Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)

por **Soren Kaarkarogf** Lun Jun 07, 2010 9:31 pm

La tienda "Minnen Butik" de antiguedades y recuerdos no aparentaba ser el tipo de lugar frecuentado por los exquicitos paladares de los distinguidos burgueses y nobles de Paris, por el contrario, parecía ser el tipo de agujero que sólo gitanos, brujas y humanos de clase baja visitarían en busca de alguna baratija curiosa. De apariencia modesta en su exterior y oscuro interior, muchas personas preferían pasar de largo sin atreverse a descubrir la mercancía. Pero eso precisamente lo que a Soren le encantaba del lugar.

Soren había crecido en la abundancia, su padre había sido un poderoso señor feudal en suecia, había pasado su infancia en las comodidades de un castillo, escondiéndose tras las enaguas de su madre en las fiestas y eventos sociales burgueses y gracias a ello, Soren había aprendido a valorar los objetos por su funcion y no por su valor en dinero. Quería que las personas que entraran en su tienda, compraran con el corazón más que con el bolsillo y que las cosas que se exibían allí, curiosas y poco comunes, cumplieran una función especial y no terminaran siendo adornos más entre los cientos de poseciones que los ricos solían coleccionar.

Entre más extraño el cliente, mucho mejor, pensaba observando con ensoñación la entrada desierta.

Esa noche, particularmente, había terminado las clases en la universidad y se encontraba sentado en el escritorio que se encontraba bien al fondo de la tienda, con un candelabro iluminando paulatinamente su rostro y un montón de libros de literatura clásica e historia del arte desordenadamente esparcidos por la mesa, a su lado un aviso ponía "Compre con el corazón y no sólo con su bolsillo".

Estaba sumamente concentrado en sus apuntes y desvarios que no se dio cuenta que hablaba en voz alta y que otra persona había entrado en la tienda.

- Definitivamente, brujas, gitanos y gente rara son lo mejor... entre más bizarro mejor... -

por **Miranda Schreiber** Lun Jun 07, 2010 9:46 pm

Era hora de despertar. Los ojos azules habían estado ocultos por horas, pero a la vez la fina membrana de piel no había terminado por cubrirlos del todo. Un pequeño movimiento de mi cuerpo delata el quiebre de las hojas. Lentamente mi cuerpo se va incorporanod para poder ver donde había estado la noche anterior. Mi cabello rubio sujeto, una pollera roja con un tajo poco decoroso exponiendo parte de mi nívea y enfermiza rodilla exponiendo el hueso. Pero no por ello menos fina y tentadora que la de cualquier otra joven en la flor de una tierna vida. Una camisa negra y un corsé marrón de cuero terminaban por enmarcar una silueta envidiable de la cual cualquiera le hubiera dado uso salvo yo. Poco me importaba pese a llevarla con uan gracia irreal, no de alta gama sino en una pose fiera y protectora que poco alentaba a permanecer pese a la belleza.

Mis ojos recorren los troncos que me rodeaban, pocos. Debía estar en el linde del bosque de robles. Termino por incorporarme con un fuerte dolor de cabeza. Miranda...Oh mierda, ahí estabas. ¿Qué, pensabas que podías acabarme con tus estúpidas drogas? Ya cállate, solo quédate en silencio! ¿Quiéres dejar de pensar? Quiero dejar de existir.

Demasiado furiosa comienzo a caminar para terminar por relajarme al otro segundo. La bipolaridad era demasiado extraña como para darle un nombre pero la había aceptado tanto como mi verdadero ser. Una luz a lo lejos era lo único que mantenía mi andar en línea. Tras unos minutos llego a una puerta oscura. Mis ojos se cierran sin abrirla para sentir una fuerte presión y atracción. Si, debía ser un lugar "especial". La puerta se abre sin el chirrido que tranquilamente podría haberme acompañado. Mis zapatos apenas hacen ruido cuando me adentro liberando el pelo de la coleta, dejándolo caer ondulado por mi espalda. Mi mano recorre sin tocar nada un estante mientras mis ojos se cierran. A donde fuera más fuerte iría.

Algo explota. Mis pies me obligan a dar un gran paso hacia el final del pasillo. Mis ojos azules se abren clavándolos penetrantes en donde sea que mi subconciente había elegido. Había un joven allí sentado junto con un libro. Mi mirada se clava independientemente en él sin mediar palabra. Me giro y voy hacia un estante perpendicular ignorándolo. No, no lo buscaba a él. Buscaba algún objeto no personas. Estúpida Miranda, el impulso te llevó porque no es normal. Ahora busca con los ojos un café que te despierte.

por **Soren Kaarkarogf** Lun Jun 07, 2010 10:24 pm

Cuando terminó de decir esas palabras en voz alta, fue consciente de que habían unas irises azules, como el cielo mismo mirándo en su dirección. Se quedó como congelado entre la verguenza de que ella pudiera haber escuchado lo que acababa de decir y la belleza misteriosa que tramitía su rostro y ropas.

- Bi...bienvenida - Exclamó más por reflejo. La mujer le miraba, penetrándole como si sus ojos fueran un par de dagas afiladas, y al mismo tiempo como si no le estuviera mirando a él, como si de alguna manera esos ojos estuvieran atravesando su cuerpo y estuvieran fijos en algo detrás de él, más allá en un lugar que otros mortales no podian alcanzar.

