AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una noche más en París {priv}
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Una noche más en París {priv}
Recuerdo del primer mensaje :
La luna se alzaba en el cielo como si del mismisimo sol se tratara. No era completamente redonda si no menguante pero por ello no perdía la belleza. Y Brigitte la contemplaba desde la ventana de su habitación. Ya había oscurecido completamente; pasaban de las diez y posiblemente en no mucho tiempo empezarían a llegar los clientes. Empezaría su asqueroso trabajo allí dentro. Cada vez se le hacía más y más insoportable el tener que pasar allí los días; se preguntaba el porque no simplemente marcharse de allí. Posiblemente la madame no la buscaría, no valía la pena solo por una de sus chicas. Sin embargo ¿Qué hacer después? ¿Vagar por las calles sin nisiquiera tener que llevarse a la boca?.
Es cierto que su vida la consideraba una porquería por lo que tenía que hacer pero gracias a eso no le faltaba de nada. Aquel lugar podía estar en un barrio no demasiado recomendable de París, en los suburbios, sin embargo, se ganaba muy bien el dinero. Tanto como para mantener a todas las muchachas bien vestidas y alimentadas. Obviamente la presentación era un punto clave, aunque muchos de los hombres que allí se presentaban solo les importara una cosa. Pero los que tenían cierta calidad de vida y más dinero en el bolsillo ya eran más remilgados con las chicas que escogían. Las más presentables.
-- Brigitte, te toca bajar, empiezan a llegar -- una voz a lo lejos se escuchaba. Era una de sus compañeras que la avisaba. El trabajo la llamaba sin embargo la luna que observaba desde que hacia ya horas también la llamaba. ¿Extraño? puede, pero sin pensarlo saltó por la ventana. Era un segundos piso que daba hacia el jardín interior, por lo que únicamente se hizo una pequeña rozadura en el brazo. Salió completamente corriendo, sin escusa que al volver pudiera salvarla. Simplemente aquella noche no la iban a encontrar. No la verían hasta el día siguiente.
Caminó rápido por las calles. Destacaba en aquellas que había una multitud de gente dado que llevaba únicamente encima su ropa de estar por "casa" que sería el burdel. Una camisa holtada y unos pantalones cortos. Por no llevar no llevaba nisiquiera ropa interior, le agradaba ir así pues normalmente para el trabajo era un requisito y ya había sido una costumbre después de tantos años.
Finalmente sus pasos la llevaron hasta un espacio abierto, solitario y en el que había un lago que rodeaba el lugar. No supo muy bien donde se encontraba, la ciudad había cambiado en estos tres años que llevaba de "cautiverio" pero no lo pensó demasiado al introducirse en la zona de hierva, situandose lo suficientemente cerca como para acercar sus pies hasta el agua y mojarlos un poco.
Se sentó abrazandose las piernas y únicamente miró de nuevo hacia la luna, encontrandosela más cerca que antes. Una vista preciosa.
La luna se alzaba en el cielo como si del mismisimo sol se tratara. No era completamente redonda si no menguante pero por ello no perdía la belleza. Y Brigitte la contemplaba desde la ventana de su habitación. Ya había oscurecido completamente; pasaban de las diez y posiblemente en no mucho tiempo empezarían a llegar los clientes. Empezaría su asqueroso trabajo allí dentro. Cada vez se le hacía más y más insoportable el tener que pasar allí los días; se preguntaba el porque no simplemente marcharse de allí. Posiblemente la madame no la buscaría, no valía la pena solo por una de sus chicas. Sin embargo ¿Qué hacer después? ¿Vagar por las calles sin nisiquiera tener que llevarse a la boca?.
Es cierto que su vida la consideraba una porquería por lo que tenía que hacer pero gracias a eso no le faltaba de nada. Aquel lugar podía estar en un barrio no demasiado recomendable de París, en los suburbios, sin embargo, se ganaba muy bien el dinero. Tanto como para mantener a todas las muchachas bien vestidas y alimentadas. Obviamente la presentación era un punto clave, aunque muchos de los hombres que allí se presentaban solo les importara una cosa. Pero los que tenían cierta calidad de vida y más dinero en el bolsillo ya eran más remilgados con las chicas que escogían. Las más presentables.
-- Brigitte, te toca bajar, empiezan a llegar -- una voz a lo lejos se escuchaba. Era una de sus compañeras que la avisaba. El trabajo la llamaba sin embargo la luna que observaba desde que hacia ya horas también la llamaba. ¿Extraño? puede, pero sin pensarlo saltó por la ventana. Era un segundos piso que daba hacia el jardín interior, por lo que únicamente se hizo una pequeña rozadura en el brazo. Salió completamente corriendo, sin escusa que al volver pudiera salvarla. Simplemente aquella noche no la iban a encontrar. No la verían hasta el día siguiente.
Caminó rápido por las calles. Destacaba en aquellas que había una multitud de gente dado que llevaba únicamente encima su ropa de estar por "casa" que sería el burdel. Una camisa holtada y unos pantalones cortos. Por no llevar no llevaba nisiquiera ropa interior, le agradaba ir así pues normalmente para el trabajo era un requisito y ya había sido una costumbre después de tantos años.
Finalmente sus pasos la llevaron hasta un espacio abierto, solitario y en el que había un lago que rodeaba el lugar. No supo muy bien donde se encontraba, la ciudad había cambiado en estos tres años que llevaba de "cautiverio" pero no lo pensó demasiado al introducirse en la zona de hierva, situandose lo suficientemente cerca como para acercar sus pies hasta el agua y mojarlos un poco.
Se sentó abrazandose las piernas y únicamente miró de nuevo hacia la luna, encontrandosela más cerca que antes. Una vista preciosa.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 12/05/2011
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Re: Una noche más en París {priv}
Cada palabra que iba diciendo el hombre a Brigitte le resultaba más interesante. Por la forma en que habló le dió la sensación de que creía tan poco en el amor como ella y eso en el fondo le gustaba. Y no era lo único que le estaba empezando a gustar. La forma en que le provocaba, sin realmente quererlo en un principio. Se sentía, en cierto modo, con algo de poder sobre él. Despreciaba a los hombres, sí. Pero tenía que aceptar que no a todos y no siempre. En ese tipo de momentos, cuando la veían y miraban lo que ella realmente era y uno a una muñeca esa sensación de hastío se aliviaba un poco. El que se subiera a "lomos" de él, prácticamente sin darse cuenta, fue una propia señal del cuerpo para decirle que ya se estaba relajando con ese hombre. Y que el notar como le había afectado -poco pero sabía que no pasaba desapercibido lo que hacía- le estaba divirtiendo.
Sin embargo, debía ser disimulada o podría pensar que era..una chica fácil. Dios, de pensarlo le dieron ganas de bajarse de él y alejarse unos cuantos metros pues le recordaba la de veces que había tenido que aparentar que lo era. Que había tenido que hacer caricias involuntarias y mostrar sonrisas. Así como fingir orgasmo cuando el otro ya había llegado. "¿Ha estado bien?" Si no había escuchado esa palabra un millón de veces no la había escuchado ninguna. Y la respuesta, porsupuesto, era un sí claro y rotundo. Sin pensarlo. Porque pocas veces le salía del alma el responder de esa manera. ¿Algún hombre la descubriría tal y como es? Se habían acercado pero..
Volvió con el chico cuando notó que sus manos en la cintura se movían, de arriba a abajo. Un estímulo que le hizo recorrer una pequeña descarga por todo el cuerpo pero lo suficientemente pequeña y habitual como para que ni su rostro ni su piel lo demostraran en ningún momento. Ella continuaba igual, aferrada a su pecho y con sus piernas abiertas sobre él a horcajadas. Era tonta de remate por haberse puesto así, la historia la había emocionado tanto que su cuerpo actuó por si solo. Igual, no tenía mucho sentido que se bajara, de todas maneras, tampoco estaba tan incómoda.
La pregunta si que se le hizo extraña y lo mejor era que había acertado en su respuesta. Ahora ¿Debía responderle con la verdad? - Hm..si, llevas razón, no conocí a mi madre - por unos segundos desvió la mirada hacia el frente, alejando de su mente algunos recuerdos que se le venían. Recuerdos que no era el momento de rememorar. - Murió al darme a luz - aclaró volviendo la vista a el rostro del hombre y, dandose cuenta de un rasgo que le resultaba algo familiar. Tal vez era por la oscuridad o porque simplemente sus ojos la estaban engañando pero le parecía percibir algo raro en las pupilas, puestas sobre ella. Sin ninguna duda. Se inclinó ligeramente sobre su cuerpo y una de sus manos viajó hasta el rostro de él, posandola sobre una de las mejillas - Tus ojos han cambiado - murmuró, sin reflejar ningún tipo de emoción en el rostro pero, poco a poco, descubriendo una sonrisa - Oh vamos..¿Tan extasiado estas de tocar mi cuerpo? - bajó la vista hasta las manos que acariciaban sus caderas. Dado que llevaba una camiseta bastante..corta, buena parte de las manos acariciaban directamente la carne. Las tenía bastante grandes, debía admitir, por lo que la punta de un par de dedos y le estaban tocando la camisa o, como solía llamarlo ella, el trozo de tela que le cubria los pechos. - Ah..eso me recuerda. Ya me estás tocando, directamente, así que he cumplido con mi parte del trato - la sonrisa se desvió hacia un lado de manera ligeramente ladina y maliciosa. Mientras, volvía sus ojos al rostro y trataba de comprender el porque de ese cambio, fuera bromas.
Sin embargo, debía ser disimulada o podría pensar que era..una chica fácil. Dios, de pensarlo le dieron ganas de bajarse de él y alejarse unos cuantos metros pues le recordaba la de veces que había tenido que aparentar que lo era. Que había tenido que hacer caricias involuntarias y mostrar sonrisas. Así como fingir orgasmo cuando el otro ya había llegado. "¿Ha estado bien?" Si no había escuchado esa palabra un millón de veces no la había escuchado ninguna. Y la respuesta, porsupuesto, era un sí claro y rotundo. Sin pensarlo. Porque pocas veces le salía del alma el responder de esa manera. ¿Algún hombre la descubriría tal y como es? Se habían acercado pero..
Volvió con el chico cuando notó que sus manos en la cintura se movían, de arriba a abajo. Un estímulo que le hizo recorrer una pequeña descarga por todo el cuerpo pero lo suficientemente pequeña y habitual como para que ni su rostro ni su piel lo demostraran en ningún momento. Ella continuaba igual, aferrada a su pecho y con sus piernas abiertas sobre él a horcajadas. Era tonta de remate por haberse puesto así, la historia la había emocionado tanto que su cuerpo actuó por si solo. Igual, no tenía mucho sentido que se bajara, de todas maneras, tampoco estaba tan incómoda.
La pregunta si que se le hizo extraña y lo mejor era que había acertado en su respuesta. Ahora ¿Debía responderle con la verdad? - Hm..si, llevas razón, no conocí a mi madre - por unos segundos desvió la mirada hacia el frente, alejando de su mente algunos recuerdos que se le venían. Recuerdos que no era el momento de rememorar. - Murió al darme a luz - aclaró volviendo la vista a el rostro del hombre y, dandose cuenta de un rasgo que le resultaba algo familiar. Tal vez era por la oscuridad o porque simplemente sus ojos la estaban engañando pero le parecía percibir algo raro en las pupilas, puestas sobre ella. Sin ninguna duda. Se inclinó ligeramente sobre su cuerpo y una de sus manos viajó hasta el rostro de él, posandola sobre una de las mejillas - Tus ojos han cambiado - murmuró, sin reflejar ningún tipo de emoción en el rostro pero, poco a poco, descubriendo una sonrisa - Oh vamos..¿Tan extasiado estas de tocar mi cuerpo? - bajó la vista hasta las manos que acariciaban sus caderas. Dado que llevaba una camiseta bastante..corta, buena parte de las manos acariciaban directamente la carne. Las tenía bastante grandes, debía admitir, por lo que la punta de un par de dedos y le estaban tocando la camisa o, como solía llamarlo ella, el trozo de tela que le cubria los pechos. - Ah..eso me recuerda. Ya me estás tocando, directamente, así que he cumplido con mi parte del trato - la sonrisa se desvió hacia un lado de manera ligeramente ladina y maliciosa. Mientras, volvía sus ojos al rostro y trataba de comprender el porque de ese cambio, fuera bromas.
- Spoiler:
- Disculpa la tardanza, tuve unos problemas de net >.<
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Sus dedos inquietos continuaban acariciantes sobre si cintura en un paseo involuntario.
A ella parecía no preocuparle nada la postura en la que se hallaba, es más, no mostraba reacción de nerviosismo de ninguna de las maneras, siendo normal que la misma piel se pusiera de gallina ante el tacto de un desconocido, por gusto o sin él, el cuerpo solía reaccionar de aquel modo como aviso incluso de defensa pero al parecer, ella debía de estar ya acostumbrada a estar en manos de demasiados desconocidos para que su cuerpo involuntariamente respondiese, es más, a Emhyr le parecía que ella controlaba bastante las reacciones de su cuerpo, todo lo contrario para él que ahora se encontraba en la situación en una situación demasiado dificultosa para controlar, ya que su parte instintiva se había desarrollado más de la cuenta al adquirir a la bestia.
En cuanto su respuesta afirmó a sus pensamientos, Emhyr se puso por un instante más serio de lo habitual. Sus ojos de aquel brillo sobrenatural se desviaron meditabundos.
Su madre había muerto al nacer ella, ella había nacido con aquella marca, entonces había sido un...
-... un sacrificio... -Sus pensamientos se dejaron escapar entre sus labios pronunciando tan solo esa palabra, en forma de murmullo flojo, más para él que para ella.
Si, su madre debía de haber sacrificado su vida para darle ese símbolo a su hija, un símbolo más poderoso ya que arrastraba una vida tras ella... Pero ¿por qué? ¿Qué carga llevaría esa mujer o su familia? ¿Qué temor? Para llegar a ese tipo de hechicería protectora. ¿A quién había ofendido? ¿Qué tipo de ser estaba aferrado a su sangre buscando cobrar algún tipo de deuda?
El turco suspiró y al escuchar las palabras de ella con respecto a sus ojos, una mirada preocupada efímera y bien disimulada por una sonrisa veloz ante el mencionado “pequeño trato” volvió le devolvió a la realidad.
-¿Cambiado? -Rió con algo de nerviosismo, aun intentaba disimular, y muy bien lo hizo cuando paso de aquel estado tensó en que se sumió su cuerpo al relajado en un abrir y cerrar de ojos. -La oscuridad nocturna te confunde además... -Una de sus manos decidió llevar la caricia subiendo por su espalda suavemente, llegando a su hombro así su mano con plenitud siguió por su brazo hasta detenerse ante un de aquellas manos posadas sobre sus mejillas. -Extasiado podría estar el tuyo si lo dejarás fundirse con el mio...
Emhyr entrelazo sus dedos con una de las manos de ella, rompiendo parte del contacto con su mejilla. Sus palabras sonaron atrevidas y sus ojos brillaron de un modo extraño, como si un animal la mirase en un estado de acecho, creando escalofríos de cualquier modo. Pero fue algo demasiado efímero casi imperceptible, esas eran las pequeñas señales de que el lobo estaba allí esperando su oportunidad.
