AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La primera noche en París (posible +18)
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La primera noche en París (posible +18)
Sweet era una chica de pueblo recientemente independizada, había llegado hacia apenas unas horas en un carro con una amiga a la Gran Ciudad, tenia ganas de conocerla en su totalidad. En esta noche llevaba puesto un lujurioso vestido rojo con algunas transparencias. Obviamente no era apropiado para una velada, pero el hombre que las había contratado había pedido que sean algo sugerentes con el vestuario para poder diferenciarlas de las demás damas y que se notaran el objetivo de su estadía.
"Hay que animar la fiesta" les dijo el organizador de la misma, y sin perder tiempo habían aceptado. "Obviamente no serán las únicas, pero espero que al menos diviertan a alguno de mis invitados y sean accesibles a sus mandatos, son gente con requisitos la mayoría de ellos" había aclarado el hombre envuelto en misterio bajo unos anteojos y el sombrero que cubría la totalidad de su cabello, el resto lo tapaba su bufanda amplia.
El carro aparcó frente a la imponente entrada del Palacio Royal, dejando que las luces inundaran un poco el interior. Estaba radiante según su compañera amiga pero de todas formas retocó un poco su maquillaje y bajó marcando el paso con sus tacones. La independencia le sentaba bien, estaba feliz porque la mayoría de las mujercitas de su edad estaban aun estudiando en internados o aprendiendo modales cuando ella ya tenia la posibilidad de salir a fiestas privadas, poco le importaba lo destinado a las mujeres de alta sociedad, pero en algún momento cuando sea mas grande tenia pensado hacerse pasar por alguna de ellas, tener estilo, vestidos envidiables, un marido rico y una amplia fortuna, quizá una casa de campo para los fines de semana y mascotas personales. Muchos sueños, había tiempo para ellos mas adelante.
Se tomaron de la mano y pasaron por la entrada indicando sus nombres, unas delicadas carteritas colgaban de sus codos con un leve bamboleo mientras caminaban moviendo sus caderas con poca premura. Apenas entraron vieron el lugar repleto de gente, que con total sutileza comían algunos bocadillos, tomaban en esbeltas copas champagne y reían en grupos. Vieron de inmediato a las otras damas que estaban en la misma situación que ellas, no eran difíciles de reconocer, ambas se acercaron al lado opuesto, cercano a una mesa alta en forma de barra donde solo habían algunos objetos decorativos y unas sillas altas.
Observando alli cual mujeres en busca de acción se quedaron esperando que alguien les sirviera algún trago o al menos las invitaran a bailar, como haría cualquier mujer normal aunque con diferente finalidad.
"Hay que animar la fiesta" les dijo el organizador de la misma, y sin perder tiempo habían aceptado. "Obviamente no serán las únicas, pero espero que al menos diviertan a alguno de mis invitados y sean accesibles a sus mandatos, son gente con requisitos la mayoría de ellos" había aclarado el hombre envuelto en misterio bajo unos anteojos y el sombrero que cubría la totalidad de su cabello, el resto lo tapaba su bufanda amplia.
El carro aparcó frente a la imponente entrada del Palacio Royal, dejando que las luces inundaran un poco el interior. Estaba radiante según su compañera amiga pero de todas formas retocó un poco su maquillaje y bajó marcando el paso con sus tacones. La independencia le sentaba bien, estaba feliz porque la mayoría de las mujercitas de su edad estaban aun estudiando en internados o aprendiendo modales cuando ella ya tenia la posibilidad de salir a fiestas privadas, poco le importaba lo destinado a las mujeres de alta sociedad, pero en algún momento cuando sea mas grande tenia pensado hacerse pasar por alguna de ellas, tener estilo, vestidos envidiables, un marido rico y una amplia fortuna, quizá una casa de campo para los fines de semana y mascotas personales. Muchos sueños, había tiempo para ellos mas adelante.
Se tomaron de la mano y pasaron por la entrada indicando sus nombres, unas delicadas carteritas colgaban de sus codos con un leve bamboleo mientras caminaban moviendo sus caderas con poca premura. Apenas entraron vieron el lugar repleto de gente, que con total sutileza comían algunos bocadillos, tomaban en esbeltas copas champagne y reían en grupos. Vieron de inmediato a las otras damas que estaban en la misma situación que ellas, no eran difíciles de reconocer, ambas se acercaron al lado opuesto, cercano a una mesa alta en forma de barra donde solo habían algunos objetos decorativos y unas sillas altas.
Observando alli cual mujeres en busca de acción se quedaron esperando que alguien les sirviera algún trago o al menos las invitaran a bailar, como haría cualquier mujer normal aunque con diferente finalidad.
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: La primera noche en París (posible +18)
si aunque florezca en rosas, nadie podrá cambiarme la salvaje raiz
Juana de Iborbora
El cielo nocturno se presentaba como pocas veces ocurría, era la clase de paisajes que los poetas narraban tan románticamente. Las estrellas titilaban a la distancia escondiéndose detrás de algunas nubes pasajeras que ocasionalmente brillaban con los reflejos plateados de una luna redonda como en pocas ocasiones. Rodeada de un halo de humedad blanquecino que le daba un aspecto de una reina con su corona de diamantes en el cielo.
¿Qué hacia entonces ella allí, confinada entre cuatro paredes cuando la naturaleza los bendecía con aquella visión? Naturalmente si este fuera su palacio –si tuviera un palacio- la fiesta seria llevada a cabo en los jardines reales pero eso, en este momento, no era posible y estaba fuera de opción el saltearse semejante ceremonia porque a pesar de que la cambiaformas era una trotamundos que pocas veces se quedaba quieta, también era una empresaria que debía cerrar acuerdos y estrechar sudorosas manos de hombres que la miraban de menos solo por tener un par de prominentes pechos y una estrecha cintura. – Sinceramente señor Baremond, su compañía es una de las mas adelantadas de nuestra época y aunque estoy segura que el negocio entre ambos podría ser nada más que brillante, no puedo evitar sentirme nada menos que ofendida con lo que propone- dijo con calma practicada antes de excusarse con unas suave reverencia del resto de los presentes. Sonrió al voltear, recordando el brillo de complicidad en algunos rostros pero especialmente la incredulidad del viejo magnate ante el rechazo de su oferta
Aspiro profundamente mientras caminaba con pasos lánguidos y tortuosamente lentos por el salón. Sus ojos recorriendo con desinterés a los invitados mientras se centraba en escuchar diferentes conversaciones en busca de algo que le pudiera interesar pero encontrándose demasiado agotada para aguantar una segunda ronda de conversaciones banales con rostros hipócritas que fingían un interés que no tenían por gente que no les importaban salvo le hablasen de dinero.
Suspiro y se llevo el trago a la boca, degustando las ultimas gotas doradas de un delicioso champagne que le dieron la excusa para seguir caminando sin tener que detenerse en ningún grupo en particular. Se giro entonces y retomo el camino por el que venia, esta vez dirigiéndose a la barra y esquivando con maestría a los mozos encargados de servir a los invitados de tal forma que pareciera un simple desencuentro que le permitiera seguir recorriendo a sus anchas el lugar. Pero sus planes se detuvieron al instante que sus ojos se posaron en dos jóvenes sentadas no lejos del aparador donde se preparaban las bebidas. Sus movimientos eran suaves y estudiados aunque su forma de vestir delataba el porque estaban allí “Ah estos franceses y sus ideas románticas, trayendo a las cortesanas a los grandes salones en donde distraidas sus esposas caminaban como adornos. "Que encantadores!” súbitamente de buen humor retomo su camino con una sonrisa divertida en su rostro.
