AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una noche más en París {priv}
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Una noche más en París {priv}
La luna se alzaba en el cielo como si del mismisimo sol se tratara. No era completamente redonda si no menguante pero por ello no perdía la belleza. Y Brigitte la contemplaba desde la ventana de su habitación. Ya había oscurecido completamente; pasaban de las diez y posiblemente en no mucho tiempo empezarían a llegar los clientes. Empezaría su asqueroso trabajo allí dentro. Cada vez se le hacía más y más insoportable el tener que pasar allí los días; se preguntaba el porque no simplemente marcharse de allí. Posiblemente la madame no la buscaría, no valía la pena solo por una de sus chicas. Sin embargo ¿Qué hacer después? ¿Vagar por las calles sin nisiquiera tener que llevarse a la boca?.
Es cierto que su vida la consideraba una porquería por lo que tenía que hacer pero gracias a eso no le faltaba de nada. Aquel lugar podía estar en un barrio no demasiado recomendable de París, en los suburbios, sin embargo, se ganaba muy bien el dinero. Tanto como para mantener a todas las muchachas bien vestidas y alimentadas. Obviamente la presentación era un punto clave, aunque muchos de los hombres que allí se presentaban solo les importara una cosa. Pero los que tenían cierta calidad de vida y más dinero en el bolsillo ya eran más remilgados con las chicas que escogían. Las más presentables.
-- Brigitte, te toca bajar, empiezan a llegar -- una voz a lo lejos se escuchaba. Era una de sus compañeras que la avisaba. El trabajo la llamaba sin embargo la luna que observaba desde que hacia ya horas también la llamaba. ¿Extraño? puede, pero sin pensarlo saltó por la ventana. Era un segundos piso que daba hacia el jardín interior, por lo que únicamente se hizo una pequeña rozadura en el brazo. Salió completamente corriendo, sin escusa que al volver pudiera salvarla. Simplemente aquella noche no la iban a encontrar. No la verían hasta el día siguiente.
Caminó rápido por las calles. Destacaba en aquellas que había una multitud de gente dado que llevaba únicamente encima su ropa de estar por "casa" que sería el burdel. Una camisa holtada y unos pantalones cortos. Por no llevar no llevaba nisiquiera ropa interior, le agradaba ir así pues normalmente para el trabajo era un requisito y ya había sido una costumbre después de tantos años.
Finalmente sus pasos la llevaron hasta un espacio abierto, solitario y en el que había un lago que rodeaba el lugar. No supo muy bien donde se encontraba, la ciudad había cambiado en estos tres años que llevaba de "cautiverio" pero no lo pensó demasiado al introducirse en la zona de hierva, situandose lo suficientemente cerca como para acercar sus pies hasta el agua y mojarlos un poco.
Se sentó abrazandose las piernas y únicamente miró de nuevo hacia la luna, encontrandosela más cerca que antes. Una vista preciosa.
Es cierto que su vida la consideraba una porquería por lo que tenía que hacer pero gracias a eso no le faltaba de nada. Aquel lugar podía estar en un barrio no demasiado recomendable de París, en los suburbios, sin embargo, se ganaba muy bien el dinero. Tanto como para mantener a todas las muchachas bien vestidas y alimentadas. Obviamente la presentación era un punto clave, aunque muchos de los hombres que allí se presentaban solo les importara una cosa. Pero los que tenían cierta calidad de vida y más dinero en el bolsillo ya eran más remilgados con las chicas que escogían. Las más presentables.
-- Brigitte, te toca bajar, empiezan a llegar -- una voz a lo lejos se escuchaba. Era una de sus compañeras que la avisaba. El trabajo la llamaba sin embargo la luna que observaba desde que hacia ya horas también la llamaba. ¿Extraño? puede, pero sin pensarlo saltó por la ventana. Era un segundos piso que daba hacia el jardín interior, por lo que únicamente se hizo una pequeña rozadura en el brazo. Salió completamente corriendo, sin escusa que al volver pudiera salvarla. Simplemente aquella noche no la iban a encontrar. No la verían hasta el día siguiente.
Caminó rápido por las calles. Destacaba en aquellas que había una multitud de gente dado que llevaba únicamente encima su ropa de estar por "casa" que sería el burdel. Una camisa holtada y unos pantalones cortos. Por no llevar no llevaba nisiquiera ropa interior, le agradaba ir así pues normalmente para el trabajo era un requisito y ya había sido una costumbre después de tantos años.
Finalmente sus pasos la llevaron hasta un espacio abierto, solitario y en el que había un lago que rodeaba el lugar. No supo muy bien donde se encontraba, la ciudad había cambiado en estos tres años que llevaba de "cautiverio" pero no lo pensó demasiado al introducirse en la zona de hierva, situandose lo suficientemente cerca como para acercar sus pies hasta el agua y mojarlos un poco.
Se sentó abrazandose las piernas y únicamente miró de nuevo hacia la luna, encontrandosela más cerca que antes. Una vista preciosa.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Sus pensamientos había llegado a recorrer los miles de recuerdos que evocaban aquel lugar alejado de una ciudad ruidosa y que parecía no morir en su murmullo a pesar de la noche. El calor de la primavera que deseaba morir en el temprano verano daba pie a que la gente permaneciese más tiempo en las calles por el buen tiempo y por la iluminación solar que al parecer se hacía tardía a la noche. Pero la noche estaba allí, profunda, oscura y melancólica por sí sola.
Emhyr había huido de todo, de las personas conocidas, de los lugares que le acogían. Un día tan solo faltaba para que éste abriese de nuevo las puertas del pasado en algún lugar lejano, el cual, había llamado en anterioridad hogar. Iba a purgar el egoísmo de su conciencia, iba a alejar las pesadillas evocadoras, la culpabilidad... Solo buscaba una cosa, la redención.
Las aguas negras se agitaban por su presencia, ya que éste recibiéndolas refrescantes, penetro entre ellas con apenas nada que cubriese la piel, mojada, morena y desnuda.
El aire se alejaba de sus pulmones mientras la profundidad del lago alcanzaba, sus ojos en la oscuridad brillaban destacando entre la negrura acuática. Estaba solo con sus pensamientos, con sus recuerdos. La humedad del lago le recordaba el olor a la hierba en un día despejado, la brisa mecer su cuerpo tumbado en ella, la suavidad de aquellos cabellos de color ígneos, pertenecientes a aquella mujer a la que le había estado haciendo el amor en aquel día lejano de estos actuales...
¿Qué pensaría ella de él? De nuevo había desaparecido como era de costumbre en el asunto con las mujeres. Era sencillo, conocías a una mujer que te parecía hermosa, atractiva, o que simplemente tenía algún pequeño rasgo o característica que te llamase la atención. La atraías a tu terreno, la seducías con el don de las palabras las acciones, podías cavilar y hacerlo dando vueltas hasta llegar al objetivo o sino, ser él más descarado del mundo e ir al grano. Emhyr prefería los retos, si se le dejaba elegir, pero últimamente parecía estar retenido en su acción casanova, se sentía poco inspirado a crear encontronazos casuales donde el objetivo era el mismo. Un lecho caliente, unas hermosas palabras, caricias excitantes, ardientes, sentir el cariño o el ser amado, a pesar de que fuese una pantomima falsa de un día efímero, para luego acabar con el engaño que él o ella podrían producir en su encuentro, ¿acabar? Siempre lo acababa él desapareciendo sin aviso, sin una despedida formal, sin mediar palabras, dejando un rastro confuso de silencio tras de sí, tal vez un disgusto o un sentimiento despechado en la mujer, pero... Era mejor hacerlo de aquel modo, Emhyr no podía apegarse a nadie, su modo de vida no le permitía ser una persona, pertenecer a alguien, si modo de vida solo le permitía una cosa y era, huir y ser un misterio, una cara desconocida e indescifrable que nadie llegaba a conocer con profundidad, ya que era difícil penetrar entre aquellos muros que había creado Emhyr sobre sus sentimientos y pensamientos.
No sabía cuanto tiempo llevaba nadando entre aquellas aguas, perdiendose en ellas, dejandose robar el aliento hasta sentirlo lo suficientemente agotada para volver a emerger ante el cielo estrellado. Emhyr decidió que aquel refresco ya había sido suficiente y en la desnudez completa salió del agua buscando sus pertenencias.
El agua recorría la tez morena repletas de cicatrices y extraños tatuajes que recorrían lugares demasiados extravagantes para ser ciertos que estuvieran allí tiñendo la piel. En su conjunto aquella piel creaba un cuerpo fibroso y fino, sus facciones igualmente delicadas estaban llenas del atractivo y exotismo propio de algunos hombres de orientales.
Emhyr se puso sus pantalones, aunque la desnudez no le desagradaba para nada, aunque prefería estar cerca de sus bolsillos a tenerlos descuidados poco poseía para perderlo. Una pipa de madera sacó de uno de sus bolsillo dispuesta a prepararla. Se notaba que tenía practica en aquello ya que en un abrir y cerrar de ojos estaba sentado con aquellos pies descalzos sobre la hierba, exhalando el humo aromatizante de aquellas hierbas que en su conjunto fumaba, ajeno a lo que le rodeaba.
Emhyr había huido de todo, de las personas conocidas, de los lugares que le acogían. Un día tan solo faltaba para que éste abriese de nuevo las puertas del pasado en algún lugar lejano, el cual, había llamado en anterioridad hogar. Iba a purgar el egoísmo de su conciencia, iba a alejar las pesadillas evocadoras, la culpabilidad... Solo buscaba una cosa, la redención.
Las aguas negras se agitaban por su presencia, ya que éste recibiéndolas refrescantes, penetro entre ellas con apenas nada que cubriese la piel, mojada, morena y desnuda.
El aire se alejaba de sus pulmones mientras la profundidad del lago alcanzaba, sus ojos en la oscuridad brillaban destacando entre la negrura acuática. Estaba solo con sus pensamientos, con sus recuerdos. La humedad del lago le recordaba el olor a la hierba en un día despejado, la brisa mecer su cuerpo tumbado en ella, la suavidad de aquellos cabellos de color ígneos, pertenecientes a aquella mujer a la que le había estado haciendo el amor en aquel día lejano de estos actuales...
¿Qué pensaría ella de él? De nuevo había desaparecido como era de costumbre en el asunto con las mujeres. Era sencillo, conocías a una mujer que te parecía hermosa, atractiva, o que simplemente tenía algún pequeño rasgo o característica que te llamase la atención. La atraías a tu terreno, la seducías con el don de las palabras las acciones, podías cavilar y hacerlo dando vueltas hasta llegar al objetivo o sino, ser él más descarado del mundo e ir al grano. Emhyr prefería los retos, si se le dejaba elegir, pero últimamente parecía estar retenido en su acción casanova, se sentía poco inspirado a crear encontronazos casuales donde el objetivo era el mismo. Un lecho caliente, unas hermosas palabras, caricias excitantes, ardientes, sentir el cariño o el ser amado, a pesar de que fuese una pantomima falsa de un día efímero, para luego acabar con el engaño que él o ella podrían producir en su encuentro, ¿acabar? Siempre lo acababa él desapareciendo sin aviso, sin una despedida formal, sin mediar palabras, dejando un rastro confuso de silencio tras de sí, tal vez un disgusto o un sentimiento despechado en la mujer, pero... Era mejor hacerlo de aquel modo, Emhyr no podía apegarse a nadie, su modo de vida no le permitía ser una persona, pertenecer a alguien, si modo de vida solo le permitía una cosa y era, huir y ser un misterio, una cara desconocida e indescifrable que nadie llegaba a conocer con profundidad, ya que era difícil penetrar entre aquellos muros que había creado Emhyr sobre sus sentimientos y pensamientos.
No sabía cuanto tiempo llevaba nadando entre aquellas aguas, perdiendose en ellas, dejandose robar el aliento hasta sentirlo lo suficientemente agotada para volver a emerger ante el cielo estrellado. Emhyr decidió que aquel refresco ya había sido suficiente y en la desnudez completa salió del agua buscando sus pertenencias.
El agua recorría la tez morena repletas de cicatrices y extraños tatuajes que recorrían lugares demasiados extravagantes para ser ciertos que estuvieran allí tiñendo la piel. En su conjunto aquella piel creaba un cuerpo fibroso y fino, sus facciones igualmente delicadas estaban llenas del atractivo y exotismo propio de algunos hombres de orientales.
Emhyr se puso sus pantalones, aunque la desnudez no le desagradaba para nada, aunque prefería estar cerca de sus bolsillos a tenerlos descuidados poco poseía para perderlo. Una pipa de madera sacó de uno de sus bolsillo dispuesta a prepararla. Se notaba que tenía practica en aquello ya que en un abrir y cerrar de ojos estaba sentado con aquellos pies descalzos sobre la hierba, exhalando el humo aromatizante de aquellas hierbas que en su conjunto fumaba, ajeno a lo que le rodeaba.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Para sorpresa de Brigitte al poco de llegar se dió cuenta de que no estaba sola. Notó una presencia que la hizo bajar la vista hacia lo que tenía en frente o, más concretamente, un tanto a la derecha pues del mar acababa de salir una persona. No podía ver más que una sombra a lo lejos más pudo intuir que era un hombre por la forma de ésta, no era el cuerpo que poseeria una mujer. Espaldas anchas, alto y piernas fuertes fue lo que pudo descifrar en una mirada. Cada vez se acercaba más y sus ojos no se apartaban pues para mas inrri estaba también desnudo, eso claro pudo saberlo cuando ya no era una sombra lo que sus ojos percibian si no su cuerpo.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para verla volteó la cabeza hacia el lado contrario, simulando que miraba hacia las rocas que había en el peñisto de no muy allá. Sus ojos se mantenían fijos en ellos más de lo que realmente estaba pendiente era del hombre, tal vez por interés o simplemente porque temía lo que pudiese decirle. Era de noche y la luna era la única que bañaba las olas del mar con su luz, ya no quedaba rastro del sol que había echo esa misma mañana. El ciclo de la vida seguía como de costumbre y solo cuando había algún fenomeno extraño se interrumpía, como por ejemplo, los eclipses. Ella no había visto más de uno y cuando era pequeña.
Se estiró olvidandose ya del desconocido y cerró los ojos en el trayecto. Sus oidos no pudieron escuchar nada por lo que supuso que se habría alejado, en aquella oscuridad posiblemente nisiquiera la habría visto, no era tan llamativa allí como lo había sido en las calles del pueblo. Y eso lo agradecía porque no le gustaba llamar la atención. Llamar la atención únicamente significaba más comentarios sobre tu persona, sobre tu vestimenta, sobre tu apariencia y seguramente en el estado que se encontraba no demasiado buenos. Ella era más bien descuidada para su aspecto, por mucho que en su trabajo fuese importante, nunca había necesitado emperifollarse para tener algún que otro cliente ¿Misterios de la vida?.