Soren no solía mirar a las personas a los ojos, de hecho evitaba ciertamente ese contacto, porque sentía que podrían arrancale su intimidad através de los suyos, alguien alguna vez le había dicho que sus ojos eran demasiado transparentes y que reflejaban mucho de él, sin embargo con aquella desconocida, no pudo evitar quedarse mirándole, sintiéndo algo especial en ella a pesar de que no tenia un aura sobre natural como los demás vampiros y creaturas no humanas.

Era una humana, Aunque probablemente había algo más. Le embargó la curiosidad. Se acomodó las gafas y se apoyó en el escritorio.

- ¿Busca algo especial joven dama? -

por **Miranda Schreiber** Lun Jun 07, 2010 10:53 pm

Quieta, tranquila. Oh vamos Miranda ¿En serio eres tan torpe? BASTA. Déjame en paz por 5 minutos, solo eso te pido. Atormentarás mi vida hasta que la muerte nos divorcie ¿Y no temes a Dios? ¿Me estás burlando Miranda? ¿Qué Dios? Tu me gobiernas a mi, esto es una tiranía sobre una sola persona. Somos dictadoras y autodestructivas. ¿Te apidas de ti misma? No, solo quédate quieta. Vale, solo para verte caer una y otra vez. Aquí estaré aguardando.

Una voz irrumpe a Miranda, pero mi cuerpo se mantiene gélido e inmóvil sobre la estantería paseando la yema de mi blanco y afinado dedo, similar a los imponentes de cualquier pianista de alta clase. Mi respiración nunca demarca el odio y la ira que me generaba Miranda, como ya sabía la máscara no solo estaba colocada a la perfección, sino que había llegado para quedarse. Mi vista no vuelve a enfocar al muchacho mientras mis labios finos pero por ello menos carnosos se entreabren para emitir un sonido rasposo por las horas dormida, sumado a la falta de uso.

-Le diré cuando lo encuentre.

Nunca sabía que buscaba, y había una buena razón respaldada por la poca cordura que todavía rescataba. Si sabía que buscaba corría el riesgo de decepcionarme por el resultado. Y sino lo hacía, podía llegar a sorprenderme. Aunque no demasiado, no estaba dentro de mi naturaleza hacerlo.

Me giro levemente hacia donde está el joven para estirar mi mano alcanzando un frasco a su derecha. Eran simples ganos de café. Lo simple era lo mejor, y a veces complicarnos la vida por que no podía ser tan fácil era la causa de la perdición. Lo dejo al segundo al haber perdido el sueño. Lo observo apenas para voltearme a un nuevo estante.

por **Soren Kaarkarogf** Mar Jun 08, 2010 1:48 am

La gente que solía frecuentar su tienda eran como ya se había mencionado, bastante peculiares. Soren recordaba una vez a un gitano que había entrado corriendo, con un concentrado olor a cobre y cientos de joyas baratas tintineando en sus muñecas, necesitaba comprar una vacija, pero no una vacija cualquiera, planeaba cocinar huevos de iguana para atar el corazón de la amada. Soren tenía justo lo que necesitaba, una vacija que había sido usada por una bruja Irlandesa y que había conocido 50 años atrás en uno de sus viajes. Lo importante de quello no era la vacija misma, ni su proposito, sino como el hombre había sonreído con tal alivio y confianza una vez Soren había puesto el objeto en sus manos.

Ese era el poder de las cosas. Inertes y sin vida, pero capaces de provocar tales sentimientos en los seres humanos.

La voz de ella pareció llegar una eternidad después de su pregunta y por unos instantes creyó que no escucharía respuesta. Apoyó los codos sobre sus libros viejos y posteriormente la cabeza sobre las manos mientras la seguía con la mirada.

- Esperaré lo que sea necesario - Le dijo, notando como alcanzaba el frasco - Pero recuerde que, a veces, no sabemos lo que buscamos y es el objeto el que nos encuentra -

Observó como soltaba el frasco con granos de café. Curioso, nadie había notado el frasco antes, quizás porque la gente no esperaba encontrar café en una tienda de antiguedades sino en un mercado. Soren se atrevió a hablar de nuevo.

- Por ejemplo ese café de ahí - Comentó observádo el frasco que brillaba suavemente con la luz del candelabro - No había sido notado por nadie desde que llegó hace meses a la tienda - Explicó, se levantó de la mesa y caminó un par de pasos que lo separaban del estante y tomó el frasco entre sus manos enguantadas - Café de las lejanas tierras Sur americanas, se dice que quienes lo exportaron, tuvieron que atravezar junglas húmedas en un país perdido en los mapas, es un café fuerte, lleno de cuerpo, aroma y una apasionante historia oculta... y sólo usted le ha notado ¿Suele usted beber café joven dama? -

((OFF ROL: sorry se me fue la mano D: y me quedó muy largo Dx))

por **Miranda Schreiber** Mar Jun 08, 2010 9:07 am

Seguía de pie frente a un estante cualquiera, mi mano se había detenido sobre le cedro sin otro quehacer. Necesitaba concentrarme, no recordaba andar buscando algo más que algún pasatiempo con el cual poder desinteresarme y mantenerme ocupada de tí, Miranda. El chico habla pero su voz poco y nada generan en mi suficiente que había tenido que llamar y nombrar a mi demonio interior. Si, esa eres tú.