-¿Debo decepcionarme de los caballeros franceses tan temprana la noche? – dijo con la misma sonrisa a las jóvenes, apenas desviando la mirada cuando dejo la copa en la barra para pedir otro Champagne Sec, sujetando al hombre por el antebrazo antes de que este desapareciera – y por favor, traiga dos copas de lo que las jóvenes deseen. Veo de mal gusto que dos invitadas no estén disfrutando el alcohol de la casa – y dejando partir al hombre por sus pedidos, chasqueo la lengua y recorrió con la mirada al grupo de personas presentes como si buscase algo antes de regresar su mirada atenta a las jóvenes, verdaderamente sorprendida de que dos corderitos hubieran sobrevivido tanto tiempo en un lugar infestado de buitres ambrientos– Contadme señoritas, estoy segura que ustedes lo saben mejor que nadie aquí ¿Son todos los hombres de este país de este modo? – dijo sin querer poner en su boca adjetivos que podrían jugarle en contra – ¿Prefieren a los asociados extranjeros que a las mujeres de su tierra?¿Contratan a los mejores músicos para llenar los más amplios salones sin bailar en ellos?...o ¿Es solamente el clima social de esta noche que los tiene tan acobardados? – Inclino la cabeza hacia un lado con suavidad, sus delicados bucles cayendo a un lado dándole la expresión de un cachorrito confundido. Verdaderamente lo estaba pero Ah estos franceses, como los adoraba, eran simplemente hilarantes
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Re: La primera noche en París (posible +18)
Muchos comensales había arribado ya, los mozos estaban bailando en el salón central donde paseaban al compás con sus bandejas llevando bocadillos y bebidas. Algunas pequeñas masas con decoraciones de pescado, galletas decoradas con crema en la parte superior, y algunos bocados indescifrables que despedían humo al pasar. Las bebidas… bueno, que decir que había variedad desde agua hasta el vino mas degustado por esta gente.
Sweet suspiró, dejó de lado la pequeña cartera sobre la barra y se cruzó de piernas sugerentemente, acomodó sus pechos en el escote de su vestido y comprobó que el rouge no se hubiera corrido de su lugar. Todo estaba donde debía salvo los convidados del festín que había venido a ofrecer, de pronto comenzó a sentirse metida en una jaula donde ya comenzaba a aburrirse. No estaba acostumbrada a que no le llevaran la atención, en el pueblo donde nació siempre había tenido un papel protagónico en cualquier reunión pero en esta apenas era una mas del montón y se enardecía de solo pensarlo asi, no había esperado esto y empezaba a aquejarla un mal humor latente cuando las cosas no salían como ella quería.
Para colmo no tenia posibilidades de salir en planes de conquista ya que el anfitrión había pedido explícitamente que sean sugerentes más que no se aproximen a los potenciales clientes, ya que la mayoría de ellos poseían una reputación que mantener, muchos de ellos ya estaban casados y tenían que mantener este perfil frente a los demás. Y que permanecieran en la barra aguardando el momento de la invitación. “Nada de exhibiciones alocadas en mi fiesta” había aclarado.
-Pff… esto da para rato parece Loulou- dijo con un tono cansino mientras observaba que esta buscaba posición nuevamente al empezar a tener molestias con la altura de sus tacos. De pronto una dama se acerca a dejar una copa sobre la barra y a pedir que se repita la dosis, mientras espera realiza un comentario sobre los hombres en esa fiesta. Sweet relajándose un poco de su papel de mujer disponible constantemente dejó caer un poco sus hombros y con mirada de incomplacencia comentó - Ay Madame, no pensé que esto sería asi, tenía a los Parisinos como gente mas fogosa, mucho mas activa, con galantería a flor de piel. Realmente esto deja mucho que desear. Espero que no todas las fiestas del Palacio Royal sean asi! – exclamó hasta notar que la dama quizá era asidua del lugar o conocida del anfitrión y pensó sin querer que esto podía traerle problemas mas tarde, lo confirmó con una mirada que desvió de inmediato de la otra dama.
Para salvar la situación y no demorar el posible despido, los champagne sec habían llegado a la barra y Sweet agradeciendo el trago elevó su copa y brindó con la mujer, también a modo de disculpas, como siempre solía hablar demás sin darse cuenta. Loulou hizo lo mismo y se mantuvo observando al amplio salón donde todo seguía su curso normal.
Sweet suspiró, dejó de lado la pequeña cartera sobre la barra y se cruzó de piernas sugerentemente, acomodó sus pechos en el escote de su vestido y comprobó que el rouge no se hubiera corrido de su lugar. Todo estaba donde debía salvo los convidados del festín que había venido a ofrecer, de pronto comenzó a sentirse metida en una jaula donde ya comenzaba a aburrirse. No estaba acostumbrada a que no le llevaran la atención, en el pueblo donde nació siempre había tenido un papel protagónico en cualquier reunión pero en esta apenas era una mas del montón y se enardecía de solo pensarlo asi, no había esperado esto y empezaba a aquejarla un mal humor latente cuando las cosas no salían como ella quería.
Para colmo no tenia posibilidades de salir en planes de conquista ya que el anfitrión había pedido explícitamente que sean sugerentes más que no se aproximen a los potenciales clientes, ya que la mayoría de ellos poseían una reputación que mantener, muchos de ellos ya estaban casados y tenían que mantener este perfil frente a los demás. Y que permanecieran en la barra aguardando el momento de la invitación. “Nada de exhibiciones alocadas en mi fiesta” había aclarado.
-Pff… esto da para rato parece Loulou- dijo con un tono cansino mientras observaba que esta buscaba posición nuevamente al empezar a tener molestias con la altura de sus tacos. De pronto una dama se acerca a dejar una copa sobre la barra y a pedir que se repita la dosis, mientras espera realiza un comentario sobre los hombres en esa fiesta. Sweet relajándose un poco de su papel de mujer disponible constantemente dejó caer un poco sus hombros y con mirada de incomplacencia comentó - Ay Madame, no pensé que esto sería asi, tenía a los Parisinos como gente mas fogosa, mucho mas activa, con galantería a flor de piel. Realmente esto deja mucho que desear. Espero que no todas las fiestas del Palacio Royal sean asi! – exclamó hasta notar que la dama quizá era asidua del lugar o conocida del anfitrión y pensó sin querer que esto podía traerle problemas mas tarde, lo confirmó con una mirada que desvió de inmediato de la otra dama.
Para salvar la situación y no demorar el posible despido, los champagne sec habían llegado a la barra y Sweet agradeciendo el trago elevó su copa y brindó con la mujer, también a modo de disculpas, como siempre solía hablar demás sin darse cuenta. Loulou hizo lo mismo y se mantuvo observando al amplio salón donde todo seguía su curso normal.
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: La primera noche en París (posible +18)
En la pista de baile elegantes figuras se movían al compás de la música armónica y clásica de estas celebraciones. Tan constante era que no cambiaba el ritmo y solo usaba un puñado de notas en los cuales los bailarines giraban con una gracia envidiable, coordinados con tanta naturalidad que era difícil no compararlos con los engranes del más fino reloj suizo que vestiría alguno de los invitados y quizás, este hombre, también participaría en aquella espiral perfecta. Ignorando que tres mujeres los observaban con aburrimiento, a pesar de sus esfuerzos – Al parecer nos han traído engañadas- dijo con un suspiro en donde aún se podía oír la risilla que le había causado el comportamiento súbitamente sumiso y educado de la otra mujer cuando tan solo su presencia desafiaba a los hombres tentándolos a olvidar las reglas morales y éticas de la iglesia católica, de su país y casamiento
Se rio para si mientras seguía el movimiento de las piezas con parsimonia. Sin duda encontraba más entretenida aquella doble moral, absurda y a la vista de ojos que no deseaban mirar, que el baile de salón en repeat que estaba a punto de servir de pista para poner en marcha una idea que se le acaba de ocurrir y que combinaba todos los elementos que habían surcado por su cabeza en aquellos pocos minutos en silencio – Aunque quizás simplemente sean como una brasa ardiente, esperando de la chispa necesaria para arder- Su tono bajo no era un susurro aunque fácilmente pudiera haberse perdido en el ambiente como si de uno se tratase. No importaba, esta vez se dirigía a ella misma aunque no le molestaría que las otras señoritas se enterasen de lo que ocurría por su mente, haría todo más fácil - ¿Me acompañas querida? – agrego finalmente volteando hacia la mujer que le había hablado antes, parecía tener mas vida, mas chispa que su compañera.
Con una sonrisa se disculpó de Loulou y ofreció la mano a su amiga, entrelazando los brazos tan pronto estuvo lista para guiarla hacia el centro del salón – Tengo la firme creencia de que nuestra suerte cambiara aquí, caso contrario siempre es un placer disfrutar un baile ¿no te parece? Como mínimo hará mas amena esta noche – soltó su brazo para tenderle de nuevo la mano, esta vez para unirse al resto de las personas que segundos atrás miraban. No le importaba si tenia que pagarle por su tiempo allí, lo haría gustosa si con ello podría seguir sorprendiéndose, maravillándose y riéndose del comportamiento de los franceses quienes no ignorarían a las mujeres tan pronto estas empezaran a moverse en la pista de baile.
