AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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When we were kings [Indro Galeotti]
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When we were kings [Indro Galeotti]
No recordaba que Italia fuera tan hermosa, no recordaba que tuviera tanto color y tanta vida, incluso en las noches de primavera como esa, se daba cuenta que viajar tanto le impedía tener recuerdos vívidos de ciertos lugares y eso no sólo lo molestaba, lo enfurecía, porque de qué servía viajar si con el tiempo las imágenes de los paisajes que conocía se volvían imágenes borrosas en su mente.
Sin embargo, aquella vez no planeaba quedarse demasiado, había dejado pendientes en París que requerían ser atendidos con premura, sólo iba a una cosa, a encontrarse con ese hombre que se hacía llamar su amigo, y no sólo eso, sino que había enviado una emisaria para contactarlo, pensó que alguien que se había tomado tantas molestias merecía el mismo trato, por eso había ido personalmente a Italia, para conocer su rostro, para saber su identidad.
Había ido solo al lugar porque podía defenderse por sí mismo, y porque algo le decía que no corría peligro. En su historia, que no era corta, sólo había tenido un amigo, uno de verdad, y separaron caminos por razones igual de trascendentes que superfluas, por todo y por nada, pero no habían acabado mal, sólo se habían separado, se preguntó qué sería de él, y después de esa noche, haría lo posible por buscarlo, invitarlo a París, revivir viejos tiempos. Por ahora, tenía que terminar con esto.
Dentro de la bolsa de su abrigo llevaba el trozo de papel que la señorita Noiret le había dado, donde claramente estaba escrita una dirección, esa dirección, tenía la puerta de gruesa madera frente a él y ansioso dio un par de golpes a la aldaba en forma de león que daba la bienvenida. Un león, pensó, una figura imponente y altiva, probablemente buena muestra del dueño de esa casa, a quien estaba a punto de conocer.
Sin embargo, aquella vez no planeaba quedarse demasiado, había dejado pendientes en París que requerían ser atendidos con premura, sólo iba a una cosa, a encontrarse con ese hombre que se hacía llamar su amigo, y no sólo eso, sino que había enviado una emisaria para contactarlo, pensó que alguien que se había tomado tantas molestias merecía el mismo trato, por eso había ido personalmente a Italia, para conocer su rostro, para saber su identidad.
Había ido solo al lugar porque podía defenderse por sí mismo, y porque algo le decía que no corría peligro. En su historia, que no era corta, sólo había tenido un amigo, uno de verdad, y separaron caminos por razones igual de trascendentes que superfluas, por todo y por nada, pero no habían acabado mal, sólo se habían separado, se preguntó qué sería de él, y después de esa noche, haría lo posible por buscarlo, invitarlo a París, revivir viejos tiempos. Por ahora, tenía que terminar con esto.
Dentro de la bolsa de su abrigo llevaba el trozo de papel que la señorita Noiret le había dado, donde claramente estaba escrita una dirección, esa dirección, tenía la puerta de gruesa madera frente a él y ansioso dio un par de golpes a la aldaba en forma de león que daba la bienvenida. Un león, pensó, una figura imponente y altiva, probablemente buena muestra del dueño de esa casa, a quien estaba a punto de conocer.
- When we were kings:
Invitado- Invitado
Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Llevaba días esperando, muchos días desde que recibiera aquella carta de Dubhé notificándole y describiéndole su encuentro con Daniil Stravinsky, varios días más desde que había recibido el aviso de su venida a Florencia pero la espera había terminado, sabía que el vampiro a quien le había solicitado un encuentro se encontraba en la ciudad, seguramente de un momento a otro llegaría y él tenía todo preparado.
A ultimas fechas lucía desmejorado pero sin duda llevaba dos días con mejor semblante. No podía ocultar que estaba emocionado, tuvo que armarse de toda su voluntad para no salir él mismo a su encuentro por las calles de florencia que él conocía como la palma de su mano, casi 350 años eran muchos, ¿habría cambiado? Claro que en su aspecto físico no habría cambio alguno, los mismos ojos café tan parecidos al chocolate derretido, tal vez una mirada más profunda, aunque su mirada ya lo era cuando lo conoció pero ninguna marca del tiempo sobre su piel, nada que opacara su fisionomía, pero en su esencia ¿habría cambiado? en la vida o en las vidas solía decir se encuentran hechos que nos marcan, algunos ta profundos, atroces o desoladores que realmente nos cambian, esperaba que ese no fuera el caso.
¿Pero que va? Quería recibir a su amigo tal y como correspondía, por que él realmente era su amigo. Un juego, mucha platica y más bebida ¿que no era lo que correspondía? eso era lo que le esperaba. Tenía todo preparado para cuando llegara, para cuando sonara la puerta.
Él estaba un poco mareado y casi cae de la emoción cuando sonaron los golpes en la entrada, firmes y con la fuerza precisa, inmediatamente hizo una seña a una de las muchachas bajo su servicio para que fuera a atender la puerta, ella de antemano sabía que debía hacer pasar al invitado a la pequeña sala que servía como preámbulo a su propio cuarto, hizo una segunda seña a otra sirvienta, la cual se acercó -Llama a Arlo y dile que es hora de que reciba a nuestro invitado -
Tomó la pequeña silla de su escritorio y la arrimo a un lado de la puerta de su cuarto, aquella que comunicaba al recinto donde debían de llevar a Daniil, no deseaba perderse ni un sólo detalle, bueno era obvio que se perdería de muchos, pasaron no más de 5 minutos cuando escuchó entrar a la muchacha y a su invitado. Sonrió, sin duda parecía un niño pequeño, su sonrisa se acentuó, quería verlo pero debía esperar, se preguntaba que le parecería la casa, que pensaría en esos minutos de espera. Otros 5 minutos y Arlo ingresó al salón.
-Buenas noches señor Stravinsky - Arlo seguramente había entrado con ese porte altivo, que le caracterizaba, esa personalidad fuerte que como un gas brumoso, pesado inmediatamente invade todo el salón. No solía confiarse de otros vampiros, no jamás lo hacía, pero lo que habían hecho con ese muchacho era una crueldad ¿transformarlo por tan sólo una apuesta de juego de su padre? vaya que había bestias por ahí. Pero el muchacho era apuesto, de ojos grises de mirada profunda, simulaban una antigüedad de la que carecía, y de piel cobriza, que ahora lucía pálida como si una capa de hielo hubiera caído sobre su cuerpo, no estaría mucho tiempo junto a él, el antiguo vampiro sabía que pronto se iría de su lado. Imaginaba a Arlo haciendo cada uno de los movimientos que habían practicado, cuando escuchó que el joven vampiro decía- ¿No me recuerda? Soy Indro Galeotti-
No hizo ni un sólo movimiento, ni siquiera respiró, Dios si es que existía le había provisto de una gran paciencia, de un gran control y una mente maquiavelica.
A ultimas fechas lucía desmejorado pero sin duda llevaba dos días con mejor semblante. No podía ocultar que estaba emocionado, tuvo que armarse de toda su voluntad para no salir él mismo a su encuentro por las calles de florencia que él conocía como la palma de su mano, casi 350 años eran muchos, ¿habría cambiado? Claro que en su aspecto físico no habría cambio alguno, los mismos ojos café tan parecidos al chocolate derretido, tal vez una mirada más profunda, aunque su mirada ya lo era cuando lo conoció pero ninguna marca del tiempo sobre su piel, nada que opacara su fisionomía, pero en su esencia ¿habría cambiado? en la vida o en las vidas solía decir se encuentran hechos que nos marcan, algunos ta profundos, atroces o desoladores que realmente nos cambian, esperaba que ese no fuera el caso.
¿Pero que va? Quería recibir a su amigo tal y como correspondía, por que él realmente era su amigo. Un juego, mucha platica y más bebida ¿que no era lo que correspondía? eso era lo que le esperaba. Tenía todo preparado para cuando llegara, para cuando sonara la puerta.
Él estaba un poco mareado y casi cae de la emoción cuando sonaron los golpes en la entrada, firmes y con la fuerza precisa, inmediatamente hizo una seña a una de las muchachas bajo su servicio para que fuera a atender la puerta, ella de antemano sabía que debía hacer pasar al invitado a la pequeña sala que servía como preámbulo a su propio cuarto, hizo una segunda seña a otra sirvienta, la cual se acercó -Llama a Arlo y dile que es hora de que reciba a nuestro invitado -
Tomó la pequeña silla de su escritorio y la arrimo a un lado de la puerta de su cuarto, aquella que comunicaba al recinto donde debían de llevar a Daniil, no deseaba perderse ni un sólo detalle, bueno era obvio que se perdería de muchos, pasaron no más de 5 minutos cuando escuchó entrar a la muchacha y a su invitado. Sonrió, sin duda parecía un niño pequeño, su sonrisa se acentuó, quería verlo pero debía esperar, se preguntaba que le parecería la casa, que pensaría en esos minutos de espera. Otros 5 minutos y Arlo ingresó al salón.
