Youth and lust [Magnolia Velvet, +18]

por Invitado Vie Mayo 06, 2011 9:02 pm

La noche, como todas sus noches era el momento de su paseo nocturno, aquella vez sus pasos lo habían guiado una vez más al burdel, pensó en cuánta era su necesidad como para eso, pero la verdad era que sólo se trataba de una soledad tan grande que le estaba comenzando a pesar, y todas esas mujeres estaban ahí para eso, para hacer que los hombres solitarios como él no pensaran en ello aunque fuese por una noche.

Entró pensando en que tal vez ya sería conocido en el lugar pero luego sacudió la cabeza descartando esa idea, no era el único cliente y no era que fuese tan seguido. Se quedó parado en medio de la gente que entraba y salía, hombres que elegían mujeres como mercancía, las chicas que debían mantenerse coquetas todo el tiempo, mil olores a perfume barato y la iluminación tan poco reveladora, hacía calor, pudo sentirlo aunque su cuerpo no lo resintiera. No supo qué hacer, dirigirse a la persona que parecía dirigía el lugar o ir directamente con una de las cortesanas e iniciar lo que inevitablemente esa noche iba a pasar.

Por un momento fue sólo un observador de aquel arte de la seducción, falso se dijo, pues ella cumplían un trabajo y ellos pagaban el precio, ellas seducían como oficio y ellos se dejaban seducir, no había nada de galantería ni flirteo real. Era espectador de aquello sin moverse de su lugar.

por **Magnolia Velvet** Vie Mayo 06, 2011 9:32 pm

La noche había caído fuera del burdel, oscurecido las calles y mientras la vida decaía ahí afuera, adentro apenas comenzaba todo el juego. Juego de seducción, juego de placer. Sólo un juego al fin y al cabo y yo era una de las jugadoras. Entré por la parte trasera del burdel como siempre, el hecho de no tener una habitación para dormir ahí dentro me hacía solamente buscar clientes y luego irme a dormir a mi casa, al menos así no caería en la tentación de quedarme en la cama con mis clientes. Nunca. Paseé por los pasillos apenas iluminados y me dirigí hacia el lugar donde estaban los clientes disponibles. Apenas había entrado cuando la señora encargada de nosotras me tomó del brazo y me hizo sobresaltarme antes de darme cuenta de lo que estaba sucediendo. La miré con las cejas alzadas esperando a que me dijera qué la hacía violar mi espacio vital sin mi permiso y lo único que recibí fue un gesto con su cabeza señalando hacia un hombre que parecía tener mucho dinero y que era bastante atractivo. Rubio, despampanante y sumamente rico.

Había clientes de todo tipo, el que llegaba directamente a ti y te proponía cualquier cosa que pasara por su mente, el que esperaba a que tu lo sedujeras, el que trataba directamente con la señora y ella se encargaba de escoger la mejor opción de entre todas nosotras, y el que no sabía qué hacer. Me deshice de su brazo alisándome la ropa despacio, tomándome mi tiempo, irguiendo mi espalda para que mis pechos se notaran por encima del escote, saqué un tubito de perfume de entre los pliegues de mi vestido y me coloqué una gota a cada lado del cuello más un par en mis muñecas. Estaba lista. Miré a la dama o lo que fuera y sin dedicarle ni una sonrisa empecé a caminar hacia el hombre, vista fija en él esperando que sus ojos conectaran con los míos y sonrisa de lado, contoneo sensual de caderas hasta que alguien se interpuso en el camino, alguien sinceramente indeseable que me hizo cambiar de expresión cuando me tomó de la cintura y me giró como en una especie de paso de baile susurrándome cosas obscenas en el oido. Por mucho que fuera mi trabajo a veces se ponía desagradable.

-Lo siento, cariño pero ya estoy ocupada- Le guiñé un ojo esperando que me soltara pero su agarre era firme. ¿Qué parte de estar ocupada era la que no entendía ese orangután? Mantuve mi expresión de horas de trabajo deshaciéndome de su agarre sensualmente y dejándole un beso en la mejilla con la promesa de otro día dar rienda suelta a sus fantasías conmigo. Sin embargo cuando volteé, mi cliente se había ido. PEnsé una maldición pero no podía quedarme desocupada o aquel hombre con aliento a alcohol rancio pensaría que esta era su oportunidad. Miré alrededor rápidamente escaneando el lugar mientras el insistente volvía a abrazarme por la cintura. -Ocupada, encanto- Su agarre era cada vez más fuerte pero no dejé de sonreir, tenía que escaparme, ese no era mi tipo de cliente y probablemente saldría con heridas y morados en la piel. No era nada divertido. Busqué una tabla de salvación divisando a un hombre que miraba alrededor. Suspiré y miré hacia allá llamándole solamente con la mirada aunque probablemente pasaría de mi. Eso me ganaba por ser... yo. -Anda, sé buenito y déjame ir con el caballero que ha pagado por mi... por adelantado...- Eso pareció destantearlo y mientras él se confundía yo me separé, caminé rápidamente y puse mis manos en su pecho pegándome a él como tabla de salvación. Si el hombre volvía a tocarme iba a tener que golpearlo. -Hola, ahm... este... Miré por encima de mi hmbro al otro malhumorado que estaba a punto de lanzarse a recuperarme. -Si te preguntan, has pagado por mi... mucho dinero... por adelantado...

por Invitado Vie Mayo 06, 2011 10:17 pm

Seguía ahí como tonto analizando el lugar como si fuese motivo de un análisis profundo, era un burdel y nada más. Mi mirada se desvió un segundo a una chica que forcejeaba con un horrible sujeto pero parecía que ella tenía todo bajo control y volví a mirar a mi al rededor, todas las jóvenes haciendo su trabajo, y todos los hombre, parecía una regla no escrita, siendo unos patanes. Tal vez yo estaba fuera de lugar y eso era lo que me tenía ahí de pie viendo el espectáculo de esa noche.

