AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
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Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
Recuerdo del primer mensaje :
La tienda "Minnen Butik" de antiguedades y recuerdos no aparentaba ser el tipo de lugar frecuentado por los exquicitos paladares de los distinguidos burgueses y nobles de Paris, por el contrario, parecía ser el tipo de agujero que sólo gitanos, brujas y humanos de clase baja visitarían en busca de alguna baratija curiosa. De apariencia modesta en su exterior y oscuro interior, muchas personas preferían pasar de largo sin atreverse a descubrir la mercancía. Pero eso precisamente lo que a Soren le encantaba del lugar.
Soren había crecido en la abundancia, su padre había sido un poderoso señor feudal en suecia, había pasado su infancia en las comodidades de un castillo, escondiéndose tras las enaguas de su madre en las fiestas y eventos sociales burgueses y gracias a ello, Soren había aprendido a valorar los objetos por su funcion y no por su valor en dinero. Quería que las personas que entraran en su tienda, compraran con el corazón más que con el bolsillo y que las cosas que se exibían allí, curiosas y poco comunes, cumplieran una función especial y no terminaran siendo adornos más entre los cientos de poseciones que los ricos solían coleccionar.
Entre más extraño el cliente, mucho mejor, pensaba observando con ensoñación la entrada desierta.
Esa noche, particularmente, había terminado las clases en la universidad y se encontraba sentado en el escritorio que se encontraba bien al fondo de la tienda, con un candelabro iluminando paulatinamente su rostro y un montón de libros de literatura clásica e historia del arte desordenadamente esparcidos por la mesa, a su lado un aviso ponía "Compre con el corazón y no sólo con su bolsillo".
Estaba sumamente concentrado en sus apuntes y desvarios que no se dio cuenta que hablaba en voz alta y que otra persona había entrado en la tienda.
- Definitivamente, brujas, gitanos y gente rara son lo mejor... entre más bizarro mejor... -
La tienda "Minnen Butik" de antiguedades y recuerdos no aparentaba ser el tipo de lugar frecuentado por los exquicitos paladares de los distinguidos burgueses y nobles de Paris, por el contrario, parecía ser el tipo de agujero que sólo gitanos, brujas y humanos de clase baja visitarían en busca de alguna baratija curiosa. De apariencia modesta en su exterior y oscuro interior, muchas personas preferían pasar de largo sin atreverse a descubrir la mercancía. Pero eso precisamente lo que a Soren le encantaba del lugar.
Soren había crecido en la abundancia, su padre había sido un poderoso señor feudal en suecia, había pasado su infancia en las comodidades de un castillo, escondiéndose tras las enaguas de su madre en las fiestas y eventos sociales burgueses y gracias a ello, Soren había aprendido a valorar los objetos por su funcion y no por su valor en dinero. Quería que las personas que entraran en su tienda, compraran con el corazón más que con el bolsillo y que las cosas que se exibían allí, curiosas y poco comunes, cumplieran una función especial y no terminaran siendo adornos más entre los cientos de poseciones que los ricos solían coleccionar.
Entre más extraño el cliente, mucho mejor, pensaba observando con ensoñación la entrada desierta.
Esa noche, particularmente, había terminado las clases en la universidad y se encontraba sentado en el escritorio que se encontraba bien al fondo de la tienda, con un candelabro iluminando paulatinamente su rostro y un montón de libros de literatura clásica e historia del arte desordenadamente esparcidos por la mesa, a su lado un aviso ponía "Compre con el corazón y no sólo con su bolsillo".
Estaba sumamente concentrado en sus apuntes y desvarios que no se dio cuenta que hablaba en voz alta y que otra persona había entrado en la tienda.
- Definitivamente, brujas, gitanos y gente rara son lo mejor... entre más bizarro mejor... -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
Esperaba o quizás más bien ¿añoraba? la respuesta de ella. No entendía como una persona que apenas llevaba un par de horas conociendo (si es que se le podía llamar conocer a aquello) de repente era tan importante. Sentía que lo llenaba por completo, que lo envolvía como una sombra lechosa que destruia todo atisbo de luz. ¿Un momento sombra, luz?
¿De que estás hablando Soren? Tu, deberías ser la oscuridad y ella la luz. Es ella quien respira, ama y siente. No tu, que se supone estás marchito y yerto. Pero ahí estaba él, con una necesidad extraña, dañina, algo putrefacto que lo descomponía insanamente gracias al tacto de esa sangre, ahí estaba el vampiro luchando por aferrarse a esa luz y la humana, ofreciéndole nada más que oscuridad.
El mundo y sus ridiculas paradojas.
La respuesta, como era de esperarse le desconcertó ¿Mirarse en el espejo? acaso ¿Lo consideraba como a un igual?... ¿era eso bueno o malo? porque cuando estás jodido y te sientes reflejado en otro más jodido que tu... ciertamente no es algo por lo cual alegrarse. Se detuvo a pensar en que cosas podrían tener en común cuando ella soltó la segunda bomba:
-Eres lo que eres y el resto a la mierda. No me importas, no te ganaste mi humillación ni mi elogio.
Algo explotó dentro de él. Algo maligno, nauseabundo y turbio, se desató desde su interior, recorriendo sus entrañas como una serpiente. No merecía nada de ella, eso era cierto, ni su humillación ni su elogio. Pero en cambio lo tomaría todo de ella. La absorvería para que se pegara a su piel y se fundiera con él en ese deseo enfermiso de aprovación.
Sin responder a la última pregunta, Los manos de Soren se aferraron a la cintura de la mujer como garras para atraerla contra si mismo, sus ojos estaban completamente llenos de cevicia y sus labios húmedos se cerraron contra los de ella para violarlos.
¿De que estás hablando Soren? Tu, deberías ser la oscuridad y ella la luz. Es ella quien respira, ama y siente. No tu, que se supone estás marchito y yerto. Pero ahí estaba él, con una necesidad extraña, dañina, algo putrefacto que lo descomponía insanamente gracias al tacto de esa sangre, ahí estaba el vampiro luchando por aferrarse a esa luz y la humana, ofreciéndole nada más que oscuridad.
El mundo y sus ridiculas paradojas.
La respuesta, como era de esperarse le desconcertó ¿Mirarse en el espejo? acaso ¿Lo consideraba como a un igual?... ¿era eso bueno o malo? porque cuando estás jodido y te sientes reflejado en otro más jodido que tu... ciertamente no es algo por lo cual alegrarse. Se detuvo a pensar en que cosas podrían tener en común cuando ella soltó la segunda bomba:
-Eres lo que eres y el resto a la mierda. No me importas, no te ganaste mi humillación ni mi elogio.
Algo explotó dentro de él. Algo maligno, nauseabundo y turbio, se desató desde su interior, recorriendo sus entrañas como una serpiente. No merecía nada de ella, eso era cierto, ni su humillación ni su elogio. Pero en cambio lo tomaría todo de ella. La absorvería para que se pegara a su piel y se fundiera con él en ese deseo enfermiso de aprovación.
Sin responder a la última pregunta, Los manos de Soren se aferraron a la cintura de la mujer como garras para atraerla contra si mismo, sus ojos estaban completamente llenos de cevicia y sus labios húmedos se cerraron contra los de ella para violarlos.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
Y ahí estaba, parada frente a él. Tratando de razonar que era yo, que quería ser, pero sobre todo que no quería ser. Ser o no ser diría Shakespeare haría unos años. Pero ahora debía replantearme si aparte de vivir, quería existir. Soren quería existir evitando la vida, yo quería vivir evitando la dura existencia que me amarraba. Pero lo mío era la salida fácil, elegía la levedad sobre el peso, volar a mi universo paralelo. Pero llegaría un punto en el cual la insoportable levedad del ser, de Miranda, serpia tan extrema que me daría cuenta de que no tenía nada, absolutamente nada más que piezas partidas.
¿Soren era nuestra salvación? ¿Estás loca? ¿Vas a permitirle arreglarte? No Miranda, no. Si llega él, me asfixias, no cabemos los tres aquí dentro. Me mataras, él nos asesinará. Basta Miranda, detente ¿Y si soy…feliz? No bromees, jamás lo serás. Para serlo debes existir ¿Quieres existir por él? Con él. ¿Te estás escuchando? Tienes razón, basta, por favor egocentrismo vuelve a mi. O no Miranda, haz roto mi orgullo, ahora sufre como la condenada que eres ¿Deseas existir? Bienvenida al sufrimiento, para ser feliz debe agradarte. Vivo sufriendo ¿Entonces? Vete a la mierda Miranda.
La inutilidad de la existencia y la necesidad o no del eterno retorno de los momentos para dotar a la vida de sentido, esa era mi duda existencial que Miranda se encargaba de alejar una y otra vez. Pero el vampiro la atraía como si él fuera una respuesta. Pero se olvidaba de lo primordial, la salida de este laberinto jamás fue trazada, ni con tinta ni con sangre.
Lo observo, con mis labios entreabiertos, como si fueran la tentadora entrada a lo prohibido, mis ojos idos con sus pupilas dilatadas, siendo más negros y tenebrosos que azules, clavados en un punto, un linde que me conectaba con Miranda, dueña de mi realidad. Mi cuerpo laxo, cual muerta en vida. Mi existencia estaba muerta, y vivir sin existir era como estar muerto en el mundo de los vivos. Era presa de mi realidad. Mis rasgos enfermizos, escuálidos pero a la vez atrayentes. Parada frente a él, encubriendo lo que era, una simple humana rota y con dos Mirandas. Entonces se acerca. Miranda quería correrlo, gritarle. Pegarle.
Sus manos en mi cintura me acercan a él y sus labios se sellan sobre los míos. Pude sentir su deseo, su necesidad en ese gélido beso. Mis manos no responden al igual que mi cuerpo, Miranda se negaba pero yo quería. O no quería. No lo sé. Mis labios húmedos se entreabren sobre los de él sintiendo la carnosidad perfecta, mi mano sin pudor alguno se alza, dibujando su cuello hasta posarse sobre su nuca. Mi lengua pide entrada a su boca sin temor a echarse atrás. No lo estaba rechazando, pero Miranda si. Pero yo no. YO NO.
¿Soren era nuestra salvación? ¿Estás loca? ¿Vas a permitirle arreglarte? No Miranda, no. Si llega él, me asfixias, no cabemos los tres aquí dentro. Me mataras, él nos asesinará. Basta Miranda, detente ¿Y si soy…feliz? No bromees, jamás lo serás. Para serlo debes existir ¿Quieres existir por él? Con él. ¿Te estás escuchando? Tienes razón, basta, por favor egocentrismo vuelve a mi. O no Miranda, haz roto mi orgullo, ahora sufre como la condenada que eres ¿Deseas existir? Bienvenida al sufrimiento, para ser feliz debe agradarte. Vivo sufriendo ¿Entonces? Vete a la mierda Miranda.
La inutilidad de la existencia y la necesidad o no del eterno retorno de los momentos para dotar a la vida de sentido, esa era mi duda existencial que Miranda se encargaba de alejar una y otra vez. Pero el vampiro la atraía como si él fuera una respuesta. Pero se olvidaba de lo primordial, la salida de este laberinto jamás fue trazada, ni con tinta ni con sangre.
Lo observo, con mis labios entreabiertos, como si fueran la tentadora entrada a lo prohibido, mis ojos idos con sus pupilas dilatadas, siendo más negros y tenebrosos que azules, clavados en un punto, un linde que me conectaba con Miranda, dueña de mi realidad. Mi cuerpo laxo, cual muerta en vida. Mi existencia estaba muerta, y vivir sin existir era como estar muerto en el mundo de los vivos. Era presa de mi realidad. Mis rasgos enfermizos, escuálidos pero a la vez atrayentes. Parada frente a él, encubriendo lo que era, una simple humana rota y con dos Mirandas. Entonces se acerca. Miranda quería correrlo, gritarle. Pegarle.
Sus manos en mi cintura me acercan a él y sus labios se sellan sobre los míos. Pude sentir su deseo, su necesidad en ese gélido beso. Mis manos no responden al igual que mi cuerpo, Miranda se negaba pero yo quería. O no quería. No lo sé. Mis labios húmedos se entreabren sobre los de él sintiendo la carnosidad perfecta, mi mano sin pudor alguno se alza, dibujando su cuello hasta posarse sobre su nuca. Mi lengua pide entrada a su boca sin temor a echarse atrás. No lo estaba rechazando, pero Miranda si. Pero yo no. YO NO.
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
El beso fue correspondido. Y algún designio de cordura que aún se aferraba a su mente corrompida, pareció morir de felicidad al sentir que era correspondido por esos labios altaneros y carentes de sentido. Realmente no esperaba ser correspondido, ni él ni su yo interior salvaje, pensaba que, de no ser correspondido, la obligaría y se perdería en esa madita sensación obsena que la sangre producía en él, afianzándose a ella como excusa para no aceptar su propia derrota sobre ella.
