-Hoy no, nube, hoy no-me digo a mi mismo.
Camino por el patio de mi tienda, pasando entre arbole, moviéndome como si bailara con ellos, llevo mi violen en la mano y pronto comienzo a tocarlo. Suavemente al ritmo de mis paso, moviéndome entre los árboles, como si le tocara a ellos.
-Se dice que tocarle a las plantas es bueno, ustedes son pequeños, pero crecerán fuertes gracias a la música.
Aumento los ritmos de mi instrumento, un baile más alegre, menos formal, como de fiesta irlandesa. Muevo los pies y el cuerpo-hace mucho que no bailaba así.
Entre tanta distracción no escucho la puerta abrirse, hasta que reacciono al creer escuchar una voz.
Me detengo y acomodo mi saco negro, limpio un poco mis zapatos del mismo color y meto mi mano en el bolsillo de mis pantalones oscuros.
Al entra a la tienda hacia tras, veo a una hermosa muchacha en vestido azul oscuro, le sonrió al verla, por oí evito meterme en su corazón, estoy cansado de eso.
-Buenos días señorita ¿Le puedo ayudar en algo?-le digo sonriente aproximándome a ella y dejando mi violín sobre la mesa, el nombre de Violeta se puede leer claramente.
Invitado- Invitado
Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Junto al olor llegó la música, una música de violín con un ritmo rápido que de forma inconsciente hizo que moviera los pies. La música se metía en su cuerpo, haciendo desear comenzar a bailar, a moverse, a reír. Una sonrisa lenta curvó sus labios mientras escuchaba la melodía que le hacía recordar buenos momentos pasados, momentos en los que la música tenía un punto central. No se hubiera imaginado que en una tienda como aquella fuera lo primero que escucharía, pero así era. Una música que acabó y que dio paso pronto a la figura de un hombre alto y rubio.
Tuvo que recomponerse mientras le veía acercándose con el violín en la mano, su mirada se desvió del rostro de él para pasar a sus manos y al objeto de madera. Por un momento notó el cosquilleo en las yemas de las manos que siempre le ocurría cuando se encontraba cerca de algo que le gustaba y aquel violín era en verdad hermoso. Se esforzó en apartar la mirada para volverla al hombre y asintió con suavidad.
—Perdóneme ¿está abierto? No he visto el cartel y tengo la sensación de que le he interrumpido. —contestó de nuevo, hablando con ese suave acento que indicaba que no era de París aunque hablara de forma fluida el francés.—Venía a ver si tenía un par de plantas que necesito.—se movió hacia delante introduciéndose en la tienda, desviando una vez más la mirada hacia el violín.— Es… realmente hermoso.
No pudo evitar decirlo, no le hablaba mirando al hombre sino al violín. La madera parecía relucir, estaba bien pulido, casi podría sentir la suavidad de la misma y la calidez. El arco descansaba junto al mismo y se tuvo que contener para no acercarse y tomarlo en las manos, es más, tuvo que detener sus pasos que se estaban acercando demasiado hacia el objeto. Volví su atención a él entonces.
—Salvia.— dijo sin pensar, al darse cuenta de lo que estaba haciendo, esforzándose por entrelazar los dedos delante de ella. Al menos había dicho una planta que era verdad que necesitaba.
Tuvo que recomponerse mientras le veía acercándose con el violín en la mano, su mirada se desvió del rostro de él para pasar a sus manos y al objeto de madera. Por un momento notó el cosquilleo en las yemas de las manos que siempre le ocurría cuando se encontraba cerca de algo que le gustaba y aquel violín era en verdad hermoso. Se esforzó en apartar la mirada para volverla al hombre y asintió con suavidad.
—Perdóneme ¿está abierto? No he visto el cartel y tengo la sensación de que le he interrumpido. —contestó de nuevo, hablando con ese suave acento que indicaba que no era de París aunque hablara de forma fluida el francés.—Venía a ver si tenía un par de plantas que necesito.—se movió hacia delante introduciéndose en la tienda, desviando una vez más la mirada hacia el violín.— Es… realmente hermoso.
No pudo evitar decirlo, no le hablaba mirando al hombre sino al violín. La madera parecía relucir, estaba bien pulido, casi podría sentir la suavidad de la misma y la calidez. El arco descansaba junto al mismo y se tuvo que contener para no acercarse y tomarlo en las manos, es más, tuvo que detener sus pasos que se estaban acercando demasiado hacia el objeto. Volví su atención a él entonces.
—Salvia.— dijo sin pensar, al darse cuenta de lo que estaba haciendo, esforzándose por entrelazar los dedos delante de ella. Al menos había dicho una planta que era verdad que necesitaba.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Noto fácilmente como mira mi violín, supongo que desde su reparación ahora llama mucho más la atención. Sonrío al gusto que tiene la chica por mi instrumento. Lo tomo y se lo muestro.
-Tóquelo si gusta, alguien que mira así un violín es por que sabe utilizarlo-le digo sonriendo.
Lo vuelvo a dejar en la mesa para cuando la quiera tomar. Camino hacia el medio de la tienda y tomo la Salvia. Se la muestro y le sonrío, la acomodo al lado del violín.
-Si gusta también tengo otras plantas para lo que usara esta, supongo que algún remedio curativo, bueno espero, por que me gusta pensar que mis plantas son utilizadas para algo bueno-La volteo a ver de nuevo- Fue mi imaginación al vez, pero parecía que tuviera ganas de bailar al ritmo del violín señorita ¿Me equivoco?
-Tóquelo si gusta, alguien que mira así un violín es por que sabe utilizarlo-le digo sonriendo.
Lo vuelvo a dejar en la mesa para cuando la quiera tomar. Camino hacia el medio de la tienda y tomo la Salvia. Se la muestro y le sonrío, la acomodo al lado del violín.
-Si gusta también tengo otras plantas para lo que usara esta, supongo que algún remedio curativo, bueno espero, por que me gusta pensar que mis plantas son utilizadas para algo bueno-La volteo a ver de nuevo- Fue mi imaginación al vez, pero parecía que tuviera ganas de bailar al ritmo del violín señorita ¿Me equivoco?