Incorporándose con ella encima, sujetándola por la cintura y aun con su mano aferrada a la de ella, quedo él sentado y ella sobre él. Sus ojos la miraba directamente con aquel dorado que había devorado al castaño humano, con aquella pupilas oscuras absorbiendo la oscuridad.
-Entonces ha finalizado tu parte. -Le susurro muy suavemente casi acariciando con sus labios los de ella, para luego retirarlos y romper el contacto de sus manos en la piel. Emhyr apoyó estas en el suelo dejando el peso de su cuerpo sobre sus brazos cómodamente.
A ella parecía no preocuparle nada la postura en la que se hallaba, es más, no mostraba reacción de nerviosismo de ninguna de las maneras, siendo normal que la misma piel se pusiera de gallina ante el tacto de un desconocido, por gusto o sin él, el cuerpo solía reaccionar de aquel modo como aviso incluso de defensa pero al parecer, ella debía de estar ya acostumbrada a estar en manos de demasiados desconocidos para que su cuerpo involuntariamente respondiese, es más, a Emhyr le parecía que ella controlaba bastante las reacciones de su cuerpo, todo lo contrario para él que ahora se encontraba en la situación en una situación demasiado dificultosa para controlar, ya que su parte instintiva se había desarrollado más de la cuenta al adquirir a la bestia.
En cuanto su respuesta afirmó a sus pensamientos, Emhyr se puso por un instante más serio de lo habitual. Sus ojos de aquel brillo sobrenatural se desviaron meditabundos.
Su madre había muerto al nacer ella, ella había nacido con aquella marca, entonces había sido un...
-... un sacrificio... -Sus pensamientos se dejaron escapar entre sus labios pronunciando tan solo esa palabra, en forma de murmullo flojo, más para él que para ella.
Si, su madre debía de haber sacrificado su vida para darle ese símbolo a su hija, un símbolo más poderoso ya que arrastraba una vida tras ella... Pero ¿por qué? ¿Qué carga llevaría esa mujer o su familia? ¿Qué temor? Para llegar a ese tipo de hechicería protectora. ¿A quién había ofendido? ¿Qué tipo de ser estaba aferrado a su sangre buscando cobrar algún tipo de deuda?
El turco suspiró y al escuchar las palabras de ella con respecto a sus ojos, una mirada preocupada efímera y bien disimulada por una sonrisa veloz ante el mencionado “pequeño trato” volvió le devolvió a la realidad.
-¿Cambiado? -Rió con algo de nerviosismo, aun intentaba disimular, y muy bien lo hizo cuando paso de aquel estado tensó en que se sumió su cuerpo al relajado en un abrir y cerrar de ojos. -La oscuridad nocturna te confunde además... -Una de sus manos decidió llevar la caricia subiendo por su espalda suavemente, llegando a su hombro así su mano con plenitud siguió por su brazo hasta detenerse ante un de aquellas manos posadas sobre sus mejillas. -Extasiado podría estar el tuyo si lo dejarás fundirse con el mio...
Emhyr entrelazo sus dedos con una de las manos de ella, rompiendo parte del contacto con su mejilla. Sus palabras sonaron atrevidas y sus ojos brillaron de un modo extraño, como si un animal la mirase en un estado de acecho, creando escalofríos de cualquier modo. Pero fue algo demasiado efímero casi imperceptible, esas eran las pequeñas señales de que el lobo estaba allí esperando su oportunidad.
Incorporándose con ella encima, sujetándola por la cintura y aun con su mano aferrada a la de ella, quedo él sentado y ella sobre él. Sus ojos la miraba directamente con aquel dorado que había devorado al castaño humano, con aquella pupilas oscuras absorbiendo la oscuridad.
-Entonces ha finalizado tu parte. -Le susurro muy suavemente casi acariciando con sus labios los de ella, para luego retirarlos y romper el contacto de sus manos en la piel. Emhyr apoyó estas en el suelo dejando el peso de su cuerpo sobre sus brazos cómodamente.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Brigitte frunció el ceño al escuchar el susurro. "Un sacrificio" ¿Eso era lo que había sido su madre? Ciertamente nunca se lo había planteado porque su padre no le había hablado a penas de su madre. De echo, nisiquiera recordaba su nombre..Las ocasiones en las que le había preguntado, habían sido muchas. Pero la respuesta era siempre "Deja el pasado en el pasado Brigitte" y al final había aprendido a dejar en el pasado en el pasado. No solo con su madre sino con todo. Lo único que no podía retirar de su mente eran los recuerdos que le asaltaban de vez en cuando, aunque no quisiera había aprendido también que era inevitable.
Y haciendo uso de esa "capacidad" que tenía, dejó que esas palabras se las llevara el viento en su propia cabeza. Sustituyendolas por la sorpresa de lo que le siguió ¿Desde cuando se había vuelto tan atrevido? De repente había pasado de ser indiferente a lanzarle una indirecta increible sobre lo que quería hacer con ella..Bueno, mirandolo bien, tal y como estaba sentada sobre él había sido la primera en provocarle. Llevaba tanto tiempo comportandose así que lo veía de una manera demasiado natural. Demasiado para aquellos "decentes" que su vida no giraba en torno al sexo. Para su desgracia, se había topado con una mujer que como acto instintivo se sentaba sobre un hombre ignorando el que se empalmara o excitara por ello. Le importaban más otro tipo de cosas. El pene podía levantarse con facilidad, la mente no se agitaba tan fácilmente.
Sonrió ligeramente, aceptandose así misma que ese casi roce de labios la había tentado. Y odiaba que le pusieran algo en la boca para después quitarselo. ¿Quería jugar a ese juego? Porque ella era la mejor en eso. No siempre tenía el lujo de hacerlo, o por lo menos no durante mucho tiempo -los hombres se cansaban rápido y preferían lo fácil-. Si él le seguía el juego durante el tiempo suficiente, quien sabe si llegara hasta el final...
Echó con una de sus manos parte de sus cabellos hacia un solo lado, dejando que se tapara su ojo izquierdo como solía pasarle habitualmente. El flequillo le dejaba un único ojo visible a no ser que ella misma se lo destapara y sabía a ciencia cierta que se aire desordenado le daba un toque sensual. Un toque sensual que podían tener otras pintarrajeadas y muy bien arregladas. Brigitte nunca se había preocupado por eso, si no la querían, mejor para ella. Por lo menos dentro de todo aquello se aseguraba de gustar tal y como fuese. Una sonrisita apareció en su rostro al mismo tiemo que se acercaba, pasando un dedo por su mejilla de manera juguetona en la zona dónde había puesto la mano anteriormente. Todavía sentia el calor de la mano ajena sobre la suya. - Está bien, te conformas con poco.. - susurró, llevando la mano hasta el cabello y enrredándolo en las puntas que sobresalían, tirandole la cabeza hacia detrás. - Tú oferta es tentadora pero si pretendes avergonzarme ya te aviso que no vas a conseguirlo - pasó de apretar el pelo a acariciarlo, bajando hasta la nuca. No le devolvió el roce de labios pero si una insinuante mirada junto al poco menos que tentador tirón de cabello.
Le miró por última vez antes de bajarse de su regazo, dejandose caer a su lado de piernas abiertas y con uno de sus brazos tapando la franja de sus ojos. En ese momento podía volver a concentrarse en ella, alejandose de su acompañante aunque si bien teniendole siempre presente ¿Cómo no hacerlo? De alguna manera le había encendido con su curioso atrevimiento.
Y haciendo uso de esa "capacidad" que tenía, dejó que esas palabras se las llevara el viento en su propia cabeza. Sustituyendolas por la sorpresa de lo que le siguió ¿Desde cuando se había vuelto tan atrevido? De repente había pasado de ser indiferente a lanzarle una indirecta increible sobre lo que quería hacer con ella..Bueno, mirandolo bien, tal y como estaba sentada sobre él había sido la primera en provocarle. Llevaba tanto tiempo comportandose así que lo veía de una manera demasiado natural. Demasiado para aquellos "decentes" que su vida no giraba en torno al sexo. Para su desgracia, se había topado con una mujer que como acto instintivo se sentaba sobre un hombre ignorando el que se empalmara o excitara por ello. Le importaban más otro tipo de cosas. El pene podía levantarse con facilidad, la mente no se agitaba tan fácilmente.
Sonrió ligeramente, aceptandose así misma que ese casi roce de labios la había tentado. Y odiaba que le pusieran algo en la boca para después quitarselo. ¿Quería jugar a ese juego? Porque ella era la mejor en eso. No siempre tenía el lujo de hacerlo, o por lo menos no durante mucho tiempo -los hombres se cansaban rápido y preferían lo fácil-. Si él le seguía el juego durante el tiempo suficiente, quien sabe si llegara hasta el final...
Echó con una de sus manos parte de sus cabellos hacia un solo lado, dejando que se tapara su ojo izquierdo como solía pasarle habitualmente. El flequillo le dejaba un único ojo visible a no ser que ella misma se lo destapara y sabía a ciencia cierta que se aire desordenado le daba un toque sensual. Un toque sensual que podían tener otras pintarrajeadas y muy bien arregladas. Brigitte nunca se había preocupado por eso, si no la querían, mejor para ella. Por lo menos dentro de todo aquello se aseguraba de gustar tal y como fuese. Una sonrisita apareció en su rostro al mismo tiemo que se acercaba, pasando un dedo por su mejilla de manera juguetona en la zona dónde había puesto la mano anteriormente. Todavía sentia el calor de la mano ajena sobre la suya. - Está bien, te conformas con poco.. - susurró, llevando la mano hasta el cabello y enrredándolo en las puntas que sobresalían, tirandole la cabeza hacia detrás. - Tú oferta es tentadora pero si pretendes avergonzarme ya te aviso que no vas a conseguirlo - pasó de apretar el pelo a acariciarlo, bajando hasta la nuca. No le devolvió el roce de labios pero si una insinuante mirada junto al poco menos que tentador tirón de cabello.
Le miró por última vez antes de bajarse de su regazo, dejandose caer a su lado de piernas abiertas y con uno de sus brazos tapando la franja de sus ojos. En ese momento podía volver a concentrarse en ella, alejandose de su acompañante aunque si bien teniendole siempre presente ¿Cómo no hacerlo? De alguna manera le había encendido con su curioso atrevimiento.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Él había decidir romper el contacto, solía ser una personas de palabra aunque.... Ciertamente tampoco había que fiarse del todo tal vez todo aquello tuviese una doble intención, aunque la verdad Emhyr lo que ahora deseaba realmente “olvidar” en aquella noche, no le hubiese importado dejarse un poco llevar, aun estaba a tiempo.
Ella acaricio sus cabellos y tiro de ellos obligándole a echar la cabeza hacía atrás, no fue un gesto violento sino suave, pero aquel gesto fue suficiente para que sus ojos persistieran en la mirada feroz y hambrienta que poseía. Emhyr arrugo la nariz y mostró levemente sus dientes cuando sintió la tirantez, casi le falto gruñirle, pero el gesto se calmo en cuanto los dedos de ella se convirtieron en caricia en su nuca.
Una mirada provocativa que removía algo más que la lujuria en su interior, y ella rompió del todo el contacto tras bajarse de él. Por un instante el licántropo lamento la ausencia del calor de su cuerpo y aquel perfume que aun sobre él había y ahora se marchaba tras su dueña.
-No me conformo con poco... Solo que no me gusta recibir el vacio, prefiero que la propia voluntad de la persona...
Emhyr sabía perfectamente cual era su profesión, sabía como era la vida de las cortesanas y entendía su juego a la perfección. Ellas eras las mejores actrices con respecto al mundo de la atracción y el sexo, podían complacer a cualquier hombres por unas monedas en una noche no solo ofreciéndole un lecho caliente seguro, sino dándoles la creencia de que ellos eran únicos, que eran capaces de darle a una mujer lo que ella deseaba que quedaba demostrada su virilidad y que ellas lo deseaban. Pero aquello solo era una actuación que tenía como trasfondo un enorme vació por parte de ellas que conocían bien el oficio y sabía bien fingir.
Emhyr si se lo propusiese podría reunir una buena suma de dinero, del que ahora carecía, para contratar los servicios de alguna para que le hiciese creer que sentía algo de calor con su presencia, pero para Emhyr era más importante el llevarse algo a la boca, el poder dar por seguro que mañana había otro día para él que el satisfacer sus deseos sexuales; ya que le parecía más fácil obtener ese beneficio de un modo más barato y con mejor calidad haciendo creer a las mujeres que él mismo las amaba, ella se entregaban con una facilidad increíble y podía, no solo recibir lo que deseaba, sino por al menos una noche darle todo aquello que ellas soñaban, a pesar de que fuese una ligera fantasía de unas pocas horas, porque al día siguiente él volvería a huir del apego de nadie.
Lo admitía, no estaba hecho para nadie, o tal vez nadie estaba hecho para él, ya que prefería aquellos fugaces encuentros a algún tipo de relación que solamente le llevaría a la tragedia y más de un quebradero de cabeza, ya que ¿qué mujer podría aguantar su naturaleza de supervivencia basada en el egoísmo y su extraño sentido de la obligación con respecto a ella? Prefería esa clase de libertad, y sus propios problemas creados por él mismo simplemente.
-Sé que no podría avergonzarte... O si -Rió. -Puedo imaginarme que no podría más de lo que tu crees...-Aquella última frase sonó más a insinuación con su ironía como si él quisiera decirle que sabía perfectamente su profesión. Ella se había vuelto a tender y ocultaba su rostro con su brazo, Emhyr decidió de nuevo echarse a su lado mirando el cielo, había dejado de pensar en el tema de aquella marca de nacimiento de la chica, lo estaba haciendo bien ya que tal vez fuese mejor desviar el tema y que ella no creyese en aquellos seres fantásticos, por su bien y por no tener un futuro negro más le valía a aquella chica el no pensar en el pequeño cuento que él le había contado como algo real, sino tal vez el sacrificio que había hecho por ella no serviría para nada, porque... Los atraería. -Además para mí... Eres inalcanzable... -Suspiró.
Ella acaricio sus cabellos y tiro de ellos obligándole a echar la cabeza hacía atrás, no fue un gesto violento sino suave, pero aquel gesto fue suficiente para que sus ojos persistieran en la mirada feroz y hambrienta que poseía. Emhyr arrugo la nariz y mostró levemente sus dientes cuando sintió la tirantez, casi le falto gruñirle, pero el gesto se calmo en cuanto los dedos de ella se convirtieron en caricia en su nuca.
Una mirada provocativa que removía algo más que la lujuria en su interior, y ella rompió del todo el contacto tras bajarse de él. Por un instante el licántropo lamento la ausencia del calor de su cuerpo y aquel perfume que aun sobre él había y ahora se marchaba tras su dueña.
-No me conformo con poco... Solo que no me gusta recibir el vacio, prefiero que la propia voluntad de la persona...
Emhyr sabía perfectamente cual era su profesión, sabía como era la vida de las cortesanas y entendía su juego a la perfección. Ellas eras las mejores actrices con respecto al mundo de la atracción y el sexo, podían complacer a cualquier hombres por unas monedas en una noche no solo ofreciéndole un lecho caliente seguro, sino dándoles la creencia de que ellos eran únicos, que eran capaces de darle a una mujer lo que ella deseaba que quedaba demostrada su virilidad y que ellas lo deseaban. Pero aquello solo era una actuación que tenía como trasfondo un enorme vació por parte de ellas que conocían bien el oficio y sabía bien fingir.