Dudé unos segundos más, quedarme ahí, buscar una cortesana y tomar una de las habitaciones para terminar lo que había ido a hacer o largarme, sopesé ambas opciones cuando alguien se acercó a mi, posando sus dos manos sobre mi pecho, era algo más baja que yo así que agaché la mirada, era la cortesana que minutos antes tenía aquel argumento con el ebrio indeseable. De pronto me hacía aquella extraña petición, moví los ojos en dirección al otro sujeto y comprendí el por qué me lo estaba pidiendo.

-Está bien -alcé ambas cejas y dije con tono desenfadado, la tomé de la cintura para reafirmar que estaba conmigo-, ¿y cuánto se supone que pagué por ti? -me acerqué a su oído y dije en tono bajo -digo, para ver si en realidad lo puedo pagar -sonreí de lado esperando que no saliera huyendo de mi como lo había hecho de ese otro hombre.

Tomé aquel encuentro como la señal que necesitaba, como la respuesta a mi pregunta de qué hacía ahí, ahora sólo restaba esperar lo que aquella joven dispusiera. Me alejé de su oído y la miré a los ojos, no tenía mirada sumisa como muchas cortesanas que conocía, al contrario, se veía fuerte y decidida lo que llamó mi atención.

-¿Cómo te llamas? -pregunté, si me aceptaba o me despreciaba, al menos sabría su nombre.

por **Magnolia Velvet** Vie Mayo 06, 2011 10:54 pm

Hubo un momento de vacilación, un momento en el que no supe si mi encanto iba a salvarme de la situación o si tendría que sucumbir ante los deseos de ese hombre con mal aliento. Intenté sonreír pero el desagrado que sentía ante una noche de posibles maltratos no me dejaba aflojar el agarre de mis manos en su camisa, el apretón de mis pechos sobre el suyo y mi mirada de sus ojos que se desviaron para ver cuál era el problema. Apenas un segundo en el que mi corazón dejó de latir y mi respiración se detuvo esperando ver su reacción y confiando en que habría en él la suficiente amabilidad como para no dejar caer mi coartada perfecta. Sus manos en mi cintura hicieron que el soplo de vida regresara a mi cuerpo y mi sonrisa se asomara nerviosa por entre mis labios. Bien, de vuelta a ser yo misma. Deshice mi agarre con una de mis manos que llevé a un mechón de mi cabello, enredando éste en mi dedo índice y sonriendo ante su pregunta. Había que admitir que de este tipo de hombres no se encontraba uno muy a menudo.

Incliné mi cabeza dejando el cuello al descubierto cuando se inclinó hacia mi para susurrarme al oído. Tomé mi tiempo para responder revoloteando mis pestañas para mirarlo a los ojos sopesando sus palabras mientras daba pasos hacia delante instándolo a él a caminar hacia atrás, no como una seducción per se sino para escapar del hombre que seguía mirándonos, sentía sus ojos clavándose justo en medio de mis omóplatos. ¿Mi precio? Me acerqué a su oído a mi vez para susurrarle la cantidad que pedía por mis servicios, servicios que no se iba a arrepentir de contratar y que valían cada centavo implicado en esa cifra. Dejé que cayera sobre su mente lo que estaba yo diciendo y encogí un hombro de manera coqueta posando después el dedo que jugueteaba con mi cabello justo sobre sus labios en un toque suavecito. -Pero siempre se puede arreglar, después de todo... soy una chica abierta a sugerencias- Imité su gesto alzando las cejas y sonriendo de manera un poco más natural en esta ocasión.

Me aclaré la garganta avanzando otro paso, deslizando una mano de su pecho hacia su hombro y luego por su brazo hasta tocar su mano justo en mi cintura. Su toque firme, sus manos decididas, su mirada inquisitiva. Entrelacé mis dedos con los suyos dejando mi propia mano sostenida contra mi cintura. -Magnolia.... Magnolia Velvet-

por Invitado Vie Mayo 06, 2011 11:38 pm

Quedé abrumado un segundo cuando por fin pude verla bien, a parte de temeraria, como había demostrado era claramente hermosa, tenía aspecto delicado y a la vez algo feroz, combinaciones como esta no se me se presentan todos los días. Jugó con su cabello como el gesto he aprendí a reconocer como coquetería y sonreí. Cuando su cuello quedó al descubierto olí a profundidad su aroma, aquel perfume que adornaba uno más sencillo y fascinante, y me regresó los susurros al oído, su aliento contra mi fría piel me produjo un extraño escalofrío.

Su cuerpo pegado al mío, empujándome suavemente hacía atrás, quise mirar por sobre mi hombro para no tropezar con nada o nadie pero su mirada me tenía hipnotizado, supuse que simplemente se quería alejar del hombre que un momento atrás la acosaba. Posó uno de sus delicados dedos sobre mi boca y estoy seguro que mi expresión cambió a una más tímida.

-No te preocupes, tengo el dinero -finalmente reaccioné y respondí.

Dimos un par de pasos más hacía atrás, y ella entrelazó su mano con la mía que aún la sostenía por la cintura.

-Es un bello nombre -dije a modo de halago-, muy adecuado... como una flor -apunté para levantar la mano que tenía entrelazada y posar un beso en ella, tal vez a estas mujeres ese tipo de galantería no les importaba pero yo así actúo con todas las mujeres con las que me topo, Magnolia no va iba a ser la excepción, no tenía por qué serlo.

por **Magnolia Velvet** Sáb Mayo 07, 2011 9:23 pm

Sus ojos me evaluaron rápidamente, no me juzgaron pero si pude notar que le gustaba lo que veía, un punto más a mi favor. El rubio despampanante no tenía nada qué pedirle al morocho que básicamente me había salvado. El movimiento de sus labios contra mi dedo me hizo imaginarme la forma en que éstos se iban a mover contra mis labios y contra mi piel, sin querer yo también lo estaba evaluando. Sus cambios de expresión, su sonrisa, me gustaba y eso era un bonus que no siempre tenías con los clientes del burdel, afortunadamente me había podido zafar del hombre con aliento a cementerio que se quedaba atrás a cada paso que dábamos y había ido a parar con él. Amplié mi sonrisa cuando aseguró que tenía el dinero para pagarme y aduló mi nombre, generalmente dejaba que me llamaran como quisieran, si querían que fuera Mildred, era Mildred, si querían que fuera Genevieve, podían llamarme Gen pero cuando preguntaban mi nombre iban más allá de lo que cualquiera comúnmente pedía así que ya tenía puntos extras, tal vez le diera un regalito especial si seguía portándose así de bien conmigo.