Despues de todo, era como lanzar un filete de carne frente a una jauría de perros.
Se rio para si mientras seguía el movimiento de las piezas con parsimonia. Sin duda encontraba más entretenida aquella doble moral, absurda y a la vista de ojos que no deseaban mirar, que el baile de salón en repeat que estaba a punto de servir de pista para poner en marcha una idea que se le acaba de ocurrir y que combinaba todos los elementos que habían surcado por su cabeza en aquellos pocos minutos en silencio – Aunque quizás simplemente sean como una brasa ardiente, esperando de la chispa necesaria para arder- Su tono bajo no era un susurro aunque fácilmente pudiera haberse perdido en el ambiente como si de uno se tratase. No importaba, esta vez se dirigía a ella misma aunque no le molestaría que las otras señoritas se enterasen de lo que ocurría por su mente, haría todo más fácil - ¿Me acompañas querida? – agrego finalmente volteando hacia la mujer que le había hablado antes, parecía tener mas vida, mas chispa que su compañera.
Con una sonrisa se disculpó de Loulou y ofreció la mano a su amiga, entrelazando los brazos tan pronto estuvo lista para guiarla hacia el centro del salón – Tengo la firme creencia de que nuestra suerte cambiara aquí, caso contrario siempre es un placer disfrutar un baile ¿no te parece? Como mínimo hará mas amena esta noche – soltó su brazo para tenderle de nuevo la mano, esta vez para unirse al resto de las personas que segundos atrás miraban. No le importaba si tenia que pagarle por su tiempo allí, lo haría gustosa si con ello podría seguir sorprendiéndose, maravillándose y riéndose del comportamiento de los franceses quienes no ignorarían a las mujeres tan pronto estas empezaran a moverse en la pista de baile.
Despues de todo, era como lanzar un filete de carne frente a una jauría de perros.
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Re: La primera noche en París (posible +18)
-Oh si, espero que esto no sea de lo que se puede considerar "normal" o no duraremos mas que unos meses hasta que volvamos nuevamente a casa... - dijo a las dos mujeres, al recordar que el lugar donde iban a dormir solo estaba arrendado por una quincena que era lo que habían podido abonar, sabiendo que sus padres verían mal la vuelta de las dos mujeres que habían salido de la casa confirmando que se iban a París a trabajar de costureras en una empresa de la zona. Nada mas lejos de la realidad mas cruel.
Suspiró. Tenia técnicas para seducir a los hombres, pero el anfitrión pidió explícitamente que no fueras tras los hombres, que ellos solos iban a acercarse, ya había pasado media hora y comenzaban a bailar todos y la mercadería seguía aun en el mostrador que la exhibe. Que gran fracaso, poco planificado de su parte. Loulou estaba a punto de entrar en una crisis nerviosa solo que ella la disimulaba sin hablar absolutamente nada y volviéndose sobre ella únicamente, es mas, ni había emitido opinión ante el comentario de la dama. Esta tenia la mirada fija en las parejas de baile, cautivada por el movimiento quizá? No, mas bien parecía que observaba algo mas allá de las parejas del salón. Por su mirada y determinación tenia un plan, una estrategia para cambiar el rumbo de la noche. La mirada de la decisión se posó en sus ojos antes de confirmarlo con palabras.
-Por supuesto que la acompaño! - aceptó de mucho gusto, Loulou le clavó la mirada a Sweet como si esta desobedeciera los mandatos del contratante, pero ella no lo vio así, el anfitrión había dicho "clientes" ella consideraba clientes tanto a hombres como a las mujeres también. No iba a privarse de hacer lo que le plazca ademas. La noche estaba paga de todas formas y los servicios de todos los invitados también. Ademas si seguían en el asiento de la barra terminaría durmiéndose con un whisky en la mano. Eso mejor lo dejaba cuando sus pieles colgaran.
Salieron ambas mujeres caminando con determinación hacia la pista. Sweet se reía ante los comentarios de la otra mujer.
-Coincido totalmente con usted, la noche aun es joven como nosotras, ¿quién puede detenernos?- y con determinación se colocó en un costado de la pista ofreciéndose a ser la que lleva los pasos y extendió una mano invitándola a que la tome para unirse a la maquinaria que allí se congregaba, los pasos eran sencillos, había que concentrarse mas en no perder la linea.
Comenzaron a bailar con un tema sencillo, no muy caótico que la orquesta tocaba, y se fueron lentamente colando hacia el centro de la pista, ambas bailando como si se tratara de una pareja de baile con años en bailes de salón. Notó algunas miradas concentrarse en ellas dos, no podía saber que pensaban pero lo importante era que hablaran de ellas, no importaba que. Estar en el candelero siempre era una técnica efectiva para darse a conocer.
Con discreción le comentó a la otra mujer - Espero me disculpe Madmoiselle, creo que he bailado pocas veces en bailes de salón, aunque usted lo hace como toda una profesional en el tema- y le dedicó una sonrisa a modo de disculpas.
-Ahora, cree que podemos encender la chispa?...- le preguntó en el oído.
Suspiró. Tenia técnicas para seducir a los hombres, pero el anfitrión pidió explícitamente que no fueras tras los hombres, que ellos solos iban a acercarse, ya había pasado media hora y comenzaban a bailar todos y la mercadería seguía aun en el mostrador que la exhibe. Que gran fracaso, poco planificado de su parte. Loulou estaba a punto de entrar en una crisis nerviosa solo que ella la disimulaba sin hablar absolutamente nada y volviéndose sobre ella únicamente, es mas, ni había emitido opinión ante el comentario de la dama. Esta tenia la mirada fija en las parejas de baile, cautivada por el movimiento quizá? No, mas bien parecía que observaba algo mas allá de las parejas del salón. Por su mirada y determinación tenia un plan, una estrategia para cambiar el rumbo de la noche. La mirada de la decisión se posó en sus ojos antes de confirmarlo con palabras.
-Por supuesto que la acompaño! - aceptó de mucho gusto, Loulou le clavó la mirada a Sweet como si esta desobedeciera los mandatos del contratante, pero ella no lo vio así, el anfitrión había dicho "clientes" ella consideraba clientes tanto a hombres como a las mujeres también. No iba a privarse de hacer lo que le plazca ademas. La noche estaba paga de todas formas y los servicios de todos los invitados también. Ademas si seguían en el asiento de la barra terminaría durmiéndose con un whisky en la mano. Eso mejor lo dejaba cuando sus pieles colgaran.
Salieron ambas mujeres caminando con determinación hacia la pista. Sweet se reía ante los comentarios de la otra mujer.
-Coincido totalmente con usted, la noche aun es joven como nosotras, ¿quién puede detenernos?- y con determinación se colocó en un costado de la pista ofreciéndose a ser la que lleva los pasos y extendió una mano invitándola a que la tome para unirse a la maquinaria que allí se congregaba, los pasos eran sencillos, había que concentrarse mas en no perder la linea.
Comenzaron a bailar con un tema sencillo, no muy caótico que la orquesta tocaba, y se fueron lentamente colando hacia el centro de la pista, ambas bailando como si se tratara de una pareja de baile con años en bailes de salón. Notó algunas miradas concentrarse en ellas dos, no podía saber que pensaban pero lo importante era que hablaran de ellas, no importaba que. Estar en el candelero siempre era una técnica efectiva para darse a conocer.
Con discreción le comentó a la otra mujer - Espero me disculpe Madmoiselle, creo que he bailado pocas veces en bailes de salón, aunque usted lo hace como toda una profesional en el tema- y le dedicó una sonrisa a modo de disculpas.
-Ahora, cree que podemos encender la chispa?...- le preguntó en el oído.
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: La primera noche en París (posible +18)
Con una sonrisa ancha, Amethyst observaba a los hombres que seguían con una curiosidad mórbida su paso por la pista en donde fluían conjuntamente con la corriente de bailarines. Sus ojos brillaban divertidos y maliciosos cada vez que chocaban con los de alguno de ellos, incitándolo a acercarse aunque enseguida moviéndolas lejos de su alcance, refugiándose en la pared de cuerpos que se cerraban y abrían al ritmo de la lenta música de salón –Olvida las disculpas, te mueves divinamente, con gracia natural y este baile parece muy simple a tus pies- aun con una sonrisa, una más modesta y amable que la anterior, dejo su mano caer hasta el inicio de la cadera en un movimiento lento y prolongado –No necesito creerlo, lo veo– susurro de igual modo sujetando con firmeza su mano entre los largos dedos. Dio un último vistazo a un caballero de mirada azul, en el centelleaba el desafío y el deseo. Una sonrisa orgullosa adorno sus labios y la cambiaformas no tardó en responderle y desafiarle al apretar su agarre en la mujer teniendo cuidado de no herirla.