Pero había sido aceptado. Estaba siendo correspondido por la diosa.
Estaba en el borde del abismo, dispuesto a lanzarse y perderse en la oscuridad que le ofrecía Miranda, dejarse llevar por la maldad acumulada en ese lechozo y oscuro lugar de su interior y entonces, justo cuando estaba a punto de caer, ella le correspondía el beso de una manera que se le antojó dulce. Algo de luz dentro de la oscuridad de Miranda. ¿Miranda podía también ser la luz?
Disfrutando de su lengua húmeda, tíbia, ¡viva!, Soren logró sonreír, sus manos la mantenían asegurada como un par de garras, como si en cualquier momento pudiera escapar y separó los labios ligeramente sin abrir los ojos para decir:
- Entonces... también puedes ser luz - Murmuró de manera inconsciente, lamiéndole el labio inferior, luego el superior con dedicación, como si intentara grabarlo eternamente. - Luz y oscuridad - Agregó, abriendo los labios de nuevo para besarla una vez más.
¿Que era ese extraño termino medio entre el Soren de siempre y el Soren que se escondia astutamente para salir de improvisto a destruirlo todo?
Por primera vez, conviviendo juntos, de acuerdo realizando una acción: Besar a esa bruja loca.
Pero había sido aceptado. Estaba siendo correspondido por la diosa.
Estaba en el borde del abismo, dispuesto a lanzarse y perderse en la oscuridad que le ofrecía Miranda, dejarse llevar por la maldad acumulada en ese lechozo y oscuro lugar de su interior y entonces, justo cuando estaba a punto de caer, ella le correspondía el beso de una manera que se le antojó dulce. Algo de luz dentro de la oscuridad de Miranda. ¿Miranda podía también ser la luz?
Disfrutando de su lengua húmeda, tíbia, ¡viva!, Soren logró sonreír, sus manos la mantenían asegurada como un par de garras, como si en cualquier momento pudiera escapar y separó los labios ligeramente sin abrir los ojos para decir:
- Entonces... también puedes ser luz - Murmuró de manera inconsciente, lamiéndole el labio inferior, luego el superior con dedicación, como si intentara grabarlo eternamente. - Luz y oscuridad - Agregó, abriendo los labios de nuevo para besarla una vez más.
¿Que era ese extraño termino medio entre el Soren de siempre y el Soren que se escondia astutamente para salir de improvisto a destruirlo todo?
Por primera vez, conviviendo juntos, de acuerdo realizando una acción: Besar a esa bruja loca.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
¿Luz? ¿Oscuridad? Bipolar. En un sentido filosófico, sublime y encantador. La magia de la literatura y la ilusión podía embellecer hasta el más maníaco infierno, era todo cuestión de jugar. Entregarse, pero no era fácil, no por cuestión de fuerza sino de voluntad. Miranda no iba a permitirse ser iluminada para poder encontrar la salida del abismo, era feliz en aquella ignorancia que yo misma había creado dentro de mi mente, siendo ciega de mi propia realidad, aceptando la oscuridad por pura negación a lo que depararía la luz.
¿Temes iluminarte, Miranda? ¿Temes decepcionarte más que asustarte del monstruo que somos en verdad? ¿Alguna vez en mi vida dejarás de reprocharme todo? ¿Me dejarás en paz? ¿Qué quieres? ¿Qué buscas? ¿Qué esperas de mí? ¿De ti? Nada cariño, que puedo esperar de algo que nunca fue. Esperar es más decepcionante que ti misma ¿Y ahora es la parte en la que te pido que no me tengas lástima? No, es la parte donde aceptas tu insignificancia. No me vengas a joder con luz u oscuridad, deja la filosofía de la vida para el risueño, tú eres una maldita.
Sus labios moviéndose con su cabeza danzando contra la mía. Su humedad, su aroma, podía sentir la tersura de sus labios gélidos y algo torpes, pero a la vez deseosos y carnales. Había una necesidad, un deseo, una desesperación grabados bajo el nombre de lujuria cuya tinta eran esos carnosos labios. ¿Miranda, dónde estás? ¿Es que no lo entiendes? Tu lado animal domina al mental. Lo sé, vete. Vete de nuevo. VETE.
Mis labios se tensan un segundo, volviendo a encarnar aquel ser salvaje, donde el cuerpo dominaba, los pensamientos se esfumaban y todo se reducía a lo físico, el corte de sinapsis cortaba a Miranda dentro de mí, y eso era más de lo que podía pedir. Pero sus palabras, recordándome que ella seguía ahí, la oscuridad a ese momento de luz. Mis labios se separan bruscamente para mirarlo con rabia. Impulsiva mi mano se ata a su cuello quizá con demasiada fuerza para ser tan solo un arranque pasional.
-Hace rato apagué la luz, y tu no vas a encenderla.
¿Lo amenazaba? ¿Qué Miranda, sientes que el si puede hacerlo? ¿Te tienes miedo, le temes? Gruño, con la mirada fija, esfumando el momento suave. Pero entonces lo inesperado, algo en él me atraía a la vez que sus palabras me volvían loca, como una omnipresente Miranda. Mi boca se acerca a su cuello para clavar mis dientes en su piel férrea, perfecta, que poco inmutaba a un ser tan turbio como Miranda. Mi lengua relame el sitio que ahora mordía, no iba a lastimarlo, era una mezcla. Lo odiaba, pero a la vez algo me hacía morder. Mi mano ya relajada sobre su cuello deja paso nuevamente a lo carnal. Mis labios se cierran besando lo que antes propiciaban mis dientes, deslizándolos por el reborde de su cuello hasta la línea de su mandíbula. Bipolaridad no solo mental, sino conceptual. Estúpida ¿Y si nos descubre? Nos teme demasiado como para hacerlo ¿Deseas que lo haga? Vete a la mierdad tu y tu moralidad.
¿Temes iluminarte, Miranda? ¿Temes decepcionarte más que asustarte del monstruo que somos en verdad? ¿Alguna vez en mi vida dejarás de reprocharme todo? ¿Me dejarás en paz? ¿Qué quieres? ¿Qué buscas? ¿Qué esperas de mí? ¿De ti? Nada cariño, que puedo esperar de algo que nunca fue. Esperar es más decepcionante que ti misma ¿Y ahora es la parte en la que te pido que no me tengas lástima? No, es la parte donde aceptas tu insignificancia. No me vengas a joder con luz u oscuridad, deja la filosofía de la vida para el risueño, tú eres una maldita.
Sus labios moviéndose con su cabeza danzando contra la mía. Su humedad, su aroma, podía sentir la tersura de sus labios gélidos y algo torpes, pero a la vez deseosos y carnales. Había una necesidad, un deseo, una desesperación grabados bajo el nombre de lujuria cuya tinta eran esos carnosos labios. ¿Miranda, dónde estás? ¿Es que no lo entiendes? Tu lado animal domina al mental. Lo sé, vete. Vete de nuevo. VETE.
Mis labios se tensan un segundo, volviendo a encarnar aquel ser salvaje, donde el cuerpo dominaba, los pensamientos se esfumaban y todo se reducía a lo físico, el corte de sinapsis cortaba a Miranda dentro de mí, y eso era más de lo que podía pedir. Pero sus palabras, recordándome que ella seguía ahí, la oscuridad a ese momento de luz. Mis labios se separan bruscamente para mirarlo con rabia. Impulsiva mi mano se ata a su cuello quizá con demasiada fuerza para ser tan solo un arranque pasional.
-Hace rato apagué la luz, y tu no vas a encenderla.
¿Lo amenazaba? ¿Qué Miranda, sientes que el si puede hacerlo? ¿Te tienes miedo, le temes? Gruño, con la mirada fija, esfumando el momento suave. Pero entonces lo inesperado, algo en él me atraía a la vez que sus palabras me volvían loca, como una omnipresente Miranda. Mi boca se acerca a su cuello para clavar mis dientes en su piel férrea, perfecta, que poco inmutaba a un ser tan turbio como Miranda. Mi lengua relame el sitio que ahora mordía, no iba a lastimarlo, era una mezcla. Lo odiaba, pero a la vez algo me hacía morder. Mi mano ya relajada sobre su cuello deja paso nuevamente a lo carnal. Mis labios se cierran besando lo que antes propiciaban mis dientes, deslizándolos por el reborde de su cuello hasta la línea de su mandíbula. Bipolaridad no solo mental, sino conceptual. Estúpida ¿Y si nos descubre? Nos teme demasiado como para hacerlo ¿Deseas que lo haga? Vete a la mierdad tu y tu moralidad.
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
-Hace rato apagué la luz, y tu no vas a encenderla.
Los labios se separaron y una mano brusca se ubicó en su cuello con fiereza. Soren abrió los ojos lentamente, sintiéndo la presión en su cuello y escuchando las palabras de ella. Una parte de él temblaba de miedo al rechazo, al obvio desprecio que ella estaba mostrando y otra parte se empeñaba en absorverla, tragarse ese rechazo y pegarse a su piel hasta ser reconocido.
- Aunque digas que la haz apagado, yo sigo viendo algo de esa luz - Comentó con devoción, casi como las de las viejas que asistían a misa los domingos, como si en vez de un ser humano, estuviera contemplando una deidad.
Entonces ocurrió algo realmente inesperado. Esa mujer esquiva y extraña, le había mordido el cuello. Un relampagó eléctrico le recorrió el cuerpo en cuestión de segundos, su cuerpo se tensó tanto que se sorprendió así mismo descubriéndo que su miembro se endurecía con tal simple acción. Hasta ese momento no era consciente de lo infinitamente erótico y afrodisiáco que le resultaba el que alguien le mordiera el cuello. ¿Como podía algo tan simple causar tanto placer? Reflexionó frenéticamente en esos segundos en los que los dientes de ella, aprisionaron su piel con fuerza.
Quizás era el morbo de la situación misma, del tabú perverso de la vida del vampiro. Soren no recordaba a cuantas personas había mordido en el cuello, cuantos orgasmos había sentido mientras despojaba de la sangre a sus desprevenidas victimas, pero de algo estaba completamente seguro, esa era la primera vez que era él, quien era mordido. Mordido y posteriormente besado por unos labios suaves y engañosos como todo en ella, unos labios que se acercaron peligrosamente a su mandíbula.
- Hnnm...- Gimió. ¿Gimió? ¿Como puedes gemir con tan poco? ¿Sólo por un mordisco?.
Pero ahí estaba, dejando escapar ese sonido vergonzoso desde su garganta, aferrándose a los últimos vestigios de autocontrol y voluntad que le quedaban. - No...no... - Murmuró, pero sus manos seguían apretándola, buscando más contacto contra su cuerpo - No...haga eso... - Pero su miembro se presionaba dolorosamente duro contra su pantalón
-Me... hace sentir... extraño - Finalizó. 'Extraño' no era precisamente la palabra que buscaba, hubiera sido mucho más apropiado decir 'Me excita demasiado'. Pero eso era algo que aún no estaba dispuesto a aceptar.
Los labios se separaron y una mano brusca se ubicó en su cuello con fiereza. Soren abrió los ojos lentamente, sintiéndo la presión en su cuello y escuchando las palabras de ella. Una parte de él temblaba de miedo al rechazo, al obvio desprecio que ella estaba mostrando y otra parte se empeñaba en absorverla, tragarse ese rechazo y pegarse a su piel hasta ser reconocido.
- Aunque digas que la haz apagado, yo sigo viendo algo de esa luz - Comentó con devoción, casi como las de las viejas que asistían a misa los domingos, como si en vez de un ser humano, estuviera contemplando una deidad.
Entonces ocurrió algo realmente inesperado. Esa mujer esquiva y extraña, le había mordido el cuello. Un relampagó eléctrico le recorrió el cuerpo en cuestión de segundos, su cuerpo se tensó tanto que se sorprendió así mismo descubriéndo que su miembro se endurecía con tal simple acción. Hasta ese momento no era consciente de lo infinitamente erótico y afrodisiáco que le resultaba el que alguien le mordiera el cuello. ¿Como podía algo tan simple causar tanto placer? Reflexionó frenéticamente en esos segundos en los que los dientes de ella, aprisionaron su piel con fuerza.
Quizás era el morbo de la situación misma, del tabú perverso de la vida del vampiro. Soren no recordaba a cuantas personas había mordido en el cuello, cuantos orgasmos había sentido mientras despojaba de la sangre a sus desprevenidas victimas, pero de algo estaba completamente seguro, esa era la primera vez que era él, quien era mordido. Mordido y posteriormente besado por unos labios suaves y engañosos como todo en ella, unos labios que se acercaron peligrosamente a su mandíbula.