Bien bien, sabía que no podrías vivir sin mi ¿Pero puedo morir sin ti, lo sabías? Miranda Miranda, observa al pequeño chico ¿Acaso quiere ser amable con nosotras? No basta, solo es un vendedor no vamos a joderle la vida. No se gano tal honor. Ahí esta la borde que pensé que se había quedado dormida...Bueno basta, vuelve a la sombra.

Mi mandíbula se tensa, es lo único que denota la tensión de mi mente encarcelada por un muro que yo misma había construído y reforzado día a día, palabra a palabra. No era por mi condición, era por quien era en sí, o por quien no era. Mis ojos completamente inexpresivos deben subir cuando el chico menciona a mi persona. Se clavan en él sin hacer nada más. No buscaban nada en él, no lo interrogaban, era una única mirada gélida cuya curiosidad estaba tan muerta como su humanidad.

-Lo simple cuesta porque nos gusta complicarnos.

Es lo único que emiten mis labios volviendo la vista al estante ignorando de momento al chico. Hablaba demasiado, ya suficiente que tenía que escucharte a Tí las 24 horas del día como para soportarlo. No, tranquila, relájate estamso bien no va a ocurrir nada. Mi repsiración se calma ni tan siquiera antes de colapsar.

-No.

Respondo simplemente. Tenía mi propio café como para estar buscando. Había sido una mala noche de resaca, simplemente eso y lo mejor sería tirarme al lago helado durante unos minutos para volver en parte en sí. Nunca del todo porque esta realidad no era mía. Mi mundo era completamente paralelo. Era una turista, nada más que eso.

-Deje de contar la historia del café con tanta pasión. Está reprimiendo la suya.

Era una pura verdad, no tenía pudor en hacerlo. Quien adulaba de tanta manera una maldita bolsa de café era porque no podía referirse a sí a su propia vida y tenía que desquitarse. Mis ojos viajan hacia los libros que el leía sin volver a decir otra palabra. Era cerrada, bien bien, éramos cerradas. Pero nuevamente al estante sin detenerme en nada en especial.

por **Soren Kaarkarogf** Mar Jun 08, 2010 11:09 pm

Aquella había sin duda una semana interesante. Se había encontrado con creaturas de la noche bastante especiales, pero, de todos los humanos que había conocido, la chica de cabello desordenado y ojos perdidos en una nada etéra, era sin lugar a dudas la más única de todas. Soren conocía muy bien el tipo de chicas que se acercaban a él, libidinosas, con obvias dobles intenciones. Ser el único profesor soltero de la facultad no pasaba desapercibido para las féminas, por lo que encontrarse con chicas que le atacaban continuamente con preguntas era bastante común.

Pero ahí estaba esa misteriosa extraña, ignórandolo casi por completo, ensimismada en su propio mundo, dejándole ser sin presionarle. Por unos instantes tuvo la sensación de que hablaba con un reflejo de si mismo y se preguntó si, de haber nacido mujer, habría sido como aquella dama. Distraida y cortante.

Reflexionó sobre lo que ella acababa de decir. Lo simple cuesta, porque nos gusta complicarnos. ¿Cuantas veces Soren había pensado cientos de veces una misma idea que nunca había llevado a cabo por simple que fuera? Aquello era verdad, por lo menos en su vida, siempre terminaba por complicarse las cosas cuando no había necesidad.

Entonces su respuesta sobre el café lo tomó completamente desprevenido, arqueó las cejas y abrió claramente los ojos, aquella creatura humana misteriosa, era tan desconcertante e inesperada como el clima en su pueblo natal. No entendió muy bien a que se refería con reprimir la suya... ¿Se refería a su historia?.

- Lo siento - Habló finalmente, un leve sonrojo adornado sus mejillas - Seguro pensará que soy el típico vendedor que dirá cualquier cosa para obtener una venta... lo cierto es que - Se detuvo unos instantes y tomó de nuevo el frasco con granos de café - Cada objeto en esta tienda, tiene su propia historia y me intriga el porqué las personas los escojen - Paseó la mirada por ella reprimiéndose para no fijarse en partes obsenas de su anatomía, como solían hacer muchos hombres - También creo que en la simplesa es en donde está la verdadera forma de las cosas... -

((OFF rol checa esto :3 https://victorianvampires.foroes.org/z-o-n-a-p-h-o-t-o-s-h-o-p-f12/diario-de-un-vampiro-antisocial-por-que-soren-no-tiene-amigos-t854.htm#8620 ))

por **Miranda Schreiber** Lun Jun 14, 2010 6:16 pm

-No me importas como para llegar a pensar en ti.

No había una mejor manera que divertirse que no sea diciendo a verdad. Mis ojos ausentes recorren la tienda sin buscar nada, todo estaba ligado a que la suerte se haga presente y marcara el destino que cambiaría la vida de algún objeto, o quizá no. Muchos tenían miedo de admitir que gran parte de la vida se ligaba a la suerte, no tener las cosas bajo su control, que reinara el azar, era el peor de todos los pecados que podría jugarle la vida a uno mismo.

