AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
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Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Una noche más en el centro de París. Para ser más exactos, en el teatro.
Mi padre me había insistido hasta el punto de aceptar su propuesta de pasear un rato y codearnos con gente nueva en vez de esperar a que vinieran conocidos a nuestra residencia.
Comprendía los motivos por los cuales me alentaban a salir más seguido. La muerte de mi madre, por ejemplo, era algo que alarmaba a todos como si yo terminara volviendo a aquel estado depresivo en el cual me había visto sumergida por muy poco tiempo, y ya eso no me importaba siquiera a mí, porque había entendido el punto de la muerte en un ser humano y el punto de la vida que aún conservamos los que quedamos aquí en el mundo. Ya no la extrañaba más. Podía asegurarlo. La seguía amando, como lo haría por siempre, pero con respecto a ese tema sentía una tranquilidad que jamás había tenido la oportunidad de experimentar. Otro motivo, por otro lado, podría ser por el hecho de presentarme a la sociedad. Sí, aún más. Era normal que mi padre me expusiera al mundo como su muñequita de cristal, porque de pequeña ya vivía aquello, pero él jamás se cansaba. Y yo no me cansaba de darle el gusto, porque era demasiado para mí, mi padre, mi amado padre al cual le debía mi felicidad. Claro que alguna amiga mía se atrevió a mencionar que quizás era una trampa para conseguir un buen esposo, es decir, conocerlo como de casualidad y enamorarme, sin que mi padre deba obligarme a contraer matrimonio, aunque él se encargase de planificar dicho encuentro en la ciudad. No lo creía. Mi padre no sería capaz de ello y además era muy joven para el matrimonio. Por otro lado, yo era su joya preferida. Conclusión: no me dejaría ir tan rápido.
Más allá de todo eso, seguía sin querer ir. Y menos al teatro. De pequeña, amaba las obras en la gran ciudad parisina, pero con el tiempo, con memorizar todas las clásicas y monótonas obras, terminé perdiendo el interés. ¿Por qué no alguna historia realmente creativa? Algo nuevo. Una historia sorprendente con personajes fascinantes. ¿Al menos mi padre había intentado encontrar algún teatro moderno?
Pero el hecho era que me encontraba en el gigantesco y lujoso hall del teatro esperando a que nos permitieran entrar a nuestro palco para ver una obra clásica. Aún así sonreía, porque mi padre me contagiaba la alegría.
Una vez dentro del pequeño recinto que nos correspondía, en las alturas, en un perfecto ángulo para disfrutar de la obra, sólo pude soportar quince minutos allí.
Lo intenté, puedo asegurarlo. Los primeros tres minutos los dediqué para prestarle atención a la escena que había visto representada, como mínimo, unas cinco veces. Los restantes siete fueron para enunciar el diálogo que conocía de memoria, en voz alta, mientras le sonreía a las risas de mi padre que disfrutaba más de mi voz interpretando personajes ajenos que de la misma escena que se estaba presentando. Y ya los siguientes fueron de una terrible indecisión entre quedarme o escapar, y por último un mensaje a mi acompañante, asegurando que iría a caminar por los pasillos del teatro y que volvería en cuanto estuviera segura de que la función había acabado. Aceptó de mala gana, y al principio me dijo que me acompañaría a donde quisiera, pero rechacé su propuesta.
Una vez cerrado el pequeño telón que hacía las veces de pórtico del palco, suspiré y comencé a adentrarme entre los misteriosos caminos que se entrelazaban dando estructura al edificio.
Con mucha curiosidad, me detuve a ver cada detalle que me llamaba la atención, mientras de fondo resonaban las voces de los actores, como si se tratase del eco de mis propias palabras que aún recordaban el libreto memorizado.
Luego de más de veinte minutos de recorrido, sin darme cuenta, llegué a una sala que le seguía al hall del teatro. Tenía grandes escaleras de perfecta arquitectura y con lujosos detalles. Al darme cuenta de que estaba resguardada de aquel constante eco de voces, me senté en los escalones más bajos de la escalera, decidida a esperar a que terminara el tormento, observando mientras, el juego de perfecta simetría que tenía el suelo de la sala.
Mi padre me había insistido hasta el punto de aceptar su propuesta de pasear un rato y codearnos con gente nueva en vez de esperar a que vinieran conocidos a nuestra residencia.
Comprendía los motivos por los cuales me alentaban a salir más seguido. La muerte de mi madre, por ejemplo, era algo que alarmaba a todos como si yo terminara volviendo a aquel estado depresivo en el cual me había visto sumergida por muy poco tiempo, y ya eso no me importaba siquiera a mí, porque había entendido el punto de la muerte en un ser humano y el punto de la vida que aún conservamos los que quedamos aquí en el mundo. Ya no la extrañaba más. Podía asegurarlo. La seguía amando, como lo haría por siempre, pero con respecto a ese tema sentía una tranquilidad que jamás había tenido la oportunidad de experimentar. Otro motivo, por otro lado, podría ser por el hecho de presentarme a la sociedad. Sí, aún más. Era normal que mi padre me expusiera al mundo como su muñequita de cristal, porque de pequeña ya vivía aquello, pero él jamás se cansaba. Y yo no me cansaba de darle el gusto, porque era demasiado para mí, mi padre, mi amado padre al cual le debía mi felicidad. Claro que alguna amiga mía se atrevió a mencionar que quizás era una trampa para conseguir un buen esposo, es decir, conocerlo como de casualidad y enamorarme, sin que mi padre deba obligarme a contraer matrimonio, aunque él se encargase de planificar dicho encuentro en la ciudad. No lo creía. Mi padre no sería capaz de ello y además era muy joven para el matrimonio. Por otro lado, yo era su joya preferida. Conclusión: no me dejaría ir tan rápido.
Más allá de todo eso, seguía sin querer ir. Y menos al teatro. De pequeña, amaba las obras en la gran ciudad parisina, pero con el tiempo, con memorizar todas las clásicas y monótonas obras, terminé perdiendo el interés. ¿Por qué no alguna historia realmente creativa? Algo nuevo. Una historia sorprendente con personajes fascinantes. ¿Al menos mi padre había intentado encontrar algún teatro moderno?
Pero el hecho era que me encontraba en el gigantesco y lujoso hall del teatro esperando a que nos permitieran entrar a nuestro palco para ver una obra clásica. Aún así sonreía, porque mi padre me contagiaba la alegría.
Una vez dentro del pequeño recinto que nos correspondía, en las alturas, en un perfecto ángulo para disfrutar de la obra, sólo pude soportar quince minutos allí.
Lo intenté, puedo asegurarlo. Los primeros tres minutos los dediqué para prestarle atención a la escena que había visto representada, como mínimo, unas cinco veces. Los restantes siete fueron para enunciar el diálogo que conocía de memoria, en voz alta, mientras le sonreía a las risas de mi padre que disfrutaba más de mi voz interpretando personajes ajenos que de la misma escena que se estaba presentando. Y ya los siguientes fueron de una terrible indecisión entre quedarme o escapar, y por último un mensaje a mi acompañante, asegurando que iría a caminar por los pasillos del teatro y que volvería en cuanto estuviera segura de que la función había acabado. Aceptó de mala gana, y al principio me dijo que me acompañaría a donde quisiera, pero rechacé su propuesta.
Una vez cerrado el pequeño telón que hacía las veces de pórtico del palco, suspiré y comencé a adentrarme entre los misteriosos caminos que se entrelazaban dando estructura al edificio.
Con mucha curiosidad, me detuve a ver cada detalle que me llamaba la atención, mientras de fondo resonaban las voces de los actores, como si se tratase del eco de mis propias palabras que aún recordaban el libreto memorizado.
Luego de más de veinte minutos de recorrido, sin darme cuenta, llegué a una sala que le seguía al hall del teatro. Tenía grandes escaleras de perfecta arquitectura y con lujosos detalles. Al darme cuenta de que estaba resguardada de aquel constante eco de voces, me senté en los escalones más bajos de la escalera, decidida a esperar a que terminara el tormento, observando mientras, el juego de perfecta simetría que tenía el suelo de la sala.
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Las noches de Paris, que noches esas que no recordaba hace tiempo, es cierto que Londres tenia su atractivo, mucho atractivo en realidad para alguien como yo pero Paris definitivamente era una de mis ciudades favoritas porque podia encontrar una forma de distraerme a la vuelta de la esquina. Y todas mis diversiones tenian espacio en la mejor hora del día, la casi interminable noche, de hecho el día me parecia corto como supuesto periodo de sueño en comparación a todo lo que se podía vivir en una noche.
Una de mis diversiones era asistir al teatro, si, era aficionado del teatro y de las operas sobre todo. Aquella noche estaba interesando en asistir porque aunque hubiera visto ya aquella obra siempre era interesante despues ver con quien uno se podia encontrar, y como tanto tiempo habia pasado algo solo ahora era mi hora de volver a la antigua vida liberal. Sin mas me fui me monte a la carroza y mande que me llevaran al teatro pero en el camino una rueda quedo atascada en el barro, no le tomo mucho tiempo al cochero sacarla pero el tiempo como fuera hizo que me retrasara un poco,
Para cuando habia llegado al teatro la obra ya estaba en curso, no pude evitar maldecir el incidente, no me gustaban las cosas ya empezadas porque perdian el encanto. Como sea me autoconvenci de que mejor era ir al palco que tenia reservado y en el camino a el de lejos senti un aroma delicioso entre los muchos que por supuesto debian estar entre el público. Si de algo me podia fiar era de mi buen gusto con los aromas de las mujeres, buen aroma significaba para mi una presa exquisita. Seguí a mi olfato y no muy lejos de donde estaba me encontre a una joven dama sentada en unas escaleras, sola...
Me acerque a ella sin mucho apuro, fingiendo que estaba 'perdido' y cuando estuve lo suficientemente cerca curve una sonrisa, la mire fijamente como cuando se tiene acechada a una presa pero obviamente mi mirada para ella reflejaba otra cosa, la máscara que el depredador muestra, el indudable atractivo.
-Buenas noches mademoiselle, quién ha sido el infructuoso en dejarla sin compañia- dije en un tono caballeroso, después de todo por como vestia ella y el lugar donde nos encontrabamos, podría adivinar de con que clase de persona estaba tratando,
Una de mis diversiones era asistir al teatro, si, era aficionado del teatro y de las operas sobre todo. Aquella noche estaba interesando en asistir porque aunque hubiera visto ya aquella obra siempre era interesante despues ver con quien uno se podia encontrar, y como tanto tiempo habia pasado algo solo ahora era mi hora de volver a la antigua vida liberal. Sin mas me fui me monte a la carroza y mande que me llevaran al teatro pero en el camino una rueda quedo atascada en el barro, no le tomo mucho tiempo al cochero sacarla pero el tiempo como fuera hizo que me retrasara un poco,
Para cuando habia llegado al teatro la obra ya estaba en curso, no pude evitar maldecir el incidente, no me gustaban las cosas ya empezadas porque perdian el encanto. Como sea me autoconvenci de que mejor era ir al palco que tenia reservado y en el camino a el de lejos senti un aroma delicioso entre los muchos que por supuesto debian estar entre el público. Si de algo me podia fiar era de mi buen gusto con los aromas de las mujeres, buen aroma significaba para mi una presa exquisita. Seguí a mi olfato y no muy lejos de donde estaba me encontre a una joven dama sentada en unas escaleras, sola...
Me acerque a ella sin mucho apuro, fingiendo que estaba 'perdido' y cuando estuve lo suficientemente cerca curve una sonrisa, la mire fijamente como cuando se tiene acechada a una presa pero obviamente mi mirada para ella reflejaba otra cosa, la máscara que el depredador muestra, el indudable atractivo.