- Hnnm...- Gimió. ¿Gimió? ¿Como puedes gemir con tan poco? ¿Sólo por un mordisco?.
Pero ahí estaba, dejando escapar ese sonido vergonzoso desde su garganta, aferrándose a los últimos vestigios de autocontrol y voluntad que le quedaban. - No...no... - Murmuró, pero sus manos seguían apretándola, buscando más contacto contra su cuerpo - No...haga eso... - Pero su miembro se presionaba dolorosamente duro contra su pantalón
-Me... hace sentir... extraño - Finalizó. 'Extraño' no era precisamente la palabra que buscaba, hubiera sido mucho más apropiado decir 'Me excita demasiado'. Pero eso era algo que aún no estaba dispuesto a aceptar.
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
El pecado no era pecado hasta que alguien encontraba lo prohibido. El sexo no era sucio a menos se que se haga bien. Algo no estaba muerto hasta que sus neuronas dejaban de hacer sinapsis. Un estómago no estaba vacío, siempre se tendría para devorar a si mismo. Yo nunca estaría sola porque te tengo a ti. Y ese vampiro tímido, renegado, no iba a dejar de serlo y liberarse hasta que no haya penetrado nuestro cuerpo, sacando al monstruo a dar un paseo.
Alto, alto. Detente. Miranda en serio ¿Escuchas dentro de tu mente? En el autoritario tono que solemos utilizar, él no cave dentro del tú ni yo. SOREN NO. ¿Ahora le dices por el nombre? Pero por favor Miranda, déjate de estupideces ¿Lo consideras más importante, que pasó de ser de Él a tener nombre? Basta Miranda, no intentes dar vuelta el juego. Es el mismo tablero, cambiaron los jugadores, nada más que eso. ¿Le temes a la revolución, tirana? No, tú me temes a mí, que es algo totalmente distinto. Fin de la discusión.
Un sonido, una brisa austera, carente del calor agobiante y húmedo que solía tener, una brisa, que más que un calmo volumen de aire era algo que brotaba de deseo y pedía a gritos ser aclamado bajo el beso de la lujuria. El vampiro había gemido con tan poco para darle. Lo bueno del ignorante era que lo más simple lograba fascinarlo, mientras que al conocedor, lo simple resultaba aburrido. El caso fue que contrario a cualquier antecedente, en vez de ir directamente hacia lo que Miranda y yo queríamos, mis dientes volvieron a hacerse en su piel, sintiendo su textura, hundiéndolos hasta sentir como su piel de granito se amoldaba a la forma de cuchillas cortas, de un color perlado, que conformaba mis caninos. Esta vez con más fuerza, mi mano me ayuda sosteniendo su nuca, acariciando su piel con mi dedo pulgar, en un movimiento hipnotizante, ascendente y descendente tan solo en el recorrido de unos pocos centímetros. Atraían su cuello hacia mis fauces.
Pero sus palabras, veneno puro. Hablar de mi era buscar a Miranda para batirla a un duelo donde ella no se iba a permitir ser la perdedora. Porque para perdedores ya estaba yo ¿Luz? ¿Algo? ¿Un poco? No Soren, maldito resignado de mierda! ¿Luz? ¿En un laberinto? ¿Qué, alumbra la salida? No, aquí la única luz que hay es la que los ojos no pueden ver. La que no ilumina ni a tu ser ni una mísera esperanza. La luz no existe en ningún sentido posible y él con sus palabras no iba a engañarnos. Mis dientes se clavan ahora sin medir fuerza para liberarlo y dejar un espacio entre ambos. Furiosa.
-Eres ciego. Tú no querrás verme y eso te convierte en el peor ignorante de mi mundo. Apagado.
Gruño tratando de tomar el control sobre lo que debía pensar de mí ¿Pero por qué nos importaba tanto? Mis manos se arrebatan en mi pelo. Mis ojos abiertos, clavados en el vampiro sin buscar comprenderlo. Entender porque se empeñaba en buscarme la luz ¿Temíamos a un final feliz? No lo sé, ya cállate no me metas en un cuento. Mi mano se extiende buscando un castigo en el filo de la navaja que antes tenía. Sin lugar a la duda, el frío acero deja una línea roja, poco profunda en la naciente de mi pecho izquierdo. Mi mano se suelta dejándola caer mientras mis ojos siguen clavados en él.
-Libérate. Hazlo o me marcho ¿Quieres perderme?
¿Cómo perder algo que jamás se logró obtener? ¿Pero como se está seguro si lo tiene? Tal vez la luz de la que habla, es la que te cegará cuando la encienda. Ten cuidado en lo que haces Miranda, puede que el niño tímido sea opacado por su monstruo dormido, y tu termines temiendo perderlo a él…ya estás rota…demasiado…
Alto, alto. Detente. Miranda en serio ¿Escuchas dentro de tu mente? En el autoritario tono que solemos utilizar, él no cave dentro del tú ni yo. SOREN NO. ¿Ahora le dices por el nombre? Pero por favor Miranda, déjate de estupideces ¿Lo consideras más importante, que pasó de ser de Él a tener nombre? Basta Miranda, no intentes dar vuelta el juego. Es el mismo tablero, cambiaron los jugadores, nada más que eso. ¿Le temes a la revolución, tirana? No, tú me temes a mí, que es algo totalmente distinto. Fin de la discusión.
Un sonido, una brisa austera, carente del calor agobiante y húmedo que solía tener, una brisa, que más que un calmo volumen de aire era algo que brotaba de deseo y pedía a gritos ser aclamado bajo el beso de la lujuria. El vampiro había gemido con tan poco para darle. Lo bueno del ignorante era que lo más simple lograba fascinarlo, mientras que al conocedor, lo simple resultaba aburrido. El caso fue que contrario a cualquier antecedente, en vez de ir directamente hacia lo que Miranda y yo queríamos, mis dientes volvieron a hacerse en su piel, sintiendo su textura, hundiéndolos hasta sentir como su piel de granito se amoldaba a la forma de cuchillas cortas, de un color perlado, que conformaba mis caninos. Esta vez con más fuerza, mi mano me ayuda sosteniendo su nuca, acariciando su piel con mi dedo pulgar, en un movimiento hipnotizante, ascendente y descendente tan solo en el recorrido de unos pocos centímetros. Atraían su cuello hacia mis fauces.
Pero sus palabras, veneno puro. Hablar de mi era buscar a Miranda para batirla a un duelo donde ella no se iba a permitir ser la perdedora. Porque para perdedores ya estaba yo ¿Luz? ¿Algo? ¿Un poco? No Soren, maldito resignado de mierda! ¿Luz? ¿En un laberinto? ¿Qué, alumbra la salida? No, aquí la única luz que hay es la que los ojos no pueden ver. La que no ilumina ni a tu ser ni una mísera esperanza. La luz no existe en ningún sentido posible y él con sus palabras no iba a engañarnos. Mis dientes se clavan ahora sin medir fuerza para liberarlo y dejar un espacio entre ambos. Furiosa.
-Eres ciego. Tú no querrás verme y eso te convierte en el peor ignorante de mi mundo. Apagado.
Gruño tratando de tomar el control sobre lo que debía pensar de mí ¿Pero por qué nos importaba tanto? Mis manos se arrebatan en mi pelo. Mis ojos abiertos, clavados en el vampiro sin buscar comprenderlo. Entender porque se empeñaba en buscarme la luz ¿Temíamos a un final feliz? No lo sé, ya cállate no me metas en un cuento. Mi mano se extiende buscando un castigo en el filo de la navaja que antes tenía. Sin lugar a la duda, el frío acero deja una línea roja, poco profunda en la naciente de mi pecho izquierdo. Mi mano se suelta dejándola caer mientras mis ojos siguen clavados en él.
-Libérate. Hazlo o me marcho ¿Quieres perderme?
¿Cómo perder algo que jamás se logró obtener? ¿Pero como se está seguro si lo tiene? Tal vez la luz de la que habla, es la que te cegará cuando la encienda. Ten cuidado en lo que haces Miranda, puede que el niño tímido sea opacado por su monstruo dormido, y tu termines temiendo perderlo a él…ya estás rota…demasiado…
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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Soren cerró los ojos con fuerza cuando el segundo mordisco le llenó de ese malsano y morboso placer. No debía ser así. Una humana mordiéndole. No, aquello era ilógico, estúpido, maldito... deliciosamente erótico y se sentía jodidamente bien. Se dejó llevar, se dejó tomar fácilmente como si se tratara de una frágil hoja de papel. Porque eso era ¿verdad? era como una frágil hoja de papel en las manos de una mujer más peligrosa que un demonio.
Peligrosa y adictiva. No olvides 'adictiva' Soren. Ya provaste su sangre y eso es lo que importa. Déjame salir pequeño y le mostraremos a esta puta, de lo que realmente somos capaces de hacer.
No entendió sus palabras, no podía pensar, si era ciego, lo había sido toda su existencia. Porque no recordaba haber tenido las cosas claras nunca, especialmente cuando de sentimientos se trataba. Entonces la mujer, como si no estuviera contenta con la gravedad de la situación se había cortado el pecho con una navaja. ¿Que tipo de persona se haría daño así mismo de esa manera tan despreocupada? ¿Que pretendía? ¿Acaso quería morir?
¿Y porque mierda se detenia a pensar en todo eso? ¡Muerdela joder! Sólo muérdela, abosrvela como has deseado desde que provaste su sangre momentos antes y déja de torturarte.
Soren parpadeó, de repente cayéndo en cuenta de lo que acababa de pasar en su cabeza. Comprendiendo el porqué de todas sus dudas.
- ¡N...no puedo! - Exclamó de repente con sorpresa, como ni siquiera él mismo entendiera lo que decía - Nunca... bebo de personas con las cuales he creado un vinculo afectivo - Explica como si estuviera recitando de memoria una regla escrita en un libro. En su propia tabla de mandamientos autoimpuestos. Sus manos temblaron al igual que su voluntad. Finalmente lo aceptaba.
Había creado un lazo afectivo con una desquiciada mujer que había conocido hacía cuanto... ¿una hora?.
Maldita sea.
Peligrosa y adictiva. No olvides 'adictiva' Soren. Ya provaste su sangre y eso es lo que importa. Déjame salir pequeño y le mostraremos a esta puta, de lo que realmente somos capaces de hacer.
No entendió sus palabras, no podía pensar, si era ciego, lo había sido toda su existencia. Porque no recordaba haber tenido las cosas claras nunca, especialmente cuando de sentimientos se trataba. Entonces la mujer, como si no estuviera contenta con la gravedad de la situación se había cortado el pecho con una navaja. ¿Que tipo de persona se haría daño así mismo de esa manera tan despreocupada? ¿Que pretendía? ¿Acaso quería morir?
¿Y porque mierda se detenia a pensar en todo eso? ¡Muerdela joder! Sólo muérdela, abosrvela como has deseado desde que provaste su sangre momentos antes y déja de torturarte.
Soren parpadeó, de repente cayéndo en cuenta de lo que acababa de pasar en su cabeza. Comprendiendo el porqué de todas sus dudas.
- ¡N...no puedo! - Exclamó de repente con sorpresa, como ni siquiera él mismo entendiera lo que decía - Nunca... bebo de personas con las cuales he creado un vinculo afectivo - Explica como si estuviera recitando de memoria una regla escrita en un libro. En su propia tabla de mandamientos autoimpuestos. Sus manos temblaron al igual que su voluntad. Finalmente lo aceptaba.
Había creado un lazo afectivo con una desquiciada mujer que había conocido hacía cuanto... ¿una hora?.
Maldita sea.
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
¿Quién era culpable, el tentador o el tentado? Miranda era culpable por dejar un acertijo sin resolver, incapaz de eliminarlo y permitir al resto jugar a ser quien lo pueda terminar ¿Y ese otro? También era culpable por intentar solucionar algo que nunca iba a estar a su altura. El secreto que cubría la existencia ¿Disculpa? De acuerdo Miranda, la vida, solamente eso. Tres personas pueden guardar un secreto, nuestro secreto. solo si dos de ellas están muertas. Ambas lo estamos, y él no ocultará nada porque no puede esconder algo que no posee ni jamás tendrá ¿Entonces estamos condenadas a ser reveladas? No, Somos solo nosotras dos, no necesitamos de ningún tercero. Tú me tienes a mi y yo a tí. Soren no entra en el cálculo.