Alto alto, Miranda ¿Estamos hablando de la vida? Por favor anda, no me hagas reír. Primero hablas de verdad como la mejor broma ¿Y ahora te pones sentimental? No existimos, solo tenemos vida como el resto. Hacerla existir es otro tema diferente. Miranda, silencio, basta déjame en paz. Disculpa ¿Quieres que te abandone? Cariño, solo me tienes a mi, soy la única en este mundo que puedes considerar que te conoce...¿Conocerme? No, no, NO. Tu no me conoces…Bien Miranda, ni yo ni tu lo hacemos.

Basta, tranquila. No iba a perder el control por culpa de Miranda justo en este momento. Cada uno se daba cuenta de su propia insignificancia, pero ella lo hacía una y otra vez hasta agotar la vida que me tocaba vivir. Pero como el odio, también viene el amor. Ella también me quería, era por su culpa que era egocéntrica. No por gusto sino porque no tenía otra salida. Y realmente ese era mi mundo. Estrafalario, indómito, abrazador, inhóspito para la mayoría, fiero donde sobrevivir no era para el más apto, nunca se llegaría a hacerlo. Parecía condenada a la tortura…Bueno, basta. Demasiado melodramática incluso para mi.

Ni un segundo ocurre en tiempo real, paralelo a mi mente. El chico seguía con el frasco hablando de cuanto atributo encontraba en cada objeto que él solo sabía atesorar. Mis ojos azules pero ausentes, carentes de vida se fijan en este cuando entreabre sus labios para soltar aquella última frase.

-La forma está siempre que no se sea ignorante.

Una voz monótona emana de mi figura, caminando hasta detenerme en una daga de plata, observando como un par de ojos azulados se clavan fijos en mí. Un reflejo cortante y austero.

-Todo es subjetivo.

Mi mano se acerca tomándola sin premeditar…Miranda…Hey Miranda…¿Tanto me odias?

Suelto la daga dejándola caer al suelo con un fuerte estruendo en toda la tienda. Quieta, estupefacta. Maldita sea, compórtate. Me agacho para tomar el cuchillo. Todo ocurrió en menos de 2 segundos.

por **Soren Kaarkarogf** Lun Jun 14, 2010 9:01 pm

Soren enmudeció inmediatamente con lo que había dicho la chica.

'No me importas como para llegar a pensar en ti'

Cierto era que Soren estaba acostumbrado a su vida solitaria y a no preocuparse por las mujeres o por tener una relación, pero que una desconocida te suelte algo así tan fríamente, desconcertaba. Si bien Soren había sido rechazado en el pasado y estaba acostumbrado, nunca le habían rechazado sin conocerlo. Bueno, siempre hay una primera vez para todo, pensó sintiéndo un extraño revoltijo en el estómago.

Se quedó muy quieto, decidiéndo que no volvería a hablar a no ser de que fuera necesario, sentía como si, las fuerzas y la motivación le hubieran abandonado de repente mientras escuchaba las otras dos frases, aparentemente carentes de sentido salir de los labios de la mujer.

¿Pero en que diablos estás pensando Soren? Ni siquiera la conoces, es una cliente en tu tienda y lo único que debería preocuparte es vender alguna maldita cosa. ¿Acaso crees que una tienda es un adorno? debes producir dinero, para eso es para lo que sirve.

Pero aunque su mente se empeñaba en explicar lógicamente la situación. Soren seguía callado sin atreverse a hablar de nuevo, sin ofrecerle otro producto, mirándo el suelo de madera con sumición.

Entonces de un momento a otro lo que tenía la chica en las manos se le deslizó y calló Inevitablemente y gracias a sus reflejos vampíricos Soren movió la mano para tomarlo, pero en el último momento recordó que normalmente los humanos no son tan rápidos. Por lo que dudó y el filo de la daga, le abrió una buena herida en el dorso de la mano. Un par de gotitas de sangre mancharon el suelo, mientras la daga hacía un estruendo en el silencio de la tienda.

- Mierda... - Susurró Soren, sintiéndo el delicioso olor de la sangre filtrándose por su nariz. No estaba particularmente sediento esa noche, pero sangre era sangre y siempre, era la causante de su demencia.

por **Miranda Schreiber** Lun Jun 14, 2010 9:20 pm

Mis ojos en dirección a la daga que caía se interrumpen cuando una mano blanquecina se hace lugar, cambiando la dirección física del objeto. Como dije, la vida estaba relacionada a la suerte, todo podía cambiar nada era estático. Mi palma, abierta esperando lo que creía sería certero, siente el frío filo del cuchillo, con la tibieza de la sangre fluyendo, manchando m mano pálida, con cánones de una mano de porcelana. Mis ojos abiertos sin atisbar a moverse, tranquilos y calmos pese a lo que estaba pasando.

Pero todo cambió muy rápido.

Miranda, Miranda me duele. Me esta picando demasiado. Es como un puñal, hay demasiada presión aquí adentro, demasiada por favor libéranos. Ayúdame. HAZ ALGO, por favor.

Algo había cambiando en el ambiente, de ser tranquilo, había algo despertando, una ansiedad que llevaba la vicio, la lujuria y el pecado. La tentación, lo único que ningún ser podría resistir. Contención, lucha entre lo racional e irracional. Mi mirada no mucho más vívida que antes se eleva en lo que posiblemente pareció ser una eternidad hasta encontrar los ojos escondidos tras esas gafas. Me observaban, extasiados pero controlados. El fluir de mi sangre, dibujando finos hilos de color rojo carmesí sobre una superficie plana y tan blanca, cayendo hacia el suelo, demarcando una circunferencia poco clara con el salpicar de las gotas por el impacto.

