AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sudor, mujer y hambre. [Magnolia Velvet]
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Sudor, mujer y hambre. [Magnolia Velvet]
Era una noche divertida, tenía el cuerpo divertido saciado de sangre y de brisa parisina. Había recorrido las calles de parís por las noches, reconocía los olores de los perfumes y de los restaurantes. Me cruzaba con las miradas de las mujeres que pasaban a mi lado y sonreían agachando la mirada. Hoy era muy fácil, hoy no quería eso.
La calle estaba húmeda, mojada. Los zapatos emitían un ruido al girarlos con cada paso, los bastones se adelantaban en las manos de los caballeros que no sin vano procuraban mostrar sus mejores galas para llamar la atención de su rango y posición.
No obstante anduve cerca de lo que parecía un vaivén de miradas y cuchicheos, un lugar donde las miradas de los hombros se agachaban en el umbral de la puerta principal, un lugar que envolvía la calle con perfume, calidez y sudor.
Mis ojos se posaron en semejante edificio y de los balcones que tenía salían luces dejando ver el interior lleno de luz, gritos, alegría y calor.
Toqué la puerta de madera, tardaron 3 segundo en abrir. Un Hombre con bigote y demasiado gordo cerro los ojos sonriendo o eso imaginé pues la barba y el bigote cubrían la casi totalidad de su rostro.
Me quedé quieto escudriñando la vista, a mi derecha en las escaleras decoradas con flores, cortinas y cuadros había señoritas jóvenes, riéndose tras un abanico. Mostraban sus ligueros, sus piernas y algunas sus pechos. Mi mirada se detuvo en el frente, pasando un arco de mármol blanco y decorado con cortinas rojas de satén , podía ver a mujeres con vestidos sentadas fumando opio, bebiendo vino, whisky, ron, ginebra y vodka. Mi gusto estaba sofisticado, avancé hasta la mesa donde dos mujeres se estaban besando y bebiendo de la misma copa y sin mirarlas con media sonrisa, tomé un vaso pequeño lleno de lo que parecía vodka. Me lo tomé de un solo trago dejando ahora el vaso bocabajo y ahora si mirándolas con una sonrisa solo en los labios.
A mi izquierda los jóvenes, disfrutaban apoyados en las paredes de las damas mayores que intentaban no estar en la luz para no reconocerlas, el pudor que les daba al ser figuras de tan alta clase y verse rodeados de la lujuria, los cortesanos y todas las cosas prohibidas que excitaban cada uno de los sentidos.
Volvi sobre mis pasos y subi las escaleras que estaban a la derecha del recibidor, cruzando y acariciando con un dedo a las chicas cuando subia. El encandilamiento hacia que suspiraran al pasar a su lado y se echaban hacia adelante con la esperanza de que las besara.
Cual fue mi sorpresa que al llegar a la parte de arriba, habitaciones con puertas cerradas, hombre apoyando a mujeres contra las paredes viéndose las piernas blancas y los tacones. Esa pasión y ese fervor, me recordaron a Naela que no me resultaría extraño verla por aquí y de ser así pelearíamos por lo posesivos que éramos.
Al fondo una puerta estaba abierta, en su interior se veía el tapizado de las paredes oscuro de un azul y un tocador dorado iluminado y decorado con flores blancas. Magnolias. Me acerqué con paso firme y me quedé en marco de la puerta apoyado viendo a la mujer que se retocaba, estaba completamente vestida y lucia porte, gracia y seducción. Esperé a que reparara en mí con una sonrisa en los labios.
La calle estaba húmeda, mojada. Los zapatos emitían un ruido al girarlos con cada paso, los bastones se adelantaban en las manos de los caballeros que no sin vano procuraban mostrar sus mejores galas para llamar la atención de su rango y posición.
No obstante anduve cerca de lo que parecía un vaivén de miradas y cuchicheos, un lugar donde las miradas de los hombros se agachaban en el umbral de la puerta principal, un lugar que envolvía la calle con perfume, calidez y sudor.
Mis ojos se posaron en semejante edificio y de los balcones que tenía salían luces dejando ver el interior lleno de luz, gritos, alegría y calor.
Toqué la puerta de madera, tardaron 3 segundo en abrir. Un Hombre con bigote y demasiado gordo cerro los ojos sonriendo o eso imaginé pues la barba y el bigote cubrían la casi totalidad de su rostro.
Me quedé quieto escudriñando la vista, a mi derecha en las escaleras decoradas con flores, cortinas y cuadros había señoritas jóvenes, riéndose tras un abanico. Mostraban sus ligueros, sus piernas y algunas sus pechos. Mi mirada se detuvo en el frente, pasando un arco de mármol blanco y decorado con cortinas rojas de satén , podía ver a mujeres con vestidos sentadas fumando opio, bebiendo vino, whisky, ron, ginebra y vodka. Mi gusto estaba sofisticado, avancé hasta la mesa donde dos mujeres se estaban besando y bebiendo de la misma copa y sin mirarlas con media sonrisa, tomé un vaso pequeño lleno de lo que parecía vodka. Me lo tomé de un solo trago dejando ahora el vaso bocabajo y ahora si mirándolas con una sonrisa solo en los labios.
A mi izquierda los jóvenes, disfrutaban apoyados en las paredes de las damas mayores que intentaban no estar en la luz para no reconocerlas, el pudor que les daba al ser figuras de tan alta clase y verse rodeados de la lujuria, los cortesanos y todas las cosas prohibidas que excitaban cada uno de los sentidos.
Volvi sobre mis pasos y subi las escaleras que estaban a la derecha del recibidor, cruzando y acariciando con un dedo a las chicas cuando subia. El encandilamiento hacia que suspiraran al pasar a su lado y se echaban hacia adelante con la esperanza de que las besara.
Cual fue mi sorpresa que al llegar a la parte de arriba, habitaciones con puertas cerradas, hombre apoyando a mujeres contra las paredes viéndose las piernas blancas y los tacones. Esa pasión y ese fervor, me recordaron a Naela que no me resultaría extraño verla por aquí y de ser así pelearíamos por lo posesivos que éramos.