Debíamos vivir, solo vivir porque existir era arriesgar a que un tercero entre y descubra nuestro secreto. No Miranda, ese tercero jamás existirá porque lo asesinaremos ¿Pero si ese tercero ya lo sabe? Lo asesinaremos igual, y luego te mataré a ti por estúpida, FUE TU CULPA. No, nada de eso ¿Qué, quiéres convencerte de cuan fuerte eres? Eres mierda Miranda, él es mierda al igual que tú. Te rebajaste a su nivel ¿Dónde está tu orgullo? Basta, no volverá a pasar ¿Qué no? Somos humanas, podemos equivocarnos pero persistir en el error es solamente de locos ¿Acaso no lo estamos?
Miranda grita, enfurecida retrocediendo sus garras dentro de mi mente, mi cuerpo continuaba de pie, sintiendo como un frío pero familiar río, diminuto. Insignificante, de tinta de color sangre manchaba un papiro blanco, ausente cualquier lunar e impefección. Mi mirada estaba ahora perdida, perdida de mí misma. Miranda se había ido por lo menos por ahora, y era ella quien hacía de brújula. Pero algo, un ruido que corta el silencio.
¿Qué había dicho?
Mi mirada se clava en él. El terror que pocas veces había sentido, no valoraba nada como para temer perderlo, pero lo desconocido de poder llegar a tener algo era el vacío más grande que podía socorrer dentro de mi pecho. El coraje es resistencia al miedo, dominio del terror, no ausencia de miedo. No, el orgullo no nos permitía aceptarlo. Pero era pánico lo que sentía mi respiración. La sangre fluye con pavor por mis venas, presas de la locura queriendo escapar a sus palabras ¿Afecto? ¿Vínculo? No, demasiado rota, no otra vez.
Mi cuerpo retrocede un paso, nunca dándole la espalda. Mis ojos pocas veces tan abiertos se clavan en él con una pupila tan dilatada que podías sentirte reflejado, incluso, quienes se atreven a ver a la bestia creen reconocer a la propia alma desahuciada, frágil de Miranda gritando dentro de mí. Pero el pánico de ver lo que transmitían mis ojos te impedía verme. Era por eso que nadie jamás pudo contemplar que somos simples. Simples humanas con pánico a que nos rompan, pero con el único deseo de que alguien nos quiera ¿Y ahora escapábamos? Claro.
Miranda y yo, ambas estábamos en shock. Sin poder reaccionar, mis labios se articulan y emiten un sonido que ni yo msima reconozco.
-No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás existió. No seas estúpido, te torturarás maldito!
Pero ni un gruñido. Nada. Era en ese momento lo que era. Mi carácter gigante se fue para dejar una minúscula figura. Enfermiza, a la tentativa del vicio de pie frente a un vampiro. Miranda....Miranda...Nos quiere descubrir. Haz algo. Mi cabeza se mueve, el dolor de mil agujas de sentía clavándose una y otra vez, escondiéndome nuevamente. Tan solo permanecí un minuto, quizá dos desnuda. Si, desnuda frente a él. Necesitaba olvidarla, olvidar a Miranda por un segundo. No necesite virar para que las cortinas de la ventana caigan estrepitosamente, batiendo el metal oxidado. El local se cerró para el público. Soren era ahora el único espectador.
-Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo ¿Cuál eres?
No camino hacia él sino hacia su escritorio para volver a sentarme, tratando de volver a la calma de antes. Cigarrillos, mi mano no tarda en buscarlos en mi sostén.
Debíamos vivir, solo vivir porque existir era arriesgar a que un tercero entre y descubra nuestro secreto. No Miranda, ese tercero jamás existirá porque lo asesinaremos ¿Pero si ese tercero ya lo sabe? Lo asesinaremos igual, y luego te mataré a ti por estúpida, FUE TU CULPA. No, nada de eso ¿Qué, quiéres convencerte de cuan fuerte eres? Eres mierda Miranda, él es mierda al igual que tú. Te rebajaste a su nivel ¿Dónde está tu orgullo? Basta, no volverá a pasar ¿Qué no? Somos humanas, podemos equivocarnos pero persistir en el error es solamente de locos ¿Acaso no lo estamos?
Miranda grita, enfurecida retrocediendo sus garras dentro de mi mente, mi cuerpo continuaba de pie, sintiendo como un frío pero familiar río, diminuto. Insignificante, de tinta de color sangre manchaba un papiro blanco, ausente cualquier lunar e impefección. Mi mirada estaba ahora perdida, perdida de mí misma. Miranda se había ido por lo menos por ahora, y era ella quien hacía de brújula. Pero algo, un ruido que corta el silencio.
¿Qué había dicho?
Mi mirada se clava en él. El terror que pocas veces había sentido, no valoraba nada como para temer perderlo, pero lo desconocido de poder llegar a tener algo era el vacío más grande que podía socorrer dentro de mi pecho. El coraje es resistencia al miedo, dominio del terror, no ausencia de miedo. No, el orgullo no nos permitía aceptarlo. Pero era pánico lo que sentía mi respiración. La sangre fluye con pavor por mis venas, presas de la locura queriendo escapar a sus palabras ¿Afecto? ¿Vínculo? No, demasiado rota, no otra vez.
Mi cuerpo retrocede un paso, nunca dándole la espalda. Mis ojos pocas veces tan abiertos se clavan en él con una pupila tan dilatada que podías sentirte reflejado, incluso, quienes se atreven a ver a la bestia creen reconocer a la propia alma desahuciada, frágil de Miranda gritando dentro de mí. Pero el pánico de ver lo que transmitían mis ojos te impedía verme. Era por eso que nadie jamás pudo contemplar que somos simples. Simples humanas con pánico a que nos rompan, pero con el único deseo de que alguien nos quiera ¿Y ahora escapábamos? Claro.
Miranda y yo, ambas estábamos en shock. Sin poder reaccionar, mis labios se articulan y emiten un sonido que ni yo msima reconozco.
-No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás existió. No seas estúpido, te torturarás maldito!
Pero ni un gruñido. Nada. Era en ese momento lo que era. Mi carácter gigante se fue para dejar una minúscula figura. Enfermiza, a la tentativa del vicio de pie frente a un vampiro. Miranda....Miranda...Nos quiere descubrir. Haz algo. Mi cabeza se mueve, el dolor de mil agujas de sentía clavándose una y otra vez, escondiéndome nuevamente. Tan solo permanecí un minuto, quizá dos desnuda. Si, desnuda frente a él. Necesitaba olvidarla, olvidar a Miranda por un segundo. No necesite virar para que las cortinas de la ventana caigan estrepitosamente, batiendo el metal oxidado. El local se cerró para el público. Soren era ahora el único espectador.
-Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo ¿Cuál eres?
No camino hacia él sino hacia su escritorio para volver a sentarme, tratando de volver a la calma de antes. Cigarrillos, mi mano no tarda en buscarlos en mi sostén.
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
- Yo llevo más de 200 años añorando eso que nunca he tenido - Comenta observándola con curiosidad. Desde que había entrado a la tienda, esa era la primera vez que notaba un cambio en su semblante, un cambio significativo. Todo había sucedido tan rápido y había sido tan intenso que no se había detenido a pensar. Había probado la sangre de ella através del cigarrillo y en su mano, pero no lo consideraba como beber directamente de ella porque...
Habían sido accidentes. Simples accidentes. El mundo jugaba así con ellos porque sólo eran peones del destino.
- ¿Que hay de ti? ¿Haz encontrado eso que añoras? - Le preguntó volviendo su vista a la tienda. Su garganta aún estaba cedienta, no podía engañarse así mismo deseaba beber de ella, pero no podía. No podía romper su propio codigo... y caer en el pecado. Se obligó así mismo a controlarse. Él no estaba hambriento de todos modos, no cuando ella había entrado más temprano, así que no tenía la necesidad.
Vamos Soren, se que puedes hacerlo, Aunque seas patético aún tienes dignidad...
- Hace un buen tiempo que comencé con este negocio - Comentó intentando parecer tranquilo, pero su voz sonaba claramente nerviosa - Lo comencé en Estocolmo, antes vivía en Suecia...- La vio tomar un nuevo cigarrillo y sus palabras le hicieron sonreír, aunque una sonrisa no era precisamente apropiada para un momento así.
- Creo que soy idiota de verdad... y no eres la primera persona que me lo dice- Finaliza recostandose en la pared.
(( me quedó corto lol pero si le metía más blabla sería puro relleno :3 ))
Habían sido accidentes. Simples accidentes. El mundo jugaba así con ellos porque sólo eran peones del destino.
- ¿Que hay de ti? ¿Haz encontrado eso que añoras? - Le preguntó volviendo su vista a la tienda. Su garganta aún estaba cedienta, no podía engañarse así mismo deseaba beber de ella, pero no podía. No podía romper su propio codigo... y caer en el pecado. Se obligó así mismo a controlarse. Él no estaba hambriento de todos modos, no cuando ella había entrado más temprano, así que no tenía la necesidad.
Vamos Soren, se que puedes hacerlo, Aunque seas patético aún tienes dignidad...
- Hace un buen tiempo que comencé con este negocio - Comentó intentando parecer tranquilo, pero su voz sonaba claramente nerviosa - Lo comencé en Estocolmo, antes vivía en Suecia...- La vio tomar un nuevo cigarrillo y sus palabras le hicieron sonreír, aunque una sonrisa no era precisamente apropiada para un momento así.
- Creo que soy idiota de verdad... y no eres la primera persona que me lo dice- Finaliza recostandose en la pared.
(( me quedó corto lol pero si le metía más blabla sería puro relleno :3 ))
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
La nicotina bramaba en el subconciente de Miranda y mio. El vicio no era por sostener un cilindro, sino por el deseo de hacerlo. Lo que llevaba al vicio era una mente retorcida que lo gritaba, que lo necesitaba al punto de poder llegar a modificar su conducta en carencia del producto del vicio. El cigarrillo se había convertido en un vicio casi tan importante como lo era Miranda para mi. Ambos nos controlaban, pero por lo menos el cigarrillo no nos terminaba de abrir las grietas como ella lo hacía. Disfruto con cada inspircación mientras el cuerpo se mueve al compás de las respiraciones.
Un cuerpo carcomido y enfermizo que había sido dado sin dudas al vampiro para beber. Claro, Miranda hacías tu buena acción del día. No, lo ponía en ridículo ¿Me dirás que no sentías ganas de ayudarlo pese a todo? ¿Que no eres una débil e inútil? Vete a la mierda!
Nuestra mirada perdida, sin enfocar en nada de aquella habitación testigo de la lujuria, las ansias de poder, de la inestabilidad, barren el terreno hasta donde se encontraba el vampiro con una sonrisa cínica y maléfica. Misteriosa pero enfermiza. Tan retorcida que era imposible encontrar su punto de partida y de llegada.
-Las cosas me encuentran, es allí cuando me doy cuenta que las estaba buscando.
El tono monótono, el cuerpo reacciona a mis pensamientos dado que Miranda se había calmado en algún lugar del tálamo. Mis pies frágiles se hacen con el piso que cruje apenas ante el peso insignificante que representaban estos cánones de muñeca. No camino, sino que mi peso continúa apoyado contra el borde de la mesa.
-¿Dónde termina Soren y comienza Soren?
Su historia no me importaba, no nos importaba. Y su labio nervioso tampoco parecía tan ansioso por contarlo como por eludir lo que había pasado minutos antes. Miranda y yo no teníamos un límite. El vampiro se controlaba intentando dominar a otro. Mis ojos finalmente enfocan en él pero con una tranquilidad tan rídicula en comparación con la pregunta. Miranda, deja de pensar en él diablos!
-Eres lo que te crees.
No seas Soren, sé una novela. Libérate una vez. Tal vez es lo que buscas, pero no lo sabes.
No lo sabes porque no lo encontraste todavía.
Murmuro sin lógica, pero a la vez con toda la racionalidad que podía darle a mis palabras. La sonrisa cínica pasa a ser una simple sonrisa ladeada. No le decía que dejara de ser Soren, sino que fuera más allá de Soren. Miranda...¿Qué mierda le dijsite? ¿Qué mierda acabas de hacer? ¿Le estás...hablando como si se tratara de mi? Yo soy única! A mi sola puedes hablarme así no a él! Es un maldito vampiro con un existencialismo como humanismo, no nos merece. Nadie lo hace! Cállate, déjame vivir.
-Eres virgen.
Edit: Perdón Sori, quería hacerla corta pero no me salio Y_Y.
Un cuerpo carcomido y enfermizo que había sido dado sin dudas al vampiro para beber. Claro, Miranda hacías tu buena acción del día. No, lo ponía en ridículo ¿Me dirás que no sentías ganas de ayudarlo pese a todo? ¿Que no eres una débil e inútil? Vete a la mierda!