Suspiró y se cubrió el rostro con ambos brazos, concretamente la parte de los ojos. Al poco alzó uno de ellos, el que poseía su extraña marca de nacimiento y la contempló a la luz de la luna. Podía verse perfectamente cruz espinada, siempre se había preguntado que significaría o si habría alguien con una marca igual a la suya. Por el momento no había encontrado a nadie siquiera con una marca que pudiera competir con su rareza.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para verla volteó la cabeza hacia el lado contrario, simulando que miraba hacia las rocas que había en el peñisto de no muy allá. Sus ojos se mantenían fijos en ellos más de lo que realmente estaba pendiente era del hombre, tal vez por interés o simplemente porque temía lo que pudiese decirle. Era de noche y la luna era la única que bañaba las olas del mar con su luz, ya no quedaba rastro del sol que había echo esa misma mañana. El ciclo de la vida seguía como de costumbre y solo cuando había algún fenomeno extraño se interrumpía, como por ejemplo, los eclipses. Ella no había visto más de uno y cuando era pequeña.
Se estiró olvidandose ya del desconocido y cerró los ojos en el trayecto. Sus oidos no pudieron escuchar nada por lo que supuso que se habría alejado, en aquella oscuridad posiblemente nisiquiera la habría visto, no era tan llamativa allí como lo había sido en las calles del pueblo. Y eso lo agradecía porque no le gustaba llamar la atención. Llamar la atención únicamente significaba más comentarios sobre tu persona, sobre tu vestimenta, sobre tu apariencia y seguramente en el estado que se encontraba no demasiado buenos. Ella era más bien descuidada para su aspecto, por mucho que en su trabajo fuese importante, nunca había necesitado emperifollarse para tener algún que otro cliente ¿Misterios de la vida?.
Suspiró y se cubrió el rostro con ambos brazos, concretamente la parte de los ojos. Al poco alzó uno de ellos, el que poseía su extraña marca de nacimiento y la contempló a la luz de la luna. Podía verse perfectamente cruz espinada, siempre se había preguntado que significaría o si habría alguien con una marca igual a la suya. Por el momento no había encontrado a nadie siquiera con una marca que pudiera competir con su rareza.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
El tiempo insesante continuaba su recorrido dejando caer los minutos en la nocturna, la reflexión sobre lo que a sus espaldas había dejado, sobre lo que le esperaba en el mañana quedaba claros en aquella mente ensimismada y aislada en lo ajeno.
Cuando llego el momento en el que sus pensamientos se dedicaron en el ahora, pareció que este tiempo se ahbía detenido apenas unos segundos, porque a pesar de que sus sentidos estaban centrado en el olor y el sabor de las hierbas fumadas, su olfato desarrollado había captado un olor cercano. Emhyr aun no se acostumbraba a que sus sentidos se hubiesen desarrollado apenas dos meses, a veces le daba la sensación de que esta nueva capacidad física incorporada tras su conversión canida, iba y venía a su antojo, sin tener él control alguno de ello. Su Hacedora se lo había advertido, los cambios no se producía en el momento con plenitud, necesitaban un tiempo transitorio, un acondicionamiento al nuevo cuerpo que habia poseído el maldito espíritu del lobo.
Descalzos los pies se deslizaban silenciosos entre la hierba, una hierba que poco a poco se iluminaba con el mismo resplandor de aquellas estrellas, el resplandor del rocío húmedo.
Las sombras le hacían invisible en la oscuridad. Él o ella era mortal, humano ¿o humana? Probablemente humana, ya que dudaba que un hombre mezclase su propio olor con perfumenes tan dulces impregnados en la ropa misma.
Detenido sostuvo un instante la pipa de madera, retirnadola de sus labios, el humo exhalado dejaba un aroma agradable y fresco, así dando señal de su presencia, pero no era solo el olor lo que le delataba tras la joven, sino aquellas gotas de agua que aun se deslizaban por la piel morena y desmidesnuda del turco que cayeron sobre ella misma.
-El verano se acerca, Orion se mueve y las demás estrellas le siguen... -Un francés perfecto, pero un acento que no podía evitar delatar su extranjería; un acento ronroneante que seguía a su voz suave.
Emhyr miraba el cielo, el cual conocía bien, ya que en su pasado había aprendido a leerlo. Era útil si querías sobrevivir en el lugar al que le había mandado para aprender el arte del jenízaro.
Sus dedos movieron el pipa que paciente esperaba reencontrarse con sus labios, el humo danzaba en la oscuridad creando formas singulares.
Su gesto contemplativo parecía indicar que ignoraba en todo momento la presencia de la joven, pero era todo lo contrario de soslayo de vez en cuando le echaba un ojo, intentando captar toda la información necesario para preveer que tipo de persona podía ser. Por ahora había deducido varias cosas, y era que a pesar de que su aspecto era descuidado, no pertenecía baja, pero tampoco a una alta, y por sus ropas que permitía a cualquiera ver más piel de la que debía podía deducir o que había escapado de algun lugar sin darle tiempo a ponerse algo más.... que se considerara "correcto" en aquella ciudad, o que su trabajo iba vinculado con enseñar más piel de la cuenta, y con ello podía deducir cual era esta.
Cuando llego el momento en el que sus pensamientos se dedicaron en el ahora, pareció que este tiempo se ahbía detenido apenas unos segundos, porque a pesar de que sus sentidos estaban centrado en el olor y el sabor de las hierbas fumadas, su olfato desarrollado había captado un olor cercano. Emhyr aun no se acostumbraba a que sus sentidos se hubiesen desarrollado apenas dos meses, a veces le daba la sensación de que esta nueva capacidad física incorporada tras su conversión canida, iba y venía a su antojo, sin tener él control alguno de ello. Su Hacedora se lo había advertido, los cambios no se producía en el momento con plenitud, necesitaban un tiempo transitorio, un acondicionamiento al nuevo cuerpo que habia poseído el maldito espíritu del lobo.
Descalzos los pies se deslizaban silenciosos entre la hierba, una hierba que poco a poco se iluminaba con el mismo resplandor de aquellas estrellas, el resplandor del rocío húmedo.
Las sombras le hacían invisible en la oscuridad. Él o ella era mortal, humano ¿o humana? Probablemente humana, ya que dudaba que un hombre mezclase su propio olor con perfumenes tan dulces impregnados en la ropa misma.
Detenido sostuvo un instante la pipa de madera, retirnadola de sus labios, el humo exhalado dejaba un aroma agradable y fresco, así dando señal de su presencia, pero no era solo el olor lo que le delataba tras la joven, sino aquellas gotas de agua que aun se deslizaban por la piel morena y desmidesnuda del turco que cayeron sobre ella misma.
-El verano se acerca, Orion se mueve y las demás estrellas le siguen... -Un francés perfecto, pero un acento que no podía evitar delatar su extranjería; un acento ronroneante que seguía a su voz suave.
Emhyr miraba el cielo, el cual conocía bien, ya que en su pasado había aprendido a leerlo. Era útil si querías sobrevivir en el lugar al que le había mandado para aprender el arte del jenízaro.
Sus dedos movieron el pipa que paciente esperaba reencontrarse con sus labios, el humo danzaba en la oscuridad creando formas singulares.
Su gesto contemplativo parecía indicar que ignoraba en todo momento la presencia de la joven, pero era todo lo contrario de soslayo de vez en cuando le echaba un ojo, intentando captar toda la información necesario para preveer que tipo de persona podía ser. Por ahora había deducido varias cosas, y era que a pesar de que su aspecto era descuidado, no pertenecía baja, pero tampoco a una alta, y por sus ropas que permitía a cualquiera ver más piel de la que debía podía deducir o que había escapado de algun lugar sin darle tiempo a ponerse algo más.... que se considerara "correcto" en aquella ciudad, o que su trabajo iba vinculado con enseñar más piel de la cuenta, y con ello podía deducir cual era esta.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Una gota de agua fue la que le dió el aviso de que no estaba sola. Y claro está las palabras que le acompañaron también confirmaron esos pensamientos, más no supo que era el desconocido que había obserbado instantes antes hasta que no abrió los ojos y sacó los brazos de su campo de visión. Y lo que vió fue ligeramente extraño pues en su mente tenía el recuerdo de haberle visto de lejos, ahora tan de cerca se le hacía extraño a sus ojos, más desde esa posición tan especial, al reves y además casi por completo pegada a él.
No tardó en levantar su torso y así separarse, pudiendole mirar ahora al rostro desde abajo, el permanecía de pie después de todo. Recorrió con sus ojos el cuerpo entero. Ya no estaba desnudo completamente más era únicamente el torso el que permanecía sin prenda alguna que lo cubriera. Después de darle un preso al cuerpo fue hasta el rostro, estaba oscuro, no podía verse con claridad.
Una de sus piernas se flexionó y la otra que quedó medio estirada a su lado, juntandose ambos pies como modo de apoyo - No soy muy experta en los temas del espació - murmuró o mejor dicho susurró sin hacer falta que alzara demasiado la voz para que pudiera escucharla. Todo estaba en calma y lo único que le hacia competencia a su voz eran las suaves ondas del lago. Ondas provocadas por el pequeño viento que hacía en esa noche.
Notó de repente como la gota de agua que le había caido en uno de los antebrazos resbalaba por éste al estar vertical. Lo volteó suavemente y su rostro se dirigió hacia donde estaba ella, sacando la lengua para lamerla antes de que le llegara al codo. - No sé que hacia dónde irá Orion pero sí puedo decirle dónde fue a parar una de esas gotas que le desciende el cuerpo - susurró sin mirarle y con su rostro apoyado en el brazo mientras esa misma mano acariciaba su cabello.
Ella le observaba, pudiendo vislumbrarle entre reflejo y reflejo de la luna más no tenía clara cual era la posición en la que se encontraba ni si él la estaría viendo con la misma claridad. Tampoco le importaba.
No tardó en levantar su torso y así separarse, pudiendole mirar ahora al rostro desde abajo, el permanecía de pie después de todo. Recorrió con sus ojos el cuerpo entero. Ya no estaba desnudo completamente más era únicamente el torso el que permanecía sin prenda alguna que lo cubriera. Después de darle un preso al cuerpo fue hasta el rostro, estaba oscuro, no podía verse con claridad.
Una de sus piernas se flexionó y la otra que quedó medio estirada a su lado, juntandose ambos pies como modo de apoyo - No soy muy experta en los temas del espació - murmuró o mejor dicho susurró sin hacer falta que alzara demasiado la voz para que pudiera escucharla. Todo estaba en calma y lo único que le hacia competencia a su voz eran las suaves ondas del lago. Ondas provocadas por el pequeño viento que hacía en esa noche.
Notó de repente como la gota de agua que le había caido en uno de los antebrazos resbalaba por éste al estar vertical. Lo volteó suavemente y su rostro se dirigió hacia donde estaba ella, sacando la lengua para lamerla antes de que le llegara al codo. - No sé que hacia dónde irá Orion pero sí puedo decirle dónde fue a parar una de esas gotas que le desciende el cuerpo - susurró sin mirarle y con su rostro apoyado en el brazo mientras esa misma mano acariciaba su cabello.
Ella le observaba, pudiendo vislumbrarle entre reflejo y reflejo de la luna más no tenía clara cual era la posición en la que se encontraba ni si él la estaría viendo con la misma claridad. Tampoco le importaba.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Ignoradas al principio quedaron sus palabras, en la apariencia astraída del brujo que de nuevo se llevaba la pipa a la boca, paladeando aquel aroma de ésta misma, que recorría sus lengua. De nuevo humo exhalado, y en la oscuridad la joven quedaba oculta y extraña ante las sombras, sombras que se hacían luz para aquellos ojos castaños que efímeros se iluminaban dorados en la noche, ojos de bestia recien venida al mundo de los hijos de la noche. Ojos de nuevo lobo que captaba cada uno de los movimientos de aquella pequeña criatura que le pareció delicada, y que tal vez antes no la hubiese visto con aquellos ojos, sino con otros, viéndola como chica normal y corriente que era, y no como algo que poseía una naturaleza diferente a la suya.
Ciertamente Emhyr no se acotumbraba a aquellos terminos separativos, que creaban una fina línea entre razas, él aun se sentía demasiado humano, demasiado... Como antes, ¿qué había cambiado, realmente? ¿Sus sentidos? ¿Su percepción de la realidad y el mundo? ¿Qué era más fuerte, más ágil, sus heridas se curaban en segundo? La verdad, antes ya era fuerte y ágil, y las heridad podían ser soportadas como si nada, aunque nuevas ventajas se daban en su nueva naturaleza, y la verdad el cambio que podía ver más preciado era aquel alma retorcida en su interior que de vez en cuando aullaba clamando una libertad ansiada, sobre todo cuando el plenilunio se acerca más y más. Pero, incluso, a Emhyr le extrañaba que aquellos cambios hubiesen encajado tan bien en él, parecía como si aquello hubiese estado hecho o predestinado para padecerlo. La sangre que en su mortalidad antes era aclamada por los inmortales, incluso, no había cambiado en su hipnotica atracción. Se suponía que la licántropía le daría un adverso resultado, donde el olor y el sabor de su piel era repelente perfecto para vampiros, pero todo lo contrario, al parecer había endulzado más el sabor que con él arrastraba desde siempre, así no apagando el vicio extraño y suicida que él poseía al atraer a los demonios a probar de él y deleitarse del delirio del dolor y el placer entremezclados.
-¿Espacio? -Pregunto, algo extrañado. A veces había palabras del francés que no entendía del todo. -De espacio no se si entiendo, pero de "astrología", algo si.
De nuevo el silencio, ahora sus ojos castaños se había vuelto hacia ella serenos, observandola sin reparos de arriba a abajo.
Las gotas de agua seguía circulando entre las formas que dejaban su piel marcada, alguans se perdían despareciendo para siempre en la calidez del tacto, otras buscaban continuar con su raudo camino.
Emhyr se sentó al lado de aquella chica, la pipa se movió en los labios finos y marcados por la leve cicatriz, dejando escapar el humo.
El turco paseo sus dedos por el cabello de ella con la intención de tomar aquel brazo que con cuidado extendió. No fue un gesto bruto, pero tampoco demasiado delicado, ya que sus dedos se aferraron con fuerza al brazo de ella. Emhyr pudo observar lo que antes le había parecido ver, una "cruz" muy característica.
Ciertamente Emhyr no se acotumbraba a aquellos terminos separativos, que creaban una fina línea entre razas, él aun se sentía demasiado humano, demasiado... Como antes, ¿qué había cambiado, realmente? ¿Sus sentidos? ¿Su percepción de la realidad y el mundo? ¿Qué era más fuerte, más ágil, sus heridas se curaban en segundo? La verdad, antes ya era fuerte y ágil, y las heridad podían ser soportadas como si nada, aunque nuevas ventajas se daban en su nueva naturaleza, y la verdad el cambio que podía ver más preciado era aquel alma retorcida en su interior que de vez en cuando aullaba clamando una libertad ansiada, sobre todo cuando el plenilunio se acerca más y más. Pero, incluso, a Emhyr le extrañaba que aquellos cambios hubiesen encajado tan bien en él, parecía como si aquello hubiese estado hecho o predestinado para padecerlo. La sangre que en su mortalidad antes era aclamada por los inmortales, incluso, no había cambiado en su hipnotica atracción. Se suponía que la licántropía le daría un adverso resultado, donde el olor y el sabor de su piel era repelente perfecto para vampiros, pero todo lo contrario, al parecer había endulzado más el sabor que con él arrastraba desde siempre, así no apagando el vicio extraño y suicida que él poseía al atraer a los demonios a probar de él y deleitarse del delirio del dolor y el placer entremezclados.