-Buenas noches señor Stravinsky - Arlo seguramente había entrado con ese porte altivo, que le caracterizaba, esa personalidad fuerte que como un gas brumoso, pesado inmediatamente invade todo el salón. No solía confiarse de otros vampiros, no jamás lo hacía, pero lo que habían hecho con ese muchacho era una crueldad ¿transformarlo por tan sólo una apuesta de juego de su padre? vaya que había bestias por ahí. Pero el muchacho era apuesto, de ojos grises de mirada profunda, simulaban una antigüedad de la que carecía, y de piel cobriza, que ahora lucía pálida como si una capa de hielo hubiera caído sobre su cuerpo, no estaría mucho tiempo junto a él, el antiguo vampiro sabía que pronto se iría de su lado. Imaginaba a Arlo haciendo cada uno de los movimientos que habían practicado, cuando escuchó que el joven vampiro decía- ¿No me recuerda? Soy Indro Galeotti-
No hizo ni un sólo movimiento, ni siquiera respiró, Dios si es que existía le había provisto de una gran paciencia, de un gran control y una mente maquiavelica.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Una sirvienta fue quien le abrió la puerta y se sintió un tanto decepcionado de no ser recibido por Indro Galeotti en persona, no conocer su rostro lo comenzaba a desesperar, pero supuso que debía ser paciente. Fue pasado a una pequeña estancia y se quedó ahí parado una vez que la mujer que lo había recibido. Fueron tan sólo unos minutos pero en ese tiempo breve se puso a pensar qué hacía ahí, pudo haberlo dejado pasar, sólo tenía como referencia un nombre desconocido y a la señorita Noiret, que aunque lucía confiable no era alguien de quien podía fiarse ya que a penas había cruzado palabras con ella.
Suspiró y en ese momento alguien salió y de inmediato llamó su atención, era un chico joven, más que él, mucho más que él y apuesto, pero del que no tenía registro en su memoria. Lo saludó con amabilidad pero su porte era soberbio, en ese momento se dio cuenta que era vampiro, como él, y como Dubhé le había dicho que era ese tal Indro, lo miró con cara de interrogación preguntándose si sería él y extendiendo la mano. Al sentir el apretón del joven no recordó a nadie con ese mismo apretón de manos, todo le parecía muy extraño, sin sentido, qué hacía ahí, encontrándose con alguien que no conocía, o no recordaba al menos. ¿Pero por qué no lo recordaba si se hacía llamar su amigo?
La confirmación llegó cuando se presentó como Indro, lo miró entornando la mirada.
-Lo siento -dijo con decepción emanando de su voz-, no lo recuerdo -se quedó muy quieto, sin saber qué hacer, qué se suponía que hiciera, aquello era incómodo, había hecho ese largo viaje para nada-. Me gustaría saber para qué me buscaba -dijo, pensando en salvar la situación, en que aquello no fuese en vano, pero no veía mayores motivos, era un hombre del que no tenía memoria.
Suspiró y en ese momento alguien salió y de inmediato llamó su atención, era un chico joven, más que él, mucho más que él y apuesto, pero del que no tenía registro en su memoria. Lo saludó con amabilidad pero su porte era soberbio, en ese momento se dio cuenta que era vampiro, como él, y como Dubhé le había dicho que era ese tal Indro, lo miró con cara de interrogación preguntándose si sería él y extendiendo la mano. Al sentir el apretón del joven no recordó a nadie con ese mismo apretón de manos, todo le parecía muy extraño, sin sentido, qué hacía ahí, encontrándose con alguien que no conocía, o no recordaba al menos. ¿Pero por qué no lo recordaba si se hacía llamar su amigo?
La confirmación llegó cuando se presentó como Indro, lo miró entornando la mirada.
-Lo siento -dijo con decepción emanando de su voz-, no lo recuerdo -se quedó muy quieto, sin saber qué hacer, qué se suponía que hiciera, aquello era incómodo, había hecho ese largo viaje para nada-. Me gustaría saber para qué me buscaba -dijo, pensando en salvar la situación, en que aquello no fuese en vano, pero no veía mayores motivos, era un hombre del que no tenía memoria.
Invitado- Invitado
Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Espero, hubo una pequeña pausa y luego Daniil se hizo escuchar con la decepción vibrando en cada una de sus palabras. Dios, si es que existía, había sido generoso con él pero también lo había hecho una fiera impulsiva, y con su juicio un poco nublado por la poca sangre bebida en días y el alcohol ingerido durante otros más, no pudo contenerse. Daniil había llegado hasta ahí con la esperanza de que fuera él, sin duda.
El muchacho de piel cobriza y ojos de cielo en plena tormenta comenzaba a articular una frase que comenzaba la farsa ingeniada por él. -Estoy profundamente apenado. Seguro con el trato podrá recordarme, lo importante es que, confié en mi o no, necesito su ayu... -
El vampiro se levantó de su lugar y de par en par las hermosas puertas de caoba que ocultaban su habitación terminando tal acto con la cabeza gacha, mirando el suelo, sosteniéndose con ambas manos del quicio para no caer. No era la entrada triunfal que él había planeado pero de cualquier forma funcionaría, no aguantaba más las ganas de ver a ese tonto a la cara.
-Arlo, la función ha terminado- Señaló al muchacho que pareció sorprendido ante la interrupción pero que realmente salía estorbando en esa escena. Mentalmente se reprochó no haber seguido su plan, habría sido divertido, pero ya no había marcha atrás. -Puedes irte- pausó y poco a poco subió la vista para darle la cara a su invitado, mientras decía: -Yo, Signore Stravinsky, soy Indro Galeotti -
El muchacho de piel cobriza y ojos de cielo en plena tormenta comenzaba a articular una frase que comenzaba la farsa ingeniada por él. -Estoy profundamente apenado. Seguro con el trato podrá recordarme, lo importante es que, confié en mi o no, necesito su ayu... -
El vampiro se levantó de su lugar y de par en par las hermosas puertas de caoba que ocultaban su habitación terminando tal acto con la cabeza gacha, mirando el suelo, sosteniéndose con ambas manos del quicio para no caer. No era la entrada triunfal que él había planeado pero de cualquier forma funcionaría, no aguantaba más las ganas de ver a ese tonto a la cara.
-Arlo, la función ha terminado- Señaló al muchacho que pareció sorprendido ante la interrupción pero que realmente salía estorbando en esa escena. Mentalmente se reprochó no haber seguido su plan, habría sido divertido, pero ya no había marcha atrás. -Puedes irte- pausó y poco a poco subió la vista para darle la cara a su invitado, mientras decía: -Yo, Signore Stravinsky, soy Indro Galeotti -
Invitado- Invitado
Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Aún tenía la esperanza de que aquello no fuese una completa pérdida de tiempo, pero a decir verdad, entre más trataba de reconocer el rostro ajeno esa esperanza moría un poco más. Suspiró al tiempo que el hombre frente a él hablaba de nuevo, pero fue interrumpido, de inmediato llevó su mirada hacia el intruso, a quien de primera instancia no pudo verle el rostro.
Cuando finalmente el otro levantó la cabeza no podía salir de su asombro, abrió bien los ojos y trató de decir algo, lo que fuera, pero no pudo, el corazón le dio un vuelco y pensó que se trataba de una broma, de un sueño, de una alucinación, pero no, estaba seguro que había viajado desde París hasta Florencia y que ese frente a él no podía ser nadie más.
-¿Mihai? -dijo a penas audible, la garganta se le había secado y por un segundo creyó que las lágrimas iban a traicionarlo-, ¡Mihai! -sonrió como hacía años no lo hacía, como un niño que recibe el regalo que tanto ha estado esperando, no dio importancia al hecho que se hubiese presentado con otro nombre, ya habría tiempo de preguntar, y tampoco le importó, por ahora, que lo hubiera hecho sufrir por tanto rato mandando a alguien más por él.
Sin pensarlo dos veces acortó la distancia y abrazó a su amigo. Seguía igual que hacía cientos de años, ojos azul verdoso que podían ser del mismísimo Satanás, porte imponente, figura esbelta, no había cambiado en nada. En nada.