Al fondo una puerta estaba abierta, en su interior se veía el tapizado de las paredes oscuro de un azul y un tocador dorado iluminado y decorado con flores blancas. Magnolias. Me acerqué con paso firme y me quedé en marco de la puerta apoyado viendo a la mujer que se retocaba, estaba completamente vestida y lucia porte, gracia y seducción. Esperé a que reparara en mí con una sonrisa en los labios.
Brad Stanford- Vampiro/Realeza
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Re: Sudor, mujer y hambre. [Magnolia Velvet]
La música subía hasta la habitación que utilizaba cuando estaba en el burdel, aquella noche había estado paseando por el lugar sin que ningún cliente me convenciera. Las risas se elevaban en el aire, las carcajadas en realidad, los gemidos, los jadeos, pequeños grititos y el choque de piel contra piel. Sonido de monedas tintineando al salir de los bolsillos de los hombres o mujeres, el pago por una noche de placer fácil, por un cuerpo que respondiera a un par de caricias, un cuerpo que se estremeciera, parte por el sexo, parte por la promesa de una paga que vendría al final. Fingido o no fingido el placer, al final siempre quedaba la certeza de que te llevarías a tu casa monedas brillantes para cambiarlas por algo bonito. Sonreí mirando mi reflejo en el espejo. Hoy había decidido llevar el cabello suelto, enmarcando mi rostro de manera bastante cautivadora. Me había colocado ya el maquillaje, sencillo para no desentonar con la imagen desenfadada que había elegido esa noche para llevar. Los labios apenas con na sombra de carmín, sólo para hacer mis labios más deseables. Los ojos eran los que llamaban más la atención. Azules como un par de zafiros, delineados con negro y las pestañas alargadas a propósito.
El vestuario era sencillo. Una chaqueta delgada con mangas de color blanco. Se abrochaba enfrente con sólo tres botones pues la prenda estaba diseñada solamente para cubrir los pechos dejando al desbubierto mi abdomen. No llevaba sostén debajo y por el color y el estilo de la tela, si tan sólo la mojabas un poco o eras lo suficientemente observador como para esperar que la luz me diera en el ángulo exacto, podrías tener una vista envidiable de mis pechos debajo de la sencilla prenda de vestir. Abajo me cubría con una falda negra que caía larga por detrás pero por delante sólo cubría lo necesario, dejando a la vista los ligueros a la altura del muslo, una probada de lo que podrías llegar a ver si te portabas bien. Las piernas enfundadas en medias negras y zapatos altos que me hacían quedar más alta. El porte era de fábrica, así como la elegancia con la que movía las manos para aplicar algo de polvo aquí, acomodar un mechón de cabello allá, irguiéndome para sacar los pechos, cruzando una pierna dejando ver un poco más. colocándome los guantes blancos que subían hasta el codo para terminar con el conjunto. Un toquecito de perfume de canela y estaba lista para bajar de nuevo. Tal vez si ponía atención, encontraría un buen cliente para la noche, tal vez sólo necesitara uno. El adecuado.
Había dejado la puerta abierta, primero porque no pretendía tardarme, segundo porque la música me ponía en ambiente y tercero porque los gemidos de mis compañeras y sus clientes me calentaban y siempre era bueno llegar a la cama con un hombre ya habiendo empezado a lubricar las partes que necesitabas lubricar. Así pensaban que estabas tan deseosa de tenerlos dentro que ya estabas mojada antes de siquiera hacer el trato con él. Metí un dedo entre el liguero de una de mis piernas y la piel de mi muslo acomodándolo para dar el último toque a mi retoque pero fue cuando solté la liga y ésta hizo el ruido del elástico pegando contra la piel que me percaté de una presencia en la puerta. Levanté la mirada y no pude evitar verme sorprendida, ciertamente no esperaba que alguien llegara ahí.
-Buenas noches, caballero- Fue lo que pude decir, la educación primero. Sonreí levantándome de la silla pero quedándome donde estaba a la expectativa de cuál sería su siguiente movimiento. ¿Estaría buscando a alguien? Cielos. Todas las preguntas que se me ocurrían eran igual o peor de estúpidas. Eso era precisamente lo que pasaba cuando me pillaban desprevenida. -¿Puedo ayudarlo en algo?- Era bien parecido y la sonrisa le ponía un toque especial a lo que era su rostro. Seguro y gallardo. Con buen porte y elegancia que trasminaba por entre su ropa. Ensanché mi sonrisa un poco dejándola en una especie de sugerencia, acompañada de una ceja levantada que lo incitaba a acercarse. Tal vez por esta noche dejaría que él diera el primer paso.
El vestuario era sencillo. Una chaqueta delgada con mangas de color blanco. Se abrochaba enfrente con sólo tres botones pues la prenda estaba diseñada solamente para cubrir los pechos dejando al desbubierto mi abdomen. No llevaba sostén debajo y por el color y el estilo de la tela, si tan sólo la mojabas un poco o eras lo suficientemente observador como para esperar que la luz me diera en el ángulo exacto, podrías tener una vista envidiable de mis pechos debajo de la sencilla prenda de vestir. Abajo me cubría con una falda negra que caía larga por detrás pero por delante sólo cubría lo necesario, dejando a la vista los ligueros a la altura del muslo, una probada de lo que podrías llegar a ver si te portabas bien. Las piernas enfundadas en medias negras y zapatos altos que me hacían quedar más alta. El porte era de fábrica, así como la elegancia con la que movía las manos para aplicar algo de polvo aquí, acomodar un mechón de cabello allá, irguiéndome para sacar los pechos, cruzando una pierna dejando ver un poco más. colocándome los guantes blancos que subían hasta el codo para terminar con el conjunto. Un toquecito de perfume de canela y estaba lista para bajar de nuevo. Tal vez si ponía atención, encontraría un buen cliente para la noche, tal vez sólo necesitara uno. El adecuado.