Retiré mi dedo de sus labios solamente después de que había trazado su labio inferior en una caricia seductora guiñándole un ojo para combinar el gesto antes de ver lo que él hacía con mi mano. Bien, le tocaba un regalito. -Galante y caballero, mira que me he encontrado con un verdadero príncipe en brillante armadura- No sólo me había rescatado con su rapidez de mente para aceptar que yo fuera la mujer por la que había "pagado anticipadamente" sino que también tenía un encanto natural que yo no podía dejar de admirar.

Me acerqué nuevamente a su oído alzándome en puntillas para alcanzarlo y morder el lóbulo de su oreja de manera suave antes de susurrarle de nuevo. -¿Prefieres pedir algo de beber o ir directamente a... una habitación? Me separé mirándolo con la expresión inocente que a veces les gustaba y otras tantas encontraban rara, de todas maneras era un riesgo que valía la pena correr si es que les gustaba ese tipo de cosas.

por Invitado Dom Mayo 08, 2011 1:23 am

No podía culpar a las mujeres como Magnolia que aceptaban un cliente con desagrado, sin embargo nunca me había sucedido, mis modales eran mi arma más poderosa. Tengo la idea de que todas merecen mis mismas atenciones, no importando si representan un interés real o serán compañía de una sola noche, todas son mujeres, de todas me enamoro por la fugacidad de nuestro encuentro. Una vez más eso, mi arma rindió frutos y Magnolia pareció complacida con mi garbo natural. Sonreí de lado satisfecho cuando ella me devolvió el halago.

-Siempre que haya una damisela en peligro estaré ahí -bromeé y me llevé una mano al pecho en un gesto sobreactuado para acentuar el tono poco serio de mi comentario. Quise continuar pero sus labios atacando mi oreja me distrajeron por completo, cerré los ojos y di un suspiro encantado.

Escuché con claridad su pregunta pero mi mente había quedado como un cristal empañado, en donde nada se podía ver, en donde el exterior era anónimo, así que tardé en reaccionar. Antes de responder volví a observarla y había adoptado un gesto inocente que no correspondía a su profesión y que sin embargo me había encantado, estoy seguro que otra sonrisa se me volvió a escapar.

-No lo sé -jugué a ser el tonto un rato-, ¿te gustaría tomar algo?, podemos pedir lo que tú prefieras y pasar a una habitación -ofrecí, a mi me daba igual, para mí esa noche la bebida que probara iba a ser sólo la guarnición que acompañase a Magnolia.

por **Magnolia Velvet** Mar Mayo 10, 2011 6:07 pm

Damisela en peligro. Esa era nueva pero me encantó que me metiera dentro de esa categoría al menos por un momento, era cuestión de hacerme sentir una damisela que alguien querría salvar. Sonreí lentamente, como caramelo derritiéndose sobre mi rostro, esperando a que viera el gesto sintiéndome más que encantada cuando escuché su suspiro, un llamado de su alma a alguien que se perdía en el viento pero que yo había escuchado. Ser testigo de uno de esos era más preciado que cualquier otra cosa porque un suspiro se desvanecía entre el alboroto de los días que transcurrían, éste se pegaba en las paredes, en las gentes, en los suelos, como si quisiera permanecer en todos lados pero permaneciendo en ninguno, sólo en mi memoria.

Esperé a que me contestara, una de mis manos seguía en su pecho y la otra entrelazada a la suya, mi rstro había vuelvo a la normalidad pero había logrado mi cometido y yo estaba en lo correcto. Levanté mi mano de su pecho y lo entrelacé en un mechón de cabello apenas con la suavidad suficiente como para deslizarlo de este y volver la mano a la misma posición original. En ese momento algo me golpeó en la memoria, no había preguntado su nombre. No era precisamente algo que hacía como normal pero quería guardarlo para reconocerlo alguna otra vez, tal vez el no querría decírmelo porque la mayor parte de los hombres que venían al burdel querían mantener su identidad bien guardada y además, ¿quién quiere que una cortesana cualquiera le hable en la calle? No. No sería de esa manera, sólo era para mi pero ya tendríamos tiempo más adelante.

Tuve que reir por su gesto, se veía tan inocente actuando de esa manera. -¿Yo? Yo sólo bebo licor de cereza, si te gusta podemos beber algo de eso- Todo el licor que existía en el mundo con excepción del licor de cereza me parecía bastante fuerte para mi, además acababan por embotarme el cerebro dejándome sin la capacidad de hacer mi trabajo como se debía, el licor de cereza era delicioso, suave y dulce y se metía en mis poros haciéndome sentirme única por un momento. Hice un gesto al chico del bar para que preparara una botella y la enviara a mi habitación favorita. -Si quieres algo más podemos pedirlo también-

por Invitado Miér Mayo 11, 2011 1:11 am

Me quedé mirándola, estudiándola, disfrutando de su belleza. Era una belleza agraviada por tantas manos, y tantos ojos y tantos besos dados sin amor y que aún así se mantenía en su sitio, fuerte y grácil, impasible, inamovible, saliendo adelante de la desdicha. Pero también pienso que conozco su nombre, no su historia, y que me gustaría escucharla esa noche, no sé por qué, recuerdo las palabras de mi viejo amigo una vez más, no puedo salvarlas a todas, y lo único que me queda es pasar una noche al lado de Magnolia, quizá no la vuelva a ver, quizá regrese una y otra vez para estar entre sus brazos y piernas, quizá, no lo sé.