Lo abrazó con fuerza, sabiendo que a su viejo amigo Mihai Koval, como él lo había conocido, lo ponían incómodo ese tipo de muestras de afecto.
-Eres un idiota -le dijo estando prendado de él, luego se separó y le sonrió-, eres un idiota -repitió.
Cuando finalmente el otro levantó la cabeza no podía salir de su asombro, abrió bien los ojos y trató de decir algo, lo que fuera, pero no pudo, el corazón le dio un vuelco y pensó que se trataba de una broma, de un sueño, de una alucinación, pero no, estaba seguro que había viajado desde París hasta Florencia y que ese frente a él no podía ser nadie más.
-¿Mihai? -dijo a penas audible, la garganta se le había secado y por un segundo creyó que las lágrimas iban a traicionarlo-, ¡Mihai! -sonrió como hacía años no lo hacía, como un niño que recibe el regalo que tanto ha estado esperando, no dio importancia al hecho que se hubiese presentado con otro nombre, ya habría tiempo de preguntar, y tampoco le importó, por ahora, que lo hubiera hecho sufrir por tanto rato mandando a alguien más por él.
Sin pensarlo dos veces acortó la distancia y abrazó a su amigo. Seguía igual que hacía cientos de años, ojos azul verdoso que podían ser del mismísimo Satanás, porte imponente, figura esbelta, no había cambiado en nada. En nada.
Lo abrazó con fuerza, sabiendo que a su viejo amigo Mihai Koval, como él lo había conocido, lo ponían incómodo ese tipo de muestras de afecto.
-Eres un idiota -le dijo estando prendado de él, luego se separó y le sonrió-, eres un idiota -repitió.
Invitado- Invitado
Re: When we were kings [Indro Galeotti]
"Mihai" hace tanto tiempo que nadie le llamaba así, ese nombre sólo lo había usado en Moldavia, hace poco más de 300 años, por un momento pareció remontarse a aquella época donde su vestimenta no era tan elegante y seguramente aquel encuentro hubiera tenido como escenario un prostíbulo o una taberna de mala muerte. Sonrió de oreja a oreja y su sonrisa no podía ser más amplia y sincera. Eso de esperarlo con unas copas encima no había sido buena idea, se compuso y dio un paso a su encuentro.
- Mihai - repitió mientras estrechaba a ese hombre que ahora lo tenía en brazos, fue un abrazo fuerte, con la fuerza de como quien quiere aferrarse a algo por un tiempo indefinido más sin embargo el abrazo no era infinito -sólo tú sabes que mi nombre un día fue ese- se separó y con un ademan le ofreció recuperar su asiento.
Era tal y como lo recordaba, sonrió. Y esos ojos, la mirada en esos ojos era tal y como la recordaba, no era la misma mirada fría y asesina que solía encontrar en la mayoría de los vampiros que conocía.
-Sí, soy un idiota- Aceptó, sentandose en un sillón continúo a un sofá, al lugar que le había ofrecido a Daniil. Trató de alistarse la vestimenta pero era imposible así que sólo se abrió el saco.-pero reconocerlo me hace menos idiota que tú. Me da tanto gusto encontrarte de nuevo-
Enterarse de su estancia en París fue algo no planeado y una simple casualidad, pero sin duda era la mejor noticia que había tenido en muchos años, pensaba que él era lo más cercano a reencontrarse con un hermano, para él era familia si es que algún día había tenido una.
-¿Que has hecho todos estos años?- era una pregunta que quedaba tan grande y floja, pero no importaba ya tendrían tiempo de pulirla y hacerla más especifica.
- Mihai - repitió mientras estrechaba a ese hombre que ahora lo tenía en brazos, fue un abrazo fuerte, con la fuerza de como quien quiere aferrarse a algo por un tiempo indefinido más sin embargo el abrazo no era infinito -sólo tú sabes que mi nombre un día fue ese- se separó y con un ademan le ofreció recuperar su asiento.
Era tal y como lo recordaba, sonrió. Y esos ojos, la mirada en esos ojos era tal y como la recordaba, no era la misma mirada fría y asesina que solía encontrar en la mayoría de los vampiros que conocía.
-Sí, soy un idiota- Aceptó, sentandose en un sillón continúo a un sofá, al lugar que le había ofrecido a Daniil. Trató de alistarse la vestimenta pero era imposible así que sólo se abrió el saco.-pero reconocerlo me hace menos idiota que tú. Me da tanto gusto encontrarte de nuevo-
Enterarse de su estancia en París fue algo no planeado y una simple casualidad, pero sin duda era la mejor noticia que había tenido en muchos años, pensaba que él era lo más cercano a reencontrarse con un hermano, para él era familia si es que algún día había tenido una.
-¿Que has hecho todos estos años?- era una pregunta que quedaba tan grande y floja, pero no importaba ya tendrían tiempo de pulirla y hacerla más especifica.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
"Sólo tú sabes que mi nombre un día fue ese", entonces eso era, ahora había adoptado el nombre de Indro Galeotti, aunque para él, para Daniil, a sus ojo era Mihai, el mismo que conoció en Moldavia, el mismo que le hizo compañía los años posteriores a dejar el castillo de la mujer que lo había convertido, por ende, dejando su protección, sin él, Indro o Mihai, como fuera, hubiese muerto pues no sabía cazar por medios propios, y era desmañado e ingenuo, ese sujeto lo había ayudado, tal vez más de lo que el propio Indro sabía.
Rió cuando aceptó ser un idiota y le había regresado el insulto, ese era él, no había duda, esa era su dinámica y en ese instante, con ese simple cruce de palabras se dio cuenta de lo mucho que lo extrañaba, siempre se estaban molestando, insultando, llamando por sobrenombres pero al final siempre estaban el uno para el otro. Mujeres... o parejas en el caso de Mihai, iban y venían, pero al final quedaban siempre ellos dos, tomando un trago y charlando, haciendo la soledad más llevadera.
-¿Te da gusto?, ¿y por eso me haces sufrir cambiándote de nombre y hasta de apariencia? -sonrió de lado a lado, era su forma de decirle que a él también le alegraba verlo-. ¿Qué he hecho?, podrías ser más específico... viajar, aprender, ayudar, ejercer la medicina, ya sabes, lo usual -su voz aún delataba la emoción que lo embargaba-, ¿y tú?, ¿qué haces en Italia? -y con un nombre claramente latino, quiso agregar.
Rió cuando aceptó ser un idiota y le había regresado el insulto, ese era él, no había duda, esa era su dinámica y en ese instante, con ese simple cruce de palabras se dio cuenta de lo mucho que lo extrañaba, siempre se estaban molestando, insultando, llamando por sobrenombres pero al final siempre estaban el uno para el otro. Mujeres... o parejas en el caso de Mihai, iban y venían, pero al final quedaban siempre ellos dos, tomando un trago y charlando, haciendo la soledad más llevadera.
-¿Te da gusto?, ¿y por eso me haces sufrir cambiándote de nombre y hasta de apariencia? -sonrió de lado a lado, era su forma de decirle que a él también le alegraba verlo-. ¿Qué he hecho?, podrías ser más específico... viajar, aprender, ayudar, ejercer la medicina, ya sabes, lo usual -su voz aún delataba la emoción que lo embargaba-, ¿y tú?, ¿qué haces en Italia? -y con un nombre claramente latino, quiso agregar.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
-Claro que me da gusto - dijo mientras se cruzaba de piernas y apoyaba totalmente su espalda en el respaldo del sillón. ¿Como no le iba dar gusto si casi había mandado por él? Si su plan no resultaba el siguiente paso era secuestrarlo, rió para sus adentros aunque no pudo ocultar que una media y sutil sonrisa se delineara en su rostro- Como sí fueras tan importante!, cambio de nombre regularmente. Soy Indro Galeotti desde hace ya bastantes años.
-Yo no hago nada en Italia, vivo en aquí y sólo eso - Daniil sabía que aunque en ese momento le quisiera dar santo seña de su vida, el no era una persona de grandes explicaciones, él lo sabía. Le gustaba el lugar, merodeaba por él desde hace años, le gustaba recordar a Florencia durante el Renacimiento y verla ahora, seguro regresaría dentro de uno o dos siglos y si aún existía le gustaría.- Pero qué malos modales los míos, ¡qué malo anfitrión soy! - exclamó y al instante cambio de postura para llamar a una de las sirvientas-¿Quieres algo de beber? Lo que quieras, no dudes en pedirlo.