Había dejado la puerta abierta, primero porque no pretendía tardarme, segundo porque la música me ponía en ambiente y tercero porque los gemidos de mis compañeras y sus clientes me calentaban y siempre era bueno llegar a la cama con un hombre ya habiendo empezado a lubricar las partes que necesitabas lubricar. Así pensaban que estabas tan deseosa de tenerlos dentro que ya estabas mojada antes de siquiera hacer el trato con él. Metí un dedo entre el liguero de una de mis piernas y la piel de mi muslo acomodándolo para dar el último toque a mi retoque pero fue cuando solté la liga y ésta hizo el ruido del elástico pegando contra la piel que me percaté de una presencia en la puerta. Levanté la mirada y no pude evitar verme sorprendida, ciertamente no esperaba que alguien llegara ahí.
-Buenas noches, caballero- Fue lo que pude decir, la educación primero. Sonreí levantándome de la silla pero quedándome donde estaba a la expectativa de cuál sería su siguiente movimiento. ¿Estaría buscando a alguien? Cielos. Todas las preguntas que se me ocurrían eran igual o peor de estúpidas. Eso era precisamente lo que pasaba cuando me pillaban desprevenida. -¿Puedo ayudarlo en algo?- Era bien parecido y la sonrisa le ponía un toque especial a lo que era su rostro. Seguro y gallardo. Con buen porte y elegancia que trasminaba por entre su ropa. Ensanché mi sonrisa un poco dejándola en una especie de sugerencia, acompañada de una ceja levantada que lo incitaba a acercarse. Tal vez por esta noche dejaría que él diera el primer paso.
Magnolia Velvet- Mensajes : 575
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Re: Sudor, mujer y hambre. [Magnolia Velvet]
Me fijé en su sonrisa. Esa mujer había nacido para estrangular el deseo de los hombres hasta la saciedad. Un golpe elástico sonó contra su muslo y con seguridad pude ver una sonrisa de complejidad hacia mi persona y su saludo de buenas noches. Respondí al pensamiento locuaz que su mente había gritado y callado ella sola y procedí a decirla con voz profunda y aterciopelada-En realidad…-cerré la puerta tras de mí con un golpe seco y clave los ojos en ella-te estaba buscando a ti-Deje las formalidades a un lado, era una señorita, pero mi atrevimiento y mi osadía pretendían llamar su atención. Aunque se tratara de una cortesana ellas podrían decir que no a sus clientes y ella. Magnolia Velvet. Estaba en boca de hombres y su perfume de canela podría olerse en las personas más influyentes y atractivas de París.
Me quede admirándola en silencio, cuando serví dos vasos con Champagne una para ella y la otra para mí. Aguardé en silencio a que se diera cuenta de que no era un cliente cualquiera y que mis expectativas eran demasiado altas.
Me situé frente a ella que me miraba a los ojos sin saber muy bien lo que haría, pensé que era una mujer bastante seria y temperamental que necesitaba controlar su alrededor así que me tomé la copa de champagne de un sorbo. Deje la copa en lo que era su tocador y me senté al borde de la cama esperando las preguntas que debiera hacerme si tenía miedo, estaba nerviosa o no la gustaba o por otra parte esperaba que me desabrochara la camisa.
Había pretendido entrar tranquilo tampoco deseaba conversación con ella, sino aliviar el deseo, sentirme libre por un segundo de todos los problemas que podrían afectarme y sobretodo de probar algo que todo el mundo quería y que yo ahora podría tener para mí.
También noté el ritmo de su corazón, la temperatura de su cuerpo y de sus mejillas, escuchaba todo lo que pensaba. Podía oler su lubricación, su perfume y el champagne de su copa. Podía oler el aroma de las flores de la estancia y el sudor de la gente de la habitación de al lado. Era una cortesana, la pagabas para que gimiera tu nombre, para que hiciera lo que quisiera contigo para complacerte, para que quisiera que la tomaras. Pero está vez quise que no fuera el dinero lo que la hiciera gemir, sino mis manos, mi cuerpo y mi persona. No quería que me amara, no quería que me quisiera ni que me respetara. Quería que hiciera su trabajo pero que ella pudiera disfrutar por una vez de un buen trozo de carne.
Aguardé apenas 15 segundo cuando despegó sus labios y empezó a moverse de su sitio para actuar.
Me quede admirándola en silencio, cuando serví dos vasos con Champagne una para ella y la otra para mí. Aguardé en silencio a que se diera cuenta de que no era un cliente cualquiera y que mis expectativas eran demasiado altas.
Me situé frente a ella que me miraba a los ojos sin saber muy bien lo que haría, pensé que era una mujer bastante seria y temperamental que necesitaba controlar su alrededor así que me tomé la copa de champagne de un sorbo. Deje la copa en lo que era su tocador y me senté al borde de la cama esperando las preguntas que debiera hacerme si tenía miedo, estaba nerviosa o no la gustaba o por otra parte esperaba que me desabrochara la camisa.
Había pretendido entrar tranquilo tampoco deseaba conversación con ella, sino aliviar el deseo, sentirme libre por un segundo de todos los problemas que podrían afectarme y sobretodo de probar algo que todo el mundo quería y que yo ahora podría tener para mí.
También noté el ritmo de su corazón, la temperatura de su cuerpo y de sus mejillas, escuchaba todo lo que pensaba. Podía oler su lubricación, su perfume y el champagne de su copa. Podía oler el aroma de las flores de la estancia y el sudor de la gente de la habitación de al lado. Era una cortesana, la pagabas para que gimiera tu nombre, para que hiciera lo que quisiera contigo para complacerte, para que quisiera que la tomaras. Pero está vez quise que no fuera el dinero lo que la hiciera gemir, sino mis manos, mi cuerpo y mi persona. No quería que me amara, no quería que me quisiera ni que me respetara. Quería que hiciera su trabajo pero que ella pudiera disfrutar por una vez de un buen trozo de carne.