-Buenas noches mademoiselle, quién ha sido el infructuoso en dejarla sin compañia- dije en un tono caballeroso, después de todo por como vestia ella y el lugar donde nos encontrabamos, podría adivinar de con que clase de persona estaba tratando,
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Contando los minutos que pasaban lentamente, me encontraba aún en la escalera, con el codo apoyado sobre una de mis rodillas y mi mentón descansando en la palma de mi mano. Sí, quizás no se trataba de la mejor pose para una señorita de la sociedad pero ya el aburrimiento me consumía como una llamarada de fuego era capaz de reducir una perla de hielo.
No obstante, algo sucedió y pareció ser la variante de una noche monótona y agotadora.
Un joven se acercó a mí. Era demasiado apuesto, debía admitirlo. Su belleza era casi imposible y su mirada absorbía mi atención.
Sonreí con amabilidad y me sonrojé al escuchar sus palabras. Me acomodé nuevamente, esta vez mejorando mi postura, sosteniéndole la mirada hasta que tuve que desviarla hacia un costado para ser capaz de encontrar las palabras correctas para responder a su frase.
-Yo he dejado al hombre que me acompañaba -comenté con voz suave y la sonrisa pintada en el rostro, puesto que era gracioso el crear la confusión de un hombre con mi padre. Sacudí la cabeza y levanté la mirada para posarla en un punto perdido de aquella habitación-. A mi padre -mezclé una pequeña risilla con un suspiro-. Me ha aburrido la obra... -expliqué y luego volví a mirarlo a los ojos, alarmada- ¡Oh! Disculpe, no quiero decir que sea aburrida, de hecho, usted debería entrar ahora mismo a la sala para disfrutar de ella, soy yo que simplemente me he cansado un poco -me llevé una mano a mi rostro para cubrirlo parcialmente y esconder mi nueva sonrisa-. Creo que puedo subirme al escenario y recitar cada oración de tantas veces que vi esta representación: se la recomiendo -asentí con la cabeza-.
Quizás no estaba muy segura de pedirle que me hiciera el favor de seguir con su vida, pero no quería sentirme culpable por ser la razón de que el joven perdiese gran parte de la función. Y es que debía admitirlo: aquel personaje parecía ser muy interesante a juzgar por su aspecto, su voz y su rico léxico. En ese momento se me vino a la mente el recuerdo de aquellas palabras rondando en mi mente acerca de un plan de mi padre para conocer a un pretendiente. Creo que volví a ruborizarme ante aquellos pensamientos porque era claro que se trataban de puras tonterías.
No obstante, algo sucedió y pareció ser la variante de una noche monótona y agotadora.
Un joven se acercó a mí. Era demasiado apuesto, debía admitirlo. Su belleza era casi imposible y su mirada absorbía mi atención.
Sonreí con amabilidad y me sonrojé al escuchar sus palabras. Me acomodé nuevamente, esta vez mejorando mi postura, sosteniéndole la mirada hasta que tuve que desviarla hacia un costado para ser capaz de encontrar las palabras correctas para responder a su frase.
-Yo he dejado al hombre que me acompañaba -comenté con voz suave y la sonrisa pintada en el rostro, puesto que era gracioso el crear la confusión de un hombre con mi padre. Sacudí la cabeza y levanté la mirada para posarla en un punto perdido de aquella habitación-. A mi padre -mezclé una pequeña risilla con un suspiro-. Me ha aburrido la obra... -expliqué y luego volví a mirarlo a los ojos, alarmada- ¡Oh! Disculpe, no quiero decir que sea aburrida, de hecho, usted debería entrar ahora mismo a la sala para disfrutar de ella, soy yo que simplemente me he cansado un poco -me llevé una mano a mi rostro para cubrirlo parcialmente y esconder mi nueva sonrisa-. Creo que puedo subirme al escenario y recitar cada oración de tantas veces que vi esta representación: se la recomiendo -asentí con la cabeza-.
Quizás no estaba muy segura de pedirle que me hiciera el favor de seguir con su vida, pero no quería sentirme culpable por ser la razón de que el joven perdiese gran parte de la función. Y es que debía admitirlo: aquel personaje parecía ser muy interesante a juzgar por su aspecto, su voz y su rico léxico. En ese momento se me vino a la mente el recuerdo de aquellas palabras rondando en mi mente acerca de un plan de mi padre para conocer a un pretendiente. Creo que volví a ruborizarme ante aquellos pensamientos porque era claro que se trataban de puras tonterías.
Invitado- Invitado
Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Ella que me presto su atención apenas abri la boca, mejoro su postura cuando yo me le termine de acercar, era inevitable, todo ese engaño que escondia mi naturaleza. Tuve una respuesta inesperada, al parecer la dama en cuestión estaba acompañada por un hombre (lo que practicamente me daba lo mismo) pero despues aclaro de que se trataba de su padre, justo antes de que intentara hacer otro cumplido en contra del insensato que dejara a una mujer como aquella (parte del acto), de todos modos estaba entre mis gustos tener a las damas de clase alta, se podía decir que era como el caviar de los vampiros junto a la realeza humana.
-No os culpo, estas obras estan para verse una vez pues con el tiempo pierden su esencia, es como si probara del mismo festin varias veces sin que este nunca cambiara de sabor- dije agachandome un poco hacia ella subiendo y bajando mi mirada de un escalon a sus ojos pues habia descubierto que no podia sostener mi mirada, no estaba en planes de conseguir una presa menos siendo esa presa una hija acompañada de su padre en esa ocasion preferia sacarle otro beneficio al asunto.
-Lo lamento pero no puedo ahora dejaros sola, una dama como usted en este teatro tan grande, cualquier cosa podria pasarle...además no creo que encuentre nada más hermoso entre las actrices de la escena- prosegui seguidamente sentandome a su lado para darle a entender de que no me iba. Una chica de alta posición, no creia estar equivocado. Dinero no me faltaba a ningun lado pero en tantos años habia aprendido que los contactos son esenciales y mas si esos contactos son de poder, ademas que no mentia cuando me referia a la belleza de la mujer, era una humana atractiva y me gustaban mas si eran esas niñas mimadas de familias sobreprotectoras, tenia mi propia forma de mimarlas.
-No os culpo, estas obras estan para verse una vez pues con el tiempo pierden su esencia, es como si probara del mismo festin varias veces sin que este nunca cambiara de sabor- dije agachandome un poco hacia ella subiendo y bajando mi mirada de un escalon a sus ojos pues habia descubierto que no podia sostener mi mirada, no estaba en planes de conseguir una presa menos siendo esa presa una hija acompañada de su padre en esa ocasion preferia sacarle otro beneficio al asunto.
-Lo lamento pero no puedo ahora dejaros sola, una dama como usted en este teatro tan grande, cualquier cosa podria pasarle...además no creo que encuentre nada más hermoso entre las actrices de la escena- prosegui seguidamente sentandome a su lado para darle a entender de que no me iba. Una chica de alta posición, no creia estar equivocado. Dinero no me faltaba a ningun lado pero en tantos años habia aprendido que los contactos son esenciales y mas si esos contactos son de poder, ademas que no mentia cuando me referia a la belleza de la mujer, era una humana atractiva y me gustaban mas si eran esas niñas mimadas de familias sobreprotectoras, tenia mi propia forma de mimarlas.
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Asentí con la cabeza con respecto a su crítica de las obras y que éstas no merecían ser vistas varias veces y menos una seguida de la otra. Quizás mi afirmación iba un poco cargada de emoción pero es que encontrar a un hombre que se atreviera a decir algo que, para ser sinceros, pocos eran los que lo admitían, resultaba ser bastante interesante.
Aún así, lo que más me sorprendió fue escuchar como aseguraba que no me dejaría sola. Eso sí que llamó mi atención: lo miré a los ojos -de una belleza casi paranormal- y le dediqué una expresión dubitativa. No sabía qué decir... No era necesario que me hiciera compañía ni tampoco que sacrificara la función que esperaba disfrutar por mí. Y le sonreí con ese último cumplido. Una sonrisa tímida y a la vez llena de alegría. Mis mejillas levemente rosadas no me ayudaban a demostrarle un carácter sereno y despreocupado. Miré hacia el costado opuesto a donde él se encontraba entonces y me mordí el labio inferior para ahogar una risilla. Una vez que logré contenerme pude detenerme en otro detalle que había llamado mi atención pero que mi mente había escondido para que no lo expresara y sonara descortés, pero lamentablemente, yo no podía mantenerme callada mucho tiempo por el simple hecho de que era una dama y debía comportarme como tal.
-¿Qué cosas supone que podría pasarme? -inquirí con un timbre de voz bastante alto y la curiosidad grabada en mi mirada, mi rostro se tornó serio y fingí un poco de preocupación- Es un teatro, como cualquier otro, ¿verdad? -reí- De todas formas creo que es bueno para mí que usted se quede haciéndome compañía: no creo que sea bueno ver a una dama aburrida a punto de detener la obra para quejarse y pedir que por favor renueven las historias -comenté divertida pero luego, ya con seriedad y honestamente le dije:-. Aunque insisto, debería ir a disfrutar allí adentro, supongo que no tengo nada interesante que decir, ¿no se aburre usted de las jóvenes con temas banales que discutir? No sienta la obligación de ser cortés conmigo, sea sincero, no hay rencores -busqué su mirada nuevamente y dibujé en mi rostro una sonrisa torcida: era obvio que había conocido muchas jóvenes y seguro que aquellas serían más entretenidas que yo, siempre y cuando se dignaran a dejarse llevar por el encanto del caballero que me acompañaba-.
Off: mil disculpas por la tardanza T___T
Aún así, lo que más me sorprendió fue escuchar como aseguraba que no me dejaría sola. Eso sí que llamó mi atención: lo miré a los ojos -de una belleza casi paranormal- y le dediqué una expresión dubitativa. No sabía qué decir... No era necesario que me hiciera compañía ni tampoco que sacrificara la función que esperaba disfrutar por mí. Y le sonreí con ese último cumplido. Una sonrisa tímida y a la vez llena de alegría. Mis mejillas levemente rosadas no me ayudaban a demostrarle un carácter sereno y despreocupado. Miré hacia el costado opuesto a donde él se encontraba entonces y me mordí el labio inferior para ahogar una risilla. Una vez que logré contenerme pude detenerme en otro detalle que había llamado mi atención pero que mi mente había escondido para que no lo expresara y sonara descortés, pero lamentablemente, yo no podía mantenerme callada mucho tiempo por el simple hecho de que era una dama y debía comportarme como tal.
-¿Qué cosas supone que podría pasarme? -inquirí con un timbre de voz bastante alto y la curiosidad grabada en mi mirada, mi rostro se tornó serio y fingí un poco de preocupación- Es un teatro, como cualquier otro, ¿verdad? -reí- De todas formas creo que es bueno para mí que usted se quede haciéndome compañía: no creo que sea bueno ver a una dama aburrida a punto de detener la obra para quejarse y pedir que por favor renueven las historias -comenté divertida pero luego, ya con seriedad y honestamente le dije:-. Aunque insisto, debería ir a disfrutar allí adentro, supongo que no tengo nada interesante que decir, ¿no se aburre usted de las jóvenes con temas banales que discutir? No sienta la obligación de ser cortés conmigo, sea sincero, no hay rencores -busqué su mirada nuevamente y dibujé en mi rostro una sonrisa torcida: era obvio que había conocido muchas jóvenes y seguro que aquellas serían más entretenidas que yo, siempre y cuando se dignaran a dejarse llevar por el encanto del caballero que me acompañaba-.