Invitado- Invitado
Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Parecía ser que el hombre podía leer en sus ojos con facilidad, aunque no era de extrañar, el anhelo que había aparecido en su rostro era algo que estaba ahí presente y, que se acentuaba, cuando miraba hacia el instrumento musical. Sentía el cosquilleo en la yema de los dedos aún a pesar de que había entrelazado los dedos con fuerza, no pudo evitar que un gesto de sorpresa se deslizara por su rostro mientras miraba al hombre moverse por la tienda.
—Hace mucho que no veía uno tan bien cuidado y tan bonito. —respondió mientras se dirigía un par de pasos más hacia el mostrador donde se encontraba el violín pero sin llegar a tocarlo.
Escuchó entonces sus palabras sobre las plantas y sonrió. Su abuela le había enseñado sus usos, tanto los buenos, como los malos, pero Éabann rara vez hacía uso de lo segundo si no era estrictamente necesario y eso únicamente ocurría cuando se sentía amenazada ella misma o alguno de los seres que consideraba sus amigos. Podía usar sus artes para dañar y lo había hecho, pero no era esa su prioridad. En el fondo era una sanadora y le dolía hacer daño a los demás, de cualquier manera posible.
—Me he quedado escasa de ingredientes y París es una ciudad muy grande, no es fácil encontrar un buen surtidor.—respondió con suavidad mientras le miraba, asintiendo con suavidad. —¿Qué más tiene? Necesito también corteza de Sauce y Amargón.—y entonces llegó el rubor ligero que se subió a su rostro, esperaba que no demasiado visible gracias al tono dorado de su piel.—No, no se equivoca, me gusta… bailar.
Sí, la gustaba, como a todos los de su raza y el sonido del violín era algo que la apasionaba. Era algo que la impulsaba a bailar, a moverse, a sentir. Sí, sobre todo a sentir, pero su ropa indicaba que era alguien de clase media, no una gitana por lo que en cierta manera tenía que tener cuidado con las palabras que pronunciaba y con la forma de hacerlo.
—Hace mucho que no veía uno tan bien cuidado y tan bonito. —respondió mientras se dirigía un par de pasos más hacia el mostrador donde se encontraba el violín pero sin llegar a tocarlo.
Escuchó entonces sus palabras sobre las plantas y sonrió. Su abuela le había enseñado sus usos, tanto los buenos, como los malos, pero Éabann rara vez hacía uso de lo segundo si no era estrictamente necesario y eso únicamente ocurría cuando se sentía amenazada ella misma o alguno de los seres que consideraba sus amigos. Podía usar sus artes para dañar y lo había hecho, pero no era esa su prioridad. En el fondo era una sanadora y le dolía hacer daño a los demás, de cualquier manera posible.
—Me he quedado escasa de ingredientes y París es una ciudad muy grande, no es fácil encontrar un buen surtidor.—respondió con suavidad mientras le miraba, asintiendo con suavidad. —¿Qué más tiene? Necesito también corteza de Sauce y Amargón.—y entonces llegó el rubor ligero que se subió a su rostro, esperaba que no demasiado visible gracias al tono dorado de su piel.—No, no se equivoca, me gusta… bailar.
Sí, la gustaba, como a todos los de su raza y el sonido del violín era algo que la apasionaba. Era algo que la impulsaba a bailar, a moverse, a sentir. Sí, sobre todo a sentir, pero su ropa indicaba que era alguien de clase media, no una gitana por lo que en cierta manera tenía que tener cuidado con las palabras que pronunciaba y con la forma de hacerlo.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
-Temo que los sauces que tengo son muy pequeños todavía y quitarles su corteza se me haría algo injusto, señorita-le digo sonriendo mientras busco entre los cajones de los estantes mas cercanos al recibidor.
Busco en el cajón las llaves de otro estante, donde saco el amargón, amarrado con una pequeña cuerda. Lo llevo hasta donde ella esta y se lo doy.
-Aquí tiene-le digo sonriendo
Una gitana otra vez, tiendo a pensar que las encuentro en todos lados. Debería de preocuparme tal vez, pues donde encuentro una me encuentro con problemas, la lluvia, la feria y el área de gitanos me ha enseñado que no debería de meterme más con ellas. Aun así, tienen algo que me atrae en gran medida y hacen que el control a su lado se pierda levemente. Ella no es la excepción, pues desde que la vi entrar, aun con su vestuario para ocultar su herencia, su naturaleza reluce en su sensualidad y hermosura, demasiado difícil de resistir.
Tomo mi violín y comienzo acariciar sus cuerdas delicadamente, como si fueran la piel de la mujer que tengo enfrente. La miro sonriente y comienzo a tocar el ritmo que sus ojos me brinda. Como si su belleza fuera una canción en cuerdas, la voy interpretando lentamente. Siento su corazón, levemente, como va pasando a la alegría mientras escucha la música, ahora sigo el ritmo de su emociones, subiendo de grado poco a poco haciendo una interpretación a su sentir.
Busco en el cajón las llaves de otro estante, donde saco el amargón, amarrado con una pequeña cuerda. Lo llevo hasta donde ella esta y se lo doy.
-Aquí tiene-le digo sonriendo
Una gitana otra vez, tiendo a pensar que las encuentro en todos lados. Debería de preocuparme tal vez, pues donde encuentro una me encuentro con problemas, la lluvia, la feria y el área de gitanos me ha enseñado que no debería de meterme más con ellas. Aun así, tienen algo que me atrae en gran medida y hacen que el control a su lado se pierda levemente. Ella no es la excepción, pues desde que la vi entrar, aun con su vestuario para ocultar su herencia, su naturaleza reluce en su sensualidad y hermosura, demasiado difícil de resistir.
Tomo mi violín y comienzo acariciar sus cuerdas delicadamente, como si fueran la piel de la mujer que tengo enfrente. La miro sonriente y comienzo a tocar el ritmo que sus ojos me brinda. Como si su belleza fuera una canción en cuerdas, la voy interpretando lentamente. Siento su corazón, levemente, como va pasando a la alegría mientras escucha la música, ahora sigo el ritmo de su emociones, subiendo de grado poco a poco haciendo una interpretación a su sentir.
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Éabann asintió con suavidad a sus palabras, era de entender, seguramente sería buena idea la opción de acercarse al bosque. Si no lo había hecho ya, era por no arriesgarse, no quería perderse en un lugar que no conocía y, además, sabía perfectamente que no se podían coger plantas desconocidas. En cada lugar había plantas distintas, diferentes, por lo que había preferido acercarse a un sitio donde si se equivocaba siempre le podrían guiar.