Aguardé apenas 15 segundo cuando despegó sus labios y empezó a moverse de su sitio para actuar.
Brad Stanford- Vampiro/Realeza
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Re: Sudor, mujer y hambre. [Magnolia Velvet]
No podía decir que me asombrara lo que estaba viendo y escuchando, la forma en que cerró la puerta y el tono de voz que utilizó fueron suficientes para darme cuenta de que había encontrado a la cortesana de su elección y que todo mi arreglo personal terminado hacía segundos, iba a ser solamente para él. Sonreí halagada mientras echaba mis manos detrás de mi espalda y las entrelazaba entre ellas dedicándome a admirarlo. Últimamente me tocaba la suerte de encontrarme con puros hombres atractivos. No me quejaba. Era un aliciente para hacer mejor mi trabajo aunque como la profesional que era, yo siempre hacía bien mi trabajo. Alcé las cejas sin dejar de mirarlo a los ojos acompañando el silencio que se había instalado entre los dos solamente con mis respiraciones, ni siquiera me movía por lo que el roce de mis prendas entre ellas era inexistente. Desvié la mirada lentamente hacia mi copa de Champagne esperando a que él bebiera primero y después despacio, delicada y elegantemente tomé mi copa con una de mis manos enguantadas apenas cambiando de posición y bebí un sorbito sin quitarle la mirada de encima, mirándolo por encima de la copa, sin quitar mi sonrisa que era a la vez atrayente, sugerente e interrogante.
Dejé que se sentara sobre la cama dedicándole una mirada, esta vez analizando su vestimenta que era bastante costosa, la calidad del material, la caída, la medida hecha sólo para él, todo eso me decía que tenía dinero por lo que la paga no sería ningún tipo de problema a mi parecer. No hablé. Tal vez él esperaba que dijera algo, que me lanzara hacia él en un frenesí lujurioso que le haría saber lo muy necesitada que podría llegar a estar, sexualmente hablando, o que simplemente entrara en acción dejándole saber lo que iba a hacer antes de efectuar las acciones. Dejé la copa apenas rozada por mis labios, ahora mojados en Champagne, para que descansara sobre mi tocador y caminé un par de pasos hacia la cama deteniéndome a menos de un metro de él in acercarme más.
Estiré un brazo hacia un lado y la mano contraria se deslizó por el primero hasta arriba del codo, justo donde terminaba el guante para enredar ahí la punta de mi dedo y deslizarlo hacia abajo, despacito, poco a poco, quitándomelo y dejándolo caer inerte en el suelo sin prestarle mucha más atención. El otro me lo dejé puesto antes de echar a andar otro paso hacia él colocándome más cerca, doblándome en dos para agacharme un poco y dejar mis labios tan cerca de los suyos que si me hubiera acercado tan sólo un milímetro más, ambos se habrían rozado. Manos atrás sin ningún tipo de contacto entre los dos más que el de nuestros ojos que se clavaban en los del otro con una intensidad que parecía empezar a caldear el ambiente. -Buenas noticias...- Hice una pausa dramática sin moverme de donde estaba, profundizando un poco mi respiración para que mi aliento rozara tímidamente contra su piel. -Ya me has encontrado-
Dejé que se sentara sobre la cama dedicándole una mirada, esta vez analizando su vestimenta que era bastante costosa, la calidad del material, la caída, la medida hecha sólo para él, todo eso me decía que tenía dinero por lo que la paga no sería ningún tipo de problema a mi parecer. No hablé. Tal vez él esperaba que dijera algo, que me lanzara hacia él en un frenesí lujurioso que le haría saber lo muy necesitada que podría llegar a estar, sexualmente hablando, o que simplemente entrara en acción dejándole saber lo que iba a hacer antes de efectuar las acciones. Dejé la copa apenas rozada por mis labios, ahora mojados en Champagne, para que descansara sobre mi tocador y caminé un par de pasos hacia la cama deteniéndome a menos de un metro de él in acercarme más.
Estiré un brazo hacia un lado y la mano contraria se deslizó por el primero hasta arriba del codo, justo donde terminaba el guante para enredar ahí la punta de mi dedo y deslizarlo hacia abajo, despacito, poco a poco, quitándomelo y dejándolo caer inerte en el suelo sin prestarle mucha más atención. El otro me lo dejé puesto antes de echar a andar otro paso hacia él colocándome más cerca, doblándome en dos para agacharme un poco y dejar mis labios tan cerca de los suyos que si me hubiera acercado tan sólo un milímetro más, ambos se habrían rozado. Manos atrás sin ningún tipo de contacto entre los dos más que el de nuestros ojos que se clavaban en los del otro con una intensidad que parecía empezar a caldear el ambiente. -Buenas noticias...- Hice una pausa dramática sin moverme de donde estaba, profundizando un poco mi respiración para que mi aliento rozara tímidamente contra su piel. -Ya me has encontrado-
Magnolia Velvet- Mensajes : 575
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Re: Sudor, mujer y hambre. [Magnolia Velvet]
Sentí sus manos, su aliento dulce en mi rostro, cada segundo de su respiración y los latidos de su corazón zumbando por el deseo de retenerme. Me atreví a leer su mente y a sonreír cuando sus palabras de tono provocativo caían entre mis oídos dibujando media sonrisa.
Apuré su gesto y pase mi nariz por su cuello, deseando morderla pero sin hacerlo. Me centré en el trabajo de la cortesana y me decidí a besarla sin cerrar los ojos. Noté el estremecimiento al notar mis labios fríos contra los suyos y la miré tras haberla dado el beso deslizando mi mano por su hombro y bajándola un lado del vestido con delicadeza-Pues ahora que te he encontrado…-la dije serio- espero que hagas honor las habladurías de tu buena fama Magnolia-Utilicé la voz más profunda que tenía. Mientras dejaba que se desnudara. Me solté las botas dejándolas a un lado y me acomodé en la cama mirándola con la camisa abierta y esperando ver algo bueno.