El sabía perfectamente que era lo que él, Indro quería, quería un buen trago de sangre, pensó que sería lo ideal esperarlo medio ebrio pero claramente se le había pasado la mano, no se sentía en condiciones, estaba cansado pero él sólo hecho de tener enfrente a Daniil le infundía fuerzas, más no las suficientes.
-Yo no hago nada en Italia, vivo en aquí y sólo eso - Daniil sabía que aunque en ese momento le quisiera dar santo seña de su vida, el no era una persona de grandes explicaciones, él lo sabía. Le gustaba el lugar, merodeaba por él desde hace años, le gustaba recordar a Florencia durante el Renacimiento y verla ahora, seguro regresaría dentro de uno o dos siglos y si aún existía le gustaría.- Pero qué malos modales los míos, ¡qué malo anfitrión soy! - exclamó y al instante cambio de postura para llamar a una de las sirvientas-¿Quieres algo de beber? Lo que quieras, no dudes en pedirlo.
El sabía perfectamente que era lo que él, Indro quería, quería un buen trago de sangre, pensó que sería lo ideal esperarlo medio ebrio pero claramente se le había pasado la mano, no se sentía en condiciones, estaba cansado pero él sólo hecho de tener enfrente a Daniil le infundía fuerzas, más no las suficientes.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
-Indro -repitió en voz baja mirando un punto fijo en la nada y luego se giró en dirección a su amigo -para mí eres Mihai -y su expresión se asemejó a la de un niño encaprichado, siempre lo había recordado como Mihai Koval, iba a ser complicado cambiar ese hábito, además todo mundo en aquel tiempo iba a llamarlo Indro, quería ser el único con el derecho de llamarlo por otro nombre, como indicando que mucha gente podía acercarse a él y entablar amistad, pero sólo él, sólo Daniil era su mejor amigo y tenía ese derecho.
-Por alguna razón, suena lógico -la libertina Italia le quedaba bien a su viejo amigo, pero en definitiva no era para él, había estado ahí en más de una ocasión y por varios años pero prefería otros sitios, como París-, por ahora creo que vino estará bien -"por ahora", tal vez más tarde ambos podrían salir a cazar como en los viejos tiempos, suspiró pensando en cuánto había extrañado todo eso, la compañía de Mihai, beber a su lado, cazar los dos juntos.
-Y dime -cruzó la pierna imitando a su amigo y apoyó su peso en un lado, recargándose en el brazo de la silla donde estaba sentado-, ¿ese pobre muchacho que mandaste es tu víctima?, y sabes de lo que hablo -no su víctima para beber sangre, sino su víctima en otros asuntos, su amigo siempre había sido más relajado en ese aspecto-, ¿y qué hay de la señorita Noiret?, no me digas que ella también, ¡pervertido! -dijo riendo, en verdad lo creía capaz.
-Por alguna razón, suena lógico -la libertina Italia le quedaba bien a su viejo amigo, pero en definitiva no era para él, había estado ahí en más de una ocasión y por varios años pero prefería otros sitios, como París-, por ahora creo que vino estará bien -"por ahora", tal vez más tarde ambos podrían salir a cazar como en los viejos tiempos, suspiró pensando en cuánto había extrañado todo eso, la compañía de Mihai, beber a su lado, cazar los dos juntos.
-Y dime -cruzó la pierna imitando a su amigo y apoyó su peso en un lado, recargándose en el brazo de la silla donde estaba sentado-, ¿ese pobre muchacho que mandaste es tu víctima?, y sabes de lo que hablo -no su víctima para beber sangre, sino su víctima en otros asuntos, su amigo siempre había sido más relajado en ese aspecto-, ¿y qué hay de la señorita Noiret?, no me digas que ella también, ¡pervertido! -dijo riendo, en verdad lo creía capaz.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Pensó en decirle que él era Indro así como él era Daniil, lo era desde que tenía memoria pero se guardo el comentario, no era tiempo para esa clase de sentimentalismos, ahí estaba frente a él, Daniil Stravinsky, con un puchero de niño consentido y él no era nadie para negarle nada. Sólo él le llamaría de esa manera, él se veía en clara desventaja pero no le importaba, no del todo.
Volvió su vista hacía la muchacha que había entrado a la habitación, Margherita, era la misma que había conducido a Daniil hasta ahí - ¿Algún vino en especial? El mejor de la cava si gustas – Llamó a la joven para que se acercara a su lugar, esta se agachó un poco para estar a su nivel, él apartó un mechón de su rubio cabello color paja y le susurro al oído y ella, debido a la presencia del segundo hombre en la habitación dudó por un momento sin embargo accedió a aflojar el amarre de sus vestimentas para que él, Indro pudiera tener acceso al brazo. Todo estaría vampiro le sonrío, infundiéndole confianza y acarició su rostro, antes de posar sus colmillos sobre la trigueña piel de la muchacha para luego desgarrarla con ellos y succionar durante unos segundos la sangre que su corazón bombeaba por la arteria humeral.
Estaba hambriento, demasiado, y aquello fue una inyección de vida, ya no sentía ese cansancio que antes se hubiera poseído de él y tampoco sentía esa ligera nube de confusión que deja el alcohol. –Gracias- le susurró a la joven quien se apresuró a acomodarse de nuevo sus ropas como era debido, asintió ante la petición de Daniil y salió por el vino.
-Disculpa, me era terriblemente necesario - le comentó a Daniil luego que Margherita dejara la habitación, mientras hablaba él removía con su pulgar una gota de sangre que había quedado en la comisura de sus labios- Como verás, la gente de aquí me sirve de múltiples formas- Y no ahondo más con lo que respectaba a la insinuación que había hecho de su relación con Arlo, el había renacido bajo la casa de un romano, y no se negaba los placeres que podía ofrecerle el cuerpo masculino, pero reacciono con sorpresa ante el comentario sobre Dubhé - ¡Jamás! –Exclamó- Ella es como… - frunció un poco el ceño, ahora que lo pensaba jamás se había puesto a definirlo y realmente no lo sabía, ella era tan parecida a él, ambos unas bestias desde que tenían memoria, se debían la vida… - No es mi amante- se limitó a contestar mientras soltaba una carcajada.- No lo vuelvas a insinuar, ante todos es mi sobrina. Y tú Daniil, sé que todos ustedes son crueles asesinos o románticos empedernidos ¿Alguien especial?-
Volvió su vista hacía la muchacha que había entrado a la habitación, Margherita, era la misma que había conducido a Daniil hasta ahí - ¿Algún vino en especial? El mejor de la cava si gustas – Llamó a la joven para que se acercara a su lugar, esta se agachó un poco para estar a su nivel, él apartó un mechón de su rubio cabello color paja y le susurro al oído y ella, debido a la presencia del segundo hombre en la habitación dudó por un momento sin embargo accedió a aflojar el amarre de sus vestimentas para que él, Indro pudiera tener acceso al brazo. Todo estaría vampiro le sonrío, infundiéndole confianza y acarició su rostro, antes de posar sus colmillos sobre la trigueña piel de la muchacha para luego desgarrarla con ellos y succionar durante unos segundos la sangre que su corazón bombeaba por la arteria humeral.
Estaba hambriento, demasiado, y aquello fue una inyección de vida, ya no sentía ese cansancio que antes se hubiera poseído de él y tampoco sentía esa ligera nube de confusión que deja el alcohol. –Gracias- le susurró a la joven quien se apresuró a acomodarse de nuevo sus ropas como era debido, asintió ante la petición de Daniil y salió por el vino.
-Disculpa, me era terriblemente necesario - le comentó a Daniil luego que Margherita dejara la habitación, mientras hablaba él removía con su pulgar una gota de sangre que había quedado en la comisura de sus labios- Como verás, la gente de aquí me sirve de múltiples formas- Y no ahondo más con lo que respectaba a la insinuación que había hecho de su relación con Arlo, el había renacido bajo la casa de un romano, y no se negaba los placeres que podía ofrecerle el cuerpo masculino, pero reacciono con sorpresa ante el comentario sobre Dubhé - ¡Jamás! –Exclamó- Ella es como… - frunció un poco el ceño, ahora que lo pensaba jamás se había puesto a definirlo y realmente no lo sabía, ella era tan parecida a él, ambos unas bestias desde que tenían memoria, se debían la vida… - No es mi amante- se limitó a contestar mientras soltaba una carcajada.- No lo vuelvas a insinuar, ante todos es mi sobrina. Y tú Daniil, sé que todos ustedes son crueles asesinos o románticos empedernidos ¿Alguien especial?-
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Asintió e iba a decir que era perfecto, que el mejor vino sería lo mejor, que lo haría desperdiciar su botella de mejor vino en él cuando podía utilizarla con algún pobre muchacho al que quisiera conducir a su alcoba o para cerrar un negocio, pero lo haría utilizarla con él, con su amigo que bien sabía podía tomar cualquier cantidad y calidad de alcohol siempre y cuando fuese en la compañía mutua. Iba a decir eso cuando todo pasó frente a él muy rápido.