—Lo comprendo, siendo jóvenes es mejor no herirlos de esta manera, pensé que quizá pudiera tenerlo seco. —comentó con suavidad mientras seguía al hombre con la mirada. Era una buena tienda, tenía tanto semillas, como plantas secas o en proceso de secado, pero lo más fascinante es que había plantas vivas. Le gustaban los aromas que acudían a sus fosas nasales. —Gracias, ahora mismo no se me ocurre nada más…
Sus palabras se cortaron en seco cuando escuchó la música, cuando sintió casi casi que le hablaba directamente al corazón. Le miró a los ojos unos instantes, pero era una música que la atrapaba, que casi podía sentir deslizarse por su piel, que casi notaba cómo aceleraba su corazón con el ritmo hipnótico que provocaba. Era un buen músico, tan bueno que tuvo que controlarse para no echarse a bailar en ese mismo momento, para detener sus pies que se movieron con soltura a pesar de la ropa extraña y de su calzado.
—Toca muy bien, pero si sigue así terminaré rompiendo con mi postura de dama respetable y acabaré dando un espectáculo. —bromeó por un momento, intentando quitar hierro al asunto.
Se deslizó entonces para mirar a su alrededor mientras sentía el cosquilleo de la música y mientras andaba, en realidad casi casi bailaba sin darse cuenta, con pasos lentos o rápidos siguiendo el ritmo que marcaba el violín que él tocaba, al tiempo que miraba con atención el lugar, las plantas, los nombres por si se le venía a la mente alguna planta que necesitara.
—Lo comprendo, siendo jóvenes es mejor no herirlos de esta manera, pensé que quizá pudiera tenerlo seco. —comentó con suavidad mientras seguía al hombre con la mirada. Era una buena tienda, tenía tanto semillas, como plantas secas o en proceso de secado, pero lo más fascinante es que había plantas vivas. Le gustaban los aromas que acudían a sus fosas nasales. —Gracias, ahora mismo no se me ocurre nada más…
Sus palabras se cortaron en seco cuando escuchó la música, cuando sintió casi casi que le hablaba directamente al corazón. Le miró a los ojos unos instantes, pero era una música que la atrapaba, que casi podía sentir deslizarse por su piel, que casi notaba cómo aceleraba su corazón con el ritmo hipnótico que provocaba. Era un buen músico, tan bueno que tuvo que controlarse para no echarse a bailar en ese mismo momento, para detener sus pies que se movieron con soltura a pesar de la ropa extraña y de su calzado.
—Toca muy bien, pero si sigue así terminaré rompiendo con mi postura de dama respetable y acabaré dando un espectáculo. —bromeó por un momento, intentando quitar hierro al asunto.
Se deslizó entonces para mirar a su alrededor mientras sentía el cosquilleo de la música y mientras andaba, en realidad casi casi bailaba sin darse cuenta, con pasos lentos o rápidos siguiendo el ritmo que marcaba el violín que él tocaba, al tiempo que miraba con atención el lugar, las plantas, los nombres por si se le venía a la mente alguna planta que necesitara.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
La veo caminar por la tienda, no dejo de tocar al ritmo de sus emociones. Siento dicha que trata de disimular, esa que tiene la gente cuando quiere bailar y soltar su alma para que se llene de sonrisas con la música.
A Violeta le encantaba cuando tocaba así, pues conforme iba alegrándose, la melodía cambiaba a gran medida y su amor hacia mi parecía una orquesta de un sólo instrumentos. Todo eso cambio cuando enloqueció, pues su corazón se volvió confuso, inaudible para mis poderes y solo pude tocar notas tristes sin final alguno, sin esperanzas de que volviera, mi violín se torno a llorar por sus cuerdas al ser tocadas por el arco. Pronto no hubo nada mas que dolor en esa música, nada más que lagrimas.
-Señorita, usted puede hacer lo que guste en este lugar, pues yo no soy nadie para juzgar a una dama y menos a una como usted, que ha tenido la amabilidad de pasar a mi negocio y llenarlo de su deslumbrante belleza.
Veo sus pasos delicados al dar, como luchando contra sus pies para que no digan el ritmo de la melodía que sigo para ella. Me dejo llevar y escucho emociones más adentro, de pasiones y alegrías que toda clase de persona vive, pues sólo puedo ver su corazón, no sus recuerdos. Pero el corazón es, al final, el espejo del alma.
-¿Ha encontrado algo que le gustara?-le digo sonriendo.
A Violeta le encantaba cuando tocaba así, pues conforme iba alegrándose, la melodía cambiaba a gran medida y su amor hacia mi parecía una orquesta de un sólo instrumentos. Todo eso cambio cuando enloqueció, pues su corazón se volvió confuso, inaudible para mis poderes y solo pude tocar notas tristes sin final alguno, sin esperanzas de que volviera, mi violín se torno a llorar por sus cuerdas al ser tocadas por el arco. Pronto no hubo nada mas que dolor en esa música, nada más que lagrimas.
-Señorita, usted puede hacer lo que guste en este lugar, pues yo no soy nadie para juzgar a una dama y menos a una como usted, que ha tenido la amabilidad de pasar a mi negocio y llenarlo de su deslumbrante belleza.
Veo sus pasos delicados al dar, como luchando contra sus pies para que no digan el ritmo de la melodía que sigo para ella. Me dejo llevar y escucho emociones más adentro, de pasiones y alegrías que toda clase de persona vive, pues sólo puedo ver su corazón, no sus recuerdos. Pero el corazón es, al final, el espejo del alma.
-¿Ha encontrado algo que le gustara?-le digo sonriendo.
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
¿Cuánto hacía que no se sentía así? La música era un canto de sirena que no podía omitir, que la hacía moverse, bailar, sentir. Se deslizaba por su cuerpo como la lluvia de la primavera empapándola, hipnotizándola, haciéndola vibrar como un diapasón. Éabann no pudo evitar cerrar los ojos y sin darse cuenta su cuerpo se movió al ritmo de la música durante unos instantes, unos segundos que dejó que la voz del violín la envolviera por completo como si se encontrara en una cúpula donde no había nada más que ese maravillo instrumento que hechizaba sus sentidos. La morena era alguien que amaba la música, que disfrutaba con ella, que provocaba que recordara momentos más hermosos y más llenos de felicidad. Respiró hondo, inhaló con fuerza la fragancia de las plantas y por un momento, cuando le escuchó hablar se detuvo.