La cama era cómoda, con sábanas de seda que se resbalaban por la piel, el cabecero era alto tenía barrotes para agarrarse y en los cuatro puntos de la cama se levantaba espirales de madera. Me la imaginé bailando contra la barra para luego tomarla. Me gustaba la sensualidad. Y saqué de mi bolsillo un fajo de billetes que lancé al aire y al mirarla señalé con la cabeza la espiral de madera para que cumpliera mis deseos para verla bailar.-Estoy seguro de que bailas bastante bien ¿verdad?-Los billetes caían volando por toda la cama y esperaba ansioso el número y el disfrute de ella con la copa de champagne en mi mano.
Apuré su gesto y pase mi nariz por su cuello, deseando morderla pero sin hacerlo. Me centré en el trabajo de la cortesana y me decidí a besarla sin cerrar los ojos. Noté el estremecimiento al notar mis labios fríos contra los suyos y la miré tras haberla dado el beso deslizando mi mano por su hombro y bajándola un lado del vestido con delicadeza-Pues ahora que te he encontrado…-la dije serio- espero que hagas honor las habladurías de tu buena fama Magnolia-Utilicé la voz más profunda que tenía. Mientras dejaba que se desnudara. Me solté las botas dejándolas a un lado y me acomodé en la cama mirándola con la camisa abierta y esperando ver algo bueno.
La cama era cómoda, con sábanas de seda que se resbalaban por la piel, el cabecero era alto tenía barrotes para agarrarse y en los cuatro puntos de la cama se levantaba espirales de madera. Me la imaginé bailando contra la barra para luego tomarla. Me gustaba la sensualidad. Y saqué de mi bolsillo un fajo de billetes que lancé al aire y al mirarla señalé con la cabeza la espiral de madera para que cumpliera mis deseos para verla bailar.-Estoy seguro de que bailas bastante bien ¿verdad?-Los billetes caían volando por toda la cama y esperaba ansioso el número y el disfrute de ella con la copa de champagne en mi mano.
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Re: Sudor, mujer y hambre. [Magnolia Velvet]
Me estremecí al sentir su contacto, el simple roce de su nariz por mi cuello me hizo sentir un corrientazo de electricidad por toda la columna vertebral. Mis manos quisieron aferrarse a algo mientras su beso sucedía pero tan sólo atiné a apretarlas más una con la otra manteniéndolas a mi espalda. Me di cuenta de que no había cerrado los ojos, los mantenía abiertos, ¿para qué? probablemente para registrar cualquier movimiento que yo hiciera, para ver la reacción de mis gestos ante la frialdad de sus labios. ¿Qué podía decir? No era el primero. Giré mi rostro hacia el hombro que dejó desnudo con su movimiento y me dispuse a sonreir por el atrevimiento de sus manos. Sutil, delicado, sus palabras llegando hasta mis oídos me hicieron volver a verlo sin quitar mi sonrisa de mis labios. Habladurías. Ja. Seguro el que dijera que yo era extraordinaria sería porque ya me habría tenido debajo de él, o encima, o arrodillada ante él, y las que hablaran de mi, sería porque tenían envidia de no poder retener a sus maridos entre sus piernas. -No te preocupes... pretendo darte un trato especial-
Le guiñé el ojo cuando terminé de hablar y me separé para comenzar a mover mis manos a mi espalda, dejé que se acomodara, que se quitara la camisa y mientras tanto yo me desataba los cordones que siempre me costaba tanto amarrar. A veces me ponía a pensar que vestirnos tanto siempre era una pérdida de tiempo, más práctico sería ir en ropa interior por el burdel y sólo dejar que nos la arrancaran del cuerpo para seguir con el espectáculo. Una vez desatados los cordones, crucé el brazo por enfrente de mi cuerpo para bajar el hombro del vestido que quedaba en su lugar y con ese solo movimiento, el vestido le hizo caso a la fuerza de gravedad para caer al suelo entre los ruidos que la tela hizo y quedar inerte alrededor de mis pies haciendo un charco de ropa.
Di un paso a un lado dejando ver solamente mi ropa interior, encaje rojo con detalles en negro, medias hasta la mitad del muslo sostenidas con un liguero especialmente diseñado para combinar con el conjunto. Doblé una rodilla dejando mi peso sobre uno de mis pies, sacando la cadera contraria y levantando mi mirada apenas para mirarlo mientras una lluvia de billetes caía sobre mi cabeza y alrededor del cuarto. Bueno, por el dinero no iba a tener que preocuparme. Miré el lugar hacia donde señalaba y reí. Una risa suavecita, apenas perceptible antes de contonearme lentamente hacia el espiral de madera que me susurraba silencioso los deseos del hombre que tenía que complacer esta noche. -¿La gente no le habló sobre lo bien que bailo?- Me encogí de hombros agarrándome del poste, pegando mis pies a la base y echando el cuerpo hacia atrás doblando por la cintura sin dejar de mirarlo. -Alégrate, voy a complacerte en todo lo que me pidas- Y lo que no me pidiera también.
Ondeé mi cuerpo para volver a erguirme antes de escuchar con atención la música que a esas horas inundaba el burdel por todos lados, como si hubiera amplificadores de sonido, empezando a moverme no sólo sensualmente, sino provocativamente, como si el poste al que le restregaba mi cuerpo, fuera el que estuviera a punto de tomarme, como si no pudiera dejar de tocarlo, como si frotando las puntas de mis pezones se frotaran contra la madera fuera la mejor manera de hacerme venir en un orgasmo monumental.