-Terminé siendo tu objeto.

Mi mirada ya más penetrante pero tranquila, inhumana para la situación. La suerte me había llevado de compradora a útil. A ser el objeto que él podía tomar. Mis palabras demarcaban lo que el atisbaba en su mente. Sí, con objeto me refería al líquido pecaminoso, y el incluirlo en la frase lo convertía en destinatario. Su verdadera naturaleza no era un secreto ni un escándalo para Miranda ni para mí. Miranda ¿Por qué no corres? ¿Correr de liberarme de ti? No. ¿Ahora eres valiente? Ni lo uno de lo otro ¿Qué pasa, tienes miedo? No, si lo tuviera, jamás hubiera entrado a la tienda. Vaya Miranda, sabia respuesta, o estúpida.

Aguardo, inmóvil. Ya hubiera atacado pero algo lo detenía. Ignoraba la razón tanto como él mi verdadero ser. En parte agradecía que nadie lo intentara, demasiado humana en ese aspecto. La sangre continuaba fluyendo, un corte pequeño, profundo y certero. Demasiada suerte o quizá falta de ella, dependía del punto de vista.

por **Soren Kaarkarogf** Lun Jun 14, 2010 9:49 pm

El olor de la sangre era todo lo que podía sentir. Su boca olía la sangre, sus ojos olían la sangre tambien, por ilógico que pudiera parecer era como si, todos los sentidos sólo pudieran registrar el dulzón olor de ese apetitoso elíxir de la vida. Se quedó mirándole fijamente, la chica en frente a suyo dejaba de ser una persona con pensamientos, sentimientos y consciencia para convertirse sólo en un contenedor de esa deliciosa sangre que le pedía a gritos ser bebida.

Sintió la boca seca, tragó saliva para alejar esa sensación incómoda de su garganta, había bebido al comienzo de la semana y generalmente, él podía contenerse por casi 3 semanas antes de beber otra vez, pero el olor de la sangre fresca era tan potente como un afrodisiaco, era una droga prohibida, un pecado que, podía más que su cordura y voluntad.

Escuchó las palabras de ella, luchó por escucharlas y entenderlas, aferrarse a ellas como si fueran un madero entre las olas de un oscuro mar perverso. Pero ella tenía razón, se había convertido en su objeto de deseo.

Soren tomó la mano de la mujer lentamente, observándo la herida con una extraña expresión, era la curiosidad de un niño con la demencia de un perro con rabia, todo rastro del tranquilo profesor Kaarkarofg se desvanecía para dar paso a lo que realmente era, a la bestia, al desquiciado deseoso de placer.

- Lo siento - Logró articular en algún momento antes de acercar sus labios secos a esa fuente de placer infinito y cuando la sangre tocó su lengua, fue como si todos los nervios de su cuerpo se tensaran y se convirtieran en uno sólo para permitirle sentir con más intensidad. Sus labios besaron la herida, si aquello fue como un beso apasinado, extraño, erótico, su lengua lamió la piel suavmente, casi con ternura. Soren estaba intentando controlarse después de todo.

por **Miranda Schreiber** Lun Jun 14, 2010 10:25 pm

La presión nos estaba matando. Demasiada, su deseo hervía, latente dentro de sí ansioso por perder el control y degustarse con cada gota de mi ser. Me tenía a su merced, un solo movimiento y pondría fin a lo poco que consideraba vida, no así como para comenzar una cadena de remordimiento permanente dentro de la penumbra que llevaba por recuerdos dicho vampiro.

Mis ojos lo observan, incautos pero a la misma vez intrigados, captando cada uno de sus movimientos como si se tratara de una película en cámara lenta. El frío de su lengua sobre mi tersa piel absorbe sus dejes de calor y humanidad. Era delicada, pero con una dedicación y decisión cautas y perfectas. Sus labios condecorando su tibia lengua, marcando el lugar donde mi cuerpo se encontraba más extasiado. Era demasiado extraño, demasiado humano para ser vampiro. Era un momento extraño, erótico y no por eso pasar a ser vulgar. Su delicadeza sosteniendo mi mano, degustando y no devorando todo como si se tratara de un paladar exquisito pero que una vez que tomara envión, pocas cosas iban a detener esa carrera viciosa.

Mi respiración controlada y mi muñeca expuesta, mi mano libre corre mi pelo cuando ladeo mi cabeza para poder observar mejor a aquella criatura que luchaba contra su ser y lo que pretendía ser ¿Cómo nosotras Miranda? No, ya estoy resignada a ti. Luchar por algo perdido es perder tiempo que puedo gastar en destruirme.

Los labios carnosos color carmesí, finos y lisos como pétalos de rosa se entreabren como si quisieran inspirar el momento ¿Qué intentas hacer, identificarte con él? ¿Sólo porque se parece a ti? No, nadie lo hace, nadie, NADIE.

Los gritos y la presión en mi cabeza continuaban, corriendo y rebotando en todas las paredes, pero mis ojos, cautivos por lo que el vampiro hacía. Mi mano libre desciende al costado de mi cuerpo.

-No.