Off: mil disculpas por la tardanza T___T
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
[Disculpad, esta vez la tardanza fue mia]
El tono rosaceo en sus mejillas fue visible después de recibido el cumplido, tan solo por ello valia la pena que me gastara en emitirlos ademas que me divertian las situaciones cuando me encontraba con una dama, si me acercaba a una era porque en verdad me interesaba de alguna forma y si era por mero capricho de alimentación no me tomaba ni la minima molestia. Sus modales eran notablemente encantadores, tanto en sus palabras como en sus gestos, una dama sin duda alguna de la alta sociedad, una compañia asi me era placentera.
-Bien podrías perderos en un lugar tan grande o bien podrias verte en un encuentro con personas desagradables, recuerda que no todos tienen tu misma educación y modales- dije tranquilamente como si hablaramos de lo que hicimos el fin de semana. La confianza para mi se ganaba mostrandose confiado y si de vivo me atrevia a actuar asi con mas seguridad lo haria en mi condición actual -No es nada bueno ver a una dama aburrida como dice, es mas, me atrevo a decir que esta obra no cumple con su cometido al veros aqui afuera porque de otra forma para que actuan esas personas si no es para satisfacer al gusto mas fino del cual y solo de el, podrian obtener la debida aprobación- comenté mirando de reojo hacia el pasillo que daba a los palcos y sonriendo como quien dice 'amigablemente'.
Ella luego insistio en que debia haber entrado pero yo negue con la cabeza -Os suplico no me prive de esta satisfacción porque en verdad que es una obra comparada con una mujer que parece salida de un mito?, si me permite el atrevimiento diria que si la hubiera encontrado en la puerta ni siquiera hubiera entrado al teatro- comenté siguiendo mis palabras de un guiño. Claro que era un magnifico actor moldeado por los años que me precedian y mucho de lo que decia podia ser verdad como que no, lastimosamente para mis amistades del circulo humano, resultaba ser demasiado tarde para cuando descubrian a mi verdadero yo.
El tono rosaceo en sus mejillas fue visible después de recibido el cumplido, tan solo por ello valia la pena que me gastara en emitirlos ademas que me divertian las situaciones cuando me encontraba con una dama, si me acercaba a una era porque en verdad me interesaba de alguna forma y si era por mero capricho de alimentación no me tomaba ni la minima molestia. Sus modales eran notablemente encantadores, tanto en sus palabras como en sus gestos, una dama sin duda alguna de la alta sociedad, una compañia asi me era placentera.
-Bien podrías perderos en un lugar tan grande o bien podrias verte en un encuentro con personas desagradables, recuerda que no todos tienen tu misma educación y modales- dije tranquilamente como si hablaramos de lo que hicimos el fin de semana. La confianza para mi se ganaba mostrandose confiado y si de vivo me atrevia a actuar asi con mas seguridad lo haria en mi condición actual -No es nada bueno ver a una dama aburrida como dice, es mas, me atrevo a decir que esta obra no cumple con su cometido al veros aqui afuera porque de otra forma para que actuan esas personas si no es para satisfacer al gusto mas fino del cual y solo de el, podrian obtener la debida aprobación- comenté mirando de reojo hacia el pasillo que daba a los palcos y sonriendo como quien dice 'amigablemente'.
Ella luego insistio en que debia haber entrado pero yo negue con la cabeza -Os suplico no me prive de esta satisfacción porque en verdad que es una obra comparada con una mujer que parece salida de un mito?, si me permite el atrevimiento diria que si la hubiera encontrado en la puerta ni siquiera hubiera entrado al teatro- comenté siguiendo mis palabras de un guiño. Claro que era un magnifico actor moldeado por los años que me precedian y mucho de lo que decia podia ser verdad como que no, lastimosamente para mis amistades del circulo humano, resultaba ser demasiado tarde para cuando descubrian a mi verdadero yo.
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Le dediqué un gesto de sorpresa contenida con respecto a su explicación de todo lo que me acechaba allí dentro del teatro. ¿Y bien? ¿Acaso podría tener razón? Es verdad que el mundo no era perfecto. Recordaba las advertencias de mi padre quien excesivamente me protegía. ¿Cuántas veces había oído las mismas palabras? Debía estar atenta, no confiar en nadie, no salir sola ni hablar con desconocidos o gente que me inspirase peligro. ¿Por qué? De verdad, ¿por qué debía pensar en todo aquello? ¿Acaso el mundo no era hermoso con o sin aquellas personas? Mi padre decía que yo pecaba de ingenua, que le daba toda mi confianza a todos los que no se la merecían. Y entonces yo llegaba a preguntarme: ¿qué era el mundo en verdad? ¿qué se escondía detrás de los muros de mi rosada residencia? Debo admitirlo: algunas veces pensaba que mi padre me ocultaba ciertas verdades que debían serme presentadas para comprender un poco más la vida, pero aún así no podía enfrentarlo porque aunque tuviese razón él no haría nada, continuaría escondiéndome del mundo. Suspiré al advertir que si algún día mi padre me comprometía con un caballero, seguramente optaría por uno que me brindara protección absoluta y enfermiza. ¿Podría soportarlo?
Y así entre aquellos pensamientos pasaron desapercibidos sus comentarios acerca de la obra, creo. Pero sí pude escuchar la palabra mito. Levanté la cabeza al instante y posé mi mirada en la suya. ¿Mito? Reí sin obtener explicaciones del por qué de tales palabras.
¿Era yo tan humilde como para negar cumplidos? No lo creía, pero sin embargo, tampoco podía creer que un caballero de su porte llegara a pensar dichas cosas sobre mí. Tal vez eso era fruto de la protección de mi padre, del escondite al cual me llevaba antes de poder encontrarme frente a hombres como aquel que me hacía compañía, y estaba claro entonces que no podría comprender tales halagos a los que no estaba expuesta.
-Oh, no me diga nada -acerqué mi mano a él como pidiéndole que se detuviera-. Lo sé. Afuera hay mucho más peligro del que hay aquí, por lo cual, de habernos encontrado en la calle usted insistiría de la misma forma en la que lo hace ahora, ¿verdad? -expliqué y luego indagué con una sonrisa que no podía aún ocultar un poco mi fastidio con toda esa protección compulsiva- De acuerdo, acepto su compañía -sonreí, quizás más tranquila-. Acepto sus cuidados -le dije amablemente-. Y espero que aparezca un león por aquella puerta -señalé-, para que usted me libere de tal condena -finalicé con una risilla un poco más ruidosa que las anteriores-. No se ofenda, no quiero subestimarlo, supongo que usted sería capaz de eso y de mucho más a comparación de una simple muchacha indefensa a los pies de una escalera, señor Robillard -comenté adjudicándole el apellido de mi padre para compararlo-. Se parece usted a mi padre -mi voz se escuchaba tranquila y dulce, sin ánimos de ofenderlo-. Supongo que, al igual que él, es un encanto, monsieur... -me detuve de repente y extendí mi mano como para darle la palabra pidiéndole que me indicara su nombre.
Off: cuando quieras podrías mandarme a Dorian a mi casa, es todo un encanto xD
Y así entre aquellos pensamientos pasaron desapercibidos sus comentarios acerca de la obra, creo. Pero sí pude escuchar la palabra mito. Levanté la cabeza al instante y posé mi mirada en la suya. ¿Mito? Reí sin obtener explicaciones del por qué de tales palabras.
¿Era yo tan humilde como para negar cumplidos? No lo creía, pero sin embargo, tampoco podía creer que un caballero de su porte llegara a pensar dichas cosas sobre mí. Tal vez eso era fruto de la protección de mi padre, del escondite al cual me llevaba antes de poder encontrarme frente a hombres como aquel que me hacía compañía, y estaba claro entonces que no podría comprender tales halagos a los que no estaba expuesta.
-Oh, no me diga nada -acerqué mi mano a él como pidiéndole que se detuviera-. Lo sé. Afuera hay mucho más peligro del que hay aquí, por lo cual, de habernos encontrado en la calle usted insistiría de la misma forma en la que lo hace ahora, ¿verdad? -expliqué y luego indagué con una sonrisa que no podía aún ocultar un poco mi fastidio con toda esa protección compulsiva- De acuerdo, acepto su compañía -sonreí, quizás más tranquila-. Acepto sus cuidados -le dije amablemente-. Y espero que aparezca un león por aquella puerta -señalé-, para que usted me libere de tal condena -finalicé con una risilla un poco más ruidosa que las anteriores-. No se ofenda, no quiero subestimarlo, supongo que usted sería capaz de eso y de mucho más a comparación de una simple muchacha indefensa a los pies de una escalera, señor Robillard -comenté adjudicándole el apellido de mi padre para compararlo-. Se parece usted a mi padre -mi voz se escuchaba tranquila y dulce, sin ánimos de ofenderlo-. Supongo que, al igual que él, es un encanto, monsieur... -me detuve de repente y extendí mi mano como para darle la palabra pidiéndole que me indicara su nombre.
Off: cuando quieras podrías mandarme a Dorian a mi casa, es todo un encanto xD
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
La joven dama parecia pensar bastante, me intrigaba que ideas se cruzaban por su mente en esos momentos cuando existia un no muy largo silencio entre nosotros porque note que según algunos gestos en su bello rostro, ella no se daba cuenta que a traves de ellos mostraba un ápice de sus pensamientos. Sonrei un tanto al darme cuenta de este particular encanto. Ella me pidio que no dijera mas, acerco su mano hacia mi y tuve ganas de tomarla y sentir su piel cálida porque se veia joven, como una fruta madura -Me temo que no, si os hubiera encontrado en la calle no insistiria en acompañarla, insistiria en llevarla a un lugar apropiado pues la calle no es lugar para una dama- dije explicando lo que pensaba.
Por otra parte ella comentaba con los modales de una dama me parecio oir, que aceptaba de mis 'cuidados' y de pronto me puse a pensar si era eso lo que en realidad prentendia, mi conciencia obviamente me decia que era todo lo contrario pero mi razón me decia que siguiera actuando. Le respondi con otra sonrisa y me acerque un poco mas a ella mientras miraba a la puerta por el comentario que ella hizo -Si supiera que esta en compañia de algo peor que un león- pensé y rei internamente -O moriria en el intento- respondi a su condición de enfrentar un león. De pronto me sali del contexto, no entendi porque ella me habia llamado señor Robillard hasta que lo aclaro, me di cuenta que no nos habiamos presentado, esa parte se me habia pasado despues de entrar en mi propio teatro con ella.
-Mis disculpas, me temo que no podria ser comparado con un gran señor como ha de ser vuestro padre- dije internamente riendo de mi propias palabras -Y lo cierto es que he cometido el error de no presentarme, queria alejaros de los extraños y resulta que ahora soy uno mas de ellos, Dorian Windsor para protegerla de todos los leones que me ponga en frente- dije sonriendo, entonces tome su mano y deposite un beso cordial sobre su superficie -Y usted mademoiselle Robillard, tiene un nombre tan encantador como usted?- pregunte y solte su mano la cual como imaginaba, estaba calida y poseia la misma suavidad que los pétalos de una rosa.
((Off: no conosco su dirección mademoiselle XD))
Por otra parte ella comentaba con los modales de una dama me parecio oir, que aceptaba de mis 'cuidados' y de pronto me puse a pensar si era eso lo que en realidad prentendia, mi conciencia obviamente me decia que era todo lo contrario pero mi razón me decia que siguiera actuando. Le respondi con otra sonrisa y me acerque un poco mas a ella mientras miraba a la puerta por el comentario que ella hizo -Si supiera que esta en compañia de algo peor que un león- pensé y rei internamente -O moriria en el intento- respondi a su condición de enfrentar un león. De pronto me sali del contexto, no entendi porque ella me habia llamado señor Robillard hasta que lo aclaro, me di cuenta que no nos habiamos presentado, esa parte se me habia pasado despues de entrar en mi propio teatro con ella.