Le guiñé el ojo cuando terminé de hablar y me separé para comenzar a mover mis manos a mi espalda, dejé que se acomodara, que se quitara la camisa y mientras tanto yo me desataba los cordones que siempre me costaba tanto amarrar. A veces me ponía a pensar que vestirnos tanto siempre era una pérdida de tiempo, más práctico sería ir en ropa interior por el burdel y sólo dejar que nos la arrancaran del cuerpo para seguir con el espectáculo. Una vez desatados los cordones, crucé el brazo por enfrente de mi cuerpo para bajar el hombro del vestido que quedaba en su lugar y con ese solo movimiento, el vestido le hizo caso a la fuerza de gravedad para caer al suelo entre los ruidos que la tela hizo y quedar inerte alrededor de mis pies haciendo un charco de ropa.
Di un paso a un lado dejando ver solamente mi ropa interior, encaje rojo con detalles en negro, medias hasta la mitad del muslo sostenidas con un liguero especialmente diseñado para combinar con el conjunto. Doblé una rodilla dejando mi peso sobre uno de mis pies, sacando la cadera contraria y levantando mi mirada apenas para mirarlo mientras una lluvia de billetes caía sobre mi cabeza y alrededor del cuarto. Bueno, por el dinero no iba a tener que preocuparme. Miré el lugar hacia donde señalaba y reí. Una risa suavecita, apenas perceptible antes de contonearme lentamente hacia el espiral de madera que me susurraba silencioso los deseos del hombre que tenía que complacer esta noche. -¿La gente no le habló sobre lo bien que bailo?- Me encogí de hombros agarrándome del poste, pegando mis pies a la base y echando el cuerpo hacia atrás doblando por la cintura sin dejar de mirarlo. -Alégrate, voy a complacerte en todo lo que me pidas- Y lo que no me pidiera también.
Ondeé mi cuerpo para volver a erguirme antes de escuchar con atención la música que a esas horas inundaba el burdel por todos lados, como si hubiera amplificadores de sonido, empezando a moverme no sólo sensualmente, sino provocativamente, como si el poste al que le restregaba mi cuerpo, fuera el que estuviera a punto de tomarme, como si no pudiera dejar de tocarlo, como si frotando las puntas de mis pezones se frotaran contra la madera fuera la mejor manera de hacerme venir en un orgasmo monumental.
Magnolia Velvet- Mensajes : 575
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Re: Sudor, mujer y hambre. [Magnolia Velvet]
Respiré profundamente aun cuando los billetes caian por encima de su cuerpo acariciandolo cuando se contoneaba sobre la espiral de la cama. Ladee la cabeza y me mordí el labio al verla. Sentia el calor de su cuerpo aumentar, el ritmo del corazón acelerado y desde luego cada pensamiento que pasaba por su cabeza se producia en la mia por la teleparía que poseia- He oido tantas cosas de ti…por eso he venido a tu puerta- susurré mirando su cuerpo mientras se movia- y pensé que serias la única de búrdel que podria complacerme..¿crees que podrás?- me acerqué a ella y del bolsillo de mi pantalón saque otro billete de 50 francos y deslicé por su pierna. Anduve de rodillas por la cama poniendome casi a la altura de sus piernas mientras bailaba por las cuales deslicé mi mano y en su liguero meti el billete.
Era una cortesana, de las mejores cortesanas y sus fama estaba en esa habitación en cada movimiento de su cadera y de su cintura, de la piel erizada que con tacto de mis manos y del sudor que apenar perceptible y dulce habia en cada uno de los poros de su piel- sonreí de lado mientras me erguia junto a ella para robarla un beso , acariciar sus labios y mientras deslizar mis manos por su cuerpo con una ligera caricia- Magnolia..-susurró en su odio mientras la abrazaba y la rodeaba la cabeza sonriendo para dejarse caer con ella encima sobre la cama deslizando sus manos por toda su espalda y notando como sus pezones se ponian duros por el cambio de temperatura que producia su cuerpo junto al mio.
Habia visto como se movia su cadera, habia visto como sus dientes acariciaban su labio carnoso y como sus pezones se erizaban al tacto de mi cuerpo suficiente para excitarme y desear besarla cada vez con más fuerza sobre mi y apretandola contra mi cuerpo notando el suyo restregandose aun sobre mis pantalones – Espero que me trates mejor que a esa espiral- susurraba mientras lamia su oreja y dejaba esas palabras como un susurro en ella.
Jugaba con la ventaja de leer su mente, de saber lo que pensaba, lo que la excitaba lo que queria de un hombre y lo que su cuerpo necesitaba para doblase, disfrutar y tener un extasis.
En el sexo me da daban igual los sentimientos y menos en un burdel. El burdel era para gente egoista , para saciar su propio deseo. Eramos dos egoistas luchando por que boca quedaba encima de cual , de cual de los dos empezaria a gemir antes. Fue encontes cuando bajé mis manos a su trasero y lo apreté contra mi haciendo que su ropa interior humeda se frotara contra mi pantalon y que el deseo empezara a devorar mi cuerpo.
PD: Lamento la demora he tenido problemas con el ordenador y la conexión y me ha sido imposible avisarte o hacerlo antes. Perdón.
Era una cortesana, de las mejores cortesanas y sus fama estaba en esa habitación en cada movimiento de su cadera y de su cintura, de la piel erizada que con tacto de mis manos y del sudor que apenar perceptible y dulce habia en cada uno de los poros de su piel- sonreí de lado mientras me erguia junto a ella para robarla un beso , acariciar sus labios y mientras deslizar mis manos por su cuerpo con una ligera caricia- Magnolia..-susurró en su odio mientras la abrazaba y la rodeaba la cabeza sonriendo para dejarse caer con ella encima sobre la cama deslizando sus manos por toda su espalda y notando como sus pezones se ponian duros por el cambio de temperatura que producia su cuerpo junto al mio.
Habia visto como se movia su cadera, habia visto como sus dientes acariciaban su labio carnoso y como sus pezones se erizaban al tacto de mi cuerpo suficiente para excitarme y desear besarla cada vez con más fuerza sobre mi y apretandola contra mi cuerpo notando el suyo restregandose aun sobre mis pantalones – Espero que me trates mejor que a esa espiral- susurraba mientras lamia su oreja y dejaba esas palabras como un susurro en ella.