Y sonrió, no fue una sonrisa falsa como solía curvar sus labios cuando se encontraba con todas las defensas alzadas, sino que fue un momento en el que su rostro se trasformó mostrando alegría y, por qué no decirlo, una cierta sensualidad. Sus ojos verdes brillaban mientras miraba al hombre. Volvió entonces su mirada hacia las baldas que tenía delante de sus ojos y miró las plantas que había colocadas pulcramente en ellas. Sus ojos experimentados no se desviaron, sino que alzó la mano enguantada acariciando por un instante la madera.
—Hacéis magia con vuestro violín. —logró decir, sin saber hasta qué punto había acertado. Por un momento parpadeó como si saliera de algún tipo de trance en el que la música la había envuelto y suspiró. Un suspiro suave seguido por una risa ligera. —Disculpad… sí… creo que he encontrado algo. —observó la planta, la bella flor blanca con las puntas rojas que tenía delante de sí. —Adormidera. —volvió su mirada entonces hacia el hombre.—Y … ¿tenéis Flor de la Pasión y hierba de San Juan?
Y sonrió, no fue una sonrisa falsa como solía curvar sus labios cuando se encontraba con todas las defensas alzadas, sino que fue un momento en el que su rostro se trasformó mostrando alegría y, por qué no decirlo, una cierta sensualidad. Sus ojos verdes brillaban mientras miraba al hombre. Volvió entonces su mirada hacia las baldas que tenía delante de sus ojos y miró las plantas que había colocadas pulcramente en ellas. Sus ojos experimentados no se desviaron, sino que alzó la mano enguantada acariciando por un instante la madera.
—Hacéis magia con vuestro violín. —logró decir, sin saber hasta qué punto había acertado. Por un momento parpadeó como si saliera de algún tipo de trance en el que la música la había envuelto y suspiró. Un suspiro suave seguido por una risa ligera. —Disculpad… sí… creo que he encontrado algo. —observó la planta, la bella flor blanca con las puntas rojas que tenía delante de sí. —Adormidera. —volvió su mirada entonces hacia el hombre.—Y … ¿tenéis Flor de la Pasión y hierba de San Juan?
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Sonrío al escuchar la palabra Magia. Tal vez ya se entero, así como yo me di cuenta, por sus pasos tan finos y bellos, de lo que es en verdad. Coloco el violín en su lugar sobre la mesa de madera oscura y lo acaricio, justo en el costado donde el nombre de Violeta se deja ver. Recordar a mi mujer siempre es un evento nostálgico, no es algo que suelo mostrar a los demás y mas cuando pierdo el control y comienzo a golpear todo a mi alrededor, espero no pase en esta tienda, como pasa en casa.
Camino despacio sobre el piso de madera, que rechina muy pocas veces y esta vez lo hace. Me inclino hacia un estante y saco la hierba de San Juan, liberando su aroma por el lugar. Camino hacia atrás unos cuantos pasos y la flor de la pasión se deja ver. Ambos son usados, en particular, por los gitanos más que por los brujos, nosotros utilizamos otras flores aparte de la de la pasión, por lo que confirmo de nuevo quien es la preciosa chica.
-Usted tiene un exquisito gusto por las plantas, señorita, sabe sus nombres y de seguro para que sirven cada una, es por eso que es una bella gitana seguramente-le digo sonriendo.
Camino de regreso a mi instrumento y lo tomo, lo llevo hasta con ella y se lo ofrezco.
-¿Gusta tocar algo mas de sus costumbres?-le digo con amabilidad- Tal vez le gusten mas que lo que yo toco.
Camino despacio sobre el piso de madera, que rechina muy pocas veces y esta vez lo hace. Me inclino hacia un estante y saco la hierba de San Juan, liberando su aroma por el lugar. Camino hacia atrás unos cuantos pasos y la flor de la pasión se deja ver. Ambos son usados, en particular, por los gitanos más que por los brujos, nosotros utilizamos otras flores aparte de la de la pasión, por lo que confirmo de nuevo quien es la preciosa chica.
-Usted tiene un exquisito gusto por las plantas, señorita, sabe sus nombres y de seguro para que sirven cada una, es por eso que es una bella gitana seguramente-le digo sonriendo.
Camino de regreso a mi instrumento y lo tomo, lo llevo hasta con ella y se lo ofrezco.
-¿Gusta tocar algo mas de sus costumbres?-le digo con amabilidad- Tal vez le gusten mas que lo que yo toco.
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Éabann observó sus movimientos en silencio, con cierta curiosidad, al tiempo que escuchaba cómo la madera del suelo rechinaba. La música había terminado y por un momento un gesto de desencanto mal disimulado se pudo leer con claridad en su rostro. Escuchó entonces sus palabras, sonriendo brevemente, aunque un gesto de curiosidad se reflejó en sus ojos. Pensaba que lo había hecho bien, que había podido mantener el disfraz de una mujer de clase media, pero estaba visto que su interlocutor era más observador de lo que hubiera pensado o quizá que tenía buena vista para ese tipo de cosas. Fue entonces cuando su curiosidad le llevó a ver más allá de lo que los ojos veían, mientras que un cosquilleo en la nuca le indicaba que el hombre que estaba delante de ella no era lo que en un primer momento hubiera pensado. Era un brujo, casi podía ver con claridad las corrientes de energía que se deslizaban por su cuerpo, como si se concentraran en torno a él.
No había tenido demasiados tratos a lo largo de su vida con brujos; encuentros fortuitos que no habían llevado a gran cosa. Esa era la primera vez que hablaba de forma tranquila, incluso abierta aunque estuvieran hablando de plantas, con alguno. Tomó con suavidad la planta de adormidera que se encontraba delante de ella en la estantería y se giró para mirarle acercándose hasta el mostrador donde habían quedado el resto de las plantas que necesitaba.
—Se me había olvidado que los brujos podían mirar más allá de las simples apariencias. —contestó con suavidad y una ligera diversión mientras le miraba. —Además que está claro que es un gran observador, pensaba que se me daba mejor representar este papel.