-¿Espacio? -Pregunto, algo extrañado. A veces había palabras del francés que no entendía del todo. -De espacio no se si entiendo, pero de "astrología", algo si.
De nuevo el silencio, ahora sus ojos castaños se había vuelto hacia ella serenos, observandola sin reparos de arriba a abajo.
Las gotas de agua seguía circulando entre las formas que dejaban su piel marcada, alguans se perdían despareciendo para siempre en la calidez del tacto, otras buscaban continuar con su raudo camino.
Emhyr se sentó al lado de aquella chica, la pipa se movió en los labios finos y marcados por la leve cicatriz, dejando escapar el humo.
El turco paseo sus dedos por el cabello de ella con la intención de tomar aquel brazo que con cuidado extendió. No fue un gesto bruto, pero tampoco demasiado delicado, ya que sus dedos se aferraron con fuerza al brazo de ella. Emhyr pudo observar lo que antes le había parecido ver, una "cruz" muy característica.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Alzó la vista nada más escuchar la respuesta de su reciente acompañante, sin poder evitar alzar una ceja. Por suerte no podía ver su cara entre tanta oscuridad pero reflejaba asco própiamente dicho. Y esque había le había resultado de lo más repelente. ¿No le acababa de decir que no tenía idea de esos temas? estaba claro que no hacía falta que se lo remarcara de esa manera. Pero como no, era un hombre y tenía que hacerlo. Seguramente tenía que quedar por encima de ella y sentirse más culto y experto en esa chorrada de temario. Infinidad de insultos y maldiciones se le vinieron a la cabeza en ese momento a Brigitte; podía odiar a sus clientes pero a veces no sabía si los hombres que conocía fuera del burdel eran mejores o peores.
Desvió la vista de nuevo a su brazo y rechistó levemente a modo de queja - Ya le dije que no tenía idea sobre esos temas - murmuró y no pudo evitar sorprenderse ligeramente cuando sintió que se aproximaba a ella; tal vez por esa especie de queja lo había enfurecido o algo parecido.
Eso pensó cuando la tomó por el brazo, no bruscamente pero no de la manera más delicada del mundo. De echo nisiquiera le pidió permiso, únicamente la cogió del brazo haciendo así que lo estirara en su dirección. Y cómo no era el brazo en el que tenía su marca de nacimiento. El muy idiota se la quedó mirando fijamente ¿cuántas veces habría visto esa cara mientras la miraban? Claro que habitualmente los hombres con los que estaba solían fijarse en otras cosas de su cuerpo, no en que en el antebrazo tuviera una marca. Si eso se daban cuenta una vez habían acabado de follar; cuando ya estaban descargados entonces si se paraban a mirarla con detenimiento.
Bajó la vista hacia la marca y luego la volvió a dejar en la cara del hombre. Soltó un pequeño bufido o mejor dicho suspiro. No de molestia; solo de aburrimiento - ¿Interesante? - dejó caer el rostro hacia uno de los lados, apoyandose así en el hombro del brazo que tenía estirado en ese momento y apoyando su otra mano sobre la cabeza, acariciandose los cabellos.
Entrecerraba los ojos simultaneamente como aquella que empieza a dejarse dormir más únicamente lo hacía esperando una respuesta por parte del desconocido. A él no tendría que ocultarle lo que realmente era esa marca y con suerte huiria al saber que era algo maldito o a saber que suposiciones se haría. Aunque por el momento le dejaría que la mirara detenidamente; cuanto más se fijara en ella y más se diera cuenta de lo extraña que era más conseguiría ahuyentarlo después.
Desvió la vista de nuevo a su brazo y rechistó levemente a modo de queja - Ya le dije que no tenía idea sobre esos temas - murmuró y no pudo evitar sorprenderse ligeramente cuando sintió que se aproximaba a ella; tal vez por esa especie de queja lo había enfurecido o algo parecido.
Eso pensó cuando la tomó por el brazo, no bruscamente pero no de la manera más delicada del mundo. De echo nisiquiera le pidió permiso, únicamente la cogió del brazo haciendo así que lo estirara en su dirección. Y cómo no era el brazo en el que tenía su marca de nacimiento. El muy idiota se la quedó mirando fijamente ¿cuántas veces habría visto esa cara mientras la miraban? Claro que habitualmente los hombres con los que estaba solían fijarse en otras cosas de su cuerpo, no en que en el antebrazo tuviera una marca. Si eso se daban cuenta una vez habían acabado de follar; cuando ya estaban descargados entonces si se paraban a mirarla con detenimiento.
Bajó la vista hacia la marca y luego la volvió a dejar en la cara del hombre. Soltó un pequeño bufido o mejor dicho suspiro. No de molestia; solo de aburrimiento - ¿Interesante? - dejó caer el rostro hacia uno de los lados, apoyandose así en el hombro del brazo que tenía estirado en ese momento y apoyando su otra mano sobre la cabeza, acariciandose los cabellos.
Entrecerraba los ojos simultaneamente como aquella que empieza a dejarse dormir más únicamente lo hacía esperando una respuesta por parte del desconocido. A él no tendría que ocultarle lo que realmente era esa marca y con suerte huiria al saber que era algo maldito o a saber que suposiciones se haría. Aunque por el momento le dejaría que la mirara detenidamente; cuanto más se fijara en ella y más se diera cuenta de lo extraña que era más conseguiría ahuyentarlo después.
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Re: Una noche más en París {priv}
Emhyr soltó su brazo enseguida en cuanto escucho su queja, el humo se escapaba aun entre los labios. Al parecer había fallado con su intento de apreciar la marca que antes le había parecido vislumbrar, pero ella misma sería quien le plantará con aquella actitud desafiante y confiada la misma marca ante su rostro. Sus ojos pardos tan solo se pasearon de arriba abajo, con el rostro hierático.
Mudo no contesto a lo que le pareció por la voz, un gesto impertinente, y de una chica solitaria que no sabía a que clase de persona se estaba enfrentando. La verdad la experiencia le había enseñado que en el mundo de la calle y la soledad hay que andarse con pies de plomo, y cualquier desconocido no es de fiar, no con ese pensamiento se refería a él mismo, él iba a ser el último en el mundo que se acercará con perversas o extrañas intenciones a ella, pero el recuerdo de cierta calle lejana y una chica en particular le recordó el tipo de situaciones que se pueden crear con “chicas jóvenes” y hombre no muy bien intencionados. Y para no recordarlo, en el final de aquella noche terminó con un navajazo en la zona del hombro y la clavícula.
Distraído por un instante, ignorando lo que parecía la presencia de ella al principio, tomó la pipa de salvia y comenzó a apagar. ¡Por esta noche no se iba a fumar más! No quería terminar en ningún paraíso artificial, ciertamente.
-¿Interesante? Mmm.... -Emhyr limpiaba la pipa y luego la guardaba en su bolsillo. -Lo es, ya que la marca puede que me suene, no sé...
Aquello sonaba un tanto irónico, como si él supiera más de lo que parecía formular con sus palabras. Emhyr rasco su barbilla y con aquel simple gesto dejo ver cierto símbolo que surgía de su antebrazo entre otros mucho, un símbolo que si no estuviese ya escondido y en una piel bien diferente por su tono moreno, se diría que era él mismo que el de la chica, en posición y en tamaño... La diferencia era, que no era una marca de nacimiento, sino una marca creada por las punzadas de sangre y tinta.
Mudo no contesto a lo que le pareció por la voz, un gesto impertinente, y de una chica solitaria que no sabía a que clase de persona se estaba enfrentando. La verdad la experiencia le había enseñado que en el mundo de la calle y la soledad hay que andarse con pies de plomo, y cualquier desconocido no es de fiar, no con ese pensamiento se refería a él mismo, él iba a ser el último en el mundo que se acercará con perversas o extrañas intenciones a ella, pero el recuerdo de cierta calle lejana y una chica en particular le recordó el tipo de situaciones que se pueden crear con “chicas jóvenes” y hombre no muy bien intencionados. Y para no recordarlo, en el final de aquella noche terminó con un navajazo en la zona del hombro y la clavícula.
Distraído por un instante, ignorando lo que parecía la presencia de ella al principio, tomó la pipa de salvia y comenzó a apagar. ¡Por esta noche no se iba a fumar más! No quería terminar en ningún paraíso artificial, ciertamente.
-¿Interesante? Mmm.... -Emhyr limpiaba la pipa y luego la guardaba en su bolsillo. -Lo es, ya que la marca puede que me suene, no sé...
Aquello sonaba un tanto irónico, como si él supiera más de lo que parecía formular con sus palabras. Emhyr rasco su barbilla y con aquel simple gesto dejo ver cierto símbolo que surgía de su antebrazo entre otros mucho, un símbolo que si no estuviese ya escondido y en una piel bien diferente por su tono moreno, se diría que era él mismo que el de la chica, en posición y en tamaño... La diferencia era, que no era una marca de nacimiento, sino una marca creada por las punzadas de sangre y tinta.
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Re: Una noche más en París {priv}
Brigitte no dudó en retornar el brazo a su lugar de origen cuando el contrario soltó su muñeca. Pero lo hizo con calma, con total calma y sin mover ninguna otra parte de su cuerpo. Su cabeza continuaba apoyada sobre el otro antebrazo mientras el recien liberado se dejaba caer sobre la otra pierna que se mantenía doblada de manera horizontal. No abrió los ojos hasta escuchar sus palabras, a pesar de sentirse observada momentos antes por los orbes castaños ajenos, sí, había podido distinguir su color así como sus facciones. No le era dificil ver en la oscuridad, claro que no veía con normalidad como es lógico para una humana pero si tal vez distinguiera más que la media. ¿Costumbre? ¿Poder? No claro, eso no podía llamarse poder. Se lo decía a ella misma más como una broma que otra cosa. Sabía que en realidad solo era una capacidad algo superior a los demás. Pero nada más a parte de eso. Nada que valiera la pena destacar.
Lo miró entonces, interiormente algo curiosa porque no le sorprendiera. Y porque su respuesta fuera que podía conocerla ¿Conocerla? Eso si no le pasaba muy amenudo. Se notaba que ese chico si no era como la media, ver una marca oscura como esa en medio de, precisamente, oscuridad no podía decirse que fuera del todo normal.
Se relamió los labios en un puro gesto de aliviar sus labios resecos y bajó la vista hasta el antebrazo que descansaba boca arriba sobre su otra pierna. Miró esa marca y recordó inevitablemente a su padre. Lo poco que le gustaba que ella le preguntara sobre el porque, el como. Preguntas normales o que por lo menos ella consideraba normales - ¿Y de qué puede que te suene? - preguntó entonces, sin mirarle hasta pasados unos instantes. Cuando sus ojos se cruzaron Brigitte no mostró la menor expresión, ni curiosidad, ni miedo, ni nada que se le asemejara o que no se le asemejara. Simplemente parecía indiferente. - Si me interesara ¿tendría que pagar algún precio por conseguir lo que sabe? - Dejó caer algo más su cabeza, con un gesto que denotaba algo de vaguería por mucho que sus palabras sonaran serias, sus movimientos no lo eran.
¿Qué pensaría? ¿Qué sentiría? ¿Qué se proponía? Probablemente eran cosas que el hombre frente a ella no sabía y, si se lo llegaba a preguntar, tampoco encontraría una respuesta. O no a menos que se la sacara.
Lo miró entonces, interiormente algo curiosa porque no le sorprendiera. Y porque su respuesta fuera que podía conocerla ¿Conocerla? Eso si no le pasaba muy amenudo. Se notaba que ese chico si no era como la media, ver una marca oscura como esa en medio de, precisamente, oscuridad no podía decirse que fuera del todo normal.
Se relamió los labios en un puro gesto de aliviar sus labios resecos y bajó la vista hasta el antebrazo que descansaba boca arriba sobre su otra pierna. Miró esa marca y recordó inevitablemente a su padre. Lo poco que le gustaba que ella le preguntara sobre el porque, el como. Preguntas normales o que por lo menos ella consideraba normales - ¿Y de qué puede que te suene? - preguntó entonces, sin mirarle hasta pasados unos instantes. Cuando sus ojos se cruzaron Brigitte no mostró la menor expresión, ni curiosidad, ni miedo, ni nada que se le asemejara o que no se le asemejara. Simplemente parecía indiferente. - Si me interesara ¿tendría que pagar algún precio por conseguir lo que sabe? - Dejó caer algo más su cabeza, con un gesto que denotaba algo de vaguería por mucho que sus palabras sonaran serias, sus movimientos no lo eran.
¿Qué pensaría? ¿Qué sentiría? ¿Qué se proponía? Probablemente eran cosas que el hombre frente a ella no sabía y, si se lo llegaba a preguntar, tampoco encontraría una respuesta. O no a menos que se la sacara.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
OFF: Perdón por tardar demasiado, no suelo tardar tanto en responder pero he estado ocupado. Lo siento.
A pesar de la oscuridad de la noche el humo exhalado por última vez se podía distinguir en su incesante danza de formas, Emhyr miraba con tranquilidad el agua en aquel largo silencio.
-¿Por qué alguien marcaría su piel con tinta con similar al que tu posees?
Pregunto como si nada, mientras con sus dedos apagaba la pipa y comenzaba a vaciarla. El aroma de las hierbas que contenían seguía viajando en el aire que a ambos le rodeaba, un agradable olor fresco y adulzado.
Emhyr tenía un tatuaje con aquella cruz, ciertamente la cruz no era un símbolo habitual en su cultura, era más de occidente que de oriente, a pesar de que esta estaba presente en religiones que le rodeaban. Sabía su significado, o al menos uno de ello que le habían detallado en su pasado cuando le entregaron una colgante con esa cruz espinada, un colgante que tardía años en perder pero en su memoria decidió marcarse para siempre en su propia piel, esperando de que el significado que cierta mujer le había explicado no perdiera su valor.
Tardo demasiado tiempo en comprender porque ese símbolo le había sido regalado a pesar de que no se identificará con el, pero ¿ella porque tendría aquella marca? Era inusual, a no ser que...
Ella volvió a hablar, él estaba terminando de limpiar la pipa. Al oír su pregunta carraspeó.
Por un instante él se pensó la respuesta, en su día a día por la supervivencia, ofrecer cualquier cosa con gratuidad no era de su línea, aunque aquella noche tenía ninguna intención de meterse en ningún tipo de negocio de intercambios. La tentación por aprovecharse de aquella ocasión, hizo que una mirada de arriba a abajo a la chica volviendo; no para medir sus características y demás detalles, sino su físico, si este le interesante; se asomase, seguido por una sonrisa fugaz y divertida.