Jugaba con la ventaja de leer su mente, de saber lo que pensaba, lo que la excitaba lo que queria de un hombre y lo que su cuerpo necesitaba para doblase, disfrutar y tener un extasis.
En el sexo me da daban igual los sentimientos y menos en un burdel. El burdel era para gente egoista , para saciar su propio deseo. Eramos dos egoistas luchando por que boca quedaba encima de cual , de cual de los dos empezaria a gemir antes. Fue encontes cuando bajé mis manos a su trasero y lo apreté contra mi haciendo que su ropa interior humeda se frotara contra mi pantalon y que el deseo empezara a devorar mi cuerpo.
PD: Lamento la demora he tenido problemas con el ordenador y la conexión y me ha sido imposible avisarte o hacerlo antes. Perdón.
Brad Stanford- Vampiro/Realeza
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Re: Sudor, mujer y hambre. [Magnolia Velvet]
Su mirada misma era un aliciente para moverme cada vez más provocativa, onduleaba mi cuerpo pegándolo de cuando en cuando a la espiral de la cama y otras tantas sólo usándolo como punto para rotar alrededor de él. Sonreí por el halago ubicándolo inmediatamente como un hombre que sabía exactamente qué decir y cuándo decirlo para derretir por dentro a una mujer, cualquiera que fuera su profesión, su status social o su edad, claro que en este caso, él obtenía algo que quería y de la misma manera yo también. Dinero y placer eran los comunes denominadores en ese lugar. ¿Que si creía poder complacerlo? Ya vería que si. Noté su movimiento y levanté la pierna colocando la planta del pie sobre el colchón a un lado de su cadera para que el muslo quedara más a la mano de ese billete y lo que mi ropa interior guardaba tan celosamente, quedara más cerca de su vista.
-Déjame demostrarte lo mucho que voy a complacerte esta noche- Le dediqué un guiño mientras bajaba la pierna y aceptaba su beso de buena gana, dejando que él marcara el ritmo y que hiciera de mi lo que le viniera en gana, después de todo, a eso venía al burdel. Dejé escapar una risita cuando caímos en la cama haciendo un movimiento para frotar mi pecho con el suyo un par de veces para sentir un escalofrío por toda mi espalda mientras mi rostro se agachaba para morderle el mentón suavemente, apretando despacito hasta el punto antes de que se volviera molesto. Deslicé mis manos para enredarlas en su cabello, fijando mis ojos en los suyos y moviendo mi cadera hacia delante para que su miembro se frotara contra mi pelvis. La única respuesta a su comentario. Se la iba a pasar bien, muy bien, y esa era la garantía que los clientes del burdel tenían con Magnolia Velvet. Eso claro, si tenías la plata para pagarme.
Abrí la boca en una mueca de asombro cuando me pegó tanto a él, sintiendo el tamaño de su hombría en ese apretón que probablemente había sido a propósito, me quedé un momento en pausa dejando salir el aire que había en mis pulmones en una especie de gemido alargado y susurrante que derivó en una sonrisa traviesa. -Vaya, vaya... esto va a ser interesante- Acerqué mi rostro al suyo como si fuera a besarlo desviándome en el último momento para esconder mi cabeza en el hueco de su cuello y llevar mis dientes a la piel, mordiendo, chupando, intentando hacere una marca mientras mis caderas se movían a un ritmo que le dejaba entrever lo que vendría después. ¿Qué le gustaría?, ¿Sexo oral?, ¿Saltar las preliminares?, ¿Jugar un poco? Levanté la mirada saliendo de mi escondite para sonreírle y bajar mis manos por sus brazos hasta dejarlas sobre sus manos y separarlas de mi trasero. Me erguí sentándome sobre su pelvis sin dejar de moverme para delante y atrás jugando con él, dejándole sentir un placer que no iba a hacer nada más que dejarlo con las ganas.
Pero tardé más en estar erguida que en invertir mi posición, todavía sobre él, mi rostro frente a su miembro, mis rodillas una a cada lado de su cabeza, mi intimidad frente a su cara, al alcance de su lengua si es que quería quitarme la ropa interior o solamente jugar conmigo, codos a cada lado de su cadera y mis manos dedicándose a desabrochar el pantalón. -Vamos a ver qué tienes por aquí-
-Déjame demostrarte lo mucho que voy a complacerte esta noche- Le dediqué un guiño mientras bajaba la pierna y aceptaba su beso de buena gana, dejando que él marcara el ritmo y que hiciera de mi lo que le viniera en gana, después de todo, a eso venía al burdel. Dejé escapar una risita cuando caímos en la cama haciendo un movimiento para frotar mi pecho con el suyo un par de veces para sentir un escalofrío por toda mi espalda mientras mi rostro se agachaba para morderle el mentón suavemente, apretando despacito hasta el punto antes de que se volviera molesto. Deslicé mis manos para enredarlas en su cabello, fijando mis ojos en los suyos y moviendo mi cadera hacia delante para que su miembro se frotara contra mi pelvis. La única respuesta a su comentario. Se la iba a pasar bien, muy bien, y esa era la garantía que los clientes del burdel tenían con Magnolia Velvet. Eso claro, si tenías la plata para pagarme.
Abrí la boca en una mueca de asombro cuando me pegó tanto a él, sintiendo el tamaño de su hombría en ese apretón que probablemente había sido a propósito, me quedé un momento en pausa dejando salir el aire que había en mis pulmones en una especie de gemido alargado y susurrante que derivó en una sonrisa traviesa. -Vaya, vaya... esto va a ser interesante- Acerqué mi rostro al suyo como si fuera a besarlo desviándome en el último momento para esconder mi cabeza en el hueco de su cuello y llevar mis dientes a la piel, mordiendo, chupando, intentando hacere una marca mientras mis caderas se movían a un ritmo que le dejaba entrever lo que vendría después. ¿Qué le gustaría?, ¿Sexo oral?, ¿Saltar las preliminares?, ¿Jugar un poco? Levanté la mirada saliendo de mi escondite para sonreírle y bajar mis manos por sus brazos hasta dejarlas sobre sus manos y separarlas de mi trasero. Me erguí sentándome sobre su pelvis sin dejar de moverme para delante y atrás jugando con él, dejándole sentir un placer que no iba a hacer nada más que dejarlo con las ganas.