Sentir su mano deslizándose por mi pecho, cuello, cabello me tensa, pero no porque me incomode, sino porque no sé qué hacer. Es gracioso que a pesar de todo, de tantos años, tantas cosas vistas y tantas mujeres entre mis sábanas aún me ponga así ante el contacto, sonreí taimado, sutil y tímido, mirándola como si lo que acababa de hacer, aquel sencillo movimiento, me hubiese parecido atrevido, pero no lo desaprobaba.

-Licor de cereza está bien -respondí con voz baja, estábamos tan cerca que no era necesario levantar más la voz-, ¿pasamos a la habitación? -dije con semblante sereno, no quería lucir desesperado o necesitado, no lo estaba pero no encontraba más motivos para seguir ahí. Esa noche iba a ser así, lo supe, Magnolia y dulce licor de cereza, suave, lo suficiente para no embriagar y era perfecto, no quería que ella estuviera controlada por algo externo como el alcohol, y yo... ¿y yo?, daba igual, no era fácil emborracharme.

Dejé que ella me guiara, que tomara el control por ahora porque más tarde sería yo quien dirigiría esta orquesta nocturna.

por **Magnolia Velvet** Miér Mayo 11, 2011 7:27 pm

El burdel era como mi segundo hogar, pasillos, corredores, rincones, habitaciones, cuartos de baño, pasadizos secretos, todo lo conocía como la palma de mi mano así que después de pedir nuestro licor lo jalé de la mano que entrelazaba con la mía y lo guié por el lugar que daba al público hacia el pasillo de las habitaciones, contoneando las caderas al ritmo de mis pasos, manteniéndolo cerca de mi para que no dejara de sentir el movimiento de mi cuerpo contra el suyo, riendo y susurrándole promesas de lo que la noche iba a ser en cuanto estuviéramos solos los dos.

Llegando a mi habitación predilecta, la botella y dos copas ya estaban en el suelo frente a la puerta pero antes de siquiera entrar, me giré sobre mi misma para pegar mi pecho al suyo y acorralarlo contra la pared en una caricia sensual, un poco de mi para calentar los motores. Llevé una mano a su mentón y agaché su cabeza para tomar entre mis dientes su labio inferior, mordida suave, jalando un poco, saboreando su aliento, atrayendo su cabeza hacia mi antes de soltar su labio y sonreirle coquetamente. -¿Listo? En menos tiempo del esperado estábamos dentro, él, yo, el licor de cereza y las dos copas, seguro en la puerta y mi espalda contra su pecho. ¿Qué querría de mi?, ¿Qué le gustaría? Estaba entrenada para adivinar lo que los clientes querían pero después de tantas cosas bizarras que me habían tocado, podía esperar lo que fuera. ¿Tomar el control?, ¿Dejar que lo tomara él?, ¿Desvestirme frente a él?, ¿Dejar que me desvistiera? Tenía que tomar un montón de decisiones en un momentito pero me tomé mi tiempo para caminar hasta la cama y sentarme en el borde estudiándolo de lejos, alguna preferencia debía tener.

-No me dijiste tu nombre... ¿Puedo saberlo?- Por algo debíamos empezar. Hice un gesto con el dedo índice para que se acercara y se sentara junto a mi mientras yo me deshacía de los zapatos asegurándome de apretar mis brazos a los costados de mi cuerpo para hacer ver mis pechos más voluminosos. Una vez terminada la tarea abrí la botella de licor sirviendo sólo una copa y ofreciéndosela a él. -Si bebes, no lo tragues, quiero saber qué toque especial le dan tus labios al sabor...

por Invitado Jue Mayo 12, 2011 10:04 am

Magnolia sabía bien su trabajo, sabía como provocar a un hombre y podía ser yo un vampiro y todo lo que quisiera, pero en ese aspecto era un hombre sencillo sin más dobles lecturas, y sin gustos extravagantes. La dejé jugar conmigo, con mi boca y con mi ansia por ella. Por mi parte yo también me dediqué a saborearla, a analizarla, sus movimientos, su aroma, su imagen, todo era motivo de mi atención. Ahí, acorralado, jugando un rato a estar a su merced.

-Listo -asentí cuando ella preguntó y dije en medio de un suspiro, la miré alejarse, sentarse en la cama, como yo a ella, ella me estaba tratando de leer a mi, ya me imagino qué clase de cosas locas y extrañas le habían pedido algunos clientes en el pasado, pero yo no, porque yo no tenía gustos locos y extraños en la cama, no tenía de qué preocuparse.

Qué más daba que supiera mi nombre, era un trato justo, yo sabía el suyo, podía ser un invento que se le había ocurrido en el momento, y pude haber hecho lo mismo, ya había dado nombres falsos en el pasado, pero sentía que Magnolia había sido sincera conmigo, yo debía serlo también.

-Daniil Stravinsky -dije con firmeza, seguro le causaría curiosidad un nombre como el mío, claramente extranjero.

Ante su invitación sonreí y di los pasos necesarios, me senté a su lado mientras ella servía una sola copa de aquel ligero licor que habíamos pedido y me la ofreció. Escuché lo que me dijo y sonreí, alcé la copa a modo de brindis individual.