Mihai se había alimentado de su sirvienta sin remordimientos y como acto reflejo Daniil había apartado la vista, él personalmente odiaba ser visto cuando se alimentaba pero eran esas cosas las que, a pesar de llevarse tan bien, los hacían ver lo diferentes que eran, lo opuestos que tendían a ser.
-No... no hay problema -regresó la vista a su amigo y se trató de recomponer del shock inicial de ver aquel acto, al que estaba acostumbrado, pero que todavía no se hacía la idea de ver, de presenciar de un modo tan crudo, sabía que era estúpido, considerando sus años, y considerando de quién se trataba, después de todo habían cazado juntos muchas veces en el pasado.
Alzó las manos con expresión inocente cuando Mihai espetó "jamás" en referencia a la señorita Noiret y explicó que era más como de su familia.
-No me sorprende, sólo tú tomarías a una lican como parte de su familia -para el resto podría sonar descabellado, vampiros y hombres lobo son agua y aceite que no se mezclan, pero no Mihai o Indro, o como fuera, él no, no se le daba seguir reglas.-. ¿Yo? -soltó una risa nerviosa -yo tan solo como el día que me conociste, pero ¿qué hay de ti? -le regresó la pregunta -y no, no cuentas los y las amantes, ¿alguien para establecerte? -ese era otro punto en el que diferían, Daniil creía en el amor fiel y monógamo, Indro... bueno, no tanto.
Mihai se había alimentado de su sirvienta sin remordimientos y como acto reflejo Daniil había apartado la vista, él personalmente odiaba ser visto cuando se alimentaba pero eran esas cosas las que, a pesar de llevarse tan bien, los hacían ver lo diferentes que eran, lo opuestos que tendían a ser.
-No... no hay problema -regresó la vista a su amigo y se trató de recomponer del shock inicial de ver aquel acto, al que estaba acostumbrado, pero que todavía no se hacía la idea de ver, de presenciar de un modo tan crudo, sabía que era estúpido, considerando sus años, y considerando de quién se trataba, después de todo habían cazado juntos muchas veces en el pasado.
Alzó las manos con expresión inocente cuando Mihai espetó "jamás" en referencia a la señorita Noiret y explicó que era más como de su familia.
-No me sorprende, sólo tú tomarías a una lican como parte de su familia -para el resto podría sonar descabellado, vampiros y hombres lobo son agua y aceite que no se mezclan, pero no Mihai o Indro, o como fuera, él no, no se le daba seguir reglas.-. ¿Yo? -soltó una risa nerviosa -yo tan solo como el día que me conociste, pero ¿qué hay de ti? -le regresó la pregunta -y no, no cuentas los y las amantes, ¿alguien para establecerte? -ese era otro punto en el que diferían, Daniil creía en el amor fiel y monógamo, Indro... bueno, no tanto.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Era casi jocosa la manera en que Daniil se incomodaba en un acto tan natural como era el simple hecho de alimentarse, ya no era un chiquillo recién convertido y sin embargo aún apartaba la vista. Hizo caso omiso al comentario sobre Dubhé y escuchó atentamente como le regresaba su misma pregunta
- ¿En realidad crees que podemos establecernos? - Seguía sin entender ese afán humano o no humano de "sentar cabeza" de estar acompañados por el resto de sus vidas, tal vez no lo entendía y hasta lo detestaba por su propio origen, tal vez.. Jamás había convertido a alguien y nunca lo haría, no consideraba una excusa valida ese sentimiento al que llaman amor y mucho menos otras tantas bajezas, que sus "iguales" más brutos, más crueles, más violentos llegaban a cometer.- Entre nuestra propia raza - por que ya no importaba si él era turco, italiano, húngaro, ruso, eran de una misma raza de piel fría como el acero, inmortales y bebedores de sangre. Pausó un momento, y se levantó de su asiento para recibir la botella de vino que habían pedido junto con dos copas de la mano de otra de las sirvientas- No podemos tener una relación incondicional, quien transforma por amor tarde o temprano traiciona o es traicionado.
Podía llegar a sonar amargado, y en cierta forma lo estaba, una persona no debería aspirar y mucho menos llegar a vivir tanto pero él tampoco lo había pedido, estaba en ese punto en el que pocas cosas sobre las relaciones personales lo emocionaban y motivaban.- Por eso una lican como mi familia, ni un humano vivirá tanto como ellos y son fieles como ningún vampiro podrá llegar a hacer. Y me temo que yo jamás volveré a "sentar cabeza" Por que tenía la sensación de haber perdido la cabeza por alguien alguna vez, en otra ocasión, que recordaba nitidamente había estado a punto y había huido de ella, se había sentido tan sucio para algo tan puro y vivaz, lamentablemente la sensación jamás había vuelto a aparecer. Frunció ligeramente el ceño mientras servía vino en ambas copas, una de las cuales le acercó a su acompañante, luego de lo cual relajó de nuevo el rostro.
- ¿En realidad crees que podemos establecernos? - Seguía sin entender ese afán humano o no humano de "sentar cabeza" de estar acompañados por el resto de sus vidas, tal vez no lo entendía y hasta lo detestaba por su propio origen, tal vez.. Jamás había convertido a alguien y nunca lo haría, no consideraba una excusa valida ese sentimiento al que llaman amor y mucho menos otras tantas bajezas, que sus "iguales" más brutos, más crueles, más violentos llegaban a cometer.- Entre nuestra propia raza - por que ya no importaba si él era turco, italiano, húngaro, ruso, eran de una misma raza de piel fría como el acero, inmortales y bebedores de sangre. Pausó un momento, y se levantó de su asiento para recibir la botella de vino que habían pedido junto con dos copas de la mano de otra de las sirvientas- No podemos tener una relación incondicional, quien transforma por amor tarde o temprano traiciona o es traicionado.
Podía llegar a sonar amargado, y en cierta forma lo estaba, una persona no debería aspirar y mucho menos llegar a vivir tanto pero él tampoco lo había pedido, estaba en ese punto en el que pocas cosas sobre las relaciones personales lo emocionaban y motivaban.- Por eso una lican como mi familia, ni un humano vivirá tanto como ellos y son fieles como ningún vampiro podrá llegar a hacer. Y me temo que yo jamás volveré a "sentar cabeza" Por que tenía la sensación de haber perdido la cabeza por alguien alguna vez, en otra ocasión, que recordaba nitidamente había estado a punto y había huido de ella, se había sentido tan sucio para algo tan puro y vivaz, lamentablemente la sensación jamás había vuelto a aparecer. Frunció ligeramente el ceño mientras servía vino en ambas copas, una de las cuales le acercó a su acompañante, luego de lo cual relajó de nuevo el rostro.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Definitivamente eran distintos y ahí radicaba el éxito de su amistad, sin embargo esta vez tuvo que darle la razón, una relación estable no era algo para los de su estirpe, una vez convertidos habían firmado un contrato implícito que los hacía renunciar a eso, o eso creía.
-Suenas como un anciano -bromeó pero sabía que no había mucho con lo cuál jugar-, pero tienes razón -alzó ambas cejas y le dijo mirándolo de frente para que pudiera ver su rostro limpio de sarcasmo; normalmente el sarcasmo era un idioma común entre ambos, pero esta vez lo decía de verdad, le daba la razón-, por eso yo tampoco creo que encontrar a alguien -nunca antes la elección de palabras había sido tan adecuada en él, usando sabiamente pero de forma inconsciente la palabra "encontrar" en lugar de "buscar"; pensó en algunas damas parisinas con las que se había topado ya, pero no, no podía permitirse tal debilidad-, mejor nosotros dos hasta que este planeta estalle -le dijo sonriendo, así era, ellos dos hasta el final, deseaba no volver a perderle pista otra vez.
Lo miró ponerse de pie y servir las dos copa, aceptó la suya y escuchó lo que su amigo seguía diciendo.