Pero tardé más en estar erguida que en invertir mi posición, todavía sobre él, mi rostro frente a su miembro, mis rodillas una a cada lado de su cabeza, mi intimidad frente a su cara, al alcance de su lengua si es que quería quitarme la ropa interior o solamente jugar conmigo, codos a cada lado de su cadera y mis manos dedicándose a desabrochar el pantalón. -Vamos a ver qué tienes por aquí-
Magnolia Velvet- Mensajes : 575
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Re: Sudor, mujer y hambre. [Magnolia Velvet]
Recogí aire como pude y en mi rostro no pude más que dibujar una sonrisa ladina al notar el contacto cálido y el aroma que desprendía sobre mí la mujer, que como dijo” iba a tratarme bien”. Acaricié sus piernas hasta llegar a sus muslos y su trasero, tan solo acariciando mientras con levanté ligeramente la lengua para acariciar por encima su ropa interior y dejar un mordisco leve sobre su clítoris, jugando con él prematuramente antes de levantar un dedo y pasarlo por encima con algo de ansiedad.
Tenía justo encima de mi cabeza su entrepierna, deseada ya por tantos hombres y ahora mismo, no pude evitar una sonrisa al descansar mi cabeza de nuevo sobre la almohada y después de haber jugado sobre su ropa interior. Con mis manos aun en su trasero para ayudarme a llegar a su sexo, deslice la ropa interior que destapó el genuino fruto de su sexo. Llamándome excitado, sobre mis dientes y sobre mis labios, sobre mi lengua.
Apuré el contacto con rapidez y noté como sus manos descendían por mi pantalón, lo desataba y la maestría de acariciarlo empezaba a dibujar un brillo de placer en mi rostro. Dejé varios besos por el interior de su muslo, llegando hasta su ingle donde pase la lengua con delicadeza hasta llegar al interior de su sexo, separándolo y abriendo paso a mi lengua, dando lamidas con mi lengua, fría y dura sobre su clítoris que sabía que excitaba sobre manera. Jamás tuve quejas de en la cama, pero esa vez había venido a por un trato profesional y que me dieran el placer ellas, o en este caso esta mujer, que en susurros de hombres iba y venía y que se había labrado la fama que la precedían haciéndome llegar hasta su puerta y recorrer con mi lengua su sexo como estaba haciendo ahora. Querida, si podía llamarla así…decidí romper el movimiento de mi lengua sobre su clítoris, ahora abriendo con mis manos sus labios para acariciarlos con ansiedad y respiración acelerada que era lo que reflejaba mi excitación.
-Espero que sea de tu agrado- susurré al separarme de sus labios y notar la tensión de sus muslos encogiéndose por el contacto frio, no sabía si ella. Había tratado antes con vampiros, atiné un poco la telepatía para buscar, algo que la excitase, si había caído en brazos de más vampiros y anticiparme a sus movimientos.
Es cierto que mi telepatía ayuda mucho en el sexo, pero ciertamente hay que acallar las voces de vez en cuando quizás con el gemir y el pensar de la mujer también retumbando en mi cabeza me costaría demasiado concentrarme en lo que hago, en lo que pienso y en el placer que me recorría.
dejé que siguiera un rato con mi miembro y dejé escapar un par de jadeos al notar como mi cuerpo, señalaba la excitación que empezaba a alcanzar.
Tenía justo encima de mi cabeza su entrepierna, deseada ya por tantos hombres y ahora mismo, no pude evitar una sonrisa al descansar mi cabeza de nuevo sobre la almohada y después de haber jugado sobre su ropa interior. Con mis manos aun en su trasero para ayudarme a llegar a su sexo, deslice la ropa interior que destapó el genuino fruto de su sexo. Llamándome excitado, sobre mis dientes y sobre mis labios, sobre mi lengua.
Apuré el contacto con rapidez y noté como sus manos descendían por mi pantalón, lo desataba y la maestría de acariciarlo empezaba a dibujar un brillo de placer en mi rostro. Dejé varios besos por el interior de su muslo, llegando hasta su ingle donde pase la lengua con delicadeza hasta llegar al interior de su sexo, separándolo y abriendo paso a mi lengua, dando lamidas con mi lengua, fría y dura sobre su clítoris que sabía que excitaba sobre manera. Jamás tuve quejas de en la cama, pero esa vez había venido a por un trato profesional y que me dieran el placer ellas, o en este caso esta mujer, que en susurros de hombres iba y venía y que se había labrado la fama que la precedían haciéndome llegar hasta su puerta y recorrer con mi lengua su sexo como estaba haciendo ahora. Querida, si podía llamarla así…decidí romper el movimiento de mi lengua sobre su clítoris, ahora abriendo con mis manos sus labios para acariciarlos con ansiedad y respiración acelerada que era lo que reflejaba mi excitación.
-Espero que sea de tu agrado- susurré al separarme de sus labios y notar la tensión de sus muslos encogiéndose por el contacto frio, no sabía si ella. Había tratado antes con vampiros, atiné un poco la telepatía para buscar, algo que la excitase, si había caído en brazos de más vampiros y anticiparme a sus movimientos.
Es cierto que mi telepatía ayuda mucho en el sexo, pero ciertamente hay que acallar las voces de vez en cuando quizás con el gemir y el pensar de la mujer también retumbando en mi cabeza me costaría demasiado concentrarme en lo que hago, en lo que pienso y en el placer que me recorría.
dejé que siguiera un rato con mi miembro y dejé escapar un par de jadeos al notar como mi cuerpo, señalaba la excitación que empezaba a alcanzar.
Brad Stanford- Vampiro/Realeza
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