El gesto de entregarle su violín hizo que la mirada verde de la mujer se clavara en la de él, tomando el instrumento como si fuera una rara y bella reliquia. Acarició suavemente la madera, no esperaba poder tener la oportunidad de tocar un instrumento como aquel.
—¿Está seguro? Para un violinista su violín es su objeto más preciado y puedo ver que siente verdadero cariño por este. —mientras hablaba se puso el violín en posición, apoyando con suavidad la barbilla en el extremo y el arco en posición, dejando que unas delicadas notas llegaran con rapidez para cubrir el silencio de la tienda. Oh, sí, era delicioso.
No había tenido demasiados tratos a lo largo de su vida con brujos; encuentros fortuitos que no habían llevado a gran cosa. Esa era la primera vez que hablaba de forma tranquila, incluso abierta aunque estuvieran hablando de plantas, con alguno. Tomó con suavidad la planta de adormidera que se encontraba delante de ella en la estantería y se giró para mirarle acercándose hasta el mostrador donde habían quedado el resto de las plantas que necesitaba.
—Se me había olvidado que los brujos podían mirar más allá de las simples apariencias. —contestó con suavidad y una ligera diversión mientras le miraba. —Además que está claro que es un gran observador, pensaba que se me daba mejor representar este papel.
El gesto de entregarle su violín hizo que la mirada verde de la mujer se clavara en la de él, tomando el instrumento como si fuera una rara y bella reliquia. Acarició suavemente la madera, no esperaba poder tener la oportunidad de tocar un instrumento como aquel.
—¿Está seguro? Para un violinista su violín es su objeto más preciado y puedo ver que siente verdadero cariño por este. —mientras hablaba se puso el violín en posición, apoyando con suavidad la barbilla en el extremo y el arco en posición, dejando que unas delicadas notas llegaran con rapidez para cubrir el silencio de la tienda. Oh, sí, era delicioso.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Se tardo un poco en darse cuanta que soy brujo, tal vez aun no esta acostumbrada a los tratos con los de mi especie. Si sigue viniendo aquí se acostumbrara seguramente.
-Veo que se dio cuenta de lo que soy, esta bien, supongo que no es fácil esconderse de los gitanos. Pero su disfraz es bueno, si no hubiera sido lo que soy, no me hubiera dado cuenta. Aun así, no veo por que esconderse entre ropas que no son suyas.
Mientras toma el violín y lo toca yo acaricio las plantas, asegurándome que estén en excelentes condiciones. Escucho como toca, parece disfrutar cada nota que sale del instrumento, como si este le hablara y le dijera mil y un historias en cada caricia de sus cuerdas contra el arco.
-El violín se llama Violeta, como mi esposa, bueno, mi ex-esposa. Ella murió hace un par de años, a veces siento que toco para ella. No me molesta que alguien toque mi instrumento, pues al sentirlo seguramente me siente a mi. Como si trajera mi presencia en el.
-Veo que se dio cuenta de lo que soy, esta bien, supongo que no es fácil esconderse de los gitanos. Pero su disfraz es bueno, si no hubiera sido lo que soy, no me hubiera dado cuenta. Aun así, no veo por que esconderse entre ropas que no son suyas.
Mientras toma el violín y lo toca yo acaricio las plantas, asegurándome que estén en excelentes condiciones. Escucho como toca, parece disfrutar cada nota que sale del instrumento, como si este le hablara y le dijera mil y un historias en cada caricia de sus cuerdas contra el arco.
-El violín se llama Violeta, como mi esposa, bueno, mi ex-esposa. Ella murió hace un par de años, a veces siento que toco para ella. No me molesta que alguien toque mi instrumento, pues al sentirlo seguramente me siente a mi. Como si trajera mi presencia en el.
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Le miró con gesto tranquilo mientras hablaba y una ligera sonrisa apareció sus labios ante su apreciación. Sí, mucha gente no entendía por qué tomaba ropas que, en cierta manera, no le pertenecían. Se había acostumbrado a ellas, había terminado por vestirlas con toda la comodidad del mundo… o al menos toda la comodidad necesaria. Al principio se lo había tomado como una diversión más, como una forma de mejorar su habilidad de disfraz, después se había dado cuenta de lo útil que podía ser que la consideraran una persona respetable. No se sentía incómoda siendo lo que era ni mucho menos, estaba orgullosa de ello, pero sabía sacarle partido a todo.
—Es agradable saberlo, llevo demasiado tiempo tomando ropas prestadas. —contestó con una media sonrisa, divertida en todo caso. —Si lo hago así es porque es más fácil pasar desapercibida, además que debe reconocerme que no solemos ser bien aceptados en la mayor parte de los lugares.
No, no lo eran, lo sabía demasiado bien. Con suavidad comenzó a tocar, dejando que la música les envolviera a los dos. Era una música suave, casi melancólica, pero que lentamente comenzó a tomar forma en una tonada rica, rápida e incluso divertida. Sonrió por un momento, sin detenerse al escuchar sus palabras, sonrisa que se apagó por unos instantes cuando dijo lo de su mujer.
—Lamento la pérdida, es muy duro perder a una persona que se ha amado. —el tono era grave, a pesar de la juventud de la morena estaba claro que sabía de qué hablaba. —Es un buen tributo que lleve su nombre y que toquéis para ella, estoy segura de que la alegráis cuando es así.
Una nueva sonrisa apareció en sus labios, cambiando el tono de la canción a una de esas músicas que provocan que la otra persona sienta necesidad de bailar. Ella misma se movía con las notas que salían del violín como si este fuera su compañero de baile en ese momento.
—Es agradable saberlo, llevo demasiado tiempo tomando ropas prestadas. —contestó con una media sonrisa, divertida en todo caso. —Si lo hago así es porque es más fácil pasar desapercibida, además que debe reconocerme que no solemos ser bien aceptados en la mayor parte de los lugares.
No, no lo eran, lo sabía demasiado bien. Con suavidad comenzó a tocar, dejando que la música les envolviera a los dos. Era una música suave, casi melancólica, pero que lentamente comenzó a tomar forma en una tonada rica, rápida e incluso divertida. Sonrió por un momento, sin detenerse al escuchar sus palabras, sonrisa que se apagó por unos instantes cuando dijo lo de su mujer.