-Entendido -dije con simpleza y di un trago, pero mantuve el líquido en mi boca, a penas un sorbo y antes de que ella hiciera algo, yo me acerqué para plantarle un beso, quería probar el licor de cereza de mi boca, pues ahí estaba, la tomé de los hombros para deslizar poco a poco mis manos hasta sus caderas. Me separé unos segundos después y la miré con una sonrisa de lado sobre mi rostro.

por **Magnolia Velvet** Jue Mayo 12, 2011 8:28 pm

Daniil Stravinsky, eso no sonaba francés en absoluto y ahí, sentada en la cama mientras él se acercaba a pasos lentos jugué a imaginar qué podía estar pensando de mi, su gesto me hacía pensar que lo estaba disfrutando y a veces quería que fuera por mi pero la realidad era una muy diferente, a la vista de todos los hombres que pasaban por el burdel, sólo éramos una cintura más, un par de piernas más como para que volvieran a acordarse de una. Aun así yo sabía mi trabajo y el lugar que tenía en una relación de este tipo así que no tendría porqué hacerme ilusiones de nada. -¿Ruso?- Había escuchado acentos rusos antes, mis padres solían tener amistades de este país. Mis padres, una historia lejana que no tenía cabida ahí.

Alcé mis cejas ante su gesto con la copa esperando a que la retirara de sus labios para poder acercarme pero antes de que pudiera hacer nada como eso sentí sus labios suaves sobre los míos. Tenía razón. El licor de cereza era mejor de sus labios. Bebí el líquido regresando el beso con movimientos suaves y sensuales mientras sus manos viajaban por mi cuerpo. Perfecto, si quería tomar la iniciativa por mi mejor. Cuando se separó miré primeramente su sonrisa, bastante sugerente, luego sus ojos que combinaban con su sonrisa, con una chispa de algo que me hacía querer preguntarle un montón de cosas. Deslicé mis manos por su cuello para enfocarme en el primer botón de su camisa y desabrocharlo con lentitud torturante mientras relamía mis labios en busca delo sabor restante del licor con su boca. Delicioso.

¿A qué íbamos a jugar hoy?, ¿Damisela en peligro?, ¿Virgen inocente?, ¿Marido y mujer? Si íbamos a fantasías que había cumplido podía empezar a escribir un libro. Bajé al segundo botón tomándome mi tiempo para deshacerlo e ir rozando con mis dedos la piel pálida que iba revelando a cada momento. -Cuéntame, Daniil... ¿Qué es lo que te gusta?- Me acerqué a morder su cuello, levemente presionando mis dientes sobre la piel, dejando inconcluso el deshacer los botones de su camisa para bajar una mano a rozar su entrepierna delicadamente, subiendo mis labios para morder el lóbulo de su oreja, dejando escapar suspiros cerca de su oído, todo como tanteando qué era lo que le gustaba, qué lo excitaba y qué podía yo hacer por él para que disfrutara este encuentro tanto como yo iba a disfrutar la paga que obtuviera de él.

por Invitado Jue Mayo 12, 2011 10:11 pm

Asentí cuando ella identificó el origen de mi nombre, no era difícil pues a todas luces decía que venía yo de aquel país, pero aún así no era común que la gente de los estratos más bajos de la sociedad supieran algo así, eso me hizo sospechar que Magnolia no era un cortesana cualquiera, intrigado seguí el juego que estábamos jugando y que tanto estaba disfrutando.

Me dejé hacer sin chistar, el primer botón estaba fuera de su lugar y sentí la cálida piel de Magnolia sobre mi frío cuerpo, me pregunté cuántos como yo había tenido ya como clientes, si estaba al tanto que existíamos, y qué pensaba al respecto. Sin embargo esos pensamientos pasaron a segundo plano cuando bebió lo que restaba del licor de mis labios, a mi también me estaba gustando la combinación de la dulce cereza con el sabor de sus labios.

Sentí su mano jugar a provocarme, solté un suspiro muy quedo, el segundo botón estaba fuera y ella se divertía al hacerme sufrir con su mano rozando mi entrepierna, seguramente sintiendo que comenzaba entusiasmarme por aquel vaivén de besos y caricias, casi inocentes hasta entonces.

Escucharla cerca, en mi oído, y su aliento contra mi piel, todo me estaba gustando, me preguntó aquello y me tomé un momento para responder, llevé una mano a su espalda baja y la otra la hundí entre su larga cabellera, con suma delicadeza la llevé contra la cama para quedar yo encima.

-¿Qué me gusta? -repetí su pregunta-, tú, tú me gustas -respondí con encanto el momento previo a volverla a besar. Podía ser descortés, un patán si quisiera, ellas a eso están acostumbradas, pero con aquellas que conquisto en un baile o con aquellas, como Magnolia a las que les voy a pagar por una noche, con todas soy un caballero.

Yo estaba recostado en un costado y ella con la espalda completa en la cama, llevé una mano a su espalda para tratar de comenzar a desabrochar el corsé y tener mejor acceso a ella, toda ella me estaba volviendo loco.

-No te preocupes -la miré a los ojos-, no tengo gustos extravagantes en la alcoba -sonreí, no iba a lastimarla, ni a pedirle una fantasía descabellada, sólo la quería a ella, sin más.

por **Magnolia Velvet** Jue Mayo 12, 2011 11:49 pm

Cuando comenzó a moverse reafirmé mi creencia de que querría tomar la iniciativa, la imagen de caballero al parecer no era solamente una fachada para hacer caer a las chicas más ingenuas, era algo que llevaba inherente a él. Me gustaba, me hacía sentir única, única en el mar de mujeres que habían sido suyas, tal vez en este mismo burdel, tal vez entre sus propias sábanas. ¿Quién sabe? Dejé salir un suspiro dándome cuenta de pronto de que los patanes en los burdeles escaseaban, con tantos buenos tratos iban a terminar malcriándome y luego bonita prostituta iba yo a terminar siendo. Sonreí ante su trato y me separé de su cuello cuando me recostó sobre la cama dejándolo hacer conmigo lo que le gustara, después de todo, para eso estábamos ahí.