Emhyr si se lo propusiese podría reunir una buena suma de dinero, del que ahora carecía, para contratar los servicios de alguna para que le hiciese creer que sentía algo de calor con su presencia, pero para Emhyr era más importante el llevarse algo a la boca, el poder dar por seguro que mañana había otro día para él que el satisfacer sus deseos sexuales; ya que le parecía más fácil obtener ese beneficio de un modo más barato y con mejor calidad haciendo creer a las mujeres que él mismo las amaba, ella se entregaban con una facilidad increíble y podía, no solo recibir lo que deseaba, sino por al menos una noche darle todo aquello que ellas soñaban, a pesar de que fuese una ligera fantasía de unas pocas horas, porque al día siguiente él volvería a huir del apego de nadie.
Lo admitía, no estaba hecho para nadie, o tal vez nadie estaba hecho para él, ya que prefería aquellos fugaces encuentros a algún tipo de relación que solamente le llevaría a la tragedia y más de un quebradero de cabeza, ya que ¿qué mujer podría aguantar su naturaleza de supervivencia basada en el egoísmo y su extraño sentido de la obligación con respecto a ella? Prefería esa clase de libertad, y sus propios problemas creados por él mismo simplemente.
-Sé que no podría avergonzarte... O si -Rió. -Puedo imaginarme que no podría más de lo que tu crees...-Aquella última frase sonó más a insinuación con su ironía como si él quisiera decirle que sabía perfectamente su profesión. Ella se había vuelto a tender y ocultaba su rostro con su brazo, Emhyr decidió de nuevo echarse a su lado mirando el cielo, había dejado de pensar en el tema de aquella marca de nacimiento de la chica, lo estaba haciendo bien ya que tal vez fuese mejor desviar el tema y que ella no creyese en aquellos seres fantásticos, por su bien y por no tener un futuro negro más le valía a aquella chica el no pensar en el pequeño cuento que él le había contado como algo real, sino tal vez el sacrificio que había hecho por ella no serviría para nada, porque... Los atraería. -Además para mí... Eres inalcanzable... -Suspiró.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Te has topado con uno que no piensa con su pene, Brigitte. Le habló su propia conciencia al escuchar esas palabras. "No me gusta recibir el vacio, prefiero la propia voluntad de la persona" que venía significando que no quería acostarse con nadie si no era recíproco. ¡Vaya! sabía por lo menos que no estaba en peligro a su lado pues, de estarlo, entre la poca ropa que llevaba y la manera en que se le había montado encima anteriormente ya habría sido atacada. Que le hubiese dejado o no..ya es otro asunto. Dependiendo de la manera en que se comportara se le enfrentaría para después echar a correr [como hacía en muchas ocasiones]. Porque le gustaba enfrentarse a los hombres, verbalmente hablando, pero sabía que en una lucha cuerpo a cuerpo ella no tenía nada que hacer. Sobretodo con hombres corpulentos como era su acompañante. Y posiblemente, sería más alto que ella. Ya nada podía sorprenderla. Oh bueno, sí, el encontrar hombres "buenos" por la ciudad. Claro, en el burdel, era muy extraño que le ocurriese. Extraño pero no imposible cabe decir.
Soltó una pequeña carcajada como respuesta a sus nuevas palabras. Además, tenía cerebro porque ya había descubierto a que se dedicaba. Definitivamente le empezaba a gustar ese hombre. Los hombres con cabeza le gustaban y era una debilidad que no podía evitar a pesar de que a la mayoría de sus compañeras les agradaran más hombres que se guiaran por su verga. ¿Por qué? Simple, así podían engatusarlos con su cuerpo más fácilmente. A un hombre con cabeza no solo se le conquistaba enseñando carne, como había pasado en ese mismo momento. Ella le había "enseñado" parte de su cuerpo, había sido insinuante hasta el punto de casi besarse y ahora..era inalcanzable para él. Eres inalcanzable ¡claro que si! Solo que nadie lo sabe realmente. Se dijo para mi misma, con otra sonrisa. Era cierto, nadie podría conseguirla ni perderla. Porque nunca se perdía algo que no habías tenido. Y ella no quería tener nada que perder. No quería tener nada.
Quitó lo que le tapaba la visión y se quedó mirando por un instante las estrellas en el cielo. Brillantes, pequeños puntos de luz que escondían muchos secretos. - Oh si, soy inalcanzable.. - dijo a penas en un susurro que bien pudo llevarse el viento. No para su compañero ni para ella misma. Simplemente algo que pensó en voz alta junto a una sonrisa. Cuando se volteó de medio lado lo primero que hizo fue mirarle a la cara, de nuevo. Esta vez apoyó su cabeza sobre uno de sus hombros que, al mismo tiempo, tenía sobre el césped. - Pero yo decido cuando - torció su sonrisa, desafiandolo ligeramente. No podía dejar esa parte de ella que le gustaba "jugar" con los hombres. Jugar a su manera. Desafiandolos. Poniendolos a prueba. Haciendoles rabiar o perder la paciencia. Había aprendido con el tiempo que no era más que una simple mujerzuela y se había propuesto demostrar que no era una mujerzuela cualquiera. Si la metían dentro de ese saco se aseguraría de que no se la tomaran tan a la ligera.
- Y qué hay de ti ¿También eres inalcanzable? - ella sabía que cuando él dijo aquello no se refirió sentimentalmente sino económicamente hablando. Porque ya sabía a qué se dedicaba. Sin embargo ella sutilmente desvió la conversación hacia otro punto. Porque no iba a ser tan fácil que admitiera frente a él lo que solía hacer día tras día. No porque no pudiera, sino porque simplemente no le daba la gana. Y fuera del burdel, si algo le gustaba, era hacer lo que le diera la real gana.
Soltó una pequeña carcajada como respuesta a sus nuevas palabras. Además, tenía cerebro porque ya había descubierto a que se dedicaba. Definitivamente le empezaba a gustar ese hombre. Los hombres con cabeza le gustaban y era una debilidad que no podía evitar a pesar de que a la mayoría de sus compañeras les agradaran más hombres que se guiaran por su verga. ¿Por qué? Simple, así podían engatusarlos con su cuerpo más fácilmente. A un hombre con cabeza no solo se le conquistaba enseñando carne, como había pasado en ese mismo momento. Ella le había "enseñado" parte de su cuerpo, había sido insinuante hasta el punto de casi besarse y ahora..era inalcanzable para él. Eres inalcanzable ¡claro que si! Solo que nadie lo sabe realmente. Se dijo para mi misma, con otra sonrisa. Era cierto, nadie podría conseguirla ni perderla. Porque nunca se perdía algo que no habías tenido. Y ella no quería tener nada que perder. No quería tener nada.
Quitó lo que le tapaba la visión y se quedó mirando por un instante las estrellas en el cielo. Brillantes, pequeños puntos de luz que escondían muchos secretos. - Oh si, soy inalcanzable.. - dijo a penas en un susurro que bien pudo llevarse el viento. No para su compañero ni para ella misma. Simplemente algo que pensó en voz alta junto a una sonrisa. Cuando se volteó de medio lado lo primero que hizo fue mirarle a la cara, de nuevo. Esta vez apoyó su cabeza sobre uno de sus hombros que, al mismo tiempo, tenía sobre el césped. - Pero yo decido cuando - torció su sonrisa, desafiandolo ligeramente. No podía dejar esa parte de ella que le gustaba "jugar" con los hombres. Jugar a su manera. Desafiandolos. Poniendolos a prueba. Haciendoles rabiar o perder la paciencia. Había aprendido con el tiempo que no era más que una simple mujerzuela y se había propuesto demostrar que no era una mujerzuela cualquiera. Si la metían dentro de ese saco se aseguraría de que no se la tomaran tan a la ligera.
- Y qué hay de ti ¿También eres inalcanzable? - ella sabía que cuando él dijo aquello no se refirió sentimentalmente sino económicamente hablando. Porque ya sabía a qué se dedicaba. Sin embargo ella sutilmente desvió la conversación hacia otro punto. Porque no iba a ser tan fácil que admitiera frente a él lo que solía hacer día tras día. No porque no pudiera, sino porque simplemente no le daba la gana. Y fuera del burdel, si algo le gustaba, era hacer lo que le diera la real gana.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Una suave carcajada salió de un modo agradable entre sus labios, él aparto su mirada del cielo para dirigirla a ella de soslayo, tan solo sirvió aquello para que ella misma le confirmará sus hipótesis sobre su profesión, al parecer había acertado de lleno.
Él sonrió con cierta satisfacción ante lo que dijo, de nuevo sus ojos se detuvieron en la oscuridad de la noche, aquellas esferas llameantes en la lejanía no llamaban la atención al turco ya que su mente estaba entretenida en otros pensamientos, parecía estar meditando su respuesta.
De repente pudo sentir su cabeza apoyada cómodamente en su hombro, como si ella buscase algún tipo de calor involuntariamente, la verdad aquello le gusto bastante, es más su compañía le agradaba demasiado, hacía muchos meses que no se sentía de aquel modo, sin despreciar una compañía ya que si lo hubiese deseado podría haberse olvidado y haber dejado a aquella chica sin apenas respuestas, continuando con su vida pero no, había optado por disfrutar de aquella sensación de paz que podía traerle una persona sin que ella lo supiera, disfrutar de su soledad rota y alguien cercano, a pesar de que ella era una desconocida. La última vez que sintió aquello fue con cierta chica pelirroja a la cual le dio la oportunidad de ser su compañera, sin que él huyese a la primera de cambio; el trato era protección y ayuda además de que él le enseñase a sobrevivir en el mundo de los suburbios. La chica que tenía a su lado le recordaba un poco a ella aunque era muy diferente, tenía otro tipo de ser y parecía que no se la podría engañar con tanta facilidad o ganarse su confianza enseguida.
Sus dedos rozaban el húmedo césped, lo acarició con suavidad mojando su piel sintiendo el agradable frescor que la noche comenzaba a brindarles dándole un descanso a la abrumada calor del día. Llenó sus pulmones para suspirar.
-No. -Dijo suavemente, mientras su mano tanteaba buscando la de ella, sus dedos entrelazaron con los de ella, no le había pedido permiso para tocarla, tampoco le importaba. Él alzó su mano al cielo para que ella contemplará ambas. -Las mujeres tenéis una tremenda facilidad para alcanzarme, más de la que creéis. -La mano del turco estaba mojada por el rocío, pero no fría más bien al contrario, demasiado caliente y subiendo, un cosquilleo extraño su piel dejaba con aquel contacto. Su mano obligo a la de ella extender sus dedos con los suyos dejando palma con palma en contacto. De los extremos de sus dedos comenzó a surgir una clase de humo blanco creando formas a voluntad de lo que le permitía el aire. -Como el vapor o el humo, podéis alcanzarme, tocarme... Tenerme pero... -El humo blanco que era más vapor de agua que nada ascendía deshaciéndose y desapareciendo. -... ¿Por cuánto tiempo? Ya que al igual que éste vapor me desvanezco, y me escapo de entre los dedos de cualquiera...
Emhyr era perseguido por una gran pesar, por una carga desde que había abandonado el en su huida, y era la “soledad”, la soledad era algo que no lo desagradable ciertamente todo lo contrario, parecía como si ésta estuviera hecha para él para su modo de vida, pero como toda amante caprichosa no solo le aportaba una paz absoluta a su alma sino también ser demasiado insoportable a veces ya que su pasado le recordaba que antes no sentía tal afecto por ella, ya no tenía necesidad de ella ni debía de buscar su consuelo. Si, ciertamente cuando pensaba en su vida pasaba a Emhyr le parecía una extraña historia fantástica que algo que hubiese sucedido como real, era como su nunca hubiese existido ese modo de vida ya que estaba tan retirado de su estilo actual de vida, era tan diferente que el pensar en recuperarlo era una perdida de tiempo, su destino al nacer, sus sueños... Aquello que en su tierra se había esperado de él, nunca sucedería ya que él... Estaba muerto para el mundo y solo tenía valor en el mundo de los inmortales o de aquellos que vagaban bajo la luna llena, solamente por aquella sangre que su madre le había aportado, una sangre que parecía atraer a los vampiros como abejas a la miel, que les daba una fuerza extraordinaria a pesar incluso de que él no tuviese el potencia que su madre tenía. Ahora se planteaba si aquella chica marcada al nacer tendría ese mismo potencial o más, en su sangre, ya que ese símbolo solo funcionaba en personas que poseyeran una estirpe como la suya o que estuvieran vinculados a la hechicería, la verdad, ponía en duda que ella estuviese envuelta en ese mundo porque sino, no sería una cortesana.
Sus manos permanecieron por rato en aquella posición, en el silencio. Había sido un tonto truco el que había realizado, demasiado sencillo, pero útil para ganar algo de dinero en la calle. No tenía intención de impresionarla ni nada por el estilo, más bien quería probar su propia habilidad, ya que no sabía si el cambio había trastornado su don y su habilidades en ilusión, trucos y engaño.
Las manos cayeron suavemente unidas volviendo al césped, Emhyr deshizo sus dedos de entre los de ella rompiendo el contacto.
Su vista antes fijada en ambas manos al cielo se había quedado en el cielo con gesto serio y extrañamente duro.
-Necesito comprobar una cosa vinculada con la historia que te conté antes, pero te quiero pedir permiso porque puede que te duela, aunque pensándolo bien lo haré con tu permiso o sin él, si tengo que usar la fuerza la usaré por eso prefiero las cosas por las buenas. -Debía saber a que sabía su sangre, si ese era el motivo de su marca, debía de quitarse esa duda, ya que ella podría ser un blanco perfecto para vampiros y no deseaba que cayera en el mismo juego en el que había caído con ellos. Ella podría tener la oportunidad que él no tuvo, podría vivir sin involucrarse a su mundo. Pensaba mientras recordaba todas aquellas cicatrices que inundaban su cuerpo en forma de mordeduras.
El turco se alzó quedando sentado a su lado, esperando su respuestas, ahora emanaba frialdad.
Él sonrió con cierta satisfacción ante lo que dijo, de nuevo sus ojos se detuvieron en la oscuridad de la noche, aquellas esferas llameantes en la lejanía no llamaban la atención al turco ya que su mente estaba entretenida en otros pensamientos, parecía estar meditando su respuesta.
De repente pudo sentir su cabeza apoyada cómodamente en su hombro, como si ella buscase algún tipo de calor involuntariamente, la verdad aquello le gusto bastante, es más su compañía le agradaba demasiado, hacía muchos meses que no se sentía de aquel modo, sin despreciar una compañía ya que si lo hubiese deseado podría haberse olvidado y haber dejado a aquella chica sin apenas respuestas, continuando con su vida pero no, había optado por disfrutar de aquella sensación de paz que podía traerle una persona sin que ella lo supiera, disfrutar de su soledad rota y alguien cercano, a pesar de que ella era una desconocida. La última vez que sintió aquello fue con cierta chica pelirroja a la cual le dio la oportunidad de ser su compañera, sin que él huyese a la primera de cambio; el trato era protección y ayuda además de que él le enseñase a sobrevivir en el mundo de los suburbios. La chica que tenía a su lado le recordaba un poco a ella aunque era muy diferente, tenía otro tipo de ser y parecía que no se la podría engañar con tanta facilidad o ganarse su confianza enseguida.