—Lamento la pérdida, es muy duro perder a una persona que se ha amado. —el tono era grave, a pesar de la juventud de la morena estaba claro que sabía de qué hablaba. —Es un buen tributo que lleve su nombre y que toquéis para ella, estoy segura de que la alegráis cuando es así.
Una nueva sonrisa apareció en sus labios, cambiando el tono de la canción a una de esas músicas que provocan que la otra persona sienta necesidad de bailar. Ella misma se movía con las notas que salían del violín como si este fuera su compañero de baile en ese momento.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Sonrío mientras ella toca una melodía bailable, suficiente para que una gitana se mueva y baile. No soy muy dado a eso, bailar solo nunca a sido lo mío.
Me acerco a la joven que sigue tocando. Me acerco a mi instrumento y paso el dedo sobre el, sus cuerdas brillan suavemente y por un segundo la madera cambia a un tono mas claro de madera.
Tomo rápidamente su mano y la jalo hacia mí dando la vuelta al violín. El instrumento se queda flotando a la altura donde la gitana lo tenia. Pongo bien mi mano en su espalda y la otra junto a la suya.
-No funciono muy bien en baile individual, pero en pareja es diferente- le digo sonriendo mientras comienzo a guiarla en la danza-conozco la música gitana-Le digo moviéndome al ritmo exacto de la canción como si fuera de dos.
El violín sigue flotando, ahora moviéndose alrededor de nosotros, para luego comenzar a pasar frente a los estantes, entre las hojas de los arboles, pasando bajo el piso hasta regresar a su lugar, moviéndose, como nosotros, al ritmo de la canción.
-No le he dicho mi nombre, soy Rayner Andrews, el dueño de este lugar como ya debe de haber supuesto que soy el dueño de este lugar. Debo de admitir que supe que era una gitana por que son algo así como mi debilidad-sonrío levemente avergonzado. -Disculpe tal vez quería seguir tocando-le digo mientras el violín se aproxima a ella.
Me acerco a la joven que sigue tocando. Me acerco a mi instrumento y paso el dedo sobre el, sus cuerdas brillan suavemente y por un segundo la madera cambia a un tono mas claro de madera.
Tomo rápidamente su mano y la jalo hacia mí dando la vuelta al violín. El instrumento se queda flotando a la altura donde la gitana lo tenia. Pongo bien mi mano en su espalda y la otra junto a la suya.
-No funciono muy bien en baile individual, pero en pareja es diferente- le digo sonriendo mientras comienzo a guiarla en la danza-conozco la música gitana-Le digo moviéndome al ritmo exacto de la canción como si fuera de dos.
El violín sigue flotando, ahora moviéndose alrededor de nosotros, para luego comenzar a pasar frente a los estantes, entre las hojas de los arboles, pasando bajo el piso hasta regresar a su lugar, moviéndose, como nosotros, al ritmo de la canción.
-No le he dicho mi nombre, soy Rayner Andrews, el dueño de este lugar como ya debe de haber supuesto que soy el dueño de este lugar. Debo de admitir que supe que era una gitana por que son algo así como mi debilidad-sonrío levemente avergonzado. -Disculpe tal vez quería seguir tocando-le digo mientras el violín se aproxima a ella.
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Magia, en su estilo más puro. Sorprendida Éabann observa cómo el violín comienza a tocar solo mientras que se encuentra de sopetón en los brazos del hombre. Una risa divertida, como hacía mucho que no soltaba, se escapa de sus labios al tiempo que comienza a bailar con el hombre que parece conocer los pasos, algo que no puede evitar sorprenderla.
—¿Cómo la ha conocido? No muchos más allá de los de mi etnia los conocen. —comentó con curiosidad mientras que se mueve con él.
Sus ojos verdes se desvían del hombre observando el trayecto que hace el violín. Es hermoso verle tocar como si estuviera vivo. El arco se mueve, la música suena envolviéndolos. Sus pasos vuelan sobre el suelo de madera con facilidad a pesar de las pesadas ropas que lleva puestas. Jamás hubiera imaginado que terminaría así esa mañana, cuando fue a buscar un lugar donde abastecerse de plantas. Le sonrió con suavidad al escuchar su nombre, sí, había imaginado que era el dueño, pero lo que jamás se hubiera imaginado es la respuesta que obtiene a continación.
—Éabann Dargaard. —contestó con suavidad, sin dar su segundo nombre. Es curioso cómo su nombre gaélico y su apellido propio de los de su etnia se juntan, dando a conocer parte de su vida sin que ella se dé ni cuenta. Se detuvo un momento, mirándole a los ojos y no al violín que se mueve hacia ella. —¿Su debilidad? —pregunta por un momento sin entender, hasta que una luz aparece parpadeante en su cabeza. —Vale, creo que entiendo.
Se mueve suavemente hacia atrás mirando al hombre, cogiendo el violín que brilla con suavidad gracias a la magia que ha traspasado Rayner a la madera.
—En ocasiones nos gusta lo prohibido ¿no es verdad? —el tono no es recriminatorio, sino curioso. ¿Qué verá el mago en las gitanas? ¿Quizá la libertad que no se puede ver en las mujeres de su clase? —¿Qué es lo que le gusta de nosotras?
—¿Cómo la ha conocido? No muchos más allá de los de mi etnia los conocen. —comentó con curiosidad mientras que se mueve con él.
Sus ojos verdes se desvían del hombre observando el trayecto que hace el violín. Es hermoso verle tocar como si estuviera vivo. El arco se mueve, la música suena envolviéndolos. Sus pasos vuelan sobre el suelo de madera con facilidad a pesar de las pesadas ropas que lleva puestas. Jamás hubiera imaginado que terminaría así esa mañana, cuando fue a buscar un lugar donde abastecerse de plantas. Le sonrió con suavidad al escuchar su nombre, sí, había imaginado que era el dueño, pero lo que jamás se hubiera imaginado es la respuesta que obtiene a continación.
—Éabann Dargaard. —contestó con suavidad, sin dar su segundo nombre. Es curioso cómo su nombre gaélico y su apellido propio de los de su etnia se juntan, dando a conocer parte de su vida sin que ella se dé ni cuenta. Se detuvo un momento, mirándole a los ojos y no al violín que se mueve hacia ella. —¿Su debilidad? —pregunta por un momento sin entender, hasta que una luz aparece parpadeante en su cabeza. —Vale, creo que entiendo.