Le causaba gracia que él estuviera demasiado enfocado en ellas para notar la mirada gélida de la que suponía era su pareja. No era la única que llevaba una mueca de disgusto, pequeña y cuidada, al notar el súbito movimiento de las mujeres de compañía hacia el centro del lugar para tomar la pista, y a sus hombres. Por supuesto su diversión no se fundaba en el enfado de las mujeres (¿Qué clase de masoquista disfrutaría con algo asi?) si no en la falta de reacción que tenían. Atadas por sus propias reglas de cortesía y sumisas como debían ser, solo sacudían sus abanicos de forma rápida y cortante como si pretendieran que era cuchillos que lanzarían en cualquier segundo. Su risa tintineo de vuelta por el ambiente antes de verse obligada a forzar un giro, casi levantando a la cortesana por la cadera para evitarse tener que esperar por su movimiento pero manteniéndola lo suficientemente baja para que solo la punta de sus pies rozaran el suelo. La dejo descansar en su nuevo lugar antes de observar de reojo al hombre de ojos penetrantes que se había acercado en su pequeña distracción. Le sonrió de vuelta antes de retomar el baile, haciendo a su compañera retroceder aún más con pasos largos y ensayados para alejarse ambas del sujeto -No, ese no– dijo mas para si recordando la cara predatoria del hombre sin ofrecerle siquiera una mínima explicación a su acompañante. Simplemente una sonrisa traviesa
-Has insinuado dos veces antes que no eres de París –aflojo la presión que ejercían y se distancio apenas lo suficiente para permitirle un nuevo giro, más corto y en el lugar, antes de atraerla de nuevo –¿De dónde eres? ¿Y porque no deseas regresar? No me digas que no es así, el tono de tu voz te ha delatado –nuevos pasos de baile, de reojo podía ver que alguien nuevo las observaba- Aunque, no tienes porque responderme si te parece algo demasiado intimo para compartir con una desconocida– aunque claro, dado su trabajo, aquello le resultaría algo irónico pero ¿Quién era ella para cuestionarla?. Siguió bailando, escuchándola atentamente, hasta el final de la melodía cuando llegaron dos hombres para interrumpirlas y separarlas. Esta vez la rubia no puso ni siquiera el remedo de una oposición y partió en brazos de un señor con facciones amables. Físicamente al menos. Si bien se seguía divirtiendo con las miradas furibundas de las mujeres su atención estaba en la pareja que había dejado atrás. Oía las conversaciones con claridad y los gestos más sutiles vislumbran las claras intenciones que le indicaban intervenir antes de que alguien decidiera llevársela realmente. Después de todo era un juego pero no por ello permitiría que la apartasen de su vista y estropearan todo
El baile continuo de forma tal que ahora el reloj girara en torno a la francesa con los pretendientes acercándose como segunderos, rápidos y efímeros, quienes desaparecían tan pronto la música terminaba y eran interrumpidos por el siguiente en turno o por la aguja fuerte que representaba a Amethyst en aquel escenario, quien con excusas, interludios con bebidas, cambios de parejas y tantas otras triquiñuelas fáciles los volvía a alejar para dejar una nueva pareja en los brazos de la cortesana antes de que el tiempo se lo arrebatara de nuevo. En cada encuentro sus labios le dedicaban su eterna sonrisa y sus ojos centelleaban divertidos de todo -¿Te estas divirtiendo?- sus palabras resonaron en la mente de la joven cuando paso por detrás de ella y acaricio una de sus manos. Aunque podría haberse tratado de un simple susurro – Me gustaría saber si así es, si en cambio deseas frenar puedes decírmelo – dio una vuelta entre los brazos de un rubio, ilustre desconocido, aun detrás de la mujer. Se separaron y antes de regresar resonó -pero recuerda que no puedes irte con ninguno de ellos – más risas acampanadas.
Le causaba gracia que él estuviera demasiado enfocado en ellas para notar la mirada gélida de la que suponía era su pareja. No era la única que llevaba una mueca de disgusto, pequeña y cuidada, al notar el súbito movimiento de las mujeres de compañía hacia el centro del lugar para tomar la pista, y a sus hombres. Por supuesto su diversión no se fundaba en el enfado de las mujeres (¿Qué clase de masoquista disfrutaría con algo asi?) si no en la falta de reacción que tenían. Atadas por sus propias reglas de cortesía y sumisas como debían ser, solo sacudían sus abanicos de forma rápida y cortante como si pretendieran que era cuchillos que lanzarían en cualquier segundo. Su risa tintineo de vuelta por el ambiente antes de verse obligada a forzar un giro, casi levantando a la cortesana por la cadera para evitarse tener que esperar por su movimiento pero manteniéndola lo suficientemente baja para que solo la punta de sus pies rozaran el suelo. La dejo descansar en su nuevo lugar antes de observar de reojo al hombre de ojos penetrantes que se había acercado en su pequeña distracción. Le sonrió de vuelta antes de retomar el baile, haciendo a su compañera retroceder aún más con pasos largos y ensayados para alejarse ambas del sujeto -No, ese no– dijo mas para si recordando la cara predatoria del hombre sin ofrecerle siquiera una mínima explicación a su acompañante. Simplemente una sonrisa traviesa
-Has insinuado dos veces antes que no eres de París –aflojo la presión que ejercían y se distancio apenas lo suficiente para permitirle un nuevo giro, más corto y en el lugar, antes de atraerla de nuevo –¿De dónde eres? ¿Y porque no deseas regresar? No me digas que no es así, el tono de tu voz te ha delatado –nuevos pasos de baile, de reojo podía ver que alguien nuevo las observaba- Aunque, no tienes porque responderme si te parece algo demasiado intimo para compartir con una desconocida– aunque claro, dado su trabajo, aquello le resultaría algo irónico pero ¿Quién era ella para cuestionarla?. Siguió bailando, escuchándola atentamente, hasta el final de la melodía cuando llegaron dos hombres para interrumpirlas y separarlas. Esta vez la rubia no puso ni siquiera el remedo de una oposición y partió en brazos de un señor con facciones amables. Físicamente al menos. Si bien se seguía divirtiendo con las miradas furibundas de las mujeres su atención estaba en la pareja que había dejado atrás. Oía las conversaciones con claridad y los gestos más sutiles vislumbran las claras intenciones que le indicaban intervenir antes de que alguien decidiera llevársela realmente. Después de todo era un juego pero no por ello permitiría que la apartasen de su vista y estropearan todo
El baile continuo de forma tal que ahora el reloj girara en torno a la francesa con los pretendientes acercándose como segunderos, rápidos y efímeros, quienes desaparecían tan pronto la música terminaba y eran interrumpidos por el siguiente en turno o por la aguja fuerte que representaba a Amethyst en aquel escenario, quien con excusas, interludios con bebidas, cambios de parejas y tantas otras triquiñuelas fáciles los volvía a alejar para dejar una nueva pareja en los brazos de la cortesana antes de que el tiempo se lo arrebatara de nuevo. En cada encuentro sus labios le dedicaban su eterna sonrisa y sus ojos centelleaban divertidos de todo -¿Te estas divirtiendo?- sus palabras resonaron en la mente de la joven cuando paso por detrás de ella y acaricio una de sus manos. Aunque podría haberse tratado de un simple susurro – Me gustaría saber si así es, si en cambio deseas frenar puedes decírmelo – dio una vuelta entre los brazos de un rubio, ilustre desconocido, aun detrás de la mujer. Se separaron y antes de regresar resonó -pero recuerda que no puedes irte con ninguno de ellos – más risas acampanadas.
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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La noche parecía apenas comenzar a pesar que no podía desde su lugar ver la luna afuera, apostada en lo alto, pero podía sentir que en la presencia del Amethyst al menos algo importante había cambiado, su humor incluso ya no era el mismo. Solo sentía un leve atisbo de nervios que devenían de sus propias incertidumbres, su falta de confianza en si misma.