Ahora con una mirada fija, determinada, Miranda estaba demasiado ocupada siguiendo el resonar de la presión causada por el vampiro en mi mente como para entrometerse. Mis ojos clavados en él, fijos como si quisieran penetrarlo con la mirada.

-Hazlo sin culpa.

Mi tono no concordaba, seguía siendo monótono y ausente, parte de mi no estaba ni nunca estuvo allí. Esa ausencia implicaba una orden, parecía dictar una clase ¿Quería enseñar de vida? Que podía enseñar de eso si yo misma no la tenía. Tranquila, no somos nadie, no existimos. Le observo como antes, inmutable e inmóvil.

por **Soren Kaarkarogf** Lun Jun 14, 2010 10:52 pm

Algún atisbo de cordura le recordaba a Soren que estaba allí agazapado, lamiendo la herida de una cliente recién llegada a su tienda. Que estaba exponiendo su naturaleza de depredador, de creatura de la noche frente a un inocénte húmano. ¿Que haría después? Si se extendía el rumor de que el profesor Kaarkarogf era un efermo bebedor de sangre perdería su trabajo seguro, tendría que cambiar de ciudad y...
¿Debía matarla para silenciarla?

¿Ya piensas en asesinar? ¿eh Soren? ¿Es tanto el poder de la sangre? Momentos antes te preocupabas por el rechazo de una mujer y ahora, piensas en las posibilidades de matarla y esconder su cuerpo en el bosque. Estás loco.

Si, estaba loco, había aceptado eso desde que la sangre maldita del vampiro Vicktor había recorrido su cuerpo por primera vez hacía casi 300 años. No podía ni podría escapar nunca a lo que realmente era, por más disfraces que usara para aparentar ser humano.

Entonces escuchó su voz, de alguna forma logró detenerse para alzar sus ojos claros y observar el rostro tranquilo de ella, no había asco en su expresión tampoco miedo. Aquello le sorprendió y más allá de eso, le sedujo. Una sonrisa escapó de sus labios, una sonrisa muy diferente a las que alguna vez había dedicado a las personas en la calle, esa era una sonrisa llena de sevicia, los colmillos se alcanzaban a apreciar punteagudos levemente manchados de sangre, era la sonrisa de un asesino. Pero sus ojos, seguían nublados con preocupaciones y con una humanidad a la que no podía renunciar.

- ¿No estás asustada? - Preguntó sin soltar su mano, la sangre ahora resbalaba suavemente hasta su codo - ¿Es que acaso te encuentras con monstruos como yo todos los días? -

por **Miranda Schreiber** Lun Jun 14, 2010 11:26 pm

Entonces, me miró. Sus ojos se reflejaron en mi buscando aferrarse a cuanta humanidad pudiese encontrar en su ser para no acabar con una vida que poco conocía. Que ninguna de las dos Mirandas lo hacía. ¿Estaba salvando una vida, o cometiendo una imprudencia de no acabar con un monstruo latente? Ambas y ninguna. No lo sabíamos ¿Lo sabes Miranda? No, basta, no. NO ME LO PREGUNTES.

Mi mandíbula se tensa, presionando los molares ante la simple idea de desconocerme. No, no quería, era uan ciega por optar no ver pero a la vez odiaba a los ignorantes por tener la verdad frente a sí y no poder distinguirla. Todas las ideas se suceden a una velocidad imposible de calcular. Su presión en mi cabeza. Dios, basta. En ese momento, algo físico. Un hilo de sangre marcaba camino, un rojo resaltando sobre un fino papiro blanco, Su sonrisa, sus colmillos, el monstruo delante de mi que no terminaba por serlo. Tu no puedes hablar Miranda, tu no eres nada. Si, lo sé, es lo único que se.

Su mano tomaba la mía. Nos estaba tocando. Nos tocaba, nos quería aferrar. No, corta el vínculo Miranda, sácala de una maldita vez por favor. Pero mis órdenes no llegaban a que mis músculos respondan. Con mirada ausente, sostengo su ser.

-Todos somos monstruos. Algunos con más humanidad que otros.

Gruño, pero sin ser mortal. Quería correr, pero me ataba allí. Quería escapar de mi mente, pero ser presa era mi hogar. Quería asesinar a Miranda, pero a la vez amarla. Quería...No, no quería saber...quién era Miranda.

Mi respiración tranquila, sin correr mi mano todavía observando con una sonrisa ausente que podía sacarte de quicio. No denotar nada era mil veces peor que un sentimiento encontrado. La indiferencia era el peor golpe. No era indiferente con él, sino conmigo misma.

-Tu lo estás.

por **Soren Kaarkarogf** Mar Jun 15, 2010 12:11 am

-Todos somos monstruos. Algunos con más humanidad que otros.

Y ahí estaba, la frase que sin saber, sin ser consciente, Soren había estado esperando escuchar durante toda si vida mortal e inmortal. Porque si, aún cuando era humano, en el castillo Kaarkarogf donde creció, se había sentido un ser aparte, distinto a toda esa burguesía y frivolidad. Desde un comienzo él no había encajado allí. Y había creído que como inmortal descubriría su lugar en el mundo.

Pero la verdad era que no había dejado de ser un monstruo. Tal y como decía ella. Quizás todos eran monstruos y él, egoístamente sólo quería vivir en un su propio mundo ególatra en donde él era la única victima de esa monstrosidad.