-Yo lo intenté, sentar cabeza... siendo mortal, y es una tomadura de pelo -dijo con seguridad en su voz, pero dentro ni él mismo se lo creía y alzó su copa para proponer un brindis-, ¿te parece un brindis? -no lo dejó responder -por nosotros, por este reencuentro, por los viejos tiempos -sonrió de lado - por el futuro también, y por el día en que veamos estallar este planeta -dio un sorbo, el vino era delicioso, su amigo lo sorprendía, a pesar de los años y de no haberse visto por tanto tiempo lo seguía sorprendiendo, su gusto y su refinamiento. A veces quería ser un poco más como él, ser menos un patético niño en busca de cariño, lo envidiaba también, secretamente, nunca se lo diría.
-Suenas como un anciano -bromeó pero sabía que no había mucho con lo cuál jugar-, pero tienes razón -alzó ambas cejas y le dijo mirándolo de frente para que pudiera ver su rostro limpio de sarcasmo; normalmente el sarcasmo era un idioma común entre ambos, pero esta vez lo decía de verdad, le daba la razón-, por eso yo tampoco creo que encontrar a alguien -nunca antes la elección de palabras había sido tan adecuada en él, usando sabiamente pero de forma inconsciente la palabra "encontrar" en lugar de "buscar"; pensó en algunas damas parisinas con las que se había topado ya, pero no, no podía permitirse tal debilidad-, mejor nosotros dos hasta que este planeta estalle -le dijo sonriendo, así era, ellos dos hasta el final, deseaba no volver a perderle pista otra vez.
Lo miró ponerse de pie y servir las dos copa, aceptó la suya y escuchó lo que su amigo seguía diciendo.
-Yo lo intenté, sentar cabeza... siendo mortal, y es una tomadura de pelo -dijo con seguridad en su voz, pero dentro ni él mismo se lo creía y alzó su copa para proponer un brindis-, ¿te parece un brindis? -no lo dejó responder -por nosotros, por este reencuentro, por los viejos tiempos -sonrió de lado - por el futuro también, y por el día en que veamos estallar este planeta -dio un sorbo, el vino era delicioso, su amigo lo sorprendía, a pesar de los años y de no haberse visto por tanto tiempo lo seguía sorprendiendo, su gusto y su refinamiento. A veces quería ser un poco más como él, ser menos un patético niño en busca de cariño, lo envidiaba también, secretamente, nunca se lo diría.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
-¡Soy un anciano!- exclamó al momento que sonreía. En verdad lo era y eso estaba a punto de cansarle, deseaba que la humanidad de una u otra forma lo sorprendiera, para bien o para mal siempre lograba conseguirlo. Asintió cuando por fin le dio la razón y en sus ojos vio que era un sentimiento genuino, él realmente la tenía y no era su propio ego el que estaba pensando por él, eran los poco más de 1800 años que le avalaban como poseedor de esa estirpe maldita. Acentuó la sonrisa hasta que no pudo contener la carcajada porque ¿Daniil Stravinsky sin una pareja "estable"? Se acercó hasta él para hacerle entrega de la copa de vino, y lo tomo del hombro, un apretón firme pero suave, como lo hacen los buenos amigos cuando van a dar un consejo o como cuando van a decir un secreto – Tú, Daniil un día encontrarás a alguien por quien desearás dejar a este anciano. Tú encontrarás a alguien que vuelva inspirar en ti ese sentimiento, al cual me niego a llamarle amor, y no serás un tonto como yo y te aferrarás a él como un loco. – Como debía de ser, hasta él sabía que esas pocas ocasiones no debían desperdiciarse, él lo había aprendido de la forma errónea dejándolo escapar y aún, aunque no llegara a confesarlo nunca, seguía esperanzado porque la oportunidad volviera. Lo escuchaba con atención a pesar de que a momentos le daba la espalda, no podía simplemente estarse quieto. –pocas cosas te hacen sentir de nuevo vivo, muy pocas cosas. Eres joven. –No creía ni por un segundo esa seguridad, lo conocía o él creía conocerle tanto como para saber que aquello era una mentira de la cual su amigo trataba de convencerse, hacerla real para él por todo lo que había vivido en su historia de traiciones una y otra vez - Tomadura de pelo o no, lo sentirás y querrás volver a echarte de cabeza a ese abismo sin fondo aparente, aunque millones de estalagmitas te esperen en el fin listas para perforarte los ojos- lo dijo serio y al igual que él sin una nota de sarcasmo en su voz pero terminó sonriendo de lado para suavizar el momento.
Lo vio alzar su copa y él lo imitó, claro que le apetecía un brindis y más si este los involucraba a ellos dos. Se sentía como si no hubieran pasado casi 3 siglos desde la última vez que se vieron, la charla fluía tan espontanea, tan natural.
-Por nosotros, por este reencuentro que propicie yo, por los viejos tiempos en los cuales te salve tantas veces el trasero, por un futuro llena de nuevas y antiguas emociones – repitió sus palabras haciendo una que otra observación –pero no estoy seguro de querer ver estallar el mundo- sentenció dudoso e infantil. Había pensando mil veces en como moriría y ciertamente lo tenía todo planeado, y tal vez llegado el momento llamaría a alguien de que confianza como él, como el vampiro que tenía enfrente con la copa en alto, tal vez lo llamaría para realizar ese viaje a sus raíces, a su tierra, a la ahora Turquía otomana, un territorio que había evitado a toda costa, por miedo a sí mismo. Había pensado en su muerte, siempre pero era mayor su curiosidad por el mañana.- pero está bien, que estalle o se congele el planeta, no importa como o cuando sin duda lo veremos! - terminó tal vez mintiendo un poco, tal vez deseando que aquello fuera verdad, al final bebió un poco de su copa, luego de la sangre ese debía ser uno de los mejores sabores del mundo.
-Sabes que sabe mejor que esto, la sangre de licántropo – soltó así como así y estaba seguro que en cualquier momento Daniil escupiría lo que llevara en la boca.- pero esa es otra historia. –
Lo vio alzar su copa y él lo imitó, claro que le apetecía un brindis y más si este los involucraba a ellos dos. Se sentía como si no hubieran pasado casi 3 siglos desde la última vez que se vieron, la charla fluía tan espontanea, tan natural.
-Por nosotros, por este reencuentro que propicie yo, por los viejos tiempos en los cuales te salve tantas veces el trasero, por un futuro llena de nuevas y antiguas emociones – repitió sus palabras haciendo una que otra observación –pero no estoy seguro de querer ver estallar el mundo- sentenció dudoso e infantil. Había pensando mil veces en como moriría y ciertamente lo tenía todo planeado, y tal vez llegado el momento llamaría a alguien de que confianza como él, como el vampiro que tenía enfrente con la copa en alto, tal vez lo llamaría para realizar ese viaje a sus raíces, a su tierra, a la ahora Turquía otomana, un territorio que había evitado a toda costa, por miedo a sí mismo. Había pensado en su muerte, siempre pero era mayor su curiosidad por el mañana.- pero está bien, que estalle o se congele el planeta, no importa como o cuando sin duda lo veremos! - terminó tal vez mintiendo un poco, tal vez deseando que aquello fuera verdad, al final bebió un poco de su copa, luego de la sangre ese debía ser uno de los mejores sabores del mundo.
-Sabes que sabe mejor que esto, la sangre de licántropo – soltó así como así y estaba seguro que en cualquier momento Daniil escupiría lo que llevara en la boca.- pero esa es otra historia. –
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Rió cuando se dijo anciano, para ellos las edades del hombre mortal no aplicaban, aunque siempre le hacía notar lo mayor que era en comparación a él, le triplicaba la edad, pero también, de algún modo lo sentía un mentor, un hermano mayor, sin embargo, cuando le hablaba como lo estaba haciendo en ese momento se sentía un joven siendo aconsejado por su sabio padre.
-Pues, yo no sé qué me depara el futuro pero... -dijo con vaguedad y un gesto sombrío se apoderó de él, siempre se ponía mal cuando le hablaban de amor y de encontrarlo, porque aunque deseaba toparse con esa persona, los dilemas morales que conllevaría una relación siendo él lo que era lo estaban acabando incluso antes de empezar, alzó la mirada con esa expresión de cachorro herido que parecía utilizaba para manipular pero la verdad era que le salía natural -al menos te tendré a ti, ¿no? -suspiró y trató de dejar atrás la melancolía que se apoderó repentinamente de él. Suspiró visualizando el panorama que Mihai pintaba ante sus ojos, aventarse a ese vacío sin certidumbre alguna, el dolor en el corazón que se instalaba ahí para siempre, sin irse, sin dejarte conciliar el sueño y al que tarde o temprano te tenías que acostumbrar, o aprender a vivir con él al menos-, no soy tan joven, ya no me siento tan joven -le dijo y sonrió con tristeza.