-Mis disculpas, me temo que no podria ser comparado con un gran señor como ha de ser vuestro padre- dije internamente riendo de mi propias palabras -Y lo cierto es que he cometido el error de no presentarme, queria alejaros de los extraños y resulta que ahora soy uno mas de ellos, Dorian Windsor para protegerla de todos los leones que me ponga en frente- dije sonriendo, entonces tome su mano y deposite un beso cordial sobre su superficie -Y usted mademoiselle Robillard, tiene un nombre tan encantador como usted?- pregunte y solte su mano la cual como imaginaba, estaba calida y poseia la misma suavidad que los pétalos de una rosa.
((Off: no conosco su dirección mademoiselle XD))
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Reí y luego suspiré para concluir con una conversación que no tendría fin. Él se ofrecía a protegerme y yo quería que no se molestara y siguiera con su vida. Punto. Ya lo había comprendido con esa frase acerca de llevarme a algún lugar apropiado y resguardado de bestias asesinas de viejas fábulas. Había desistido, y en verdad, me gustaba la idea de permitirle de una vez que se quedase y así yo permitirme disfrutar de su compañía.
Sentí un escalofrío cuando mencionó de que podría morir en el intento. Agradecía que aquella situación quedara en mi mente, guardada, como una tonta historia producto de mi imaginación. ¿Qué sucedería si en verdad algo malo se acercaba a nosotros y él terminaba en desventaja? Se dibujó una mueca llena de angustia: no quería presenciar una muerte y mucho menos ser la culpable de ella. Tampoco él parecía merecer tan horrible destino.
Reí más tranquila, por una décima cuarta vez. En verdad siempre reía por absolutamente todo, pero ya creía que era un tanto preocupante. Dorian Windsor. Bello nombre.
¿Y su gesto? ¿Su suave y cordial gesto de tomar mi mano y besar el dorso de ella? Fascinante. No por el hecho en sí sino por la sensación. Llegaba a creer que el joven no era un hombre normal, sino que era distinto a cualquier otro. Su piel y la temperatura que brotaba de ella era tan fascinante como su vocabulario o su nombre o sus ojos o cualquier otra cosa que rodeara el concepto de Dorian Windsor.
-Francine -contesté con voz suave y risueña-. ¿Se supone que ese es el nombre de una dama en peligro? -dije en broma- Me encanta su nombre, monsieur Windsor, el cual se supone que es el nombre del ángel guardián de quienes serían el banquete de leones hambrientos -repetí adjudicando la frase esta vez al caballero-. Pero no vuelva a mencionar aquello de morir en el intento, realmente dudo que termine así. Lo dudo porque no quisiera verlo en tal situación -hice una mueca de disgusto-. Los temas relacionados con la muerte no son los más bonitos precisamente y menos si hablamos de formas tan sanguinarias de acabar sin vida -en un instante mi piel se tornó blanca como la luna debido a la impresión que me causaba tal imagen sangrienta-. Además, falta tanto para eso... ¿no? -pregunté para desviar por completo la conversación- ¿Me equivoco si digo que Dorian no suena a nombre francés? -cambié de tema con brusquedad- No es natural de Francia, ¿o si? Seguramente es usted un hombre de mundo que viaja de aquí para allá -supuse mientras gesticulaba con mis manos- .
Off: ¿si te la digo me mandás a Dorian en una cajita? :3 xD
Sentí un escalofrío cuando mencionó de que podría morir en el intento. Agradecía que aquella situación quedara en mi mente, guardada, como una tonta historia producto de mi imaginación. ¿Qué sucedería si en verdad algo malo se acercaba a nosotros y él terminaba en desventaja? Se dibujó una mueca llena de angustia: no quería presenciar una muerte y mucho menos ser la culpable de ella. Tampoco él parecía merecer tan horrible destino.
Reí más tranquila, por una décima cuarta vez. En verdad siempre reía por absolutamente todo, pero ya creía que era un tanto preocupante. Dorian Windsor. Bello nombre.
¿Y su gesto? ¿Su suave y cordial gesto de tomar mi mano y besar el dorso de ella? Fascinante. No por el hecho en sí sino por la sensación. Llegaba a creer que el joven no era un hombre normal, sino que era distinto a cualquier otro. Su piel y la temperatura que brotaba de ella era tan fascinante como su vocabulario o su nombre o sus ojos o cualquier otra cosa que rodeara el concepto de Dorian Windsor.
-Francine -contesté con voz suave y risueña-. ¿Se supone que ese es el nombre de una dama en peligro? -dije en broma- Me encanta su nombre, monsieur Windsor, el cual se supone que es el nombre del ángel guardián de quienes serían el banquete de leones hambrientos -repetí adjudicando la frase esta vez al caballero-. Pero no vuelva a mencionar aquello de morir en el intento, realmente dudo que termine así. Lo dudo porque no quisiera verlo en tal situación -hice una mueca de disgusto-. Los temas relacionados con la muerte no son los más bonitos precisamente y menos si hablamos de formas tan sanguinarias de acabar sin vida -en un instante mi piel se tornó blanca como la luna debido a la impresión que me causaba tal imagen sangrienta-. Además, falta tanto para eso... ¿no? -pregunté para desviar por completo la conversación- ¿Me equivoco si digo que Dorian no suena a nombre francés? -cambié de tema con brusquedad- No es natural de Francia, ¿o si? Seguramente es usted un hombre de mundo que viaja de aquí para allá -supuse mientras gesticulaba con mis manos- .
Off: ¿si te la digo me mandás a Dorian en una cajita? :3 xD
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Tiempo...suficiente, espacio...vacio y presa...acorralada. Mientras la función continuaba y decenas de ojos estaban atentos en ella, yo estaba teniendo mi propia función, una dama de alta sociedad, fina, delicada, sola...y hasta el padre de ella se tendría que haber preocupado mas de no dejar sola a una fruta tan dulce. Algo estaba claro, terminara como terminara aquel encuentro, habría un depredador desde aquel dia en la vida de esa joven, para bien o para mal, aun no se decidia pero por ahora le gustaba esa conversación, era como tratar con una dulce niña.
Me dijo que su nombre era Francine, primera vez que escuchaba ese nombre -No se si es de una dama en peligro, pero estoy muy seguro que su dueña es una dama hermosa- dije mirando hacia el pasillo, un humano acababa de pasar pero se habia perdido en uno de los palcos. Mientras eso ella seguia hablando, diciendome que le gustaba mi nombre y despues de ello pidiendo que no volviera a hablar de muerte, sonrei ironicamente -La muerte es mi vida mademoiselle- pensé y luego la mire a esos bellos ojos que iluminaban sin duda su rostro aunque no iba a negar que sus labios tambien resaltaban -Me halaga mademoiselle, y no se preocupe por lo otro, prefiero hablar de usted que de muerte, una que espero nunca le llegue a usted- dije tomando su mano y frotando con suavidad el dorso de esta.
Lo hice un par de veces y luego la solte dejandola sobre su vestido, en el proceso me habia mostrado con una expresión inescrutable en el rostro de manera que conservaba en el misterio todo lo que en realidad estaba pensando. Despues de todo solo era un acompañante oportuno, o eso fingia discretamente ser -Usted no se equivoca, soy natural de Inglaterra y en cuanto a viajes, digamos que conosco un poco- dije mientras pensaba que era lo contrario, de hecho era una de las cosas que mas habia hecho en tantos años desde mi conversión en vampiro, la vida era eterna, porque no aprovecharla.
-Y usted conoce muchos lugares mademoiselle?, es una mujer muy inquisitiva si me permite, no me sorprenderia que haya atravesado las fronteras de Francia- comenté mostrando interes en ella, como a toda mujer habia que darle su lugar, ella era el centro, en ella estaba todo el interes, lo demas no existia era absurdo hasta conseguir lo deseado o por lo menos dejar una puerta abierta para ello.
((XD jajaj vale))
Me dijo que su nombre era Francine, primera vez que escuchaba ese nombre -No se si es de una dama en peligro, pero estoy muy seguro que su dueña es una dama hermosa- dije mirando hacia el pasillo, un humano acababa de pasar pero se habia perdido en uno de los palcos. Mientras eso ella seguia hablando, diciendome que le gustaba mi nombre y despues de ello pidiendo que no volviera a hablar de muerte, sonrei ironicamente -La muerte es mi vida mademoiselle- pensé y luego la mire a esos bellos ojos que iluminaban sin duda su rostro aunque no iba a negar que sus labios tambien resaltaban -Me halaga mademoiselle, y no se preocupe por lo otro, prefiero hablar de usted que de muerte, una que espero nunca le llegue a usted- dije tomando su mano y frotando con suavidad el dorso de esta.
Lo hice un par de veces y luego la solte dejandola sobre su vestido, en el proceso me habia mostrado con una expresión inescrutable en el rostro de manera que conservaba en el misterio todo lo que en realidad estaba pensando. Despues de todo solo era un acompañante oportuno, o eso fingia discretamente ser -Usted no se equivoca, soy natural de Inglaterra y en cuanto a viajes, digamos que conosco un poco- dije mientras pensaba que era lo contrario, de hecho era una de las cosas que mas habia hecho en tantos años desde mi conversión en vampiro, la vida era eterna, porque no aprovecharla.
-Y usted conoce muchos lugares mademoiselle?, es una mujer muy inquisitiva si me permite, no me sorprenderia que haya atravesado las fronteras de Francia- comenté mostrando interes en ella, como a toda mujer habia que darle su lugar, ella era el centro, en ella estaba todo el interes, lo demas no existia era absurdo hasta conseguir lo deseado o por lo menos dejar una puerta abierta para ello.
((XD jajaj vale))
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
El joven continuó con sus halagos. No podía negarlo: era encantador.
Se trataba de un hombre que sabía como tratar a una mujer, aunque yo aún no me consideraba como tal, pero desde el comienzo me había hecho sentir como una persona adulta digna de atención y todas esas menciones honoríficas que lo único que lograban era que me ruborizara con más frecuencia a medida que pasaba el tiempo.
Era tan misterioso como fascinante. Respondía a mis preguntas pero su mirada tenía cierta cosa extraña llena de fantasía, esa oscuridad de bosque encantado. ¿Y su voz? Su voz era maravillosa: el tono justo.
Cada acción suya hacía que me sintiera cómoda sin ninguna intención de marcharme, y con muchas ganas de que la noche no terminase jamás. ¿Por qué? Eso mismo me preguntaba yo. Se trataba de un enigma que formaba al mismo joven. Varios enigmas conformando uno solo, el mayor. Era capaz de robarme miles de sonrisas con sólo un suspiro. ¡Parecía tan cortés! ¡Tan bondadoso! Estaba segura de que era el blanco de muchas personas, tanto hombres como mujeres seguramente se fijaban en él ya sea con admiración o con envidia. Yo, por supuesto, lo admiraba. No podría jamás pretender que aquella relación se acabara esa misma noche. No podía dejarlo ir. Debía ser mi amigo, quería que lo fuera. Quería seguir escuchando su voz pronunciando tan bellos halagos. Incluso, estaba segura, de que mi padre quedaría fascinado con él al igual que yo.
Otra cosa que admitir: el detalle de mi mano entre la suya había sido magnífico. Me llenó de cierta tensión debido a mi timidez de joven que no había sido expuesta a tantos cumplidos, pero a su vez, su piel hizo que me calmara, que me sintiera bien y que tuviera ganas de seguir esa conversación toda la noche.
Reí tímidamente. ¿Inquisitiva? En verdad eso no me sorprendía, pero me llenaba de pena saber que él había notado esa característica tan mía. Quizás resultaba ser molesto.
-He viajado de más pequeña, pero hace años que no salgo de Francia -contesté con la sonrisa grabada en mi rostro-. Aún así no me he resignado -negué con la cabeza como advirtiéndole, divertida-, debo viajar por todo el mundo -mi voz sonó como la de una niña asegurando que sería pirata de mayor-. Y me acordaré de usted cuando viaje a Inglaterra -asentí con una mirada segura sobre la suya-, y si se encuentra allí entonces, me instalaré en su casa, seré su huésped -confesé con cortesía-.