Nuestra mirada perdida, sin enfocar en nada de aquella habitación testigo de la lujuria, las ansias de poder, de la inestabilidad, barren el terreno hasta donde se encontraba el vampiro con una sonrisa cínica y maléfica. Misteriosa pero enfermiza. Tan retorcida que era imposible encontrar su punto de partida y de llegada.
-Las cosas me encuentran, es allí cuando me doy cuenta que las estaba buscando.
El tono monótono, el cuerpo reacciona a mis pensamientos dado que Miranda se había calmado en algún lugar del tálamo. Mis pies frágiles se hacen con el piso que cruje apenas ante el peso insignificante que representaban estos cánones de muñeca. No camino, sino que mi peso continúa apoyado contra el borde de la mesa.
-¿Dónde termina Soren y comienza Soren?
Su historia no me importaba, no nos importaba. Y su labio nervioso tampoco parecía tan ansioso por contarlo como por eludir lo que había pasado minutos antes. Miranda y yo no teníamos un límite. El vampiro se controlaba intentando dominar a otro. Mis ojos finalmente enfocan en él pero con una tranquilidad tan rídicula en comparación con la pregunta. Miranda, deja de pensar en él diablos!
-Eres lo que te crees.
No seas Soren, sé una novela. Libérate una vez. Tal vez es lo que buscas, pero no lo sabes.
No lo sabes porque no lo encontraste todavía.
Murmuro sin lógica, pero a la vez con toda la racionalidad que podía darle a mis palabras. La sonrisa cínica pasa a ser una simple sonrisa ladeada. No le decía que dejara de ser Soren, sino que fuera más allá de Soren. Miranda...¿Qué mierda le dijsite? ¿Qué mierda acabas de hacer? ¿Le estás...hablando como si se tratara de mi? Yo soy única! A mi sola puedes hablarme así no a él! Es un maldito vampiro con un existencialismo como humanismo, no nos merece. Nadie lo hace! Cállate, déjame vivir.
-Eres virgen.
Edit: Perdón Sori, quería hacerla corta pero no me salio Y_Y.
Última edición por Miranda Schreiber el Lun Ago 16, 2010 3:54 pm, editado 2 veces
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
Soren la observó tratando de calmarse, de volver a la paz de siempre. Porque no podía mentirse así mismo, se había exitado con los mordiscos de ella y bueno la poca sangre que había bebido, pero la razón era más importante que la sensación, Soren era un eterno existencialista y no un hedonista exclavo de su cuerpo. Por alguna extraña razón que desconocía, se había dejado llevar, quizás era ella, quizás era su sangre, quizás era la curiosidad y al mismo tiempo el terror que le causaba su enigmática forma de ser, pero de cualquier modo, no podía permitirse descontrolarse tan fácilmente.
Estaba en juego algo más que su integridad física, estaba en riesgo su credo y filosofía de vida. Todo lo que siempre había sido y querido ser no sería destruido por un simple deseo de la carne.
- Se lo que quiero - Dice al fin, organizandose el borde de la camiza y pasándose una mano por el cabello - Quiero controlarlo y quiero... creer que puedo ser bueno -
¿Porque estaba allí hablando con una mujer que apenas acababa de conocer de cosas tan personales que a nadie le había dicho? ¿Quien era ella para entrar así en su vida a la fuerza y rompiendo la puerta sin tan siquiera tocar?.
- ¿Pero que dices? - Exclamó finalmente cuando le llamó virgen, un notable sonrojo subiendo por su rostro - Claro que no lo soy...- Mintió avergonzado. Girando su rostro hacía un lado como queriendo ocultar algo que era demasiado evidente - ¿Y tu si lo eres? - Le reclamó, como si aquello tuviera alguna importancia en particular. ¿Que tenía eso que ver con lo que había pasado entre ambos?.
Estaba en juego algo más que su integridad física, estaba en riesgo su credo y filosofía de vida. Todo lo que siempre había sido y querido ser no sería destruido por un simple deseo de la carne.
- Se lo que quiero - Dice al fin, organizandose el borde de la camiza y pasándose una mano por el cabello - Quiero controlarlo y quiero... creer que puedo ser bueno -
¿Porque estaba allí hablando con una mujer que apenas acababa de conocer de cosas tan personales que a nadie le había dicho? ¿Quien era ella para entrar así en su vida a la fuerza y rompiendo la puerta sin tan siquiera tocar?.
- ¿Pero que dices? - Exclamó finalmente cuando le llamó virgen, un notable sonrojo subiendo por su rostro - Claro que no lo soy...- Mintió avergonzado. Girando su rostro hacía un lado como queriendo ocultar algo que era demasiado evidente - ¿Y tu si lo eres? - Le reclamó, como si aquello tuviera alguna importancia en particular. ¿Que tenía eso que ver con lo que había pasado entre ambos?.
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
Miranda reía, su risa retumbaba por todo mi cráneo, creando vibraciones debido a las grietas que ella misma se había encargado de socavar todos los días de mi existencia cuando no estaba demasiado ocupada o entretenida absorbiendo la nicotina. Un dulce veneno como un ensayo de un suicidio, pero no. Ella no podría porque su orgullo no se lo permitía. Y yo quería matarla. Deseaba hacerlo y lo intentaba, cada vez que despertaba. Aguantaba la respiración. Soñaba con escuchar sus gritos ahogados apagándose hasta perder mi conciencia.
Dramática ¿No estabas ocupada? Tú eres mi negocio ¿Y mis vacaciones? Te exploto, eres mi esclava sin goce de sueldo ni libertad. Estas condenada Miranda. Condenada a mí. No te pertenezco. O claro que no, por favor ¿Y le perteneces a él? No, a nadie ¿Y al rey de Inglaterra? Tampoco. Me perteneces a mí, insolente. Vuelve a discutir mi soberanía, y todo lo que recuerdas será un fantasma de un pasado que nunca recordarás que existió, aunque quieras.
-Quiero cosas, pero otras las deseo.
Son dulces, son deliciosas. Son vicio, las quiero.
Pero las deseo más que quererlas. Lo que quieres, lo reconoces cuando lo encuentras. Lo que deseas, torturará tu cabeza y quizá nunca nunca nunca lo consigas.
Un tono dulce emana de nuestros labios entreabiertos que terminan por encarnar una sonrisa tras ese discurso más para Miranda que para Soren ¿Para mi? Si, no quiero que me dejes en paz. Lo DESEO, es más profundo. Sigue soñando, que la pesadilla no termina cuando estás despierta.
-Nada es bueno o malo. Soren es malo y Soren también es malo por reprimir a Soren. Solo ves la parte que quieres.
El tono deja de ser dulce para volver al tinte autoritario. Las uñas se clavan en mi piel generándome ese pico de dolor agudo que necesitaba para despertarme de mi lapso de sueño en estado conciente. Todavía apoyada contra la mesa, una de mis piernas se eleva apoyándose sobre esta. La tela del vestido cae por gravedad pintando una pierna blanquecina, pulida en granito y delicada como una escultura de hielo.
-Lo eres. Sino lo eres, acaríciame.
Murmuro con una autoridad demasiado cortante de aquel silencio espectral pero misterioso y envolvente. Silencio testigo de la reunión de un existencialista, dos demonios, un no-ente. 4 criaturas encarnadas en 2 personas. Una deseosa por dominarse pero con pánico de hacerlo, y otra queriendo evitarlo.
-Hazlo.
Sonrío torcido, forzando todavía más al vampiro sabiendo que no lo haría.
-Eres virgen de cuerpo, no de mente. Deseas, me deseas. Deseas penetrarme y hacerme gritar. Sueñas con morder cada centímetro de mi cuerpo. Lo deseas, incluso más de lo que quieres reprimirte. Pero lo logras por moral, por Soren.
Di, soy virgen, o tócame.
Miranda estúpida! Por orden de ella me veo obligada a morder el labio tan fuerte para callar que lo hago sangrar, sintiendo como el tibio líquido baja por mi garganta. Ahora ambas estábamos en un silencio sepulcral observando al vampiro sin verlo con nos ojos grices, perfectos. Perfectamene vacíos. Enferma mental, basta de Soren. BASTA! Me tienes a mi, no necesitas otro monstruo más.
Off: AAAA ME ODIO!! me quedo demasiado largo, grrr.
Dramática ¿No estabas ocupada? Tú eres mi negocio ¿Y mis vacaciones? Te exploto, eres mi esclava sin goce de sueldo ni libertad. Estas condenada Miranda. Condenada a mí. No te pertenezco. O claro que no, por favor ¿Y le perteneces a él? No, a nadie ¿Y al rey de Inglaterra? Tampoco. Me perteneces a mí, insolente. Vuelve a discutir mi soberanía, y todo lo que recuerdas será un fantasma de un pasado que nunca recordarás que existió, aunque quieras.
-Quiero cosas, pero otras las deseo.
Son dulces, son deliciosas. Son vicio, las quiero.
Pero las deseo más que quererlas. Lo que quieres, lo reconoces cuando lo encuentras. Lo que deseas, torturará tu cabeza y quizá nunca nunca nunca lo consigas.
Un tono dulce emana de nuestros labios entreabiertos que terminan por encarnar una sonrisa tras ese discurso más para Miranda que para Soren ¿Para mi? Si, no quiero que me dejes en paz. Lo DESEO, es más profundo. Sigue soñando, que la pesadilla no termina cuando estás despierta.
-Nada es bueno o malo. Soren es malo y Soren también es malo por reprimir a Soren. Solo ves la parte que quieres.
El tono deja de ser dulce para volver al tinte autoritario. Las uñas se clavan en mi piel generándome ese pico de dolor agudo que necesitaba para despertarme de mi lapso de sueño en estado conciente. Todavía apoyada contra la mesa, una de mis piernas se eleva apoyándose sobre esta. La tela del vestido cae por gravedad pintando una pierna blanquecina, pulida en granito y delicada como una escultura de hielo.
-Lo eres. Sino lo eres, acaríciame.
Murmuro con una autoridad demasiado cortante de aquel silencio espectral pero misterioso y envolvente. Silencio testigo de la reunión de un existencialista, dos demonios, un no-ente. 4 criaturas encarnadas en 2 personas. Una deseosa por dominarse pero con pánico de hacerlo, y otra queriendo evitarlo.
-Hazlo.
Sonrío torcido, forzando todavía más al vampiro sabiendo que no lo haría.
-Eres virgen de cuerpo, no de mente. Deseas, me deseas. Deseas penetrarme y hacerme gritar. Sueñas con morder cada centímetro de mi cuerpo. Lo deseas, incluso más de lo que quieres reprimirte. Pero lo logras por moral, por Soren.
Di, soy virgen, o tócame.
Miranda estúpida! Por orden de ella me veo obligada a morder el labio tan fuerte para callar que lo hago sangrar, sintiendo como el tibio líquido baja por mi garganta. Ahora ambas estábamos en un silencio sepulcral observando al vampiro sin verlo con nos ojos grices, perfectos. Perfectamene vacíos. Enferma mental, basta de Soren. BASTA! Me tienes a mi, no necesitas otro monstruo más.
Off: AAAA ME ODIO!! me quedo demasiado largo, grrr.
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
Parpadeó abriendo ligeramente los labios en una exclamación que no salió. Era como si esa mujer le hubiera leído la mente. ¿Como había descubierto que luchaba contra un ente invisible interior? ¿Como podía hablar con tanta propiedad de algo que ni él mismo entendía aún cuando vivía dentro de si mismo? A lo mejor aquella mujer no era del todo una humana, Soren cerró los ojos por unos segundos y cuando los abrió, el mundo a su alrededor estaba a escala de grises y sólo la mujer brillaba con el color de su aura. Su aura era indudablemente de humano, pero había algo más, fluctuaba y parpadeaba como una luz intermitente, era inconstante y tranmitía una extraña sensación bélica constante, como si quisiera atacarte.
Frunció ligéramente el entrecejo y canceló la técnica, las cosas a su alrededor se colorearon lentamente y adquirieron el aspecto normal. Sin lugar a dudas era humana, pero entonces ¿Porqué? acaso... ¿Podía leer la mente? ¿Se habría metido esa humana en su mente y habría sonsacado su más recondito secreto? tragó saliva sin dejar de mirarla y escuchar todo lo que decía ¿Que más habría descubierto de él?
Se sintió entonces infinitamente vulnerable y desnudo, siendo expuesto de esa forma por una desconocida cuyo nombre ya había inclusive olvidado. Lo último que dijo lo tomó completamente desprevenido, el rubor subió a su rostro convirtiendo sus mejillas en dos intensos tomates rojos, abrió los labios para responder pero los volvió a cerrar sin saber que decir.
Calmate, calmate, ¡calmate mierda!...