Sin dejar de mirarla, deslizó su langua suavemente por el hilo de sangre, trazando un camino desde la palma de su mano hasta casi el codo, limpiando ese color rojo vibránte de su pìel. ¿Como algo tan malo podía ser tan desgraciadamente delicioso?, ¿Porque deseaba tanto el cuerpo frágil de esa mujer que tenía frente a él?

Es sólo por la sangre, se obligaba a pensar. Es por culpa de la sangre. Ahora le deseas pero minutos antes te era indiferente.

- Yo soy un monstruo peligroso - Comentó acercándose un poco más, como un gato al acecho - De esos que visitan a los niños en sus pesadillas - Se relamió el labio inferior limpiándo la sangre que quedaba y era increible que su rostro de profesor estudioso pudera ser de alguna manera sexy - Puedo comerte - Agregó en un susurro acercándose a su oreja, ya no era él, ya no era Soren. Dejaba de ser el mismo cuando probaba la sangre ¿o acaso ese era el verdadero Soren? - ¿Que clase de monstruo eres tu? -

por **Miranda Schreiber** Mar Jun 15, 2010 12:24 am

-Soy mi enemiga.

Su ser se imponía sobre mi cuerpo pero poco me importaba. Si quería matarme ya lo hubiera hecho, y la muerte no era más que un remedio contra Miranda. Prefería morir con la duda a descubrir lo que era en verdad. Ignorante hipócrita de tus propias leyes ¿Acaso no me amas, Miranda? ¿Somos nada? Si, no somos nada. Pero si te quiero ¿Entonces, como amas a lo desconocido? Amo vivir en la duda, o el miedo a lo desconocido me llevo a eso. De todas maneras ¿Qué te importa? Miranda Miranda, yo soy tu, no lo olvides.

Su lengua fría, deslizándose por la porcelana me ata a una realidad ajena a mi percepción del mundo. Muy distante del nuestro. Mis ojos no dejan de sostener su mirada ausentes, presentes en mi carce mental donde reina un frágil equilibrio. Frío y humedad recorriendo mi brazo. Luego su voz, su aspecto en sí, una metamorfosis entre lo que reniega y lo que verdaderamente es, agudizado por su naturaleza. Mi cuerpo sigue en la misma posición sin amague a modificarse.

-Eres y no eres.

Todos éramos así. No me sentía incómoda, no dejaba que nada me hiciera sentir así porque era otorgarle demasiada importancia a algo. Una leve ráfaga de viento cierra una de las persianas de roble del local. El morbo no me importaba, ni la mirada lujuriosa del vampiro. Seguía tranquila, pese al potencial erótico de su voz. Mi mirada viaja a mi mano cortada, apoyándola contra el piso sin importar el dolor. Cualquiera se hubiera tirado al seductor. Lástima que yo no lo era. Mi cabeza de aleja de él unos centímetros apoyándose contra una de las vidrieras detrás.

por **Soren Kaarkarogf** Mar Jun 15, 2010 1:03 am

Una buena respuesta pensó satisfecho. Él también se consideraba enemigo de si mismo, todos de alguna u otra manera lo eran. Enemigos que luchaban por controlar sentimientos, pensamientos, por evitar tentaciones, por 'vivir correctamente' y ser felices. Todo eso era lo que la mayoría buscaban, un estado de paz interior o algo que te ayudara a afrontar los dilemas de la vida diaria.

Estudió el rostro de ella, apático, carénte de sentimiento, como si todo aquello no significara nada en su retorcido cerebro. No había anciedad, como tampoco miedo, como tampoco deseo.

Soren no se consideraba precisamente 'deseable', pero generalmente las víctimas se sentían asustadas, como conejos acorralados contra una pared, ver esa indiferencia en ella le desconcertó y de alguna manera lo trajo de regreso a la realidad, sobre todo cuando ella retiró la mano y huyó de el imperceptiblemente. Le evitaba, por lo que existía un atisbo de sentimiento. No estaba seguro que clase de sentimiento le provocaba a ella retirar la cabeza y alejarse de él. No estaba seguro de nada.

Y no tener el control de las cosas le asustaba demasiado.

Con una fuerza de voluntad que no creía que existía en su cuerpo, cerró los ojos con fuerza y se llevó una de las manos a la cara, se quedó así por lo que parecieron largos minutos y luego simplemente vociferó.

- ¿Que demonios estoy haciendo? - Su voz estaba precisamente llena de culpa, tal y como ella había dicho. Era un monstruo si, pero eso no significaba que podía aceptar felizmente que lo era.

- Ser esto... es más difícil que no ser - Comentó distraido en sus propios pensamientos.

por **Miranda Schreiber** Jue Jun 17, 2010 10:18 pm

-Te tienes lástima.

Los ojos tuyos Miranda querían buscar algo a lo lejos pero la miseria del chico te atraían ¿A que no? Sentirte identificada con algo te captaba la atención, creo que alguien esta algo más débil y no voy a permitirlo ¿Quieres que nos descubra acaso? ¿Quieres eso? Estúpida cállate mil demonios ¿Qué pasa Miranda, es verte en el espejo, o simplemente lo que eres? No ser es más simple que ser… ¿Somos cobardes por negarnos la existencia? No, somos autodestructivas por aceptarla.