Los siguientes minutos me mantuve en silencio hasta que me puse de pie de golpe. Dorian casi había borrado todo síntoma hiperactivo de mi ser. Bajé los escalones restantes y me desvié hacia el ventanal más cercano. Me apoyé en la pared mirando hacia afuera. Alcé la vista y no pude reprimir una sonrisa llena de alegría y una mirada ansiosa.
Volví a la escalera a paso rápido y sin pensarlo -jamás pensaba demasiado las cosas y por eso resultaba a veces un tanto descortés- tomé la mano del joven que me acompañaba y le obligué a ponerse de pie. Sin soltarlo, lo guié hasta la ventana.
-¡No hay nada más hermoso que París en una noche de verano! -no me contuve- ¡Mire las estrellas! -pedí entusiasmada. Solté su mano y coloqué mi brazo suavemente detrás de su espalda para animarlo a acercarse al ventanal- Tengo un gran presentimiento: seguro que una estrella fugaz cruza el cielo esta noche.
Se trataba de un hombre que sabía como tratar a una mujer, aunque yo aún no me consideraba como tal, pero desde el comienzo me había hecho sentir como una persona adulta digna de atención y todas esas menciones honoríficas que lo único que lograban era que me ruborizara con más frecuencia a medida que pasaba el tiempo.
Era tan misterioso como fascinante. Respondía a mis preguntas pero su mirada tenía cierta cosa extraña llena de fantasía, esa oscuridad de bosque encantado. ¿Y su voz? Su voz era maravillosa: el tono justo.
Cada acción suya hacía que me sintiera cómoda sin ninguna intención de marcharme, y con muchas ganas de que la noche no terminase jamás. ¿Por qué? Eso mismo me preguntaba yo. Se trataba de un enigma que formaba al mismo joven. Varios enigmas conformando uno solo, el mayor. Era capaz de robarme miles de sonrisas con sólo un suspiro. ¡Parecía tan cortés! ¡Tan bondadoso! Estaba segura de que era el blanco de muchas personas, tanto hombres como mujeres seguramente se fijaban en él ya sea con admiración o con envidia. Yo, por supuesto, lo admiraba. No podría jamás pretender que aquella relación se acabara esa misma noche. No podía dejarlo ir. Debía ser mi amigo, quería que lo fuera. Quería seguir escuchando su voz pronunciando tan bellos halagos. Incluso, estaba segura, de que mi padre quedaría fascinado con él al igual que yo.
Otra cosa que admitir: el detalle de mi mano entre la suya había sido magnífico. Me llenó de cierta tensión debido a mi timidez de joven que no había sido expuesta a tantos cumplidos, pero a su vez, su piel hizo que me calmara, que me sintiera bien y que tuviera ganas de seguir esa conversación toda la noche.
Reí tímidamente. ¿Inquisitiva? En verdad eso no me sorprendía, pero me llenaba de pena saber que él había notado esa característica tan mía. Quizás resultaba ser molesto.
-He viajado de más pequeña, pero hace años que no salgo de Francia -contesté con la sonrisa grabada en mi rostro-. Aún así no me he resignado -negué con la cabeza como advirtiéndole, divertida-, debo viajar por todo el mundo -mi voz sonó como la de una niña asegurando que sería pirata de mayor-. Y me acordaré de usted cuando viaje a Inglaterra -asentí con una mirada segura sobre la suya-, y si se encuentra allí entonces, me instalaré en su casa, seré su huésped -confesé con cortesía-.
Los siguientes minutos me mantuve en silencio hasta que me puse de pie de golpe. Dorian casi había borrado todo síntoma hiperactivo de mi ser. Bajé los escalones restantes y me desvié hacia el ventanal más cercano. Me apoyé en la pared mirando hacia afuera. Alcé la vista y no pude reprimir una sonrisa llena de alegría y una mirada ansiosa.
Volví a la escalera a paso rápido y sin pensarlo -jamás pensaba demasiado las cosas y por eso resultaba a veces un tanto descortés- tomé la mano del joven que me acompañaba y le obligué a ponerse de pie. Sin soltarlo, lo guié hasta la ventana.
-¡No hay nada más hermoso que París en una noche de verano! -no me contuve- ¡Mire las estrellas! -pedí entusiasmada. Solté su mano y coloqué mi brazo suavemente detrás de su espalda para animarlo a acercarse al ventanal- Tengo un gran presentimiento: seguro que una estrella fugaz cruza el cielo esta noche.
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Poco a poco ella entraba en confianza conmigo, procure mostrarme totalmente diferente a lo que solia ser y lo disfrutaba, hace tiempo que no me hacia de ese tipo de trato con una mujer, la cosa es que esta si se lo merecia. Aun me intrigaba su rostro angelical como salido de una de esas pinturas donde habian querubines en un cielo que por cierto nunca conoceria, no estaba mal que por lo menos conociera a algun angel en la tierra. De pureza ni hablar, me parecia el ser mas puro que habia conocido hasta entonces, como una perla que aun se mantiene dentro de su concha y que es preservada, con suerte preservada hasta que yo la tome pero para eso faltaba ver como terminaba aquel encuentro.
Su rostro me recordaba a alguien ¿a quién?, habian pasados tantos años que no podia recordar pero algo habia en el que me parecia tan peculiar. Mientras yo dejaba mis pensamientos de lado porque ella me contaba sobre sus viajes y no queria parecer ausente cuando ella me hablaba, despues de todo, era mi centro de atención -Nunca se resigne, es un mundo tan grande que no vale la pena quedarse en un solo lugar toda la vida, y si viaja a Inglaterra me honraria con su presencia en mi casa mademoiselle, puedo prometerle que sera tratada como una reina mientras dependa de mi y le aseguro que asi sera- dije curvando los labios en una sonrisa.
Poco después ella se puso de pie y se fue hacia una ventana, la observe desde donde estaba, su caminar elegante como si flotara, una dama simplemente con todo lo que conllevaba. No dije nada en esos momentos, solo me puse en papel de observador, era como contemplar un amanecer olvidado, plenamente revelado ante el ojo de un incrédulo. Podria quedarme asi pero ella volvi a subir las escaleras y me llevo con ella de la mano hasta la ventana, me mostro el cielo estrellado. Recorde mis ultimos años en soledad impuesta y como me pasaba muchas noches mirando el firmamento, ironico que lo estuviera viendo desde otra perspectiva aquella noche -Podria estar en Egipto, Londres, Grecia, donde sea, en medio del mar y esta noche no veria estrella mas brillante que usted mi dama- dije pasandole una mano por la cintura, me acerque a ella lentamente y me di el impulso de acariciar sus labios con las yemas de mis dedos.
Aún sujetandola volvi mi mirada hacia la ventana mirando al cielo, si una estrella pasaba seria afortunado y si no tal vez hubiera otra oportunidad -Si pasara una estrella en este momento cual seria su deseo?- pregunte casi en un murmuro bajando el tono de mi voz pero haciendolo a la vez mas pronunciado.
Su rostro me recordaba a alguien ¿a quién?, habian pasados tantos años que no podia recordar pero algo habia en el que me parecia tan peculiar. Mientras yo dejaba mis pensamientos de lado porque ella me contaba sobre sus viajes y no queria parecer ausente cuando ella me hablaba, despues de todo, era mi centro de atención -Nunca se resigne, es un mundo tan grande que no vale la pena quedarse en un solo lugar toda la vida, y si viaja a Inglaterra me honraria con su presencia en mi casa mademoiselle, puedo prometerle que sera tratada como una reina mientras dependa de mi y le aseguro que asi sera- dije curvando los labios en una sonrisa.
Poco después ella se puso de pie y se fue hacia una ventana, la observe desde donde estaba, su caminar elegante como si flotara, una dama simplemente con todo lo que conllevaba. No dije nada en esos momentos, solo me puse en papel de observador, era como contemplar un amanecer olvidado, plenamente revelado ante el ojo de un incrédulo. Podria quedarme asi pero ella volvi a subir las escaleras y me llevo con ella de la mano hasta la ventana, me mostro el cielo estrellado. Recorde mis ultimos años en soledad impuesta y como me pasaba muchas noches mirando el firmamento, ironico que lo estuviera viendo desde otra perspectiva aquella noche -Podria estar en Egipto, Londres, Grecia, donde sea, en medio del mar y esta noche no veria estrella mas brillante que usted mi dama- dije pasandole una mano por la cintura, me acerque a ella lentamente y me di el impulso de acariciar sus labios con las yemas de mis dedos.
Aún sujetandola volvi mi mirada hacia la ventana mirando al cielo, si una estrella pasaba seria afortunado y si no tal vez hubiera otra oportunidad -Si pasara una estrella en este momento cual seria su deseo?- pregunte casi en un murmuro bajando el tono de mi voz pero haciendolo a la vez mas pronunciado.
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
De alguna manera podía comprender al lado de qué clase de persona me encontraba. Incluso hasta podía adelantar los hechos, adivinar sus próximas acciones. Un hombre encantador con acciones sorprendentes y a la vez predecibles, pero que para mí todo aquello era novedoso, yo no estaba acostumbrada a esa ceremonia que quizás muchas conocían de memoria. Y estaba claro que todo aquello me fascinaba, poder estar a solas con un caballero, por mi propia decisión y basándome en una conversación que se hilaba en el aire a partir de mis palabras y no las de mi padre que solía planificar los temas que debía mencionar para actuar correctamente. Era yo, Francine, esa noche más que nunca. Y eso me fascinaba. Actuar bajo mi propia dirección y ser el centro de atención de un desconocido. ¡Me encantaba! Era nuevo y magnífico. Me halagaba su mera presencia, me llenaban de dicha cada una de sus palabras, sus movimientos, sus sonrisas. No era capaz, de todas formas, de darme cuenta en ese entonces lo hechizada que estaba y lo obvio que se volvía su actuación a medida que transcurría la noche.
No obstante, mi sentido común -el cual creía no tener-, me permitía recibir cada una de sus intenciones sin ningún velo que ocultara lo peligroso o burdo que podía llegar a ser.
No pude resistirme a su movimiento y debo reconocer que tampoco quise hacerlo. Sí, cierto sentido de alerta se despertó en mí. Esa alarma que hizo que lo mirara perpleja e intentara volver sonoras las palabras que se ahogaban en mi garganta. No pude corresponder a su acción, simplemente le permití que me sostuviera de esa forma. Y esa suave, casi imperceptible caricia sobre mis labios buscaron el límite. Mi cuerpo quiso reaccionar, quiso impedir cualquier otro segundo en contacto con él, pero, ¿acaso yo, Francine, quería eso? ¡Era tan sólo una muchacha que no había tenido ninguna experiencia! No sabía cómo actuar, cómo defenderme. Lo único que conocía eran esos sentimientos que recorrían mi cuerpo. Estaba bajo el encanto de aquél hombre que lo único que aparentaba era perfección. Suspiré en un vano intento de disminuir la tensión.
El hombre desvió su mirada pero yo no pude hacer lo mismo. Escuché sus palabras y me obligué a responder algo coherente. Estuve varios segundos pensando la respuesta.
-No lo sé -dije aún atónita, con mi mirada sobre su maravilloso rostro-. Supongo que... -quise explicar buscando la forma de recobrar el sentido- Supongo que quiero mi vida -concluí-. Mi vida propia, poder escribirla yo misma, con mis propias decisiones, mis propias experiencias. Experiencias únicas -pausa, la perdición nuevamente, volver a intentar hilar las palabras-. Poder amar, quizás, y ser feliz. Nunca dejar de soñar. Poder hacer felices a los otros... -una seguidilla de parpadeos interrumpió mi discurso- Quiero que todos sean felices, que la maldad desaparezca, quiero lograr algo en los demás, algo que ellos no pueden conseguir por sí solos.