Frunció el ceño cuando su amigo respondió el brindis, haciendo esos adendums que sólo podían venir de alguien como él, dándole algo de razón, durante los primeros años que estuvieron juntos vaya que lo había salvado y muchas veces, y le había enseñado millones de cosas que no había podido aprender al interior del castillo donde había vivido sus primeros años como vampiro. Bebió un poco del vino cuando finalmente su amigo terminó de hablar y casi lo escupe con el comentario que siguió.
-¿De licántropo? -algo no cuadraba ahí para él y pronto supo qué era-, ¿la señorita Noiret no es...? -según él recordaba lo era, era licántropo.
-Pues, yo no sé qué me depara el futuro pero... -dijo con vaguedad y un gesto sombrío se apoderó de él, siempre se ponía mal cuando le hablaban de amor y de encontrarlo, porque aunque deseaba toparse con esa persona, los dilemas morales que conllevaría una relación siendo él lo que era lo estaban acabando incluso antes de empezar, alzó la mirada con esa expresión de cachorro herido que parecía utilizaba para manipular pero la verdad era que le salía natural -al menos te tendré a ti, ¿no? -suspiró y trató de dejar atrás la melancolía que se apoderó repentinamente de él. Suspiró visualizando el panorama que Mihai pintaba ante sus ojos, aventarse a ese vacío sin certidumbre alguna, el dolor en el corazón que se instalaba ahí para siempre, sin irse, sin dejarte conciliar el sueño y al que tarde o temprano te tenías que acostumbrar, o aprender a vivir con él al menos-, no soy tan joven, ya no me siento tan joven -le dijo y sonrió con tristeza.
Frunció el ceño cuando su amigo respondió el brindis, haciendo esos adendums que sólo podían venir de alguien como él, dándole algo de razón, durante los primeros años que estuvieron juntos vaya que lo había salvado y muchas veces, y le había enseñado millones de cosas que no había podido aprender al interior del castillo donde había vivido sus primeros años como vampiro. Bebió un poco del vino cuando finalmente su amigo terminó de hablar y casi lo escupe con el comentario que siguió.
-¿De licántropo? -algo no cuadraba ahí para él y pronto supo qué era-, ¿la señorita Noiret no es...? -según él recordaba lo era, era licántropo.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Lo escuchó y ese gesto en su rostro sencillamente lo… no había forma de negarle las cosas. No importaba que, quien, siempre estaría para él, asintió de una forma casi imperceptible pero su mirada se volvió aún más profunda solemne, no había necesidad de decir más así que continuó con su brindis. Y luego hizo aquel comentario con el cual Daniil casi se atragantaba. Sonrió maliciosamente mientras apuraba su copa y le daba otro trago.
-¿Licantropo? Si tiene esa condición – completó la pregunta de su amigo con la más obvia de todas aunque claro había otras posibles opciones -Si te refieres a si es... una de esas personas que me suministran sangre voluntariamente- tal y como lo había hecho Margherita hace algunos minutos, aunque había otra clase personas que hacían lo mismo pero voluntariamente inducidos - no lo es, fue sólo una vez y jamás lo hubiera considerado en otras circunstancias – cambio de mano la copa luego hacer un ademán restándole importancia al asunto, en realidad el sabor fuerte y casi venenoso lo tenía obsesionado, era como tomar a la mismísima muerte, letal y poseedora de todos los años del mundo, y plantarle un beso voraz en los labios - Tengo historias que guardarme para después ¿no?Ya sabes tengo que hacerme el interesante – dijo mientras se servía un poco más de vino en su copa, a la vez que sacudía un poco la cabeza tratando de sacudirse las ideas y ese sabor de la boca, bebió un trago más y enseguida le ofreció a Daniil rellenar su copa.
-¿Licantropo? Si tiene esa condición – completó la pregunta de su amigo con la más obvia de todas aunque claro había otras posibles opciones -Si te refieres a si es... una de esas personas que me suministran sangre voluntariamente- tal y como lo había hecho Margherita hace algunos minutos, aunque había otra clase personas que hacían lo mismo pero voluntariamente inducidos - no lo es, fue sólo una vez y jamás lo hubiera considerado en otras circunstancias – cambio de mano la copa luego hacer un ademán restándole importancia al asunto, en realidad el sabor fuerte y casi venenoso lo tenía obsesionado, era como tomar a la mismísima muerte, letal y poseedora de todos los años del mundo, y plantarle un beso voraz en los labios - Tengo historias que guardarme para después ¿no?Ya sabes tengo que hacerme el interesante – dijo mientras se servía un poco más de vino en su copa, a la vez que sacudía un poco la cabeza tratando de sacudirse las ideas y ese sabor de la boca, bebió un trago más y enseguida le ofreció a Daniil rellenar su copa.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Suspiró, sólo alguien como Mihai disfrutaría de algo tan retorcido como lo que acababa de escuchar, pero así lo había conocido, no podía decir que estaba sorprendido, viviendo de su viejo amigo pocas cosas lo sorprendían ya, sonrió de lado; cosas que él no haría, que incluso cuestionaba, pero que sólo tratándose de ese hombre perdonaba y aceptaba, claro, siempre mirando a un lado como lo había hecho cuando lo vio alimentarse de su pobre sirvienta, nunca siendo testigo de frente. Eso también le traía serios remordimientos y preguntas morales, pero decidía ignorar todo ello.
Estiró la mano para que su copa fuera llenada de nuevo y sonrió levantándola levemente antes de darle un trago. Puso cara de interrogación al escucharlo describir su relación con la señorita Noiret.
-No te entiendo -fue sincero-, ¿cómo la conociste? -preguntó pero luego supo que sus dudas tal vez no serían aclaradas, no esa noche al menos, pues según el propio Mihai, debía hacerse el interesante, soltó una risita tímida ante el comentario y se quedó fijo en su amigo, preguntándole con los ojos "¿entonces qué?", tenían tanto de qué hablar y tan poco tiempo, Daniil tenía planeado quedarse sólo un par de días, había dejado demasiados pendientes en Francia como para pasar más días, aunque deseaba abandonarlo todo por quedarse al lado de su amigo, su sentido de deber le ganaba.
-Mihai... -lo llamó por el nombre que él había dicho usaría para dirigirse a él no importando nada-, ¿te gustaría regresar conmigo a Francia? -la respuesta, sabía bien, sería 'no', pero quería intentarlo, intentar convencerlo.
Off: a estos dos sólo les falta besarse, jajaja
Estiró la mano para que su copa fuera llenada de nuevo y sonrió levantándola levemente antes de darle un trago. Puso cara de interrogación al escucharlo describir su relación con la señorita Noiret.
-No te entiendo -fue sincero-, ¿cómo la conociste? -preguntó pero luego supo que sus dudas tal vez no serían aclaradas, no esa noche al menos, pues según el propio Mihai, debía hacerse el interesante, soltó una risita tímida ante el comentario y se quedó fijo en su amigo, preguntándole con los ojos "¿entonces qué?", tenían tanto de qué hablar y tan poco tiempo, Daniil tenía planeado quedarse sólo un par de días, había dejado demasiados pendientes en Francia como para pasar más días, aunque deseaba abandonarlo todo por quedarse al lado de su amigo, su sentido de deber le ganaba.
-Mihai... -lo llamó por el nombre que él había dicho usaría para dirigirse a él no importando nada-, ¿te gustaría regresar conmigo a Francia? -la respuesta, sabía bien, sería 'no', pero quería intentarlo, intentar convencerlo.
Off: a estos dos sólo les falta besarse, jajaja
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Sonrió divertido mientras le llenaba la copa a su invitado, observar el gesto que se dibujaba en el rostro de Daniil cuando le intrigaba algo simplemente era un deleite, y él le gustaba, le encantaba ser una constante interrogante.