-Depende. ¿Qué es lo que puede una joven como tú ofrecerme como pago?
A pesar de la oscuridad de la noche el humo exhalado por última vez se podía distinguir en su incesante danza de formas, Emhyr miraba con tranquilidad el agua en aquel largo silencio.
-¿Por qué alguien marcaría su piel con tinta con similar al que tu posees?
Pregunto como si nada, mientras con sus dedos apagaba la pipa y comenzaba a vaciarla. El aroma de las hierbas que contenían seguía viajando en el aire que a ambos le rodeaba, un agradable olor fresco y adulzado.
Emhyr tenía un tatuaje con aquella cruz, ciertamente la cruz no era un símbolo habitual en su cultura, era más de occidente que de oriente, a pesar de que esta estaba presente en religiones que le rodeaban. Sabía su significado, o al menos uno de ello que le habían detallado en su pasado cuando le entregaron una colgante con esa cruz espinada, un colgante que tardía años en perder pero en su memoria decidió marcarse para siempre en su propia piel, esperando de que el significado que cierta mujer le había explicado no perdiera su valor.
Tardo demasiado tiempo en comprender porque ese símbolo le había sido regalado a pesar de que no se identificará con el, pero ¿ella porque tendría aquella marca? Era inusual, a no ser que...
Ella volvió a hablar, él estaba terminando de limpiar la pipa. Al oír su pregunta carraspeó.
Por un instante él se pensó la respuesta, en su día a día por la supervivencia, ofrecer cualquier cosa con gratuidad no era de su línea, aunque aquella noche tenía ninguna intención de meterse en ningún tipo de negocio de intercambios. La tentación por aprovecharse de aquella ocasión, hizo que una mirada de arriba a abajo a la chica volviendo; no para medir sus características y demás detalles, sino su físico, si este le interesante; se asomase, seguido por una sonrisa fugaz y divertida.
-Depende. ¿Qué es lo que puede una joven como tú ofrecerme como pago?
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Re: Una noche más en París {priv}
Brigitte no entendió demasiado la pregunta que formuló el contrario pero tampoco hizo mucho énfasis por comprenderla. Lo que le importaba era que aquella marca le sonaba, aunque no le hubiese dicho de que ni alguna pista de cómo poder adinarlo. Tal y como pensó, su ofrecimiento no pasó desapercibido por el extraño ¿Cómo iba a hacerlo? No era diferente de los demás y, en realidad, no tenía nada que ver con que fuese un hombre. Era simplemente la naturaleza humana que hacía pensar de esa manera. Que precisamente nos daba la libertad suficiente como para elegir entre el bien y el mal. O muchos el mal que consideraban su propio bien. En cualquier caso, su atención debía ponerlo ahora más en él y menos en sus pensamientos, o de lo contrario, no llegaría a adivinar que estaría pensando sobre ella. Algo importante, siempre, le gustaba saberlo. Ya se había vuelto en una costumbre.
Lo miró "repasarla" de arriba a abajo. Y le siguió la mirada para que por lo menos notara que sabía lo que estaba haciendo. Y que tampoco le importaba, dada su profesión, estaba muy bien acostumbrada a las miradas ajenas. A pasar completamente de ellas. Todavía recordaba las sensaciones al principio de que te miraran con aquellos ojos, depredadores. Era la palabra que solía venirle a la mente, cuando un hombre la "fichaba".
Ella le miró, de igual modo. Tal vez desafiandole indirectamente pero entonces dejó entreveer una sutil sonrisa en su rostro. Estiró sus piernas como si de una muñeca se tratara y sus brazos se fueron hacia arriba, también con la intención de estirarlos. Al ladear la cabeza, su cuello crujió ligeramente. La señal de que estaba descansada, como ocurría siempre. Seguidamente abrió los ojos tras mantenerlos cerrados unos instantes y lo miró, sin quitar todavía esa extraña sonrisilla. Sonrisa que se le había echo al pensar en como responderle. - Pues..no sé..todo depende de lo que tu quieras ¿no crees? - preguntó y echó hacia uno de sus lados todo el cabello, dejandolo apoyado sobre su hombro derecho. Aprovechando también para "jugar" con algunos de sus mechones. Un modo más de entretenerse y demostrar que él no la intimidaba en lo más mínimo.
- Entonces dime ¿Qué crees que soy capaz de ofrecerte? Y, lo más imortante, ¿Qué es lo que quieres? - volvió a mirarle, haciendo desaparecer la sonrisa pero no apartandose de la trayectoria que los ojos ajenos hacían. En ningún momento. Sí algo sabía, era mirar fijamente a otros, por el tiempo que considerara oportuno.
Lo miró "repasarla" de arriba a abajo. Y le siguió la mirada para que por lo menos notara que sabía lo que estaba haciendo. Y que tampoco le importaba, dada su profesión, estaba muy bien acostumbrada a las miradas ajenas. A pasar completamente de ellas. Todavía recordaba las sensaciones al principio de que te miraran con aquellos ojos, depredadores. Era la palabra que solía venirle a la mente, cuando un hombre la "fichaba".
Ella le miró, de igual modo. Tal vez desafiandole indirectamente pero entonces dejó entreveer una sutil sonrisa en su rostro. Estiró sus piernas como si de una muñeca se tratara y sus brazos se fueron hacia arriba, también con la intención de estirarlos. Al ladear la cabeza, su cuello crujió ligeramente. La señal de que estaba descansada, como ocurría siempre. Seguidamente abrió los ojos tras mantenerlos cerrados unos instantes y lo miró, sin quitar todavía esa extraña sonrisilla. Sonrisa que se le había echo al pensar en como responderle. - Pues..no sé..todo depende de lo que tu quieras ¿no crees? - preguntó y echó hacia uno de sus lados todo el cabello, dejandolo apoyado sobre su hombro derecho. Aprovechando también para "jugar" con algunos de sus mechones. Un modo más de entretenerse y demostrar que él no la intimidaba en lo más mínimo.
- Entonces dime ¿Qué crees que soy capaz de ofrecerte? Y, lo más imortante, ¿Qué es lo que quieres? - volvió a mirarle, haciendo desaparecer la sonrisa pero no apartandose de la trayectoria que los ojos ajenos hacían. En ningún momento. Sí algo sabía, era mirar fijamente a otros, por el tiempo que considerara oportuno.
No te preocupes, yo antes también tardé lo mío ^^
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Re: Una noche más en París {priv}
En cuanto él la ojeo de nuevo intentando no llevar su mente a donde solía llevar su mente en cuanto una chica con aquellas hermosas facciones se le ponía por delante. Sus ojos examinadores de repente coincidieron con los de ella que parecían seguirlos e imitar su mismo gesto de examen. Una risa ligera salió de entre sus labios al comprobar que aparentemente ella no le temía, ya que se mostraba en todo momento desafiante.
Emhyr guardo en su bolsillo la pipa, al cual seco con el mismo pantalón. Por un instante miro sus propios pies descalzos los cuales movieron sus dedos como estirándolos. Parecía que estaba pensándose “qué podría proporcionarle” aquella chica, que estuviese realmente al alcance de ella.
El silencio continuaba permanente en aquel lago oscuro y fresco, ya que en noches veraniegas como aquellas el calor hacía que las gentes salieran de sus hogares en buscar de aliviarse de la temperatura, pero al parecer en aquel lugar lo que más predominaba era el aire templado y aliviante.
-Sé lo que podrías ofrecerme, cualquier mujer podría, pero... No creo que puedas darme lo que yo “realmente” necesito, ciertamente...
Mientras decía aquello de nuevo sus ojos castaños se encontraron con los de ella, no había broma como en anterioridad, parecía más serio, incluso su voz destacable por aquel hermoso acento extranjero, ronroneante, indicaba aquella actitud.
Rascándose la barbilla, Emhyr se dejo caer sobre la hierba quedando tumbado, ahora contemplaba el cielo despejado y oscuro de la nocturna.
-Mmmm... Sé me ocurre algo sencillo. -La seriedad continuaba en su voz y actitud, pero en su interior estaba a punto de estallar en carcajadas por su ocurrencia. -Dejame ver la cruz que tienes en tu piel, te dejaré ver la que yo poseo, que extrañamente es demasiado similar, a cambio. Además de que responderé a las preguntas que deseas formular, como mejor pueda y teniendo en cuenta a lo que llegue mi entendimiento, a cambio de que me muestres alguna parte de tu cuerpo que no este tapada por tela alguna, y pueda rozarla con mis dedos.
“A saber con que se las ingeniará” Pensó intentando aguantar una sonrisa.
Aquello era más un divertimento que la búsqueda de algo lascivo en la muchacha. Quería ver que se le ocurriría a ella o que pensaría. De todas maneras se lo había puesto demasiado fácil, pero Emhyr la verdad deseaba ver aquella cruz en la piel de ella rozarla y comprarla con la que él poseía para asegurarse de algo.
Emhyr guardo en su bolsillo la pipa, al cual seco con el mismo pantalón. Por un instante miro sus propios pies descalzos los cuales movieron sus dedos como estirándolos. Parecía que estaba pensándose “qué podría proporcionarle” aquella chica, que estuviese realmente al alcance de ella.
El silencio continuaba permanente en aquel lago oscuro y fresco, ya que en noches veraniegas como aquellas el calor hacía que las gentes salieran de sus hogares en buscar de aliviarse de la temperatura, pero al parecer en aquel lugar lo que más predominaba era el aire templado y aliviante.
-Sé lo que podrías ofrecerme, cualquier mujer podría, pero... No creo que puedas darme lo que yo “realmente” necesito, ciertamente...
Mientras decía aquello de nuevo sus ojos castaños se encontraron con los de ella, no había broma como en anterioridad, parecía más serio, incluso su voz destacable por aquel hermoso acento extranjero, ronroneante, indicaba aquella actitud.
Rascándose la barbilla, Emhyr se dejo caer sobre la hierba quedando tumbado, ahora contemplaba el cielo despejado y oscuro de la nocturna.
-Mmmm... Sé me ocurre algo sencillo. -La seriedad continuaba en su voz y actitud, pero en su interior estaba a punto de estallar en carcajadas por su ocurrencia. -Dejame ver la cruz que tienes en tu piel, te dejaré ver la que yo poseo, que extrañamente es demasiado similar, a cambio. Además de que responderé a las preguntas que deseas formular, como mejor pueda y teniendo en cuenta a lo que llegue mi entendimiento, a cambio de que me muestres alguna parte de tu cuerpo que no este tapada por tela alguna, y pueda rozarla con mis dedos.
“A saber con que se las ingeniará” Pensó intentando aguantar una sonrisa.
Aquello era más un divertimento que la búsqueda de algo lascivo en la muchacha. Quería ver que se le ocurriría a ella o que pensaría. De todas maneras se lo había puesto demasiado fácil, pero Emhyr la verdad deseaba ver aquella cruz en la piel de ella rozarla y comprarla con la que él poseía para asegurarse de algo.
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Re: Una noche más en París {priv}
Las primeras palabras en respuesta cabe decir que no le sorprendieron en absoluto. Seguro que por la apariencia que daba ya se había imaginado en qué se dedicaba y aunque fuese con un vestido de los más caros seguía siendo una mujer, seguía teniendo ese agujero en el que todos los hombres querían meter lo que ellos tenían. Ese eso no cambiaba fueses de la clase que fueses por lo que a cambio le podría haber dado lo mismo aun teniendo todo el dinero del mundo. Bueno, vale, si tuviera todo el dinero del mundo más bien habría intentado sobornarle con una pequeña cantidad antes de acudir a eso, a no ser, que se le hubiese metido entre ceja y ceja y no hubiera manera de hacerle cambiar de opinión. Cosa que no le sorprendería y a la que habría contestado "para eso vete con una furcia". Pobres de ellas, pensó. Todo el mundo les envia a los hombres como si no fueran personas. Como si no fueran simples mujeres.
Suspiró, algo agobiada por ese pensamiento y quitandoselo de la cabeza enseguida. No tenía sentido que se pusiera así delante de él. No le gustaba pues simplemente tenía que aceptarlo y punto. No había otra opción posible. Tenía algo para llevarse a la boca, un techo, ropa. Solo había algunos pros pero había que aceptarlos. Si no la hubiese cogido la madame probablemente habría acabado mucho peor o incluso muerta.
Lo miró, de nuevo, apoyando una mano sobre su cabeza con suavidad pero sin poner sobre ella todo el peso de la cabeza. Entrecerró los ojos durante un momento. Ya se esperaba lo siguiente que iba a pedirle. Los cerró y preparó sus oidos y su boca para un "si, claro" sin ironias. O tal vez, un juego de seducción que empezaría él mismo. Sin embargo, no escuchó nada. No vino ningún reclamo por su cuerpo ni ningúna caricia. Que también se temió y por eso había cerrado los ojos, para no verle acercarse tan descaradamente. Por el contrario, solo escuchó un ruido que no le sonó familiar a nada de lo que su cabeza se imaginaba. Los abrió y entonces le vió tumbado.
"Enseñame tu marca" fue lo que dijo, en resumidas cuentas de todo lo que le soltó. Era lo único que le pedía, que se la enseñara ¿Por qué? Se preguntó, recordando que antes ya la había visto sin su permiso ¿No la habría visto bien? ¿Qué querría conseguir con ello? Parpadeó, rascandose ligeramente el trozo de cabeza que tenía tocando con las yemas de los dedos, de manera suave. - Si es lo que quieres.. - no sabía que responder, sinceramente, se había quedado algo en shock. Se movió, colocando su cuerpo en cuatro patas y gateando hasta dónde estaba él. Dado que se había tumbado no le resultó dificil pasar por encima suyo hasta quedar de manera algo encajada. Con una mano a cada lado de su rostro. El cabello se le deslizó por los hombros, cayendo en el pecho ajeno, la espalda al tenerla tan ancha ella tuvo que acomodarse algo mejor hasta poder sentarse. Alargó su brazo marcado y se lo puso encima de los ojos. - ¿Así? - preguntó, bajando la vista para mirarle, sin especial interés pero tampoco del todo desinteresada.
Suspiró, algo agobiada por ese pensamiento y quitandoselo de la cabeza enseguida. No tenía sentido que se pusiera así delante de él. No le gustaba pues simplemente tenía que aceptarlo y punto. No había otra opción posible. Tenía algo para llevarse a la boca, un techo, ropa. Solo había algunos pros pero había que aceptarlos. Si no la hubiese cogido la madame probablemente habría acabado mucho peor o incluso muerta.
Lo miró, de nuevo, apoyando una mano sobre su cabeza con suavidad pero sin poner sobre ella todo el peso de la cabeza. Entrecerró los ojos durante un momento. Ya se esperaba lo siguiente que iba a pedirle. Los cerró y preparó sus oidos y su boca para un "si, claro" sin ironias. O tal vez, un juego de seducción que empezaría él mismo. Sin embargo, no escuchó nada. No vino ningún reclamo por su cuerpo ni ningúna caricia. Que también se temió y por eso había cerrado los ojos, para no verle acercarse tan descaradamente. Por el contrario, solo escuchó un ruido que no le sonó familiar a nada de lo que su cabeza se imaginaba. Los abrió y entonces le vió tumbado.