Magnetismo. Esa era la palabra. Un magnetismo imposible de cortar. Lo único que pude hacer, sin pensarlo -como todas mis acciones-, fue abrazarlo fuertemente.
No buscaba cobijo, no buscaba su protección. No sabía siquiera por qué lo había hecho. Había una necesidad y de eso se trataba todo. La necesidad de sentirlo, de ver que aquella figura mitológica era real. Quise canalizar todos mis sentimientos: esa mezcla de confusión, de encantamiento, de deseos que en el fondo creía no poder cumplirlos. ¿Pensaba que con un abrazo podría solucionar los problemas, para mí desconocidos, de ese caballero que me acompañaba? Tal vez, pero en ese momento no pensaba en nada. Mis brazos apresándolo, mis manos entrelazadas, colgando sobre su espalda, mi rostro apoyado en su hombro. Silencio. Paz mental. Se había acabado la confusión, se había silenciado todo. El encanto tal vez podría romperse con esa simple acción, y quizás hubiera sido necesario.
No sabía por qué, pero en el fondo sabía que desde esa noche una especie de conexión quedaría formada. Lo más probable era que jamás volviésemos a vernos en la vida, pero estaba claro que un cordón nos unía, para bien o para mal, con razones desconocidas, importantes o sin sentido.
El abrazo se había vuelto una llave para algo que no conocía.
No obstante, mi sentido común -el cual creía no tener-, me permitía recibir cada una de sus intenciones sin ningún velo que ocultara lo peligroso o burdo que podía llegar a ser.
No pude resistirme a su movimiento y debo reconocer que tampoco quise hacerlo. Sí, cierto sentido de alerta se despertó en mí. Esa alarma que hizo que lo mirara perpleja e intentara volver sonoras las palabras que se ahogaban en mi garganta. No pude corresponder a su acción, simplemente le permití que me sostuviera de esa forma. Y esa suave, casi imperceptible caricia sobre mis labios buscaron el límite. Mi cuerpo quiso reaccionar, quiso impedir cualquier otro segundo en contacto con él, pero, ¿acaso yo, Francine, quería eso? ¡Era tan sólo una muchacha que no había tenido ninguna experiencia! No sabía cómo actuar, cómo defenderme. Lo único que conocía eran esos sentimientos que recorrían mi cuerpo. Estaba bajo el encanto de aquél hombre que lo único que aparentaba era perfección. Suspiré en un vano intento de disminuir la tensión.
El hombre desvió su mirada pero yo no pude hacer lo mismo. Escuché sus palabras y me obligué a responder algo coherente. Estuve varios segundos pensando la respuesta.
-No lo sé -dije aún atónita, con mi mirada sobre su maravilloso rostro-. Supongo que... -quise explicar buscando la forma de recobrar el sentido- Supongo que quiero mi vida -concluí-. Mi vida propia, poder escribirla yo misma, con mis propias decisiones, mis propias experiencias. Experiencias únicas -pausa, la perdición nuevamente, volver a intentar hilar las palabras-. Poder amar, quizás, y ser feliz. Nunca dejar de soñar. Poder hacer felices a los otros... -una seguidilla de parpadeos interrumpió mi discurso- Quiero que todos sean felices, que la maldad desaparezca, quiero lograr algo en los demás, algo que ellos no pueden conseguir por sí solos.
Magnetismo. Esa era la palabra. Un magnetismo imposible de cortar. Lo único que pude hacer, sin pensarlo -como todas mis acciones-, fue abrazarlo fuertemente.
No buscaba cobijo, no buscaba su protección. No sabía siquiera por qué lo había hecho. Había una necesidad y de eso se trataba todo. La necesidad de sentirlo, de ver que aquella figura mitológica era real. Quise canalizar todos mis sentimientos: esa mezcla de confusión, de encantamiento, de deseos que en el fondo creía no poder cumplirlos. ¿Pensaba que con un abrazo podría solucionar los problemas, para mí desconocidos, de ese caballero que me acompañaba? Tal vez, pero en ese momento no pensaba en nada. Mis brazos apresándolo, mis manos entrelazadas, colgando sobre su espalda, mi rostro apoyado en su hombro. Silencio. Paz mental. Se había acabado la confusión, se había silenciado todo. El encanto tal vez podría romperse con esa simple acción, y quizás hubiera sido necesario.
No sabía por qué, pero en el fondo sabía que desde esa noche una especie de conexión quedaría formada. Lo más probable era que jamás volviésemos a vernos en la vida, pero estaba claro que un cordón nos unía, para bien o para mal, con razones desconocidas, importantes o sin sentido.
El abrazo se había vuelto una llave para algo que no conocía.
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Trataba de encontrar una sola palabra apra describir a aquella mujer, encantadora, vivaz, delicada, refinada, tantas cualidades que parecia tener como en muy pocas habia encontrado, he alli la diferencia de una verdadera dama con el resto de la plebe. Sus ojos brillaban cual estrellas y su boca tan atrayente como una fruta prohibida llamaba a un beso secreto a tocarla en un espacio onirico mas alla del físico. Dichoso su padre, seguro la protegia de todo caballero que no mereciera darle la mejor de las atenciones, dichoso yo que ahora en ausencia del padre podría brindarle algunas de ellas.
Teatro derrumbado, función opaca, actores de cartón, público convertido en ceniza. Eso era lo que quedaba despues de encontrarme con una niña en cuerpo de mujer. Niña pues inocente era o por lo menos a comparación de un ser tan perturbado como yo lo era definitivamente, el cuerpo claramente de mujer, adquiriendo con los años la madurez para que llegue un hombre y se la arrebate en un gemido. Si me permitiera que ese gemido fuera de placer, goce, incluso hasta me tomaria mi tiempo para que ella lo disfrutace de la misma forma en que yo.
Y alli estabamos, en un teatro donde todo lo demas habia dejado de existir momentaneamente, un depredador y lo que aparentaba ser una simple presa se habia convertido en una joya de inigualable valor -Escribir tu misma tu destino?, hazlo, pocos lo pueden hacer pero tu eres una de ellos, sabes porqué?, sencillamente porque sabes lo que quieres con la fiereza que reflejan tus ojos por conseguirlo- dije aun sujetandola, me acerque mas a ella hasta que nuestros cuerpos estuvieron pegados.
-Amar, ser feliz y lograr algo en los demás, eso va mas alla de lo que podría pronosticar sin embargo cuando ames, ama con desenfreno, locura, pasión pero no pienses que el amor se comparte toda una vida, el verdadero amor es algo fugaz, tienes que dejarlo antes de ser destruido por el- comenté acercandome a sus labios mientras mis brazos la apresaban por la cintura y empezaban a subir por su espalda. Clave mi mirada en la de ella -Lograr algo en los demas?, con el solo hecho de existar ya lo has logrado en muchos te lo puedo asegurar- conclui en un susurro y recorte la distancia entre nuestros labios dandole un beso, tranquilo, sin apuro ni agresividad, simplemente me parecia posar mis labios sobre los petalos de una rosa de la que emanaba un elixir.
Teatro derrumbado, función opaca, actores de cartón, público convertido en ceniza. Eso era lo que quedaba despues de encontrarme con una niña en cuerpo de mujer. Niña pues inocente era o por lo menos a comparación de un ser tan perturbado como yo lo era definitivamente, el cuerpo claramente de mujer, adquiriendo con los años la madurez para que llegue un hombre y se la arrebate en un gemido. Si me permitiera que ese gemido fuera de placer, goce, incluso hasta me tomaria mi tiempo para que ella lo disfrutace de la misma forma en que yo.
Y alli estabamos, en un teatro donde todo lo demas habia dejado de existir momentaneamente, un depredador y lo que aparentaba ser una simple presa se habia convertido en una joya de inigualable valor -Escribir tu misma tu destino?, hazlo, pocos lo pueden hacer pero tu eres una de ellos, sabes porqué?, sencillamente porque sabes lo que quieres con la fiereza que reflejan tus ojos por conseguirlo- dije aun sujetandola, me acerque mas a ella hasta que nuestros cuerpos estuvieron pegados.
-Amar, ser feliz y lograr algo en los demás, eso va mas alla de lo que podría pronosticar sin embargo cuando ames, ama con desenfreno, locura, pasión pero no pienses que el amor se comparte toda una vida, el verdadero amor es algo fugaz, tienes que dejarlo antes de ser destruido por el- comenté acercandome a sus labios mientras mis brazos la apresaban por la cintura y empezaban a subir por su espalda. Clave mi mirada en la de ella -Lograr algo en los demas?, con el solo hecho de existar ya lo has logrado en muchos te lo puedo asegurar- conclui en un susurro y recorte la distancia entre nuestros labios dandole un beso, tranquilo, sin apuro ni agresividad, simplemente me parecia posar mis labios sobre los petalos de una rosa de la que emanaba un elixir.
Invitado- Invitado
Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
¿Poner resistencia? ¿Para qué? ¿De qué servía?
Él evidentemente tenía poder sobre mí, luego de todo eso lograría que hiciera lo que se le antojaba. Podría aceptar cada una de sus propuestas miles de veces, sin arrepentirme siquiera. Porque era perfecto. Su rostro, su cuerpo, su voz, su personalidad, su encanto...
Me había hechizado, sobretodo con su mirada.
Francine Robillard era ahora de su propiedad.
Dorian era magnífico. Seguro de sí mismo. Sabía cómo tratar a una mujer, conocía las palabras justas capaces de hacerme sonreír. Sus movimientos eran decididos, y me imposibilitaban. Sólo podía quedar inmóvil frente a él.
Y en verdad desconocía el motivo. Quizás me gustaba eso de sentirme deseada, o querida, o esa capacidad de protección que me calmaba. Sabía que todo estaría bien con él, que el apocalipsis podría llegar y él lograría salvarme, sólo a mí.
Posiblemente, sí, fuera una chica muy inocente. De hecho lo era. Creía en cada mirada, cada palabra, cada roce. Cada sonrisa. Pero era más fácil amar a las personas que odiarlas, era más fácil acercarse a ellas y demostrarles cariño que hacer lo contrario. Y sentía que Dorian se merecía cada una de mis demostraciones.
¿Amor? No. Por cierto que no lo amaba. Era imposible. De hecho no había sentimiento conocido para describir lo que me pasaba en ese entonces. Era una especie de fascinación, obsesión y necesidad. La necesidad de algo que sólo él podría darme, pero que no se trataba de amor. Podría ser, acaso, su protección, su seguridad, saber que podría confiar ciegamente en él y que al final de los tiempos estaría allí para mí. Sabía que él era hombre de muchas mujeres, y yo jamás sería tal cosa para él, pero estaba segura de que podría quererme de alguna extraña manera y protegerme y estar. Simplemente estar. Algo que, definitivamente, nunca había sentido, y dudaba sentirlo con otra persona.
No sé si en ese momento Dorian pensaba en ello, pero para mí, su beso fue como la respuesta a todas mis preguntas. No había sido nada excitante o incluso romántico, sabía a promesa, tal vez a un sello único, un "sí". ¡Inocente! Sí, era inocente. Porque todo pudo haber terminado mal, o no, pero no lo sabía y aún así creía que Dorian podría satisfacer mis necesidades de ser algo para alguien, y de recibir la protección devota de ese alguien.
Correspondí a su suave beso. El primero en mi caso.
Nunca había soñado con eso, ni siquiera lo esperaba, no lo quería con fervor. Sabía que sucedería en el momento más indicado, aunque debo reconocer de que las pocas veces que lo había imaginado, todo se situaba en una escena romántica con el amor de mi vida, pero con Dorian bastaba. No sólo por todos esos sentimientos encontrados, o porque el hombre besara realmente bien, sino porque se lo merecía. Digamos que se lo había ganado.