Si era sincera esperaba que me dijera que iba a atarme a la cama, que quería que me disfrazara de alguna cosa bizarra o que quería echarme comida en el cuerpo para después lamerla, cualquier cosa que implicara perder la dignidad que podía tener ahora para complacer sus caprichos. Su respuesta me tomó desprevenida y apenas pude evitar un sonrojo digno de Olivia que no debía de aparecer, apenas pude recordar que yo debía estar acostumbrada a ese tipo de cosas y la forma en que había perdido todas mis defensas contra Asagi no se iba a volver a repetir. Me mordí el labio volviendo a mi papel y dejé que se peleara con las tiras de mi corsé mientras yo estudiaba su rostro. Piel pálida y fría. Podría ser un... bueno, ¿qué más daba? Yo no tenía porqué hacer preguntas sobre nada.

Seguí desabotonando la camisa despacio, siguiendo el ritmo que había marcado anteriormente, sin dejar de mirarlo a los ojos y riendo un poco por su confesión. Menos mal, un poco de normalidad en la cama nunca estaba de más en este negocio. -Menos mal, te prometo que te voy a gustar más una vez que termines de desnudarme- Una vez sin botones, deslicé una mano despacio por sus hombros quitándole la camisa, dejando que resbalara pero sin quitarla, cosa que me era imposible dada la posición que teníamos. De todas maneras seguí con el movimiento hacia abajo, encontrando el broche del cinturón y desatándolo con manos expertas antes de llevar mi mano desde ahí hasta su pecho de nuevo y acercarme a besarlo tan lentamente como me lo permitía el cuerpo.

por Invitado Vie Mayo 13, 2011 12:46 am

Que una mujer como ella, con ese oficio y esa vida se sonrojara ante mis tratos me hizo sonreír ampliamente, no traté de ocultar aquel gesto, quería que supiera lo complacido que estaba con toda ella, su belleza, su idea del vino de cereza, su juego a querer parecer inocente y cuando bajaba la guardia de hecho serlo. No es diferente a ninguno de nosotros, debe mantener una actitud debido a su trabajo, pero detrás de todo eso que debe aparentar hay un vida con altibajos como las del resto.

Ambos poco a poco nos deshacíamos de las barreras de la ropa uno del otro, pude desatar el corsé sin mayor dificultad y cuando me miré a mi mismo tenía la camisa totalmente desabotonada y a mitad de camino de ser alejada de mi cuerpo.

-Estoy seguro -le dije al oído y aproveché para comprobarlo, comprobar cuánto me iba a gustar su cuerpo, me alejé un poco para poder mirarla, tomé el corsé y lo quité con un movimiento, ayudado por ella un poco y sonreí ante la visión de su torso desnudo, besé su cuello con calma poniéndome encima de ella por completo, tomándome mi tiempo, era una cortesana pero quería que ella me deseara como yo la deseaba a ella, así o más.

Me enderecé un poco para que ella pudiera finalmente deshacerse de la camisa y terminar el trabajo con el cinturón y el pantalón. Mientras la observaba hacerlo pensé en cómo procedería después, una sonrisa de lado se dibujó en mi rostro cuando lo tuve claro. Una vez que la camisa y el pantalón estuvieron fuera de juego me volví a acercar para hacer lo propio con su falda, la deslicé hacía abajo por sus piernas. Comencé un camino de besos del cuello hacía abajo, sus hombros, la clavícula, sus pechos, ombligo, vientre y finalmente me detuve entre sus piernas, cerré los ojos para concentrarme en el olor de su excitación, su sexo aún cubierto por su ropa interior que ya me encargaría de quitar en unos momentos, levanté la mirada para hacer contacto visual con ella.

-Me pregunto cuántos de tus clientes buscan sólo el placer personal, pero yo te voy a deleitar a ti -sonreí.

por **Magnolia Velvet** Vie Mayo 13, 2011 12:00 pm

Odiaba mis estúpidas barreras endebles, era ua vergüenza para las de mi clase cuando me ponía en ese plan. Lo peor era que se había dado cuenta, le había gustado pero esa era otra historia, yo bien podía ser una niña tonta que se había encontrado en cualquier baile, a veces me preguntaba si en dejar salir a Olivia de cuando en cuando radicaba mi éxito con los hombres en el burdel. A saber. La ropa seguía saliendo de la batalla, poco a poco, tomándonos nuestro tiempo, como si en lugar de ser completos desconocidos fuésemos amantes consumados de tiempo atrás que se volvían a ver, que volvían para volver a trazar con sus manos cada parte del cuerpo del otro, reconociéndolo como suyo. Suspiré cuando me quitó el corsé, era una reacción natural pues esa cosa te quitaba la respiración dejando que la mínima cantidad de aire entrara a tus pulmones.

-Gracias- La palabra salió en un susurro pero lo suficientemente alta como para que lo escuchara. Mi cuerpo lo recibió gustoso, me acomodé y él encajó perfectamente conmigo. Me dediqué un momento a que mis manos recorrieran su pecho desnudo, los costados, la espalda, sonriéndole mientras anticipaba sus movimientos como si fuera una obra de teatro ya mil veces ensayada entre otros mil actores. Esperé sintiendo sus besos en diferentes partes de mi cuerpo, él quería tomar la parte del director de orquesta en esta presentación, yo no pondría objeción alguna por ello. Una pausa me hizo levantar la cabeza de su reposo sobre la cama, sus labios se habían separado de mi y aunque aún sentía su cuerpo parcialmente sobre el mío quise saber lo que estaba planeando.