"Enseñame tu marca" fue lo que dijo, en resumidas cuentas de todo lo que le soltó. Era lo único que le pedía, que se la enseñara ¿Por qué? Se preguntó, recordando que antes ya la había visto sin su permiso ¿No la habría visto bien? ¿Qué querría conseguir con ello? Parpadeó, rascandose ligeramente el trozo de cabeza que tenía tocando con las yemas de los dedos, de manera suave. - Si es lo que quieres.. - no sabía que responder, sinceramente, se había quedado algo en shock. Se movió, colocando su cuerpo en cuatro patas y gateando hasta dónde estaba él. Dado que se había tumbado no le resultó dificil pasar por encima suyo hasta quedar de manera algo encajada. Con una mano a cada lado de su rostro. El cabello se le deslizó por los hombros, cayendo en el pecho ajeno, la espalda al tenerla tan ancha ella tuvo que acomodarse algo mejor hasta poder sentarse. Alargó su brazo marcado y se lo puso encima de los ojos. - ¿Así? - preguntó, bajando la vista para mirarle, sin especial interés pero tampoco del todo desinteresada.
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Re: Una noche más en París {priv}
Sobre la hierba espero alguna respuesta mientras contemplaba el cielo estrellado. Su cuerpo estaba relajado, sus pensamientos intenaban recordar con claridad aquello que había visto en el brazo de aquella chica, sabía aquellos detalles ya que él poseía idénticos en su tatuaje, pero debía de verlo de nuevo, ya que no se creía que fuesen iguales, debían de tener alguna diferencia.
El silencio producido le hizo pensar en que a ella le había sorprendido su respuesta. No sabía que esperaba de él, el que le pediría... Bueno si, sabía perfectamente que ella seguro estaba acostumbrada a otro tipo de tratos con respecto a los hombres y la verdad Emhyr era bastante mujeriego, pero ante todo era indefenso ya que él no iba a romper las barreras del atrevimiento a no ser que ella le diera una señal para que lo hiciese, y en el caso que lo hiciese sería algo demasiado indefenso... Cuando con una mujer yacía ciertamente le gustaba dejarle el mismo buen recuerdo que ella podía dejarle en experiencia física, a pesar de que tal vez sus palabras corteses o halagos estuviesen vacíos de alguna intención romántica o compromiso... A pesar de que al amanecer abandonase su calor...
Era una extraña costumbre habitual en muchos hombres, pero en el caso del turco sus motivos eran muy diferentes. “Evitar el apego” a nadie, era su regla para sobrevivir.
Sentir su movimientos a su lado, el caer aquella cascada de cabellos cercano a su cuerpo, no hizo que sus ojos dejaran de observar el firmamento nocturno; el castaño de sus ojos solo se movieron en cuanto ella dispuso la marca frente a su rostro. Ella olía bastante bien.
Unos segundos pasaron antes de que él hiciese algo.
Una de sus manos tomo aquel brazo para evitar el movimiento, el tatuado se pego junto al de ella, así aproximándose ambos símbolos. Aquella posición al estar tumbado era compleja, pero Emhyr parecía estar demasiado cómodo para moverse de su sitio.
-Quieta un momento.
Sus ojos se entrecerraron muy atentos, a pesar de la oscuridad parecía que a estos no le importaba a la hora de poder apreciar cada detalle de la marca. Su condiciónd e licántropo le aventajaba en ello.
El mismo símbolo... Un tamaño igual... Cada detalle exacto... Cada espina colocada en el mismo lugar... No había duda eran lo mismo, pero con una diferencia que el de Emhyr había sido creado por la mano humano, había sido inyectado con tinta en su piel que el de ella era...
-¡Es una marca de nacimiento! -Dijo para sí como sorprendido. -¿Me equivoco?
Emhyr soltó su brazo y a cambio dejo el suyo extendido para que ella pudiese ver la misma cruz pero tatuada y rodeada de letras y frases en otro idioma, frases que decían lo mismo una y otra vez en diferentes idiomas.
-Aviso, no me he olvidado de la otra parte del trato... La de... -Puso la voz mucho más grave que la suya propia. -“me muestres alguna parte de tu cuerpo que no este tapada por tela alguna, y pueda rozarla con mis dedos. “ -Al decir eso la seriedad de su rostro efímeramente había desaparecido, pero en cuanto volvió a usar su tono de voz habitual esta también volvió a pesar de la broma final. -Creo que es la mejor parte del trato, no deseo perdermela.
Si aquella broma fue un tanto disimulo ya que en la mente de Emhyr surgían cuestiones. La última vez que vio esa cruz fue plasmada en una pieza de plata que una mujer muy importante en su vida le entrego, su misma madre, y con esta misma unas palabras “Que esta te proteja de tu misma sangre”. Por ello Emhyr se aseguro de marcar el símbolo en su piel.
La pieza de plata se perdió en el tiempo, así con el tiempo Emhyr comprendería aquellas palabras en cuanto conoció a Dimitri, el vampiro.
El silencio producido le hizo pensar en que a ella le había sorprendido su respuesta. No sabía que esperaba de él, el que le pediría... Bueno si, sabía perfectamente que ella seguro estaba acostumbrada a otro tipo de tratos con respecto a los hombres y la verdad Emhyr era bastante mujeriego, pero ante todo era indefenso ya que él no iba a romper las barreras del atrevimiento a no ser que ella le diera una señal para que lo hiciese, y en el caso que lo hiciese sería algo demasiado indefenso... Cuando con una mujer yacía ciertamente le gustaba dejarle el mismo buen recuerdo que ella podía dejarle en experiencia física, a pesar de que tal vez sus palabras corteses o halagos estuviesen vacíos de alguna intención romántica o compromiso... A pesar de que al amanecer abandonase su calor...
Era una extraña costumbre habitual en muchos hombres, pero en el caso del turco sus motivos eran muy diferentes. “Evitar el apego” a nadie, era su regla para sobrevivir.
Sentir su movimientos a su lado, el caer aquella cascada de cabellos cercano a su cuerpo, no hizo que sus ojos dejaran de observar el firmamento nocturno; el castaño de sus ojos solo se movieron en cuanto ella dispuso la marca frente a su rostro. Ella olía bastante bien.
Unos segundos pasaron antes de que él hiciese algo.
Una de sus manos tomo aquel brazo para evitar el movimiento, el tatuado se pego junto al de ella, así aproximándose ambos símbolos. Aquella posición al estar tumbado era compleja, pero Emhyr parecía estar demasiado cómodo para moverse de su sitio.
-Quieta un momento.
Sus ojos se entrecerraron muy atentos, a pesar de la oscuridad parecía que a estos no le importaba a la hora de poder apreciar cada detalle de la marca. Su condiciónd e licántropo le aventajaba en ello.
El mismo símbolo... Un tamaño igual... Cada detalle exacto... Cada espina colocada en el mismo lugar... No había duda eran lo mismo, pero con una diferencia que el de Emhyr había sido creado por la mano humano, había sido inyectado con tinta en su piel que el de ella era...
-¡Es una marca de nacimiento! -Dijo para sí como sorprendido. -¿Me equivoco?
Emhyr soltó su brazo y a cambio dejo el suyo extendido para que ella pudiese ver la misma cruz pero tatuada y rodeada de letras y frases en otro idioma, frases que decían lo mismo una y otra vez en diferentes idiomas.
-Aviso, no me he olvidado de la otra parte del trato... La de... -Puso la voz mucho más grave que la suya propia. -“me muestres alguna parte de tu cuerpo que no este tapada por tela alguna, y pueda rozarla con mis dedos. “ -Al decir eso la seriedad de su rostro efímeramente había desaparecido, pero en cuanto volvió a usar su tono de voz habitual esta también volvió a pesar de la broma final. -Creo que es la mejor parte del trato, no deseo perdermela.
Si aquella broma fue un tanto disimulo ya que en la mente de Emhyr surgían cuestiones. La última vez que vio esa cruz fue plasmada en una pieza de plata que una mujer muy importante en su vida le entrego, su misma madre, y con esta misma unas palabras “Que esta te proteja de tu misma sangre”. Por ello Emhyr se aseguro de marcar el símbolo en su piel.
La pieza de plata se perdió en el tiempo, así con el tiempo Emhyr comprendería aquellas palabras en cuanto conoció a Dimitri, el vampiro.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Brigitte se quedó poco más que sorprendida al ver la marca que se extendía por el antebrazo ajeno. ¡Era igual! Eso debía admitir que la impresionó y mucho. Hasta el momento, no había encontrado nunca a nadie que la compartiera o siquiera le dijese que le sonaba. Que se lo dijese enserio. Porque si, muchos que se la veían decían esas palabras típicas para quedar bien y luego venía el trato para que se lo dijera, exactamente como había echo ese chico. La diferencia esque ellos luego simplemente acababan admitiendo que nada más lo habían dicho que broma. Y como eran sus clientes no tenía porque quejarse o hacer algo semejantes, después de todo, la habían comprado por ese periodo de horas y así debía ser.
Pero no, ese hombre no era como ellos porque si le había dicho algo útil. O sino útil -porque realmente no le servía de mucho- que solventara parte de curiosidad. Que le hiciera saber que no era la única. Eso pensaba hasta que escuchó que lo sorprendido que estaba porque fuese de nacimiento entonces y tras ver claramente los nombres que rodeaban la cruz ajena sabía que la suya no lo había sido. Maldijo para su interior, seguía siendo la única que conociera con esa marca nativa. Pero aún así, tal vez podría decirle algo sobre lo que significaba o el porque la había elegido entre las muchas cosas que podría haber para tatuarse. Eso de marcar tu cuerpo con tinta no era algo a lo que Brigitte estuviese acostumbrada, después de todo, tenía suficiente con haber estado marcada sin su propio permiso en su nacimiento.
A pesar de su pequeña decepción siguió admirando su brazo y desvió la atención al escuchar esa voz grabe distinta de la que había oido. Se atrevió a pensar que estaba bromeando con esa proposición aunque dudaba que no fuese enserio, en todo caso, no iba enserio el tono con el que la pronunciaba. La había puesto algo contenta por lo que le mostró una sonrisa sincera. La primera en todo el rato que habían pasado juntos y solo por haberle sido sincero realmente. Aunque no fuese muy dada a las sonrisas, si no intentaban ultrajarla o la despreciaban no dejaba de ser amable y jovial. Algunas veces pecaba de extraña. O también de insolente por ser capaz de mirar a sus contrarios a los ojos. Pero pocas veces había maldad en sus acciones por no decir nunca, claro que, para todo había una primera vez en la vida.
- Ya, ya.. y está bien, puedes tocar todo lo que quieras. Solo por haberme mostrado tu marca voy a dejarte - habló sin mirarle, volviendo a mirar su marca. Ya que tenía el brazo caido ella misma lo agarró con sus dos manos y lo llevó hasta pegarlo bastante a su rostro. Cera de este proyectaba la luz de la luna y pudo verlo desdeluego mucho mejor. Lo retorció ligeramente, siguiendo las letras y marcas que rodeaban. Casi olvidó que aquello que sujetaba era la parte de un humano y de no ser porque no tenía tanta fuerza podía haberle retorcido el brazo, sin querer, claro..
- Es increible, igual - puso su antebrazo junto al de él para volverlo a comparar y se mordió el labio para después lamerse ambos al notarlos secos. Solo por unos segundos desvió la mirada a ver el rostro del hombre, volviendo luego a su marca. Posiblemente, este no estaría acostumbrado a que se fijaran más en el brazo que en su cara pero, como ya he dicho, para todo hay siempre una primera vez en la vida.
Pero no, ese hombre no era como ellos porque si le había dicho algo útil. O sino útil -porque realmente no le servía de mucho- que solventara parte de curiosidad. Que le hiciera saber que no era la única. Eso pensaba hasta que escuchó que lo sorprendido que estaba porque fuese de nacimiento entonces y tras ver claramente los nombres que rodeaban la cruz ajena sabía que la suya no lo había sido. Maldijo para su interior, seguía siendo la única que conociera con esa marca nativa. Pero aún así, tal vez podría decirle algo sobre lo que significaba o el porque la había elegido entre las muchas cosas que podría haber para tatuarse. Eso de marcar tu cuerpo con tinta no era algo a lo que Brigitte estuviese acostumbrada, después de todo, tenía suficiente con haber estado marcada sin su propio permiso en su nacimiento.
A pesar de su pequeña decepción siguió admirando su brazo y desvió la atención al escuchar esa voz grabe distinta de la que había oido. Se atrevió a pensar que estaba bromeando con esa proposición aunque dudaba que no fuese enserio, en todo caso, no iba enserio el tono con el que la pronunciaba. La había puesto algo contenta por lo que le mostró una sonrisa sincera. La primera en todo el rato que habían pasado juntos y solo por haberle sido sincero realmente. Aunque no fuese muy dada a las sonrisas, si no intentaban ultrajarla o la despreciaban no dejaba de ser amable y jovial. Algunas veces pecaba de extraña. O también de insolente por ser capaz de mirar a sus contrarios a los ojos. Pero pocas veces había maldad en sus acciones por no decir nunca, claro que, para todo había una primera vez en la vida.
- Ya, ya.. y está bien, puedes tocar todo lo que quieras. Solo por haberme mostrado tu marca voy a dejarte - habló sin mirarle, volviendo a mirar su marca. Ya que tenía el brazo caido ella misma lo agarró con sus dos manos y lo llevó hasta pegarlo bastante a su rostro. Cera de este proyectaba la luz de la luna y pudo verlo desdeluego mucho mejor. Lo retorció ligeramente, siguiendo las letras y marcas que rodeaban. Casi olvidó que aquello que sujetaba era la parte de un humano y de no ser porque no tenía tanta fuerza podía haberle retorcido el brazo, sin querer, claro..
- Es increible, igual - puso su antebrazo junto al de él para volverlo a comparar y se mordió el labio para después lamerse ambos al notarlos secos. Solo por unos segundos desvió la mirada a ver el rostro del hombre, volviendo luego a su marca. Posiblemente, este no estaría acostumbrado a que se fijaran más en el brazo que en su cara pero, como ya he dicho, para todo hay siempre una primera vez en la vida.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Su cuerpo estaba relajado en aquella postura, a pesar de la incomodidad leve creada a causa de que ella le agarraba el brazo llevandolo a una postura compleja y algo forzada. Él no se quejo, tan solo en silencio observaba su examen y sonreía al ver como aquel rostro antes indiferente y esquivo se volvía curioso y más relajado. A pesar de que ella se había mostrado algo arisca y a él le había parecido insolente; era normal él era un desconocido, sabía que al fin y al cabo delante de él tenía una chica mucho más joven que él, y ciertamente debía de tener las mismas cosas que cualquier muchacha de su edad, en el gesto curioso y descuidado ante su respuesta sobre el “tocar” le hizo ver aquello, además de la inconsciencia de haberle dado ese permiso. Eso le confirmo del todo si profesión.