Le regalaba sonrisas a su nueva compañía, pero no solo lo hacia por compromiso, de alguna manera le había cambiado la noche, antes que estar sentada frente a la barra con muy poco para hacer terminaría beoda para el tercer whiskey. -Gracias Mademoiselle - agradeció cuando esta le dio un cumplido por sus modos de bailar y luego ante el comentario confirmando que las estaban observando con deleite decidió verlo con sus propios ojos y se aventuró a encontrarse con algunos de los otros bailarines de la pista, que lejos de estar mirándolas con desprecio desviaban su vista a los movimientos de la mano de Amethyst que se encaminaban de forma sugerente a las caderas de Sweet. Volvió la mirada hacia ella en un rápido gesto le guiñó un ojo con picardía y con sutileza comenzó a recorrer con la mano libre la espalda de la dama bordeando los detalles del vestido y pegándose a su figura.
Volvió para separarse un poco de ella y vio como su mirada se iba a un semental que estaba acompañado pero el cual no hacia caso omiso a sus miradas sobre ellas dos, despreciando a su compañera que no encontraba las formas para que este se comportara como su pareja y no como una bestia animal. Sweet le sonrió y se mordió levemente el labio inferior solo para continuar con el juego, pero casi sin notarlo dejó de verlo. La dama que la conducía en el baile había optado por alejarse del hombre, acotando que ese no convenía a juzgar por sus miradas, la cortesana confirmó que sabría algo sobre él que ella ignoraba y lo dejó pasar sin mas y siguió con una sonrisa a su partenaire.
Las preguntas inquisidoras dejaron a Sweet en jaque, que no sabia el motivo y porque contestaría afirmativamente a ellas, tenia serios motivos para no contarle a nadie, habia cosas que prefería reservarse, pero había algo en esta mujer que le inspiraba una confianza plena. La juzgaba mal? No lo sabia pero antes de pensar mas ya por sus labios empezó a escaparsele las respuestas con un tono de sorpresa en la voz -Si Mademoiselle, esta en lo cierto, soy de un pueblo a unos 200 kilómetros de aquí en realidad. Lo de la partida... espero que me conceda el poder de guardarlo como secreto - dijo y se acercó un poco mas a su oído para no elevar el tono de voz por sobre la música -No la considero una desconocida, temo que usted no ganaría nada con delatarme frente a mis padres, no tendría sentido. La verdad es que mis padres planificaron una vida de ama de casa para mi futuro, nada que fuera ni lo mas mínimo de libertino me era permitido, es por ello que decidí escaparme de casa con mi amiga que dejamos en la barra. Mentimos a nuestros padres que se nos había ofrecido un trabajo en una fabrica en París y que debíamos hacerlo porque la paga era buena- terminó para luego volver al tono normal - Obviamente todas falacias. Estamos ocupando la casa de un amigo para vivir aquí - confirmó mientras seguían con los requisitos del baile de ese momento y continuaban los giros. Al finalizar uno de ellos, unos hombres se les acercaron dejándolas separadas, los ojos de Sweet fueron directamente a Amethyst que no se negó sin dejar de posarle la mirada.
El muchacho era apuesto, podía ver entre giro y giro a la mujer que ahora conocía el motivo por el cual no volvía a su casa y de la cual no había podido tener devolución o comentario alguno. Apenas terminaba de acostumbrarse a este hombre cuando otro llegó para oficiarle de partenaire, este tenia unos bellos ojos y se notaba que también tenia un cargo importante a considerar por la inmensa cantidad de escudos colocados en el pecho, este comenzó a hablarle un poco, unas palabras tranquilas para luego pasar a considerar su apariencia física, deslizando hábilmente una de sus manos para marcar las curvas de Sweet. Cuando estuvo a punto de seguir en esa manía y Sweet comenzaba a acalorarse por la osadía en publico del hombre, vino otro hombre que lo desplazó y comenzó a marcar los pasos, era de imponerse a considerar por la fuerza del agarre de sus manos, este también buscó conocerla un poco mas, de pronto sintiendo una mirada clavada en su espalda notó que estaba la mujer con la que había bailado primero y que esta no le quitaba la mirada, Sweet intentó mantenérsela hasta que su pareja nuevamente volvió a cambiar y una sonrisa se dibujó en la cara de ella. Aprovechando uno de los giros le respondió -De mil maravillas, Madmoiselle! - en respuesta a la diversión.
-Esto se esta volviendo algo vertiginoso, a veces. Me divierte, pero creo que mas me divierte su compañía... - dejó latente mientras su compañero volvía a hacerla girar reclamando su atención. La mente de Sweet estaba perdida en la mirada de la mujer como una especie de hipnosis. Dejando a su compañero con un leve gesto y un beso en la comisura de los labios pidió permiso al bailarín de ella para continuar con el baile. Y le tomó la mano nuevamente para alcanzar un nuevo giro -Créame que no es necesario irme con ninguno de ellos, solo me están viendo como una muñeca con la cual jugar - luego de meditarlo unos momentos posada en los ojos de la mujer afirmó -Bueno, en realidad no puedo quejarme, es para lo que realmente me llamaron aquí, no soy mas que una prostituta para usar en sus camas. Usted por el contrario, me divierte mas. Su forma de ser es mas alocada, mas audaz-
Le regalaba sonrisas a su nueva compañía, pero no solo lo hacia por compromiso, de alguna manera le había cambiado la noche, antes que estar sentada frente a la barra con muy poco para hacer terminaría beoda para el tercer whiskey. -Gracias Mademoiselle - agradeció cuando esta le dio un cumplido por sus modos de bailar y luego ante el comentario confirmando que las estaban observando con deleite decidió verlo con sus propios ojos y se aventuró a encontrarse con algunos de los otros bailarines de la pista, que lejos de estar mirándolas con desprecio desviaban su vista a los movimientos de la mano de Amethyst que se encaminaban de forma sugerente a las caderas de Sweet. Volvió la mirada hacia ella en un rápido gesto le guiñó un ojo con picardía y con sutileza comenzó a recorrer con la mano libre la espalda de la dama bordeando los detalles del vestido y pegándose a su figura.
Volvió para separarse un poco de ella y vio como su mirada se iba a un semental que estaba acompañado pero el cual no hacia caso omiso a sus miradas sobre ellas dos, despreciando a su compañera que no encontraba las formas para que este se comportara como su pareja y no como una bestia animal. Sweet le sonrió y se mordió levemente el labio inferior solo para continuar con el juego, pero casi sin notarlo dejó de verlo. La dama que la conducía en el baile había optado por alejarse del hombre, acotando que ese no convenía a juzgar por sus miradas, la cortesana confirmó que sabría algo sobre él que ella ignoraba y lo dejó pasar sin mas y siguió con una sonrisa a su partenaire.
Las preguntas inquisidoras dejaron a Sweet en jaque, que no sabia el motivo y porque contestaría afirmativamente a ellas, tenia serios motivos para no contarle a nadie, habia cosas que prefería reservarse, pero había algo en esta mujer que le inspiraba una confianza plena. La juzgaba mal? No lo sabia pero antes de pensar mas ya por sus labios empezó a escaparsele las respuestas con un tono de sorpresa en la voz -Si Mademoiselle, esta en lo cierto, soy de un pueblo a unos 200 kilómetros de aquí en realidad. Lo de la partida... espero que me conceda el poder de guardarlo como secreto - dijo y se acercó un poco mas a su oído para no elevar el tono de voz por sobre la música -No la considero una desconocida, temo que usted no ganaría nada con delatarme frente a mis padres, no tendría sentido. La verdad es que mis padres planificaron una vida de ama de casa para mi futuro, nada que fuera ni lo mas mínimo de libertino me era permitido, es por ello que decidí escaparme de casa con mi amiga que dejamos en la barra. Mentimos a nuestros padres que se nos había ofrecido un trabajo en una fabrica en París y que debíamos hacerlo porque la paga era buena- terminó para luego volver al tono normal - Obviamente todas falacias. Estamos ocupando la casa de un amigo para vivir aquí - confirmó mientras seguían con los requisitos del baile de ese momento y continuaban los giros. Al finalizar uno de ellos, unos hombres se les acercaron dejándolas separadas, los ojos de Sweet fueron directamente a Amethyst que no se negó sin dejar de posarle la mirada.