Mi cabeza hace crujir las maderas el viejo estante de roble que se encontraba en mi espalda, no era por él en sí. Morir no me importaba tanto como existir o no hacerlo. Para existir había que ser ¿Qué era? No, no, NO. No importaba. No, basta, detente, no pienses en eso. NO. Tranquila, mi respiración apenas sufre un ligero cambio que es remediado a tiempo para no ser descubierta, mis ojos en cambio permanecen ocultos bajo un velo de ausencia, mi verdadero mundo ocurría detrás de ellos, carentes de vida solo condecoraban un rostro angelical y envidiable por más de una joven. Para mi, mi apariencia no era más que un anzuelo, no por ella en sí sino por el desgaste que le causaba en vez de sacarle provecho agasajándola con costura, perfumes y alineación.

No, mi vicio giraba en torno a mi misma no por vanidosa sino por el amor a mi propia destrucción. Destruir lo que desconocía para jamás descubrirlo me parecía la salida más fácil. No escapaba de él como antes dije por ser vampiro, escapábamos del contacto físico por miedo a que llegara a descubrirnos y no nos dejara acabar con Miranda en una maldita paz. ¿Paz? No literalmente.

Mi mano se acerca a un vestido hacia la parte de mi pecho para rozar la gasa blanca que cubría una silueta estilizada y de muñeca, pero que en su ocaso solo refleja un estado enfermizo pero no por ello menos atrapante. De una tira fina de encaje que sostenía mi delantera quito un cigarrillo que cuidaba. Lo enciendo para darle una calada intentando calmarnos casi olvidando la presencia del vampiro agachado a menos de un metro. Mis piernas se estiran desnudas debajo de la rodilla hacia su dirección dado que no tenía otra salida por las estanterías adjuntas.

-Sopórtate. O será demasiado tortuosa tu eternidad.

Murmuro sin verlo, volviendo a ignorarlo. Me importaba una mierda lo que hacía o no, era simplemente lo que él me decía. Parecía una traductora. Pero no más, demasiada importancia en él y no en mí Miranda. Tranquila, tu siempre antes que todos.

por **Soren Kaarkarogf** Vie Jun 18, 2010 12:00 am

Soren había tenido casi 300 largos años de existencia para reflexionar sobre si mismo, su caracter, sus ambiciones, deseos, miedos y problemas. Desde que era humano este tipo de cuestiones le habían preocupado, pero sólo fue hasta luego de volverse eterno que realmente se preocupó por si mismo. No podía evitar sentirse infinitamente extrañado e incómo frente al hecho de que una desconocida, de repente apareciera en su vida y le estuviera leyendo como a un libro abierto.

Te tienes lástima.

¿Eran aquellas palabras ciertas? ¿se tenía lastima así mismo?. Bueno, si creía que darle lástima a los demás era lo peor del mundo, darse lástima así mismo era sin duda mucho peor. No quería escucharla más, le recordaba demasiado así mismo cuando era humano, cínico y honesto.

Ninguno de los dos se movió por un buen rato hasta que ella sacó un cigarrillo. Soren levantó el rostro y la observó, sus ojos ausentes ¿habría espacio para él en el interior de esos ojos? ¿Pero en que estaba pensando? ¡Si apenas la conocía!. Entonces vino el segundo ataque, más poderoso que el primero.

- Eres buena leyendo a las personas - Comentó intentando ignorar el deseo que aún tenía de seguir bebiendo. - No fumo pero se me antoja uno ¿Puedo? - Agregó y tomó uno despreocupadamente, se lo llevó a la boca - Me llamo Soren Kaarkarofg ¿y usted Madame? -

por **Miranda Schreiber** Vie Jun 18, 2010 9:34 am

-No me interesan las personas.

Solo me importas tu, Miranda. Para bien o para mal. El resto era pasajero, efímero, solo eran una línea, un conjunto de puntos que a la distancia se peedía y no tenía importancia en nuestro universo. Lo que decía era simplemente lo que veía. Odiaba decir algo del resto, no por errar, simplemente por quitar segundos de egocentrismo que eran bien necesarios dado que era la punica persona a quien podía amar y odiar al mismo tiempo. Realmente no leía a nadie, bromeaba con la verdad si quéría verlo desde mi punto de vista.

La cajetilla que descansa sobre mis piernas es tomada por el vampiro para quitar uno de mis cigarrillos. Mis ojos se abren, algo espantados por la cercanía a la cual había estado, era demasiado peor ya pasó, tranquila. Solo duró unos segundos. Anda Miranda ¿Y si la próxima dura más? Hazle saber quien manda ¿Puedes quedarte quieta? No, no lo haría si no tomara tanta confianza. Tranquila, te aseguro que no lo hará. Más te vale, porque no quiero que me arrastres contigo.

Su voz relata su nombre. Soren. Lo observo con la sonrisa ausente escondida en uno de los costados de mi comisura. No era muy adepta a nada en la vida del resto. Ahora él era un punto rojo con nombre, nada más que eso. Mis manos toman el cigarrillo para dejarme liberar el humo atrapado en mis pulmones.

-Etranger.

No se había ganado la causa de saber mi nombre. Conocerlo era para pocas personas dignas, era demasiado celosa en el punto de guardarme del resto que mi nombre podría llegar a ser una clave, tal vez no pero hasta estar segura, Miranda, ese es nuestro secreto. Borde y antisocial para el resto, egolatra al extremo para nosotras.

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Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)

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