-No sabes lo que acabas de hacer dándome tú permiso. -Emhyr se incorporó un poco quedando tumbado de lado, así buscando una postura más cómoda. Su brazo aun continuaba entre las manos de ella. -Has pedido muy poco a cambio del permiso que me concedes.
La sonrisa de sus labios quedo suavizada dejando atrás aquel toque divertido. Poco a poco fue rompiendo el contacto de las manos de ella de su brazo tatuado, retirándosela.
Por un instante sus ojos castaños se clavaron en los de ella en un gesto indescifrable, Emhyr solía ser una persona impredecible, incluso por mucho que intentaras averiguar sus pensamientos por sus gestos y palabras, su interior era casi impenetrable.
-Si, son iguales... Como tu has dicho. “Increíblemente” iguales. -Pauso. -Pero con tan solo una diferencia. Tu has nacido con esa marca, yo me la marque con tinta siguiendo un modelo. Un colgante que hace ya años perdí...
Desviándo su mirada de nuevo al antebrazo de ella los pensamientos de Emhyr comenzaron a crear pequeñas hipótesis. Si aquella cruz le había sido entregada por su madre para ser usada por un motivo que luego comprendió en las tierras del sur de España y que vio confirmada en la misma ciudad que se hallaba, si lo que había poseído fue un mero amuleto que tenía la misma utilidad que llevarlo tatuado, si estaba destinado a portar ese símbolo a causa de su sangre, ¿por qué él no había nacido con aquello? ¿Y ella si?
Meditando recordó algo que cierto vampiro le había dicho... “Su sangre no tenía la misma potencia que la de su madre”, tal vez eso tuviese que ver. Sabía que Dimitri no le había buscado a él, sino que su único objetivo había sido su madre, así que aquello era un círculo cerrado.
Aun mudo suspiró profundamente ya que el hecho de que ella llevase esa cruz de nacimiento, de la cual conocía dos utilidades nada más, significaba solo una cosa para él: Una sacrificio para proporcionarle esa cruz al nacer, que su estirpe arrastraba una cuenta pendiente con algún ser “sobrenatural” y que aun no se había cerrado, como en su caso.
Si él le hablaba de lo que era esa cruz, ella simplemente no le creería.
-¿En qué piensas? -Dijo tan solo, intentando romper el largo silencio. Esperaba alguna pregunta.
Ciertamente él no debía de preocuparse por aquel tipo de coincidencias, tampoco pensar demasiado en aquella conjeturas que se le venían a la cabeza. Más debería aprovechar lo que ella le había ofrecido a cambio que estar pensando en otras cosas. Incluso podía acostarse con ella como si nada usando el intercambio de preguntar y luego marcharse sin preocupaciones.
-No sabes lo que acabas de hacer dándome tú permiso. -Emhyr se incorporó un poco quedando tumbado de lado, así buscando una postura más cómoda. Su brazo aun continuaba entre las manos de ella. -Has pedido muy poco a cambio del permiso que me concedes.
La sonrisa de sus labios quedo suavizada dejando atrás aquel toque divertido. Poco a poco fue rompiendo el contacto de las manos de ella de su brazo tatuado, retirándosela.
Por un instante sus ojos castaños se clavaron en los de ella en un gesto indescifrable, Emhyr solía ser una persona impredecible, incluso por mucho que intentaras averiguar sus pensamientos por sus gestos y palabras, su interior era casi impenetrable.
-Si, son iguales... Como tu has dicho. “Increíblemente” iguales. -Pauso. -Pero con tan solo una diferencia. Tu has nacido con esa marca, yo me la marque con tinta siguiendo un modelo. Un colgante que hace ya años perdí...
Desviándo su mirada de nuevo al antebrazo de ella los pensamientos de Emhyr comenzaron a crear pequeñas hipótesis. Si aquella cruz le había sido entregada por su madre para ser usada por un motivo que luego comprendió en las tierras del sur de España y que vio confirmada en la misma ciudad que se hallaba, si lo que había poseído fue un mero amuleto que tenía la misma utilidad que llevarlo tatuado, si estaba destinado a portar ese símbolo a causa de su sangre, ¿por qué él no había nacido con aquello? ¿Y ella si?
Meditando recordó algo que cierto vampiro le había dicho... “Su sangre no tenía la misma potencia que la de su madre”, tal vez eso tuviese que ver. Sabía que Dimitri no le había buscado a él, sino que su único objetivo había sido su madre, así que aquello era un círculo cerrado.
Aun mudo suspiró profundamente ya que el hecho de que ella llevase esa cruz de nacimiento, de la cual conocía dos utilidades nada más, significaba solo una cosa para él: Una sacrificio para proporcionarle esa cruz al nacer, que su estirpe arrastraba una cuenta pendiente con algún ser “sobrenatural” y que aun no se había cerrado, como en su caso.
Si él le hablaba de lo que era esa cruz, ella simplemente no le creería.
-¿En qué piensas? -Dijo tan solo, intentando romper el largo silencio. Esperaba alguna pregunta.
Ciertamente él no debía de preocuparse por aquel tipo de coincidencias, tampoco pensar demasiado en aquella conjeturas que se le venían a la cabeza. Más debería aprovechar lo que ella le había ofrecido a cambio que estar pensando en otras cosas. Incluso podía acostarse con ella como si nada usando el intercambio de preguntar y luego marcharse sin preocupaciones.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Brigitte hizo prácticamente caso omiso de las palabras ajenas pues todavía seguia bastante absorta, aún así, lo siguiente que la incumbía de un modo menos sexual ya si le prestó atención. Y tenía razón. La suya era de nacimiento pero la de él era tatuada. Visto desde otros ojos probablemente podría ser lo suficientemente apetecible como para querer tenerla tatuada por voluntad propia, sin embargo, ella llevaba tanto tiempo con ella, de manera obligatoria, que no la encontraba nada atractiva. Más bien una carga. Aunque a momentos que decidía observarla tampoco le veía lo malo, en todo caso, las dudas era lo que más le molestaban. No podía ser normal una marca como esa y menos de nacimiento.
Solo soltó un suspiro como respuesta de sus palabras - Así que un colgante.. - susurró más para si misma que para el otro, mirandole. Empezaba a irse un poco en sus pensamientos así que ella hizo lo mismo. Lo pensó. No era extraño que también hubiese colgantes con ese simbolos. Cadenas. Pero lo más extraño era que ella no los había visto nunca ¡Claro! Era imposible que se imaginara lo que podría haber o si alguien la conocía..más cuando nadie había demostrado el más mínimo interes por eso. En todo caso, manifestaban el miedo que les producía. Ver una expresión como esa en los ojos ajenos se había vuelto algo común. Y a pesar de todo ella nunca habia demostrado el más mínimo pudor en ir habitualmente sin cubrir esa parte de su cuerpo. Todo lo contrario. Por su profesión solía ir prácticamente medio desnuda en el burdel y fuera, como en ese momento. Con una camisa de tirantes y a penas unos pantalones cortos que dejaban todas sus piernas totalmente libres.
En cuanto volvió a oirle a hablar entrecerró sus ojos y dejó caer su cuerpo al lado del hombre. Como si de una muñeca se tratara, de manera muerta. A veces dejar algunas partes del cuerpo asi le servía para..algunas cosas. Cosas que mejor sería no mencionar ni pensar en ese momento y por eso mismo las dejó volar en sus pensamientos. ¿Qué en qué pensaba? Vaya pregunta. Común pero a la vez muy poco frecuente para ella. No. A ella no solían peguntarle que estaba pensando.
Volteó su cuerpo de medio lado y ni se preocupó en que tuviese una de sus piernas sobre las de él, casi como si las entrelazaran pero no lo suficientemente pegados como para eso - En qué pienso.. - repitió junto a un profundo suspiro, abriendo los ojos después de un rato. Volvía a verse todo oscuro ya que al cerrarlos había perdido el que se hubiesen acostumbrado momentos antes. No es como si fuera un felino para ver aun sin luz. Y el contrario realmente parecía que podía verlo todo absolutamente bien. Al destacar su marca se lo había demostrado. Era negra y estaba oscuro. La gente no solía verla ni aún a plena luz del día. Era bien extraño en definitiva...
- En que eres la primera persona que me dice algo de mi marca - respondió, sinceramente y mirandole ahora fijamente a los ojos con su cabeza apoyada sobre el cesped brotado del suelo. Cesped que se notaba debidamente cuidado y segado además de fresco. Regado. Lo que le aliviaba el calor que le profujese el viento no tan fresco del ambiente, más bien calentito. También provocaba que se mojara, imperceptible para otros pero no para ella misma - ¿Por qué te la hiciste? ¿Qué significa? No sé nada sobre ella - volvió a suspirar y a entrecerrar los ojos otro par de segundos antes de volver a abrirlos. Cerrandolos instantes después. Empezaba a notarse algo cansada, tal vez, porque empezaban a venirle imagenes del pasado a la cabeza. Sobretodo cuando mantenía los ojos cerrados.
Solo soltó un suspiro como respuesta de sus palabras - Así que un colgante.. - susurró más para si misma que para el otro, mirandole. Empezaba a irse un poco en sus pensamientos así que ella hizo lo mismo. Lo pensó. No era extraño que también hubiese colgantes con ese simbolos. Cadenas. Pero lo más extraño era que ella no los había visto nunca ¡Claro! Era imposible que se imaginara lo que podría haber o si alguien la conocía..más cuando nadie había demostrado el más mínimo interes por eso. En todo caso, manifestaban el miedo que les producía. Ver una expresión como esa en los ojos ajenos se había vuelto algo común. Y a pesar de todo ella nunca habia demostrado el más mínimo pudor en ir habitualmente sin cubrir esa parte de su cuerpo. Todo lo contrario. Por su profesión solía ir prácticamente medio desnuda en el burdel y fuera, como en ese momento. Con una camisa de tirantes y a penas unos pantalones cortos que dejaban todas sus piernas totalmente libres.
En cuanto volvió a oirle a hablar entrecerró sus ojos y dejó caer su cuerpo al lado del hombre. Como si de una muñeca se tratara, de manera muerta. A veces dejar algunas partes del cuerpo asi le servía para..algunas cosas. Cosas que mejor sería no mencionar ni pensar en ese momento y por eso mismo las dejó volar en sus pensamientos. ¿Qué en qué pensaba? Vaya pregunta. Común pero a la vez muy poco frecuente para ella. No. A ella no solían peguntarle que estaba pensando.
Volteó su cuerpo de medio lado y ni se preocupó en que tuviese una de sus piernas sobre las de él, casi como si las entrelazaran pero no lo suficientemente pegados como para eso - En qué pienso.. - repitió junto a un profundo suspiro, abriendo los ojos después de un rato. Volvía a verse todo oscuro ya que al cerrarlos había perdido el que se hubiesen acostumbrado momentos antes. No es como si fuera un felino para ver aun sin luz. Y el contrario realmente parecía que podía verlo todo absolutamente bien. Al destacar su marca se lo había demostrado. Era negra y estaba oscuro. La gente no solía verla ni aún a plena luz del día. Era bien extraño en definitiva...
- En que eres la primera persona que me dice algo de mi marca - respondió, sinceramente y mirandole ahora fijamente a los ojos con su cabeza apoyada sobre el cesped brotado del suelo. Cesped que se notaba debidamente cuidado y segado además de fresco. Regado. Lo que le aliviaba el calor que le profujese el viento no tan fresco del ambiente, más bien calentito. También provocaba que se mojara, imperceptible para otros pero no para ella misma - ¿Por qué te la hiciste? ¿Qué significa? No sé nada sobre ella - volvió a suspirar y a entrecerrar los ojos otro par de segundos antes de volver a abrirlos. Cerrandolos instantes después. Empezaba a notarse algo cansada, tal vez, porque empezaban a venirle imagenes del pasado a la cabeza. Sobretodo cuando mantenía los ojos cerrados.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Aun tumbado de lado acomodando aquel brazo que acaba de ser soltado de ella, simplemente afirmo con el rostro ante lo referente al colgante.
Luego el mundo se hizo mudo y paciente. Emhyr solo suspiro con calma mirando al infinito mientras ella a su lado se tumbaba junto a él, no muy pegada pero próxima.
Sus ojos se dirigieron a ella y su mente solo recorrió los recovecos de los recuerdos, todos relacionados con aquel simple símbolo. Una cruz simple... El símbolo más antiguo... Enredado en las espinas. El material no era algo importante, el lugar donde se representa tampoco, solo su significado solo su función, solo... Aquel encanto o propiedad dada a esa forma en particular, ya que la forma no era algo relevante.
Y allí estuvo un rato con la mirada parada, contemplándola tumbada sobre el fresco césped, cautivado por un momento, sin darse cuenta, por el estado relajado y tan natural en el cual se la veía, mientras su gesto estaba ensimismado por propios pensamientos.
-Me la hice... Para no olvidar al colgante. La imagen de este siempre ha estado clavada en mi memoria a fuego. -Comenzó a contestar a sus preguntas. -Además más adelante comprendí... Que el símbolo era más de lo que creía, y el tenerlo me daría el camino para encontrar la inmortalidad...
Aquellas palabras seguro que eran extrañas e inquietantes ¿Encontrar la inmortalidad en aquel mundo? La inmortalidad no existía verdaderamente como algo material, no podía alcanzarse sino dentro de la metáfora de los nombres y el recuerdo. Pero el modo en el que Emhyr dijo aquello, parecía que hablase de una inmortalidad auténtica, una inalcanzable pero que para Emhyr le parecía accesible.
-Su significado... -Al decir eso puso gesto de estar pensándose lo que iba a decir. -Yo solo sé su función pero no lo que significa exactamente... -Pauso un instante, debía ir poco a poco. Ella era otra de esas personas que no sabían lo que había entremedio de su mundo real, no sabía lo que las sombras ocultadas a ciertas horas de la noche. El mundo de los hijos de la noche, donde la virtud y la maldición caminaban de la mano en lo oculto. -¿Te gustan los cuentos?
Por un momento parecía que él estaba desviando el tema, pero no era así, ya que la intención de contarle aquel “cuento” le serviría para medir la capacidad de aceptación que ella podría tener de su mundo sobrenatural. Si, lo califico como cuento ya que en aquella historia tenía ciertos puntos pocos creíbles en una realidad como aquella. Ella ignoraba todo aquello que rodeaba al símbolo, así que debía de ir de escalón en escalón.
Esperando una contestación que realmente no esperaba, Emhyr distraído se atrevió a apartarle suavemente unos mechones de cabellos, despejándole las mejillas y dejándolos caer con los demás, desparramados sobre el césped. Efímeramente un extraño gesto dolorido se dibujo en su rostro al detenerse al contemplar aquellos cabellos que se escapaban entre sus dedos, casi no fue apreciable pero allí estaba aquel pequeño gesto. Emhyr sabía que aquellos cabellos no eran del color del fuego, pero se le infundo por un momento el tacto de estos mismos. Aquello le hizo sentirse estúpido.