- Esto es... estúpido - Dijo al fin, sintiéndose acorralado y molesto - Soy virgen - Murmuró volviendo la vista al suelo - Y... no se quien diablos eres... pero quisiera conocerte más -
Frunció ligéramente el entrecejo y canceló la técnica, las cosas a su alrededor se colorearon lentamente y adquirieron el aspecto normal. Sin lugar a dudas era humana, pero entonces ¿Porqué? acaso... ¿Podía leer la mente? ¿Se habría metido esa humana en su mente y habría sonsacado su más recondito secreto? tragó saliva sin dejar de mirarla y escuchar todo lo que decía ¿Que más habría descubierto de él?
Se sintió entonces infinitamente vulnerable y desnudo, siendo expuesto de esa forma por una desconocida cuyo nombre ya había inclusive olvidado. Lo último que dijo lo tomó completamente desprevenido, el rubor subió a su rostro convirtiendo sus mejillas en dos intensos tomates rojos, abrió los labios para responder pero los volvió a cerrar sin saber que decir.
Calmate, calmate, ¡calmate mierda!...
- Esto es... estúpido - Dijo al fin, sintiéndose acorralado y molesto - Soy virgen - Murmuró volviendo la vista al suelo - Y... no se quien diablos eres... pero quisiera conocerte más -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
La mente dibujaba ilusiones, a veces demasiado reales, a veces nosotros demasiado estúpidos que las creíamos, las deseábamos tanto al punto de engendrarlas en la realidad. Pero es como una hipótesis. Si sobrevive la prueba, es buena. Si muere, si fracasa, es solo una idea que nunca podrá realizarse. Si intentabas vivir una realidad que no era de este mundo, el miedo al darte cuenta, la miseria de la mente al ver que todo aquello que deseaba no estaba ocurriendo realmente. Y luego el pánico, pánico de que tal vez, eso nunca pudiera ocurrir. Lo deseaba demasiado como para dejarlo escapar. No Miranda, no lo deseas. Tu no deseas eso. No deseas solo es un capricho pasajero. Aléjate de ese pensamiento ¿Tienes miedo? No…No pareces convencida ¿Tienes pánico de que no te necesite? No seas estúpida, nunca lo harás porque le temes más de lo que deseas.
Ignora la parte en la que Soren habla, realmente no le importaba. Solo necesitaba saber que podía sacar lo que quisiera de lo que quería. Él era uno más, un títere en la mano de la titiritera ¿Y quien manejaba a la maestra? Nadie sabía, solo que usaba a Miranda para ocultarse. Y no, Soren no iba a conocerla, no lo haría. No le íbamos a dar ese privilegio ¿Y si ella era mala? No lo es ¿Y si ella es buena? Tampoco lo es ¿Y sino existe? No lo sé.
Mi cuerpo observa al vampiro. Mi mandíbula se tensa. Miranda comenzaba a gritar agudo dentro de mí cuando dijo querer conocernos ¿Peor qué mierda sabía él? Sin meditar, sin dudar un segundo mis manos se descontrolan. Mi cuerpo se gira teniendo frente a sí un escritorio lleno de cosas. Las tiro, sin delicadeza, sin orden, mis manos comienzan a hacer todos los libros a un lado, dejando una lluvia de papeles desordenados caer como la naturaleza regía todo sobre el suelo: al azar.
El descontrol se apodera del ambiente mientras Miranda y yo buscamos para atrapar con las uñas, casi con desesperación una pluma para ponerla con autoridad sobre Soren, mientras los labios bufaban calamidades por el “conocer más” ¿Qué mierda quiere conocer de algo que expresamente había pedido que se mantuvieran alejados? No era más que un simple…humano, idiotas curiosos que pierden la vida por propia decisión.
El ambiente, hojas volando, la mesa vacía y paso a subirme a ella, a recostarme en su plenitud como si estuviera posando para el vampiro parado, confuso, virgen en sentido de evitar corromperse. Cierro los ojos.
-Dibújame.
Un tono autoritario, demasiado. Pero calmo.
-Dibújame con palabras.
Off: Pense que me quedaría mas bonito pero no, puchis Y_Y
Ignora la parte en la que Soren habla, realmente no le importaba. Solo necesitaba saber que podía sacar lo que quisiera de lo que quería. Él era uno más, un títere en la mano de la titiritera ¿Y quien manejaba a la maestra? Nadie sabía, solo que usaba a Miranda para ocultarse. Y no, Soren no iba a conocerla, no lo haría. No le íbamos a dar ese privilegio ¿Y si ella era mala? No lo es ¿Y si ella es buena? Tampoco lo es ¿Y sino existe? No lo sé.
Mi cuerpo observa al vampiro. Mi mandíbula se tensa. Miranda comenzaba a gritar agudo dentro de mí cuando dijo querer conocernos ¿Peor qué mierda sabía él? Sin meditar, sin dudar un segundo mis manos se descontrolan. Mi cuerpo se gira teniendo frente a sí un escritorio lleno de cosas. Las tiro, sin delicadeza, sin orden, mis manos comienzan a hacer todos los libros a un lado, dejando una lluvia de papeles desordenados caer como la naturaleza regía todo sobre el suelo: al azar.
El descontrol se apodera del ambiente mientras Miranda y yo buscamos para atrapar con las uñas, casi con desesperación una pluma para ponerla con autoridad sobre Soren, mientras los labios bufaban calamidades por el “conocer más” ¿Qué mierda quiere conocer de algo que expresamente había pedido que se mantuvieran alejados? No era más que un simple…humano, idiotas curiosos que pierden la vida por propia decisión.
El ambiente, hojas volando, la mesa vacía y paso a subirme a ella, a recostarme en su plenitud como si estuviera posando para el vampiro parado, confuso, virgen en sentido de evitar corromperse. Cierro los ojos.
-Dibújame.
Un tono autoritario, demasiado. Pero calmo.
-Dibújame con palabras.
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
Mientras observaba a la mujer tenía la impresión de que en cualquier momento ella saltaría sobre él y le atacaría, lo cual era considerablemente ridículo y sin fundamento, por que ella era la frágil humana cuya vida podía esfumarce fácilmente y él era una creatura del demonio, inmortal y poderosa. Pero en ese momento, él había dejado de ser el vampiro que durante más de 200 años había asesinado a sangre fría a personas inocentes para convertirse sólo en un joven inexperto y virgen, que tenía miedo del cuerpo de una mujer.
La mujer se acercó al escritorio y Soren retrocedió instintivamente un par de pasos, entonces tiró todas sus cosas al suelo sin cuidado alguno, abrió los labios para dejar escapar una protesta al ver como sus preciosos libros de poesía y literatura inglesa caían al suelo rudamente, las hojas volando por aquí y allá desordenadamente. A esa mujer no le importaba quien era, no le importaba que para él, sus libros fueran su vida, parte de su alma, no, a ella sólo le importaba conseguir lo que quería de él. Aún no estaba muy seguro de que era, pero quizás lo averiguaría si le seguía el juego.
Con el ceño fruncido, tomó la pluma y alcanzó un cuaderno de bocetos que tenía guardado en el cajón bajo el escritorio, se dejó caer en el asiento en frente de ella, apoyando una pierna en el borde del escritorio y colocando el cuaderno en sus muslos para poder dibujar. Se quedó mirándola con una mirada penetrante, llena de facinación, terror, rabia y deseo. ¿Se podían sentir esas cuatro cosas al mismo tiempo por una persona? Hasta el momento no lo sabía, pero le molestaba sobremanera que ella pasara por encima de lo que él era, que no se preocupara por descubrirle y sólo quisiera hacer su volundad.
Comenzó a dibujar en la página en blanco la silueta de una mujer, no se le daba bien dibujar y mucho menos bajo presión, no entendía porque resultaba obedeciendo a todas sus órdenes, como si ella tuviera algún poder sobre natural sobre él. Dibujo las piernas delgadas y esbeltas, la curva de su cintura y el triangulo prohibido escondido entre ellas, dibujó el pecho y al llegar al rostro detuvo la pluma, aunque la estaba viendo directamente no podía dibujarle, porque ese no era su verdadero rostro, había algo más de ella que no mostraba y él no dibujaba mentiras.
Dio otros trazos más y cuando creyó que había terminado, giró el papel para mostrarle, se sintió extraño, él nunca mostraba sus obras, pero aquella era una ecepción. El papel amarillento mostraba el cuerpo de una mujer manteniendo una proporción semejante al de la realidad con un buen manejo de detalles, estaba desnuda y su rostro... su rostro en vez de ojos nariz o boca, tenía un enorme agujero negro, que había dibujado pasando el lapiz varias veces en circulos. El dibujo era deliciosamente aterrador, propio de un vampiro.
- No dibujo mentiras, esa no es tu verdadera cara -
(( Hay madre... que largo que me quedó D: ))
La mujer se acercó al escritorio y Soren retrocedió instintivamente un par de pasos, entonces tiró todas sus cosas al suelo sin cuidado alguno, abrió los labios para dejar escapar una protesta al ver como sus preciosos libros de poesía y literatura inglesa caían al suelo rudamente, las hojas volando por aquí y allá desordenadamente. A esa mujer no le importaba quien era, no le importaba que para él, sus libros fueran su vida, parte de su alma, no, a ella sólo le importaba conseguir lo que quería de él. Aún no estaba muy seguro de que era, pero quizás lo averiguaría si le seguía el juego.
Con el ceño fruncido, tomó la pluma y alcanzó un cuaderno de bocetos que tenía guardado en el cajón bajo el escritorio, se dejó caer en el asiento en frente de ella, apoyando una pierna en el borde del escritorio y colocando el cuaderno en sus muslos para poder dibujar. Se quedó mirándola con una mirada penetrante, llena de facinación, terror, rabia y deseo. ¿Se podían sentir esas cuatro cosas al mismo tiempo por una persona? Hasta el momento no lo sabía, pero le molestaba sobremanera que ella pasara por encima de lo que él era, que no se preocupara por descubrirle y sólo quisiera hacer su volundad.
Comenzó a dibujar en la página en blanco la silueta de una mujer, no se le daba bien dibujar y mucho menos bajo presión, no entendía porque resultaba obedeciendo a todas sus órdenes, como si ella tuviera algún poder sobre natural sobre él. Dibujo las piernas delgadas y esbeltas, la curva de su cintura y el triangulo prohibido escondido entre ellas, dibujó el pecho y al llegar al rostro detuvo la pluma, aunque la estaba viendo directamente no podía dibujarle, porque ese no era su verdadero rostro, había algo más de ella que no mostraba y él no dibujaba mentiras.
Dio otros trazos más y cuando creyó que había terminado, giró el papel para mostrarle, se sintió extraño, él nunca mostraba sus obras, pero aquella era una ecepción. El papel amarillento mostraba el cuerpo de una mujer manteniendo una proporción semejante al de la realidad con un buen manejo de detalles, estaba desnuda y su rostro... su rostro en vez de ojos nariz o boca, tenía un enorme agujero negro, que había dibujado pasando el lapiz varias veces en circulos. El dibujo era deliciosamente aterrador, propio de un vampiro.
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Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
Cuando un lienzo es de un virginal color blanco, solo dos cosas pueden ocurrir. Pero no depende del papel sino de quien viola esa textura fresca, dispuesta a convertirse en lo que el trazo del pintor desee. Una calamidad, o una hermosura poco digna de estar a la altura de algo. Pero todo se plasma, impreso en aquel rectángulo. El resultado final es subjetivo para el autor, lo que cuenta es la reacción del espectador. Ese ser que puede o bien contemplar la pieza como una obra de arte o parecerle una auténtica porquería. Si es lo primero, admirará al autor en sus subsiguientes obras hasta que haga una aberración. Todo lo bueno, a veces nunca cuenta frente a un solo error. Y eso alcanza y sobra para pasar al olvido. En el caso de no agradarte directamente la obra, ahorras camino.
Miranda ¿Qué obra eres? No eres fruto de mi imaginación ¿O si? Yo soy tú, soy tu mejor fracaso. No puedes hacer nada más ¿Pero hablas como obra, o como espectadora? Yo te cree, y yo tengo el poder de destruirte…No seas idiota ¿Acaso te crees capaz de destruir lo único que tienes, lo único que pudiste hacer en tu vida de mierda? Basta. Soy tu mejor error, el mejor de todos ellos. Ni Soren llega a ser un mejor error que yo. No intentes eliminarme. Me recordarás por siempre por eso. Siempre.
Mis ojos se abren para poder ver el resultado de su obra. No termino por separarme del todo de la mesa, sino que me siento dejando mis pies en el aire. Sus palabras, mis ojos se abren demostrando que la negrura no era más que un vacío dentro de otro que se carcomía a sí mismo como un agujero negro. Era el más perfecto y hermoso de los fracasos. Sus palabras no hacen otra cosa que hacer que un sonido extraño retumbe en las paredes ¿Era mi risa? Si lo era.