Seguramente Daniil había pensado que el que él bebiera de Dubhé se debía al momento en que ambos, vampiro y licana se conocieron, pero la situación no era tal. -Los dos somos unos defectuosos - comenzó a contestar específicamente la pregunta que le había hecho, una duda que estaba dispuesto a resolver – Es bien sabido que la mayoría de los vampiros y licántropos sanan de una manera acelerada, lamentablemente esa es una característica que uno no elige a voluntad y existimos la minoría que no contamos con esa gran ayuda.- El mismo Daniil no lo iba a dejar mentir, él había sido testigo presencial y participe de peleas en las (en algunas) él salió malherido, cuando la herida era considerablemente pequeña, desde que tenía memoria, solía dejarla sanar por si sola y así fue como descubrió que ese era un proceso de sanación más lento que el de Kaeso o el mismísimo Daniil, en heridas grandes y dolorosas siempre recurría a la sangre y si el dolor era de tal inmensidad no dudaba en desangrar al primer ser humano que se le pasara enfrente.- Poseo una pequeña casa de campo cerca de Tivoli, cerca de Roma - puntualizó para darle una mejor ubicación geográfica a Daniil – un día salí a hacer mi paseo rutinario, sabrás que me importa muy poco si es o no luna llena – dejo de moverse y tomó de nuevo su asiento debió y un poco más de su copa – y poco antes del amanecer la encontré en el bosque sumamente herida – no había necesidad de contar más, el resto de la historia podía suponerse con un muy pequeño margen de error, por un momento su mirada se perdió, fija en algún punto ¿Qué hubiera pasado de toparse con dos licántropos en plena pelea? Podía con uno, lo había constatado…
La voz del ruso llamándolo lo sacó de sus pensamiento y clavo su vista en él- ¿Regresar a Francia contigo? – Preguntó un poco confuso y frunciendo el ceño – No tengo nada que hacer en ese lugar- y por un momento, apesar de la seguridad con la que se expresaba esta se mezclo con una casi imperceptible nota de desamparo.
Seguramente Daniil había pensado que el que él bebiera de Dubhé se debía al momento en que ambos, vampiro y licana se conocieron, pero la situación no era tal. -Los dos somos unos defectuosos - comenzó a contestar específicamente la pregunta que le había hecho, una duda que estaba dispuesto a resolver – Es bien sabido que la mayoría de los vampiros y licántropos sanan de una manera acelerada, lamentablemente esa es una característica que uno no elige a voluntad y existimos la minoría que no contamos con esa gran ayuda.- El mismo Daniil no lo iba a dejar mentir, él había sido testigo presencial y participe de peleas en las (en algunas) él salió malherido, cuando la herida era considerablemente pequeña, desde que tenía memoria, solía dejarla sanar por si sola y así fue como descubrió que ese era un proceso de sanación más lento que el de Kaeso o el mismísimo Daniil, en heridas grandes y dolorosas siempre recurría a la sangre y si el dolor era de tal inmensidad no dudaba en desangrar al primer ser humano que se le pasara enfrente.- Poseo una pequeña casa de campo cerca de Tivoli, cerca de Roma - puntualizó para darle una mejor ubicación geográfica a Daniil – un día salí a hacer mi paseo rutinario, sabrás que me importa muy poco si es o no luna llena – dejo de moverse y tomó de nuevo su asiento debió y un poco más de su copa – y poco antes del amanecer la encontré en el bosque sumamente herida – no había necesidad de contar más, el resto de la historia podía suponerse con un muy pequeño margen de error, por un momento su mirada se perdió, fija en algún punto ¿Qué hubiera pasado de toparse con dos licántropos en plena pelea? Podía con uno, lo había constatado…
La voz del ruso llamándolo lo sacó de sus pensamiento y clavo su vista en él- ¿Regresar a Francia contigo? – Preguntó un poco confuso y frunciendo el ceño – No tengo nada que hacer en ese lugar- y por un momento, apesar de la seguridad con la que se expresaba esta se mezclo con una casi imperceptible nota de desamparo.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
No despegaba los ojos de la figura altiva de Mihai, lo seguía con la mirada muy atento a todos sus movimientos con algo cercano a la admiración en su expresión que para el ojo inexperto pudiera parecer neutral, pero la verdad era que se trataba del un semblante de aquel que estudia a consciencia, detenidamente, porque había aprendido con los años, y sobre todo tratándose de Indro/Mihai que los gestos y ademanes también contaban parte de la historia, o una historia aparte.
-Que gran corazón el tuyo -dijo con algo de sarcasmo al escuchar la historia incompleta pero llenando los espacios en blanco, alzó su copa una vez más y dio un trago. Recordó las incontables veces que ambos compartieron una botella de alguna bebida alcohólica, de cualquier bebida alcohólica, les daba igual, que fueran vampiros y toda esa cantidad que bebieron en sus primeros años de amistad los hizo de algún modo inmunes a los efectos del alcohol-. Entonces, debo suponer que "adoptaste" a la señorita Noiret, ¿no? -quiso ponerle una etiqueta a esa relación, aunque sabía que su amigo odiaba ese tipo de convencionalismos impuestos por la sociedad establecida.
Luego fue momento de fingir ofensa, aunque en el fondo estaba verdaderamente herido.
-¿No soy yo suficiente motivo para ir a Francia? -dijo, de nuevo se estaba comportando como el niñito falto de cariño que en realidad era.
-Que gran corazón el tuyo -dijo con algo de sarcasmo al escuchar la historia incompleta pero llenando los espacios en blanco, alzó su copa una vez más y dio un trago. Recordó las incontables veces que ambos compartieron una botella de alguna bebida alcohólica, de cualquier bebida alcohólica, les daba igual, que fueran vampiros y toda esa cantidad que bebieron en sus primeros años de amistad los hizo de algún modo inmunes a los efectos del alcohol-. Entonces, debo suponer que "adoptaste" a la señorita Noiret, ¿no? -quiso ponerle una etiqueta a esa relación, aunque sabía que su amigo odiaba ese tipo de convencionalismos impuestos por la sociedad establecida.
Luego fue momento de fingir ofensa, aunque en el fondo estaba verdaderamente herido.
-¿No soy yo suficiente motivo para ir a Francia? -dijo, de nuevo se estaba comportando como el niñito falto de cariño que en realidad era.
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Re: When we were kings [Indro Galeotti]
Cuando escuchó a Daniil expresarse nuevamente con sarcasmos supo que la situación se había suavizado, y colocó la palma de su mano libre totalmente abierta sobre su pecho, aceptando tal bondad en un gesto más que exagerado, y asintiendo con un movimiento de cabeza, fingiendo falsa modestia. –Supongo que sí- Aunque en su larga historia los años que había pasado con la señorita Noiret eran pocos, en años humanos se trataba casi de una vida, al menos lo había sido en el Medievo, aunque al parecer los miembros de aquella especie a la que una vez perteneció cada vez se aferraban más a la vida.
-Es mi sobrina – sonrió débil e inocentemente, y esa aseveración debía bastar para responder aquella pregunta satisfactoriamente. Aunque en primera instancia ella no se presentó así con Daniil, ella hacía lo hacía con todos los demás, siendo él, el hermano menor de su madre. – No finjas ofensa, Daniil.- su voz se mezclaba y bailaba entre tintes juguetones y serios.- Has vivido más de 300 años con mi ausencia ¿Por qué debería pensar que te soy indispensable en París?-
De cierta forma retorcida le gustaba ver al Doctor Stravinsky haciendo berrinche, le gustaba saber que era una faceta de él que no solía compartir con sus múltiples amantes. La sola idea de regresar con él le seducía pero al mismo tiempo tenía que mantener la cordura y la cabeza fría, no podía hacer movimiento en falso, así como era de su conocimiento la llegada de Daniil a París, era de su conocimiento la ola de de asesinatos sangrientos en territorios más norteños pero colindantes a Francia, esos asesinatos que tenían todo el desgarrador sello de una ser que era más bestia que hombre, apocando y dejando desnudos a todos esos vampiros que se jactaban de ser "feroces e insensibles asesinos" . Un ser al cual Indro Galeotti no deseaba enfrentar.
-Es mi sobrina – sonrió débil e inocentemente, y esa aseveración debía bastar para responder aquella pregunta satisfactoriamente. Aunque en primera instancia ella no se presentó así con Daniil, ella hacía lo hacía con todos los demás, siendo él, el hermano menor de su madre. – No finjas ofensa, Daniil.- su voz se mezclaba y bailaba entre tintes juguetones y serios.- Has vivido más de 300 años con mi ausencia ¿Por qué debería pensar que te soy indispensable en París?-
De cierta forma retorcida le gustaba ver al Doctor Stravinsky haciendo berrinche, le gustaba saber que era una faceta de él que no solía compartir con sus múltiples amantes. La sola idea de regresar con él le seducía pero al mismo tiempo tenía que mantener la cordura y la cabeza fría, no podía hacer movimiento en falso, así como era de su conocimiento la llegada de Daniil a París, era de su conocimiento la ola de de asesinatos sangrientos en territorios más norteños pero colindantes a Francia, esos asesinatos que tenían todo el desgarrador sello de una ser que era más bestia que hombre, apocando y dejando desnudos a todos esos vampiros que se jactaban de ser "feroces e insensibles asesinos" . Un ser al cual Indro Galeotti no deseaba enfrentar.
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