Se mueve suavemente hacia atrás mirando al hombre, cogiendo el violín que brilla con suavidad gracias a la magia que ha traspasado Rayner a la madera.
—En ocasiones nos gusta lo prohibido ¿no es verdad? —el tono no es recriminatorio, sino curioso. ¿Qué verá el mago en las gitanas? ¿Quizá la libertad que no se puede ver en las mujeres de su clase? —¿Qué es lo que le gusta de nosotras?
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Dejo quieto el violín, que baile suavemente en el mismo lugar, flotando sobre unas de las hojas que los arboles más grandes que están en el interior, esos que apenas caben por la puerta. Siguiendo la música mantengo mi mano en la espalda de la muchacha y mi mano junto con al de ella, bailando un ritmo que pocas veces escuche en aquellas ocasiones que he visitado a Lyuba y que me ha ensañado estas danzas.
-Supongo que todas tenemos un fetiche en partículas, señorita-le digo sin parar de bailar-El mío son las plantas, la magia y las gitanas. Es curioso el misterio que ustedes guardan en sus corazones y las historias que crean en su mente. Aun así creo que lo que más me fascina son sus danzas y su increíble astucia, que las ha llevado a tener la mala fama de ladronas. Aun así conozco a un gitano con el que hago negocios, entonces no son tan malos.
Dirijo la danza entre vueltas de ella y mías, la música se lleva bien con el lugar, haciendo que se quede encerrada en el mismo, que parezca mas de un violín siendo tocado, como si una orquesta entera hiciera la magia que yo hago.
-Seguramente pensara mal de mí, si sigo haciendo comentarios como estos y no deseo hacerla sentir incomoda-le digo al terminar la danza y el violín vuela de nuevo a mis manos- ¿Qué más le podría decir? Ustedes tienen algo
-Supongo que todas tenemos un fetiche en partículas, señorita-le digo sin parar de bailar-El mío son las plantas, la magia y las gitanas. Es curioso el misterio que ustedes guardan en sus corazones y las historias que crean en su mente. Aun así creo que lo que más me fascina son sus danzas y su increíble astucia, que las ha llevado a tener la mala fama de ladronas. Aun así conozco a un gitano con el que hago negocios, entonces no son tan malos.
Dirijo la danza entre vueltas de ella y mías, la música se lleva bien con el lugar, haciendo que se quede encerrada en el mismo, que parezca mas de un violín siendo tocado, como si una orquesta entera hiciera la magia que yo hago.
-Seguramente pensara mal de mí, si sigo haciendo comentarios como estos y no deseo hacerla sentir incomoda-le digo al terminar la danza y el violín vuela de nuevo a mis manos- ¿Qué más le podría decir? Ustedes tienen algo
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
Los pies de ambos parecían compenetrarse a la perfección mientras bailaban. La morena simplemente se dejaba llevar por unos pasos que llevaba años conociendo, por la música, y por la forma de moverse del hombre mientras escuchaba sus palabras. La sorprendía, tenía que reconocerlo, jamás hubiera imaginado que alguien de su posición y con su magia pudiera sentir esa fascinación por ellas. Siempre había considerado que la magia que ellos hacían era especial y única, diferente a la suya propia, pero a la vez bastante similar. Sonrió ligeramente mientras giraba una y otra vez, mientras su cuerpo se movía con facilidad a pesar de las pesadas ropas que llevaba.
Una vez más consideró que estaban locos por llevar un peso como aquel con lo fácil que era ir con una ropa mucho más cómoda. Se detuvo entonces, cuando él lo hizo y el violín volvió de nuevo a las manos de Rayner como si lo pudiera llamar simplemente con la mente. Sus ojos verdes siguieron el recorrido que hacía con curiosidad hasta que finalmente lo cogió en sus manos y pareció que el hechizo que los rodeaba explotó antes sus ojos, dejando escapar un suave suspiro.
—Jamás hubiera pensado que alguien como usted sintiera tal fascinación. —reconoció finalmente, sonriendo ligeramente mientras le miraba. —Quiero decir… por regla general he visto que los hombres de su posición nos consideran poco más que insectos a los que aplastar. Como bien ha dicho tenemos una fama de ladrones y embusteros, que siempre provoca que las autoridades se tensen en cuanto nos acercamos demasiado. —hizo una mueca, pero sus ojos verdes brillaban sin poder evitarlo. —Parece ser que conoce a bastante de mi gente… en eso me gana, no llevo más que unos pocos días aquí y aún no he tenido la oportunidad de ir a visitarlos.
Sonrió de medio lado mientras le miraba, una sonrisa cargada de misterio y cierta picardía. Era una sonrisa que no podía evitar en ocasiones, que aparecía sola. Respiró hondo, dejando que la cantidad de aromas a plantas que había a su alrededor se deslizara por su cuerpo y por su mente. Era una maravilla haber encontrado un lugar así en mitad de la gran ciudad.
Una vez más consideró que estaban locos por llevar un peso como aquel con lo fácil que era ir con una ropa mucho más cómoda. Se detuvo entonces, cuando él lo hizo y el violín volvió de nuevo a las manos de Rayner como si lo pudiera llamar simplemente con la mente. Sus ojos verdes siguieron el recorrido que hacía con curiosidad hasta que finalmente lo cogió en sus manos y pareció que el hechizo que los rodeaba explotó antes sus ojos, dejando escapar un suave suspiro.
—Jamás hubiera pensado que alguien como usted sintiera tal fascinación. —reconoció finalmente, sonriendo ligeramente mientras le miraba. —Quiero decir… por regla general he visto que los hombres de su posición nos consideran poco más que insectos a los que aplastar. Como bien ha dicho tenemos una fama de ladrones y embusteros, que siempre provoca que las autoridades se tensen en cuanto nos acercamos demasiado. —hizo una mueca, pero sus ojos verdes brillaban sin poder evitarlo. —Parece ser que conoce a bastante de mi gente… en eso me gana, no llevo más que unos pocos días aquí y aún no he tenido la oportunidad de ir a visitarlos.