El muchacho era apuesto, podía ver entre giro y giro a la mujer que ahora conocía el motivo por el cual no volvía a su casa y de la cual no había podido tener devolución o comentario alguno. Apenas terminaba de acostumbrarse a este hombre cuando otro llegó para oficiarle de partenaire, este tenia unos bellos ojos y se notaba que también tenia un cargo importante a considerar por la inmensa cantidad de escudos colocados en el pecho, este comenzó a hablarle un poco, unas palabras tranquilas para luego pasar a considerar su apariencia física, deslizando hábilmente una de sus manos para marcar las curvas de Sweet. Cuando estuvo a punto de seguir en esa manía y Sweet comenzaba a acalorarse por la osadía en publico del hombre, vino otro hombre que lo desplazó y comenzó a marcar los pasos, era de imponerse a considerar por la fuerza del agarre de sus manos, este también buscó conocerla un poco mas, de pronto sintiendo una mirada clavada en su espalda notó que estaba la mujer con la que había bailado primero y que esta no le quitaba la mirada, Sweet intentó mantenérsela hasta que su pareja nuevamente volvió a cambiar y una sonrisa se dibujó en la cara de ella. Aprovechando uno de los giros le respondió -De mil maravillas, Madmoiselle! - en respuesta a la diversión.
-Esto se esta volviendo algo vertiginoso, a veces. Me divierte, pero creo que mas me divierte su compañía... - dejó latente mientras su compañero volvía a hacerla girar reclamando su atención. La mente de Sweet estaba perdida en la mirada de la mujer como una especie de hipnosis. Dejando a su compañero con un leve gesto y un beso en la comisura de los labios pidió permiso al bailarín de ella para continuar con el baile. Y le tomó la mano nuevamente para alcanzar un nuevo giro -Créame que no es necesario irme con ninguno de ellos, solo me están viendo como una muñeca con la cual jugar - luego de meditarlo unos momentos posada en los ojos de la mujer afirmó -Bueno, en realidad no puedo quejarme, es para lo que realmente me llamaron aquí, no soy mas que una prostituta para usar en sus camas. Usted por el contrario, me divierte mas. Su forma de ser es mas alocada, mas audaz-
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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No le había sorprendido tanto el oír que se trataba de una fugitiva como el verla interrumpir uno de los bailes con delicadeza para ser ella quien la rescataba esta vez de los brazos de un caballero. Con una suave reverencia se despidió del hombre y sujeto la mano que le tendían, encantada de descubrir aquella personalidad más transgresora. –Pensé que no se permitía ir en busca de tus presas, mi pequeña fugitiva– Sus ojos negros resplandecieron en una muda burla a quien fuera le había dado tan ridícula orden– Me alegra que lo hicieras. Aunque es cierto que prefiero guiar, he de admitir que es divertido ceder y dejar que otro sea quien lleve el ritmo pero – siguiendo la figura del baile se acercó hasta que sus caderas chocaron por un lateral antes de comenzar a girar con lentitud- les faltaba tu talento y carisma. Sin mencionar su bonito rostro– La miro de reojo y aunque sus labios no se movieron un ápice, sus ojos brillaron contentos. Casi orgullosos de lo que habían encontrado– Muchas mujeres con sus dotes y gracias, se hubiesen conformado con un compromiso arreglado que les permitiera vivir cómodas en cautiverio ¿No es eso triste? Pero usted, ah usted! Pese a todas las desventajas y peligros que esta sociedad impone, decidió tomar su propio destino y retorcerlo, forjarlo hasta que se volviera algo diferente – termino la vuelta para quedar nuevamente la una frente a la otra por los instantes en que la música se reiniciaba. Los orbes oscuros parecían chispear con cierta malicia inocente, como si tuviera en mente una idea peligrosa pero estuviera sopesando los riesgos. Enseguida su atención se vio desplazada hacia un lado para volver a encontrar aquellos ojos azules, peligrosos que en todo aquel tiempo no las había abandonado. Esta vez no ofreció ninguna sonrisa y simplemente ladeo el rostro con los ojos entrecerrados antes de volver a observar a su compañera. Su rostro se mantuvo por unos segundos en profunda confusión antes de volver a iluminarse, como si aquel encuentro hubiera sido el empujón que necesitaba para decidirse.
Una mano sobre su cadera, la otra enredada en sus dedos. Pasos veloces en una música de ritmo ascendente –Lamentablemente no todos los niños saben jugar–acerco su mano para alejar las hebras oscuras que amenazaban con ocultar su rostro -algunos son egoístas y se guardan la diversión para si mientras que a otros no les importara cuidar de tu carita de porcelana – como si quisiera probar sus palabras, dejo que su dorso acariciara su mejilla, apenas presionando el canto de una de sus uñas para ver dibujarse un camino rojizo hasta caer de la mandíbula a su posición anterior – Eres joven, carne tierna para que los lobos que nos rodean –se mordió el labio inferior mientras la contemplaba con una sonrisa -¿Qué sabes del negocio al que te has lanzado?¿que experiencia tienes en el y con su entorno? – A veces era sencillo olvidar que la griega con su carácter despreocupado, era una mujer de negocios que pasaba horas sopesando pros y contras antes de lanzarse a un nuevo mercado, cada decisión estaba respaldado por una larga investigación y años de experiencia. A sus ojos no era muy diferente comprar nuevas minas de hierro a poner el precio de un cuerpo, se trataba de minimizar los riesgos con acuerdos sólidos e inversiones que dejaran siempre más de lo que salía. Después de todo debía asegurar que la estructura interna no se caiga de la misma forma en que se debía evitar las cicatrices en la piel tersa de la cortesana ¿No? Todo era cuestión de tener los ojos atentos y de saber cuáles eran las más fatídicas consecuencias para asegurarse de esquivarlas antes de que llegasen.
De forma distraída, casi como por casualidad, sus pies las iban alejando más y más del centro la pista hasta dejar atrás al último círculo de bailarines. Con una vuelta final invirtió sus posiciones hasta encerrar a la joven contra una columna de forma tal que diera la impresión de ser simplemente dos mujeres intercambiando opiniones cuando en realidad estaba cerrándole el paso tanto a la cortesana como al pretendiente de mirada hambrienta al cual aun podía rastrear en las cercanías, escondido en la multitud. –Lamento alejarte de la diversión de forma tan inesperada–negó con la cabeza mientras dejaba caer sus brazos, asegurándose de volver a sentir las curvas de la mujer frente a si solo por capricho –pero supongo asi podemos disfrutar de otro merecido trago ¿no se te apetece? -
Una mano sobre su cadera, la otra enredada en sus dedos. Pasos veloces en una música de ritmo ascendente –Lamentablemente no todos los niños saben jugar–acerco su mano para alejar las hebras oscuras que amenazaban con ocultar su rostro -algunos son egoístas y se guardan la diversión para si mientras que a otros no les importara cuidar de tu carita de porcelana – como si quisiera probar sus palabras, dejo que su dorso acariciara su mejilla, apenas presionando el canto de una de sus uñas para ver dibujarse un camino rojizo hasta caer de la mandíbula a su posición anterior – Eres joven, carne tierna para que los lobos que nos rodean –se mordió el labio inferior mientras la contemplaba con una sonrisa -¿Qué sabes del negocio al que te has lanzado?¿que experiencia tienes en el y con su entorno? – A veces era sencillo olvidar que la griega con su carácter despreocupado, era una mujer de negocios que pasaba horas sopesando pros y contras antes de lanzarse a un nuevo mercado, cada decisión estaba respaldado por una larga investigación y años de experiencia. A sus ojos no era muy diferente comprar nuevas minas de hierro a poner el precio de un cuerpo, se trataba de minimizar los riesgos con acuerdos sólidos e inversiones que dejaran siempre más de lo que salía. Después de todo debía asegurar que la estructura interna no se caiga de la misma forma en que se debía evitar las cicatrices en la piel tersa de la cortesana ¿No? Todo era cuestión de tener los ojos atentos y de saber cuáles eran las más fatídicas consecuencias para asegurarse de esquivarlas antes de que llegasen.