Me separé de él con su encanto impregnado en mi cuerpo. Sonreí, con un poco de verguenza y otro poco de picardía, como admitiendo que aquello había sido un poco imprudente, pero genial.
-El hecho de que yo exista en su vida es como el pase libre a besarme en cuanto usted lo desee -no podía tutearlo-, ¿no es cierto? -pregunté con un tono dulce y travieso- Aún así, si es que a usted le hace feliz... Yo no puedo decir que eso no me llena de placer, después de todo he dicho que quería lograr algo en los demás. El punto es, entonces: ¿he logrado algo en usted? ¿Esta noche ha valido la pena? -volví a recobrar la cordura, ya hablaba con claridad, parecía como si aquel beso hubiera sido un tranquilizante.
Perdí todo contacto con él y me alejé unos tres pasos. Lo medí con la mirada. Permití que él hiciese lo mismo.
-¿Pretende usted lograr algo en mí? -indagué tímidamente, volviendo a la inocencia que encendía mis mejillas.
Una parte de mi corazón pedía que se acercara nuevamente para poder sentir su piel...
Él evidentemente tenía poder sobre mí, luego de todo eso lograría que hiciera lo que se le antojaba. Podría aceptar cada una de sus propuestas miles de veces, sin arrepentirme siquiera. Porque era perfecto. Su rostro, su cuerpo, su voz, su personalidad, su encanto...
Me había hechizado, sobretodo con su mirada.
Francine Robillard era ahora de su propiedad.
Dorian era magnífico. Seguro de sí mismo. Sabía cómo tratar a una mujer, conocía las palabras justas capaces de hacerme sonreír. Sus movimientos eran decididos, y me imposibilitaban. Sólo podía quedar inmóvil frente a él.
Y en verdad desconocía el motivo. Quizás me gustaba eso de sentirme deseada, o querida, o esa capacidad de protección que me calmaba. Sabía que todo estaría bien con él, que el apocalipsis podría llegar y él lograría salvarme, sólo a mí.
Posiblemente, sí, fuera una chica muy inocente. De hecho lo era. Creía en cada mirada, cada palabra, cada roce. Cada sonrisa. Pero era más fácil amar a las personas que odiarlas, era más fácil acercarse a ellas y demostrarles cariño que hacer lo contrario. Y sentía que Dorian se merecía cada una de mis demostraciones.
¿Amor? No. Por cierto que no lo amaba. Era imposible. De hecho no había sentimiento conocido para describir lo que me pasaba en ese entonces. Era una especie de fascinación, obsesión y necesidad. La necesidad de algo que sólo él podría darme, pero que no se trataba de amor. Podría ser, acaso, su protección, su seguridad, saber que podría confiar ciegamente en él y que al final de los tiempos estaría allí para mí. Sabía que él era hombre de muchas mujeres, y yo jamás sería tal cosa para él, pero estaba segura de que podría quererme de alguna extraña manera y protegerme y estar. Simplemente estar. Algo que, definitivamente, nunca había sentido, y dudaba sentirlo con otra persona.
No sé si en ese momento Dorian pensaba en ello, pero para mí, su beso fue como la respuesta a todas mis preguntas. No había sido nada excitante o incluso romántico, sabía a promesa, tal vez a un sello único, un "sí". ¡Inocente! Sí, era inocente. Porque todo pudo haber terminado mal, o no, pero no lo sabía y aún así creía que Dorian podría satisfacer mis necesidades de ser algo para alguien, y de recibir la protección devota de ese alguien.
Correspondí a su suave beso. El primero en mi caso.
Nunca había soñado con eso, ni siquiera lo esperaba, no lo quería con fervor. Sabía que sucedería en el momento más indicado, aunque debo reconocer de que las pocas veces que lo había imaginado, todo se situaba en una escena romántica con el amor de mi vida, pero con Dorian bastaba. No sólo por todos esos sentimientos encontrados, o porque el hombre besara realmente bien, sino porque se lo merecía. Digamos que se lo había ganado.
Me separé de él con su encanto impregnado en mi cuerpo. Sonreí, con un poco de verguenza y otro poco de picardía, como admitiendo que aquello había sido un poco imprudente, pero genial.
-El hecho de que yo exista en su vida es como el pase libre a besarme en cuanto usted lo desee -no podía tutearlo-, ¿no es cierto? -pregunté con un tono dulce y travieso- Aún así, si es que a usted le hace feliz... Yo no puedo decir que eso no me llena de placer, después de todo he dicho que quería lograr algo en los demás. El punto es, entonces: ¿he logrado algo en usted? ¿Esta noche ha valido la pena? -volví a recobrar la cordura, ya hablaba con claridad, parecía como si aquel beso hubiera sido un tranquilizante.
Perdí todo contacto con él y me alejé unos tres pasos. Lo medí con la mirada. Permití que él hiciese lo mismo.
-¿Pretende usted lograr algo en mí? -indagué tímidamente, volviendo a la inocencia que encendía mis mejillas.
Una parte de mi corazón pedía que se acercara nuevamente para poder sentir su piel...
Invitado- Invitado
Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
No solia ser de los pacientes cuando se trataba de besar a una mujer, se podia decir que dejaba correr la lujuria que sentia por ellas sin descaro pero una que otra vez habia encontrado una flor de desierto, diferente a lo que estaba acostumbrado, su pureza sin duda era una de sus mas grandes atracciones, su inocencia también, el ser como una niña que no sabe que puede existir un peligro para su vida en la misma sala donde se encuentra. Yo disfrutaba de esto, los cambios me caian bien de vez en cuando y no dire por primera vez, pero una de las pocas veces es cierto, que me venia en gana seguir comportandome como un caballero hasta el final de nuestro encuentro. Dejar de ser por un momento el depredador que se divierte con mujeres, sexo y sangre, para hacer lo que en última instancia tenia planeado para esa noche, disfrutar del espectáculo.
Besar sus labios rosaceos, sentirlos, ver su reacción después de que lo hubiera hecho...todo esto confirmo mis sospechas de que la chica realmente era una de las hijas de una familia seguramente de clase alta que conservaba su flor para la hora en que la tuvieran que comprometer con un hombre que cayera de acuerdo a los intereses de la familia. Sonrei al pensarlo, hace tanto tiempo que no recordaba esas viejas costumbres, desde mi vida de humano que no me ponia a pensar de nuevo en cosas como aquella, en la que por cierto fui parte una vez, lo que en la actualidad carecia de total importancia. La no-vida era un mundo infinito de nuevas posibilidades, y muchas las ideas humanas quedaban obsoletas segun mi parecer. Por esta razón al verla como era, una dama, por un momento pensé en arrebatarle su pureza, tenia el poder de persuadirla y llevarla a un lecho para explorar por cada centimetro de su piel pero ciertamente, algo tambien encontrado en ella me impedia obrar de esta forma.
-El deseo es inevitable, para que resistirse a él?- dije sonriendo mientras miraba por la ventana a la calle, ningún carruaje llegaba a esas horas porque la obra seguramente ya estaria por la mitad. Volvía la mirada a la chica que continuaba dirigiendose a mi, me cruce de brazos mientras me apoyaba cerca de la ventana -No soy la persona adecuada para responder ese tipo de preguntas, podría decepcionarle mademoiselle pues es cierto que suelo ser frío para concebir la idea que mi vida puede cambiar con un beso pero algo si puedo decirle, esta noche usted la ha hecho mejor de lo que yo esperaba y si bien sus labios son tan dulces como embriagarse con ellos, es toda usted, cuerpo y esencia lo que ha cambiado mi noche- dije y me acerque lentalmente a ella para acariciar su mejilla.
A su siguiente interrogante respondi con una sonrisa, y baje mi mano para meterla en el bolsillo de mi pantalón. Me acerque a su oido -Esta noche no pero sin duda volveremos a vernos- susurre usando un poco de la persuación que me permitia convenserla de que a ella no le parecia una mala idea. Me aleje de ella hasta la puerta, donde mire el pasillo, aún vacío y silencioso. Me invadio el deseo de irme antes de cambiar de opinión y volver a mi usual y peculiar conducta. Después de todo era muy atrayente tener a una chica joven, sola, hermosa al alcanze de mis manos...-No es la idea- pensé y disolvi mis pensamientos en seguida -Mademoiselle Robillard, me permitira escoltarla hasta donde este su padre?, no quiero permitirme robarle otro beso y mellar la dignidad de una joven dama- comenté volviendo a fijar la mirada sobre ella.
Besar sus labios rosaceos, sentirlos, ver su reacción después de que lo hubiera hecho...todo esto confirmo mis sospechas de que la chica realmente era una de las hijas de una familia seguramente de clase alta que conservaba su flor para la hora en que la tuvieran que comprometer con un hombre que cayera de acuerdo a los intereses de la familia. Sonrei al pensarlo, hace tanto tiempo que no recordaba esas viejas costumbres, desde mi vida de humano que no me ponia a pensar de nuevo en cosas como aquella, en la que por cierto fui parte una vez, lo que en la actualidad carecia de total importancia. La no-vida era un mundo infinito de nuevas posibilidades, y muchas las ideas humanas quedaban obsoletas segun mi parecer. Por esta razón al verla como era, una dama, por un momento pensé en arrebatarle su pureza, tenia el poder de persuadirla y llevarla a un lecho para explorar por cada centimetro de su piel pero ciertamente, algo tambien encontrado en ella me impedia obrar de esta forma.
-El deseo es inevitable, para que resistirse a él?- dije sonriendo mientras miraba por la ventana a la calle, ningún carruaje llegaba a esas horas porque la obra seguramente ya estaria por la mitad. Volvía la mirada a la chica que continuaba dirigiendose a mi, me cruce de brazos mientras me apoyaba cerca de la ventana -No soy la persona adecuada para responder ese tipo de preguntas, podría decepcionarle mademoiselle pues es cierto que suelo ser frío para concebir la idea que mi vida puede cambiar con un beso pero algo si puedo decirle, esta noche usted la ha hecho mejor de lo que yo esperaba y si bien sus labios son tan dulces como embriagarse con ellos, es toda usted, cuerpo y esencia lo que ha cambiado mi noche- dije y me acerque lentalmente a ella para acariciar su mejilla.
A su siguiente interrogante respondi con una sonrisa, y baje mi mano para meterla en el bolsillo de mi pantalón. Me acerque a su oido -Esta noche no pero sin duda volveremos a vernos- susurre usando un poco de la persuación que me permitia convenserla de que a ella no le parecia una mala idea. Me aleje de ella hasta la puerta, donde mire el pasillo, aún vacío y silencioso. Me invadio el deseo de irme antes de cambiar de opinión y volver a mi usual y peculiar conducta. Después de todo era muy atrayente tener a una chica joven, sola, hermosa al alcanze de mis manos...-No es la idea- pensé y disolvi mis pensamientos en seguida -Mademoiselle Robillard, me permitira escoltarla hasta donde este su padre?, no quiero permitirme robarle otro beso y mellar la dignidad de una joven dama- comenté volviendo a fijar la mirada sobre ella.
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Me gustaron, una vez más, todas sus palabras y movimientos, aunque pude ver cómo el encuentro llegaba a su fin a medida que lo veía más lejano de mí o cuando escuchaba sus palabras formalizándose de a poco. Opté por dejar en el olvido tales pensamientos, segura de que si continuaba con el juego, la compañía sería más duradera.
A veces tenía sentido que los demás me llamasen incrédula, inocente, pero en algunas oportunidades solía ser yo quien no quería admitir ciertos hechos y me escondía tras un velo rosado, aunque la mayoría de estas veces todo era de manera inconsciente.