Maldito Soren ¿Era necesario que su curiosidad se perpetúe luego de que su corazón físicamente hablando, haya muerto?
No, esa obra no era una obra, No lo era. No entraba dentro del cuadro de obras. Miranda corría dentro de mi cabeza gritando, como si el círculo negro que había hecho como máscara la estuviera observando. Por un momento, imaginamos eso sobre nosotras. Esa máscara de mentiras que tejíamos sin parar. Mi mano baja a mi vestido, cortando, desgarrando un pedazo de tela. Me paro y camino hacia el vampiro para tomar su dibujo y arrojarlo al suelo.
-¿Y tú que sabes de mí? Tu no sabes de mi. Miranda tampoco, ella tampoco.
Gruñe Miranda, pero los ojos…mis ojos se mantienen calmos. Tal vez el no entendía lo que había logrado, había llegado al nivel de comparlo con Miranda. Eso era...más de lo que nadie podía pedir. Estábamos hablando de Miranda. Tomo la gasa del vestido y la coloco sobre sus ojos cubriéndolo. Dejándolo ciego pero con la pluma en la mano. Camino aferrando su mano para volver a recostarme sobre el escritorio. El allí, parado con una pluma. Sin poder ver.
-Dibújame con palabras.
Si, yo era el lienzo. Mi pie se eleva, quedando a la altura de la punta de su pluma para que pudiera comenzar. ¿Qué mierda hacíamos? Una auténtica obra de arte.
-Hazme mi propio mapa. Encuéntrame pero sin buscarme. Dibújame.
[A ti largo y a mi que!!!Me quedó medio raro ]
Miranda ¿Qué obra eres? No eres fruto de mi imaginación ¿O si? Yo soy tú, soy tu mejor fracaso. No puedes hacer nada más ¿Pero hablas como obra, o como espectadora? Yo te cree, y yo tengo el poder de destruirte…No seas idiota ¿Acaso te crees capaz de destruir lo único que tienes, lo único que pudiste hacer en tu vida de mierda? Basta. Soy tu mejor error, el mejor de todos ellos. Ni Soren llega a ser un mejor error que yo. No intentes eliminarme. Me recordarás por siempre por eso. Siempre.
Mis ojos se abren para poder ver el resultado de su obra. No termino por separarme del todo de la mesa, sino que me siento dejando mis pies en el aire. Sus palabras, mis ojos se abren demostrando que la negrura no era más que un vacío dentro de otro que se carcomía a sí mismo como un agujero negro. Era el más perfecto y hermoso de los fracasos. Sus palabras no hacen otra cosa que hacer que un sonido extraño retumbe en las paredes ¿Era mi risa? Si lo era.
Maldito Soren ¿Era necesario que su curiosidad se perpetúe luego de que su corazón físicamente hablando, haya muerto?
No, esa obra no era una obra, No lo era. No entraba dentro del cuadro de obras. Miranda corría dentro de mi cabeza gritando, como si el círculo negro que había hecho como máscara la estuviera observando. Por un momento, imaginamos eso sobre nosotras. Esa máscara de mentiras que tejíamos sin parar. Mi mano baja a mi vestido, cortando, desgarrando un pedazo de tela. Me paro y camino hacia el vampiro para tomar su dibujo y arrojarlo al suelo.
-¿Y tú que sabes de mí? Tu no sabes de mi. Miranda tampoco, ella tampoco.
Gruñe Miranda, pero los ojos…mis ojos se mantienen calmos. Tal vez el no entendía lo que había logrado, había llegado al nivel de comparlo con Miranda. Eso era...más de lo que nadie podía pedir. Estábamos hablando de Miranda. Tomo la gasa del vestido y la coloco sobre sus ojos cubriéndolo. Dejándolo ciego pero con la pluma en la mano. Camino aferrando su mano para volver a recostarme sobre el escritorio. El allí, parado con una pluma. Sin poder ver.
-Dibújame con palabras.
Si, yo era el lienzo. Mi pie se eleva, quedando a la altura de la punta de su pluma para que pudiera comenzar. ¿Qué mierda hacíamos? Una auténtica obra de arte.
-Hazme mi propio mapa. Encuéntrame pero sin buscarme. Dibújame.
[A ti largo y a mi que!!!Me quedó medio raro ]
Última edición por Miranda Schreiber el Lun Ago 23, 2010 9:36 pm, editado 1 vez
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
(( OMG no sabes cuanto ame tu post! ))
¿Miranda? ¿Quien era esa Miranda de la cual hablaba? ¿Sería acaso algún familiar o amiga? Fuese quien fuese, la chica frente así, parecía bastante enojada con ella y con él mismo. Por unos instantes intentó hacer un recuento de todo lo sucedido desde que ella había llegado a la tienda, ya no recordaba que cosas quería comprar ¿Hubo realmente algo que ella quisiera comprar? Lo dudaba, a lo mejor la mujer no planeaba comprar nada desde el principio ¿Entonces que quería?.
Te quiere a ti. ¿No te has dado cuenta? Quiere destruirte y arrastrarte con ella.
Entonces sin previo aviso, la mujer habia bendado sus ojos, Soren retrocedió un paso instintivamente, confundido entre el miedo y el deseo que crecían en su interior. Se quedó por unos segundos quieto, sin saber que hacer o decir, decifrando sus palabras y sintiendo el estómago revuelto, como si se hubiera tragado un nonticulo de hormigas. No podía verla... ¿Entonces como se suponía que debía escribir o dibujar? Cuando se es ciego ¿Como se percibe el mundo?, dió un paso hacía adelante tragando saliva y con su mano derecha tanteó sobre la mesa encontrándose con el muslo de ella. Retiró la mano casi inmediatamente, avergonzado, el carmesi llegando a sus mejillas por debajo de la gaza que le impedía ver.
- Lo siento - Murmuró educadamente, pero ahora que se le había privado de la visión, los demás sentidos se habían avivado así como el deseo morboso en su interior de tocar ese cuerpo femenino que nunca antes había podido tocar. ¿Porque de repente estaba pensando en sexo cuando se suponía que estaba ahí para hacer arte?. Se mordió el labio inferior intentando alejar estas cuestiones de su mente, la mano que sostenía la pluma, temblando ligéramente casi dejándola caer.
- Si no puedo verte... no podré dibujarte - Comenzó a decir despacio - Tendré que tocarte... para poder imaginarlo... - Agregó, una lógica bastante adecuada dada la situación pero no menos morbosa - ¿Puedo...? - Finalizó avergonzado.
¿Miranda? ¿Quien era esa Miranda de la cual hablaba? ¿Sería acaso algún familiar o amiga? Fuese quien fuese, la chica frente así, parecía bastante enojada con ella y con él mismo. Por unos instantes intentó hacer un recuento de todo lo sucedido desde que ella había llegado a la tienda, ya no recordaba que cosas quería comprar ¿Hubo realmente algo que ella quisiera comprar? Lo dudaba, a lo mejor la mujer no planeaba comprar nada desde el principio ¿Entonces que quería?.
Te quiere a ti. ¿No te has dado cuenta? Quiere destruirte y arrastrarte con ella.
Entonces sin previo aviso, la mujer habia bendado sus ojos, Soren retrocedió un paso instintivamente, confundido entre el miedo y el deseo que crecían en su interior. Se quedó por unos segundos quieto, sin saber que hacer o decir, decifrando sus palabras y sintiendo el estómago revuelto, como si se hubiera tragado un nonticulo de hormigas. No podía verla... ¿Entonces como se suponía que debía escribir o dibujar? Cuando se es ciego ¿Como se percibe el mundo?, dió un paso hacía adelante tragando saliva y con su mano derecha tanteó sobre la mesa encontrándose con el muslo de ella. Retiró la mano casi inmediatamente, avergonzado, el carmesi llegando a sus mejillas por debajo de la gaza que le impedía ver.
- Lo siento - Murmuró educadamente, pero ahora que se le había privado de la visión, los demás sentidos se habían avivado así como el deseo morboso en su interior de tocar ese cuerpo femenino que nunca antes había podido tocar. ¿Porque de repente estaba pensando en sexo cuando se suponía que estaba ahí para hacer arte?. Se mordió el labio inferior intentando alejar estas cuestiones de su mente, la mano que sostenía la pluma, temblando ligéramente casi dejándola caer.
- Si no puedo verte... no podré dibujarte - Comenzó a decir despacio - Tendré que tocarte... para poder imaginarlo... - Agregó, una lógica bastante adecuada dada la situación pero no menos morbosa - ¿Puedo...? - Finalizó avergonzado.
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
¿Qué inspiraba a un pintor? Pero primero ¿Qué era un pintor? Miranda era más que eso, ella era un artista, posiblemente la mejor que jamás conociera. Pero volvíamos al mismo punto de antes ¿Qué eran? Claro, preguntarnos sobre ellos para evitar pensar en nosotras ¿Deseas que sea de otra manera? O no, por favor. Continúa.
Todos eran pintores, todos partían de un lienzo como si ese fuera su vida, y su misión era pintarla. A veces, optabas por dejar trabajos en blanco, otras, simplemente era tan abstracto que tu solo lo comprendías. Estaba la posibilidad de algo geométrico, o renacentista. Pero lo cierto es que cada uno tenía su estilo, cada uno usaba sus pinceles y realizaba sus trazos, pero todos partíamos del mismo lienzo en blanco ¿Y si se repite la pintura? Tal vez dos personas dibujan a un perro, pero la apreciación de dicho animal es única según el que lo mira o admira.
Entonces, un pintor era un ser que dibujaba, si queríamos ser brutas. Pero Miranda era más que eso, artista fuera de lo convencional. Ella no pintaba un cuadro, su obra eran miles y miles de pinturas superpuestas, cubriendo ¿Un lienzo en blanco?
Mejor cambiemos de tema ¿Qué inspiraba? ¿Qué inspiraba a Soren a pintar a Miranda en su lienzo, pese a que ella, a que yo misma, me ensañaba con partir su pincel y obligarlo a pintar con los dedos, con él mismo, con su monstruo? No lo sabía, pero tengo la certeza de que el deseo puede llegar a ser el principal culpable. No el deseo en sí, sino lo que genera llegar a él.
¿Y que deseamos? En ese momento, las manos del vampiro tocan una piel tibia, sedosa ¿Nuestra? Si, su tacto nos obligó a observarlo. Miranda ¿Qué lienzo le estás pidiendo que pinte? ¿Acaso…le estás dando…el nuestro? No, ese no ¿Entonces? Nosotras somos un blanco sobre blanco. O puede contemplarnos como una obra maestra, o como un vacío carente de sentido. Él nos está pintando, mi piel es su lienzo y él…No me engañes, quieres que él nos pinte para así tu nos encuentras. No! Si!
Sus palabras, el tacto de la pluma mientras la mano de Soren rodea mi muslo no me altera en lo absoluto, el frío, antagonista de la tibieza era reconfortante. Mi movimiento corporal dice más que mis palabras al quedarme quieta, a su disposición. Un lienzo en blanco, que sino nos gustaba podríamos borrarlo ¿Pero tendrías la fuerza? Si.
-No puedes, debes. Con el mismo sentimiento con que un criminal comete un crimen.
Murmuro tranquila, dejando de observarlo para mirar solamente el lienzo a punto de ser desvirgado. No sufría, no temía, ni tampoco estaba expectante.
-La pintura es poesía muda. La poesía pintura ciega.
Sonrío retorcida pese a que no puede verme. Pese a que él mismo está ciego. Mi cuerpo, mis terminales nerviosas escondidas bajo mi piel comienzan a disfrutar del trazado, del frío contacto de aquel pintor que quizá no comprendía que cuando llegara al punto de no saber que estaba haciendo, de pintar algo extraordinario dentro de un vacío, recién ahí estaría haciendo algo bueno.
Todos eran pintores, todos partían de un lienzo como si ese fuera su vida, y su misión era pintarla. A veces, optabas por dejar trabajos en blanco, otras, simplemente era tan abstracto que tu solo lo comprendías. Estaba la posibilidad de algo geométrico, o renacentista. Pero lo cierto es que cada uno tenía su estilo, cada uno usaba sus pinceles y realizaba sus trazos, pero todos partíamos del mismo lienzo en blanco ¿Y si se repite la pintura? Tal vez dos personas dibujan a un perro, pero la apreciación de dicho animal es única según el que lo mira o admira.
Entonces, un pintor era un ser que dibujaba, si queríamos ser brutas. Pero Miranda era más que eso, artista fuera de lo convencional. Ella no pintaba un cuadro, su obra eran miles y miles de pinturas superpuestas, cubriendo ¿Un lienzo en blanco?