-Bueno te voy a contar uno... Cuando lo escuches decide por ti misma, si desterrarlo de tu memoria por su inutilidad o tal vez, reflexionar muchas de las cosas en las que creías. -Dijo aquello enseguida para apartase esa sensación de necedad y continuar el tema que había abarcado. -Hace muchos años... No tanto como se puede pensar. - Emhyr carraspeó aclarando sus voz y enseguida aparto su mirada de ella, dejándose caer aproximada a ella, tumbado. -Nació una joven en las tierras de sur de España. Poseía un don muy especial... Era capaz de ver a los que nos dejaron en vida y en sus sueños sentir que pasaría en un futuro próximo. -A pesar de que sus ojos miraran el cielo de soslayo echaba alguna que otra mirada a la joven. -Con aquel don la joven vio a su lado una extraña maldición... Y es que en su adolescencia atrajo a un extraño hombre francés, rico, extravagante... Músico. Del que se enamoró enseguida al igual que él de ella.
>>Promesas de amor fueron continuas cada noche, en aquellos meses que en sus fugaz la joven visitaba al extraño. Hasta que en una de esas noches la joven dudo de que él la amase, ya que su interés creciente por su don era notable y por ello puso a prueba a aquel francés, el cual para demostrarle su amor le revelo un gran secreto... Él era un demonio bebedor de sangre nocturno y que en un principio solo se había aproximado a ella atraído, por el inmenso poder que la sangre de la joven poseía.
>> Al parecer la joven no se escandalizo ni tuvo temor ya que los meses se convirtieron en años, y parecía que el amor no iba a mermar aunque este se exponía al peligro, ya que por satisfacer a aquel demonio la misma joven sacrificaba su sangre por él, así mermando su salud y creando dudas en el mismo demonio enamorado que atrapado por la sangre de ella como si de la misma droga se tratase veía como poco a poco ella se consumía por su culpa y que él no le dejaba llevar una vida normal y corriente.
>>Sería durante la visita de los embajadores de Constantinopla cuando la joven se vio pretendida por una figura de importancia de esta misma tierra... En este acto el demonio vio la oportunidad para acabar con toda su culpa y aquella relación que les llevaría a la desgracia.
Una cruz espinada en plata le entregaría una de las noches con estas palabras. “Somos de mundos muy diferentes, la vida te ofrece una oportunidad y yo nunca te he amado, solo me vi atraído por el poder de tu sangre. Toma este colgante tiene el poder para alejarme o atraerme a voluntad, es tuyo. Todo se ha acabado”
Herida de amor ella paso las noches esperándole en su abandono, pero el demonio nunca volvió a aparecer. Así la joven acepto a su pretendiente y en las tierras lejanas de Constantinoplas fundó una familia en la felicidad, incluso tuvo tres hijos: La hija mayor heredaría el don de los sueños, la hija menor podría ver a los muertos y el hijo medio no manifestó haber heredado don alguno.
>>A pesar de los años de dicha, la joven de nuevo comenzó a menguar en cuanto comenzó a recibir cartas del demonio contándole que todo aquello que le había dicho era una gran mentira y que se había arrepentido de haberle entregado el símbolo que lo alejaba. La tristeza se había hecho con la joven que usaba aquel colgante para alejarlo por el bien de sus hijos, ya que... A pesar de que lo siguiese amando, más le valía el amor de sus hijos que el de aquel demonio.
>>De nuevo los años continuarían y un simple sueño hizo que la joven del don se deprendiese de aquel símbolo protector. De repente ella acepto que él demonio vendría en cuanto se alejase de aquella cruz, pero el amor ante sus hijos era infinitamente más importante que su propia vida. Sabía que sus hijas las cuales poseían el don lo tendrían fácil para alejarse del demonio pero... ¿Y el hijo mediano? No tenía un don y ahora a sus siete años debía abandonar el hogar para convertirse en soldado. Por ello ella se desprendió de aquel símbolo poderoso para defender el poder de su sangre, la cual atraía al demonio y se veía también manifestada en sus hijos, así entregándoselo al mediano, el cual tendría menos posibilidades; y diciéndole que aquel símbolo era contra el mal de ojo, así teniendo la esperanza de que el hijo en su ignorancia no usase el colgante para atraer a los “demonios” ya que aquel símbolo tenía ese doble sentido.
>>Al hijo sin don nunca le perseguirían los demonios, pero cuando descubrió cual era el poder había heredado de su madre y quienes eran esos demonios comenzaría su búsqueda que no sabemos... SI acabo bien o mal. ¿Quién sabe?
Emhyr calló, ya previamente a al cuento le había aviso a ella de que debía de hacer con ella, de como tomársela. Lo único que se le venía a la cabeza es que iba a ser tomado por loco por creer en esas cosas.
OFF: Me he pasado un poco pero es por el "cuento-historia", sería más corto el post sin él xD Lo siento por haber tardado en contestar >.< he estado enfermo.
Luego el mundo se hizo mudo y paciente. Emhyr solo suspiro con calma mirando al infinito mientras ella a su lado se tumbaba junto a él, no muy pegada pero próxima.
Sus ojos se dirigieron a ella y su mente solo recorrió los recovecos de los recuerdos, todos relacionados con aquel simple símbolo. Una cruz simple... El símbolo más antiguo... Enredado en las espinas. El material no era algo importante, el lugar donde se representa tampoco, solo su significado solo su función, solo... Aquel encanto o propiedad dada a esa forma en particular, ya que la forma no era algo relevante.
Y allí estuvo un rato con la mirada parada, contemplándola tumbada sobre el fresco césped, cautivado por un momento, sin darse cuenta, por el estado relajado y tan natural en el cual se la veía, mientras su gesto estaba ensimismado por propios pensamientos.
-Me la hice... Para no olvidar al colgante. La imagen de este siempre ha estado clavada en mi memoria a fuego. -Comenzó a contestar a sus preguntas. -Además más adelante comprendí... Que el símbolo era más de lo que creía, y el tenerlo me daría el camino para encontrar la inmortalidad...
Aquellas palabras seguro que eran extrañas e inquietantes ¿Encontrar la inmortalidad en aquel mundo? La inmortalidad no existía verdaderamente como algo material, no podía alcanzarse sino dentro de la metáfora de los nombres y el recuerdo. Pero el modo en el que Emhyr dijo aquello, parecía que hablase de una inmortalidad auténtica, una inalcanzable pero que para Emhyr le parecía accesible.
-Su significado... -Al decir eso puso gesto de estar pensándose lo que iba a decir. -Yo solo sé su función pero no lo que significa exactamente... -Pauso un instante, debía ir poco a poco. Ella era otra de esas personas que no sabían lo que había entremedio de su mundo real, no sabía lo que las sombras ocultadas a ciertas horas de la noche. El mundo de los hijos de la noche, donde la virtud y la maldición caminaban de la mano en lo oculto. -¿Te gustan los cuentos?
Por un momento parecía que él estaba desviando el tema, pero no era así, ya que la intención de contarle aquel “cuento” le serviría para medir la capacidad de aceptación que ella podría tener de su mundo sobrenatural. Si, lo califico como cuento ya que en aquella historia tenía ciertos puntos pocos creíbles en una realidad como aquella. Ella ignoraba todo aquello que rodeaba al símbolo, así que debía de ir de escalón en escalón.
Esperando una contestación que realmente no esperaba, Emhyr distraído se atrevió a apartarle suavemente unos mechones de cabellos, despejándole las mejillas y dejándolos caer con los demás, desparramados sobre el césped. Efímeramente un extraño gesto dolorido se dibujo en su rostro al detenerse al contemplar aquellos cabellos que se escapaban entre sus dedos, casi no fue apreciable pero allí estaba aquel pequeño gesto. Emhyr sabía que aquellos cabellos no eran del color del fuego, pero se le infundo por un momento el tacto de estos mismos. Aquello le hizo sentirse estúpido.
-Bueno te voy a contar uno... Cuando lo escuches decide por ti misma, si desterrarlo de tu memoria por su inutilidad o tal vez, reflexionar muchas de las cosas en las que creías. -Dijo aquello enseguida para apartase esa sensación de necedad y continuar el tema que había abarcado. -Hace muchos años... No tanto como se puede pensar. - Emhyr carraspeó aclarando sus voz y enseguida aparto su mirada de ella, dejándose caer aproximada a ella, tumbado. -Nació una joven en las tierras de sur de España. Poseía un don muy especial... Era capaz de ver a los que nos dejaron en vida y en sus sueños sentir que pasaría en un futuro próximo. -A pesar de que sus ojos miraran el cielo de soslayo echaba alguna que otra mirada a la joven. -Con aquel don la joven vio a su lado una extraña maldición... Y es que en su adolescencia atrajo a un extraño hombre francés, rico, extravagante... Músico. Del que se enamoró enseguida al igual que él de ella.
>>Promesas de amor fueron continuas cada noche, en aquellos meses que en sus fugaz la joven visitaba al extraño. Hasta que en una de esas noches la joven dudo de que él la amase, ya que su interés creciente por su don era notable y por ello puso a prueba a aquel francés, el cual para demostrarle su amor le revelo un gran secreto... Él era un demonio bebedor de sangre nocturno y que en un principio solo se había aproximado a ella atraído, por el inmenso poder que la sangre de la joven poseía.
>> Al parecer la joven no se escandalizo ni tuvo temor ya que los meses se convirtieron en años, y parecía que el amor no iba a mermar aunque este se exponía al peligro, ya que por satisfacer a aquel demonio la misma joven sacrificaba su sangre por él, así mermando su salud y creando dudas en el mismo demonio enamorado que atrapado por la sangre de ella como si de la misma droga se tratase veía como poco a poco ella se consumía por su culpa y que él no le dejaba llevar una vida normal y corriente.
>>Sería durante la visita de los embajadores de Constantinopla cuando la joven se vio pretendida por una figura de importancia de esta misma tierra... En este acto el demonio vio la oportunidad para acabar con toda su culpa y aquella relación que les llevaría a la desgracia.
Una cruz espinada en plata le entregaría una de las noches con estas palabras. “Somos de mundos muy diferentes, la vida te ofrece una oportunidad y yo nunca te he amado, solo me vi atraído por el poder de tu sangre. Toma este colgante tiene el poder para alejarme o atraerme a voluntad, es tuyo. Todo se ha acabado”
Herida de amor ella paso las noches esperándole en su abandono, pero el demonio nunca volvió a aparecer. Así la joven acepto a su pretendiente y en las tierras lejanas de Constantinoplas fundó una familia en la felicidad, incluso tuvo tres hijos: La hija mayor heredaría el don de los sueños, la hija menor podría ver a los muertos y el hijo medio no manifestó haber heredado don alguno.
>>A pesar de los años de dicha, la joven de nuevo comenzó a menguar en cuanto comenzó a recibir cartas del demonio contándole que todo aquello que le había dicho era una gran mentira y que se había arrepentido de haberle entregado el símbolo que lo alejaba. La tristeza se había hecho con la joven que usaba aquel colgante para alejarlo por el bien de sus hijos, ya que... A pesar de que lo siguiese amando, más le valía el amor de sus hijos que el de aquel demonio.
>>De nuevo los años continuarían y un simple sueño hizo que la joven del don se deprendiese de aquel símbolo protector. De repente ella acepto que él demonio vendría en cuanto se alejase de aquella cruz, pero el amor ante sus hijos era infinitamente más importante que su propia vida. Sabía que sus hijas las cuales poseían el don lo tendrían fácil para alejarse del demonio pero... ¿Y el hijo mediano? No tenía un don y ahora a sus siete años debía abandonar el hogar para convertirse en soldado. Por ello ella se desprendió de aquel símbolo poderoso para defender el poder de su sangre, la cual atraía al demonio y se veía también manifestada en sus hijos, así entregándoselo al mediano, el cual tendría menos posibilidades; y diciéndole que aquel símbolo era contra el mal de ojo, así teniendo la esperanza de que el hijo en su ignorancia no usase el colgante para atraer a los “demonios” ya que aquel símbolo tenía ese doble sentido.
>>Al hijo sin don nunca le perseguirían los demonios, pero cuando descubrió cual era el poder había heredado de su madre y quienes eran esos demonios comenzaría su búsqueda que no sabemos... SI acabo bien o mal. ¿Quién sabe?
Emhyr calló, ya previamente a al cuento le había aviso a ella de que debía de hacer con ella, de como tomársela. Lo único que se le venía a la cabeza es que iba a ser tomado por loco por creer en esas cosas.
OFF: Me he pasado un poco pero es por el "cuento-historia", sería más corto el post sin él xD Lo siento por haber tardado en contestar >.< he estado enfermo.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
No se esperó que el desconocido le propusiera contarle una historia. O bueno, si era una historia sería algo a lo que Brigitte no prestaría atención, los cuentos -literalmente dicho por él- no eran precisamente lo suyo. No las leyenas ni las historias para niños. Si bien ella era consciente de que no todo su mundo giraba entorno a los humanos, no, posiblemente habría mucho más. Mucho más allá. Seres sobrenaturales..seres de otros planetas..fuese como fuese a ella poco le importaba. Al final, solo acababa creyendo en lo que podía ver y tocar. Gracias a Dios, frase echa, no tenía ningún problema en esos sentidos. Ni en ninguno de los que restaban. No, ella era una niña..una mujer completamente saludable. Y que sin embargo acababa vendiendose por dinero. Prefería no pensar en ello.
Las palabras la hicieron salir de sus pensamientos y, extrañamente, empezar a poner atención a su historia. Mundos de fantasía..leyendas..romance..traición..lo tenía todo. Y no le desagradaba. Sobretodo por el simbolo que representaba aquello. Porque ella podía estar implicada en esa historia o tal vez simplemente ser una coincidencia como todo lo que la rodeaba. Nunca le pasaba nada extraño y al mismo tiempo ella era lo más extraño que hubiese conocido. Ella misma se bastaba y sobraba para cosas raras porque cuando no se encontraba con uno..se encontraba con otro. Y cuando no se quedaba contemplando su marca de nacimiento en forma de cruz que nunca dejaba de sorprenderla.
Estuvo mirando en todo momento al cuerpo del chico, no por nada en particular ni con ningún pensamiento lujurioso. Realmente miraba pero no veía. No veía porque simplemente escuchaba y se imaginaba la escena como si se tratara de una pelicula que ocurría unicamente en su cabeza. La mujer, el vampiro, el colgante. Los hijos, el marido. Todo podía imaginarselo perfectamente y curiosamente no le parecía aburrido ni una historia común. Posiblemente porque podía inmiscuirla pero la escuchó en todo momento y estuvo muy atenta. Cuando acabó, parpadeó volviendo a la realidad. ¿Cómo acabaría? ¿Acabaría realmente? O tal vez no, tal vez la historia seguía y seguía..y ella podía ser una descendiente ¡Qué tonterías estaba pensando! Soltó una pequeña carcajada y antes de que él pudiera decir nada se le subió de nuevo a las caderas. Sentada a horcajadas.