Sus dedos rozaban el húmedo césped, lo acarició con suavidad mojando su piel sintiendo el agradable frescor que la noche comenzaba a brindarles dándole un descanso a la abrumada calor del día. Llenó sus pulmones para suspirar.
-No. -Dijo suavemente, mientras su mano tanteaba buscando la de ella, sus dedos entrelazaron con los de ella, no le había pedido permiso para tocarla, tampoco le importaba. Él alzó su mano al cielo para que ella contemplará ambas. -Las mujeres tenéis una tremenda facilidad para alcanzarme, más de la que creéis. -La mano del turco estaba mojada por el rocío, pero no fría más bien al contrario, demasiado caliente y subiendo, un cosquilleo extraño su piel dejaba con aquel contacto. Su mano obligo a la de ella extender sus dedos con los suyos dejando palma con palma en contacto. De los extremos de sus dedos comenzó a surgir una clase de humo blanco creando formas a voluntad de lo que le permitía el aire. -Como el vapor o el humo, podéis alcanzarme, tocarme... Tenerme pero... -El humo blanco que era más vapor de agua que nada ascendía deshaciéndose y desapareciendo. -... ¿Por cuánto tiempo? Ya que al igual que éste vapor me desvanezco, y me escapo de entre los dedos de cualquiera...
Emhyr era perseguido por una gran pesar, por una carga desde que había abandonado el en su huida, y era la “soledad”, la soledad era algo que no lo desagradable ciertamente todo lo contrario, parecía como si ésta estuviera hecha para él para su modo de vida, pero como toda amante caprichosa no solo le aportaba una paz absoluta a su alma sino también ser demasiado insoportable a veces ya que su pasado le recordaba que antes no sentía tal afecto por ella, ya no tenía necesidad de ella ni debía de buscar su consuelo. Si, ciertamente cuando pensaba en su vida pasaba a Emhyr le parecía una extraña historia fantástica que algo que hubiese sucedido como real, era como su nunca hubiese existido ese modo de vida ya que estaba tan retirado de su estilo actual de vida, era tan diferente que el pensar en recuperarlo era una perdida de tiempo, su destino al nacer, sus sueños... Aquello que en su tierra se había esperado de él, nunca sucedería ya que él... Estaba muerto para el mundo y solo tenía valor en el mundo de los inmortales o de aquellos que vagaban bajo la luna llena, solamente por aquella sangre que su madre le había aportado, una sangre que parecía atraer a los vampiros como abejas a la miel, que les daba una fuerza extraordinaria a pesar incluso de que él no tuviese el potencia que su madre tenía. Ahora se planteaba si aquella chica marcada al nacer tendría ese mismo potencial o más, en su sangre, ya que ese símbolo solo funcionaba en personas que poseyeran una estirpe como la suya o que estuvieran vinculados a la hechicería, la verdad, ponía en duda que ella estuviese envuelta en ese mundo porque sino, no sería una cortesana.
Sus manos permanecieron por rato en aquella posición, en el silencio. Había sido un tonto truco el que había realizado, demasiado sencillo, pero útil para ganar algo de dinero en la calle. No tenía intención de impresionarla ni nada por el estilo, más bien quería probar su propia habilidad, ya que no sabía si el cambio había trastornado su don y su habilidades en ilusión, trucos y engaño.
Las manos cayeron suavemente unidas volviendo al césped, Emhyr deshizo sus dedos de entre los de ella rompiendo el contacto.
Su vista antes fijada en ambas manos al cielo se había quedado en el cielo con gesto serio y extrañamente duro.
-Necesito comprobar una cosa vinculada con la historia que te conté antes, pero te quiero pedir permiso porque puede que te duela, aunque pensándolo bien lo haré con tu permiso o sin él, si tengo que usar la fuerza la usaré por eso prefiero las cosas por las buenas. -Debía saber a que sabía su sangre, si ese era el motivo de su marca, debía de quitarse esa duda, ya que ella podría ser un blanco perfecto para vampiros y no deseaba que cayera en el mismo juego en el que había caído con ellos. Ella podría tener la oportunidad que él no tuvo, podría vivir sin involucrarse a su mundo. Pensaba mientras recordaba todas aquellas cicatrices que inundaban su cuerpo en forma de mordeduras.
El turco se alzó quedando sentado a su lado, esperando su respuestas, ahora emanaba frialdad.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Las palabras del chico si que le hicieron gracia ¡Menudo ego! y al mismo tiempo tenía un pensamiento sobe él mismo inusual. El tipo de hombre que Brigitte creía que era le venía bastante bien, en cierto modo, eran parecidos. No era dificil "alcanzarlos" pero no estaban allí al día siguiente. En el caso de él por voluntad propia en el de ella, por desgracia, no la mayoría de veces. Las pocas en las que podía disfrutar del sexo eran precisamente eso, muy pocas. Demasiado pocas. Sin embargo, era algo como lo que ya se había acostumbrado a vivir. A veces, cuando salía de día, veía a las muchachas con largos y decorados vestidos. Posiblemente muy caros. Chicas que no habrían estado con un hombre en su vida y que, posiblemente, el primero sería el más importante de todos. Chicas que tenían un concepto del sexo muy diferente al que tenía ella. Para Brigitte era pura rutina, no había nada de amor ni de sentimientos. Solo cuerpo. Y esas mujeres inocentes, probablemente, serían capaz de entregarlo todo si encontraban a un hombre que las sedujera. Y, por su bien, más valía que escogieran bien o podían quedar tocadas de por vida. ¿Cuándo fue la última vez que pensé así? Se preguntó. Ella, tiempo atrás, también había sido como ellas. Y ahora ni siquiera recordaba quien fue el hombre que la desvirgó.
A penas se dio cuenta de los gestos que hacía el hombre, solo podía sentir sus manos juntas. Un gesto que para muchos podría simbolizar cariño pero que para ella solo era eso, un gesto. Una vez más una unión de su cuerpo con el de otra persona. Para que eso pudiera significar algo tendría que albergar sentimientos por el contrario. Y es obvio que eso no ocurría ni ocurriría. El enamorarse de un hombre, a parte de no entrar en sus planes, era algo que no daba cabida en su mente. Después de todo, estaba demasiado cerrada para permitirse sentir algo así. Después, precisamente, de haber conocido a tantos tipos de hombres. Y a ninguno con el que llegara a tener ese pensamiento. Tal vez, tenía demasiado asumido qué era..
- Vaya..entonces debes ser muy codiciado ¿No? Los hombres como tú atraen bastante a las mujeres - le habló sin mirarle a la cara, solo mirando hacia el frente. Dejando el punto de vista físico, ese hombre tenía una aura especial que sería lo que posiblemente atraería a muchas jovencitas. Y no tan jovencitas. Tampoco le importaba demasiado ese tema ni la vida privada de aquel chico. Al igual que él tampoco tenía interés en su vida o, por lo menos, en lo que no tuviera que ver con su marca de nacimiento.
Cuando volvió a sacar el tema no pudo nada más que soltar un suspiro. Que pesado. Pensó para si misma, separándose de él para sentarse en el césped. - Veo que te interesa el asunto - comentó desinteresadamente. Por el contrario a ella el tema ni le iba ni le venía. Si, le gustaban las historias del tipo que le había contado él antes pero solo eso. Llevaba bastante tiempo con esa marca como para saber que no la afectaba en nada. Bueno, sí, para ahuyentar o atraer a según que tipos de personas. Pero siempre había alguna que otra reacción. Que se quedaran indiferentes era algo que no pasaba. Nunca.
Soltó un bufido volteando esta vez el rostro para mirarle de reojo, dejando que su cabello volviera a caer en cascada hacia delante, tapándole su ojo izquierdo - Pero no te las des de educado. Si vas a hacerlo quiera o no simplemente hazlo y ya. Venga - Le habría extendido la parte del cuerpo que resultase afectada pero, claro, no tenía idea de lo que pensaba hacerle. Tampoco estaba asustada o nerviosa, tal vez si un poco curiosa por saber qué cosa iba a hacer ahora en lo referente con la historia esa. Una historia que bien podían creerse los niños y a ella emocionarla. Pero solo eso. Fuera de los cuentos estaba la realidad. Y en la realidad mandaban otro tipo de cosas, por lo menos, en su realidad.
A penas se dio cuenta de los gestos que hacía el hombre, solo podía sentir sus manos juntas. Un gesto que para muchos podría simbolizar cariño pero que para ella solo era eso, un gesto. Una vez más una unión de su cuerpo con el de otra persona. Para que eso pudiera significar algo tendría que albergar sentimientos por el contrario. Y es obvio que eso no ocurría ni ocurriría. El enamorarse de un hombre, a parte de no entrar en sus planes, era algo que no daba cabida en su mente. Después de todo, estaba demasiado cerrada para permitirse sentir algo así. Después, precisamente, de haber conocido a tantos tipos de hombres. Y a ninguno con el que llegara a tener ese pensamiento. Tal vez, tenía demasiado asumido qué era..
- Vaya..entonces debes ser muy codiciado ¿No? Los hombres como tú atraen bastante a las mujeres - le habló sin mirarle a la cara, solo mirando hacia el frente. Dejando el punto de vista físico, ese hombre tenía una aura especial que sería lo que posiblemente atraería a muchas jovencitas. Y no tan jovencitas. Tampoco le importaba demasiado ese tema ni la vida privada de aquel chico. Al igual que él tampoco tenía interés en su vida o, por lo menos, en lo que no tuviera que ver con su marca de nacimiento.
Cuando volvió a sacar el tema no pudo nada más que soltar un suspiro. Que pesado. Pensó para si misma, separándose de él para sentarse en el césped. - Veo que te interesa el asunto - comentó desinteresadamente. Por el contrario a ella el tema ni le iba ni le venía. Si, le gustaban las historias del tipo que le había contado él antes pero solo eso. Llevaba bastante tiempo con esa marca como para saber que no la afectaba en nada. Bueno, sí, para ahuyentar o atraer a según que tipos de personas. Pero siempre había alguna que otra reacción. Que se quedaran indiferentes era algo que no pasaba. Nunca.
Soltó un bufido volteando esta vez el rostro para mirarle de reojo, dejando que su cabello volviera a caer en cascada hacia delante, tapándole su ojo izquierdo - Pero no te las des de educado. Si vas a hacerlo quiera o no simplemente hazlo y ya. Venga - Le habría extendido la parte del cuerpo que resultase afectada pero, claro, no tenía idea de lo que pensaba hacerle. Tampoco estaba asustada o nerviosa, tal vez si un poco curiosa por saber qué cosa iba a hacer ahora en lo referente con la historia esa. Una historia que bien podían creerse los niños y a ella emocionarla. Pero solo eso. Fuera de los cuentos estaba la realidad. Y en la realidad mandaban otro tipo de cosas, por lo menos, en su realidad.
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Re: Una noche más en París {priv}
-No puedo ser codiciado si no soy conocido. -Dijo en respuesta a sus palabras, su gesto frío se suavizo debía de parecer más tranquilo de lo que estaba, más paciente, a pesar de que sus dudas lo enervaba profundamente. Una sonrisa se dibujo en sus labios. -Aunque no te equivocas en algo que has dicho, parece que lo desconocido y extranjero atrae a muchas mujeres de por aquí.
Su tono se volvió más amable, dudaba que ella confiará en él profundamente aunque daba señales de darle votos, por ello debía procurar no ganarse su desconfianza al completo ya que debía de admitir que a pesar de que su interés reciente se debía más a su marca de nacimiento que a nada, le estaba resultando bastante agradable su presencia y su actitud hacia él, tenía puntos que le recordaba a sí mismo aunque más a cierta persona que había chocado con él hacía tiempo. Aquella chica le pareció ser una clase de fierecilla salvaje difícil de domar aunque aparentemente tal vez mucho creyesen que podía.
“Creo que es importante” Pensó para sí en cuanto el asunto sobre sus marcas salió a la luz, a ella parecía aburrirle, se le hacía indiferentes y por el bien de ella, Emhyr pensaba que era mejor así, el hecho que se hubiese tragado de que su historia era un simple cuento era perfecto para alejarla de la terrible verdad que ocultaba el mundo.
Emhyr situó frente a ella sentado sobre sus rodillas, su sonrisa se borro y su gesto parecía paciente y más calmado. Ella parecía bastante fastidiada por el que insistiera, pero aquella pequeña espinita, aquella duda debía de ser aliviada en su interior... ¿Emhyr se estaba preocupando por aquella chica que no conocía de nada? ¡Oh vamos! Debía de ser imposible... Él solo se preocupaba de una cosa y era su misma persona. ¿De nuevo estaba cayendo en la debilidad de intentar crear un mínimo lazo con alguien? ¡Aquella ciudad parecía que lo estaba volviendo blando! Aquello no era su estilo para nada, el turco tenía sus reglas de supervivencia: “Nadie debía de ser arrastrado a su camino. La huida eterna que tenía con respecto a su pasado podría hacerme más dura.”
-Quedate tumbada y cierra los ojos. -Esperando a que ella realizará aquellas sencilla ordenes, en cuanto las hizo el se aproximo cubriendo con su propio cuerpo el de ella, apoyando ambas en el césped de cada uno de sus flancos, atrapándola en esa postura. -De niño me enseñaron que cuando estaba frente a un desconocido debía de procurar mostrarme lo más cortés y educado que pudiese,. Si quieres ganarte a alguien o algo mejor muestra tu mejor cara desde el principio...
“También te educaron para matar sin vacilar y tener la capacidad suficiente para ostentar un título nobiliario lo bastante importante para asegurar el que el linaje perdurase... Pero eso se ha quedado en otra vida”
-Shh... Relajate sino va a ser desagradable. -Susurro, mientras una de sus manos acariciaba una de sus mejillas con el dedo índice, para luego recorrer su frente su nariz volver a la otra mejilla, pasar por la barbilla sus labios y volver a la mejilla del recorrido inicial. El mismo camino comenzaba a repetirse y Emhyr con unas suaves palabras en otro idioma quería asegurarse que la chica no se perturbará, ya que no deseaba tener que forzarla a nada si se resistía cambiado de opinión con respecto a sus gesto bastante voluntarios. El recorrido de aquel dedo que aunque no era demasiado suave a causa de pequeñas cicatrices que poseía como pequeño cortes, dejaba a su paso una extraña sensación electrizante en la piel y relajante; un pequeño truco de la hechicería con el cual calmaba cada uno de los sentidos de la joven, El efecto de calma era débil porque él se había asegurado de ello ya que las palabras utilizadas podrían dejarla en su totalidad inconsciente. Seguramente ella comenzaba a sentir sus parpados bastante pesados.
Momentos como aquello a Emhyr le hacía recordad que antes de sucumbir a la maldición de la luna había curioseado para aprender algunos trucos dentro de su gremio de brujería; nunca había sido el mejor de los brujos pero a la hora de defenderse en hechicería había sabido salir más bien de lo que creía.
Los minutos transcurrieron con aquel monótono paseo por su piel, el silencio seguía siendo asustado de vez en cuando por el movimiento del agua y los árboles que rodeaban aquel lago. El tiempo se volvía extrañamente lento y algo pesado.
Cuando estaba seguro por completo del efecto tranquilizante, él tomo el brazo donde ella tenía la marca, lo examino en la oscuridad y sin duda hundió sus propios dientes en la blanda piel abriéndose ante la sangre, aquello habría sido desagradable para él en meses anteriores pero el haberse hincado sus caninos en la piel ajena en su forma cánida más de una vez había hecho que se habituara a cosas por el estilo.