No borré mi sonrisa en ningún momento, no me acerqué a él en un intento desesperado ni mucho menos me alejé para darle paso a la huída, Francine solía ser a veces inteligente, siquiera sin notarlo.
Lo escuché con atención, con la mirada llena de brillo, porque me gustaba escucharlo, tanto como sentirlo cerca mío, pronunciando las palabras que aseguraban la segunda oportunidad. Me mordí el labio inferior y casi suelto un chillido de emoción al saber que volvería a verlo.
Y se alejó, y así, de manera consciente, todas mis preocupaciones se materializaron en mi mirada. Negué levemente con la cabeza, de manera casi imperceptible, como pidiendo que no se fuera. Y no lo hizo. Pero tampoco sería todo tan perfecto.
Escuché sus palabras que hicieron que las manos de mi padre se posaran sobre mis hombros. Así de abrumador fue la sensación de recordar su existencia.
Incliné la cabeza y puse los ojos en blanco sólo segundos antes de retomar la cordura y adoptar una pose llena de dignidad. Sonreí como respuesta de su comentario del beso. Bajé la cabeza y cerré los ojos.
-No se moleste, monsieur -dije altiva-, conozco el camino al palco que me corresponde -aclaré con una falsa sonrisa-.
Estaba claro que no podía dejar que Dorian notara que por dentro moría de angustia por su retirada. Con cualquier otro caballero habría admitido mi pena, pero con aquel hombre me resultaba imposible, ya que estaba segura de que acostumbraba darse esos lujos con muchas damas, el hecho de hablar con ellas, encantarlas, besar sus labios y luego marcharse. De todas formas, más allá de que las intenciones hicieran de él un hombre no muy merecedor de algún título nobiliario, estaba segura de que él cumpliría su promesa y volvería a producir un encuentro.
-Doy por sentado el hecho de que va a atreverse a enviarme alguna invitación para volver a encontrarnos -mencioné mientras acortaba la distancia entre él y yo, deteniéndome antes de cubrir los cuatro pasos restantes-. Pero no lo retengo más, monsieur, debe tener una noche repleta de compromisos, me imagino que ha sido ya una locura dedicarme unos minutos de su inflexible itinerario -teatralicé con soberbia de emperatriz, hasta perderme en su mirada, que encendió la llama para derretir mi frivolidad y dar paso a la inocencia y la calidez propia de mi carácter infantil. Aún así, luché contra mi entera naturaleza para no perder la partida-.
Di unos pasos para perderme por el pasillo que llevaba hacia la sala de la función.
-Y gracias -exclamé en voz alta sin dar la vuelta-. Gracias por su encanto.
Giré la cabeza unos grados para mirar de soslayo a Dorian, preguntándome qué sería lo correcto: ¿esperar su cordial saludo o dejarlo con las ganas?
Mis dos primeros pasos fueron dubitativos, pero afiancé la marcha. Si el joven quería saludarme, iría a buscarme para ello.
Jugar a ser mujer nunca había sido tan divertido...
A veces tenía sentido que los demás me llamasen incrédula, inocente, pero en algunas oportunidades solía ser yo quien no quería admitir ciertos hechos y me escondía tras un velo rosado, aunque la mayoría de estas veces todo era de manera inconsciente.
No borré mi sonrisa en ningún momento, no me acerqué a él en un intento desesperado ni mucho menos me alejé para darle paso a la huída, Francine solía ser a veces inteligente, siquiera sin notarlo.
Lo escuché con atención, con la mirada llena de brillo, porque me gustaba escucharlo, tanto como sentirlo cerca mío, pronunciando las palabras que aseguraban la segunda oportunidad. Me mordí el labio inferior y casi suelto un chillido de emoción al saber que volvería a verlo.
Y se alejó, y así, de manera consciente, todas mis preocupaciones se materializaron en mi mirada. Negué levemente con la cabeza, de manera casi imperceptible, como pidiendo que no se fuera. Y no lo hizo. Pero tampoco sería todo tan perfecto.
Escuché sus palabras que hicieron que las manos de mi padre se posaran sobre mis hombros. Así de abrumador fue la sensación de recordar su existencia.
Incliné la cabeza y puse los ojos en blanco sólo segundos antes de retomar la cordura y adoptar una pose llena de dignidad. Sonreí como respuesta de su comentario del beso. Bajé la cabeza y cerré los ojos.
-No se moleste, monsieur -dije altiva-, conozco el camino al palco que me corresponde -aclaré con una falsa sonrisa-.
Estaba claro que no podía dejar que Dorian notara que por dentro moría de angustia por su retirada. Con cualquier otro caballero habría admitido mi pena, pero con aquel hombre me resultaba imposible, ya que estaba segura de que acostumbraba darse esos lujos con muchas damas, el hecho de hablar con ellas, encantarlas, besar sus labios y luego marcharse. De todas formas, más allá de que las intenciones hicieran de él un hombre no muy merecedor de algún título nobiliario, estaba segura de que él cumpliría su promesa y volvería a producir un encuentro.
-Doy por sentado el hecho de que va a atreverse a enviarme alguna invitación para volver a encontrarnos -mencioné mientras acortaba la distancia entre él y yo, deteniéndome antes de cubrir los cuatro pasos restantes-. Pero no lo retengo más, monsieur, debe tener una noche repleta de compromisos, me imagino que ha sido ya una locura dedicarme unos minutos de su inflexible itinerario -teatralicé con soberbia de emperatriz, hasta perderme en su mirada, que encendió la llama para derretir mi frivolidad y dar paso a la inocencia y la calidez propia de mi carácter infantil. Aún así, luché contra mi entera naturaleza para no perder la partida-.
Di unos pasos para perderme por el pasillo que llevaba hacia la sala de la función.
-Y gracias -exclamé en voz alta sin dar la vuelta-. Gracias por su encanto.
Giré la cabeza unos grados para mirar de soslayo a Dorian, preguntándome qué sería lo correcto: ¿esperar su cordial saludo o dejarlo con las ganas?
Mis dos primeros pasos fueron dubitativos, pero afiancé la marcha. Si el joven quería saludarme, iría a buscarme para ello.
Jugar a ser mujer nunca había sido tan divertido...
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Re: Esperando alguna renovación. | Reservado. ACTIVO
Entre más la veía mas me parecia que observaba una muñeca de cristal, la perfección de su rostro era comparada con la de un ángel, sus labios me volvian a llamar a robarle otro beso mas pero sabia que con una dama de ese status en la sociedad se tenia que ir despacio, no es que prentendiera tener un compromiso con ella, esa palabra para mi estaba prohibida pero siempre me habia gustado centrar mi atención en seres de belleza como la suya, esa belleza que merecia ser inmortalizada. Amantes...meterla a ese grupo no le haria justicia, era demasiado bella para tenerla solo por una noche y sin duda que queria volver a encontrarme con esa pura criatura. Ella tal vez pensara que seria un pretendiente cuando me viera visitarla en el futuro si se daba la oportunidad, donde se es bien recibido no se debe faltar y porque no, su sangre no se me estaba prohibida, alguna vez mis labios deberian saborear el líquido carmesí que brotara de Francine.
Era mejor dejarla ir antes de cambiar de opinión, tenia una padre que la esperaba, tenia mucho que ver aquella hermosa chica aventurera de viajar, quién sabe, tal vez enamorarse mas de una vez en su vida y disfrutar por su cuenta los placeres de la carne. Seria un verdadero desperdicio que fuera una de esas hermosas damas que comprometieran con un hombre mediocre que la pusiera en el papel de solo ama de casa, que desperdicio! su belleza se opcaria con los años, el brillo de sus ojos se apagaria y nunca luciria mas hermosa de lo que lucia esta noche. De esta forma la inevitable despedida habia llegado, no tenia por mi parte mas interes de ver otras obras, me iria del lugar tal vez a beber unas copas pues la verdadera obra ya la acababa de ver -Siempre tan segura mademoiselle, no quisiera que la rapten en el camino- dije torciendo una sonrisa.
Ella no parecia terminar entre decidir si irse o no, la verdad yo no estaba desesperado de que se fuera, era como esas pinturas que uno se quedaba mirando por horas encontrando en cada momento algo mas que no habia notado antes. Al final ella me dirigió unas palabras, la tome de la mano y le di un beso en ella antes de que partiera -Esta usted en lo correcto, volveremos a vernos- dije y le guiñe soltando un poco de picardia en mis gestos, despues de todo ya habia sido lo suficiente caballero como para darme el lujo de tener un pequeño desliz. La solte y me quede parado con las manos en ambos bolsillos del pantalón mientras la veia partir -Este ha sido mi único compromiso esta noche mademoiselle, conocerla a usted- dije mirandola a los ojos el breve momento en que ella habia frenado su andar.
La vi ir por el pasillo, escuche sus ultimas palabras, una especie de agradecimiento. Sonrei para mi ya que nadie mas estaba ahora alli -Al contrario, gracias a usted mademoiselle- dije en un tono bajo con una mirada llena de perversión. Estaba en lo cierto, unos momentos mas con ella y no hubiera sido tan fácil dejar escapar a una presa como ella, una dama encantadora sin duda a la que por seguro estaba dispuesto a volver a ver, tal vez cuando ella menos se lo esperara y por su padre...digamos que no me preocupaba, si es que llegaba a conocerlo sabia como actuar aunque por naturaleza mis visitas a su casa serian en horario nocturno, cuando todos se encontraran en sus lechos, indefensos.
Era mejor dejarla ir antes de cambiar de opinión, tenia una padre que la esperaba, tenia mucho que ver aquella hermosa chica aventurera de viajar, quién sabe, tal vez enamorarse mas de una vez en su vida y disfrutar por su cuenta los placeres de la carne. Seria un verdadero desperdicio que fuera una de esas hermosas damas que comprometieran con un hombre mediocre que la pusiera en el papel de solo ama de casa, que desperdicio! su belleza se opcaria con los años, el brillo de sus ojos se apagaria y nunca luciria mas hermosa de lo que lucia esta noche. De esta forma la inevitable despedida habia llegado, no tenia por mi parte mas interes de ver otras obras, me iria del lugar tal vez a beber unas copas pues la verdadera obra ya la acababa de ver -Siempre tan segura mademoiselle, no quisiera que la rapten en el camino- dije torciendo una sonrisa.
Ella no parecia terminar entre decidir si irse o no, la verdad yo no estaba desesperado de que se fuera, era como esas pinturas que uno se quedaba mirando por horas encontrando en cada momento algo mas que no habia notado antes. Al final ella me dirigió unas palabras, la tome de la mano y le di un beso en ella antes de que partiera -Esta usted en lo correcto, volveremos a vernos- dije y le guiñe soltando un poco de picardia en mis gestos, despues de todo ya habia sido lo suficiente caballero como para darme el lujo de tener un pequeño desliz. La solte y me quede parado con las manos en ambos bolsillos del pantalón mientras la veia partir -Este ha sido mi único compromiso esta noche mademoiselle, conocerla a usted- dije mirandola a los ojos el breve momento en que ella habia frenado su andar.
La vi ir por el pasillo, escuche sus ultimas palabras, una especie de agradecimiento. Sonrei para mi ya que nadie mas estaba ahora alli -Al contrario, gracias a usted mademoiselle- dije en un tono bajo con una mirada llena de perversión. Estaba en lo cierto, unos momentos mas con ella y no hubiera sido tan fácil dejar escapar a una presa como ella, una dama encantadora sin duda a la que por seguro estaba dispuesto a volver a ver, tal vez cuando ella menos se lo esperara y por su padre...digamos que no me preocupaba, si es que llegaba a conocerlo sabia como actuar aunque por naturaleza mis visitas a su casa serian en horario nocturno, cuando todos se encontraran en sus lechos, indefensos.
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