- Así que..según tu historia..yo podría manejar a esos seres del mal a mi antojo ¿No? Podría protegerme para que no se alejaran..o bien atraerlos cuando me conveniese - alzó una ceja, ligeramente incredula porque obviamente no se creía con esa capacidad. Si de verdad la tuviera todo sería diferente para ella. O por lo menos en parte. Ya le gustaría poder dominar la voluntad si no de esos seres de los hombres ¡Cómo disfrutaría con eso! - ¡Ah! ¿Debo encontrar a mi amante? ¿Estará en algún lugar esperandome? ¡Qué emocionante! - apoyó sus manos en el pecho de él y dió un bote, como si lo estuviese "cavalgando" de la propia emoción con la que quería interpretar sus palabras. Simuló un brillo en sus ojos. Ojos que miraban al horizonte cual enamorada esperando a su amor bajo un arbol. Sí, porque había visto muchas peliculas romanticas y aunque no fuese a admitirlo le encantaban. Era una romantica empedernida.
Entonces rió y una carcajada vino acompañada de otra. Y luego de otra. No podía parar de reir al darse cuenta de lo buena actriz que podría ser. Se tapó ligeramente los labios con el dorso de una de sus manos, intentando así ocultar su sonrisa. Dejar de reir. Y no lo conseguía - Bueno..y..¿tú quien eres entonces? ¿Ese ser oscuro? ¿De verdad perdiste el colgante? Porque yo creo que lo diste a tu amada y que estas esperando a que ella vuelva a ti ¿Me equivoco? - entre risas intentó parecer seria, finalmente, acallandose y devolviendo la mano a su lugar de origen. Fijando sus ojos penetrantes en los de él todavía con ese brillito en los ojos. Siempre le había gustado meterse en el papel de algún personaje ¿Y qué mejor que alguna mujer de sus peliculas? ¿O una detective con muchas agallas?.
Las palabras la hicieron salir de sus pensamientos y, extrañamente, empezar a poner atención a su historia. Mundos de fantasía..leyendas..romance..traición..lo tenía todo. Y no le desagradaba. Sobretodo por el simbolo que representaba aquello. Porque ella podía estar implicada en esa historia o tal vez simplemente ser una coincidencia como todo lo que la rodeaba. Nunca le pasaba nada extraño y al mismo tiempo ella era lo más extraño que hubiese conocido. Ella misma se bastaba y sobraba para cosas raras porque cuando no se encontraba con uno..se encontraba con otro. Y cuando no se quedaba contemplando su marca de nacimiento en forma de cruz que nunca dejaba de sorprenderla.
Estuvo mirando en todo momento al cuerpo del chico, no por nada en particular ni con ningún pensamiento lujurioso. Realmente miraba pero no veía. No veía porque simplemente escuchaba y se imaginaba la escena como si se tratara de una pelicula que ocurría unicamente en su cabeza. La mujer, el vampiro, el colgante. Los hijos, el marido. Todo podía imaginarselo perfectamente y curiosamente no le parecía aburrido ni una historia común. Posiblemente porque podía inmiscuirla pero la escuchó en todo momento y estuvo muy atenta. Cuando acabó, parpadeó volviendo a la realidad. ¿Cómo acabaría? ¿Acabaría realmente? O tal vez no, tal vez la historia seguía y seguía..y ella podía ser una descendiente ¡Qué tonterías estaba pensando! Soltó una pequeña carcajada y antes de que él pudiera decir nada se le subió de nuevo a las caderas. Sentada a horcajadas.
- Así que..según tu historia..yo podría manejar a esos seres del mal a mi antojo ¿No? Podría protegerme para que no se alejaran..o bien atraerlos cuando me conveniese - alzó una ceja, ligeramente incredula porque obviamente no se creía con esa capacidad. Si de verdad la tuviera todo sería diferente para ella. O por lo menos en parte. Ya le gustaría poder dominar la voluntad si no de esos seres de los hombres ¡Cómo disfrutaría con eso! - ¡Ah! ¿Debo encontrar a mi amante? ¿Estará en algún lugar esperandome? ¡Qué emocionante! - apoyó sus manos en el pecho de él y dió un bote, como si lo estuviese "cavalgando" de la propia emoción con la que quería interpretar sus palabras. Simuló un brillo en sus ojos. Ojos que miraban al horizonte cual enamorada esperando a su amor bajo un arbol. Sí, porque había visto muchas peliculas romanticas y aunque no fuese a admitirlo le encantaban. Era una romantica empedernida.
Entonces rió y una carcajada vino acompañada de otra. Y luego de otra. No podía parar de reir al darse cuenta de lo buena actriz que podría ser. Se tapó ligeramente los labios con el dorso de una de sus manos, intentando así ocultar su sonrisa. Dejar de reir. Y no lo conseguía - Bueno..y..¿tú quien eres entonces? ¿Ese ser oscuro? ¿De verdad perdiste el colgante? Porque yo creo que lo diste a tu amada y que estas esperando a que ella vuelva a ti ¿Me equivoco? - entre risas intentó parecer seria, finalmente, acallandose y devolviendo la mano a su lugar de origen. Fijando sus ojos penetrantes en los de él todavía con ese brillito en los ojos. Siempre le había gustado meterse en el papel de algún personaje ¿Y qué mejor que alguna mujer de sus peliculas? ¿O una detective con muchas agallas?.
- Spoiler:
- No te preocupes ^^
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 12/05/2011
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Re: Una noche más en París {priv}
En la espera a la respuesta, en el silencio sepulcral que para Emhyr fue más largo de lo que pensó. No hubo palabras enseguida sino previos gesto.
Ella se carcajeo y se subió a horcajadas sobre su cuerpo tumbado en la suave, húmeda y fresca hierba. Al hacerlo hizo que Emhyr sintiese como poco a poco su cuerpo iba tensándose y en su interior algo se revolviera dándole un vuelco al corazón, acelerando su pulso y respiración de manera ligera. Aquella bestia que habitaba en su interior
deseaba enervarlo con su instinto, así produciéndole aquello que su Hacedora le había advertido... “En tu nuevo estado las emociones serán más intensas y contradictorias... A veces perderás el control y no será agradable”
El joven cerro los ojos con fuerza buscando la calma en su interior de aquella bestia feroz que ahora habitaba en su alma y que apenas tenía tres plenilunios de vida. Un reclamo instintivo que se contradecía, al deseo del lobo de su interior de jugar al juego del que acecha a la victima para cazarla y usarla como un mero juguete nocturno... Más allá incluso del deseo de la lujuria mezclado con la violencia.
Su mandíbula se apretó levemente intento controlar su respiración nuevamente.
“Precisamente ahora me tenía que ocurrir esto” Pensó recordando, en que solo había perdido los estribos teniendo a mujeres en situaciones como esa u otras diferentes, que nada había rugido en su interior reclamando una parte de su conciencia humana... Tan solo le había ocurrido cuando lo hacían enfadar con gravedad y eso no solo provocaba el descontrol, sino el que se viese en alguna incomoda situación de peleas o el dejar a alguien casi muerto por el camino indirectamente.
-Según mi historia, podrías atraerlos o pasar desapercibida para ellos en presencia pero no ante sus ojos directos, todo a voluntad.
Un suspiro exhalo de entre sus labios cuando sintió que poco a poco su respiración se calmaba a pesar de que el latir de su corazón continuaba siendo demasiado rápido. Sus ojos se abrieron para mirar a la chica mientras le hablaba. Su rostro se mostraba calmado poco a poco la tensión que en sus músculos estaba daban señal de relajación, al menos el lobo de su interior estaba bien contenido.
Sin poder evitarlo él sonrió al ver su entusiasmo y aquel brillo extraño en sus ojos, un brillo que la hacía atractiva ante sus ojos, borrando poco a poco la imagen insolente que se había hecho de ella.
El nuevo gesto por parte de ella, no el que se apoyara sobre su pecho, sino el bote hizo que sus pupilas se dilataran y el castaños de sus ojos que se confundían en la oscuridad se tornase en un dorado ígneo y destacarle entre las tinieblas en la que ambos se sumase.
Emhyr no se había dado cuenta del estado de sus ojos aun no controlaba los pequeños rasgos que le ofrecía la lincantropía, ya que en sus ojos estaba la clave para ser descubiertos en su otra naturaleza y comúnmente solo el olor de la sangre fresca en el aire era capaz de provocar que su mirada revelasen lo que eran sin que pudieran evitarlo. Emhyr no podía controlar ese aspecto y no solo la sangre provocaba aquello, sino... Casi cualquier estado un poco más alterado de lo normal, y la aleatoriedad. Todo ello se debía a su juventud como hijo de la noche.
Una mirada desviada, pero que sin querer se vio cruzada y atrapada por la de ella que le miraba profundamente. Él continuaba sonriendo ante sus risas, luego todo se volvió a tornar en una seriedad relajada y amena.
-¿Quién soy? Si mi historia fuese real... -Emhyr hizo un gesto pensativo, le parecía irónico decir aquello ya que su historia era verídica. -... Sería aquel “hijo sin don”, el buscador... -Su cuerpo se movió un poco buscando la comodidad en su espalda, luego y sin mucho reparo éste apoyo sus manos en la cintura de ella. -¿Amada? ¿Es que eso existe? -Bromeo, agachando su mirada para luego fijarla a la de ella con sinceridad, ciertamente Emhyr no había conocido el amor de un modo absoluto, había tenido sus pequeñas relaciones de una noche, sus obsesiones y hacía poco meses había pensando que estaba descubriendo ese sentimiento desconocido para él, pero... Al parecer se estaba equivocando, ya que al parece nadie le buscaba ni le esperaba ya. -El colgante permaneció conmigo hasta que llego la desesperación que puede causar el hambre... Para venderlo tuve que partirlo en varios trozos, el símbolo en sí compuesto parecía asustar a los compradores.
Sus dedos se movieron en las caderas de ella de un modo distraído. Por un instante dudo.
-¿Puedo hacerte una pregunta? Si no deseas contestarla eres libre de ello. Tal vez te sorprenda, tal vez me equivoque... -Unos segundo enmudecidos pasaron como si él mismo se lo pensase. -Fue tu madre la que no te vio nacer... No la conociste viva, ya que la había perdido antes. ¿Estoy en lo cierto?
Ella se carcajeo y se subió a horcajadas sobre su cuerpo tumbado en la suave, húmeda y fresca hierba. Al hacerlo hizo que Emhyr sintiese como poco a poco su cuerpo iba tensándose y en su interior algo se revolviera dándole un vuelco al corazón, acelerando su pulso y respiración de manera ligera. Aquella bestia que habitaba en su interior
deseaba enervarlo con su instinto, así produciéndole aquello que su Hacedora le había advertido... “En tu nuevo estado las emociones serán más intensas y contradictorias... A veces perderás el control y no será agradable”
El joven cerro los ojos con fuerza buscando la calma en su interior de aquella bestia feroz que ahora habitaba en su alma y que apenas tenía tres plenilunios de vida. Un reclamo instintivo que se contradecía, al deseo del lobo de su interior de jugar al juego del que acecha a la victima para cazarla y usarla como un mero juguete nocturno... Más allá incluso del deseo de la lujuria mezclado con la violencia.
Su mandíbula se apretó levemente intento controlar su respiración nuevamente.
“Precisamente ahora me tenía que ocurrir esto” Pensó recordando, en que solo había perdido los estribos teniendo a mujeres en situaciones como esa u otras diferentes, que nada había rugido en su interior reclamando una parte de su conciencia humana... Tan solo le había ocurrido cuando lo hacían enfadar con gravedad y eso no solo provocaba el descontrol, sino el que se viese en alguna incomoda situación de peleas o el dejar a alguien casi muerto por el camino indirectamente.
-Según mi historia, podrías atraerlos o pasar desapercibida para ellos en presencia pero no ante sus ojos directos, todo a voluntad.
Un suspiro exhalo de entre sus labios cuando sintió que poco a poco su respiración se calmaba a pesar de que el latir de su corazón continuaba siendo demasiado rápido. Sus ojos se abrieron para mirar a la chica mientras le hablaba. Su rostro se mostraba calmado poco a poco la tensión que en sus músculos estaba daban señal de relajación, al menos el lobo de su interior estaba bien contenido.
Sin poder evitarlo él sonrió al ver su entusiasmo y aquel brillo extraño en sus ojos, un brillo que la hacía atractiva ante sus ojos, borrando poco a poco la imagen insolente que se había hecho de ella.
El nuevo gesto por parte de ella, no el que se apoyara sobre su pecho, sino el bote hizo que sus pupilas se dilataran y el castaños de sus ojos que se confundían en la oscuridad se tornase en un dorado ígneo y destacarle entre las tinieblas en la que ambos se sumase.
Emhyr no se había dado cuenta del estado de sus ojos aun no controlaba los pequeños rasgos que le ofrecía la lincantropía, ya que en sus ojos estaba la clave para ser descubiertos en su otra naturaleza y comúnmente solo el olor de la sangre fresca en el aire era capaz de provocar que su mirada revelasen lo que eran sin que pudieran evitarlo. Emhyr no podía controlar ese aspecto y no solo la sangre provocaba aquello, sino... Casi cualquier estado un poco más alterado de lo normal, y la aleatoriedad. Todo ello se debía a su juventud como hijo de la noche.
Una mirada desviada, pero que sin querer se vio cruzada y atrapada por la de ella que le miraba profundamente. Él continuaba sonriendo ante sus risas, luego todo se volvió a tornar en una seriedad relajada y amena.
-¿Quién soy? Si mi historia fuese real... -Emhyr hizo un gesto pensativo, le parecía irónico decir aquello ya que su historia era verídica. -... Sería aquel “hijo sin don”, el buscador... -Su cuerpo se movió un poco buscando la comodidad en su espalda, luego y sin mucho reparo éste apoyo sus manos en la cintura de ella. -¿Amada? ¿Es que eso existe? -Bromeo, agachando su mirada para luego fijarla a la de ella con sinceridad, ciertamente Emhyr no había conocido el amor de un modo absoluto, había tenido sus pequeñas relaciones de una noche, sus obsesiones y hacía poco meses había pensando que estaba descubriendo ese sentimiento desconocido para él, pero... Al parecer se estaba equivocando, ya que al parece nadie le buscaba ni le esperaba ya. -El colgante permaneció conmigo hasta que llego la desesperación que puede causar el hambre... Para venderlo tuve que partirlo en varios trozos, el símbolo en sí compuesto parecía asustar a los compradores.
Sus dedos se movieron en las caderas de ella de un modo distraído. Por un instante dudo.
-¿Puedo hacerte una pregunta? Si no deseas contestarla eres libre de ello. Tal vez te sorprenda, tal vez me equivoque... -Unos segundo enmudecidos pasaron como si él mismo se lo pensase. -Fue tu madre la que no te vio nacer... No la conociste viva, ya que la había perdido antes. ¿Estoy en lo cierto?
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 31/07/2010
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