De forma distraída, casi como por casualidad, sus pies las iban alejando más y más del centro la pista hasta dejar atrás al último círculo de bailarines. Con una vuelta final invirtió sus posiciones hasta encerrar a la joven contra una columna de forma tal que diera la impresión de ser simplemente dos mujeres intercambiando opiniones cuando en realidad estaba cerrándole el paso tanto a la cortesana como al pretendiente de mirada hambrienta al cual aun podía rastrear en las cercanías, escondido en la multitud. –Lamento alejarte de la diversión de forma tan inesperada–negó con la cabeza mientras dejaba caer sus brazos, asegurándose de volver a sentir las curvas de la mujer frente a si solo por capricho –pero supongo asi podemos disfrutar de otro merecido trago ¿no se te apetece? -
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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Por suerte, había sido rescatada de las manos del bailarín, no quería parecer descortés pero no estaba a gusto con él como lo estaba con la mujer, aunque pocas veces le había pasado comenzaba a presentir algo mas detrás de la fuerte mirada que imponía respeto en caso de no ser un cercano a la mujer de ojos oscuros de firme presencia. No pudo contestarle mas que con una sonrisa y la cabeza gacha cuando le hizo el comentario, tenía toda la razón, para luego levantar la cabeza al saber que se alegraba de que hubiera transgredido las reglas. Al menos alguien de todos los invitados sabia como divertirse en la fiesta!.
Una extraña sensación sintió esta vez cuando sus caderas se aproximaron en uno de los tantos movimientos de la danza, ¿qué le estaba pasando?, una sensación de calidez invadió su cuerpo dejándola completamente desnuda en su forma de ser y exponiéndola a un leve rubor en las mejillas que no sucedía hace ya bastante tiempo con nadie. Al parecer nadie podía sacarle a Sweet esos sentimientos hace ya bastante tiempo, haciéndose la mujer realizada e imposible de conmover por nada. En el fondo eso le recordaba que era muy joven para algunas cosas, que había sentimientos que a pesar de pasar por muchas camas no podía quitarse de encima hasta dentro de muchos años mas.
-Si, creo que odiaría el cautiverio. Se que aun queda mucho por vivir, pero no me imagino comprometida a atender a un hombre solo, manteniendo una casa y dándole hijos cual si fuera su sirvienta personal. Además que esto generalmente se da por arreglos familiares con algún otro miembro de la familia con el que generalmente el amor no existe. Le agradezco Mademoiselle – dijo confirmando las palabras de la dama y agradeciendo los halagos – No todos lo ven asi, generalmente se gastan en tildarte de puta antes de ver la historia detrás de cada uno. Pero es mas fácil hacerlo de esa forma, no voy a juzgarlos, se que por eso lo hacen. Al menos asi tienen un tema mas del que hablar entre ellos – concluyó mientras miraba de soslayo al grupo de bailarines con los que se habían topado minutos antes, las miradas de estos no se dirigían directamente a los ojos de las damas sino que mas se centraban en sus atributos sin un atisbo de disimulo. Luego no pudo dejar escapar la mirada de la dama hacia uno de los hombres. No le eran necesarias las palabras en su caso, parecía poder matar con una simple mirada.
Cuando un nuevo tema comenzaba, notó un suave cosquilleo proveniente de las tenues caricias que esta mujer proyectaba en su rostro, este no solo permaneció en su semblante sino que le recorrió grácilmente el cuerpo entero, dejándole una sensación de lujuria que no podía explicar y marcando de un rosado intenso sus pómulos. ¿Qué conocía del negocio?, esa era una buena pregunta. La verdad era que apenas sabia como tratar a sus familiares en la cama y algún que otro amigo o desconocido que requirió su compañía. Se podría decir que sabia bailar, pero realmente no conocía la música del lugar – Para serle franca Mademoiselle, tengo poca experiencia en mi rubro, mas que experiencia familiar y algún que otro trabajo de medio tiempo podría decirse. El tema es que los parisinos no son la gente de pueblo que yo conocía por mis lugares, lo que me deja un mercado totalmente nuevo por conocer aun. Apenas llego aquí, espero tener éxito en lo mio pero para serle sincera solo tengo mi predisposición para ello- terminó mientras veía en ella una mirada calculadora y certera analizando sus palabras una por una.
El baile continuaba, y a pesar de ello se vio desplazada apenas notándolo después lejos de la pista central, mas llegando al área de columnas del salón. Como había dicho antes, tenía el don de manejar las riendas de las situaciones y eso era una gran habilidad a la mirada de Sweet. –No, por supuesto que no me molesta, me encantaría ir por algo mas para beber- comentó al sentir las manos de ella nuevamente en su cintura, con algo de descaro pasó una mano por detrás de la cintura de ella y siguiendo sus pasos se dirigieron una vez mas hacia la barra donde LouLou no dejaba de mirarlas a ambas con cierta cara de desaprobación, simulando una falsa tranquilidad en su rostro contraído por el nerviosismo.
Haciendo caso omiso de su mirada optó por dirigirse directo a la dama de ojos oscuros y preguntarle -Disculpeme Madmoiselle, ¿a qué se dedica usted?, obviamente debe llevar una gran compañia a cuestas a considerar por su liderazgo bien marcado-.
Una extraña sensación sintió esta vez cuando sus caderas se aproximaron en uno de los tantos movimientos de la danza, ¿qué le estaba pasando?, una sensación de calidez invadió su cuerpo dejándola completamente desnuda en su forma de ser y exponiéndola a un leve rubor en las mejillas que no sucedía hace ya bastante tiempo con nadie. Al parecer nadie podía sacarle a Sweet esos sentimientos hace ya bastante tiempo, haciéndose la mujer realizada e imposible de conmover por nada. En el fondo eso le recordaba que era muy joven para algunas cosas, que había sentimientos que a pesar de pasar por muchas camas no podía quitarse de encima hasta dentro de muchos años mas.
-Si, creo que odiaría el cautiverio. Se que aun queda mucho por vivir, pero no me imagino comprometida a atender a un hombre solo, manteniendo una casa y dándole hijos cual si fuera su sirvienta personal. Además que esto generalmente se da por arreglos familiares con algún otro miembro de la familia con el que generalmente el amor no existe. Le agradezco Mademoiselle – dijo confirmando las palabras de la dama y agradeciendo los halagos – No todos lo ven asi, generalmente se gastan en tildarte de puta antes de ver la historia detrás de cada uno. Pero es mas fácil hacerlo de esa forma, no voy a juzgarlos, se que por eso lo hacen. Al menos asi tienen un tema mas del que hablar entre ellos – concluyó mientras miraba de soslayo al grupo de bailarines con los que se habían topado minutos antes, las miradas de estos no se dirigían directamente a los ojos de las damas sino que mas se centraban en sus atributos sin un atisbo de disimulo. Luego no pudo dejar escapar la mirada de la dama hacia uno de los hombres. No le eran necesarias las palabras en su caso, parecía poder matar con una simple mirada.
Cuando un nuevo tema comenzaba, notó un suave cosquilleo proveniente de las tenues caricias que esta mujer proyectaba en su rostro, este no solo permaneció en su semblante sino que le recorrió grácilmente el cuerpo entero, dejándole una sensación de lujuria que no podía explicar y marcando de un rosado intenso sus pómulos. ¿Qué conocía del negocio?, esa era una buena pregunta. La verdad era que apenas sabia como tratar a sus familiares en la cama y algún que otro amigo o desconocido que requirió su compañía. Se podría decir que sabia bailar, pero realmente no conocía la música del lugar – Para serle franca Mademoiselle, tengo poca experiencia en mi rubro, mas que experiencia familiar y algún que otro trabajo de medio tiempo podría decirse. El tema es que los parisinos no son la gente de pueblo que yo conocía por mis lugares, lo que me deja un mercado totalmente nuevo por conocer aun. Apenas llego aquí, espero tener éxito en lo mio pero para serle sincera solo tengo mi predisposición para ello- terminó mientras veía en ella una mirada calculadora y certera analizando sus palabras una por una.
El baile continuaba, y a pesar de ello se vio desplazada apenas notándolo después lejos de la pista central, mas llegando al área de columnas del salón. Como había dicho antes, tenía el don de manejar las riendas de las situaciones y eso era una gran habilidad a la mirada de Sweet. –No, por supuesto que no me molesta, me encantaría ir por algo mas para beber- comentó al sentir las manos de ella nuevamente en su cintura, con algo de descaro pasó una mano por detrás de la cintura de ella y siguiendo sus pasos se dirigieron una vez mas hacia la barra donde LouLou no dejaba de mirarlas a ambas con cierta cara de desaprobación, simulando una falsa tranquilidad en su rostro contraído por el nerviosismo.
Haciendo caso omiso de su mirada optó por dirigirse directo a la dama de ojos oscuros y preguntarle -Disculpeme Madmoiselle, ¿a qué se dedica usted?, obviamente debe llevar una gran compañia a cuestas a considerar por su liderazgo bien marcado-.