Oh mierda. Me mordí el labio porque sabía lo que seguía, cuando ponían MI placer personal por encima del suyo entonces era un desencadenamiento de un montón de cosas que yo no podía detener, era como tirar una bola de nieve por una colina, empezaba pequeñita y poco a poco se iba haciendo más grande hasta terminar en una puta gritando de placer en la cama y luego luchando contra las lágrimas de la culpa. -Bien, pero te aviso que vas a hacer que me retuerza hasta correrme- Eché la cabeza hacia atrás pensando una respuesta a ese comentario sin encontrar nada que pudiera servirme. Muy dentro de mi lo había supuesto, él no sería como tantos otros que quieren que yo haga todo el trabajo, desde el beso en el dorso de mi mano. No. Desde que básicamente me había rescatado de ese maloliente individuo que pretendía hacerme lo que yo estaba acostumbrada a recibir. Bueno, entonces a disfrutar. Puse mi mejor sonrisa entre sugerente e inocente y volví a mirarlo agachándome para pasar mi dedo índice por su mejilla. -Pero solamente si después dejas que te devuelva el favor-

por Invitado Vie Mayo 13, 2011 5:47 pm

Tomé mi lugar mientras la escuchaba, por supuesto que eso era lo que quería, que se retorciera a mi toque, me gustaba ver y sentir el efecto que tenía en las mujeres, tal vez no era el mejor amante sobre la tierra, pero las conozco y sé lo que quieren, lo que les gusta, lo que las volverá locas, y parte de todo el encanto es mi actitud de caballero, por ahí empieza todo.

-Tenlo por seguro -respondí al tiempo que mi dedo índice jalaba su ropa interior hacia abajo, lentamente, rozando con su piel, deseaba sentirla terminar en mi boca, porque sería la primera de varias esa noche, pero antes de pensar en esas otras veces en las que la haría correrse a futuro, debía concentrarme en esta-, y estaría encantado de que me devolvieras el favor -porque era la verdad, porque quería sentir también su boca experta.

Tomé sus piernas, ella no opuso resistencia y coloqué cada una encima de mis hombros, comencé el recorrido lento y tortuoso, besos en sus rodillas, a ambos lados, besos en sus muslos, lentos, avanzado con calma, besos en su ingle, luego uno suave debajo del ombligo mientras con un dedo tanteaba la humedad de Magnolia, la suficiente aunque quería que lo estuviera más.

Sin mirarla finalmente bajé y comencé con besos casi inocentes, ella aún estaba relajada pero en cuanto mi lengua se aventuró la sentí tensarse, arquear la espalda levemente, lleve ambas manos a sus caderas para mantener el control, y seguir con lo que estaba haciendo, lamí despacio, enfocándome en su clítoris, sintiendo como la humedad iba aumentando, a cada segundo su excitación aumentaba y yo me sentía satisfecho de conseguirlo. Su sabor me estaba embriagando, y ella se retorcía como había prometido, sus gemidos, su respiración, todo me provocaba estar más estimulado. De las suaves caricias de mi lengua pasé a succionar y hacerlo más violento, siempre cuidando de no lastimarla, lo iba a hacer hasta que la sintiera correrse en mi boca.

por **Magnolia Velvet** Vie Mayo 13, 2011 6:43 pm

Ahora tenía que escoger la estrategia B, si todo lo demás fallaba entonces siempre podía mantenerlos adictos a mi gracias a mis... gemidos. ¿Qué más podía hacer al respecto? Básicamente estaba atada de manos y de pies y sin duda iba a disfrutarlo, ya después tomaría venganza y le haría exactamente lo mismo a él, le haría saber porqué cobraba lo que cobraba y le gustaría tanto que repetiría no una, sino varias veces. Si, eso es lo que... -¡Ah!- Sin duda me había tomado desprevenida, sus besos habían trazado un camino por mis piernas, debajo de mi ombligo, atinándole a partes sensibles cuyo roce me ponía a mil, sentía mi centro humedecerse de a poco mientras él continuaba hasta que por fin llegó al lugar donde quería estar. Un relámpago de placer estalló por todo mi cuerpo cuando tanteó dentro con un dedo, un sentimiento que me hizo no solamente tensarme entera, con los pies recargados en su espalda, sino también hizo que llevara mis manos a su cabeza para hacer una especie de presión suave contra mi sexo, me hizo arquear la espalda y me hizo soltar un gemido gutural, el primero de los muchos que expresaría a continuación.

Era bueno y estaba bueno pero eso era otra cosa, sentía su lengua juguetear conmigo mientras yo suspiraba, gemía, jadeaba y me quejaba sintiendo mis caderas hacer el amago de seguir su ritmo, de no haber estado sosteniéndome con sus manos, probablemente lo habría hecho. Arañaba apenas con las uñas la cordura, me sostenía de un hilo y mantenía mi mente en este mundo por poco, porque era seguro que en unos momentos me correría sin poder evitarlo, los cosquilleos del placer iban en aumento, las oleadas se hacían más fuertes, sacudiéndome, tensándome, estremeciéndome hasta los huesos. Mi corazón habría hecho un hoyo en mi pecho y saltado de no haberlo tenido resguardado por la caja torácica, mi respiración se hizo más pesada, mis manos habían pasado de su cabeza a aferrarse de la ropa de cama en un estado pre-éxtasis que prometía un descenlace glorioso.

Iba a detenerlo, tenía que detenerlo, no podía estar haciendo que yo perdiera el control tan rápido pero su boca empezó a hacer las caricias más violentas, más intensas, más deliciosas, mi cadera se movía para acercarse instintivamente más a él, el sudor perlaba mi cuerpo y mis ojos se cerraban por completo. Como lo había prometido estaba retorciéndome y estaba a nada de llegar al punto de no retorno. -Daniil- Su nombre me salió en un suspiro traicionero, no estaba muy segura de si lo había escuchado porque yo estaba en una nube de placer embriagante que me desconectaba cualquier sentido que no fuera el del tacto, sentir lo que me estaba haciendo me dejaba ciega para cualquier otra cosa, mis pezones estaban tiesos, mi piel estaba mojada, mi garganta estaba ocupada gimiendo cada vez más fuerte y mi centro palpitaba como otro corazón cuando ya no pude más. Grité, un sonido gutural que desgarró el aire mientras mis piernas atraían su rostro más hacia mi, era inevitable, lo estaba haciendo sin pensar y disfrutando de cada palpitación que pronto se extendió por todo mi cuerpo, me había disuelto en la bruma del orgasmo sintiendo como hasta el simple roce del viento que entraba por alguna rendija de la ventana hacía estrago en mi sensible ser. Quería más, más de su lengua, de sus manos, de su voz. Sólo quería más.