Mejor cambiemos de tema ¿Qué inspiraba? ¿Qué inspiraba a Soren a pintar a Miranda en su lienzo, pese a que ella, a que yo misma, me ensañaba con partir su pincel y obligarlo a pintar con los dedos, con él mismo, con su monstruo? No lo sabía, pero tengo la certeza de que el deseo puede llegar a ser el principal culpable. No el deseo en sí, sino lo que genera llegar a él.
¿Y que deseamos? En ese momento, las manos del vampiro tocan una piel tibia, sedosa ¿Nuestra? Si, su tacto nos obligó a observarlo. Miranda ¿Qué lienzo le estás pidiendo que pinte? ¿Acaso…le estás dando…el nuestro? No, ese no ¿Entonces? Nosotras somos un blanco sobre blanco. O puede contemplarnos como una obra maestra, o como un vacío carente de sentido. Él nos está pintando, mi piel es su lienzo y él…No me engañes, quieres que él nos pinte para así tu nos encuentras. No! Si!
Sus palabras, el tacto de la pluma mientras la mano de Soren rodea mi muslo no me altera en lo absoluto, el frío, antagonista de la tibieza era reconfortante. Mi movimiento corporal dice más que mis palabras al quedarme quieta, a su disposición. Un lienzo en blanco, que sino nos gustaba podríamos borrarlo ¿Pero tendrías la fuerza? Si.
-No puedes, debes. Con el mismo sentimiento con que un criminal comete un crimen.
Murmuro tranquila, dejando de observarlo para mirar solamente el lienzo a punto de ser desvirgado. No sufría, no temía, ni tampoco estaba expectante.
-La pintura es poesía muda. La poesía pintura ciega.
Sonrío retorcida pese a que no puede verme. Pese a que él mismo está ciego. Mi cuerpo, mis terminales nerviosas escondidas bajo mi piel comienzan a disfrutar del trazado, del frío contacto de aquel pintor que quizá no comprendía que cuando llegara al punto de no saber que estaba haciendo, de pintar algo extraordinario dentro de un vacío, recién ahí estaría haciendo algo bueno.
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
-La pintura es poesía muda. La poesía pintura ciega.
Aquello fue como una dulce melodía para sus oídos, que palabras más hermosas y más ciertas. ¿Sabía esa mujer de arte? ¿Que tipo de cosas le gustaban? De repente se encontró interesandose por ella, que clase de mujer era, que pensaba sobre la vida, cuales eran sus ocios ¿A que se dedicaba? ¿Creía en Dios e iba a misa los domingos? Demasiadas preguntas se aremolinaron en su mente en ese instante y a todas quería darles una respuesta, deseaba que esa mujer cuyo nombre ya no recordaba, le dejara descubrir todo aquello.
Sus manos temblorosas se posaron finalmente en el cuerpo de ella, en su vientre, no veía lo que hacía, pero en su mente se generó la imagen de su cuerpo perfectamente, como si lo estuviera viendo en realidad. Sus manos recorrieron ese lugar vagamente sobre la ropa, subió tentativamente bordeando los pechos, evitando tocarlos comprometedoramente, porque aunque estaba demasiado tentado a hacerlo, algún vestigio del caballero que intentaba ser, quedaba en su mente (además del detalle de que no se conocían) sin embargo, la mujer estaba hacíendo todo aquello en proposíto ¿verdad? ella esperaba ser tocada... de lo contrario no hubiera creado todo ese escenario para él.
¿Vendarle los ojos también tenía un proposito? ¿Había adivinado ella que de esa manera le era menos vergonzo para él? Lo había planeado desde un principio...
Finalmente has caído en su red, oh, querido Soren ¿Que harás ahora? ¿Enfrentarte a la viuda negra o luchar contra su pegajosa telaraña?
Agarró entonces los pechos directamente, cerrándo sus manos sobre ellos, apretándo los labios mientras sentía la suavidad, la piel se sentía tibia aún inclusive a través de la ropa y percibió los apacibles latidos de su corazón. El milagro de la vida, yacía bajo sus manos, tan cerca y tan inalcansable, el cuerpo de una mujer, un tacto casi tan perfecto como el mismo Dios que la gente añoraba encontrar en los templos. No podía negarlo, quería tocarla. Era un hombre al fin al cabo, un hombre y un vampiro y al fin de cuentas para eso era que estaban hechos los hombres, para tener sexo como animales sin importar nada más.
Ese pensamiento le causó gracia y medio sonrió susurrando - Esto... me da mucha verguenza... no se ni lo que hago -
Aquello fue como una dulce melodía para sus oídos, que palabras más hermosas y más ciertas. ¿Sabía esa mujer de arte? ¿Que tipo de cosas le gustaban? De repente se encontró interesandose por ella, que clase de mujer era, que pensaba sobre la vida, cuales eran sus ocios ¿A que se dedicaba? ¿Creía en Dios e iba a misa los domingos? Demasiadas preguntas se aremolinaron en su mente en ese instante y a todas quería darles una respuesta, deseaba que esa mujer cuyo nombre ya no recordaba, le dejara descubrir todo aquello.
Sus manos temblorosas se posaron finalmente en el cuerpo de ella, en su vientre, no veía lo que hacía, pero en su mente se generó la imagen de su cuerpo perfectamente, como si lo estuviera viendo en realidad. Sus manos recorrieron ese lugar vagamente sobre la ropa, subió tentativamente bordeando los pechos, evitando tocarlos comprometedoramente, porque aunque estaba demasiado tentado a hacerlo, algún vestigio del caballero que intentaba ser, quedaba en su mente (además del detalle de que no se conocían) sin embargo, la mujer estaba hacíendo todo aquello en proposíto ¿verdad? ella esperaba ser tocada... de lo contrario no hubiera creado todo ese escenario para él.
¿Vendarle los ojos también tenía un proposito? ¿Había adivinado ella que de esa manera le era menos vergonzo para él? Lo había planeado desde un principio...
Finalmente has caído en su red, oh, querido Soren ¿Que harás ahora? ¿Enfrentarte a la viuda negra o luchar contra su pegajosa telaraña?
Agarró entonces los pechos directamente, cerrándo sus manos sobre ellos, apretándo los labios mientras sentía la suavidad, la piel se sentía tibia aún inclusive a través de la ropa y percibió los apacibles latidos de su corazón. El milagro de la vida, yacía bajo sus manos, tan cerca y tan inalcansable, el cuerpo de una mujer, un tacto casi tan perfecto como el mismo Dios que la gente añoraba encontrar en los templos. No podía negarlo, quería tocarla. Era un hombre al fin al cabo, un hombre y un vampiro y al fin de cuentas para eso era que estaban hechos los hombres, para tener sexo como animales sin importar nada más.
Ese pensamiento le causó gracia y medio sonrió susurrando - Esto... me da mucha verguenza... no se ni lo que hago -
Soren Kaarkarogf- Vampiro Clase Baja
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Localización : Entre libros de historia y lienzos manchados.
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Re: Entre más extraño el cliente, mejor (Miranda)
El pintor debe ser capaz de ver un objeto en tono uniforme, en toda su magia... todos los cuadros creados de esta manera son el espejo del alma en armonía. ¿Pero que armonía podía existir en un alma bipolar, en un cuadro que no podía definirse como tal? Un lienzo tan manchado, con tantas capas que resultaba un fracaso antes de comenzar, siendo el trazo de un pintor no el placer de su desvirgamiento, sino una lucha al intentar imponerse frente a tamaña monstruosidad. Si, Miranda y yo éramos eso. Consistíamos en una bestia tan salvaje que nuestra propia naturaleza huía, rehusándose a nosotras quizá por temor ¿Y si éramos nosotras las que le teníamos miedo? Quizá, lo único que sabíamos era que, en el fondo, no sabíamos absolutamente nada. No éramos nada, pero a la vez éramos lo que pitábamos. Y el pintor debe reflejarse en su propio trabajo, debe responder no con palabras, sino con pinturas.
¿Qué eran esas pinturas? Dijimos que éramos nosotras, un Blanco sobre Blanco ya aclarado. Pero había igualmente algo más, incluso más profundo. Es que habíamos olvidado un factor fundamental, un concepto que era la diferencia entre la cultura y la ignorancia del arte. El espíritu. Las pinturas tienen una vida propia que se nace del alma del pintor.
Miranda y yo éramos una pintura que había nacido para ser algo muerto, pero a su vez la curiosidad ajena nos mantenía vivas. Latentes. Soren, allí vendado contra su propia vergüenza, ese maldito vampiro era la causa de que nos sintiéramos vivas allí tendidas frente a él, suplicándole que no se aleje, que haya explotar nuestra alma. Pero a la vez le pedíamos que no nos descubra. Si había un antagonismo, un anti-pintor en mi vida, esa era sin duda, Miranda.
Sus manos entonces hacen algo que provoca que mi piel arda, se quema. El cuerpo de Miranda, el mío, detestaba el contacto al punto de desearlo. Y Soren allí, como un niño que había descubierto la vida. Si un pintor no es el más útil, es el menos perjudicial miembro de una sociedad. ¿Y me dirás que Soren es sutil? Deja de defenderlo. Déjalo en paz, está jugando ¿Contigo? No, no soy tan estúpida…No me digas ¿Y qué está haciendo ahora? Cállate, ni ahora puedes dejarme en paz. No. Es que no entiendes, lo estás sobrevalorando. Un pintor no es intelectual por haber pintado una mujer desnuda, él deja en nuestras mentes la idea de que ella va a vestirse de nuevo enseguida. Y tu no lo comprendes. No es lo que buscas. ¿Y tú qué sabes?
- Vergüenza es la mentira que dices cuando hablas de ti mismo.
Hay dos cosas en un pintor: el ojo y la mente. Cada una de ellas ayuda a la otra. Eliminas el ojo, se promueve a la mente, eliminando la vergüenza. Soren caería tarde o temprano. Mis manos no lo detienen sino que lo dejan.
-Es porque lo estás haciendo bien. Demonios Soren.
¿Era erótico, bastante? ¿Comenzaba a sonar música de fondo? Era bruja, había cosas que no podía controlar, ni siquiera lo premeditaba. No podía. Diferenciar magia de realidad en Miranda era imposible.
-Píntame mejor. Estropéame, entonces tendrás mi obra.
¿Qué eran esas pinturas? Dijimos que éramos nosotras, un Blanco sobre Blanco ya aclarado. Pero había igualmente algo más, incluso más profundo. Es que habíamos olvidado un factor fundamental, un concepto que era la diferencia entre la cultura y la ignorancia del arte. El espíritu. Las pinturas tienen una vida propia que se nace del alma del pintor.
Miranda y yo éramos una pintura que había nacido para ser algo muerto, pero a su vez la curiosidad ajena nos mantenía vivas. Latentes. Soren, allí vendado contra su propia vergüenza, ese maldito vampiro era la causa de que nos sintiéramos vivas allí tendidas frente a él, suplicándole que no se aleje, que haya explotar nuestra alma. Pero a la vez le pedíamos que no nos descubra. Si había un antagonismo, un anti-pintor en mi vida, esa era sin duda, Miranda.
Sus manos entonces hacen algo que provoca que mi piel arda, se quema. El cuerpo de Miranda, el mío, detestaba el contacto al punto de desearlo. Y Soren allí, como un niño que había descubierto la vida. Si un pintor no es el más útil, es el menos perjudicial miembro de una sociedad. ¿Y me dirás que Soren es sutil? Deja de defenderlo. Déjalo en paz, está jugando ¿Contigo? No, no soy tan estúpida…No me digas ¿Y qué está haciendo ahora? Cállate, ni ahora puedes dejarme en paz. No. Es que no entiendes, lo estás sobrevalorando. Un pintor no es intelectual por haber pintado una mujer desnuda, él deja en nuestras mentes la idea de que ella va a vestirse de nuevo enseguida. Y tu no lo comprendes. No es lo que buscas. ¿Y tú qué sabes?
- Vergüenza es la mentira que dices cuando hablas de ti mismo.
Hay dos cosas en un pintor: el ojo y la mente. Cada una de ellas ayuda a la otra. Eliminas el ojo, se promueve a la mente, eliminando la vergüenza. Soren caería tarde o temprano. Mis manos no lo detienen sino que lo dejan.
-Es porque lo estás haciendo bien. Demonios Soren.
¿Era erótico, bastante? ¿Comenzaba a sonar música de fondo? Era bruja, había cosas que no podía controlar, ni siquiera lo premeditaba. No podía. Diferenciar magia de realidad en Miranda era imposible.
-Píntame mejor. Estropéame, entonces tendrás mi obra.
Miranda Schreiber- Hechicero Clase Baja
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