El olor a férreo se vio presente al igual que su sabor al entrar en contacto con su lengua, era una leve herida pero suficiente para proporcionarle lo que necesitaba, su sangre.
En cuanto su paladar saboreo el cálido rubí lo supo... Y no solo supo que su sangre tenía más valor que la de él mismo y que si algún ser de la noche lo descubría, ella estaba perdida también supo las posibilidades... De que en aquella noche tal vez ella por el acto del turco se enfadase y marchase del lugar algo confundida... Tal vez ella pasee un rato más sola antes de volver al burdel... A lo mejor cuando vuelva al burdel la ésten esperando ofreciéndole más dinero de la cuenta a cambio de compañía para ambos y no de sexo... Una conversación amena si ella aceptase, preguntas que se devien de lo normal, preguntas que ella no entienda sobre aquel hombre que había dejado en el lago sin nombre... Tal vez su desconocimiento le lleve a un peor destino del que espera... Y cabe la posibilidad que un hombre tuerto...
"El tuerto" -Pensó, Emhyr para sí mismo mientras asimilaba aquello que la sangre le proporcionaba.
... la contemplará en un amanecer teñido por su propia sangre, si un amanecer donde, Brigitte, no vuelva a despertar. Y todo como consecuencia de aquel acto simple, de abrir una herida justamente en la marca de naciemiento, una herida que era suficiente para llamar a cualquiera bien atraído por la vida nocturna.
-Brigitte... -Dijo aquel nombre sque antes desconocía mientras retiraba sus labios y contemplaba sorprendido como la misma herida se cerraba por si sola. "¿Cómo era posi...?"
Emhyr se llevó sus manos en los bolsillos pensando en la cantidad de dinero que poseía encima, pensando en que debía de alejarla de aquella posibilidad en aquella noche y ofrecerle dinero por algun sencillo servicio, aunque solo fuese compañía tal vez fuese suficiente para que no volviese aquella noche al burdel para cumpliar la visión incierta ¡El monarca rumano lo mataría como se enterase en que se iba a gastar el prestado dinero! ¿Emhyr por qué te preocupas tanto? Su vida no es nada para tí, dejála marchar y continúa la tuya tan tranquilo.
-Brigitte... ¿cuánto sueles... -Se interrumpió debía de ser delicado o pensaría que iba a ser otro cliente más. Ahora pensaba como plantearle el asunto quedando mudo.
Su tono se volvió más amable, dudaba que ella confiará en él profundamente aunque daba señales de darle votos, por ello debía procurar no ganarse su desconfianza al completo ya que debía de admitir que a pesar de que su interés reciente se debía más a su marca de nacimiento que a nada, le estaba resultando bastante agradable su presencia y su actitud hacia él, tenía puntos que le recordaba a sí mismo aunque más a cierta persona que había chocado con él hacía tiempo. Aquella chica le pareció ser una clase de fierecilla salvaje difícil de domar aunque aparentemente tal vez mucho creyesen que podía.
“Creo que es importante” Pensó para sí en cuanto el asunto sobre sus marcas salió a la luz, a ella parecía aburrirle, se le hacía indiferentes y por el bien de ella, Emhyr pensaba que era mejor así, el hecho que se hubiese tragado de que su historia era un simple cuento era perfecto para alejarla de la terrible verdad que ocultaba el mundo.
Emhyr situó frente a ella sentado sobre sus rodillas, su sonrisa se borro y su gesto parecía paciente y más calmado. Ella parecía bastante fastidiada por el que insistiera, pero aquella pequeña espinita, aquella duda debía de ser aliviada en su interior... ¿Emhyr se estaba preocupando por aquella chica que no conocía de nada? ¡Oh vamos! Debía de ser imposible... Él solo se preocupaba de una cosa y era su misma persona. ¿De nuevo estaba cayendo en la debilidad de intentar crear un mínimo lazo con alguien? ¡Aquella ciudad parecía que lo estaba volviendo blando! Aquello no era su estilo para nada, el turco tenía sus reglas de supervivencia: “Nadie debía de ser arrastrado a su camino. La huida eterna que tenía con respecto a su pasado podría hacerme más dura.”
-Quedate tumbada y cierra los ojos. -Esperando a que ella realizará aquellas sencilla ordenes, en cuanto las hizo el se aproximo cubriendo con su propio cuerpo el de ella, apoyando ambas en el césped de cada uno de sus flancos, atrapándola en esa postura. -De niño me enseñaron que cuando estaba frente a un desconocido debía de procurar mostrarme lo más cortés y educado que pudiese,. Si quieres ganarte a alguien o algo mejor muestra tu mejor cara desde el principio...
“También te educaron para matar sin vacilar y tener la capacidad suficiente para ostentar un título nobiliario lo bastante importante para asegurar el que el linaje perdurase... Pero eso se ha quedado en otra vida”
-Shh... Relajate sino va a ser desagradable. -Susurro, mientras una de sus manos acariciaba una de sus mejillas con el dedo índice, para luego recorrer su frente su nariz volver a la otra mejilla, pasar por la barbilla sus labios y volver a la mejilla del recorrido inicial. El mismo camino comenzaba a repetirse y Emhyr con unas suaves palabras en otro idioma quería asegurarse que la chica no se perturbará, ya que no deseaba tener que forzarla a nada si se resistía cambiado de opinión con respecto a sus gesto bastante voluntarios. El recorrido de aquel dedo que aunque no era demasiado suave a causa de pequeñas cicatrices que poseía como pequeño cortes, dejaba a su paso una extraña sensación electrizante en la piel y relajante; un pequeño truco de la hechicería con el cual calmaba cada uno de los sentidos de la joven, El efecto de calma era débil porque él se había asegurado de ello ya que las palabras utilizadas podrían dejarla en su totalidad inconsciente. Seguramente ella comenzaba a sentir sus parpados bastante pesados.
Momentos como aquello a Emhyr le hacía recordad que antes de sucumbir a la maldición de la luna había curioseado para aprender algunos trucos dentro de su gremio de brujería; nunca había sido el mejor de los brujos pero a la hora de defenderse en hechicería había sabido salir más bien de lo que creía.
Los minutos transcurrieron con aquel monótono paseo por su piel, el silencio seguía siendo asustado de vez en cuando por el movimiento del agua y los árboles que rodeaban aquel lago. El tiempo se volvía extrañamente lento y algo pesado.
Cuando estaba seguro por completo del efecto tranquilizante, él tomo el brazo donde ella tenía la marca, lo examino en la oscuridad y sin duda hundió sus propios dientes en la blanda piel abriéndose ante la sangre, aquello habría sido desagradable para él en meses anteriores pero el haberse hincado sus caninos en la piel ajena en su forma cánida más de una vez había hecho que se habituara a cosas por el estilo.
El olor a férreo se vio presente al igual que su sabor al entrar en contacto con su lengua, era una leve herida pero suficiente para proporcionarle lo que necesitaba, su sangre.
En cuanto su paladar saboreo el cálido rubí lo supo... Y no solo supo que su sangre tenía más valor que la de él mismo y que si algún ser de la noche lo descubría, ella estaba perdida también supo las posibilidades... De que en aquella noche tal vez ella por el acto del turco se enfadase y marchase del lugar algo confundida... Tal vez ella pasee un rato más sola antes de volver al burdel... A lo mejor cuando vuelva al burdel la ésten esperando ofreciéndole más dinero de la cuenta a cambio de compañía para ambos y no de sexo... Una conversación amena si ella aceptase, preguntas que se devien de lo normal, preguntas que ella no entienda sobre aquel hombre que había dejado en el lago sin nombre... Tal vez su desconocimiento le lleve a un peor destino del que espera... Y cabe la posibilidad que un hombre tuerto...
"El tuerto" -Pensó, Emhyr para sí mismo mientras asimilaba aquello que la sangre le proporcionaba.
... la contemplará en un amanecer teñido por su propia sangre, si un amanecer donde, Brigitte, no vuelva a despertar. Y todo como consecuencia de aquel acto simple, de abrir una herida justamente en la marca de naciemiento, una herida que era suficiente para llamar a cualquiera bien atraído por la vida nocturna.
-Brigitte... -Dijo aquel nombre sque antes desconocía mientras retiraba sus labios y contemplaba sorprendido como la misma herida se cerraba por si sola. "¿Cómo era posi...?"
Emhyr se llevó sus manos en los bolsillos pensando en la cantidad de dinero que poseía encima, pensando en que debía de alejarla de aquella posibilidad en aquella noche y ofrecerle dinero por algun sencillo servicio, aunque solo fuese compañía tal vez fuese suficiente para que no volviese aquella noche al burdel para cumpliar la visión incierta ¡El monarca rumano lo mataría como se enterase en que se iba a gastar el prestado dinero! ¿Emhyr por qué te preocupas tanto? Su vida no es nada para tí, dejála marchar y continúa la tuya tan tranquilo.
-Brigitte... ¿cuánto sueles... -Se interrumpió debía de ser delicado o pensaría que iba a ser otro cliente más. Ahora pensaba como plantearle el asunto quedando mudo.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
No le costó obedecer al hombre. Siempre acababa obedeciendo. A la madame, a los clientes ¿Qué le costaba obedecer una vez más? Se tumbó y cerró los ojos; a penas escuchó las palabras del contrario. Seguro le estaría diciendo que se calmara o le estaría explicando lo que iba a hacer ¡Qué le importaba! Nada le importaba, como si se moría en ese mismo instantes. A veces pensaba esas cosas, no demasiado frecuentes pero cuando estaba a solas o lo suficientemente tranquila si se le pasaban por la cabeza. Claro que..no es como si fuese a suicidarse o algo parecido, eso era de cobardes ¿Y no lo sería tener ese pensamiento? En cualquier caso, no podía evitarlo. Se estaba dejando tocar y hacer vete tu a saber qué por alguien que acababa de conocer. Alguien que si bien le había echo pasar un buen rato tampoco podía juzgar solo por unos cuantos minutos de palabras, a las personas no se las conocía ni después de años y Brigitte sabía eso mejor que nadie. Había aprendido a no confiarse, a no dejar entrar a la gente tan fácilmente como antaño había echo; porque debía reconocer que en un principio resultaba de lo más ingenua. Para su desgracia.
El repentino pinchazo le hizo salir de sus pensamientos y abrir sus ojos. - A-au.. - refunfuñó ligeramente por un segundo intentando levantar el brazo pero al ver que él lo tenía bien agarrado desistió. Solo se quedó mirándole con los ojos abiertos y el ceño fruncido. ¡Le había mordido! Y en su marca. ¡Dios bendito! Qué obsesión tenía ese hombre ¿Ahora qué se supone que estaba haciendo? ¿Comprobando algo? Sería..¿Sería alguien sobrenatural? En ese momento se le encendieron las alarmas al pensar en que se había puesto completamente a su merced ¿Es que soy tonta? Se recriminó, forzando el puño e intentando apartarse de él. Desistió a los pocos segundos. Si era inteligente debía hacerse la sumisa para poder salir de allí mejor parada, si algo sabía era que combatir a alguien que podía resultar más fuerte que tú no tenía ningún sentido. Y entonces pensó..¿A caso no seguía siendo el mismo que antes? En ningún momento había pensado que ella pudiese ganarle en fuerza y, sin embargo, no se había exaltado ni demostrado ese tipo de sumisión que podía llegar al temor o timidez. No, ella siempre mantenía la cabeza alzada directo al rostro contrario y bajar la mirada no era lo suyo.
En cuanto se apartó ella cerró los ojos e intentó respirar con normalidad, exacto, quería volver a la normalidad. No era seguro que él fuese alguien sobrentarual. Si, claro, en el mejor caso será simplemente un humano que bebe sangre; un loco. Genial. Pensó para si misma con una mueca de estupidez, recriminandose que aunque fuese su propia mente ya podía tener mejores pensamientos ¿Qué sería mejor un cuerdo peligroso o un loco? Ambos podían ser peligrosos si no "jugaba" bien sus cartas. Debía permanecer tranquila y, sobretodo, indiferente. Si algo le molestaba a los hombres era que ante sus ataques resultaras indiferentes ¡Les molestaba mucho! Y les hacía perder el interés. Le había funcionado en muchas ocasiones ¿Por qué no ahora?.
Como pudo se acomodó sobre el cesped, observando que le había mordido muy cerca de su marca. Haciendole otra pequeña marca de la dentadura. Le miró de reojo para ver si sus colmillos eran diferentes, si sobresalían. Eran bastante afilados y de refilón pudo observarlos un poco mejor pero no tanto como se hubiese esperado. No era un vampiro ¡Un vampiro! Si, esas criaturas mitológicas de las que hablaban los libros y que chupaban la sangre ¿En qué otra cosa podía pensar? Ella no era devota de las historias de fantasmas para asustar a los niños Le gusta vivir en su mundo de normalidad y, aunque puede resultar monótono [además de fastidioso] lo prefiere al tipo de mundo al que posiblemente pertenecería ese tipo. No supo que decir, simplemente le miró y se miró a ella misma. Tenía que hablar, tenía que gruñirle o pedirle explicaciones pero tras un leve susurro que le pareció escuchar con su nombre las palabras la dejaron casi helada. El movimiento solo ya era algo que conocía muy bien.
"¿Cuánto sueles...."
Parpadeó y por unos segundos se quedó sin saber que decir, totalmente callada mirando hacia la billetera que acababa de sacar el chico. Tragó saliva. - ¿Cuánto cobro? - remató ella la frase y alzó la vista hacia sus ojos. Lo miró fijamente pero no con lujuria, divertimento o una expresión de negación. Lo miró con algo de tristeza. Entrecerró los ojos y soltó una pequeña carcajada. - Qué gracioso.. - volvió a reir de una manera ciertamente alocada. No falsa pero si amarga. Una risa completamente amarga. Se puso en cuatro y gateó hasta que su rostro quedó frente al de él. No demostraba ningún tipo de emoción, indiferencia pura y dura. - No te equivocaste cuando dijiste que era inalcanzable..para ti. Eres igual que todos - hubiese escupido de no ser porque hacer ese tipo de cosas no iba con ella. Pero le miró con asco, el asco que sentía en ese momento al pensar que hasta fuera del burdel la trataban como una puta. Naciste para puta y morirás como una puta. - Vuelvo al burdel, allí por lo menos me llamarán puta a la cara - no le miró ni de reojo, solo echó a caminar hacia delante. Si fuese de las de llorar, también habría llorado en ese momento.
El repentino pinchazo le hizo salir de sus pensamientos y abrir sus ojos. - A-au.. - refunfuñó ligeramente por un segundo intentando levantar el brazo pero al ver que él lo tenía bien agarrado desistió. Solo se quedó mirándole con los ojos abiertos y el ceño fruncido. ¡Le había mordido! Y en su marca. ¡Dios bendito! Qué obsesión tenía ese hombre ¿Ahora qué se supone que estaba haciendo? ¿Comprobando algo? Sería..¿Sería alguien sobrenatural? En ese momento se le encendieron las alarmas al pensar en que se había puesto completamente a su merced ¿Es que soy tonta? Se recriminó, forzando el puño e intentando apartarse de él. Desistió a los pocos segundos. Si era inteligente debía hacerse la sumisa para poder salir de allí mejor parada, si algo sabía era que combatir a alguien que podía resultar más fuerte que tú no tenía ningún sentido. Y entonces pensó..¿A caso no seguía siendo el mismo que antes? En ningún momento había pensado que ella pudiese ganarle en fuerza y, sin embargo, no se había exaltado ni demostrado ese tipo de sumisión que podía llegar al temor o timidez. No, ella siempre mantenía la cabeza alzada directo al rostro contrario y bajar la mirada no era lo suyo.