Sweet Von Teese- Prostituta Clase Baja
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Re: La primera noche en París (posible +18)
Apenas fueron unos segundos y sin embargo miles de expresiones pasaron por el rostro de Amethyst. Apenas cuando la ternura en su sonrisa se correspondía al sonrojo de la morocha, encantada por la inocencia que aun podía vislumbrar en ella, el orgullo de saberse causante de aquellas rosas espiraladas y difusas en sus mejillas se vislumbro en sus ojos oscuros los cuales entrecerró solo para atrapar su rostro entre pesados parpados. Sin embargo no duro demasiado aquel gesto pues pronto los mismos se abrieron de par en par y pestañearon tan rápido como las alas de la mariposa ante la sorpresa de su confesión. Por su puesto no se trataba de la falta de experiencia de la mujer –porque aquello era solo un estadio pasajero que todos, en algún momento, compartían – si no, y de hecho, la que si había logrado juntar con los años y específicamente con quienes. Incluso sin estar ajena de la existencia del incesto, la temática era mas bien algo desconocido que seguía sorprendiéndola y, en ocasiones como la presente, confundiéndola. Fue esta la última de sus cortas y fugaces facetas antes de rendirse al momento coronándolo con una de sus sonrisas meramente cordiales mientras se desplazaba casi por inercia hasta la barra aun con los pensamientos aleteando en su cabeza.
El recorrido hasta el bar no fue largo, a pesar de las muy considerables dimensiones del lugar, y aun así Amethyst parecía proponerse alargar los segundos de forma casual y distraída con roces fantasmagóricos al abrazo de su acompañante, gesto que decidió no imitar pero sustituirlo por caricias que afirmaran la sensación que le producía aquella confianza. Dejo que su pulgar bajara por los finos dedos de la mujer para volver a subir siguiendo las huellas de sus arterias apenas con el filo de las uñas en un tempo lento y placido, como si siguiera bailando y la suave e impoluta piel fuera su pista en la que giraba una y otra vez antes de volver a empezar. Siguió girando también sus ideas los pocos segundos que les tomo atravesar el lugar hasta la barra en donde pudo ver el desdén con la que las seguía observando la que respondía al nombre de LouLou, le dedico una sonrisa que esperaba pudiese contagiarla antes de voltear a quien le interesaba - yo pediré una bebida suave pero pida, por favor, lo que prefiera y deje que corra por mi cuenta, por acaparar su tiempo- por unos pocos segundos, se liberó para pedir su bebida y en ese corto periodo de tiempo, su acompañante volvió a sorprenderla con una interesante teoría
-¿Liderazgo marcado? –Levanto una ceja con una sonrisa de lado, inmutables cuando recibió su copa y con una mano le indico el nuevo camino –¿Me acompañas? En el camino puedes contarme porque crees que tengo el puesto que dices-de forma contraria a la vez anterior, si se tomo la libertad de encerrarla en su brazo izquierdo para demostrar que era su compañía y que el arrebatársela debería estar fuera de los planes de la mayoría. –En efecto, querida, llevo una empresa que se dedica a extraer metales, algunos para las damas y caballeros como lo son el oro y la plata y otros destinados a la construcción como pueden ser el hierro y el mármol –dijo sin agregar mas y quitándole importancia al asunto, sabía que, porque fuera su pequeña y extraña pasión no a todos les interesaban las “rocas” mas allá de su precio en el mercado. Se detuvo apenas un instante para observarla, recorriendo los detalles del vestido rojo y deteniéndose en las clavículas desnudas, apenas cubiertas por una trasparencia que dejaba poco a la imaginación pero que cumplían con los requisitos estéticos de la época. Sonrió y avanzo los últimos pasos que las separaban con la gran entrada, del otro lado las esperaba la noche y los jardines exquisitamente decorados.
El silencio
El contraste con el interior del palacio era mucha, no solo los sentidos encontraban descanso de todos los estímulos constantes si no que el cuerpo de la cambiaformas parecía relajarse de forma automática, libre de sentirse observada y apresada entre paredes de concreto. –¿No le parece hermoso este lugar? En lo oscuro pareciera ocultar secretos y misterios desconocidos por todos. Y Sin embargo no es la razón por la que la traje, o bueno, parcialmente –se rio al verse enredada – He quedado intrigada con lo que has mencionado sobre el …trato con tus familiares. No es la primera vez que escucho del tema pero jamas he logrado entenderlo– se mordió el labio a la par que sentía el calor subir a sus mejillas aunque dejando que el mismo se disipara con el movimiento de su rostro al negar, como si le quitara importancia a su comentario- Deberías tener cuidado sin embargo donde repites esas palabras Mon Cheri, sería peligroso para ti comenzar tu aventura en Paris con malas reputaciones –la observo en silencio, con la mirada chispeando curiosidad y reflejando la dulzura que encontraba en la joven frente a ella – Gracias, pequeña fugitiva.
El recorrido hasta el bar no fue largo, a pesar de las muy considerables dimensiones del lugar, y aun así Amethyst parecía proponerse alargar los segundos de forma casual y distraída con roces fantasmagóricos al abrazo de su acompañante, gesto que decidió no imitar pero sustituirlo por caricias que afirmaran la sensación que le producía aquella confianza. Dejo que su pulgar bajara por los finos dedos de la mujer para volver a subir siguiendo las huellas de sus arterias apenas con el filo de las uñas en un tempo lento y placido, como si siguiera bailando y la suave e impoluta piel fuera su pista en la que giraba una y otra vez antes de volver a empezar. Siguió girando también sus ideas los pocos segundos que les tomo atravesar el lugar hasta la barra en donde pudo ver el desdén con la que las seguía observando la que respondía al nombre de LouLou, le dedico una sonrisa que esperaba pudiese contagiarla antes de voltear a quien le interesaba - yo pediré una bebida suave pero pida, por favor, lo que prefiera y deje que corra por mi cuenta, por acaparar su tiempo- por unos pocos segundos, se liberó para pedir su bebida y en ese corto periodo de tiempo, su acompañante volvió a sorprenderla con una interesante teoría
-¿Liderazgo marcado? –Levanto una ceja con una sonrisa de lado, inmutables cuando recibió su copa y con una mano le indico el nuevo camino –¿Me acompañas? En el camino puedes contarme porque crees que tengo el puesto que dices-de forma contraria a la vez anterior, si se tomo la libertad de encerrarla en su brazo izquierdo para demostrar que era su compañía y que el arrebatársela debería estar fuera de los planes de la mayoría. –En efecto, querida, llevo una empresa que se dedica a extraer metales, algunos para las damas y caballeros como lo son el oro y la plata y otros destinados a la construcción como pueden ser el hierro y el mármol –dijo sin agregar mas y quitándole importancia al asunto, sabía que, porque fuera su pequeña y extraña pasión no a todos les interesaban las “rocas” mas allá de su precio en el mercado. Se detuvo apenas un instante para observarla, recorriendo los detalles del vestido rojo y deteniéndose en las clavículas desnudas, apenas cubiertas por una trasparencia que dejaba poco a la imaginación pero que cumplían con los requisitos estéticos de la época. Sonrió y avanzo los últimos pasos que las separaban con la gran entrada, del otro lado las esperaba la noche y los jardines exquisitamente decorados.
El silencio
El contraste con el interior del palacio era mucha, no solo los sentidos encontraban descanso de todos los estímulos constantes si no que el cuerpo de la cambiaformas parecía relajarse de forma automática, libre de sentirse observada y apresada entre paredes de concreto. –¿No le parece hermoso este lugar? En lo oscuro pareciera ocultar secretos y misterios desconocidos por todos. Y Sin embargo no es la razón por la que la traje, o bueno, parcialmente –se rio al verse enredada – He quedado intrigada con lo que has mencionado sobre el …trato con tus familiares. No es la primera vez que escucho del tema pero jamas he logrado entenderlo– se mordió el labio a la par que sentía el calor subir a sus mejillas aunque dejando que el mismo se disipara con el movimiento de su rostro al negar, como si le quitara importancia a su comentario- Deberías tener cuidado sin embargo donde repites esas palabras Mon Cheri, sería peligroso para ti comenzar tu aventura en Paris con malas reputaciones –la observo en silencio, con la mirada chispeando curiosidad y reflejando la dulzura que encontraba en la joven frente a ella – Gracias, pequeña fugitiva.
Amethyst C. Tsartsaris- Cambiante Clase Alta
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