por Invitado Vie Mayo 13, 2011 8:20 pm

Sus gemidos eran música para mis oídos, disfrutaba escucharlos, eran la muestra de que estaba haciendo bien mi trabajo, poco a poco nos acoplamos a un ritmo uniforme y yo aumentaba la velocidad menguadamente. Saber lo que yo estaba provocando en ella me hacía a mi mismo estar en éxtasis, aunque ya llegaría mi turno y tenía que aguantar. Sentí sus músculos contraerse, sabía que la estaba haciendo delirar y esa era mi metal, proseguí, no iba a detenerme, sus manos hundidas en mi cabello me decían sin palabras que no parara.

El ambiente comenzó a enrarecerse, de un buen modo, el sudor, los olores, los jadeos y gemidos, todo me estaba volviendo loco, ella no era la única que estaba perdiendo el control. Cada vez más rápido, cada vez más profundo, su ritmo taquicárdico era perfecto, se aferraba a las sábanas y yo llevé mis manos de sus caderas a su espalda, a sus nalgas, a sus caderas de nuevo, quería poder acariciarla toda, los huesos de su pelvis de pronto fueron el sitio perfecto para sostenerme. Escuché como decía mi nombre y no había nada que me gustara más, escuchar mi nombre dicho con ese deseo y placer, y supe que estábamos cerca, moría por sentirla correrse, por probar su esencia.

Aquel grito rompió con el acompasado ritmo de sus jadeos y pude sentirlo en mi boca y en todo mi cuerpo. Me ataba con sus piernas y poco a poco fui disminuyendo el ritmo, saboreando toda aquella explosión de ella, su humedad, estaba tan mojada que no podía esperar porque me sintiera dentro, pero aún no era momento, este era un vals lento, y lento debía bailarse.

Dejé que ella decidiera el momento apropiado para poder finalmente dar la última lamida, suave, como un beso de despedida. Sus piernas se relajaron y me pude incorporar un poco, la miré con su vientre y pechos como obstáculo para cruzar nuestros ojos.

-Tu sabor... -dije con la respiración agitada-, es maravilloso -sonreí y repté por su cuerpo, besando cada sitio donde tenía oportunidad, su ombligo, sus caderas, su vientre, sus costillas hasta llegar a sus pechos, llevé una mano a uno y comencé a jugar con uno de sus pezones, apretar un poco, a penas, acariciarlo, y al otro que no recibía las atenciones de mi mano llevé mi boca, comencé a lamerlo, a mordisquearlo, no quería darle tregua.

-¿Cómo he estado? -pregunté con aire inocente, buscando su aprobación mientras seguía con mi labor en sus pechos, hablando muy cerca de su piel, sabiendo la sensación que mi aliento provocaría con la humedad de la saliva que había dejado.

por **Magnolia Velvet** Dom Mayo 15, 2011 12:35 am

Sentía mi cuerpo estremecerse con cada roce de su piel contra la mía, por ínfimo que fuera cada movimiento me mandaba al cielo y de regreso después del orgasmo que me había provocado. Me tensaba y me destensaba como si el palpitar de ese botón oculto se expandiera a todo mi ser dejándome sin aliento y sin capacidad de siquiera pensar alguna respuesta coherente. Jalé aire intentando calmar mi respiración y por ende el latido de mi corazón. Sentí el rubor cubrir mis mejillas cuando habló de mi sabor. Otra vez las barreras caídas. Reconstruí el fuerte en unos segundos y pude esbozar una sonrisa en medio de los jadeos entrecortados que me provocaba su contacto. -Prometí que iba a gustarte y yo siempre cumplo mis promesas- Hubiera sido más sugerente que pudiera haber dicho la frase entera sin pelearme contra mis pulmones pero no ganaba nada con recriminarme eso ahora.

Mi garganta dejó escapar un ronroneo, uno de esos sonidos que una persona normal no sabe que puede hacer pero que denota sensualidad y goce de lo que se está haciendo y que yo me conocía tan bien, era un sonido algo felino que salía cuando me estaban mimando como a mi me gustaba, que el dueño que me había tocado en ese momento estaba haciendo un buen trabajo y no tardaría en ser recompensado. Un ronroneo que se alargó hasta que llegó a mis pechos y fue interrumpido por un quejido cuando lo sentí empezar de nuevo la tortura. Quejido que fue seguido por un gemido al sentir su boca en el pezón olvidado por sus manos. Eché la cabeza hacia atrás riéndome por su pregunta. ¿Tenía que decírselo? -¿No te bastó con el grito que me hiciste dar?- Lo miré y mi corazón dio un vuelvo. Estúpido corazón. Jadeé por aire mirándolo con ese aire de inocencia que podía conmigo.

Lo pensé un momento, mi cuerpo apenas estaba regresando a su estado normal aunque con la estimulación en mis pechos era complicado volver completamente, iba a tenerme al borde de un ataque en cada momento. -Extraordinario- Pasé una de mis manos por mi abdomen disfrutando del contacto de su boca con esa parte sensible de mi cuerpo, dejé que se deleitara con ellos quedándome un poco en el trance del placer que me provocaba hasta que fue demasiado. Si seguía así sería el segundo orgasmo para mi. Además de puta, egoísta. Llevé una de mis manos a su cabello ejerciendo algo de presión y dejando que me mirara antes de relamerme los labios de manera sensual pero manteniendo el aire inocente que le había gustado cuando todavía estábamos afuera de la habitación. Ya tenía mi arma secreta y no iba a desperdiciarla. -Quiero probarte ahora-

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