En cuanto se apartó ella cerró los ojos e intentó respirar con normalidad, exacto, quería volver a la normalidad. No era seguro que él fuese alguien sobrentarual. Si, claro, en el mejor caso será simplemente un humano que bebe sangre; un loco. Genial. Pensó para si misma con una mueca de estupidez, recriminandose que aunque fuese su propia mente ya podía tener mejores pensamientos ¿Qué sería mejor un cuerdo peligroso o un loco? Ambos podían ser peligrosos si no "jugaba" bien sus cartas. Debía permanecer tranquila y, sobretodo, indiferente. Si algo le molestaba a los hombres era que ante sus ataques resultaras indiferentes ¡Les molestaba mucho! Y les hacía perder el interés. Le había funcionado en muchas ocasiones ¿Por qué no ahora?.
Como pudo se acomodó sobre el cesped, observando que le había mordido muy cerca de su marca. Haciendole otra pequeña marca de la dentadura. Le miró de reojo para ver si sus colmillos eran diferentes, si sobresalían. Eran bastante afilados y de refilón pudo observarlos un poco mejor pero no tanto como se hubiese esperado. No era un vampiro ¡Un vampiro! Si, esas criaturas mitológicas de las que hablaban los libros y que chupaban la sangre ¿En qué otra cosa podía pensar? Ella no era devota de las historias de fantasmas para asustar a los niños Le gusta vivir en su mundo de normalidad y, aunque puede resultar monótono [además de fastidioso] lo prefiere al tipo de mundo al que posiblemente pertenecería ese tipo. No supo que decir, simplemente le miró y se miró a ella misma. Tenía que hablar, tenía que gruñirle o pedirle explicaciones pero tras un leve susurro que le pareció escuchar con su nombre las palabras la dejaron casi helada. El movimiento solo ya era algo que conocía muy bien.
"¿Cuánto sueles...."
Parpadeó y por unos segundos se quedó sin saber que decir, totalmente callada mirando hacia la billetera que acababa de sacar el chico. Tragó saliva. - ¿Cuánto cobro? - remató ella la frase y alzó la vista hacia sus ojos. Lo miró fijamente pero no con lujuria, divertimento o una expresión de negación. Lo miró con algo de tristeza. Entrecerró los ojos y soltó una pequeña carcajada. - Qué gracioso.. - volvió a reir de una manera ciertamente alocada. No falsa pero si amarga. Una risa completamente amarga. Se puso en cuatro y gateó hasta que su rostro quedó frente al de él. No demostraba ningún tipo de emoción, indiferencia pura y dura. - No te equivocaste cuando dijiste que era inalcanzable..para ti. Eres igual que todos - hubiese escupido de no ser porque hacer ese tipo de cosas no iba con ella. Pero le miró con asco, el asco que sentía en ese momento al pensar que hasta fuera del burdel la trataban como una puta. Naciste para puta y morirás como una puta. - Vuelvo al burdel, allí por lo menos me llamarán puta a la cara - no le miró ni de reojo, solo echó a caminar hacia delante. Si fuese de las de llorar, también habría llorado en ese momento.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
En cuanto vio la perplejidad por su iniciada pregunta, ya sabía cual sería el foco de que ella se enfadase y volviese al burdel como había visto en su sangre.
Emhyr se toca la frente, le dolía un poco la cabeza a causa del olor de la poca sangre que aun quedaba latente en el aire y le confundía. Su rostro frente a frente, ella le hablaba él se quedo cortado sin saber que decir; los ojos de aquella chica en el silencio le miraron con ¿el qué? ¿Lastima? A Emhyr le pareció como si esa mirada le atravesase en el interior de tal modo que pudo sentir un vuelco en su corazón como si le hubiese clavado algo que irritaba.
Un poco retardado tardo en reaccionar y levantarse, ahora la seguía en la oscuridad.
-Te pagaré el doble, ¡el triple! O más si es preciso -Emhyr maldijo pensando en que no sabía de donde sacaría tanto dinero, iba a renunciar a probar bocado en muchos días. -No tendrás que hacer nada... No harás nada... No te tocaré, ni tu a mí... Solo debes de estar lejos del burdel.
Las palabras eran soltadas sin pensar, Emhyr se dió cuenta que aquella no era la manera de retener sus acciones. Básicamente estaba siendo un sinsentido decirle aquello, ya que precisamente el hablar de aquel tema había sido la chispa iniciadora de su enfado y actitud hacia él.
Los pasos se volvieron más ligeros en cuanto alcanzo a estar a su lado, la verdad era la primera vez que podía medirse de pie al lado de ella, Emhyr no era un gigante pero al menos le sacaba una cabeza a aquella chica en altura, tampoco era el más robusto de su especie, ¡qué extraño sonaba el pensar en la licántropía como especie hermana! Supuestamente cuando él recibiese la maldición su musculatura sufriría cambios a lo grande, pero él continuaba poseyendo un cuerpo esbelto y fibroso tirando más a la delgadez, incluso cuando tuvo a un autentico licántropo a su lado, uno con más años que él se le veía mucho más pequeño que éste mismo y más delgado.
-Brigitte, Brigitte... -Continuaba caminando a su lado, intentando pararla o adelantarla para hacer aquello. De nuevo volvía a pronunciar un nombre que ella en todo momento no había revelado, su sangre se lo había dicho. -Escuchame... Solamente debes de estar a mi lado, sin hacer nada, aquí o en otro lugar... Menos en el burdel, por eso te ofrezco lo que te ofrezco... Tengo mis motivos... -Sus ojos no le miraban con ningun tipo de lujuría, parecía extrañamente asustado por algo.
"¿Por qué lo haces? Ella no te va a dar nada, no te aportará nada a tu vida. No debe de importar su vida, no la conoces, ella no es..." Entre sus pensamientos se reprimía su nombre. "Una más... Una menos... ¡Qué mas te da! Su vida no repercute en la tuya, su muerte no es nada para tí. Además le haría un gran favor dejandola ir... No sabe lo que le puede esperar."
Emhyr la adelanto y se dispuso delante de ella para parar su paso; en aquel recorrido ella iba dejando un rastro impregnado con el olor a su sangre. Parte de la herida que tocaba su marca se había curado por si sola, pero la otra continuaba siendo una herida leve con la forma de la mitad de sus dientes. La sangre continuaba mancillando la piel delicada, continuaba abrumando el olfato del turco.
-Vas a morir, Brigitte... -Dijo rotundamente y con uan sinceridad que no cabía duda de sus palabras. -Si vuelves al burdel, te encontrarás a dos personas una de ellas será un tuerto. -Tragó saliva al decir "tuerto", era como si decirlo le evocará quien era esa persona y le causase escalofríos. -Te hará promesas falsas, te dará más dinero que el que yo pudiese ofrecerte... Te dirá que tu vida en ese burdel ha terminado si haces lo que te piden... Porque otro tipo de vida te ofrecen, una tranquila y sin complicaciones. Tan solo... Te piden una buena conversación en está noche, y la conversación derivará a preguntas que tu no sabrás contestar. Y luego... -Un carraspeó salió de su garganta, seguro que lo estaba tomando por una clase de demente. Pero, ¿qué iba a hacer él? -... No habrá un mañana para tí. Todo se habra terminado.
Un silencio largo se hizo, sus ojos estaban clavados en la oscuridad en los de ella, demasiado serios al igual que su voz que a continuación volvió a pronunciarse con aquel acento característico.
-Si no me crees, podemos ir ir juntos al burdel y comprobarlo, aunque nos pondrás a ambos en peligro. O sino... Espera a mañana, cuando el día este bien alto y pregunta si un hombre tuerto visito el burdel. No pierdes nada, y puede que ganas algo de dinero sin mover ni un solo dedo.
Aun continuaba esquivando el tema principal que le llevaba a todo aquello, su "marca de nacimiento", el pequeño cuento que le había relatado como ficticio. Sabía que pronto comenzaría las preguntas referidas a ese tema o al menos se desviarían a éste mismo y terminaría revelándole la verdad sobre aquel mundo que habitaba entre las sombras de la noche.
Emhyr se toca la frente, le dolía un poco la cabeza a causa del olor de la poca sangre que aun quedaba latente en el aire y le confundía. Su rostro frente a frente, ella le hablaba él se quedo cortado sin saber que decir; los ojos de aquella chica en el silencio le miraron con ¿el qué? ¿Lastima? A Emhyr le pareció como si esa mirada le atravesase en el interior de tal modo que pudo sentir un vuelco en su corazón como si le hubiese clavado algo que irritaba.
Un poco retardado tardo en reaccionar y levantarse, ahora la seguía en la oscuridad.
-Te pagaré el doble, ¡el triple! O más si es preciso -Emhyr maldijo pensando en que no sabía de donde sacaría tanto dinero, iba a renunciar a probar bocado en muchos días. -No tendrás que hacer nada... No harás nada... No te tocaré, ni tu a mí... Solo debes de estar lejos del burdel.
Las palabras eran soltadas sin pensar, Emhyr se dió cuenta que aquella no era la manera de retener sus acciones. Básicamente estaba siendo un sinsentido decirle aquello, ya que precisamente el hablar de aquel tema había sido la chispa iniciadora de su enfado y actitud hacia él.
Los pasos se volvieron más ligeros en cuanto alcanzo a estar a su lado, la verdad era la primera vez que podía medirse de pie al lado de ella, Emhyr no era un gigante pero al menos le sacaba una cabeza a aquella chica en altura, tampoco era el más robusto de su especie, ¡qué extraño sonaba el pensar en la licántropía como especie hermana! Supuestamente cuando él recibiese la maldición su musculatura sufriría cambios a lo grande, pero él continuaba poseyendo un cuerpo esbelto y fibroso tirando más a la delgadez, incluso cuando tuvo a un autentico licántropo a su lado, uno con más años que él se le veía mucho más pequeño que éste mismo y más delgado.
-Brigitte, Brigitte... -Continuaba caminando a su lado, intentando pararla o adelantarla para hacer aquello. De nuevo volvía a pronunciar un nombre que ella en todo momento no había revelado, su sangre se lo había dicho. -Escuchame... Solamente debes de estar a mi lado, sin hacer nada, aquí o en otro lugar... Menos en el burdel, por eso te ofrezco lo que te ofrezco... Tengo mis motivos... -Sus ojos no le miraban con ningun tipo de lujuría, parecía extrañamente asustado por algo.
"¿Por qué lo haces? Ella no te va a dar nada, no te aportará nada a tu vida. No debe de importar su vida, no la conoces, ella no es..." Entre sus pensamientos se reprimía su nombre. "Una más... Una menos... ¡Qué mas te da! Su vida no repercute en la tuya, su muerte no es nada para tí. Además le haría un gran favor dejandola ir... No sabe lo que le puede esperar."
Emhyr la adelanto y se dispuso delante de ella para parar su paso; en aquel recorrido ella iba dejando un rastro impregnado con el olor a su sangre. Parte de la herida que tocaba su marca se había curado por si sola, pero la otra continuaba siendo una herida leve con la forma de la mitad de sus dientes. La sangre continuaba mancillando la piel delicada, continuaba abrumando el olfato del turco.
-Vas a morir, Brigitte... -Dijo rotundamente y con uan sinceridad que no cabía duda de sus palabras. -Si vuelves al burdel, te encontrarás a dos personas una de ellas será un tuerto. -Tragó saliva al decir "tuerto", era como si decirlo le evocará quien era esa persona y le causase escalofríos. -Te hará promesas falsas, te dará más dinero que el que yo pudiese ofrecerte... Te dirá que tu vida en ese burdel ha terminado si haces lo que te piden... Porque otro tipo de vida te ofrecen, una tranquila y sin complicaciones. Tan solo... Te piden una buena conversación en está noche, y la conversación derivará a preguntas que tu no sabrás contestar. Y luego... -Un carraspeó salió de su garganta, seguro que lo estaba tomando por una clase de demente. Pero, ¿qué iba a hacer él? -... No habrá un mañana para tí. Todo se habra terminado.
Un silencio largo se hizo, sus ojos estaban clavados en la oscuridad en los de ella, demasiado serios al igual que su voz que a continuación volvió a pronunciarse con aquel acento característico.
-Si no me crees, podemos ir ir juntos al burdel y comprobarlo, aunque nos pondrás a ambos en peligro. O sino... Espera a mañana, cuando el día este bien alto y pregunta si un hombre tuerto visito el burdel. No pierdes nada, y puede que ganas algo de dinero sin mover ni un solo dedo.
Aun continuaba esquivando el tema principal que le llevaba a todo aquello, su "marca de nacimiento", el pequeño cuento que le había relatado como ficticio. Sabía que pronto comenzaría las preguntas referidas a ese tema o al menos se desviarían a éste mismo y terminaría revelándole la verdad sobre aquel mundo que habitaba entre las sombras de la noche.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
¡Estaba tan enfadada! Que su mente se había nublado por el comentario del hombre. Tanta sin vergüenza era de las pocas cosas que solían alterarla. Había pasado de un estado de tristeza a uno de furia porque notar que le había echo un mínimo de daño no hacía más que aumentar esa rabia. ¡Acababa de conocerlo! ¿De qué se extrañaba? Maldita fuera la madame por no dejarla quedarse en su habitación. No. Tenía que huir de allí si quería estar tranquila. Y ya ni siquiera eso. Porque para una persona que se encontraba acababa siendo una prostituta de igual manera. ¡Rabia, rabia, rabia! ¿Tanta pinta de puta tenía? ¿Tan diferente era de esas mujeres a las que ni por un momento osarían ofrecerles dinero a cambio de sexo? ¡Era una mujer! Igual que las demás. Definitivamente no existía hombre alguno que la viera de otra manera. Mucha palabrería mucha palabrería pero al final acababan en el mismo sitio. La cama. O en su defecto cualquier otro lugar dónde pudiese ser follable. Eso daba prácticamente lo mismo. Prácticamente no se dio cuenta de cuando el hombre llegó a dónde estaba ella. Y seguía ofreciéndole. ¡El colmo del descaro! ¿No se daba cuenta? Qué imbécil fue lo primero que se le pasó por la cabeza. Fuera del burdel. Dentro del burdel. Daba igual como se mirara porque de ninguna manera veía otra cosa.