Sonrió de medio lado mientras le miraba, una sonrisa cargada de misterio y cierta picardía. Era una sonrisa que no podía evitar en ocasiones, que aparecía sola. Respiró hondo, dejando que la cantidad de aromas a plantas que había a su alrededor se deslizara por su cuerpo y por su mente. Era una maravilla haber encontrado un lugar así en mitad de la gran ciudad.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
-¿Insectos dice? Es un término muy cruel francamente-le digo- Todos somos diferentes y encontramos una manera diferente de cómo vivir. Los humanos no son demonios por tenerle miedo a lo que desconocen, solo son tarados-le digo sonriendo-un montón de tarados.
Dejo mi violín en su lugar sobre la mesa, sacudiéndolo un poco. Veo como la chica ve toda la tienda, la inspecciona con una pasión envidiable incluso para mí. Me recuerda a mi esposa, cuando soñó con tener un lugar como este, yo vivo el sueño que ella quería para los dos.
-Esta tienda, no sólo es un establecimiento, es un sueño hecho realidad, un recuerdo a la memoria de mi mujer, el cual he completado con mis propias metas. Aquí hay un refugio para magos fugitivos, que pueden estar a salvo en lo que los humanos lo cazan con desesperación. También hago tratos con gitanos, que me llama la atención ¿Por qué no ha convivido con ellos? ¿Acaso no vive en el area de gitanos a las afueras de la ciudad?
Dejo mi violín en su lugar sobre la mesa, sacudiéndolo un poco. Veo como la chica ve toda la tienda, la inspecciona con una pasión envidiable incluso para mí. Me recuerda a mi esposa, cuando soñó con tener un lugar como este, yo vivo el sueño que ella quería para los dos.
-Esta tienda, no sólo es un establecimiento, es un sueño hecho realidad, un recuerdo a la memoria de mi mujer, el cual he completado con mis propias metas. Aquí hay un refugio para magos fugitivos, que pueden estar a salvo en lo que los humanos lo cazan con desesperación. También hago tratos con gitanos, que me llama la atención ¿Por qué no ha convivido con ellos? ¿Acaso no vive en el area de gitanos a las afueras de la ciudad?
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
No pudo evitar que una sonrisa ligera, divertida, curvara sus labios al escuchar las palabras del hombre, asintiendo por un momento dándole la razón. Cada cual era diferente, todos tenían sus cosas, sus problemas, sus fortalezas y sus debilidades. No tendía demasiado por qué parecía siempre que unos pocos gobernaban a los demás, pero siempre era así, algo incompresible para un alma libre como era Éabann. Frunció ligeramente el ceño y después miró cuando volvió a hablar. Estaba claro que aquella mujer había sido un mundo para el hombre que hacía unos minutos había bailado con ella. En cierta manera lo envidiaba, pocas veces se encontraba con un amor de esas características.
—Es un bonito sueño, un verdadero sueño.—contestó mientras se movía ligeramente por el lugar para finalmente detenerse delante de él una vez más.—Además siempre se necesita un lugar donde refugiarse si la cosas se ponen feas.—le miró entonces a los ojos con una ligera sonrisa.—Debió de amarla mucho, estoy segura de que aún la tiene en el corazón.
Algo había en su mirada que le indicaba que seguía presente para el hombre. No sabía cuán lejos había sido la falta que tenía. Suspiró brevemente por un momento al escuchar sus palabras y encogió un hombro por un momento en un gesto que indicaba que no estaba del todo muy segura de qué contestarle.
—No he tenido todavía tiempo y debo reconocer que voy un poco por libre. He llegado a París después de haber estado unos meses vagando sola por Francia y no sé tampoco el tiempo que voy a permanecer aquí.—al decirlo miró una vez más la tienda, hablando esta vez sin mirarlo.—Aunque podría ser un buen lugar para comenzar de nuevo.—dijo en un ligero susurro.
—Es un bonito sueño, un verdadero sueño.—contestó mientras se movía ligeramente por el lugar para finalmente detenerse delante de él una vez más.—Además siempre se necesita un lugar donde refugiarse si la cosas se ponen feas.—le miró entonces a los ojos con una ligera sonrisa.—Debió de amarla mucho, estoy segura de que aún la tiene en el corazón.
Algo había en su mirada que le indicaba que seguía presente para el hombre. No sabía cuán lejos había sido la falta que tenía. Suspiró brevemente por un momento al escuchar sus palabras y encogió un hombro por un momento en un gesto que indicaba que no estaba del todo muy segura de qué contestarle.
—No he tenido todavía tiempo y debo reconocer que voy un poco por libre. He llegado a París después de haber estado unos meses vagando sola por Francia y no sé tampoco el tiempo que voy a permanecer aquí.—al decirlo miró una vez más la tienda, hablando esta vez sin mirarlo.—Aunque podría ser un buen lugar para comenzar de nuevo.—dijo en un ligero susurro.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Abasteciéndome. {Rayner Andrews}
-Supongo que muchos hemos venido aquí para comenzar de Nuevo, olvidar lo que fuimos ayer y rehacer nuestra vida, ladrillo por ladrillo. Por mi parte, escapo de otras cosas, el hecho de ser brujo no me da mucha fama en mi tierra natal-le digo riéndome un poco-seguramente si voy me cazarían sin piedad.
Siento algo de tristeza en su corazón mientras habla, ese sentimiento de nostalgia que nos da cuando extrañamos nuestra vida de ayeres, Yo mismo me he dejado llevar por la nostalgia varias veces, pero al final es mejor simplemente pensar en el mañana y ser felices.
-Si ha estado viajando, de seguro conoce muchos lugares de este mundo. Yo conocí algunos en mi juventud, pero debo de admitir que es la segunda vez que vengo a esta ciudad. Aquino saben de mis habilidades confío en usted para que no las divulgue, no es fácil conseguir una tienda así y que todos crean que eres un simple humano. Entre tanto platica he olvidado preguntarle ¿Desea algo mas?
Siento algo de tristeza en su corazón mientras habla, ese sentimiento de nostalgia que nos da cuando extrañamos nuestra vida de ayeres, Yo mismo me he dejado llevar por la nostalgia varias veces, pero al final es mejor simplemente pensar en el mañana y ser felices.
-Si ha estado viajando, de seguro conoce muchos lugares de este mundo. Yo conocí algunos en mi juventud, pero debo de admitir que es la segunda vez que vengo a esta ciudad. Aquino saben de mis habilidades confío en usted para que no las divulgue, no es fácil conseguir una tienda así y que todos crean que eres un simple humano. Entre tanto platica he olvidado preguntarle ¿Desea algo mas?
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