Se paró en seco cuando lo escuchó decir su nombre, esta vez percatándose de que ella no se lo había dicho..¿O si? Tenía una extraña sensación en el cuerpo. Se quedó quieta, mirándole mientras hablaba. Contándole una historia. Justo eso, una vulgar historia ¿Se pensaba que era tan fácil de engañar? Pero..¿Qué era lo que pretendía? Ahora estaba echa un completo lío. O es que ese hombre tenía mucha imaginación o es que era más tonto de lo que había creído ¿Infantil tal vez? Sí, el cuento de antes le había divertido. Con todo eso de su marca. Pero nada más era un cuento. Como mucho una leyenda que se quedaría en eso. Leyenda. ¿Ahora a qué venia semejante historia?. Lo miró receloso de sus palabras. Porque simplemente no podía creer todo ese cuento. Esa barata excusa por lo que acababa de decirle ¿Ahora quería arreglarlo al ver que no se había dejado comprar, no? Sí, tenía que ser solo eso. Definitivamente. - Ya, claro.. - se cruzó de brazos y alzó la vista fijándose en la contraria, esta vez desafiante. Dejando claro que esa Brigitte amable y despreocupada que había tenido antes ya se había ido al carajo gracias a su flamante proposición - Y después me convertirá en un monstruo ¿No? ¡Ah! Vaya, hay tantas cosas que quiero hacer antes de morir.. - el deje de ironía en su voz estaba más que claro, de echo, no le importaba demasiado la idea de morir. Nadie iba a extrañarla ni a ayudarla. No podía creerse algo como eso ¡Vamos despierta! Se decía así misma. - Oye, está bien, soy una prostituta, me ha sentado mal que me lo dijeras de esa manera porque estoy fuera del burdel..pero deja la historia porque no es creíble.. - ¿De qué le servía estar enfadada? Desistió por el simple echo de que los ojos de ese hombre parecían tan firmes en lo que decía que tal vez si estaba apenado por pedir sus servicios descaradamente. Suspiró y desvió la vista algo cansada. Se hubiese dejado caer de no haber estado en plena calle. Miró hacia detrás. Había dejado la arena y las olas..
Siento que me quedó algo raro, lo siento >.<
Se paró en seco cuando lo escuchó decir su nombre, esta vez percatándose de que ella no se lo había dicho..¿O si? Tenía una extraña sensación en el cuerpo. Se quedó quieta, mirándole mientras hablaba. Contándole una historia. Justo eso, una vulgar historia ¿Se pensaba que era tan fácil de engañar? Pero..¿Qué era lo que pretendía? Ahora estaba echa un completo lío. O es que ese hombre tenía mucha imaginación o es que era más tonto de lo que había creído ¿Infantil tal vez? Sí, el cuento de antes le había divertido. Con todo eso de su marca. Pero nada más era un cuento. Como mucho una leyenda que se quedaría en eso. Leyenda. ¿Ahora a qué venia semejante historia?. Lo miró receloso de sus palabras. Porque simplemente no podía creer todo ese cuento. Esa barata excusa por lo que acababa de decirle ¿Ahora quería arreglarlo al ver que no se había dejado comprar, no? Sí, tenía que ser solo eso. Definitivamente. - Ya, claro.. - se cruzó de brazos y alzó la vista fijándose en la contraria, esta vez desafiante. Dejando claro que esa Brigitte amable y despreocupada que había tenido antes ya se había ido al carajo gracias a su flamante proposición - Y después me convertirá en un monstruo ¿No? ¡Ah! Vaya, hay tantas cosas que quiero hacer antes de morir.. - el deje de ironía en su voz estaba más que claro, de echo, no le importaba demasiado la idea de morir. Nadie iba a extrañarla ni a ayudarla. No podía creerse algo como eso ¡Vamos despierta! Se decía así misma. - Oye, está bien, soy una prostituta, me ha sentado mal que me lo dijeras de esa manera porque estoy fuera del burdel..pero deja la historia porque no es creíble.. - ¿De qué le servía estar enfadada? Desistió por el simple echo de que los ojos de ese hombre parecían tan firmes en lo que decía que tal vez si estaba apenado por pedir sus servicios descaradamente. Suspiró y desvió la vista algo cansada. Se hubiese dejado caer de no haber estado en plena calle. Miró hacia detrás. Había dejado la arena y las olas..
Siento que me quedó algo raro, lo siento >.<
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Sus pasos habían continuado detrás e ella, sus palabras salían raudas de sus labios sin ser respondidas, como si estas chocaran ante la chica y cayeran invisibles, era como si le hablase a una sorda o al menos eso le pareció en aquel momento, hasta que dijo su nombre sin pensarlo como si previamente hubiese habido presentaciones, pero solo había habido palabras intercambiadas entre dos desconocidos que revelaban poco el uno del otro, pero Emhyr al probar su sangre sabía más.
De repente ella paró en seco y se volvió hacia él, eso fue señal de que le había escuchado. Si gesto extrañado le revelo que él había llamado su atención con el simple nombrar de su nombre, ¿debía de usar la información que su sangre le había dado sobre ella para hacerle creer? Si no tenía más remedio lo haría.
-Ese destino no esta hecho para tí. -Emhyr desvió la mirada recordando como la veía en aquella visión desangrarse como ellos la contemplaba y no le daban ninguna oportunidad, ella no descubriría nunca el destino de los hijos de la noche. Él había tenido miles, no había muerto desangrado porque ellos le había deseado vivo. Sus ojos castaños se fijaron directamente de nuevo en los de ella, eran serios y preocupados, su cuerpo estab en tensión. -Pues hazlas... ¡Vive, Briguitte! Vive...
La última frase sonó como un susurro, Emhyr avanzó un paso con cautela. Sus ojos a pesar de ser humanos tenían cierto brillo excitado, la oscuridad de la noche no era nada para él, ya que ésta era clara para sus ojos, aunque ahora no necesitaba usar su don.
El escenario vegetal había quedado atrás sin que se dieran cuenta, las calles eran oscuras, aunque poseían unos pocos faroles que casi se extinguían y la actividad mundana parecía descansar, ya que ni un alma pasaban por aquellas calles. El hombre temía la oscuridad y la vida era propio del día.
Ella parecía enfada, lo veía lógico la había ofendido, Emhyr a veces era de ese modo, no medía sus palabras a la hora de decirlo sobre todo si era una mujer, podía ser un poco bruto.
Un suspiro salió de sus labios cuando vió que ella se relajaba un poco ante su enfado, más que calmarse parecía cansada de esa situación.
-No me importa como te ganes la vida... Creo que no debería haberlo hecho de ese modo. -Sus dedos se pasearon con gesto pensativo por el escaso vello que formaban su perilla. Era normal que reaccionara así, cualquier persona cuerda no creería aquellos cuentos. -No sé como demostrarte que estas en peligro... Hacer que me creas...
Sus ojos indicaban que su mente se había marchado de su cuerpo, estos estaban desviados miraban a la nada. Una y otra vez Emhyr intentaba sacar algo en claro de aquella visiones aleatorias y desordenadas que su sangre la había proporcionado. De repente sus ojos despertaron del pequeño trance y directamente miraron su antebrazo.
-Te mordí. Tenías sangre... -Sin cautela el se acerco a ella apresurado y cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella, demasiado se podría decir, le mostro su mano abierta. -Te mordí lo suficiente para que tuviese ahora una dolorosa herida, en tu marca... Mis dientes deberían estar ahí... Pero... -Emhyr hizo ademan en el aire como si quisiese ver la herida que sabía que no existía, ya que extrañamente la piel de la marca de nacimiento de aquella chica se había regenerado, sabía que ya no había marca ni dolor. Espero a que le diese permiso -La herida no esta. ¿No te parece extraño que una herida que puede que deje una pequeña cicatriz, una herida que sangra se cure por sí sola en poco segundos? ¿Qué necesitas que haga para que me creas "hija del diablo"?
Cito como si nada las palabras que había visto en algunas de sus visiones, y así continuaría, no había logrado ver demasiadas caras en el pasado de ella, pero había oído conversaciones que se fundian creando un caos de incomprensión, frases sueltas, nombres...
Aquella era la única manera de que la creyese.
"Ojala la Luna Llena estuviese cerca... Ojala pudiese controlar mi transformación, como dice Adrianne que hacen los licántropos con más edad... Sería más fácil... Aunque la asustaría" Pensaba en alternativas.
-"Esta niña es fruto de nuestro amor, no dejaré que nadie le haga daño..." -Repetía las palabras que había oído en sus visiones. -"Nació..maldita.. " "Moriras por ella " -Sus ojos buscaban los de ella, esperaba a su reacción, debía de leer en ellos. -"Tom Guielle" "Eleonor Ackmer" "Madame Agathe"
Dijo los pocos nombre que pudo captar, y dando un paso hacia atrás dándole más espacio, espero.
OFF: ¿Raro? ¿Por qué? Así reaccionaria alguien que no cree en lo que dice Emhyr xd La verdad la cosa es coger de nuevo el hilo de lo que llevabamos
De repente ella paró en seco y se volvió hacia él, eso fue señal de que le había escuchado. Si gesto extrañado le revelo que él había llamado su atención con el simple nombrar de su nombre, ¿debía de usar la información que su sangre le había dado sobre ella para hacerle creer? Si no tenía más remedio lo haría.
-Ese destino no esta hecho para tí. -Emhyr desvió la mirada recordando como la veía en aquella visión desangrarse como ellos la contemplaba y no le daban ninguna oportunidad, ella no descubriría nunca el destino de los hijos de la noche. Él había tenido miles, no había muerto desangrado porque ellos le había deseado vivo. Sus ojos castaños se fijaron directamente de nuevo en los de ella, eran serios y preocupados, su cuerpo estab en tensión. -Pues hazlas... ¡Vive, Briguitte! Vive...
La última frase sonó como un susurro, Emhyr avanzó un paso con cautela. Sus ojos a pesar de ser humanos tenían cierto brillo excitado, la oscuridad de la noche no era nada para él, ya que ésta era clara para sus ojos, aunque ahora no necesitaba usar su don.
El escenario vegetal había quedado atrás sin que se dieran cuenta, las calles eran oscuras, aunque poseían unos pocos faroles que casi se extinguían y la actividad mundana parecía descansar, ya que ni un alma pasaban por aquellas calles. El hombre temía la oscuridad y la vida era propio del día.
Ella parecía enfada, lo veía lógico la había ofendido, Emhyr a veces era de ese modo, no medía sus palabras a la hora de decirlo sobre todo si era una mujer, podía ser un poco bruto.
Un suspiro salió de sus labios cuando vió que ella se relajaba un poco ante su enfado, más que calmarse parecía cansada de esa situación.
-No me importa como te ganes la vida... Creo que no debería haberlo hecho de ese modo. -Sus dedos se pasearon con gesto pensativo por el escaso vello que formaban su perilla. Era normal que reaccionara así, cualquier persona cuerda no creería aquellos cuentos. -No sé como demostrarte que estas en peligro... Hacer que me creas...
Sus ojos indicaban que su mente se había marchado de su cuerpo, estos estaban desviados miraban a la nada. Una y otra vez Emhyr intentaba sacar algo en claro de aquella visiones aleatorias y desordenadas que su sangre la había proporcionado. De repente sus ojos despertaron del pequeño trance y directamente miraron su antebrazo.
-Te mordí. Tenías sangre... -Sin cautela el se acerco a ella apresurado y cuando estuvo lo suficientemente cerca de ella, demasiado se podría decir, le mostro su mano abierta. -Te mordí lo suficiente para que tuviese ahora una dolorosa herida, en tu marca... Mis dientes deberían estar ahí... Pero... -Emhyr hizo ademan en el aire como si quisiese ver la herida que sabía que no existía, ya que extrañamente la piel de la marca de nacimiento de aquella chica se había regenerado, sabía que ya no había marca ni dolor. Espero a que le diese permiso -La herida no esta. ¿No te parece extraño que una herida que puede que deje una pequeña cicatriz, una herida que sangra se cure por sí sola en poco segundos? ¿Qué necesitas que haga para que me creas "hija del diablo"?
Cito como si nada las palabras que había visto en algunas de sus visiones, y así continuaría, no había logrado ver demasiadas caras en el pasado de ella, pero había oído conversaciones que se fundian creando un caos de incomprensión, frases sueltas, nombres...
Aquella era la única manera de que la creyese.
"Ojala la Luna Llena estuviese cerca... Ojala pudiese controlar mi transformación, como dice Adrianne que hacen los licántropos con más edad... Sería más fácil... Aunque la asustaría" Pensaba en alternativas.
-"Esta niña es fruto de nuestro amor, no dejaré que nadie le haga daño..." -Repetía las palabras que había oído en sus visiones. -"Nació..maldita.. " "Moriras por ella " -Sus ojos buscaban los de ella, esperaba a su reacción, debía de leer en ellos. -"Tom Guielle" "Eleonor Ackmer" "Madame Agathe"
Dijo los pocos nombre que pudo captar, y dando un paso hacia atrás dándole más espacio, espero.
OFF: ¿Raro? ¿Por qué? Así reaccionaria alguien que no cree en lo que dice Emhyr xd La verdad la cosa es coger de nuevo el hilo de lo que llevabamos
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
El hombre seguía en sus quince. Y cada vez a Brigitte le mosqueaban más sus palabras, porque obviamente no le creía ni medio. ¿Qué intentaba conseguir?. Sí, tampoco era el primero que empezaba a hablarle de cosas raras después de ver su marca. Pero la mayoría la ignoraban o bien salían corriendo, literalmente. Los pocos que le habían hablado sobre cuentos chinos ella, como intentaba hacer en ese momento, los había ignorado completamente. Ni se los creía ni le interesaba saber nada sobre otro mundo o sobre lo que significara. No podía negar que le había echo algo de ilusión encontrar a alguien que reconociera la marca y no le pareciese tan extraña, sin embargo, ya se estaba empezando a arrepentir de haberse quedado tanto con él. ¿Qué confianzas le había cogido? Puestos a pensar la había mordido y se habían tumbado como si fuesen una pareja de amantes. Solo de pensarlo le dio un repelús que le hizo erizar el vello ¡Ella tener una amante! Ya tenía varios cada noche, demasiados y la mayoría indeseados. Por eso le había cogido tal tirria a los hombres. Se echó disimuladamente hacia detrás al mismo tiempo que se abrazaba los brazos desnudos, intentando disimular esos pensamientos con un ataque de frío. El sol ya se había puesto hacía mucho y por la noche en la ciudad a veces refrescaba demasiado. Y ella pecaba de ir siempre ligera de ropa, básicamente, a lo que la habían acostumbrado los tres últimos años.
- ¿Qué has dicho? - Preguntó, de repente, cuando escuchó una palabra que -dentro de lo poco que le gustaba todo aquello.- no le agradó un pelo. "Hija del diablo" la había llamado ¡Y qué más!. Aquello no podía tenerla más confundida. Le había gustado la historia que le contó, sí, pero no pensó que se lo fuese a tomar tan a pecho. Ni pensó que de repente iba a desvariar o a enfatizar tanto con el tema. Hubiese preferido que la dejase en paz de camino al burdel, sin duda, aunque realmente no iba a volver. Solo se había encaminado por el arranque de enfado que le había producido, pero si volvía tendría que trabajar. Eso podía superar a la desgana de seguir hablando con el hombre. Porque follar era lo último que le apetecía, aunque no fuese novedad, ese día le apetecía todavía menos. - ¿Qué te crees que.. - no pudo acabar la frase, viéndose interrumpido por el contrario. Cosa que realmente no era muy importante pues hubiese seguido. Sí, hubiese seguido. De no ser porque lo que dijo no pudo descolocarla más. Mentira. Si pudo, la descolocó completamente. Las primeras palabras le sonaron bastante extrañas, como todo lo demás, pero el nombre de su padre..ese si le era y conocido. Y mucho. ¿Cómo lo sabía? ¿Qué demonios era? ¿Quién era? De repente, le asaltaron muchas preguntas. Dio un paso hacia delante decidida. Ya se le había olvidado todo lo demás y de nuevo volvía a asaltarla esa pizca de rabia mezclada con algo de duda además de miedo. ¿Por qué miedo? Porque hacía ya mucho tiempo que no oía el nombre de su padre en boca de otra persona. - ¿Quién eres? ¿Qué quieres? - preguntó y, por mucho miedo o dudas que tuviese dentro, no demostró nada de eso de cara para afuera. Todo lo contrario. Demostraba ganas de pelear o encararse con todo aquel que le hablara sobre su padre. Era lo único feliz que había conocido, lo único feliz que le quedaba. Y por lo tanto bastaba muy poco para hacerla enfadar. En definitiva, era intocable - ¿De qué conoces a mi padre? No sé quien te ha enviado pero olvídalo, no iré a ningún sitio ¡Deja de decir esas cosas tan raras! - No gritó pero si alzó la voz. Tampoco era histeria pero ¿Quién no se descontrolaría después de lo que acababa de decir? Ya venía ligeramente alarmada de antes, el echo de imaginarse que la conocía o a su familia la ponía todavía peor. Aunque ¿Quién podría haberlo enviado?.
Chasqueó con la lengua en el paladar y volvió a echarse para atrás bajando la mirada, confundida entre sus propios pensamientos. Tenía que dejar de parecer una histérica, no podía permitir que un desconocido la pusiera de esa manera. Y menos dejaría que la emparanoiara con todo lo que tenía que ver sobre su marca, dado que ya llevaba mucho tiempo viviendo al margen de ella. - No me conoces de nada ni yo a ti, déjame, por favor - se volteó dándole la espalda y esperando que con aquello se marchara. Apretó la mano con la que agarraba su brazo pensando en lo suplicante que había sonado esa frase y en que debería haberse callado. Mejor.
- ¿Qué has dicho? - Preguntó, de repente, cuando escuchó una palabra que -dentro de lo poco que le gustaba todo aquello.- no le agradó un pelo. "Hija del diablo" la había llamado ¡Y qué más!. Aquello no podía tenerla más confundida. Le había gustado la historia que le contó, sí, pero no pensó que se lo fuese a tomar tan a pecho. Ni pensó que de repente iba a desvariar o a enfatizar tanto con el tema. Hubiese preferido que la dejase en paz de camino al burdel, sin duda, aunque realmente no iba a volver. Solo se había encaminado por el arranque de enfado que le había producido, pero si volvía tendría que trabajar. Eso podía superar a la desgana de seguir hablando con el hombre. Porque follar era lo último que le apetecía, aunque no fuese novedad, ese día le apetecía todavía menos. - ¿Qué te crees que.. - no pudo acabar la frase, viéndose interrumpido por el contrario. Cosa que realmente no era muy importante pues hubiese seguido. Sí, hubiese seguido. De no ser porque lo que dijo no pudo descolocarla más. Mentira. Si pudo, la descolocó completamente. Las primeras palabras le sonaron bastante extrañas, como todo lo demás, pero el nombre de su padre..ese si le era y conocido. Y mucho. ¿Cómo lo sabía? ¿Qué demonios era? ¿Quién era? De repente, le asaltaron muchas preguntas. Dio un paso hacia delante decidida. Ya se le había olvidado todo lo demás y de nuevo volvía a asaltarla esa pizca de rabia mezclada con algo de duda además de miedo. ¿Por qué miedo? Porque hacía ya mucho tiempo que no oía el nombre de su padre en boca de otra persona. - ¿Quién eres? ¿Qué quieres? - preguntó y, por mucho miedo o dudas que tuviese dentro, no demostró nada de eso de cara para afuera. Todo lo contrario. Demostraba ganas de pelear o encararse con todo aquel que le hablara sobre su padre. Era lo único feliz que había conocido, lo único feliz que le quedaba. Y por lo tanto bastaba muy poco para hacerla enfadar. En definitiva, era intocable - ¿De qué conoces a mi padre? No sé quien te ha enviado pero olvídalo, no iré a ningún sitio ¡Deja de decir esas cosas tan raras! - No gritó pero si alzó la voz. Tampoco era histeria pero ¿Quién no se descontrolaría después de lo que acababa de decir? Ya venía ligeramente alarmada de antes, el echo de imaginarse que la conocía o a su familia la ponía todavía peor. Aunque ¿Quién podría haberlo enviado?.
Chasqueó con la lengua en el paladar y volvió a echarse para atrás bajando la mirada, confundida entre sus propios pensamientos. Tenía que dejar de parecer una histérica, no podía permitir que un desconocido la pusiera de esa manera. Y menos dejaría que la emparanoiara con todo lo que tenía que ver sobre su marca, dado que ya llevaba mucho tiempo viviendo al margen de ella. - No me conoces de nada ni yo a ti, déjame, por favor - se volteó dándole la espalda y esperando que con aquello se marchara. Apretó la mano con la que agarraba su brazo pensando en lo suplicante que había sonado esa frase y en que debería haberse callado. Mejor.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Una noche más en París {priv}
Si, de algún modo había tocado justamente en el lugar adecuado para captar su atención, para hacerla dudar y a la vez... También crearle temor e inseguridad. Eso era lo que deseaba, crear dudas sobre sus palabras, llevarla desde el punto de la incredulidad hasta el de la posibilidad de abrirle de algún modo el camino, para que ella entendiese lo que quería decirle, de que ella supiese que había cosas más allá de lo que la poca vida superficialmente podía concedernos. Un submundo oculto que a ella no le convendría, que tal vez fuese más sencillo que no conociera, que fuese ignorante, pero... Aquella marca de nacimiento iba a atraerla o arrastrarla al fin y al cabo al otro lado. Al lugar donde él se había situado tras pasar su etapa de incrédulo, a ese lugar de sombras y misterios, un lugar que no le gustaría a lo mejor al principio o nunca, pero siempre terminaba por encandilar a aquellos que mucho se acercaban. La curiosidad es algo natural en la persona de a pie.
La primera pregunta, y Emhyr le observaba con seriedad, calma y paciencia. Ella debía de asimilar todo aquello. Él se situaba a una distancia prudencial, le daba espacio.
-Te lo dije, soy el hijo de la historia que te conté. El hijo que no creía, ni tenía el don, hasta que lo descubrió... -Empezó a decir suavemente y lenta, como si con esa lentitud pudiese conseguir que ella asimilase poco a poco sus palabras, esa nueva realidad que él le exponía. -No me envía nadie, no conozco a tu padre. Lo que sé de él, es por lo poco que has podido mostrarme tu misma... Tú sangre es la que me lo ha dicho todo, y la verdad puedo comprender porque actuaba como lo hacía. - Emhyr pauso, su mirada se desvió efímeramente, como si algún recuerdo se hubiese cruzado por su mente. Luego sus ojos volvieron sinceros a buscar los de ella. -Mi madre también quiso protegernos a mis hermanas y a mí... De algo que ignorábamos y no comprendíamos.
La verdad es que nunca había creído a su madre cuando ella le había contado esas historias, al principio cuando era pequeño le encantaba pensar que aquello era real, que él tenía algún tipo de don o poder que lo hacía especial, pero en cuanto los años pasaba y veía como aquellos que lo rodeaban en su hogar ponían en duda las habladurías de su madre, él se sumo a ellos. No podía parar de decirle que no creyese en supersticiones, que no era ya un niño para hacerle creer que poseía el don de la hechicería, que solo ¡eran cuentos! Empezó incluso a creer que la locura había infectado a la mente de su madre.
Era algo que no podría perdonarse jamás, ya que después de la muerte de ella, tras los años de destierro fuera del hogar y su eterna huida, tendría que darle la razón tras ver como la arena entre sus dedos se había convertido en agua ante la necesidad de la sed, como un milagro había ocurrido. Su madre siempre había tenido razón y él había hecho siempre oídos sordos ante sus palabras. Poseía el don de la hechicería como su madre, no había sido el mejor en ello, pero sabía al menos un poco defenderse.
-Solo he repetido palabras que tú bien conoces. -Suspiró tras contener la respiración. Podía sentir la angustia, los nervios de ella como si fuesen propios, la confusión. -Lo único que no quiero es que regreses al burdel, al menos esta noche. No deseo cargar con muertes que podía haber evitado.
Un paso más hacía delante se atrevió a dar, desafiando el posible enfado con el que podría encontrarse. Sabía que aquella chica poseía esa capacidad de defenderse por sí misma ante el peligro, que le sacaría los dientes si era necesario, era como ver el reflejo de...
“Ahí lo tienes. ¿Por qué quieres salvarla? Ella no es nada para ti. ¡Ah si! Se parece mucho a ella...” -La joven cortesana le volvió la espalda, ante sus pensamientos y contrariedad el recuerdo hizo que Emhyr sintiese moverse la pequeña espina clavada en su interior, recordándole su molestia presencia. “... Pero¡recuerda! No es ella. Tal vez posea esa misma actitud desafiante, tal vez tenga la misma juventud y rasgos físico muy similares, pero nunca será ella.” -Emhyr pudo sentir las dudas ante sus propios pensamientos, sabía que entre ellos podía mezclarse los del lobo de su interior, empezaba a hacerse presente en ese aspecto de su vida, era como si una parte dormida de él que bien lo conocía estuviese ahí para aconsejarle de algún modo. El turco se toco la pequeña perilla, incluso dio unos pasos hacía el camino contrario titubeando. - “Dejala atrás, no quiere salvarse. No es asunto “nuestro”. Le has dado una oportunidad, alguien te ha empujado a ella. Y ella a elegido la muerte, por su ignorancia, tarde o temprano ellos la encontrarían.”
Emhyr volvió de nuevo a donde estaba ella, se rasco la mejilla sintiendo el leve vello que había crecido de un día para otro. Sus mismos pensamientos se lo había dicho claro, alguien o algo le había “empujado” hacia ella por alguna razón, “maktub”, “estaba escrito”.
-Si, tienes razón, tú no me conoces y yo menos a ti. Pero, ¿crees que querría hacerte daño? Si hubiese querido eso, debería haberlo hecho en el lago, donde estabas sola e inmune .-Emhyr rompió el largo silencio que se había cernido tras el ruego de la cortesana. -La casualidad hizo que nuestros camino se cruzasen por alguna razón, que ambos compartamos por motivos bien distintos, ésta marca. -Alzo su brazo mostrando la cruz. -Briguitte no puedo dejarte... No hasta que pueda ver el Sol bien alto en el cielo... Hasta que pueda comprender el por qué de este azar. -Su voz era igualmente de cautelosa que aquella mano que se había posado sobre el hombro de la chica, con delicadeza. -Alguien ocupará tu lugar ésta noche. Tienes una oportunidad que tal vez no deberías despreciar.
La primera pregunta, y Emhyr le observaba con seriedad, calma y paciencia. Ella debía de asimilar todo aquello. Él se situaba a una distancia prudencial, le daba espacio.
-Te lo dije, soy el hijo de la historia que te conté. El hijo que no creía, ni tenía el don, hasta que lo descubrió... -Empezó a decir suavemente y lenta, como si con esa lentitud pudiese conseguir que ella asimilase poco a poco sus palabras, esa nueva realidad que él le exponía. -No me envía nadie, no conozco a tu padre. Lo que sé de él, es por lo poco que has podido mostrarme tu misma... Tú sangre es la que me lo ha dicho todo, y la verdad puedo comprender porque actuaba como lo hacía. - Emhyr pauso, su mirada se desvió efímeramente, como si algún recuerdo se hubiese cruzado por su mente. Luego sus ojos volvieron sinceros a buscar los de ella. -Mi madre también quiso protegernos a mis hermanas y a mí... De algo que ignorábamos y no comprendíamos.
La verdad es que nunca había creído a su madre cuando ella le había contado esas historias, al principio cuando era pequeño le encantaba pensar que aquello era real, que él tenía algún tipo de don o poder que lo hacía especial, pero en cuanto los años pasaba y veía como aquellos que lo rodeaban en su hogar ponían en duda las habladurías de su madre, él se sumo a ellos. No podía parar de decirle que no creyese en supersticiones, que no era ya un niño para hacerle creer que poseía el don de la hechicería, que solo ¡eran cuentos! Empezó incluso a creer que la locura había infectado a la mente de su madre.
Era algo que no podría perdonarse jamás, ya que después de la muerte de ella, tras los años de destierro fuera del hogar y su eterna huida, tendría que darle la razón tras ver como la arena entre sus dedos se había convertido en agua ante la necesidad de la sed, como un milagro había ocurrido. Su madre siempre había tenido razón y él había hecho siempre oídos sordos ante sus palabras. Poseía el don de la hechicería como su madre, no había sido el mejor en ello, pero sabía al menos un poco defenderse.
-Solo he repetido palabras que tú bien conoces. -Suspiró tras contener la respiración. Podía sentir la angustia, los nervios de ella como si fuesen propios, la confusión. -Lo único que no quiero es que regreses al burdel, al menos esta noche. No deseo cargar con muertes que podía haber evitado.
Un paso más hacía delante se atrevió a dar, desafiando el posible enfado con el que podría encontrarse. Sabía que aquella chica poseía esa capacidad de defenderse por sí misma ante el peligro, que le sacaría los dientes si era necesario, era como ver el reflejo de...
“Ahí lo tienes. ¿Por qué quieres salvarla? Ella no es nada para ti. ¡Ah si! Se parece mucho a ella...” -La joven cortesana le volvió la espalda, ante sus pensamientos y contrariedad el recuerdo hizo que Emhyr sintiese moverse la pequeña espina clavada en su interior, recordándole su molestia presencia. “... Pero¡recuerda! No es ella. Tal vez posea esa misma actitud desafiante, tal vez tenga la misma juventud y rasgos físico muy similares, pero nunca será ella.” -Emhyr pudo sentir las dudas ante sus propios pensamientos, sabía que entre ellos podía mezclarse los del lobo de su interior, empezaba a hacerse presente en ese aspecto de su vida, era como si una parte dormida de él que bien lo conocía estuviese ahí para aconsejarle de algún modo. El turco se toco la pequeña perilla, incluso dio unos pasos hacía el camino contrario titubeando. - “Dejala atrás, no quiere salvarse. No es asunto “nuestro”. Le has dado una oportunidad, alguien te ha empujado a ella. Y ella a elegido la muerte, por su ignorancia, tarde o temprano ellos la encontrarían.”
Emhyr volvió de nuevo a donde estaba ella, se rasco la mejilla sintiendo el leve vello que había crecido de un día para otro. Sus mismos pensamientos se lo había dicho claro, alguien o algo le había “empujado” hacia ella por alguna razón, “maktub”, “estaba escrito”.
-Si, tienes razón, tú no me conoces y yo menos a ti. Pero, ¿crees que querría hacerte daño? Si hubiese querido eso, debería haberlo hecho en el lago, donde estabas sola e inmune .-Emhyr rompió el largo silencio que se había cernido tras el ruego de la cortesana. -La casualidad hizo que nuestros camino se cruzasen por alguna razón, que ambos compartamos por motivos bien distintos, ésta marca. -Alzo su brazo mostrando la cruz. -Briguitte no puedo dejarte... No hasta que pueda ver el Sol bien alto en el cielo... Hasta que pueda comprender el por qué de este azar. -Su voz era igualmente de cautelosa que aquella mano que se había posado sobre el hombro de la chica, con delicadeza. -Alguien ocupará tu lugar ésta noche. Tienes una oportunidad que tal vez no deberías despreciar.
Emhyr Van Emreys- Licántropo Clase Baja
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